Plaza de la Fuente
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Rocavarancolia Rol
74 participantes
- Rocavarancolia Rol
Plaza de la Fuente
02/08/11, 06:49 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Es una plaza amplia y rectangular con un monumento en el centro, una fuente formada por serpientes entrelazadas de cuyas bocas sale el chorro que llenaba la pila.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Plaza de la Fuente
28/11/16, 11:20 pm
Innadriel
Ina lloraba. Apenas veía lo que tenía delante mientras cargaba a Mónica junto a Eorlir. Se sentía inútil y estúpida: apenas había hecho nada para ayudar a sus compañeros, menos aún por iniciativa propia. Se había quedado arriba, llorando, paralizada por un miedo atroz que no la dejaba ni pensar. Abajo, todos gritaban o lloraban, o ambas. Y ver derrumbarse a sus compañeros no ayudaba para nada a tranquilizarla. Chilló al ver al dragón cerca, le chilló a Eorlir histérica que ella no tenía fuerza como para subir a nadie. La niña cerró los ojos y suspiró. No habían sido actitudes bonitas ni heroicas, pero era lo que había hecho porque tenía miedo, y no se la podía criticar, ¿no? Miró de reojo a Mónica, sangrando. Había tenido la suerte de no caer con ellos, de salir ilesa de aquello, y en vez de ayudarles solo había llorado. Hasta Eorlir terminó por bajar a ayudar, mientras ella estaba arriba, agarrándose a la cortina lo más fuerte que podía mientras lloriqueaba, hasta que se repuso lo bastante como para subirles con la polea improvisada.
Llegó a la plaza llorando aún. Sabía que la ciudad era peligrosa, que había cosas malas fuera…y aun así había ido. Se dedicó a ayudar a Eorlir a lavar las heridas a quienes lo necesitaran, secándose las lágrimas y sorbiendo mocos de cuando en cuando. «Quiero ir a casa…». La niña estaba asustada y no dejaba de mirar a Mónica, quien estaba sangrando demasiado, como intentando que las respuesta a lo que debía hacer se le aparecieran delante de sus ojos. Fue entonces cuando vio a Barael usando su ropa como un trapo —Espera…está llena de sangre. No es buena idea limpiar con sangre las heridas, ¿no? —esbozó una sonrisa tímida mientras se arrancaba parte de la falda del vestido. Era largo y las vidas de sus compañeros eran más importantes que un trozo de tela. Le tendió los trozos al nublino, con los ojos llorosos aún —. Usa esto mejor.
Echó una mirada rápida al cielo. Necesitaban pronto la ayuda que había ido a buscar Sinceridad: ellos solos no podían llevarlos hasta Maciel.
Ina lloraba. Apenas veía lo que tenía delante mientras cargaba a Mónica junto a Eorlir. Se sentía inútil y estúpida: apenas había hecho nada para ayudar a sus compañeros, menos aún por iniciativa propia. Se había quedado arriba, llorando, paralizada por un miedo atroz que no la dejaba ni pensar. Abajo, todos gritaban o lloraban, o ambas. Y ver derrumbarse a sus compañeros no ayudaba para nada a tranquilizarla. Chilló al ver al dragón cerca, le chilló a Eorlir histérica que ella no tenía fuerza como para subir a nadie. La niña cerró los ojos y suspiró. No habían sido actitudes bonitas ni heroicas, pero era lo que había hecho porque tenía miedo, y no se la podía criticar, ¿no? Miró de reojo a Mónica, sangrando. Había tenido la suerte de no caer con ellos, de salir ilesa de aquello, y en vez de ayudarles solo había llorado. Hasta Eorlir terminó por bajar a ayudar, mientras ella estaba arriba, agarrándose a la cortina lo más fuerte que podía mientras lloriqueaba, hasta que se repuso lo bastante como para subirles con la polea improvisada.
Llegó a la plaza llorando aún. Sabía que la ciudad era peligrosa, que había cosas malas fuera…y aun así había ido. Se dedicó a ayudar a Eorlir a lavar las heridas a quienes lo necesitaran, secándose las lágrimas y sorbiendo mocos de cuando en cuando. «Quiero ir a casa…». La niña estaba asustada y no dejaba de mirar a Mónica, quien estaba sangrando demasiado, como intentando que las respuesta a lo que debía hacer se le aparecieran delante de sus ojos. Fue entonces cuando vio a Barael usando su ropa como un trapo —Espera…está llena de sangre. No es buena idea limpiar con sangre las heridas, ¿no? —esbozó una sonrisa tímida mientras se arrancaba parte de la falda del vestido. Era largo y las vidas de sus compañeros eran más importantes que un trozo de tela. Le tendió los trozos al nublino, con los ojos llorosos aún —. Usa esto mejor.
Echó una mirada rápida al cielo. Necesitaban pronto la ayuda que había ido a buscar Sinceridad: ellos solos no podían llevarlos hasta Maciel.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Plaza de la Fuente
29/11/16, 05:46 am
Lo de Tay funcionó. Lo de las poleas funcionó. Consiguieron sacarlos a todos son percances, aunque la roquense no terminaba de creérselo. Ya habían pasado lo peor. Ahora sólo tenían que procurar que no se desangraran los que seguían graves... Y Sinceridad no sabía cómo hacerlo. Cuanto más les miraba y pensaba, más se agobiaba. Aún mantendría el control, pero... Sabía tratar heridas, claro, como las que se había hecho antes: superficiales, nada graves. Mónica y Rad eran harina de otro saco...
Primero tenían que llegar todos a la fuente. Fue alerta durante el maldito camino y en más de una ocasión, quizá por paranoia, creyó oír a la bestia de los cuernos en las calles aledañas. Incluso cuando vieron la plaza al final de una calle no consiguió tranquilizarse. Iba crispada. Tan pronto era por una razón como cambiaba a otra. Había sido primero la bestia, luego el derrumbe, más bestia, después volar al agujero, ver otra criatura largarse, contemplar el estropicio de sus compañeros, seguidamente planear y conseguir sacarlos, llegar a la fuente... Y ahora podía sentir cómo, como sería obvio, le miraban esperando que fuera una excelente sanadora de pelea. Si no les hubiera puesto en peligro, habría gritado para desahogarse. Ganas no le faltaban.
Al menos, pudo comprobar que hicieran lo que hicieran, sería con la mayor higiene posible dadas las circunstancias, aunque la roquense no conociera otra ni supiera siquiera qué era una "infección", pero sonaba peligroso. No se lo pensó mucho. Se lanzó a la fuente, metió la cabeza y soltó un grito bajo el agua antes de sacudir la cabeza y empezar a lavarse con ganas. Ni loca tocaría a los heridos cubierta de polvo, sudor y sangre seca suya. Si es que toda era suya, porque ya ni recordaba si se habría manchado de la de alguien. Sin embargo, antes de que pudiera acabar, oyó que un grupo se iba al torreón a pedir refuerzos. Sacudió la cabeza, de nuevo, y a punto estuvo de gritar otra vez: ¿Cómo no se le había ocurrido? Estaban cerca, maldita sea, y claramente necesitaban manos extra. Ella llegaría antes.
Bajó de la fuente, miró a Rad y Mónica bastante preocupada, y se dirigió al grupo. Les interrumpió, sin más:
-Ni hablar, yo iré más rápida -<<y no sé curaros, así hago algo útil>>-. No sé qué hacer con ellos, lo siento, quizá alguien de allí sepa mejor. Tened cuidado.
Y esa fue su despedida. Sinceramente, esperaba que el humano supiera algo más que el resto. Si tanto había peleado, si de tanta batalla sabía, no estaría de más que supiera tratar las consecuencias de cualquier contienda. Porque... ¿Qué demonios se hacía con madera y cosas clavadas? ¿Y si sacarlas provocaba que se desangraran? <<Ni lo pienses. Corre. Improvisaremos si hace falta y que tengan una muerte digna y con el menor dolor posible, al menos. Pero en casa>> Necesitaban más brazos y manos que sanadores. <<Me vendrá bien el aire fresco>> Pero los gritos de Mónica la persiguieron unos metros. Gustosamente los habría cambiado por el estruendo de las estatuas reventadas.
Echó a volar en mitad de su última frase y se dirigió al Torreón Maciel.
Primero tenían que llegar todos a la fuente. Fue alerta durante el maldito camino y en más de una ocasión, quizá por paranoia, creyó oír a la bestia de los cuernos en las calles aledañas. Incluso cuando vieron la plaza al final de una calle no consiguió tranquilizarse. Iba crispada. Tan pronto era por una razón como cambiaba a otra. Había sido primero la bestia, luego el derrumbe, más bestia, después volar al agujero, ver otra criatura largarse, contemplar el estropicio de sus compañeros, seguidamente planear y conseguir sacarlos, llegar a la fuente... Y ahora podía sentir cómo, como sería obvio, le miraban esperando que fuera una excelente sanadora de pelea. Si no les hubiera puesto en peligro, habría gritado para desahogarse. Ganas no le faltaban.
Al menos, pudo comprobar que hicieran lo que hicieran, sería con la mayor higiene posible dadas las circunstancias, aunque la roquense no conociera otra ni supiera siquiera qué era una "infección", pero sonaba peligroso. No se lo pensó mucho. Se lanzó a la fuente, metió la cabeza y soltó un grito bajo el agua antes de sacudir la cabeza y empezar a lavarse con ganas. Ni loca tocaría a los heridos cubierta de polvo, sudor y sangre seca suya. Si es que toda era suya, porque ya ni recordaba si se habría manchado de la de alguien. Sin embargo, antes de que pudiera acabar, oyó que un grupo se iba al torreón a pedir refuerzos. Sacudió la cabeza, de nuevo, y a punto estuvo de gritar otra vez: ¿Cómo no se le había ocurrido? Estaban cerca, maldita sea, y claramente necesitaban manos extra. Ella llegaría antes.
Bajó de la fuente, miró a Rad y Mónica bastante preocupada, y se dirigió al grupo. Les interrumpió, sin más:
-Ni hablar, yo iré más rápida -<<y no sé curaros, así hago algo útil>>-. No sé qué hacer con ellos, lo siento, quizá alguien de allí sepa mejor. Tened cuidado.
