Plaza de la Fuente

Las chicas adelantan al más joven del grupo, que no para de tropezar con la sábana y al final la tira cuando llegan a la fuente. Yo llego el último, dando una vuelta completa sobre mí mismo para contemplar el lugar: todo ruinas, ni un alma excepto nosotros; y el edificio del que salimos está hecho un asco. De pronto veo a las chicas bebiendo agua de la fuente y estas comienzan a hablar en un idioma diferente del anterior, cosa que también le sucede a los otros chicos cuando les obligan a beber, ambos reticentes y el último con un gesto provocativo. Me acerco a la fuente y veo mi reflejo en su superficie mientras le echo un vistazo, como si sólo así pueda ver su estado; pero los demás no parecen tener molestias por haber bebido y, como la sed aparece al ver el agua, alargo una mano, le quito los anillos y bebo un poco para después volver a encajar las garras.
-No sabe a na...¡Eh!

Me callo al ver que el idioma no es el mismo, ni siquiera al pensar, pero no es algo consciente. Acaba de ocurrir y punto, sin más. Y sin vuelta atrás aparente. ¿Pero cómo? ¿Qué ha desencadenado esto? << ¿Eh? Entiendo lo que dicen... Factor común: la fuente... O el agua, ¡el agua! Pero... ¿Con algún veneno o sustancia similar? ¿Cómo han logrado desarrollar algo así en un mundo tan ruinoso? O precisamente por tanto avance sucumbieron a la catástrofe... ¡No sé nada! >>
-¿Hola? Me entendéis, ¿cierto? Soy Atol, de Libo.-digo educadamente, luego inquiero.-¿Quiénes sois? ¿De dónde? No he visto a nadie similar en Libo... -justo el de pezoneras con purpurina dice algo rarísimo.-Normal que tu lenguaje recién adquirido te resulte raro...

<< Y ahora que caigo... He perdido el idioma de la Gran Madre, el idioma de Libo... ¡Maldita sea! >> Me llevo las manos a los arneses y vuelvo a la fuente, pero cuando bebo sigo pensando con las mismas palabras. Frustrado, me siento en el bordillo y miro a los demás. El impacto del agua en ellos no ha sido para nada igual... A ver si me entero de dónde son.

Alder soltó un suspiro mientras bebía el resto. Seon se había sentado en el borde de la fuente y los miraba con curiosidad, especialmente al semidesnudo, al que todavía costaba entender.
- No sé, tu nos dirás - dijo Alder a punto de reir cuando el chico preguntó porque hablaba distinto. Se fijó de repente en que su piel era cenicienta, no blanca, y la miró entornando los ojos. Era un color fascinante, como sacado de una pintura onirica. se volvió hacia Seon, pero ella la interrumpió con suavidad:
-Lo sé, yo también me he fijado.
El otro chico dijo ser de Libo.
- Y no sabeis nada de Sinhdro, ni sois de aqui, ¿verdad?- pero ya sabía la respuesta.
-¿y que es Libo?- preguntó Alder - es una ciudad, un reino... un mundo?
- Escucha Yrio,- dijo Seon recordando de pronto su pregunta - ¿donde está tu edeel?

La boca de Yrio formó una media sonrisa cuando vio el gesto del chico de los zapatos raros. La verdad es que entre la ropa y los gestos el chico era un poco furcio << Un poco bastante>> El agua hizo efecto en él, pero no el que esperaba...

-No ha funcionado, tirémosle a la fuente- les propuso a las chicas.

El siguiente en beber, y el último en llegar fue el de los labios verdes. Tenía pinta de edeel y eso le dio un poco de reparo a Yrio, incluso por un momento pensó que podría ser el edeel del otro chico con ropa rara << Aunque la piel es distinta, a lo mejor no son del mismo sitio...>> pensó.

-Yo soy Yrio, del mismo sitio que las señoritas.- explicó con una sonrisa, pero en cuanto Seon le preguntó por su edeel esta desapareció. Empezó a temblar y la voz se le quebró- Esto... mi edeel... Yo... fue un accidente... Se cayó... y yo creía...- fue bajando el tono de voz cada vez más hasta acabar en un murmullo imperceptible.

-¿La única con la que puedes hablar en inglés? ¿Los demás no lo hablan? - había preguntado en su momento, aunque el tema no le interesaba demasiado. Al fin y al cabo, había muchos idiomas en la Tierra y no todas las personas del mundo hablaban el mismo, por lo que aquello podía ser perfectamente normal… Aunque cuando salió a la calle y vio que otra persona seguía a Pablo casi se cae al suelo de la impresión. Era un chico, de piel grisácea, ojos y pelo claros, que vestía ropas de esquimal y no era demasiado alto para la edad que aparentaba tener (a Erin le pareció que tenía dieciocho, pero no estaba completamente segura). Fue entonces cuando lo comprendió. << No son humanos >> . Todo se explicaba con eso, que la hizo sentirse algo extraña. Por una parte, estaba feliz de que los extraterrestres existiesen, aquello era fantástico. Era como vivir en una película o un libro sobre aliens. Pero por otra parte estaba algo preocupada. No sabía si aquellos seres serían peligrosos o violentos, no sabía si iban a atacarla, por lo que se sintió algo confusa.

