Palacete

03/08/11, 01:04 am

Recuerdo del primer mensaje :

Hecho en piedra gris, con forma de U, coronado por una cúpula de cristales negros y esmeralda bajo la cual hay un ventanal ovalado. Se entra por una escalinata de azulejos a un recibidor circular con dos grandes escaleras a ambos lados. Sobre este, se encuentran las habitaciones, flotando a distintas alturas.

Descripción más detallada sacada de la saga:

Exterior:

Recibidor:

Ascenso y ejemplos de habitaciones:

25/05/17, 01:21 pm

Mon miró con cara de horror a Cenizo cuando este propuso cruzar por esa… tablilla. Ni loca.

—Pues vas a pasar tú, hermoso, porque lo que somos los demás no nos jugamos la vida ahí —le espetó, pálida todavía.

En ese momento se dio cuenta de que todavía aferraba a Mandón y él a ella, por lo que se alejó con una sonrisa de disculpa y se frotó los brazos. Esperaron, ella sumida en un silencio pensativo mientras robaba ojeadas al abismo que había a unos pasos, como esperándoles, hasta que doña Plumitas les informó de que había un lugar cercano. Metió la mano en su bolsito, notando el tacto tranquilizador de sus «carteles de búsqueda» y echó a andar.

Según llegaron al palacete, la chica lo miró con desconfianza. Era muy bonito. «Demasiado bonito» se dijo, entrecerrando los ojos. Sus compañeros, mientras tanto, discutían la posibilidad de entrar. Después de todo, a lo que habían ido, aunque…

—No me fío —comentó con voz relajada, aunque había tensión en sus hombros—. Es demasiado… normal. No es horrible, no huele raro, no parece construido por un psicópata puesto hasta arriba de LSD. No pega.

Se encogió perceptiblemente, como si la hubieran pegado, cuando Mandón mencionó a Nad, y arrastró los pies de lado a lado. Sin embargo, las palabras de T-Fichas hicieron que vacilara. El chico tenía un punto.

—Yo puedo colgar mis carteles en la fachada.

Los motes:

25/05/17, 05:49 pm

Habían terminado quedándose apiñados al lado de la verja de entrada, ninguno teniéndolas totalmente todas consigo. Mantenerse quietos tanto tiempo empezó a impacientarle, el carabés sintiendo aquella inmovilidad picarle en la nuca como si manteniéndose allí fueran dianas paradas en medio de la avenida. Sin embargo él mismo no sabía qué tenía tanta urgencia por hacer, si irse o si arriesgarse.
Experiencias pasadas le gritaban que no, pero al mismo tiempo Tay tenía algo de razón. Si seguían aquella lógica constantemente podían llegar a renunciar a la posibilidad de encontrar útiles simplemente porque no se atrevían a entrar a ninguna parte. Se cruzó de brazos, indeciso, hasta que dio con una idea y así se lo dijo a los demás.

Quedaron en disparar un proyectil a la cristalera más cercana, y comprobar si el estropicio atraía a alguien si aquel lugar tenía dueño. Si no había nadie esa tranquilidad que ganaban para entrar, y si sí lo había lo tendrían fácil para salir corriendo y lo único que habrían perdido habría sido un perno.

El sonido de cristales rotos retumbó por todo aquel segmento de calle, y Sox no pudo evitar ponerse tenso de inmediato, alargando la mano para recargar lentamente de nuevo la ballesta de la forma más silenciosa que pudo. Esperaron un minuto entero, dos. No hubo señal alguna de movimiento en el palacete, ni dentro ni fuera.

26/05/17, 01:29 am

Eriel agachó la cabeza, el resto tenía razón pero... Tayron expresó sus pensamientos perfectamente. Eriel observó cómo Sox disparaba una saeta hacia la ventana.

-Buen disparo - le dijo.

Eriel aguzó tanto el oído como la vista por si acaso pasaba algo y puso el cuerpo en tensión por si hacía falta salir corriendo. Pasados unos minutos se relajó y sonrió.

