Ruinas de Margalar

Muevo la cabeza.
-Abi, por muy acostumbrada que estés a estar sola, en momentos como este necesitas compañía...y no me siento atado a ti, si me quedo es porque quiero...
Sin embargo, tiene razón en lo del contagio. Por ese motivo, me alejo un poco, pero no demasiado. lo suficiente para dejarle espacio.
-Si necesitas algo, estoy aquí.

Veo como a pesar de lo que me dice se separa un poco y levanto una ceja mientras hago por analizar la situación.
- ¿Sabes lo que quiero? - le digo mientras tiro el palo al suelo - quiero salir de estas estúpidas ruinas, quiero dejar de tener ésta infección, quiero que esta ciudad se vaya al infierno, quiero irme de aquí... a mi casa... allí no me encontraba a nadie pero por lo menos no me encontraba bichos raros - termino de decir todo esto y me miro la mano, sopesando lo que he dicho parece ser que tengo toda la razón para quejarme.
En mi mano derecha está el anillo de mi madre, su anillo. Retiro la mirada y suspiro.
- Perdón... no estoy de buen humor, quiero comer, pero con lo que tengo ya se me ha ido el hambre... además se me está yendo la fuerza de los brazos de moverme tan poco.

-No eres la única que desea no estar aqui...-digo en voz baja-. Y no te preocupes, es normal estar de este humor cuando estás enfermo por algo de lo que no conocemos cura...
La miro, alarmado por lo que me dice.
-Pues tienes que moverte y comer. Si no lo haces, si no comes, te arriesgas a que la infección se extienda y te falten más energías para moverte...voy a prepararte algo de comer.
Antes de salir de la habitación, le revuelvo el pelo. Una vez fuera, me dirijo a las cestas de comida. Aún queda comida, pero decido que dentro de dos dias iré a coger algo más de comer.
Empiezo a preparar unos pedazos de carne. No es que se me dé muy bien cocinar, pero me salen decentes. Se los llevo a Abi junto con unas piezas de fruta.
-Ala, come. Y no quiero que dejes nada, ¿entendido?-digo, interpretando a la figura paterna.

Le miro con un mohín en la cara como me va a preparar algo de comer. Me revuelve el pelo y me lo echa hacia delante. Todo el mundo me revuelve el pelo, que manía... pero sonrío porque me trae recuerdos. Entonces me doy cuenta de que tengo el pelo más largo de lo que lo tenía hacia varios días.
- Pues si que ha crecido rápido - digo por lo bajo quitándole importancia. Me hago una trenza y listo. En eso entra Aníbal, no le digo nada por lo que se pueda creer que hablo sola.
Me trae comida, y parece que la ha preparado él.
- Imposible... Aníbal cocinando, ver para creer - le digo de guasa mientras cojo lo que me ofrece.
Empiezo a comer algo de fruta, pequeños mordiscos, no tengo mucha hambre.
- ¿Y si no me lo como todo qué vas a hacer? - le digo mientras le miro de reojo.

La miro con un brillo divertido en los ojos.
-Tú come...que si no lo haces vas a obligarme a meterte la comida en la boca.
Observo que se ha hecho una trenza.
-Te queda bien.-digo, algo distraido.
La miro fingiendo sorpresa.
-¿Te creías que no sé cuidar de mis compañeros? Qué mal concepto tienes de mí...-digo. Intento disimular una sonrisa, pero no lo consigo.

Sigo dando mordiscos a la fruta y a ratos a la carne.
- ¿Meterme la comida en la boca? - pongo los ojos en blanco - A lo que estamos llegando, Aníbal - le digo entre risas - puede que te lleves un mordisco... luego analizarás de que tipo: si cariñoso, infeccioso o vete a saber que más.
Me termino de comer y me chupo los deditos despacio. Al final siq ue tenía hambre.
- Gracias - le digo al comentario de la trenza - me ha crecido más que de costumbre.
- Sí puede que tenga mal concepto...

Sonrío al ver que se acaba la comida.
-¿Ves como sí que tenías hambre? Si ya lo sabía yo...
La miro, simulando estar asustado.
-¿Que me morderás? no se va por ahi mordiendo a la gente...está mal...-la reprendo entre risas.
-Y por qué tienes mal concepto de mí? ¿En qué te basas?

- Sí es verdad, tenías razón... tengo que aprender a hacerte caso de vez en cuando - añado.
Hago un intento por reprenderlo, pero no consigo levantarme así que le miro de reojo con reproche en la mirada.
- Puedo morder a quién quiera - le respondo mientras le enseño la lengua como si fuera una niña pequeña, luego sonrío.
- Te has vuelto muy paternal... - me quejo.
- Pues no sé ...

Cuando me saca la lengua, hago un mohin.
-Anda que...yo me desvivo por cuidarte y tú me sacas la lengua...-muevo la cabeza.
Sonrío.
-Sí, te irá mejor si me haces caso.-bromeo-. Y en lo de paternal...qué quieres que le haga, soy así. Estás enferma y yo te cuido.
Me siento a su lado.

- Ya ves - le digo ante su comentario - Jojojo *Macho Alpha ON*, eh?? - respondo riendo.
Veo como se siente a mi lado y le coy un pequeño golpe en el hombro.
- Aléjate que te voy a contagiar...

Suelto una carcajada.
-Siempre lo tengo activado...
Cuando me golpea en el hombro, la miro, serio.
-¿Sabes? No me importa contagiarme...ahora mismo, sólo me importa estar aquí, cuidandote.

Hago que toso falsamente.
- Pues te voy a contagiar - le respondo - luego cuando te veas lechuga no te quejes.
Me miro las piernas de reojo y acabo por bajar el pantalón de dónde lo tenía arrugado. Prefiero verme solo los pies que la pierna así.
- Así que el modo alpha siempre lo tienes activado... ¿por quién o quienes? - le pregunto picarona - ¿algo más en estado "on"? - le digo riendo intentando relajar el ambiente y olvidarme de la infección.

La miro, sonriendo.
-Me parece que lo del modo macho alfa sabes bien por quién va...
Cuando menciona otros modos "on", prefiero no arriesgarme a malpensar...
-No, de momento todo está apagado o fuera de cobertura...
Me encojo de hombros.
-No pienso quejarme si me contagio...

Pongo los ojos en blanco y me rio.
- Me da a pensar, sí... - contesto - pues si te dejas contagiar eres tonto - respondo - además, pensé que estabas pensando una manera de curarme... si caes enfermo no me servirás de nada - respondo mientras le doy otro golpecito en el hombro.

Me encojo de hombros y pongo cara de fastidio, pero termino apartándome.
-Bueeeno, lo que tú digas...
Parece que está más animada.
-Otra cosa en que yo tenía razón...la compañía te va bien.-le digo-. ¿Por qué nadie me hace caso?-pregunto al aire.

- Porque te pones muy mandón - le digo entre risas - además sabes que lo que te digo es verdad.
Cojo el cuchillo del suelo y vuelvo a mi tiro improvisado.

Me siento en un extramo de la habitación y me quedo observandola.
-Ni enferma paras de entrenar, ¿eh? Sí que tenías fuerzas, después de todo...
La miro con reproche fingido.
.¿Mandón? ¿Yoo? ¡Imposible!