Plaza de la Fuente

Sinceridad solo paró cuando la otra criatura se hizo oír. Sonrió satisfecha y salió de la fuente... pero se fijó en lo negro que salía de sus ojos y pegó un salto hacia atrás. De haber estado con su gente habría expresado con sinceridad qué le había ocurrido...

—¡Maldita fuente que casi me mata! Maldito empedrado resbaladizo...

Dicho eso, se empezó a sacudir y estuvo un poco ajena a las conversaciones. Tenía que decidir qué hacer. ¿Explorar la zona antes de que anocheciera del todo? ¿Volver al sitio de las camas, adecentarlo para convertirlo en refugio, y esperar al amanecer? Dejó de acicalarse y de intentar secarse las plumas, miró al Chamán y abrió la boca.

—Oye, qué... —empezó a decir, pero escuchó lo de volver al interior y asintió varias veces—. ¡Eso iba a decir! Volvamos a... ¿lo llamáis mazmorras? No me gusta, me da mala espina... pero bueno. ¡Yo lo llamaré Refugio del Chamán! —y corrió para ponerse a la altura de Sox—. Yo voy, voy. Mañana temprano puedo explorar desde el aire mientras vosotros por la zona de alrededor. Hay que atrincherarse en el Refugio del Chamán y organizarse... hasta que sepamos algo. ¡Yo soy cazadora, puedes contar conmigo!

<<Y no con esas criaturas gritonas, tan raras y que no aguantan un poco de agua. ¿Sabrán correr o defenderse? Esas patas no parecen muy competentes...>> pensó, pero aquello no lo diría... De momento.

Mónica volvió a restregarse la cara, tiritando de frío debido a la ropa mojada y probablemente al fresco del ambiente, tratando de quitarse los últimos restos de maquillaje con un kleenex que había sacado del bolso, y consiguiéndolo por fin (“Menos mal” se dijo al notar la cara limpia. “Por un momento pensé que iba a quedarme así para siempre”) mientras escuchaba a Vampy con atención.

-Pues sí, menudo hechizo más cutre. ¿Cómo vamos a hacer para volver a entendernos cuando volvamos a casa con nuestra familia y amigos? Anda que…- asintió a sus palabras notando de pronto cómo Zanahoria se le pegaba de nuevo.

Cuando empezó a salir gente del sitio donde habían estado antes la chica no pudo más que sorprenderse levemente: su cupo de cosas extrañas estaba llegando al tope y estaba muy cansada. Eran diferentes, cómo no. Y de hecho, iban llegando con mucha pachorra ("Qué huevos tienen" se comentó a sí misma "En un lugar desconocido y así de tranquilos"). Uno de ellos, delgado y alto, que se había acercado con rapidez a beber de la fuente, de hecho tenía orejas de pez. ¡Orejas de pez!

“Y encima se llama Siete. ¿Qué clase de nombre es ese? Pues yo paso de llamarle como un número... Hale, Tritón agenciado para el sirenito. Dios, esto es demasiado extraño. Este mundo es demasiado extraño. Pero a la vez mola” pensó mientras suspiraba y notaba cómo el agarre de la pequeña se intensificaba sobre su brazo, al tiempo que se apretujaba más contra ella, lo que la chica agradeció porque así juntaban calor corporal. “Pero no he olvidado mi venganza por las salpicaduras de antes, pequeña Zanahoria…” se dijo con malicia, sonriendo levemente.
Sin embargo la interacción que se estaba manteniendo delante de ella sonaba curiosa, lo que distrajo por el momento a la chica de sus pensamientos vengativos, de modo que Mónica puso oreja a la charla de Vampy con una persona parecida a él con el pelo azul (“¿Será un tinte? Qué chulo”) al que impedía beber y preguntaba con tono apremiante si sabía hacer magia. La chica se sorprendió y se metió en la conversación sin pensar que fuera algo privado.

-¿Magia? No te estás refiriendo a juegos de cartas, ni a ilusionismo, ¿no?- se revolvió el pelo mojado con una mano, buscando en su muñeca una goma de pelo y atándoselo en una coleta despeluchada pero sin quitarse la corona, de la que ya se había olvidado. –En casa no tenemos magia de verdad, que yo sepa. Magia como esta, del tipo de la que cambia el lenguaje, quiero decir. Es muy diferente. En casa este tipo de magia sólo es fantasía- suspiró, pero a pesar del agotamiento estaba emocionada.

Las enrevesadas palabras de Íñigo Montoya la sorprendieron, porque el modo de expresarse no había cambiado en absoluto: era como leer la Celestina en castellano antiguo pero… en el idioma en el que estuvieran hablando… antiguo. “Madre, y éste sigue hablando como una persona del siglo XIX. A este paso me voy a tener que agenciar un diccionario, porque buaf”. Sin embargo, eran palabras muy lógicas. Había que resguardarse para pasar la noche, que ya estaba encima de ellos.

