Plaza de la Fuente

Una vez los cuatro se allegaron a la fuente su hermano le dijo que quería limpiarle la sangre.
<<¿Sangre?>> -Se pregunto extrañado. Con una mano palpó su frente hasta dar con el líquido, en ningún momento se había percatado de ello. Observó su mano tintada de rojo. <<Si alguno de los dos me viera les daría un ataque.>>

Miraba a la ciudad en ruinas, aquella estampa le molestaba. <<Estaría mucho mejor en nubla con Brinava y Per, ojalá que ellos estén bien.>>

Tay parecía estar flirteando con Dafne, cosa que no sorprendió a Barael, ya conociéndose y ella siendo guapa, era natural que Tay quisiera acercársele en esta situación. Dejó que su hermano hiciera un intento de vendaje. <<Ya me lo pondré bien cuando no mire, pero oye, al menos empieza a tener iniciativa.>> Reconoció a la pareja que había visto antes, la chica seguía temerosa detrás del peliazul. Ahora que se fijaba, no tenían orejas. Un pájaro humanoide que parecía bastante animado, otros tres posiblemente de la raza de Tay y Dafne, un lagarto humanoide y un tipo amarillo verdoso.

El tipo amarillo-verdoso y de ojos rojos fue el primero en acercárseles.

-Vaya, entonces somos los únicos que sabemos lo que pasa Eri. En fin, cuando estemos dentro os contamos. Hay piedras de sobra, con algunas ramas robustas podría hacer unas burlas de lanzas para cazar a las alimañas de por aquí y cenar. De todas formas yo tampoco creo que sea bueno salir de noche, ni siquiera entrar en cualquier otro sitio, ya he tenido suficientes sorpresas para una buena temporada.

El más alto de los de la raza de Tay y Dafne habló, aunque de una manera extraña, con expresiones y cambios de léxico que le daban al rocavarancolés un aire arcaico. Le gustaba su atuendo y para qué negarlo, el tipo no estaba mal.

-Coincido, separarnos ahora sería lo peor que podríamos hacer.

Su mirada se desvió a la chica de ropas estrafalarias que llevaba pegada a su falda a una pequeña de pelo marrón rojizo, la primera empezó a hablar por los codos de manera nerviosa.

<<Así que te quita otros idiomas...>> -Caviló.

-Lo primero, cálmate. Lo segundo, es nuestro color de piel, al igual que el vuestro ese rosáceo y el de este es amarillo-verdoso. -Dijo dirigiéndose a Sox.-Tercero, hablamos este idioma porque en nuestro mundo sabemos de la existencia de este... más o menos. Ya os lo contaremos mejor al igual que lo cuarto. Y quinto, no sé que es Harry Potter, pero en cuanto elegidos me refiero a que hemos sido escogidos para formar parte de rocavarancolia, seguro que aquí mi hermano os explicará mejor eso, de momento deberíamos volver y situarnos en la zona más segura que encontremos de aquellas mazmorras.

Bebió de la fuente, sintió la magia adentrándose en él y arrebatándole su idioma, a la vez que sentía por fin como su garganta se aclaraba y dejaba de dolerle a horrores. Con los gestos de la mano boca y el pulgar junto a hacer como que bebía, le indicó a Dafne que bebiera para cambiar de idioma.

-Bien, no hay que perder el tiempo, que alguien haga que la parejita beba.
No os preocupéis por el idioma. -Dijo para todos. -Seguramente hay formas de recuperarlo, un ejemplo muy fácil es que los que fueron a por vosotros debían poder comunicarse a gusto. ¿Verdad?

Si alguien tiene cantimploras o ha visto un cubo que lo diga, deberíamos coger agua para no tener que salir de noche. Por cierto, dentro de estas hay un ser insectoide que probablemente sea un elegido también, pero está asustado y es agresivo. Sería bueno hacerle de beber cuanto antes.

Miró a la niña y su expresión seria y neutral cambió a una sonrisa fraternal y cariñosa.

-No te preocupes pequeña. -Su voz era tranquilizadora, como un padre o un hermano que hablan con cariño. -No dejaremos que te pase nada. ¿Cómo te llamas?

