Plaza de la Fuente

Milo observó a la muchacha dar vueltas a su alrededor con una sonrisa divertida, imaginando que tipo de preguntas le estaba planteando pero sin poder contestar de forma adecuada. En otra persona tal vez le habría incomodado, pero lo cierto es que Adru le resultaba demasiado simpática.
—Mejor dejamos las preguntas para luego, ¿de acuerdo? —comentó riendo, echando a andar por el pasillo en cuanto la chica empezó a tirar de sus dos pequeños compañeros—. Me llamó Milo. —volvió a presentarse, enfatizando el nombre para que lo entendieran antes de iluminar el camino.

En cuanto dieron con la puerta que daba al exterior, el norteño esbozó una amplia sonrisa y la abrió de par en par, inspirando con fuerza para llenarse los pulmones de aire fresco. En sus viajes por Irraria había pisado muchas veces la superficie, por eso no le suponía ningún problema estar bajo el cielo despejado, pero parecía que a los dos sinhadres les molestaba la luminosidad.
—¿Estáis bien? —preguntó, apagando la linterna de su brazo y observándoles algo preocupado. Adru no parecía tener muchos problemas dejando de lado la cantidad de luz, pero Neil se había apretujado a Eitne visiblemente asustado—. No pasa nada, ¿veis? —trató de animarles, dando un par de vueltas con los brazos abiertos en mitad de la calle para demostrarles que todo estaba bien.

Los edificios ruinosos y las calles cenicientas daban a la escena un aire decadente, pero dejando a un lado eso no había nada que temer. El irrense estaba equivocado, por supuesto, pero ya lo descubrirían más adelante por las malas. Ahora tenían que avanzar.
—Creo que hay una plaza al final de esta calle —informó con los ojos entrecerrados, señalando la dirección—. ¿Vamos a echar un vistazo? —preguntó, esbozando una sonrisa con la que quería transmitirles seguridad. Le preocupaba el pequeño grupo que se había quedado atrás, sobre todo Rox por ser la primera persona con la que se había encontrado en aquella ciudad, pero el sonido de actividad en el interior de las mazmorras le indicó que no tardarían en alcanzarles.

Se pusieron en marcha en cuanto sus tres compañeros estuvieron dispuestos, caminando a buen paso debido al ritmo inquieto de Adru. Aquella velocidad no incomodaba a Milo, pues estaba acostumbrado a estar siempre en movimiento, y cuando avistó actividad en la plaza apretó un poco más el paso. Había cuatro personas junto a una fuente, todas bastante dispares entre sí, pero en cuanto reconoció a la chica de pelo verde como irrense el hacker suspiro aliviado. Por fin alguien con quien poder entenderse.
—Hola —saludó con una sonrisa, alzando una mano y acercándose al pequeño grupo—. ¿También os habéis despertados en aquellas mazmorras tan lúgubres? —preguntó con curiosidad, centrando su mirada y sus palabras en Rena—. Yo soy Milo, por cierto. —se presentó sonriente. Si la muchacha tenía la costumbre de comprobar el chip de identidad siempre que conocía a alguien se iba a llevar una sorpresa con el hacker.

Prefirió pasar por alto aquel choque y la posterior caída, pero no pudo evitar sonreír. El chico del brazo raro y aquella muchacha sin orejas  tenían bastantes ganas de salir y no parecía preocuparles mucho la situación actual. Milo en especial (al menos así entendió su nombre) parecía hasta disfrutar un poco de todo esto. Fue tras ellos cuando continuaron la marcha, no quiso mirar hacia atrás pero escucho como los seguían los demás muchachos, juntos todos ellos después de abandonar las mazmorras directo a la ciudad de los dioses.  La primera impresión de Zob fue que era la entrada al infierno del que los Fuy habían hablado. Pero no podía dejar de admirar la belleza de las ruinas, el cielo y el contraste. Se había contagiado del optimismo de los demás, aunque dudaba que las motivaciones de todos,  fuesen como las suyas y las de su pueblo.

Cuando Milo comenzó a llevarlos hacia el final de calle, Zob los siguió aunque no entendió nada de lo que dijo. Mientras más se acercaban   pudo distinguir un pequeño grupo que los esperaba. Aunque no esperaba a los dioses, pues lo habían dejado de lado en las mazmorras, esperaba de verdad que no fuesen hostiles. Mientras más se acercaba a la plaza noto que milo se acercaba a una muchacha que parecía de su mismo mundo, pero Zobriel estaba encandilado con la fuente.
De niño había escuchado cuentos y leyendas de una fuente mágica. Su abuela le había dejado muy profundos recuerdos de esas historias. Se acercó lentamente mientras que una pequeña criatura blanca lo miraba con desconfianza.

- Hay una fuente en la ciudad divina, donde los dioses han bebido – susurro recordando las palabras de su abuela - dejaron  todo atrás, y allí comienzo su camino para ser quienes son. - terminó en voz muy baja.

De niño sonaba espectacular, hace un par de días pudo haber sonado como cuentos de ancianas, pero ahora tenía ante sí una fuente. Las cabezas de serpientes en caos dirigían la vista hacia ellas, mientras que el agua fluía tranquila y seductora.