Continuó andando, soñando despierta con mil aventuras, con magia, con anillos que te volvían invisible, dragones y otras muchas cosas que recordaba de libros y películas que había visto. De pronto, creyó ver la figura de algo que parecía una fuente en la lejanía. No dijo nada, sólo echó a correr, esperando que los demás la siguiesen << Y si no lo hacen, no es mi problema >>. Cuando llegó a la fuente, la carrera prácticamente la había dejado sin aliento, ya que aparte de no tener mucha resistencia física, tenía que cargar con el peso de la mochila. Hizo un cuenco con las manos y cogió agua en él, para después llevársela a la boca. Lo primero que notó fue el frescor del agua. Lo segundo fue que ya no pensaba en inglés. Probó con el francés y tampoco dio resultado. Había olvidado los idiomas que sabía y los había sustituido por uno que no conocía, pero que sonó bastante musical a sus oídos. Como si quisiese comprobar que no entendía el inglés, sacó el libro y probó a leer una página sin resultado. -¡Mierda! Ahora no voy a poder acabar el libro. ¡Maldita fuente! - fue entonces cuando se fijó en los demás. Guardó el libro en la mochila de nuevo y los miró uno por uno. Había una chica con pelo azul, una con el pelo verde, un chico con el pelo morado, uno con maquillaje dorado bajo los ojos y uno que llevaba una especie de garras falsas. Ninguno parecía un extraterrestre, pero no dudó que lo fueran- Ehhhh…. ¿Hola? -dijo, sin saber muy bien cómo continuar.

Macak llegó a una plaza. En ella había mucha gente, pero todos eran muy raros. No había ni un varmano, lo cual por un lado fue un alivio. Vio como se acercaban a beber a la fuente del centro. Ella tenía mucha sed, pero le daba un poco de miedo acercarse, eran tan distintos a ella... Se quedó un par de minutos escondida y observando. Después empezó a pensar que ella era especial, la habían llamado para ir a Rocavarancolia, Dirke se lo había dicho, y eso significaba que tenía tanto derecho a beber de aquella fuente como todos los demás. De todos modos, no se acerco, ¿y si se enfadaban por invadir su terreno? Era más pequeña que ellos, y eran muchos, podrían atacarla y hacerle daño. ¿Y si la mataban? ¡No podía permitilo! Acababa de llegar y quedaban muchas cosas por vivir.
-Aunque si empiezo a renunciar a las oportunidades y sólo me escondo, no viviré nada interesante.
Convencida, se adentró en la plaza y caminó lentamente hacia la fuente. Tímida, sin mirar a los ocupantes del lugar, pero sin quitarles ojo a la vez, se acercó. No sintió hostilidad, así que se inclinó y bebió.

Llevabamos un rato caminando cuando por fin Erin se dio cuenta de que Wintelgy estaba con ellos. Casi se cae al suelo de la sorpresa y no pude evitar sonreir con malicia. "Eso es lo que pasa cuando no te fijas en lo que hay a tu alrededor"
La chica no tardó en volver a su estado de "paso de todo" y no pude evitar soltar un suspiro de frustración. De todas formas era poco probable que se enterara. La observo un rato preguntándome que pasará por su cabeza y la nostalgia me invade por un instante. Tiempo atrás el había sido un soñador, pero todo cambió. se miró la cicatriz de su mano derecha, el día que se hizo aquella herida había perdido la esperanza y la ilusión, no tanto por la herida en sí, sino por la persona que se la había hecho.

Se quitó esos pensamientos de la cabeza para darse cuenta de que Erin ya no estaba allí. "¿Qué, cuando...?" La buscó con la mirada hasta que la encontró algo más adelante corriendo hacia una plaza. "Genial. Ahora sale disparada"

Apretó un poco el paso para no perderla de vista, pero sin ninguna intención de echar a correr. "No voy a correr solo porque a ella se le antoje".

A medida que me acerco me doy cuenta de que en el centro de la plaza hay una fuente, y una horrible sensación de sed me invade. "¿Cuando había sido la última vez que había bebido o comido algo?"
Reparo también en que no estábamos solos. Allí se encontraban todos los miembros del grupito que había estado hablando cuando conoció a wintelgy. También me doy cuenta de que ahora todos hablan la misma lengua, una lengua que ninguno de ellos hablaba antes.