Mónica asintió a sus palabras al tiempo que lo hacía Vampy, riendo entre dientes al ver el entusiasmo de don Plumitas, y se puso en pie notándose algo indispuesta. Probablemente por el frío y las ropas mojadas, pero ella automáticamente lo identificó con el haber bebido agua contaminada. “Puede que no la haya eliminado toda de mi organismo” se dijo preocupada.

-Deberíamos refugiarnos, sí- comentó en voz baja. -Ya exploraremos por la mañana y…- su voz se apagó al tiempo que notaba unos tironcillos en el brazo y miraba hacia abajo, a los ojos asustadizos de la niñita pelirroja que se le estaba presentando con voz susurrante y mucha gravedad.

–Nadz… Na…- trató de repetir la pronunciación del nombre sin conseguirlo. –Ya veo por qué nadie te llama así- le susurró en respuesta. –Es complicado de decir, pero es un nombre bonito. Sin embargo te voy a llamar Zanahoria, ¿vale? Así no me olvido, seguro- comentó tratando de ser maja mientras se alejaba de la pequeña en dirección a los demás. -¿De dónde eres?- le preguntó por encima del hombro, a sabiendas de lo aterrorizada que podía estar y de que hablar de su pasado antes de llegar aquí podría tranquilizarla.

- No hay nadie más a parte de mi- dijo Siete, sin terminar de entender las palabras del otro- El apodo viene de una cicatriz. Mi nombre de nacimiento es Rigel, pero Siete es más natural.

Desde que se hiciera la herida, el mote se había extendido por todo el clan.  En ese grupo nadie reconocería los surcos blancos de su omoplato, ni siquiera él mismo.

- No podemos saber si había más gente. Hasta hace poco no podíamos hablar entre nosotros- señaló- Si vamos a volver, podemos hacerlo ahora.

Todos parecían dispuestos a salir de ahí, Barael se destenso poco a poco según su hermano se alejó de aquella cosa, que había dejado de dar guerra, quizás por miedo o por cautela. Fue el último de los cuatro que se puso en marcha, no dejando ni un momento de observar a aquel ser. Por fin se dio la vuelta, mirando hacia atrás de reojo cada poco para asegurarse de que esa cosa no se tiraba encima de ellos, no le fue difícil saber que los estaba siguiendo.

Normalmente se hubiera preguntado cómo serían los mundos de los que provenían Tay, Dafne y el ser, que maravillas y curiosidades albergaban, cuál era su relación con rocavarancolia si ni siquiera les sonaba el idioma, que tipo de herramientas usan ellos.... Pero Barael no se encontraba como de costumbre, todo de cuello para arriba le dolía y aunque él no se diera cuenta un hilo de sangre empezaba a hacérsele visible bajando por su frente. Se distrajo como solía hacer, mirando todo lo que le rodeaba mientras paseaba. Grietas, piedra, algún tipo de alimaña correteando por ahí... Se sorprendió ligeramente al ver un vómito en el suelo, a alguno de los elegidos le debía de haber superado la situación, empezaba a sospechar de que no todos habían venido aquí sabiendo lo que les esperaba, así como a él y al resto de nublinos prácticamente los secuestraron.

Lo sacó de sus pensamientos su hermano, pues le había formulado una pregunta.

<<Creo que ha dicho que si estoy bien...>> -Barael giró la cabeza  formando una sonrisa tranquilizante para su hermano, y con cariño le acarició la cabeza revolviéndole el pelo. -No ha sido nada. -Le dijo en rocavarancolés, esperando que hablar en su idioma preferido lo reconfortara más, sin embargo su voz sonaba ronca y  el hilo de sangre se veía claramente, había sido desviado por su ceja izquierda y ahora se encontraba llegándole a la mandíbula inferior.

Cuando encontraron la salida escucharon más gente, cosa que a Barael no le sorprendió, ya sabía que otros elegidos habían ido por ahí. Tay aceleró el paso, dándole la sensación a él de que estaba entusiasmado. <<Es como mi hermano...>> Le hizo un gesto con la mano a Eriel para que acelerara el también y se pusieron en marcha, separarse no era una opción, no sabían que pudiera pasar o si otro ser se pondría violento. Llegaron y vislumbraron a todo un elenco de personajes extraños. <<¿Donde están los otros tres nublinos?>> Fue una grata sorpresa oírles hablar rocavarancolés, todo se haría mucho más fácil.

-Por fin gente que habla rocavarancolés, ya me empezaba a imaginar que ninguno más sabía lo que estaba haciendo aquí. -Dijo alto para todos los presentes. Su expresión era neutral y los observaba a todos en conjunto. Normalmente se hubiera parado a preguntarse muchas cosas de ellos, normalmente estaría calmado... Pero hoy no era un día normal.

Por fin salío de allí, de las mazmorras, frías y oscuras, le resultaba bastante agobiante si hubiera tenido que quedarse un rato más, y para colmo el azoramiento de aquel ser, hicieron que el camino para salir de allí se hiciese aún más pesado, pero bueno eso acabó, y todo quedó en paz, sin ninguna lesión grave...