Se acercó  decidido, sabiendo que quizá los demás lo miraran extrañados. Cada paso era más automático que el anterior, pero también lo hacía sentirse más real allí mismo. Cuando estuvo frente a la fuente busco ayuda. Solo tuvo coraje para ver a la pequeña criatura blanca. Aunque no fue hostil directamente, decidió clavar sus ojos en la fuente, solo en la fuente, aquella chispa en esos ojos no era de amistad. Sin poder moverse más se agacho a beber, cerró los ojos y suspiro.

- Algunas cosas si eran ciertas, abuela. – dijo en un idioma que no era el suyo.

Seo Rox, así se llamaba el nuevo chico. Su nombre como la mayoría en corea era compuesto. Seo era un nombre femenino, pero lo había escuchado en hombres muy rara vez, de cualquier manera a Hyung le invadió la duda, quizá era una chica, prefirió tratarle de una forma general para evitar una equivocación y esperar a que alguno lo dejara claro. Además  normalmente llevan consigo un significado, solían decir la fecha de nacimiento o atributos para los recién nacidos, pero en el caso de Rox no tenía <<De donde vendrá ese nombre>>. De no ser por éste y como hablaba coreano, perfectamente, se habría creído que era de algún país de habla inglesa, hablaba esta lengua de forma muy fluida y natural. Aquel chico se acerco muy amablemente a hablar con Hyung individualmente en la lengua materna de ambos, dándose cuenta de su poca habilidad en el inglés.
- tranquilo, muchas gracias pero más o menos puedo llevar bien el inglés, aunque yo no hable mucho, os entenderé.- Respondió Hyung en coreano con un asentimiento de cabeza.
  Después de despedirse el otro coreano de su compañero con el que había aparecido, se asomó a ver quien más se encontraba dentro. Éstos estaban ya saliendo detrás del primero. La primera chica de rápido que iba se choco con el del brazo robótico y después de recuperar el equilibrio siguieron, buscando todos una salida.
  El coreano miró a los otros  y a los lados no se la veía muy tranquila. Hyung por otro lado, con tanta gente y encima algunos humanos, había podido calmarse y alejar sus pensamientos de todo miedo creado por su mente. Estaba tranquilo, pero el plan tampoco era tentar a la suerte. Y quedarse solos en un lugar tan tétrico no le parecía buena idea.
  Rox propuso salir también con los demás, confirmando que no se sentía muy cómodo. Hyung siempre prefería quedarse en zona conocida pero podía entender a lo que Rox se refería.
  Hyung miró al chico bajito y gris, ya salía poco después de los primeros. Llevaba desde antes que Hyung llegará y todavía no había intentado ni hablar. A Hyung no le extrañaba siendo este incapaz, probablemente, de comunicarse con ninguno. Quizás no tenía que decir. De cualquier manera Hyung no podía saberlo con seguridad, pero ninguno se le parecía, lo que significaba que no había gente de su “mundo”.
 En una fila a cachos e irregular salieron todos los extraños. Con el q Rox había llamado “Milo” y la chica extraña, llevando a los dos pequeños detras,delante del todo. Los tres humanos iban separados de los demás al fondo encabezados por el otro coreano.
  Finalmente salieron a una plaza Hyung observo lentamente el paisaje la ciudad era enorme e irregular, con muchos de sus edificios en ruinas. Miró al cielo asombrado <<Está claro que esto no es la tierra>> al fondo de la plaza se encontraba una parte del grupo que estaba antes reunido en la puerta del niño llorando, con algunas personas nuevas, más “chicos como ellos”. Avanzaron esta vez separándose Hyung se centro en la fuente, alrededor de la cual se encontraban los muchachos sentados. Hyung fue directo a beber con la boca seca y sabor a vomito no iba a hacer otra cosa. Habría tenido más cuidado antes de beber de ahí, pero todos los demás habían bebido y estaban bien y como se encontraba creía que era razón más que suficiente para pasar de preocupaciones. Empezó a beber, el agua no sabía cómo en su casa, era mucho peor, pero no podía separarse de la fuente, estaba sediento.
  Una vez termino dio un largo suspiro, no estaba siendo muy educado pero…<< no estoy para educación hoy>> según lo pensaba peor se sentía, eso ya no era su idioma.
– ¿Q…qué ha pasado?- Dijo sorprendido, en aquel idioma nuevo para él, ya no era capaz de hablar coreano.

Adrune encabezaba la marcha tirando de Neil y el niño. Solo el tener que ocuparse de ellos la prevenía de perderse varios metros por delante del grupo. Eso y la luz. Era de día y en aquella ciudad había demasiada iluminación por algún motivo. La sinhadre usaba su mano libre a modo de visera y aprovechaba para otear en la distancia. No podía entender al chico del brazo metálico pero ella también vio la plaza siguiendo la dirección que indicaba, aunque la luz le impidió distinguir demasiado.
—Mira, Neil, más gente con esas cosas en los oídos —informó al observar que ya había más personas que aún no había visto rodeando una suerte de monumento de piedra del que manaba lo que parecía syv impuro.