Mientras seguía caminando al lado de Tay, la noruega se estaba dando cuenta de que  él no le estaba prestando mucha atención a  lo que ella le estaba diciendo, pero bueno ,decidió callarse, ya que era una situación algo sorprendente, era algo que se salía completamente de su rutina en comparación con lo que hacían en la Tierra, es decir, una experiencia  jamás vivida.  De modo que, era comprensible, que el chico y la mayoría de la gente, hasta ella misma, estuviesen alucinando con todo lo que había en su entorno...

La plaza se encontraba rebosante de muchos seres, al igual que había diferentes razas humanas, como a otras más complejas y extrañas provenientes de otros mundos.
Cuando Dafne se fue aproximando a la fuente, se unió al numeroso grupo, donde estaban todos reunidos cada uno hablando de diversas cosas, que ella todavía no podía entender, pero aun así se fijó en una chica humana, la Española >>mmm...Es de mi mundo, sí, pero no creo que hable la misma lengua que yo<<-Se dijo Dafne mientras la miraba de reojo, dudando de: si debía saludar e integrarse en más grupos, o quedarse allí pasmada mientras corría el tiempo y que todo surgiese sobre la marcha. Pero al fin y al cabo decidió que debía saludarla, para que al menos se percataran de su presencia. Cuando se acercó y  tuvo un buen punto de vista sobre la chica, para que la pudiese ver, levanta una mano tímidamente a modo de saludo.

-¡Hola!-Exclamó mirando a la española-Soy Dafne, ¿De donde eres?. Supongo que a tí también te habrán traído hasta aquí para ser especial y todo ese rollo ¿No?. Después de que la noruega  terminara de cuestionarla, pensó que había hablado demasiado, ya que si ella hablaba en otro idioma era absurdo...

Cuando se encontraba al lado de la humana que había conocido, se fijó de nuevo en Barael y Eriel. Por lo que parece el afectado por el puñetazo de la clinger, había sangrado un poco, pero a pesar de que se encontraba bien decidió acercarse.

-Eh...Un momento ahora vuelvo-Dijo Dafne dirigiéndose a la chica.

Cuando llegó al lugar en el que estaba los nublinos; al lado de la fuente, antes de que esta le diese tiempo de preguntarle como se encontraba, Barael, la invitó a beber. <<No me vendría mal la verdad>>. -Está bien- dijo asientiendo con el pulgar.  A esto Tay también le tendió la mano para que le acompañase
.
-Oh que caballeroso usted ¿No?- Dijo mientras le hacia una mueca risueña y continuó diciendo....-Uno de los que estaban con nosotros en las mazmorras quiere que beba, así que no nos vendrá mal la verdad, ¡Estamos sedientos!.

Cuando se aproximó al bordillo de la fuente, puso las manos en forma de cuenco, y hundió las manos en el agua, después se la llevó a la boca y tragó rápidamente. Conforme el líquido bajaba una sensación extraña la envolvió, algo inexplicable la estaba envolviendo en poco segundos, no se podía definir ni como buena ni mala, porque en parte con un simple buche eliminó toda la sed que tenía pero por otra parte, algo incomprensible, le hacía eliminar el recuerdo de su idioma natal, y el belga, cuando terminó de beber, se incorporó de nuevo, y se llevó la mano derecha a la frente...>>Pero que...¿Qué es esto?<<, hasta las palabras que se reproducía  ella misma en su mente eran distintas a las habituales. Primero se dirigió a Tay y lo miró fijamente...

-Tú...¿Tú me sigues entendiendo no?-Le preguntó algo asustada mientras no salía de su propio asombro. Después de todo miró a Barael...>>Ahora, ¿Que hago le hablo?, a ver si voy a parecer más incomprensible para ellos, más de lo que era antes<<.

-Y, qué ,después de este cambio tan drástico,¿ me comprendéis ahora?- Cuestionó mirando a los dos nublinos perpleja...

