Ulterania
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Leonart
Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Ulterania
12/08/12, 06:26 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ulterania
Portal suspendido en medio del océano en el trópico Norte.
Portal suspendido en medio del océano en el trópico Norte.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Ulterania
23/01/14, 08:09 pm
Noel tan solo resopló con fastidio ante el comentario de Nia sobre el asunto de la apariencia y se limitó a seguir por las calles a la náyade mientras Wen lo arrastraba a unos y otros puestos. Aceptó el rosco que les dio a probar Nia y manifestó su aprobación al sabor. Lo que no le agradó fue la escenita con la policía la cual y para su frustración tuvo que limitarse a observarla con mala cara, probablemente transmitiendo sensaciones erróneas a las que en realidad le producía debido a aquella estúpida apariencia de ulterano privilegiado. Gruñó como aprobación al comentario de la vouivre al respecto antes de centrar su atención en otra cosa.
A parte de eso, el draco se entretuvo observando los diferentes utensilios y mercancía que se vendían por todas partes hasta que por fin parecía que podían continuar con el viaje. Pero solo lo pareció ya que al parecer el mismo noble de antes iba a volver a importunar su marcha.
—Puede que tengas razón, estaba furiosa cuando nos echaron del vagón —respondió divertido al comentario de la británica sobre la ulterana.
>>Es gracioso, dudo que la Nia que conocí cuando la vi por primera vez hubiera hecho algo así —comentó un rato después enarbolando una sonrisa divertida mientras observaban las acciones de la náyade en la tienda.
—¿Ya le has arreglado la tripa que se le había roto al arruina travesías ese? —añadió tras Wen sonriendo con jocosidad —¿Cuándo llegaremos a nuestro destino? —continuó preguntando mientras se subían, por fin, al ferry.
A parte de eso, el draco se entretuvo observando los diferentes utensilios y mercancía que se vendían por todas partes hasta que por fin parecía que podían continuar con el viaje. Pero solo lo pareció ya que al parecer el mismo noble de antes iba a volver a importunar su marcha.
—Puede que tengas razón, estaba furiosa cuando nos echaron del vagón —respondió divertido al comentario de la británica sobre la ulterana.
>>Es gracioso, dudo que la Nia que conocí cuando la vi por primera vez hubiera hecho algo así —comentó un rato después enarbolando una sonrisa divertida mientras observaban las acciones de la náyade en la tienda.
—¿Ya le has arreglado la tripa que se le había roto al arruina travesías ese? —añadió tras Wen sonriendo con jocosidad —¿Cuándo llegaremos a nuestro destino? —continuó preguntando mientras se subían, por fin, al ferry.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Ulterania
04/02/14, 02:36 pm
Nia
Nia no contestó a los dos humanos, pero tampoco negó sus acusaciones. Tan solo se limitó a sonreir abiertamente, mientras les dirigia una mirada cargada de misticismo. Pronto el noble montó con los demás de su séquito, además de los numerosos médicos que le seguian como moscas pidiendole precaucion mientras el noble les ignoraba y reia ruidosamente. Nia les alejó del jolgorio y el ruido con una cara algo amarga, casi de arrepentimiento. Llevándoles a la cubierta de proa, pudieron apreciar como zarpaba el barco y luego contestó a Noel.
-En unas horas, cuatro, puede que tres.-dio un pequeño respingo al acordarse de algo.-¡Ah! Lo que me recuerda que...-rebuscó en su bolsa y sacó un ticket verde y se lo tendió para que uno lo cogiera.-Aquí tambien teneis barra libre, tan solo presentadles este ticket y decid que vais juntos. Comed algo, reponed fuerzas, porque el viaje de verdad empezará cuando desembarquemos. Pero no os vayais muy lejos, en cosa de una hora o asi, entraremos en los fiordos y son una vista que no quereis perderos.-les informó con una sonrisa.
Pasó el tiempo. Nia habia bajado al mar más de una vez, y se habia procurado su propia comida. A decir verdad, pasó bastante tiempo en el mar, más que en la cubierta, hasta la hora que, como quedó con los otros dos, quedaron en la proa para observar la entrada a los fiordos. Quizás como en los paises al norte de europa, los fiordos eran una vista impresionante, de un claro azul cristalino, los pastos, las piedras y los ocasionales animales salvajes todos estaban teñidos de turquesa, añil y otros tonos cerúleos. El agua que se rompia debajo del barco, tan azul como un detergente, se mecia con cierta gentileza. Pudieron apreciar el atardecer desde ahí, mientras atravesaban los fiordos. Hablándoles de la historia del lugar, de las batallas, de la fauna y flora y de las leyendas que tenia aquel lugar mistico, Nia les entretuvo durante un rato, como una verdadera guia turística. Tras un rato atravesándolos, Nia se volvió al mar, a darse un chapuzón helado y no volvió a la cubierta hasta que llegó la hora de abandonar el barco. Asómandose por debajo de las barandas de seguridad, les llamó la atención.
-Vámos, tenemos que bajarnos aquí, pronto vamos a salir de los fiordos de Vinze, tenemos que atravesar la estepa boreal antes de que caiga la noche.-les instó, para que estuviesen más seguros, les explicó.-Acabo de crear una distracción, es el momento, ¡Vamos!-dijo señalandoles que desembarcasen antes de volver a lanzarse al agua con una grácil zambullida. Nia brilló intermitentemente en el agua para que la siguiesen, como un faro y llegaron a una pequeña cueva baja entre los fiordos, ahí esperaron un buen rato a que el ferry terminase de pasar, por suerte para ellos, parte de la cueva no estaba sumergida y no tendrian que mojarse todo el rato. Nia sin embargo, permaneció en el agua, asomándose ocasionalmente para controlar la distancia en la que se encontraba el ferry. No fue sino, al pasar unos breves minutos que les dio el visto bueno y pudieron salir.
Nia finalmente les guió hacia el final de los fiordos, el atardecer se cernia sobre ellos y comenzaba a refrescar mayúsculamente. Cuando llegaron a la orilla, pudieron observar como ante ellos, se abria una enorme estepa cubierta por una niebla tan gruesa que una vez dentro no podrian ver ni a un palmo de su cara. Nia les miró, como comprobando sus reacciones. Aquello era peligroso, muy peligroso. Habia una razon por la que este reino no habia sucumbido al Imperio y era esa misma niebla. Se escondian en ella y ningun aparato tecnológico funcionaba en aquella zona, culpa de los fuertes campos magnéticos. Por ello, habian adoptado el sobrenombre de Cazadores de la Niebla. Nia les contó todo esto, un poco dificultada, ya que pensaba que se echarian atrás debido al pico que habia tornado aquella incursión. Se enfrentaba a una fuerza de soldados que atacaban desde la niebla, niebla tan espesa y extensa que ni la magia les ayudaria y lo peor de todo, era lo que estaba por venir.
-Con alquimia, podria guiarme de vuelta a la última vez que vine aquí, pero...-se encogió de hombros, algo apenada.-No creo que sigan instalados donde la última vez que me recibieron. Además, ya no soy muy bien recibida aquí, vereis, son muy supersticiosos, aunque se consideran aliados de rocavarancolia, cosa que la ciudad no sabe y espero que así siga. La ciudad les devoraria, creen que la crueldad de los mios es lo que peor que se pueden encontrar y, por la regla de "El enemigo de mi enemigo es mi amigo" se guian. Espero que podais guardarles el secreto, independientemente de lo que pase dentro de esa niebla o como os traten.-dijo con una voz algo débil. Por su tono, parecia que estaba llevando a los dos humanos a su San Martin personalizado. Les señaló para que la siguieran. Anduvieron una escasa media hora antes de que pasase algo. Con la niebla, tuvieron que andar muy juntos para no perderse el uno del otro.
Se rascó algo insegura el antebrazo, antes de finalmente anular el hechizo sobre su pelo, devolviendole el color amarillento habitual.
-Vosotros permaneced así. Necesitamos que creean que somos los tres hijos de Ul. Eso es porque...-en la lejania se podia oir como un susurro que helaba la sangre, un susurro que arrastraba palabras cargadas de odio y violencia. Una persona con mundo diria que es el viento, una persona sensata diria que el viento no decia palabras tan dictas y una persona con experiencia se prepararia para lo que fuera que estuviese entre la niebla.-...nos tienen que llevar ellos mismos hacia su Reino. Tenemos...-dudó como expresarse, se le notaba visiblemente más nerviosa.-...Tenemos que ser cazados.-acabó por soltar y comenzó a trazar varios hechizos de protección, mientras renovaba sus propios colgantes con nueva energia, así como sus tatuajes mágicos.
-Hagais lo que hagais, no peleis con ellos, no los provoqueis. Rendiros a la primera de cambio. Si luchamos y acabamos con ellos, nunca volveremos a encontrar este reino y estos guerreros moririan antes que traicionar a sus patrias y decirnos donde se encuentran.-les explicó algo acelerada. Se podian oir pasos. Pasos que les rodeaban en la traicionera niebla que, en ocasiones, gracias a la luz de la luna, podian apreciar sus aviesas siluetas, como danzando a su alrededor. Veinte, treinta o más guerreros blandian lanzas, su piel, negruzca como la pizarra misma, estaba decorada con numerosos tatuajes hechos con cortes, así como unas plumas tan oscuras como las de Noel mismo. Todos los guerreros llevaban máscaras enormes, que podrian recordar a los humanos a las máscaras tiki tradicionales, con caras cargadas de violencia, odio y dolor diseñadas sobre ellas. Algunos guerreros llevaban tridentes, otros espadas otros redes. Todas aquellas eran armas. Iban vestidos con escasas prendas hechas de piles de animales e iban descalzos. Sus cabelleras, tan largas como sus primos pálidos, iban recogidas de diferentes maneras con huesos que tenian toda la pinta de ser humanos o, en este caso, ulteranos. Si se fijaban, los huesos parecian indicar el rango entre los guerreros.
Antes de que pudiesen reaccionar a los guerreros en la distancia, la niebla se probó traicionera de nuevo cuando, de aparentemente todos los lados, el suelo, sus espaldas sobre sus cabezas, numerosas armas de silicio y metales de baja calidad se acercaron peligrosamente a sus gargantas, amenazadoramente. Fue entonces cuando el resto de guerreros en su frente avanzaron y les cercaron usando armas más largas. Todo ello en silencio. Les rodeaban tantas armas que habria sido imposible librarse de todas ellas con un movimiento y su objetivo de inmovilizarles a costa de su vida habia surtido efecto. Nia susurró entre dientes. Tenia las manos levantada y estaba muy sorprendida, casi aterrada.
-No. Os. Movais. Dejadme. Hablar. A. Mi.-dijo en un rocavarancolés tan claro y pausado como pudo. Parecia que, de todas las cosas que la náyade podria esperarse de aquellas gentes, no habia pensado ni por un momento en esta opción.
Entre las filas de lanzas, cuchillos y máscaras amenazadoras, surgió un solo individuo que rivalizaba en tamaño con el mismo Noel. Por orden jerárquico, sin duda debia ser algún tipo de jefe. Llevaba numerosos huesos como brazales, un casco que era una calavera de alguna serpiente gigantesca adornado con plumas negras así como orejas pendiendo de su pecho como collares. En las piernas, hombros y pecho llevaba una especie de armadura tachonada hecha de escamas de algún lagarto de escamas oscuras, curtido con más cuero para reforzarlo y más metal de pobre calidad, muy primitivo. Lo que más chocaba de él, sin embargo, es como llevaba la carne por todo el cuerpo atravesada por garfios de aspectos maléficos y, pendiendo de ellos, pequeños esqueletos, como miniaturas de humanos. Más tarde entenderian que no eran miniaturas y que eran, efectivamente, esqueletos de bebés, pobremente unidos con hilos en un amasijo de huesos. Haciendo muestra de una descarada hipocresia ulterana, la niña comentó algo en voz alta dirigida hacia el supuesto cacique de los cazadores.
-Salvaje.-le soltó con una feroz voz con odio en un duro ulterano.
El cacique, sin embargo, pareció ignorar a la niña y centró su atención hacia los dos humanos, ahora disfrazados de ulteranos pálidos. La caza parecia haberle sorprendido al mismo cacique, que exhaló con placer sobre Wen. Su aliento olia a algo peor que podrido y, aunque Wen no era dentista, ni biologa ulterana, sabia que su dentadura no estaba en sus mejores dias. Metió una de sus manos, como una garra con uñas curvadas entre el pelo de la chica, como peinandolo hacia atrás con el cariño de un amante para finalmente agarrarlo fuertemente y tirar de él, exponiendo su cuello. Sacó su propio cuchillo, tallado de hueso tambien y acarició sin llegar a cortar la garganta de la chica con él, para finalmente pasar a otra parte su cuerpo que le interesaba: Sus orejas. Apartando el pelo, examino las orejas de la chica con curiosidad, como si dudase de cual llevarse consigo.
No fue entonces hasta que se dió cuenta de Noel que, notablemente enfadado, acabó por llamarle notablemente la atención más que la chica. Con un saltito, se puso de cara a cara con él y soltó una risa seca, vomitando más de su aliento sobre él. Con ambas manos, levitó a pocos centímtros de su cara, como dudando si acariciarla, con una delicadeza impropia de su apariencia, para finalmente poner las manos en sus pectorales y palparlos con una mezcla de interés y lujuria. Los ojos dentro de las fauces de la calavera brillaban rojos con hambre.
-Dass ehh verkadesser...-le susurró con un tono algo seductor al draco en un idioma que no era claramente ulterano. Parecia divertirle lo enfadado que estaba, pero no llegaba a relacionarlo con Wen. Nia por su parte, se compadecia por el draco pero temia que su mal genio se apoderase de él en aquella situación e inconscientemente comenzó a pedirle en voz baja "Paciencia".
Otra risa seca, como la de un cuervo se escapó de la garganta del cacique.
-Galakaria, esser den.-se dirigio a uno de los guerreros que sostenia las redes que pronto comenzó a toquetearlas para preparar sogas con las que atarles.-¡Dass Esser gan vegaken!-dijo, alzando el puño haciendo que el resto de guerreros vitoreasen con él, sin bajar sus armas ni un instante. Una guerrera procedio a hablar, entre las filas de los demás guerreros. Tenia una lanza apuntada debajo de la barbilla de la británica.
-¡Anibafen! ¡Esser des tel sa dein! Urrut va des valoren...-dijo para acabar en una risa cacareante. Habia sonado igual de seductora que su cacique, segundos atrás en su trato con Noel. Parecia que solo Nia se estaba enterando de lo que decian y por su rostro no pintaba nada bien. La niña estaba aterrada y contemplaba a sus dos amigos con indecisión. No sabia que hacer. Aquello no era nada como lo habia planeado, nunca habian sido tan violentos y directos.
No podian seguir así. Queria avisarles, a los otros dos, de lo que habian dicho, de las cosas que estaban planeando hacerles. No iba a tolerarlo. Habia acordado guiarles y en su propio libro, eso implicaba devolverles sanos y salvos de vuelta a la ciudad. Fue entonces cuando los soldados, que estaban con un aura de siniestras risas, mientras más comentaban entre ellos mientras señalaban con sus armas a sus prisioneros, provocando más cachondeo general en el cual el cacique parecia estar en el centro. Finalmente, se unieron en un cántico cacareante, mientras bailoteaban a su alrededor, una danza macabra, mientras hacian cortes de diversa índole sobre sus prisioneros. Del cántico, una frase que se repetia, podian entender una de las palabras y el resto no eran muy dificiles de sacar del contexto.
-¡Ulteranos des Esser! ¡Ulteranos des Esser! ¡Ulteranos des Esser!-cantaban. Ataron de manos y pies a Wen en un abrir y cerrar de ojos y fueron a hacer lo mismo con los otros dos.
El cacique lamió su arma y se acercó con ojos cargados de vicio y odio hacia la británica, cogiendola por la oreja izquierda, se dispuso a cortarla por lo sano mientras a los otros dos parecian estar apunto de correr la misma suerte.
Aquello fue suficiente. Sabia que si no hacia algo pronto, Noel o Wen lo harian y ya no habria posibilidad de vuelta atrás y habrian viajado por nada.
-¡Basta ya!-
Rápidamente, dirigió sus tentáculos hacia los guerreros que se dispusieron a atarla, fuera de la vista de los demás que guerreros que detuvieron el cántico al instante cuando cayeron inconscientes por los cnelidos ponzoñosos de la náyade. Muy sorprendidos, el cacique soltó a Wen y esprintó hacia Nia, agarrándola del pescuezo y levantándola en el aire, soltando más palabras cargadas de odio, esta vez acentuadas sobre la ulterana. Nia le suplicó a Noel con la mirada que la liberase, pues empezaba a faltarle el aire.
Noel dio buena cuenta del cacique. Justo, segundos antes, todavia conmocionados por lo que habia hecho la náyade bajo sus propias narices, la muerte de su jefe les pareció de todo menos real, sobretodo con la rapidez que lo despachó el draco y fue entonces que Nia, pudiendo volver a hablar, les dijo.
-¡Quitaos los disfraces! ¡Atacad a su supersticion! ¡No mateis a más!-y procedió a lanzar un hechizo cegador, una luz que les deslumbrase a todos mientras Noel y Wen se preparaban para mostrarles quien era Rocavarancolia.
Nia no contestó a los dos humanos, pero tampoco negó sus acusaciones. Tan solo se limitó a sonreir abiertamente, mientras les dirigia una mirada cargada de misticismo. Pronto el noble montó con los demás de su séquito, además de los numerosos médicos que le seguian como moscas pidiendole precaucion mientras el noble les ignoraba y reia ruidosamente. Nia les alejó del jolgorio y el ruido con una cara algo amarga, casi de arrepentimiento. Llevándoles a la cubierta de proa, pudieron apreciar como zarpaba el barco y luego contestó a Noel.
-En unas horas, cuatro, puede que tres.-dio un pequeño respingo al acordarse de algo.-¡Ah! Lo que me recuerda que...-rebuscó en su bolsa y sacó un ticket verde y se lo tendió para que uno lo cogiera.-Aquí tambien teneis barra libre, tan solo presentadles este ticket y decid que vais juntos. Comed algo, reponed fuerzas, porque el viaje de verdad empezará cuando desembarquemos. Pero no os vayais muy lejos, en cosa de una hora o asi, entraremos en los fiordos y son una vista que no quereis perderos.-les informó con una sonrisa.