-Parece que no hay nadie - comentó.- ¿Vamos?

Atravesó la verja por la puerta y midió cuidadosamente sus pasos hacia la puerta principal, si antes se había andado con mil ojos ahora lo hacía con muchos más.

26/05/17, 12:15 pm

La idea de Sox no terminaba de gustarle, pero admitía a regañadientes que era lo mejor que se podía hacer, lo cual decía mucho de sus opciones, y nada bueno. «No hay forma de que podamos ganar» pensó con frustración. Si entraban en un edificio poblado malo, si entraban en uno vacío malo, distinguir edificios poblados de vacíos era imposible, y si no entraban en ningún edificio también malo, dado todas las necesidades que tenían y la aparente falta de objetivos. Alguna vez había reflexionado sobre eso, pero en aquel momento fue cuando más le impactó aquella noción, casi ahogándolo. Estaban a merced del azar y el desconocimiento y no había nada que pudieran hacer para evitarlo.

Se mantuvo en guardia cuando el perno rompió la ventana, preparado para huir en cualquier momento. Por suerte, según parecía, allí no vivía nadie. Rádar siguió al adelantado nublino, con su cuerpo en tensión, la mano en la empuñadura y sus ojos y oídos atentos a cualquier posible peligro.

26/05/17, 08:04 pm

Si Tayron esperaba que sus palabras no iban a surtir efecto se equivocó totalmente. Puede que un poco a regañadientes, o solo por los sinhadres... pero finalmente el grupo se decantó por intentarlo. A él le importaba muy poco las motivaciones de los demás, así que aceptó la idea del carabés sin rechistar.

Cuando el proyectil impactó el belga se encogió y buscó a su compañera, siempre cerca como un soporte. A su lado todo perdía intensidad pero la sensación de peligro se extendió por su cuerpo de forma inevitable, de alguna manera el tintineo que los cristales hacían al repicar contra el suelo le parecía el susurro de la misma muerte. Olía a prohibido. Pero se adentraron.

Con cada pisada por la escalinata notaba como subía la adrenalina y sus sentidos se agudizaban, aunque algo mermados por la falta de sueño. Lo que les esperaba lo dejó quieto en el sitio intercambiando una mirada cómplice con la noruega. Puede que aquello fuera lo que necesitaban.
-Vaya...- soltó una vez llegó al recibidor, flanqueado por dos escaleras de dimensiones considerables. A lo lejos, suspendidas en el aire, flotaban distintas habitaciones.- decidme que no estoy alucinando.

28/05/17, 04:04 pm

Era imposible distinguir nada más que oscuridad más allá de las ventanas. Sox intentó convencerse de que aquello era buena señal y siguió al grupo al ascender por la escalinata de azulejos que daba a la puerta.

El carabés se habría puesto en guardia al notar el cambio en el aire al entrar (como si algún hechizo acondicionador estuviera en marcha), pero nadie acudió a su encuentro ni el recibidor mostraba signos de estar habitado. Eran detalles sutiles, como la ausencia de efectos personales y el eco exagerado de una estancia a la que le faltaban muebles para estar completa. Falto también, sin embargo, de la ruina que arrasaba buena parte de las residencias de Rocavarancolia, el edificio exudaba en su lugar un aire de cuidado abandono.

No dedicó más atención al techo al entrar, pero al dar unos pasos un cambio de luz le hizo alzar la mirada con extrañeza. Los retrocedió con lentitud, asimilando la ilusión óptica que había ocultado inicialmente el laberinto de habitaciones flotantes. Sox había visto estancias de ese tipo antes, pero nunca organizadas con tal propósito de belleza. La arquitectura carabesa priorizaba la eficiencia y nunca habría puesto tantas habitaciones levitando cuando habría podido evitarse la mitad del gasto de magia. El resultado era sin embargo espectacular, y al rubio ni siquiera le importó que la mayoría no tuvieran paredes.