Siete se calló al ver llegar a otros cuatro, mientras hacía calculos mentales. Ahora los había también con pieles adultas, a pesar de ser claramente niños. Se había sentado en la fuenta a escuchar los intercambios, registrando los movimientos y los gestos de la gente entre ellos.
Los niños viejos eran los más enterados de todos, al parecer. Cuando se habló de recoger agua, y como faltaba donde meterla, Siete se quitó la camisa y la sumergió en la fuente. La recogió hecha un burruño entre los brazos, goteando.

- Siendo de noche y sin hacer calor, debería aguantar hasta el refugio. Si al final no sirve, al menos habré lavado la camisa.

Le estaba colocando el vendaje a su hermano cuando un chico con un aspecto muy colorido se acercó a ellos. Sus palabras hicieron que Eriel saltase como un resorte sin poder callarse.

-¿Que te parecería formular eso como una pregunta amable? - le respondió.- O mejor, presentarte antes de exigirle algo a un extraño.

Puso los ojos en blanco cuando la humana se puso a hacer preguntas, era igual que su hermano.

-¿Por qué eres rosa? ¿Estás enferma? - obvió el resto de su verborrea y añadió.- ¿Cómo es que vosotros no sabíais este idioma? Para vuestra información este es el idioma de los dioses y vosotros sois los elegidos para convertiros en tales seres desbordantes de poder.

Volvió a poner los ojos en blanco ante el desconocimiento que tenían de la ciudad. ¿Acaso se habían criado en el fondo del agua? Por que a Eriel en ningún momento se le pasó por la cabeza que no conociesen la ciudad o a sus habitantes, al menos una historia debían de haber oído.

-Lo increíble es que te quiera enteder... - dijo por lo bajo con lo que seguramente sólo su hermano lo entendería.- Sí, yomellamodafne, ahora te entiendo. Es lo que tiene la magia, suceden milagros.

-Malditos chupasetas... - dijo en voz alta en nublino y con una sonrisa amigable en el rostro.

A medida que iba viendo a los demás beber ese líquido y, en lugar de ponerse enfermos, cambiar de idioma de repente, a Eorlir empezaban a venirle dudas. ¿Estaría haciendo lo correcto negándose a beber? Miró a Ina después de pensárselo mucho. Probablemente no le iba a gustar, pero estaba decidido a hacer una intentona.

-Ina... No quiero que te asustes, ¿entendido? Voy... voy a beber. Es posible que hacerlo sea la única forma de hablar con ellos. Y... si queremos volver a casa... tendremos que entenderles y aprender. Si noto que es seguro, que no me pasa nada... te haré una señal. -Alzó un dedo-. Haré esto. Si no ves que lo hago... ni se te ocurra beber, ¿entendido? -Suspiró ante la avalancha de protestas de Ina-. Ya, lo sé... sé que estoy loco... Pero prefiero ponerme enfermo yo. No soportaría tener que verte enferma. Y seamos realistas... tenemos que comunicarnos con estos monstruos. Al menos hasta poder volver a casa.

Se armó de valor y echó un buen trago del agua de la fuente. Automáticamente notó que algo iba mal... su idioma, el idioma que había hablado toda su vida, se había desvanecido. En su lugar estaba pensando en otras palabras, otros sonidos. No era capaz de articular palabra ni pensar en lo que había sido su lenguaje a partir de entonces. Hasta lo que le decía Ina había dejado de tener sentido.   "Oh no...oh no, oh no, oh no..." Rápidamente alzó el dedo en la señal convenida.

-Ina, por favor... bebe... quiero volver a entender lo que dices... -Murmuró sin darse cuenta, algo nervioso ante la posibilidad de no poder comunicarse normalmente con Ina a partir de entonces.

Miró alrededor, a los demás. De pronto les entendía. No sabía que había pasado exactamente, pero le venía al cerebro una palabra que le habían mencionado la noche pasada cuando aceptó ir a este lugar y que, probablemente, explicaría todo ese embrollo: "Magia..."