Y esa fue su despedida. Sinceramente, esperaba que el humano supiera algo más que el resto. Si tanto había peleado, si de tanta batalla sabía, no estaría de más que supiera tratar las consecuencias de cualquier contienda. Porque... ¿Qué demonios se hacía con madera y cosas clavadas? ¿Y si sacarlas provocaba que se desangraran? <<Ni lo pienses. Corre. Improvisaremos si hace falta y que tengan una muerte digna y con el menor dolor posible, al menos. Pero en casa>> Necesitaban más brazos y manos que sanadores. <<Me vendrá bien el aire fresco>> Pero los gritos de Mónica la persiguieron unos metros. Gustosamente los habría cambiado por el estruendo de las estatuas reventadas.
Echó a volar en mitad de su última frase y se dirigió al Torreón Maciel.
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Plaza de la Fuente
29/11/16, 05:38 pm
Sonrió a Tayron, aparentando más tranquilidad de la que sentía.
-Si, todos vivos... Aunque tenemos a Monica, Radar y a Eriel hechos polvo. La cosa que os curó... el anillo... sólo tenía tres usos. De momento limpiemosles las heridas... luego ya veremos qué hacemos para curarles.
Escuchó a Sox con atención. Cuando le habló de los tres hechizos que había en los apuntes, tuvo algo de vértigo. No se veía realizando ninguna maravilla, desde luego. Aún así, le pareció útil que pudieran llegar a hacer algo así al menos algunos de ellos.
-No sabemos el frío que puede llegar a hacer aquí... El térmico supongo que suena bien. Y la curación... -se estremeció al oir "superficial"-. No hay nada "superficial" en esto de aquí... No creo que nos valga para esto. Más nos vale que el anillo se pueda recargar... Es lo único que tenemos seguro para curar heridas más graves...
En un principio, Eorlir quería acompañar a Siete y a Sox al torreón, al menos para dejar a Ina allí. La pobrecilla estaba asustadísima, y apenas había podido ayudar por puro miedo. Necesitaba alejarla, llevarla a un lugar seguro. Gruñó levemente cuando Sinceridad levantó el vuelo y fue al torreón sola, pero no dijo nada. En su lugar, se quedó con el grupo para seguir tratando a los heridos.
En un pequeño respiro, se dirigió a Ina y la abrazó para reconfortarla.
-Shhhh... Ya ha pasado, Ina. Ya está. -besó su frente-. Vamos, vamos. Respira hondo. -le secó las lágrimas con el pulgar con suavidad-. Eh, escucha, Ina... -la miró a los ojos, mostrándose seguro para ella-. Ya lo has visto. Esta ciudad es mala, y nos necesitamos unos a otros... Si la próxima vez fuera yo el que estuviera herido, tendrías que salvarme, ¿no? -sonrió-. Puedes hacerlo. Sé que puedes. -le revolvió el pelo con cariño y se dirigió de nuevo a los heridos.
Se puso al lado de Barael y sonrió con aprobación cuando Ina, llorosa aún pero haciendo un esfuerzo para sobreponerse, les alcanzaba un trozo de tela de su vestido para usarlo de trapo limpio. Cogió el trozo y miró a Barael.
-De acuerdo. Indícame. -miró alarmado a la chica, que se había despertado por el dolor-. Shh. Tranquila, Monica. No dejaremos que se te infecte nada. ¿Ves? Estamos limpiandote las heridas... "me preocupa más la sangre que estás perdiendo... maldita sea..." -entre él y el nublino limpiaron las heridas de la humana y la vendaron como pudieron con sabanas y trozos de ropa limpia. Miró a Ina.
-¿Quieres quedarte con Monica mientras vamos a examinar a los demás? Necesita alguien que la vigile por si sus heridas sangran demasiado...
Miró a Rádar y se dirigió hacia él. Terció el gesto ante la visión del pecho del carabés y de la tabla que se había clavado en su pantorrilla y se puso a limpiarle las heridas con cuidado. Le miró y trató de sonreír.
-Vamos, Rad... Aguanta hasta que lleguen los otros... Since ha ido a por refuerzos, no deberían tardar en llegar...
Miró a Eriel. Como Monica y Rad, se había clavado una tabla. Mientras que la humana se la había logrado sacar, los dos chicos seguían teniendolas clavadas. Le daba miedo tener que quitársela a cualquiera de los dos. Tenía miedo de que se desangraran. Necesitaban saber cómo cargar el anillo pronto.
-Si, todos vivos... Aunque tenemos a Monica, Radar y a Eriel hechos polvo. La cosa que os curó... el anillo... sólo tenía tres usos. De momento limpiemosles las heridas... luego ya veremos qué hacemos para curarles.
Escuchó a Sox con atención. Cuando le habló de los tres hechizos que había en los apuntes, tuvo algo de vértigo. No se veía realizando ninguna maravilla, desde luego. Aún así, le pareció útil que pudieran llegar a hacer algo así al menos algunos de ellos.
-No sabemos el frío que puede llegar a hacer aquí... El térmico supongo que suena bien. Y la curación... -se estremeció al oir "superficial"-. No hay nada "superficial" en esto de aquí... No creo que nos valga para esto. Más nos vale que el anillo se pueda recargar... Es lo único que tenemos seguro para curar heridas más graves...
En un principio, Eorlir quería acompañar a Siete y a Sox al torreón, al menos para dejar a Ina allí. La pobrecilla estaba asustadísima, y apenas había podido ayudar por puro miedo. Necesitaba alejarla, llevarla a un lugar seguro. Gruñó levemente cuando Sinceridad levantó el vuelo y fue al torreón sola, pero no dijo nada. En su lugar, se quedó con el grupo para seguir tratando a los heridos.
En un pequeño respiro, se dirigió a Ina y la abrazó para reconfortarla.
-Shhhh... Ya ha pasado, Ina. Ya está. -besó su frente-. Vamos, vamos. Respira hondo. -le secó las lágrimas con el pulgar con suavidad-. Eh, escucha, Ina... -la miró a los ojos, mostrándose seguro para ella-. Ya lo has visto. Esta ciudad es mala, y nos necesitamos unos a otros... Si la próxima vez fuera yo el que estuviera herido, tendrías que salvarme, ¿no? -sonrió-. Puedes hacerlo. Sé que puedes. -le revolvió el pelo con cariño y se dirigió de nuevo a los heridos.
Se puso al lado de Barael y sonrió con aprobación cuando Ina, llorosa aún pero haciendo un esfuerzo para sobreponerse, les alcanzaba un trozo de tela de su vestido para usarlo de trapo limpio. Cogió el trozo y miró a Barael.
-De acuerdo. Indícame. -miró alarmado a la chica, que se había despertado por el dolor-. Shh. Tranquila, Monica. No dejaremos que se te infecte nada. ¿Ves? Estamos limpiandote las heridas... "me preocupa más la sangre que estás perdiendo... maldita sea..." -entre él y el nublino limpiaron las heridas de la humana y la vendaron como pudieron con sabanas y trozos de ropa limpia. Miró a Ina.
-¿Quieres quedarte con Monica mientras vamos a examinar a los demás? Necesita alguien que la vigile por si sus heridas sangran demasiado...
Miró a Rádar y se dirigió hacia él. Terció el gesto ante la visión del pecho del carabés y de la tabla que se había clavado en su pantorrilla y se puso a limpiarle las heridas con cuidado. Le miró y trató de sonreír.
-Vamos, Rad... Aguanta hasta que lleguen los otros... Since ha ido a por refuerzos, no deberían tardar en llegar...
Miró a Eriel. Como Monica y Rad, se había clavado una tabla. Mientras que la humana se la había logrado sacar, los dos chicos seguían teniendolas clavadas. Le daba miedo tener que quitársela a cualquiera de los dos. Tenía miedo de que se desangraran. Necesitaban saber cómo cargar el anillo pronto.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Plaza de la Fuente
30/11/16, 11:10 pm
Sí, eso tenía sentido. Sox asintió cuando Since dijo de sustituirles. Iría más rápido y con menos probabilidad de encontrarse algo por el camino. Se habría sentido imbécil por no haber hecho la conexión él mismo, pero ya tenía la cabeza saturada de suficientes pensamientos.
—Ten cuidado —aunque era indudablemente la frase correcta, le supo vacía. Ellos habían guardado toda clase de precauciones y mira cómo habían acabado. ¿O deberían dar las gracias por no haberse dejado a nadie por el camino? Era un pensamiento desolador.
La calma temporal a la que habían llegado al detenerse se vio rota de repente cuando un grito desgarrador marcó el despertar de Mónica. Durante un instante fugaz y espantoso de inexperiencia Sox creyó que la humana había despertado justo a tiempo para ser consciente de estar muriéndose.
Barael fue el primero en reaccionar. Sox se quedó mirando estupefacto al nublino, decodificando las instrucciones y la fuente inesperada de la que venían.
—Tenía entendido que eras pastor, no médico —señaló con suspicacia. Por suerte todo hasta ahora sonaba razonable, pero teniendo en cuenta las burradas teístas que habían salido de boca de los dos hermanos el carabés no descartaba tener que separar lo verdaderamente útil de alguna superstición absurda. Si todavía les quedaba alguna después del fiasco de aquella tarde, añadió para sí con amargura. Lecciones duras, por la vía difícil. Correr riesgo de muerte simplemente por ir por la calle no, pero ése sí era un concepto que entendía.
Chapó, como era lógico: en su caso se ocupó de la tarea de lavar y escurrir la tela en agua de la fuente antes de pasársela a los que seguían las indicaciones de Barael. El nublino había tenido los dos dedos de frente de no haber intentado hacerlo todo con una mano, al menos.
La plaza estaba momentáneamente llena otra vez de sonido. Susurros de consuelo, Mónica gritando y luego suplicando. En espacio de escasos segundos se le hizo insoportable.
