Torreón Maciel (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.

Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.

Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.

-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.

El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.

Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.

Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.

-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.

La llegada a la mesa de R.R, junto con un ballesta y mas sus palabras de que allí abajo había una armería, fue suficiente para D.L, echaría un vistazo después de comer y antes de busca un sitio donde dormir, nunca estaba de mas ir armado. Y menos en ese sitio, que parecía que de un momento a otro algo se te echaría encima para cortarte en trocitos. Cosa que le confirmo el propio R.R a su manera al sacar aquellos cráneos que le impresionaron un poco, cogiendo uno con evidente curiosidad al ver la marcas de mordiscos, con un leve escalofrió ante la obvia realidad de que ese en algún momento tuvo músculos y piel…que estaba vivo.

-Parecen dientes de sierra, como lo de los Savras- comente mirando la marca de dientes de uno de los cráneos, mientras comía con la otra mano como si nada. ¿Impresionarle? Si lo hacía, pero tenía la evidente impresión que se encontrarían cosas peores en aquel sitio-No creo que las cosas de allá arriba tengan estos dientes…-añadió no del todo convencido tras escuchar las palabras de Shizel, porque tampoco tenía mucha idea de que clases de criaturas podría haber en Rocavarancolia, sin hacer mucho caso a las palabras insultantes directas e indirectas que se lanzaba entre R.R y Shizel.

-Deberíamos enterrarlos mañana o algo, no tengo mucha idea de funerales…pero no creo que el tener huesos antropomórficos apilados en la plaza sea buena idea…capaz atraiga a algún bicho come huesos – menciono D.L sin más dejando de nuevo el cráneo sobre la mesa, notando como Saren se iba finalmente a acostarse seguido de Shizel que se fue no mucho después. D.L tras terminar de cenar llevo su plato a la cocina, para luego salir y dirigirse a las mazmorras con una antorcha, dispuesto a hacerse con alguna arma parte de su cuchillo antes de acostarse. Tras algunos minutos observando todas las armas, sopesándolas y asegurándose de poder maniobrar con ellas, termino cogiendo un par de dagas que se guardo en las botas militares que llevaba, unos cuchillos lanzadores a los que tuvo que hacerles un apaño rápido para sujetárselos al cinturón y un par de protectores para el brazo hechos de malla metálica que parecían hecho de un metal suave y resistente que no pesaba demasiado. Tardo más en encontrarlo, pero finalmente consiguió hacerse con una katana enfundada que parecía ser quebrable, pero que en contraste era realmente firme a pesar de no estar del todo afilada, algo a lo que ya se encargaría al día siguiente. Tras armarse y con un sueño incontenible tras haberse pasado todo el día corriendo, decidió a subir finalmente arriba, viendo a algún que otro aun allí.

-Hay casi de todo allí abajo, eso si la mayoría están desafiladas…en fin, me largo a dormir – anuncio con sueño, haciendo un gesto y subiendo arriba encontrándose las habitaciones separadas de Shizel y Saren, sin ganas de ponerse a pensar entro en la habitación de Saren, por ser la más cercana, viendo las camas con una ceja alzada, sacudiendo las sabanas a conciencia y mirando bajo estas para no encontrarse posibles sorpresitas. Lo máximo que había por allí era polvo….y un vestido un tanto de un extraño azul y de un material firme, recordándole al látex con una cantidad de polvo inmensa- Alguien perdió esto…o fue comido…- dijo D.L para si mismos sacando el vestido de debajo de la cama sacudiéndolo con una mano- Capaz a alguno de los peques que nos acompaña, le está bien y todo-comento con diversión dejándolo a un lado, ya que un armario tomo su atención, mirándolo con desconfianza acercándose para ver que no había anda raro allí escondido, para su sorpresa había ropa, diversa cantidad de ropa bastante extrañas algunas de ellas-Al menos tendremos algo para cambiarnos en caso de necesitarlo, supongo- comento acercándose a un baúl que había también por allí abriéndolo y comenzando a toser ante la nube del polvo que se levanto. Viendo que en ese baúl también había algunas que otras prendas algunas coloridas y otras realmente sobrias, también había alguna prácticamente rota. Suspiro tosiendo y cerrando el baúl, al día siguiente con más calma miraría todo aquello.

-Muero de sueño..- murmuro bostezando, acercándose a la cama más cercana sacudiendo la sabana una última vez y sin ganas alguna de cambiarse se dejo caer sobre la cama cuan largo era, ya lo haría al día siguiente tras un buen baño…, no tardando mucho en dormirse por la falta de energías con la mano firmemente colocada sobre su cuchillo, agradeciendo el tener un sueño ligero.

Después de una larga caminata cargando con la cesta, que cada vez parecía pesar más y más, llegamos al torreón.


