2ª Incursión en Nubla de Jack

Como tantas otras veces llegué al lugar del portal, firmé en el libro del guardián al que saludé amablemente y de nuevo me sumergí en el vórtice al tiempo que captaba un leve rastro familiar.

De nuevo el campo nocturno, todo como siempre, solitario, pero tengo prisa. Echo a volar en forma de humo a toda velocidad, buscando las corrientes de viento e impulsándome con las que me vienen mejor, sin pausa hasta que la capital empieza a descubrirse en el horizonte. Es entonces cuando comienzo a descender, para ir pegado al suelo y a las paredes de las casas, aprovechando las sombras. Necesito encontrar a algún nublino que sepa del tema y para ello tengo que escuchar conversaciones. Lo malo es que las calles son bastante espaciosas y los grupos se distancian entre sí. <<< ¿Y si hubiera usado a Elunin? No, no serviría... Se le notarían mis intenciones y su apego a este mundo le superaría y adiós. No, es pronto para eso... >>>

Sigo pegado al suelo y a las paredes, serpenteando entre pies y callejones, escuchando conversaciones banales pero buscando cualquier mención a lo que me interesa. De vez en cuando hablan del tema, pero no llegan a saber nada importante, ni siquiera en apariencia. <<< Esto no sirve, llevo así una hora... Me arriesgaré a ir al centro >>>

<<< No sé quién diseña las calles, en serio, pero como le encuentre, lo rapto. Hay torres puestas al azar por la ciudad, diablos. No tienen ningún sentido, es como si hubieran caído del cielo como estrellas fugaces y ale, ahí se quedaron clavadas en la hierba >>> Pero no parece que ningún transeúnte sea el culpable de todo esto, así que sigo buscando alguna información relevante a Alfa Necir, Brinael o la Catedral.

Pero no encuentro ningún edificio que asemeje importancia. Son todos iglús de piedra, más grandes que los terrícolas de hielo y de mejor aspecto, pero sin distintivos. Así que sigo desparramado por el suelo, ocupando varios metros y deslizándome lentamente, hasta que unos pies pasan cerca de mí hablando animadamente sobre el progreso de Varanublagálago. <<< Bingo >>> Sigo al grupo rodeando sus pies y adaptándome a la sombra de uno de ellos con cuidado. Pero el que parece saber más pronto se calla, ocultando para sí cosas más importantes. Y los otros primero intentan sonsacarle algo pero se acaban rindiendo según se dividen hacia sus respectivas casas.

Así pues, sigo a mi nueva víctima y se despide del último compañero, yo le espero delante, a unos metros. Da un respingo pero yo ya tengo listo el sortilegio de hipnotismo desde que hubo contacto visual. Le hago seguir caminando hacia un callejón en el que vuelvo a aparecer por el otro lado, saliendo del humo. Lo inmovilizo tapándole la boca con fuerza y hago un hechizo de levitación, para después propulsarme hacia lo alto a toda velocidad para después dirigirnos más allá de las afueras, bastante lejos de la capital y de cualquier granja. Aterrizo en un campo sin cultivar y lo arrojo al suelo para después anegarle los ojos con un hechizo de oscuridad. A este no quiero infundirle respeto sino miedo.

Empiezo a herirle con el hechizo a distancia, surcando su piel de superficiales pero largos arañazos, mientras le interrogo para que me diga todo lo que sabe sobre Alfa, Brinael, Varanublagálago y las últimas novedades. Cuando me harto de escuchar lo que ya sé, intento profundizar en las preguntas y ahondo en las heridas con mis propias uñas, que cortan su piel como cuchillas, aunque luego las curo para que no pierda sangre. En una de esas solloza, pero le consuelo, prometiéndole que luego iremos a la "magnífica Rocavarancolia"... <<< Iremos, sí, pero cada uno en un estado bien distinto, jajaja >>> aunque no me río para que no descubra la mentira.

