Mazmorras

A Giz se le iluminó la cara ante tal ofrecimiento.

—Me parece una idea genial. De momento me vendría bien tener genes de todas las especies cosechables que me faltan, como los savras, los auros y los blattas, pero cualquier ser vivo será un añadido útil a mi muestrario. Te pagaré por cada muestra útil que traigas. El precio inicial será algo más bajo que las terrestres, ya que F.O.N.E.R.A. es visitable cualquier día del año, pero valoraré también la dificultad y me aseguraré de que resulte un trabajo rentable—Giz había cogido carrerilla—. Me valdran pelos, escamas, trozos de piel, sangre... Incluso crías vivas, si así lo encuentras más sencillo. También me vendrá bien ver qué plantas crecen en ese mundo. Puedes pasarte por aquí cuando tengas algo, cambiante—había tardado en reconocerlo, pero una vez unió datos y recordó los escasos foners que había en la ciudad, no tuvo muchos problemas—. Ahora he de seguir con las hienas, pero sois bienvenidos aquí para seguir hablando de negocios.

El goliat los acompañó a la puerta y cerró bien cerrado. Una vez volvió con Miloslava y Lean, cogió la tarta intacta y la metió dentro de un terrario con hormigas fluorescentes de diferentes colores.

—No me fío—comentó simplemente, como si desperdiciar tartas para evitar envenenamientos fuera tan frecuente para él como lavarse los dientes—. No me miréis así... Mañana os traeré algo mejor que eso para compensar—. Cuando la tarta estuvo completamente cubierta por los insectos, Giz apagó las luces y observó con diversión la maraña de luces sobre la nata.

Sus palabras parecieron encender un interruptor en el genemago, toda la calma anterior usada para negociar con Enredo desapareció y comenzó a hablar tan rápido que al comienzo DL tuvo dificultad para seguirlo. Aun así se quedo con lo que necesitaba, y en cuanto pudiera obtendría las muestras.

-Bien, entonces volveré en cuanto tenga algo- añadió antes de finalmente salir de allí junto a Enredo que ya esperaba en la entrada y mirándolo atentamente cuando le pregunto sobre sus planes- Tengo planes si, pero bueno antes me gustaría volver a Serpentaria. Tu ya preparaste tu tarta, ahora me toca a mi- añadió con cierta diversión, no lo había hecho antes pues no sabia cuanto tiempo llevaría lo de Enredo, pero ahora si tenia tiempo suficiente.

Sigue en Sigue en la Torre Serpentaria.

RR contempló el interior de las supuestas mazmorras con ojo crítico e interesado. Había conseguido llegar allí tras disuadir a un corpulento guardia de que no constituía ningún tipo de amenaza, y que acudía allí única y exclusivamente a visitar al llamado genemago Giz por motivos de negocios. En aquellos precisos instantes, alcanzaba su destino junto a un guardia que le servía de guía. Se alegraba de volver al subsuelo, a decir verdad, aunque los muebles y utensilios le provocaban un cierto picor de intranquilidad en la parte anterior del cerebro. Sobre todo lo perturbaba la visión de las aberrantes bestias que moraban en el interior de las jaulas. Recelaba de las hienas, en concreto. Demasiado grandes y demasiado feas, incluso para el estándar de su raza. Se le ocurrió que aquellas podían ser fruto de la unión de las alimañas del anfiteatro y de su viejo amigo Aleksei, aunque aquella idea era más una bordería sin fundamentos que una deducción, y se habría sorprendido de saber hasta qué punto había sido precisa.

Finalmente, divisó a su anfitrión al final del pasillo.

-Buenos... ¿días?-inquirió en un tono algo agudo y tembloroso. A decir verdad, el tiempo le fluía a uno de forma confusa cuando pasaba la mayor parte de su tiempo bajo techo o en el subsuelo.- No tengo muy claro si te han informado de que venía...- prosiguió, intranquilo, mientras lanzaba miradas inseguras a los lados y a sus espaldas para escrutar la zona en busca de posibles amenazas. Las ratas, por otro lado, se dedicaban a recorrerle el cuerpo bajo la chaqueta, inquietas.