Una vez en la entrada por fin me pude hacer una idea de lo grande que era el torreón, se elevaba alto y en su parte superior yacía lo que parecía un enorme esqueleto en el que revoleteaban cientos de aves negras. Una de ellas pareció devolverme la mirada cosa que me hizo sentir algo tan extraño que seguí a los demás casi a tropezando con cada paso.
Una vez dentro dejo la cesta de inmediato y recupero un poco el aliento. Es muy similar a las mazmorras: oscuro, sucio, húmedo y ruinoso. Pero parece ser de lo mas acogedor que Rocavarancolia podía ofrecernos por ahora.


Ahora que tengo tiempo me fijo mejor en el grupo a parte de Saren hay otro con la piel plateada pero tienen personalidades bastante distintas.


Saren dispone una mesa y la sirve con comida que contenía las cesta, antes de comer ayudo en lo que puedo y como junto a ellos. El Pelirojo vino armado y parecía bastante animado, sin perder sus refunfuñes que lo caracterizaban, al fin se descubrió la cara y era exactamente como me la imaginaba, una cara fiera. Fiereza una de las cosas que yo debía conseguir fuera cual fuera el precio.


Después de comer di las gracias y asentí al comentario de limpiar de Saren, luego seguí a este a una habitación, Me quito el anorak, me acuesto en una de las camas libres y me tapo con mi anorak.


Después de este día necesitaba dormir, mañana debía ser más fuerte, al fin y al cabo para algo se había convertido en un traidor, para ser más fuerte.

RR comió tranquilamente, sin inmutarse ante aquel intento de insulto por parte de Shizel. Había vivido toda su vida en las zonas rojas de F.O.N.E.R.A, incluso en las alcantarillas. Había hablado y discutido con auros, savras e incluso con alguna blatta. Los auros en particular eran los más imaginativos en cuanto a agravios y maldiciones, con improperios soeces y brutales heredados de padres furibundos a hijos rabiosos. Por aquel entonces había entendido mínimamente su lengua, y sabía que constaba de apelativos groseros e hirientes capaces de helarle la sangre a uno. Para colmo, los tenían a montones. En comparación con aquello, la increpación del muchacho azul era tan hiriente cómo un par de azotes con cordones de zapatos.

-Ahá, sí. Muy interesante. Cómo son peligrosos vas a subir ahí y vas a echarlos a todos, cuando nos superan en proporción a veinte a uno, cómo poco, son capaces de volar y en terreno abierto. ¿A ti te echaron alcohol en la probeta, chavalín? Tengo mejores cosas en las que invertir mi tiempo que en el suicidio. Aunque, si lo ves conveniente, puedo untarme con la grasa del filete y tumbarme desnudo allí en medio, no vaya a ser que los pobres se tengan que esforzar demasiado en descuartizarme. En fin. Igualmente, no han resultado agresivos con nosotros, y tengo la sensación de que no ha sido porque no nos hayan visto. Quizás sean pasivos. Igualmente, creo que mañana la cosa se aclarará. Muy buena la cenar, reitero, camarada. Si me disculpáis…

Tras decir aquello, tomó su ballesta, su mochila y el cuchillo y el tenedor con el que había comido, y se retiró escaleras arriba, dejando los cráneos sobre la mesa. No tenía muy claro cual era el problema de tenerlos allí.

Subió tan rápido cómo pudo hasta la cuarta y última habitación, en la que entró rápidamente. Tomó una de las camas y le arrebató las sábanas. El somier de aquel material marrón y fibroso lo arrastró hasta la puerta, contra la cual lo apoyó en ángulo, bloqueándola. Podría llegar a abrirse si se ponía empeño, pero no sin provocar el estruendo suficiente cómo para despertarle y darle un margen de tiempo precioso para prepararse. Seguidamente, corrió hacia la ventana y entornó su correspondiente contraventana del mismo material fibroso, dejando que pasara la luz, no sin antes clavar en el marco de esta una escarpia, por la que pasó un poco de hilo que luego ató al pomo. En el borde del marco, en cambio, ató firmemente los cubiertos, de forma que, en caso de que alguien intentase hacer más grande la abertura de la ventana, estos funcionaran a modo de campana de alarma, y su sonido metálico lo despertara. Y RR tenía un sueño condenadamente ligero.

Tras esto, y tras tener toda la estancia convenientemente iluminada por velas, tomó la sábana de la cama movida y la metió bajo la de la cama contigua a la suya, asemejando así el bulto de una persona durmiendo dentro, y tras cargar su ballesta y colocarla convenientemente colgada y lista detrás del cabecero, escondida, se tapó hasta la cabeza, esperando conciliar el sueño. Pero, aun intranquilo, no pudo más que guardar un cuchillo bajo la almohada, al que se aferró fuertemente antes de dormirse.

