Avenida de las Casas Carnívoras
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Rocavarancolia Rol
28 participantes
- Rocavarancolia Rol
Avenida de las Casas Carnívoras
02/08/11, 06:45 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Las casas de esta avenida están en bastantes buenas condiciones, o esa es la imagen que dan. Son capaces de crear ilusiones para tentarte e invitarte a entrar en ellas, para así poder devorarte. Antiguamente no había más que una, pero dado su éxito pudo reproducirse.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
09/08/13, 05:15 pm
Finalmente la dichosa bañera había decidido dejar caer su cargamento con suerte en tierra, nada de brechas en la tierra con huesos y gusanos gigantes, sino en tierra firme. Todos corrieron hacia las cestas con intenciones de cogerlas y poder ir hacia un lugar seguro, o al menos esa fue la intención general. Estaba a pocos pasos de las cestas cuando el daeliciano escucho una voz conocida, aunque hacia poco relativamente que la conocía. Dhelian se giro viendo no sin cierta sorpresa a Shaco, junto al resto del grupo que se había perdido allí llamándoles.
-Todos escuchenme, ¡el resto apareció, están allí llamándonos! -exclamo aliviado de verlos seguros y bien que no estaban muertos como había pensado, dispuesto a ir hacia ellos, cuando un grito pajaril proveniente de Talento lo paralizo en el sitio, sobresaltándolo por el susto y por la nota horrorizada que transmitía- ¿Por que estas gritando? No ves que están todos aqu...-se giro dispuesto a señalar al dichoso pájaro gigante a sus compañeros perdidos encostrarse frente a sus ojos que la imagen de sus compañeros se desdibujaba como si fuesen un espejismo y frente a sus ojos apareció una casa ruinosa, con una boca con dientes, ojos fulgurantes como las ventanas, Dhelian se aparto asustado pues estaba a pocos metros de la casa, corriendo todo lo que le dieron sus piernas para volver con los demás "No, no no...esto es de locos...es una casa con dientes, una casa que nos puede comer ¡Esta ciudad es una ciudad de pesadilla no de magia!pensó espantado por no sentirse seguro en ninguna parte pegándose a Alice cuando todos empezaron a marchar hacia la dirección dada por Marsi, hacia el torreón que se veían todos habiendo sufrido como el , las ilusiones de aquellas casas "Esta ciudad nos quiere ver muertos y no parara hasta conseguirlo" pensó sintiendo que había cometido el peor error de su vida al aceptar ir a ese lugar y ahora estaba pagando por ello.
Sigue en el Torreón Letargo.
-Todos escuchenme, ¡el resto apareció, están allí llamándonos! -exclamo aliviado de verlos seguros y bien que no estaban muertos como había pensado, dispuesto a ir hacia ellos, cuando un grito pajaril proveniente de Talento lo paralizo en el sitio, sobresaltándolo por el susto y por la nota horrorizada que transmitía- ¿Por que estas gritando? No ves que están todos aqu...-se giro dispuesto a señalar al dichoso pájaro gigante a sus compañeros perdidos encostrarse frente a sus ojos que la imagen de sus compañeros se desdibujaba como si fuesen un espejismo y frente a sus ojos apareció una casa ruinosa, con una boca con dientes, ojos fulgurantes como las ventanas, Dhelian se aparto asustado pues estaba a pocos metros de la casa, corriendo todo lo que le dieron sus piernas para volver con los demás "No, no no...esto es de locos...es una casa con dientes, una casa que nos puede comer ¡Esta ciudad es una ciudad de pesadilla no de magia!pensó espantado por no sentirse seguro en ninguna parte pegándose a Alice cuando todos empezaron a marchar hacia la dirección dada por Marsi, hacia el torreón que se veían todos habiendo sufrido como el , las ilusiones de aquellas casas "Esta ciudad nos quiere ver muertos y no parara hasta conseguirlo" pensó sintiendo que había cometido el peor error de su vida al aceptar ir a ese lugar y ahora estaba pagando por ello.
Sigue en el Torreón Letargo.
- Matt
Ficha de cosechado
Nombre: Matthew Lowell/Korasihanna Sebrhon
Especie: Humano/ Daeliciana
Habilidades: Agilidad, velocidad mental y nociones de supervivencia.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
29/08/13, 01:49 pm
El camino hasta la avenida se me hizo mucho mas corto que el día anterior. No se muy bien si por la ilusión de encontrar dulce que llevarme a la boca o por ver que podría enseñarme esas casas hoy para hacerme daño.