Había gente que, como el, estaba confusa, hasta algo asustada, aunque eso era algo que nunca admitiría delante de Ina. Sin embargo, había dos curiosos personajes a los que esa situación no parecía incomodarles tanto. De hecho, tal como entendió del más pequeño, creía que iban a transformarse en dioses y que, precisamente este idioma, les pertenecía. Se acercó a él prudentemente. Seguía sin tenerlas todas consigo.

-Oye... disculpa. -Carraspeó-. -¿Que es eso que hablas de dioses? No es por nada, pero a nosotros no nos han dicho nada de eso. A mi me dijeron que aquí habría cosas dignas de inmortalizar en mis cuadros, no que me iban a transformar en un dios. Diablos, ¡ni siquiera me dijeron que iba a olvidar mi idioma!

Más y más criaturas. Todas venían del Refugio del Chamán. Y todas con esos idiomas tan raros, esas capas de... ¿Tela, quizás? Cubriéndoles el cuerpo y los pies... Se lo achacaba a que no tenían plumas y de alguna forma habrían de abrigarse. ¿Pero eran realmente capas de algo que podían quitar o parte de ellos? <<A lo mejor es una piel que mudan como algunos animales...>>

Pero lo realmente importante era que Mikk no aparecía. Solo criaturas perdidas. <<Y que no nos entienden...>> Pensó en que podría ayudar, pero la imagen enclenque de todos le recordó a la criatura que vomitó con el agua y mo quiso repetirlo. <<Además, soy la más diferente. Como empiecen a preguntarme me los como>> Así que canceló ese plan y enfiló hacia el Refugio del Chamán. Pero antes se dirigió a la criatura.

-Chamán, ¿vamos? Paso del caos de tanta gente tan rara entendiéndose de golpe. Ya vendrán... O no. Y para entendernos: ¿eres macho, hembra, algo intermedio como algunos animales? Yo soy hembra, cosa obvia para los míos... -y se señaló la cresta con orgullo-. Aquí sois todos muy raros...

<<Ni plumas ni alas ni crestas ni ojos negros ni voces cantarinas ni sentido común. ¿De qué hablan alrededor de la fuente, por todos los tambores? ¡Se hace de noche y los Blanditos hablando! Agh. Aparece pronto, Cantante Mágico, por favor (tu deseo era muy raro, admítelo si me oyes, aunque no pretendo ofender). Que esto no tiene sentido ni como sueño por fumar demasiado>> pensó con diversión, aunque aquello no le gustaba lo más mínimo.

No era cuestión de peligro, o al menos no era la más acuciante. El parte meteorológico era siempre exacto, y en consecuencia Sox no había llegado allí más que con un jersey fino que en realidad no engañaba al frío. La noche estaba terminando de caer y el carabés maldecía la aparente falta de cúpula climática en aquel basurero de ciudad. Envidió la capa de Lorenzo a regañadientes, y ante dicha muestra de previsión se limitó a asentir de forma seca en lugar de contradecirle. De haber venido más abrigado puede que tampoco hubiese tenido prisa. Por suerte no era el único en querer que aquello prosiguiese de forma eficiente, y volvió a asentir para corroborar las palabras de Mónica. Como minimo, parecía ser la de mejores dotes comunicativas de los alli reunidos, y no vio necesario repetir el mensaje.

El primer chico de piel gris les dio una respuesta satisfactoria, pero el segundo parecía pertenecer al subgrupo de gente que hablaba enseguida y pensaba después. Sin embargo no iba a enzarzarse ahora a discutirle burradas.
—Sox. Te felicito por tus prioridades —disparó de vuelta, para dirigirse de nuevo al más competente de los dos—. No hay. Como mínimo la fuente no se va a mover de aquí, de modo que en el peor de los casos solo habrá que acompañarle de vuelta.
Alzó una ceja ante la solución que aportó Siete. Era rudimentario, pero no tenían otra cosa y bien podían darse con un canto en los dientes.
—Buena alternativa.