Llegué a la fuente, donde se encontraba Erin. La chica parecía estar exhausta "Eso es lo que pasa por salir corriendo sin pensar". Mientras Erin y Wintelgy bebían de la fuente yo le echo un vistazo al agua primero, y como no parece estar en mal estado bebo un buen trago. Mientras bebía noto que algo extraño ocurre con mis pensamientos. Ahora pensaba en otra lengua, la misma que hablaban los demás. Intento pensar en mi propia lengua pero no lo logro, la había olvidado por completo, junto con todas las que sabía "¿pero como?.Aun sin recuperarme del todo de lo que acababa de pasar escucho a Erin quejarse en esa nueva lengua. Al parecer ya no podía leer su libro. La miro de reojo -Olvidas tu lengua natal y lo único que te preocupa es que no puedes acabarte el libro?-

Había salido poco antes de aquella extraña mazmorra de piedra, no muy atento de si el resto lo seguían o había decidido ir por libre, más atento a lo que le rodeaba a las casas en mal estado que se encontraban por alrededor a lo lejos como si llevaran tal vez años deshabitadas "¿Alguien realmente vive aquí? parece una ciudad abandonada" pensó D.L con la mano sobre el cuchillo atento a cualquier ruido sospechoso, pero no aprecia haber ni un alma en aquel lugar, miro hacia aquel extraño fondo azulado que sustituía a la cúpula que conocía desde niño con cierta desconfianza “Definitivamente este sitio es muy raro”

Su atención fue repentinamente tomada al captar el sonidos de voces, que no entendo acercándose a una casa semi derruida, sin pegarse mucho a ella para ver el lugar de donde provenían esas voces, pudiendo ver a un pequeño grupo de chicos y chicas que debían tener aproximadamente su edad, pero que no eran foners, estaba seguro de ello…no hablaban el mismo idioma “¿Mas criaturas extrañas?” se pregunto viendo con evidente confusión a aquellas chicos y chicas. Había dos chicas con apariencia similares, una de cabellos verdes y expresión adusta y tora de cabello azules cortos con una mirada más serena y dulce.

También podía ver a…algo, porque ni siquiera estaba muy seguro de si era chico o chica, con ropa definitivamente muy…estrafalaria,…pezoneras purpura, plataformas altas, unos simples cinturones que medio cubrían su sexualidad. D.L ante aquella visión sacudió la cabeza con sorpresa “¿Pero dónde me han traído?” D.L siguió con su sutil escrutinio, descubriendo a un chico joven con un peculiar tono violeta de cabello y algunas mechas negras, algo que definitivamente no estaba acostumbrado a ver. Junto al resto había otro chico un poco mas mayor que el anterior y con una cantidad ingente de maquillaje, casi parecía ceremonial de algún tipo. Lo que más llamo su atención ya le dejo claro que no se encontraba ni de cerca en su ciudad, si es que en algún momento lo había dudado, era aquella chica con orejas y rasgos de gato…esas criaturas que como mucho había visto en libros y dibujos ya que dejaron de existir en su ciudad muchos años antes de que naciera, llegando a ver como bebía de aquella fuente...la verdad es que tenia sed.. Junto a estos había otro chico y una chica que parecían relativamente normales a primera vista.

Eso sí, no entendía la lengua de ninguno de ellos. Suspiro ligeramente, viendo que todo ellos se encontraban junto aquella fuente que parecía desentonar completamente con el aspecto de aquella ciudad prácticamente en ruinas y donde no aprecia haber más indicios de vida que la de aquellos chicos y la del grupo que venía con él. Todo era extraño tan diferente a lo que esperaba. Tras algunos minutos en silencio, decidió que no valía de nada quedarse esperando allí, tenia sed y quien sabe tal vez con algo de suerte conseguía entenderse con personas junto a la fuente. Saliendo de su escondite con un aire algo tenso peor atento se acerco a la fuente, mirándoles a todos ellos con atención, a simple vista no aprecian peligrosos, pero se mantuvo atento, pues nunca se sabía cómo podía responder alguien ante la cercanía de un desconocido…más en ese lugar, que no parecía ser un sitio para nada seguro.

-No os preocupéis, solo vengo por algo de agua...- dijo intentando hacerse entender, pero viendo que no habia éxito, termino acercándose mostrando las manos como signo pacifico, para prevenir algún ataque en su contra, algo incomodo por estar entre gente desconocida “Definitivamente, me siento casi como foner en exposición” con algo de duda se acerco a la fuente viendo que las aguas de esta eran cristalinas y que no parecía tener ningún ingrediente maligno. Al parecer esas personas debían haber bebido también, y a simple vista aprecian estar saludables. Así tras dudar un poco se inclino sobre la fuente tomando agua entre sus manos para beber.

