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Ulterania

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Leonart
Rocavarancolia Rol
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Rocavarancolia Rol
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12/08/12, 06:26 pm
Ulterania

Portal suspendido en medio del océano en el trópico Norte.
Leonart
Leonart

Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical

Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :
Heridas:

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11/12/12, 10:44 pm
Incursion Nº1: Hogar Dulce Hogar

Y entonces, tras escuchar todas las normas de nuevo por parte del guardian del portal, Nia, Tania y Toima con unas nuevas pulseras en sus muñecas que, segun el guardia, serviria para localizarles en todo momento. Al instante, cayeron en picado ante un extenso mar de color verdoso como una esmeralda. Toima maldijo en voz alta mientras intentaba volar, manoteando el aire y Tania dejó escapar un chillido haciendose una bola y, acto seguido mareandose. La ulterana suspiró y les lanzó un hechizo de levitación justo antes de que se estrellasen contra el oleaje de más abajo. El ulterano se detuvo un momento a tomar aire antes de alzar su puño y gruñirle a la pequeña ulterana que se reia metros más arriba.
-¡Podriamos haber muerto, joder!-
Nia no escuchó las malas pestes del ulterano y, acto seguido sacó una brujula de aspecto viejo que, increiblemente aún funcionaba. Señaló el norte sin ningun problema y entonces la ulterana se giró en dirección contraria y señaló el horizonte.
-El sur esta en esa dirección. Y, por lo tanto, el desierto de Basara y la ciudad de Sabatha.-dijo con un aire nostalgico. Por su parte, el ulterano se encogio de hombros. Aquella tierra tampoco le traia especial alegria asi que no sentia nostalgia alguna por ella.-Vamos, no perdamos el tiempo.-dijo mientras bajó a su altura y, levitando con ellos, emprendieron la marcha, surcando los cielos de ulterania.
Por el camino, Tania pudo apreciar unas cuantas islas en la lejania pero ninguno de los ulteranos las consideraron importantes. De vez en cuando un pez de gran tamaño se dejaba ver y Nia comentaba las caracteristicas de su especie y otros detalles cientificos que la nublina no entendio del todo. Por su parte, el ulterano explicaba como mataria al susodicho animal, provocando la desaprovacion de la ulterana que, más de una vez le privó del hechizo de levitación para darle un susto. Tras unas horas de vuelo, el mar se comenzó a tintar de un color amarillento que finalmente se consolido en un poderoso amarillo chillón turbio. A ojos de la nublina aquello le recordaba al...
-Pis...-dijo en voz baja, pero a continuación se tapó la boca por si alguno de los dos ulteranos se lo tomaria a mal. La ulterana fue la unica que respondio, rascandose la cabeza.
-No te preocupes... Los Intara sabemos que nuestro mar no es bonito, no serias la primera que hace esa comparación... Lo cual me recuerda... ¿de que region provienes, Toima?-
El ulterano echó la cabeza hacia atrás, como reflexionando intentando recordar un nombre, un lugar. Imagenes borrosas cruzaron su mente hasta que finalmente respondio.
-Mi madre era Ibolense... Y mi padre... Mesara... Si.-recordaba con ira su pelo verdoso.-Pero no recuerdo en que region vivi... Me cambiaba mucho de casa y a veces ni salia de ella.-mintio, sustituyendo "prision" o "centro de reclusion" por "casa".
-Vaya, ¡que casualidad! ¡Mi madre tambien era Ibollense!-comentó Nia. Tras un rato de breve silencio, el mar comenzó a teñirse de verde de nuevo y Nia anunció que habian cruzado el ecuador tras lo cual, quedaba poco de viaje hasta el desierto de Basara, su destino final.
Tardaron otras tres horas en llegar a una isla enorme, viendose a lo lejos un continente incluso más grande. Esa isla era sin duda bastante más grande que cualquier parte de rocavarancolia, o al menos eso fue lo que pudo jurar la nublina. Un vasto desierto lo cubria y, más alla de la isla, rodeando el continente en la lejania, unas aguas rojizas como el vino cubrian la vista. Era como si la isla separaba los dos colores de aguas a modo de frontera. Una peninsula albergaba una ciudad enorme que destacaba por encima de las otras tres de la isla y, en medio un vasto y enorme desierto.
-La ciudad de Sabatha.-dijo Nia señalando la urbe de metal.-Seria mejor que la evitasemos, podria localizarnos alguna patrulla o algo...-
-Entonces tenemos que internarnos en el desierto a pelo.-dijo el ulterano mirando preocupado a la niña. La nublina tardó en entender el problema en aquello. Finalmente con un vistazo al estado de la piel de la niña pudo entender el porque del asunto. Pronto sacudio la cabeza hacia los lados, para quitarle importancia al asunto.
-Solo van a ser unas horas asi que con que renueve el hechizo en el mar podre aguantar. No os preocupeis.-
Y, tras prepararse se adentraron en las dunas. La arena, tenia un color rosado que recordaba ligeramente al mar de las proximidades. Pero, por lo demás, el viento golpeaba fuerte y secaba las partes expuestas de los tres. Nia se envolvio en ropajes a modo de turbante y Tania no tardó en imitarla. Sin embargo, el tozudo de Toima intentaba ir a pelo y comenzó a sudar de lo lindo. Se quitó la sudadera y se la puso en la cabeza, para escapar del potente sol. Pero entonces no podia abrir los ojos por la arena y se esforzaba por mantener la vista al frente. Sus ojos llorosos y su sudor harian que perdiera liquido muy rápido y eso no era bueno y muchisimo menos para un ulterano. Tania le cogio de la mano y se ofrecio a guiarle atraves de las dunas. Tras refunfuñar un rato accedio y asi continuaron durante unas cuantas horas, parando de vez en cuando para comer, descansar en alguna sombra de algun valle asentado. Se estaban acercando a una zona menos arida pero igual de seca. Varios monolitos naturales emergian de la tierra como cuchillas negras y separaban aquella parte del desierto. Un rastro de musgos y plantas varias indicaba la proximidad del agua subterranea. Una Nia jadeante lo confirmó.
-Aquí tiene que ser.-
Una gruta. Eso es lo que buscaban. Una gruta en el desierto que le llevase al agua subterranea donde probablemente encontrarian ejemplares del lagarto Basara que dio nombre al desierto. Encontraron una entrada, lo suficientemente grande como para que uno de estos lagartos entrase y saliese sin mucha dificultad. Solo Tania se asustó del tamaño del agujero. Aquel que lo escarbó debia ser como dos metros de ancho aunque no tan alto, no superaria a Toima por ejemplo. Este fue el primero que entró, de rodillas se arrastró por el tunel acompañado por Nia. Tania que no deseaba para nada quedarse en aquel valle desertico entró tras ellos. La tierra del tunel estaba relativamente fresca para el calor que hacia fuera. Los tres cruzaron el tunel en silencio hasta que Toima vio el final de aquel estrecho tunel. Se giró hacia las otras dos y asintio con la cabeza.
-Como planeamos.-dijo antes de cruzar el tunel. Al final de este se puso de pie. Una gruta enorme en vertical se extendia ante ellos. La caida en picado mataria a cualquiera. Al fondo de esta, un riachuelo de aguas subterraneas era el unico sonido resonante junto con alguna roca esporadica que se precipitaba al vacio. El familiar de Doce se escurrio en el acantilado como intentando tomar una vista general de aquella gruta enorme. El eco era enorme y debian evitar levantar cualquier ruido para llamar la atención de otros animales más peligrosos que los Basara. Toima escaneó la zona y tras un rato hablo, casi en un susurro.
-Abajo hay una hembra cazando.-sentencio.-Esperemos que vuelva a dejar la caza en la madriguera y haremos como lo planeamos.-
Al cabo de unos minutos, Toima les avisó y se pusieron en guardia. Cubiertos por un hechizo de invisiblidad de Nia seguido de uno de insonorizacion, vieron pasar al lagarto a pocos metros. Era enorme, más de siete metros de la cabeza al final de la cola. Su espalda duramente acorazada y largas garras delanteras de aspecto amenazador completaban el paquete. El flexible cuello del animal se retorcia mientras en sus poderosas fauces portaba lo que parecia un gusano gordo tan grande y larga como una escalera. Tenia marcas de heridas y laceraciones por la pelea. Unos ojos amarillentos inspeccionaron el area antes de colarse en uno de los agujeros de la pared. Se encaramaban con aquellas cuchillas a las paredes y las escalaban como si nada. Se hizo el silencio en la gruta. Con asombro, fue Tania quien rompio el silencio.
-¿¡Eso era una hembra!?-la ulterana a continuación la chistó y el ulterano se giró con una sonrisa torva.
-Poderoso ¿verdad?-dijo. Su mirada era una mirada de un niño ilusionado. La que la nublina le devolvio era de duda.
Pronto se pusieron en marcha. Tania y Toima bajarian, Toima hasta el suelo y ahi distraerian a la madre para que Nia pueda colarse en su nido y robar una cria o un huevo, fuera lo que encontrase. La piedra negra cubria las paredes y, humeda como estaba, era resbaladiza. Nia se despidio de los dos, pidiendoles que fueran con cuidado. Uno subio mientras dos bajaron y para cuando alcanzaron el suelo, Toima comenzó a hacer ruido, golpeando piedras, gritando y hasta incluso se puso a cantar la cancion de la taberna. Tania reia por la despreocupacion del muchacho ante los peligros, a unos metros por encima, en un risco desde el cual serle util con su arco. Se escuchó un rumor, un ruido constante de patas deslizando. Pero no vino desde arriba sino desde abajo. Desde la oscuridad unos ojos segmentados evaluaban a Toima y este le devolvia la misma siniestra mirada con sus multiples ojos.
-Mierda... No contaba con que la escoria apareciera...-dijo sacando una hachuela de su cinturón. Aquello si guardaba alguna relación con los insectos que habia visto Tania en su vida, no lo habria adivinado. Orondo e imponente, aquel escarabajo negro de brillos esmeralda se acercó a Toima a gran velocidad, alzandose en sus patas traseras y siseando mientras las pinzas que correspondian a su mandibula restallaban amenazadormente. Pero era muy lento y Toima le esquivó con facilidad, cercenando una de las patas con su hachuela. El insecto soltó un ruido diferente pero no parecio importarte mucho la perdida de uno de sus miembros. Si eso, cargó con más fuerza contra Toima, pillandole con sorpresa y estampandole contra una pared. Toima forcejeó con las mandibulas del insecto que intentaban cercenar su cuello. A continuación un arco restalló en la distancia y una flecha se clavó en uno de los ojos del insecto que comenzó a supurar una sangre oscura y verdosa. Pero ni se inmutó. Tania se desesperó, si aquella flecha no habia acabado con él, poco más podia hacer ella desde ahi.
-¡Toima!-gritó preocupada.
De entre las mandibulas salio un musculo flácido que se sacudia de un lado a otro, cargando una baba verde que recordaba a una lengua. Seguia insistiendo en acabar con la vida del ulterano, aun cuando una flecha le atravesaba en el ojo, inflingiendole una herida fatal en la cabeza.
-Mira que eres feo.-comentó con una risa nerviosa mientras sus tentáculos buscaron dos cuchillos y asestaron un golpe fatal en la parte inferior y blanda del insecto haciendo que se retorciera y soltara la presa sobre Toima quien no dudó entonces en placar al insecto, volteandole. Se cambió el cuchillo del tentáculo a la mano y, tras subirse al vientre expuesto del insecto, lo acuchilló hasta que este paró de moverse. La nublina suspiró y el ulterano limpio el cuchillo en el pelaje del escarabajo. Envainó sus armas y siguio haciendo ruido pero, de pronto.
-¡Toima! ¡A tu espalda!-gritó la alarmada nublina.
El insecto se habia puesto de pie con sus entrañas colgando de su abdomen. Se negaba a morir e insistia en atacar al ulterano. Este suspiró y agarró un cuchillo con cada tentáculo y otra hachuela de su cinto, listo para convertirse en un torbellino de metal y muerte para el insecto.
-No sabes cuando caerte muerto, hijo de puta.-musitó antes de que el insecto recobrase el torpe trote diseminando sus entrañas y sangre por el suelo. Segundos antes del golpe fatal algo pesado cayó al lado de los dos combatientes. La voz de la ulterana resonó en su cabeza, usando telepatia. <<Es ella.>>
Entonces el ulterano dio dos pasos atrás. El insecto cesó la ofensiva y salio corriendo por patas, dejando escapar un chillido de espanto. La luz que se filtraba del techo golpeaba el suelo y el rio, reflejandose en las proximidades. El reflejo de escamas verdosas fue lo primero que captaron los ojos de Toima. Aquello fue dando forma a algo más y más grande que acabó siendo aquel ejemplar de Basara hembra. Los ojos amarillos coincidieron con los rojos y el ulterano esbozó una sonrisa.
-Hola, bestia.-dijo poniendose en una postura defensiva.
El lagarto castañeó los dientes un instante, evaluandole como habia hecho el insecto minutos antes solo que la confianza que emanaba aquel animal era bastante superior a la mente sin intelecto del insecto. Las amenazadoras garras rascaban el suelo, a modo de estar en guardia. Como todo guerrero haciendo gala de sus armas, Toima supo que el mayor de sus problemas no iba a ser las amenazadoras filas de dientes que asomaban de su mandibulas, sino aquellas garras que facilmente podrian desgarrar el acero. Aquello aceleró su corazón. Iba a bailar con la muerte y, si ganaba iba a ganar su poder.
-Bueno ¿a que esperamos?-dijo en voz alta, aunque lo dijo más para calmar su miedo que para el lagarto.
Como un rayo, el lagarto se abalanzó sobre él y logro plantar sus garras en la carne. La carne de su brazo derecho se sesgó facilmente al contacto de la garra, manando sangre copiosamente y haciendo que el ulterano saltara hacia atrás con un quejido.
-¡Joder!-dijo. No podia dejar que el animal plantara más ataques como ese. Sino, seria destrozado por completo.
La nublina por su parte temblaba de miedo. Tenia miedo por la vida del ulterano y, viendo aquella herida, penso que todo aquello era una locura. Que nunca deberian haber venido aqui si sabian a lo que se iban a enfrentar. No queria perderle. El ulterano captó su preocupación con la mirada y alzó el mismo brazo herido, ahora completamente empapado en sangre, tanto que sus ojos estaban cerrados. Alzo a su vez el pulgar en su puño cerrado y habló.
-¡Confia en ella! ¡No tardará en volver!-dijo con una sonrisa excitada. La nublina miró más arriba. Hacia tiempo que la ulterana habia desaparecido, sumergiendose en el túnel del cual habia salido el lagarto antes. De verdad esperaba a que la niña no tardara en volver o Toima no aguantaria. Se limpio las lágrimas y volvio a tensar el arco, apuntando a la espalda del lagarto para llamar su atención.
Mientras, Nia estaba buscando en aquella intrincada red de tuneles. Jadeando porque hacia ya tiempo que el hechizo de humedad habia desaparecido y su piel se comenzaba a arrugar, seca. Tragó saliva. Tenia que darse prisa y encontrar el nido no solo por que a ella se le acababa el tiempo sino porque Toima no aguantaria mucho luchando contra el lagarto mano a mano.
Hasta ahora, toda salida que habia buscado y seguido habia terminado en un nido abandonado o en una calle sin salida. Iluminada por su bioluz, recorrio los infinitos tuneles de aquella madriguera, volcando toda su experiencia de animales y recursos mágicos de los que disponia.
De nuevo abajo, el ulterano se mantenia en pie a duras penas. Cuatro nuevos cortes podian apreciarse en su cuerpo. Uno en la pierna izquierda, que le habia desgrarrado el pantalon y otros tres en el pecho, cruzandose. Perdia sangre y la perdia a gran velocidad. Sin embargo, el lagarto no habia sufrido ninguna herida y las flechas que Tania habia estado lanzando aunque precisas, no podian penetrar en las escamas del animal. El ulterano jadeaba y se mantenia en pie a duras penas, con el brazo herido pendiendo del costado, sin embargo, el dolor no era una de sus preocupaciones en este momento. El temor de que en verdad aquel animal se cobraria su vida y nadie le rescatara surcó su mente. El temor a la muerte era algo que no habia sentido en décadas. No podria volver a la ciudad, no veria a sus amigos, ni se emborracharia con ellos ni se reiria nunca más. En aquella gruta apartada daria su último aliento y nadie podria honrarle por ello. Las piernas le temblaban un sudor frio recorria su espalda y sus ojos observaban con miedo al lagarto. Este siseó antes de abalanzarse de nuevo contra el ulterano, sin piedad alguna, sin darle cuartel.
El final no le llegó al ulterano. Una luz iluminó la gruta brevemente mientras una flecha incendiaria surcaba el aire para clavarse en una de las placas del lagarto. El ulterano miró con asombro la luz de la flecha y se fijó en el paquete que llevaba la flecha, una mecha que se encendia y se hacia más y más corta...
La explosión pilló por sorpresa al lagarto y cuando el humo se disipó estaba en una postura defensiva y asustada miró hacia arriba. Los ojos de la nublina entonces coincidieron con los del lagarto mientras cargaba otra flecha explosiva.
-¡Alejate de Toima, maldita bastarda!-dijo con lagrimas en los ojos pero con decisión en sus movimientos.
El gruñido de la bestia apenas pudo oirse encuanto otra flecha fue disparada a las patas de esta y, clavandose en el suelo, explotó. Toima observó con asombro como aquella carga no era suficiente para atravesar la armadura del animal, pero sin embargo, el ruido y la luz le asustaban lo suficiente para obligarla a retroceder. Miró a Tania entonces rió.
-¡Pues claro! ¡Aún tenemos eso!-dijo mientras la nublina seguia descargando ira explosiva desde los cielos haciendo que el lagarto retrocediera asustado, cada vez más. De pronto, se detuvo mientras manoteaba el carcaj, ahora vacio de flechas explosivas.
-¡Ya no quedan más!-exclamó aterrada. Aquello habia sido demasiado bueno y habia durado bien poco. El lagarto no tardó en pasar a la ofensiva en cuanto vio que ya no llovia más fuego ruidoso y cargó hacia el ulterano quien estaba completamente desprotegido pero, en vez de saltar encima de él, pasó por encima y comenzó a escalar la pared con la vista atrapada en Tania, quien, paralizada por el miedo se quedó quieta.
-¡Tu a ella ni tocarla!-dijo el ulterano que habia seguido al animal y estaba agarrandole de la cola con forma de mayal. Los pinchos oseos de esta desgarraban la carne de sus manos pero aún así no soltaban. Herido de gravedad y añadiendo más heridas el ulterano tuvo que tirar de toda su fuerza para evitar que el lagarto siguiera escalando. Un chasquido restalló en el interior del cuerpo del muchacho cuando la clavícula cedio se quebró ante el inmenso esfuerzo al que estaba siendo sometida. Con un gritó de dolor el ulterano cayó contra el suelo a una escasa distancia y detrás de él el lagarto que cayó a escasa distancia.
Ya estaba. Habia llegado a su límite, no podia levantarse ni moverse. Habia perdido mucha sangre y el dolor le estaba poniendo al borde del desmayo. Una tenue luz azul fue captada por sus atentos ojos que, ahora veian todo como un absurdo esquema de colores borroso. Aunó fuerzas de la nada y se abalanzo hacia el lagarto que, de espaldas estaba más vulnerable que sobre sus patas por la estructura de los reptiles y se aferró a sus patas delanteras con una fuerza sorprendente para evitar que se pusiera de pie o las blandiera como armas. Sin embargo el lagarto no se dio por vencido y estiró su flexible cuello para morder a Toima con fuerza, dañando su ya de por si destrozada clavícula. Toima exclamó de dolor con fuerza pero no aflojó al lagarto hasta que una fuerza tiró de él hacia arriba. Los ojos a su espalda se giraron y vieron un resplandor azulado. Nia se encontraba justo encima de él a pocos metros, jadeando fuertemente con cara de cansancio. Agarraba en una mano un puñado de amuletos mágicos que brillaban intensamente y en la otra, llevaba una cria de basara apoyada contra su pecho.
-¡Perdonad por la espera!-dijo al fin, tomando aire. Posó a Toima al lado de Tania que le abrazó hasta dejarle sin respiración, llorando.
La madre se alzó sobre sus patas y alzó la vista hacia la luz cegadora de arriba que misteriosamente se habia llevado a su molesta presa a las alturas. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz se fijo como una niña sujetaba a su cria y levitaba en el aire. Entendio el truco en el cual habia caido de pleno y rugio, iracunda. Se apresuró a escalar por la pared y a abalanzarse a por Nia con la mandibula abierta. Nia reaccionó rápidamente. Convirtio en intangible a la madre y, en el aire, antes de que cayera anuló el hechizo y se precipitó de lleno al rio de abajo. Actuó con rapidez de nuevo y congeló el agua de alrededor del lagarto, dandole una cubierta de escarcha de la cual tardaria en escapar. Pero eso no era todo, aun si escapaba su cuerpo estaria tan debilitado por el frío que no podria reunir las fuerzas para escalar tras ellos. Tras aquello respiró tranquila y levitó a Tania y a Toima hacia la salida y una vez en la salida se desmayó, inconsciente.
Para cuando despertó, Toima la estaba sumergiendo lentamente en el mar. Supo que era Toima por el mechón de pelo blanco que asomaba entre tantos vendajes. Aguantó la risa por los primeros auxilios que habia recibido de Tania mientras recuperaba fuerzas y contemplaba como la chica jugaba con el cachorro en la orilla, persiguiendo a al creación alada de Doce quien no estaba dispuesta a ser comida por una cría de lagarto. Toima refunfuñó por lo bajo puesto que no le gustaba meterse en el mar.
-Lo logramos.-dijo Nia.
-Si, lo logramos.-se distinguio la voz de Toima por debajo de los vendajes.

