Ruinas de Margalar

Dejo a Emily y a Aníbal en el suelo del primer piso lo más cómodos que puedo dejarles. Estoy sola, por lo que decido armarme hasta los dientes por lo que pueda pasar. Las dos espadas que llevo a la espalda me las cuelgo del cinto. Me aseguro de que los cuchillos están dentro de mis botas, así que saco el arco y el carcaj de la bolsa que me la cuelgo de la espalda. Les dejo al lado a mis compañeros la bolsa con las armas y otra bolsa con la comida. Cojo algo de fruta y me asomo por lo queda de las ventanas del primer piso y pienso en lo que voy a hacer.


(SIGUE EN LA PLAZA DE LAS COLAESPINAS)

Cuando llegan a las ruinas los compañeros de Abi entran en pánico al verla. Cain y Norou tratan de explicarles la situación lo mejor que pueden y ayudan a llevar a la chica a una de las habitaciones, donde la acomodan. Cuando se despiden, Norou propone ir al río. No era tan mala idea...

(sigue en el río)

Me despierto y voy a ver como está Abi. Sin cambios de momento.
Cuando vino con los otros dos y vi como se encontraba, me puse muy nervioso, pero no parece en peligro inmediato.
Empiezo a entrenarme. Necesito estar a punto para defender a mi pequeño grupo.
Como parece que todo está tranquilo, salgo de las ruinas y me encamino al burdel de la otra vez.
(SIGUE EN EL BURDEL DE DAMA ESPANTO)

Me despierto tras varios días inconsciente. Casi he preferido estar en ésta situación. Veo que Aníbal no está y espero que haya ido a por medicinas sino cuando vuelva tal vez no me encuentre muy contenta. No puedo evitarlo, pero lo de las piernas empeora mi humor. Me tumbo boca abajo y giro la cabeza. Me saco el cuchillo de la bota y me descalzo y también me remando el pantalón hasta la rodilla. Con el cuchillo consigo en mi mano consigo tirar una silla medio rota y la pongo no muy lejos para poder recuperar el cuchillo y lo tiro contra la silla, al menos así estaré entretenida un rato.
Al poco me aburro y estiro mi mano para llegar a la cesta pero no termino de llegar.
- ¿Emily? - pregunto. Sin respuesta, debe de estar dormida.
Al final lo dejo por imposible, no puedo levantarme, no tengo fuerzas. Y con verme como estoy se me van las ganas de comer y sigo tirando el cuchillo a la silla y recuperándolo.

Llego a las ruinas y entro. Me dirijo a la habitación de Abi y veo que se ha despertado.
-Buenas tardes, dormilona.-saludo, sonriendo-. ¿Cómo te encuentras?
Vuelvo a echarle un vistazo a las piernas. Quiero asegurarme de que no empeora.

Recojo por enésima vez el cuchillo de la silla y lo clavo en el suelo. Me apoyo en él para darme la vuelta.
- Buenas, pues no sé si peor o mejor... ya he llegado a un punto en que he dejado de sentir - le respondo - ¿has traido algo?

Asiento. Le echo otro vistazo para asegurarme.
-He ido a una biblioteca y he traido este libro...-digo, sentándome a su lado. Lo abro-. Es de enfermedades, así que igual encontramos algo relacionado con lo tuyo...

- Lo mio es una infección - le respondo poniendo los ojos en blanco - y sigo sin entenderlo yo fui la que menos expuesta estuvo a la ballena...

Me encojo de hombros.
-Igualmente, si encontramos algo útil en el libro, mejor...Y en cuanto la ballena...ni idea, Abi. Pero hay gente que es más propensa a infectarse que otros...igual es eso...no lo sé.-digo, algo desanimado.

- ¿Me estás diciendo que soy propensa a enfermar? - le digo aún con el cuchillo en mano - ¿me estás llamando...? - empiezo pero me corto.
Apoyo la cabeza contra el suelo y me pongo un brazo encima de la cara.
- Déjalo...aprovecha tus piernas y vete.

La miro, triste.
-No, Abi. He dicho una posibilidad. Puede que sea eso, pero puede que en realidad no sea culpa de la ballena...puede que haya sido un bicho de rocavarancolia...y mil posibilidades más...
Cuando me dice que me vaya, niego con la cabeza.
-Ni hablar. Este mal trago lo pasarás conmigo. No voy a dejar que te quedes sola enferma. Estaré contigo el tiempo que haga falta hasta que te cures...-le acaricio el pelo.

