Nubla
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Administración
Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Nubla
12/08/12, 06:30 pm
Nubla
Portal situado en un campo vacío en la zona templada del hemisferio Norte, no demasiado lejos de Varanublia.
Portal situado en un campo vacío en la zona templada del hemisferio Norte, no demasiado lejos de Varanublia.
- Administración
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Nubla
11/12/12, 08:37 pm
(personajes de asistencia obligatoria en este evento: Elliot, Cailech, Adara, Toima, Vacuum, Jack, Giz, Gael, Noel. Los demás pueden acudir voluntariamente si son lo suficientemente imponentes)
Varanubliagálago estaba ya lista. Las doce lunas se alzaban en el cielo sobre la ciudad recién nacida y Necir portaba la última piedra. La llave con forma de rombo y una decaestrella tallada. Brinael lo observaba todo desde su camilla.
El nigromante caminó sobre el lago artificial que rodeaba el edificio. Cubierta de musgo y chorreante, Varanubliagálago recibió a su creador con un estremecimiento de sus piedras y dos suaves cascadas cayendo desde las concavidades de su planta en decaestrella. Los pináculos se iluminaron con luz de lunas y Alfa Necir colocó el último fragmento.
Se hizo el silencio entre todos los peregrinos que se habían congregado allí. Nublinos jóvenes de todas partes del planeta habían acudido esperanzados. También había algunos mayores que habían conocido Rocavarancolia tiempo atrás. Una enorme, enorme multitud.
"No me falles, por favor. Haz algo, aunque sea tan sólo engañarlos" Suplicaban los ojos del nigromante a su creación.
El agua del foso de Varanubliagálago empezó a ondular con más fuerza. Parecía un mar en tempestad en miniatura. Un sonido vibrante y limpio, como de campana, empezó a hacerse oír en el aire. Los pináculos brillaron con más fuerza y el vapor comenzó a ascender. El edificio escupía nubes espesas que temblaban y vibraban y provocaban dolor de cabeza. El musgo se fue desprendiendo, y la tierra se empantanó. Una vivienda se desmoronó en el fango.
Pero los nublinos conservaron la esperanza.
Los pináculos se fueron apagando uno a uno. Las límpidas cataratas ahora eran de barro. El sonido como de campana era cada vez más fuerte.
Y entonces fue cuando sonó el primer grito.
Algún niño con esencia, probablemente. Todos los jóvenes con potencial se llevaron las manos a la cabeza. Maduros, inmaduros y en su punto, igual daba. Cosechables o demasiado débiles para ser transformados por Rocavaragálago; bastaba con que tuvieran esencias superiores a la media para que el hechizo de Varanubliagálago los escogiera. A Necir y a Brinael no los había tocado. El nigromante se había refugiado en la cima de su creación, que para él lloraba de impotencia. Brinael había quedado inconsciente tras la niebla.
La multitud perdió la compostura cuando empezó a manar sangre del edificio. Los gritos de las víctimas que debían haber puesto Varanubliagálago en funcionamiento se hicieron oír por encima de los de todos los demás. No duraron mucho, pues pronto la catedral los vomitó a trozos desde sus fachadas. Pero su sangre, adulterada por la magia, no dejaba de caer llenando el lugar de un insufrible olor a urea.
Los jóvenes con esencia vomitaban sangre mientras los cuernos de la madurez les crecían tanto en la frente como a partir de las cejas, sus espaldas se curvaban y sus músculos se descolocaban.
Unos nuevos gritos empezaron a sonar:
-¡Han vuelto, han vuelto!
-¡Los rocavarancoleses han vuelto!
Al principio, todos creyeron que los deformados estaban delirando. Pero las exclamaciones no se dejaban de repetir. Y entonces, un hechizo barrió toda la niebla. Varanubliagálago, agotada ya su magia, estaba medio hundida en su charca y rodeada de cadáveres, apagada y silenciosa. Frente al fracaso nigromántico, el rey de Rocavarancolia y toda su comitiva.
El piromante se dirigió a los supuestos transformados, a los pocos afortunados que habían tenido la suficiente poca esencia como para no haber muerto empalados en sus propios cuernos como otros (una de las víctimas estaba totalmente ensartada en filamentos endurecidos y tenía la boca abierta y chorreante de chispas).
-Hemos vuelto -dijo-. No podemos desaparecer. Ni lo haremos nunca.
-Habéis sido muy ingenuos confiando en Necir -dijo entonces dama Liviana, que se había adelantado hasta situarse a un lado del rey-. Los nublinos sois así. Yo era así.
Entonces, el rey habló, esta vez a su comitiva:
-Capturadlos, sometedlos, alimentaos de ellos, acabad con su sufrimiento o prolongadlo. Haced lo que queráis, os pertenecen. Pero traedme vivos a Necir y su esclava.
-Y los rocavarancoleses somos así -dijo dama Liviana con una sonrisa cruel mientras esperaba el castigo.
Los gritos de la primera víctima de los mordiscos de Cicatriz no se hicieron esperar. No ocurrió lo mismo con la comida de Caillech, tan destrozada por la transformación que apenas podía emitir un quejido.
Varanubliagálago estaba ya lista. Las doce lunas se alzaban en el cielo sobre la ciudad recién nacida y Necir portaba la última piedra. La llave con forma de rombo y una decaestrella tallada. Brinael lo observaba todo desde su camilla.
El nigromante caminó sobre el lago artificial que rodeaba el edificio. Cubierta de musgo y chorreante, Varanubliagálago recibió a su creador con un estremecimiento de sus piedras y dos suaves cascadas cayendo desde las concavidades de su planta en decaestrella. Los pináculos se iluminaron con luz de lunas y Alfa Necir colocó el último fragmento.
Se hizo el silencio entre todos los peregrinos que se habían congregado allí. Nublinos jóvenes de todas partes del planeta habían acudido esperanzados. También había algunos mayores que habían conocido Rocavarancolia tiempo atrás. Una enorme, enorme multitud.
"No me falles, por favor. Haz algo, aunque sea tan sólo engañarlos" Suplicaban los ojos del nigromante a su creación.
El agua del foso de Varanubliagálago empezó a ondular con más fuerza. Parecía un mar en tempestad en miniatura. Un sonido vibrante y limpio, como de campana, empezó a hacerse oír en el aire. Los pináculos brillaron con más fuerza y el vapor comenzó a ascender. El edificio escupía nubes espesas que temblaban y vibraban y provocaban dolor de cabeza. El musgo se fue desprendiendo, y la tierra se empantanó. Una vivienda se desmoronó en el fango.
Pero los nublinos conservaron la esperanza.
Los pináculos se fueron apagando uno a uno. Las límpidas cataratas ahora eran de barro. El sonido como de campana era cada vez más fuerte.
Y entonces fue cuando sonó el primer grito.
Algún niño con esencia, probablemente. Todos los jóvenes con potencial se llevaron las manos a la cabeza. Maduros, inmaduros y en su punto, igual daba. Cosechables o demasiado débiles para ser transformados por Rocavaragálago; bastaba con que tuvieran esencias superiores a la media para que el hechizo de Varanubliagálago los escogiera. A Necir y a Brinael no los había tocado. El nigromante se había refugiado en la cima de su creación, que para él lloraba de impotencia. Brinael había quedado inconsciente tras la niebla.
La multitud perdió la compostura cuando empezó a manar sangre del edificio. Los gritos de las víctimas que debían haber puesto Varanubliagálago en funcionamiento se hicieron oír por encima de los de todos los demás. No duraron mucho, pues pronto la catedral los vomitó a trozos desde sus fachadas. Pero su sangre, adulterada por la magia, no dejaba de caer llenando el lugar de un insufrible olor a urea.
Los jóvenes con esencia vomitaban sangre mientras los cuernos de la madurez les crecían tanto en la frente como a partir de las cejas, sus espaldas se curvaban y sus músculos se descolocaban.
Unos nuevos gritos empezaron a sonar:
-¡Han vuelto, han vuelto!
-¡Los rocavarancoleses han vuelto!
Al principio, todos creyeron que los deformados estaban delirando. Pero las exclamaciones no se dejaban de repetir. Y entonces, un hechizo barrió toda la niebla. Varanubliagálago, agotada ya su magia, estaba medio hundida en su charca y rodeada de cadáveres, apagada y silenciosa. Frente al fracaso nigromántico, el rey de Rocavarancolia y toda su comitiva.
El piromante se dirigió a los supuestos transformados, a los pocos afortunados que habían tenido la suficiente poca esencia como para no haber muerto empalados en sus propios cuernos como otros (una de las víctimas estaba totalmente ensartada en filamentos endurecidos y tenía la boca abierta y chorreante de chispas).
-Hemos vuelto -dijo-. No podemos desaparecer. Ni lo haremos nunca.
-Habéis sido muy ingenuos confiando en Necir -dijo entonces dama Liviana, que se había adelantado hasta situarse a un lado del rey-. Los nublinos sois así. Yo era así.
Entonces, el rey habló, esta vez a su comitiva:
-Capturadlos, sometedlos, alimentaos de ellos, acabad con su sufrimiento o prolongadlo. Haced lo que queráis, os pertenecen. Pero traedme vivos a Necir y su esclava.
-Y los rocavarancoleses somos así -dijo dama Liviana con una sonrisa cruel mientras esperaba el castigo.
Los gritos de la primera víctima de los mordiscos de Cicatriz no se hicieron esperar. No ocurrió lo mismo con la comida de Caillech, tan destrozada por la transformación que apenas podía emitir un quejido.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Nubla
13/12/12, 01:04 am
Los ojos del hado, fijos en el nigromante, apenas parpadeaban. Desde que habían llegado a Nubla, había mantenido una expresión de muda curiosidad y apenas había dicho mas de dos palabras, solo cuando se habían dirigido expresamente a él. Un hechizo de ocultación protegía al rey y a su comitiva de miradas indiscretas, pudiendo así asistir al evento sin que nadie se alarmara. La colosal catedral era una copia bastante fiel del edificio rojo que se erguía en Rocavarancolia, salvo por el detalle del musgo, el foso de agua, y las suaves cascadas que dieron la bienvenida a Necir. Si hubiera dependido de él, la construcción ya habría sido reducida a escombros hacía mucho tiempo, pero el rey tenía sus propios planes. Los allí presentes habían sido convocados por orden del soberano de la mano del ominario, que se había presentado con la extraña noticia. El chico estaba convencido de que solo era una muestra de poder, una forma de dejar claro a los pies de quien tenían que inclinarse, solo había que ver el aspecto de los convocados. Aquellos con las trasformaciones mas imponentes, cuya visión inspiraba temor a cualquiera que no perteneciera a la ciudad, estaban presentes.
