El Macetero

Esta vez no me quedé cerca del portal para respirar el aire húmedo y fresco del lugar, no tenía precisamente tiempo que perder. Me encaminé hacia el claro pensando en qué haría en caso de que mi defensa de enredaderas hubiese sido desbaratada y algún predador hubiese dado buena cuenta del cuerpo del lagarto. Con eso en mente aceleré el paso.

Suspiré al entrar en el claro, estaba claro que nada me salía bien. Miré en derredor y vi mis enredaderas aplastadas contra el suelo, la gran mayoría muertas. Me acerqué a la zona de las raíces y examiné el suelo, las que estaban vivas me sintieron y emitieron lo más parecido que a una queja que pude interpretar.

-Lo siento,- me disculpé,- ya podéis descansar.- Y se marchitaron.

Eché mano del cinturón y saqué semillas que dejé caer al suelo a mi alrededor. Eran enredaderas paralizantes y las mismas con neurotoxinas que ya había usado anteriormente.

-Os necesito,- y empecé a impartir órdenes de defensa, también erigí un campo de fuerza. Cuando empezase con el hechizo me iba a quedar desprotegido.

Levité hasta un árbol parecido a un cedro terrestre pero de color negro, me aseguré de que no hubiese nada en una de las ramas y corté parte de la misma. Cavé un agujero en la tierra, metí dentro los huesos que quedaban del animal y también el trozo de rama, lo cubrí con tierra y empecé el hechizo.

Era una especie de cántico con movimientos suaves. Y la rama comenzó a crecer.

El árbol crecía progresivamente, poco a poco se estiraba y le crecían unas pequeñas ramitas. Las raíces hacia abajo sepultaron los huesos.

Por el rabillo del ojo vi llegar a unos repobladores, no dejé de cantar en ningún momento pero sonreí interiormente. Si eran como Tap al principio tenían que estar muriéndose de curiosidad, al fin y al cabo estaba haciendo crecer un árbol como si no fuera nada.

Sí, tenían demasiada curiosidad. Se pusieron al alcance de mis enredaderas y cayeron al suelo paralizados, tenían suerte de que aquello no era mortal. Las mantis en cambio sí lo eran.

<<Debí haberlo imaginado. No pienso consentir más muertes aquí. Y menos cuando estoy haciendo una tumba, no voy a hacer más>>. Sin dejar de cantar di unas ordenes sencillas. Enredaderas protegiendo a los repobladores y otras paralizando o durmiendo a las mantis. Si era necesario pararía el hechizo para continuarlo luego.

Interrumpí el hechizo cuando vi a una mantis caer sobre las enredaderas que protegían a los repobladores. Aparté al ser y vi a un par de repobladores con sus monturas aplastados. Miré si estaban vivos y comprobé con pesar que no. Ni protegiéndolos sobrevivían, eran demasiado frágiles. Los recogí, a ellos y a sus monturas y los metí dentro de la barrera, dejé a los muertos en el centro y a los vivos rodeándolos.

Volví a mi cántico hasta que sentí el suelo temblar. Interrumpí otra vez los cánticos, en ese mundo un temblor semejante era o bien algo gigantesco o bien una estampida de animales. No sabía que opción me gustaba menos. Metí a las mantis a regañadientes, eran peligrosas, pero el veneno aún les duraría un buen rato. Y en caso de que se pasase el efecto se lo volvería a introducir.

Entonces esperé a ver qué salía del bosque.

-Oh, genial, un dinosaurio,- dije cuando lo vi salir del bosque.- Lo que me faltaba. ¿Y yo como me enfrento a esto?

Por suerte no hizo falta, aquel reptil mastodóntico no pareció ni verme cosa que agradecí. Eso y que no parecía que mi lugar de trabajo estuviese en su ruta. Lo vi alejarse y suspiré aliviado.

Me giré hacia el árbol pero antes tiré unas semillas hacia la zona de las mantis.

-Sujetadlas, que no se muevan. No les hagáis daño.

No tenía ganas de volver a parar mi hechizo. Me arrodillé y volví a cantar. El árbol siguió creciendo, a cada minuto que pasaba se iba haciendo más grande, a cada minuto que pasaba más fuerzas se iban sacando de mi cuerpo.

No iba a ser un árbol tan grande como el resto, mi energía no iba a dar para tanto. Terminé el cántico y me toqué la garganta, quieras que no aquello molestaba, sería bueno que me tomase algo para ella en cuanto volviese a la torre, pero antes aún tenía cosas que hacer.