El amanecer llego a Rocavarancolia y paso de largo, al menos para D.L, que se encontró despertándose cuando ya que aquella "esfera" en lo alto estaba completamente fuera, a juzgar por la luz que entraba tenuemente por una de las ventanas a medio cerrar. Soñoliento se paso las manos por el cabello, levantándose de la cama y mirando alrededor sin darse mucha cuenta de si el resto de durmientes seguían allí o no, tenía bastante con saber que todo el desquiciante día anterior no había sido una pesadilla.

-Al menos dormí pacíficamente…a saber cuántas veces podre hacerlo mientras permanezcamos aquí…- murmuro para si mismo bostezando y agarrando su katana y su cuchillo, saliendo al pasillo no viendo a nadie y solo escuchando los graznidos y aleteos en el último piso. Bajo a la sala encontrándose con los restos que alguno había dejado allí, eso sin contar que Timmy también estaba allí el cual parecía haberse quedado frito tras terminar de comer y nadie lo había subido a un cuarto, suspiro negando con la cabeza y mirando los restos de comida con una ceja alzada- ¡Ahí, atraigamos a los bichos! ¡Si ya de por si hay poco higiene en este sitio, no la empeoremos joder!- exclamo algo fastidiado cogiendo los platos y cubiertos usados y llevándolos a la cocina, el panorama a plena luz del día le resultaba por demás un verdadero asco- Hay que hacer una buena limpieza sí no queremos acabar sepultados en polvo y porquería…- suspiro sin poder evitarlo, dejando la katana apoyada en la pared, quitándose la chaqueta para dejarla apoyada sobre la katana y arremangándose para adecentar mínimamente la cocina antes de que sufrieran una indigestión o algo peor, consiguiendo hacerse con un trapo que en otro tiempo debió ser una camiseta y saliendo al patio donde estaba el pozo para sacar agua. Tras conseguir el agua, se dispuso a volver adentro para limpiar un poco la cocina, pero algo entre unas rocas llamo su atención y curioso como siempre había sido se acerco antes de que se lo llevara el viento, agarrándolo justo a tiempo y viendo que se trataba de la hoja de algún libro que mostraba el recorrido que había que llevar para llegar a una Biblioteca, como indicaba en una notación junto al mapa, algo que no estaba seguro de como consiguió leer...supuso que aquella fuente no solo cambiaba la habilidad de hablar sino también la de entender palabras escritas, cosa que en esos momentos agradecía.

-¡Esto nos va a venir genial!, tengo que enseñárselo al resto en cuanto despierten…- dijo sonriendo animado ante el descubrimiento, una biblioteca era una enorme fuente de información cosa que les vendría a todos allí como un lujo indiscutible. Con eso doblo el papel cuidadosamente y guardándoselo a buen recaudo en el bolsillo trasero del pantalón, cogió el cubo con el trapo derecho a la cocina. Cuando ya llego comenzó a limpiar mientras se comía una de los extraños frutos secos de la cesta, en espera que el resto se levantara o hiciera acto de presencia.