Ahora daba la bienvenida a una ciudad en ruinas, el suelo estaba cubierto de piedras grises, parecidas a las calzadas que habían en las calles Terrestres, pero en cambio, aquí cubrían todo lo que fuese suelo de cualquier calle o plaza. Los pocos edificios que quedaban estaban desastrosos, apenas con fachadas, ya que la mayoría que quedaban de ellos eran escombros...

>>No sé si hubiese sido mejor quedarme ahí dentro<<-Se decía así misma mientras miraba de lado a lado todo lo que había en su entorno: Una ciudad oscura, sin apenas recursos. O al menos eso es lo que pensaba ella.

Al final del gran camino, habitaba una gran fuente con un gran monumento en el centro y con serpientes alrededor que escupían agua. >>No me vendría mal un trago<<- Afirmó Dafne mientras tragaba saliva, notándose la garganta algo seca.

-¡Eh Tay!, ¿Tienes sed?, ¿Por qué no bebemos de ahí?, parece ser que ya algunos han bebido así que no creo que pase nada-Apremió la noruega mientras miraba a Tay de reojo, ya que miraba asombrada a toda la gente que había allí. No eran lo únicos en esa ciudad, ¿Pero, para que exactamente los habían invitado ir a aquel mundo?, había muchas preguntas sin respuestas en esos momentos... pero ya habría tiempo para ir descubriendo, el por qué de todo.

<<Claro que estás bien, y ese reguero de sangre es sólo zumo>> pensó con sarcasmo pero se abstuvo de decir nada.

Por fin salieron de las mazmorras y Eriel pudo observar la ciudad bajo la luz crepuscular. <<Vaya vaya, está en ruinas. Es lógico Eriel, sois elegidos no dioses, todavía.>> pensó imaginando que las zonas de la ciudad abandonadas serían para ellos hasta la salida de la Luna Roja y que luego podrían acceder al verdadero esplendor del reino.

No le costó localizar a la gente que estaba cerca de una fuente, su buena vista le permitía ver al resto de elegidos antes incluso de llegar a la fuente. Los miró con interés preguntándose de dónde sería cada uno. Al oír que hablaban en rocavarancolés sonrió abiertamente y se acercó a los demás.

-Por fin una muestra de civilización - dijo dirigiéndose a nadie en particular.- ¿De dónde sois elegidos? - hizo la pregunta mientras arrancaba parte de su camiseta y la mojaba en el agua de la fuente.

-Barael ven aquí, deja que te limpie esa sangre antes de que se seque - le comentó a su hermano, Eriel había visto a gente de su tribu vendarheridas antes y creía poder imitar el vendaje, aunque fuese sólo para que la sangre dejase de gotear.

Memorizó los nombres de quienes los habían ido repitiendo hasta el momento. Lorenzo, Mónica, Siete. La pequeñaja solo susurraba al oído de Mónica en lugar de hablarles a todos, pero no importaba. Las presentaciones no eran prioritarias, no hasta que todos los interesados en sacar algo en claro de todo aquel embrollo pudieran entenderse.
—¿Que no tenéis...? —Mónica le había dejado sin palabras. ¿Que solo era una fantasía? ¿Cómo vivían entonces? Negó con la cabeza—. No importa.
No podía imaginar el concepto. Forzó la incógnita intelectual a un lugar menos acuciante de su mente, no sin esfuerzo, echando un nuevo vistazo en derredor de la plaza. De los recién llegados solamente había bebido Siete. Sox frunció el ceño ante la explicación de su nombre pero no dijo nada. Tenían asuntos más apremiantes que tener en cuenta que las diferencias culturales.
—¿Cazadora dices? —se mesó la barbilla al oír hablar a Ave. Era un oficio que apuntaba a una sociedad primitiva, pero que a la vez hablaba de eficacia. Tomó nota mental de lo que decía—. Excelente. Nos vendrá bien lo que puedas hacer.

Parecían estar de acuerdo en regresar. Bien. El punto de vista de Sox había cambiado: a falta de objetivos claros marcharse por su cuenta sonaba a empresa inútil. Quería aprender lo máximo posible sobre la situación, y eso incluía impedir que aquella gente variopinta se escapara por ahí junto a la valiosa información que pudieran poseer. Si tenía que embutir a todas aquellas personas de vuelta en las mazmorras ya le estaba faltando tiempo para ponerse manos a la obra.

—¿Podéis ir diciéndole a la peña que queda que beban, o si tenéis alguna botella coger agua de la fuente? —les pidió a los que ya habían bebido—. No quiero perder el tiempo si luego quieren enterarse.

Iba llegando más gente a la plaza. Se percató de que del grupo de Siete había dos que se habían quedado aparte cuchicheando. Sus cabellos y atuendo eran llamativos, pero nada en su actitud les correlacionaba con puestos altos en las listas: la chica de hecho se escondía literalmente detrás de su compañero. Frunció de nuevo el ceño, ya predispuesto en contra de aquella pareja que reclamaba atención a primera vista pero no parecía justificarla. Iba a acercarse cuando una voz al otro extremo de la plaza le hizo girar la cabeza como un resorte.