Revisó la plaza de nuevo. Del último grupo habían bebido ya todos, incluso la pareja colorida. Se estaba corriendo la voz de que buena parte de ellos iban a volver para intercambiar impresiones y Sox consideró que ya era suficiente. Había varios que sí habían expresado la intención de regresar a las mazmorras lo antes posible, y Sox les miró brevemente antes de decir:
—Vámonos.
Dio por supuesto que los rezagados se cogerían sobre la marcha, si les interesaba aclarar todo ese embrollo. Si no lo hacían, significaba que no serían gente de la que el carabés quisiese rodearse de todos modos.

Sigue en las Mazmorras de la cosecha.

Dafne seguía mirando con expectación todo el lugar, cada lado que miraba no le dejaba de sorprender. Lo que mas le intimidaba a la noruega era esa  fuente,  que estaba compuesta de unas pocas de serpientes las cuales escupían un gran chorro de agua; estas estaban perfectamente esculpidas, y le daba la impresión de que en algún momento del tiempo hubiesen tenido vida, pero quedaron así, inmóviles y congeladas en piedra, sin ninguna  razón que pudiese tener sentido para ella.
Cuando el belga terminó de beber el buche de agua, la chica la miró dubitativa y se acercó él.

-Hey, estás bien parece que en vez de agua te has bebido cinco copas de vino, sé que no es un líquido bastante normal, pero en fin, creo no es muy dañino, lo único(dijo marcando ironía en esta palabra) que hace es que olvidemos todos los idiomas aprendidos...-Dijo reconfortando a Tay mientras le rozaba la mano...

Toda la gente que atestaba aquella plaza, tenían pinta de volver a encaminarse a las mazmorras, cuando Dafne vio a toda la gente tras una única persona, la cual sería la que dio la idea de volver a tal sitio, hizo que la noruega se enojase un poco.

-¡Eh!, pero...¿¡Pero qué hacéis volviendo otra vez a ese sitio!?, ahora no me digáis que no me entendéis, porque vaya...¿Alguien me puede decir para que vamos a volver?.

La chica todavía enfurecida, porque no entendía aquella situación, se quedó
observando a toda la gente, marcharse en el bordillo de la fuente, pero se prometió a sí misma que no iba dar un paso hacia el frente para volver a encaminarse a aquellas mazmorras hasta que no le diesen una razón convincente para volver a tal sitio.

Su hermano había contestado de manera muy borde e hizo comentarios fuera de tono.

-Calma Eri, solamente están desconcertados. -Le preocupaba mas el hecho de que su hermano estuviera alterado que el cómo se lo tomaran los otros. Al parecer la del vestido raro se lo había tomado bien. Le dedicó una sonrisa a la pequeña. -Mi nombre es Barael. -No había cubos ni cantimploras pero el chico plateado tuvo una buena idea usando su camisa como receptáculo de agua.

<<Algo es algo.>>

Aunque la parejita parecía asustada el peliazul bebió por fin, sin embargo la chica no parecía dispuesta a ello. <<Habrá que convencerla más tarde.>> -Su hermano tampoco bebía, pero él obviamente no lo necesitaba para comunicarse.

El amarillo fue el primero en encaminarse de vuelta, seguido de aquel ser pájaro que parecía profesarle admiración. "Chamán" lo llamaba, se preguntó porque seria. La del vestido y la pequeña su hermano se adelantó, como de costumbre, suspiró por ello y rezó para que no le pasara nada por esa actitud tan impulsiva suya. Tay volvió también pero para su sorpresa Dafne se negaba.

-Dafne. -Le dijo. -Volvemos porque es el único lugar seguro que conocemos y se hace de noche, sé que no es el lugar más  acogedor del mundo, pero al menos ahí estaremos seguros de lo que se despierte de noche aquí afuera. -Puso una sonrisa tranquilizadora y le agarro una mano con suavidad, el tacto de las suyas era irregular debido a las cicatrices. -Vamos. -Tiro de ella sin fuerza y espero a ayudarla a levantarse. No convenía que nadie se quedara atrás.


Creyó ver al insectoide correr como si su vida fuese en ello a la fuente. <<Si que es asustadizo.>>



Sigue en mazmorras

Se despertó muy temprano, siempre lo hacía, cuando se dio cuenta de que estaba abrazado a su hermano mientras el dormía plácidamente. También noto que el mismo estaba caliente.

