Palacete
+25
Birdo
Harek
Kanyum
Reifon
Alicia
Bellota
Aes
Dal
Zarket
Evanna
Poblo
Merodeador
Lops
Naeryan
Matt
Muffie
Leonart
Yber
Giniroryu
Vlad
Tak
LEC
Red
Jack
Rocavarancolia Rol
29 participantes
Página 39 de 39. • 1 ... 21 ... 37, 38, 39
- Rocavarancolia Rol
Palacete
03/08/11, 01:04 am
Recuerdo del primer mensaje :
Hecho en piedra gris, con forma de U, coronado por una cúpula de cristales negros y esmeralda bajo la cual hay un ventanal ovalado. Se entra por una escalinata de azulejos a un recibidor circular con dos grandes escaleras a ambos lados. Sobre este, se encuentran las habitaciones, flotando a distintas alturas.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Exterior:
- El palacete se encontraba en mitad de una avenida, frente a una larga línea de casonas macizas, con tejados a dos aguas invadidos de gárgolas. Era la única construcción situada a ese lado de la avenida, pero llenaba el espacio con más rotundidad que la treintena de edificios que se desplegaban frente a ella.
Era de piedra gris, con forma de «U» redondeada, y había algo en sus ángulos y en su disposición sobre el terreno que tranquilizaba, que hacía pensar que no todo en aquella ciudad era horror. Lo que más llamaba la atención era la gigantesca cúpula que coronaba su centro: una maravillosa construcción de cristales negros y esmeralda. Bajo ella, en mitad de la fachada, se abría un gran ventanal ovalado rodeado de decenas de ventanas tan estrechas que parecían arañazos en el muro.
El patio era un sinuoso entramado de senderos que se desplegaba entre lo que una vez debieron de ser parcelas ajardinadas, pero que ahora no eran más que solares de tierra reseca. Se dirigieron hacia la escalinata de azulejos negros y verdes que conducía al portón de entrada, observando con cautela las ventanas que salpicaban los muros del palacete. Tras el enorme ventanal que ocupaba el centro sólo se veía oscuridad.
- Recibidor:
- Lo primero que vieron fue una densa zona de tinieblas, una cortina de oscuridad que precedía a un gran recibidor, iluminado por una delicada luz verde.
Se reunieron todos alrededor de Rachel en el último tramo de escaleras. El aire que se respiraba ante la puerta era de una pureza increíble, en nada se parecía a la peste rancia de los lugares cerrados que estaban acostumbrados a encontrar.
Fueron a parar a un amplio recibidor circular, de suelo y paredes de piedra gris. El techo, en cambio, era una pesada amalgama de grandes planchas de hierro que no encajaba con el resto del palacio; la sensación que provocaba aquel entramado era de asfixia, como si en cualquier momento fuera a caer y aplastarlos.
Dos grandes escaleras se disponían a ambos lados del recibidor, del mismo azulejo negro y verde que la escalinata de la entrada. Desde donde se encontraban, esas escaleras gemelas parecían hundirse como cuchillos en el techo enrejado, en una perspectiva extraña y forzada. No habían dado ni dos pasos fuera de la zona de sombras cuando se detuvieron todos casi al mismo tiempo, mirando hacia arriba, sorprendidos, boquiabiertos.
Lo que habían tomado como techo no era tal. Al salir de las sombras su perspectiva había cambiado y ahora podían ver el palacete tal y como realmente era. Las planchas que en un primer momento había creído colocadas en un mismo plano estaban suspendidas en realidad a distintas alturas por todo el palacio. Retrocedió un paso para regresar a la zona
de tinieblas y las planchas desordenadas volvieron a equilibrarse, formando un techo sin fisuras
aparentes que no era más que una ilusión óptica: si entrecerraba los ojos podía ver que las planchas flotaban en diferentes planos.
El palacete constaba de una sola planta, una planta vasta y asombrosa en la que flotaban
decenas de estancias de todos los tamaños y formas. La única semejanza entre ellas eran sus bases, de idéntico hierro forjado. La mayor de todas ocupaba tres pisos de altura y medía más de doscientos metros de largo, mientras que las más pequeñas eran meros soportes para adornos y estatuas. La mayoría ni siquiera tenía paredes.
Las escaleras no se hundían en ese falso techo como habían creído, sino que se prolongaban
curvándose en el vacío, hasta perderse en la movediza niebla esmeralda que copaba las alturas. Del tallo principal de cada escalera brotaban decenas de nuevos tramos que se dividían a su vez en más ramales de ajedrezado negro y esmeralda, retorciéndose en el aire hasta aterrizar en los bordes de las habitaciones flotantes. Aquel despliegue de habitaciones y escalinatas producía una prodigiosa sensación de armonía; era como si el mundo entero se hubiera vuelto liviano de pronto, como si la realidad, la propia existencia, fueran menos pesadas y opresivas entre aquellas paredes.
- Ascenso y ejemplos de habitaciones:
- Tomaron la escalinata de la izquierda. El tramo principal no tardaba en dividirse en tres grandes ramales. El de la derecha bajaba en una pronunciada curva antes de dividirse en otros dos tramos de escalera retorcida. A medida que avanzaban por aquella colosal montaña rusa pudieron contemplar un sinfín de habitaciones y salas. Vieron dormitorios de ensueño; salas de recreo con divanes de terciopelo, escabeles de cristal y columpios colgantes; zonas de paseo con fuentes y bancos de hierro…
La perspectiva resultaba engañosa allí arriba; prácticamente cambiaba a cada paso que daban, convirtiendo el palacete en un espacio en constante mutación. Una estancia vista desde arriba era diferente por completo contemplada desde abajo o desde un lateral. Todo fluctuaba, fluía. Era un enloquecido juego de perspectivas y arquitectura. Una sala observada desde una escalera parecía una selva rebosante de vegetación al quedar semioculta por los helechos que colgaban de las plataformas vecinas, para luego, desde arriba, convertirse en un elegante dormitorio. Desde otra curva de la escalera, esa misma habitación parecía vacía.
Rachel los guió hasta la estancia central del palacio, la única completamente cerrada con muros.(...) En el suelo, ante ellos, había aparecido un diminuto chispazo, una salpicadura brillante que se proyectó despacio hacia arriba, convirtiéndose en una creciente columna de luz que no se detuvo hasta alcanzar el techo, situado a gran altura. Un poco más adelante, una nueva columna tomó forma, de igual modo que la primera. Poco a poco, aquí y allá, se fueron formando más y más columnas. La luz que irradiaban iluminó la gran estancia, transformando la negrura en claridad.
—Es una sala de baile —murmuró Madeleine con admiración.
Mistral asintió, aunque sabía que aquel lugar era mucho más que eso. En aquella sala se habían
celebrado todo tipo de eventos: desde torneos de piromantes hasta conciertos de las fabulosas aves cantoras de Alarán, pasando por duelos de hechiceros y bodas reales. Se contaba que, en una ocasión, allí dentro se había sacrificado un dragón albino para mayor gloria del reino.
Los muchachos bajaron las escaleras que llevaban al suelo espejado de la sala. En el muro que
quedaba a su derecha se encontraba el gigantesco ventanal que habían visto desde fuera. El tercio inferior del mismo estaba cubierto por cortinajes negros, corridos en su mayoría, mientras que en la zona alta dos grandes cortinas verdes se abrían a izquierda y derecha.
En el extremo opuesto a la entrada se levantaba un pequeño escenario ocupado por varias estatuas metálicas. Se trataba de una orquesta compuesta por siete músicos tan extravagantes como los instrumentos que se disponían a tocar.
Un engendro con aire de rata humanoide empuñaba entre sus zarpas dos varillas que parecía a punto de estrellar contra el tambor agujereado que tenía delante. Entre los músicos había un ser casi humano, con la piel de un intenso negro y un magnífico par de alas rojas plegadas a su espalda. Aquella criatura sujetaba en una mano un violín abombado mientras en la otra empuñaba una varilla recubierta de protuberancias. Del costado de todas las estatuas surgía una mariposa metálica: una llave con la que darles cuerda.
Después de abandonar la sala de baile, fueron de plataforma en plataforma, siempre con Rachel a la cabeza. Casi tan sorprendente como el mismo palacio era el estado en el que éste se encontraba. Apenas había polvo y suciedad y aunque algunas habitaciones parecían vaciadas a conciencia, la mayor parte estaba en perfectas condiciones, como si los habitantes del lugar se hubieran marchado un instante antes de llegar ellos.
A media tarde hicieron un descanso para merendar. Se sentaron en los bancos de madera que
rodeaban un pequeño estanque. Apenas hablaron. Aquel lugar inducía al silencio, a la ensoñación.
Al poco tiempo de ponerse otra vez en marcha descubrieron una gran sala repleta de estanterías vacías. El cambiante deambuló entre ellas igual que todos, aun sabiendo que no iban a encontrar nada allí. Ese lugar había sido una importante biblioteca mágica, pero hacía tiempo que los pocos libros que no se habían llevado los magos de los mundos vinculados habían sido trasladados al castillo.
Otro ramal los condujo a una plataforma de paredes listadas en las que se desplegaban más de una veintena de grandes armarios, con espejos de marco de plata en cada puerta. Rachel se apresuró a abrir el más cercano y su contenido la hizo jadear emocionada. El armario estaba repleto de vestidos, a cada cual más espléndido.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Palacete
03/03/24, 01:40 pm
El neoyorquino no tenía a la suerte de su lado en ese momento, tal y como entendió en cuanto vio la sonrisa pícara de Kalna. Cada palabra que dijo, por desgracia para Rick y para gusto de la libense, solo hacía que el rubor aumentara más de tono. De la vergüenza algunos pasos le salieron algo mal, pero no tardó en corregirlos para no liarla y acabar sumando una caída más al baile. Le estaba costando horrores encontrar algo que responder entre tanto nervio y el guiño fue la guinda que cortocircuitó su cabeza que ya estaba trabajando a duras penas. Se dejó llevar con el giro y, al volver, apartó la cabeza a un lado todo lo rojo que podía ponerse, consiguiendo de milagro soltar un "muy expresivo": -Oh. Eh...- Nunca había tenido problemas para recibir fichas y algo de experiencia tenía con los tonteos, pero esta vez le había tomado tan desprevenido que de golpe se encontraba como un completo novato al que le llegaba un primer comentario así.
El silencio mientras disfrutaban del vals al menos le sirvió para ir calmando el corte, aprovechando para ver como seguía el resto. Los peques seguían hablando animadamente y Connor y Szczenyak bailaban a su manera aquella música. Tenía algo de curiosidad por el baile del vittya, no reconocía sus pasos y, entre lo independiente que iba de los compases y el traje de su compañero, desde luego le resultaba vistoso. -(Podría preguntarle en algún momento si me enseña, no todos los días se pueden aprender bailes de otros mundos)- pensó divertido. Ya que estaba dispuesto a enseñar algunos de La Tierra a la libense, aunque la oferta la extendería con gusto a quién quisiera, le encantaría también estar en el papel del alumno. Aunque volviendo a sus compañeros, Rick echó un par de miradas a su alrededor aprovechando los movimientos y giros para buscar a Ethan y Nohlem. No se había fijado a dónde habían ido, pero no podían estar lejos, ¿no?
Le alegro que el cumplido lo aceptara sin problemas esa vez, respondiendo a su expresión con una ligerísima sonrisa. Ahora que ya estaba más en calma, esperaba poder hablar sin trabarse. -Gracias- dijo satisfecho por el halago seguido de una risilla disimulada con la mirada hacia Connor al hacer la pregunta. -Ahora ya no mucho, pero sigue habiendo profesores y gente interesada. Estuve yendo unos años a una academia de baile y el vals fue uno de los que aprendí- explicó con un poquito de nostalgia. Era una pena que la cerraran, pero aún así el contacto con algunos amigos que había hecho allí no se perdió en el tiempo y de vez en cuando cuando estaban libres quedaban para practicar por su cuenta.