—No —repuso en respuesta a Tay, distraído—. Este edificio parece más moderno... —añadió en cuanto hubo absorbido las vistas, todavía desplazándose poco a poco para observar los cambios de perspectiva —. ¿Subimos?

29/05/17, 11:03 am

El sonido de los cristales cayendo, rotos, al suelo, solo sirvió para que la chica diera un respingo y palideciera, mirando a su alrededor, casi esperando a una turba de monstruos preparados para abalanzarse sobre ellos. Como un animalillo atrapado, siguió a sus compañeros intentando no quedarse rezagada, y solo se detuvo un momento para pegar a la fachada sus dos carteles, el de los sinhadres y el de Doce Punto (al que le añadió una de sus estampitas).

Aferraba un cuchillo en la mano derecha, aunque la visión que les esperaba dentro hizo que aflojase el agarre sobre la herramienta.

—Vaya. No esperaba ver algo bonito aquí —suspiró mientras levantaba la vista.

Los motes:

30/05/17, 02:31 am

Siete había tardado en sentir que su corazón volvía al ritmo correcto después del susto que le habían dado los gusanos de la grieta. No se había asomado al pozo de huesos y piezas de metal, siempre a varios pasos del borde, y observando la masa blanquecina en la distancia mientras caminaban para rodearla. "Todos los huesos son blancos" observó en voz alta.

Dio un pequeño respingo con el cristal roto, y esperó con el aliento contenido a una señal. Entró en el medio, pocos pasos detrás de las primeras personas. Levantó el rostro siguiendo la dirección de sus miradas.

- Es increible- dijo, dado otros pasos para captar el cambió de perspectiva. Luego se giró hacia Sox, con la más leve vacilación- subamos.

30/05/17, 10:30 pm

Eriel fue de los primeros en entrar y quedarse maravillado mirando el efecto del techo. Para una persona que generalmente tenía como techo la carpa de una tienda aquello era una verdadera maravilla.

-No sabía que un edificio pudiera ser tan bonito - el nublino se giró hacia Siete cuando propuso subir y esbozó una sonrisa.- Sí, por favor.

Subió por unas escaleras y abrió con cuidado una puerta. Se encontró con lo que parecía una habitación repleta de armarios, un enorme espejo en una esquina y una cama en la que podrían haber cabido fácilmente cuatro personas.

-Y nosotros dormimos en duros camastros - comentó negando con la cabeza.- ¿No podemos mudarnos aquí?

Abrió un armario y se encontró ropa. Ropa en buenas condiciones y parecía ser de buena calidad.

-Ya que estamos podemos coger algo de esto. Los dioses saben que la ropa del torreón está que se cae a trozos - propuso mirando al resto.

30/05/17, 11:06 pm

Notó el cambio en la atmósfera de inmediato, lo que conjuntado con el resto de detalles del lugar le hizo fruncir el ceño con levedad. Mantenían aquel edificio pero parecía claro que nadie vivía en él. «¿Por qué?» se preguntó, examinando aquel techo mientras pasaban por debajo. No les importaba mantener aquel lugar sin usarlo. ¿Sería alguna clase de edificio oficial para celebraciones? ¿Y entonces por qué no ponían protecciones para evitar que cualquiera entrase? «No tiene sentido. Nada lo tiene en esta ciudad».

La salida a la luz y el cambio de perspectivas le confundió durante un instante, hasta que cayó en la cuenta de qué era. Al igual que Sox se pasó un momento a la zona de sombra, viendo cómo funcionaba aquel efecto óptico. Podía haber un gasto de magia superfluo, muchas estancias no tenían paredes, pero a Rádar no le quedó más que admitir que era, sin duda, un portento. «Parece que hasta son capaces de usar la magia para crear algo bonito y nada inquietante» pensó, aunque con menos desdén del habitual. El resultado seguía encantándole, incluso si de buenas a primeras era ya muy reacio a admitir que algo de Rocavarancolia podía gustarle.