<<Por los dioses antiguos, solo han pasado dos días... creo que me he acostumbrado demasiado a eso.>>

Se escabulló como pudo de el tratando de no despertarle, cogió algo de pan, queso y frutas y fue comiéndolo hasta la fuente, donde iba a refrescarse. Para él no estaba frio, acostumbrado a la temperatura y al temporal de su planeta para el esto era como estar en casa, pero más seco, así que iba sin el poncho y con la camisa abierta dejando al descubierto unos abdominales algo marcados por su trabajo constante. Saludó a Sox que ya estaba en la fuente, pero este se fue rápido para despertar al resto.

Se quito la camisa y se mojo la cabeza y el torso junto a los brazos, necesitaba enfriarse. Terminó su desayuno y estiró y ejercito su cuerpo. <<Igual hay que correr otra vez a por la comida o se posaba en un lugar más lejano, eso si es que vuelve cada día.>>

Fue llegando más gente a la plaza cuando a Barael le pico la curiosidad.

-Oye Sox, me he estado preguntando... ¿De qué tipo de material esta hecho lo que envuelven esas barritas vuestras y que es lo que trae escrito?

Quedaba gente por despertar aún. Era aún temprano, por lo que Sox no había puesto objeciones a que los legañosos durmieran un poco más siempre que no obligasen a todos los demás a desperdiciar toda la mañana. Habían terminado por quedar en irse reuniendo en la plaza de la fuente según estuvieran listos para la excursión del día.

Su mirada orbitó a Barael cuando éste le hizo una pregunta. Se dio cuenta de que era probablemente la primera conversación que no tenía que ver con qué hacían en aquel lugar, o asuntos relacionados con lo estrictamente utilitario.
—Plástico —contestó sin tapujos. Se encogió de hombros ante su mirada. Se llamaba así y ya está—. Ya no puedo leer el texto, pero indicaba el nombre de la marca, y la composición de los ingredientes. Yo no compraba de ésta, pero está bien —sería raro que supiera lo que era una marca en aquel contexto, pero por lo que conocía del nublino hasta entonces  intuía que era capaz. Darle explicaciones para tontos sin esperar a que preguntara sería menospreciarle automáticamente—. No sé si me equivoco al suponer que vosotros coméis de lo que cazáis —el fuego y las lanzas eran pistas claras—. En Carabás ya no pasamos por esos trámites.

Cuando la pequeña observó cómo llegaba la corona a sus manos, gracias a la generosidad de Mónica, sus primeras palabras fueron:

- ¡MUCHISIMAS GRACIAS! ¡Eres la mejor! – Y así se lo agradeció mil y un veces mientras había dado saltitos de alegría con una sonrisa tierna y feliz en el rostro. Pero sus pensamientos habían sonado ligeramente diferentes: “¡Al fin es mía! ¡La corona de princesa! ¡Ahora seré la princesa más bonita de todo el mundo! ¡Fastidiaos! MUAJAJAJAJAJAJAJAJAJA… pero y si… ¿y si algún monstruo la quiere? ¿y si es una trampa de esta chica para… para… para algo? ¿y si… ¿y si… Bueno, pero eso ahora no importa ¡Es mía y la defenderé! Pero si viene un monstruo muy grande o un dinosaur...”

Y ahora, después de haber desayunado y de haber asistido a la “reunión matinal”, la belga se encontraba frente a la fuente intentando ver su reflejo en el agua para comprobar si se había puesto bien la corona. La corona había borrado de su mente momentáneamente cosas tan importantes como que no estaba en casa o que no iba a volver en mucho tiempo o como que esta ciudad estaba plagada de criaturas escalofriantes, su mente y sus pensamientos pesimistas estaban en unas vacaciones en un país color de rosa gobernado por Disney. Al final desistió en la tarea de verse, por lo que decidió preguntar sin dirigirse a nadie en concreto:

- ¿La tengo bien puesta? - Dijo señalándose la cabeza y más concretamente a la corona que estaba ladeada sobre la cabeza en un equilibrio extraño. Su sonrisa de felicidad estaba teñida de orgullo y escondía un sentimiento de superioridad.