Pasó el tiempo. Nia habia bajado al mar más de una vez, y se habia procurado su propia comida. A decir verdad, pasó bastante tiempo en el mar, más que en la cubierta, hasta la hora que, como quedó con los otros dos, quedaron en la proa para observar la entrada a los fiordos. Quizás como en los paises al norte de europa, los fiordos eran una vista impresionante, de un claro azul cristalino, los pastos, las piedras y los ocasionales animales salvajes todos estaban teñidos de turquesa, añil y otros tonos cerúleos. El agua que se rompia debajo del barco, tan azul como un detergente, se mecia con cierta gentileza. Pudieron apreciar el atardecer desde ahí, mientras atravesaban los fiordos. Hablándoles de la historia del lugar, de las batallas, de la fauna y flora y de las leyendas que tenia aquel lugar mistico, Nia les entretuvo durante un rato, como una verdadera guia turística. Tras un rato atravesándolos, Nia se volvió al mar, a darse un chapuzón helado y no volvió a la cubierta hasta que llegó la hora de abandonar el barco. Asómandose por debajo de las barandas de seguridad, les llamó la atención.
-Vámos, tenemos que bajarnos aquí, pronto vamos a salir de los fiordos de Vinze, tenemos que atravesar la estepa boreal antes de que caiga la noche.-les instó, para que estuviesen más seguros, les explicó.-Acabo de crear una distracción, es el momento, ¡Vamos!-dijo señalandoles que desembarcasen antes de volver a lanzarse al agua con una grácil zambullida. Nia brilló intermitentemente en el agua para que la siguiesen, como un faro y llegaron a una pequeña cueva baja entre los fiordos, ahí esperaron un buen rato a que el ferry terminase de pasar, por suerte para ellos, parte de la cueva no estaba sumergida y no tendrian que mojarse todo el rato. Nia sin embargo, permaneció en el agua, asomándose ocasionalmente para controlar la distancia en la que se encontraba el ferry. No fue sino, al pasar unos breves minutos que les dio el visto bueno y pudieron salir.
Nia finalmente les guió hacia el final de los fiordos, el atardecer se cernia sobre ellos y comenzaba a refrescar mayúsculamente. Cuando llegaron a la orilla, pudieron observar como ante ellos, se abria una enorme estepa cubierta por una niebla tan gruesa que una vez dentro no podrian ver ni a un palmo de su cara. Nia les miró, como comprobando sus reacciones. Aquello era peligroso, muy peligroso. Habia una razon por la que este reino no habia sucumbido al Imperio y era esa misma niebla. Se escondian en ella y ningun aparato tecnológico funcionaba en aquella zona, culpa de los fuertes campos magnéticos. Por ello, habian adoptado el sobrenombre de Cazadores de la Niebla. Nia les contó todo esto, un poco dificultada, ya que pensaba que se echarian atrás debido al pico que habia tornado aquella incursión. Se enfrentaba a una fuerza de soldados que atacaban desde la niebla, niebla tan espesa y extensa que ni la magia les ayudaria y lo peor de todo, era lo que estaba por venir.
-Con alquimia, podria guiarme de vuelta a la última vez que vine aquí, pero...-se encogió de hombros, algo apenada.-No creo que sigan instalados donde la última vez que me recibieron. Además, ya no soy muy bien recibida aquí, vereis, son muy supersticiosos, aunque se consideran aliados de rocavarancolia, cosa que la ciudad no sabe y espero que así siga. La ciudad les devoraria, creen que la crueldad de los mios es lo que peor que se pueden encontrar y, por la regla de "El enemigo de mi enemigo es mi amigo" se guian. Espero que podais guardarles el secreto, independientemente de lo que pase dentro de esa niebla o como os traten.-dijo con una voz algo débil. Por su tono, parecia que estaba llevando a los dos humanos a su San Martin personalizado. Les señaló para que la siguieran. Anduvieron una escasa media hora antes de que pasase algo. Con la niebla, tuvieron que andar muy juntos para no perderse el uno del otro.
Se rascó algo insegura el antebrazo, antes de finalmente anular el hechizo sobre su pelo, devolviendole el color amarillento habitual.
-Vosotros permaneced así. Necesitamos que creean que somos los tres hijos de Ul. Eso es porque...-en la lejania se podia oir como un susurro que helaba la sangre, un susurro que arrastraba palabras cargadas de odio y violencia. Una persona con mundo diria que es el viento, una persona sensata diria que el viento no decia palabras tan dictas y una persona con experiencia se prepararia para lo que fuera que estuviese entre la niebla.-...nos tienen que llevar ellos mismos hacia su Reino. Tenemos...-dudó como expresarse, se le notaba visiblemente más nerviosa.-...Tenemos que ser cazados.-acabó por soltar y comenzó a trazar varios hechizos de protección, mientras renovaba sus propios colgantes con nueva energia, así como sus tatuajes mágicos.
-Hagais lo que hagais, no peleis con ellos, no los provoqueis. Rendiros a la primera de cambio. Si luchamos y acabamos con ellos, nunca volveremos a encontrar este reino y estos guerreros moririan antes que traicionar a sus patrias y decirnos donde se encuentran.-les explicó algo acelerada. Se podian oir pasos. Pasos que les rodeaban en la traicionera niebla que, en ocasiones, gracias a la luz de la luna, podian apreciar sus aviesas siluetas, como danzando a su alrededor. Veinte, treinta o más guerreros blandian lanzas, su piel, negruzca como la pizarra misma, estaba decorada con numerosos tatuajes hechos con cortes, así como unas plumas tan oscuras como las de Noel mismo. Todos los guerreros llevaban máscaras enormes, que podrian recordar a los humanos a las máscaras tiki tradicionales, con caras cargadas de violencia, odio y dolor diseñadas sobre ellas. Algunos guerreros llevaban tridentes, otros espadas otros redes. Todas aquellas eran armas. Iban vestidos con escasas prendas hechas de piles de animales e iban descalzos. Sus cabelleras, tan largas como sus primos pálidos, iban recogidas de diferentes maneras con huesos que tenian toda la pinta de ser humanos o, en este caso, ulteranos. Si se fijaban, los huesos parecian indicar el rango entre los guerreros.
Antes de que pudiesen reaccionar a los guerreros en la distancia, la niebla se probó traicionera de nuevo cuando, de aparentemente todos los lados, el suelo, sus espaldas sobre sus cabezas, numerosas armas de silicio y metales de baja calidad se acercaron peligrosamente a sus gargantas, amenazadoramente. Fue entonces cuando el resto de guerreros en su frente avanzaron y les cercaron usando armas más largas. Todo ello en silencio. Les rodeaban tantas armas que habria sido imposible librarse de todas ellas con un movimiento y su objetivo de inmovilizarles a costa de su vida habia surtido efecto. Nia susurró entre dientes. Tenia las manos levantada y estaba muy sorprendida, casi aterrada.
-No. Os. Movais. Dejadme. Hablar. A. Mi.-dijo en un rocavarancolés tan claro y pausado como pudo. Parecia que, de todas las cosas que la náyade podria esperarse de aquellas gentes, no habia pensado ni por un momento en esta opción.
Entre las filas de lanzas, cuchillos y máscaras amenazadoras, surgió un solo individuo que rivalizaba en tamaño con el mismo Noel. Por orden jerárquico, sin duda debia ser algún tipo de jefe. Llevaba numerosos huesos como brazales, un casco que era una calavera de alguna serpiente gigantesca adornado con plumas negras así como orejas pendiendo de su pecho como collares. En las piernas, hombros y pecho llevaba una especie de armadura tachonada hecha de escamas de algún lagarto de escamas oscuras, curtido con más cuero para reforzarlo y más metal de pobre calidad, muy primitivo. Lo que más chocaba de él, sin embargo, es como llevaba la carne por todo el cuerpo atravesada por garfios de aspectos maléficos y, pendiendo de ellos, pequeños esqueletos, como miniaturas de humanos. Más tarde entenderian que no eran miniaturas y que eran, efectivamente, esqueletos de bebés, pobremente unidos con hilos en un amasijo de huesos. Haciendo muestra de una descarada hipocresia ulterana, la niña comentó algo en voz alta dirigida hacia el supuesto cacique de los cazadores.
-Salvaje.-le soltó con una feroz voz con odio en un duro ulterano.
El cacique, sin embargo, pareció ignorar a la niña y centró su atención hacia los dos humanos, ahora disfrazados de ulteranos pálidos. La caza parecia haberle sorprendido al mismo cacique, que exhaló con placer sobre Wen. Su aliento olia a algo peor que podrido y, aunque Wen no era dentista, ni biologa ulterana, sabia que su dentadura no estaba en sus mejores dias. Metió una de sus manos, como una garra con uñas curvadas entre el pelo de la chica, como peinandolo hacia atrás con el cariño de un amante para finalmente agarrarlo fuertemente y tirar de él, exponiendo su cuello. Sacó su propio cuchillo, tallado de hueso tambien y acarició sin llegar a cortar la garganta de la chica con él, para finalmente pasar a otra parte su cuerpo que le interesaba: Sus orejas. Apartando el pelo, examino las orejas de la chica con curiosidad, como si dudase de cual llevarse consigo.
No fue entonces hasta que se dió cuenta de Noel que, notablemente enfadado, acabó por llamarle notablemente la atención más que la chica. Con un saltito, se puso de cara a cara con él y soltó una risa seca, vomitando más de su aliento sobre él. Con ambas manos, levitó a pocos centímtros de su cara, como dudando si acariciarla, con una delicadeza impropia de su apariencia, para finalmente poner las manos en sus pectorales y palparlos con una mezcla de interés y lujuria. Los ojos dentro de las fauces de la calavera brillaban rojos con hambre.
-Dass ehh verkadesser...-le susurró con un tono algo seductor al draco en un idioma que no era claramente ulterano. Parecia divertirle lo enfadado que estaba, pero no llegaba a relacionarlo con Wen. Nia por su parte, se compadecia por el draco pero temia que su mal genio se apoderase de él en aquella situación e inconscientemente comenzó a pedirle en voz baja "Paciencia".
Otra risa seca, como la de un cuervo se escapó de la garganta del cacique.
-Galakaria, esser den.-se dirigio a uno de los guerreros que sostenia las redes que pronto comenzó a toquetearlas para preparar sogas con las que atarles.-¡Dass Esser gan vegaken!-dijo, alzando el puño haciendo que el resto de guerreros vitoreasen con él, sin bajar sus armas ni un instante. Una guerrera procedio a hablar, entre las filas de los demás guerreros. Tenia una lanza apuntada debajo de la barbilla de la británica.
-¡Anibafen! ¡Esser des tel sa dein! Urrut va des valoren...-dijo para acabar en una risa cacareante. Habia sonado igual de seductora que su cacique, segundos atrás en su trato con Noel. Parecia que solo Nia se estaba enterando de lo que decian y por su rostro no pintaba nada bien. La niña estaba aterrada y contemplaba a sus dos amigos con indecisión. No sabia que hacer. Aquello no era nada como lo habia planeado, nunca habian sido tan violentos y directos.
No podian seguir así. Queria avisarles, a los otros dos, de lo que habian dicho, de las cosas que estaban planeando hacerles. No iba a tolerarlo. Habia acordado guiarles y en su propio libro, eso implicaba devolverles sanos y salvos de vuelta a la ciudad. Fue entonces cuando los soldados, que estaban con un aura de siniestras risas, mientras más comentaban entre ellos mientras señalaban con sus armas a sus prisioneros, provocando más cachondeo general en el cual el cacique parecia estar en el centro. Finalmente, se unieron en un cántico cacareante, mientras bailoteaban a su alrededor, una danza macabra, mientras hacian cortes de diversa índole sobre sus prisioneros. Del cántico, una frase que se repetia, podian entender una de las palabras y el resto no eran muy dificiles de sacar del contexto.
-¡Ulteranos des Esser! ¡Ulteranos des Esser! ¡Ulteranos des Esser!-cantaban. Ataron de manos y pies a Wen en un abrir y cerrar de ojos y fueron a hacer lo mismo con los otros dos.
El cacique lamió su arma y se acercó con ojos cargados de vicio y odio hacia la británica, cogiendola por la oreja izquierda, se dispuso a cortarla por lo sano mientras a los otros dos parecian estar apunto de correr la misma suerte.
Aquello fue suficiente. Sabia que si no hacia algo pronto, Noel o Wen lo harian y ya no habria posibilidad de vuelta atrás y habrian viajado por nada.
-¡Basta ya!-
Rápidamente, dirigió sus tentáculos hacia los guerreros que se dispusieron a atarla, fuera de la vista de los demás que guerreros que detuvieron el cántico al instante cuando cayeron inconscientes por los cnelidos ponzoñosos de la náyade. Muy sorprendidos, el cacique soltó a Wen y esprintó hacia Nia, agarrándola del pescuezo y levantándola en el aire, soltando más palabras cargadas de odio, esta vez acentuadas sobre la ulterana. Nia le suplicó a Noel con la mirada que la liberase, pues empezaba a faltarle el aire.
Noel dio buena cuenta del cacique. Justo, segundos antes, todavia conmocionados por lo que habia hecho la náyade bajo sus propias narices, la muerte de su jefe les pareció de todo menos real, sobretodo con la rapidez que lo despachó el draco y fue entonces que Nia, pudiendo volver a hablar, les dijo.
-¡Quitaos los disfraces! ¡Atacad a su supersticion! ¡No mateis a más!-y procedió a lanzar un hechizo cegador, una luz que les deslumbrase a todos mientras Noel y Wen se preparaban para mostrarles quien era Rocavarancolia.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Ulterania
06/02/14, 05:27 am
Wen disfrutó del viaje en ferri, sus vistas y las historias de Nia. Comió, bebió y descansó junto a Noel, hasta que tocó ponerse verdaderamente en marcha. Aunque por el camino tuvo que echar mano del algún hechizo térmico, no tardaron demasiado ni tuvo mayor complicación. En seguida estuvieron en la estepa. La niebla que a cubría era realmente densa, pero aun así a la británica le dio algo de nostalgia de su tierra. Era londinense, sabía moverse en la niebla. O al menos eso creía ella mientras se adentraban en ella.
Mientras andaban, atendió a las explicaciones de la náyade invocando y desinvoncando sus armas nerviosamente. Saltaba a la vista la incomodidad de la vouivre ante la situación y la desconfianza que todo eso le daba. En cuanto oyó el primer susurro, se quedó completamente quieta y, segundos después, imitó a la niña y comenzó a renovar sus hechizos de protección. Asintió con fastidio a las últimas explicaciones de la ulterana y quedó completamente quita mientras el enemigo se acercaba. No le agradó lo que vio. La vouivre le había prometido a la niña que no se movería, pero eso no quería decir que no pudiera maldecirles en rocavarancolés y mirarles de la forma más terrorífica que su cara podía mostrar. Aunque no se esperaba la atención que el que parecía ser el jefe puso en ella. “Repugnante, asqueroso, vomitivo.” Eran las palabras que rondaban la cabeza de la británica mientras el jefe se acercaba a ella y la tocaba. No se movió por mucho que lo deseara, pero saltaba a la vista su desagrado por las muecas que ponía. Cuando tiró de su pelo, la vouivre estuvo a punto de escupirle a la cara como acto reflejo, pero se reprimió al ver la cara de Nia.
- Espero que haya una buena razón para justificar que no esté ensartándolo ahora mismo en mi guadaña. - murmuró en rocavarancolés.
La vouivre no pudo reprimir un siseo cuando sintió el frio hueso en la garganta. Cualquiera podría haber notado que no era humano ni ulterano, en ese caso, sino que sonaba más bien ofidio, aunque nadie pareció darle importancia. La vouivre casi podía notar como del enfado sus pupilas se volvían una línea negra de forma intermitente. Saltaba a la vista para cualquiera que la conociera que estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para controlarse. Y más aun cuando el jefe dejó caer su interés en Noel.
La vouivre se encontraba muy cabreada y su cabreo no mejoraba con las risas. Rozaba con los dedos sus tatuajes, pero sin llegar a activarlos. Si invocaba las armas no podría estarse quieta. Lo que más irritaba a la británica, y lo hacía profundamente, era saber que sus escandalosas risas morirían en sus gargantas si a ella la dejaran desatarse.
- Voy a ensartarte el cuello con una de mis flechas a ver como ríes entonces. - le escupió en la cara a la guerrera que le apuntaba al cuello.
Cuando el jefe se acercó a ella y la agarró de la oreja, Wen solo le mantuvo la mirada, desafiante, diciéndole silenciosamente que si seguía por ese camino se arrepentiría. Y casi no le dio tiempo a arrepentirse segundos más tarde cuando ya estaba muerto en el suelo. Por fin Nia se había hartado y los había liberado de su promesa de mantenerse quietos. En el momento en el que Noel había dado el primer paso para salvar a la niña, Wen había invocado definitivamente sus armas por si alguno de esos guerreros se atrevía a acercarse a ellos.
Nia les advirtió que no mataran a más, ante lo que la vouivre resopló con fastidio. “Con lo mucho que lo hubiera disfrutado.” Se quejó mentalmente, pero enseguida se recuperó. Estaba deseando hacer lo que iba a hacer.
- ¿Queréis superstición? ¡Yo os daré algo a lo que temer! - y, al instante, todos aquellos ulteranos pudieron ver a la perfección como la joven a la que su jefe casi mutila se transformaba ante sus ojos en una serpiente alada gigante.- ¿Todavía queréisz misz orejasz?
Los ulteranos eran derribados a decenas por la poderosa cola de la serpiente. Sin saber exactamente que flanco debían proteger, les llovían mordiscos punzantes, coletazos y alazos, y poco habían tardado en aprender que no debían mantenerse mucho tiempo en el suelo o kilos y kilos de reptil caían sobre ellos desinteresadamente. Quizás la vouivre no pudiera matarlos como deseaba, pero la realidad era que esos guerreros iban a volver a casa con más moratones y dolores de los que sus cuerpos podrían soportar.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Ulterania
07/02/14, 02:44 am
Noel pasó casi todo el viaje en ferry en cubierta, observando el mar y las vistas que se les presentaban a medida que se acercaban a su destino y tan solo entró en un par de ocasiones para beber y comer algo cuando sintió hambre. El viaje transcurrió rápido entre las historias de Nia y la compañía de Wen, pero el draco se alegró cuando la náyade les indicó que ya era hora de abandonarlo. Por fin empezaba la parte interesante.