Acompañó al resto por las escaleras, atento a cualquier cosa que pudiera salir de imprevisto. Que la primera habitación que pisaran tuviera una cama le hizo fruncir el ceño, algo confundido. ¿Sería alguna especie de edificio de apartamentos a la versión rocavarancolesa? ¿Un palacio abandonado? ¿O en realidad sí estaba habitado pero el dueño mantenía la atmásfore de cuidado abandono porque era tan excéntrico como el resto de criaturas de aquel lugar? Rádar resopló, una vez más frustrado por la imposibilidad de confirmar o al menos descartar absolutamente ninguna de las hipótesis, ni siquiera las más descabelladas.

El tipo E soltó un quedo silbido al ver toda aquella magnífica ropa. Se acercó al instante y abrió de par en par otro de los armarios. Una vocecita le riñó por ser tan descuidado y ni siquiera pensar en la posibilidad de alguna clase de trampa, pero Rádar la ignoró con facilidad. «¡Ropa de calidad! ¡Ropa bonita! ¡Y toda muy distinta entre sí! ¡Algo con lo que marcar diferencias estéticas notables! ¡Ropa de calidad!». Que el tipo E fuera estoico y se conformara con poco no quería decir que estuviera satisfecho con ello, solo que si no había forma de arreglarlo no iba a perder el tiempo en lamentaciones inútiles. Y ahora había forma de arreglar el desastroso armario del torreón. Vaya si la había.

—Qué lástima que Rocavarancolia sea una tierra tan primitiva y brutal —declaró mientras revolvía con cuidado el armario, con los ojos brillantes. Por una vez, de hecho, su voz no destilaba veneno—. Toda esta ropa sería ideal si hicieran una fiesta, para ir bien vestido —se fijó en algo que había colgado en una parte del armario y, con una sonrisa, cogió un sombrero oscuro que a un humano podía recordarle a un sombrero de Panamá, con un diseño que le recordaba al carabés a uno que había visto en una tienda poco antes de ir a Rocavarancolia. Se lo encasquetó con una sonrisa y miró al resto—. ¿Cómo estoy? ¿Arrebatador, eh?

31/05/17, 05:10 pm

Una vez aclarado que no se estaba volviendo loco decidieron subir y a cada paso Tayron sentía que se le abría un mundo nuevo, como si aquella construcción repleto de mundos tan dispares entre sí y reducidos a habitaciones no perteneciera a la ciudad. Rocavarancolia era cruel, las buenas rosas siempre tenían espinas.

La habitación que engatusó a más de uno se le antojó fría, la ropa no era su fuerte pues él siempre repetía su estilo, el color negro y cuero donde pudiera. De manera que, distante, contempló como Rad, con evidente ilusión, escogía un sombrero. Era extraño verle esa expresión en el rostro, no le importaría acostumbrarse.
-¡Como un pincel!- contestó con una amplia sonrisa, lo cierto es que el chico le parecía bastante mono, una lástima que su carácter eclipsara su apariencia- dejadme algo, estoy en la habitación de al lado.

Pero la siguiente plataforma no se parecía en nada a una habitación convencional. Un ramal secundario conducía a unos aposentos de ensueño de paredes aterciopeladas y del tamaño de la mitad de un campo de fútbol. Montones de colchones y camas se apilaban sin orden aparente, como si estuvieran únicamente para saltar y no para encontrarse con Morfeo. Lo que más le llamó la atención al belga fue su tamaño, mucho más grandes que los camastros anteriores.
Conforme el humano caminaba se le presentaban infinidad de jorgones, la mayoría en colores pastel, Tayron tenía que sortearlos para avanzar pero terminó por no alejarse mucho. Al levantar la cabeza descubrió montañas de almohadas y sábanas unidas por fuertes nudos que emulaban a guirnaldas de más de diez metros de largo.