Adrune se fijó en todos ellos y ya no se hubiera extrañado por el aspecto de ninguno de no ser porque había un lagarto gigante en el grupo. La sinhadre olvidó que su aurva probablemente estaría aterrado por el exceso de luz y correteó hacia el lagarto, dando vueltas a su alrededor con expresión curiosa.
—¡Esto sí que tiene que ser cosa de magia, Neil! —Exclamó volviendo a la carrera hacia su aurva mientras señalaba hacia el lagarto sin mirarlo—. ¿Crees que Jack lo ha cazado por su cuenta y lo hizo así de grande? —Le preguntó de forma que no quedaba claro si lo decía en serio o no. Al instante se llevó la mano a la boca y dejó escapar una risita—. Olvida eso —dijo en lo que ella creía un tono enigmático y se volvió a dar la vuelta para dirigirse a los allí reunidos—. ¡Hoooola! —Exclamó enérgicamente mientras agitaba la mano.

Observó entonces como el chico del estómago descompuesto se acercaba a beber del syv impuro y trató de advertirle de que "no podía ser bueno para el estómago", sin éxito. Ante su cara de sorpresa tan solo se cruzó de brazos y asintió para sí.
—No te acerques a él, seguro que vuelve a vomitar —le dijo a Neil en tono confidencial.

Así que estábamos en una ciudad en ruinas, muy apropiado. Al salir la luz me había cegado un poco pero en poco tiempo se me acostumbró la vista. El primer grupo ya había avanzado bastante, pero aun así se les podía seguir. Mientras andábamos en esa dirección me separé un poco de los dos coreanos, necesitaba pensar un poco en frío y recordar la noche anterior. Había llegado de entrenar, me había puesto con el ordenador y…
-¡Mierda, La Ranked!- se me escapo el grito. Llevábamos mucho tiempo preparándonos para esa partida y yo me había quedado dormido, les había fallado, en cuanto pudiese debería disculparme. Pero que pasó después… alguien me había despertado, llevaba una chistera y fumaba en pipa… <<Aj, casi no me acuerdo de la conversación>> Algo de una ciudad donde podría hacer mis sueños realidad. ¿Sería esta la ciudad de la que me habló? Miré hacia los edificios, no parecía una ciudad milagrosa mas bien una desastrosa las calles estaban desiertas a excepción de nosotros, venían a mi mente demasiados ejemplos de situaciones parecidas y ninguno de ellos acababa bien para todos. Me di la vuelta un segundo y vi que alguien nos seguía, <<Otro más que se habrá despertado aquí>> me di la vuelta de nuevo y seguí con mis pensamientos. Rox, Hyung-su, el chico pálido, el del hocico, los del pelo tintado y el pequeño, ¿Por que estaban aquí? ¿les habrían traído como a mi?, ¿o estaba soñando y todo era producto de mi subconsciente?  

En nada llegamos a una amplia plaza con una fuente el medio, parecía que había más gente a parte de nosotros según nos acercamos distinguí a otro con hocico y <<Un lagarto, mira tú que bien, definitivamente debo de estar soñando. >> Ignorando un poco al resto me hice un hueco en la fuente, el agua estaba bastante clara y parecía bastante fresca. Cogí un poco con las manos y me lavé la cara, sí que estaba fría pero no me desperté. <<Parece que no estoy soñando>> volví a meter las manos, esta vez para beber el agua. En cuanto tragué note una extraña sensación.
– ¿Pero qué demonios?- Ni en Mandarín ni en Ingles, aquello lo dije en un idioma completamente diferente que en mi vida había escuchado pero por extraño que pareciese conocía a la perfección.

Miré a mí alrededor para saber si a alguien más le había pasado lo mismo. Hyung-su parecía igual de sorprendido que yo. Intente hablarle en inglés, pero no conocía ninguna palabra ni ninguna frase así que hable en aquel nuevo idioma
– ¿Has sentido lo mismo que yo?- Que raro sonaba ese idioma saliendo de mi boca.

A pesar de la temperatura que había fuera, Rox se encontraba muchísimo más a gusto allí. La soledad de las calles y el lúgubre aspecto de una ciudad fantasma que había pasado tiempos mejores le hizo pensar en todas las películas de zombies que había visto a lo largo de su vida, pero eso no fue suficiente para acobardarla. No iba a pasar la noche en una mazmorra, por muy vacío o seguro que fuera el edificio.