Intenté no hablar mucho por el camino andando sobre mis pasos. Voy caminando dando algún que otro saltito sorteando piedras y demás obstáculos del camino sin muchos problemas. Al llegar a la avenida las casas comienzan a utilizar sus trucos produciendo distintos olores y sonidos. Aun ninguna ha conseguido hacerme ver a mi madre como ayer pero intento centrarme en encontrar mi objeto cuando al final veo las cestas justo en el mismo sitio donde estaban ayer. Comienzo a dar palmadas de alegría señalándolas mientras miro a los demás. -¡Mirad! Allí están las cestas. Vamos a darnos prisa en conseguir las cosas. Espero que podamos cargar bien las cosas con los pocos que estamos.-
Al fin llegamos los tres juntos a la altura de las cestas por lo que me adelanto para rebuscar en todas los tarros de miel esperando que estuviesen en cada una de ellas. Cojo cada bote y lo coloco en una misma cesta quitando las cosas mas pesadas repartiéndolas en las demás cestas. Cuando he hecho las reparticiones a mi modo abro uno de los botes e introduzco los dedos para rechupetearlos disfrutando del dulzor empalagoso. -Esto es un autentico placer. No como la cosa esa que llamáis pescado. Esto si sabe a algo. No quiero que os toméis a mal lo que digo sobre vuestros hábitos alimenticios. Si queréis comer eso, adelante, no seré yo la que os lo impida. Pero os aseguro que sería conveniente que endulzaseis un poco vuestra vida. Os ayudaría con esa tonalidad vuestra. Lo digo como consejo, espero que no os lo toméis tan a la tremenda como nuestra compañera Marsi.-
Remato mientras me rechupeteo el dedo gordo. En ese momento por el rabillo del ojo un destello rosa me hace girarme a una de las casas pero lo que me muestra me hace dejar de comer para maravillarme con la estampa.
Un gran campo lleno de arboles frutales daelicianos repletos de frutas se extiende ante mí. El olor fresco y dulce del campo contrasta enormemente con el resto de las casas a mi alrededor. Se que es una ilusión pero la estampa me hace tragar saliva al ver los jugosos frutos de los arboles falsos. En ese momento una dulce voz sale de la nada pronunciando mi nombre y de detras de unos arboles mi madre sale portando una gran cesta llena de fruta.
Mi madre me estaba llamando. Su invitación a degustar las frutas solo consigue levantarme del suelo y chistar decepcionada. A decir verdad aunque me cabree que este intentando engañarme, le agradezco a la casa hacerme ver a mi madre tal y como la recordaba. Casi era el verdadero propósito por el cual había intentado venir de nuevo mas que por buscar comida para estas enfermas.
El tono de mi madre comienza a sonar algo mas imperativo al no responder a su llamada. La casa comienza a darse cuenta de que no va a conseguir nada con esas tretas por lo que hace que de detrás de unos matorrales rosas plagados de pequeñas bayas verdosas salga el hombre que me violó cuando era mas joven. La escena ha cambiado. Mi madre sigue intentando ofrecerme fruta mientras que aquel baboso hombre se acerca cada vez mas a ella por la espalda. Arqueo una ceja comenzando a respirar algo entre cortada pero al ver que el hombre tiene la misma daga con la que me abrió la herida en la pierna instintivamente desenfundo una de las dagas.
El hombre agarra a mi madre por la cintura y esta comienza a pedirme ayuda pero sus gritos son ahogados al clavar la daga en el vientre repetidas veces llenando su vaporoso vestido rojo fuego de sangre azul. En un acto reflejo doy un pequeño salto hacia atrás reprimiendo un grito de horror al ver como el hombre arrastra el cuerpo de mi madre hasta el fondo mientras esta me pide ayuda a gritos.
En mi salto me doy contra las cestas haciéndome caer de culo y el repiqueteo de los botes contra el suelo me hacen salir del encanto de la casa por lo que me levanto agarrando un adoquin del suelo muy enfadada y lo lanzo en dirección a la fachada de la casa.
Intenté no hablar mucho por el camino andando sobre mis pasos. Voy caminando dando algún que otro saltito sorteando piedras y demás obstáculos del camino sin muchos problemas. Al llegar a la avenida las casas comienzan a utilizar sus trucos produciendo distintos olores y sonidos. Aun ninguna ha conseguido hacerme ver a mi madre como ayer pero intento centrarme en encontrar mi objeto cuando al final veo las cestas justo en el mismo sitio donde estaban ayer. Comienzo a dar palmadas de alegría señalándolas mientras miro a los demás. -¡Mirad! Allí están las cestas. Vamos a darnos prisa en conseguir las cosas. Espero que podamos cargar bien las cosas con los pocos que estamos.-
Al fin llegamos los tres juntos a la altura de las cestas por lo que me adelanto para rebuscar en todas los tarros de miel esperando que estuviesen en cada una de ellas. Cojo cada bote y lo coloco en una misma cesta quitando las cosas mas pesadas repartiéndolas en las demás cestas. Cuando he hecho las reparticiones a mi modo abro uno de los botes e introduzco los dedos para rechupetearlos disfrutando del dulzor empalagoso. -Esto es un autentico placer. No como la cosa esa que llamáis pescado. Esto si sabe a algo. No quiero que os toméis a mal lo que digo sobre vuestros hábitos alimenticios. Si queréis comer eso, adelante, no seré yo la que os lo impida. Pero os aseguro que sería conveniente que endulzaseis un poco vuestra vida. Os ayudaría con esa tonalidad vuestra. Lo digo como consejo, espero que no os lo toméis tan a la tremenda como nuestra compañera Marsi.-
Remato mientras me rechupeteo el dedo gordo. En ese momento por el rabillo del ojo un destello rosa me hace girarme a una de las casas pero lo que me muestra me hace dejar de comer para maravillarme con la estampa.