Las últimas notas de la canción coincidieron con un último giro en el que puso toda su elegancia para darle un bonito cierre a la pieza. Encantado con lo divertido que había sido el baile, el neoyorquino devolvió sonriente el gesto e hizo otra reverencia llevando una mano al pecho y la otra a la espalda. -Lo mismo digo, señorita Kalna. Ha sido todo un honor compartir estos bailes con usted- dijo en su mayor intento de cortesía, aunque alguna risilla se escapaba entre las palabras por el exceso de su compañera. Y de nuevo, otra risa que esta vez solo lo ruborizó un poquito. Por eso mismo tuvo la fuerza para responder a la "broma" anterior y devolvérsela por lo de antes, pero con lo que no contaba fue que su respuesta venía con retroceso en su contra. -Y por cierto, creo que me esforzaré también para que eso ocurra más a menudo- fue diciendo mientras se levantaba con una pizca de picaresca, recalcando a lo que se refería con un ligero movimiento de cabeza y dejando implícito que también le resultaba agradable su risa. Claro que la vergüenza no se había ido del todo antes, así que hacia el final de la frase fue hablando un poco más lento a medida de que se daba cuenta de lo íntimo que podía sonar y aumentando un poco más el rojo de sus mejillas.
Menos mal que a la vez que acababa, el griterío al otro lado de la sala le daba un motivo para apartar la mirada y ver qué estaba haciendo el resto. El chico estalló en carcajadas casi como si fuera él quien estuviera recibiendo el ataque de cosquillas. El pobre Connor estaba recibiendo por todos lados, ya fuera por los niños como por Szczenyak que los vitoreaba para que siguieran o Ethan, que se le acababa de tirar encima. Fue un pequeño alivio ver que el británico y el varmano estaban bien, pero lo que más llamaba la atención era todo el jaleo que estaban organizando. -Esta es con diferencia la revolución más rara que conozco- comentó hacia el grupo con los brazos en jarra mientras se partía con la situación.
El silencio mientras disfrutaban del vals al menos le sirvió para ir calmando el corte, aprovechando para ver como seguía el resto. Los peques seguían hablando animadamente y Connor y Szczenyak bailaban a su manera aquella música. Tenía algo de curiosidad por el baile del vittya, no reconocía sus pasos y, entre lo independiente que iba de los compases y el traje de su compañero, desde luego le resultaba vistoso. -(Podría preguntarle en algún momento si me enseña, no todos los días se pueden aprender bailes de otros mundos)- pensó divertido. Ya que estaba dispuesto a enseñar algunos de La Tierra a la libense, aunque la oferta la extendería con gusto a quién quisiera, le encantaría también estar en el papel del alumno. Aunque volviendo a sus compañeros, Rick echó un par de miradas a su alrededor aprovechando los movimientos y giros para buscar a Ethan y Nohlem. No se había fijado a dónde habían ido, pero no podían estar lejos, ¿no?
Le alegro que el cumplido lo aceptara sin problemas esa vez, respondiendo a su expresión con una ligerísima sonrisa. Ahora que ya estaba más en calma, esperaba poder hablar sin trabarse. -Gracias- dijo satisfecho por el halago seguido de una risilla disimulada con la mirada hacia Connor al hacer la pregunta. -Ahora ya no mucho, pero sigue habiendo profesores y gente interesada. Estuve yendo unos años a una academia de baile y el vals fue uno de los que aprendí- explicó con un poquito de nostalgia. Era una pena que la cerraran, pero aún así el contacto con algunos amigos que había hecho allí no se perdió en el tiempo y de vez en cuando cuando estaban libres quedaban para practicar por su cuenta.
Las últimas notas de la canción coincidieron con un último giro en el que puso toda su elegancia para darle un bonito cierre a la pieza. Encantado con lo divertido que había sido el baile, el neoyorquino devolvió sonriente el gesto e hizo otra reverencia llevando una mano al pecho y la otra a la espalda. -Lo mismo digo, señorita Kalna. Ha sido todo un honor compartir estos bailes con usted- dijo en su mayor intento de cortesía, aunque alguna risilla se escapaba entre las palabras por el exceso de su compañera. Y de nuevo, otra risa que esta vez solo lo ruborizó un poquito. Por eso mismo tuvo la fuerza para responder a la "broma" anterior y devolvérsela por lo de antes, pero con lo que no contaba fue que su respuesta venía con retroceso en su contra. -Y por cierto, creo que me esforzaré también para que eso ocurra más a menudo- fue diciendo mientras se levantaba con una pizca de picaresca, recalcando a lo que se refería con un ligero movimiento de cabeza y dejando implícito que también le resultaba agradable su risa. Claro que la vergüenza no se había ido del todo antes, así que hacia el final de la frase fue hablando un poco más lento a medida de que se daba cuenta de lo íntimo que podía sonar y aumentando un poco más el rojo de sus mejillas.
Menos mal que a la vez que acababa, el griterío al otro lado de la sala le daba un motivo para apartar la mirada y ver qué estaba haciendo el resto. El chico estalló en carcajadas casi como si fuera él quien estuviera recibiendo el ataque de cosquillas. El pobre Connor estaba recibiendo por todos lados, ya fuera por los niños como por Szczenyak que los vitoreaba para que siguieran o Ethan, que se le acababa de tirar encima. Fue un pequeño alivio ver que el británico y el varmano estaban bien, pero lo que más llamaba la atención era todo el jaleo que estaban organizando. -Esta es con diferencia la revolución más rara que conozco- comentó hacia el grupo con los brazos en jarra mientras se partía con la situación.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Palacete
03/03/24, 01:53 pm
Seguido de una risa maliciosa, Damian disfrutó cada segundo después de que Connor despertara y se retorciese en sí mismo con sus cosquillas mortales. Aniol le siguió el juego y era imposible ya defenderse con dos flancos a la vez.
—Vamos Erseniac, a reventarlooooo. Vamooooos —celebró cuando el peludo se les unió. Cuantos mas fuesen mejor, más sufrimiento para el crestudo—. Tu no te escaparás de aquíiii cabronazo.
Pero el que sí que pareció marchar por el momento fue Ania, a grito de Ethan en su boca. El chico sonrió ante esto, capaz y le harían cosquillas todos juntos al más grande de todos. Lo malo era que Connor no estaba del todo indefenso y Damian bajó la guardia, sintiendo la garra del motero en todas sus costillas y cayendo al suelo en un revoltijo de cosquillas.
—AHHHAGHAGHAG. Vieja tu madreeehfdASHAGAHGAHHGAH—no podía parar de reír, emitiendo un sonido que parecía más una tetera hirviendo que otra cosa por lo jodida que tenía la garganta. Intentó menearse lo más que pudo pero el tío era demasiado fuerte, tan solo le quedaba sufrir y llorar de risa sin que sobrasen gestos de declaración de guerra hacia Connor, dando guantazos a su brazo que poco éxito tenían en frenarlo—. AHJSAHSG. Ayudame szeniarAJJASHSAJH, ayudaaaAASGFGSF —imploró al vittya con una sonrisa involuntaria y extendiendo una mano hacia él.
Su traje estaba ya hecho unos zorros, su peinado de antaño ya perdido del todo y el maquillaje corrido y emborronado por varias partes. Pero qué mas daba, era su noche y aunque tuviese que pasar también por las cosquillas se lo pasaba pipa.
La ayuda no tardó en llegar en forma de un ataque aéreo. El bombardeo humano Ethan llegó a rescatar al soldado caído en un golpe seco. Ania sirvió de refuerzo balístico, cayendo también encima.
—Tomaaaa ese Ethan y esa Aniaaaa, bombardeooooooo —jadeando celebro con los puños al aire y saltando en el sitio.
Pero ahí llegó el dilema, pues Connor se empezaría a vengar de los dos. Estaban presos entre los brazos del motero quien ordenó como un general a sus tropas atacar a los prisioneros de guerra.
Y claro que obedecería, era un todos contra todos. En un “grito” de guerra Damian se echó encima de su mejor amigo y de Ethan, atacando los costados con ganas. Ya lo sintió mucho por la princesa pero ahí todos saldrían con cosquillas en el cuerpo.
—Abajoooo el reinadoooooo. Aaaaaaaaaa —sus gritos ya sonaban como si se hubiese fumado cuarenta cajas de cigarrillos asquerosos de Connor.
—Vamos Erseniac, a reventarlooooo. Vamooooos —celebró cuando el peludo se les unió. Cuantos mas fuesen mejor, más sufrimiento para el crestudo—. Tu no te escaparás de aquíiii cabronazo.
Pero el que sí que pareció marchar por el momento fue Ania, a grito de Ethan en su boca. El chico sonrió ante esto, capaz y le harían cosquillas todos juntos al más grande de todos. Lo malo era que Connor no estaba del todo indefenso y Damian bajó la guardia, sintiendo la garra del motero en todas sus costillas y cayendo al suelo en un revoltijo de cosquillas.
—AHHHAGHAGHAG. Vieja tu madreeehfdASHAGAHGAHHGAH—no podía parar de reír, emitiendo un sonido que parecía más una tetera hirviendo que otra cosa por lo jodida que tenía la garganta. Intentó menearse lo más que pudo pero el tío era demasiado fuerte, tan solo le quedaba sufrir y llorar de risa sin que sobrasen gestos de declaración de guerra hacia Connor, dando guantazos a su brazo que poco éxito tenían en frenarlo—. AHJSAHSG. Ayudame szeniarAJJASHSAJH, ayudaaaAASGFGSF —imploró al vittya con una sonrisa involuntaria y extendiendo una mano hacia él.
Su traje estaba ya hecho unos zorros, su peinado de antaño ya perdido del todo y el maquillaje corrido y emborronado por varias partes. Pero qué mas daba, era su noche y aunque tuviese que pasar también por las cosquillas se lo pasaba pipa.
La ayuda no tardó en llegar en forma de un ataque aéreo. El bombardeo humano Ethan llegó a rescatar al soldado caído en un golpe seco. Ania sirvió de refuerzo balístico, cayendo también encima.
—Tomaaaa ese Ethan y esa Aniaaaa, bombardeooooooo —jadeando celebro con los puños al aire y saltando en el sitio.
Pero ahí llegó el dilema, pues Connor se empezaría a vengar de los dos. Estaban presos entre los brazos del motero quien ordenó como un general a sus tropas atacar a los prisioneros de guerra.
Y claro que obedecería, era un todos contra todos. En un “grito” de guerra Damian se echó encima de su mejor amigo y de Ethan, atacando los costados con ganas. Ya lo sintió mucho por la princesa pero ahí todos saldrían con cosquillas en el cuerpo.
—Abajoooo el reinadoooooo. Aaaaaaaaaa —sus gritos ya sonaban como si se hubiese fumado cuarenta cajas de cigarrillos asquerosos de Connor.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Palacete
03/03/24, 08:40 pm
Los ánimos de Colmillo a los niños fueron perdiendo fuerza y se volvieron inteligibles a medida que la risa le dominaba. Parecía una idea tan ridícula estar haciendo una chiquillada como aquella en un salón como ese que eso solo sumó diversión a toda la escena. El vittya ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que se había reído tanto, pero en ese momento era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera lo divertido que era ver a Connor superado por dos niños pequeños.
-¡Mi pelo no se toca, cabrón! ¡Por encima de mi cadáver! -gritó entre risas en respuesta a las amenazas y los intentos de alcanzarle del motero.
Aniol no tardó en tener la magnifica idea de pedir refuerzos y salió corriendo en busca de Ethan gritando su nombre, momento en el que Connor aprovechó para girar las tornas y atacar a Damián con cosquillas, quien pidió ayuda a Colmillo a gritos.
-¡Oye, tú! ¡Métete con alguien de tu tamaño! -le retó zawodny, con la intención de levantarse y lanzarse contra el motero en ayuda del niño, como si de alguna manera un Damián y un Colmillo llegaran a hacer un Connor entero.
Por suerte, Szczenyak pudo evitar la vergüenza de ser superado siendo mayoría cuando Aniol y los refuerzos llegaron a la carrera y se tiraron sobre el motero. Colmillo volvió a caer al suelo con un nuevo ataque de risa, contagiando su propia felicidad con la de los demás. Todo se sentía tan familiar y divertido, tan despreocupado. El vittya no dudó en aferrarse a esos sentimientos con fuerza, esquivando cualquier pensamiento intrusivo de miedo o tristeza que pudiera colarse sin su permiso, y se lanzó a las órdenes de Connor cuando las tornas cambiaron de nuevo e inmovilizó a Ethan y Aniol para que Damián, Nohlem, que también se había unido a ellos tras Ethan, y él mismo pudieran atacarles con cosquillas libremente, a lo que el italiano se lanzó de cabeza como si su enemigo hace unos segundo no hubiera sido el mismo Connor.