Al escuchar la voz de Dafne, que se acercaba, Tayron optó por saltar de una cama a otra para ir más rápido. Con una almohada de color melocotón se ocultó entre una tundra de algodón y nórdicos de encaje.
-Tsss- le chistó para llamar su atención. Como pudo comprobar la chica lo buscó con la cabeza sin resultado alguno. Tapándose la boca para callar sus propios gemidos de risa decidió flanquearla por su lado izquiero en silencio, justo cuando la noruega se alejó un poco más de la habitación de los trajes bonitos.
Puede que Dafne se asustara o se lo esperara, pero el chico, poseído por sus instintos más infantiles, atacó con furia, con un chillido más femenino de lo que le habría gustado. El impacto de la almohada no fue nada de otro mundo pero el humano la acompañó con la fuerza de su cuerpo y Dafne salió disparada hacia atrás, impactando contra un colchón en el suelo que la hizo rebotar dos veces antes de detenerse finalmente. Una lluvia de plumas le cayó en la cara y antes de que se dieran cuenta estaban repletos de ellas.
-Shhh, shh- le llamó la atención, la risa de la muchacha era demasiado alta y aunque él acabó contagiándose no quería que sus amigos descubrieran la treta, además estaba la sensación de inseguridad, siempre persistente.- ¿no te lo esperabas, eh?. Esto es increíble, es imposible encontrar el suelo real, hay camas por todos lados.

Quien cruzara a esa habitación se encontraría con un ataque similar, solo que esta vez serían dos almohadas en vez de una.

31/05/17, 05:46 pm

Sox recorría las escaleras y los caminos flotantes de la forma calmada de quien no había tenido nunca motivos para dudar de la levitación, pero también el deje cauto de quien era consciente de que ahora lo hacía sin pasamanos ni verjas. Según avanzaban se sucedían ante ellos salas de arte, cristaleras, estatuas sobre pedestales flotantes y habitaciones que cambiaban de apariencia según ellos cambiaban de perspectiva. El carabés creyó incluso vislumbrar un estanque, pero parte de otra estancia le tapó la vista de entonces en adelante.

—Estaría de acuerdo, pero a las dos semanas habríamos muerto todos menos Since —adujo cuando entraron al dormitorio, aunque una parte de él coincidía ávidamente con Eriel en que quería un refugio más vistoso. Aquella habitación y las tres que tenía adosadas como cambiadores era de las pocas que estaban cubiertas casi por completo por paredes, presumiblemente para preservar la intimidad.

Albergaba cierta reticencia a ponerse a abrir cosas sin más, todavía contagiado por los restos de la desconfianza de antes de romper el cristal, pero entraban en los edificios a saquear después de todo. Eriel fue el primero en romper el hielo y Sox no puso pegas.

La falta de énfasis del nublino al abrir el armario hizo que no le llamara la atención comprobar enseguida su contenido, y cuando Sox se asomó lo hizo sin esperar encontrar nada especial. Parpadeó entonces un par de veces, asimilando lo que tenía delante.
—Déjame ver —se abrió paso entre sus compañeros menos interesados para ponerse también en primera fila a rebuscar junto a Rad, que parecía haber pensado lo mismo que él.

Vestidos de fiesta de colores vivos y falda acampanada, gabanes, chaquetas y pantalones de seda, trajes de gala, chalecos... Aquel guardarropa inmenso no podía pertenecer concebiblemente a una sola persona.

Soltó una carcajada al ver a Rad. De repente se sentía muy ligero, como si estuviera en una tienda con unos amigos, sin haciendo nada menos despreocupado que hablar mientras elegían lo que fuera. Sabía perfectamente dónde estaba, por descontado, pero eso hacía que encontrar aquella sensación en Rocavarancolia le supiera todavía más dulce.
—Si esperas que te diga que estás divino vas a tener que currártelo más —repuso de buen humor. No podía vender los cumplidos baratos al fin y al cabo. Ni corto ni perezoso se puso a rebuscar él también, encantado con lo que tenía delante. No reconocía la mitad de los cortes ni los tejidos de no ser por la ropa vieja que circulaba por el torreón, pero justo por eso le llamaban poderosamente la atención. Se hizo primero con una chaqueta azul marino abotonada en las mangas, parte de él todavía incrédula y deseando comprobar si aquel regalo caído del cielo era real. Tejido grueso y de buena calidad bajo las yemas de sus dedos le confirmó que lo era. Si hundía la mirada en el armario podía divisar más prendas que le llamaban la atención.