Shizel se levantó poco después de que rayara el alba. A pesar del ambiente extraño el cansancio del día anterior había hecho mella en él, y aquellas escasas horas de sueño le habían sentado de maravilla. Normalmente solía dormir hasta altas horas de la mañana y aun así despertar con sueño, y aquélla era una sensación nueva.
Lo primero de lo que se dio cuenta era de lo seca y tirante que notaba la piel. Masculló una maldición por lo bajo, recordando que en Rocavarancolia no estaban los canales-calle que le mantenían siempre fresco en Idris. Miró a su alrededor: por suerte los demás parecían haber captado la indirecta de la puerta cerrada y nadie más había entrado a compartir habitación. Así las cosas, salió sigilosamente del cuarto con la intención de darse un baño.
El torreón estaba en absoluto silencio, y el baño también estaba libre. Shizel estaba empezando ya a desvestirse cuando se acordó de que en aquel lugar de mala muerte tampoco había agua corriente. Sintiendo resurgir en su interior la mala leche matutina, bajó al pozo del patio donde Saren había obtenido el agua.
"¿Sólo hay un cubo?". Una serie de expresiones no muy delicadas precisamente salieron de su boca al calcular la cantidad de viajes que tendría que hacer para llenar la bañera aunque fuese hasta la mitad.
Empleó buena parte de la mañana y de su vocabulario malsonante en dicha tarea, subiendo una y otra vez los dos pisos de escaleras para llenar la bañera con el escaso líquido que podía encerrar aquel miserable cubo, el cual además parecía bastante propenso a golpear sus piernas, las escaleras, las paredes, a derramar parte de su contenido por el camino y por lo general a armar un ruido endiablado en el proceso. Si Rocavarancolia hubiese tenido madre y muertos, en aquellos momentos habría estado muy ofendida por ellos.
Finalmente lo logró y se dio un baño rápido y helado en la bañera de latón, lo justo para asearse y asegurarse de que su piel no volvería a tener problemas a lo largo del día. Había encontrado ropas nuevas; se puso un par de prendas oscuras mientras dejaba a secar su traje de esgrima. Era del tejido común de las ropas idrinas, diseñadas para que se secase rápidamente al salir del agua ya que en muchas vías "peatonales" de las ciudades lacustres había que nadar, así que en menos de un par de horas estaría seco.
De considerable mejor humor ahora que no tenía que preocuparse por que se le cayera la piel a tiras bajó las escaleras al lugar que DL y RR habían calificado como armería, con la mente puesta en un estoque o una espada. Vio a Timmy dormido encima de la mesa, pero le pareció una crueldad despertarlo tan temprano.
No obstante, de camino se encontró a DL y Saren, quienes ya se habían levantado. Parecían estar limpiando el torreón, aparentemente con ganas de terminar la tarea ese mismo día. "Buena suerte", pensó con pesimismo al imaginarse la cantidad de polvo y desperdicios que habría acumulados en las habitaciones menos usadas. No obstante cuanto antes empezaran más adelantarían, y pasaría un tiempo antes de que los demás empezaran a ponerse en marcha.
-Buenos días- saludó-. Si no os importa yo me ocupo de fregar el salón: el señor cubo y yo ya nos entendemos bien. Pero luego que me releve alguien que me queda bajar a la armería, aunque igual ahí también habrá que limpiar.

El movimiento de DL al levantarse había despertado a Saren, que se revolvió inquieto entre las sabanas. Entre el sueño y la vigilia, el idrino tardó unos instantes en espabilarse del todo, y para cuando lo logró, el foner ya había salido de la habitación. Aun atontado, se puso en pie y observó la habitación a la luz del día, cuidándose de no hacer ruido e interrumpir con ello el sueño de Wintel. La estancia estaba realmente sucia, y el polvo se acumulaba en las esquinas, compitiendo por el espacio con las telarañas. El norteño chasqueó la lengua molesto y se dispuso a bajar a comer algo y empezar a limpiar.

Saren salió del cuarto, cerrando la puerta tras él, y bajó las escaleras con rapidez. Al llegar abajo lo primero que vio fue a Timmy dormido, sentado aún en la silla en la que había cenado y con la cabeza apoyada en la mesa. Debía de haberse quedado frito en cuanto acabó de cenar, y el idrino se preguntó porque nadie le había subido a una cama. Negando con la cabeza se encaminó a la cocina, decidido a no interrumpir el sueño del niño, de todos modos no tardaría en despertarse él solo.

Cogió una pieza de fruta de un color azulado y le dio un mordisco, tratando de decidirse por donde empezar a limpiar. En ese dilema estaba cuando vio entrar a DL desde el patio, cargado con un cubo de agua del pozo. Saren estaba seguro de que había encontrado algo curioso, ya que parecía contento por algo, pero decidió esperar a que el peliblanco compartiera su descubrimiento por si mismo.

-Buenos días -le saludó con una sonrisa-. Te ayudo con la limpieza, cuanto antes acabemos, antes podremos salir a por mas comida.

Sin mas dilación, el idrino se puso a limpiar el polvo, sirviéndose de unos cuantos trapos y un par de escobas que encontró, junto con otros utensilios de limpieza, en un pequeño armario junto a la cocina. La mañana avanzaba, y la limpieza con ella. Mas tarde, Shiz bajó de la planta de arriba. Estaba recién bañado, su piel estaba hidratada y parecía contento. Saludó y se unió a la limpieza, comentando algo de bajar luego a la armería, una de las tareas pendientes que también tenia Saren. El foner y el norteño estaban cubiertos de mugre por la limpieza, a diferencia de Shiz. El idrino no estaba seguro de que Shiz hubiera previsto que se fuera a poner perdido limpiando antes de darse el baño, pero el norteño se guardó el comentario con una sonrisa.

La piel de Saren no era tan delicada como la de sus primos lacustres y costeros, así que el chico no estaba tan necesitado de un baño como lo había estado Shiz, sin embargo,en cuanto acabara con la limpieza, se tiraría de cabeza en una de las bañeras de la segunda planta.

Al despertar me encuentro aferrado al anorak, había estado toda la noche oliéndolo, me recordaba a Nubla y eso me ayudo a tranquilizarse para conciliar el sueño. Me apenaba pensar que tarde o temprano terminaría oliendo a Rocavarancolia un olor que por ahora solo era sucio y húmedo, no había olido otra fragancia en este mundo.