-¡Esto es la guerra! -gritó uniéndose al niño en las cosquillas, olvidando ya el baile, la sala y cualquier cosa que no estuviera a cinco metros a la redonda de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de jóvenes adultos jugaban como niños con dos pequeños cachorros.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Palacete
03/03/24, 11:56 pm
En Varmania aún no se habían inventado los cohetes pero Nohlem ya estaba despegando. La curva de su sonrisa se acentuó cuando fue el mismo Ethan quien propuso negociar, y aunque en la cabeza del pelirrojo ya se tejían buenas condiciones, como la excusa de cobrarse el beso con intereses por el tiempo transcurrido… ¿Quién necesitaba intereses cuando ya tenía barra libre?
Sin lugar a duda la facilidad de sus rubores engañaba, Ethan no era tan mosquita muerta como creía. Sus ronroneos temblaron con su respiración desigual, y en la mueca de calma que había estado fingiendo a pulso se presentó contra su voluntad una sonrisa de puro nervio. Solo era un beso, no era ningún primerizo, pero… Santos, tantas malas experiencias y esa minúscula voz que le advertía que no hiciera cosas de las que podría arrepentirse luego, que ese alien era un compañero con el que tendría que convivir un año, hacían del beso muchísimo más emocionante. Un antes y un después.
Aunque su pobre corazón y su escueta paciencia le estuvieran rogando tomar las riendas del asunto y adelantarse, Nohlem dejó que su tacto se recrease en la espectación. Abrazó las manos del londinense con las suyas con mayor firmeza y…
Fue apenas un pico, un toque tan cerca de los labios que Nohlem supo -o más bien supuso- que los nervios le habían jugado una mala pasada al humano. Quiso corregirlo, ladear el rostro para centrar sus bocas, pero para entonces el chico ya se había apartado. La vocecilla de Aniol (a Ania no la tenía tan asociada para pensar en ella de la nada) irrumpió justo detrás suyo, y el granta comprendió que él era el motivo de aquello. Ver en primer plano el apuro de su compañero le sumó en confusión, brindando de un calor más consciente a sus mejillas y dejándole con el leve desamparo de un niño que entiende que no le van a comprar ese juguete que tanto quería. Sus orejas bajaron al ritmo de un grifo que gotea, pero pestañeó con muchísima más velocidad.
—Ah. Claro, sí… —musitó en un tono que poco hacía para sonar convincente.
No se movió del sitio, simplemente dejó que Ethan se marchase, sujetando el contacto que aún mantenían hasta que se deslizó entre sus dedos, momento en el que le dio un último estrujón con las yemas en muda confesión de que no quería que se separasen. El polaco no le había asustado lo suficiente para que su pulso siguiera disparado, y ahora bajaba con decepcionada parsimonia.
—¿El qu- —empezó cuando Ethan le advirtió de tener algo en la cara, autorrespondiéndose al sentir con claridad la capa de pintalabios, no solo el pulso fantasma del beso. Se llevó una mano a la zona para cubrirla—. Oh. Ah. Perdón, sí.
Y con la misma velocidad que le besó Ethan le reemplazó por otro miembro de la realeza. Por primera vez en el día deseó mandar el teatrillo a paseo y volver a la realidad, incluso si era una realidad tan parcial y cogida con pinzas como ser dos chicos normales con las hormonas lógicamente revueltas. Y ahí se quedó, plantado en el balcón pensando en el sentido de la vida de cara a la espalda de Ethan mientras éste se alejaba. El granta podía quedarse con que el beso no había sido lo que esperaba, con que le habían interrumpido en la mejor parte… O también podía quedarse con todo lo demás. Y por la sonrisita estúpida que crecía incontrolable en su cara, eso estaba haciendo.
“Me lo devuelves cuantas veces quieras”…
Su corazón dio un saltito. La alegría bullía en él como agua en un fuego violento, y su sonrisa era tal que le dolieron hasta las orejas. Tuvo que sacar la lengua y mordérsela para, de alguna forma inútil, bajarse los humos. No por sentimientos románticos, ni él era tan apresurado, sino por pura y sencilla emoción. La posibilidad de tener un ligue, la natural felicidad que da saber que atraes a alguien y que ese alguien fuera Ethan, el chico que más huecos llenaba en su extenso bingo de gustos. Con mariposas en la barriga Nohlem se movió de un lado a otro, primero lento, luego exagerado, bailando en el balcón con una pareja invisible los últimos pasos de un vals. Murmuraba la melodía, recreando sin saberlo la escena en la que Aurora fantasea por su príncipe azul sola en el bosque. No le habían interrumpido, ¡aquello apenas estaba empezando!
Inspiró hondo y aprovechando la energía que tenía dentro volvió al salón dando pasos grandilocuentes, canturreando la orquestra pues la música había acabado. Recordó a tiempo que seguía manchado, y aunque le encantaba llevar tales “muestras de amor” con orgullo tuvo la decencia de pasarse el pulgar conscienzudamente por la zona para borrarla, o ni que sea, arrastrarla. Suerte que en su piel oscura el rojo resaltaba menos.
Si hubo por su parte reacción alguna a la pila de cuerpos que había tirada en el suelo, la ocultó extremadamente bien. Desconocía que estaba pasando, pero sabiendo de los entrenamientos de sus compañeros había aprendido a no preguntar. Ahora bien, odiaba estar fuera de sintonía, y si con llevar corona, silbar a todo pulmón una canción y bailar solo no bastaba para ser protagonista con su retorno, pues… Que remedio.
Despacio para no hacer ni hacerse daño -porque no, no se le iba a caer la corona- se sentó encima de la montaña. Schebcfenial, Damian, Aniol, Ethan, Connor. No se dejó caer con todo su peso, no quería mocharle la pierna al cojo ni quitarle el aliento a los niños (por mucho que a sus ojos Aniol se lo mereciera un poquito), apoyando el culo principalmente en el pobre lobo.
—¡QUÉ BUEN TRONO! —dijo bien alto dando una palmada—. Pero que raro. ¿A dónde han ido mis súbditos? —preguntó como un locutor de programa infantil.
Sin lugar a duda la facilidad de sus rubores engañaba, Ethan no era tan mosquita muerta como creía. Sus ronroneos temblaron con su respiración desigual, y en la mueca de calma que había estado fingiendo a pulso se presentó contra su voluntad una sonrisa de puro nervio. Solo era un beso, no era ningún primerizo, pero… Santos, tantas malas experiencias y esa minúscula voz que le advertía que no hiciera cosas de las que podría arrepentirse luego, que ese alien era un compañero con el que tendría que convivir un año, hacían del beso muchísimo más emocionante. Un antes y un después.
Aunque su pobre corazón y su escueta paciencia le estuvieran rogando tomar las riendas del asunto y adelantarse, Nohlem dejó que su tacto se recrease en la espectación. Abrazó las manos del londinense con las suyas con mayor firmeza y…
Fue apenas un pico, un toque tan cerca de los labios que Nohlem supo -o más bien supuso- que los nervios le habían jugado una mala pasada al humano. Quiso corregirlo, ladear el rostro para centrar sus bocas, pero para entonces el chico ya se había apartado. La vocecilla de Aniol (a Ania no la tenía tan asociada para pensar en ella de la nada) irrumpió justo detrás suyo, y el granta comprendió que él era el motivo de aquello. Ver en primer plano el apuro de su compañero le sumó en confusión, brindando de un calor más consciente a sus mejillas y dejándole con el leve desamparo de un niño que entiende que no le van a comprar ese juguete que tanto quería. Sus orejas bajaron al ritmo de un grifo que gotea, pero pestañeó con muchísima más velocidad.
—Ah. Claro, sí… —musitó en un tono que poco hacía para sonar convincente.
No se movió del sitio, simplemente dejó que Ethan se marchase, sujetando el contacto que aún mantenían hasta que se deslizó entre sus dedos, momento en el que le dio un último estrujón con las yemas en muda confesión de que no quería que se separasen. El polaco no le había asustado lo suficiente para que su pulso siguiera disparado, y ahora bajaba con decepcionada parsimonia.
—¿El qu- —empezó cuando Ethan le advirtió de tener algo en la cara, autorrespondiéndose al sentir con claridad la capa de pintalabios, no solo el pulso fantasma del beso. Se llevó una mano a la zona para cubrirla—. Oh. Ah. Perdón, sí.
Y con la misma velocidad que le besó Ethan le reemplazó por otro miembro de la realeza. Por primera vez en el día deseó mandar el teatrillo a paseo y volver a la realidad, incluso si era una realidad tan parcial y cogida con pinzas como ser dos chicos normales con las hormonas lógicamente revueltas. Y ahí se quedó, plantado en el balcón pensando en el sentido de la vida de cara a la espalda de Ethan mientras éste se alejaba. El granta podía quedarse con que el beso no había sido lo que esperaba, con que le habían interrumpido en la mejor parte… O también podía quedarse con todo lo demás. Y por la sonrisita estúpida que crecía incontrolable en su cara, eso estaba haciendo.
“Me lo devuelves cuantas veces quieras”…
Su corazón dio un saltito. La alegría bullía en él como agua en un fuego violento, y su sonrisa era tal que le dolieron hasta las orejas. Tuvo que sacar la lengua y mordérsela para, de alguna forma inútil, bajarse los humos. No por sentimientos románticos, ni él era tan apresurado, sino por pura y sencilla emoción. La posibilidad de tener un ligue, la natural felicidad que da saber que atraes a alguien y que ese alguien fuera Ethan, el chico que más huecos llenaba en su extenso bingo de gustos. Con mariposas en la barriga Nohlem se movió de un lado a otro, primero lento, luego exagerado, bailando en el balcón con una pareja invisible los últimos pasos de un vals. Murmuraba la melodía, recreando sin saberlo la escena en la que Aurora fantasea por su príncipe azul sola en el bosque. No le habían interrumpido, ¡aquello apenas estaba empezando!
Inspiró hondo y aprovechando la energía que tenía dentro volvió al salón dando pasos grandilocuentes, canturreando la orquestra pues la música había acabado. Recordó a tiempo que seguía manchado, y aunque le encantaba llevar tales “muestras de amor” con orgullo tuvo la decencia de pasarse el pulgar conscienzudamente por la zona para borrarla, o ni que sea, arrastrarla. Suerte que en su piel oscura el rojo resaltaba menos.
Si hubo por su parte reacción alguna a la pila de cuerpos que había tirada en el suelo, la ocultó extremadamente bien. Desconocía que estaba pasando, pero sabiendo de los entrenamientos de sus compañeros había aprendido a no preguntar. Ahora bien, odiaba estar fuera de sintonía, y si con llevar corona, silbar a todo pulmón una canción y bailar solo no bastaba para ser protagonista con su retorno, pues… Que remedio.
Despacio para no hacer ni hacerse daño -porque no, no se le iba a caer la corona- se sentó encima de la montaña. Schebcfenial, Damian, Aniol, Ethan, Connor. No se dejó caer con todo su peso, no quería mocharle la pierna al cojo ni quitarle el aliento a los niños (por mucho que a sus ojos Aniol se lo mereciera un poquito), apoyando el culo principalmente en el pobre lobo.
—¡QUÉ BUEN TRONO! —dijo bien alto dando una palmada—. Pero que raro. ¿A dónde han ido mis súbditos? —preguntó como un locutor de programa infantil.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Palacete
04/03/24, 05:28 pm
Continuó ajustando su corona de flores hasta que por fin Ethan se asomó por uno de los costados. Una vez se acercó hasta ella la expresión de Ania se suavizó, las cejas bajaron a su lugar original y sus labios se agrandaron para formar una sonrisa embelesada. El rostro del chico parecía poseído por un rojo tibio y se dijo así misma que probablemente se debía a que Nohlem había hecho algo para enfadarle, ya que éste no les siguió de inmediato y en su lugar se quedó limpiándose lo que sea que tuviera en la cara.
Aquella confusión cesó con los golpecitos del joven para animarle a que se dirigiera de nuevo a la pista de baile, donde el caos y las risas llegaban a su espalda entremezcladas con las notas de la orquesta.
—Vale… —murmuró con un asentimiento de cabeza, sin entender muy bien a qué se refería el chico exactamente. Cuando le vio abalanzarse casi por tropiezo sobre el cuerpo de Connor lo comprendió perfectamente. Era como si le hubieran dado luz verde a tirarse por un tobogán gigante así que infló los mofletes y gritó mientras cogía carrerilla—.¡Solo por HOOOOOOOY! ¡CONNORCITOOO!
