Mazmorras

Después de varios días aplicándose a fondo con sus experimentos, Giz estaba satisfecho. Iba vestido con una bata blanca de científico, tal como le había sugerido Miloslava para moverse por el laboratorio (aunque el asreniano solo dio el visto bueno cuando vio que le quedaba bien), y dentro de uno de los bolsillos llevaba uno de los polluelos de grifillo que había nacido hace poco. Los cuartos traseros y la cola del animal eran de gato, que era la especie con la que más familiarizado estaba Giz, mientras que la delantera era de una especie de guacamayo de plumas azules. Venían a ser como grifos pero en miniatura y de colores más exóticos. También había colado un espolón venenoso en los cuartos delanteros, básicamente porque era de las cosas que mejor sabía hacer y pensó que le vendría bien. Sin embargo, al tener tan solo unos días, el animal apenas tenía pelo ni plumas y no parecía tan bonito como lo sería más adelante.

Le había costado varios intentos lograr que uno de los grifos naciera bien y prueba viviente de ello era un gato pardo con pico y muñones en los omóplatos, el cual pululaba a sus anchas por el laboratorio. Los especímenes anteriores a él, sin embargo, habían tenido que ser sacrificados (los que no nacieron ya muertos) debido a diversas malformaciones y errores de cálculo. Pero ahora que había dado en el clavo, ya solo era cuestión de un poco tiempo reproducir una cantidad suficiente para soltarlos y ver como se manejaban por libre, en la ciudad.

Además de los grifos pequeños, Giz había conseguido, entre otras cosas, crear con éxito varios gatos con branquias, a distintas escalas, teniendo algunas escamas salteadas los más nuevos, y acabar el gato de Gael, que estaba apunto de nacer. También había empezado a trabajar con hienas del anfiteatro, para variar un poco y para probar si podía domesticarlas con estímulos mágicos.

Giz dejó al polluelo con Miloslava, que estaba entretenida con un microscopio, y le comentó que saldría a hacer pruebas. Se cambió la bata por su poncho, hizo levitar una urna con agua y varios gatos dentro y echó a andar en dirección al río, cogiendo de camino a la salida también al gato malformado.

Sigue en el Rio.

Siento lo cutre del post, pero así sirve para hacerse una idea de que Giz no se toca el mondongo en el Castillo xD

Giz los condujo a todos a través de la parte que el entendía como sala común, con todo tipo de utensilios para magos y alquimistas y los condujo por un par de pasillos hasta dar con lo que era su laboratorio. Por el camino ya se podía observar que la elegancia iba disminuyendo a medida que avanzaban y la zona donde Giz trabajaba estaba lejos de tener suelos brillantes o columnas trabajadas. Más bien se trataba de un pasillo lleno de celdas que había ido adaptando con el tiempo. Desactivó unas runas que servían para avisarle si alguien entraba o salía sin su permiso, se cambió el poncho por una bata blanca que colgaba de una percha y les hizo un gesto para que pasaran, mientras iba explicándoles lo que había.

En las celdas más cercanas, divididos por especies o sucedáneos de una misma, se encontraban la mayoría de los animales: las hienas con sensibilidad mágica (todavía algunas con cuernos), el osogrifo con un par de "pequeñines" que habían salido hace poco, otra llena de miriápodos alados de varios tamaños y una última con gatos de todos los tipos y colores que había ido sacando Giz en este tiempo. Cada una de las celdas estaba insonorizada y, en concreto, la de los insectos, tenía un sistema de runas para evitar que se salieran por los huecos que había entre los barrotes. También había otra celda más, aparentemente vacía, ocupada en realidad por un par de cabras sacadas a partir de la suya.

En las celdas contiguas, concretamente en una que carecía de puertas, Miloslava había instalado su dormitorio particular, que consistía en una cama no muy grande y un escritorio lleno de apuntes y otras historias. En una de las esquinas había un pequeño armario donde Miloslava guardaba su ropa y otros objetos de valor. Frente a la celda de la científica rusa, se encontraba la del nublino deforme.