No seguí el camino del foner de cabellos blancos en esta ocasión, ni el de el ni el de nadie, fui por mi cuenta y comencé a vagar por la cuidad. A primera vista se notaba que el lugar era completamente diferente a F-O-N-E-R-A, no, diferente no, opuesto. Lo que recordaba de la cuidad era orden, construcciones de hormigón, todas de dimensiones similares, perfectamente ordenadas y posicionadas para su mejor distribución, mientras que Rocavarancolia era todo lo opuesto, las casas estaban desperdigadas como si hubiesen sido puestas al azar, no solo su distribución era errática y caótica, sino también su arquitectura, diferentes diseños y tamaños, incluso materiales. El concepto de desorden me parecía maravilloso, tan diferente a lo que conocía mi raza y tan familiar a la vez, no pude evitar preguntarme si realmente habría logrado encajar en la cuidad si no fuera por el accidente, ¿Como seria si hubiese crecido entre los míos?

La cuidad estaba casi en ruinas, parecía que llevaba mucho tiempo en ese lamentable estado y que nadie se había preocupado de arreglarla, o tal vez no tenían los medios para hacerlo. Sin embargo no me costo imaginarla como debió ser antes de lo que fuese que había echado los muros abajo, cerré los ojos y me quede donde estaba, guardando la imagen de la cuidad destruida y armándola en mi cabeza, imaginándola completa, me embargo un sentimiento que no sabría describir.

Acababa de bajar la guardia cuando los sonidos distintas de voces me sacaron de mi ensimismamiento, mi cuervo volvió a su tensión habitual, listo para cualquier ataque sorpresa. Con cautela me acerque al origen de los sonidos, un grupo de chicos estaba junto a una fuente. El agua corría desde allí y vi como el Foner de cabellos blancos se acerco a beber, solo en ese momento me di cuenta de lo sediento que estaba, sediento y hambriento, ¿Cuanto llevaba sin comer o beber? Como mínimo día y medio.

Desde mi escondite pude ver que el Foner no era el único, y que casi ninguno era de mi raza. Había todo tipo de sujetos, de formas y colores variados, sus ropas daban a entender que no pertenencia a F.O.N.E.R.A, y su desorientación dejaba claro que no eran originarios de Rocavarancolia.

- Así que no solo buscaron chicos en F.O.N.E.R.A...- Me pregunto sangre de cuantos mundo abra en esta plaza en este mismo instante.

Mi instinto de supervivencia me decía que permaneciera oculto, no sabía nada de ellos, ni de lo peligroso que podrían ser, pero mi cuerpo exigía agua, y si no bebía algo pronto, corría el riesgo de desmayarme. Sujete con renovaba fuerza la piedra que recogí en las mazmorras, con la parte con el tosco filo hacía afuera, y comencé a caminar hacía el agua.

Hablar era inútil, lo sabía, así que me limite a caminar con cautela, mirándolos con cierta atención, atento a cualquier intento de ataque de alguno de ellos, cuando finalmente note que nadie parecía dispuesto a atacar me permití relajarme ligeramente, deje la piedra a un lado, lleve mis manos al agua y bebí el primer sorbo.

El efecto fue inmediato, sentí como mis ideas se desordenaban para volverse a ordenar de manera distinta, como un mosaico hecho con fragmento de un cristal roto, las letras, las silvas y las oraciones a las que estaba acostumbrado se fragmentaron en mi cabeza y se reordenaron de otra manera.

- ¿Pero que diablos...? - Pregunte en voz alta, mirando al resto de los presentes, mis palabras ya no estaban en mi lengua natal.