Saqué más semillas y decoré el árbol con enredaderas, con las más bonitas que tenía. Otro día me pasaría y lo volvería ignífugo permanentemente, quería que aquel árbol perdurase durante mucho tiempo, no tendría sentido haberlo hecho si no.

Aún me quedaba una última cosa por hacer, les quité la parálisis a cada uno de los repobladores y en la zona del estómago les escribí "lo siento". No conocía mucho del idioma repoblador, pero "gracias" y "lo siento" se me habían quedado grabadas. Nunca creí que les fuese a encontrar uso viendo como me llevaba con los repobladores de la ciudad.

Noté el pinchazo en la mano y los observé huir aterrados. Lo cierto es que no podía reprochárselo, fui a levantarme y tuve que apoyarme en el tronco del árbol. Me encontraba extrañamente cansado y somnoliento. Bostecé y dos segundos después lo comprendí. La aguja con la que me había pinchado tenía veneno, somnífero al parecer, y si era como los que en su momento poseía Tap era rápido.

Sopesé varias posibilidades, entre ellas ir corriendo hasta el portal intentando mantenerme despierto con magia. Inviable, no me quedaba tanta energía como para hacer eso. Después de descartar varias ideas más me resigné a tener que esperar a que se pasasen los efectos del veneno. <<La próxima vez me traigo un antídoto universal. Seguro que Urticaria ni se inmutaría por este veneno, que suerte tienen algunos de ser resistentes>>.

Desperdigué unas cuantas semillas por el suelo. Mis ojos se cerraban sin remedio, pero si no ponía defensas cualquier cosa podría comerme o aplastarme y no quería morir.

-Ayuda.- dije. Una enredadera cercana interpretó mi palabra como una orden y lo que pensó que era ayuda resultó en un doloroso latigazo en la espalda. Dejé escapar un grito y me giré para gritarle a la enredadera en cuestión, entonces me di cuenta de que estaba más despierto que antes de que me golpease, o al menos me notaba más despierto gracias al dolor.

Llamadme masoquista, pero prefiero diez latigazos a la muerte. Confeccioné una red de enredaderas venenosas que cubrían todo el claro a modo de protección. Ordené a una enredadera que me llevase hasta lo alto del árbol, me oculté entre la copa y erigí barreras de defensa. Después me dormí de forma irremediable.

Me desperté cuando se pasó el efecto del veneno, no sabía cuanto había estado durmiendo ya que no tenía forma de calcularlo, pero tampoco podía haber sido mucho. Me restregué los ojos y bostecé antes de mirar abajo por entre las ramas.

En el suelo se daba un espectáculo grotesco aunque del todo natural, una manada de ronchahuesos habían aprovechado el buffet libre que les habían proporcionado mis enredaderas.

Tenía que salir de allí cuanto antes, hice que todas las enredaderas se marchitasen salvo las del árbol y me fui levitando camino al portal.

Sigue en Rocavarancolia.

El siguiente encuentro con Noel para que le ayudara con las alas y le dijera donde harían las clases, fue inesperado. El conocimiento sobre la fauna era bastante limitado para el cambiante, por lo que la existencia de los monos le era algo desconocido, a excepción de aquel que Kud siempre llevaba con él y que era obvio no formaba parte de la misma raza que el traído por el draco. Eso sin contar las alas, claro.

En cualquier caso la idea fue bien acogida tras la explicación y aunque no tuviera mucha idea sobre la crianza de animales, se lo quedo. El animal era como un humano en miniatura, con mas pelos y cola eso si, pero por lo demás su esqueleto no era muy diferente al de una persona. Las alas aunque pequeñas también eran las indicadas. Y aunque la convivencia con el tití del demonio fue algo que no volvería a repetir, y que prefería ni recordar, consiguió su objetivo al final. Para ello lo dejo volar en la sala de entrenamiento para el movimiento de las alas en el aire y posteriormente mientras el monillo se distraía con cualquier cosa se encargaba de tocar sus alas.

Fue así y poco a poco como al cabo de unos días el poder formar el esqueleto de las alas y posteriormente los musculo que la cubrían y sus plumas fue mas y mas fácil. Ya no quedaban deformes y aunque tuvo que hacer algunos experimentos para amoldarlas a su estatura y peso, obviamente diferentes alas de aquella cosita con plumas, el resultado fue exitoso.