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す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
Leonart
Leonart

Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :
Heridas:

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07/05/13, 06:25 pm
Incursión Nº2: Los Trofeos de la Caza

El albino apuró el paso mientras el fardo que llevaba echado a la espalda resonaba contra esta, indicando lo cargado que estaba de herramientas y otros útiles de caza, así como un saco para dormir malamente enrollado. Por la sonrisa de su cara, Toima parecía mucho más joven, como un niño que se iba de acampada con mil y una ilusiones. La sonrisa no se desvaneció de esta hasta que llegó a pocos metros del edificio donde se hallaba el portal. Parándose en seco, cambio la expresión de su rostro, como consciente de este y reafirmó el fardo a su espalda. Sin embargo, no pudo deshacerse de la expresión de ilusión mezclada con impaciencia al cruzar el umbral de la puerta.
En aquella sala, había tres seres. El guardia que custodiaba el portal, Vac y su fénix. Toima saludó al griego brevemente antes de girarse ante el guardia y que este le explicara de nuevo las reglas y precauciones en las incursiones. Toima le escucho a medias, impaciente por entrar. Cuando se le dio luz verde se acercó rápidamente al brillo del portal, evitando tocar su superficie, algo receloso. Se giró en redondo hacia el griego.
-Entonces... como lo pactamos, ¿no?- el griego asintió con una sonrisa. Aquello no le impidió al ulterano desconfiar del humano y sus intenciones bromistas ocasionales, pero no le quedaba otra que confiar en su amigo. Cerrando los ojos por un instante, cruzó el portal.