—No es que los vestidos largos nos vayan a servir para nada, pero... El resto es aprovechable —racionalizó en voz alta, intentando no dejarse llevar por el entusiasmo. Jugueteaba con el tejido de la chaqueta, sus manos ya reticentes a soltarla incluso antes de haber terminado su razonamiento—. Es un desperdicio tener que usarlas de ropa de diario, pero más desperdicio sería dejarlas aquí.

Se le había contagiado una sonrisa que no lograba reprimir, y no habría sabido decir exactamente por qué: no era como si acabasen de encontrar un cargamento de armas o una biblioteca mágica o un nuevo punto de provisiones; nada que ayudase a su supervivencia. Tal vez precisamente por eso.

01/06/17, 06:01 am

Era una mala idea por muy impresionante que fuera el edificio, pero que podían hacer si no. No podían patearse toda la ciudad sin entrar en ningún sitio a revisar o buscar cosas. Al final todos se resignaron y trazaron un plan para proceder con cuidado.

El chasquido sonó y todos parecían estatuas que adornaban la calle, tensos al extremo, a la espera de algo.

Cuanto más miraba al edificio y el patio que lo rodeaba más le invadía la sensación de que aquello era seguro, todo lo contrario a lo que su interior le gritaba y al no haber ninguna respuesta algunos comenzaron a acercarse, y como no, su hermano de los primeros. Se apegó a él en un intento vago de sentir que lo podía proteger de algo.

Lo primero que notó al llegar a la entrada fue el aire limpio, falto de madera podrida, humedad, polvo o estancamiento. Era limpio y agradable de respirar y a la vez diferente al aire de las praderas, sin rastro de vegetación. Era aire, aire puro libre de cualquier cosa que lo enturbiara, nunca había tenido esa sensación antes, respiraba pero solo había aire. Y era espectacular. Cuando entro y el techo se fragmentó sostuvo ese aire en sus pulmones y dio un paso atrás para repetir el proceso, por si acaso había alucinado. Miro a su lado contemplando los cristales rotos y la flecha en el suelo, que siguieran en su sitio era una buena señal.

-Podría ser peligroso sub... -Pero su hermano ya estaba camino de las escaleras así que él hizo lo propio. Intentaba mantenerse firme, que nadie se entusiasmara y perdieran el control o algo peor, pero el mismo se veía absorbido por aquel lugar, perdido en la pieza de puzle que era cada estancia flotante, encajado en una sintonía perfecta que obraban una magistral conjunción más allá de lo que nunca había soñado el nublino. Quería ver todas las piezas, desmontar el puzle y volverlo a formar para poder replicar aquella maravilla, tal obra medida al milímetro, incluso las escaleras por las que pasaban, era para él una pieza digna de devoción y estudio.

-Es perfecta... -Se le oía repetir mientras sus ojos se perdían por toda la estructura, mientras luchaba por estar alerta.

Las palabras de su hermano lo sacaron de su ensoñación. -¿Eh? Ah, sí. Deberíamos reponernos de ropa ahora que podemos. -Su mirada se desviaba hacia los alrededores y como conjuntaban a su vez con el interior de aquella sala, como si estuviera observando un cuadro.

Todo el mundo incluido Rad empezaba a animarse, la pesadez se iba poco a poco y vio a Dafne yéndose a perseguir a Tayron a una sala cercana. Él también quería explorar pero no se atrevía a alejarse de su hermano.