Quizás demasiado interesante por como lo pintaba la ulterana. Según se adentraban en aquella niebla tan espesa, el sueco fruncía cada vez más el ceño ante lo que les estaba explicando la náyade, tanto por el contenido de sus palabras como por el nerviosismo que trasmitía con ellas. El draco bufó mientras mascullaba entre dientes, pero asegurándole a Nia que haría lo que ella decía a pesar de todo.
Esto último se probó aún más difícil de cumplir de lo que parecía cuando aquel grotesco individuo se acercó a ellos y comenzó a interesarse por la vouivre. Noel apretó los dientes con fuerza, hasta que aquel desgraciado tiró del pelo de la británica y el draco dio un paso bruscamente en su dirección. Sus ojos destellaban con furia y, aunque nadie podía verlo debido al hechizo ilusorio, su cola se golpeaba contra el suelo en violentas sacudidas.
—¿Qué cojones estás haciendo, escoria? ¡Suéltala ahora mismo si no quieres que te rebane el pescuezo! —gritó finalmente sin poder contenerse más.
Y efectivamente la soltó, aunque el sueco sabía que no había sido por lo que había dicho, al fin y al cabo no podía entenderlo. Enseguida supo que la había soltado para poner entonces su atención en él. Una mueca de asco se abrió pasó entre su expresión cuando olió aquel aliento podrido que exhalaba aquel repugnante hombre.
—¡Nia, recuérdame por qué no debería dejarle sin manos! —rugió cuando le tocó en el pecho—. ¡La paciencia se me acabó hace mucho rato! —le aseguró cuando oyó lo que la náyade le pedía.
Y las risas, las condenadas y repugnantes risas que no hacían sino echar más leña al fuego. Por eso ni siquiera hubiera hecho falta que Nia le pidiese ayuda con la mirada cuando el cacique intentó estrangularla. En cuanto habían atado a Wen, Noel le había propinado varios puñetazos a los que intentaban hacer lo mismo con él y de no ser porque las acciones de la náyade hicieron que soltasen a la británica, el draco habría actuado incluso antes. Ni siquiera se molestó en invocar alguna de sus armas. Agarró a aquel desgraciado por la cabeza y, ejecutando una ténica de lucha, se la golpeó contra una roca afilada que ya había localizado anteriormente, partiéndole el cuello por completo en el proceso. El draco le dio una patada sin interés al cuerpo sin vida de aquel desgraciado y dirigió una mirada desafiante al resto de salvajes, como retándoles a que tomasen represalias.
—¿Qué no los matemos? No me jodas...
La náyade no había terminado de hablar cuando, al mismo tiempo que la vouivre se transformaba, el draco deshizo la ilusión e invocó su hacha. Ensartó su filo en el ulterano que tenía más cerca, teniendo que contenerse para no terminar con su miserable vida y a continuación comenzó a conjurar. Encadenó una maldición abrasiva, un relámpago negro y plata y un hechizo fulminante contra objetivos aleatorios para inmediatamente después echar a volar y comenzar a disparar plumas en todas direcciones, evitando darles a Nia y a Wen en lo posible, aunque si se le desviaba alguna sabía que las protecciones que llevaban rechazarían los proyectiles. Atravesó la zona volando a toda velocidad, riéndose desquiciadamente mientras se deleitaba con los gritos de aquellos desgraciados, sin dejar de lanzar proyectiles a diestro y siniestro y en un momento dado se detuvo manteniéndose en el aire sobre el grupo de ulteranos.
—¡Wen, Nia! Si me hacéis el favor de apartaros hacia un lado a unos cuantos metros de ellos os estaría muy agradecido —les hizo saber a sus compañeras empleando un tono calmado, contrastando con la sonrisa sádica que adornaba permanentemente su expresión en aquellos instantes—. Voy a proceder al colofón final.
Segundos después, un potente hechizo de consución llenó el aire de violentas explosiones que restallaban entre los ulteranos ruidosamente, ahogando en parte sus desgarradores gritos pero no lo suficiente como para no permitir al draco alimentarse adecuadamente de ellos. Noel sobrevoló la zona sonriendo con satisfacción antes de aterrizar cerca de la náyade y la vouivre mientras seguía observando el efecto del potente sortilegio.
El polvo que se había levantado impidió ver durante unos instantes lo que había sucedido pero poco a poco se fue disipando. Los salvajes se encontraban en su mayoría tirados en el suelo, sangrando y emitiendo toda clase de sonidos lastimeros, aquejados debido al dolor y desesperación que debían estar sufriendo. Noel observó satisfecho el resultado. Había realizado un gasto mágico muy elevado y probablemente su energía no daría para mucho más, pero también había recargado sus reservas como pocas veces podía permitirse.
—Tranquila, me aseguré de que no muriese ninguno —le dijo a Nia girándose hacia ella todavía con la macabra sonrisa pintada en su rostro—. ¿Para qué matarlos, al fin y al cabo, si son mucho más útiles cuando todavía disponen de una garganta con la que gritar? —su expresión, sin embargo, se volvió seria tras unos segundos de silencio— ¿Y ahora qué?
Quizás demasiado interesante por como lo pintaba la ulterana. Según se adentraban en aquella niebla tan espesa, el sueco fruncía cada vez más el ceño ante lo que les estaba explicando la náyade, tanto por el contenido de sus palabras como por el nerviosismo que trasmitía con ellas. El draco bufó mientras mascullaba entre dientes, pero asegurándole a Nia que haría lo que ella decía a pesar de todo.
Esto último se probó aún más difícil de cumplir de lo que parecía cuando aquel grotesco individuo se acercó a ellos y comenzó a interesarse por la vouivre. Noel apretó los dientes con fuerza, hasta que aquel desgraciado tiró del pelo de la británica y el draco dio un paso bruscamente en su dirección. Sus ojos destellaban con furia y, aunque nadie podía verlo debido al hechizo ilusorio, su cola se golpeaba contra el suelo en violentas sacudidas.
—¿Qué cojones estás haciendo, escoria? ¡Suéltala ahora mismo si no quieres que te rebane el pescuezo! —gritó finalmente sin poder contenerse más.
Y efectivamente la soltó, aunque el sueco sabía que no había sido por lo que había dicho, al fin y al cabo no podía entenderlo. Enseguida supo que la había soltado para poner entonces su atención en él. Una mueca de asco se abrió pasó entre su expresión cuando olió aquel aliento podrido que exhalaba aquel repugnante hombre.
—¡Nia, recuérdame por qué no debería dejarle sin manos! —rugió cuando le tocó en el pecho—. ¡La paciencia se me acabó hace mucho rato! —le aseguró cuando oyó lo que la náyade le pedía.
Y las risas, las condenadas y repugnantes risas que no hacían sino echar más leña al fuego. Por eso ni siquiera hubiera hecho falta que Nia le pidiese ayuda con la mirada cuando el cacique intentó estrangularla. En cuanto habían atado a Wen, Noel le había propinado varios puñetazos a los que intentaban hacer lo mismo con él y de no ser porque las acciones de la náyade hicieron que soltasen a la británica, el draco habría actuado incluso antes. Ni siquiera se molestó en invocar alguna de sus armas. Agarró a aquel desgraciado por la cabeza y, ejecutando una ténica de lucha, se la golpeó contra una roca afilada que ya había localizado anteriormente, partiéndole el cuello por completo en el proceso. El draco le dio una patada sin interés al cuerpo sin vida de aquel desgraciado y dirigió una mirada desafiante al resto de salvajes, como retándoles a que tomasen represalias.
—¿Qué no los matemos? No me jodas...
La náyade no había terminado de hablar cuando, al mismo tiempo que la vouivre se transformaba, el draco deshizo la ilusión e invocó su hacha. Ensartó su filo en el ulterano que tenía más cerca, teniendo que contenerse para no terminar con su miserable vida y a continuación comenzó a conjurar. Encadenó una maldición abrasiva, un relámpago negro y plata y un hechizo fulminante contra objetivos aleatorios para inmediatamente después echar a volar y comenzar a disparar plumas en todas direcciones, evitando darles a Nia y a Wen en lo posible, aunque si se le desviaba alguna sabía que las protecciones que llevaban rechazarían los proyectiles. Atravesó la zona volando a toda velocidad, riéndose desquiciadamente mientras se deleitaba con los gritos de aquellos desgraciados, sin dejar de lanzar proyectiles a diestro y siniestro y en un momento dado se detuvo manteniéndose en el aire sobre el grupo de ulteranos.
—¡Wen, Nia! Si me hacéis el favor de apartaros hacia un lado a unos cuantos metros de ellos os estaría muy agradecido —les hizo saber a sus compañeras empleando un tono calmado, contrastando con la sonrisa sádica que adornaba permanentemente su expresión en aquellos instantes—. Voy a proceder al colofón final.
Segundos después, un potente hechizo de consución llenó el aire de violentas explosiones que restallaban entre los ulteranos ruidosamente, ahogando en parte sus desgarradores gritos pero no lo suficiente como para no permitir al draco alimentarse adecuadamente de ellos. Noel sobrevoló la zona sonriendo con satisfacción antes de aterrizar cerca de la náyade y la vouivre mientras seguía observando el efecto del potente sortilegio.
El polvo que se había levantado impidió ver durante unos instantes lo que había sucedido pero poco a poco se fue disipando. Los salvajes se encontraban en su mayoría tirados en el suelo, sangrando y emitiendo toda clase de sonidos lastimeros, aquejados debido al dolor y desesperación que debían estar sufriendo. Noel observó satisfecho el resultado. Había realizado un gasto mágico muy elevado y probablemente su energía no daría para mucho más, pero también había recargado sus reservas como pocas veces podía permitirse.
—Tranquila, me aseguré de que no muriese ninguno —le dijo a Nia girándose hacia ella todavía con la macabra sonrisa pintada en su rostro—. ¿Para qué matarlos, al fin y al cabo, si son mucho más útiles cuando todavía disponen de una garganta con la que gritar? —su expresión, sin embargo, se volvió seria tras unos segundos de silencio— ¿Y ahora qué?
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Ulterania
07/02/14, 06:48 pm
Nia
Y entonces se desató el caos. La náyade podia imaginar que sus amigos estaban muy enfadados, aunque no entendiesen lo que habian dicho o los nombres que les habian llamado, pero, por una vez, Nia pudo VER cuan enfadados estaban. Los soldados estaban en pánico, normalmente confiados y sádicos entre las nieblas, guerrreros que habian desollado a otros mucho más fuertes, rompieron a gritar entre agonia y terror, mientras los que podian escapaban. Nia, por su parte, se encargó de paralizar a todos los que fueron huyendo. Logró hacerlo con relativa efectividad, pues todos los ojos estaban puestos en la enorme serpiente que intentaban abatir o el torbellino de dolor y hechizos cargados de dolor y sadismo que era Noel.
Entre el caos y él pánico, los más valientes se abalanzaron al combate, buscando una muerte con honor, mientras que los más jovenes yacian en el suelo con dolor agonizante o habian intentado huir inutilmente, para caer bajo la paralisis que enviaba la ulterana.
Cuando toda la conmoción se calmó, tan solo se oian lamentos y gritos de dolor, algun llanto, pero sobretodo, el omnipresente silencio pegajoso que acompañaba un campo de batalla. A Nia se le revolvieron las tripas. Desde moratones, brazos rotos, los habia mucho peores. A uno se le habia partido la pierna y se le podia ver el hueso. Cuando Nia se acercó lentamente para curarle, pegó un grito ahogado y comenzó a morderse la lengua con saña, en un intento de acabar con su vida y llevarse el secreto a la tumba. Nia no lo iba a permitir. Paralizandole, procedió a curarle la herida, restituir el hueso y vendarle. Mientras lo hacia, avisó a los demás humanos que otros intentarian acabar con sus vidas tambien, que tuvieran cuidado.
-Curadles si hace falta. No podemos dejar que ninguno de ellos muera.-dijo, tirando fuertemente de las vendas, para asegurar la pierna, pero pronto se corrigió.-Ninguno más.-dijo, dirigiendo una mirada de asco al despojo que era el cadaver del ulterano con la armadura de huesos.
Sintió que deberia disculparse. Tendrian que haber reaccionado mucho, mucho antes y no haberles tolerado lo más mínimo, pero la situación se le habia ido completamente de las manos. Normalmente no tocaban a las presas hasta llegar a la ciudad y, entonces, ahi ya podrian quitarse los disfraces y causarles una buena impresión. La niña se mordió el labio y volvió a dirigir su voz hacia los dos humanos, pero no la mirada, pues estaba ocupada arreglandole una fractura en la frente a otro herido.
-Lo siento. Yo... No se que ha pasado. Normalmente no son así... así de violentos. Esta vez han sido muchisimos más y muchisimo más rápidos y violentos que de costumbre. Era como si supiesen que veniamos y nos estaban esperando... Yo...-su voz se hundió de pronto.-Os he puesto en peligro y os he fallado...-comentó, sobrecogida de una pena y culpabilidad tremenda.
Para cuando podrian haberla contestado, uno de los guerreros, en concreto la guerrera que antes se habia pronunciado por Wen, comenzó a borbotear sangre por la boca, como en erupción, mientras se agarraba la garganta. Nia acudió rápida a su auxilio. Tenia la garganta completamente enrojecida y todas las venas que se dirigian hacia el pecho marcadas en un color bermellón brillante. Le abrió el chaleco de cuero curtido exponiendo el resto del pecho y comprobó como las venas comenzaban a marcarse por toda la piel.
-Veneno.-murmuró.-Esta ha intentado envenenarse...-maldió por lo bajo, mientras la guerrera comenzaba a sufrir fuertes convulsiones y comenzaba a vomitar más sangre. No le costó mucho retenerla con un hechizo de paralisis. Fuera lo que fuera ese veneno, la estaba destrozando por dentro, como unas viciosas termitas. La ulterana tenia que actuar rápido.
Además de las heridas que tenia por la pelea: Un par de costillas, un brazo y una clavícula rota, ahora peligraba su vida, pues el veneno estaba atacando directamente a sus pulmones, asfixiandola. Nia tenia que actuar muy rápido. Rebuscó entre su bolsa y sacó un frasco de un verde oscuro decorada con los motivos de una calavera esmeralda. Lo abrió y, al instante, una neblina verdosa brotó de él, envolviendo las cercanias. Usando el tapón como una pequeña taza, sirvió algo de líquido verde claro y la boticaria se lo metió en la boca. Haciendo gárgaras con él unos segundos, le abrió la boca a la agonizante guerrera y juntando sus labios con los suyos, lo vertió en su boca. Una vez se aseguro que lo tenia todo dentro, le anuló el hechizo de paralisis y la forzó a beber. Y cerró entonces el frasco.
Cuando la guerrera tragó, comenzó a sentir la mejora al instante, mientras un brillo verdoso se extendia por todo su pecho, naciendo en la garganta. Nia se limpió la sangre de las manos y luego se limpió los labios manchados de sangre y de la poción verdosa con la manga y una expresión de asco. El aliento de la mujer no le tenia nada que envidirar al del cadaver un par de pasos más atrás.
La guerrera comenzó a toser e inconscientemente se llevó las manos a la garganta. Ambas. Para su sorpresa, su brazo, clavícula y costillas volvian a estar curadas y se podian mover a gusto. Su sorpresa duró bien poco cuando la niña se le plantó a escasos palmos de su cara y le habló.
-Messe va Nossim. Ga tara. Sve.-
La guerrera soltó una risa muy fingida, cargada de orgullo y sobriedad guerrera.
-Nossim tras to vesse, Ulterana.-Y, a continuación, le escupió algo de sangre resca a la niña. La sangre se plantó en su mejilla y se resbaló impune por su rostro. Como reaccionando lentamente, la niña se lo barrió con la manga y una mirada de odio cruzó sus ojos color océano. Acto seguido, se plantó encima de ella y le soltó un fuerte puñetazo con la derecha en la cara. Tras ese puñetazo vino otro. Y otro. Y otro. Pudieron perder la cuenta de cuantos fueron, pero a partir del tercer o cuarto, los sonidos de carne y sangre se habian vuelto mucho más tiernos y para cuando la ulterana se incorporó de nuevo, reuniendose con los otros dos, la cara de la mujer era completamente irreconocible como un amasijo de dientes, sangre y demás, completamente KO por la "medicina práctica" de la ulterana.
Sacudiendo su mano derecha, algo inflamada y pringada de sangre de nuevo, la ulterana murmuró entre dientes en ulterano.
-Salvajes.-y entonces se limpió el puño con un pañuelo.
Entonces se reunió con los dos humanos, que ya habian acabado de curar por encima a los demás prisioneros. La situación habia cambiado, la niña tenia un plan y pensaba compartirlo con ellos dos.
-Tengo una idea de como vamos a tener que entrar y le involucra a ella.-dijo señalando a la guerrera inconsciente en el suelo, con el rostro como un cuadro surrealista.-Y a él.-señaló a continuación al cadaver.
-Primero dejadme que os cuente algo sobre su sociedad.-dijo, sonando formal, como solia, al hablar de la historia o los mitos de un lugar.-Sus gente se basan en el culto de la vida. Un Animus, un alma, Madre Tierra, la naturaleza; como lo querais llamar. Este ser se desprende en diferentes trozos y le cede cada uno a un ser vivo. Cuando el ser vivo muere, este trozo se pierde para siempre si no se une a otro en poco tiempo. Entre los suyos, una de las actividades más penadas es la caza con motivo de deporte o el asesinato por diversión. Matar para cazar es aceptable, sin importar que se cace.-dijo, tomandose una pausa.-No se si me estais entendiendo. Cualquier cosa es aceptable a la hora de cazar. Otros ulteranos, otros miembros de su especie... En resumidas cuentas, son caníbales, pero por su religión. Antes estaban discutiendo entre ellos la mejor manera de cocinaros, por cierto.-dijo, para luego añadir en un susurro.-Entre otras cosas.-
Volvió al punto.
-Esto significa dos cosas. Una buena y una mala.-dijo Nia.-La buena, como me hicisteis caso, es que no hemos cometido el mayor de los agravios que habria sido matar a todos estos guerreros y no tendiramos que... que comerlos.-dijo con dificultad.-La mala es que si se ha matado a alguien. Y va que haber que hacer algo, pero de eso me encargaré yo, no os preocupeis. Tengo que pediros algo a los dos, que estoy seguro que estareis encantados de hacer y que yo absolutamente no puedo.-
Señaló a la guerrera.