El hado se había ataviado para la ocasión con ropajes oscuros, de color negro, con algunas notas de rojo escarlata. Llevaba una armadura ligera de color azabache que se amoldaba a su cuerpo, dejándole libertad de movimiento; la capucha de una capa negra ocultaba su rostro a cualquiera que no estuviera demasiado cerca, y el pomo de su espada asomaba tras su hombro. Cuando el nigromante coloco la ultima piedra en su lugar, los músculos de Vac se tensaron, esperando cualquier cosa, mientras sus ojos, oscurecidos y entrecerrados, observaban suspicaz la enorme construcción.
La reacción no se hizo esperar, y varios sucesos ocurrieron al mismo tiempo. Una casa se derrumbo entre el fango, y los pináculos de la catedral empezaron a brillar con fuerza, mientras un sonido similar al de una campana se extendía por el aire. El agua del foso empezó a agitarse, y por un momento el griego creyó que el nigromante había tenido éxito, pero todo se torció en un instante. El musgo de las paredes de la construcción, comenzó a desprenderse, el agua del lago empezó a soltar unas nubes de vapor de aspecto enfermizo, y el agua de las cascadas se torno fango. El cuerpo de Vac vibraba de forma similar a cuando la Luna Roja se alzaba en el cielo de Rocavarancolia, pero la sensación era totalmente distinta. En vez de la habitual embriagadez producida por la luz roja, las ondas que el hechizo de Varanubliagálgo desprendía le provocaban una sensación nauseabunda, como si algo corrupto y podrido tratara de influir en su ser. El chico se mantuvo firme, soportando aquella sensación con estoicismo, mientras sus ojos se oscurecían ante el terrible espectáculo que estaba presenciando. Aquellos nublinos poseedores de una esencia mínimamente fuera de lo normal, estaban sufriendo terribles mutaciones, mientras la catedral empezaba a vomitar sangre y trozos de cadáveres retorcidos. Los gritos de agonía casi eclipsaban el sonido de la catedral, y sin duda Noel lo notaba mas que nadie. El hado puso una mano en el hombro de su hermano, consciente del torbellino de sensaciones que debía estar experimentando, trasmitiéndole su apoyo con un suave apretón. La naturaleza del hado no era luminosa ni nada parecido, era una criatura de oscuridad, y sin duda disfrutaría encantado en una guerra, en medio de la matanza, pero el macabro espectáculo que se daba ante sus ojos solo le inspiraba asco.
El hechizo por fin terminó, y la catedral se apagó, vacía de toda magia, ese fue el momento que el rey escogió para hacer su aparición. Los gritos de los deformados empezaron a hilar alguna frase coherente, y antes de que un hechizo despejara la niebla, su aparición ya había sido anunciada. El rey habló, secundado por dama Liviana, y tras dirigirse a los presentes, se giró hacia la comitiva y les dio rienda suelta. Cicatriz y Caillech fueron de las primeras en lanzarse, cada una haciendo gala de su propio estilo de combate, y el hado, sin mediar palabra, no tardo en encaminarse a cumplir su propia tarea. Con la espada por delante, el chico se lanzó hacia la multitud, buscando algo en lo que hundir la hoja.
El primer engendro que le salió al paso apenas se podía mover, y el hado no tuvo problemas en decapitarle de un solo mandoble. Vac se entregó a su sangrienta tarea de forma implacable, llevando a la multitud un baile mortal de acero y magia. Tras partir por la mitad a una joven cuyos cuernos retorcidos se le habían clavado en la garganta y apenas le dejaban respirar, pasó a un nublino especialmente grotesco, cuyos músculos se habían desarrollado tanto que se apiñaban sobre sus huesos de forma caótica y retorcida. La criatura estaba en pleno ataque de furia homicida, y el griego apenas pudo protegerse del tremendo golpe que le lanzó por los aires. Vac se puso en pie, comprobando que sus alas no estaban dañadas, y envaino la espada, preparando un potente hechizo de petrificación que lanzo sobre la enorme mole. Una vez la criatura estuvo convertida en piedra, se acercó raudo y le aplico un hechizo de impacto a bocajarro. La telaraña de grietas que recorrió la superficie de la estatua se extendió hacia el interior, desintegrando la figura en un instante. Las manos del hado se llenaron de energía oscura y el chico comenzó a liberarla en forma de hechizos sombríos dirigidos a los rostros de los desdichados que tenía delante, cuyas cabezas reventaban de forma poco elegante.
Uno de los engendros, cegado por la agonía de su cuerpo deformado, consiguió colarse bajo su guardia y clavarle uno de sus cuernos en el brazo izquierdo, agrietando su piel y alcanzando su carne. El griego gruño por el dolor y, con la mano libre, desenvaino la espada, cortando el cuerno y separándose de su agresor. Alzó el vuelo y se mantuvo unos metros por encima de la carnicería, donde se arrancó el cuerno y se aplicó un hechizo de restauración sobre la herida del brazo, regenerando el músculo desgarrado y la piel agrietada. Volvió su atención a la refriega y preparó una potente bola de fuego oscuro que, tras unos instantes, dirigió hacia una zona de especial intensidad en cuestión de engendros. Una violenta explosión dejo un cráter humeante en la zona de impacto, repleto de miembros chamuscados y cadáveres retorcidos.
El chico empezaba a notar el consumo de energía, así que preparo el hechizo que le ayudaba a reunir las lágrimas de sufrimiento que había en varios metros a la redonda, y recogió una buena cantidad frente a él, dándoles la forma de un orbe liquido que giraba lentamente, emitiendo leves destellos. Vac bebió con sed, notando enseguida como su energía volvía a restaurarse. En ese momento, sus ojos se posaron en la catedral apagada y se dirigió hacia el tejado de la edificación con rapidez, deseoso de atrapar al nigromante responsable de aquella carnicería. El griego voló rápido, pero no se le paso por alto que Noel y Jack iban tras él.
Vac se posó en el tejado desnivelado de la construcción, donde se le unieron el draco y el vampiro, y se encaminó hacía Necir, que se había refugiado allí arriba.
-El rey te reclama, nigromante -dijo en tono sombrío-, a ti y a tu ayudante -aclaró echando un vistazo al palanquin que se encontraba algo separado de la refriega a los pies de la catedral-. Harías bien en acudir a su llamada por las buenas –concluyó, en un tono que mas bien parecía deseoso de que hiciera lo contrario.
El hado se había ataviado para la ocasión con ropajes oscuros, de color negro, con algunas notas de rojo escarlata. Llevaba una armadura ligera de color azabache que se amoldaba a su cuerpo, dejándole libertad de movimiento; la capucha de una capa negra ocultaba su rostro a cualquiera que no estuviera demasiado cerca, y el pomo de su espada asomaba tras su hombro. Cuando el nigromante coloco la ultima piedra en su lugar, los músculos de Vac se tensaron, esperando cualquier cosa, mientras sus ojos, oscurecidos y entrecerrados, observaban suspicaz la enorme construcción.
La reacción no se hizo esperar, y varios sucesos ocurrieron al mismo tiempo. Una casa se derrumbo entre el fango, y los pináculos de la catedral empezaron a brillar con fuerza, mientras un sonido similar al de una campana se extendía por el aire. El agua del foso empezó a agitarse, y por un momento el griego creyó que el nigromante había tenido éxito, pero todo se torció en un instante. El musgo de las paredes de la construcción, comenzó a desprenderse, el agua del lago empezó a soltar unas nubes de vapor de aspecto enfermizo, y el agua de las cascadas se torno fango. El cuerpo de Vac vibraba de forma similar a cuando la Luna Roja se alzaba en el cielo de Rocavarancolia, pero la sensación era totalmente distinta. En vez de la habitual embriagadez producida por la luz roja, las ondas que el hechizo de Varanubliagálgo desprendía le provocaban una sensación nauseabunda, como si algo corrupto y podrido tratara de influir en su ser. El chico se mantuvo firme, soportando aquella sensación con estoicismo, mientras sus ojos se oscurecían ante el terrible espectáculo que estaba presenciando. Aquellos nublinos poseedores de una esencia mínimamente fuera de lo normal, estaban sufriendo terribles mutaciones, mientras la catedral empezaba a vomitar sangre y trozos de cadáveres retorcidos. Los gritos de agonía casi eclipsaban el sonido de la catedral, y sin duda Noel lo notaba mas que nadie. El hado puso una mano en el hombro de su hermano, consciente del torbellino de sensaciones que debía estar experimentando, trasmitiéndole su apoyo con un suave apretón. La naturaleza del hado no era luminosa ni nada parecido, era una criatura de oscuridad, y sin duda disfrutaría encantado en una guerra, en medio de la matanza, pero el macabro espectáculo que se daba ante sus ojos solo le inspiraba asco.
El hechizo por fin terminó, y la catedral se apagó, vacía de toda magia, ese fue el momento que el rey escogió para hacer su aparición. Los gritos de los deformados empezaron a hilar alguna frase coherente, y antes de que un hechizo despejara la niebla, su aparición ya había sido anunciada. El rey habló, secundado por dama Liviana, y tras dirigirse a los presentes, se giró hacia la comitiva y les dio rienda suelta. Cicatriz y Caillech fueron de las primeras en lanzarse, cada una haciendo gala de su propio estilo de combate, y el hado, sin mediar palabra, no tardo en encaminarse a cumplir su propia tarea. Con la espada por delante, el chico se lanzó hacia la multitud, buscando algo en lo que hundir la hoja.