—No te vas a morir —se encontró espetando, con la convicción agresiva con la que formulaba la única opción tolerable para él—. El agua de la fuente está desinfectada con magia o no podríamos beber de ella, ¿vale? Nadie va a morirse —había cierto desafío en su voz; no a Mónica sino a la situación, como si la retara a empeorar después de la lógica que acababa de exponer.
Dirigió una mirada de reojo hacia atrás al oír a Eorlir. Eriel no había vuelto a hablar, y Rádar ni siquiera había alzado la voz en todo aquel tiempo. Cuando se les había echado en cara que el mero hecho de sobrevivir era la prueba de mérito, se había planteado con frialdad lo que significaría que uno de los carabeses cayese y otro no. Ahora que se enfrentaba a la posibilidad sentía sudor frío. Quería ganar, pero no así. Sonaba a trampas, y eso le bastaba. Sox aún no se atrevía a internarse en el abrumador tren de pensamiento que había más allá de aquella consecuencia: la más superficial de todas y lo sabía.
El carabés había empezado a subrayar los apuntes referentes a curación superficial en el intervalo entre la marcha de Since y el despertar de la madrileña. Sin embargo los había soltado, poniendo peso encima para que no volaran, en cuanto advirtió que los había estado crispando en un puño que iba apretándose poco a poco. Los alisó de forma rígida ahora que volvía a tener las manos secas.
—¿Quién tiene el anillo? —preguntó. Sin otra cosa que hacer más que esperar a Since, se asfixiaba en su propia inmovilidad. Necesitaba sacar alguna micra de información útil de esa magia extranjera. Algo de lo que había aprendido tendría que servir, o la alternativa era seguir a ciegas las instrucciones de otro.
—Ten cuidado —aunque era indudablemente la frase correcta, le supo vacía. Ellos habían guardado toda clase de precauciones y mira cómo habían acabado. ¿O deberían dar las gracias por no haberse dejado a nadie por el camino? Era un pensamiento desolador.
La calma temporal a la que habían llegado al detenerse se vio rota de repente cuando un grito desgarrador marcó el despertar de Mónica. Durante un instante fugaz y espantoso de inexperiencia Sox creyó que la humana había despertado justo a tiempo para ser consciente de estar muriéndose.
Barael fue el primero en reaccionar. Sox se quedó mirando estupefacto al nublino, decodificando las instrucciones y la fuente inesperada de la que venían.
—Tenía entendido que eras pastor, no médico —señaló con suspicacia. Por suerte todo hasta ahora sonaba razonable, pero teniendo en cuenta las burradas teístas que habían salido de boca de los dos hermanos el carabés no descartaba tener que separar lo verdaderamente útil de alguna superstición absurda. Si todavía les quedaba alguna después del fiasco de aquella tarde, añadió para sí con amargura. Lecciones duras, por la vía difícil. Correr riesgo de muerte simplemente por ir por la calle no, pero ése sí era un concepto que entendía.
Chapó, como era lógico: en su caso se ocupó de la tarea de lavar y escurrir la tela en agua de la fuente antes de pasársela a los que seguían las indicaciones de Barael. El nublino había tenido los dos dedos de frente de no haber intentado hacerlo todo con una mano, al menos.
La plaza estaba momentáneamente llena otra vez de sonido. Susurros de consuelo, Mónica gritando y luego suplicando. En espacio de escasos segundos se le hizo insoportable.
—No te vas a morir —se encontró espetando, con la convicción agresiva con la que formulaba la única opción tolerable para él—. El agua de la fuente está desinfectada con magia o no podríamos beber de ella, ¿vale? Nadie va a morirse —había cierto desafío en su voz; no a Mónica sino a la situación, como si la retara a empeorar después de la lógica que acababa de exponer.
Dirigió una mirada de reojo hacia atrás al oír a Eorlir. Eriel no había vuelto a hablar, y Rádar ni siquiera había alzado la voz en todo aquel tiempo. Cuando se les había echado en cara que el mero hecho de sobrevivir era la prueba de mérito, se había planteado con frialdad lo que significaría que uno de los carabeses cayese y otro no. Ahora que se enfrentaba a la posibilidad sentía sudor frío. Quería ganar, pero no así. Sonaba a trampas, y eso le bastaba. Sox aún no se atrevía a internarse en el abrumador tren de pensamiento que había más allá de aquella consecuencia: la más superficial de todas y lo sabía.
El carabés había empezado a subrayar los apuntes referentes a curación superficial en el intervalo entre la marcha de Since y el despertar de la madrileña. Sin embargo los había soltado, poniendo peso encima para que no volaran, en cuanto advirtió que los había estado crispando en un puño que iba apretándose poco a poco. Los alisó de forma rígida ahora que volvía a tener las manos secas.
—¿Quién tiene el anillo? —preguntó. Sin otra cosa que hacer más que esperar a Since, se asfixiaba en su propia inmovilidad. Necesitaba sacar alguna micra de información útil de esa magia extranjera. Algo de lo que había aprendido tendría que servir, o la alternativa era seguir a ciegas las instrucciones de otro.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Plaza de la Fuente
02/12/16, 11:56 pm
Y se fue. Por milagroso que le pareciera, se fue. Y justo después la única noticia que podía alegrarle en ese momento: habían conseguido magia curativa. El mazazo de que aquel anillo solo tuviera unos cuantos usos le dejó tal impacto que, por un momento, se volvió de echar la saliva rojiza que se acumulaba en su boca. Un acceso de esputos sangrientos le sobrevino, convirtiendo su torso en una tabla de tórtura. La sensación de mil agujas clavándose en los músculos y huesos del lugar le dejó con lágrimas en los ojos. «Maldita ciudad, maldita magia, maldita vida». Deseó que la inconsciencia se lo llevara también a él para poder, al menos por un rato, dejar de sufrir tanto.
A partir de aquel momento se limitó a intentar ser lo menos quejica posible y en procurar no estorbar su colocación en las camillas improvisadas. Durante el camino se preguntó cuándo tardarían en cerrarse las heridas de su boca. No sabía cuánto tiempo podían requirir sin magia y sin nada con lo que taparlos. «Espero que no se infecte» pensó en determinado momento, entre respiraciones ahogadas y gemidos entrecortados. Aquel destrozo había sido demasiado grande como para aguantar por completo el dolor, pero, dentro de las posibilidades, el carabés no estaba siendo especialmente quejica. Gemía, y no poco, pero a un volumen suficientemente bajo como para ignorarlo y sin decir nada.
La limpieza de las heridas aumentó la agonía hasta cotas que el carabés desconocía que pudieran existir. Los gemidos aumentaron de volumen un poco, pero este sufrimiento se expresó especialmente en su propia cara. Rádar apretó los dientes con tal fuerza que parecía un milagro que no se astillasen unos contra otros. El rictus de su rostro dejaba perfectamente claro lo que el tipo E, en su orgullo obstinado, quería ocultar.
A partir de aquel momento se limitó a intentar ser lo menos quejica posible y en procurar no estorbar su colocación en las camillas improvisadas. Durante el camino se preguntó cuándo tardarían en cerrarse las heridas de su boca. No sabía cuánto tiempo podían requirir sin magia y sin nada con lo que taparlos. «Espero que no se infecte» pensó en determinado momento, entre respiraciones ahogadas y gemidos entrecortados. Aquel destrozo había sido demasiado grande como para aguantar por completo el dolor, pero, dentro de las posibilidades, el carabés no estaba siendo especialmente quejica. Gemía, y no poco, pero a un volumen suficientemente bajo como para ignorarlo y sin decir nada.
La limpieza de las heridas aumentó la agonía hasta cotas que el carabés desconocía que pudieran existir. Los gemidos aumentaron de volumen un poco, pero este sufrimiento se expresó especialmente en su propia cara. Rádar apretó los dientes con tal fuerza que parecía un milagro que no se astillasen unos contra otros. El rictus de su rostro dejaba perfectamente claro lo que el tipo E, en su orgullo obstinado, quería ocultar.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Plaza de la Fuente
04/12/16, 12:24 am
En su aturdimiento, Siete miró a Sinceridad desolado. Asintió con retraso, cuando la roquense estaba ya volando, se encogió con el sonido del grito de Mónica, y se apartó solo un poco al notar el terror en cada palabra que decía. Luego dio un movimiento brusco de cabeza intentando ponerse en marcha. Cosas que hacer, tenía que moverse. La fuente se tiñó cuando hundió las manos, una nube de sangre que se fue difuminando en volutas, suciedad turbiando el agua y le dio miedo pensar que había contaminado el agua por ello. "No, se limpia sola" se repitió las palabras de Sox y se frotó las manos con fuerza. Las sacó plateadas en contraste nitido con donde había dejado de sumergirlas.
Cogió de Sox uno de los trapos lavados, todavía con algo de perplejidad en los rasgos. Se arrodilló donde estaba Rad y limpió con cuidado y meticulosidad. Pasó sin querer varias veces por el mismo sitio. Veía su mueca, oía de continuo el sufrimiento como un acorde de fondo. Sentía la compulsión estúpida de mentir, de decir "Esta bien" y repetirlo, pero incluso entonces, especialmente entonces, iba contra sus principios. Tardó en dar con algo que susurrarle a Rad.
- Estamos haciendo cosas- dijo, con un poco de desesperación-. Vienen a por nosotros. No va a durar para siempre.
Eso último quizás solo fuera un deseo. Se le ocurrió pensar en de que otra forma podía terminar y se estremeció. Volvía a tener nauseas y tenía que reprimirse para no apretar. Se levantaba, pasaba el trapo, recibía uno limpio. Cuando terminó, se quedó todavia unos segundos al lado del chico, fijandose en que respiraba. Luego pasó los dedos por las mejillas de Rad, en una petición silenciosa de que relajase la mandibula y una forma inocente de tratar de consolarlo.
Siete estaba aterrado, contagiado de todos los miedos a su alrededor y del suyo propio a que algun corazón se parase de pronto. Sin tareas que hacer, e incapaz de pedir nuevas instrucciones, hundió la cabeza en las manos, todavía al lado de Rad, y la mirada antes centrada en la respiración del carabés perdió el foco. Los pensamientos esta vez iban a toda velocidad. Igual que después de salvar a Sirce y huir, una sarta de insultos y ordenes que no seguía. Se suplicaba, pataleaba mentalmente. Luego se volvería asco hacia si mismo.