Notó como una fuerza enorme tiraba de él a algún lugar lejano. Un mareo no era una opción para el ulterano, que todavía intentaba acostumbrarse a estos viajes a gran velocidad. Cuando cruzó al otro lado, el horizonte verdoso le dio la bienvenida a su planeta natal. Fueron unos breves segundos, unos breves segundos en los que el albino tardó en darse cuenta de que las fuerzas de la gravedad no esperaban a nadie y a que, inevitablemente cayera, como peso muerto. Instintivamente comenzó a gritar, manoteando con las manos, como si aquello le fuera a dar la capacidad innata de volar. Sus ojos capturaban la información de su alrededor a gran velocidad, a medida que se acercaba a la superficie del mar y, con ello, la muerte. No sabiendo nadar ni volar, tenia que confiar en los demás para esos asuntos. Su mirada se dirigió hacia el cielo, de donde estaba cayendo. La brillante estrella que iluminaba ulterania le cegó unos instantes antes de poder enfocar al fénix de Vac acortando las distancias entre el y el ulterano. Si bien fue por suerte, o por el deseo del griego, el fénix llegó justo a tiempo a recogerle, dejando sus pies a escasos metros de donde el oleaje rompía. El corazón del ulterano se fue calmando, mientras respiraba más calmadamente mientas de fondo solo lograba oír el aleteo del fénix por encima de su cabeza. No fue hasta que vio de nuevo al hado que no empezó a revolverse y a echar pestes hacia todos lados. La risa del griego no hizo más que encender las puyas que el albino le lanzaba a este.

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す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
Red
Red

Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
Saren: Selkie roc idrino.
Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
Sekk: Berserker ulterano.
Remilo: Brujo del cobre irrense.
Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.

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08/05/13, 11:59 pm
Incursión Nº1: Los Trofeos de la Caza.

Vac había madrugado para llegar a la hora acordada al lugar en el que había quedado con Toima, el edificio que contenía el portal hacia el mundo natal del argos. El hado había preparado a conciencia las alforjas que llevaba Feliks en su lomo ya que las alas del griego le impedían cargar con una mochila con comodidad si no era a ras del suelo. Llevaba una saco de dormir y varios útiles de supervivencia, incluido un cuchillo de considerables dimensiones que podía tener diversos usos. Su espada, cruzada a su espalda, estaba en buenas condiciones, y el chico se había acordado de llevar varias provisiones, por si la partida de caza no tenía éxito, así como para condimentar la comida por si lo tenia.

Iba vestido con unos vaqueros desgastados y oscuros, unas botas de cuero ligeras, ajustadas, resistentes y cómodas, una camiseta de algodón y una cazadora de combate, larga y con motivos de camuflaje. Una cazadora de algún ejercito de la Tierra que le había costado bastante encontrar y bastante mas adquirir. Vac nunca había estado en Ulterania, y a pesar de que había hablado largo y tendido con Cordia sobre su mundo natal, apenas se hacía idea de que le esperaba al cruzar aquel portal por lo que estaba bastante emocionado.

El hado había llegado demasiado pronto, y tras saludar al guardia que custodiaba el portal, se había dedicado a revisar el equipo que llevaba el fénix, asegurándose de no haberse olvidado nada. Cuando termino apoyo la espalda en el costado de su compañero y espero con los brazos cruzados la llegada del argos. Toima no tardó en aparecer, y aunque su expresión parecía medida, al griego no se le escapó lo ilusionado e impaciente que parecía ante aquella excursión. El griego le devolvió el saludo con una leve sonrisa y atendió al guardia que les informaba sobre las reglas y las precauciones que debían tener. Cuando el guardia termino, Toima se acercó a la superficie del porta, y antes de cruzarlo se dirigió al hado, asegurándose de que seguían el plan. El chico asintió con una sonrisa y vio al ulterano desaparecer hacia el otro lado del portal.

-Recuerda amigo -dijo dirigiéndose al fénix-, espera al momento oportuno -le recordó por última vez con una sonrisa traviesa en la cara.

El fénix asintió y emitió un canto que casi parecía una risa cómplice, tras lo cual atravesó el portal en pos de Toima. Vac se despidió del guardia y se apresuró a seguir a sus dos compañeros, introduciéndose en el pliegue espacial. El griego sintió el tirón que le arrastraba hacia un lugar muy lejano a una enorme velocidad, y solo su naturaleza voladora impidió que se mareara. El movimiento se detuvo completamente y el chico se vio suspendido a gran altura sobre la superficie de un planeta inexplorado para él. El horizonte verdoso prometía aventuras memorables, y la brillante estrella que iluminaba aquel planeta, reflejaba su estado de humor. Con un grito de júbilo, el hado se dejó arrastrar por la gravedad y cayó en picado, buscando con la mirada a su compañero ulterano. No tardó en localizarlo, acercándose a gran velocidad a la superficie del mar mientras daba vueltas descontrolado como si se tratara de un fardo. Feliks iba justo detrás de él, acelerando en picado para alcanzar al argos y ponerlo a salvo. Justo cuando unos poco metros separaban a Toima de un buen baño, el fénix le dio alcance y lo sujeto, elevándolo en el aire de nuevo y alejándole del agua.

Cuando Vac les dio alcance y desplegó sus alas para mantenerse a la altura de sus dos amigos, Toima empezó a revolverse y a soltar pestes hacia su persona. Vac empezó a reír con ganas, contento de que el argos se lo tomara tan bien y alegre por lo que aquella expedición podía ofrecerle. El sonido de su risa solo hizó que las puyas del ulterano se encendieran, lo que aun hizo mas gracia al hado, pero no tardó en acallar sus carcajadas, reduciéndolas a una pequeña sonrisa de diversión contenida.

-Bueno, tu dirás -dijo dirigiéndose hacia el argos cuando este se calmó un poco-, al fin y al cabo eres el experto. ¿Hacia donde vamos? -preguntó.
Leonart
Leonart

Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical

Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :
Heridas:

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11/05/13, 03:34 pm
Toima

Cuando el ulterano terminó sus improperios hacia el griego, este le pidio direcciones al ulterano. Colgado del fénix, todavia no cómodo con la situación, usó sus ojos para otear el horizonte de infinito verde. No tardó en detectar el mar de color amarillento, a poco tiempo de vuelo. Indicó al hado la dirección que debian seguir. Siguio sin gustarle el viaje a merced del pájaro, tanto que le apareció un tic en la ceja, pues no le gustaba sentirse a merced de algo que no fuera él mismo. En el viaje, situó la mirada al frente, con él objetivo claro e intentando no mirar al mar de más abajo ni al pájaro. Llegó a un punto que tenia el cuello tan tenso que le empezó a doler. La tierra firme no tardó en ser divisada cuando una ínsula les dio la bienvenida al territorio Intara.
Los campos verdes fueron sustituidos por unos más amarillentos hasta el punto de que se vieron rodeados por islas amarillas rodeadas de aguas del mismo color. Otro ulterano le hubiera dado más importancia al cruce de fronteras del territorio Estariano, pero Toima no era un ulterano corriente. El albino solo tenia en mente llegar cuanto antes a su destino.
Las copas de los arboles se podian ver desde el cielo. Se trataba de una selva salvaje, sin estar tocada por la civilización, las hojas eran amarillentas, como en el otoño de la tierra y, sin contar por los troncos y raices, de un color tabaco grisaceo, todo el suelo de esta era del mismo color que la copa. El inmenso mar amarillento que rodeaba aquella insula daba un verdadero espectáculo para la vista, espectáculo que por desgracia Toima no supo apreciar, pues él solo veia su objetivo, y a eso iba. Cuando estuvieron a pocos metros del suelo el ulterano comenzó a revolverse, haciendo lo imposible para que el fénix lo soltara. El ave, harta de cargar con tal complicado fardo, le soltó cuando estaban a un par de metros. El ulterano cayó con una sonrisa, libre al fin del pájaro. El suelo le recibio con un duro golpe, pero el albino rodó para minimizar el golpetazo y finalmente se levantó sobre sus dos piernas, barriendose de las hojas del suelo despreocupadamente. A su espalda, el oceano, enfrente de ellos, la jungla.
-Demasiado amarillo...-concluyó una vez aterrizó el griego a su lado. Se quitó una hoja del flequillo mientras aguzó la vista para ver entre la espesura. No esperaba ver nada interesante, pero aún así... nunca habia estado en una selva Intara y aquello era una nueva experencia para el chico. Se giró hacia el griego.-¿A que esperamos? Tenemos que encontrar un buen rastro y seguirlo para haberlo alcanzado, como mínimo por la noche. Adelante.-dijo, más para si mismo que para el griego.
Puso el pie detrás del otro entre la frondosidad. Aquel lugar era antiguo y daba un aura de venerabilidad única. Las raices salian del suelo aportando un dificil trayecto sobre el suelo de hojas caidas. Las ramas se cruzaban a menudo en su camino, uno salvaje, probablemente creado por algún animal de considerable tamaño. El cielo apenas podia verse en ocasiones y el techo de este estaba lleno de telarañas. Sobretodo, la sensación que transmitia aquella selva era el misterio del desconocido y la vida que florecia en todos lados. Detras de cada tocon, de cada roca, de cada rama. Una criatura nueva aparecia, dudando si aquella presencia nueva era una amenaza para su bien estar. Insectos de tamaños inimaginables plagaban la jungla, una araña del tamaño de una motocicleta, de colores dorados y pelaje como un león retrocedió hacia su tronco hueco, plagado de una red de telarañas cuando el ulterano alzó su machete y puso una postura agresiva. No iba a arriesgarse con nada de esa jungla y tampoco pensaba darle la espalda algo de tan considerable tamaño. Le sugirió al hado el rodear aquel tronco y así hicieron. Arboles cuyos troncos eran tan gruesos que podria instalarse una familia en ellos, hojas tan grandes que podrian cubrir un cuerpo entero y animales de garras, dientes y pelajes tan amenazadores que solo un valiente o un estúpido se atreverian a aventurarse a solas. El el caso de Toima, era una mezcla de esos dos, con la curiosidad. No le tenia miedo a la naturaleza, pero si respeto.

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て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

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Red
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Habilidades: No tiene
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Saren: Selkie roc idrino.
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Sekk: Berserker ulterano.
Remilo: Brujo del cobre irrense.
Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.