Con todo terminado ya solo quedaba iniciar las clases por lo que tras prepararse se encontró con Noel en el Macetero, el lugar escogido por este para las clases, llevando consigo al tití al no saber que hacer con el. Dejarlo solo en su cuarto no era una opción, ya había visto que esa animal era un trasto, una monería y la mar de gracioso, pero un caos igual.

-Espero que no haya problemas en que este pequeñajo venga, dejarlo solo en mi cuarto es algo que no quiero volver a repetir- dijo intentando apartar la cola del tití de su cara pues en los ultimo días este lo había tomado por árbol prefiriendo escalar por encima suya a volar. Consiguiendo despegar al mono de de una vez y dejando que volara alrededor de ellos, curioseándolo todo, aprovecho la liberación formo sus alas tal y como había estado practicando. Tardo aun unos minutos en terminar pues aun le costaba pero el resultado fueron dos alas de un tamaño considerable a su peso y estatura habitual, cubierta de plumas pardas. Cuando ya aprendiera a volar amoldar las alas a cualquier tamaño que poseyera en ese momento seria mas fácil tras haberlo hecho una vez. Habían practicado como despegar un tiempo antes, pero mover sus alas de forma acompasada había sido un autentico coñazo dificultándolo todo, por lo que los resultados finales realmente se verían ese día.Conseguí que las alas se movieran al mismo tiempo, así que ya no habrá problemas con eso-añadió moviendo las alas sin dificultad, pues evidentemente lo único que había intentado era alzar el vuelo con ellas acostumbrarse al movimiento acompasado, pues al inicio solo movía una o de forma dispareja y eso era un dolor.

Una vez hubo regresado de Ochroria con sus reservas llenas, mejor humor y el cambiante le comunicó que sabía formar las alas, Noel le indicó que se dirigiesen a las montañas para aprender a moverlas correctamente, despegar y mantenerse en el aire. Dedicaron varios días no consecutivos a ello y, cuando consideró que el foner ya podía pasar al siguiente estadio del aprendizaje le dijo que la siguiente lección sería en el Macetero. El sueco pensaba aprovechar la clase para hacerse con algunas semillas para el Cuchitril, conseguir más muestras para Giz tal y como le había prometido y tal vez llevarle algún cadáver nuevo y útil a Gael.

Había estado muchas veces allí, pero no últimamente. El tamaño de la flora hubiera vuelto a ser sorprendente de no ser porque tras visitar Dryfus, eran incluso muy pequeños en comparación. El sueco se entretuvo examinando los alrededores, aunque sabía que tan cerca del portal no había muchas probabilidades de encontrar nada interesante. De hecho, lo único destacable que ocurrió hasta la aparición de DL fue que un primo de Jack, es decir, un mosquito gigantesco, fue lo suficientemente temerario como para intentar alimentarse de su sangre y, como no parecía querer dejarlo en paz, acabó cortado por la mitad tras haberle disparado un par de plumas.

El tití revoloteó a su alrededor y acabó posándose sobre las plumas de su cabeza y el sueco desvió su mirada hacia arriba mientras el cambiante hablaba.
—Tengo que conseguir unas cuantas muestras y algunas semillas, así que volaremos durante varios kilómetros. Tú irás delante, daré la vuelta si te quedas atrás, y te iré corrigiendo o ayudando según lo necesites —le explicó mientras apartaba de un manotazo la cola del simio que en aquellos momentos la había dejado caer delante de sus ojos—. Y bueno, a mí me da igual que el mono arcoíris venga, pero si la palma se lo explicas tú a Giz.

El sueco comenzó a esbozar una sonrisa maliciosa, pero la cambió por una exclamación y el ceño fruncido, ya que el tití le había tirado demasiado fuerte de un mechón de plumas. <<Debe de ser el karma>> pensó mientras resoplaba y agarraba al tití alado para bajarlo de su cabeza.
>>¿Por qué los animales me odian? —añadió en voz alta mientras le dirigía una mirada penetrante al simio que ya revoloteaba sobre un arbusto de gran tamaño en el que había unos frutos que el sueco sabía que no eran precisamente comestibles—. Yo en tu lugar lo apartaría de las bayas tóxicas —comentó en tono casual señalando con la cabeza en dirección al animal, quien ya se encontraba arrancando uno de los mencionados frutos.