El primer engendro que le salió al paso apenas se podía mover, y el hado no tuvo problemas en decapitarle de un solo mandoble. Vac se entregó a su sangrienta tarea de forma implacable, llevando a la multitud un baile mortal de acero y magia. Tras partir por la mitad a una joven cuyos cuernos retorcidos se le habían clavado en la garganta y apenas le dejaban respirar, pasó a un nublino especialmente grotesco, cuyos músculos se habían desarrollado tanto que se apiñaban sobre sus huesos de forma caótica y retorcida. La criatura estaba en pleno ataque de furia homicida, y el griego apenas pudo protegerse del tremendo golpe que le lanzó por los aires. Vac se puso en pie, comprobando que sus alas no estaban dañadas, y envaino la espada, preparando un potente hechizo de petrificación que lanzo sobre la enorme mole. Una vez la criatura estuvo convertida en piedra, se acercó raudo y le aplico un hechizo de impacto a bocajarro. La telaraña de grietas que recorrió la superficie de la estatua se extendió hacia el interior, desintegrando la figura en un instante. Las manos del hado se llenaron de energía oscura y el chico comenzó a liberarla en forma de hechizos sombríos dirigidos a los rostros de los desdichados que tenía delante, cuyas cabezas reventaban de forma poco elegante.
Uno de los engendros, cegado por la agonía de su cuerpo deformado, consiguió colarse bajo su guardia y clavarle uno de sus cuernos en el brazo izquierdo, agrietando su piel y alcanzando su carne. El griego gruño por el dolor y, con la mano libre, desenvaino la espada, cortando el cuerno y separándose de su agresor. Alzó el vuelo y se mantuvo unos metros por encima de la carnicería, donde se arrancó el cuerno y se aplicó un hechizo de restauración sobre la herida del brazo, regenerando el músculo desgarrado y la piel agrietada. Volvió su atención a la refriega y preparó una potente bola de fuego oscuro que, tras unos instantes, dirigió hacia una zona de especial intensidad en cuestión de engendros. Una violenta explosión dejo un cráter humeante en la zona de impacto, repleto de miembros chamuscados y cadáveres retorcidos.
El chico empezaba a notar el consumo de energía, así que preparo el hechizo que le ayudaba a reunir las lágrimas de sufrimiento que había en varios metros a la redonda, y recogió una buena cantidad frente a él, dándoles la forma de un orbe liquido que giraba lentamente, emitiendo leves destellos. Vac bebió con sed, notando enseguida como su energía volvía a restaurarse. En ese momento, sus ojos se posaron en la catedral apagada y se dirigió hacia el tejado de la edificación con rapidez, deseoso de atrapar al nigromante responsable de aquella carnicería. El griego voló rápido, pero no se le paso por alto que Noel y Jack iban tras él.
Vac se posó en el tejado desnivelado de la construcción, donde se le unieron el draco y el vampiro, y se encaminó hacía Necir, que se había refugiado allí arriba.
-El rey te reclama, nigromante -dijo en tono sombrío-, a ti y a tu ayudante -aclaró echando un vistazo al palanquin que se encontraba algo separado de la refriega a los pies de la catedral-. Harías bien en acudir a su llamada por las buenas –concluyó, en un tono que mas bien parecía deseoso de que hiciera lo contrario.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Nubla
13/12/12, 04:02 am
Según nos acercábamos a Varanubliagálago podía notar el ambiente enrarecido, sensación incrementada por la palpable expectación de los reverentes nublinos congregados alrededor del burdo monumento. La sensación que me sobreviene cuando la aberrante construcción se activa se asemeja vagamente a aquella producida por la Luna Roja, pero de una forma tan distorsionada y retorcida que parece exclamar alarmantemente que algo va muy mal. La sensación pronto se convierte en hechos. Un silencio sepulcral precede a los primeros gritos. Pronto la ciudad se inunda de sangre, de horror, de caos... pero todo eso pasa a un segundo plano para mí paulatinamente según las voces que chillan de desesperación, dolor y terror aumentan en número y en volumen. La repulsión por lo que estoy viendo lucha contra el deleite y la sensación de plenitud debido a lo que oigo. Cuando nos enviaron el mensaje de parte del Consejo no me había gustado la idea. No me gustaba Nubla ni lo que estaba sucediendo en ella últimamente; pero a unos pocos, entre los que me contaba, nos habían obligado a asistir. Y por ello hasta el momento me había limitado a seguir al resto de la comitiva, caminando de forma automática y monótona junto a varios de mis amigos. Pero ahora era diferente. La monotonía se había roto por completo y contemplo la horrible escena como hipnotizado, mientras en mi cabeza continúa la grotesca batalla de sensaciones contradictorias. Una leve sonrisa pugna por asomar en mis labios al tiempo que la parte de mí que siente rechazo hacia la escena rezuma repulsión porque así sea. Noto como una mano se posa sobre mi hombro con un ligero apretón y levanto la mirada para encontrarme con el rostro de Vac, notando en su gesto el apoyo que me transmite. Trato de transmitir a mi vez agradecimiento sin decir una sola palabra pero mi expresión probablemente transmita más desorientación e inseguridad que otra cosa.
Cuando el rey y otros miembros del consejo hablan trato de prestar atención a sus palabras, cosa que logro sólo a medias. Pero las órdenes del rey no dan lugar a malinterpretación. No pudiendo soportar más la presión me lanzo sin pensar hacia el lugar donde están congregados los desgraciados nublinos maldecidos por la creación del nigromante. Si antes ya podía escuchar los gritos con claridad, ahora me siento desbordado por su cercanía. Saco mi hacha y descargo con un golpe contra un nublino agonizante que apenas se puede mover debido a las deformidades que presenta su cuerpo. Me giro justo a tiempo para esquivar parcialmente un desenfrenado ataque de otro engendro descontrolado al que parecen haberle salido una especie de cuchillas afiladas en los brazos. Un lacerante dolor en un costado me indica que pudo alcanzarme a pesar de todo y me encorvo ligeramente. Pero no tengo tiempo de reaccionar cuando veo que el mismo nublino vuelve a la carga. Cuando ya está peligrosamente cerca de mí interpongo mi cola entre ambos y lanzo una ráfaga de plumas con ella en dirección ascendente. Varias de ellas impactan contra su torso y rostro ralentizando su avance y haciendo que agache la cabeza, momento que aprovecho para dejar caer el hacha limpiamente sobre su cuello. El cuerpo ya inerte cae sobre mis pies y lo aparto de una patada mientras vuelvo a centrar mi atención en la herida. Comienzo a conjurar un hechizo de curación pero, antes de poder terminar, veo que había sido rodeado por varios deformados, quienes cada vez estrechaban más un cerco a mi alrededor. Lanzo un sortilegio de aturdimiento que alcanza a varios de ellos y comienzan a moverse erráticamente. Aprovecho el espacio que se forma para alzar el vuelo. Desde pocos metros por encima utilizo las plumas de las alas para lanzarlas en varias direcciones contra el grupo de nublinos. Puedo notar como la magia entra en mí con mayor intensidad, pues ahora algunos de los incontables gritos que se propagaban por el aire habían sido provocados por mí. Bajo a tierra de nuevo, mientras lucho contra la tentación de prolongar su tortura en lugar de llevarla a su conclusión. Con un grito de rabia comienzo a asestarles golpes mortales a los desgraciados más cercanos.
Me estaba volviendo completamente loco de librar dos batallas. La mental era casi más encarnizada que la visible y poco a poco la razón parecía querer ceder ante el instinto. Necesitaba alejarme de allí. Es entonces cuando veo a mi hermano alzando el vuelo, dirigiéndose hacia la cima del monumento. El objetivo de Vac estaba claro y su acción me impulsa a seguir sus pasos sin necesidad de meditarlo. Con la respiración entrecortada lanzo de nuevo el hechizo de curación, pudiendo completarlo esta vez mientras asciendo. Aterrizo cerca de Vac y noto como alguien más también lo hace. No me había dado cuenta de la presencia de Jack hasta ese instante. Los tres nos acercamos al mago y escucho las palabras de Vac en silencio con expresión sombría mientras observo el rostro del nigromante, el culpable de aquella carnicería desgarradora que se había formado al pie del monumento en tan sólo unos instantes, tratando de permanecer alerta.
Cuando el rey y otros miembros del consejo hablan trato de prestar atención a sus palabras, cosa que logro sólo a medias. Pero las órdenes del rey no dan lugar a malinterpretación. No pudiendo soportar más la presión me lanzo sin pensar hacia el lugar donde están congregados los desgraciados nublinos maldecidos por la creación del nigromante. Si antes ya podía escuchar los gritos con claridad, ahora me siento desbordado por su cercanía. Saco mi hacha y descargo con un golpe contra un nublino agonizante que apenas se puede mover debido a las deformidades que presenta su cuerpo. Me giro justo a tiempo para esquivar parcialmente un desenfrenado ataque de otro engendro descontrolado al que parecen haberle salido una especie de cuchillas afiladas en los brazos. Un lacerante dolor en un costado me indica que pudo alcanzarme a pesar de todo y me encorvo ligeramente. Pero no tengo tiempo de reaccionar cuando veo que el mismo nublino vuelve a la carga. Cuando ya está peligrosamente cerca de mí interpongo mi cola entre ambos y lanzo una ráfaga de plumas con ella en dirección ascendente. Varias de ellas impactan contra su torso y rostro ralentizando su avance y haciendo que agache la cabeza, momento que aprovecho para dejar caer el hacha limpiamente sobre su cuello. El cuerpo ya inerte cae sobre mis pies y lo aparto de una patada mientras vuelvo a centrar mi atención en la herida. Comienzo a conjurar un hechizo de curación pero, antes de poder terminar, veo que había sido rodeado por varios deformados, quienes cada vez estrechaban más un cerco a mi alrededor. Lanzo un sortilegio de aturdimiento que alcanza a varios de ellos y comienzan a moverse erráticamente. Aprovecho el espacio que se forma para alzar el vuelo. Desde pocos metros por encima utilizo las plumas de las alas para lanzarlas en varias direcciones contra el grupo de nublinos. Puedo notar como la magia entra en mí con mayor intensidad, pues ahora algunos de los incontables gritos que se propagaban por el aire habían sido provocados por mí. Bajo a tierra de nuevo, mientras lucho contra la tentación de prolongar su tortura en lugar de llevarla a su conclusión. Con un grito de rabia comienzo a asestarles golpes mortales a los desgraciados más cercanos.