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15/05/13, 01:13 am
Toima le indicó el camino y Feliks puso rumbo hacia allí, seguida de cerca por Vac, que observaba tranquilo la superficie de aquel mar de aguas verdosas. Notaba la incomodidad del ulterano en su lenguaje corporal, pero no dijo nada y se limito a esbozar una leve sonrisa. Poco a poco el color de las aguas fue cambiando, y paso del color verde a un tono amarillento algo apagado. El hado ya sabía de aquel fenómeno por Cordia, pero verlo en persona era cuanto menos curioso y el chico no pudo evitar sacar un pequeño cuaderno de su bolsillo y apuntar algo. Había decidido en el último momento antes de salir del burdel el llevar un pequeño diario de la incursión, y si la práctica iba como la teoría, tal vez lo hiciera de forma mas frecuente. Se limitó a hacer unos pequeños apuntes de la coloración de las aguas y de su significado, ademas de un boceto de un ave marina con el que se cruzaron de camino a su destino, pero no tardó en guardar el cuaderno de nuevo, prefiriendo continuar cuando hicieran un descanso en tierra.

No tardaron en sobrevolar una inmensa selva salvaje que parecía no haber sido tocada por la civilización. Las copas de los árboles eran de un tono amarillento, como si estuvieran en el otoño terrestre. La isla sobre la que se extendía la selva estaba rodeada por un mar que ofrecía una vista espectacular, y el hado estuvo a punto de comentarle algo sobre eso al argos, pero se calló al percatarse de que su compañero apenas prestaba atención a este detalle. Negando con la cabeza siguió al fénix a tierra, donde el ulterano se dejo caer a pocos metros del suelo y rodó para amortiguar la caída, parecía aliviado de no depender por fin de Feliks. Vac aterrizó unos instantes después, a tiempo de escuchar el comentario de Toima sobre el color imperante. El griego atendió a las palabras del argos sobre el curso de acción a partir de ese punto, y una vez estuvo al tanto, se puso en marcha con el ulterano, seguidos de cerca por Feliks, que volaba bajo sobre las copas de los arboles.

Toima no era un compañero de viaje elocuente, así que Vac tuvo tiempo para admirar el entorno sin distracciones. En aquel bosque se respiraba un aire de misterio y antigüedad que invitaba a la aventura, a la búsqueda de lo desconocido. Se habían adentrado en la floresta por un camino bastante ampliado, abierto por algún tipo de criatura de considerable tamaño, pero no era un camino fácil, ya que el enorme tamaño de las raíces y su disposición amontonada, dificultaban bastante su avance. Esto sin embargo no molestaba al hado, que disfrutaba de la marcha y del ejercicio.

-¿Sabes que le falta a este bosque? -le preguntó al argos rompiendo el silencio-. Le faltan tonos rojizos, así se asemejaría a un bosque europeo en otoño -comentó con una sonrisa, rememorando viejos recuerdos y sonriendo ausente.

No esperaba que su compañero de viaje supiera de que hablaba, pero si sentía curiosidad solo tenía que preguntar, y así tal vez no estuviera tan callado. Las criaturas de aquella jungla eran increíbles, y parecían peligrosas, pero ambos chicos avanzaban seguros. Al cabo de un rato se encontraron una araña de considerable tamaño, de colores dorados y pelaje similar al de un león. En cuanto la vio, Toima se puso en alerta, sacando su machete, le dedicó una postura amenazante a la criatura. Vac hizo lo propio y desenfundó su propio machete, preparándose por si la criatura decidía atacar. Sin embargo no parecía tener esa idea en mente, ya que decidió retirarse hacia el interior de un tronco. El argos sugirió rodear el árbol, y el griego no puso objeciones.

-De acuerdo -le dijo, poniéndose en marcha de nuevo-, pero recuerda que te cubro -añadió, no creía que fuera necesario recordarselo, pero a veces Toima obviaba cosas importantes.
Leonart
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Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical

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Toima: Argos Magnetico
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Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
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21/05/13, 04:21 pm
Toima

El ulterano y el griego bordearon el tronco. Las palabras del hado le descolocaron un poco. ¿Habia algun significado oculto en ellas? Decidio no darle más vueltas, o más bien dicho, se le olvidó darle más vueltas mientras siguio su camino. Siguieron caminando durante un rato largo, bordeando cualquier amenaza evitable, doblegando cualquier obstaculo que se les cruzase. Llegaron a un extraño claro en la selva. La luz del atardecer bañaba aquel lugar. Toima parpadeó unos instantes, acostumbrandose a la repentina iluminación del lugar, siendo privado de esta durante las últimas horas. Arboles de troncos tan grandes y gruesos que el tiempo habia olvidado cuan viejos eran. Un rastro de pisadas, arboles derribados se internaban en lo más profundo de la jungla y no se oia un solo ruido en la redonda. Un mal olor se pudo captar casi al instante, pero ni Toima no pudo localizar el origen, no en aquel lugar plagado de movimiento y de vida.
Sin duda estaban sobre la pista de la cual iba a ser su presa, Toima le explicó el método para atrapar al animal y con suerte, solo tener que darle el golpe de gracia llegado el momento. Decidieron acampar para pasar ahí la noche y, con el rocio de la mañana, obligar a la bestia a caer en la trampa, al estar aletargada por la falta de luz solar. Toima echó su saco de dormir sobre una rama bastante alta y el griego le imitó. Tras despejar el lugar de telarañas y cualquier otro visitante sorpresa que se apareciese de madrugada, Toima deicidio salir en la búsqueda de la fuente de agua más cercana mientras Vac se encargaba de establecer una fogata controlada. No tardó mucho en detectar el movimiento del agua. Con más de una cantimplora se agachó ante el lecho del río para rellenarlas pero aquel omnipresente peste se hizo notáblemente más fuerte. El amarillenta agua llevaba unas trazas grisaceas que le dieron mas que una mueca de asco al ulterano. Remontando el riachuelo con su mirada, logró localizar el origen de tal peste. Un excremento de un tamaño considerable estaba plantado a mitad del riachuelo, contaminando sus aguas. Toima no pudo evitar sentir asco de lo cerca que habia estado de beber aquel agua. Se puso de pie y volvio con Vac a esperar al anochecer.

;-

Aquel animal enorme corria como un endemoniado, Vac habia logrado atraer su atención y asustarle para que fuera en la dirección de la trampa, pero Toima deberia accionarla, para ello, estaba posicionado cerca de esta y tan solo de sentir el suelo retumbar, la adrenalina le tenia en un estado de expectación y nervios que no fueron saciados hasta que no tuvo línea de visión. Un magnífico ejemplar de un Traxondonte esprintaba hacia su dirección. La cresta con placas de escámas brillaba ante el sol del amanecer, unos ojos amarillentos destellaban entre el esquema cromático total del gargantuesco animal se le ofrecia un expectaculo de potencia, músculos, huesos y escamas, todo aquel animal amarillento trotaba con sus cortas extremidades directo hacia la trampa, más de treinta metros de envergadura y más de siete de altura, sin contar con la peluda cresta de escámas y pelo que se alzaban desde su nuca hasta la punta de su peligrosa cola con una protuberancia ósea que parecia estar hecha para derribar edificios.
Cruza la línea, el albino tira de la cuerda y el animal al instante queda atrapado en una cama de serrados pinchos hechos con trozos de troncos de una planta que recordaria bambú. Estos se clavan en la parte expuesta del estómago del animal, cuyas escámas eran lo suficientemente débiles para ser penetradas de esa manera. Vac procedio a terminar su parte, enjaulando al animal con otro mancho de cuchillas que cayeron del cielo. El animal quedó completamente inmóvil, pero seguia pujando por sobrevivir y se retorcia con sus cortas extremidades. Toima decidió no alargar más la agonia y puso fin a la vida del enorme reptil con un virote que le llegó directo al cerebro, paralizando del todo su movimiento.

;-

Toima saltaba encima del enorme cadaver, feliz y orgulloso, comentando con Vac sobre la pieza que tenia bajo sus pies, sin creerselo todavia. Recorrió toda la espalda del ser con un paseo tambaleante mientras hablaba con el griego.
-Siempre quise cazar uno de estos y llevarme su craneo conmigo....-se acuclillo al comprobar unas heridas que tenia en el costado.-Este era un poco viejo de todas formas, pero servirá.-
Se dirigio a la cabeza, vislumbrando su trofeo. Sacó un pico de su mochila y lo incrusto fuertemente en la nuca del ser, tratando de no dañar la desproporcionada cabeza. Se giró hacia el griego.
-¿¡Eh... Vac!?-comentó, con la cara un poco frustrada tras pelearse un poco con el cadaver.-Ayúdame, ¿quieres?-le dijo con una brillante sonrisa de emoción.

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27/05/13, 12:34 am
El ulterano y el griego continuaron su camino sin hablar demasiado. El tiempo pasaba mientras ellos se internaban mas y mas en la selva, buscando aquella criatura que el argos quería cazar.. No le había contado demasiado al hado sobre ella, y este no había preguntado aun, mas atento a los obstáculos que tenían que bordear y a las amenazas que tenían que eliminar. Ya estaba a punto de anochecer cuando llegaron a un extraño claro, iluminado por la luz del atardecer. En cuanto puso un pie en el claro, Vac arrugó la nariz, asqueado por el penetrante olor que inundaba el lugar, y apenas prestó atención a la luz que les asalto después de varias horas caminando en la penumbra de la jungla. Un rastro de pisadas y troncos derribados se internaba en la jungla y al verlo supieron que estaban sobre la pista de la criatura. En ese momento Toima procedió a explicarle el modo de cazar al animal,momento en el que el hado aprovecho para interrogarle un poco sobre la criatura. Al parecer deberían esperar al amanecer para atraparlo, momento en el que estaba aletargado por la falta de luz solar, como los reptiles de la Tierra.

Ignorando lo mejor que pudo el olor, el griego imitó a Toima y subió a uno de los viejos árboles que dominaban el claro, dejando su saco de dormir y su mochila en una de las ramas mas altas. Ambos chicos se afanaron en adecentar el lugar, limpiando las telarañas y echando a cualquier criatura que pudiera envalentonarse cuando llegara la hora de dormir. Mientras Vac preparaba una pequeña fogata controlada, ele argos fue en busca de agua. Cuando el fuego estuvo listo, el hado se puso a preparar un poco de comida, cuidándose de que el olor de la comida no atrajera a nada indeseado con un pequeño hechizo que enmascaró el aroma de la cena. Toima no tardó en volver, y cuando le contó lo que había encontrado en e arroyo, se alegró de que no hubiera traído agua. Vac había sido previsor y tenía un par de botellas llenas de agua, por lo que no tuvieron problemas de sed.

;-

Vac volaba por encima del Traxondonte tratando de no chocarse con las ramas de los árboles. El reptil corría mu rápido para tener unas patas tan cortas, y el hado trataba de guiarlo hacia la trampa que Toima y él habían preparado poco antes del amanecer. Ya estaban cerca, pero el enorme reptil avanzaba en la dirección equivocada. El griego aceleró, desenfundando la espada, y con dos rápidos mandoble, partió dos gruesas ramas que cayeron a la izquierda y al frente del Traxondonte. La criatura se asustó y giro hacia la derecha, enfilando hacia la trampa que le estaba aguardando. En el momento justo en el que el animal se colocó sobre la trampa, Toima accionó el mecanismo, y el enorme reptil cayó sobre una cama de estacas serradas hechas con los tallos de una planta similar al bambú. Vac procedió entonces a activar la otra parte de la trampa, que atrapó al reptil con una estructura repleta de mas estacas que cayó desde las copas de los árboles. El argos puso fin al sufrimiento del animal con un virote directo al cerebro.