Solo se descruzó de brazos cuando le fue estrictamente necesario, cegada por la repentina luz del exterior. Se llevó el brazo a los ojos para ver mejor, reconociendo las siluetas de los tres niños y Milo en la distancia. Tras asegurarse de que el resto le seguía aceleró el paso hasta llegar a la fuente, con los ojos como platos por el panorama. Había otra niña pequeña, quizás de la edad del que tenía la piel morada; una chica de pelo y chaqueta verde que le recordaba físicamente a Milo (el cual se había parado a hablar con ella), una criatura blanca, muy bajita y calva... Y un medio-lagarto. Pestañeó varias veces, alucinando por su presencia. No parecía agresivo y su aspecto fascinaba muchísimo a Rox, pero al igual que le había pasado con Milo no podía sencillamente acercarse a tocarle las escamas.
Tratando de pasar desapercibida aprovechó que Hyung y Ain se acercaban a la fuente para ir con ellos, poniendo una mueca de desagrado en cuanto bebieron de esta. Al ver a su alrededor se sorprendió por descubrir que no eran los únicos que lo habían hecho, todos poniendo expresión de sorpresa una vez tragaban el agua.

«Normal, eso tiene que saber a monedas oxidadas y a tubería.»

De repente, el coreano y el otro humano comenzaron a hablar entre ellos en un idioma nuevo. Por su tono, no entendían lo que acababa de sucederles. Al fijarse en que las fonética sonaba similar a la que usaban los más cercanos al fuente, Rox resopló profundamente. Se inclinó sobre la fuente sin dejar de observar las serpientes que emanaban el agua, rezando porque aquello no fuera algún tipo de veneno y estuviera cometiendo el suicidio más estúpido hasta la fecha. Para su suerte el agua estaba limpia y su sabor no era nada desagradable, pero el bote que dio al percatarse de que sus pensamientos ya no estaban ni en inglés ni en coreano no debió pasar desapercibido. De una vez entendía la mayoría de voces a su alrededor.

—¡Que fuerte!—sonrió y soltó una carcajada nerviosa, tapándose la boca con una mano.— Me arrepiento un poco, ¿alguien me devuelve ya mi inglés, por favor?

Otra risa nerviosa se le escapó al mirar a los dos humanos y el de piel grisácea, tratando de salir de su asombro tapándose con ambas manos la nariz y la boca. Sin perder la expresión de alguien al que le están gastando una broma y no tiene otra cosa mejor que hacer que sonreír, hizo gestos al resto de gente que les observaba, concretamente a los tres más jóvenes. Señaló el agua y habló despacio, costumbre que ya sabía inútil si no le entendían pero al menos le hacía sentir menos ridícula.

—Bebed. Del. Agua. ¡C1 en idioma nuevo por la cara!

Prosiguió a hacer lo mismo con Milo al percatarse de que la de pelo verde también hablaba su nuevo idioma, alzando y moviendo frenéticamente los brazos para llamar su atención.

Empezó a llegar más gente, la mayoría con esas narices raras, esos colores de piel extravagantes, y entre ellos, uno de los suyos. A Rena se le iluminó la cara y fue corriendo hacia él, pero su expresión cambió bruscamente cuando habló y no fue capaz de entenderle.

Alzó el puño haciendo el saludo irrense y cuando fue a comprobar su ordenador no encontró nada. << Este capullo no tiene chip>> pensó, mirándolo con incredulidad. Para un irrense que encontraba y era un criminal que ni siquiera hablaba su idioma. Una voz a su lado la distrajo, de alguien que se había acercado a beber.

-¿Qué dices de tu abuela, chaval?- preguntó extrañada, y entonces cayó. Le entendía. De hecho, a unos pasos había otros dos chicos raros a los que también entendía.-¡Wooohooo! ¿Esto es magia?- preguntó al aire, metiendo ambas manos en la fuente como si esperase que el agua soltase chispas de colores o algo así.

Otro chico habló, un no-retaco para variar, y Rena rió a la vez que él confirmando que sí, que era todo cosa de la fuente. Vio que le hizo señas al irrense, y Rena se prestó a colaborar agarrando al pobre Milo por la camisa y metiendole la cabeza en la fuente. Solo un segundo.

-Va, segundo intento. ¿Quien eres tu?

Realmente no lo había hecho a malas, simplemente era así de bruta y habló con una sonrisa en los labios en todo momento.

Al parecer ellos cuatro no eran los únicos en aquella infesta ciudad, pues un grupo bastante numerosos llego por el mismo camino que había tomado ellos. Todos altos, con pelo de de colores imposibles, también por ahí uno con un brazo igual a la mujer de verde de su grupo inicial. Una piel gris idéntica a la de Dama Aroma, atrajo su atención al momento de acercarse a la fuente, <<Misma especie, supongo>> supuso Pam, viendo que bebía agua y la fascinación llegaba a sus ojos. Aquella que ella misma había sentido en el fondo al darse cuenta de las capacidades del agua.

Sus ojos siguieron recorriendo el grupo conforme se acercaban, llamado su atención otro pequeño de piel morada al que Pam miró con curiosidad. Su extraña mezcla de colores era las mas estrafalaria de todo el grupo y le recordaba demasiado a frutas de la huerta en la casa de su amo. <<¿Sera comestible?>> pensó Pam muy en serio, viendo al niño desde cierta distancia, medio escondida en un lateral de la fuente. La presencia de tanta gente extraña le incomodaba y le hacia sentir insegura, aunque ninguno pareciera peligrosos a simple vista ni hubiesen hecho gesto amenazante alguno, Pam no sabia confiar en nada mas que en ella misma y en su suerte.