"Por favor haz algo" superpuesto a "Por favor, que alguien lo pare".
Cogió de Sox uno de los trapos lavados, todavía con algo de perplejidad en los rasgos. Se arrodilló donde estaba Rad y limpió con cuidado y meticulosidad. Pasó sin querer varias veces por el mismo sitio. Veía su mueca, oía de continuo el sufrimiento como un acorde de fondo. Sentía la compulsión estúpida de mentir, de decir "Esta bien" y repetirlo, pero incluso entonces, especialmente entonces, iba contra sus principios. Tardó en dar con algo que susurrarle a Rad.
- Estamos haciendo cosas- dijo, con un poco de desesperación-. Vienen a por nosotros. No va a durar para siempre.
Eso último quizás solo fuera un deseo. Se le ocurrió pensar en de que otra forma podía terminar y se estremeció. Volvía a tener nauseas y tenía que reprimirse para no apretar. Se levantaba, pasaba el trapo, recibía uno limpio. Cuando terminó, se quedó todavia unos segundos al lado del chico, fijandose en que respiraba. Luego pasó los dedos por las mejillas de Rad, en una petición silenciosa de que relajase la mandibula y una forma inocente de tratar de consolarlo.
Siete estaba aterrado, contagiado de todos los miedos a su alrededor y del suyo propio a que algun corazón se parase de pronto. Sin tareas que hacer, e incapaz de pedir nuevas instrucciones, hundió la cabeza en las manos, todavía al lado de Rad, y la mirada antes centrada en la respiración del carabés perdió el foco. Los pensamientos esta vez iban a toda velocidad. Igual que después de salvar a Sirce y huir, una sarta de insultos y ordenes que no seguía. Se suplicaba, pataleaba mentalmente. Luego se volvería asco hacia si mismo.
"Por favor haz algo" superpuesto a "Por favor, que alguien lo pare".
-
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Plaza de la Fuente
04/12/16, 07:02 pm
Lorenzo
—¡Virgencita de la caridad!—
—¡Dios, te impelo!—
—¡Bendita emérita!—
El español aullaba, imaginándose lo peor mientras aceleraba el paso todo lo que podía, sujetandose el sombrero con una mano y cargando con los materiales con otra. Las palabras acusadoras y verbadas harían de faltar, pero no dudaba en echarles un ben rapapolvo una vez aquello terminase. O al menos esperaba, que solo fuera eso y un rapapolvo fuese apropiado. Su mente inconscientemente plasmó en imagen la muerte de Nad una y otra vez.
Y finalmente llegaron, algo hastiados y con el miedo en la boca a mirar lo que les había acontecido. A bote pronto, el diestro distingio sangre, una mano peridida, miembros torcidos, piernas y brazos laxos, dolor y, como no, olor a sangre. Habialos más afortunados, pero no se paró el presenciarles.
—¡Por todos los santos!—exclamó al llegar, deshaciendose de su sombrero, dejándolo al lado de la especie de una camilla casera que habían hecho.
Dirigiose en primeras a Siete, mirole de bien unos segundos y concluyo que sus heridas tan solo aparecían feas. Lanzole unos trapos e instole a poner a Rad unos plastos y limpiar las heridas. Casi todo huesos y miembros rotos, poco podía hacerse de inmediato.
Segundo, raudo como un can de sangre, dirigiose a Barael y su hermano. Barael, sorprendentemente postraba un muñon totalmente curado, que aunque non podía decirse que estaba sano, era bastante obvio que aquesa herida no habia sido ni de cerca reciente.
—Por los cielos, Don Barael, ¿que ha pasado con vuestra mano?—aquejose, pero no dejó responder, para luego centrarse en su hermano. Perdía sangre rápido. Dos heridas preocupabanle.
—Hay que darle la vuelta a tu hermano.—saco aguja y atravesola con hilo. Dejandosela en la boca, siguió hablando.—Si no le cosemos estas, podría desangrarse y lo hará.—informó.—¿Alguno prestanos ayuda?—alzó la voz entonces.
Fijose entonces en la nueva con ojos desorbitados, tan solo estando quieta sin hacer nada. Alzó la voz en su direccion al ver las heridas y el estado de Mónica y sus ojos se desorbitaron d nuevo.
—¡Hay que coser también esa, el gran desgarre!—aulló y, tras darle la vuelta al neno, cercó la distancia entre el y Mónica y examinole.
—¡Virgen del amor hermoso!—exclamó de nevo. Sus ojos anonadados, zumbaban de una herida a otra. Doliale el brazo herido y las costillas, pero non dioles atención, dejando que aqese dolor embotellasese para otro momento.
—Esta.—puntalizó a la nueva, señalando el desgarre.—Hay tambien que limpiar cara y todas estas heridas. Traimos trapos y cubs de sobra para ello.—
Antes de volver, se dirigió a Mónica unos segundos y, acariciando suavemente su frente, intentó por calmarla con ojos de alma entristecida.
—Non os preocupeis. Os vais a poner bien. Solo hay que aguantar un poco más, Mónica.—
Temblabanle las manos al separarse.
Y dicho esto, girose de vuelta a eriel. Viendo entonces a Sox de camino, le instó a limpiarse piernas y otras heridas.
—Y después un plasto húmedo debería mantenerlo por el momento.—añadió.
Susrraba, maldecia e imploraba a los Santos y los Angeles por ayuda. Sacándose la aguja de los labios, algo podría haber estado más preparado, pero sin duda non podía esperar más.
—Vais a poneros bien, solo necesitoos fuerte para esto y que no os mováis, ¿entendido? Via cerraros tan fea herida en un santiamén.—
O eso esperaba, tras lo cual volvió a mirar a Barael, hizo la primera incisión. Habia desarrollado cierta habilidad cosiendo heridas, pero claro, la tierna carne de aquel neno no podía compararse con la suya y procuró tener extremo cuidado de no dañarle, a la vez que impelia la celeridad en ahí.
—¡Limpiad y lavad heridas, por el amor de Dios! ¡Jabón, si!—puntalizo al ver a alguien usarlo.—¡Las que no paren de sangrar seguid poniendo plastos húmedos hasta que paren o dadme una voz!—
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Plaza de la Fuente
04/12/16, 08:29 pm
Aliviado por la respuesta de Siete Eriel se dejó caer en el suelo y procuró moverse lo menos posible. El resto habló algo de ir a buscar ayuda al torreón pero Eriel no dijo nada al respecto, estaba claro que él no iba a ir. El nublino se abstrajo para refugiarse del dolor y escozor generalizado de su cuerpo y por poco termina dormido.
Muchas de sus heridas ya habian dejado de sangrar, eran cortes pequeños hechos los cristales que había en el foso. Por suerte no muchos estaban clavados y los que sí lo estaban eran fáciles de extraer al igual que las astillas. La fractura de la pierna y el brazo dislocado no le molestaban si no los movía, lo que sí le molestaba más era el tablón clavado pero con eso no podía hacer nada salvo minimizar los movimientos.
Apenas se enteró de cuándo llegaron sus compañeros del torreón pero vaya si se enteró de sus intenciones. Salió rápido de su sopor para clavar la mirada en Lorenzo y en la aguja que llevaba en su dirección. Eriel palideció aún más y trató de apartarse de él.
-A mí no me acerques eso - le dijo ya que veía evidentes sus intenciones.- Y el jabón tampoco, ya me duele más que de sobra para que encima me vengáis con esto - <<Como me toque esa aguja te voy a dar tal patada con mi pierna sana que vas a llegar a tu mundo de origen antes de lo planeado.>>.- Yo prefiero esperar ya si eso a que Sox descifre la magia, me ahorro el dolor - al decir eso decidió pedir ayuda.- ¡Sox, dile que no vas a tardar con la magia. Haz que se aleje de mí!
Muchas de sus heridas ya habian dejado de sangrar, eran cortes pequeños hechos los cristales que había en el foso. Por suerte no muchos estaban clavados y los que sí lo estaban eran fáciles de extraer al igual que las astillas. La fractura de la pierna y el brazo dislocado no le molestaban si no los movía, lo que sí le molestaba más era el tablón clavado pero con eso no podía hacer nada salvo minimizar los movimientos.
Apenas se enteró de cuándo llegaron sus compañeros del torreón pero vaya si se enteró de sus intenciones. Salió rápido de su sopor para clavar la mirada en Lorenzo y en la aguja que llevaba en su dirección. Eriel palideció aún más y trató de apartarse de él.
-A mí no me acerques eso - le dijo ya que veía evidentes sus intenciones.- Y el jabón tampoco, ya me duele más que de sobra para que encima me vengáis con esto - <<Como me toque esa aguja te voy a dar tal patada con mi pierna sana que vas a llegar a tu mundo de origen antes de lo planeado.>>.- Yo prefiero esperar ya si eso a que Sox descifre la magia, me ahorro el dolor - al decir eso decidió pedir ayuda.- ¡Sox, dile que no vas a tardar con la magia. Haz que se aleje de mí!
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Plaza de la Fuente
05/12/16, 06:33 pm
-Gracias, lo vamos a necesitar mucho. -Le dijo a Inna por el trapo. Aquel gesto tras tanta llorera cambió un poco la manera de verla del nublino. -Vete lavando todos los que puedas por favor.
-<<Sinceridad fuera, pero vendrán más rápido y tenemos más personas.>>
-Estad atentos a los alrededores, la sangre puede atraer a algún animal. -No quería dejar ni un hueco sin tapar, si todos los males eran tan imprevisibles como un trozo de suelo desplomándose al menos quería mantener los previsibles a raya.
-Sobrevivir por tu cuenta no es tan sencillo como agarrar un cayado y pasear con tus linacs Sox.
Eran demasiadas heridas como para taparlas todas, pero por suerte la mayoría no pasaban de dolorosos rasguños. Había mucho por hacer.