Giz estaba concentrado en guardar nuevas muestras en su libro cuando entró el foner. No le habían avisado de su llegada, pero yendo como iba acompañado por un guardia, no creyó que fuera especialmente problemático. Si, por casualidades de la vida, intentaba siquiera un amago de serlo, el goliat tenía claro que alimentaría sus creaciones.

—Entra aquí—dijo desde el despacho—. No te quedes mucho tiempo en el pasillo o las hienas trasgo se quedarán con tu olor. Uno nunca sabe cuando van a escaparse—cerró el libro y le ofreció una silla. Miloslava y Lean estaban fuera, por lo que esta vez no ocurrió como con su anterior visita y sobraron los asientos a ofrecer—. No me habían dicho nada, pero ya estás tú aquí para informarme. ¿Qué buscas, brujo?—El olor a ratas había delatado la identidad del foner casi tanto como su pelirrojismo.

Giz se cruzó de brazos, recostó la espalda contra la silla y apoyó los pies sobre la mesa. Un par de papeles cayeron, pero no le dio mucha importancia. Era el tercer novato que lo visitaba en poco tiempo y Giz se planteaba en aquel momento si eso era malo o no.

RR, aceptando mudamente la invitación de su anfitrión, abandonó el pasillo para tomar asiento en interior de la celda. “Hienas Trasgo”. Sonaba maravillosamente horrible. En aquel momento decidió tomar medidas y adquirir un nuevo rifle, proyecto que llevaba aplazando bastante tiempo en detrimento de otros horizontes porque, para qué negarlo, más le valía ahorrar para aquello que venía ahora a pedir.

-Bueno... verás... Supongo que lo primero es presentarme. Me llamo RR, de F.O.N.E.R.A. Antes era fontanero.- al decir esto, esbozó algo parecido a una sonrisa, que más que demostrar simpatía sugería la deflagración de su usuario. Mientras la blandía, clavaba su mirada en el goliat, aunque sus ojos carmesíes engrandecidos por su preocupante tendencia a la sociopatía paranoide aguda quedaba atenuada por los reflejos de las luces de la sala en sus gafas de trabajo, que ocultaban aquellos dos enormes y titilantes globos oculares. Para rematar su absoluto aborto de gesticulación afable, apoyó los codos en la mesa, uniendo sus manos y entrelazando sus dedos a la altura de su barbilla. Habría llegado a ser incómoda de no ser por el roedor que escapó despreocupadamente de su manga derecha, aterrizando sordamente en el mueble y husmeando el variopinto mobiliario que había desperdigado sobre él. Manteniendo la mirada en su interlocutor, el foner lanzó su diestra para cazarlo y devolverlo al interior de su chaqueta.- Ahora... bueno, digamos que estoy montando un pequeño negocio... tráfico de información, creo que lo llaman. Aunque dentro de poco diversificamos servicios, si la cosa prospera. Pero bueno, la cosa es que oí hablar de tí a Nasher...- y en aquel momento hizo una pequeña pausa, sin tener muy claro si el genemago tenía constancia de su curioso encuentro con su pareja.- y es probable que tus capacidades pudieran serme de gran ayuda. Verás, necesitaría ratas más listas.

Tras decir esto, dejó unos segundos de silencio para que su petición calara y, ya de paso, ver que tal sonaba cuando se lo decía a alguien. Era un resumen muy escueto, y no había tenido mucho tiempo para formularlo mentalmente. Y, efectivamente, tal y como se había figurado, sonaba a chorrada integral, así que se apresuró a matizarla.