-Al tratarla del veneno que casi la mata, me di cuenta de una cosa. Si os fijais en su pecho izquierdo, tiene el tatuaje de una araña gris. Está hecho con tinta. Es decir, que pertenece a una casa noble, por asi llamarlo. Conmigo no ha querido intercambiar una palabra, pero sin embargo, he descubierto algo importante. Se intentó suicidar con veneno, uno muy potente. Eso quiere decir una cosa: Tiene miedo hacerlo ella misma, es decir, le tiene un miedo terrible a la muerte, cosa muy repudiada en su sociedad. Probablemente acabe revelandonos la localización del reino con un poco de... encanto de draco y de... abrazos de vouivre... No se si me entendeis.-dijo muy aparatosa, como si le tuviese miedo a siquiera sugerir la tortura, cuando era exactamente lo que pretendia.-Está aún bajo el efecto de la poción, asi que podeis pasaros con la cantidad de sangre que pierda, siempre que lo considereis durante... yo diria que una media hora.-les informó. Si se fijaban, la guerrera habai recuperado las facciones de su cara y sus dientes y solo estaba empapada de sangre y seminconsciente. Lo que le habian hecho a sus amigos estaba ya a otro nivel. La ulterana sentia en esos instantes poco aprecio o pena por las penurias, el genocidio o la persecución que habia sufrido aquella tribu. Más tarde con la cabeza fría volveria a cambiar de opinión. Pero en ese momento, sabia que usarian cualquier método para llevar acabo la incursión con éxito. Habiendolo acordado así, Wen y Noel se encargarian de que la noble cantase y Nia se encargaria de simular el ritual por el cual habian devuelto en Animus a su equilibrio.
Y entonces se desató el caos. La náyade podia imaginar que sus amigos estaban muy enfadados, aunque no entendiesen lo que habian dicho o los nombres que les habian llamado, pero, por una vez, Nia pudo VER cuan enfadados estaban. Los soldados estaban en pánico, normalmente confiados y sádicos entre las nieblas, guerrreros que habian desollado a otros mucho más fuertes, rompieron a gritar entre agonia y terror, mientras los que podian escapaban. Nia, por su parte, se encargó de paralizar a todos los que fueron huyendo. Logró hacerlo con relativa efectividad, pues todos los ojos estaban puestos en la enorme serpiente que intentaban abatir o el torbellino de dolor y hechizos cargados de dolor y sadismo que era Noel.
Entre el caos y él pánico, los más valientes se abalanzaron al combate, buscando una muerte con honor, mientras que los más jovenes yacian en el suelo con dolor agonizante o habian intentado huir inutilmente, para caer bajo la paralisis que enviaba la ulterana.
Cuando toda la conmoción se calmó, tan solo se oian lamentos y gritos de dolor, algun llanto, pero sobretodo, el omnipresente silencio pegajoso que acompañaba un campo de batalla. A Nia se le revolvieron las tripas. Desde moratones, brazos rotos, los habia mucho peores. A uno se le habia partido la pierna y se le podia ver el hueso. Cuando Nia se acercó lentamente para curarle, pegó un grito ahogado y comenzó a morderse la lengua con saña, en un intento de acabar con su vida y llevarse el secreto a la tumba. Nia no lo iba a permitir. Paralizandole, procedió a curarle la herida, restituir el hueso y vendarle. Mientras lo hacia, avisó a los demás humanos que otros intentarian acabar con sus vidas tambien, que tuvieran cuidado.
-Curadles si hace falta. No podemos dejar que ninguno de ellos muera.-dijo, tirando fuertemente de las vendas, para asegurar la pierna, pero pronto se corrigió.-Ninguno más.-dijo, dirigiendo una mirada de asco al despojo que era el cadaver del ulterano con la armadura de huesos.
Sintió que deberia disculparse. Tendrian que haber reaccionado mucho, mucho antes y no haberles tolerado lo más mínimo, pero la situación se le habia ido completamente de las manos. Normalmente no tocaban a las presas hasta llegar a la ciudad y, entonces, ahi ya podrian quitarse los disfraces y causarles una buena impresión. La niña se mordió el labio y volvió a dirigir su voz hacia los dos humanos, pero no la mirada, pues estaba ocupada arreglandole una fractura en la frente a otro herido.
-Lo siento. Yo... No se que ha pasado. Normalmente no son así... así de violentos. Esta vez han sido muchisimos más y muchisimo más rápidos y violentos que de costumbre. Era como si supiesen que veniamos y nos estaban esperando... Yo...-su voz se hundió de pronto.-Os he puesto en peligro y os he fallado...-comentó, sobrecogida de una pena y culpabilidad tremenda.
Para cuando podrian haberla contestado, uno de los guerreros, en concreto la guerrera que antes se habia pronunciado por Wen, comenzó a borbotear sangre por la boca, como en erupción, mientras se agarraba la garganta. Nia acudió rápida a su auxilio. Tenia la garganta completamente enrojecida y todas las venas que se dirigian hacia el pecho marcadas en un color bermellón brillante. Le abrió el chaleco de cuero curtido exponiendo el resto del pecho y comprobó como las venas comenzaban a marcarse por toda la piel.
-Veneno.-murmuró.-Esta ha intentado envenenarse...-maldió por lo bajo, mientras la guerrera comenzaba a sufrir fuertes convulsiones y comenzaba a vomitar más sangre. No le costó mucho retenerla con un hechizo de paralisis. Fuera lo que fuera ese veneno, la estaba destrozando por dentro, como unas viciosas termitas. La ulterana tenia que actuar rápido.
Además de las heridas que tenia por la pelea: Un par de costillas, un brazo y una clavícula rota, ahora peligraba su vida, pues el veneno estaba atacando directamente a sus pulmones, asfixiandola. Nia tenia que actuar muy rápido. Rebuscó entre su bolsa y sacó un frasco de un verde oscuro decorada con los motivos de una calavera esmeralda. Lo abrió y, al instante, una neblina verdosa brotó de él, envolviendo las cercanias. Usando el tapón como una pequeña taza, sirvió algo de líquido verde claro y la boticaria se lo metió en la boca. Haciendo gárgaras con él unos segundos, le abrió la boca a la agonizante guerrera y juntando sus labios con los suyos, lo vertió en su boca. Una vez se aseguro que lo tenia todo dentro, le anuló el hechizo de paralisis y la forzó a beber. Y cerró entonces el frasco.
Cuando la guerrera tragó, comenzó a sentir la mejora al instante, mientras un brillo verdoso se extendia por todo su pecho, naciendo en la garganta. Nia se limpió la sangre de las manos y luego se limpió los labios manchados de sangre y de la poción verdosa con la manga y una expresión de asco. El aliento de la mujer no le tenia nada que envidirar al del cadaver un par de pasos más atrás.
La guerrera comenzó a toser e inconscientemente se llevó las manos a la garganta. Ambas. Para su sorpresa, su brazo, clavícula y costillas volvian a estar curadas y se podian mover a gusto. Su sorpresa duró bien poco cuando la niña se le plantó a escasos palmos de su cara y le habló.
-Messe va Nossim. Ga tara. Sve.-
La guerrera soltó una risa muy fingida, cargada de orgullo y sobriedad guerrera.
-Nossim tras to vesse, Ulterana.-Y, a continuación, le escupió algo de sangre resca a la niña. La sangre se plantó en su mejilla y se resbaló impune por su rostro. Como reaccionando lentamente, la niña se lo barrió con la manga y una mirada de odio cruzó sus ojos color océano. Acto seguido, se plantó encima de ella y le soltó un fuerte puñetazo con la derecha en la cara. Tras ese puñetazo vino otro. Y otro. Y otro. Pudieron perder la cuenta de cuantos fueron, pero a partir del tercer o cuarto, los sonidos de carne y sangre se habian vuelto mucho más tiernos y para cuando la ulterana se incorporó de nuevo, reuniendose con los otros dos, la cara de la mujer era completamente irreconocible como un amasijo de dientes, sangre y demás, completamente KO por la "medicina práctica" de la ulterana.
Sacudiendo su mano derecha, algo inflamada y pringada de sangre de nuevo, la ulterana murmuró entre dientes en ulterano.
-Salvajes.-y entonces se limpió el puño con un pañuelo.
Entonces se reunió con los dos humanos, que ya habian acabado de curar por encima a los demás prisioneros. La situación habia cambiado, la niña tenia un plan y pensaba compartirlo con ellos dos.
-Tengo una idea de como vamos a tener que entrar y le involucra a ella.-dijo señalando a la guerrera inconsciente en el suelo, con el rostro como un cuadro surrealista.-Y a él.-señaló a continuación al cadaver.
-Primero dejadme que os cuente algo sobre su sociedad.-dijo, sonando formal, como solia, al hablar de la historia o los mitos de un lugar.-Sus gente se basan en el culto de la vida. Un Animus, un alma, Madre Tierra, la naturaleza; como lo querais llamar. Este ser se desprende en diferentes trozos y le cede cada uno a un ser vivo. Cuando el ser vivo muere, este trozo se pierde para siempre si no se une a otro en poco tiempo. Entre los suyos, una de las actividades más penadas es la caza con motivo de deporte o el asesinato por diversión. Matar para cazar es aceptable, sin importar que se cace.-dijo, tomandose una pausa.-No se si me estais entendiendo. Cualquier cosa es aceptable a la hora de cazar. Otros ulteranos, otros miembros de su especie... En resumidas cuentas, son caníbales, pero por su religión. Antes estaban discutiendo entre ellos la mejor manera de cocinaros, por cierto.-dijo, para luego añadir en un susurro.-Entre otras cosas.-
Volvió al punto.
-Esto significa dos cosas. Una buena y una mala.-dijo Nia.-La buena, como me hicisteis caso, es que no hemos cometido el mayor de los agravios que habria sido matar a todos estos guerreros y no tendiramos que... que comerlos.-dijo con dificultad.-La mala es que si se ha matado a alguien. Y va que haber que hacer algo, pero de eso me encargaré yo, no os preocupeis. Tengo que pediros algo a los dos, que estoy seguro que estareis encantados de hacer y que yo absolutamente no puedo.-
Señaló a la guerrera.
-Al tratarla del veneno que casi la mata, me di cuenta de una cosa. Si os fijais en su pecho izquierdo, tiene el tatuaje de una araña gris. Está hecho con tinta. Es decir, que pertenece a una casa noble, por asi llamarlo. Conmigo no ha querido intercambiar una palabra, pero sin embargo, he descubierto algo importante. Se intentó suicidar con veneno, uno muy potente. Eso quiere decir una cosa: Tiene miedo hacerlo ella misma, es decir, le tiene un miedo terrible a la muerte, cosa muy repudiada en su sociedad. Probablemente acabe revelandonos la localización del reino con un poco de... encanto de draco y de... abrazos de vouivre... No se si me entendeis.-dijo muy aparatosa, como si le tuviese miedo a siquiera sugerir la tortura, cuando era exactamente lo que pretendia.-Está aún bajo el efecto de la poción, asi que podeis pasaros con la cantidad de sangre que pierda, siempre que lo considereis durante... yo diria que una media hora.-les informó. Si se fijaban, la guerrera habai recuperado las facciones de su cara y sus dientes y solo estaba empapada de sangre y seminconsciente. Lo que le habian hecho a sus amigos estaba ya a otro nivel. La ulterana sentia en esos instantes poco aprecio o pena por las penurias, el genocidio o la persecución que habia sufrido aquella tribu. Más tarde con la cabeza fría volveria a cambiar de opinión. Pero en ese momento, sabia que usarian cualquier método para llevar acabo la incursión con éxito. Habiendolo acordado así, Wen y Noel se encargarian de que la noble cantase y Nia se encargaria de simular el ritual por el cual habian devuelto en Animus a su equilibrio.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Ulterania
08/02/14, 02:51 am
Cuando Noel le indicó que se apartara un poco, Wen lo hizo sin poner oposición. Había disfrutando tanto en los escasos minutos de pelea, que toda la tensión había desaparecido y se sentía mucho más relajada. La vouivre voló mientras el draco lanzaba su hechizo final y luego volvió a tomar tierra ya transformada en humana. La británica bufó ante la petición de la náyade, pero procedió a cumplir con la petición de esta.
- Nia, no te martirices. Han sido ellos los que han querido jugar, no tú.- le dijo a la niña para que no sintiera culpable ya que en su opinión no lo era.
La vouivre siguió curando y paralizando a los guerreros, aunque ninguno de los dos quería que lo hiciera. En cierto momento vio que la guerrera que antes le había apuntado a la garganta estaba siendo atendida por la náyade y se sorprendió con como terminó ese encuentro.
- ¡Guau! Nunca la había visto tan enfadada.- le dijo a Noel mientras se acercaban a ella.
Escuchó en silencio mientras la niña les explicaba cómo era la sociedad a la que se enfrentaban y cómo debía proceder. Cuando terminó, la británica se giró y miró al draco con una sonrisa.
- Como nunca llegué a darte un regalo de cumpleaños, creo que esto podría ser adecuado.- le sugirió.- ¿Qué te parece si tu le das toquecitos con un palito mientras yo le pregunto educadamente sobre qué camino debemos tomar?- terminó preguntándole con una sonrisa inocente.
Mientras se acercaban a la guerrera, la vouivre activó el amuleto logomántico y realizó un hechizo sobre ella haciendo que levitara hasta situarse justo enfrente de ella. Con una sonrisa se acercó hasta tenerla a unos centímetros de su cara.
- Hola, guapa.- comenzó diciéndole en ulterano con el tono más amable del que era capaz de disponer.- Verás, aquí a mi pareja le ha disgustado un poquitito de nada lo que me has hecho antes y no resulta una persona amistosa cuando se disgusta. Así que, por que no colaboras un poquito, te haces un favor y me dices…- y en ese momento se transformó.- ¿¡Dónde esztá tu reino!?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Ulterania
08/02/14, 06:25 pm
Noel resopló con fastidio cuando supo que debían curarlos, aunque sabía que tenía gran parte de la culpa ya que la náyade les había advertido previamente que no debían matarlos y el draco no había sido precisamente moderado con su despliegue mágico. Cualquier nimio error de cálculo aplicando la potencia a los hechizos habría provocado la muerte de más de uno. Y le había dado exactamente igual.
—Meh, los que están hechos fosfatina son ellos, al fin y al cabo. Actuaste como creíste más conveniente —añadió tras Wen cuando Nia se disculpó.
El sueco procedió entonces a la aburrida tarea de curar las heridas de los salvajes, empezando por aquellos que presentaban un estado más lamentable y que por tanto había más probabilidades de que intentasen suicidarse. No obstante, a modo de venganza pasiva, o al menos todo lo pasiva que podía concebir en una situación como esa, el draco se aseguró de eliminar todas las cláusulas de anestesia de todos los sortilegios sanadores, consiguiendo también que la tediosa tarea fuese amenizada con un gratificante fondo ambiental proporcionado por los nuevos gritos de dolor provenientes de aquella escoria. Esbozó una sonrisa de satisfacción mientras curaba a un hombre joven que tenía una herida con muy mal aspecto en un costado y varias costillas rotas y al que tuvo que inmovilizarle la cabeza para que no se mordiese la lengua.
Se acercó a la vouivre mientras observaba como Nia encadenaba varios puñetazos en la cara de aquella ulterana que antes había tratado de avasallar a Wen junto con el jefe de la tribu y dejó escapar una risa jocosa.
—Yo tampoco —le aseguró a la británica.
Atendió a continuación a la explicación de Nia, la cual pensaba pedirle de todas formas ya que quería saber qué demonios había pasado exactamente. Arqueó una ceja cuando supo que habían querido comérselos y compuso una expresión de absoluto desagrado cuando la náyade mencionó que habrían tenido que hacer lo mismo en caso de haberlos matado. <<Si se desintegran no hay que comérselos>>, pensó jocosamente no queriendo interrumpir a la niña. Comprendió, de todas formas, que necesitaban al menos a algunos vivos para que les condujesen a donde quiera que Nia había planeado llevarles ya que de otro modo podrían pasar meses perdidos entre aquella niebla y volver con las manos vacías aún así.
Se giró hacia la vouivre cuando esta delegó en él por completo la propuesta de la ulterana para con aquella desgraciada y se rió levemente, divertido, ante la forma en la que se lo expuso.
—Qué bonito regalo de cumpleaños. Espero que tenga buenos pulmones —se mofó en tono sarcástico mientras ya se acercaban a la guerrera.
En esta ocasión ni siquiera se sintió incómodo como en otras ocasiones, dadas las circusntancias y habiendo sido la propia Nia quien había sugerido aquello, no había espacio en su cabeza para el remordimiento o las inseguridades. Al menos no en aquel momento.
El sueco no podía entender a Wen mientras hacía uso del amuleto logomántico, pero no hacía falta. La vio sonriéndole a la que ahora se había convertido en su presa y él le dirigió otra similar mientras lanzaba sobre ella un hechizo de amplificación sensorial.
—Como han cambiado las tornas ahora, ¿eh? —comentó sin dejar de sonreir a pesar de que no le entendería.
La inmovilizó por completo mientras la vouivre se transformaba y decidió empezar partiéndole tres dedos de una mano para a continuación hacerle un corte en el vientre empleando una de sus plumas primero para después escarbar en la piel con sus garras. Cuando Wen dejó de hablar, el draco agarró un trozo de piel levantada y comenzó a tirar de ella lentamente.
—Meh, los que están hechos fosfatina son ellos, al fin y al cabo. Actuaste como creíste más conveniente —añadió tras Wen cuando Nia se disculpó.
El sueco procedió entonces a la aburrida tarea de curar las heridas de los salvajes, empezando por aquellos que presentaban un estado más lamentable y que por tanto había más probabilidades de que intentasen suicidarse. No obstante, a modo de venganza pasiva, o al menos todo lo pasiva que podía concebir en una situación como esa, el draco se aseguró de eliminar todas las cláusulas de anestesia de todos los sortilegios sanadores, consiguiendo también que la tediosa tarea fuese amenizada con un gratificante fondo ambiental proporcionado por los nuevos gritos de dolor provenientes de aquella escoria. Esbozó una sonrisa de satisfacción mientras curaba a un hombre joven que tenía una herida con muy mal aspecto en un costado y varias costillas rotas y al que tuvo que inmovilizarle la cabeza para que no se mordiese la lengua.
Se acercó a la vouivre mientras observaba como Nia encadenaba varios puñetazos en la cara de aquella ulterana que antes había tratado de avasallar a Wen junto con el jefe de la tribu y dejó escapar una risa jocosa.
—Yo tampoco —le aseguró a la británica.