Me estaba volviendo completamente loco de librar dos batallas. La mental era casi más encarnizada que la visible y poco a poco la razón parecía querer ceder ante el instinto. Necesitaba alejarme de allí. Es entonces cuando veo a mi hermano alzando el vuelo, dirigiéndose hacia la cima del monumento. El objetivo de Vac estaba claro y su acción me impulsa a seguir sus pasos sin necesidad de meditarlo. Con la respiración entrecortada lanzo de nuevo el hechizo de curación, pudiendo completarlo esta vez mientras asciendo. Aterrizo cerca de Vac y noto como alguien más también lo hace. No me había dado cuenta de la presencia de Jack hasta ese instante. Los tres nos acercamos al mago y escucho las palabras de Vac en silencio con expresión sombría mientras observo el rostro del nigromante, el culpable de aquella carnicería desgarradora que se había formado al pie del monumento en tan sólo unos instantes, tratando de permanecer alerta.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Nubla
13/12/12, 01:17 pm
Toima
Un cabizbajo Toima siguio arrastrando los pies a la comitiva del rey. Su mente, normalmente en blanco, se hallaba surcada de distintos pensamientos y la idea de obedecer de nuevo ordenes no le agradaba especialmente. No habia huido de un régimen para meterse a otro. Gruñendo ante cada orden o palabra que se dirigia hacia él observó la marabunta de nublinos congregados en aquel lugar ante aquel edificio. Casi aquello parecia un ejercito. Un ejercito de civiles. Se crujio el cuello y descolgó la pesada ballesta armada la apoyó en el suelo, volcando su peso en ella. Aunque se habian curado sus heridas con magia ya hace dias, preferira no abusar de cargar su clavicula más de lo necesario. El rey soltó unas palabras y algunos más abrieron la boca. Toima soltó un breve gruñido cuando fueron despachados con una orden: Encontrar al nigromante y su asistente y traerlos ante el rey. Esas eran las ordenes habia que obedecerlas o un tribunal de guerra seria lo peor que podria pasarles.
La masacre. Son sangre, gritos de dolor y muerte. Eso Toima lo sabia bien, habia participado en tantas y habia sido victima de tantas tambien, que todo lo que extendia su amplio campo visual, no era nada nuevo. Bueno, si se descontaba que algunos de los heridos se levantaban tambaleando y desorientados se abalanzaban fruto de los instintos que estas deformidades les habian brindado. La hachuela de Toima se hundio hasa la columna del primero que intentó tocarle. No habia venido aqui a matar nublinos agonizantes, no.
Una nublina cuya mente, cegada por los cambios la habia transformado en un ser de mandibula desencajada y piernas retorcidas se abalanzó contra el ulterano, ansiando carne. El ulterano la agarró del rostro sin mucho esfuerzo y la empotró contra el suelo para después dar buena cuenta de su craneo con sus botas de acero. Suspiró mientras lanzaba un cuchillo hacia el entrecejo hacia un nublino enrabietado que se retorcia en el suelo, intentando morder sus talones. Aquello no era ni una batalla. Animales, eso era lo que eran. Animales aturdidos atacando a todo lo que veian. Pero que se podia esperar en esta situacion, era algo que a Toima no se le ocurria. Pensó brevemente en Tania y en sus amigos, como estarian reaccionando todos ante todo lo que estaba pasando. Más preocupado por Noel, se giró para verle en el aire, junto a Jack, siguiendo a Vacuum hasta el tejado de aquel enorme edificio. Sus ojos hilaron una trayectoria y un lugar desde el cual apostarse. Trepó por una fachada, la más alta que encontró y pudo posicionar su ballesta en un lugar adecuado para un tiro limpio. Concentrado en mirar por la mirilla, se aseguró que si el nigromante hacia algo raro, un virote le atravesaria la garganta, silenciandole pero no matandole. El pulso no le fallaba. Tampoco la respiración. Su concentración era máxima hasta que un pequeño llanto sonó a su espalda.
Un niño pequeño, o al menos lo que quedaba de él se arrastraba lastimosamente con un brazo. Todo la parte inferior de su cuerpo, y gran parte de su torso, junto con su brazo izquierdo, se habia transformado en una masa de carne fibrosa, como tentáculos que yacian muertos y se arrastraban con el cuerpo. El niño suplicaba por ayuda, pero Toima ni se inmutó, no podia perder a su objetivo de vista. Para cuando el niño llegó a donde estaba Toima, este pudo apreciar el rastro de sangre que habia estado dejando detrás de si. Con aquello, sabia que la vida del pequeño estaba sentenciada. Un gran sonido a su espalda, de un gran peso escalando, junto con quejidos y jadeos fue lo siguiente que se oyó.
-Cailech...-murmuró en voz baja, levantandose y dejando de apuntar al objetivo. Sus ojos trazaron una linea hacia donde estaba mirando y pudo ver que su objetivo era claramente el infante.-Pierdete. Esta no es tu comida.-la trasgo vaciló unos instantes antes de darse por vencida y encontrar una presa más facil. El niño soltaba incoherencias, delirante del dolor. Toima se arrancó parte de los vendajes y vendó los ojos al niño. Con un chasquido, la ballesta acabó con el sufrimiento del infante y el ulterano volvio a su objetivo.
Un cabizbajo Toima siguio arrastrando los pies a la comitiva del rey. Su mente, normalmente en blanco, se hallaba surcada de distintos pensamientos y la idea de obedecer de nuevo ordenes no le agradaba especialmente. No habia huido de un régimen para meterse a otro. Gruñendo ante cada orden o palabra que se dirigia hacia él observó la marabunta de nublinos congregados en aquel lugar ante aquel edificio. Casi aquello parecia un ejercito. Un ejercito de civiles. Se crujio el cuello y descolgó la pesada ballesta armada la apoyó en el suelo, volcando su peso en ella. Aunque se habian curado sus heridas con magia ya hace dias, preferira no abusar de cargar su clavicula más de lo necesario. El rey soltó unas palabras y algunos más abrieron la boca. Toima soltó un breve gruñido cuando fueron despachados con una orden: Encontrar al nigromante y su asistente y traerlos ante el rey. Esas eran las ordenes habia que obedecerlas o un tribunal de guerra seria lo peor que podria pasarles.
La masacre. Son sangre, gritos de dolor y muerte. Eso Toima lo sabia bien, habia participado en tantas y habia sido victima de tantas tambien, que todo lo que extendia su amplio campo visual, no era nada nuevo. Bueno, si se descontaba que algunos de los heridos se levantaban tambaleando y desorientados se abalanzaban fruto de los instintos que estas deformidades les habian brindado. La hachuela de Toima se hundio hasa la columna del primero que intentó tocarle. No habia venido aqui a matar nublinos agonizantes, no.
Una nublina cuya mente, cegada por los cambios la habia transformado en un ser de mandibula desencajada y piernas retorcidas se abalanzó contra el ulterano, ansiando carne. El ulterano la agarró del rostro sin mucho esfuerzo y la empotró contra el suelo para después dar buena cuenta de su craneo con sus botas de acero. Suspiró mientras lanzaba un cuchillo hacia el entrecejo hacia un nublino enrabietado que se retorcia en el suelo, intentando morder sus talones. Aquello no era ni una batalla. Animales, eso era lo que eran. Animales aturdidos atacando a todo lo que veian. Pero que se podia esperar en esta situacion, era algo que a Toima no se le ocurria. Pensó brevemente en Tania y en sus amigos, como estarian reaccionando todos ante todo lo que estaba pasando. Más preocupado por Noel, se giró para verle en el aire, junto a Jack, siguiendo a Vacuum hasta el tejado de aquel enorme edificio. Sus ojos hilaron una trayectoria y un lugar desde el cual apostarse. Trepó por una fachada, la más alta que encontró y pudo posicionar su ballesta en un lugar adecuado para un tiro limpio. Concentrado en mirar por la mirilla, se aseguró que si el nigromante hacia algo raro, un virote le atravesaria la garganta, silenciandole pero no matandole. El pulso no le fallaba. Tampoco la respiración. Su concentración era máxima hasta que un pequeño llanto sonó a su espalda.
Un niño pequeño, o al menos lo que quedaba de él se arrastraba lastimosamente con un brazo. Todo la parte inferior de su cuerpo, y gran parte de su torso, junto con su brazo izquierdo, se habia transformado en una masa de carne fibrosa, como tentáculos que yacian muertos y se arrastraban con el cuerpo. El niño suplicaba por ayuda, pero Toima ni se inmutó, no podia perder a su objetivo de vista. Para cuando el niño llegó a donde estaba Toima, este pudo apreciar el rastro de sangre que habia estado dejando detrás de si. Con aquello, sabia que la vida del pequeño estaba sentenciada. Un gran sonido a su espalda, de un gran peso escalando, junto con quejidos y jadeos fue lo siguiente que se oyó.
-Cailech...-murmuró en voz baja, levantandose y dejando de apuntar al objetivo. Sus ojos trazaron una linea hacia donde estaba mirando y pudo ver que su objetivo era claramente el infante.-Pierdete. Esta no es tu comida.-la trasgo vaciló unos instantes antes de darse por vencida y encontrar una presa más facil. El niño soltaba incoherencias, delirante del dolor. Toima se arrancó parte de los vendajes y vendó los ojos al niño. Con un chasquido, la ballesta acabó con el sufrimiento del infante y el ulterano volvio a su objetivo.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Nubla
13/12/12, 02:32 pm
El aviso no dio buena espina a nadie, pero no había forma de eludir aquella responsabilidad. Sabíamos lo que se cocía en Nubla, pero no había vuelto a pensar demasiado en ello desde nuestra incursión. De alguna manera siempre he esperado que Varanubliagálago fuera solo un error, que no funcionase en absoluto. Tampoco entiendo por qué no se ha impedido su existencia antes. Ahora que estamos todos en la misma comitiva por fin puedo ver al rey más de cerca que en el primer discurso que nos dio, y desde la quimera en la que me escondo le lanzo miradas que tratan de analizarlo. Sin embargo cuando toda la ceremonia empieza no hay tiempo de desviar la mirada. La multitud expectante espera un milagro con ansias. Esperan que esa copia de Rocavaragálago funcione. Lo que no tengo tan claro es cuál es nuestra función aquí.
Después de la espera por fin todo empieza. No puedo apartar los ojos de lo que va sucediendo, el brillo, el sonido, el vapor vibrante. La atmósfera no puede ser más extraña, empieza a no gustarme un pelo. Una casa se derrumba, el agua se vuelve barro. ¿Qué está pasando? Gritos, y más gritos y más agudos, sangre y pedazos de carne, horror y deformidades. Me empiezo a sentir mareado, necesito salir de la quimera porque me agobia, y al mismo tiempo me siento más protegido de lo que está sucediendo dentro de ella. Me agacho poco a poco, sentándome sobre las patas traseras y acabo apoyando las delanteras en el suelo, para terminar mirando el fango bajo mis garras. Mientras, trato de ignorar lo que es imposible dejar de sentir.