-Permíteme que me explique: Necesito escribir todos los informes que me van pasando los roedores, pero evidentemente sólo yo puedo entender lo que dicen... y coño, cuando termine lo que estoy preparando, van a venir miríadas de información. Y yo tengo cosas que hacer a parte de sentarme todo el día poniéndolo por escrito todo. Así que lo que necesitaría es un roedor lo suficientemente listo como para comprender un lenguaje complejo, un sistema de escritura y quizás con capacidades dactilares suficientes como para manejarse con una pluma o una máquina de escribir, pero con la capacidad de entender a sus compañeros menores y transcribir los datos que estos traigan. Comprendo que te pido algo muy complejo, y no tengo claro que pueda pagarlo ahora (de hecho, yo diría que me es imposible hacerlo por el momento), pero si no hay forma de que te pueda embolsar su coste, y por cierto, estoy dispuesto ha hacer cualquier cosa para conseguirlo, me vendría bien al menos un presupuesto para el futuro.

Y, dicho esto, optó por tomar oxígeno de nuevo.

Giz escuchó con atención al foner. Por un lado, la mención a Nasher le recordó que hacía demasiado tiempo que no lo visitaba. Por otro, el encargo que le proponía el brujo le sorprendió ampliamente.

—Pensaba que tus intereses no podrían ser más caros que los del otro brujo, pero me equivocaba. Llevas razón, es complejo y dudo que tengas dinero para acarrear con todos los gastos que conllevaría—le dio una cifra que casi doblaba el precio de la mascota de Enredo—.  Ese es el coste base, para que te hagas una idea. De ti depende que permanezca así o se reduzca. No tengo muestras de roedores de tu planeta (tengo entendido que sus especies son las más desarrolladas) y, aunque ya está el cambiante al cargo de cónseguirme algunas, tal vez prefieras hacer ese mismo trabajo con más diligencia que él. Además tu dominio te da ventaja. Si me traes dichas muestras, te haré un descuento apreciable. Valoraré también las de cualquier otra especie, aunque te aconsejo que hables de todo esto con el cambiante en caso de que accedas. Sería una lástima que coincidierais en alguna especie y uno de vosotros se quedara sin pago—si algo tenía claro Giz era que no pagaría dos veces por lo mismo—. Cuanto antes tenga las muestras, antes acabo, y cuantas más me traigas, antes te lo puedes permitir. Creo que el esfuerzo merece la pena, pero está en ti el decidir cuánto esperas y cuánto pagas. ¿Te parece bien?—carraspeó y bajó las patas de la mesa, para sentarse en una posición más formal.

RR notó como algo dentro de él caía hacia el abismo y se rompía con un estruendo que atravesaba las insondables tinieblas de su psique cuando escuchó el precio. Realmente, se esperaba algo así, pero albergaba una pequeña esperanza de estar equivocado. Soñar era gratis, supuso... y debía ser lo único.

-Ahá... especies de mi planeta...- dijo en un tono algo quebradizo, planteándose las posibilidades. Por un lado, deseaba regresar y ver qué tal iban las cosas. Y por otro, no tenía muy claro hasta qué punto le apetecía volver a correr por las alcantarillas. Supuso, durante unos instantes, que con su nuevo poder todo sería más fácil, pero por desgracia RR era un tipo realista, y comprendía que aquello de “fácil” era un término abstracto y que rara vez lo había podido aplicar a realidades complejas.- ¿Auros también? Los inteligentes, digo. Y sobre lo de el otro foner... ¿sabes por casualidad cuando vuelve a F.O.N.E.R.A.?