Dos de una especie que ya conocía, y dos de piel gris. Los dos últimos hablaban su idioma, el de la fuente, y no habían bebido. Aquello cobró prioridad y supuso que alguno de los demás ya le pediría a la pareja colorida que bebiera.
—Vosotros —en un santiamén estaba junto al grupo nuevo. Un rápido escaneo señaló al de cabello teñido, precisamente por sus pintas llamativas, como el posible líder del grupo. Su mirada se detuvo un momento en él antes de abordar a los dos chicos de piel gris—. Ninguno hemos llegado sabiendo... ese idioma —no había captado bien el nombre—. Como mínimo un puñado de nosotros vamos a reunirnos de vuelta en el edificio donde despertamos para sacar cosas en claro. Si sabéis algo, acompañadnos.

Cayose la retorta que ocurriosele para el chaval de nombre numerico y orejas piscis, pues non queria aparentar rudesco o maleducado en reparandole que habia una fuente con agua potable justo de su lado.
Poco a poco, los orbes dorados del diestro abrieronse, obscultando a aquellos nenos y nenas, todos tan diferentes antes y ahora traidos los unos a los otros por un mismo idioma. Debiase admitir que aquello embrujado resultaba útil al corto plazo, mas al largo, el no poder acordarse de su idioma, su Castellano, hariaselo pagar muy caro tambien a los atamanes que habianle ofendido su honra de aquella manera, junto con el desdichado Doce Punto, quien le habia quitado a Reyerta.

Y vino mucha más gente. Hizose a un lado el diestro, ocultando el gesto debajo del ala, hasta que dio con la su espalda contra un muro de piedra. Observaba y observaba, pero sentido no hallaba. ¿Cual era el motivo para aquel acto tan vil?
La confusión hacia acto de presencia en muchos. Los que no entendian nada, mostraban preocupacion y algunos hasta miedo. Los que de algo entendian de la su situación sonaba como si hablasen otro idioma, aun a pesar de haber bebido de la misma fuente que el español.
No perdió oidos a las palabras dichas por las dos parejas, aunque extrañas, no dejaronse sorpender al bigotudo semblante del español, sin embargo, escarnió el comportamiento ahundero del que habia creido otomano en una voz alta, pero calmada, añadiendo a lo que deciales a aquesos muchachos que ya conocian de la lengua que ahora hablaban.
―Non corremos peligro inminente a mi parecer, asi que prisa non corre, y es de buen cristiano ayudar, asi que non podemos de abandonar a los rezagados a que descubran el sortilegio.―su indice se atravesaba con su perilla, describiendo circulos.―Convinencia es el no separarse.―declaró.

Llegó a un grupo mucho más numeroso que se tornaba cerca algunos de otros, superaban la media y se encontraban alrededor de una fuente adornada con serpientes de piedra entrelazadas, había agua, el elemento natural de la vida, era evidente de que eso era lo que les uniría una vez estuvieran en Rocavarancolia. Tayron no pudo soportar más y se llevó las manos a la cabeza, sin poder procesar todos los cambios de las razas, pelos, pieles y ojos de diferentes colores a los de su planeta natal, los analizó en un santiamén a una distancia prudencial, sin escuchar lo que la noruega le estaba diciendo, estaba en una nube, como en una burbuja, y lo mejor de todo es que nada tenía pinta de hacerle bajar.
-¡Me cago en la droga que nos dieron ayer!- fijó la mirada en los rasgos de los que tenía más cerca, demasiado ilusionado como para darse cuenta de que abría los ojos de forma exagerada y torcía la boca, se revolvió el pelo con entusiasmo- ¡Quiero más, mira Dafne, aliens y más aliens por todos lados, solo pueden ser eso, al menos Barael y Eriel van a tener amigos más que una chica que solo sabe estudiar- le dijo guiñando el ojo, sin esperar a que le molestara o no por el caos de la situación- y otro que hace el cafre continuamente, esto se sale de madre. ¿Cómo se llamaría la orientación sexual que se base en la atracción por otros de un mundo desconocido?  >>¿Cosmosexual...?, No, sería algo más underground que esa horterada, mmm ni idea.<<

Alguien se acercó, y empezó a hablar en el mismo idioma que los nublinos lo habían hecho un par de veces. Tayron se giró hacia la humana y se encogió de hombros, observó al individuo.
-Vaya, tenemos un espécimen bastante extraño, pelo rubio, piel altamente intensa-miró de nuevo a la noruega.- ¿Te parece que bebamos del agua?, tengo la lengua seca, y veo humanos cerca-le tendió la mano divertido- ¿Me acompañas my lady?.