Poco a poco todos empezaron a beber de la fuente sorprendiendo del efecto de esta, alguno mas obligados que otros, como fue el caso del tipo del brazo extraño, cuya cabeza fue hundida  en la pila por la peliverde, sobresaltándola. <<Somos muchos y no me gusta, es realmente incomodo, ahogándolo reduciría el numero>> asintió la mono del queso convencida, cierta desilusión interna al ver que solo pretendía que bebiera agua. Las multitudes nunca eran alguno bueno, se te podían poner en contra, confabulándose para joderte.

<<¿Todos ellos son también especiales?>> la niña arrugo un poco la nariz, pero termino resignándose. Le daba igual si lo eran mientras no le quitaran lo especial a ella. Era también un alivio en ser la única mono del queso pura, así no tendría que compartilo, si ellos quería seguir viviendo como esclavos, allá ellos. Eso no era vida para Pam.

La mono del queso se sentó en el borde de la pila, apoyando una de sus manos en esta, con la otra dentro del bolsillo del delantal agarrando su cuchillo; sus pies colgantes balancease nerviosamente, sin decir nada. De normal no era especialmente habladora y no se sentía tampoco cómoda como para hacerlo, pues a pesar de su decisión coherente y sentido de supervivencia, tenia miedo aun. En el fondo no le gustaba estar ahí, pero la niña no era estúpida. Ellos podían llegar a lugares que ella no podía alcanzar, estar sola sin saber donde estaban o que pasaría ahora no era nada inteligente.

Ademas, lo único bueno de una multitud, era mas carnada a usar para poder huir.

-Quiero ver a Dama Aroma...-susurró la niña mirando hacía el suelo, habiendo llegado a sentir mas cómoda con aquella mujer de piel gris en aquel cortito tiempo, de lo que nunca había llegado a sentirse con nadie. No la había tratado como mascota, ni como esclava y le había dicho que era especial, importante; confirmando su propia apreciación de que no solo era lo que los ordeses querían que fuera. Y eso realmente lo apreciaba.

No fue solo ella quien dejó de hablar la lengua que conocía, aunque se encontraba tan confortable en la nueva como lo había estado toda su vida, sino que a su alrededor el resto empezaron a soltar palabras que ella podía comprender. No se paró a sopesar lo que significaba haber olvidado por completo su idioma materno, al pasársele la sorpresa inicial sonrió ampliamente y celebró poder entenderse por fin con aquella gente rara.
—¡Por fin! ¡Magia de verdad! Hola, yo me llamo… Nime... —su voz se apagó poco a poco al descubrir al numeroso grupo que se dirigía a la fuente desde la calle que ellos acababan de atravesar. No pudo distinguir del todo sus rasgos hasta que estuvieron muy cerca, pero había reparado en sus colores. Los había muy llamativos, como el niño púrpura y azul, los que iban con él, con colores de pelo también llamativos, tal vez teñidos, o tal vez no «he visto cosas más raras, ¿no?». Otro chico animal como la mujer iba en aquel grupo, pero por lo demás eran todos bastante más normalitos que sus compañeros originales. Los saludó efusivamente con la mano, posando su mirada más tiempo en aquellos que le llamaban la atención, y empezó a animar a beber a los más reticentes haciendo gestos con las manos, porque varios ya se habían adelantado a hacerlo. Estaba deseando poder entenderlos a todos y preguntarles por la ciudad, la aventura que les esperaba y, sobre todo, por qué eran tan raros.
—¡Es mágica! ¡Para entendernos! —decía con una gran sonrisa, justo cuando a su espalda escuchó el chapoteo producido por el encuentro entre Rena y Milo. La niña necesitó agarrarse la tripa de tanto que rió cuando se giró para ver qué pasaba. Le gustaba aquella mujer, definitivamente. Aunque, cuando paró de reír, se dio cuenta por primera vez de algo que en la penumbra de las mazmorras había malinterpretado y el exceso de estímulos había hecho que pasase por alto hasta ese momento. Lo que llevaban los seres animalizados en la mano distaba de ser un guante. Se acercó a aquel par con pequeños pasitos para ver más de cerca, escondiendo las manos detrás de la espalda.

Eitne se había quedado mudo y así había llegado a la plaza, donde continuó incapaz de abrir la boca para hablar. Niños y más niños se congregaban alrededor de aquella fuente de.... ¿agua transparente? Ni uno solo compartía su color de piel y pocos tenían colores de pelo naturales. ¡Algunos incluso tenían brazos de metal! Eitne estaba fascinado y asustado a la vez. Tantas criaturas diferentes... <<¿Dónde están sus casas?>>. Eitne echaba de menos más daelicianos, pues parecía que el resto tenía gente con la que hablar.

Por si aquello no hubiera sido suficiente, aquel lugar era oscuro, triste y frío. Eitne no lo llamaría feo tanto como insólito. Imposible. Jamás había visto junta tanta gama de gris. Se sentía como si lo hubieran transportado a un mundo aún más alejado de la concepción del Demiurgo. Una suerte de infierno, el único sitio en el que creía que pudieran vivir los monstruos de sus pesadillas. La Carandela volvió a su mente y un fuerte escalofrío hizo temblar. El niño del pelo azul podría sentir su miedo de primera mano, literalmente.