Estaba cerrada por petición del propio nublino y apenas tenía una cama y un orinal. Seguía igual de aberrante que el día que lo trajeron, pero al menos ya había aprendido a no hacerse heridas en la lengua intentando hablar. Giz se había hecho con un juego de fichas de madera para niños, con las letras del abecedario, y se lo había pasado para que pudiera comunicarse con ellos. Al principio parecía ofendido, pero gracias a esas fichas ahora sabían que se llamaba Lean y Miloslava podía pasar horas curioseando con él sobre Nubla y sobre su vida. Giz le saludó con un gesto de la mano y siguió con su trabajo temporal de guía.

En las últimas habitaciones se encontraba el laboratorio en sí. Todos los aparatos que habían robado de la Tierra se encontraban repartidos entre las estancias, totalmente funcionales. Había varias vitrinas, donde Giz guardaba las muestras. En una de las celdas más amplias, había varios contenedores de cristal llenos de líquido amniótico, algunos con embriones creciendo dentro. El asreniano entró a echarles un vistazo antes de guardar el botecito con los pelos de Jack cerca del microscopio.

Al final del todo se encontraba algo a medio camino entre un despacho y una pocilga metafórica. Se trataba de una mesa, una silla y muchos libros y papeles por todos lados. Para Giz todo estaba bien ordenado: los libros de magia por un lado, los que leía cuando se aburría por otro, apuntes sobre runas y genemagia en distintos cajones y las notas más triviales esparcidas sobre la mesa. Sin embargo, su sentido del orden podría no serlo tanto para otros.

-Miloslava no está-comentó mientras rebuscaba unos papeles en el escritorio-. Habrá salido a pasear algún gato por las mazmorras. Tiene esa costumbre-apuntó lo que tendrían que hacer más tarde para dar con el gato de Jack y luego se volvió hacia sus amigos-. ¿Qué? ¿Qué os parece?

Era la primera vez que estaba en el castillo, y aunque para Giz fuera el pan de cada día, él no paró de mirar a su alrededor con descaro para no perder detalle, incluso si fueron las mazmorras lo único que visitaron realmente. Una vez dentro del edificio no paró de formularle preguntas al asreniano interrumpiendo sus explicaciones, ya fuera sobre el castillo o sobre quienes más trabajaban por allí.

El laboratorio de Giz estaba lleno de muestras, y todas vivas. «Un poco todo lo contrario de lo que será mi garito cuando esté listo». Había muchos experimentos de los que no sabía nada y otros de los que había oído hablar, por lo que no perdió la oportunidad de ponerse pesado preguntando lo que se le iba ocurriendo.
-¡Anda! Es el osogrifo, ¿qué hacen los pequeños? –preguntó acercándose a la jaula. Hasta que vio los gatos, entonces de un salto largo por el aire se colocó al lado, mirando a los mininos distraído-. Tantos…
Se agachó para jugar con una cría que lo miraba maullando. Movió su mano por el otro lado de las rejas y se rio por lo bajo al ver cómo el gatito saltaba entre sus compañeros para seguirlo.

Por último llegaron al laboratorio en sí. Allí a Gael se le abrió la boca y empezó a revolotear con cuidado de un lado para otro. En una serie de frascos había embriones, que le hicieron detenerse un momento a observar con cuidado cada uno de ellos. Se quitó las gafas del bolsillo y activó la runa para verlos en detalle.
-¿De qué es cada uno?
Todo le parecía sofisticado y era nuevo para él. No había llegado a pisar un laboratorio en toda su vida, y todo lo que había visto estaba en las poco fiables películas. Por eso, aquel aunque modesto, le parecía una maravilla, y se tuvo que morder la lengua para no preguntar para qué servía cada cachivache que veía. «Eso es un microscopio… y eso probetas, y ya no sé más» pensó erróneamente al mirar una gradilla con tubos de ensayo.
-¿Que qué me parece? ¡Envidia! –le respondió a Giz, mientras se subía las gafas por encima de la frente-. Es como de ciencia ficción. –Sonriendo como un chiquillo con juguete nuevo sobrevoló todo el aparataje y se acercó a la mesa donde Giz tenía su papeleo. Se colocó los guantes y hojeó un libro que acabó dejándolo perplejo de complicado que era-. Jolín, y pensaba que estaba puesto en biología, pero esto está a otro nivel. –Dejó el libro en la mesa y se le fue la mano a un bolígrafo con el que empezó a juguetear entre los dedos-. Hace tiempo que le estaba dando vueltas a algo, una tontería –empezó a decir con inseguridad-. Creo que por fin me he decidido al ver todo esto. Yo también quiero especializarme con todas las de la ley. Le daba vueltas porque las posibilidades son tantas… pero ya estoy metido hasta las cejas en la nigromancia, y me gusta. Pero por mucho que diga, solo sé hacer quimeras que solo me sirven a mí. Con eso de que no me hacía falta aprender a dar vida a la carne muerta estaba dejando las cosas a medias... Y con eso nunca podré ayudar a nadie que no sea yo mismo, como sí hace Giz. Le preguntaré a Siloco si tiene algún libro con el que pueda aprender y después tendré mis propios Panchitos… aunque mejor no dentro del cuchitril, que ya somos demasiados.
Cuando al terminar mostró una sonrisa triunfante, el bolígrafo se le escurrió entre los dedos y cayó al suelo dando botes. Mientras se diculpaba se lanzó tras él para recogerlo.