Un gran campo lleno de arboles frutales daelicianos repletos de frutas se extiende ante mí. El olor fresco y dulce del campo contrasta enormemente con el resto de las casas a mi alrededor. Se que es una ilusión pero la estampa me hace tragar saliva al ver los jugosos frutos de los arboles falsos. En ese momento una dulce voz sale de la nada pronunciando mi nombre y de detras de unos arboles mi madre sale portando una gran cesta llena de fruta.
Mi madre me estaba llamando. Su invitación a degustar las frutas solo consigue levantarme del suelo y chistar decepcionada. A decir verdad aunque me cabree que este intentando engañarme, le agradezco a la casa hacerme ver a mi madre tal y como la recordaba. Casi era el verdadero propósito por el cual había intentado venir de nuevo mas que por buscar comida para estas enfermas.
El tono de mi madre comienza a sonar algo mas imperativo al no responder a su llamada. La casa comienza a darse cuenta de que no va a conseguir nada con esas tretas por lo que hace que de detrás de unos matorrales rosas plagados de pequeñas bayas verdosas salga el hombre que me violó cuando era mas joven. La escena ha cambiado. Mi madre sigue intentando ofrecerme fruta mientras que aquel baboso hombre se acerca cada vez mas a ella por la espalda. Arqueo una ceja comenzando a respirar algo entre cortada pero al ver que el hombre tiene la misma daga con la que me abrió la herida en la pierna instintivamente desenfundo una de las dagas.
El hombre agarra a mi madre por la cintura y esta comienza a pedirme ayuda pero sus gritos son ahogados al clavar la daga en el vientre repetidas veces llenando su vaporoso vestido rojo fuego de sangre azul. En un acto reflejo doy un pequeño salto hacia atrás reprimiendo un grito de horror al ver como el hombre arrastra el cuerpo de mi madre hasta el fondo mientras esta me pide ayuda a gritos.
En mi salto me doy contra las cestas haciéndome caer de culo y el repiqueteo de los botes contra el suelo me hacen salir del encanto de la casa por lo que me levanto agarrando un adoquin del suelo muy enfadada y lo lanzo en dirección a la fachada de la casa.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
30/08/13, 01:30 pm
Llegamos a la calle de las casas extrañas y allí están las cestas.
-Parece que sí las traen todos los días, al menos de momento, ya veremos otro día.- pienso en voz alta mientras caminamos tranquilamente hacia la comida.
Reviso las cestas para ver si todo esta como en las otras, con placer descubro que si. <<Al parecer la dieta sera la misma en todas las cestas, al menos hasta ahora ha sido, ¿la cambiaran o no lo harán? Ya me preocuparé por eso en otro momento>>.
Observo curiosa la escena que monta la daeliciana preguntándome que puede haberle mostrado la casa para que se ponga así. Recojo un par de cestas y les digo:
-Sera mejor que nos vayamos de aquí cuanto antes, este lugar me da escalofríos.- y dicho eso emprendo el camino de vuelta al torreón.
Sigue en el Torreón Letargo.
-Parece que sí las traen todos los días, al menos de momento, ya veremos otro día.- pienso en voz alta mientras caminamos tranquilamente hacia la comida.
Reviso las cestas para ver si todo esta como en las otras, con placer descubro que si. <<Al parecer la dieta sera la misma en todas las cestas, al menos hasta ahora ha sido, ¿la cambiaran o no lo harán? Ya me preocuparé por eso en otro momento>>.
Observo curiosa la escena que monta la daeliciana preguntándome que puede haberle mostrado la casa para que se ponga así. Recojo un par de cestas y les digo:
-Sera mejor que nos vayamos de aquí cuanto antes, este lugar me da escalofríos.- y dicho eso emprendo el camino de vuelta al torreón.
Sigue en el Torreón Letargo.