El daeliciano se dedicó a encogerse y hacerse tan pequeñito e invisible como le permitía su color de piel. La mirada del resto de niños se le clavaba y le asustaba y el pobre poco pudo hacer, salvo aferrarse más a la mano amiga que le había sacado de la oscuridad. <<Solo son niños perdidos, como yo>> se decía, tan poco convencido que solo servía para asustarle más.

¿Quien le aseguraba que todos los niños perdidos fueran buenos?

Neil salió del edificio sin soltar al niño y siendo arrastrado por Adru tan rápido que solía tropezar con sus propios pies y tenía que correr algunos tramos. El exterior estaba demasiado luminoso para su gusto y en cierta medida le daba miedo, por lo que se encogió de nuevo sobre sí mismo y apretó al niño más para sí, consciente de que no podría hacer lo mismo con su edeel dada su velocidad.

El chico del hocico y el brazo metálico gesticuló en su dirección para darle a entender que no había peligro y, aunque Neil asintió en su dirección, no quedó del todo convencido. “Tras la luz siempre hay algún monstruo oculto esperando para atraparte”.

Pronto el grupo llegó a una fuente en el que había otros desconocidos algunos de ellos parecidos a los que había visto antes y otros más amenazantes si aquello era posible. El aurva, muy asustado, se quedó quieto, temblando levemente y sin entender porque aquellos extraños bebían aquel syv impuro. Neil sintió el escalofrío del niño y como el miedo en él aumentaba, así que lo abrazó más fuerte. No se veía capaz de darle una sonrisa tranquilizadora, porque él se encontraba tan aterrado como el niño, por lo que se limitó a mirar a su edeel, sin entender como podía estar tan exaltada rodeada de tanto ser extraño, sobre todo con el lagarto que se veía tan amenazante aunque solo fuera por su apariencia.

Cuando Adru le dijo que no se acercara al chico y le recordó el vomito, Neil sufrió una leve arcada que pudo reprimir rápido. Prefería no tener que recordar aquel momento tan desagradable o sería él el que diera el espectáculo en ese momento.

La mayoría del grupo que había bebido les hacía señas indicando que les imitaran, pero el aurva no se fiaba de que aquello fuera sano. El sinhadre realmente tenía sed, pero aquel syv no solo no le daba ninguna confianza, sino que además parecía haber modificado a los que habían bebido de el para que sus idiomas cambiaran y aquello, definitivamente, no podía ser algo bueno.

- ¿Dru?- preguntó dudoso, pidiendo con la mirada que su edeel le dijera qué debía hacer.

De repente, la edeel que parecía ser de la misma especie que el chico del hocico se acercó a este y le metió la cabeza en el syv impuro tan rápido que sorprendió a todos. Neil dio un paso hacia atrás alarmado y miró a la edeel con los ojos como platos.

- ¿Dru?- volvió a preguntar en un susurro, casi suplicando y con el nerviosismo impregnado en el tono.

Milo le echó un vistazo a los datos de Rena con una media sonrisa, comprobando cuales eran sus orígenes y a que se dedicaba en Irraria por mero interés estratégico. Saber que también era de un pueblo minero resultó un alivio, pues le facilitaría mucho el trato con ella y habría mas posibilidades de que comprendiera su faceta criminal. En cualquier caso imaginaba que a la muchacha no le habría hecho gracia no recibir ninguna información a cambio, así que se dispuso a resumirle lo importante a grandes rasgos. No tardó en percatarse, sin embargo, de que no hablaban el mismo idioma, y aquello le desconcertó sobremanera.
—¿Tu tampoco me entiendes? —preguntó incrédulo, mirando alrededor con la confusión pintada en el rostro. Aquello no tenía ningún sentido.

Durante el breve saludo habían ido llegando el resto de personas que formaban aquel variopinto grupo, Rox entre ellas, y cuando la humana gesticuló en su dirección tras beber de la fuente el hacker empezó a hilar cabos. No tuvo que aguzar demasiado el oído para comprender que todos los que habían saciado su sed ahora hablaban una lengua común, lo que señalaba el agua como fuente probable de aquel repentino cambio. ¿Era algo permanente o era reversible? Por la expresión de los afectados la primera opción era la mas probable, al menos de entrada, y dado que su compatriota no había entendido sus palabras era factible suponer que aprender un idioma entero en un instante tenía un precio elevado.
—¿Así funciona la magia? —se preguntó en voz alta, sopesando las opciones que se le planteaban. Era necesario que se entendiera con los demás cosechados, no hacerlo le complicaría bastante su estancia en aquella ciudad, pero si olvidaba su lengua materna no podría manipular el terminal de su brazo adecuadamente.