El espectáculo que recibió a Shizel cuando por fin desembocaron en una plaza abierta fue el más pintoresco que había presenciado en su vida. Aproximadamente una decena de personas de toda clase y vestimenta estaban reunidas en parejas, en solitario o en grupitos pequeños, en torno a una fuente adornada con serpientes. La mirada de Shizel vagó de unos a otros, sin poder centrarse en uno solo: todos, sin excepción, tenían alguna característica que los hacía diferentes y llamativos. Una sonrisa incrédula asomó a sus labios sin que se diera cuenta. Los pálidos extraños que se había encontrado en las mazmorras no eran ni de lejos los más extraños en aquella variopinta reunión.
Un muchacho de piel intensamente pálida, maquillaje rojo y múltiples adornos corporales estaba sentado con aire frustrado al borde de la fuente. Vacilante, una chica canija y con una mochila a cuestas trataba de entablar conversación acompañada por un joven de su misma especie, mientras que discretamente una joven de orejas extrañas se agachaba para beber del agua, mirando continuamente a su alrededor como si temiera que alguien o algo la atacara. Dos chicas de un color de cabello que Shizel sólo había visto en láminas para colorear estaban muy juntas y conversaban animadamente entre ellas, y con un chico más pequeño de cabellera igualmente llamativa que estaba junto a ellas. Poco más allá de ese mismo grupo estaba el chico con el atuendo más hortera que Shizel había visto en toda su vida; y aquello incluía todas las fiestas nupciales a las que había asistido en las que la novia venía tan engalanada que más bien parecía un trozo del pastel de bodas. El idrino se encontró a sí mismo mordiéndose los carrillos para no echarse a reír allí mismo. "Reírse es de mala educación, reírse es de mala educación, reírse es de...", repitió para sus adentros intentando mantener la compostura.
Tratando de distraerse contó cuántos de cada raza parecía haber presentes. Divisó al ojos-dorados de su grupo un poco más allá, bebiendo, y también constató que no había más idrinos aparte de Saren y él mismo. No obstante, lo que le llamó poderosamente la atención fue que la mayoría, si no todos los presentes, parecían hablar el mismo idioma a pesar de sus procedencias obviamente dispares.
Echó una mirada hacia atrás para asegurarse de que el resto de su grupo había llegado a salvo. Constatando que aparentemente así era, se preparó para hacer lo que llevaba haciendo toda su vida: socializar.
Avanzó hacia la fuente, donde parecía concentrarse el grueso del grupo. Pidió permiso con delicadeza a algunos para pasar, haciendo notar así su llegada, y llegó junto al ojidorado, que parecía acabar de beber.
"¿Es potable?", preguntó con un único gesto. Mientras miró inquisitivamente al resto de inquilinos, calibrando quién sería el más adecuado para empezar conversación.

Apenas terminado de beber, noto con cierto asombro que aquellas voces que hasta ese momento le habían parecido únicamente sonidos sin fundamento alguno, se convertían en palabras, palabras que entendía perfectamente casi como si fueran su lengua nativa. Sorprendido miro al resto de especies allí reunidas, porque ya tenía claro que ahí la mayoría eran diferentes especies salidas de alguna parte.

-¿Qué….? ¿Cómo que os entiendo ahora? – pregunto a ninguno en particular algo sorprendido observando poco después el agua y tocando sutilmente la garganta al notar que su lengua nativa había desaparecido de su vocabulario y que al parecer había sido cambiada por una nueva lengua, que no conocía y que nunca antes había hablado pero que sentía como propia, como si la conociera de toda la vida. Era tan extraño. Aquello para D.L aquello le resultaba surrealista…segundos antes no entendía anda de lo que hablaban aquellos que les rodeaban y tras beber el agua de aquella peculiar fuente, podía entenderlos perfectamente.

Sacudió la cabeza aturdido, notando como su grupo, por llamarlo así llegaba cerca de él y viendo que aquel chico de ojos azules y características particulares parecía dirigirse al resto, lo curioso es que seguía sin entenderle…al contrario de a todos los demás “¿Dónde está la diferencia? Entiendo a estos extraños… ¿y no entiendo a los que han estado conmigo desde el comienzo?” se pregunto intentando pensar en algo que hubiera diferente. Miro a los que le rodeaba atentamente luego a la fuente y por ultimo al chico que le miraba y que con gestos parecía preguntarle si podía beber.

“Un segundo….” Se dijo parpadeando sorprendido, porque aquello no era posible, definitivamente era imposible “Tan imposible como que estoy en exterior, sin una cupular rodeándome y con zona azul por encima de mi cabeza” pensó suspirando ligeramente y viendo al chico que le había preguntando, lo agarro sutilmente de los hombros para acercarlo a la fuente, indicándole que bebiera y asintiendo con un gesto, mirando al resto y asintiendo también con la cabeza, indicándole que si que podían beber…al no encontrar otra forma de comunicarse con ellos ya que seguían sin entenderse. Mientras ellos bebían miro al resto de criaturas allí presentes con cierta duda, terminando por acercarse al grupito de las dos chicas, el chico porque ahora tenía claro de cerca que era un chico, que vestía tan extraño y el joven niño.

-Perdón… ¿sabéis por casualidad que ocurre aquí o que es esa fuente? – pregunto intentando ser educado al acercarse a ellos aunque manteniendo distancia prudente, un poco fuera de lugar aun porque ese cambio de idioma lo tenía aun medio confundido. Viéndoles atentamente, ya que a simple vista no parecían peligrosos para nada, aunque las apariencias podrían engañar, dando que no era foners ni ninguna otra especie que conociera, intrigándolo y llamando a su siempre atenta curiosidad. Por el momento, las únicas criaturas vivas que había visto eran los que se encontraban allí y dado que ellos parecían haber llegado antes eran por el momento la única fuente de información alterna que tenían, mirándoles atentamente se decidió a presentarse para mantener una conversación cordial al menos- No me he presentado… me llamo D.L…- añadió intentando así aligerar un poco el ambiente, no era experto en relaciones sociales y menos con…criaturas no foners, pero se defendía medianamente bien, ayudaba mucho que fuese tan curioso, sino fuera asi seguramente estaría mucho más silencioso.