Atendió a continuación a la explicación de Nia, la cual pensaba pedirle de todas formas ya que quería saber qué demonios había pasado exactamente. Arqueó una ceja cuando supo que habían querido comérselos y compuso una expresión de absoluto desagrado cuando la náyade mencionó que habrían tenido que hacer lo mismo en caso de haberlos matado. <<Si se desintegran no hay que comérselos>>, pensó jocosamente no queriendo interrumpir a la niña. Comprendió, de todas formas, que necesitaban al menos a algunos vivos para que les condujesen a donde quiera que Nia había planeado llevarles ya que de otro modo podrían pasar meses perdidos entre aquella niebla y volver con las manos vacías aún así.
Se giró hacia la vouivre cuando esta delegó en él por completo la propuesta de la ulterana para con aquella desgraciada y se rió levemente, divertido, ante la forma en la que se lo expuso.
—Qué bonito regalo de cumpleaños. Espero que tenga buenos pulmones —se mofó en tono sarcástico mientras ya se acercaban a la guerrera.
En esta ocasión ni siquiera se sintió incómodo como en otras ocasiones, dadas las circusntancias y habiendo sido la propia Nia quien había sugerido aquello, no había espacio en su cabeza para el remordimiento o las inseguridades. Al menos no en aquel momento.
El sueco no podía entender a Wen mientras hacía uso del amuleto logomántico, pero no hacía falta. La vio sonriéndole a la que ahora se había convertido en su presa y él le dirigió otra similar mientras lanzaba sobre ella un hechizo de amplificación sensorial.
—Como han cambiado las tornas ahora, ¿eh? —comentó sin dejar de sonreir a pesar de que no le entendería.
La inmovilizó por completo mientras la vouivre se transformaba y decidió empezar partiéndole tres dedos de una mano para a continuación hacerle un corte en el vientre empleando una de sus plumas primero para después escarbar en la piel con sus garras. Cuando Wen dejó de hablar, el draco agarró un trozo de piel levantada y comenzó a tirar de ella lentamente.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Ulterania
11/02/14, 02:11 pm
Nia
La ulterana apiló linealmente los cuerpos inertes y paralizados de los terra. Uno a uno, les picó con sus tentáculos y luego les esprayeó con un dosificador una solución que potenciaba su propio veneno, en concreto, la duración de este. Dudó por unos instantes y finalmente puso una bóveda pequeña por encima de ellos, cargada con hechizos que aislaban su olor del exterior, así como cualquier sonido que pudiesen emitir y, con aquella niebla, concentró aún más humedad sobre esta, tapandoles de la simple vista aún más. Al lado de ellos, habia una pila con sus armas. Nia se lanzó numerosos hechizos de limpieza después, ya que le habia dado genuinamente asco tocar a tantas personas con tan pobre higiene personal.
Y, entonces, finalmente, se puso manos a la obra. Justo coincidió que empezaron la tortura. El grito desgarrador que surcó el aire le heló la sangre. No queria girarse y ver lo que fuera que estuvieran haciendo. No queria verlo y arrepentirse, aunque aquello solo hizo que la imaginación de la náyade vagase sin límites, imaginando todo tipo de crueles y sádicas torturas que podian causar aquellos sonidos por parte de la guerrera.
Se centró en su tarea. Puso bocarriba al cadaver del maloliente cacique y sacó un pequeño aparato con apariencia de una jeringa, tan solo que el estilete que era el pincho de esta, estaba curvado en una determinada manera. Con una expresión de asco, la náyade palpó la superficie de su cuello hasta que encontró el punto exacto y, introduciendo hasta la cima de la jeringa con un movimiento curvado, extrajo lo que parecio un líquido semitransparente, casi amarillento. Sacó un matraz y dos frascos, uno más grande que otro. El más pequeño de los dos, contenia un culín de una especie de materia semi sólida semi papilla que podria recordarle a muchos a carne roja fresca, tan solo que esta soltaba un liquidillo rojizo en bastante abundancia que daba a entender que no era sangre. El más grande, sin embargo, estaba lleno de pequeños puntos negros. Millones de ellos, del tamaño de un ácaro, casi, se fundian los unos con los otros y mostraban una tormenta negra siempre cambiante.
Nia abrió el tarro más grande y lo volcó sobre el cadaver y se alejó a una distancia prudencial. Al instante, los miles y miles de puntos negros comenzaron a consumir su cuerpo a una velocidad apabullante, más rápido que un ácido, no perdonaban nada de la valiosa carne, sin hacer ascos a su estado limpiaron hasta el hueso. Nia extrajo un silbato de su manga y, a un silbido, las criaturas volvieron al tarro, sin dejar siquiera atras a sus camaradas caidos en su propio frenesí, que los arrastraron de vuelta al tarro donde los devoraron acordemente.
Nia cerró ese tarro y lo guardó. En el matraz, mezcló el líquido amarillento con parte del líquido rojizo del otro frasco y al instante hubo una reaccion burbujeante. Sacó un dosificador de perfume vacio y lo llenó con la solución del matráz hasta arriba. Descartó el resto, limpió el matraz con un hechizo y lo guardó. Y ahora solo quedaba el dosificador, el producto final.
En la distancia, la guerrera habia accedido ya a cooperar, tan solo que la barrera del idioma se lo impedia y actualmente suplicaba por su vida. Nia se acercó con una pila de huesos malolientes a su espalda, presumiblemente los del cacique y con el dosificador en una de sus manos.
-Ha dicho que nos ayudará a encontrarlo.-dijo Nia.-Bueno, lo ha dicho antes de que pidiese que la mataseis ya.-sacudió con la cabeza aquel pensamiento desagradable.-Lo bueno es que va a contarnos donde y como.-
-¿Vas tara tes Nossim?-le hizo una simple pregunta en su idioma.
Al instante, al guerrera entró en pánico y comenzó a repetirles lo que le habia dicho antes a los dos humanos, entré súplicas por su vida varias. Cuando terminó, la náyade la hizo dormir con una inyección relativamente potente.
-Nos la llevamos.-les informó.-Puede ser una moneda de cambio por la persona a la que venimos a buscar.-dijo entonces, haciendola levitar detrás de ellos.
Y anduvieron durante unos cuantos kilómetros así. Los huesos del cadaver tintineaban con su siniestra forma de hacerlo en la espalda de la Náyade mientras que en las manos jugueteaba con el frasco de perfume cargando la solución, de un hediondo color marron oscuro. Se la veia visiblemente nerviosa y cansada. La náyade no estaba acostumbrada a que surgiesen tantos problemas en sus viajes cuando iba sola, pero siempre cuando acompañaba a otra persona, sus niveles de estrés y preocupación se disparaban. Se tomó una poción vigorizante por el camino y continuó.
Finalmente, encontraron el lugar señalado. Un barranco, como cualquier otro desnivel que podian encontrar en aquella estepa. Un lugar corriente, que guardaba una puerta. La puerta era algo común, algo que no llamase la atención: Una piedra. Y, siguiendo las instrucciones, detrás de un yacimiento de hierro pequeño, la encontraron. Una simple roca. Habia un cierto mecanismo que no lograron configurar, probablemente se abria con una contraseña o desde el interior. Pero aquello no fue muy dificil. Tres rocavarancolenses con magia lidiaron con el problema como si fuese pan comido y se adentraron en una galeria descendiente, tan solo iluminada por fugaces antorchas oscuras.
-Y creer que uno de los mayores reinos que ha sobrevivido al Gran Conflicto y a la persecucción de los Ul está escondido detrás de una simple roca en un barranco...-dijo la niña con cierta incredulidad. Entonces, pareció acordarse de algo, algo desagradable pero que debia hacer antes de continuar. Se acercó el dosificador a la boca y lo accionó dos veces. Al instante, le sobrevino una tos, pero no una tos cualquiera, era una tos que la destruia, le asqueaba, tanto que al final de cada tosido, le acompañaba una desagradable arcada. La ulterana se quedó infispuesta unos segundos, apoyandose en la pared entre tosidos y arcadas desagradables, tanto que parecia apunto de vomitar, pero, poco a poco se fue calmando y recobró la compostura.
-S-Sigamos...-dijo de forma algo débil mientras se tapaba la boca con verguenza.
La pequeña entrada les abrió a una inmensa galeria que se extendia más alla de donde los ojos podian ver iluminados póbremente con antorchas. El techo de la galeria estaba tambien sumido en la oscuridad y habia una presión en el aire, como un aura siniestra. Llevaban pasando un buen rato diferentes casas y chozas, todas vacias pero no abandonadas. Algunas incluso tenian un fuego encendido o cocina caliente sobre la mesa. Nia le restó importancia.
-Es... probablemente porque nos estén esperando. Despues de todo, hemos destrozado su puerta principal, derrotado a sus guerreros y ahora estamos invadiendo su ciudad.-dijo la ulterana con la mano tapando su boca pudorosamente.
Alla donde veian, podian apreciar grandes animales y bestias expuestas en los patios de las casas, si piel algunas, otros como trofeos de caza y armas. Muchas armas de silicio o metales de pobre calidad. Era casi prehistorico todo, pues no habia ningun rastro de tecnología aparente. Nia siguió su camino, sin detenerse, hasta que finalmente avistaron un edificio enrome entre el desbarajuste de casas. Decir enorme era quedarse corto. Comparadas con las pequeñas y chozas que no alcanzaban para un segundo piso casi nunca, aquel edificio destacaba tanto por su altura que podia decirse que era una columna enorme para sujetar el techo. Por arriba, se abrian diferentes ramificaciones como las ramas de un arbol mientras que la pase tenia constructos parecidos a enormes y poderosas raices que se extendian por las proximidades. En general, el edificio en si parecia un arbol enorme que alguien hubiese traido bajo tierra, lo hubiese cubierto de barro y ladrillo de baja calidad y le hubiese dedicado generaciones a perfeccionar y mejorar su infraestructura.
-El palacio.-anuncio la ulterana sin destapar su mano y, sin más, se aventuró en el terreno, hacia una de las múltiples entradas dispuestas en cada una de las raices. Grandes portones de madera, rematados por hierro pobremente pulido. Con un chasquido, las puertas se abrieron para ellos. Todo parecia indicar que les estaban observando y la ulterana renovó sus hechizos de protección. Nia miró hacia atrás, como con duda para finalmente adentrarse junto a los demás.
No habia antorchas para iluminar, así que se guiaron con la luz que desprendia la náyade. Parecia que habian entrado en una especie de almacen. Numerosas cajas dispuestas, algunas con comida, armas o ropa, otras con animales en jaulas. Habia un ambiente tenso pero silencioso, salvando el cacareo ocasional de alguna gallina o el chillido de algun roedor grande.
En la distancia, por fin, lograron ver algo de luz al final del almacén y parecia luz natural, no de una hoguera. Los pasillos de pronto, pasaron de ser de madera a ser de piedra pulida, una piedra negra heterogenea, con trazos de gris aleatorios, parecido al marmol, pero de color oscuro. Habia puertas. Muchas puertas. Pero el pasillo se internaba en linea recta hacia el corazón de la estructura que es donde, como dijo la ulterana, estarian probablemente esperándoles.
-Aunque es raro que no tengamos escolta.-les informó.
Y finalmente se arbieron a unas puertas grandes. De metal reforzado, probablemente no era de su manufactura, sino que las habian robado. Los que lo conociesen, podian ver el logo del ejercito de tierra ulterano en él, abollado, pintarrajeado y tallado pobremente, para evitar su reconocimiento. Las puestas, sin embargo, estaban algo viejas y gastadas. Se abrieron con un chirrido oxidado y, al instante les baño la luz del sol.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz del sol, podian ver que aquella cámara que se abria delante de ellos era vástamente enorme, como ninguna que antes habrian visto. De forma cilindrica, recorria todo el corazon del edificio-arbol, hasta alcanzar unas proporciones gigantescas. El suelo estaba losado con el marmol negro, pero cubierto de tesoros, joyas, cuberteria, oro: objetos de valor, botín del saqueo y el pillaje, tanto que se apilaba de tal forma para formar una montaña tan vasta que, rematándolo, habia un trono de oro vacio casi pegado a la pared y, a sus pies la montaña de oro seguia hasta finalmente encontrarse con los tres extraños. En las paredes, habia numerosos palcos, poblados de Terra de todas las edades y géneros. Viejos, niños, mujeres y hombres, todos parecian no pegar con el lugar, con su lujo. Vivian en una ciudad tan prehistorica y retrasada, pero su palacio por dentro estaba sumido en el chovinismo y la decadencia típica de las personas ricas en su totalidad.
-Cuidado dónde pisais.-les dijo, mientras se aventuraba en la sala, sin esconder el hecho de que levitaba, detrás de ella, la guerrera dormida. Parecia que tenian dos opciones, el arriesgarse a entrar pisando aquellas montañas de tesoro o levitar. Aquella elección era para ellos, puesto que Nia no dijo nada al respecto.
Cuando se adentraron en la sala, las puestas chirriaron y se cerraron detrás de ellos. Para cuando se giraron a enfrentarse de nuevo a aquella sala, el trono estaba ocupado. Engalanado en diversas joyas y en una capa de aspecto lujoso, una figura un tanto menuda reposaba sobre el dorado trono. En su cabeza, una corona rematada con diversas joyas de aspecto lustroso. El terra tenia una sonrisa perversa en sus labios, poblados por un espeso bigote así como unas pobladas patillas. El pelo, de un color verde muy oscurecido, lo llevaba recogido en diferentes coletas a lo largo de su espalda. Tamborileaba con los dedos en el remate de los posabrazos y, entonces habló en un claro ulterano.
-La bruja muerdesangres de nombre impronunciable nos ha traido dos monstruos fruto de la ciudad de la gran plaga.-comentó manteniendo su sonrisa.-¡Oh! No deberias haberte molestado, querida langosta de piel blanca.-le dijo fingiendo ternura con la chica para romper en una sonora carcajada.
La niña ignoró el comentario hiriente del terra y puso su mejor expresión educada, mientras se destapaba la boca. Al instante el un hediondo olor salió de su boca, como en una nube invisible de mal olor proferida de la misma boca de la náyade. Traia el olor a putrefaccion que habia acarreado el cacique y a cada palabra que pronunciaba, el olor se expandia. Con mucha verguenza, sin mirar a sus amigos al lado, habló.
-Alteza, venimos para ofreceros un tra-
Pero el rey alzó la mano, interrumpiendola con lo que la náyade se calló.
-Tu sabes mucho de nosotros, bruja mutante y, sinceramente, no me importa mucho lo que hayais venido a hacer o que trato ofrezcais. Pero si tengo que oir a hablar a alguien, no quiero que sea tu estridente y molesta voz la que reciba en respuesta de la mia.-dijo, abiertamente insultándola. La ulterana se mordió el labio y cerró los puños con rabia. Entonces miró a los dos humanos y con una señal con la cabeza, les invitó a hablar con el rey, mientras que sus ojos les rogaban extrema precaución.
-¡Ah! ¡Por si no os habeis dado cuenta, sabuesos de la plaga y peste! ¡Soy un Rey! ¡Soy el Rey Termita en la Niebla! ¡Procurad vuestras palabras con mucha delicadeza, si no quereis que os cueza a fuego lento y os sirva a mi pueblo con especias!-dijo, mostrándo amenazadoramente sus dientes.
La ulterana apiló linealmente los cuerpos inertes y paralizados de los terra. Uno a uno, les picó con sus tentáculos y luego les esprayeó con un dosificador una solución que potenciaba su propio veneno, en concreto, la duración de este. Dudó por unos instantes y finalmente puso una bóveda pequeña por encima de ellos, cargada con hechizos que aislaban su olor del exterior, así como cualquier sonido que pudiesen emitir y, con aquella niebla, concentró aún más humedad sobre esta, tapandoles de la simple vista aún más. Al lado de ellos, habia una pila con sus armas. Nia se lanzó numerosos hechizos de limpieza después, ya que le habia dado genuinamente asco tocar a tantas personas con tan pobre higiene personal.
Y, entonces, finalmente, se puso manos a la obra. Justo coincidió que empezaron la tortura. El grito desgarrador que surcó el aire le heló la sangre. No queria girarse y ver lo que fuera que estuvieran haciendo. No queria verlo y arrepentirse, aunque aquello solo hizo que la imaginación de la náyade vagase sin límites, imaginando todo tipo de crueles y sádicas torturas que podian causar aquellos sonidos por parte de la guerrera.
Se centró en su tarea. Puso bocarriba al cadaver del maloliente cacique y sacó un pequeño aparato con apariencia de una jeringa, tan solo que el estilete que era el pincho de esta, estaba curvado en una determinada manera. Con una expresión de asco, la náyade palpó la superficie de su cuello hasta que encontró el punto exacto y, introduciendo hasta la cima de la jeringa con un movimiento curvado, extrajo lo que parecio un líquido semitransparente, casi amarillento. Sacó un matraz y dos frascos, uno más grande que otro. El más pequeño de los dos, contenia un culín de una especie de materia semi sólida semi papilla que podria recordarle a muchos a carne roja fresca, tan solo que esta soltaba un liquidillo rojizo en bastante abundancia que daba a entender que no era sangre. El más grande, sin embargo, estaba lleno de pequeños puntos negros. Millones de ellos, del tamaño de un ácaro, casi, se fundian los unos con los otros y mostraban una tormenta negra siempre cambiante.
Nia abrió el tarro más grande y lo volcó sobre el cadaver y se alejó a una distancia prudencial. Al instante, los miles y miles de puntos negros comenzaron a consumir su cuerpo a una velocidad apabullante, más rápido que un ácido, no perdonaban nada de la valiosa carne, sin hacer ascos a su estado limpiaron hasta el hueso. Nia extrajo un silbato de su manga y, a un silbido, las criaturas volvieron al tarro, sin dejar siquiera atras a sus camaradas caidos en su propio frenesí, que los arrastraron de vuelta al tarro donde los devoraron acordemente.
Nia cerró ese tarro y lo guardó. En el matraz, mezcló el líquido amarillento con parte del líquido rojizo del otro frasco y al instante hubo una reaccion burbujeante. Sacó un dosificador de perfume vacio y lo llenó con la solución del matráz hasta arriba. Descartó el resto, limpió el matraz con un hechizo y lo guardó. Y ahora solo quedaba el dosificador, el producto final.
En la distancia, la guerrera habia accedido ya a cooperar, tan solo que la barrera del idioma se lo impedia y actualmente suplicaba por su vida. Nia se acercó con una pila de huesos malolientes a su espalda, presumiblemente los del cacique y con el dosificador en una de sus manos.