Cuando Vac aterrizo en el suelo, el argos ya estaba sobre el lomo de la criatura, saltando con una sonrisa enorme en el rostro. Vac rió al verlo tan emocionado, comentando con él el enrome tamaño que tenía la criatura. Mientras el ulterano recorría el lomo de la presa, el griego sacó su cuaderno y empezó a dibujar al enorme reptil, pero apenas había empezado cuando Toima le llamó desde la cabeza del animal. El argos había sacado su pico de la mochila y trataba de hacer palanca en la base del cráneo del Traxondonte, pero parecía que se le resistía. Vac sonrió y voló hasta allí, posicionándose junto a Toima y uniendo sus fuerzas a las del ulterano. Tras unos segundos de tensión la espina crujió y el cráneo se separó de esta, quedando la cabeza laxa y girada en un ángulo extraño. El hado sacó su cuchillo y salto al suelo, desenvainando su cuchillo.

-Empieza tu por el otro lado de cuello -le dijo a Toima-, así tardaremos menos en separar la cabeza del cuerpo -comentó, mientras empezaba a cortar-. Por cierto -le dijo al ulterano al cabo de un rato, alzando la voz para que este le oyera desde el otro lado de la criatura-, ¿qué haremos con la carne y la piel? -se interesó-, no se si la primera es comestible, pero sin duda con esta piel se podrían hacer un montón de cosas, y la que no usemos podemos venderla en el mercado. Seguro que encontramos a algún mercader que pueda estar interesado...
Leonart
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27/05/13, 05:07 pm
Toima

Con el esfuerzo mutuo de los dos, consiguieron separar la cabeza del cuerpo que cayó al suelo con un ruido pesado y Toima se acuclilló sobre esta y comenzó a separar la carne del hueso. El griego le dejó una pregunta que le sorprendio, porque no se habia parado a pensar en ello. Se rascó la barbilla, pensativo.
-Cierto es... Podriamos sacar provecho del resto...-
En su plan solo habia elaborado el extraer la cabeza y volver, y habia supuesto que el cuerpo no se echaria a perder, no en aquella selva, no con tantas bocas. Pero por otra parte, el saldo extra no era algo que le desagradaba asi que le dio la razón al griego.
-Si, quizás deberiamos sacar algo de la carne y piel para venderla, pero el problema seria transportarla...-
Con respecto a si era comestible o no, Toima no estaba muy seguro, pero habia visto desde predadores más grandes hasta carroñeros enanos comerla, asi que supuso que lo seria.
-Lo que no te mata, te hace más fuerte.-dijo Toima mientras sajaba el resto de musculo pegado al hueso con la ayuda de un cuchillo curvado.-Y bueno, otra cosa seria preservarlo porque-
La voz de Toima se cortó ahí, pues un grito desgarrador inundó el aire, haciendo que varios pajaros de las copas salieran despavoridos. Era una voz de una persona. Toima abrió bien los ojos y localizó la fuente. Un desgraciado ulterano habia caido en una de las fosas que habian creado para atrapar al Traxodonte en caso de que se liberara de los primeras. El muy desafortunado hijo de ul no habia muerto en el acto, pero varias de las cañas le atravesaban el cuerpo, asegurando que su muerte era próxima. Toima le indicó el lugar a Vac que fue el primero en llegar, gracias a sus alas. Cuando Vac llegó, el ulterano, que parecia bastante deshidratado y malnutrido, que parecia un militar, le lanzó una mirada fiera, mientras se intentaba liberar de las cañas que atrapaban a su cuerpo ensartado, sin conseguir progreso alguno. Escupio unas palabras entre gapos de sangre que parecian cargadas de odio. El ulterano era un idioma complicado de entender y aunque Vac hubiera dado clases básicas sobre el idioma, aún tendria mucho que aprender sobre el tono y más si la garganta de quien hablaba se encontraba perforada.
El ulterano no entendia a Vac y viceversa. El ulterano intentó mover su brazo derecho, intentando alcanzar una cartuchera en su cintura, pero su brazo estaba completamente inutilizado, al ser perforado por varias de las cañas. Un alarido de dolor entendible llegó hasta los oidos de Toima que acababa de llegar. El ulterano moribundo giró el cuello para ver la nueva figura mientras musitó unas palabras cargadas de dolor. Toima miró a Vac, indeciso mientras parpadeaba lentamente.
-Nos ha llamado monstruos...-explicó, algo perplejo, consciente por primera vez de su apariencia. Aunque fuera un watahré, eso no le quitaba que tuviera una apariencia monstruosa. Toima se quedó algo desolado mientras el otro ulterano vio la debilidad del titan blanco que estaba delante de él y soltó una carcajada despues de escupir mas liquido escarlata por la boca.
-Te ro sukarara no sé...-una risotada seca-Ware to wa Ulterania! Ware to wa gekki sonn wa Neosi! Neosi to ta nare silonte!-
Dicho esto, el ulterano aprovecho para liberar su brazo por medio de fuerza bruta, rompiendo las cañas y al borde de la muerte, alcanzó a la cartuchera en su cintura y extrajo la pistola, apuntándola contra los dos transformados.
-Tetoimaré!-gritó, rabioso, apunto de disparar. Sin embargo el albino no le dió oportunidad, acortando la distancia de los dos en un instante, le agarró de la cabeza y, con un movimiento seco, le partió el cuello, acabando con su sufrimiento y la amenaza. Sus ojos se entrecerraron mientras le cerró los párpados al otro, consciente de lo que habia hecho.
-Me geme to gekki... Nost'adara vas ta trias.-dijo Toima, con algo de dificultad, como si estuviera buscando palabras que no encontraba para finalmente, tras un acto como de respeto, procedio a saquear al ulterano sin más de un miramiento. Muy animado, cogio la pistola y evaluó su peso, haciendo un par de virgerias con ella, apuntando al aire, haciendola girar con su dedo en el gatillo. Se giró hacia Vac y tardó un rato en darse cuenta que le estaba encañonando.
-Lo siento...-dijo tímidamente mientras le sacaba el cinto al soldado y se lo ponia en el suyo.-Hacia mucho que no tenia una de estas... Está casi cargada del todo.-dijo despues, casi al borde de la ilusión. El otro brazo del ulterano, el que no habia salido herido por la fosa, colgaba como un peso muerto al costado del cadaver, la melena de este estaba enrollada en gran parte alrededor del mismo, haciendo como un cabestrillo. El brazo estaba claramente dañado, por algo y el ulterano solo contaba con su otro brazo para operar por aquella jungla y él solo, lo cual le hizo adivinar a Toima el motivo por el cual apareció.
-Este desgraciado probablemente se perdió en medio de una misión, se separó de su unidad, o le dieron por muerto...-le explicó a Vac.-Normalmente los equipos militares ulteranos son una piña de compañeros que no dudarian en morir los unos por los otros, pero aún así, la gente suele morir, y es algo que se acaba aceptando rápidamente... Este es de los que le dieron por muerto...-comentó con una mirada que se debatia entre la pena y la desolación, pero al fijarse en el brazo herido dio casi un salto de alegria, de no ser porque Vac estaba presente. Tenia en la muñeca un extraño aparato, como un brazalete pero tenia una pantalla relativamente grande incorporada. Por la reacción del ulterano, Vac pudo averiguar que se trataba de algo muy exclusivo.
-¡Es un Dispositivo de Virtuolocalización por Onda!-dijo casi en una exhalación mientras lo separaba de la muñeca del ulterano. Intentó encenderlo y nada pasó. El ulterano frunció el ceño. Pero al rato se le ocurrió una idea.
-Está sin bateria.-explicó.-Pero... si hacemos... esto.... y esto...-dijo mientras desmontaba la parte exterior con la ayuda de un cuchillo y raspaba la superficie de la cubierta protectora hasta encontrar un relé metálico y entonces, con ayuda del cuchillo, lo retorció, formando una espiral. La maquina soltó un ruidito que podria recordar a la pantalla de inicio de la consola y la pantalla se encendió, iluminando la cara del ulterano.-De esta forma la bateria de emergencia se activa de nuevo, dura un par de horas, pero no se puede abusar de esto, o podria romperse de verdad.-explicó de nuevo al griego, recordando la de veces que habia necesitado un cambio de bateria. Se giró al difunto ulterano y le soltó una colleja, como si todavia estuviera vivo.-Idiota, asi te habrian encontrado... Solo meten a novatos en el ejercito ahora ¿o que?-dijo con una risotada que parecia un poco fuera de lugar despues de haber intentado interactuar amistosamente con un muerto que él mismo habia asesinado. Detalles como este, se escapaban a ojos de Toima, y los hacia con total naturalidad.
Finalmente cargó y Toima intentó localizarse con ayuda del D.V.O. No tardó mucho en entrar en el menú principal, como si fuera un jugete, comenzó a explorar las opciones que ofrecia el aparato, aunque los caracteres ulteranos eran algo complejos para el chico, logró entenderse al cabo de unos minutos con él. En el aparato habia desde juegos a datos militares, a efectos personales, fotos, direcciones, un poco de todo. Se trataba como un ordenador en miniatura. Toima borró lo que no queria y estaba dispuesto a guardar el aparato cuando se dio cuenta que tenia opción de conectrse a una red.
-Oh vaya...-dijo, mirando nerviosamente al griego.-Nunca antes habia entrado en la red... Por lo que me dijeron era un sitio peligroso, mucha gente miente, mucha gente engaña, se cometen muchos crimenes y mucha gente se queda adicta a ella.-
La conexión era bastante pésima allí y tardó más de cuarenta minutos en cargar la primera página, que parecia que se trataba de un periodico, o al menos aquello le pareció a Toima, mientras se lo enseñaba a Vac con sorpresa. Saltó un anuncio, en él, un ulterano de uñas largas y un flequillo ridículamente peinado por encima del ojo les invitaba a contratarle para "una ceremonia de compromiso ideal" el tono pomposo del otro ulterano crispó los nervios del albino quien se dispuso a cerrar aquella ventana publicitaria, pero captó una lista de nombres importantes que captaron su atención y entonces se detuvo, como congelado. Los ojos fijados en la pantalla, como faros, no pestañeaban. Toima decidio meterse en el enlace que mostraba videos de sus mejores negocios. El ulterano en cuestión se llamaba Toimare'Meite, y Toima se quedó perplejo.
-Que nombre más estúpido...-Se dio cuenta que su nombre era altamente parecido y decidió dejar el tema.
Siguio leyendo la pagina, abrio varios videos, en ellos, salian bodas de gran pomposidad y prestigo, a la ulterana, o eso es lo que pudo suponer Vac en el poco tiempo que Toima los dejaba puestos, porque tardaba menos de un minuto entre video y video en cerrarlos, parece que buscaba a alguien. Finalmente encontró el video que buscaba.
Un altar dorado, cubierto de hiedras y al aire libre. Las hojas tenian un color dorado tambien. El novio, engalanado con vestido con mil flecos, llevaba su pelo cerúleo recogido en una coleta alta y esperaba al final del altar, mirando a la otra punta, esperando a la novia. Era considerablemente mayor en comparación a esta, tambien tenia el pelo ceruleo y un largo vestido del mismo color, con una cola que la llevaban otros dos ulteranos, vestidos de manera más servicial. Un grán publico de diferente raza miraba con solemne silencio mientras la novia se acercaba al altar.
Toima no pudo aguantar más. Encontró lo que creia que buscaba pero no era lo que buscaba. Se levantó, soltando un gritó de desesperación y arrojó el aparato a un lado, sin fuerza que aterrizó sobre el suelo de la jungla. Se acercó a un árbol y comenzó a golpearlo con sus puños desnudos hasta hacerse sangre y entonces cayó al suelo, del que no quiso levantarse. No parecia querer hablar del tema.