El salto no tuvo demasiado impulso, pero Ania disfrutó de caer con todos los volantes de su vestido ondeando como una medusa que es mecida por las corrientes marinas. En este caso se vio arrastrada por un maremoto en forma de traición demoledora. Más pronto que tarde el motero los atenazó con sus pinzas como si fuera un cangrejo gigante y por mucho que la polaca golpeara sus fuertes brazos o gritara para zafarse nada le impidió al pelirosa iniciar la caída de su reinado.
—¡Estáis despedidos! —Con la ventaja de su pequeño tamaño Ania pudo quedar de espaldas a Ethan y así ver las caras de sus captores mientras reía y reía por las cosquillas. Colmillo y Damian daban justo en los puntos necesarios para que la pequeña se retorciera en ángulos que solo la flexibilidad de su edad permitía. Las lágrimas surcaron sus mejillas con facilidad y su abdomen se contrajo con varios espasmos, preso de la tortura—. ¡Auxilioooo shjshsj! —bramaba, tal y como lo hacían en las películas antiguas que su tía abuela poseía en su antiguo salón—.¡Os doy mis joyitas AAAAAAAA si parAAAAAAisss—.
En una de esas depositó esperanza en el rostro del varmano, quien acortaba distancias ante la maraña de cuerpos y caos que allí residía. Una salvación que murió en cuanto el granta reclamó su trono sentándose encima del vittya. La voz de la cría llegó amortiguada pero con suficiente claridad para decir.
—¿bBBBsabeís? ¡Desde aquí el culito de Nohljem sí que parece un gran MELOCOTÓN! —y se deshizo en risas estridentes y nada primaverales que arañaron el aire.
No supo decir a ciencia cierta por qué se dio, quizás fueron sus amenazas no tan amenazas de que iba a hacerse pis, o tal vez se deslizó entre los demás por una caricia del destino. El caso es que Ania rodó sin sentido alguno de la orientación, topándose con varias manos y pies en el proceso y quedando boca abajo con el frío suelo del palacete acariciándole la jeta. Permaneció así unos segundos, dejando que sus pulmones se expandieran y la felicidad rebosante se transformara en una que le permitiera articular las palabras de nuevo.
—Estáis loquitos… pero sois mis loquitos… —al incorporarse de cuclillas los bucles de Ania presentaron un aspecto rebelde que contrastaba con una mueca animada imposible de borrar. Resopló con los ojos entrecerrados por la sensación de estar flotando en una nube, luego sus luceros color miel empezaron a buscar un baño con una urgencia que distaba de la flojera de sus extremidades—. Ahora es en serio... creo que vuy a mearme encima...
Aquella confusión cesó con los golpecitos del joven para animarle a que se dirigiera de nuevo a la pista de baile, donde el caos y las risas llegaban a su espalda entremezcladas con las notas de la orquesta.
—Vale… —murmuró con un asentimiento de cabeza, sin entender muy bien a qué se refería el chico exactamente. Cuando le vio abalanzarse casi por tropiezo sobre el cuerpo de Connor lo comprendió perfectamente. Era como si le hubieran dado luz verde a tirarse por un tobogán gigante así que infló los mofletes y gritó mientras cogía carrerilla—.¡Solo por HOOOOOOOY! ¡CONNORCITOOO!
El salto no tuvo demasiado impulso, pero Ania disfrutó de caer con todos los volantes de su vestido ondeando como una medusa que es mecida por las corrientes marinas. En este caso se vio arrastrada por un maremoto en forma de traición demoledora. Más pronto que tarde el motero los atenazó con sus pinzas como si fuera un cangrejo gigante y por mucho que la polaca golpeara sus fuertes brazos o gritara para zafarse nada le impidió al pelirosa iniciar la caída de su reinado.
—¡Estáis despedidos! —Con la ventaja de su pequeño tamaño Ania pudo quedar de espaldas a Ethan y así ver las caras de sus captores mientras reía y reía por las cosquillas. Colmillo y Damian daban justo en los puntos necesarios para que la pequeña se retorciera en ángulos que solo la flexibilidad de su edad permitía. Las lágrimas surcaron sus mejillas con facilidad y su abdomen se contrajo con varios espasmos, preso de la tortura—. ¡Auxilioooo shjshsj! —bramaba, tal y como lo hacían en las películas antiguas que su tía abuela poseía en su antiguo salón—.¡Os doy mis joyitas AAAAAAAA si parAAAAAAisss—.
En una de esas depositó esperanza en el rostro del varmano, quien acortaba distancias ante la maraña de cuerpos y caos que allí residía. Una salvación que murió en cuanto el granta reclamó su trono sentándose encima del vittya. La voz de la cría llegó amortiguada pero con suficiente claridad para decir.
—¿bBBBsabeís? ¡Desde aquí el culito de Nohljem sí que parece un gran MELOCOTÓN! —y se deshizo en risas estridentes y nada primaverales que arañaron el aire.
No supo decir a ciencia cierta por qué se dio, quizás fueron sus amenazas no tan amenazas de que iba a hacerse pis, o tal vez se deslizó entre los demás por una caricia del destino. El caso es que Ania rodó sin sentido alguno de la orientación, topándose con varias manos y pies en el proceso y quedando boca abajo con el frío suelo del palacete acariciándole la jeta. Permaneció así unos segundos, dejando que sus pulmones se expandieran y la felicidad rebosante se transformara en una que le permitiera articular las palabras de nuevo.
—Estáis loquitos… pero sois mis loquitos… —al incorporarse de cuclillas los bucles de Ania presentaron un aspecto rebelde que contrastaba con una mueca animada imposible de borrar. Resopló con los ojos entrecerrados por la sensación de estar flotando en una nube, luego sus luceros color miel empezaron a buscar un baño con una urgencia que distaba de la flojera de sus extremidades—. Ahora es en serio... creo que vuy a mearme encima...
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Palacete
05/03/24, 09:33 pm
A esas alturas su trenza estaba tan enredada como la pila de cuerpos humanos que tenía encima. Ethan no había calculado bien la caída y si bien había acertado prácticamente de pleno sus piernas habían quedado liberadas en uno de los costados, pataleando en vano a cada nuevo integrante que se unía al ataque. Tras un lastimoso par de quejidos había quedado sepultado entre cosquillas y un colchón de pechos que si no hubiera sido por la pintoresca situación habría llegado a disfrutar mejor. El joven tampoco había luchado mucho para defenderse pues la gran mayoría del ataque se lo estaba llevando (Gracias a dios) su princesa y su papel de humilde consejero dictaba caer rendido ante los brazos de un guardía contra el que no podía batallar. No se hubiera quejado si ese hubiera sido su final.
-Oh noooooo, que desgracia!! Mi princesa, creo que no podré resistir mucho más esta horrible traición!
Su tono de voz era un dramatismo tan falso y exagerado que no solo era poco creíble, si no que dejaba en evidencia lo mucho que disfrutaba del supuesto castigo. Había logrado con un poco de esfuerzo liberar la parte superior de su torso así que ahora descansaba su rostro sobre ambos brazos, observando con una mueca divertida como Connor se retorcía aplastado. Ahora bien, la broma dejó de ser tan broma cuando Nohlem se unió al enorme trono y tanto peso acumulado le arrancó una sonrisa nerviosa completamente desinflada de aire.
-Ah, me muero, recuérdenme como un consejero justo y… blegh.
Para el final de la frase ambos pequeños se habían logrado fugar y Ethan descansaba tirado sobre el pecho del pelirrosa, ambas manos lánguidas a los lados y lengua fuera para aportar suficiente dramatismo a la escena. Así se mantendría unos segundos más, hasta que Colmillo y Nohlem se levantarán o Connor decidiera moverse, según quien actuará primero. Sólo entonces se dejaría caer rodando al suelo entre risas contagiadas por el absurdo y el rostro completamente rojo en una mezcla emocional demasiado revuelta como para saberla explicar.
Había sido divertido y tras la euforia llegaba el momento amargo de una despedida. No por ello dejó las bromas de lado pues quería amenizar esa vuelta a la realidad para ambos peques. Así que se mantuvo como consejero aún sin ropa formal, ni maquillaje, ayudando a quien lo necesitara con sus ropajes, peinando de nuevo a sus niños, buscando apresurado un lavabo o reordenando un vestuario completamente desorganizado. Era triste, pero no lo suficiente como para que su sonrisa logrará irse del rostro.
Ethan prefirió cambiarse sólo, en la pequeña intimidad que le otorgaban los probadores. Su mente bullía de recuerdos cálidos, su corazón latía con la incertidumbre de unos amoríos incompletos y sus mejillas como un fuego que no se extingue seguían emocionadas por unos hechos que no sabía cómo asumir. Era un cosquilleo de quien no estaba enamorado pero tenía ilusión por el juego. Quería brincar de la emoción, chillar tan agudo que pudiera romper ventanas pero por suerte la compañía y su pierna mala mantuvieron a raya susimpulsos. A cambio se dedicó a canturrear y bailar con Ania de regresó por los pasillos, hasta que pasarón el umbral para ser recibidos de nuevo por el cielo gris insípido de todos los días.
La magia desapareció al instante cambiando una bella corona por una lanza y los ropajes de un príncipe por los harapos de anteriores víctimas. Que sonoro era el silencio tras una bella orquesta y que dolorosa la incertidumbre tras tanta risa. El ulular de la brisa, la calle vacía, los ruidos sin origen… ¿Cómo podía una ciudad de espanto albergar un lugar tan precioso?
¨Porque hasta en los peores cementerios pueden crecer flores.¨
Pensó para sí regresando a su formación estándar junto a Connor. Un vistazo de lado hacía sus peques y de golpe su mente había aceptado aquella extraña normalidad de nuevo. Mano firme al arma, mirada serpenteante entre las diferentes encrucijadas y un ligero suspiro anonadado por lo fácil que era olvidar la tranquilidad del palacete para regresar a la tensión de las calles… Pero bueno, al fin y al cabo él no era ningún consejero real, ni si quiera un joven enamoradizo, ahora mismo era un simple superviviente.
-Okaay, chicos no os separéis mucho. -Echó una fugaz mirada a Aniol y Damian, gesticulando para que pudieran ir resguardados tras ellos. -Vamos a volver rapidito a casa y así les contamos esta aventura a los demás, ¿Si?.
-Oh noooooo, que desgracia!! Mi princesa, creo que no podré resistir mucho más esta horrible traición!
Su tono de voz era un dramatismo tan falso y exagerado que no solo era poco creíble, si no que dejaba en evidencia lo mucho que disfrutaba del supuesto castigo. Había logrado con un poco de esfuerzo liberar la parte superior de su torso así que ahora descansaba su rostro sobre ambos brazos, observando con una mueca divertida como Connor se retorcía aplastado. Ahora bien, la broma dejó de ser tan broma cuando Nohlem se unió al enorme trono y tanto peso acumulado le arrancó una sonrisa nerviosa completamente desinflada de aire.
-Ah, me muero, recuérdenme como un consejero justo y… blegh.
Para el final de la frase ambos pequeños se habían logrado fugar y Ethan descansaba tirado sobre el pecho del pelirrosa, ambas manos lánguidas a los lados y lengua fuera para aportar suficiente dramatismo a la escena. Así se mantendría unos segundos más, hasta que Colmillo y Nohlem se levantarán o Connor decidiera moverse, según quien actuará primero. Sólo entonces se dejaría caer rodando al suelo entre risas contagiadas por el absurdo y el rostro completamente rojo en una mezcla emocional demasiado revuelta como para saberla explicar.
Había sido divertido y tras la euforia llegaba el momento amargo de una despedida. No por ello dejó las bromas de lado pues quería amenizar esa vuelta a la realidad para ambos peques. Así que se mantuvo como consejero aún sin ropa formal, ni maquillaje, ayudando a quien lo necesitara con sus ropajes, peinando de nuevo a sus niños, buscando apresurado un lavabo o reordenando un vestuario completamente desorganizado. Era triste, pero no lo suficiente como para que su sonrisa logrará irse del rostro.