-Me quitas el aliento grandullón. -Bromeó en respuesta a Rad y se giró a su hermano. -¿Seguimos buscando? -Trataba de mantenerse serio pero le era imposible, se encontraba como cuando iban de visita a la ciudad ansioso por ver nuevas cosas pero multiplicado infinitamente. Miraba fijamente a su hermano, esperando casi suplicante una respuesta.

02/06/17, 11:40 pm

Siete sonrió contagiado por el entusiasmo de sus compañeros. Era una sonrisa que decía que estaba de acuerdo y sobre todo, que se alegraba de verlos así. Estaba en el centro de la habitación, con cuidado medido de no acercarse a los bordes. Esperó así a tener hueco para revisar el armario, en vez de pretender ocupar espacio de forma más agresiva.
Monica parecía menos llevada por el impulso, como si esperara algo desgradable en la ropa. Siete revisó todos los cortes desconocidos, las telas de colores, los tactos de tejidos nuevos. Sacó una camisa azul oscuro, que después de extender delante de él, pasó a probarse, quitandose la vieja que llevaba. Esta era suave y ligera, con puños de plata. Había también una chaqueta blanca, de hombros cuadrados y bordados en las solapas. Era una sensación muy extraña, como si fuera alguien distinto con ropa nueva y seria. Olisqueó el armario, y solo encontró el olor de lo viejo. Era un olor más seguro que otros. La humedad casi le recordaba a casa.

Había pantalones que hubiera querido ponerse, pero se dio cuenta de que no era bien recibido que se desnudara entre ellos, y se limito a doblarlos y a separarlos para después.
Otras prendas que le llamaron la atención no tenían nada que ver con las primeras: pantalones anchos, de telas ligeras como la camisa nueva, con bordados de hojas verdes y azules, chalecos grises con botones brillantes de oro y pañuelos de ricos estampados, con dibujos de animales que no conocía, o tunicas de colores brillantes, con bordados finos en su espalda y mangas. El único patrón que Siete seguía al sacar prendas y doblarlas con cuidado, eran colores de agua y arena, y verdes parecidos a los que creía que eran sus ojos. Algun que otro violeta.

Se quitó camisa y chaqueta para ponerse la túnica, y para probarse un pañuelo de espirales plateadas y azules. Luego se sentaría a mirar al resto, siempre atento a cuando llamaran su atención para enseñarles cosas, sonriente.

04/06/17, 03:37 pm

Eriel observó cómo el resto se animaba al encontrar tanta ropa. El nublino apenas entendía de ello, además en su familia solían vestir con más modestia, no tan recargados como los de la capital. Se alegró de verlos así, aquello haría que por unos momentos olvidasen el pasado.

-Bueno, yo casi que voy a seguir explorando por ahí - dijo una vez Sox había mirado detenidamente su tono de piel.- Guardadme algo de ropa que me siente bien - comentó con una sonrisa.

-¿Te vienes? - le preguntó a su hermano. Antes de abandonar la habitación le revolvió el pelo a Siete con una sonrisa al verlo sentado. Parecía más animado que el resto y Eriel se alegró.

Subió las escaleras y eligió una puerta que daba a una estancia abovedada con el techo de cristal. En el centro de la habitación había lo que parecía una bañera gigante con varios grifos alrededor para llenarla. El nublino examinó el lugar, no tenía ni idea de qué eran los grifos pero aquello se parecía mucho a una bañera lo que le hizo preguntarse cuánta agua haría falta para llenarla y, sobre todo, cuánto tiempo.

04/06/17, 04:37 pm

Rad soltó una carcajada ante las respuesta y fingió ajustarse el sombrero con una sombrisa pícara. Siguió removiendo, sin coger nada concreto salvo para mirarlo con deteminiento. Mucha de aquella ropa era absolutamente extraña para el carabés, pero eso no la hacía desagradable, sino atrayente. Encajes dorados, bordados de colores, cortes desconocidos, e incluso algún tipo de prenda que habría jurado que no había visto nunca. Su cabeza funcionó a toda velocidad, imaginando a quienes les quedarían bien qué cosa, y qué le sentaría mejor a él.