Al final fue Rena la que decidió por él, pues la muchacha le asió por la pechera de su abrigo sin miramientos y le metió la cabeza en la fuente. Milo boqueó alarmado, pillado totalmente por sorpresa, y aunque el agarre solo duró un segundo le dio tiempo a tragar una buena cantidad de agua. Le sobrevino un violento ataque de tos en cuanto la irrense le liberó y, medio ahogado, se apoyó en el borde de piedra para no caerse al suelo.
—Milo. M-me llamo Milo, joder. —respondió con voz ronca y el ceño fruncido, luchando por llenar de aire sus pulmones. No estaba realmente enfadado, pues la sonrisa de la peliverde dejaba bastante claro que no lo había hecho con mala intención, pero necesitaba unos segundos para asimilar lo bruta que era.

Dos de los niños que tenía en frente estaban visiblemente asustados, y de haber podido les habría ayudado. A pesar de que estuvieran cogidos de la mano, Rox fue a tenderles la suya para animarles a beber de la fuente y decirles que no pasaba nada, pero todo quedó en un mero intento cuando vio que la chaqueta verde fosforito tiraba a Milo a la fuente.
La coreana saltó del sitio, con los ojos como platos por la repentina reacción que había tenido la joven con el de su misma especie. En un pestañeo estaba cerca de los dos, agitando los brazos sin separarlos demasiado del cuerpo y haciendo la forma de una equis con ellos, con expresión de preocupación.

—¡Pero no te lo cargues, tía!— al ver que la de piel tostada no tardó nada en sacarlo del agua, trató de ocultar lo mejor posible una sonrisa burlona que amenazaba con salir. Contenerse las risas le estaba costando lo suyo. Le dio unas palmaditas en la espalda a Milo, pero al estar el agua tan fría las pocas gotas que le cayeron en la mano bastaron para que lo hiciera con menos entusiasmo—. ¿Va-Vamos intentar no ahogarnos, sí?

La sonrisa de la muchacha se le contagió por completo a pesar de lo intimidante que le resultaba, seguida de una carcajada al oír al chico hablar. Susurró segundos después un "lo siento", tapándose nuevamente la boca con un puño y sintiéndose algo maleducada por reírse.

—Ha sido un poco drástico pero ha funcionado. —se cruzó de brazos y miró a la de pelo verde con una mezcla de respeto y diversión—. Mi nombre es Rox.  —esperó a que ella se presentase antes de continuar—. Ahora que nos entendemos, ¿es de mala educación preguntaros de donde venís?

Se rascó la punta de la nariz por acto reflejo, observando a la muchacha detenidamente. El hocico y el brazo mecánico seguía siendo de ellos lo que más llamaba su atención. Echó un vistazo rápido a los más cercanos, haciéndoles gestos con ambas manos para que se acercaran y pudieran presentarse todos los que ahora podían.

Le extrañó ver que el edeel del estómago revuelto no fue el único que se acercó a beber aquel syv impuro. Permaneció observándoles con los brazos en jarras , tratando de encontrar signos de malestar en los que bebían, y frunciendo el ceño al comprobar que nadie vomitaba ni parecía sucederle nada malo. Lo cierto era que tenía demasiada sed y ella misma habría acabado por acercarse sin más a beber de no ser por la escena que habría sido imposible pasar por alto. Adrune asistió al casi ahogamiento del chico con hocico por parte de una chica muy parecida a él, y cuando habló de nuevo fue consciente de que todo el que bebía empezaba a hablar de forma diferente. Se giró hacia Neil cuando la llamó en aquel tono claramente atemorizado y le sujetó de los hombros sonriéndole.
—El chico no parece enfadado, así que tan solo le ha querido gastar una broma, ¿no crees? —afirmó con convencimiento—. Quieren que bebamos. ¡Creo que el syv impuro es mágico, Neil! ¿Y si nos han engañado toda la vida para que no lo bebamos?

Y acto seguido correteó en dirección a la fuente. La examinó de cerca, notando la bonita talla de serpientes de la que manaba el agua e hizo cuenco con las manos para recoger un poco. Normalmente habría bebido directamente, pero quería comprobar si el syv impuro cambiaba de color al cogerlo con las manos, o algo semejante. Aunque le decepcionó comprobar que no, la niña bebió igualmente. Acto seguido pegó un bote en el sitio al notar el efecto que había tenido en su cabeza.
—¿Qué ha sido eso? ¿Me han cambiado la cabeza? —Preguntó sin rastro de preocupación en su tono de voz mientras se pasaba las manos por su cara y sus tirabuzones como queriendo comprobar que seguían allí. Se detuvo para observar a los que se encontraban a su alrededor y después se dirigió a ellos—. ¡Ahora nos entendemos! ¡Hola, soy Adrune! Pero podéis llamarme Adru.

Sin esperar ninguna respuesta, la edeel se acercó a Neil y al niño para tirar de ellos en dirección a la fuente. Frunció el ceño cuando quiso hablarle a su aurva en su lengua materna y no lo consiguió.
—¡Neil, Neil! —dijo simplemente mientras señalaba insistentemente el syv impuro, tras comprobar que el nombre del chico sonaba exactamente igual—. ¡Magia! —Añadió con entusiasmo aunque no pudiese comprenderle, o más bien porque sabía que no podía, para enfatizar aquella palabra que se había hecho patente en forma de idioma desconocido.