Oh, sí, aquello también le llenaba el culo de regocijo al brujo: competencia. Esperaba que DL fuera comprensivo y evitara entrometerse en su trabajo. Al fin y al cabo, él sólo iría a por roedores... Pero coño, no sabía qué esperar, y su paranoia le impedía barajar seriamente las posibilidades de que aquello se solucionara sin fricciones. Igualmente, estaba bastante seguro de conocer las cloacas y los subterráneos mejor que su contraparte: Aunque tuviera que merodear por un sector diferente al suyo, sabía cómo moverse en aquel tipo de sitios, y el hecho de no conocer el terreno en particular no le impedía aplicar los trucos universales y los conocimientos generales que uno adquiere tras años llenándose las botas de mierda. Pero claro, siempre quedaba ese cartel de neón atornillado a conciencia en la parte de atrás de su mente, ese que cada vez que titilaba le recordaba que no debía dar nada por sentado. ¿De qué trucos disponía DL? ¿Qué poder se había encargado de adquirir en aquellos últimos meses durante los cuales le había perdido la pista? Todo aquello, supuso, habría de descubrirlo cuando hiciera el viaje. No le haría gracia verse en la tesitura de enfrentarse al muchacho que le había acompañado durante la cosecha... pero, visto lo visto, no tenía muchas más opciones.

-Por otra parte... ¿cómo quieres que te traiga las “muestras”?

—Auros sobretodo—añadió en un tono que indicaba lo obvio que era ese detalle—. Del otro foner no sé nada. Lo mejor será que hables con él y a partir de ahí decidas si quieres trabajar con él—<<O quitártelo de en medio>>—. Para las muestras...—Giz desenganchó su bolsa sin fondo del cinturón y la puso sobre la mesa. Fue sacando pequeños frascos hasta un total de diez y se los entregó al foner—. Ahí tienes. Si necesitas más recipientes tendrás que obtenerlos por tu cuenta. ¿Alguna cosa más?—el goliat tenía algo de prisa, las muestras no se archivaban solas.

RR tomó los viales y los guardó con cuidado en una caja que portaba en la mochila. Sin más preámbulos, dió respiró profundamente y se levantó, con aire decidido.

-Nada más, gracias. Nos veremos pronto, espero.

Y, sin mediar más palabra, se puso a caminar a buena velocidad hacia la salida de aquel complejo.

—Yo también lo espero—esbozó una sonrisa y alzó la mano—. Buenos días, brujo.

Giz se asomó lo justo para ver como RR cerraba la puerta tras de sí y volvió a abrir el libro. Le echó mano a una pluma estilográfica y continuó escribiendo. De cuando en cuando, pequeños botes encantados se fundían con la tinta y quedaban sellados en los puntos y aparte de cada párrafo.

(Tiempo paralelo...tras la Bahía)

Habia tardado mas de lo esperado con todas las preparaciones para visitar F.ON.E.R.A y la visita ultima la bahía bastante fructífera en cierta forma, pero al fin allí estaba con su bolsa y las muestras metidas en esta a buen recaudo, así como clasificadas en la especie según la especie a la que pertenecían para hacerlo mas fácil. Al llegar al castillo y antes de poder adentrarse en las mazmorras tuvo que indicarle al guardia que venia hablar con Giz sobre negocios y que tenia permiso de este, este termino dejándolo pasar no sin antes lanzarle un mirada analítica de pies a cabeza que DL ignoro. Tras obtener el visto bueno DL se adentro en los pasillo oscuros de las mazmorra no prestando mucho atención algo que ya haba visto la ultima vez que estuvo allí, llegando al laboratorio de Giz golpeo suavemente la puerta pidiendo el pase.

La puerta se abrió pero no le dejaron pasar, recordándose a si mismo que aquello era normal pues nunca iba al mismo sitio dos veces luciendo igual suspiro y le mostró el colgante al otro, aquel que era lo único que se mantenía tuviese la forma que tuviese, pues rara vez se lo quitaba.