Ethan prefirió cambiarse sólo, en la pequeña intimidad que le otorgaban los probadores. Su mente bullía de recuerdos cálidos, su corazón latía con la incertidumbre de unos amoríos incompletos y sus mejillas como un fuego que no se extingue seguían emocionadas por unos hechos que no sabía cómo asumir. Era un cosquilleo de quien no estaba enamorado pero tenía ilusión por el juego. Quería brincar de la emoción, chillar tan agudo que pudiera romper ventanas pero por suerte la compañía y su pierna mala mantuvieron a raya susimpulsos. A cambio se dedicó a canturrear y bailar con Ania de regresó por los pasillos, hasta que pasarón el umbral para ser recibidos de nuevo por el cielo gris insípido de todos los días.
La magia desapareció al instante cambiando una bella corona por una lanza y los ropajes de un príncipe por los harapos de anteriores víctimas. Que sonoro era el silencio tras una bella orquesta y que dolorosa la incertidumbre tras tanta risa. El ulular de la brisa, la calle vacía, los ruidos sin origen… ¿Cómo podía una ciudad de espanto albergar un lugar tan precioso?
¨Porque hasta en los peores cementerios pueden crecer flores.¨
Pensó para sí regresando a su formación estándar junto a Connor. Un vistazo de lado hacía sus peques y de golpe su mente había aceptado aquella extraña normalidad de nuevo. Mano firme al arma, mirada serpenteante entre las diferentes encrucijadas y un ligero suspiro anonadado por lo fácil que era olvidar la tranquilidad del palacete para regresar a la tensión de las calles… Pero bueno, al fin y al cabo él no era ningún consejero real, ni si quiera un joven enamoradizo, ahora mismo era un simple superviviente.
-Okaay, chicos no os separéis mucho. -Echó una fugaz mirada a Aniol y Damian, gesticulando para que pudieran ir resguardados tras ellos. -Vamos a volver rapidito a casa y así les contamos esta aventura a los demás, ¿Si?.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Palacete
06/03/24, 12:02 pm
Kalna se tensó cuando Rick empezó a decirle algo, lista para disculparse por si había parecido una maleducada por reírse. Los humanos parecían tan cómodos con ello, cuando ella siempre lo había visto como algo que pasaba de puertas para adentro y en confianza; de puertas para fuera tenía que ser seria, no demostrar emociones. No esperaba que precisamente los motivos del neoyorkino fueran devolverle la broma anterior, y esta vez fue ella la que se quedó sin responder, al menos de primeras. ¿Cuánto tiempo llevaba viviendo como una soldado, más seriedad de la normal por delante? Estaban en peligro, y hacía falta mantener la cabeza fría, pero hasta en Libo tenía gente con la que divertirse. Notó el calor en sus mejillas que indicaba que empezaba a sonrojarse, y apartó la mirada unos segundos al suelo, lo justo para encontrar una respuesta.
—Ya te lo dije: yo también puedo divertirme. A veces.
El problema era que encontraba diversión en cosas concretas, que seguían demasiado regladas para lo que parecía el gusto de los humanos. Aquel griterío, carreras para tirarse encima de otros, cosquillas y demás le provocaba un rechazo propio de quien lo había tenido prohibido toda su vida y no era capaz de darse cuenta de que a lo mejor era divertido después de todos. «Se comportan como críos», y al menos Aniol y Damian tenían la excusa de serlo. Se lo hubiera dicho a Rick, en bajo, pero verle riéndose con los demás le quitó las ganas de hacerlo. Que hasta Nohlem, que supuestamente tendría que ser el mejor educado de todos, acabase sentado encima de la montaña humana haciendo chistes.
No hubo despedida cuando salió de la habitación, buscando evitar una situación que la hacía sentir extremadamente incómoda. Se sentía demasiado fuera de lugar como para seguir viendo el espectáculo de chorradas. Aprovechó para volver a trenzarse el pelo, y es que no pensaba salir a la calle con el suelto. Era una molestia para pelear o correr si es que hacía falta. Por mucho que quisiera quedárselas, dejó las joyas de vuelta en su sitio, perfectamente colocadas. No es que precisamente fuera ella quien recogiese su ropa, pero odiaba que las cosas no estuvieran bien hechas, y aquella seguía sin ser su casa.
Lo que peor llevaba era volver a esa ropa cutre que tenían. Pasar de un vestido de telas de calidad y que se ajustaba a una como si estuviera hecho a medida a unos pantalones con unas costuras espantosas y hechos de una tela condenadamente cutre era un dolor, aunque llevase semanas tratando de acostumbrarse a la mala calidad de las prendas que tenían. Asegurándose otra vez de dejar todo como estaba, Kalna no tardó en estar lista para volver al torreón.
Mentalmente seguía en el baile, en las conversaciones agradables con Rick, en que a lo mejor podían volver y repetir, en lo divertido que había sido ponerle nervioso con un comentario y en las ganas que tenía de repetirlo. Dejó que su mente soñase un poco, aunque solo dentro de las paredes del palacio. Cuando salió fuera se obligó a pensar en el presente, en que Rocavarancolia les estaba poniendo a prueba y que ella iba a pasarla. No había tiempo para bailes bonitos en medio de eso, solo seriedad. Alerta a cualquier movimiento en las calles, Kalna emprendió la marcha al torreón.
—Ya te lo dije: yo también puedo divertirme. A veces.
El problema era que encontraba diversión en cosas concretas, que seguían demasiado regladas para lo que parecía el gusto de los humanos. Aquel griterío, carreras para tirarse encima de otros, cosquillas y demás le provocaba un rechazo propio de quien lo había tenido prohibido toda su vida y no era capaz de darse cuenta de que a lo mejor era divertido después de todos. «Se comportan como críos», y al menos Aniol y Damian tenían la excusa de serlo. Se lo hubiera dicho a Rick, en bajo, pero verle riéndose con los demás le quitó las ganas de hacerlo. Que hasta Nohlem, que supuestamente tendría que ser el mejor educado de todos, acabase sentado encima de la montaña humana haciendo chistes.
No hubo despedida cuando salió de la habitación, buscando evitar una situación que la hacía sentir extremadamente incómoda. Se sentía demasiado fuera de lugar como para seguir viendo el espectáculo de chorradas. Aprovechó para volver a trenzarse el pelo, y es que no pensaba salir a la calle con el suelto. Era una molestia para pelear o correr si es que hacía falta. Por mucho que quisiera quedárselas, dejó las joyas de vuelta en su sitio, perfectamente colocadas. No es que precisamente fuera ella quien recogiese su ropa, pero odiaba que las cosas no estuvieran bien hechas, y aquella seguía sin ser su casa.
Lo que peor llevaba era volver a esa ropa cutre que tenían. Pasar de un vestido de telas de calidad y que se ajustaba a una como si estuviera hecho a medida a unos pantalones con unas costuras espantosas y hechos de una tela condenadamente cutre era un dolor, aunque llevase semanas tratando de acostumbrarse a la mala calidad de las prendas que tenían. Asegurándose otra vez de dejar todo como estaba, Kalna no tardó en estar lista para volver al torreón.
Mentalmente seguía en el baile, en las conversaciones agradables con Rick, en que a lo mejor podían volver y repetir, en lo divertido que había sido ponerle nervioso con un comentario y en las ganas que tenía de repetirlo. Dejó que su mente soñase un poco, aunque solo dentro de las paredes del palacio. Cuando salió fuera se obligó a pensar en el presente, en que Rocavarancolia les estaba poniendo a prueba y que ella iba a pasarla. No había tiempo para bailes bonitos en medio de eso, solo seriedad. Alerta a cualquier movimiento en las calles, Kalna emprendió la marcha al torreón.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Palacete
06/03/24, 11:37 pm
Que la libense pareciera tomarse a bien el comentario lo tranquilizaba, pero su reacción no ayudó en absoluto a que al neoyorquino se le pasara el corte. Porque sí, todo estaba perfecto y no había mal rollo, pero ya llevaba unas cuantas sorpresas ese día y acababa de sumarse una más. Cuando Rick la vio sonrojarse y pensar por unos segundos la respuesta, su propio rubor creció una pizca más y apartó también la mirada momentáneamente. Que recordara, aquello solo había pasado una sola vez cuando Aniol le entregó algo que no llegó a ver durante un desayuno, así que seguía siendo toda una rareza como verla reír. Era en esos detalles cuando comenzaba a atisbar unas facetas interesantes de su compañera, unas más personales que se alejaban de la fría disciplina militar. Por su cabeza pasó el breve pensamiento de que no le importaría conocer ese lado de Kalna, si es que no volvía a pasar como... La voz de la libense le hizo centrarse y contestó con una leve sonrisa: -Ya veo. Ojalá que haya más ocasiones entonces.-
La batalla que se estaba librando por el futuro del reino inventado que estuviera gobernando el polaco le estaba sirviendo para calmar los nervios y echarse unas buenas risas. Las carcajadas del chico iban y venían con el cambio de ataque, de Connor a Damian y ahora todos contra la princesa y su consejero. Cada grito, cada broma, cada actuación de Ethan y cada risa de todos los presentes sumaba a las carcajadas de Rick, que ya estaba doblándose para cuando Nohlem reclamó su "trono". Luego de una última risa por el comentario de Aniol, el neoyorquino fue retomando la calma en cuanto la montaña se fue deshaciendo. Se acercó al instante con la ligerísima preocupación de que alguien se hubiera hecho daño, aunque por fuera se mostrara sonriente. -¿Todo el mundo está bien? Desde luego ha sido una batalla para recordar, de esas que cantan los bardos- bromeó mientras ofrecía sus manos para ayudar a quien lo necesitara a levantarse.
Quitando la urgencia de buscar un baño para el peque, el baile acabó sin problemas. Había sido un descanso genial, pero el silencio que quedó tras la música le hacía entender a Rick que era hora de volver a la realidad. Habrían encontrado un sitio agradable y se habían despejado un rato, pero fuera esperaban pacientemente la supervivencia, el peligro y las preocupaciones de las que no tenían forma de escapar si querían seguir adelante. El chico recogió las armas que había dejado junto a los instrumentos y salió en dirección al vestidor mientras todo aquello volvía a su ser.
-Joder, ¿en qué momento nos acostumbramos a esto?- se quejó en voz baja al ver su reflejo en el cambiador, ya con la ropa de diario. Desde un principio le había parecido ropa vieja, básicamente porque lo era en su mayoría, pero ahora que había estado vestido con las mejores galas de su vida el contraste chocaba con más fuerza. Daba gracias de que no fueran harapos, aunque ahora mismo lo sintiera así. Ni siquiera podía llevar su gabardina para compensar hasta que encontraran la forma de coser los agujeros de las puñeteras espinas. Resoplando, Rick salió del cambiador y, mientras esperaba a que el resto terminara de prepararse, se aseguró de dejar su ropa con cuidado tal y como estaba antes de cogerla. Dentro de lo posible, intentó que las del resto también parecieran que no habían sido usadas, lo que menos les convenía es que quien fuera el dueño tuviera algún motivo para buscarles.
Finalmente, el grupo salió del palacete para encontrarse de nuevo con el monótono gris de la ciudad y sus ruinas. El neoyorquino estaba mentalizándose para volver a la vigilancia atenta, pero no podía negar que se hacía algo pesada luego de un merecido descanso. Habría ganado ánimo con toda la diversión, pero en el momento de cruzar la puerta ya notaba cómo se iba drenando con la vuelta de las responsabilidades. Frunció el ceño mientras la preocupación aparecía con algo de culpabilidad en el momento en que se fijó en el sol. Se habían llevado más de lo que esperaba allí dentro y la tarde estaba llegando a sus últimos compases. -Sí, es mejor que nos demos prisa. La noche está al caer y mejor no preocupar más al resto- comentó a nadie en concreto luego de las palabras de Ethan y, sin tardar mucho más, comenzó la vuelta al torreón.
La batalla que se estaba librando por el futuro del reino inventado que estuviera gobernando el polaco le estaba sirviendo para calmar los nervios y echarse unas buenas risas. Las carcajadas del chico iban y venían con el cambio de ataque, de Connor a Damian y ahora todos contra la princesa y su consejero. Cada grito, cada broma, cada actuación de Ethan y cada risa de todos los presentes sumaba a las carcajadas de Rick, que ya estaba doblándose para cuando Nohlem reclamó su "trono". Luego de una última risa por el comentario de Aniol, el neoyorquino fue retomando la calma en cuanto la montaña se fue deshaciendo. Se acercó al instante con la ligerísima preocupación de que alguien se hubiera hecho daño, aunque por fuera se mostrara sonriente. -¿Todo el mundo está bien? Desde luego ha sido una batalla para recordar, de esas que cantan los bardos- bromeó mientras ofrecía sus manos para ayudar a quien lo necesitara a levantarse.