Seguí a los pieles rosadas hasta la plaza de la fuente que vi desde las alturas. Pablo y el otro piel rosada se comportaban de forma muy diferentes, aunque a simple vista parecen de la misma raza su comportamiento me hacia dudar de ello.


Había muchos mas cosechados en la fuente no parecían agresivo además iba detrás de Pablo y me sentía algo mas seguro. Intente pasar desapercibido a los demás que estaban todos entretenidos en conversaciones que no entendía y como estaba estaba sediento inevitablemente bebí hasta saciarme en la fuente.


En cuanto termine de beber entendía a todo el mundo, hice un esfuerzo por recordar mi viejo idioma pero no podía.


“¿Pero qué pasa?-se me escapa y me tapo la boca como si no quisiera que saliesen las palabras tan diferentes a su anterior idioma-“


Me vino a mi mente una leyenda de Rocavarancolia que hablaba de una fuente divina que tan solo con beber de sus aguas podrías comunicarte con los dioses, y que justo después de beber se presentaría un dios. Pero todo aquello eran absurdas leyendas de los Rocavaranfanaticos, ¡no podía ser verdad!.


Ahora tenía miedo a que la leyenda fuera cierta y ahora apareciera un dios por cada uno que hubiera bebido en la fuente.


“Pablo tenemos que irnos de aquí…-digo nervioso tirando de la ropa de Pablo-… Si la leyenda es cierta ahora aparecerán los dioses - digo como si el conociera la leyenda- tenemos que irnos…”


Por un momento me olvide del otro piel rosada, pero había algo que me inspiraba confianza en Pablo, quizás solo era que fue la primera persona con la que me había encontrado.

Alder se rió mucho con la propuesta de tirar al semidesnudo a la fuente. Este, en cambio, parecía bastante indignado. Se presentó como un CoMo, cosa que tanto Alder como Seon ignoraron. Él parecía bastante orgulloso de aquello, pero la palabra no les decía nada.
Yrio perdió todo rastro de sonrisa ante la mención de su edeel.
-¿tu edeel ha muerto?- preguntó Seon consternada al tiempo que Alder decía-¡¿y lo dejaste ahí sin más?!
Alder miró a Yrio de otra manera mucho más fría. En realidad parecía estar haciendo un gran esfuerzo por no saltar a su yugular. Seon en cambio se acercó a él convencida de que necesitaba consuelo. Le cogió las manos, y luego lo abrazó.
-¡Seon!
- Ha dicho que fue un accidente, Al, ¿que más quieres del pobre niño?
- Que tu estes dispuesta a justificar todo... de todo el mundo...
- Alder..- lSeon usó ese tono que tenía para decirle a su pareja "piensa con la cabeza, idiota" y Alder entornó los ojos y se calló- es un niño, si algo ha sucedido, no puede haber sido a proposito. Al revés. Tuvo que ser un susto enorme. Tratalo bien....- Seon le dio un beso ligero en los labios que dulcificó su expresión. la sinhadre levantó las palmas de las manos en señal de rendición.
- de acuerdo, lo que sea. - posó una mano sobre el hombro de Yrio- Bueno chico, mientras a mi no me tires a un pozo, creo que podemos estar en paz.
Su sonrisa fue casi una mueca y aunque se volvió hacia la gente que llegaba como si nada hubiera sucedido, estaba un poco envarada.
Llegó mucha más gente, había gente de piel palida como ellos, y creyeron por unos momentos que podían ser sinhadres. No era exacto el tono de piel, pero era pálido, y su pelo y ojos tenían colores brillantes. Tres de ellos llamaron especialmente la atención de las chicas, porque eran chicos de cabello blanco, como los albinos, pero uno en concreto tenía los ojos de un color amarillo que brillaba como el oro. Era una combinación agresiva y provocativa; sensual y vulgar al mismo tiempo. "una puta"
Los tres peliblancos vestían extraño. De hecho, solo Yrio y ellas dos parecían ir normal. Algunos de los que llegaron estaban demasiado abrigados.
La gente fue bebiendo de la fuente. A veces preguntaban algo antes en un idioma incomprensible. Como supusieron que pedían permiso para beber o que querían saber si era posible, ninguna de las dos hizo un gesto que no fuera de "adelante".
Después mientras escuchaban las presentaciones, quedó claro que cada uno venía de un sitio distinto.
- Somos Alder y Seon, de Sinhdro, de Varienn, una ciudad norteña.