-Soy DL, el foner...podrás reconocerme por esto, siempre lo llevo -dijo indicándole a Giz el colgante para así no tener que presentarse siempre que fuera pues posiblemente seguiría teniendo tratos con Giz en el futuro, o eso esperaba al menos-Traigo algunas muestras de F.ON.E.R.A

Tras el torneo, Giz dedicó todo su tiempo libre (y laboral) al acondicionamiento de su nueva sucursal en el barrio de los Gigantes. El foner había tenido suerte de encontrarlo allí, pues últimamente el goliat no paraba quieto. Su aspecto denotaba cansancio tanto físico como mental, fruto del sobresfuerzo y, aún con toda la prisa que se estaba dando, Giz dudaba que su nuevo laboratorio estuviera acabado mucho antes de la luna. Hasta que el cambiante no le explicó quien era, Giz no abrió las puertas de su pequeña fracción de mazmorras.

—Ya lo sé para la próxima —respondió ante lo del colgante—. Pasa, pasa.

El genemago le pidió las muestras y observó las anotaciones que había hecho el foner en cada una. Una sonrisa se le escapó al descubrir que habían logrado encontrar algunos reptiles cosechables. <<Interesante>>. Guardó las muestras en un cajón preparado para conservarlas y permaneció pensativo unos instantes, antes de sacar de su bolsa sin fondo un saquito con monedas. Multiplicó la cantidad por cada muestra y añadió un extra por haberle traído savras.

—Aquí tienes tu parte.

>>Por cierto —añadió enseguida—. ¿Qué me dirías si te ofrezco hacer esto más a menudo? Ultimamente no doy abastos para conseguir nuevo material genético y me vendría bien la ayuda de alguien con las facilidades que tienes tú para viajar y camuflarte —no era algo improvisado, Giz ya le había dado vueltas a contratar a alguien y, teniendo al cambiante delante, la idea simplemente se había vuelto más clara—. Es probable que no pueda ni acercarme a los torreones durante la luna —continuó explicándole— y las muestras que salen de ahí son de las más importantes.

Tras que lo dejara pasar, DL saco las muestras que había conseguido poniéndole delante los recipientes con estas. No tuvo que explicar demasiado pues cada una de las muestras tenia la etiqueta que señalaba de que criatura provenía, y a excepción de las muestras e las plantas, el resto venia mas especificado.

No dijo nada sobre el precio de las muestras era cosa de Giz decidir aquello, así que tan solo le dio vueltas al asunto que le había hecho pensar en bahía. Iba a comentarle algo al respecto tras que Giz le diera el pago por las muestras, que se guardo a buen recaudo en su bolsa que algún día debía hechizar para hacerla sin fondo, cuando este se le adelanto con una proposición inesperada pero bien recibida.

-Pues te diría que acepto encantado -respondió DL sonriendo un poco sorprendido de que le hubiese salido un trabajillo fructífero y que no desestabilizaría su deseo de viajar en lo mas mínimo, al contrario- Ya tenia pensado moverme por distintos mundos, usar parte de ese tiempo en tomar muestras no seria un problema - añadió DL pensando un poco en ello, definitivamente era un buen trato y provechoso en muchos sentidos, no tenia mucha queja al respecto al contrario, era casi como caído del cielo.

-Oh, entiendo- dijo al escuchar lo de los torreones, el iba a ir a visitar a los cosechados aunque en principio su idea no era acercarse demasiado , tendría que que cambiar un poco los planes peor no debían ser un problema- Intentare tomar las muestras de la nueva criba, este año parece haber sido bastante fructífera.

A Giz le sorprendió que accediera tan rápido, pero procuró que no se le notara la sorpresa y le ofreció la mano, para estrechársela.

—Perfecto entonces —comentó con una sonrisa—. Pásate por aquí o por el laboratorio del barrio de los gigantes cuando necesites material para guardar las muestras. Si no estoy yo, Lean o Miloslava se encargarán de darte lo que necesites, ¿vale? —escucharía cualquier cosa que el foner tuviera que decir y acto seguido lo acompañaría hasta la puerta y se despediría de él—. Un placer hacer negocios contigo, cambiante.