Poco a poco todo va pasando, salvo los gemidos de agonía. Somos vistos por fin y el rey habla, dama Liviana también. Apenas escucho las órdenes finales del rey. ¿Terminar o prologar su agonía? Él podría haberla evitado, sin más. Las zarpas se me hunden en el barro, araño la tierra, y escucho a las primeras víctimas caer a manos de nuestra comitiva. ¿Qué debería hacer? Alzo la cabeza, mi expresión es fiera, aún no sé muy bien debido a qué. Los siguientes en lanzarse son Vac y Noel. ¿Qué hago? ¿Los sigo? Si me quedo aquí, ¿qué se pensará de mí? Joder, incluso tengo que pensar en algo así en este momento. Cómo podría… cómo… Estos nublinos no han hecho nada. Aunque no quisiera pensar en ello, todavía estaba reciente lo de apenas dos semanas atrás. Sin el empuje del odio no soy capaz de hacer daño a nadie, incluso en esas circunstancias he aprendido a pensármelo mejor.
Echo a correr a cuatro patas hacia la multitud, pero lo que hago es alejarme de donde están la mayoría de mis compañeros y me adentro en la multitud. Ante mis ojos van pasando toda clase de aberraciones. Mutaciones anómalas, como cánceres, sangre, miembros mutilados, deformados. Cuando no puedo más freno en seco y suelto un rugido dirigiéndome al primer nublino deforme que veo, una chica. En su nuca han crecido dos bultos palpitantes que llegan a la base de su cerebro y parece estar delirando. Alzo la garra sobre ella, con expresión fiera, y a sabiendas de que si estuviera en mi propio cuerpo tendría los ojos empañados de lágrimas. Los segundos pasan y la garra no cae, en cambio la chica exhala una última vez y se queda rígida. Con frustración cierro el puño y lo descargo sobre su cabeza inerte, donde se hunde haciendo fluir la sangre hasta el barro. Descargo el puño dos, tres veces más, rugiendo de ira y dolor.
Cuando miro atrás veo que los demás ya están prácticamente a mi lado, así que hundo el puño en el lodo para limpiar la sangre y tomo una decisión. Si esto es solo un saqueo, para mí también lo será. El primer cadáver que poseo es el de la chica, y después de ese voy saltando a todos los que descubro que van dejando mis compañeros. De uno a otro, sin mirar a quién, recolectando magia, pues para eso es para lo único que ha servido esa memez de permitir la existencia de Varanubliagálago. Y a pesar de haber sido obligado a venir no he sido ni capaz de matar a inocentes. Inocentes, pero gente que lo necesitaba. He hecho otras cosas horribles antes, todos somos capaces de hacerlas… pero hoy, aquí y ahora me he visto superado.
Después de la espera por fin todo empieza. No puedo apartar los ojos de lo que va sucediendo, el brillo, el sonido, el vapor vibrante. La atmósfera no puede ser más extraña, empieza a no gustarme un pelo. Una casa se derrumba, el agua se vuelve barro. ¿Qué está pasando? Gritos, y más gritos y más agudos, sangre y pedazos de carne, horror y deformidades. Me empiezo a sentir mareado, necesito salir de la quimera porque me agobia, y al mismo tiempo me siento más protegido de lo que está sucediendo dentro de ella. Me agacho poco a poco, sentándome sobre las patas traseras y acabo apoyando las delanteras en el suelo, para terminar mirando el fango bajo mis garras. Mientras, trato de ignorar lo que es imposible dejar de sentir.
Poco a poco todo va pasando, salvo los gemidos de agonía. Somos vistos por fin y el rey habla, dama Liviana también. Apenas escucho las órdenes finales del rey. ¿Terminar o prologar su agonía? Él podría haberla evitado, sin más. Las zarpas se me hunden en el barro, araño la tierra, y escucho a las primeras víctimas caer a manos de nuestra comitiva. ¿Qué debería hacer? Alzo la cabeza, mi expresión es fiera, aún no sé muy bien debido a qué. Los siguientes en lanzarse son Vac y Noel. ¿Qué hago? ¿Los sigo? Si me quedo aquí, ¿qué se pensará de mí? Joder, incluso tengo que pensar en algo así en este momento. Cómo podría… cómo… Estos nublinos no han hecho nada. Aunque no quisiera pensar en ello, todavía estaba reciente lo de apenas dos semanas atrás. Sin el empuje del odio no soy capaz de hacer daño a nadie, incluso en esas circunstancias he aprendido a pensármelo mejor.
Echo a correr a cuatro patas hacia la multitud, pero lo que hago es alejarme de donde están la mayoría de mis compañeros y me adentro en la multitud. Ante mis ojos van pasando toda clase de aberraciones. Mutaciones anómalas, como cánceres, sangre, miembros mutilados, deformados. Cuando no puedo más freno en seco y suelto un rugido dirigiéndome al primer nublino deforme que veo, una chica. En su nuca han crecido dos bultos palpitantes que llegan a la base de su cerebro y parece estar delirando. Alzo la garra sobre ella, con expresión fiera, y a sabiendas de que si estuviera en mi propio cuerpo tendría los ojos empañados de lágrimas. Los segundos pasan y la garra no cae, en cambio la chica exhala una última vez y se queda rígida. Con frustración cierro el puño y lo descargo sobre su cabeza inerte, donde se hunde haciendo fluir la sangre hasta el barro. Descargo el puño dos, tres veces más, rugiendo de ira y dolor.
Cuando miro atrás veo que los demás ya están prácticamente a mi lado, así que hundo el puño en el lodo para limpiar la sangre y tomo una decisión. Si esto es solo un saqueo, para mí también lo será. El primer cadáver que poseo es el de la chica, y después de ese voy saltando a todos los que descubro que van dejando mis compañeros. De uno a otro, sin mirar a quién, recolectando magia, pues para eso es para lo único que ha servido esa memez de permitir la existencia de Varanubliagálago. Y a pesar de haber sido obligado a venir no he sido ni capaz de matar a inocentes. Inocentes, pero gente que lo necesitaba. He hecho otras cosas horribles antes, todos somos capaces de hacerlas… pero hoy, aquí y ahora me he visto superado.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Nubla
13/12/12, 02:53 pm
Cuando nos dieron el mensaje de la visita a Nubla, froté las manos y asentí sonriendo, pensando en todo lo que podía pasar al poner en marcha la copia maldita. Hacía tiempo que quería ver ese momento. Imagina a los nublinos expectantes, poniendo todos sus deseos en la construcción y, de pronto, el caos. Caos porque estaba claro que no lo lograrían: no se puede construir una Rocavaragálago y creer que funcionará como la nuestra como si nada. Pero siempre hay dudas, dudas que alimentaban la curiosidad.
Pero la reunión y el ambiente auguraban algo más que sólo mirar, así que cambié el habitual atuendo. Para cuando estalló el caos frente a la ruina de catedral, con las aberraciones gritando de hambre y agonía, chasqueé la lengua y sonreí ante las palabras del Rey y Dama Liviana. Una millonésima parte de mí pensó en los nublinos a nuestro cargo en casa pero fue en vano. <<Además, ningún nublino podrá vivir con normalidad con tanto aberrante suelto, ¿a que no? Alguien tendrá que limpiar el estropicio. ¿Y quién dijo que limpiar fuese aburrido?>> Ajusto las correas de la armadura que llevo bajo la capa, así como la de los guanteletes y dibujo las runas en las hojas que nacen de estos, a un solo lado de cada. El olor de la sangre me hace ir más rápido y pronto estoy listo para poner en letal práctica un estilo de lucha más cercano.
Algunas de las criaturas se nos acercan voluntariamente, dispuestas a matarnos o quizá para que acabemos con su sufrimiento. Por el rabillo del ojo veo a los demás despachando a los engendros mientras se abren paso hacia Necir. Que comience la función. Sangre por todas partes, criaturas clamando nuestras y sus muertes. ¿Qué más puedo pedir? <<Vale, ojalá fuesen aguerridos guerreros y hubiese algún mago enemigo, peeero es lo que hay. ¡A cenar!>>
De una zancada desaparezco y me planto frente a un nublino que viene arrastrando los brazos, alargados desastrosamente y plagados de burbujeantes heridas por las que aún salen frustradas púas. El encontronazo le hace recular y con un rápido movimiento diagonal de los brazos, cerceno los suyos y su deformada cabeza. La sangre no brota sino que pasa a las runas de los guanteletes y de estas a mis manos, a mí. Dolor, dolor por el interior de los guanteletes. Dolor que me hace buscar una nueva víctima y destrozarle con un rápido giro del cuerpo. Y otra. Y otra a la que decapito tras abrirme paso a través del anterior nublino, hinchado hasta superarme en altura. Toda mi ropa vuelve a ser negra mientras las runas absorben la sangre y la llevan a mis manos. Mis pies chapotean en el caos de vísceras y sangre así que decido soltar uno de los nudos de la túnica. Al momento, los bajos de esta llegan hasta el suelo, donde se arrastran iluminando las runas. Hay varios canales: de cintura para arriba y por delante, las runas conectan con los guanteletes; las de cintura para abajo y la espalda conectan con el amuleto de Outhal. A cada gota de sangre tomada, más furia guerrera y más letal me vuelvo, más rápido. Pero sin perder el control ni de vista al objetivo real.
Pronto llego al pie del monumento y, tras deshacerme de varios que se precipitaron contra mí, asciendo convertido en humo hasta llegar a Vac y Noel. Cierto que perdí de vista a los demás, pero el conflicto no requería trabajo en equipo. Hasta ahora, quizá. Permanezco en el borde del suelo, manteniendo el equilibrio y mirando a Vac y al nigromante, a este último con asco. <<Trabajo en equipo, o ¿trabajo fraternal? Je. Todo suyo, sólo intervendré si hace falta>> Y por si acaso, activo las runas que tanto me recuerdan a Norou, las que repelerán hechizos ofensivos, desperdigadas por la ropa y armas.