-Tranquila, nadie va a morir. -Le respondió a Mónica sumándose al resto. -Ayudadme, vamos a inmovilizarle la muñeca.
Era excesivamente frustrante, con ambas manos podría hacer todo aquello el solo sin problemas y eso le molestaba, cosa que notaban los demás enseguida, aún así seguía trabajando como siempre le habían enseñado, lo mejor y más eficiente posible.
-Yo lo tengo. -Se acercó a él rápido y se lo dio antes de que preguntara, no tenía tiempo que perder con ello, tenía que seguir tratando heridas.
Fue asegurándose de que todo el mundo lo hacía bien y ayudando en todas partes.
____________________________________________________________________________________
Lorenzo armo tal escándalo al llegar que Barael casi prefirió que no hubiera venido.
-¿Estarás bien cosiendo como estas? -Le ayudo e intentó convencer a su hermano.
-El anillo es mucho peor Eri, sentirás como si te cosieran con una mil agujas al rojo vivo. Tienes que aguantar.
-<<Sinceridad fuera, pero vendrán más rápido y tenemos más personas.>>
-Estad atentos a los alrededores, la sangre puede atraer a algún animal. -No quería dejar ni un hueco sin tapar, si todos los males eran tan imprevisibles como un trozo de suelo desplomándose al menos quería mantener los previsibles a raya.
-Sobrevivir por tu cuenta no es tan sencillo como agarrar un cayado y pasear con tus linacs Sox.
Eran demasiadas heridas como para taparlas todas, pero por suerte la mayoría no pasaban de dolorosos rasguños. Había mucho por hacer.
-Tranquila, nadie va a morir. -Le respondió a Mónica sumándose al resto. -Ayudadme, vamos a inmovilizarle la muñeca.
Era excesivamente frustrante, con ambas manos podría hacer todo aquello el solo sin problemas y eso le molestaba, cosa que notaban los demás enseguida, aún así seguía trabajando como siempre le habían enseñado, lo mejor y más eficiente posible.
-Yo lo tengo. -Se acercó a él rápido y se lo dio antes de que preguntara, no tenía tiempo que perder con ello, tenía que seguir tratando heridas.
Fue asegurándose de que todo el mundo lo hacía bien y ayudando en todas partes.
____________________________________________________________________________________
Lorenzo armo tal escándalo al llegar que Barael casi prefirió que no hubiera venido.
-¿Estarás bien cosiendo como estas? -Le ayudo e intentó convencer a su hermano.
-El anillo es mucho peor Eri, sentirás como si te cosieran con una mil agujas al rojo vivo. Tienes que aguantar.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Plaza de la Fuente
05/12/16, 11:38 pm
Gruñó, cansado. Al agotamiento físico de sacar a los heridos de los sótanos de la casa destruida y de arrastrarlos como podían hasta la plaza de la fuente se le sumaba el mental de estar tratandoles sin saber siquiera si lo que hacía les ayudaría o les perjudicaría aún más. Aunque lo que hacía era muy sencillo, limpiar y poner tela como si fuera una venda, nunca había tratado una herida de tal gravedad, y por ello procedía con infinito cuidado, temeroso de que se le fuera la mano. Por suerte, parecía que Barael sabía lo que se hacía, así que seguía sus indicaciones sin rechistar.
La irrupción de Lorenzo le pilló totalmente por sorpresa, más con sus gritos en su peculiar forma de hablar. Sin embargo, la llegada de refuerzos le hizo respirar tranquilo. Quizás entre todos...
Ante la primera observación de Lorenzo sobre la mano de Barael, alzó una ceja.
-Una bestia enorme se la ha aplastado. Y entonces tocó un anillo y se curó por entero, pero no le creció la mano. Estamos en una ciudad de locos, Lorenzo, pero esto ya ha sido superarse...
Al verle tan activo cosiendo las heridas de sus compañeros, le preocupó que le empeorasen sus heridas pudieran llegar a empeorar. Sin embargo, puesto que Barael se prestó a ayudarle por ese mismo motivo, calló y siguió limpiando heridas. Se alegraba de que Lorenzo aprobara el uso del jabón. Le hizo caso y siguió poniendo tela húmeda en las heridas hasta que dejaban de sangrar. Miró a Eriel cuando éste se negó a que le cosiera las heridas.
-Eriel, basta ya... Déjale que te cosa... ¡No queremos que te desangres antes de volver al torreon!
La irrupción de Lorenzo le pilló totalmente por sorpresa, más con sus gritos en su peculiar forma de hablar. Sin embargo, la llegada de refuerzos le hizo respirar tranquilo. Quizás entre todos...
Ante la primera observación de Lorenzo sobre la mano de Barael, alzó una ceja.
-Una bestia enorme se la ha aplastado. Y entonces tocó un anillo y se curó por entero, pero no le creció la mano. Estamos en una ciudad de locos, Lorenzo, pero esto ya ha sido superarse...
Al verle tan activo cosiendo las heridas de sus compañeros, le preocupó que le empeorasen sus heridas pudieran llegar a empeorar. Sin embargo, puesto que Barael se prestó a ayudarle por ese mismo motivo, calló y siguió limpiando heridas. Se alegraba de que Lorenzo aprobara el uso del jabón. Le hizo caso y siguió poniendo tela húmeda en las heridas hasta que dejaban de sangrar. Miró a Eriel cuando éste se negó a que le cosiera las heridas.
-Eriel, basta ya... Déjale que te cosa... ¡No queremos que te desangres antes de volver al torreon!
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Plaza de la Fuente
08/12/16, 06:59 pm
Alzó la mirada de sopetón al oír a alguien dando voces en una calle aledaña, en tensión hasta que comenzó a distinguir palabras. Frunció el ceño, confuso durante un momento. "¿Es ése Lorenzo?"
No volvió a relajar los músculos hasta que identificó el tono como lamentos y no como alarma. El alivio le oprimió un momento el pecho, solapado luego con una suerte de irritación lastrada por el cansancio. ¿Por qué gritaba?
En cuanto llegó el segundo grupo la plaza volvió a llenarse de movimiento. Sox agradeció que el silencio inerte de la espera se disolviese, aunque fuese para que llegara el momento de coser carne sin anestesia y el solo pensamiento le diese dentera. Eligió en su lugar contar cuántos habían venido; una tarea fácil y logística. Lorenzo, Since, los que solían quedarse, incluso los nuevos habían venido. Eran suficientes y no habían tenido problemas. Sox no había dado cuenta de haber estado conteniendo a medias el aliento hasta ese momento. Por fin algo empezaba a irles en la dirección correcta.
—Más tarde —le dijo a Lorenzo, con un asentimiento que indicaba que tomaba nota de todos modos. Ya se había tenido que retirar los cascotes más grandes simplemente para poder caminar sin sentir que se le clavaban en la carne. El resto tendrían que esperar: pero habiendo gente con un miembro abierto en la misma plaza no pensaba pararse a lamerse las heridas. La muñeca le dolía a rabiar aún después de habérsela puesto en su sitio, pero no sería él el que lo admitiera en voz alta. Tal vez por imaginarse lo que era tenerla rota fue el que acudió a ayudar a inmovilizar la de Mónica.
—Responder a una pregunta en condiciones sí es sencillo—replicó de vuelta a Barael. La respuesta no le había contestado nada, salvo sonarle a sobrado. Se forzó a tragarse la irritación, dejando el breve intercambio a medias a propósito y yéndose a hacer otra cosa en cuanto alguien reclamó manos en otra parte. Lo importante era que si sabía, que hiciera. Lo superfluo para más tarde.
Respiró hondo antes de contestar a Eriel. Era desquiciante, tener el indicio de una solución mejor a mano y no ser capaz de usarla.
—No sirve para esto—terminó por decir a bocajarro. No conocía otra forma de soltar las verdades—. Y esperar hasta que sepamos si podemos hacer algo con el anillo es correr demasiados riesgos —una vacilación mínima—. Lo siento.
Se obligó a fijarse en cada puntada. Aprender, aunque nadie estaba explicando nada. Era un castigo también; por sólo poder mirar cuando otros estaban haciendo lo realmente útil. La medicina mágica, hechizos de carne cerrada limpiamente y en silencio, no le había acostumbrado a barbarismos como aquél y Sox se había cruzado de brazos con fuerza para intentar no traslucir más que el silencio pétreo con el que asistió a las curas. El que no tuvieran ninguna clase de anestesia y que el terreno sobre el que cosían sus compañeros gritase, se retorciese por reflejo y sangrase tenía mucho que ver.
Sin embargo tuvo que terminar en algún momento. A pesar de aquella pausa en la marcha, Sox se notaba aún más cansado que cuando salieron del agujero.
Sigue en el Torreón Maciel.
No volvió a relajar los músculos hasta que identificó el tono como lamentos y no como alarma. El alivio le oprimió un momento el pecho, solapado luego con una suerte de irritación lastrada por el cansancio. ¿Por qué gritaba?
En cuanto llegó el segundo grupo la plaza volvió a llenarse de movimiento. Sox agradeció que el silencio inerte de la espera se disolviese, aunque fuese para que llegara el momento de coser carne sin anestesia y el solo pensamiento le diese dentera. Eligió en su lugar contar cuántos habían venido; una tarea fácil y logística. Lorenzo, Since, los que solían quedarse, incluso los nuevos habían venido. Eran suficientes y no habían tenido problemas. Sox no había dado cuenta de haber estado conteniendo a medias el aliento hasta ese momento. Por fin algo empezaba a irles en la dirección correcta.
—Más tarde —le dijo a Lorenzo, con un asentimiento que indicaba que tomaba nota de todos modos. Ya se había tenido que retirar los cascotes más grandes simplemente para poder caminar sin sentir que se le clavaban en la carne. El resto tendrían que esperar: pero habiendo gente con un miembro abierto en la misma plaza no pensaba pararse a lamerse las heridas. La muñeca le dolía a rabiar aún después de habérsela puesto en su sitio, pero no sería él el que lo admitiera en voz alta. Tal vez por imaginarse lo que era tenerla rota fue el que acudió a ayudar a inmovilizar la de Mónica.