La expresión de sorpresa de Giz le hizo gracia, peor no dijo nada al respecto, sus acciones a veces no tenían mucho sentido para el resto pero era diferente para el. Iba a pagarle por ello, no haria algo asi gratuitamente claro, y rechazar un trabajillo beneficioso hasta encontrar algo mas que pudiera hacer, seria algo estúpido. Viendo que ya era hora de marcharse termino por añadir lo único que le faltaba por decir esperando obtener la aprobación del genemago.

-Una cosa mas, ¿seria posible estar al tanto de tus investigaciones?- preguntó mirándolo atentamente y pensando que tal vez no había sido claro, añadió- Ya sabes, cuerpos de criaturas muertas que pueda analizar o algún dato físico de interés sobre alguna criatura. Una de las muestras que te di es de las llamas de F.O.NE.R.A con estomago resistentes al ácido, por ejemplo...- dijo sin terminar la frase esperando que entendiera a donde intentaba llegar y poniendo las llamas como ejemplo tras acordarse de las babosas encontradas en la bahía en la ultima salida. Información, datos a nivel celular, órganos internos o piel...cualquier cosa de alguna criatura con una capacidad notoria a nivel físico era mas que bienvenido.

Tras recibir la respuesta de Giz aceptando su propuesta aunque con ciertas reservas respecto a los cadáveres, aunque no se lo negó, y aceptando bastante bien lo de los datos e información. Aliviado ya agradeciéndole termino finalmente despidiéndose saliendo rumbo a la Sede, debía pensar en que se gastaría el dinero.

El roquense no se creía su suerte. Su asquerosa suerte desde que había llegado a aquella maldita ciudad. No solo no le soltó sino que ni siquiera fueron a hablar con el Consejo. En su lugar, le llevó a una especie de mazmorra y lo encerró con magia en una celda. ¡Una celda! Esperaba que todo aquello fuera una formalidad absurda que les obligaban a tener con los delincuentes, aunque él no se consideraba tal... Pero lo que dijo Siloco al final le desconcertó. ¿Cómo que podrían olvidarse de que existía?

—¡Eh, espera! ¡Tienes que estar bromeando! ¡No puedo estar aquí para siempre! ¡EH! ¡VUELVE!

Pero no sirvió de nada. Siloco no volvió. Nadie se pasó por allí desde entonces... y si alguien lo hacía no le dirigía la palabra. Como si no existiera. Como si realmente hubieran olvidado que estaba allí, por muy difícil que fuera pues el fantasma se pasó los primeros días gritando.

Tras una semana de gritar y gritar sin obtener nada, se hartó. Aún recordaba lo que Siloco había dicho antes de irse: que pensara en lo que había hecho. ¡Como si fuera un polluelo que se ha portado mal! ¡Era un Constructor adulto y bastante capaz, no un crío! No había hecho nada mal. Su único error había sido fiarse del Consejo y de toda la escoria de gente de la ciudad con quien se había topado desde entonces. Incluidos sus "agradables compañeros" de torreón. Todos tenían la culpa de que estuviera en esa maldita celda, encerrado con un maldito hechizo hecho por herejes. Incluso pensaba que la Voz, esa endiablada Voz que tanto había idolatrado, amado, hasta la obsesión, le había engañado. El cometido que le había dado no tenía nada que ver con su estado actual, muerto y encerrado. Le había engañado. A veces pensaba en esto con tanto ahínco que empezaba a gritar improperios hacia la Voz.

Pero lo sentía como un engaño real. Todos lo habían hecho. Pero había un detalle relacionado con ese engaño que le hacía reír a carcajadas: ¡a sus compañeros también les habían engañado! No tenían ni idea de qué les pasaría en la ciudad, pero lo que sí tenía claro era que no conseguirían lo que les habían prometido quienes les trajeron. Sabía de sobra que aquella era una ciudad llena de mentiras, por lo que era obvio que sus queridísimos compañeros no obtendrían lo que querían.