Pero la reunión y el ambiente auguraban algo más que sólo mirar, así que cambié el habitual atuendo. Para cuando estalló el caos frente a la ruina de catedral, con las aberraciones gritando de hambre y agonía, chasqueé la lengua y sonreí ante las palabras del Rey y Dama Liviana. Una millonésima parte de mí pensó en los nublinos a nuestro cargo en casa pero fue en vano. <<Además, ningún nublino podrá vivir con normalidad con tanto aberrante suelto, ¿a que no? Alguien tendrá que limpiar el estropicio. ¿Y quién dijo que limpiar fuese aburrido?>> Ajusto las correas de la armadura que llevo bajo la capa, así como la de los guanteletes y dibujo las runas en las hojas que nacen de estos, a un solo lado de cada. El olor de la sangre me hace ir más rápido y pronto estoy listo para poner en letal práctica un estilo de lucha más cercano.
Algunas de las criaturas se nos acercan voluntariamente, dispuestas a matarnos o quizá para que acabemos con su sufrimiento. Por el rabillo del ojo veo a los demás despachando a los engendros mientras se abren paso hacia Necir. Que comience la función. Sangre por todas partes, criaturas clamando nuestras y sus muertes. ¿Qué más puedo pedir? <<Vale, ojalá fuesen aguerridos guerreros y hubiese algún mago enemigo, peeero es lo que hay. ¡A cenar!>>
De una zancada desaparezco y me planto frente a un nublino que viene arrastrando los brazos, alargados desastrosamente y plagados de burbujeantes heridas por las que aún salen frustradas púas. El encontronazo le hace recular y con un rápido movimiento diagonal de los brazos, cerceno los suyos y su deformada cabeza. La sangre no brota sino que pasa a las runas de los guanteletes y de estas a mis manos, a mí. Dolor, dolor por el interior de los guanteletes. Dolor que me hace buscar una nueva víctima y destrozarle con un rápido giro del cuerpo. Y otra. Y otra a la que decapito tras abrirme paso a través del anterior nublino, hinchado hasta superarme en altura. Toda mi ropa vuelve a ser negra mientras las runas absorben la sangre y la llevan a mis manos. Mis pies chapotean en el caos de vísceras y sangre así que decido soltar uno de los nudos de la túnica. Al momento, los bajos de esta llegan hasta el suelo, donde se arrastran iluminando las runas. Hay varios canales: de cintura para arriba y por delante, las runas conectan con los guanteletes; las de cintura para abajo y la espalda conectan con el amuleto de Outhal. A cada gota de sangre tomada, más furia guerrera y más letal me vuelvo, más rápido. Pero sin perder el control ni de vista al objetivo real.
Pronto llego al pie del monumento y, tras deshacerme de varios que se precipitaron contra mí, asciendo convertido en humo hasta llegar a Vac y Noel. Cierto que perdí de vista a los demás, pero el conflicto no requería trabajo en equipo. Hasta ahora, quizá. Permanezco en el borde del suelo, manteniendo el equilibrio y mirando a Vac y al nigromante, a este último con asco. <<Trabajo en equipo, o ¿trabajo fraternal? Je. Todo suyo, sólo intervendré si hace falta>> Y por si acaso, activo las runas que tanto me recuerdan a Norou, las que repelerán hechizos ofensivos, desperdigadas por la ropa y armas.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Administración
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Nubla
13/12/12, 06:17 pm
Necir no se esperaba aquello.
Para empezar, los cambios físicos deberían haber engañado a los nublinos. Algunos con garras, otros con alas y algunos otros cuyas magias se despertaran. Tan sólo eso hubiera bastado. Y si no salía bien, siempre podría huir tranquilamente entre todo el caos a las montañas con la esperanza de que los deformados mataran a Brinael o de que le diera un infarto o algo así. Al fin y al cabo, la esclava había envejecido.
Pero lo de los rocavarancoleses era una sorpresa. Se suponía que los habían vencido completamente. Que todos los mundos vinculados habían quedado separados. ¿De dónde se habrían sacado a todo aquel ejército?
"Las corrientes ungidas, seguro" Dedujo. "Con tan sólo un náufrago con buena esencia bastaría para poner Rocavaragálago en marcha"
Rocavaragálago. Se retorció al recordar el edificio. Cómo lo odiaba y a la vez lo amaba, pues él mismo había aprendido a apreciar su magistral elaboración. Ni en arquitectura lo había podido imitar del todo bien.
Así que en cierto modo agradeció que lo fueran a tomar como prisionero. Tal vez le dejaran explicarse y todo. Bajó la cabeza y colocó las manos en su espalda, en señal de que no haría ningún hechizo.
A unos cuantos metros de ahí, en el borde del lodazal, el palanquín de Brinael había caído al suelo, al ser soltado por los nublinos que lo portaban. La esclava observaba el edificio con los ojos muy abiertos. Se había hundido bastante poco en el suelo comparado con el resto, pero las salpicaduras de barro de las que se había empezado a cubrir no contribuían precisamente a su belleza. El caos de los deformados había respetado la integridad de la mujer nublina. Ella estaba paralizada: su mirada alternaba entre la multitud, el rey y la bruja que lo acompañaba. Estos dos últimos se mantenían al margen. Estaban demasiado lejos como para reconocer sus expresiones, pero Brinael hubiera dicho que se les veía satisfechos.
Para empezar, los cambios físicos deberían haber engañado a los nublinos. Algunos con garras, otros con alas y algunos otros cuyas magias se despertaran. Tan sólo eso hubiera bastado. Y si no salía bien, siempre podría huir tranquilamente entre todo el caos a las montañas con la esperanza de que los deformados mataran a Brinael o de que le diera un infarto o algo así. Al fin y al cabo, la esclava había envejecido.
Pero lo de los rocavarancoleses era una sorpresa. Se suponía que los habían vencido completamente. Que todos los mundos vinculados habían quedado separados. ¿De dónde se habrían sacado a todo aquel ejército?
"Las corrientes ungidas, seguro" Dedujo. "Con tan sólo un náufrago con buena esencia bastaría para poner Rocavaragálago en marcha"
Rocavaragálago. Se retorció al recordar el edificio. Cómo lo odiaba y a la vez lo amaba, pues él mismo había aprendido a apreciar su magistral elaboración. Ni en arquitectura lo había podido imitar del todo bien.
Así que en cierto modo agradeció que lo fueran a tomar como prisionero. Tal vez le dejaran explicarse y todo. Bajó la cabeza y colocó las manos en su espalda, en señal de que no haría ningún hechizo.
A unos cuantos metros de ahí, en el borde del lodazal, el palanquín de Brinael había caído al suelo, al ser soltado por los nublinos que lo portaban. La esclava observaba el edificio con los ojos muy abiertos. Se había hundido bastante poco en el suelo comparado con el resto, pero las salpicaduras de barro de las que se había empezado a cubrir no contribuían precisamente a su belleza. El caos de los deformados había respetado la integridad de la mujer nublina. Ella estaba paralizada: su mirada alternaba entre la multitud, el rey y la bruja que lo acompañaba. Estos dos últimos se mantenían al margen. Estaban demasiado lejos como para reconocer sus expresiones, pero Brinael hubiera dicho que se les veía satisfechos.
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manual
Personajes :
· Adara: Humana ángel negro.
· Heraldo Rocuo: Ochrorio ominario.
· Kradko: Clinger lepäni.
Armas : · Adara: ballesta, tonfas, espada larga y lanza naginata.
· Kradko: bastón.
Re: Nubla
14/12/12, 12:15 am
Nubla. La ceremonia de una catedral cuyo nombre es casi irrecordable, burda imitación de Rocavaragálago, parece haber sido un completo fracaso. ¿Qué hacemos aquí? Supuestamente, controlar a los nublinos; realmente, esto no es del todo así. Todo esto se hubiera podido evitar, mostrarnos tal cual y someterlos… pero o bien el rey es un dramas –poco probable, creo–, o bien creía que podía sacarle partido en caso de que saliera el experimento mágico. No me importa.
El rey ordena la masacre. Muchos no se sentirán contentos con estas órdenes, algunos pensarán que es una estupidez, que se podría haber evitado y no querrán… No me importa.
—Bueno, ya que nos toca tirar la basura, al menos saquemos algo de ello. –No sirve de nada negar mi propio interés por segar vidas.
Procedo a estirar las piernas mientras contemplo cómo se adelantan los demás. A continuación, tomo un camino distanciado del resto y me hundo de una patada en una maraña de carnes rojas, deformadas, putrefactas, ennegrecidas, imposibles… No niego estar pasándome lo bien, la magia me rodea y es para mí, cada cadáver es como un cerdito roto. Se libera una sonrisa y aumento la intensidad del ataque.
He recibido un golpe en el costado, el primero que se resiste a mi masacre es un loco saco de carne de mi altura con aspecto joven… o debía tener tal. Lo agarro por el cuello y lo alzo, se debate con feroces puños hacia un brazo que no siente nada, un cuerpo que no logra alcanzar. El chico se rompe entre mis dedos y su poder se añade al de los demás. Me acerco a otro, uno lleno de cuernos que salen de las piernas y le inmovilizan los brazos, pero ello no le impide devorar el cadáver de otro malformado. ¿Cadáver? No, sigue vivo. ¿Sigue vivo? Mis alas, más rojas que nunca, responden que ninguno de los dos podrá moverse más.
Sigo adelante con mi matanza particular, atrapando a los que huyen y despachando con rapidez y eficacia a los que me desafían. Una locura.
Tampoco puedo evitar que mane mi propia sangre. Dos engendros –que, parece, conservan un mínimo de raciocinio–, me asaltan juntos mientras estoy ocupada con otro par de moribundos. Ya los veía venir, pero confían en que el número les salvará… ilusos. No espero a que lleguen, me lanzo a la carrera… y entonces es cuando resulto herida. ¡El asta de un caído! Un monstruo descomunal que no esperó ni a que llegara para fallecer, del que sobresale una multitud de cuernos serrados de más de metro de longitud. Un resbalón con la sangre y de poco no me ensarto, aunque a cambio me ha dejado un doloroso tajo justo bajo la mandíbula. Agarro el cuerno, medio desprendido de la carne, y lo descargo contra el primero de los atacantes, que muere al instante con la clavícula hundida, seguramente, hasta el corazón. El segundo, que tarda más en llegar, intenta golpearme en la cabeza, pero me agacho ágilmente y descargo una patada en toda su espinilla –o lo que sea que haya ahí ahora–. Remato al monstruo en el suelo.
Un poco más tranquila, me fijo en un pequeño endriago. A pesar del aspecto arrugado de sus facciones aún muy humanas y no pasar del metro y medio de altura, corre y salta por encima de los restos de sus compañeros como lo haría un atleta medallista. Se dirige hacia un palanquín caído en el barro, donde hay cuatro engendros peleando entre ellos y… ¿una no transformada? ¡Podría ser la esclava!