Al llegar Eriel ayudó a encender el fuego, no era la gran cosa teniendo en cuenta que llevaba toda su vida acampando con fogatas. Ayudó a su hermano con la comida también, aunque en este caso necesitó de todo su autocontrol para no comerse las cosas de los demás según iban saliendo del fuego.

A la hora de dormir los hermanos decidieron acostarse juntos, a Eriel le daba igual dormir sólo que con más gente pero reconoció una ventaja de dormir con su hermano y era que no iba a pasar frío de noche.

Eriel se despertó cuando su hermano se levantó de la cama, al ver que el chico intentaba no despertarlo se hizo el dormido y en cuanto se fue decidió remolonear unos minutillos en la cama. Terminó levantándose bostezando, se estiró y bebió de una botella que uno de los sinhadres habían calificado como syv, no era que le gustase especialmente, pero mejor aquello que beber de la fuente.

Agarró un par de frutas antes de salir y vio a algunos donde la fuente. Se dirigió allí y llegó a tiempo para oír la afirmación de Sox.

-En realidad no cazamos - replicó con cara de sueño.- Somos ganaderos, cuidamos un rebaño y viajamos para que se alimenten los animales. ¿Qué coméis vosotros Sox?

A Mónica a pesar del mal humor que tenía le entró la risa al ver el entusiasmo de Zana, quien le arrebató la corona de las manos poniéndosela con ansia y quien después se lo agradeció muy efusivamente. Sin embargo su estómago le recordó con un gorgoteo que tenía que salir de ese cuartucho, así que se dirigió hacia la fuente donde se estaba congregando todo el mundo.

-Buenos días, gente- saludó bostezando de nuevo y rascándose la cabeza. Se negó a beber de la fuente de nuevo (“¡Puaj! una y no más”) y como la noche anterior había visto botellas de agua en las cestas corrió a por una, bebiéndose la mitad y embutiendo el resto de la botella en su bolsito ya a punto de reventar, y aprovechó también para agarrar al vuelo dos manzanas.

Se volvió a rascar la cabeza, que le picaba ligeramente, y se dedicó a mirar las caras de los demás hasta que un pensamiento traicionero hizo que diera un respingo. “Anda que como haya cogido piojos… ¡Oh, mierda, Mon! No pienses eso, no pienses eso… además, ni siquiera los piojos sobrevivirían aquí, seguro. Y a todo esto… ¿es que nadie aquí se mea? ¿Dónde está haciendo sus necesidades el resto del mundo? Porque llevo aquí dos días, ¿no? y necesito un váter urgentemente, digo yo que ellos también…”. La pregunta alegre de su pequeña compañerita pelirroja consiguió  distraerla de sus neuróticos pensamientos y como nadie le respondió resolvió hacerlo ella.

-No. Espera…- mientras decía eso le colocó bien la corona en la cabeza y cuando acabó le dio una suave palmada y le ofreció la otra manzana. –¡Ea! perfecta para luchar contra cualquier monstruo del mundo y ser su propia heroína, majestad- dijo cuando acabó, haciéndole una pequeña genuflexión en broma y volviéndose para escuchar las charlas de los demás.

“Así que los grises son de una sociedad ganadera, qué curioso. Qué lástima que no tengamos ovejas por aquí” se dijo con sorna mientras pegaba un mordisco a su fruta dispuesta a tener un día pacífico… hasta que vio de nuevo las nuevas armas que el hermano de Cenizo había hecho. “¡Oh, no. Oh, no! ¿ese tío roñoso me ha vuelto a ignorar y ha hecho más armas para dárselas al resto y no a mí? Pero ¿de qué va? Y encima me dejé mi pedrusco en el cuarto, ¡leches!”.

-¿Por qué algunos tenéis armas y otros no tenemos?- preguntó en apariencia calmada, aunque por dentro comenzaba a hervir de furia por la injusticia, mientras se agachaba a coger otro pedrusco. Por si acaso. –No está bien que tengamos que depender de otras personas para defendernos si algo pasa mientras paseamos por la ciudad, ¿no creéis?