¿Pero qué haría él ahora? Si confiaba en que alguien acabaría encontrándole y sacándole, ¿luego qué? La ciudad llena de escoria no se merecía que hiciera algo para ser útil. No necesitaba sentirse útil, no allí al menos. En su mundo natal no se veía útil, pues no podía realizar nada físico y aunque sus congéneres le pudieran ver —cosa que dudaba— no sabía qué hacer. ¿Advertirles de la existencia de Rocavarancolia y de que la Voz era una sarta de engaños? Si pudiera demostrarlo... Si pudiera demostrar que la Voz a la que tanto rendían pleitesía era realmente una mentira, una versión corrupta de lo que otrora fuera la Voz original... Eso sí que sería útil.

Llegar a esa idea le costó varias semanas. No contaba el tiempo, realmente, así que no lo sabía con exactitud. Pero no le costó mucho llegar a otra idea consecuencia de la primera. ¿Y si la Voz, la de verdad, la original y sagrada, le había dicho la verdad en cuanto a su misión? ¿Y si su misión no era convertir a Rocavarancolia sino darse cuenta de que la Voz estaba corrupta tras su paso por la ciudad de las mentiras y volver a su hogar para que les hiciera ver lo que realmente ocurría? ¡Tenía sentido! En el torreón había aprendido que muchas de las cosas que decía la Voz no eran verdades absolutas pues era el único de sus compañeros que las creía así. Pero todos ellos en cambio parecían pensar de forma similar en algunos aspectos, ¡por lo que quizá la Voz de Roca Sagrada estaba enferma de alguna forma y los manipulaba a su antojo! Pero no a todos... ¿Qué pasaba con los supuestos herejes de Tierra Bruja? ¿Y si a ellos les hablaba la Voz pura y no la maldita? ¿Y si pudiera visitarlos y aprender de ellos? Así luego podría ir a las capitales de Roca Sagrada a difundir la verdad sobre la Voz. No tenía sentido que otros ciudadanos de otros mundos tuvieran cosas en común con los "herejes" y que todo el mundo menos los fanáticos de las capitales estuviera equivocado. Debía ser al revés. Esa debía ser su misión real. No que convirtiera Rocavarancolia sino que, tras vivir con gente de otros mundos, se percatara de la realidad de la Voz Maldita y volviera para sacar del error a sus antiguos vecinos.

Tuviera o no sentido, él le dio todo el sentido a todo aquel tiempo en la ciudad. Hasta su muerte tenía sentido: su nuevo estado le había ayudado a comprender cosas que antes se le escapaban. Y, de hecho, ser eterno e imposible de herir por las armas de Roca Sagrada le ayudaría bastante en su cometido. Pero antes tenía que salir de aquella prisión y tenía que convencer a sus carceleros de que había "comprendido qué había hecho mal". No podía volver a su mundo para quedarse, pero no era necesario. Podría ir y venir, hablar con las gentes de Tierra Bruja, y cuando se sintiera preparado ir a su viejo hogar y empezar su labor (sin dejar de volver a Rocavarancolia). Lo que sí que debía tener en cuenta era que los roquenses podían tomarle por una personificación de la mismísima Voz y no por un mensajero o ayudante. Aunque quizá eso podría acabar siendo hasta bueno para Roca Sagrada, pero no sabía cómo lidiar con aquello si no podía establecerse en su mundo. <<Pero ya llegaremos a eso. Primero hay que salir de aquí con permiso y buena cara>> Por primera vez en mucho, mucho tiempo, se sentía bien. Casi se podría decir que era feliz. Había entendido por fin su misión y había comprendido que todo lo que le había ocurrido hasta el momento de entenderla había sido necesario. Y le daría cumplimiento con tesón, pues ese era su deseo. Tesón.

Así que esperó y esperó, mientras pensaba en todo esto y sus planes de futuro en silencio. No dijo ni una palabra hiriente desde que tomó su decisión. En todo caso, las pocas veces que hablaba era para saludar amablemente a los guardias o a quien pasara por allí, excepto a aquellos que parecieran delincuentes.