No sé cuánto tiempo llevamos aquí, pero dudo que pueda decirme nada más, inundado en lágrimas y ronco de gritar. Podría haberlo hecho sin que gritase, pero algo dentro de mí me pedía esos chillidos, me gustaban... Y me gusta aún más lo que viene ahora.

Lo incorporo del suelo sonriente y sigo hablando de lo que haremos en Rocavarancolia, de todo lo que le enseñaré, mientras se sorbe las lágrimas y tose. De pronto deja de verme, disuelto en la noche, pero cuando empieza a temblar, aparezco a su espalda, abrazándole con ternura casi, dando lametones desde su cuello a la oreja izquierda. Entonces le digo:
-¿Sabes? Todo eso era mentira. Rocavarancolia existe, sí, pero no vas a ir nunca.-le susurro al oído con voz afilada, haciendo mella en el nublino.-Te he mentido, ¿comprendes? Todos tus sueños, ilusiones con mi gran ciudad, muertos. Y tú, pobre criatura, ¿de verdad creíste que verías alguna vez la legendaria ciudad?

Dejo de susurrar para bajar por su cuello hasta el hombro, arañando ligeramente con los colmillos, al tiempo que el abrazo se hace más fuerte, sacándole una serie de angustiosos quejidos.
-Oh, ¿te hice daño? De veras que lo siento... No más daño que antes, ¿a que no? Esto no te dolerá, puedes confiar en mí.-le susurro relamiéndome.

Y vuelvo a subir hasta su cuello, sin prisa, buscando la fuente de mi ansia, palpitante y oculta bajo la piel. Piel que destrozo sin miramientos de varias feroces dentelladas que pronto manan ardiente ambrosía, locura para mi lengua que se desparrama por todo mi ser al tiempo que sigo mordiendo y sorbiendo con fuerza y salpicándome en ocasiones. A la vez mi abrazo va aplastando su menudo cuerpo, crujiendo sonoramente, mientras la criatura chilla y chilla.

Sigo bebiendo y bebiendo con fuerza, haciendo que su corazoncito lata a toda velocidad, tanto que dolería en el pecho a cualquiera, hasta que estalla con vigor, saliendo todo el torrente de sangre a borbotones, manchándome el cuello de la camisa. El nublino deja escapar entonces su último aliento. Mejor dicho, su último y doloroso estertor se lo provoco yo al ejercer una última presión sobre su pecho, destrozándole por completo.

Arrojo el desmadejado cuerpo y me aliso la ropa arrugada mientras me relamo las gotas que aún no murieron. No estoy saciado del todo, un nublino es muy poco y esta locura que ha aflorado durante el interrogatorio me pide más sangre. <<< Hablando del nublino... >>> le miro y sonrío al ver su estado, ya que parece que cualquier criatura lo haya maltratado con saña. <<< Pobre aquel que lo encuentre... >>> Sacudo la cabeza y miro en dirección a Varanublia, planteándome si volver a por más. Con esta información ya voy servido pero...
-Tengo sed. Y alguien cuyo rastro es conocido vaga por el mundo. Dos motivos deliciosos.

Mientras veo el tercer fragmento precipitándose desde el cielo, decido olvidarme de los demás e ir a investigar. Cualquier cosa que oiga o vea puede interesarle al Consejo, y por qué no, intervenir un poco. Si el maldito Necir puede arrancar trozos de luna y construir una copia, no será una presa fácil... Pero sí los nublinos.

Así pues, vuelvo a convertirme en humo y me dirijo rápidamente hacia donde la multitud espera la caída del tercer fragmento. Pero no me acerco a la multitud, no quiero meterme en el barullo. Necesito encontrar el lugar donde la estén construyendo...