Tras despedirse de Nia y Jack, una vez finalizadas las pullas entre este y el draco, en el cuchitril y dejar a cargo al resto de la limpieza, Noel y Gael acompañaron a Giz a esa visita a su laboratorio que había propuesto. Noel nunca había estado en el castillo y tan sólo había contemplado el edificio desde la distancia. Nunca había tenido ningún asunto por el que tuviera que hablar con el consejo, y francamente preferiría no tenerlo nunca. Sin embargo no perdió detalle de la edificación, fijándose en su arquitectura y, una vez dentro en las salas y pasillos que tuvieron que atravesar hasta llegar al laboratorio. Siguió los pasos de Giz todo el tiempo, pensando en lo curioso que resultaba que su amigo tuviera libertad para entrar y salir del castillo e incluso llevarlos a ellos de visita, aunque sólo fuese a las mazmorras.

Una vez llegaron, el goliat los condujo a través de las distintas celdas que hacían las veces tanto de encierro para los distintos animales con los que experimentaba el asreniano como incluso de cuarto para la científica rusa que no se encontraba allí en aquel momento. Quien sí estaba, sin embargo, era aquel deformado por Varanubliagálago al que Giz intentaba revertir su estado todo lo posible. A simple vista no se apreciaba avance alguno aunque conocía de boca del propio goliat los progresos que había hecho con él. El draco no pudo evitar detenerse unos segundos para verlo sin mirarlo y luego continuar caminando de forma automática. En realidad lo que sí estaba viendo era aquella tarde en Nubla. Por un instante los gritos volvieron a resonar en sus oídos y las imágenes asaltaron su mente. Una exclamación de Gael hablando con Giz lo hizo volver a la realidad. Se frotó los ojos con una garra y se obligó a centrarse en el presente.

Continuó curioseando entre el material de laboratorio, los libros y todos los animales que tenía guardados el asreniano. Se interesó por las runas que había utilizado en las celdas de los ciempiés, la cual agradeció especialmente que estuviera insonorizada, ya que no las había visto nunca, y observó el despliegue de gatos de toda clase.

Se acercó a mirar por encima un libro que estaba ojeando el fuego fatuo y su reacción fue la misma que la de su amigo al comprobar lo incomprensible que le resultaba en su gran mayoría. Escuchó después a Gael cuando les habló de sus intenciones. Al oírle hablar de lo que le gustaría dedicarse no pudo evitar pensar en él mismo. Giz cada vez hacía más progresos con la complicada genemagia, Gael avanzaba cada vez más en genemagia, Adara era la experta en runas... ¿Y él? Su única "especialidad" era cagarla, pensó riéndose mentalmente de forma sarcástica. Noel estaba harto de sentirse inútil, pero en momentos como aquel no era capaz de pensar otra cosa.
-Asegúrate de tener periódicos a mano por si tus futuros Panchitos intentan matarnos -bromeó a pesar de todo-. Seguro que serás un nigromante excelente -le dijo a modo de comentario de aprobación ante sus planes.