Cuando me incorporo en la cama veo que mis compañeros no están y que abajo se escucha algún tipo de jaleo, en este momento recuerdo las palabras del piel plateada Saren y rápidamente lo identifico con sonidos de limpieza.


Me levanto de la cama con el anorak aun agarrado y me dirijo a una de las ventanas de la habitación, sin percatarme de que el anorak arrastra por el suelo. De nuevo la imagen de la ruinosa ciudad ante mis ojos me hace recordar porque estoy aquí. No podía entender como Nubla había caído ante el embrujo de Rocavarancolia, ahora tan solo era un amasijo de ruinas sucias y polvorientas, solo el vestigio de lo que fue.


Miro mi reflejo en los agrietados cristales de la ventana, no era fácil de reconocer que yo era el mas débil del grupo, incluso aquel piel rosada bajito parecía mas fuerte porque no era solo cuestión de físico, me faltaba algo, algo que no llegaba a entender, algo que en Nubla no existía pero que podía sentir en mis compañeros…


De nuevo los sonidos de zafarrancho me despiertan de mi ensimismamiento y poniéndome el anorak rápidamente me dispongo a bajar.


En cuanto llego a la parte inferior veo el polvo flotar gracias a algunos rayos de sol que se colaban por algunas grietas que tenía los muros del antiguo edificio además de algunos de mis compañeros limpiando. No puedo evitar estornudar sonoramente a causa de tanto polvo:


“OH ¡ vaya qué saludo...- me rio- Buenos días a todos- al ver que hay gente con la que ni si quiera he hablado- ah..Soy Wintelgy encantado- digo mirando a cada uno de los desconocidos- ¿estáis limpiando? Dejadme ayudar prometo no desmayarme ni volverme histérico-digo bromeando mientas cojo una escoba y comienzo a limpiar-“

Hacía ya un rato que Shiz se había unido al equipo de limpieza, cuando el piel rosada llamado Aleksei bajó las escaleras. Saren se apoyó en el palo de la escoba, aprovechando la aparición del terrícola para descansar unos segundos. Mientras tanto, escuchó el curioso saludo que les dirigió a Shiz y a él, no sabiendo que pensar. El lenguaje corporal del chico no indicaba que estuviera bromeado, y al norteño le extrañaba que fuera así de amable con dos personas a las que acaba de conocer, y que ademas, para mas inri, eran un par de alienígenas plateados con aletas por orejas. No sabiendo como tomárselo, recurrió al humor, lo mejor en esos casos.

-Como le entres así a todos los aliens que conoces, no tardaras en figurar en la lista de acosadores interplanetarios -dijo el idrino sonriendo, mientras su contagiosa risa cristalina estallaba por primera vez en aquella ciudad-. Lo siento, solo era una broma -dijo, limpiándose las lágrimas de risa con los dedos, las carcajadas habían durado un par de minutos y aun se le escapaban bufidos contenidos-. Por cierto, yo soy Saren, y a mi también me resultáis bastante extraños, quitando a mi compañero idrino -sonrió, sin rastro alguno de malicia.

Saren se dio cuenta de que Wintel también había bajado y le saludó con el gesto, continuando con la limpieza con una gran sonrisa en el rostro, de mejor humor que cuando se levantó. Podría haber aceptado el ofrecimiento de Aleksei de bajar a la armería, pero prefirió terminar cuanto antes, y así lo dijo.

RR despertó con los ruidos procedentes de fuera de su habitación. Parecían normales. Gente hablando y pasos. Nada de gritos agónicos ni ruido de carne rasgarse ni miembros chocando contra las paredes. Bien.

Retiró la alarma de la ventana, apartó la cama que hacía tope contra la puerta y sacó el cebo de debajo de las mantas y echándolo sobre las suyas. Luego se echó la ballesta al hombro y salió al torreón, estirándose, impresionado por la potencia de la luz que se colaba por las ventanas. Bajó por las escaleras a paso ligero, cómo tenía costumbre, ignorando olímpicamente a todos sus compañeros directo a la cocina. Se sirvió un poco de aquello que parecía pastilla proteínica y un poco de material marrón esponjoso, que parecía lo suficientemente blando cómo para comerse sin cocinar. Encontró el sabor de ambos muy fuerte, pero bueno y reconstituyente, y comió de buena gana. Cuando terminó, guardó un poco en la mochila, envuelto en un paño.

Después de aquello salió a la sala principal, dónde de inmediato se puso a trabajar. Extrajo un martillo de su mochila y se puso a sacar todos los clavos de una de las mesas que, en su opinión, no tenía ninguna funcionalidad indispensable, puesto que había otras. Además, aquellos materiales le iban a venir de perlas.