—Responder a una pregunta en condiciones sí es sencillo—replicó de vuelta a Barael. La respuesta no le había contestado nada, salvo sonarle a sobrado. Se forzó a tragarse la irritación, dejando el breve intercambio a medias a propósito y yéndose a hacer otra cosa en cuanto alguien reclamó manos en otra parte. Lo importante era que si sabía, que hiciera. Lo superfluo para más tarde.
Respiró hondo antes de contestar a Eriel. Era desquiciante, tener el indicio de una solución mejor a mano y no ser capaz de usarla.
—No sirve para esto—terminó por decir a bocajarro. No conocía otra forma de soltar las verdades—. Y esperar hasta que sepamos si podemos hacer algo con el anillo es correr demasiados riesgos —una vacilación mínima—. Lo siento.
-
Se obligó a fijarse en cada puntada. Aprender, aunque nadie estaba explicando nada. Era un castigo también; por sólo poder mirar cuando otros estaban haciendo lo realmente útil. La medicina mágica, hechizos de carne cerrada limpiamente y en silencio, no le había acostumbrado a barbarismos como aquél y Sox se había cruzado de brazos con fuerza para intentar no traslucir más que el silencio pétreo con el que asistió a las curas. El que no tuvieran ninguna clase de anestesia y que el terreno sobre el que cosían sus compañeros gritase, se retorciese por reflejo y sangrase tenía mucho que ver.
Sin embargo tuvo que terminar en algún momento. A pesar de aquella pausa en la marcha, Sox se notaba aún más cansado que cuando salieron del agujero.
Sigue en el Torreón Maciel.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Plaza de la Fuente
17/12/16, 05:47 pm
Rena rechazó su ayuda alegando que el cuerpo de la chica muerta no pesaba demasiado y añadiendo que prefería que tuviera las manos libres por si ocurría alguna cosa, por lo que Milo marchó junto a sus compañeras sumido en un silencio taciturno. La siniestra rocavarancolesa no estaba siguiendo sus pasos, al menos aparentemente, lo que disminuyó en parte la tensión que el norteño sentía sobre sus hombros, y cuando su compatriota preguntaba al respecto el chico volvía a echar un vistazo a sus espaldas para confirmar que no había señales de ella en la distancia.
—Espero que el aura siniestra no sea norma entre los habitantes de esta ciudad ruinosa... —murmuró en algún momento, más para si que para las chicas, sacudiendo la cabeza como si tratara de apartar esos pensamientos de su cabeza.
Milo no era demasiado aprensivo, pero evitó mirar en dirección al cadáver que transportaba su compañera durante todo el trayecto hasta la cicatriz. Se había ofrecido a ayudarla a llevar el cuerpo movido por su espíritu de compañerismo, pero en verdad agradecía que la muchacha se hubiera negado: siendo completamente sincero consigo mismo le angustiaba demasiado la visión de la chica muerta como para encima tener que tocarla también. Al hacker la muerte no le inquietaba más que a la mayoría, pero saber que podía haber acabado igual que aquel fardo hinchado de no haber tenido suerte le provocaba escalofríos.
Hacía bastante tiempo que los letarguinos no pasaban por aquella parte de la ciudad, pues las últimas salidas del grupo se habían limitado a la ruta que les llevaba hasta las cestas en la plaza de los colaespinas, por lo que la visión de la cicatriz y lo inminente de lo que pensaban hacer sobrecogió momentáneamente al irrense. Milo guardó silencio mientras Rena se acercaba al borde de la grieta, quedándose completamente inmóvil hasta el momento en el que por fin su compatriota dejó caer el cuerpo hacia el osario que dividía Rocovarancolia. El chico no llegó a oír el golpetazo contra los huesos ni el movimiento de los gusanos, pues se alejó pisando fuerte en cuanto su compañera soltó a la varmana, pero imaginarse lo que estaba pasando allí abajo le provocó nauseas igualmente.
—Si... —acertó a responderle a Rena, siguiendo sus pasos en dirección a la plaza de la fuente.
Cruzaron la cicatriz minutos después, sin detenerse, y alcanzaron su destino sin percances de ningún tipo algo más tarde. Habían avanzado rápido, sin apenas hablar entre ellos, y en cuanto Milo avisto la fuente se acercó a ella y hundió la cara en el agua fresca para despejar sus ideas. Le sentó bien, sin duda, y cuando sacó la cabeza su expresión ya no era tan taciturna. Vació el odre que llevaba encima de un par de tragos y lo llenó de nuevo con el agua mágica, dando un par de tragos de la misma con la mano libre para saciar del todo su sed.
—Con un solo trago creo que será suficiente, pero mejor llevarle el odre lleno por si acaso. —les comentó a sus compañeras, colgándose el susodicho del cinturón mientras se secaba el rostro con el dorso de su mano orgánica.
—Espero que el aura siniestra no sea norma entre los habitantes de esta ciudad ruinosa... —murmuró en algún momento, más para si que para las chicas, sacudiendo la cabeza como si tratara de apartar esos pensamientos de su cabeza.
Milo no era demasiado aprensivo, pero evitó mirar en dirección al cadáver que transportaba su compañera durante todo el trayecto hasta la cicatriz. Se había ofrecido a ayudarla a llevar el cuerpo movido por su espíritu de compañerismo, pero en verdad agradecía que la muchacha se hubiera negado: siendo completamente sincero consigo mismo le angustiaba demasiado la visión de la chica muerta como para encima tener que tocarla también. Al hacker la muerte no le inquietaba más que a la mayoría, pero saber que podía haber acabado igual que aquel fardo hinchado de no haber tenido suerte le provocaba escalofríos.
Hacía bastante tiempo que los letarguinos no pasaban por aquella parte de la ciudad, pues las últimas salidas del grupo se habían limitado a la ruta que les llevaba hasta las cestas en la plaza de los colaespinas, por lo que la visión de la cicatriz y lo inminente de lo que pensaban hacer sobrecogió momentáneamente al irrense. Milo guardó silencio mientras Rena se acercaba al borde de la grieta, quedándose completamente inmóvil hasta el momento en el que por fin su compatriota dejó caer el cuerpo hacia el osario que dividía Rocovarancolia. El chico no llegó a oír el golpetazo contra los huesos ni el movimiento de los gusanos, pues se alejó pisando fuerte en cuanto su compañera soltó a la varmana, pero imaginarse lo que estaba pasando allí abajo le provocó nauseas igualmente.
—Si... —acertó a responderle a Rena, siguiendo sus pasos en dirección a la plaza de la fuente.
Cruzaron la cicatriz minutos después, sin detenerse, y alcanzaron su destino sin percances de ningún tipo algo más tarde. Habían avanzado rápido, sin apenas hablar entre ellos, y en cuanto Milo avisto la fuente se acercó a ella y hundió la cara en el agua fresca para despejar sus ideas. Le sentó bien, sin duda, y cuando sacó la cabeza su expresión ya no era tan taciturna. Vació el odre que llevaba encima de un par de tragos y lo llenó de nuevo con el agua mágica, dando un par de tragos de la misma con la mano libre para saciar del todo su sed.
—Con un solo trago creo que será suficiente, pero mejor llevarle el odre lleno por si acaso. —les comentó a sus compañeras, colgándose el susodicho del cinturón mientras se secaba el rostro con el dorso de su mano orgánica.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Plaza de la Fuente
17/12/16, 06:55 pm
Pam no dijo nada respecto al cadáver. Realmente lo que hicieron con el no le importaba demasiado, pero ciertamente dejarlo allí atraería alas alimañas y de hacerlo dificultaría en el futuro que pudiera volver allí a por comida, porque seguro estas, listas como el hambre rondaría ante la seguridad de comida asegurada. Ademas que volver, y encontrarse el posible cadáver de esa persona sin genero, ya convertido en huesos, no era tampoco algo que le gustaría ver.
Igual cuando Rena dijo de llevarla a otra parte, realmente no le gusto y esperaba que el llevarlo no atrajera alimañas hacia ellos mientras tanto, o peor, aquella mujer tan inquietante, cosa que por suerte no ocurrió e incluso el otro grupo pudo irse en dirección al torreón sin mas problemas. Pam se mantuvo en silencio todo el camino, mirando mas alrededor que al cuerpo que Rena portaba en dirección a la cicatriz, no pudiendo evitar que su sola presencia evocara nuevamente su anterior situación con las capuchas rojas. Ya sabia de antemano que eran peligrosas pero ¿porque ese extremo?, aparentemente esa persona no les había atacado ni nada, como Milo hizo cuando perseguían a Rox, como para que la atacaran así. <<Intenta descubrir que es lo que motivas a esos seres, atacar, perseguir o simplemente huir es algo imposible, así como cual es su método de elección, quien sabe si simplemente no estaban solos aburridas y decidieron hacerle...eso a esa persona >> pensó Pam, viendo el cadáver, conteniendo las arcadas. La visión no le inquietaba tanto, como el hecho de que ella pudo acabar así de haberle dado el capricho ala capucha roja que la persiguió esa vez. La respuesta a todo eso seguía siendo la misma: Evitar cuanto pudieran a esos seres.
<< Quiero averiguar mas sobre esos recién despertados ¿porque los que nos dieron la charla no dijeron nada de que había mas gente? >> pensó Pam frunciendo un poco el ceño, viendo apenas sin sentimiento alguno el momento en el que Rena lanzó el cuerpo a los gusanos, llegando a ve el momento en el que el fardo cayo entre los huesos. No vio el cuerpo siendo devorado, pero si lo escuchó, el sonido de deslizamiento y choques, el inquietante sonido de carne siendo perforada. Pam aligero el paso, acercándose mas alas figuras de Rena y Milo, acurrucándose bajo su vestido, no por frío...no sentía frío como otras veces, mas bien tenía un pensamiento negativo que quería hacer desaparecer de su mente. Cuando llegó pensó en aquellos gusanos como comida, pero realmente eran ella y sus compañero, los que estaban mas abajo en la cadena alimenticia de esa ciudad. << Incluso es así, yo no no acabare siendo la comida de nadie, incluso si algo intenta comerme me asegurare de provocarle tal indigestión que tendrá que vomitarme sino quiere acabar con el estomago como un colador >> pensó Pam decidida a que ella no había ido a ese sitio a morir, aun le quedaba mucho por descubrir y conseguir, como la magia, esa persona simplemente no supo atraer ala suerte y ella si sabia.