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29/05/13, 05:52 pm
Una vez la cabeza estuvo separada del cuerpo, el ulterano y el griego empezaron a despellejarla y a descarnarla para dejar el cráneo limpio. Mientras el cuchillo se deslizaba sobre el hueso, Toima le respondió, valorando la forma de transportarlo. El hado evaluó la cantidad que podría cargar Feliks mentalmente, sumándole el peso del ulterano y añadiendo lo que el mismo podría trasportar. Si las cuentas no le habían salido mal, estaba seguro de que sacarían una buena suma de dinero. El no lo necesitaba, pero les vendría bien a los del Cuchitril.

-Feliks nos ayudara a llevar el “botín” -le dijo al argos con una media sonrisa-, y yo puedo cargar una buena cantidad también, no hay problema.

En ese momento Toima comentó algo sobre preservar la carne, pero antes de que Vac pudiera responder un grito desgarrador silenció su conversación. El sonido provenía de una de las trampas que habían preparado por si el Traxondonte evitaba la primera, y parecía de una persona. Con la indicación de Toima, el hado alzó el vuelo y no tardó en legar al lugar indicado, encontrando al desgraciado que había caído en el foso y había quedado empalado. Varias de las cañas le perforaban el cuerpo, y aunque no estaba muerto, no tardaría en estarlo. El hado se agachó a su lado y trato de hablarle, pero sus conocimientos del idioma eran demasiado rudimentarios, y el sonido borboteante de la voz del ulterano no ayudaba a comprenderle. A pesar de todo, el griego captaba el tono desafiante y furioso del soldado, pues estaba seguro de que esa era su profesión por su atuendo. El tono de odio que impregnaba sus palabras resbalo sobre Vac como si de agua se tratase, e indiferente a el sufrimiento del soldado, espero a Toima.

A pesar de la aparente impasibilidad del chico, Vac estaba preparado para desenfundar su cuchillo y terminar con aquel desgraciado. Sus ojos seguían cada intento que hacía el soldado para desenfundar el arma de su cartuchera, intentos vanos debido a su estado. Un alarido de dolor precedió a la llegada de Toima. En cuanto el argos apareció, el soldado giró el cuello para vislumbrarle, y musitó algo con dificultad. Toima miró algo confundido al griego y le tradució lo que había dicho.

-Monstruos -comentó el griego, deslizando la palabra por su boca con un regusto familiar-. Parece que el capitán obvio viene al rescate -añadió con tono irónico, sin sonreír-, desde luego puedo asegurar que no somos una nueva especie de este bonito bosque.

Toima por otra parte no pareció tomárselo del todo bien, y cuando el otro ulterano vio su expresión soltó una carcajada gorgoteante. Tras escupir mas sangre procedió a decir algo con una risotada, y luego liberó el brazo con un brusco movimiento. Desenfundó su arma y les apunto, gritando algo con sus últimas fuerzas, y Vac ya estaba preparado para acelerar su último aliento cuando Toima se le adelantó, acortando distancias con el soldado y partiendole el cuello con un movimiento seco. El argos dijo algo trabajosamente en su idioma, y a continuación procedió a saquear el cadáver sin miramientos. Lo primero que cogió fue su arma, evaluando su peso y haciéndola girar en sus manos. Cuando se giro hacia el hado le encañono sin aparentemente darse cuenta, y Vac entornó la mirada hasta que el argos se dio cuenta y se disculpo, enfundandola en su cadera y comentando casi ilusionado que estaba casi cargada del todo.

El hado atendió a las palabras del ulterano sobre la situación del soldado sin decir nada, observando curioso como el desgraciado propietario del cadáver empalado había utilizado su melena como un cabestrillo, inmovilizando el brazo inutilizado. Fue en ese brazo donde Toima encontró algo que estuvo a punto de hacerle saltar. Era una especie de brazalete con una pantalla de considerable tamaño incorporada, un objeto que debía ser bastante exclusivo dada la reacción del argos. Parecía que el aparato no tenia batería, pero Toima no tardó en ponerle solución, trasteando en la maquina hasta que esta se encendió con un ruidito de encendido similar al de una consola Vac pasó por alto el hecho de que Toima hablara con un cadáver de forma tan amistosa y observó con curiosidad como el argos trasteaba con aquel aparato que tenia nombre de película de ciencia ficción.

Aquel aparato era como un ordenador en miniatura, y Toima se dedicó a mirar todos los archivos, borrando lo que no quería. Un rato después, cuando estaba a punto de guardarlo, el ulterano se dio cuenta que el dispositivo tenía una opción para conectarse a la red. El chico comentó algo sobre lo que peligroso que era navegar por aquella red, hablando de ella en unos términos muy parecidos a los que usaban los padres para hablar sobre Internet en la Tierra, y como un buen adolescente termino por ceder ante su curiosidad. Parecía que allí perdidos en medio de la selva no tenían buena conexión, porque la primera página tardó en cargar casi cuarenta minutos, tiempo que el hado invirtió en estirar las piernas caminando alrededor de la fosa, pateando alguna que otra piedra. Toima le enseño con sorpresa a Vac la primera página, que resulto ser un periódico. En ese momento saltó un anuncio sobre bodas, y la pomposa voz de aquel ulterano crispó los nervios a ambos chicos, por lo que el argos se dispuso a cerrarlo, pero el argos vio algo que le dejo congelado. Parecía una especie de lista de clientes importantes, pero Toima no dijo nada cuando se metió en el enlace que levaba a la página de enlaces.

El nombre del agente matrimonial, si se le podía llamar así, sonaba similar al de Toima, y el comentario del argos sobre los ridículo que era casi hizo que se le escapara un bufido de risa contenida. El griego observó por encima del hombro del ulterano con curiosdad mientras este navegaba por los distintos videos de bodas pomposas, sin saber exactamente que buscaba. Al cabo d un rato Toima se detuvo en un video, en el que una pareja de pelo cerúleo estaba a punto de casarse. El novio parecía mayor que la novia, y el público, en el que había bastante heterogeneidad de razas, parecía solemne. Vac estaba a punto de preguntarle al argos que era aquello, cuando Toima, con un grito desesperado, arrojo el aparato a un lado y se acercó a un árbol al que empezó a golpear con fuerza hasta que se desolló los nudillos.

El hado asistió a aquello en silencio, sin saber que decir, y cuando Toima se dejó caer al suelo estuvo a punto de acercarse a preguntarle, pero no parecía que el argos estuviera muy dispuesto a hablar sobre el tema. Decidió dejarle pensar un rato y volvió hasta donde habían dejado al Traxondote. Vac se dedicó a la tarea de recoger la carne y la pie que se iban a llevar en silencio, sirviéndose de algo de magia para ir mas rápido y conservando la carne con un hechizo térmico antes de guardarla en varios fardos hechos con grandes hojas. Cuando dejo todo listo, se acercó al cráneo y procedió a acabar de limpiarlo, terminando de descarnarlo y vaciandolo con cuidado, dejando por fin limpio del todo y guardándolo con lo demas. El chico se ocupó de los restos del gran reptil, juntandolos en un montón y dejándolos junto a las raíces de un inmenso árbol, donde los animales no tardarían en dar cuenta de ellos.

Ya había pasado tiempo suficiente para que el ulterano pusiera en orden sus ideas, así que se acercó a donde lo había dejado.

-Ya esta todo listo, compañero -le dijo cuando le encontró-, y no voy a preguntar sobre lo que paso antes, pero recuerda que estoy aquí para lo que haga falta -concluyó, sin añadir mas.
Leonart
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Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical

Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
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01/06/13, 01:31 am
Herencia de Sangre

El sonido monótono de las gotas inundaba la estancia. El color púrpura de las paredes, engalardonado con múltiples detalles ornamentados con oro daba un toque pomposo a la sala, que solo pocos podrian juzgarla por lo que era, un baño. En cada pared, un terceto de guardias, con armaduras gigantescas y armas amenazadoras, permanecian impasibles, como muebles y se confundian con el lujo que les rodeaba. En el centro, una figura femenina se bañaba en agua de flores, de un color rosado. La chica no deberia estar más allá de los veinte, lucia una piel pálida y un pelo largo y perfectamente recordado de un color púrpura vivido. Se estaba bañando, ante el atento escrutinio de su guardia.
Hundió la esponja, de color morado, en el agua de flores. Liberó la cargada esponja en una de sus piernas, que levantó con gracilidad y gran delicadeza, como si fuera de cristal que estuviera apunto de romperse, para después repetir el gesto y volver a escurrir la esponja sobre su otra pierna. Estuvo tan relajada, que tardó en percibir el ruido tras la costosa puerta de ónix.
Mamporros, pisadas fuertes, sonidos de cadenas, disparos, sables desenvainando. Era un sonido que conocia bien, pero que sin duda no se esperaba. Sus ojos color violeta parpadearon, imitando a una mariposa batir sus alas, mientras, ajena al ruido, limpiaba con delicadeza su tonificado abdomen. Los guardias formaron un corro en torno a la mujer mientras apuntaban sus peligrosas alabardas ornamentarias hacia la puerta, protegiendo a su señora. La ulterana se limitó a tirar de la cortina, para tapar la vista de la puerta. Finalmente, el pesado ónix cayó, con un gran retumbo.

Gritos de guerra, de hombres y mujeres, sonido de metal entrechocando, electrocuciones y, si no habia oido mal, habia hasta un arma blanca automatizada gracias al sonido que desprendia el motor de esta. Al poco de un minuto, los ruidos cedieron y el silencio inundó la sala, salvo quizas, por unas cuantas respiraciones fuertes. La ulterana, mientras, habia seguido aseandose con total tranquilidad, y todavia seguia en la bañera dorada.
Una mano enguantada de metal militar abrio las cortinas con un gesto seco. Un joven de unos treinta años fue lo primero que vio. El pelo algo despeinado, pero perfectamente recortado, de un color cerúleo pálido. En la barbilla, una tímida perilla que llevaba con orgullo. Sus ojos color lila se pasearon por la figura de la chica mientras respiraba fuertemente, como si acabara de hacer un gran esfuerzo. Su armadura, bellamente decorada con heráldica imperial de gran lujo, estaba manchada de sangre carmesí seca y recién derramada. Cuando se hizo a la vista del hombre, pudo ver el resto de la escena detrás de él.
Unos veinte soldados aproximadamente estaban ordenados en fila y permanecian a la espera de órdenes. La entrada de la estancia, esparramada de cadáveres de un bando y otro. Cada muerto habia luchado con uñas y dientes pues varios miembros estaban separados de sus dueños. La ulterana les dedicó un lentó parpadeo para despues enfrentarse a la figura de su hermano, que todavia no habia dicho nada.