-Por cierto… -comentó a decir sin levantar la vista de su labor, suponiendo que habría alguien más limpiando o haciendo el moñas a su alrededor alegremente.- ¿Vamos a salir a por más comida o a explorar? Deberíamos ver si los envíos son regulares y reconocer el terreno. Quizás más adelante podamos cartografiar la zona…

Los tres llevaban bastante tiempo limpiando para cuando el resto del torreón entró en actividad. Shizel no tardó en arrepentirse de haberse duchado justo antes de ponerse a limpiar: había limpiado poco más que las migas de su mesa en su vida, y acababa de descubrir consternado la cantidad de polvo y porquería varia que podía pegársele a la ropa mientras lo hacía. Pasada la consternación inicial, sin embargo, optó por ponerse a fondo con el fregoteo ya que se había puesto perdido de todas formas.
Al cabo de un rato Wintelgy hizo acto de presencia en la cocina, bromeando al entrar. Ya que parecía venir a buenas, sin intención de escaquearse del trabajo a cuenta del desmayo, Shizel le devolvió una risa de compromiso por su broma para indicarle sutilmente que estaba a buenas con él a pesar de la respuesta brusca que le había dado el día anterior, y luego siguió a lo suyo.
Antes de él, sin embargo, había bajado Aleksei. El chico desconcertó a Shizel apenas empezó a hablar, pero el idrino vio una oportunidad cuando éste hizo ademán de quitarle el cubo para trabajar él en su lugar.
-Vale, gracias- dijo aún un poco perplejo. Le pasó el cubo sin perder un segundo y aprovechó rápidamente el hueco abierto para bajar a la armería. A sus espaldas oyó el resto del diálogo entre Saren y el terrícola y no pudo evitar que se le escapara una carcajada socarrona que debió oírse escaleras arriba.
Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la penumbra de la armería, y cuando lo hicieron no quedaron insatisfechos. Un muestrario considerable de armas estaba frente a él. Ninguna de ellas era de buena factura o estaba en especial buen estado, pero aquella armería estaba notablemente bien equipada para pertenecer a un torreón abandonado.
Sabía lo que estaba buscando e hizo caso omiso de las hachas y otras armas pesadas: sabía que no haría más que cansarse llevándolas a cuestas, eso si lograba levantarlas. Tampoco había practicado con ninguna arma a distancia y no pensaba arriesgarse a confiar en su puntería actual, así que también pasó de los arcos de momento.
Su persistencia se vio recompensada cuando por fin desenterró de entre la morralla una serie de espadas. Apartó las más pesadas con impaciencia y separó una serie de armas más ligeras. Las fue probando de una en una contra uno de los muñecos de prácticas, calibrando su peso y equilibrio. Eran más pesadas que su estoque, pero le servirían como seguro de que sería capaz de defenderse. Eligió al final una de aquellas espadas, recta y larga pero lo suficientemente ligera como para cambiársela fácilmente de una mano a otra cuando lo necesitara. Consciente sin embargo de que al luchar no lo haría en forma de duelo, optó por llevar consigo un par de dagas largas para cubrirse las espaldas. Sopesó por un momento la posibilidad de coger también una segunda espada, pero no había luchado con dos estoques a la vez más que en duelos improvisados con compañeros de prácticas y prefirió esperar a haberse acostumbrado a la que ya tenía.
Cuando ascendía las escaleras con aquello a cuestas oyó que RR decía de volver a salir. Preocupado, esperó que las cestas viniesen no sólo con regularidad, sino con cierta frecuencia; caso contrario tendrían que empezar a racionar. Y dicha circunstancia no sería precisamente plato de su gusto, así que estuvo de acuerdo en ir a buscar provisiones siempre que pudieran.
-Ahora hay luz, hemos dormido y veo que al menos algunos vamos armados; por mí podríamos hasta salir ahora mismo- se encogió de hombros. La curiosidad le pudo, y a sabiendas de que podía acabar saliendo escaldado le preguntó al foner de pasada, con un tono impersonal intencionado de "sólo-es-una-pregunta-no-me-comas":
-¿Qué haces con la mesa?