No tardaron mucho mas en llegar a la fuente, ese lugar que ya le aprecia incluso lejano en el tiempo, aunque realmente no había transcurrido tanto tiempo desde la ultima vez que pisaron aquella plaza. El fugaz pensamiento que que tal vez mas gente había bebido de esa fuente, después de ellos llegó a su mente.
- Estaba recordando el discurso... -comentó mientras Milo recogía el agua tras vaciar su odre- Nunca mencionaron la existencia de mas gente, y si fueron ellos quienes nos trajeron debían saber que habían mas – añadió Pam mirándolos a ambos queriendo saber su opinión mientras se ponía en marcha, vigilando los alrededor mientras hablaba con voz suave- Y con eso pensé ¿tal vez fue inesperado que no todos despertásemos a la vez? Es evidente que esos tres han despertado bastante tarde en comparación a nosotros y eso supondría gasto mágico y atención para mantenerlos vivos mientras duermen. Dudo que esperaran trabajar mas de lo estrictamente necesario en nuestros cuidados, ya vimos en el discurso que había cierto individuo con cero ganas de estar allí -aseguró Pam, arrugando la nariz al recordar a aquel ser con toga que se había alejado primero que todos. Aun pensaba que Dama Aroma era un caso aparte, a pesar que en cierta manera no había sido totalmente sincera con ella, pero realmente ella solo conocía a esta, a los que le dieron el discurso y a la chica enigmática e inquietante de rato antes, incluso si sabia existía mas habitantes de la ciudad que eran los que habían traído a sus compañeros.
Igual cuando Rena dijo de llevarla a otra parte, realmente no le gusto y esperaba que el llevarlo no atrajera alimañas hacia ellos mientras tanto, o peor, aquella mujer tan inquietante, cosa que por suerte no ocurrió e incluso el otro grupo pudo irse en dirección al torreón sin mas problemas. Pam se mantuvo en silencio todo el camino, mirando mas alrededor que al cuerpo que Rena portaba en dirección a la cicatriz, no pudiendo evitar que su sola presencia evocara nuevamente su anterior situación con las capuchas rojas. Ya sabia de antemano que eran peligrosas pero ¿porque ese extremo?, aparentemente esa persona no les había atacado ni nada, como Milo hizo cuando perseguían a Rox, como para que la atacaran así. <<Intenta descubrir que es lo que motivas a esos seres, atacar, perseguir o simplemente huir es algo imposible, así como cual es su método de elección, quien sabe si simplemente no estaban solos aburridas y decidieron hacerle...eso a esa persona >> pensó Pam, viendo el cadáver, conteniendo las arcadas. La visión no le inquietaba tanto, como el hecho de que ella pudo acabar así de haberle dado el capricho ala capucha roja que la persiguió esa vez. La respuesta a todo eso seguía siendo la misma: Evitar cuanto pudieran a esos seres.
<< Quiero averiguar mas sobre esos recién despertados ¿porque los que nos dieron la charla no dijeron nada de que había mas gente? >> pensó Pam frunciendo un poco el ceño, viendo apenas sin sentimiento alguno el momento en el que Rena lanzó el cuerpo a los gusanos, llegando a ve el momento en el que el fardo cayo entre los huesos. No vio el cuerpo siendo devorado, pero si lo escuchó, el sonido de deslizamiento y choques, el inquietante sonido de carne siendo perforada. Pam aligero el paso, acercándose mas alas figuras de Rena y Milo, acurrucándose bajo su vestido, no por frío...no sentía frío como otras veces, mas bien tenía un pensamiento negativo que quería hacer desaparecer de su mente. Cuando llegó pensó en aquellos gusanos como comida, pero realmente eran ella y sus compañero, los que estaban mas abajo en la cadena alimenticia de esa ciudad. << Incluso es así, yo no no acabare siendo la comida de nadie, incluso si algo intenta comerme me asegurare de provocarle tal indigestión que tendrá que vomitarme sino quiere acabar con el estomago como un colador >> pensó Pam decidida a que ella no había ido a ese sitio a morir, aun le quedaba mucho por descubrir y conseguir, como la magia, esa persona simplemente no supo atraer ala suerte y ella si sabia.
No tardaron mucho mas en llegar a la fuente, ese lugar que ya le aprecia incluso lejano en el tiempo, aunque realmente no había transcurrido tanto tiempo desde la ultima vez que pisaron aquella plaza. El fugaz pensamiento que que tal vez mas gente había bebido de esa fuente, después de ellos llegó a su mente.
- Estaba recordando el discurso... -comentó mientras Milo recogía el agua tras vaciar su odre- Nunca mencionaron la existencia de mas gente, y si fueron ellos quienes nos trajeron debían saber que habían mas – añadió Pam mirándolos a ambos queriendo saber su opinión mientras se ponía en marcha, vigilando los alrededor mientras hablaba con voz suave- Y con eso pensé ¿tal vez fue inesperado que no todos despertásemos a la vez? Es evidente que esos tres han despertado bastante tarde en comparación a nosotros y eso supondría gasto mágico y atención para mantenerlos vivos mientras duermen. Dudo que esperaran trabajar mas de lo estrictamente necesario en nuestros cuidados, ya vimos en el discurso que había cierto individuo con cero ganas de estar allí -aseguró Pam, arrugando la nariz al recordar a aquel ser con toga que se había alejado primero que todos. Aun pensaba que Dama Aroma era un caso aparte, a pesar que en cierta manera no había sido totalmente sincera con ella, pero realmente ella solo conocía a esta, a los que le dieron el discurso y a la chica enigmática e inquietante de rato antes, incluso si sabia existía mas habitantes de la ciudad que eran los que habían traído a sus compañeros.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- InvitadoInvitado
Re: Plaza de la Fuente
18/12/16, 07:31 pm
Rena necesitó hacer esfuerzo mental en varias ocasiones a lo largo del trayecto para no caer en un bucle de malos pensamientos. No había conversación que la distrajera, tampoco tenía ganas de empezar una ella misma, y dudaba que sus compañeros tuviesen ganas de seguirla. Llegaron sin más problemas a la fuente, donde Milo llenó el odre. Rena metió las manos en el agua y las frotó enérgicamente, hasta que su piel se enrojeció.
-En Irraria la fiesta de la cosecha es todos los años. Desde que los rocavarancoleses volvieron a asomar el morro creo que todos los años se han llevado a gente. Imagino que en el resto de mundos será igual y que no todos volverían a sus casas... Aunque no entiendo cómo alguien querría quedarse aquí
La última frase la dijo en un susurro. Se secó las manos en la ropa y comprobó que no había nada más en la plaza.
-Será mejor que nos vayamos ya.
Sigue en el Torreón Letargo
-En Irraria la fiesta de la cosecha es todos los años. Desde que los rocavarancoleses volvieron a asomar el morro creo que todos los años se han llevado a gente. Imagino que en el resto de mundos será igual y que no todos volverían a sus casas... Aunque no entiendo cómo alguien querría quedarse aquí
La última frase la dijo en un susurro. Se secó las manos en la ropa y comprobó que no había nada más en la plaza.
-Será mejor que nos vayamos ya.
Sigue en el Torreón Letargo
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Plaza de la Fuente
08/08/18, 01:13 am
Sura se encontraba subida a la fuente de la plaza, acostada en la cima y con la cola colgando por el borde. Éste se movía rítmicamente mientras la naga contemplaba el astro rojo que dominaba los cielos de la ciudad.
Llevaba ahí un buen rato disfrutando de su tarde libre y tomando al sol. Pensaba en muchas cosas que habían pasado en los últimos meses cuando una voz la interrumpió.
-Sabía que te encontraría aquí - dijo Gran con humor.- Las serpientes con las serpientes ¿no?
-Claro, que te lo dijera esta mañana no ha tenido nada que ver - repuso ella con sarcasmo incorporándose para contemplar al recién llegado.
Gran Colmillo llevaba su pelo azul corto como siempre, según le había explicado una vez se había alterado de forma que no volviera a crecerle. Se había puesto un traje que resaltaba el color azul de su pelo y ojos. Observaba a la naga con mirada pícara. Ésta le hizo una mueca y le lanzó un siseo.
-¿Qué quieres, Gran? - le preguntó ligeramente molesta.
-Nada en especial, sólo ver la Luna en compañía de una amiga compartiendo un buena jarra de hidromiel fría - le respondió tendiendo hacia su compatriota una jarra que aún tenía escarcha. De dónde había sacado la bebida la naga no lo sabía pero aceptó la jarra con una sonrisa evidentemente de mejor humor.
-Está buena - alabó al licor tras darle un trago. Luego ensanchó su sonrisa y miró al chico.- ¿A qué se debe que por fin te hayas dado tan necesario baño?
-Yo siempre voy pulcro - replicó el licántropo elefante con voz ofendida, acto seguido soltó una risotada.- Ha llegado la Luna, y como siempre prefiero vestirme bien para la ocasión. Ella me creó al fin y al cabo, soy lo que soy por ella.
Sura no respondió pero dio otro trago a la dulce bebida. Tenía algo que pedirle a Gran, algo que había pospuesto durante un tiempo.
-Oye, Gran, tengo un favor que pedirte... - le dijo.
-¿Qué desea la reina de la serpientes de su humilde siervo? - respondió éste con cierto tono sarcástico.
-Idiota - siseó Sura, pero el hombre respondió con una sonrisa divertida.- Verás, tengo una discípula...
-Uy, pobre chica entonces - la interrumpió el licántropo.
-...y me gustaría que hablaras con ella - continuó la naga haciendo caso omiso a la burla del neuvlm.
-¿Por qué yo? - preguntó el ulterano con cierta curiosidad.