-Ha dicho que nos ayudará a encontrarlo.-dijo Nia.-Bueno, lo ha dicho antes de que pidiese que la mataseis ya.-sacudió con la cabeza aquel pensamiento desagradable.-Lo bueno es que va a contarnos donde y como.-
-¿Vas tara tes Nossim?-le hizo una simple pregunta en su idioma.
Al instante, al guerrera entró en pánico y comenzó a repetirles lo que le habia dicho antes a los dos humanos, entré súplicas por su vida varias. Cuando terminó, la náyade la hizo dormir con una inyección relativamente potente.
-Nos la llevamos.-les informó.-Puede ser una moneda de cambio por la persona a la que venimos a buscar.-dijo entonces, haciendola levitar detrás de ellos.
Y anduvieron durante unos cuantos kilómetros así. Los huesos del cadaver tintineaban con su siniestra forma de hacerlo en la espalda de la Náyade mientras que en las manos jugueteaba con el frasco de perfume cargando la solución, de un hediondo color marron oscuro. Se la veia visiblemente nerviosa y cansada. La náyade no estaba acostumbrada a que surgiesen tantos problemas en sus viajes cuando iba sola, pero siempre cuando acompañaba a otra persona, sus niveles de estrés y preocupación se disparaban. Se tomó una poción vigorizante por el camino y continuó.
Finalmente, encontraron el lugar señalado. Un barranco, como cualquier otro desnivel que podian encontrar en aquella estepa. Un lugar corriente, que guardaba una puerta. La puerta era algo común, algo que no llamase la atención: Una piedra. Y, siguiendo las instrucciones, detrás de un yacimiento de hierro pequeño, la encontraron. Una simple roca. Habia un cierto mecanismo que no lograron configurar, probablemente se abria con una contraseña o desde el interior. Pero aquello no fue muy dificil. Tres rocavarancolenses con magia lidiaron con el problema como si fuese pan comido y se adentraron en una galeria descendiente, tan solo iluminada por fugaces antorchas oscuras.
-Y creer que uno de los mayores reinos que ha sobrevivido al Gran Conflicto y a la persecucción de los Ul está escondido detrás de una simple roca en un barranco...-dijo la niña con cierta incredulidad. Entonces, pareció acordarse de algo, algo desagradable pero que debia hacer antes de continuar. Se acercó el dosificador a la boca y lo accionó dos veces. Al instante, le sobrevino una tos, pero no una tos cualquiera, era una tos que la destruia, le asqueaba, tanto que al final de cada tosido, le acompañaba una desagradable arcada. La ulterana se quedó infispuesta unos segundos, apoyandose en la pared entre tosidos y arcadas desagradables, tanto que parecia apunto de vomitar, pero, poco a poco se fue calmando y recobró la compostura.
-S-Sigamos...-dijo de forma algo débil mientras se tapaba la boca con verguenza.
La pequeña entrada les abrió a una inmensa galeria que se extendia más alla de donde los ojos podian ver iluminados póbremente con antorchas. El techo de la galeria estaba tambien sumido en la oscuridad y habia una presión en el aire, como un aura siniestra. Llevaban pasando un buen rato diferentes casas y chozas, todas vacias pero no abandonadas. Algunas incluso tenian un fuego encendido o cocina caliente sobre la mesa. Nia le restó importancia.
-Es... probablemente porque nos estén esperando. Despues de todo, hemos destrozado su puerta principal, derrotado a sus guerreros y ahora estamos invadiendo su ciudad.-dijo la ulterana con la mano tapando su boca pudorosamente.
Alla donde veian, podian apreciar grandes animales y bestias expuestas en los patios de las casas, si piel algunas, otros como trofeos de caza y armas. Muchas armas de silicio o metales de pobre calidad. Era casi prehistorico todo, pues no habia ningun rastro de tecnología aparente. Nia siguió su camino, sin detenerse, hasta que finalmente avistaron un edificio enrome entre el desbarajuste de casas. Decir enorme era quedarse corto. Comparadas con las pequeñas y chozas que no alcanzaban para un segundo piso casi nunca, aquel edificio destacaba tanto por su altura que podia decirse que era una columna enorme para sujetar el techo. Por arriba, se abrian diferentes ramificaciones como las ramas de un arbol mientras que la pase tenia constructos parecidos a enormes y poderosas raices que se extendian por las proximidades. En general, el edificio en si parecia un arbol enorme que alguien hubiese traido bajo tierra, lo hubiese cubierto de barro y ladrillo de baja calidad y le hubiese dedicado generaciones a perfeccionar y mejorar su infraestructura.
-El palacio.-anuncio la ulterana sin destapar su mano y, sin más, se aventuró en el terreno, hacia una de las múltiples entradas dispuestas en cada una de las raices. Grandes portones de madera, rematados por hierro pobremente pulido. Con un chasquido, las puertas se abrieron para ellos. Todo parecia indicar que les estaban observando y la ulterana renovó sus hechizos de protección. Nia miró hacia atrás, como con duda para finalmente adentrarse junto a los demás.
No habia antorchas para iluminar, así que se guiaron con la luz que desprendia la náyade. Parecia que habian entrado en una especie de almacen. Numerosas cajas dispuestas, algunas con comida, armas o ropa, otras con animales en jaulas. Habia un ambiente tenso pero silencioso, salvando el cacareo ocasional de alguna gallina o el chillido de algun roedor grande.
En la distancia, por fin, lograron ver algo de luz al final del almacén y parecia luz natural, no de una hoguera. Los pasillos de pronto, pasaron de ser de madera a ser de piedra pulida, una piedra negra heterogenea, con trazos de gris aleatorios, parecido al marmol, pero de color oscuro. Habia puertas. Muchas puertas. Pero el pasillo se internaba en linea recta hacia el corazón de la estructura que es donde, como dijo la ulterana, estarian probablemente esperándoles.
-Aunque es raro que no tengamos escolta.-les informó.
Y finalmente se arbieron a unas puertas grandes. De metal reforzado, probablemente no era de su manufactura, sino que las habian robado. Los que lo conociesen, podian ver el logo del ejercito de tierra ulterano en él, abollado, pintarrajeado y tallado pobremente, para evitar su reconocimiento. Las puestas, sin embargo, estaban algo viejas y gastadas. Se abrieron con un chirrido oxidado y, al instante les baño la luz del sol.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz del sol, podian ver que aquella cámara que se abria delante de ellos era vástamente enorme, como ninguna que antes habrian visto. De forma cilindrica, recorria todo el corazon del edificio-arbol, hasta alcanzar unas proporciones gigantescas. El suelo estaba losado con el marmol negro, pero cubierto de tesoros, joyas, cuberteria, oro: objetos de valor, botín del saqueo y el pillaje, tanto que se apilaba de tal forma para formar una montaña tan vasta que, rematándolo, habia un trono de oro vacio casi pegado a la pared y, a sus pies la montaña de oro seguia hasta finalmente encontrarse con los tres extraños. En las paredes, habia numerosos palcos, poblados de Terra de todas las edades y géneros. Viejos, niños, mujeres y hombres, todos parecian no pegar con el lugar, con su lujo. Vivian en una ciudad tan prehistorica y retrasada, pero su palacio por dentro estaba sumido en el chovinismo y la decadencia típica de las personas ricas en su totalidad.
-Cuidado dónde pisais.-les dijo, mientras se aventuraba en la sala, sin esconder el hecho de que levitaba, detrás de ella, la guerrera dormida. Parecia que tenian dos opciones, el arriesgarse a entrar pisando aquellas montañas de tesoro o levitar. Aquella elección era para ellos, puesto que Nia no dijo nada al respecto.
Cuando se adentraron en la sala, las puestas chirriaron y se cerraron detrás de ellos. Para cuando se giraron a enfrentarse de nuevo a aquella sala, el trono estaba ocupado. Engalanado en diversas joyas y en una capa de aspecto lujoso, una figura un tanto menuda reposaba sobre el dorado trono. En su cabeza, una corona rematada con diversas joyas de aspecto lustroso. El terra tenia una sonrisa perversa en sus labios, poblados por un espeso bigote así como unas pobladas patillas. El pelo, de un color verde muy oscurecido, lo llevaba recogido en diferentes coletas a lo largo de su espalda. Tamborileaba con los dedos en el remate de los posabrazos y, entonces habló en un claro ulterano.
-La bruja muerdesangres de nombre impronunciable nos ha traido dos monstruos fruto de la ciudad de la gran plaga.-comentó manteniendo su sonrisa.-¡Oh! No deberias haberte molestado, querida langosta de piel blanca.-le dijo fingiendo ternura con la chica para romper en una sonora carcajada.
La niña ignoró el comentario hiriente del terra y puso su mejor expresión educada, mientras se destapaba la boca. Al instante el un hediondo olor salió de su boca, como en una nube invisible de mal olor proferida de la misma boca de la náyade. Traia el olor a putrefaccion que habia acarreado el cacique y a cada palabra que pronunciaba, el olor se expandia. Con mucha verguenza, sin mirar a sus amigos al lado, habló.
-Alteza, venimos para ofreceros un tra-
Pero el rey alzó la mano, interrumpiendola con lo que la náyade se calló.
-Tu sabes mucho de nosotros, bruja mutante y, sinceramente, no me importa mucho lo que hayais venido a hacer o que trato ofrezcais. Pero si tengo que oir a hablar a alguien, no quiero que sea tu estridente y molesta voz la que reciba en respuesta de la mia.-dijo, abiertamente insultándola. La ulterana se mordió el labio y cerró los puños con rabia. Entonces miró a los dos humanos y con una señal con la cabeza, les invitó a hablar con el rey, mientras que sus ojos les rogaban extrema precaución.
-¡Ah! ¡Por si no os habeis dado cuenta, sabuesos de la plaga y peste! ¡Soy un Rey! ¡Soy el Rey Termita en la Niebla! ¡Procurad vuestras palabras con mucha delicadeza, si no quereis que os cueza a fuego lento y os sirva a mi pueblo con especias!-dijo, mostrándo amenazadoramente sus dientes.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Ulterania
15/02/14, 02:37 am
La acción de Noel no se hizo esperar, como tampoco la confesión de la guerrera. Nia no tardó en hacerse con los datos y dormirla para usarla como moneda de cambio. El viaje a Ulterania estaba resultando entretenido, pero estaban perdiendo más tiempo del esperado y enseguida se pusieron en marcha. Pronto atravesaron una piedra en mitad del barranco y llegaron a la tribu que andaban buscando. Era bastante curioso como a la vez era tan parecido y tan distinto a las tribus primitivas terrestres. Llegaron al palacio, que ya estaba abierto para ellos, y cruzaron el largo pasillo hasta la gran sala de ostentoso lujo. Cualquiera con un poco de percepción podría ver como los habitantes del lugar y la sala no pegaban el uno con el otro.
A pesar de la pomposidad, Wen la ignoró y levitó hasta ponerse a la altura de Nia, desde donde podía observar mejor a los asistentes.
Cuando Nia intentó hablar con el que parecía el jefe supremo, este la interrumpió. “¿Con nosotros? No es precisamente hablar lo que queremos hacer contigo.” pensó, pero evitó decirlo en voz alta. A pesar de todo, sabía que la situación había que llevarla con diplomacia y que expusiera en voz alta sus pensamientos, sobre todo en un idioma desconocido para ellos, podrían tomarlo como una falta de respeto. Cuando Nia les dio la palabra, Wen lanzó una rápida mirada hacia Noel, diciéndole en silencio que ella hablaría. La vouivre supo que no le extrañaría, incluso estaría de acuerdo, pues si lo dejaba hablar a él, probablemente todo el brillante oro de la estancia acabaría bañado en sangre de sus dueños.
- Rey Termita en la Niebla. - comenzó dirigiéndose a él en voz clara con el amuleto logomántico activado.- Mi nombre es dama Diurna, vengo de la ciudad que vos llamáis de la plaga, con una oferta que no podrá rechazar. Tenemos en nuestro poder a una de vuestras guerreras y no tendríamos ningún problema en devolvérosla en este mismo momento, pero vos ha de darnos algo a cambio. Un esclavo.- Wen calló durante algunos segundos.- Un pago pequeño, un gran botín.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Ulterania
15/02/14, 03:17 am
Noel tan solo tuvo que tirar un poco más de la piel de la guerrera y romperle el resto de dedos de la mano para que esta finalmente se decidiese a hablar, tal y como les explicó Nia. El draco dejó caer a la terra al suelo para lanzarse un hechizo de limpieza principalmente en la garra que tenía cubierta de sangre y restos de piel antes de volver a sujetarla para asegurarse de que no se escapaba.
El sueco se mantuvo principalmente en silencio durante el resto del trayecto, atendiendo a lo que contaba Nia y evitando pensar en todo lo que acababa de suceder ahora que el momento de euforia ya se había desvanecido y en su expresión ya no había sonrisa de ningún tipo. Aunque en realidad el cabreo ocupaba su mente mucho más que cualquier otro pensamiento en aquellos momentos.
Por ello se limitó a observar a su alrededor con el ceño fruncido antes de fijar la mirada en aquel individuo que, tal y como le dijo Nia por lo bajo, se había presentado a sí mismo como "rey". El draco no podía entender una sola palabra debido a que Wen seguía teniendo el amuleto logomántico, pero no le gustaba nada el tono que estaba empleando y mucho menos las insidiosas carcajadas que le hicieron apretar inconscientemente todavía más el agarre sobre la que en esos momentos era su prisionera. La traducción de la náyade le confirmó que no se había imaginado los aires que intuía en aquel despreciable individuo y, cuando supo también el contenido de las palabras de la vouivre, le susurró a la ulterana un "menos mal que no me habéis dejado hablar a mí". En aquel momento se sentía más bien de pocas palabras.
El sueco se mantuvo principalmente en silencio durante el resto del trayecto, atendiendo a lo que contaba Nia y evitando pensar en todo lo que acababa de suceder ahora que el momento de euforia ya se había desvanecido y en su expresión ya no había sonrisa de ningún tipo. Aunque en realidad el cabreo ocupaba su mente mucho más que cualquier otro pensamiento en aquellos momentos.
Por ello se limitó a observar a su alrededor con el ceño fruncido antes de fijar la mirada en aquel individuo que, tal y como le dijo Nia por lo bajo, se había presentado a sí mismo como "rey". El draco no podía entender una sola palabra debido a que Wen seguía teniendo el amuleto logomántico, pero no le gustaba nada el tono que estaba empleando y mucho menos las insidiosas carcajadas que le hicieron apretar inconscientemente todavía más el agarre sobre la que en esos momentos era su prisionera. La traducción de la náyade le confirmó que no se había imaginado los aires que intuía en aquel despreciable individuo y, cuando supo también el contenido de las palabras de la vouivre, le susurró a la ulterana un "menos mal que no me habéis dejado hablar a mí". En aquel momento se sentía más bien de pocas palabras.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Ulterania
16/02/14, 05:55 pm
Nia
La ulterana fue cantándole de que estaban hablando en todo momento al draco, notablemente confuso debido a la barrera del idioma. El terra, sin embargo, mantuvo el silencio durante la presentación.
-Suenas pia, mujer serpiente, pero tus palabras no son más que sucias mentiras.-bramó el rey con una larga carcajada.-¿Sabeis acaso porque nos referimos al estercolero que teneis por ciudad como la Gran Plaga? Porque os creeis tan altivos y poderosos, no sois mejores que los rostros pálidos que muerden sangre de la superficie. Lo infestais todo, arrasais con pueblos y naciones sin tener en cuenta las vidas, el equilibrio o la destrucción que llevais acabo. Pero, a diferencia de los blancos, se puede llegar a razonar con vosotros. No sin mejor motivo que venis a mi palacio, os plantais ante mi trono con exigencias de un trato por un guerrero derrotado a cambio de uno de mis valiosos trabajadores que por el contrario si que me sirven...-
El terra se acomodó en su asiento, tamborileando con la punta de los dedos engalanados en joyas en el reposabrazos de oro. Pensó unos segundos y, tras dar un respingo muy teatral, habló.
-¿Qué tal esto? Quiero vuestras bolsas, vuestras joyas, vuestras carteras y entonces podemos hablar de tratos con prisioneros... Llamemoslo como lo llaman los blancos ¿de acuerdo? Un pago de aduanas, por cruzar la puerta hacia nuestro mundo, infestandolo con vuestra decadencia y podredumbre...-
La ulterana se mordia el labio de rabia. Le temblaba el puño de la misma, pero logró, de alguna manera contenerse y soltarle algo por lo bajo a Wen.
-No quieren el dinero ni nada de lo que llevamos, somos una enfermedad para ellos. Siguele el cuento un rato a ver si accede a hablar de terminos. Y si no...-entonces la ulterana calló, ya que la alternativa era bastante obvia.
La ulterana fue cantándole de que estaban hablando en todo momento al draco, notablemente confuso debido a la barrera del idioma. El terra, sin embargo, mantuvo el silencio durante la presentación.
-Suenas pia, mujer serpiente, pero tus palabras no son más que sucias mentiras.-bramó el rey con una larga carcajada.-¿Sabeis acaso porque nos referimos al estercolero que teneis por ciudad como la Gran Plaga? Porque os creeis tan altivos y poderosos, no sois mejores que los rostros pálidos que muerden sangre de la superficie. Lo infestais todo, arrasais con pueblos y naciones sin tener en cuenta las vidas, el equilibrio o la destrucción que llevais acabo. Pero, a diferencia de los blancos, se puede llegar a razonar con vosotros. No sin mejor motivo que venis a mi palacio, os plantais ante mi trono con exigencias de un trato por un guerrero derrotado a cambio de uno de mis valiosos trabajadores que por el contrario si que me sirven...-
El terra se acomodó en su asiento, tamborileando con la punta de los dedos engalanados en joyas en el reposabrazos de oro. Pensó unos segundos y, tras dar un respingo muy teatral, habló.
-¿Qué tal esto? Quiero vuestras bolsas, vuestras joyas, vuestras carteras y entonces podemos hablar de tratos con prisioneros... Llamemoslo como lo llaman los blancos ¿de acuerdo? Un pago de aduanas, por cruzar la puerta hacia nuestro mundo, infestandolo con vuestra decadencia y podredumbre...-
La ulterana se mordia el labio de rabia. Le temblaba el puño de la misma, pero logró, de alguna manera contenerse y soltarle algo por lo bajo a Wen.
-No quieren el dinero ni nada de lo que llevamos, somos una enfermedad para ellos. Siguele el cuento un rato a ver si accede a hablar de terminos. Y si no...-entonces la ulterana calló, ya que la alternativa era bastante obvia.