Fue bastante curioso que de estar prácticamente solo limpiando, aparecieran todos como si hubiesen sido invocados, eso o ahí todo el mundo tenía ciertos horarios de sueño. D.L siguió en lo suyo limpiando y poniéndose perdido de polvo, mugre y telas de araña, estornudando en varias ocasiones cuando sacudía algún mueble medio roído por alguna que otra rata. No dijo nada cuando Saren apareció y se puso a limpiar, al menos no iba hacer todo él, ni tampoco dijo nada cuando apareció Shizel dispuesto también a ponerse a ello. “A este paso y todos por la labor, terminaremos pronto” pensó D.L mientras salía fuera por otro cubo de agua, para seguir con la limpieza de la sala, dándose cuenta que había aparecido por allí también Wintel y Aleksei, el cual había quitado su puesto de la limpieza a Shizel que había desaparecido en alguna parte. Limpiando la sala a conciencia, finalmente llego el dormilón y lejos de ponerse a limpiar se puso a destrozar una mesa, así de buenas a primeras.

-No tengo claro que haces, pero procura no ensuciar mas- dijo D.L fregando y librándose de las toneladas de polvo y telarañas que parecían invadir el torreón, abriendo un poco más el portón para poder sacar toda la suciedad fuera. Tan entretenido estaba con la limpieza que tardo en percatarse que tanto R.R como Shizel, estaban hablando sobre salir, recordándole lo del mapa- Creo que tengo algo que puede ayudarnos…mirad, lo encontré cuando me desperté…- comento D.L sacando del bolsillo trasero de su pantalón el mapa- Es un trozo de mapa, nos indica el camino para poder llegar a la Biblioteca de la ciudad…- añadí acercándome a estos y mostrándoselo- Deberíamos ir a ver que encontramos, puede que consigamos información valiosa de la ciudad…o sobre las cosas que habitan aquí– añadió no sin cierto entusiasmo, era alguien que le gustaba aprender cosas nuevas y era endiabladamente curioso- Podríamos planear una expedición o algo así, que algunos vayamos y otros se queden cuidando del torreón, no creo que sea seguro el dejarlo solo sin vigilancia…no se que opináis al respecto, pero yo al menos si quiero ir a ver -respondió D.L observándoles curiosamente, y dándose cuenta de la cantidad mortal de mierda que tenia encima añadió-Pensadlo, mientras tanto…voy a quitarme todo esto de encima…- añadió saliendo del torreón hacia donde estaba el pozo cogiendo un trapo limpio que había, sacando otro cubo de agua limpia dejando el mapa a buen recaudo, junto con la katana enfundada y sus cuchillos, para que no se mojaran. Tras eso se hecho el agua fría directamente encima, hasta que tuviera luego tiempo de bañarse mas concienzudamente serviría por el momento. Chorreando prácticamente volvió adentro, aunque quedándose en la entrada para no mojar el suelo, revolviéndose el pelo con las manos- Entonces que decís, ¿hacemos la expedición? – pregunto curioso mientras se deshacía del exceso de agua en su cabello y ropa.

Dando por finalizada la limpieza del piso de abajo, Saren prestó atención a su alrededor, fijandose en RR, que acababa de bajar, en Shiz y en DL, que observaban un mapa. El norteño se acercó, sacudiéndose el polvo de la camisa, y echó un vistazo al pedazo de papel, que parecía marcar el camino hasta una biblioteca. Escuchó las palabras del peliblanco, y decidió apuntarse, la curiosidad le podía.

-Yo también voy -dijo-, esperad un minuto -pidió, encaminándose hacia el sótano.

El idrino bajó las escaleras de dos en dos, entrando en la armería a la carrera. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra de la estancia, el norteño recorrió la exposición de armas con mirada critica, tratando de decidirse por una que le viniera bien. Un par de cimitarras de acero, de apenas un metro cada una, llamaron su atención. Tenían el mango forrado de cuero negro, algo desgastado por el uso, y las hojas tenían varios arañazos, pero no estaban del todo desafiladas. Saren las cogió con cuidado, sopesándolas y comprobando que se ajustaban bien a su mano. No podía decirse que el chico supiera manejarlas, pero tenía una ligera idea, aunque tendría que entrenar como un descosido, eso no lo dudaba. Las enfundó en unas vainas negras enganchadas a un cinturón del mismo material, y se las ajustó a la cintura. Completó su armamento con un par de dagas largas que guardó en las botas, y con un cuchillo grande que enfundo a su espalda, en una especie de arnés.

El norteño volvió a subir, sacudiéndose el polvo sobrante de la ropa con energía, y pasó junto a un DL empapado, buscando el pozo. Sacó un cubo de agua y se lavó manos y cara, limpiando la piel expuesta a la polvareda que había levantado durante la limpieza. Saren dio un trago de agua fresca y entró de nuevo, revolviéndose el pelo mojado con las manos. Cogió su abrigo del gancho donde lo había colgado mientras limpiaba y se lo puso, sacando los mitones del bolsillo y ajustándolos a las manos. Siguiendo el ejemplo de RR, Saren se acercó a las cestas de comida, envolviendo un poco de pan, unos frutos secos y un par de piezas de fruta en un trapo, guardándolo a su vez en uno de los bolsillos del abrigo.