Cuando el bolígrafo cayó al suelo, el draco reaccionó atrapándolo rápidamente en uno de los botes que dio, y se lo devolvió al fuego fatuo que también se había agachado a recogerlo prácticamente sin mirarlo, todavía dándole vueltas al asunto. Se acercó a una de las estanterías y sacó un libro sobre genemagia al azar, ojeándolo casi sistemáticamente.
-En el fondo me dais un poco de envidia -dijo de pronto sin levantar la vista de las páginas-. Tenéis muy claro lo que sois... No se puede decir lo mismo de mí -suspiró levemente lamentando casi al momento haber dicho eso y cerró el libro con una sola mano antes de devolverlo a su sitio-. Olvidad eso -se volvió hacia ellos tras unos segundos de silencio-. Giz, por como describías este sitio parecía que hablabas del cuchitril versión dos punto cero, pero parece estar bastante bien equipado -cambió de tema súbitamente como para restar importancia a sus palabras anteriores-. ¿Cuándo fabricarás el Metal Gear? Que estuviera borracho no quiere decir que lo hubiera olvidado -bromeó sonriendo levemente recordando la última fiesta en el Cuchitril.

Conforme Gael fue preguntando, Giz fue respondiéndole.

-Son osogrifos normales, decidí empezar por reproducirlos simplemente y dejárselos a la madre, para asegurarme de que los cría y no se los come o los mata. Hay padres muy poco apegados...-explicó divertido-. Y los embriones, la mayoría son de hienas. El de mayor tamaño es un experimento. Intenté mezclar el gen de la altura de los osogrifos con las hienas sensibles a la magia que estoy entrenando. Si tengo suerte nacerá una hiena enorme, si no tengo tanta suerte... Tendré que repetir hasta que me salga-se encogió de hombros y luego señaló los recipientes más pequeños-. Esos son los miriápodos, también normales, como los osogrifos.

En general, a Giz le alegró ver las reacciones positivas de sus amigos, sin embargo, también le supo un poco mal cuando comentaron que les daba envidia. No los había traído al laboratorio para presumir, aunque tenía casi la total certeza de que ellos lo sabían. Sin embargo, mientras que Gael pareció buscarle el lado bueno, Noel se ganó una mirada reprobatoria del asreniano con todas las de la ley.

-Lo harás genial-animó a Gael-. Además... Bueno, a veces algunos animales se me mueren al nacer, o incluso antes, si meto mucho la pata. Si quieres puedes dar uso a sus cadáveres-escucharse diciendo eso en voz alta le hizo sentir un poco desubicado, pero en cuanto recordó que así sus fallos serían nigrománticamente útiles y podrían "volver" a la vida, se le pasó un poco. Lo que Giz entendía por ecológico era diferente ahora a hace un tiempo.

>>Y a ti no sé que gen se te ha caído-se dirigió a Noel en un tono tranquilo, aunque algo serio-. Tú también tienes muy claro lo que eres, por eso llevas dejándote las plumas en los entrenamientos durante casi dos años. Además, tienes una gran facilidad para tirar del grupo, un talento innato para bromear sobre cualquier cosa y estoy seguro de que podrías especializarte en lo que te propusieras. Aunque sí te doy la razón en algo, es mejor que nos olvidemos de ese comentario, igual que yo me he olvidado de la borrachera que dices-acabó diciendo en un tono más despreocupado-. Que por cierto... ¿Qué es un Metalgear?-preguntó.

-Gracias a los dos -dijo en respuesta a los comentarios de ánimo de sus amigos-. Lo de reutilizar las sobras de aquí puede ser interesante. Aunque me acabo de imaginar un pequeño ejército de fetos zombies.
Cuando recogió el bolígrafo de la mano de Noel se fijó en que su mirada no era la de siempre. «¿No sonó antes un poco melancólico?». La respuesta estaba en lo que dijo poco después, pero aunque les dijo que lo olvidaran ninguno de los dos aceptó su cambio de tema.
-Noel, Noel... -dijo después de Giz-, será por cosas que haces o puedes hacer bien... Cada uno es cada uno, pero bueno, hombre, como dice el capitán Lagartijo, eres ¿cómo decirlo? un pilar básico para nuestro grupo, aunque ha sonado un poco cursi -rio-. ¿Y quién reparte aquí hostias como nadie? Bueno, te aseguro que no estábamos donde estamos sin tu iniciativa. Y si aún no le sacas a tu transformación todo el rendimiento que te gustaría... no llevamos tanto tiempo en la ciudad, y el tiempo también enseña. Qué digo, hasta podrías especializarte en torturas -añadió sin tener muy claro si era broma o en serio, eso se lo dejó al criterio del draco-. Y la verdad es que también me gustaría saber que es un Metal Gear, aunque medio me lo imagino.