Me dirijo hacia los seres, pero llego justo cuando el monstruo ha acabado con los demás… como si no fueran nada, de un plumazo. Con piernas cortas pero ágiles, logra esquivar de un salto mi ataque. Al instante de caer, se lanza hacia mí con unos brazos cubiertos por completo de cuernos. No me engancha por sorpresa y detengo su ataque con un golpe de las alas endurecidas. El ser se recupera sin dificultades del golpe, pero esta vez va más pausado. Me tomo el momento para observarle como él lo hace conmigo. Sus capacidades físicas unidas delatan una mejora física respecto a su anterior estado, parece que envejecido. ¿Una mejoría entre todo el caos de malformaciones? Casi parece una burla del darwinismo. Por el tercer apéndice que cuelga del pecho y los cuernos dispuestos de forma caótica, diría que ha sido por pura coincidencia.
Se lanza al ataque de nuevo. Su agilidad supera la mía con creces y me veo obligada detener sus ataques o esquivarle sin opción a contraatacar. Aunque no dejo falla en mi defensa, acabaré cometiendo un error, así que mejor… El error llega, pero porque yo he querido. Aprovechando el impulso del monstruo, intento agarrarle la cabeza, fallo, cojo el brazo, un ala corta y muere. Al instante suelto el brazo del monstruo, con la mano izquierda llena de sangre por los múltiples cuernos.
Me giro hacia la mujer… señora, más bien, manchada de barro, y me la cargo al hombro sin ninguna delicadeza. Mientras la llevo hasta el rey, evito los pocos engendros que se me acercan con un hechizo de intangibilidad mientras pido cobertura. Quien finalmente lo hace es Gael, que llega como una exhalación. Finalmente, llego hasta el monarca y bajo a la mujer.
—¿Es esta la esclava? –Me siento al oír la respuesta afirmativa y me palpo la herida de la cara. Justo bajo la mandíbula y siguiendo la línea de esta, ha faltado muy poco para no contarlo. Me empiezo a marear.
El rey ordena la masacre. Muchos no se sentirán contentos con estas órdenes, algunos pensarán que es una estupidez, que se podría haber evitado y no querrán… No me importa.
—Bueno, ya que nos toca tirar la basura, al menos saquemos algo de ello. –No sirve de nada negar mi propio interés por segar vidas.
Procedo a estirar las piernas mientras contemplo cómo se adelantan los demás. A continuación, tomo un camino distanciado del resto y me hundo de una patada en una maraña de carnes rojas, deformadas, putrefactas, ennegrecidas, imposibles… No niego estar pasándome lo bien, la magia me rodea y es para mí, cada cadáver es como un cerdito roto. Se libera una sonrisa y aumento la intensidad del ataque.
He recibido un golpe en el costado, el primero que se resiste a mi masacre es un loco saco de carne de mi altura con aspecto joven… o debía tener tal. Lo agarro por el cuello y lo alzo, se debate con feroces puños hacia un brazo que no siente nada, un cuerpo que no logra alcanzar. El chico se rompe entre mis dedos y su poder se añade al de los demás. Me acerco a otro, uno lleno de cuernos que salen de las piernas y le inmovilizan los brazos, pero ello no le impide devorar el cadáver de otro malformado. ¿Cadáver? No, sigue vivo. ¿Sigue vivo? Mis alas, más rojas que nunca, responden que ninguno de los dos podrá moverse más.
Sigo adelante con mi matanza particular, atrapando a los que huyen y despachando con rapidez y eficacia a los que me desafían. Una locura.
Tampoco puedo evitar que mane mi propia sangre. Dos engendros –que, parece, conservan un mínimo de raciocinio–, me asaltan juntos mientras estoy ocupada con otro par de moribundos. Ya los veía venir, pero confían en que el número les salvará… ilusos. No espero a que lleguen, me lanzo a la carrera… y entonces es cuando resulto herida. ¡El asta de un caído! Un monstruo descomunal que no esperó ni a que llegara para fallecer, del que sobresale una multitud de cuernos serrados de más de metro de longitud. Un resbalón con la sangre y de poco no me ensarto, aunque a cambio me ha dejado un doloroso tajo justo bajo la mandíbula. Agarro el cuerno, medio desprendido de la carne, y lo descargo contra el primero de los atacantes, que muere al instante con la clavícula hundida, seguramente, hasta el corazón. El segundo, que tarda más en llegar, intenta golpearme en la cabeza, pero me agacho ágilmente y descargo una patada en toda su espinilla –o lo que sea que haya ahí ahora–. Remato al monstruo en el suelo.
Un poco más tranquila, me fijo en un pequeño endriago. A pesar del aspecto arrugado de sus facciones aún muy humanas y no pasar del metro y medio de altura, corre y salta por encima de los restos de sus compañeros como lo haría un atleta medallista. Se dirige hacia un palanquín caído en el barro, donde hay cuatro engendros peleando entre ellos y… ¿una no transformada? ¡Podría ser la esclava!
Me dirijo hacia los seres, pero llego justo cuando el monstruo ha acabado con los demás… como si no fueran nada, de un plumazo. Con piernas cortas pero ágiles, logra esquivar de un salto mi ataque. Al instante de caer, se lanza hacia mí con unos brazos cubiertos por completo de cuernos. No me engancha por sorpresa y detengo su ataque con un golpe de las alas endurecidas. El ser se recupera sin dificultades del golpe, pero esta vez va más pausado. Me tomo el momento para observarle como él lo hace conmigo. Sus capacidades físicas unidas delatan una mejora física respecto a su anterior estado, parece que envejecido. ¿Una mejoría entre todo el caos de malformaciones? Casi parece una burla del darwinismo. Por el tercer apéndice que cuelga del pecho y los cuernos dispuestos de forma caótica, diría que ha sido por pura coincidencia.
Se lanza al ataque de nuevo. Su agilidad supera la mía con creces y me veo obligada detener sus ataques o esquivarle sin opción a contraatacar. Aunque no dejo falla en mi defensa, acabaré cometiendo un error, así que mejor… El error llega, pero porque yo he querido. Aprovechando el impulso del monstruo, intento agarrarle la cabeza, fallo, cojo el brazo, un ala corta y muere. Al instante suelto el brazo del monstruo, con la mano izquierda llena de sangre por los múltiples cuernos.
Me giro hacia la mujer… señora, más bien, manchada de barro, y me la cargo al hombro sin ninguna delicadeza. Mientras la llevo hasta el rey, evito los pocos engendros que se me acercan con un hechizo de intangibilidad mientras pido cobertura. Quien finalmente lo hace es Gael, que llega como una exhalación. Finalmente, llego hasta el monarca y bajo a la mujer.
—¿Es esta la esclava? –Me siento al oír la respuesta afirmativa y me palpo la herida de la cara. Justo bajo la mandíbula y siguiendo la línea de esta, ha faltado muy poco para no contarlo. Me empiezo a marear.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Nubla
14/12/12, 02:11 am
Giz no entendió muy bien qué pintaba él allí. Miseria les había avisado de que tenían que ir a Nubla para la inauguración de Varanubliagálago. Pero allí estaba, con su poco imponente imagen, viendo como la imitación barata fallaba y su influjo destrozaba las vidas de los desgraciados que habían sido bendecidos con algo de esencia. Los gritos de la gente le resultaban casi dolorosos, junto con la panorámica del edificio manando sangre y las grotescas deformaciones físicas que se habrían paso alrededor. << Lo de Valenz no fue más que un juego de niños comparado con esto >>. No recordaba la tortura del mercader como un momento agradable, pero esto lo eclipsaba por completo.
El rey de Rocavarancolia se adelantó entonces, proclamando el retorno de la ciudad con un discurso escueto y voz como el hierro candente. El añadido de dama Liviana hizo que Giz se estremeciera. << Yo no soy así >> se dijo para convencerse. Tenía el estómago encogido por cierto miedo acuciante, pues las aberraciones no debían de distar mucho de lo que podría ocurrirle a alguno de sus animales en un hechizo de genemagia fallido. << Es distinto >>. Se mordió los labios casi con culpa, dirigió la mirada hacia el lugar por el que había escapado Necir y vio que la mayoría de sus compañeros iban hacia allí. Tras decidir que el rey estaba ya a un paso de lo que quería y no lo necesitaba, el asreniano se dio un capricho.
Se volvió intangible, abrió la gola y echó a correr hacia la catedral, atravesando las casas que se le interponían por el camino. Tenían órdenes directas de no dañar el edificio, para que quedara de recuerdo de mal gusto, pero con los afectados por su magia tenían cierta libertad. Giz llegó hasta la zona en la que acababa el lago artificial de sangre acuosa y prefirió no adentrarse; a partir de ahí empezó a buscar.
Tuvo que pasar un puñado de cadáveres deformes antes de toparse con el primer superviviente. Tenía los brazos dislocados, largos y feos a causa de varias articulaciones que le habían nacido nuevas. Los huesos del hombro se habían abierto paso a través de la carne en forma de pinchos y caminaba encorvado. Lo que quedaba de nublino alzó una cabeza abultada y dirigió su mirada, de un único ojo hinchado y deforme, al asreniano. Por su expresión, Giz no podía adivinar qué pasaría por su cabeza, si es que pasaba algo. Sentía lástima por él (y quizá también algo de asco).
-Tranquilo-dijo en voz alta, ayudándose de un hechizo de logomancia básico, cortesía de dama Puente-. No te haré nada.
E inmediatamente después, Giz estaba agradeciendo el no haberse deshecho del hechizo de intangibilidad. El ser había perdido la razón y se había lanzado sobe él, balbuceando cosas sin sentido y gritando a ratos. << Es irreparable >> se dio cuenta. Obviamente el nublino se golpeó contra el suelo y Giz se alejó cuanto pudo de él. Vaciló un instante, uno largo. Su intención había sido la de intentar curarle, devolverle a la normalidad, pero si había perdido el juicio no tenía sentido. Así pues, con la absoluta (y posiblemente equivocada) certeza de que hacía lo mejor para él, lanzó un hechizo térmico y heló su cuerpo.