-¿Qué quieres Tel? ¿No ves que me estoy bañando?-dijo, pasando a hundir de nuevo la esponja en el agua, ignorando la situación en la que se encontraba.
El ulterano de pelo azulado grindó sus dientes antes de hablar.
-No pareces entender la situación, hermana Talia-dijo mientras se formaba una sonrisa torva en sus comisuras.-He matado a tus guardias, estás sola, desarmada y yo tengo todo un pelotón esperando ordenes. Matarte ahora mismo seria más fácil que capturar una anguila en una gota de agua.-una risa carrasposa afloró en su garganta.-El trono es por fín mio.-
La ulterana fue entonces cuando le prestó atención, algo ofendida. Su mirada estaba cargada de severidad y su tono de enfado, pero su semblante no cambio, mostrando total indiferencia por la situación en la que se encontraba.

-No hables como si padre hubiera muerto, hermano Tel.-le contestó, lecturizándole.-Padre me escogió a mi por un motivo que al parecer, pasa por encima de tu cabeza como una nube vacia.-escurrió la esponja lentamente antes de soltarla desde su mano, haciendo que salpicase contra la superficie del agua.-Y, mucho más fantasioso, que yo haya muerto.-
El ulterano alzó una ceja, una mezcla de furia y odio se cruzaron su mirada.
-No por mucho tiempo hermanita... No por mucho tiempo...-dijo mientras desenvainaba su sable electrocutador. Encendió el sistema una vez, como en un parpadeo, dejando ver las descargas de electricidad que circulaban por la hoja antes de analizar la situación. Tenia un arma letal en sus manos, ella estaba sumergida en agua, aunque tuviera los mejores reflejos de la salida hasta el poniente, no podria evitar que el agua condujera la electricidad hasta su corazón, haciéndolo estallar. Hizo una virgeria con el sable mientras una sonrisa siniestra cruzaba su cara.
Los soldados que habian acompañado al hombre se replegaron a la antesala y formaron una barricada defensiva, dándole tiempo a su señor para tratar con su hermana mientras ellos peleaban hasta la muerte con la guardia real.

-Te haré un bonito sepulcro en la Sala de la Eternidad.-dijo entonces. La mirada desafiante de su hermana pequeña fue lo único que recibió como respuesta. Hizo una punción rápida hacia el fondo de la bañera, sin ni si quiera intentar darle a su hermana, solo necesitaba meter el arma en el agua. La ulterana se movió rápido. Con un simple gesto, arrancó la cortina de sus anillas y envolvió el sable de su hermano antes de que este entrara en el agua. Se puso de pie a una velocidad que no era normal y le depositó una potente patada a la altura del estómago, derribandole en el acto y desarmandole. Extrajo el sable de la cubierta plastificada de la cortina y juzgó el peso en sus manos. Sacó un pie de la bañera y lo usó para derribar a su hermano de nuevo con otra potente patada. Acto seguido, le apuntó con el sable, posandoselo tan cerca de la nariz que comenzó a chispear en contacto con la perilla del ulterano.
-Eres débil, Tel. Siempre lo has sido, y esto se repetirá cada vez que lo intentes. Yo seré emperatriz, Ulterania será mía.-
La cara del ulterano pasó por varias expresiones, primero rabia, despues miedo y finalmente impotencia antes de lanzarle otra mirada amenazadora a su hermana. Esta, alzó la ceja, como antes habia hecho su hermano y arrojó el sable al fondo de la habitación.
-Pero sigues siendo mi hermano después de todo.-le ofreció la mano. A malas ganas, este la cogio y la chica tiró de él más que él puso esfuerzo para levantarse.-Pensé que despues de lo hace una semana ya habrias aprendido tu lección... pero bueno...el pez que nada contra la corriente-
Dicho esto, se sumergio de nuevo en el agua, recogiendo su largo pelo y sacándolo del agua que comenzó a gotear.

-Lávame el pelo.-ordenó calmadamente.
El ulterano torció el rostro en una mueca para finalmente arrodillarse al lado de la bañera en la que se encontraba su hermana. Con la ayuda de un aparato de plástico que podria recordar a un peine, comenzó a tratar y cuidar del pelo de su hermana como si fuera suyo, con gran ternura en su gesto. Tras un rato, la guardia entró a la puerta, para ver si quedaba algún soldado leal al hermano vivo. Al ver la escena, los soldados se retiraron con una reverencia exagerada y les dejaron en la intimidad.
Ithalia atrajo para sí a su hermano, agarrandole de la perilla y tirando de esta suavemente, casi con dulzura. Cuando estuvieron cara a cara, la chica besó a su hermano tiernamente y este no hizo nada para resistirse sino más bien lo contrario, se sumio en el calor y la humedad de este plácidamente, tanto, que su melena comenzó a menearse, como si fuera el rabo de un perro que estaba sumido en la más plena felicidad.

Spoiler:

_________________________________________

す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
Leonart
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22/06/13, 09:40 pm
Escamas de Festival

Habían cruzado el portal sin muchos problemas. Ella y su ayudante frivy estaban ahora en ulterania. Aunque el frivy estaba entusiasmado con el viaje, la ulterana no daba signos de estarlo. Aquella era la primera vez que su jefa le habia pedido ayuda en uno de sus viajes y él no seria el que rechazara la oferta de dejar a esos dos carcamales en la botica mientras hacia turismo y, quién sabe, quizás conocer más de la cultura del planeta de donde habia nacido y se había criado la jefa.
La niña flotaba imperturbable junto al frivy, todavía no acostumbrado a esa forma de viajar. Ambos llevaban una mochila, la de la niña estaba vacía mientras que la del chico estaba llena de útiles para el viaje, asi como mapas, brújulas y algún que otro aparato que no sabia para que servia. El viaje no fue muy largo y pronto aterrizaron en tierra sólida, en una isla enorme, más grande que la totalidad de la ciudad rocavarancolesa y más grande que cualquier isla que hubiera visto el chico antes.
La ulterana pronto mandó al frivy ponerse la peluca y encapucharse. La peluca, aunque servia para camuflarse como un habitante del mundo más, no era más que una replica de una sustancia que parecía pelo, pero que en verdad era totalmente inerte y que por ello, era necesario encapucharse.
No tenían pensado verse demasiado por el público. La explanada en la que habían aterrizado, se trataba de una acantilado de piedra blanquecina con musgos amarillentos. Todos los hierbajos eran amarillos también, como toda la demás vegetación. Era un humilde bosquecito de color amarillento. La ulterana se adelantó y llamó la atención al frivy para que no se quedara atrás. Siguieron una senda que la niña parecía conocer muy bien. El frivy se limitó a observar y escuchar todo lo que se moviera en aquel lugar. Le pareció bastante pacífico como para albergar una civilización. Probablemente, ni habría lavabos cerca ni baños, suerte tendría si se encontraba con un espejo, pero no comentó nada, porque sabia que a la jefa no le gustaba que pusiera sus manías por delante de la necesidad de los demás. Por el momento, esperaría pacientemente hasta encontrar civilización.
El paseo se le hizo bien largo y pudo jurar que un lagarto amarillo del tamaño de un cocodrilo les estaba siguiendo ágilmente por encima del techo de ramas y hojas. La ulterana no se inmutó ante la presencia del animal, reconociendo la especie al instante, supo que solo les estaba vigilando por curiosidad. El cielo comenzó a oscurecerse, abandonando el color naranja del atardecer, Nia se guio por las estrellas en los pocos claros que se encontraban y en menos de una hora, pudieron apreciar una luz al final del bosque, y un sonido, un sonido como de gente moviéndose, hablando, viviendo.
Se fueron encontrando ulteranos celebrando con fuegos artificiales, ulteranos bebiendo, gritando, algunos peleándose pero siempre con un ambiente festivo que se contagiaba fácilmente. Numerosos puestos aparecieron, vendiendo comida, juguetes u ofreciendo desafíos ante los mas osados que querían la recompensa que se ofrecía por ganar uno de sus complicados juegos. La ulterana, no dio señales de emocionarse por el ambiente. El frivy se quedó mirando un puesto que tenia lo que parecía un tiburón en miniatura que hasta el último centímetro de su piel estaba cubierto de un plumón amarillo. El animal se retorcía violentamente en su pecera, buscando presas con su hocico. La ulterana le enganchó de una oreja y le sacó de aquel lugar.
Siguieron andando por el festival y en medio de esto, un borracho se chocó contra la niña, tirándola al suelo. El frivy se acercó a ayudarla a levantarse, pero fue el otro ulterano quien se preocupó de ayudar a la cría. Intercambió un par de palabras con ella y se despidió, tras revolverle el pelo. La niña se peinó de nuevo con una cara asesina, pero le devolvió el saludo de despedida por respeto.
El chico no comprendía muy bien la situación. El frivy solo sabia que la ulterana estaba soberanamente triste desde que volvió de la fiesta, bastante apartada de la realidad. Que cada vez viajaba más y buscaba algo en sus viajes. Los ulteranos que había concentrados, parecían estar festejando algo que tenia que ver con un pez o peces, ya que había bastante simbolismo con ellos en pancartas y señales colgadas por todos lados. La gente comía, bebía y bailaba e incluso contaban historias los unos a los otros. La jefa y él no eran más que dos manchas pobremente disimuladas entre el torrente de colores que llevaba la gente. La mayoría de esta, tenían el pelo rubio, pero también los habían con el color verdoso o los que menos, rojizo.

Entraron en lo que pareció una ciudad y estuvieron andando por las calles. Numerosos edificios cochambrosos les recibieron. En cuanto entraron a un callejón, Nia alzó al frivy y a ella misma hasta un tejado con una cristalera, donde pudieron mirar la ciudad por encima de todo y encontrar el edificio que buscaban. Ajeno al resto de la ciudad, como si se hubiera levantado hace poco, había un estadio con una construcción exagerada para un escenario, rodeado de vallas altas y con numerosos palcos, gradas y asientos para casi toda la ciudad. Aun estaban preparándolo para el gran espectáculo que empezaría dentro de unas horas y reuniría a mucha gente. Nia se giró ante el frivy y le ordenó que permaneciera en el tejado hasta que volviera ella, después de dos horas. El frivy se quejó abiertamente, alegando que si había un festival más abajo, él no se iba a quedar ahí arriba aburrido.
Las quejas no fueron ni oídas por la niña que desapareció casi al instante.