Quitando la urgencia de buscar un baño para el peque, el baile acabó sin problemas. Había sido un descanso genial, pero el silencio que quedó tras la música le hacía entender a Rick que era hora de volver a la realidad. Habrían encontrado un sitio agradable y se habían despejado un rato, pero fuera esperaban pacientemente la supervivencia, el peligro y las preocupaciones de las que no tenían forma de escapar si querían seguir adelante. El chico recogió las armas que había dejado junto a los instrumentos y salió en dirección al vestidor mientras todo aquello volvía a su ser.
-Joder, ¿en qué momento nos acostumbramos a esto?- se quejó en voz baja al ver su reflejo en el cambiador, ya con la ropa de diario. Desde un principio le había parecido ropa vieja, básicamente porque lo era en su mayoría, pero ahora que había estado vestido con las mejores galas de su vida el contraste chocaba con más fuerza. Daba gracias de que no fueran harapos, aunque ahora mismo lo sintiera así. Ni siquiera podía llevar su gabardina para compensar hasta que encontraran la forma de coser los agujeros de las puñeteras espinas. Resoplando, Rick salió del cambiador y, mientras esperaba a que el resto terminara de prepararse, se aseguró de dejar su ropa con cuidado tal y como estaba antes de cogerla. Dentro de lo posible, intentó que las del resto también parecieran que no habían sido usadas, lo que menos les convenía es que quien fuera el dueño tuviera algún motivo para buscarles.
Finalmente, el grupo salió del palacete para encontrarse de nuevo con el monótono gris de la ciudad y sus ruinas. El neoyorquino estaba mentalizándose para volver a la vigilancia atenta, pero no podía negar que se hacía algo pesada luego de un merecido descanso. Habría ganado ánimo con toda la diversión, pero en el momento de cruzar la puerta ya notaba cómo se iba drenando con la vuelta de las responsabilidades. Frunció el ceño mientras la preocupación aparecía con algo de culpabilidad en el momento en que se fijó en el sol. Se habían llevado más de lo que esperaba allí dentro y la tarde estaba llegando a sus últimos compases. -Sí, es mejor que nos demos prisa. La noche está al caer y mejor no preocupar más al resto- comentó a nadie en concreto luego de las palabras de Ethan y, sin tardar mucho más, comenzó la vuelta al torreón.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Palacete
07/03/24, 07:48 pm
El fuerte abrazo de oso no cesó en ningún puto momento. Si acaso, se redobló lo justo para afianzarse mejor cuando Damian y Szcheniak se unieron en rebeldía contra Ethan y Aniol. A pesar del peso de ambos y del jodido remate de Nohlem cuando decidió sentarse encima de todo el mundo... Connor reía a carcajada limpia entre quejidos ahogados por tantos kilos sobre él. Pero joder cómo se reía.
-¡HIJOS DE PUTA!- Gritaba con un tono casi de villano de película al verse aplastado severamente, mientras obviaba por su propio bien lo cerca que estaba del japonés en aquellos instantes.- ¡Cuando salga de aquí ya podéis correr! ¡La puta mala hostia del Guardia Real va a hacer que os caguéis encima, cabro... ¡AHSHCH!- Se desinfló como un globo ante tanta gente encima suya y aflojó el agarre.- No dejéis que la palme sin un cigarrillo en la boca, joder...- Le siguió el juego a Ethan cerrando los ojos lastimeramente, solo para alimentar aquel juego para los niños cuyas risas sonaban claras y llenas de una jodida alegría que le hacían sonreír abiertamente. Por suerte, el peso pareció aligerarse un poco sin Damian y Aniol, así que Connor empezó a dar manotazos rápidos al japonés, al cánido y al varmano allá donde fueran a dar sus manos.-¡Venga, a tomar por culo! ¡Os reviento, cojones!- Diría entre risas para intentar escaparse de una jodida vez, para luego aceptar la ayuda de Rick para levantarse. Aunque le dio un pequeño tirón juguetón antes como si quisiera tirarlo al suelo.
El pecho del motero bombeaba con fuerza ante la diversión de hacía rato, disfrutando como si fuera una persona normal que solo tenía que preocuparse por la próxima canción que bailar, y no alguien secuestrado y que solo tenía que salir del edificio para volver a encontrarse con aquellos monstruos de los cojones y sus mierdas turbias. Pero todo llegaba a su fin, incluso lo bueno. Sobre todo lo bueno.
El grupo no tardó en empezar a recoger y despedirse de manera tácita de aquel lugar. Tras un mes y medio en esa jodida ciudad llena de cabrones, el puto palacio en el que estaban parecía casi un regalo por haber llegado tan lejos. Connor se cambiaría de ropa con velocidad dejándola tirada en cualquier armario, exceptuando las botas que las dejó en su lugar correspondiente casi con jodido mimo y ceremonia... Dándole un par de toques a las ruedas de los talones antes de cerrar la puerta del armario. Lo que tuvo claro es que la puñetera guitarra se la tenía que llevar, joder... Era un deseo irresistible e imposible de ignorar, y de todas maneras allí había cientos de instrumentos, ¿no? Así que cuando se reunió con el resto en el recibidor, Connor estaba ya con su antigua ropa y el chaleco motero puesto, pero con la guitarra firmemente sujeta a la espalda y una puñetera sonrisa bobalicona en el rostro. Se encogió de hombros y agitó levemente la maza en el aire.
-Eso le pasa por gilipollas y dejar la puerta abierta, ¿verdad cabronazos?- Dijo con sorna y una leve sonrisa al ver que no era el único que se llevaba algo de recuerdo. Para enfatizar su mensaje se llevó la guitarra fugazmente a las manos para dar una larga nota por todas las cuerdas mientras meneaba la cabeza, antes de volver a colgársela de la espalda y seguir al resto hacia el exterior.
Fue como salir de una puta burbuja y la sonrisa desapareció de su rostro.
La ciudad estaba muerta como siempre, carente de la vida y la luz del palacio a sus espaldas. El motero echaría rápidos vistazos a Aniol y Damian para vigilarlos, antes de centrarse en el camino de vuelta con una mirada mucho menos contenta y mucho más hosca. Vigilando las esquinas con la naturalidad de quien lo había hecho ya una puta costumbre tras aquel tiempo y pegado a Ethan en la formación. Se llevaban buenos recuerdos de aquel sitio, pero la realidad era una cabrona de cojones y golpeaba con dureza. Apretó la maza con fuerza mientras se acomodaba mejor la guitarra atrás.
-Vaya mierda...- Suspiró cansinamente y siguió andando hacia el torreón.
-¡HIJOS DE PUTA!- Gritaba con un tono casi de villano de película al verse aplastado severamente, mientras obviaba por su propio bien lo cerca que estaba del japonés en aquellos instantes.- ¡Cuando salga de aquí ya podéis correr! ¡La puta mala hostia del Guardia Real va a hacer que os caguéis encima, cabro... ¡AHSHCH!- Se desinfló como un globo ante tanta gente encima suya y aflojó el agarre.- No dejéis que la palme sin un cigarrillo en la boca, joder...- Le siguió el juego a Ethan cerrando los ojos lastimeramente, solo para alimentar aquel juego para los niños cuyas risas sonaban claras y llenas de una jodida alegría que le hacían sonreír abiertamente. Por suerte, el peso pareció aligerarse un poco sin Damian y Aniol, así que Connor empezó a dar manotazos rápidos al japonés, al cánido y al varmano allá donde fueran a dar sus manos.-¡Venga, a tomar por culo! ¡Os reviento, cojones!- Diría entre risas para intentar escaparse de una jodida vez, para luego aceptar la ayuda de Rick para levantarse. Aunque le dio un pequeño tirón juguetón antes como si quisiera tirarlo al suelo.
El pecho del motero bombeaba con fuerza ante la diversión de hacía rato, disfrutando como si fuera una persona normal que solo tenía que preocuparse por la próxima canción que bailar, y no alguien secuestrado y que solo tenía que salir del edificio para volver a encontrarse con aquellos monstruos de los cojones y sus mierdas turbias. Pero todo llegaba a su fin, incluso lo bueno. Sobre todo lo bueno.
El grupo no tardó en empezar a recoger y despedirse de manera tácita de aquel lugar. Tras un mes y medio en esa jodida ciudad llena de cabrones, el puto palacio en el que estaban parecía casi un regalo por haber llegado tan lejos. Connor se cambiaría de ropa con velocidad dejándola tirada en cualquier armario, exceptuando las botas que las dejó en su lugar correspondiente casi con jodido mimo y ceremonia... Dándole un par de toques a las ruedas de los talones antes de cerrar la puerta del armario. Lo que tuvo claro es que la puñetera guitarra se la tenía que llevar, joder... Era un deseo irresistible e imposible de ignorar, y de todas maneras allí había cientos de instrumentos, ¿no? Así que cuando se reunió con el resto en el recibidor, Connor estaba ya con su antigua ropa y el chaleco motero puesto, pero con la guitarra firmemente sujeta a la espalda y una puñetera sonrisa bobalicona en el rostro. Se encogió de hombros y agitó levemente la maza en el aire.
-Eso le pasa por gilipollas y dejar la puerta abierta, ¿verdad cabronazos?- Dijo con sorna y una leve sonrisa al ver que no era el único que se llevaba algo de recuerdo. Para enfatizar su mensaje se llevó la guitarra fugazmente a las manos para dar una larga nota por todas las cuerdas mientras meneaba la cabeza, antes de volver a colgársela de la espalda y seguir al resto hacia el exterior.
Fue como salir de una puta burbuja y la sonrisa desapareció de su rostro.
La ciudad estaba muerta como siempre, carente de la vida y la luz del palacio a sus espaldas. El motero echaría rápidos vistazos a Aniol y Damian para vigilarlos, antes de centrarse en el camino de vuelta con una mirada mucho menos contenta y mucho más hosca. Vigilando las esquinas con la naturalidad de quien lo había hecho ya una puta costumbre tras aquel tiempo y pegado a Ethan en la formación. Se llevaban buenos recuerdos de aquel sitio, pero la realidad era una cabrona de cojones y golpeaba con dureza. Apretó la maza con fuerza mientras se acomodaba mejor la guitarra atrás.
-Vaya mierda...- Suspiró cansinamente y siguió andando hacia el torreón.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
07/03/24, 08:36 pm
—Dame tus joyas princesaaa. No te salvará nadieee, nadieee —bramó a Ania con una malvada y enorme sonrisa en su rostro buscando la anarquía y, de paso, un buen dinero con el ataque de las cosquillas mortíferas.
Pero cuando estaba haciendo cosquillas a Ethan, éste decidió morirse ante todos y Damian, llevando las manos a su cabeza, hizo un fingido sonido de angustia y pena.
—NOOOOO. Se nos murioooooo. Míralo, que se ha muerto. ¡Yo no quería matarlo, culpa del gallo rosa él es el culpable! —entre toda la bola de personas, Damian levantó un dedo acusador sobre Connor pero mientras lo hacía, Nohlem se sentó y comprimió más la bola de gente—. Tiooo, que somos un huevo y medio no puedo respiraaaaaAAHH.
Y saliendo rodando montaña abajo con el gorro bien agarrado se dio de brices contra el suelo, estando sobre su espalda haciendo un gesto de dolor muy largo.
—Ha sido una batalla épica. La guerra más intensa del mundooo —contestó a Rick alzando ambas manos para luego dejarlas caer al suelo en forma de cruz, jadeando del cansancio—. Y Nohlem tiene el melocotón como ese piano de ahí, el cabrón orejón… —habló el que tenía pocas orejas—. Mierda, creo que me estoy meando yo también —Ania le sirvió de recordatorio instantaneo de que tenía la vejiga llena, como por arte de magia.
Bueno, al final todo tenía que acabar y conforme algunos fueron a quitarse la ropa, Damian miró su traje con pena y mimo. Aunque era algo del sitio, la verdad es que había muchos trajes y por uno que se fuese a llevar no se liaría nada extraño. Un argumento bien convincente para el niño que, aunque no tuviese excusas, se quería llevar el modelito a casa y no se lo quitó.
Curioso, miró a Connor como llevaba la guitarra encima y ante lo que dijo, se le acercó divertido.