“¿Mi nombre complicado de decir? será inútil ¿y para eso confió en ella? ¿Para qué sea una desagradecida? (Aquí Nadzieja decide ignorar mentalmente la evidencia que le ha dado la experiencia sobre la pronunciación de su nombre) Además… ¿Cómo que zanahoria? ¡Eso lo serás tú! Zanahoria. Zanahoria. ¿Estás de broma? ¿¡ZANAHORIA!? Esta chica es estúpida, una tonta… ¡Pues si Yo soy Zanahoria Tú eres Cebolla pedazo de… de… ¡Aaaaagggh! no hay palabra más fuerte que idiota para describirte.” Pero la pequeña no tuvo mucho tiempo para increpar a la española porque está ya se alejaba de ella dejándola a su parecer desamparada y en bandeja para que cualquiera la descuartizase y la metiese en un horno para comérsela después.

Fue en pos de ella, corriendo y casi comiéndose el suelo a pesar de que apenas se había alejado de la pequeña. Se abrazó a su falda y le respondió a su pregunta con tal de contentarla y de que no volviese a dejarla sola. Pero no quería ser muy precisa sobre su procedencia, temía que llamasen a sus padres y les dijesen que habían raptado a su hija a la cual le arrancarían los dedos sino pagaban un millón de euros. Decidió que lo mejor era ser más precisa que decir que venia del centro de Europa pero menos precisa que decir de qué ciudad procedía.

-Vengo del Benelux. ¿Y tú de dónde vienes? “¿Me das tu corona?” ¿Cómo has llegado hasta aquí? “¿No eres un poco mayorcita para que te rapte el coco, eh cebolla?”- Preguntó con toda la inocencia que pudo expresar mientras se acercaban al resto.

Cuando llegaron estaban hablando de volver al horripilante y oscuro lugar del que habían salido. “Aquí podrían atacarnos un grupo de bandidos o podrían haberse escapado unos locos de un manicomio o puede que sí que haya lobos por aquí… Pero si volvemos al otro sitio seguro que esta vez nos encontraremos los cadáveres de un montón de niños y niñas asesinados… y que nunca fueron encontrados por sus padres… y que pusieron carteles de se busca por todos los árboles y farolas y nadie llamó… y se murieron de pena mientras sus hijos estaban aquí… Oh no, papá y mamá… papá y mamá…” Recordar hizo que se le humedeciesen los ojos y escondiese la cara en la falda de Mónica. Ya era suficientemente malo ponerse a llorar pero hacerlo delante de todo el mundo era humillante y lo último que quería es que se burlasen de ella, ahogo un sollozo apretando los tacones contra su pecho con toda la fuerza que tenía.

Estaba limpiándose los mocos y los ojos disimuladamente en la falda de Mónica cuando el "ojos rojos" hablaba con unos recién llegados “Estos están color pared de colegio, deben de estar enfermos lo mejor será no acercarse. Seguro que son esbirros del coco…”. Estaban hablando de si ir yendo hacia las mazmorras o de esperar a los que aún no habían bebido, en opinión de Nadzieja “Vámonos, tal vez si se quedan atrás se los comen los monstruos y se sacian con ellos y a nosotros nos dejan en paz, además si son más torpes que el Duque hasta para beber tampoco servirán de mucho”. Pero en su lugar dijo tras las palabras del Duque:

-Podríamos esperarles un poco y sino parece que quieran beber o venir con nosotros… podemos ir yendo para allá andando despacito como los caracoles y las tortuguitas para ver si nos siguen.- Hizo una temblorosa pequeña mímica de andar de puntillas muy lentamente. Con una sonrisa juguetona que hablaba de timidez y dulzura, por otro lado sus ojos decían “Por favor que alguien diga que no y que nos vamos ya. Vamos a morir aquí sino nos damos prisa y como venga algún monstruo va a andar como un caracol quien yo me sé”.

Estaba caminando hacia el resto de la gente, que se había adelantado un poco, cuando la belga le dijo de dónde era.

-¿Del Benelux? ¿Pero de qué país? Siempre he querido visitar Holanda, ¿sabes? Por los tulipanes. Yo soy española, de Madrid. Y supongo…- se detuvo por un momento y se rascó la nariz. –Que vine igual que tú. Hablé con un chico muy guapo en una discoteca, y las cosas claras, no le escuché muy bien porque sinceramente… grrrr; pero en algún momento de la conversación me debí quedar dormida y… aparecí aquí. Debería ir a buscarle pero no sé por dónde empezar. ¿Y tú?

Cuando llegó hasta Vampy se lo encontró charlando con dos personas… grises (uno estaba… ¿sangrando?) que, sin beber de la fuente, hablaban muy cómodos el idioma en el que se encontraran en ese momento. “Un color muy sano ese gris, sí señor. Como de carne muerta. Mmmh, rico…” pensó Mónica, retrocediendo casi imperceptiblemente  mientras Zanahoria se le volvía pegar como una lapa, bien calladita, tratando de escuchar en silencio la conversación. Pero como de costumbre su verborrea apareció de golpe.