Un chico extraño de piel gris hablaba con uno de piel rosada y llamó la atención de Seon.
-Irnos por qué? ¿y que es un Dios?

El ojidorado parecía conmocionado. Se palpó la garganta y empezó a hacer preguntas en lo que parecía un dialecto incluso distinto al que había estado usando inicialmente, con una nota de distintivo desconcierto en la voz.
Shizel miró al agua con abierta desconfianza: era evidente que fuese lo que fuese lo que había alterado al muchacho había ocurrido después de beber de esa fuente; puede incluso que estuviese rancia y por eso se hubiese llevado la mano a la garganta.
No obstante, el ojidorado le sorprendió tomándole de los hombros, dirigiéndole inequívocamente en dirección a la fuente. El idrino quiso bufar ante aquella invasión de su espacio, pero la curiosidad le pudo y tomó un sorbo.
Sintió que algo en su garganta y en su cerebro cristalizaba para luego romperse en mil pedazos; inmediatamente después las esquirlas empezaron a recomponerse de una manera completamente distinta. Shizel se mantuvo completamente inmóvil durante todo el proceso, ocultando su pánico como le habían enseñado desde que era pequeño: si bien aquellos extranjeros no parecían darle la menor importancia a controlar las emociones que expresaban, en su propia cultura mostrarlas tan abiertamente habría dado lugar a risa.
Tragó saliva tentativamente. Parecía que aquel agua extraña no le había hecho ningún daño, pero sí notaba una extraña sensación en los oídos.
"Bebed, no pasa nada", empezó a gesticular en dirección a sus otros compañeros, pero se paró a media frase, confuso. Se había saltado un gesto... no. Sí. No, sólo los había cambiado de sitio...
Trató de repetirlos, para encontrarse con que no sabía si los estaba haciendo correctamente. Sus manos seguían el recorrido al que estaban acostumbradas, con fluidez, pero aquellas maniobras no le decían nada.
Empezó a prestar más atención a lo que decían sus compañeros y entonces entendió el efecto que había tenido el agua de la fuente. Entendía perfectamente lo que decían, pero a cambio había perdido su idioma natal.
Respiró hondo tratando de no perder los nervios. Buscó en su cabeza palabras de los dialectos que había aprendido en sus lecciones, ya fueran antiguos o en uso, y nada acudió a su cerebro más que sílabas de aquel idioma nuevo, cortante y cristalino a la vez.
Se sentó junto a los demás al borde de la fuente, inmensamente frustrado.
"¡Años aprendiendo idiomas para poder largarme de casa y ahora esto!" Y eso no era todo, sino que había visto sustituido su idioma natal, elegante, expresivo, lleno de matices, por una lengua en la que sólo podía comunicarse por burdos sonidos.
El ojidorado no había perdido el tiempo y ya estaba interrogando a los de al lado. Shizel levantó la mirada y escuchó atentamente, aún bastante cabreado pero en su fuero interno más tranquilo ahora que podía entender lo que le decían.
-Yo soy Shizel, de Idris. Encantado- dijo a la hora de presentarse. Ahora que por fin podían entenderse, pensó que reunir datos era lo primordial además de darse a conocer entre aquella gente exótica. Se dirigió al grupo de las dos chicas de cabello llamativo y al chico que las acompañaba, incluyendo al de la ropa que brillaba por su ausencia en la pregunta por cortesía-. Creo que a todos nos han traído aquí de la misma manera, aunque seamos de mundos distintos... ¿Os dijo algo el tipo de las máscaras que nos pueda ayudar a entender lo que va a pasar ahora?

La pareja de chicas, que siempre van juntas y hablan a la par, responden diciendo que son de << Sin...Sindro? No lo ha pronunciado así... ¿Dónde demonios está eso? ¿¡Cómo que qué es Libo!? >> Las miro con cara de espanto y respondo:
-Libo es mi mundo, el Mundo. Nunca he oído hablar de Siindro.-digo pensativo, intentando imitar el sonido. Desisto y hago una inclinación de cabeza.-Encantado.

Luego una de ellas llama "Yrio" al chico violeta, así que memorizo el nombre, pero no entiendo eso de "edeel". Este dice ser del mismo sitio que las chicas y de pronto se le quiebra la voz al responder a lo de su "edeel" << ¿Qué ocurre aquí? No han dicho que Sindro sea una ciudad de por aquí... Entonces se deduce que no son de aquí... Y lo que sea que sea un "edeel" parece algo importante... >> Me preparo para preguntarles pero al poco llega corriendo una chica muy bajita con una cosa muy rara en los ojos << ¿Eso son cristales? ¿Para qué? >> La chica bebe agua de la fuente y descubre sus efectos, luego saca el libro << Ay, es la de antes... >> y descubre frustrada que no podrá leerlo << Ya somos dos... >> Después nos saluda titubeante y respondo con amabilidad
-Hola. ¿De dónde eres? ¿Sindro? ¿Rocavarancolia? De Libo no creo... ¿O sí?-inquiro al final, dudando de si siquiera conoce algo de lo que he dicho.