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- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Ulterania
16/02/14, 09:56 pm
Wen escuchó al jefe de forma seria y respetuosa, aunque no le gustó nada de lo que dijo. Estaba ya un poquito harta de esa cultura, de sus formas de hacer las cosas y de lo obligados que estaban ellos a hacer las cosas de esa manera. Ignoró las palabras de Nia, quería dejar de seguirle el juego.
- Cometéis un tremendo error, Alteza. - comenzó de nuevo, sin dejar de mostrar su impecable educación británica.- Decís que nos creemos altivos y poderosos y no podríais estar más equivocados. SOMOS altivos y poderosos. Uno de nosotros podría destruir una civilización entera si se lo propusiera. Pero podemos llegar a ser muy compasivos y esa, querido rey, es la razón por la que vuestras vísceras y las de vuestros súbditos no bañan vuestras cuantiosas riquezas. - la vouivre comenzaba a ser incapaz de esconder la sonrisa que luchaba por asomar desde el mismo momento en el que empezó a imaginarse lo que les haría.- No os confundáis, Rey Termita en la Niebla, el verdadero trato no es entre un guerrero derrotado y un esclavo. El verdadero trato es entre uno de sus siervos con vida o la vida de todos y cada uno de los súbditos que usted tiene, incluyendo a su majestad. - con un movimiento, la vouivre invocó su doble guadaña, le dio un giro alrededor de su mano y señaló con ella al rey.- Usted decide, Alteza.
- Leonart
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Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Ulterania
16/02/14, 10:45 pm
Nia
Con el brote de orgullo de Wen, la ulterana no pudo evitar vacilar y pedirla que parase, pero a mitad de camino, se dio cuenta de que era demasiado tarde y, hecha un manojo de nervios, se llevó una mano a la cara, tirandose de la piel, muy estresada.
No fue sino cuando hubo terminado que el terra brotó una risotada. Esta fue tan breve y cacareante que quedó ensombrecida con las risas que venian de arriba, resurgiendo como un eco en aquella estancia lujosa.
El hombre sentado en el trono no honró las palabras de la terricola con una respuesta y, tan solo miró hacia arriba.
-¿Lo has oido mi reina? Creen que estan en posición para amenazarnos.-se cruzó de piernas y se recostó sobre el dorado trono con una sonrisa burlona mezclada con amenazas veladas entre sus dientes serrados.
Nia instintivamente miró hacia arriba. Uno de los palcos más bellamente decorados, con pieles esparcidas y soldados de aspecto curtido, un palco que hasta el momento habia estado vacio y en el que gran parte de la luz reflejada lo bañaba, dandole un aspecto casi de otro mundo. La mujer sentada en una silla de aspecto cómodo, entre pieles y mantos de escamas de diferentes criaturas de notable tamaño y llevaba un largo tocado color plata con notables transpariencias. Multiples huesos pulidos decoraban su tocado y pelo, en dos recogidos a ambos lados de la cabeza que le daban aspecto de conos, mientras una melena larga caia por detrás de la silla. La reina soltó un bufido burlón ante el comentario del compatriota de más abajo.
-Pues que muerdan la misma sangre que han venido buscando.-dijo, chasqueando los dedos una sola vez. Sonidos de cadenas, piñones mecánicos activandose, creando una pequeña sinfonia mecánica mientras barrontes separaban el palco y la zona donde estaban los tesoros, atrapándoles fisicamente en aquel lugar. Poca idea tenian de la magia aquellas gentes, pero tampoco tendrian mucho que temer de ella, pues, debajo de ellos, las pilas de tesoros se removian. Aquellos enormes mares de tesoro y riquezas se revolvian como poseidos por un oleaje, el chasqueo de los metales nobles quebrandose y aplastandose mientras algo se abria paso. Pronto pudieron ver el que.
Dos enormes mamíferos, de más de veinte metros de envergadura y ocho de alto asomaron el hocico, escarbando con las cortas extremidades delanteras hasta toparse con todo su cuerpo (y cola) por encima de la pila de tesoros. Tenian un hocico alargado, como el de una rata, pero su mandíbula era más parecida a la de un lagarto con una papada y una cresta. Algo desproporcionado, sus patas delanteras y traseras eran diminutas en comparacion a su peludo cuerpo y de sus partes traseras nacia una cola calva de roedor del tamaño y el grosor de la mayor de las boas que han podido ver.
Al instante, las gradas estallaron en gritos de pura emoción y euforia y algunos insultos. Algunos les animaban a las bestias a devorarles, otros les pedian a los tres monstruos que no les decepcionaran en aquel espectáculo y otros directamente les insultaban y les deseaban la muerte ante los esperpentos.
-Esto... Esto es un coliseo...-dijo Nia algo horrorizada realizandose dónde estaban. Explicaba los tesoros apilados como si fuesen basura, el palco y la peculiar forma y las rugientes bestias encadenadas al trono de aquel terra. Sus gentes animaban con morbo y solicitaban el derramamiento de sangre inmediato.
Aun podrian escapar por magia, pero algo que escuchó bastante repetido por la gradas le hizo pensar que eso seria una peor manera. Las dos criaturas estaban atadas aún, mientras el terra se habia subido al trono y recogia las ovaciones con besos y sonrisas. Nia se giró ante los dos humanos.
-¡Quieren hacernos luchar! ¡Como gladiadores!-les dijo-Estan mencionado algo de un gran banquete, pero no estan diciendo que hay en el menú.-les informó, traduciendo algunas frases que llegaban desde las gradas. Varios de los terra recitaban salmodias sagradas mientras rociaban la arena desde arriba con diferentes sales benditas, de ellas, Nia logró sacar más cosas en clave.
-Esto es una especie de ritual... No estoy muy segura, pero creo que si acabamos con nuestros competidores se nos concederá "el perdón".-dijo, ligeramente más animada. Entonces, señaló a la mujer que les miraba con desidia desde arriba.-¡Yo la conozco de antes de que ascendiera! ¡Es la reina de verdad. ¡Pues claro!-dijo exclamando.-Los termiteros siempre estan liderados por reinas, no reyes. El animalismo es muy recurrente en estas civilizaciones ¿como no me he dado cuenta antes?-dijo, perdiendo el punto.-Lo que tenemos que hacer es acabar con esas criaturas, para que ellas sean su cena de esta noche y no nosotros y probablemente así conseguiré hablar con ella. Me escuchará, me debe más de un favor.-les contó, con una confianza en si misma que no habia mostrado en todo el viaje.
Pero antes de que les pudiese decir nada más, el terra que se habia hecho pasar por rey, aulló como un animal, arrojando las joyas que llevaba al suelo y soltando las clavijas que ataban a las dos bestias que mostraban sus dientes amenazadoramente.
-¡Akon! ¡Viajsen vor Essen dais! ¡Akon! ¡Kliege korpe vas Essen dais! ¡Akon! ¡Des issue flague Terro! ¡Vas!-
Abierto de brazos, con una sonrisa de extrema felicidad y los ojos cerrados, el ulterano aceptó su destino. Las dos criaturas se giraron ante el ser que les habia mantenido atadas y, atrapandolo con sus mandibulas, ambas tiraron y lo despedazaron al instante, masticando viciosamente ambas partes. Nia habia invocado un arpón de aspecto malicioso cargado de diferntes runas, así como una sustancia venenosa bañando su hoja y reforzaba sus hechizos protectores.
-¡Procurad usar cuanta menos magia! ¡Tenemos que tenerles entretenidos, no asustados!-les dijo, antes de arrojarse al encuentro con las criaturas.
Con el brote de orgullo de Wen, la ulterana no pudo evitar vacilar y pedirla que parase, pero a mitad de camino, se dio cuenta de que era demasiado tarde y, hecha un manojo de nervios, se llevó una mano a la cara, tirandose de la piel, muy estresada.
No fue sino cuando hubo terminado que el terra brotó una risotada. Esta fue tan breve y cacareante que quedó ensombrecida con las risas que venian de arriba, resurgiendo como un eco en aquella estancia lujosa.
El hombre sentado en el trono no honró las palabras de la terricola con una respuesta y, tan solo miró hacia arriba.
-¿Lo has oido mi reina? Creen que estan en posición para amenazarnos.-se cruzó de piernas y se recostó sobre el dorado trono con una sonrisa burlona mezclada con amenazas veladas entre sus dientes serrados.
Nia instintivamente miró hacia arriba. Uno de los palcos más bellamente decorados, con pieles esparcidas y soldados de aspecto curtido, un palco que hasta el momento habia estado vacio y en el que gran parte de la luz reflejada lo bañaba, dandole un aspecto casi de otro mundo. La mujer sentada en una silla de aspecto cómodo, entre pieles y mantos de escamas de diferentes criaturas de notable tamaño y llevaba un largo tocado color plata con notables transpariencias. Multiples huesos pulidos decoraban su tocado y pelo, en dos recogidos a ambos lados de la cabeza que le daban aspecto de conos, mientras una melena larga caia por detrás de la silla. La reina soltó un bufido burlón ante el comentario del compatriota de más abajo.
-Pues que muerdan la misma sangre que han venido buscando.-dijo, chasqueando los dedos una sola vez. Sonidos de cadenas, piñones mecánicos activandose, creando una pequeña sinfonia mecánica mientras barrontes separaban el palco y la zona donde estaban los tesoros, atrapándoles fisicamente en aquel lugar. Poca idea tenian de la magia aquellas gentes, pero tampoco tendrian mucho que temer de ella, pues, debajo de ellos, las pilas de tesoros se removian. Aquellos enormes mares de tesoro y riquezas se revolvian como poseidos por un oleaje, el chasqueo de los metales nobles quebrandose y aplastandose mientras algo se abria paso. Pronto pudieron ver el que.
Dos enormes mamíferos, de más de veinte metros de envergadura y ocho de alto asomaron el hocico, escarbando con las cortas extremidades delanteras hasta toparse con todo su cuerpo (y cola) por encima de la pila de tesoros. Tenian un hocico alargado, como el de una rata, pero su mandíbula era más parecida a la de un lagarto con una papada y una cresta. Algo desproporcionado, sus patas delanteras y traseras eran diminutas en comparacion a su peludo cuerpo y de sus partes traseras nacia una cola calva de roedor del tamaño y el grosor de la mayor de las boas que han podido ver.
Al instante, las gradas estallaron en gritos de pura emoción y euforia y algunos insultos. Algunos les animaban a las bestias a devorarles, otros les pedian a los tres monstruos que no les decepcionaran en aquel espectáculo y otros directamente les insultaban y les deseaban la muerte ante los esperpentos.
-Esto... Esto es un coliseo...-dijo Nia algo horrorizada realizandose dónde estaban. Explicaba los tesoros apilados como si fuesen basura, el palco y la peculiar forma y las rugientes bestias encadenadas al trono de aquel terra. Sus gentes animaban con morbo y solicitaban el derramamiento de sangre inmediato.
Aun podrian escapar por magia, pero algo que escuchó bastante repetido por la gradas le hizo pensar que eso seria una peor manera. Las dos criaturas estaban atadas aún, mientras el terra se habia subido al trono y recogia las ovaciones con besos y sonrisas. Nia se giró ante los dos humanos.
-¡Quieren hacernos luchar! ¡Como gladiadores!-les dijo-Estan mencionado algo de un gran banquete, pero no estan diciendo que hay en el menú.-les informó, traduciendo algunas frases que llegaban desde las gradas. Varios de los terra recitaban salmodias sagradas mientras rociaban la arena desde arriba con diferentes sales benditas, de ellas, Nia logró sacar más cosas en clave.
-Esto es una especie de ritual... No estoy muy segura, pero creo que si acabamos con nuestros competidores se nos concederá "el perdón".-dijo, ligeramente más animada. Entonces, señaló a la mujer que les miraba con desidia desde arriba.-¡Yo la conozco de antes de que ascendiera! ¡Es la reina de verdad. ¡Pues claro!-dijo exclamando.-Los termiteros siempre estan liderados por reinas, no reyes. El animalismo es muy recurrente en estas civilizaciones ¿como no me he dado cuenta antes?-dijo, perdiendo el punto.-Lo que tenemos que hacer es acabar con esas criaturas, para que ellas sean su cena de esta noche y no nosotros y probablemente así conseguiré hablar con ella. Me escuchará, me debe más de un favor.-les contó, con una confianza en si misma que no habia mostrado en todo el viaje.
Pero antes de que les pudiese decir nada más, el terra que se habia hecho pasar por rey, aulló como un animal, arrojando las joyas que llevaba al suelo y soltando las clavijas que ataban a las dos bestias que mostraban sus dientes amenazadoramente.
-¡Akon! ¡Viajsen vor Essen dais! ¡Akon! ¡Kliege korpe vas Essen dais! ¡Akon! ¡Des issue flague Terro! ¡Vas!-
Abierto de brazos, con una sonrisa de extrema felicidad y los ojos cerrados, el ulterano aceptó su destino. Las dos criaturas se giraron ante el ser que les habia mantenido atadas y, atrapandolo con sus mandibulas, ambas tiraron y lo despedazaron al instante, masticando viciosamente ambas partes. Nia habia invocado un arpón de aspecto malicioso cargado de diferntes runas, así como una sustancia venenosa bañando su hoja y reforzaba sus hechizos protectores.
-¡Procurad usar cuanta menos magia! ¡Tenemos que tenerles entretenidos, no asustados!-les dijo, antes de arrojarse al encuentro con las criaturas.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Ulterania
16/02/14, 11:28 pm
Noel no dejó de fulminar con la mirada a aquel tipejo en ningún momento y su irritación aumentó todavía más cuando recibió la traducción por parte de la náyade de la respuesta que le dio a Wen. ¿Qué cojones se creía aquel individuo? Encima se permitía el lujo de hablar de aquella forma de Rocavarancolia o el resto de Ulterania cuando él mismo estaba abandonando a uno de los suyos simplemente porque había sido derrotado. No hizo falta que la náyade le tradujese la respuesta de la vouivre, pero el draco también invocó su arma, listo para terminar con aquello por el método rápido de una maldita vez, como deberían haber hecho nada más llegar.
Pero entonces apareció aquella individua la cual, según Nia, era la auténtica mandamás de aquella tribu de bárbaros y al instante todo el lugar comenzó a temblar. El draco observó a su alrededor con cada vez más evidente cabreo en su expresión y trató de hacerse oír entre el estruendo para preguntarle a Nia qué estaba pasando, ya que seguía sin poder entender nada de lo que decían los terra.
La respuesta llegó acompañada de dos criaturas de proporciones colosales que tan solo hicieron arquear una ceja al sueco mientras observaba como emergían de la tierra. Tras escuchar la explicación de Nia, Noel rompió a reír, empezando desde un leve temblor hasta deshacerse en auténticas carcajadas que le daban un aire desquiciado. ¿De verdad creían que les iba a costar matar a aquellas criaturas?
—¿Espectáculo? Debes estar de coña. ¿Recuerdas cuándo te dije que hacía rato que se me había acabado la paciencia? Ahora la tengo en números negativos —le aseguró esbozando una tenue sonrisa siniestra.
El draco alzó el vuelo y lo primero que hizo fue lanzar plumas en diversas direcciones, sin molestarse en apuntar. Con el tamaño de aquellas criaturas acertaría un buen número de proyectiles en llas y los que no... bueno, si se dirigían hacia los "espectadores" , ¿qué problema había? Tal vez la proía reina en persona tuviera el honor de recibir de lleno alguna de sus afiladas plumas.
A continuación conjuró una malla ácida que haría mella en las criaturas pero especialmente en la estructura de la jaula. Esta no tardó en comenzar a fundirse por algunos de sus barrotes, pero el draco no se quedó a contemplar los resultados del hechizo. Vio a Nia utilizar su veneno contra los enormes mamíferos y supo que no tardarían en caer. No obstante, tenía tantas ganas de clavar su hacha en algo que se dirigió al que tenía más cerca y, esquivando con una maniobra aérea la dentellada que el ser quiso darle, clavó el filo entre sus ojos para inmediatamente después recoger el hacha y dirigirse hacia la otra criatura.
El gasto mágico que había hecho en la llanura lo previno de emplear de nuevo demasiada energía por si la necesitaban más tarde, pero no pensaba hacer caso a lo que había dicho la ulterana. Un hechizo sombrío de potencia moderada impactó en la cara de la criatura, dificultándole la visión y provocándole dolorosas quemaduras en la zona.
Pero entonces apareció aquella individua la cual, según Nia, era la auténtica mandamás de aquella tribu de bárbaros y al instante todo el lugar comenzó a temblar. El draco observó a su alrededor con cada vez más evidente cabreo en su expresión y trató de hacerse oír entre el estruendo para preguntarle a Nia qué estaba pasando, ya que seguía sin poder entender nada de lo que decían los terra.
La respuesta llegó acompañada de dos criaturas de proporciones colosales que tan solo hicieron arquear una ceja al sueco mientras observaba como emergían de la tierra. Tras escuchar la explicación de Nia, Noel rompió a reír, empezando desde un leve temblor hasta deshacerse en auténticas carcajadas que le daban un aire desquiciado. ¿De verdad creían que les iba a costar matar a aquellas criaturas?
—¿Espectáculo? Debes estar de coña. ¿Recuerdas cuándo te dije que hacía rato que se me había acabado la paciencia? Ahora la tengo en números negativos —le aseguró esbozando una tenue sonrisa siniestra.
El draco alzó el vuelo y lo primero que hizo fue lanzar plumas en diversas direcciones, sin molestarse en apuntar. Con el tamaño de aquellas criaturas acertaría un buen número de proyectiles en llas y los que no... bueno, si se dirigían hacia los "espectadores" , ¿qué problema había? Tal vez la proía reina en persona tuviera el honor de recibir de lleno alguna de sus afiladas plumas.
A continuación conjuró una malla ácida que haría mella en las criaturas pero especialmente en la estructura de la jaula. Esta no tardó en comenzar a fundirse por algunos de sus barrotes, pero el draco no se quedó a contemplar los resultados del hechizo. Vio a Nia utilizar su veneno contra los enormes mamíferos y supo que no tardarían en caer. No obstante, tenía tantas ganas de clavar su hacha en algo que se dirigió al que tenía más cerca y, esquivando con una maniobra aérea la dentellada que el ser quiso darle, clavó el filo entre sus ojos para inmediatamente después recoger el hacha y dirigirse hacia la otra criatura.