-¿Por qué sois grises? ¿Estáis enfermos? Aunque parecéis sanos, pero las infecciones pueden aparecer de golpe y tal, y causar esos colores… siento lo dicho si no es así, pero no estoy muy cómoda cerca de las enfermedades y es mejor prevenir que curar... Y ¿cómo es que habláis este idioma? ¿Lo habéis aprendido de antes? Si es así no bebáis de la fuente, que te roba tu idioma anterior, eh. Por cierto, ¿sabéis exactamente por qué estamos aquí? La verdad es que no presté mucha atención. Además, ¿elegidos? ¿Elegidos en plan Harry Potter? Somos de la Tierra…

La atención de Mónica se fue de allí en cuando paseó la vista por la plaza: de pronto se daba cuenta de la cantidad de gente que había allí reunida. Había, además de los dos grises, de Tritón, del compañero de Vampy (al que aún no había decidido qué nombre ponerle) y de los ya conocidos, dos paletos con unos tintes de pelo espectaculares pero peinados de un tanto extraño plantados ahí en medio, la chica semi-escondida detrás del chico, que estaban mirándoles con prevención y cuchicheando entre ellos (“Meh. Menudos melindrosos. Secretitos al oído son de vieja sin sentido” se dijo Mónica, olvidando sus sustos anteriores dentro de las mazmorras “Ni que tuviéramos pinta de morder. Aunque bueno...”); y otra parejita, el chico claramente emocionado y parloteando por los codos hacia la muchacha, que tenía una cara de qué-demonios-hago-aquí que no podía con ella. Cuando el chico hizo un gesto grandilocuente con la mano hacia la chica Mónica reprimió una risa que acabó saliéndole por la nariz “Mira ese, cómo se está tratando de camelar a la chavala… ¡maestro, torero!”.

La madrileña carraspeó dirigiéndose hacia los que aún no habían bebido pero sin separarse del grupo ya conocido. –Sé que esto es sorprendente, que nunca habíais visto tanta diversidad étnica… de raza… junta antes y que el lugar es bastante siniestro, pero no nos entenderemos si no bebéis de la fuente- comenzó a gesticular, lenta y claramente. –B-E-B-E-D D-E L-A F-U-E-N-T-E P-A-R-A Q-U-E N-O-S P-O-D-A-M-O-S E-N-T-E-N-D-E-R.

Después se volvió hacia los nublinos y Vampy, que parecían ser los que mejor regían del lugar, haciéndose eco a medias de las palabras de Zanahoria. –Cuando nos aclaremos y todos nos entendamos, ¿qué tal si volvemos dentro cuanto antes? ¿Para pasar la noche? Es mejor curiosear protegidos que aquí fuera, ¿no?

Una vez los cuatro se allegaron a la fuente su hermano le dijo que quería limpiarle la sangre.
<<¿Sangre?>> -Se pregunto extrañado. Con una mano palpó su frente hasta dar con el líquido, en ningún momento se había percatado de ello. Observó su mano tintada de rojo. <<Si alguno de los dos me viera les daría un ataque.>>

Miraba a la ciudad en ruinas, aquella estampa le molestaba. <<Estaría mucho mejor en nubla con Brinava y Per, ojalá que ellos estén bien.>>

Tay parecía estar flirteando con Dafne, cosa que no sorprendió a Barael, ya conociéndose y ella siendo guapa, era natural que Tay quisiera acercársele en esta situación. Dejó que su hermano hiciera un intento de vendaje. <<Ya me lo pondré bien cuando no mire, pero oye, al menos empieza a tener iniciativa.>> Reconoció a la pareja que había visto antes, la chica seguía temerosa detrás del peliazul. Ahora que se fijaba, no tenían orejas. Un pájaro humanoide que parecía bastante animado, otros tres posiblemente de la raza de Tay y Dafne, un lagarto humanoide y un tipo amarillo verdoso.

El tipo amarillo-verdoso y de ojos rojos fue el primero en acercárseles.

-Vaya, entonces somos los únicos que sabemos lo que pasa Eri. En fin, cuando estemos dentro os contamos. Hay piedras de sobra, con algunas ramas robustas podría hacer unas burlas de lanzas para cazar a las alimañas de por aquí y cenar. De todas formas yo tampoco creo que sea bueno salir de noche, ni siquiera entrar en cualquier otro sitio, ya he tenido suficientes sorpresas para una buena temporada.

El más alto de los de la raza de Tay y Dafne habló, aunque de una manera extraña, con expresiones y cambios de léxico que le daban al rocavarancolés un aire arcaico. Le gustaba su atuendo y para qué negarlo, el tipo no estaba mal.

-Coincido, separarnos ahora sería lo peor que podríamos hacer.

Su mirada se desvió a la chica de ropas estrafalarias que llevaba pegada a su falda a una pequeña de pelo marrón rojizo, la primera empezó a hablar por los codos de manera nerviosa.

<<Así que te quita otros idiomas...>> -Caviló.

-Lo primero, cálmate. Lo segundo, es nuestro color de piel, al igual que el vuestro ese rosáceo y el de este es amarillo-verdoso. -Dijo dirigiéndose a Sox.-Tercero, hablamos este idioma porque en nuestro mundo sabemos de la existencia de este... más o menos. Ya os lo contaremos mejor al igual que lo cuarto. Y quinto, no sé que es Harry Potter, pero en cuanto elegidos me refiero a que hemos sido escogidos para formar parte de rocavarancolia, seguro que aquí mi hermano os explicará mejor eso, de momento deberíamos volver y situarnos en la zona más segura que encontremos de aquellas mazmorras.