<< Esto es de locos... ¿Más gente? Maldita sea... ¡Un felino! O al menos lo parece... Parece una chica incluso... ¡UN FELINO HEMBRA! >> Salto del bordillo y me acerco a la chica lentamente, para luego dar una vuelta a su alrededor buscando identificar la naturaleza de las orejas, por si son de verdad o accesorios, pero aparentan ser naturales. Además tiene la piel oscura y el cuerpo parece ágil << ¿Qué es, qué es? >>
-¿Qué sois, Señora felina? ¿Cómo habéis logrado pareceros a los Grandes Felinos?-inquiero haciendo mostrar mi devoción hacia estos, con todo el respeto del mundo, al menos del mío.

Mientras sigue llegando más y más "gente": el chico de las escaleras, unos con el pelo blanco y extraños ropajes, piel plateada por allá, uno con piel gris, bajito y que iba muy abrigado, otro grisáceo y con el pelo blanco... << Pero bueno... ¿Todos con el cabello blanco? Y casi todo son chicos... Ropas raras, aspectos raros, el de las pezoneras dice ser de... Arg, ¿Frivuoldany? ¿Qué nombre es este? Tampoco parece de por aquí... >>
-Basta... Que no venga nadie más...-murmuro exhausto y doy la espalda a la marabunta para tranquilizarme.
Pero de pronto el bajito y abrigado empieza a decir algo de dioses. << Al fin algo coherente sobre este sitio... >> Miro dubitativo a la felina porque no quiero alejarme de ella, pero la curiosidad me puede y me acerco al que habla de dioses:
-Eh, has dicho "dioses", ¿qué dioses? ¿Qué sabes de la ciudad esta? -casi al mismo tiempo se presenta uno de "Idris" << Oh, un sitio entendible, ¡gracias! >> luego hago una inclinación de cabeza.-Encantado, yo soy Atol. Y... has dicho "mundos"... ¿Hay más mundos? Diablos... Somos todos de mundos distintos, ahora casi todo encaja...

<< No del todo... No tienen nuestra cultura, no lo parece. La única de aquí que lo parece es la felina... Ay... Que venga alguien y nos explique de qué va esto... >> Abatido, vuelvo a donde la chica con orejas de gato y me quedo cerca para no incomodarla, ya que es de las pocas criaturas aquí que me inspiran confianza. << Mundos diferentes... ¿Y si viene del mundo original de los Grandes Felinos? ¿Y si allí son todos así, de apariencia felina? ¿Hijos de los Grandes Felinos? Ohhh >> comienzo a mirar a la chica-gato con cada vez más devoción y de vez en cuando nervioso a mi alrededor, centrándome en los chicos y sobre todo al que habló de "dioses".

Yrio se echó a temblar cuando Alder le gritó. Quiso correr, correr lejos y alejarse de toda esa gente, le habían descubierto y ahora su plan se iría al traste << Muy bien Yrio, nuevo record; la has cagado en el primer día...>>

-Yo... a mi... ¡¡Me prometieron que podría arreglarlo!!- dijo, tratando de defenderse- Vine porque el tipo de negro me dijo que aquí aprendería cómo arreglarlo- gimoteó.

Para su sorpresa, Seon le abrazó. Tardó unos segundos en reaccionar, pues no se lo creía, y al final le devolvió el abrazo.
No paraba de llegar gente y más gente, a cual más extraño. Llegaron varios albinos, siendo el primero un chico de... ¿ojos amarillos? Los pensamientos de Yrio tomaron el mismo rumbo que los de las chicas, y el niño tiró con suavidad de la ropa de Seon para llamar su atención. << ¡Un chapero aquí! ¿A qué habrá venido?>> Aún estaba un poco trastornado como para ir a hacerle preguntas, además, otro de los albinos llamó su atención. Tenía la piel gris, y...

-¿Qué es eso??

Yrio se olvidó de su miedo por un momento y corrió hacia el chico de piel plateada, con las manos preparadas para acariciar las extrañas aletas que tenía en el lugar donde deberían estar sus oídos. No se atrevió al final a tocarlas, pero se quedó dando saltitos excitados, pidiendo permiso con la mirada.

-Soy Yrio, ¿Qué son esas cosas?- preguntó señalándose los oídos. La presentación era una mera formalidad, para no parecer maleducado. Otra chica, con nariz felina y orejas peluditas- ¡Orejas peluditas!- gritó, mirando a las chicas y luego a la niña felina- Son... ¡tiene orejas peluditas de gato!