Noel mantuvo la vista fija en el suelo del laboratorio la mayor parte del tiempo mientras sus amigos hablaban, con las manos en los bolsillos y enarbolando una sonrisa cansada de vez en cuando. Aunque para él las cosas que decían no eran tan evidentes, también sabía que no se lo decían sólo por animarlo. Además se había prometido que intentaría dejar atrás toda esa falta de confianza en sí mismo. <<Pues empiezo bien>>, suspiró internamente.
-No me hagáis caso, no sé que me pasa últimamente... Le doy demasiadas vueltas a todo y no dejo de recordar cosas que no debería -alzó la cabeza hacia el techo y bufó por lo bajo antes de volver a mirar a Giz y Gael-. Gracias -dijo simplemente, optando por hacer caso al asreniano y olvidar lo que había dicho-. Repatir hostias es divertido, para que negarlo -respondió con jocosidad al comentario del fuego fatuo al respecto-. Pero espero que no sea eso para lo único que sirvo o me entrará complejo de matón descerebrado -bromeó riéndose con sorna- No creas que no he pensado lo de las torturas. Es sólo que... bueno... No es tan sencillo -finalizó sin dar más explicaciones al respecto, no era algo de lo que le apeteciese hablar en aquel momento.

>>¿Tú tampoco sabes lo que es un Metal Gear, Gael? -esbozó una sonrisa divertida comenzando a responder a la pregunta que ambos le habían hecho- Me parece que no has jugado a suficientes videojuegos antes de venir aquí -negó con la cabeza con fingida desaprobación para luego comenzar a explicarles lo que era de la forma más divertida que se le ocurrió.

Sigue en el Cuchitril.

El laboratorio de Giz presentaba una gran diferencia desde la última vez que recibió una visita, todas las celdas que antes estaban ocupadas por animales, habían sido vaciadas. Giz había soltado por la ciudad a todos los gatos, con alas, pelo o escamas; una jauría entera de hienas, normales y grandes; algo que podría considerarse una pequeña colmena de miríapodos de diversos tamaños; dos osógrifos y un bebé de dragón; la mayoría de estos animales, con venenos o bien urticantes, o bien paralizantes. En su lugar, ahora solo había dos celdas ocupadas. Una por Lean y Miloslava, que trataba de hablar con él ahora, y otra por un par de cachorros de hienas insectoides. Giz trato de combinarlas con los miriápodos y salió una suerte de aberración simpática, por lo que Giz decidió que sembraría un puñado por la ciudad más adelante.

Al pasar, Miloslava miró de reojo a Matt y a Giz, dirigiendo al goliat su típica mirada de "no me acerques a tus amigos y déjame trabajar tranquila"; si le había asustado el aspecto del espectro de arena, no se notó. Giz aceptó la antipática voluntad de su compañera de oficio y le habló por lo bajo a Matt sobre Lean y ella.De camino a la habitación caótica que hacía las veces de despacho, cruzaron por la habitación de los contenedores, llenos de líquido amniótico y con fetos flotando dentro. Una mirada rápida recordó al goliat que el lobo de Wen estaba casi listo, pero aparcó el trabajo y siguió atendiendo a Matt. Una vez en el despacho, Giz hizo un hueco en el escritorio y se sentó entre los papeles. Para Matt acercó una silla. Metió la mano en su bolsa sin fondo y sacó la de Matt. Estuvo apunto de intentar hacer un chiste que le había dicho Miloslava en su momento, pero Giz no supo bien como encajarlo en la visita y decidió callarse un "Adiós a la ciencia trol".

-Ahí tienes-fue todo lo que dijo en su lugar, tendiéndole a Matt lo que era suyo-. Puedes depositar el contenido de las esferas de arena en cuatro de las celdas vacías, ya me encargo yo del resto.

Giz llega a la entrada del castillo con una criatura monísima entre las manos y los guardias al corroborar la versión sin mediar palabra levantaron sus lanzas permitiéndome pasar. -Veeeis. MI AMIGO GIZ.- Digo señalando al goliat con el dedo pasando al vestíbulo.

Me quedo embobado viendo la imponente sala en la que me encuentro negando con la cabeza con la boca abierta a la pregunta de Giz. Vamos pasando por un par de salas y escaleras de piedra hasta llegar a la zona de las mazmorras. Era un lugar bien iluminado a pesar de estar en lo mas profundo del castillo pero a decir verdad Giz parecía en su salsa mientras pasamos celda vacía tras celda.