Bebió de la fuente, sintió la magia adentrándose en él y arrebatándole su idioma, a la vez que sentía por fin como su garganta se aclaraba y dejaba de dolerle a horrores. Con los gestos de la mano boca y el pulgar junto a hacer como que bebía, le indicó a Dafne que bebiera para cambiar de idioma.

-Bien, no hay que perder el tiempo, que alguien haga que la parejita beba.
No os preocupéis por el idioma. -Dijo para todos. -Seguramente hay formas de recuperarlo, un ejemplo muy fácil es que los que fueron a por vosotros debían poder comunicarse a gusto. ¿Verdad?

Si alguien tiene cantimploras o ha visto un cubo que lo diga, deberíamos coger agua para no tener que salir de noche. Por cierto, dentro de estas hay un ser insectoide que probablemente sea un elegido también, pero está asustado y es agresivo. Sería bueno hacerle de beber cuanto antes.

Miró a la niña y su expresión seria y neutral cambió a una sonrisa fraternal y cariñosa.

-No te preocupes pequeña. -Su voz era tranquilizadora, como un padre o un hermano que hablan con cariño. -No dejaremos que te pase nada. ¿Cómo te llamas?

Mientras seguía caminando al lado de Tay, la noruega se estaba dando cuenta de que  él no le estaba prestando mucha atención a  lo que ella le estaba diciendo, pero bueno ,decidió callarse, ya que era una situación algo sorprendente, era algo que se salía completamente de su rutina en comparación con lo que hacían en la Tierra, es decir, una experiencia  jamás vivida.  De modo que, era comprensible, que el chico y la mayoría de la gente, hasta ella misma, estuviesen alucinando con todo lo que había en su entorno...

La plaza se encontraba rebosante de muchos seres, al igual que había diferentes razas humanas, como a otras más complejas y extrañas provenientes de otros mundos.
Cuando Dafne se fue aproximando a la fuente, se unió al numeroso grupo, donde estaban todos reunidos cada uno hablando de diversas cosas, que ella todavía no podía entender, pero aun así se fijó en una chica humana, la Española >>mmm...Es de mi mundo, sí, pero no creo que hable la misma lengua que yo<<-Se dijo Dafne mientras la miraba de reojo, dudando de: si debía saludar e integrarse en más grupos, o quedarse allí pasmada mientras corría el tiempo y que todo surgiese sobre la marcha. Pero al fin y al cabo decidió que debía saludarla, para que al menos se percataran de su presencia. Cuando se acercó y  tuvo un buen punto de vista sobre la chica, para que la pudiese ver, levanta una mano tímidamente a modo de saludo.

-¡Hola!-Exclamó mirando a la española-Soy Dafne, ¿De donde eres?. Supongo que a tí también te habrán traído hasta aquí para ser especial y todo ese rollo ¿No?. Después de que la noruega  terminara de cuestionarla, pensó que había hablado demasiado, ya que si ella hablaba en otro idioma era absurdo...

Cuando se encontraba al lado de la humana que había conocido, se fijó de nuevo en Barael y Eriel. Por lo que parece el afectado por el puñetazo de la clinger, había sangrado un poco, pero a pesar de que se encontraba bien decidió acercarse.

-Eh...Un momento ahora vuelvo-Dijo Dafne dirigiéndose a la chica.

Cuando llegó al lugar en el que estaba los nublinos; al lado de la fuente, antes de que esta le diese tiempo de preguntarle como se encontraba, Barael, la invitó a beber. <<No me vendría mal la verdad>>. -Está bien- dijo asientiendo con el pulgar.  A esto Tay también le tendió la mano para que le acompañase
.
-Oh que caballeroso usted ¿No?- Dijo mientras le hacia una mueca risueña y continuó diciendo....-Uno de los que estaban con nosotros en las mazmorras quiere que beba, así que no nos vendrá mal la verdad, ¡Estamos sedientos!.

Cuando se aproximó al bordillo de la fuente, puso las manos en forma de cuenco, y hundió las manos en el agua, después se la llevó a la boca y tragó rápidamente. Conforme el líquido bajaba una sensación extraña la envolvió, algo inexplicable la estaba envolviendo en poco segundos, no se podía definir ni como buena ni mala, porque en parte con un simple buche eliminó toda la sed que tenía pero por otra parte, algo incomprensible, le hacía eliminar el recuerdo de su idioma natal, y el belga, cuando terminó de beber, se incorporó de nuevo, y se llevó la mano derecha a la frente...>>Pero que...¿Qué es esto?<<, hasta las palabras que se reproducía  ella misma en su mente eran distintas a las habituales. Primero se dirigió a Tay y lo miró fijamente...

-Tú...¿Tú me sigues entendiendo no?-Le preguntó algo asustada mientras no salía de su propio asombro. Después de todo miró a Barael...>>Ahora, ¿Que hago le hablo?, a ver si voy a parecer más incomprensible para ellos, más de lo que era antes<<.