- Ya he estado muchas veces sola, mucha gente me ha dejado sola y sigo aquí - le respondo - no te sientas atado conmigo porque no hay ninguún tipo de ligadura, además te puedo contagiar.. y me niego a quedarme más tiempo en cama por haberte contagiado - suelto esto enfadada.
Intento levantarme pero no tengo fuerzas, así que con lo brazos consigo medio incorporarme y apoyo la cabeza contra la pared. Agarro el palo que aún no me he separado de él y con el cuchillo le quito las asperezas intentando evadirme y que Aníbal se de cuenta de que no estoy de humor, y que cada día que estoy tumbada tengo peor genio.

Muevo la cabeza.
-Abi, por muy acostumbrada que estés a estar sola, en momentos como este necesitas compañía...y no me siento atado a ti, si me quedo es porque quiero...
Sin embargo, tiene razón en lo del contagio. Por ese motivo, me alejo un poco, pero no demasiado. lo suficiente para dejarle espacio.
-Si necesitas algo, estoy aquí.

Veo como a pesar de lo que me dice se separa un poco y levanto una ceja mientras hago por analizar la situación.
- ¿Sabes lo que quiero? - le digo mientras tiro el palo al suelo - quiero salir de estas estúpidas ruinas, quiero dejar de tener ésta infección, quiero que esta ciudad se vaya al infierno, quiero irme de aquí... a mi casa... allí no me encontraba a nadie pero por lo menos no me encontraba bichos raros - termino de decir todo esto y me miro la mano, sopesando lo que he dicho parece ser que tengo toda la razón para quejarme.
En mi mano derecha está el anillo de mi madre, su anillo. Retiro la mirada y suspiro.
- Perdón... no estoy de buen humor, quiero comer, pero con lo que tengo ya se me ha ido el hambre... además se me está yendo la fuerza de los brazos de moverme tan poco.

-No eres la única que desea no estar aqui...-digo en voz baja-. Y no te preocupes, es normal estar de este humor cuando estás enfermo por algo de lo que no conocemos cura...
La miro, alarmado por lo que me dice.
-Pues tienes que moverte y comer. Si no lo haces, si no comes, te arriesgas a que la infección se extienda y te falten más energías para moverte...voy a prepararte algo de comer.
Antes de salir de la habitación, le revuelvo el pelo. Una vez fuera, me dirijo a las cestas de comida. Aún queda comida, pero decido que dentro de dos dias iré a coger algo más de comer.
Empiezo a preparar unos pedazos de carne. No es que se me dé muy bien cocinar, pero me salen decentes. Se los llevo a Abi junto con unas piezas de fruta.
-Ala, come. Y no quiero que dejes nada, ¿entendido?-digo, interpretando a la figura paterna.

Le miro con un mohín en la cara como me va a preparar algo de comer. Me revuelve el pelo y me lo echa hacia delante. Todo el mundo me revuelve el pelo, que manía... pero sonrío porque me trae recuerdos. Entonces me doy cuenta de que tengo el pelo más largo de lo que lo tenía hacia varios días.
- Pues si que ha crecido rápido - digo por lo bajo quitándole importancia. Me hago una trenza y listo. En eso entra Aníbal, no le digo nada por lo que se pueda creer que hablo sola.
Me trae comida, y parece que la ha preparado él.
- Imposible... Aníbal cocinando, ver para creer - le digo de guasa mientras cojo lo que me ofrece.
Empiezo a comer algo de fruta, pequeños mordiscos, no tengo mucha hambre.
- ¿Y si no me lo como todo qué vas a hacer? - le digo mientras le miro de reojo.

La miro con un brillo divertido en los ojos.
-Tú come...que si no lo haces vas a obligarme a meterte la comida en la boca.
Observo que se ha hecho una trenza.
-Te queda bien.-digo, algo distraido.
La miro fingiendo sorpresa.
-¿Te creías que no sé cuidar de mis compañeros? Qué mal concepto tienes de mí...-digo. Intento disimular una sonrisa, pero no lo consigo.