De todas formas, no confesó que en realidad al goliat no le importaba demasiado el destino de aquel ejemplar. Y tan solo se dio la vuelta con las manos tras la cabeza aguantándose la risa.
—Vamos a empezar dirigiéndonos un par de kilómetros hacia el Este —señaló la dirección mientras DL lidiaba con el mono—. Cuando estés listo alza el vuelo y te sigo; te avisaré cuando lleguemos. Es mejor que volemos a bastante altura: si te fallan las alas y no eres capaz de recuperarte tendré más tiempo para reaccionar.

Escucho atentamente las indicaciones del draco mientras estiraba sus alas para asegurar que estuviese todo en su lugar antes de intentar alzar el vuelo. El tener que a su vez mantener aquella bola de plumas hiperactiva al tiempo que el mismo intentaba no desnucarse en un futuro próximo iba a ser gracioso de ver, aunque no de sentir. Veía que iba a comer mucho suelo en las siguientes horas.

-Únete al club, esta cosa y yo no se como no nos hemos matado- dijo señalando al dichosos mono que revoloteaba por todas partes poniéndolo de los nervios. Lo que le faltaba era que el mono se muriera y la liara con Giz, eso ya seria el colmo de los males, por lo que su reacción a las palabras de Noel fue soltar una exclamación maldiciéndolo y paralizar al bicho en pleno intento de comerse la dichosa baya, haciendo que dejara de volar y que cayera cual peso muerto sobre sus brazos. Apenas le quito el hechizo el mono se vengo arañandole la cara y haciéndole soltar un grito de dolor, dándole un manotazo para apartarlo- ¡Puñetero mono!- exclamo fastidiado mientras movía los hilos bajo su piel para curarse, gruñendo viendo con sorpresa como esa cosa con plumas echaba a volar y le sacaba la lengua.

Refunfuñando por lo bajo, obedeció las indicaciones de Noel  consiguiendo despegar sin mayores problemas aunque costandole un poco empezar a subir teniendo al dichosos mono volando a su alrededor, lo distraía por lo que intento no prestarle atención. Mientras se mantuviera a su vista bastaba.

Conseguir llegar arriba llevo unos minutos pero finalmente lo consiguió, solo mirar hacia abajo le revolvía el estomago por lo que prefirió centrarse en el camino que debía seguir. La cercanía del mono por una vez ayudaba porque ver el movimiento de sus alas al volar hacía que tan solo tuviera que imitarlo si se bloqueaba, aun así no evitaba que, literalmente, tropezara en el aire.

Y cuando por fin estaba consiguiendo avanzar con cierta decencia, a una buena velocidad habiendo avanzado ya un trecho considerable y sin perder altura, ocurrió el desastre. El mono se asusto de un sonido proveniente de entre los arboles y no tuvo nada mejor que hacer que lanzarse en picada contra el, con toda la aparente intención de perforarle el estomago,  y de, porque no,...desbalancearlo por completo y hacerle perder el control del vuelo.

-¡¡Maldito monooOOO!!- grito cayendo espantado cual fardo sin conseguir controlar el movimiento de sus alas. Definitivamente odiaba a ese animal.

El draco sonrió ampliamente ante las acciones del mono mientras alzaba el vuelo tras DL. Corrigió su altura varias veces, ya que el cambiante ascendía mucho más despacio que él y se mantuvo a una distancia prudencial detrás del foner. Una vez ganaron altura las cosas parecían irle mejor a su alumno, pero fue entonces cuando el tití decidió que se aburría de seguirlos y empleó a DL de saco de boxeo móvil, provocando que el cambiante perdiese el control de sus alas. Al final aquel simio hiperactivo podría ser incluso útil: servía de ejemplo para el cambiante, ya que él iba detrás por seguridad y además le añadía un hándicap interesante.

El sueco se lanzó en diagonal, calculando en el acto la trayectoria que debería seguir para evitar que el cambiante se partiese los huesos -¿o los hilos?- contra el suelo, y lo recogió sujetándolo de los brazos para después aterrizar en la zona despejada de árboles más cercana: el cambiante no iba a ser capaz de reemprender el vuelo en medio del aire, era una asignatura demasiado avanzada para la fase de aprendizaje en la que se encontraba.

—Cuando quieras continuamos, falta poco para la primera parada —le comunicó tras soltarlo—. Cuando alguien o algo viene directo hacia a ti en medio del aire lo más sencillo es desviarse hacia un lado planeando para tratar de apartarse de su trayectoria. Hablando de eso, creo que deberías prolongar un poco los segundos de planeo, te cansarás la mitad.