Las distintas llamadas y referencia a partar ropa le hicieron asentir y admitir la verdad justo cuando abrió el último cajón de aquel ropero. Las prendas que había allí no eran en absoluto utilitarias, sino estéticas de una forma completa y absolutas: corbatas, pañuelos... Durante unos segundos se removió, indeciso ante coger alguna de ellas o no. Era una pena usar las chaquetas y pantalones elegantes de aquel edificio para diario, pero seguían sirviendo a una utilidad, cosa que no pasaba con aquellas corbatas y pañuelos. «Oh, a la mierda. Me he ganado el derecho a una estética bien diferenciada. Todos nos hemos ganado ese derecho» gruñó, antes de coger algunas y dejarlas en el montón.

Siguió sacando, ya para llevarse. Pantalones, chalecos y chaquetas, camisas, algunos calcetines. Los colores que predominaban eran distintos tonos de azul y rojo, con alguna cosa en blanco o crema. Los bordados al instante llamaron su atención y, tras comprobar que el tacto interior de las prendas que lo llevaban no resultaba en nada molesto ni revelador, añadió algunas camisas con ellos.

—Bueno, hemos terminado —observó el resultado, con una mirada apreciativa. Deberían llevarlo entre varios, pero el carabés esperaba que no fuera un problema—. Creo que yo también me voy a explorar por ahí.

Subió una o dos escaleras y se metió en la primera habitación al azar que encontró, con el ánimo mucho más ligero de lo que solía ser normal desde su llegada a Rocavarancolia. Fue allí donde se encontró con los dos hermanos. Alzó un poco las cejas, pensando en las casualidades, cuando se fijó qué ocupaba el centro de la estancia.

Rádar se acercó, maravillado más allá de la descripción, como si aquello fuera el más portentoso milagro de la existencia. Si aquella ropa tan magnífica le había impresionado y encantado la bañera que había allí le provocaba sensaciones imposibles de describir. Le parecía que hacía años que no veía algo tan civilizado, una muestra tan magnífica del poder del ingenio racional. Quizás para otro sus carriles de pensamientos resultaran exagerados en extremo, pero para alguien acostumbrado al agua corriente y caliente, a la luz mágica* o a los baños civilizados sus ausencias eran dolorosamente incómodas (y asquerosas).

*NdAfdR: básicamente la versión (mágica) carabás de la luz eléctrica.

04/06/17, 05:44 pm

Mónica les había seguido parloteando forzadamente para espantar su nerviosismo. El lugar era bonito, desde luego, pero algo bonito podía ser peligroso igualmente y eso era lo que la ciudad les había demostrado desde el principio. Así, la chica trató de no bajar la guardia, mirando a todas partes con precaución.

La habitación con la ropa le llamó la atención. Era ropa bonita, con pinta de ser buena y resistente. Mónica se acercó con los ojos llenos de deseo, pero retiró la mano antes de tocar la tela: a saber desde cuándo llevaba allí y si habría gérmenes dentro. Cierto, nada olía mal, pero… La chica esperó a que sus compañeros tocaran las cosas, probándoselas, y después, con cautela, alargó la mano y rozó la tela de un vestido.

«Qué bonito. Pero… ¿habrá vaqueros por aquí?». Tras rebuscar un poco (descubrir que no había vaqueros), y hacer unos cuantos montoncitos con ropa para llevarse, se limpió las manos con un poco más de fuerza de la necesaria. Sonrió mirando a sus amigos y salió de allí comentándoles que iba a explorar ella también, pero acabó siguiendo a Mandón con sigilo, presta a darle un susto. Sin embargo, se le olvidó al entrar con él a la sala. La chica no podía estar más asombrada.

—Abrid los grifos —dijo con voz trémula de emoción, casi temblando.

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