El daeliciano se sintió más aliviado al ver que todos bebían y que lo que parecía una mujer metalizada ahogando a su compañero no era más que una broma. Pero no fue hasta que  bebió la niña que les guiaba, que sintió que aquel líquido era realmente sano. Eitne no había un líquido tan incoloro en su vida y lo único que le inspiraba era temor. Ver que la gente bebía y seguía viva le había ayudado a desterrar aquel miedo también.

—V-V-Voy a intentarlo yo también —desapretó la mano de su compañero peliazul con delicadeza y le señaló a su amigo para que se sintiera libre de acercarse a beber.

Eitne se acercó a la fuente con paso lento, tiritando cada vez con más violencia, y clavó su mirada en aquel agua incolora. El reflejo de si mismo en la superficie le hizo sonreír levemente, era casi como mirarse en un espejo. Su yo en el agua se veía tal cual, sin colores raros adulterandolo, como ocurría con el agua normal que tenían en casa. Eitne se miró el pelo y cogió aire como si hubiera descubierto algo increible. <<El quiqui sigue en su sitio>>, desde luego su abuela sabía peinarle bien. Tan solo le apenó ver que alguna de las flores de la corona se habían espachurrado.

Con algo de incertidumbre, el niño metió por fin un dedo en el agua (pinchándole en el ojo a su reflejo) y se pasó el dedo a la boca. Eitne soltó un gritillo y miró de nuevo al líquido estancado con expresión ojiplática. Sentía la magia bullendo en su cabeza, le hacía cosquillas en la mente mientras atravesaba todo lo que Eitne sabía y le daba la vuelta, poniendolo patas arriba sin llegar a alterar nada. Al niño le brillaban los ojos y su expresión por fin se tornó en una sonrisa plena. De que se dio cuenta estaba dando saltitos de alegría. <<Alguien nos está cuidando>> creía.

—¿H-h-hola? —no hubo mueca de tristeza al oír su nuevo lenguaje, sonaba menos delicado que su lengua natal, pero a Eitne no le importaba—. Lechuga, abuela, casa, agua, tetera, granja, maiz, tarta, conservas, rábano, pasta, migas, pan, pajarito, minino... —el daeliciano tomó carrerilla y comenzó a susurrar palabras viejas para escucharlas, de nuevo, por primera vez.

Una carcajada musical escapó de su boca.

Drake salió corriendo de las mazmorras tras recibir un desgarrador grito de aquel ser. Sin ni siquiera saber verdaderamente hacia dónde se dirigia, recorrió rapidamente las callejuelas hasta llegar a una plaza, dónde, para su sorpresa habia humanos,pero no sólo eso,había algunos-¿Alienigenas?,¿Es posible? Al menos no parecen humanos, de hecho algunos tienen aspecto muy diferente-
Todos lo miraban de una manera que incomodaba bastante a Drake.
-¿Serán como yo, especiales,es más lo seré yo en realidad?-
Drake con tiento se acercó a estos e intentó hablarles en su idioma, pero al parecer esta gente no eran capaces de hablarla, es más nunca habia escuchado nada parecido en toda su vida.
Uno de aquellos extraños seres con aspecto reptil le señalaba una fuente de la que brotaba un líquido, que dudó fuera agua, pero al verse presionado accedió.
Sintió una sensación que le recorria todo el cuerpo, cuando intento articular un "Que es esto" salió de su cuerpo una lengua muy extraña.Le dieron una no muy cálida bienvenida y se presentaron, algunos de mala gana y otros ni siquiera se dignaron a contestar.

Neil se tranquilizó un poco cuando Adrune le habló, pero él no estaba muy convencido con lo de beber del syv impuro. Su edeel se acercó a beber y al instante salieron palabras de su boca que el aurva no entendía, lo que le inquietó. "¿Y si ya nunca vuelvo a entender a Adru? ¿Y si ya nunca más podemos hablar?" Aquello no era algo que el sinhadre quisiera y cuando el niño decidió beber también, no dudó en hacer caso a su edeel y acercarse a la fuente después de que esta dijera su nombre seguida de una extraña palabra que exclamó con entusiasmo.

El aurva se acercó dubitativo y cauteloso a la fuente bajo la atenta mirada de su edeel. Despacio y con algo de miedo, puso sus manos en forma de cuenco para recoger un poco del agua que salía de la fuente y beber. Al instante su cabeza comenzó a embotarse con nuevas palabras que sustituían a las antiguas. Neil dio un respingo.

- ¡Luces!- exclamó sorprendido y al momento se llevó la mano a la garganta al comprobar que sus palabras eran diferentes.

El sinhadre se giró sorprendido y algo asustado hacia su edeel y llegó a escuchar como el niño decía "pan, pajarito, minino" en un idioma distinto al suyo, pero que ahora entendía.

- Adru, ya no puedo hablar como antes, mi cabeza no me deja- le dijo algo temeroso-. ¿Es esta la magia de la que habló Jack?