-Es licántropa también, no de tu especie, pero creo que le hará bien hablar con alguien como tú. Además aunque la chica ha aprendido artes marciales aún no he conseguido que elija un arma - la naga dirigió hacia Gran una mirada significativa.- Quizá tú puedas echarle una mano con eso.
-De acuerdo - aceptó el peliazul.- Me pasaré por allí un día de estos, pero me vas a deber un favor. Una cena por ejemplo - propuso él.
-Está bien, te invitaré a cenar donde quieras - consintió Sura. Sin conseguía que aquella chica no se muriese en los años próximos gracias a aquello bien poco valía una cena.
No dijeron más, se limitaron a beber y a contemplar la Luna con admiración.
Llevaba ahí un buen rato disfrutando de su tarde libre y tomando al sol. Pensaba en muchas cosas que habían pasado en los últimos meses cuando una voz la interrumpió.
-Sabía que te encontraría aquí - dijo Gran con humor.- Las serpientes con las serpientes ¿no?
-Claro, que te lo dijera esta mañana no ha tenido nada que ver - repuso ella con sarcasmo incorporándose para contemplar al recién llegado.
Gran Colmillo llevaba su pelo azul corto como siempre, según le había explicado una vez se había alterado de forma que no volviera a crecerle. Se había puesto un traje que resaltaba el color azul de su pelo y ojos. Observaba a la naga con mirada pícara. Ésta le hizo una mueca y le lanzó un siseo.
-¿Qué quieres, Gran? - le preguntó ligeramente molesta.
-Nada en especial, sólo ver la Luna en compañía de una amiga compartiendo un buena jarra de hidromiel fría - le respondió tendiendo hacia su compatriota una jarra que aún tenía escarcha. De dónde había sacado la bebida la naga no lo sabía pero aceptó la jarra con una sonrisa evidentemente de mejor humor.
-Está buena - alabó al licor tras darle un trago. Luego ensanchó su sonrisa y miró al chico.- ¿A qué se debe que por fin te hayas dado tan necesario baño?
-Yo siempre voy pulcro - replicó el licántropo elefante con voz ofendida, acto seguido soltó una risotada.- Ha llegado la Luna, y como siempre prefiero vestirme bien para la ocasión. Ella me creó al fin y al cabo, soy lo que soy por ella.
Sura no respondió pero dio otro trago a la dulce bebida. Tenía algo que pedirle a Gran, algo que había pospuesto durante un tiempo.
-Oye, Gran, tengo un favor que pedirte... - le dijo.
-¿Qué desea la reina de la serpientes de su humilde siervo? - respondió éste con cierto tono sarcástico.
-Idiota - siseó Sura, pero el hombre respondió con una sonrisa divertida.- Verás, tengo una discípula...
-Uy, pobre chica entonces - la interrumpió el licántropo.
-...y me gustaría que hablaras con ella - continuó la naga haciendo caso omiso a la burla del neuvlm.
-¿Por qué yo? - preguntó el ulterano con cierta curiosidad.
-Es licántropa también, no de tu especie, pero creo que le hará bien hablar con alguien como tú. Además aunque la chica ha aprendido artes marciales aún no he conseguido que elija un arma - la naga dirigió hacia Gran una mirada significativa.- Quizá tú puedas echarle una mano con eso.
-De acuerdo - aceptó el peliazul.- Me pasaré por allí un día de estos, pero me vas a deber un favor. Una cena por ejemplo - propuso él.
-Está bien, te invitaré a cenar donde quieras - consintió Sura. Sin conseguía que aquella chica no se muriese en los años próximos gracias a aquello bien poco valía una cena.
No dijeron más, se limitaron a beber y a contemplar la Luna con admiración.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Plaza de la Fuente
06/04/19, 09:06 pm
A medida que los cosechados vayan llegando a la plaza, verán como algunos del grupo que ya está allí les hacen señas para que beban de la fuente, haciendo cuenca con las manos, tomando agua y acercándola a la boca. Alguno se señala a los labios y dice una palabra. No todos están volcados en transmitir ese mensaje, porque varios de ellos no le quitan los ojos de encima al navío, que ya se ha detenido completamente sobre ellos. Desde allí no se puede apreciar a las figuras que están sobre él porque todavía no se han acercado al borde, pero para los que hayan estado observando su avance será evidente que algo está a punto de suceder.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Plaza de la Fuente
06/04/19, 10:04 pm
Cuando se habló en el consejo sobre el discurso de bienvenida, dama Azahar no pensaba ofrecerse, pero no tuvo más que ver las pocas ganas de participación (en especial del momio de Garoni) y las propuestas tan blandas y azucaradas para saber que, irónicamente, le tocaría a ella hacer el trabajo. Y allí estaba, con dama Aroma y Cicatriz a su lado, flotando a media altura sobre la plaza de la fuente, contemplando a un puñado de bebés que la miraban con distintos grados de horror. La momia iba cubierta de túnicas, pero para esta ocasión se había dejado el rostro al descubierto, el pellejo que debería cubrir toda su cara colgaba de su cuello como una capucha. Sus músculos se tensaron en una sonrisa macabra, roja y blanca.
Dama Aroma y Cicatriz se habían unido no por simpatía, sino por empatía por los nuevos cosechados, que no se merecían un discurso pronunciado únicamente por semejante carcamal. La bruja iba ataviada con ropas vaporosas y traía consigo un olor agradable, mezcla de frutos secos y diferentes especias; mantenía consigo la venda que le tapaba los ojos y que a estas alturas era seña de su identidad. Cicatriz, por el contrario, iba desnuda, convertida una figura lupina, bípeda y llena de cortes entre el pelaje que jamás se cerrarían del todo. Exhibía las marcas con orgullo, no tanto por causar terror como la vieja momia, sino para demostrar que también había futuro y gloria detrás de cada herida.
—Niños y niñas de todos los mundos que conectan con Rocavarancolia —la voz de la anciana arrastraba un sutil deje de superioridad, casi asco. Pero es que ella hablaba así siempre—. Habéis sido elegidos para levantar las ruinas de esta ciudad, otrora brillante y majestuosa. Al consejo nos complace inaugurar un proceso de criba en el que deberéis demostrar, tanto a nosotros como a vosotros mismos, si sois aptos para reparar el glorioso legado de Rocavarancolia. Si sois dignos herederos de nuestra portentuosidad.
Dama Aroma intercedió, interrumpiendo su discurso hábilmente en un parón para respirar.
—Tenéis hasta la salida de la Luna Roja para demostrar vuestra valía.
—Estaréis solos —añadió dama Azahar, lanzando una mirada cargada de odio a la bruja.
—Pero disponéis de varios refugios cedidos por el consejo en los que encontraréis todo lo que necesitáis para sobrevivir durante este periodo —intervino Cicatriz, alzando la voz. Estuvo a punto de poner los ojos en blanco—. Las calles de la ciudad son vuestras.
—Así como vosotros pertenecéis a ellas —dijo, de nuevo, la momia—. No contaréis con la ayuda de nadie y tenéis prohibido el paso al Castillo, al Panteón y Rocavaragálago, la catedral —la anciana señaló con un gesto solemne el edificio rojo cuya silueta asomaba a lo lejos, imponente.
Dama Aroma avanzó varios pasos, adelantando el lugar de dama Azahar.
—Seguid las bañeras y encontraréis comida. Buscad atentamente los refugios más cercanos y sobrevivid —Cicatriz también se adelantó.
—Con suerte, volveremos a vernos —dama Aroma esperaba que esta fuera la guinda final de aquel desastre de discurso.
La voz de Azahar, sin embargo, se alzó tras ellas:
—Que los dioses oscuros os juzguen impíos.
Dama Aroma y Cicatriz se habían unido no por simpatía, sino por empatía por los nuevos cosechados, que no se merecían un discurso pronunciado únicamente por semejante carcamal. La bruja iba ataviada con ropas vaporosas y traía consigo un olor agradable, mezcla de frutos secos y diferentes especias; mantenía consigo la venda que le tapaba los ojos y que a estas alturas era seña de su identidad. Cicatriz, por el contrario, iba desnuda, convertida una figura lupina, bípeda y llena de cortes entre el pelaje que jamás se cerrarían del todo. Exhibía las marcas con orgullo, no tanto por causar terror como la vieja momia, sino para demostrar que también había futuro y gloria detrás de cada herida.
—Niños y niñas de todos los mundos que conectan con Rocavarancolia —la voz de la anciana arrastraba un sutil deje de superioridad, casi asco. Pero es que ella hablaba así siempre—. Habéis sido elegidos para levantar las ruinas de esta ciudad, otrora brillante y majestuosa. Al consejo nos complace inaugurar un proceso de criba en el que deberéis demostrar, tanto a nosotros como a vosotros mismos, si sois aptos para reparar el glorioso legado de Rocavarancolia. Si sois dignos herederos de nuestra portentuosidad.
Dama Aroma intercedió, interrumpiendo su discurso hábilmente en un parón para respirar.
—Tenéis hasta la salida de la Luna Roja para demostrar vuestra valía.
—Estaréis solos —añadió dama Azahar, lanzando una mirada cargada de odio a la bruja.
—Pero disponéis de varios refugios cedidos por el consejo en los que encontraréis todo lo que necesitáis para sobrevivir durante este periodo —intervino Cicatriz, alzando la voz. Estuvo a punto de poner los ojos en blanco—. Las calles de la ciudad son vuestras.
—Así como vosotros pertenecéis a ellas —dijo, de nuevo, la momia—. No contaréis con la ayuda de nadie y tenéis prohibido el paso al Castillo, al Panteón y Rocavaragálago, la catedral —la anciana señaló con un gesto solemne el edificio rojo cuya silueta asomaba a lo lejos, imponente.
Dama Aroma avanzó varios pasos, adelantando el lugar de dama Azahar.
—Seguid las bañeras y encontraréis comida. Buscad atentamente los refugios más cercanos y sobrevivid —Cicatriz también se adelantó.
—Con suerte, volveremos a vernos —dama Aroma esperaba que esta fuera la guinda final de aquel desastre de discurso.
La voz de Azahar, sin embargo, se alzó tras ellas:
—Que los dioses oscuros os juzguen impíos.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
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