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Mientras, en una sala oscura, muy lejos de ahí, hombres poderosos hablaban entre susurros. Estos susurros traían pesimismo y desconfianza, otros parecían ser más positivos, pero sobretodo, el aura que se respiraba en aquella estrecha y privada sala hexagonal era de negativismo. En una gran mesa con la misma forma que la sala, seis asientos ocupados, muy espaciados entre ellos, la ocupaban los hombres más poderosos de ulterania. Miembros de casi todos los clanes, había un mesara cuyo pelo estaba cuidadosamente trenzado para aparentar que tenia unas orejas lobunas del mismo color verdoso que era característico en ellos. Un ibolense de aspecto bonachón con un intrincado bigote que parecía salirle de la nariz y unos brazos fuertes y gruesos que indicaban que era un guerrero, llevaba el pelo recogido en una cinta que circulaba su sien y lo dejaba caer por la espalda, liso y de color escarlata. Había dos neuvm, uno con unas patillas gruesas y largas y una pelusilla azulada como su cabello debajo de la nariz más joven que el otro que tenia todo su pelo recogido en una coleta alta y unas barbas disimuladas. Este último mostraba cicatrices en su rostro, su ojo derecho estaba destrozado y no lo ocultaba con un parche. La edad no le hacia ningún favor y su piel estaba completamente arrugada. Tenia un aura orgullosa alrededor de él y no paraba de lanzar miradas enjuiciadoras a todos los demás miembros de aquella mesa. La única mujer presente, se trataba de una chica bastante joven, de unos dieciséis años. Su pelo morado iba recogido en dos coletas a ambos lados de la cabeza. En el rostro, portaba una máscara que solo dejaba ver sus ojos y parecía ocultar algún tipo de maquinaria bajo esta, que, fuera lo que fuese, sonaba como una pausada y metálica respiración. El último miembro de la mesa hexagonal permanecía encapuchado y su cara vendada al igual que sus manos. No llevaba ropas elegantes ni tenia un aura de arrogancia alrededor de él, al contrario que otros.
Fue la chica quien decidió levantarse y hablar para todos, acallando los susurros insidiosos. Su voz sonaba metálica y pesada, como si pronunciar cada palabra fuera un esfuerzo sobrehumano y tuviera que tomar aire en cada una.
-Ya estamos todos reunidos. Se ha convocado la reunión de los seis gracias a nuestro miembro Veilm'ador.-dijo, señalando con la mano abierta al anciano que simplemente resopló ante la mención de su nombre y permaneció cruzado de manos.-He oído el tema antes, pero, ¿le importaría repetir para la cámara de los seis cuales son sus cargos?-
El anciano apoyó sus huesudas manos en la blanquecina mesa y se puso de pie. Se agarró de las barbas y paladeó el aire antes de hablar, como pensando que palabras fueran las más correctas para usar en aquella situación.
-Como bien conoce la Cámara de los Seis presente, el nombramiento de la célebre Ithalia de Kanthos como sucesora en el trono una vez que nuestro bienamado y benefactor, el emperador Iuthulius VII. expire su último aliento, quieran los vientos de Ul que no sea pronto, ha traído...-pausó por un momento, para dejar más enfasis de odio en su palabra.-...cambios.-
La chica alzó una ceja, lentamente, pero el resto de la cámara no dijo nada ni actuaron de manera diferente.
-Estos cambios, pese a descontentar a la mayoría de la población, se han llevado a cabo a día de hoy, para que coincidiera con una de las fiestas más celebradas del populacho, la llamada "Fiesta de la Última Cena de Pescado." o, simplemente, "Fiesta del Pescado" para abreviar.-
-No hay que decir que el gobierno ha estado llevando cambios para el progreso del pueblo ulterano en los últimos cuarenta y cinco años de gobierno. Se ha limpiado aún más territorio de minerales y fuentes combustibles, nuestra economía esta en su máximo exponente en la historia y se ha recuperado aún más terrenos de las garras de la sucia escoria rebelde que envenena nuestras tierras con su presencia.-
La mitad de la Cámara parecía no estar escuchando ya al anciano, cada uno con sus propios asuntos, salvo el otro neuvlm más joven que parecía nervioso y le pedía con la mirada que acortara los preámbulos y fuera al grano. El anciano se impacientó y la cólera burbujeó dentro de él.
-Lo que ha intentado su majestad, Ithalia de Kanthos, es un atentado directo y abierto ante el códice imperial. ¡Una herejía! ¡Un sacrilegio! ¡Y tengo suerte de que pronto estaré visitando a mis ancestros antes que ella ponga su trasero de herética sobre el trono imperial!-dijo al fin, al límite de sus fuerzas con una vena palpitante en la sien, colérico. El otro neuvlm se puso en pie y obligo a sentarse al anciano que se agarraba el pecho, peleando por respirar.
El ibolense soltó una carcajada y le dio una fuerte palmada en la espalda al anciano que probablemente le hizo más mal que bien, estando tan débil.
-¡Pero que dices, Tio Veil! ¡Si sigues igual de enérgico que un mozo, nos acabaras enterrando a todos!-
El otro neuvlm se giró hacia el enorme ibolense y le reprochó su actitud.
-Por favor, evite referirse ante su eminencia Veilm'ador el sabio, como "tio" o usando motes. Estamos ante una sala sagrada en el que el respeto mutuo es imprescindible.-
El ibolense se rascó detrás de la oreja y rodó los ojos.
- Si, si, como usted diga señorito-tengo-una-islita-y-me-creo-importante.-respondió con sarna.
El joven neuvlm iba a protestar pero la chica enmascarada les interrumpió, realmente alterada.
-No estamos... aquí... Para insultarnos los unos a los otros... Hemos sido convocados por Veilm'ador... y tenemos que tomar una decisión.-dijo, faltandole el aire.
La sala se quedó en silencio un instante antes de que el mesara con las orejas de lobo hablase.
-Es de mi creer, que el código imperial establece unas claras normas respecto al poder de los emperadores y su familia, y que, la niña en cuestión, ha extrapolado su autoridad y se la ha impuesto sobre la de su padre.-
-Es un desafio ante la ley. La ley de Ul.-soltó por lo bajo el hombre vendado y encapuchado. Su seca voz era casi inaudible.
-¡ Herejía!-bramó de nuevo el anciano que se había recuperado.
El ulterano con las orejas de lobo siguió hablando.
-Pero, es mi creencia que las leyes son algo mutables y que deben de adaptarse a las nuevas tecnologías y a una sociedad siempre cambiante.-
El encapuchado asintió, mostrando su apoyo al mesara.
-Oh vaya. Si estos dos pueden estar de acuerdo en algo por una vez.-dijo el ibolense con otra carcajada.
Veilm'ador volvió al ataque.
-¿¡Entonces que pretendéis!? ¿Que todo por lo que hemos luchado, generaciones enteras, se vaya al traste, porque una mujer de tres al cuarto decida que sus amigos desviados y los deformes no tienen un lugar en el mundo? ¿Porque no cambiar la naturaleza en si y hacernos creer que somos otra cosa de lo que somos?-borboteó.
Todas las miradas, incluidas las del anciano se posaron entonces en la que era su moderadora que miraba al arrugado ulterano protestar como si estuviera siendo una broma de mal gusto. Lentamente, bajó la mascara que cubría su cara. El rostro de la chica, era aparentemente impecable, no tenia ninguna enfermedad de la piel pero en la boca llevaba algo colocado, como una pequeña maquina que al parecer la permitía respirar. Pero aun así aquello no le bastó a la chica, que siguió mostrando su cuello. Ahí fue cuando el Mesara apartó la mirada. El cuello de la ulterana estaba unido por unos finos hilos negros. Parecía que le habían abierto en canal la garganta y la habían vaciado de todo su contenido. Se podía apreciar algo de pus en la herida.
-Argh... No aguanto que una chica tan mona sufra de unas heridas tan feas.-dijo el mesara mientras dirigía la mirada al suelo. La ulterana inspiró lentamente, mostrando como funcionaba el aparato que la permitía seguir con vida. El anciano recorrió con la mirada la grotesca herida y puso una mueca de asco.
Lentamente, la ulterana extrajo el aparato de su boca, que le permitió hablar con su propia garganta. Las palabras, costaba comprenderlas e hilarlas, pero todos los presentes sabían que estaba enfadada. Mucho.
-¿Amigos deformes? Dime, Veilm'ador,¿cuando fue la última vez que viste el códice imperial? Si yo no recuerdo mal, hay una sección muy clara sobre el trato con un miembro de la familia real y tu acabas de insultar a uno. Delante de otros cuatro testigos.-dijo perdiendo la aparente compostura.
-Yo... no pretendía... Prince-musitó el hombre, pero la ulterana le mandó callar. No tenia mucho aire y no podía sobrevivir mucho sin su sistema de soporte vital.
-Y con respecto a lo que somos, pensé que ciento veinticuatro años te habían dado la suficiente experiencia para saber que los ulteranos, no somos mas que polvo y que polvos seremos. Sacos de carne que se cortan con facilidad. Y que, solo juntos, formamos un muro impenetrable frente a todas las amenazas, como cada una de las cadenas de una armadura. Vivimos juntos, luchamos juntos, morimos juntos. Y somos iguales.-
Habiendo terminado su arenga, volvió a colocarse su aparato y a taparlo con la mascara. Se tomó un tiempo para recuperar el aliento perdido antes de volver a hablar, de nuevo, con su más monótona voz metálica.
-Mi hermana solo desea que los ulteranos vivamos unidos, juntos como iguales y que prosperemos hasta nuevos horizontes que nunca llegaríamos a vislumbrar por separado.-pausó.-Esto incluye el respetar las fiestas del "populacho" como lo has llamado. El de ofrecer igual de oportunidades para los intara que para cualquier otro ulterano. ¿O es que acaso piensas que los intara deciden abandonar sus ciudades, sus familias y se van a luchar contra los soldados del emperador por gusto? Todo el mundo sabe que lo que les depara a los traidores y que la causa de los rebeldes está perdida.-concluyó la arenga.-Muy bien, se someterá a votación, los que quieran condenar a Ithalia de Kanthos por herejía que levanten la mano.-dejó un par de segundos en los que nadie levantó la mano, ni si quiera el anciano amargado que se miraba las huesudas manos.-¿Nadie? Se cierra la Cámara de los Seis, entonces.-
Finalmente, la chica se desplomó en la silla. Estaba sudando y se frotaba la garganta. La sala se quedó en silencio unos segundos hasta que el ibolense se levantó y se acercó a ella, inclinándose, le susurró al oído.
-Mandaré llamar a tu hermano, Ty.-
Y entonces el enorme soldado salio de la sala a paso veloz.

;-

La ulterana volvió a las dos horas como prometió. Para entonces, el enorme estadio estaba colmado y mucha gente que se había quedado fuera, miraba por encima de las vayas el enorme escenario. Se habían colocado varios estandartes blancos con la insignia de la familia imperial y varios pares de altavoces gigantes que estaban colocados a un solo micrófono. Una sola chica, con un pelo tan largo que lo llevaba recogido con varias coletas con decoraciones, de un color púrpura y ojos igual. Fácilmente reconocible como Ithalia, la chica que fuera a ser la futura emperadora de Ulterania.
Nia ya tenia lo que venia buscando, y se habia encontrado más de una cosa para cotillear. Mientras guardaba gran parte de lo que llevaba en su mochila en la del frivy, pudo apreciar como un comité de soldados albinos con alabardas y armaduras doradas se unieron al escenario, junto con un tipo que había estado dando bastante de que hablar últimamente, de nombre Toimare'Meite. Este llevaba un peinado muy extravagante que combinaba el azul, con el purpura y un flequillo intrincado que daba muchas vueltas y bucles de color dorado, probablemente en honor a los Intara, pues en todas las fotos que había de él llevaba el color natural púrpura y teñido de azul en algunas partes. Sin decir una palabra, o si quiera quedarse para el espectáculo, los dos partieron de vuelta para rocavarancolia. En el camino de vuelta, Nia guió con señales y movimientos de cabeza mientras canturreaba, en ulterano una canción, pasada al ulterano, que aún conservaba su ritmo. Un terrícola la hubiera identificado al instante como la canción que se solia cantar cuando se sacaba una tarta con velas encendidas en la fiesta de cumpleaños de alguien. Al frivy, le pareció una canción de camino ulterana, ignorante de saber que los ulteranos no tenian canciones escritas.

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す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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