—Ya ves, y yo esto me lo llevo puesto jeje —el italiano repitió el gesto de sorna del motero riendo con travesura y abriendo la chaqueta con un poco de payaseo.
Le daba un poco de pena irse así, bien que se podían quedar pero tampoco iba a abandonar a Rag o a Airi por un capricho suyo. Siempre podrían volver a futuro si les daba el antojo, al menos el propio Damian lo haría. La calle de fuera estaba tan monótona y muerta como siempre y una pedorreta salió de sus labios, con sus manos en los bolsillos mientras daba pasos al exterior.
—Volveremos, ¿no? Yo quiero volver, me lo he pasado pipa —se giró al resto durante el camino con un gesto expectante y con ya mucha nostalgia por los interiores del megapalacio.
Si, estaba afónico.
Pero cuando estaba haciendo cosquillas a Ethan, éste decidió morirse ante todos y Damian, llevando las manos a su cabeza, hizo un fingido sonido de angustia y pena.
—NOOOOO. Se nos murioooooo. Míralo, que se ha muerto. ¡Yo no quería matarlo, culpa del gallo rosa él es el culpable! —entre toda la bola de personas, Damian levantó un dedo acusador sobre Connor pero mientras lo hacía, Nohlem se sentó y comprimió más la bola de gente—. Tiooo, que somos un huevo y medio no puedo respiraaaaaAAHH.
Y saliendo rodando montaña abajo con el gorro bien agarrado se dio de brices contra el suelo, estando sobre su espalda haciendo un gesto de dolor muy largo.
—Ha sido una batalla épica. La guerra más intensa del mundooo —contestó a Rick alzando ambas manos para luego dejarlas caer al suelo en forma de cruz, jadeando del cansancio—. Y Nohlem tiene el melocotón como ese piano de ahí, el cabrón orejón… —habló el que tenía pocas orejas—. Mierda, creo que me estoy meando yo también —Ania le sirvió de recordatorio instantaneo de que tenía la vejiga llena, como por arte de magia.
Bueno, al final todo tenía que acabar y conforme algunos fueron a quitarse la ropa, Damian miró su traje con pena y mimo. Aunque era algo del sitio, la verdad es que había muchos trajes y por uno que se fuese a llevar no se liaría nada extraño. Un argumento bien convincente para el niño que, aunque no tuviese excusas, se quería llevar el modelito a casa y no se lo quitó.
Curioso, miró a Connor como llevaba la guitarra encima y ante lo que dijo, se le acercó divertido.
—Ya ves, y yo esto me lo llevo puesto jeje —el italiano repitió el gesto de sorna del motero riendo con travesura y abriendo la chaqueta con un poco de payaseo.
Le daba un poco de pena irse así, bien que se podían quedar pero tampoco iba a abandonar a Rag o a Airi por un capricho suyo. Siempre podrían volver a futuro si les daba el antojo, al menos el propio Damian lo haría. La calle de fuera estaba tan monótona y muerta como siempre y una pedorreta salió de sus labios, con sus manos en los bolsillos mientras daba pasos al exterior.
—Volveremos, ¿no? Yo quiero volver, me lo he pasado pipa —se giró al resto durante el camino con un gesto expectante y con ya mucha nostalgia por los interiores del megapalacio.
Si, estaba afónico.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Palacete
08/03/24, 11:33 am
Entre las risas, las cosquillas y las bromas, Colmillo sintió una familiaridad tan natural que casi podía ver a sus hermanos y sobrinos en sus compañeros, sintiendo que se salvaba una distancia que la convivencia y los traumas compartidos no habían podido borrar del todo hasta ahora. Si bien el vittya no había tenido nada en contra de sus compañeros y sentía que se llevaba bien con ellos, las diferencias entre especies habían erigido un muro mental en su mente que seguía separándolos de alguna manera inconsciente, pero aquella experiencia definitivamente estaba ayudando a que la falta de pelo y cola le generara cierto encanto y cariño más que rechazo.
-¡Fuf! -exclamó cayendo de bruces contra la espalda de Ethan casi comiéndose parte de su pelo cuando Nohlem literalmente se sentó sobre su culo-. ¡Cabrón! -se quejó fingiendo molestia, pero fallando miserablemente al soltar una carcajada mientras intentaba apartar el pelo del londinense de su boca. "Puta mi suerte, solo tiene pelo en la jodida cabeza y ahí que voy" pensó braceando para apartar el pelo de Ethan de su cara mientras reía por como Connor e Ethan fingían estar muertos.
Aunque los niños hicieron ver la huida de la montaña de gente algo fácil, a Colmillo le costó un poco salir de ahí, alentado por los manotazos del motero queriéndose liberar de todo el peso extra. Finalmente, haciendo palanca con sus piernas, consiguió darle un culetazo a Nohlem para poder quitarlo de encima suyo y rodó fuera del grupo quedando espatarrado en el fresco suelo jadeando de la risa.
-Para la próxima me pido ser la puta cima de la montaña -jadeó contra el mármol, intentando poco a poco recuperar el aliento perdido.
Por desgracia no podían evitar más enfrentar la realidad que les esperaba de puertas para afuera y, tras encontrar un baño para los niños, se decidió volver de vuelta al torreón. Si bien el ambiente mientras se cambiaban siguió manteniendo el aire alegre que habían conseguido en el salón de baile, se podía notar perfectamente como el ánimo iba decayendo a medida que se acercaba el momento de salir. Szczenyak no podía juzgarlos por ello. Más teniendo en cuenta que probablemente él era el primero que sentía como la oscura realidad se cernía sobre ellos a cada minuto que pasaba. "Joder, ojalá pudieramos quedarnos aquí todo el año" pensó, pero en seguida descartó la idea. Tarde o temprano tendrían que salir, ya fuera a buscar a los que se habían quedado en el torreón o a por comida y, a pesar del uso indiscriminado que habían hecho del lugar, estaba claro que ahí vivía alguien y el vittya no creía que estaría en absoluto contento con tener un grupo de okupas como ellos.
Con cierta parsimonia y sintiendo como el peso del exterior cayendo sobre sus hombros poco a poco, Colmillo dejó en su lugar la ropa que había cogido prestada, pensando en lo incómodo y contento que se había sentido al llevar prendas tan reveladoras y tan poco propias de él, viendo bastante adecuado tener que dejarlas atrás junto al oasis de felicidad que habían construido en ese lugar. Y precisamente por eso no dijo nada al ver que algunos de sus compañeros, como Connor, Nohlem, Ethan y Damian, sí que habían decidido llevarse algo del lugar, ya fuera ropa, detalles para los que se habían quedado en el torreón o una maldita guitarra. Por mucho que él no se atreviera, entendía que quisieran conservar algo de la maravilla del palacio.
-Joder, espero que sí -le contestó a Damián, deseando contagiarse de su ánimo y entusiasmo, pero habiéndolo perdido todo en cuanto cruzó las puertas.
Con cansancio, el vittya volvió a la dinámica de salidas en grupo, alzando la mirada hacia los tejados de los edificios colindantes a la espera de las amenazas que pudieran surgir.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
09/03/24, 03:33 pm
Al no sonar serias hizo caso omiso a las quejas de Ania, pues tras la interrupción anterior un poquito de castigo era merecido. Nohlem se encogió de hombros, manos abiertas hacia arriba como si aún no entendiera el misterio con el que habían ido a desaparecer sus súbditos y no estuviera oyéndolos debajo suya, ni su trono vibrase como un terremoto. Los comentarios que hubo hacia su culo, no obstante, terminaron por romper una risa en él. No tanto que lo comparasen con un piano.
—¡Eh! ¿¡Cómo que cabrón orejón!? —miró en dirección a Damian con una ofensa para nada fingida. Sus orejas eran bien bonitas, y rectas en "sorpresa" quedaron al encontrar a los pequeños tirados en el piso, como si se hubieran materializado ahí por arte de magia—. Oh. ¡Ah, ahí estabais! ¿De dónde habéis salido?
El teatrillo se desmoronó -literalmente- cuando Connor y Ershcexeniak se revolucionaron debajo suya. Entre amenazas y muertes dramáticas Nohlem salió despedido hacia delante, a tiempo de simularlo con un poco de carrerilla para recuperar equilibrio. Al voltearse hacia ellos para ver como se ponían en pie tiró de su chaqueta, como si lo más molesto de aquello fueran las arrugas en su ropa.
—¡Habrase visto! ¡Durmiendo en presencia del príncipe! ¡Tengo un servicio lleno de flojos!
Y aunque bien está lo que bien acaba, comprendía que era difícil ver el fin de la excursión de esa forma. De no ser porque habían dejado a parte del grupo en la otra punta de la ciudad el varmano no se lo habría preguntado dos veces: el palacete era el refugio superior, y aunque temiera que al caer la noche algo extraño pudiese pasar dentro, como en tantos cuentos de hadas donde el paraíso no es lo que parece, le habría gustado arriesgarse a hacer de aquel sitio su nueva casa. Por lo pronto tenían que volver, pero con un poco suerte si lograban convencer a todos aquella no sería la última vez que lo pisasen. Por ello cuando recogió su arco o entró al vestidor para cambiar su piel de príncipe por la de mendigo, Nohlem no permitió que los pensamientos más deprimentes impregnasen lo bueno del día. Por una vez la balanza pesaba más del lado del optimismo, y lo había pasado demasiado bien para que la inminente realidad lo jodiese. Quizás envalentonado por la osadía de Connor a llevarse una jodida guitarra o que Damian quisiera llevarse su ropa, el granta hizo en parte lo mismo. Los recuerdos, si tangibles, eran un poquito mejores. Tenían muchísimos instrumentos y aún más ropa... ¿Qué era la desaparición de un traje entre tantos? O lo que es mejor, ¿unos tristes pantalones? Por ello, muy a pesar de haber sido partidario a dejar las cosas tal y como estaban como muestra de agradecimiento (y una pizca de miedo), una vez estuvo solo en los cambiadores se quedó con los pantalones buenos puestos, llevando los harapientos bajo el brazo.
Eso sí, su altísimo ánimo y la experiencia no era lo único que hacía llevadero el cielo pálido de fuera. Cada cierto tiempo y a la más mínima distracción Nohlem se descubría a sí mismo observando a Ethan, ansioso en su inconsciencia por hablar con él o simplemente estar en su ángulo de visión, conforme con lo que fuera. La promesa del juego hacía el futuro más brillante, un premio y un incentivo, y es que para él el teatrillo no se quedaba en el palacete.
—Vamos que si volveremos —respondió a Damian con ciega certeza—. Como si tenemos que escaparnos vuelvo aquí yo.
La vuelta la pasó tan ingenuamente feliz como un crío parlanchín, inmune a los suspiros y la tensión del resto como un perro que no ve más allá de su pelota.
—¡Eh! ¿¡Cómo que cabrón orejón!? —miró en dirección a Damian con una ofensa para nada fingida. Sus orejas eran bien bonitas, y rectas en "sorpresa" quedaron al encontrar a los pequeños tirados en el piso, como si se hubieran materializado ahí por arte de magia—. Oh. ¡Ah, ahí estabais! ¿De dónde habéis salido?
El teatrillo se desmoronó -literalmente- cuando Connor y Ershcexeniak se revolucionaron debajo suya. Entre amenazas y muertes dramáticas Nohlem salió despedido hacia delante, a tiempo de simularlo con un poco de carrerilla para recuperar equilibrio. Al voltearse hacia ellos para ver como se ponían en pie tiró de su chaqueta, como si lo más molesto de aquello fueran las arrugas en su ropa.
—¡Habrase visto! ¡Durmiendo en presencia del príncipe! ¡Tengo un servicio lleno de flojos!