“Mira, ya sé cómo voy a llamar al hermano de Cenizo. Roñoso. Roño para los demás. ¡Será capullo!”.

Sox esbozó una media sonrisa ante la llegada de Nad. Era el vivo reflejo de una chavala carabesa que por fin hubiera reunido el dinero para hacerse algún arreglo por primera vez. Él había sido el primero de su clase en hacerse agujeros en las orejas y había estado tan ufano como ella, a pesar de ser más discreto al respecto. Era un recuerdo que el carabés atesoraba con cariño: el de la primera vez en que sus méritos habían sido visibles, tangibles.
—Parece inestable pero si te gustan así está bien —contestó. Estaba bien que fuera encontrando un estilo propio, aunque el accesorio en sí fuese prestado. Eran unos primeros pasos importantes.

Eriel atrajo su atención a continuación.
—Ya veo —no había pensado en esa posibilidad. La ganadería también había quedado muy atrás en la historia carabesa—. ¿A qué se debe la necesidad de lanzas entonces?
Parpadeó ante la pregunta. "De todo" fue su primer impulso de respuesta, y se dio cuenta de hasta qué punto podían ser diferentes entre sí si cosas a nivel tan básico no les resultaban obvias mutuamente. Se repuso y elaboró:
—Hacemos crecer lo que necesitamos en laboratorios industriales, con magia en condiciones controladas —era firme creyente de que a igual tiempo una explicación completa siempre era la mejor, de modo que continuó—. Desde que adoptamos este modelo de producción ya no es necesario el cultivo o la ganadería como intermediario, solo energía. La mayoría de lo que fabricamos se procesa y se empaqueta de forma que podamos llevar una gran cantidad de calorías en poco espacio. Necesitamos comer constantemente a lo largo del día.
Acompañó lo último de una mirada inquisitiva. No se le había escapado que la mayoría de sus compañeros no parecían reaccionar de forma extrema ante un número significativo de horas de ayuno, y si efectivamente existía aquella diferencia quería que saliese a la luz.

Sox también tenía sus reservas ante el hecho de que algunos llevasen armas por la calle. Luchó contra aquel disgusto aparentemente irracional y revisó sus pensamientos en busca de la razón, pero de hecho la elección de portadores no le parecía incorrecta, y así lo admitió.
—A falta de armas suficientes, es lógico que las lleven quienes tengan más posibilidades de usarlas correctamente — Barael no era ningún instructor ni un evaluador, y no tenía motivos para sentirse menospreciado por no haber recibido una. Racionalmente tampoco quería entre las manos un arma que no supiera usar de forma eficiente a menos que no le quedase otra opción, y una lanza era de todo menos intuitiva—. Pero ya sé por dónde vas.  
También era lógico no querer estar desprotegido, y él tampoco pensaba permanecer así. Pero si aquella situación era provisional tampoco debería estar molesto por ello.
—¿Pretendes hacer más? —preguntó directamente al nublino—. Si no, puede ser otra cosa por la que debamos andar con los ojos abiertos al buscar.
Información, comida, magia, armas. La lista no dejaba de crecer.

Si encontraban hechizos útiles, por él que jugasen lo que quisieran con armas antiguas porque iría a lo que sabía con seguridad que podía usar. Pero no era estúpido, y si le habían retirado sus hechizos carabeses nada le garantizaba que las cosas fueran a ser tan fáciles. Si tenía que defenderse por otros medios, los usaría sin dilación.
¿Defenderse contra qué?, se preguntó entonces, molesto consigo mismo por creer que había estado siguiendo un razonamiento fantasma.
Animales en llamas, torres de magia ilegal. Por desgracia la respuesta le llegó pronto, y con ella cayó en la cuenta de por qué no le gustaba el que algunos de ellos portasen armas a simple vista. No se trataba de que algunos de ellos las llevasen y otros no. Era por lo que implicaban.

Estaban en un lugar abandonado, pero no seguro.