El gasto mágico que había hecho en la llanura lo previno de emplear de nuevo demasiada energía por si la necesitaban más tarde, pero no pensaba hacer caso a lo que había dicho la ulterana. Un hechizo sombrío de potencia moderada impactó en la cara de la criatura, dificultándole la visión y provocándole dolorosas quemaduras en la zona.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Ulterania
17/02/14, 01:56 am
Wen ya estaba bastante irritada. Se estaba hartando de esos aires que se llevaban. Ellos habían querido hacerlo por el modo civilizado y lo único que habían conseguido era que se rieran de ellos y que los tomaran como poco menos que mierda en el zapato. Wen no iba a permitir eso ni un segundo más y, mucho menos, iba a darles un espectáculo para que siguieran divirtiéndose a su costa.
Combinando un hechizo de impulso y otro de levitación, alzó el vuelo rápidamente fuera del alcance de las bestias, que estaban más entretenidas en atacar a quien les daba juego como eran Nia y Noel. Otros que también estaban entretenidos con la pelea eran los espectadores, por lo que no se percataron de que la británica se les había acercado levitando hasta que uno de ellos, un orondo terra visiblemente de clase alta, comenzó a levitar hasta llegar a ella. Wen no tardó en inmovilizar al ulterano con un hechizo, agarrarlo fuertemente con un brazo e invocar con su mano libre una daga que había adquirido específicamente para ese viaje. Con otra combinación de hechizo de impulso y de levitación, se colocó en el aire justo en frente de la soberana.
- ¡Reina! - llamó su atención y la de todo el coliseo usando un hechizo de amplificación del sonido.- ¿Creísteis de verdad que iba de farol? - y, entonces, degolló al ulterano dejando caer su cuerpo al vacio, directamente hacia la boca de una de esas bestias que los Terra habían mandado contra ellos.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Ulterania
17/02/14, 04:08 pm
Nia
Pensando que todo estaba perfectamente hilado y hecho, la ulterana se lanzó al combate. No disfrutó haciendolo, pero eran aquellas criaturas o su situación empeoraria. Un tajo en el morro y al otro en la pata bastaron para meter el veneno en su torrente sanguineo. Al instante, las criaturas flaquearon, aunque aun feroces, lanzaban zarpatos, dentelladas y coletazos hacia las tres criaturas. Pero al parecer no debieron de entender a Nia, o bien no quisieron entenderla. Los dos humanos estaban ahinchados, enfurecidos. Nia sabia que los valores humanos ponian al individuo en una escala desmedida de importancia, pero nunca habia llegado a ver tal efecto en personas cercanas.
Pasmada, observó como Noel destruia la jaula que pobremente les contenia y daba muerte final a una de las criaturas y aun más sobresaltada observó como Wen asesinaba a uno de los miembros de la tribu delante de la reina.
Fuera lo que fuese que estuviese pasando por la mente de los dos humanos, era estúpido. Nia no vio sino, la última oportunidad de subirse al tren y salvar, si se pudiese decir así, todo el esfuerzo (y el coste activo) de aquella endemoniada incursión. Flotó hacia el palco de la reina y, posandose en la baranda de este, fue bloqueada por los guardias personales. Una orden de la mujer, sin embargo, los volvio a apartar, mostrandole a la terra recostada sobre su sillón de pieles, mientras a sus pies descansaba un lagarto que podria asemejarse a un cocodrilo terricola. La mujer, tenia los labios curvados en una sonrisa plácida y los ojos encendidos por la curioridad y la adrenalina. Nia, por su parte, parecia algo nerviosa. Durante la subida se habia perfumado la boca de nuevo y habia eliminado todo rastro del hedor para su suerte, sustituyendolo con una calmada hierbabuena.
-Reconozco vuestros ojos.-dijo Nia, a modo del saludo adecuado.
La mujer vaciló unos instantes. No habia cortado la mirada con Wen hasta entonces y, parpadeando brevenemente, se tornó hacia la ulterana y le devolvió el saludo, hablando un fluente ulterano norteño.
-Y yo reconozco los tuyos, apotecaria.-cruzó sus manos debajo de la barbilla, apoyando los codos en los reposabrazos y descansó esta sobre ellas.-Tus compañeros, son cuanto menos, interesantes. Bueno, eso e ignorantes y crudos.-
-No les haga caso. No... No entienden vuestra cultura.-pero pronto se corrigio.-Ni tampoco la mia, y dudo que la de otros que no sean la suya.-añadió encogiendose de hombros.
La segunda bestia cayó entonces con un sonido agonizante. El público habia mantenido el silencio con una mezcla de miedo y respeto, no por la ejecución pública, sino de nuevo, por el uso de la magia.
-No quiero saber más del tema, en efecto.-dijo le reina, echando la cabeza hacia atrás.-¿Quereis un esclavo? Os daremos uno. ¿Quereis nuestras riquezas e infestar vuestras mentes de codicia? ¡Llevaoslas! No son más que polvo y pecado. Es el pueblo el que decide el valor que se le da a las cosas.-terminó el monólogo. Aun así, tenia pinta de querer decir más, asi que la ulterana permaneció callada y a la espera.-Llevamos mucho tiempo sin temerle a la muerte, querida. Esperando al momento que aquellos que valoramos y nos rodean sean reclamados por el Animus. Deberias enseñarle eso a tu amiga serpiente, joven apotecaria. Como decis los blancos "Ver el mundo a través de los ojos del individuo en vez del colectivo es más peligroso que nadar con electrobarracudas"-añadió, con una risa calmada.
-G-Gracias.-terminó por decir Nia. Aquella conversación habia ido bastante bien y parecia que todo lo que habia pasado podria arreglarse fácilmente, olvidarse en el pasado, con la ayuda de unos modales y respeto, como siempre le habria gustado a la ulterana resolver las cosas. Pero cuando la reina escuchó las palabras de la ulterana frunció el ceño.
-No deberias darlas tan a la ligera, muerdesangres. No he terminado contigo.-dijo, alzándose de su asiento con una mirada fría en sus ojos grisaceos. Con autoridad, habló en voz alta, primero en el dialecto Terra y después en un claro ulterano, para que los otros dos tambien la escucharan.
-Yo, Faletesser IV, Reina Termita de la Niebla bajo el Arbol de la Vida, declaro a la apotecaria Xuarim ves Naya den Rocavarancolia una traidora a la corona termitaria, una enemiga pública del reino y, una vez acabe sus asuntos dentro del reino, será exiliada de por vida, así como cuatro de sus futuras generaciones de engendros pálidos, que no volverán a pisar los dominios de mis herederos bajo la amenaza de muerte.-
Muchos miembros del público ahogaron un grito. Algún niño lloró, silenciado por un padre casi al instante. Se pudieron escuchar alguna queja ahogada, pero nada que atentase abiertamente contra la reina. La ulterana era bastante conocida por la zona como una curandera milagrosa y practicamente no habia nadie que no se hubiera aprovechado de sus conocimientos en el pasado. Nia, por su parte, se quedó clavada en el sitio. Paralizada. Sus ojos estaban desprovistos de toda emoción, todo vestigio de miedo, duda o alegria. Simplemente, dos canicas color zafiro que miraban inexpresivamente a la reina.
-Lo mismo va por vosotros, ciudadanos de tierras distantes. No sois, ni sereis nunca bienvenidos aquí. Un pequeño grupo de mineros esta apunto de partir de la puerta del oeste. Os convendría coger el grupo a tiempo; se dirigen a unas minas de reciente excavación. Una vez allí, dirigios a las mazmorras, elegid al saco de carne que más os guste y marchaos por siempre de mi reino.-
Nia se despegó del balcón, lentamente y volvió a levitar hacia abajo. Las puertas de la arena se abrieron. El nido de tronos estaba manchado de sangre de las criaturas y aquello comenzaba a apestar sin medida. Pero Nia ni se inmutó. Al pasar por el lado de los otros dos rocavarancolienses, musitó algo por debajo de su aliento.
-Vamos... Tenemos que... alcanzar a los mineros...-no sabian si decir si estaba triste o enfurecida. Quizás las dos, pero sus ojos estaban desprovistos de toda emoción. Mientras salian por la puerta, muchos miembros de las gradas se levantaron y se despidieron con mayor o menor emoción de la ulterana, deseandola suerte y diciendola que la echarian de menos de múltiples formas pero fueron acallados por la reina enseguida. Por su parte, la ulterana ni se giró y atravesó la puerta para luego dirgirse al ala oeste del palacio, desde donde saldrían los mineros.
Pensando que todo estaba perfectamente hilado y hecho, la ulterana se lanzó al combate. No disfrutó haciendolo, pero eran aquellas criaturas o su situación empeoraria. Un tajo en el morro y al otro en la pata bastaron para meter el veneno en su torrente sanguineo. Al instante, las criaturas flaquearon, aunque aun feroces, lanzaban zarpatos, dentelladas y coletazos hacia las tres criaturas. Pero al parecer no debieron de entender a Nia, o bien no quisieron entenderla. Los dos humanos estaban ahinchados, enfurecidos. Nia sabia que los valores humanos ponian al individuo en una escala desmedida de importancia, pero nunca habia llegado a ver tal efecto en personas cercanas.
Pasmada, observó como Noel destruia la jaula que pobremente les contenia y daba muerte final a una de las criaturas y aun más sobresaltada observó como Wen asesinaba a uno de los miembros de la tribu delante de la reina.
Fuera lo que fuese que estuviese pasando por la mente de los dos humanos, era estúpido. Nia no vio sino, la última oportunidad de subirse al tren y salvar, si se pudiese decir así, todo el esfuerzo (y el coste activo) de aquella endemoniada incursión. Flotó hacia el palco de la reina y, posandose en la baranda de este, fue bloqueada por los guardias personales. Una orden de la mujer, sin embargo, los volvio a apartar, mostrandole a la terra recostada sobre su sillón de pieles, mientras a sus pies descansaba un lagarto que podria asemejarse a un cocodrilo terricola. La mujer, tenia los labios curvados en una sonrisa plácida y los ojos encendidos por la curioridad y la adrenalina. Nia, por su parte, parecia algo nerviosa. Durante la subida se habia perfumado la boca de nuevo y habia eliminado todo rastro del hedor para su suerte, sustituyendolo con una calmada hierbabuena.
-Reconozco vuestros ojos.-dijo Nia, a modo del saludo adecuado.
La mujer vaciló unos instantes. No habia cortado la mirada con Wen hasta entonces y, parpadeando brevenemente, se tornó hacia la ulterana y le devolvió el saludo, hablando un fluente ulterano norteño.
-Y yo reconozco los tuyos, apotecaria.-cruzó sus manos debajo de la barbilla, apoyando los codos en los reposabrazos y descansó esta sobre ellas.-Tus compañeros, son cuanto menos, interesantes. Bueno, eso e ignorantes y crudos.-
-No les haga caso. No... No entienden vuestra cultura.-pero pronto se corrigio.-Ni tampoco la mia, y dudo que la de otros que no sean la suya.-añadió encogiendose de hombros.
La segunda bestia cayó entonces con un sonido agonizante. El público habia mantenido el silencio con una mezcla de miedo y respeto, no por la ejecución pública, sino de nuevo, por el uso de la magia.
-No quiero saber más del tema, en efecto.-dijo le reina, echando la cabeza hacia atrás.-¿Quereis un esclavo? Os daremos uno. ¿Quereis nuestras riquezas e infestar vuestras mentes de codicia? ¡Llevaoslas! No son más que polvo y pecado. Es el pueblo el que decide el valor que se le da a las cosas.-terminó el monólogo. Aun así, tenia pinta de querer decir más, asi que la ulterana permaneció callada y a la espera.-Llevamos mucho tiempo sin temerle a la muerte, querida. Esperando al momento que aquellos que valoramos y nos rodean sean reclamados por el Animus. Deberias enseñarle eso a tu amiga serpiente, joven apotecaria. Como decis los blancos "Ver el mundo a través de los ojos del individuo en vez del colectivo es más peligroso que nadar con electrobarracudas"-añadió, con una risa calmada.
-G-Gracias.-terminó por decir Nia. Aquella conversación habia ido bastante bien y parecia que todo lo que habia pasado podria arreglarse fácilmente, olvidarse en el pasado, con la ayuda de unos modales y respeto, como siempre le habria gustado a la ulterana resolver las cosas. Pero cuando la reina escuchó las palabras de la ulterana frunció el ceño.
-No deberias darlas tan a la ligera, muerdesangres. No he terminado contigo.-dijo, alzándose de su asiento con una mirada fría en sus ojos grisaceos. Con autoridad, habló en voz alta, primero en el dialecto Terra y después en un claro ulterano, para que los otros dos tambien la escucharan.
-Yo, Faletesser IV, Reina Termita de la Niebla bajo el Arbol de la Vida, declaro a la apotecaria Xuarim ves Naya den Rocavarancolia una traidora a la corona termitaria, una enemiga pública del reino y, una vez acabe sus asuntos dentro del reino, será exiliada de por vida, así como cuatro de sus futuras generaciones de engendros pálidos, que no volverán a pisar los dominios de mis herederos bajo la amenaza de muerte.-
Muchos miembros del público ahogaron un grito. Algún niño lloró, silenciado por un padre casi al instante. Se pudieron escuchar alguna queja ahogada, pero nada que atentase abiertamente contra la reina. La ulterana era bastante conocida por la zona como una curandera milagrosa y practicamente no habia nadie que no se hubiera aprovechado de sus conocimientos en el pasado. Nia, por su parte, se quedó clavada en el sitio. Paralizada. Sus ojos estaban desprovistos de toda emoción, todo vestigio de miedo, duda o alegria. Simplemente, dos canicas color zafiro que miraban inexpresivamente a la reina.
-Lo mismo va por vosotros, ciudadanos de tierras distantes. No sois, ni sereis nunca bienvenidos aquí. Un pequeño grupo de mineros esta apunto de partir de la puerta del oeste. Os convendría coger el grupo a tiempo; se dirigen a unas minas de reciente excavación. Una vez allí, dirigios a las mazmorras, elegid al saco de carne que más os guste y marchaos por siempre de mi reino.-
Nia se despegó del balcón, lentamente y volvió a levitar hacia abajo. Las puertas de la arena se abrieron. El nido de tronos estaba manchado de sangre de las criaturas y aquello comenzaba a apestar sin medida. Pero Nia ni se inmutó. Al pasar por el lado de los otros dos rocavarancolienses, musitó algo por debajo de su aliento.
-Vamos... Tenemos que... alcanzar a los mineros...-no sabian si decir si estaba triste o enfurecida. Quizás las dos, pero sus ojos estaban desprovistos de toda emoción. Mientras salian por la puerta, muchos miembros de las gradas se levantaron y se despidieron con mayor o menor emoción de la ulterana, deseandola suerte y diciendola que la echarian de menos de múltiples formas pero fueron acallados por la reina enseguida. Por su parte, la ulterana ni se giró y atravesó la puerta para luego dirgirse al ala oeste del palacio, desde donde saldrían los mineros.
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- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Ulterania
17/02/14, 07:18 pm
Las criaturas no duraron mucho más. Al contrario que el cabreo de Noel, que seguía presente en cada uno de sus movimientos y sus ataques lanzados sin ninguna meditación previa. No necesitaba pensar, solo quería descargar su frustración en el breve lapso de tiempo que duró aquel ridículo "espectáculo".
En cuanto las criaturas cayeron, el draco aterrizó al lado de Wen, con la respiración agitada y observando a su alrededor con una expresión que parecía gritar lo harto que estaba de todo aquel circo. Se lanzó un hechizo de limpieza y dejó que su regeneración natural se encargase de las heridas para a continuación cruzarse de brazos mientras esperaban a que Nia hablase con la reina. Por suerte para el objetivo de la misión, el draco seguía sin poder entender ni una palabra de ulterano y prefirió no pedir una traducción.
—Estoy hasta los huevos de esta panda de hipócritas con aires de superioridad y sus formas de tratar a las visitas —masculló entre dientes acompañando sus palabras con gruñidos inteligibles.
Fulminó a la reina con la mirada cuando se dirigió a ellos y, aunque no sabía qué había dicho, no le hizo ninguna falta para lo que escupió a continuación a sabiendas de que tampoco podía hacerse entender.
—Meteos vuestro puto espectáculo por el culo. No somos monos de feria y mucho menos el banquete de nadie —comentó sin alterarse mientras ya seguía a Nia para al parecer llegar por fin a su destino original.
No volvió a hablar mientras los que la náyade identificó como mineros los condujeron a las mazmorras de los esclavos para que eligiesen por fin al que se llevarían. El sueco siguió los pasos de los terra en dirección a las celdas sin variar en ningún momento su expresión malhumorada. Una vez allí se desentendió de elegir a nadie y delegó completamente dicha tarea en Wen, alegando con una breve sonrisa sarcástica en medio de su cabreo que él no tenía gusto para los hombres. Y volvió a callarse mientras esperaba. Ya podía Cain pagarles bien por aquel puto encargo.
En cuanto las criaturas cayeron, el draco aterrizó al lado de Wen, con la respiración agitada y observando a su alrededor con una expresión que parecía gritar lo harto que estaba de todo aquel circo. Se lanzó un hechizo de limpieza y dejó que su regeneración natural se encargase de las heridas para a continuación cruzarse de brazos mientras esperaban a que Nia hablase con la reina. Por suerte para el objetivo de la misión, el draco seguía sin poder entender ni una palabra de ulterano y prefirió no pedir una traducción.
—Estoy hasta los huevos de esta panda de hipócritas con aires de superioridad y sus formas de tratar a las visitas —masculló entre dientes acompañando sus palabras con gruñidos inteligibles.
Fulminó a la reina con la mirada cuando se dirigió a ellos y, aunque no sabía qué había dicho, no le hizo ninguna falta para lo que escupió a continuación a sabiendas de que tampoco podía hacerse entender.
—Meteos vuestro puto espectáculo por el culo. No somos monos de feria y mucho menos el banquete de nadie —comentó sin alterarse mientras ya seguía a Nia para al parecer llegar por fin a su destino original.
No volvió a hablar mientras los que la náyade identificó como mineros los condujeron a las mazmorras de los esclavos para que eligiesen por fin al que se llevarían. El sueco siguió los pasos de los terra en dirección a las celdas sin variar en ningún momento su expresión malhumorada. Una vez allí se desentendió de elegir a nadie y delegó completamente dicha tarea en Wen, alegando con una breve sonrisa sarcástica en medio de su cabreo que él no tenía gusto para los hombres. Y volvió a callarse mientras esperaba. Ya podía Cain pagarles bien por aquel puto encargo.
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