Llegamos a una sala amplia donde se encontraban dos personas que tras la explicación de Giz sobre ellos pasar solo saludando con la mano con mis figuras a mi espalda. Llegamos a una zona llena de botes y fetos dentro de ellos. El lugar era el típico sitio donde trabajaría un científico loco o algún laboratorio de ciencia ficción pero, viendo lo visto en la ciudad casi no me extraño que Giz tuviese un lugar así. "Yo tengo mi mini desierto y él tiene sus probetas. Cada loco con su tema."

Tras pasar la sala llegamos al despacho de Giz que parecía estar algo mas desordenado que el resto de salas que habíamos visitado pero a decir verdad la habitación tenia cierto encanto. Se podría decir que estaba acorde a su usuario. Dejo mis quimeras fuera esperando para que no molesten pero entro con los contenedores de los encargos pululando a mi al rededor. El goliat me acerca una silla en la que me siento con las manos en mis rodillas mientras él rebusca en su bolsa sin fondo.

Tras un momento saca un saco de piel marrón decorada con unas piedras azul cyan. La bolsa se cierra con un cordón negro mate acabado en unos borlones violetas oscuros. Giz me tiende la bolsa y yo la observo casi con la misma ilusión que como cuando veía mis regalos de navidad en la tierra. -Oh Giz muchísimas gracias. No te imaginas lo feliz que me estas haciendo.- Le digo espachurrando la bolsa sobre mi pecho.

-Antes de nada me gustaría enseñarte lo que he traído. He intentado traerte lo que me perdiste vivo. Espero que el viaje no haya sido demasiado para ellos. Ni te imaginas lo que he tenido que hacer para conseguirlos.- Hago una pausa para elevar a mi espalda las cuatro esferas de manera simultanea. Al superar la altura de mi cabeza las esferas se adelantan y se colocan en medio de los dos. Al estar preparado me froto las manos y hago un redoble de tambores -Lo primero que encontré fue las algas. Tienes que agradecerle a Atol, el helión este de Letargo que le cruzó la cara al brujo este de las enredaderas, Enredo. No se si le has vuelto a ver. No cocina mal el chaval. Un día podríais pasaros por la torre y probar sus tortillas de patatas.-

Hago una pausa para recapacitar sobre el rollo que le estoy contando y hago un gesto con la mano para quitar importancia al asunto. -Bueno que me diluyo. Espero que estas sean las algas que me pediste.- Tras decir esto disuelvo la mitad superior de la esfera que al partirse en dos suelta un frío intenso al revelarse el contenido. -Bueno y lo siguiente que encontramos fue el cactus. No esta entero pero hay bastante cantidad e incluso creo que hay una flor si ha conseguido aguantar.- Digo cerrando la esfera y abriendo el contenedor del cactus soltando el mismo frío por el hechizo térmico.

-Luego encontré a este escorpión en las dunas. Se parece muchísimo a los del dibujo del libro que me diste.- Cierro la esfera del cactus y abro la del escorpión que al verse liberado de la esfera salta de ella haciéndome levantarme de golpe.

-¡Para para para!- En ese momento el escorpión comienza a ralentizar su caída hasta el punto de quedar casi suspendido en el aire por lo que miro con algo de incredulidad a Giz mientras lo señalo. -Esto me pasa a veces pero no tengo muy claro como lo consigo hacer.- Digo señalando al pobre escorpión que va cayendo muy lentamente casi como si se mantuviese estático.

-Y bueno este señorito tuve que adentrarme en un asentamiento de Mirie Kitade. A estos cabroncetes les gusta comer de lo que desperdician ellos.- Tras mostrarle al lagarto puedo ver que se mueve poco por lo que lo toco con el dedo para corroborar que no ha superado el viaje. -Lo siento Giz pero no ha sobrevivido.- Le digo con la mano tapándome la boca con un aire apesadumbrado. Tras terminar de enseñarle su pedido abro la bolsa y miro dentro desde lejos.