-Y, qué ,después de este cambio tan drástico,¿ me comprendéis ahora?- Cuestionó mirando a los dos nublinos perpleja...

Siete se calló al ver llegar a otros cuatro, mientras hacía calculos mentales. Ahora los había también con pieles adultas, a pesar de ser claramente niños. Se había sentado en la fuenta a escuchar los intercambios, registrando los movimientos y los gestos de la gente entre ellos.
Los niños viejos eran los más enterados de todos, al parecer. Cuando se habló de recoger agua, y como faltaba donde meterla, Siete se quitó la camisa y la sumergió en la fuente. La recogió hecha un burruño entre los brazos, goteando.

- Siendo de noche y sin hacer calor, debería aguantar hasta el refugio. Si al final no sirve, al menos habré lavado la camisa.

Le estaba colocando el vendaje a su hermano cuando un chico con un aspecto muy colorido se acercó a ellos. Sus palabras hicieron que Eriel saltase como un resorte sin poder callarse.

-¿Que te parecería formular eso como una pregunta amable? - le respondió.- O mejor, presentarte antes de exigirle algo a un extraño.

Puso los ojos en blanco cuando la humana se puso a hacer preguntas, era igual que su hermano.

-¿Por qué eres rosa? ¿Estás enferma? - obvió el resto de su verborrea y añadió.- ¿Cómo es que vosotros no sabíais este idioma? Para vuestra información este es el idioma de los dioses y vosotros sois los elegidos para convertiros en tales seres desbordantes de poder.

Volvió a poner los ojos en blanco ante el desconocimiento que tenían de la ciudad. ¿Acaso se habían criado en el fondo del agua? Por que a Eriel en ningún momento se le pasó por la cabeza que no conociesen la ciudad o a sus habitantes, al menos una historia debían de haber oído.

-Lo increíble es que te quiera enteder... - dijo por lo bajo con lo que seguramente sólo su hermano lo entendería.- Sí, yomellamodafne, ahora te entiendo. Es lo que tiene la magia, suceden milagros.

-Malditos chupasetas... - dijo en voz alta en nublino y con una sonrisa amigable en el rostro.

A medida que iba viendo a los demás beber ese líquido y, en lugar de ponerse enfermos, cambiar de idioma de repente, a Eorlir empezaban a venirle dudas. ¿Estaría haciendo lo correcto negándose a beber? Miró a Ina después de pensárselo mucho. Probablemente no le iba a gustar, pero estaba decidido a hacer una intentona.

-Ina... No quiero que te asustes, ¿entendido? Voy... voy a beber. Es posible que hacerlo sea la única forma de hablar con ellos. Y... si queremos volver a casa... tendremos que entenderles y aprender. Si noto que es seguro, que no me pasa nada... te haré una señal. -Alzó un dedo-. Haré esto. Si no ves que lo hago... ni se te ocurra beber, ¿entendido? -Suspiró ante la avalancha de protestas de Ina-. Ya, lo sé... sé que estoy loco... Pero prefiero ponerme enfermo yo. No soportaría tener que verte enferma. Y seamos realistas... tenemos que comunicarnos con estos monstruos. Al menos hasta poder volver a casa.

Se armó de valor y echó un buen trago del agua de la fuente. Automáticamente notó que algo iba mal... su idioma, el idioma que había hablado toda su vida, se había desvanecido. En su lugar estaba pensando en otras palabras, otros sonidos. No era capaz de articular palabra ni pensar en lo que había sido su lenguaje a partir de entonces. Hasta lo que le decía Ina había dejado de tener sentido.   "Oh no...oh no, oh no, oh no..." Rápidamente alzó el dedo en la señal convenida.

-Ina, por favor... bebe... quiero volver a entender lo que dices... -Murmuró sin darse cuenta, algo nervioso ante la posibilidad de no poder comunicarse normalmente con Ina a partir de entonces.

Miró alrededor, a los demás. De pronto les entendía. No sabía que había pasado exactamente, pero le venía al cerebro una palabra que le habían mencionado la noche pasada cuando aceptó ir a este lugar y que, probablemente, explicaría todo ese embrollo: "Magia..."

Había gente que, como el, estaba confusa, hasta algo asustada, aunque eso era algo que nunca admitiría delante de Ina. Sin embargo, había dos curiosos personajes a los que esa situación no parecía incomodarles tanto. De hecho, tal como entendió del más pequeño, creía que iban a transformarse en dioses y que, precisamente este idioma, les pertenecía. Se acercó a él prudentemente. Seguía sin tenerlas todas consigo.

-Oye... disculpa. -Carraspeó-. -¿Que es eso que hablas de dioses? No es por nada, pero a nosotros no nos han dicho nada de eso. A mi me dijeron que aquí habría cosas dignas de inmortalizar en mis cuadros, no que me iban a transformar en un dios. Diablos, ¡ni siquiera me dijeron que iba a olvidar mi idioma!