Buscando, siguiendo la marabunta de nublinos eufóricos, llego al otro extremo de la capital y sonrío al ver todo el andamiaje que tienen montado, las casetas y pequeños almacenes de material para las partes no mágicas. Sin pensarlo casi, me escurro al suelo para luego deslizarme hacia el montón más cercano. No veo a nadie cerca, así que me materializo, cojo una de las antorchas con mis manos enguantadas y la uso para prender este primer montón. Para cuando ya está ardiendo con fuerza, yo ya estoy lejos, al otro lado de las obras. Con el andamiaje prefiero hacer un hechizo de fuego y vuelvo a salir volando sin detenerme a ver cómo arde hasta estar bien alto. Desde aquí identifico otra caseta con material y en menos de dos minutos vuelvo a estar oculto, contemplando una tercera fogata.

En estado sólido, invisible en la oscuridad de un rincón, observo cómo las llamas prenden más allá de lo planeado y pronto toda la zona será un caos. <<< Imitar a Rocavarancolia... No lo lograréis >>>
(se editará en caso necesario)

Satisfecho con el resultado, me diluyo lentamente en la oscuridad del lugar y me alejo de la zona lo más rápido que puedo pero sin llamar la atención, pegado al suelo. Ahora puedo volver a seguir ese rastro, si es que aún se mantiene, pero primero tengo que arreglar una cosa. Por lo que he podido ver antes, los nublinos han atado cabos en lo que se respecta al origen de los fuegos y sospechan. Y no me conviene que sospechen, menos aún si dan con la desaparición del idiota de antes. <<< Se me ocurre una idea... Veamos >>> Aprovecho una de las torres para pegarme a esta y así ascender y ascender hasta coger una gran altitud, con toda la capital a mis pies. En un extremo las obras, en la dirección contraria y más cerca de los límites, fue donde secuestré al nublino. ¿Un par de desapariciones más en los extremos contrarios? <<< Y de paso restablezco la magia empleada en el fuego >>>

Al minuto siguiente ya he vuelto a descender para buscar a alguien que vuelva del caos o algún nublino, da igual lo que haga la pobre criatura, si me la cruzo, será mía.

Pero me harto de buscar sin éxito, ya que los pocos que he visto, iban en grupitos. Así que me decido por seguir a uno de esos y cuando se separan, grito mentalmente al ver que eran varias parejas. Pero ya que estoy aquí, sigo a un par al azar y me llevan, sin quererlo, a su casita. Les acompaño al interior y mientras hablan sobre lo ocurrido, me acoplo al marco de la puerta, intentando no llamar la atención. Apagan las pocas luces llameantes y se van a dormir, momento que aprovecho para solidificarme y, en total sigilo, acercarme a las habitacioncitas. Me inclino con cuidado sobre la cama mientras desenvaino una de mis dagas, con la que corto la garganta del durmiente nublino de una sola pasada, sin derramar sangre ya que esta se absorbe en las runas a velocidad de vértigo. Pronto la criatura deja de respirar y paso al otro lado, donde ejecuto los mismos movimientos. Satisfecho, aunque no del todo, salgo de la habitación pero me encuentro con un chiquillo en el pequeño pasillo. En la oscuridad del lugar sólo verá las runas iluminadas y mis ojos brillantes, así que antes de que grite lo cojo en volandas y le susurro al oído:
-Tranquilo, tranquilo. Soy un espíritu de Rocavarancolia, no te asustes. Te llevaré de vuelta a tu cuarto.
Mientras clavo los colmillos en su tierna piel y unos segundos en saborear su joven sangre. Pero cumplo con lo dicho, y una vez en la cama, le deguello de forma que no se noten las heridas de los colmillos.

De nuevo en las alturas vuelvo a hacer lo mismo que antes, eligiendo un hogar al azar y acabando con toda vida en su interior como una oscura exhalación.

Y ahora sí, tras haberme saciado con la sangre almacenada de cinco nublinos y el chiquillo, vuelvo a rastrear los olores entremezclados que capté hace un par de horas, preguntándome qué habrán venido a hacer aquí y, para aún más inri, en tan numeroso grupo.

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