-Listo -anunció, hurgando con los dedos en sus bolsillos.

RR no cesó su labor mientras le hablaban, y les contestó en tono neutro sin levantar la vista del mueble, absorto.

-He estado estudiando este material mientras dormía. Arde, es relativamente sólido y se puede tallar con facilidad. Puede venirnos muy bien para construir trampas o hacer algún apaño. Por otra parte, los clavos también pueden ser muy útiles. Actualmente tengo un par de ideas para ambas cosas. Además, tenemos más mesas. No encontré problemas para prescindir de una y poseer materias primas. Pensad en las trampas que se pueden hacer con esto…

Parecía demasiado ocupado cómo para ponerse borde o sarcástico con sus compañeros, pensativo. El trabajo manual distraía a RR y le permitía recapacitar tranquilamente. Su ostracismo mental se rompió sólo al escuchar la referencia al mapa de DL. Se levantó, guardó los clavos en su respectiva cajita y se acercó para verlo.

-Sugiero que lo copiemos. Tengo algo de papel y bolígrafos. No me parece adecuado tener nuestra única referencia a la ciudad en tan mal estado. Cuando volvamos intentaré hacer un apaño. Y por otra parte… se me ocurre que a lo mejor deberíamos cerciorarnos primero de que los suministros de comida son regulares y después ir a explorar… Si lo veis conveniente, claro está.

Mientras se decidían, bajó de nuevo al sótano, iluminado por una antorcha. Cierto era que llevaba una buena colección de dagas y una ballesta. Pero nadie sabía de las primeras y debía guardar las apariencias. No podía, aun así, agarrar un mandoble por las buenas, dado que su capacidad de carga, aunque elevada, era preciada para él y prefería llevar algo poco aparatoso y que ocupase poco espacio.

Por ello eligió un cuchillo de combate, de un solo filo y de aspecto amenazador, que iba provisto de una guardia que rodeaba los dedos del portador y los reforzaba para facilitar el puñetazo. De haber estado en La Tierra, aquello sería un cuchillo de trinchera de filo más ancho de lo habitual. Seguidamente, volvió a su habitación y tomó una manta, que se echó al hombro sin mucho cuidado.

Con él en la funda del cinturón, volvió a la estancia principal, con la ballesta y la manta al hombro.

-¿Vamos?

Y, sin esperar respuesta, atravesó la puerta del torreón y se introdujo en la ciudad, cargando su arma.


Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.

-Estar informados nunca hace daño- dijo Shizel cuando oyó lo que DL tenía que decir. Captó la curiosidad soterrada bajo las palabras del foner, y tuvo que admitir que sentía algo bastante parecido. Aunque no había ninguna garantía de que la susodicha Biblioteca estuviera abierta, gustosamente le pondría las manos encima a cualquier escrito que saliese de ella.
El idrino alzó las cejas impresionado ante la respuesta de RR, curiosamente falta de cualquier indirecta directa de las suyas, y tomó nota mental de interrumpirle lo menos posible cuando estuviera manufacturando cosas útiles.
Los otros buscaron sus armas, y mientras tanto Shizel rapiñó algo de comer de la cesta. Sólo cuando ya hubo terminado se acordó de que puede que las bañeras no pasasen todos los días, e hizo gala de sus mejores dotes de cara dura para evitar que nadie se diese cuenta.
Salió en pos de RR, no sin antes quitarse la mugre de encima en el pozo del patio.

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Al ver cómo tanto R.R como Shizel se ponían en marcha dispuestos a ir a la biblioteca tras que el primero hablara sobre hacer trampas con la mes ay bajara a la armería, definitivamente todos eran unos curiosos, dejo las cosas de la limpieza pensando en que no debería de tardar mucho en llegar a la biblioteca, según el mapa no quedaba excesivamente lejos…pero claro…no quedar lejos en esa ciudad podía ser mortal. No muy seguro de cuanto tardarían se dirigió a la cocina cogiendo una bolsita algo en mal estado pero que serviría, guardando un par de piezas de fruta y un trozo de pan en su interior guardándoselo en un bolsillo de la chaqueta que se había vuelto a poner ya que estaba seca, regresando al pozo para tomar un buen trago de agua y volviendo con los otros dos.

-Oh, bueno al menos es de día…-comento para sí mismo, observando atentamente el mapa y poniendo su katana y cuchillos en el cinturón de nuevo, siguiendo a los otros dos, al paso que iban terminarían yendo todo y el torreón se quedaría sin vigilancia, pero ya para que repetirlo, lo importante ahora era llegar a la Biblioteca de una pieza y con suerte sin encontrarse nada peligroso en el camino.


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