Y aunque bien está lo que bien acaba, comprendía que era difícil ver el fin de la excursión de esa forma. De no ser porque habían dejado a parte del grupo en la otra punta de la ciudad el varmano no se lo habría preguntado dos veces: el palacete era el refugio superior, y aunque temiera que al caer la noche algo extraño pudiese pasar dentro, como en tantos cuentos de hadas donde el paraíso no es lo que parece, le habría gustado arriesgarse a hacer de aquel sitio su nueva casa. Por lo pronto tenían que volver, pero con un poco suerte si lograban convencer a todos aquella no sería la última vez que lo pisasen. Por ello cuando recogió su arco o entró al vestidor para cambiar su piel de príncipe por la de mendigo, Nohlem no permitió que los pensamientos más deprimentes impregnasen lo bueno del día. Por una vez la balanza pesaba más del lado del optimismo, y lo había pasado demasiado bien para que la inminente realidad lo jodiese. Quizás envalentonado por la osadía de Connor a llevarse una jodida guitarra o que Damian quisiera llevarse su ropa, el granta hizo en parte lo mismo. Los recuerdos, si tangibles, eran un poquito mejores. Tenían muchísimos instrumentos y aún más ropa... ¿Qué era la desaparición de un traje entre tantos? O lo que es mejor, ¿unos tristes pantalones? Por ello, muy a pesar de haber sido partidario a dejar las cosas tal y como estaban como muestra de agradecimiento (y una pizca de miedo), una vez estuvo solo en los cambiadores se quedó con los pantalones buenos puestos, llevando los harapientos bajo el brazo.
Eso sí, su altísimo ánimo y la experiencia no era lo único que hacía llevadero el cielo pálido de fuera. Cada cierto tiempo y a la más mínima distracción Nohlem se descubría a sí mismo observando a Ethan, ansioso en su inconsciencia por hablar con él o simplemente estar en su ángulo de visión, conforme con lo que fuera. La promesa del juego hacía el futuro más brillante, un premio y un incentivo, y es que para él el teatrillo no se quedaba en el palacete.
—Vamos que si volveremos —respondió a Damian con ciega certeza—. Como si tenemos que escaparnos vuelvo aquí yo.
La vuelta la pasó tan ingenuamente feliz como un crío parlanchín, inmune a los suspiros y la tensión del resto como un perro que no ve más allá de su pelota.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Palacete
09/03/24, 07:08 pm
Los ojillos de la polaca se entrecerraron con sumo gozo a cada acción de sus amigos, como si hubiera probado la pócima de la felicidad y la estupidez y ahora no pudiera parar de reír y sonreír como una idiota suspendida en una nube de la que no quería descolgarse. Se trataba del melodramatismo de Ethan allí tirado en el suelo y con la lengua fuera, de las amenazas del guardia real y sus manotazos a diestro y siniestro, de las carcajadas de Rick que tan bien le sentaban y por supuesto de la actuación de Nohlem; casi le daba un poquito de coraje que la hubiera reducido a súbdita y en su papel de poseedor del trono hubiera ignorado sus bromas.
Pero como bien sabía toda obra de teatro y juego llegaba a su fin, así que junto a Damian y el medio japonés se dispuso a encontrar un baño para hacer sus urgentes necesidades, para después abandonar con diligencia todo rastro de maquillaje en su cara ya que la mezcla de potingues con el sudor empezaba a ser molesto. Por último colocó el vestido a dónde pertenecía, no es que viera con malos ojos a los que decidieron portar algo hacia el torreón, más bien en su cabeza tenía tan claro que iban a volver que no le veía mucho sentido cargar con algo tan grande y pesado. Además, una parte de ella temía que el dueño de aquel sitio enorme echara en falta ciertas prendas cuando regresara su hogar. Porque estaba claro que era un lugar habitado. ¿Cómo iba a mantenerse tan limpio si no? ¿Había escobas y plumeros flotantes que lo dejaban todo como los chorros del oro al igual que la orquesta tocaba sus sinfonías?
Todas las preguntas tendrían sus respuestas, más adelante, suponía. De momento tenía que conformarse con deshacerse de Ania y volver a ser Aniol. El cambio no era tan diferente de lo esperado pero una parte del pequeño echaba de menos sentirse como una princesa a la que todos halagaban. Ahora vestía harapos sucios y descoloridos, pero tampoco estaba mal sentirse poco importante en unas callejuelas en las que llamar la atención era lo indeseado.
—Adiós palacito —se despediría con un gesto de la mano y aún atrapado en la vorágine de notas musicales y faldas de tul que ya quedaban a su espalda. En su lugar la mayoría de los presentes había abandonado su papel de la realeza para pasar a un tono más alerta y sosegado—. No nos esperes despierto.
Se preguntó si hacía falta regresar allí para volver a ver a Ania a través de un espejo.
Sigue en Torreón Sendar.
Pero como bien sabía toda obra de teatro y juego llegaba a su fin, así que junto a Damian y el medio japonés se dispuso a encontrar un baño para hacer sus urgentes necesidades, para después abandonar con diligencia todo rastro de maquillaje en su cara ya que la mezcla de potingues con el sudor empezaba a ser molesto. Por último colocó el vestido a dónde pertenecía, no es que viera con malos ojos a los que decidieron portar algo hacia el torreón, más bien en su cabeza tenía tan claro que iban a volver que no le veía mucho sentido cargar con algo tan grande y pesado. Además, una parte de ella temía que el dueño de aquel sitio enorme echara en falta ciertas prendas cuando regresara su hogar. Porque estaba claro que era un lugar habitado. ¿Cómo iba a mantenerse tan limpio si no? ¿Había escobas y plumeros flotantes que lo dejaban todo como los chorros del oro al igual que la orquesta tocaba sus sinfonías?
Todas las preguntas tendrían sus respuestas, más adelante, suponía. De momento tenía que conformarse con deshacerse de Ania y volver a ser Aniol. El cambio no era tan diferente de lo esperado pero una parte del pequeño echaba de menos sentirse como una princesa a la que todos halagaban. Ahora vestía harapos sucios y descoloridos, pero tampoco estaba mal sentirse poco importante en unas callejuelas en las que llamar la atención era lo indeseado.
—Adiós palacito —se despediría con un gesto de la mano y aún atrapado en la vorágine de notas musicales y faldas de tul que ya quedaban a su espalda. En su lugar la mayoría de los presentes había abandonado su papel de la realeza para pasar a un tono más alerta y sosegado—. No nos esperes despierto.
Se preguntó si hacía falta regresar allí para volver a ver a Ania a través de un espejo.
Sigue en Torreón Sendar.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
13/03/24, 05:40 pm
Casi un año después y la magia seguía siendo increible. Un hechizo bastaba, tan cerca y evidente y a la vez tan invisible.
Bien visto no es que eso hubiera cambiado mucho.
Puede que siempre le hubieran estado destinados sus poderes. Hasta entonces habían sido motivo de orgullo, no la avergonzaban, pero… pensar que apenas se estaba dando cuenta ahora. La orgullosa dama Efímera apenas era una mancha en la vida de otros.
El mismo edificio que la había visto reir y sangrar presenciaba en ese instante algo mucho más complejo y sutil, algo que ni ella sabía encajar. Con la despedida llegó el silencio y con el silencio la tormenta. Sin voces ni instrumentos se había quedado sola con sus propios pensamientos, tan ruidosos como la música que había llenado las estancia minutos atrás y tan mudos que tenían peso propio. Era contradictorio. La cercanía y la distancia, la angustia y el alivio, la nostalgia y los celos. ¿Quién en su sano juicio tendría envidia de un no-transformado? Bueno, pues ella era esa idiota. Puede que a Nohlem le quedasen unos meses infernales por delante, puede que ya hubieran enterrado a alguien y sufrido una suerte de 77 en miniatura de pico y pluma, pero ahí, en ese mismo salón de baile donde tan ancho le había visto bailar, Kahlo solo pensaba en la otra cara de la historia. Tantas veces donde ella se escondía mientras él brillaba.
No era como él ni necesitaba serlo, pero ahí había estado su hermano para recordarle todas y cada una de sus diferencias, empezando por su facilidad para hacer conexiones, incluso en un grupo cuya disparidad parecía mayor que en su caso. ¿Cómo es que hasta en eso tenía tanta suerte? ¿De dónde augurios salía toda esa química?
Eran pocos a los que ella pudiera considerar amigos, y había sido una cuestión de suerte y tiempo. Fleur, Adam, Lethe, Amira, Chromsa… y de uno a otro había unos escalones tremendos. No es que la granta quisiera que hablasen de su culo o tirarse al suelo con ellos para hacer una torre, pero que no fuera siquiera una posibilidad dolía. ¿Y si en el fondo sí que quería? ¿Y si hasta ella, fina y elegante, ansiaba un poco de esa tonta naturalidad? Apreciaba ir, por una vez, un paso por delante de su hermano, haber salido de su sombra para florecer con nueva luz y tener todo un año de ventaja, pero a la vez se lamentaba por no haber caido en “la misma clase”, por no haber sido cosechados juntos. Era dificil saber si le apenaba por envidia egoista o añoranza.
Con las alas y el pesar como capa, Kahlo vagó hasta la sala de instrumentos. Recorrió vagamente los bordes del piano con la yema de los dedos y se sentó en el banco, imaginando a su hermano al lado. Se arrepentía de no haber llamado su atención cuando tuvo la oportunidad, y es que apenas había tenido tiempo de estar solo y eso también decía mucho del grupo. Había tocado una canción de su infancia, una que con el tiempo casi había olvidado, pero no había podido acompañarle como antaño. Incluso si sospechaba la respuesta, se preguntaba si Nohlem también la habría echado en falta con el sonido de su flauta.
Con una sola mano, la mecánica, presionó las notas que daban forma al estribillo, con la lentitud y la inseguridad de quien se sabe algo de memoria y no porque realmente lo sepa.
Bien visto no es que eso hubiera cambiado mucho.
Puede que siempre le hubieran estado destinados sus poderes. Hasta entonces habían sido motivo de orgullo, no la avergonzaban, pero… pensar que apenas se estaba dando cuenta ahora. La orgullosa dama Efímera apenas era una mancha en la vida de otros.
El mismo edificio que la había visto reir y sangrar presenciaba en ese instante algo mucho más complejo y sutil, algo que ni ella sabía encajar. Con la despedida llegó el silencio y con el silencio la tormenta. Sin voces ni instrumentos se había quedado sola con sus propios pensamientos, tan ruidosos como la música que había llenado las estancia minutos atrás y tan mudos que tenían peso propio. Era contradictorio. La cercanía y la distancia, la angustia y el alivio, la nostalgia y los celos. ¿Quién en su sano juicio tendría envidia de un no-transformado? Bueno, pues ella era esa idiota. Puede que a Nohlem le quedasen unos meses infernales por delante, puede que ya hubieran enterrado a alguien y sufrido una suerte de 77 en miniatura de pico y pluma, pero ahí, en ese mismo salón de baile donde tan ancho le había visto bailar, Kahlo solo pensaba en la otra cara de la historia. Tantas veces donde ella se escondía mientras él brillaba.
No era como él ni necesitaba serlo, pero ahí había estado su hermano para recordarle todas y cada una de sus diferencias, empezando por su facilidad para hacer conexiones, incluso en un grupo cuya disparidad parecía mayor que en su caso. ¿Cómo es que hasta en eso tenía tanta suerte? ¿De dónde augurios salía toda esa química?
Eran pocos a los que ella pudiera considerar amigos, y había sido una cuestión de suerte y tiempo. Fleur, Adam, Lethe, Amira, Chromsa… y de uno a otro había unos escalones tremendos. No es que la granta quisiera que hablasen de su culo o tirarse al suelo con ellos para hacer una torre, pero que no fuera siquiera una posibilidad dolía. ¿Y si en el fondo sí que quería? ¿Y si hasta ella, fina y elegante, ansiaba un poco de esa tonta naturalidad? Apreciaba ir, por una vez, un paso por delante de su hermano, haber salido de su sombra para florecer con nueva luz y tener todo un año de ventaja, pero a la vez se lamentaba por no haber caido en “la misma clase”, por no haber sido cosechados juntos. Era dificil saber si le apenaba por envidia egoista o añoranza.
Con las alas y el pesar como capa, Kahlo vagó hasta la sala de instrumentos. Recorrió vagamente los bordes del piano con la yema de los dedos y se sentó en el banco, imaginando a su hermano al lado. Se arrepentía de no haber llamado su atención cuando tuvo la oportunidad, y es que apenas había tenido tiempo de estar solo y eso también decía mucho del grupo. Había tocado una canción de su infancia, una que con el tiempo casi había olvidado, pero no había podido acompañarle como antaño. Incluso si sospechaba la respuesta, se preguntaba si Nohlem también la habría echado en falta con el sonido de su flauta.
Con una sola mano, la mecánica, presionó las notas que daban forma al estribillo, con la lentitud y la inseguridad de quien se sabe algo de memoria y no porque realmente lo sepa.
- ♪♫♬:
Página 39 de 39. • 1 ... 21 ... 37, 38, 39
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.