Siguió buscando por la zona, evitando los lugares más concurridos de engendros tras comprobar lo peligrosos que podrían ser. << Ratas de laboratorio >> citó a Miloslava, que solía usar esa expresión bastante a menudo, ya que esta ocasión era bastante acertada. Después de anular el hechizo de intangibilidad para evitar malgastar magia, tuvo que matar a otros dos que se le acercaron demasiado, con la misma actitud agresiva que el primero. Esta vez aprovechó para coger pelos y tantas muestras como pudo de piel, sangre y otras vísceras, guardándolo todo en recipientes dentro de uno de sus zurrones.
Pudo escuchar a Adara pidiendo algo de ayuda cerca y también le pareció ver a Gael flotando hacia la ángel negro, pero Giz se había empeñado en arreglar aunque fuera una ínfima parte de todo este experimento y se limitó a seguir buscando alguna rata que pudiera devolver a su estado inicial.
El rey de Rocavarancolia se adelantó entonces, proclamando el retorno de la ciudad con un discurso escueto y voz como el hierro candente. El añadido de dama Liviana hizo que Giz se estremeciera. << Yo no soy así >> se dijo para convencerse. Tenía el estómago encogido por cierto miedo acuciante, pues las aberraciones no debían de distar mucho de lo que podría ocurrirle a alguno de sus animales en un hechizo de genemagia fallido. << Es distinto >>. Se mordió los labios casi con culpa, dirigió la mirada hacia el lugar por el que había escapado Necir y vio que la mayoría de sus compañeros iban hacia allí. Tras decidir que el rey estaba ya a un paso de lo que quería y no lo necesitaba, el asreniano se dio un capricho.
Se volvió intangible, abrió la gola y echó a correr hacia la catedral, atravesando las casas que se le interponían por el camino. Tenían órdenes directas de no dañar el edificio, para que quedara de recuerdo de mal gusto, pero con los afectados por su magia tenían cierta libertad. Giz llegó hasta la zona en la que acababa el lago artificial de sangre acuosa y prefirió no adentrarse; a partir de ahí empezó a buscar.
Tuvo que pasar un puñado de cadáveres deformes antes de toparse con el primer superviviente. Tenía los brazos dislocados, largos y feos a causa de varias articulaciones que le habían nacido nuevas. Los huesos del hombro se habían abierto paso a través de la carne en forma de pinchos y caminaba encorvado. Lo que quedaba de nublino alzó una cabeza abultada y dirigió su mirada, de un único ojo hinchado y deforme, al asreniano. Por su expresión, Giz no podía adivinar qué pasaría por su cabeza, si es que pasaba algo. Sentía lástima por él (y quizá también algo de asco).
-Tranquilo-dijo en voz alta, ayudándose de un hechizo de logomancia básico, cortesía de dama Puente-. No te haré nada.
E inmediatamente después, Giz estaba agradeciendo el no haberse deshecho del hechizo de intangibilidad. El ser había perdido la razón y se había lanzado sobe él, balbuceando cosas sin sentido y gritando a ratos. << Es irreparable >> se dio cuenta. Obviamente el nublino se golpeó contra el suelo y Giz se alejó cuanto pudo de él. Vaciló un instante, uno largo. Su intención había sido la de intentar curarle, devolverle a la normalidad, pero si había perdido el juicio no tenía sentido. Así pues, con la absoluta (y posiblemente equivocada) certeza de que hacía lo mejor para él, lanzó un hechizo térmico y heló su cuerpo.
Siguió buscando por la zona, evitando los lugares más concurridos de engendros tras comprobar lo peligrosos que podrían ser. << Ratas de laboratorio >> citó a Miloslava, que solía usar esa expresión bastante a menudo, ya que esta ocasión era bastante acertada. Después de anular el hechizo de intangibilidad para evitar malgastar magia, tuvo que matar a otros dos que se le acercaron demasiado, con la misma actitud agresiva que el primero. Esta vez aprovechó para coger pelos y tantas muestras como pudo de piel, sangre y otras vísceras, guardándolo todo en recipientes dentro de uno de sus zurrones.
Pudo escuchar a Adara pidiendo algo de ayuda cerca y también le pareció ver a Gael flotando hacia la ángel negro, pero Giz se había empeñado en arreglar aunque fuera una ínfima parte de todo este experimento y se limitó a seguir buscando alguna rata que pudiera devolver a su estado inicial.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Nubla
14/12/12, 11:21 pm
Necir parecía asombrado, así lo reflejaba en su rostro, aunque Vac no estaba seguro de fuera únicamente por la aparición de los rocavarancoleses. Quizás el nigromante esperaba un buen resultado, tal vez aquella carnicería no había sido su intención, realmente poco importaba, ya era demasiado tarde. El nublino no opuso resistencia, y se llevó las manos a la espalda, en señal de que no haría ningún hechizo.
-Mejor tenlas delante, no quiero perderlas de vista –le pidió el hado con cortesía fría.
Sujeto al nigromante con cuidado, para ayudarle a bajar del edificio volando, pero no eligió el camino fácil para llegar hasta el rey. Aterrizó a los pies del edifico y deposito a Necir a su lado, indicándole que caminarían con un gesto. El griego echó a andar junto al nigromante, pasando entre los restos de la carnicería deliberadamente, Vac no quería privarle de la visión de primera mano de su gran obra. Caminaron entre restos mutilados y cadáveres retorcidos, lo único que quedaba de aquellos a los que la catedral había cambiado, incluso a lo lejos aun se escuchaban refriegas, lamentos y gruñidos. U par de engendros les salieron al paso, pero el hado los despachó con rapidez, evitando que el nigromante sufriera daño.
No tardaron en acercarse al lugar donde aguardaba el rey y dama Liviana. Adara y Gael ya estaban allí, habían encontrado a la aprendiz y la habían llevado ante el monarca. Vac dejó al nublino frente al rey y habló.
-Alfa Necir, nigromante de Nubla y creador de Varanublagálgo –anunció-. Vivo, como queríais -concluyó en tono neutro.
El hado dio un paso atrás, dejándoles espacio, pero no aparto la mirada del nigromante, atento a la menor señal de peligro, dispuesto a matarle si intentaba alguna tontería.
-Mejor tenlas delante, no quiero perderlas de vista –le pidió el hado con cortesía fría.
Sujeto al nigromante con cuidado, para ayudarle a bajar del edificio volando, pero no eligió el camino fácil para llegar hasta el rey. Aterrizó a los pies del edifico y deposito a Necir a su lado, indicándole que caminarían con un gesto. El griego echó a andar junto al nigromante, pasando entre los restos de la carnicería deliberadamente, Vac no quería privarle de la visión de primera mano de su gran obra. Caminaron entre restos mutilados y cadáveres retorcidos, lo único que quedaba de aquellos a los que la catedral había cambiado, incluso a lo lejos aun se escuchaban refriegas, lamentos y gruñidos. U par de engendros les salieron al paso, pero el hado los despachó con rapidez, evitando que el nigromante sufriera daño.
No tardaron en acercarse al lugar donde aguardaba el rey y dama Liviana. Adara y Gael ya estaban allí, habían encontrado a la aprendiz y la habían llevado ante el monarca. Vac dejó al nublino frente al rey y habló.
-Alfa Necir, nigromante de Nubla y creador de Varanublagálgo –anunció-. Vivo, como queríais -concluyó en tono neutro.
El hado dio un paso atrás, dejándoles espacio, pero no aparto la mirada del nigromante, atento a la menor señal de peligro, dispuesto a matarle si intentaba alguna tontería.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Nubla
15/12/12, 12:13 am
El nigromante no parece tener intención de querer oponer resistencia alguna, aunque no le quito ojo de encima por si se trata de alguna treta. Desde las alturas los gritos de los deformados llegan con menos intensidad pero todavía puedo oírlos con claridad… Sacudo ligeramente la cabeza para centrarme en la captura del mago. Lo observo con expresión seria, preguntándome qué se le habría pasado por la cabeza exactamente para hacer algo así… y sobre todo por qué se lo habían permitido. Recuerdo vagamente las palabras de Dama Liviana en aquella incursión, la primera y en la que Azura se llevó a Yloh. Nunca habían tenido intención de detenerlos, sólo esperar el resultado… Y por eso estábamos hoy aquí. ¿Lo habían hecho con la única intención de demostrar el poder de Rocavarancolia o había algo más? No me parecía necesario semejante acto de crueldad para tal fin, sobre todo tratándose de Nubla. Los nublinos ya adoraban a los rocavarancoleses sin reservas, habría bastado con dejar en evidencia al nigromante frente a ellos, no debería ser algo tan difícil de realizar para el consejo. Pero por algún motivo habían preferido permitir esta masacre sin sentido. Mientras cavilaba, Vac ya había empezado a moverse.
Realmente no tengo mucho qué hacer en la cima de Varanubliagálago, pues el hado se encarga enseguida de la situación y el nigromante parece que de verdad va a dejar que se lo lleven sin más. Al volver al suelo sigo a mi hermano junto con Jack mientras conduce a Necir a través del caos hacia el rey y el resto de miembros del consejo. Por el camino algunos engendros nos atacan, pero entre los tres no tenemos apenas problemas para deshacernos de ellos. Cuando finalmente el hado deja al mago frente al rey, nos encontramos con que Adara y Gael por su parte se habían encargado de capturar a la ayudante. Tras dirigirles un rápido vistazo a mis amigos, centro mi atención en el rey. Era la primera vez que lo veía y no me había esperado a alguien tan joven. Aguardo, expectante y todavía tratando de ignorar los gritos que aún se oyen en la distancia, a lo que sea que fuera a suceder a continuación.
Realmente no tengo mucho qué hacer en la cima de Varanubliagálago, pues el hado se encarga enseguida de la situación y el nigromante parece que de verdad va a dejar que se lo lleven sin más. Al volver al suelo sigo a mi hermano junto con Jack mientras conduce a Necir a través del caos hacia el rey y el resto de miembros del consejo. Por el camino algunos engendros nos atacan, pero entre los tres no tenemos apenas problemas para deshacernos de ellos. Cuando finalmente el hado deja al mago frente al rey, nos encontramos con que Adara y Gael por su parte se habían encargado de capturar a la ayudante. Tras dirigirles un rápido vistazo a mis amigos, centro mi atención en el rey. Era la primera vez que lo veía y no me había esperado a alguien tan joven. Aguardo, expectante y todavía tratando de ignorar los gritos que aún se oyen en la distancia, a lo que sea que fuera a suceder a continuación.
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