Meto mi mano para intentar llegar al fondo pero acabo metiendo el brazo hasta la altura del hombro mirando a Giz con una sonrisa de oreja a oreja. -¿Entonces esto como funciona? ¿No tiene fondo de verdad? ¿Va a pesar mucho? Tu cuantas cosas llevas metida en la tuya?-

-Entiendo-fue todo lo que le dio tiempo a decir a Giz entre todo lo que le iba contando el brujo. Hablaba tan rápido, quizás por la emoción de su bolsa nueva, que el goliat, también algo disperso en sus propias cosas, apenas archivó retazos de su conversación. No le quedó muy claro quién era el que cocinaba tortillas de patatas tan buenas, pero Giz no tenía mucha necesidad de trotilla; no es que el asreniano pasara hambre precisamente.

Finalmente, Matt fue vaciando las esferas y Giz fue extrayendo las muestras que necesitaba. Había vaciado el laboratorio porque realmente había estado un año trabajando sin rumbo fijo, pero ahora que tenía una base genemágica decente, quería ponerse serio. Sus trabajos hasta ahora habían sido minucias y no merecía la pena gastar tanto dinero como gastaba en alimentar a tantos animales. Si alguna vez echaba de menos alguna raza, solo tenía que reutilizar su código genético y fabricarla. Guardó las dos especies vegetales en un mismo compartimento, en el cual tenía una maceta improvisada con un terrario hasta arriba de tierra y abono, y observó con sorpresa como el escorpión se ralentizaba en el aire.

-Esto es lo que hacen los espectros, ¿no?-preguntó curioso. Era la primera vez que veía a Matt haciendo este tipo de cosas-. Es interesante-admitió mientras movía al escorpión a su propia jaula-. Y no te preocupes por el lagarto, tengo lo que necesitaba de todas formas. Ya daré de comer luego a los gusanos.

>>Sobre la bolsa. No es infinita, pero sí un ahorro de espacio. Es como un almacén portátil. Puede acabarse el espacio, claro, pero tardarás. A no ser que la llenes hasta el tope de arena. Yo la llevo llena de utensilios, anotaciones, libros y algún que otra arma arrojadiza para los encargos y todavía no se me ha caído el cinturón-acabó la explicación sonriendo, aunque la alegría en el rostro de Giz se debía a lo que estaba planeando hacer en breves con sus adquisiciones nuevas.

Mientras Giz me explica el funcionamiento real de la bolsa yo saco mi brazo de ella y comienzo a meter las cuatro esferas de arena en su interior sacudiéndolo de arriba a abajo para comprobar si se notaba algo en su interior. La bolsa no ha variado ni el tamaño ni el peso por lo que miro a Giz muy ilusionado y le agarro de las manos. -Enserio. Que feliz me haces con esto. Ademas la bolsa es super salaaaaaada.- Digo soltándole las manos y agarrando de nuevo la bolsa.

-Bueno Giz que no te quiero molestar mas que seguro que estas muy ocupado y yo ahora tengo que llenar un poco la bolsa aprovechando que estoy por aquí cerca y es medianamente temprano creo. En realidad tiene narices que siendo un espectro de arena viva tan al margen de la hora en la que vivo.- Giz se ofrece a llevarme hasta la salida por lo que salimos de su despacho y con lo primero que nos topamos es con mis dos quimeras esperando sentadas a cada lado de la puerta. -¿Buena compañía verdad? Me han quedado monisimas las jodías. Y mira que las hice en un momento.- Giz me acompaña hasta la salida pero por el camino puedo ver a los compañeros del goliat trabajando por lo que me despido de ellos con la mano mientras desandamos el camino realizado momentos antes.

-Muchísimas gracias otra vez Giz. Mañana intentaré enseñarle mi nueva bolsa a los chicos.- Le digo ya en la puerta del castillo franqueado por los dos guardias grandes. Tras despedirme de él le doy un profundo beso en la frente y le deseo suerte. Salgo por el patio exterior del castillo caminando con mis figuras a mis lados mientras observo con una cara llena de ilusión el brillo que desprenden las piedras al pasar la luz por ellas.

"Necesito llenar esta bolsa pero ya." Pienso al salir de las inmediaciones del castillo. Me detengo en seco y me encaramo a una de mis figuras haciendo que esta se eleve y vuele en dirección al desierto. Mientras sobrevuelo el camino con mi montura, la otra quimera nos sigue desde suelo corriendo pero al haber ya bastante distancia entre los dos la hago elevarse y volar a mi misma altura. "Que ganas tengo de llegar y enseñarles esto a los chicos." Pienso mientras suelto una risotada nerviosa internamente.

Sigue en el Desierto Malyadar.