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
01/09/13, 12:11 am
Llegamos a la misma zona que el otro día. Ahí vuelven a estar las cestas, tal como la otra vez. Como dice Sura, parece que las traen a los mismos sitios diariamente. Además, parece que también hay la misma cantidad de comida, algo que me gusta.
-Por lo menos, de hambre no nos moriremos, ¿eh?
Cojo una cesta y me dispongo a volver al torreón, pero me quedo mirando a Kora, que parece tener una reacción extraña. Una de las casas debe de mostrarle algo, pero ella no cae en el engaño. Yo también miro una casa y me muestra lo mismo que la otra vez. Muevo la cabeza y le doy la espalda.
-No voy a caer en eso…Si no funcionó una vez, ¿por qué crees que funcionará ahora?-digo en voz baja, dirigiendome a la casa, aunque sé que no me escucha.
Al poco rato, Sura decide volver al torreón. Asiento y la sigo. No quiero estar fuera ni un segundo más de lo necesario, al menos no hasta que haya entrenado algo y sepa defenderme. Y aun cuando sepa defenderme, mejor me mantengo alejado de estas calles. Si hay casas carnívoras, puede haber cualquier cosa por aquí.
Sigue en el Torreón Letargo.
-Por lo menos, de hambre no nos moriremos, ¿eh?
Cojo una cesta y me dispongo a volver al torreón, pero me quedo mirando a Kora, que parece tener una reacción extraña. Una de las casas debe de mostrarle algo, pero ella no cae en el engaño. Yo también miro una casa y me muestra lo mismo que la otra vez. Muevo la cabeza y le doy la espalda.
-No voy a caer en eso…Si no funcionó una vez, ¿por qué crees que funcionará ahora?-digo en voz baja, dirigiendome a la casa, aunque sé que no me escucha.
Al poco rato, Sura decide volver al torreón. Asiento y la sigo. No quiero estar fuera ni un segundo más de lo necesario, al menos no hasta que haya entrenado algo y sepa defenderme. Y aun cuando sepa defenderme, mejor me mantengo alejado de estas calles. Si hay casas carnívoras, puede haber cualquier cosa por aquí.
Sigue en el Torreón Letargo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
10/01/14, 09:44 pm
Algo era raro en aquella parte de la ciudad. Las casas no parecian estar en ruinas. A diferencia del resto de la ciudad, podria parecer un barrio bastante agradable. Con el ceño fruncido, se bajó en la última casa en ruinas y se asomó por aquella calle impoluta, con el ceño fruncido y la boca ligeramente despegada con curiosidad.
-Eh... Vale que la burbuja inmoviliaria llegase hasta aquí, pero esto es pasarse... Estas casas no están ni habitadas.-
Al instante, de una de las casas, se abrieron unas contraventanas lentamente. El aprendiz dió un brinco y dirigio con su bõ amenazante y alarmado, pero quien le devolvió la mirada al otro lado le dirgió una sonrisa tan picarona como amable, mordiendose ligeramente el labio.
El aprendiz tragó lentamente, sin poder creerselo.
-¿¡Pu-Puede ser!?-Se le habia caido la mandibula, como dormida, de puro asombro mientras sus ojos se desorbitaban. Al otro lado de la ventana, vistiendo una armadura amazona y el pelo del color del ébano suelo, dos ojos color azul grisaceo pegados a la cara del concepto de la perfección le miraban. Aquellos, eran los ojos de Lucy Lawless de alrededor de treinta años y vistiendo su traje de Xena, la princesa guerrera. Cuando esta habia captado la atención del chico, alzó una mano y le hizo una señal para que se acercara. Entonces, inconscientemente, el aprendiz comenzó a salivar.
-Lucy... Lawless...-musitó mientras arrastraba sus piernas en dirección a aquella casa y rebuscaba entre sus bolsillos por un boli o algo con lo que escribir.-¿P-Podrias d-darme un autógrafo?-susurró tímidamente. Se limpió las babas que se concentraban en su barbilla con la manga y entonces se detuvo en seco, pues una segunda figura abrió la ventana. Vestia un elaborado yukata blanco color perla, con decoraciones en salpicón doradas. De pelo tambien negro y liso, solo que recogido en un elaborado moño japonés, tenia entre sus manos una estilosa katana sin guardada en su vaina del mismo color que el pelo de su dueña. Sus rasgos orientales y su bella cara sacaron de sus dudas al aprendiz, que casi se cayó de rodillas de asombro. Se trataba de Lucy Liu, en su mismo traje que usó por última vez en la película de Kill Bill volumen I, actuando como la yakuza O-Ren Ishii, otro de los ídolos del ruso. Casi haciendo mil reverencias, musitó algo incoherente.
-ASDFGHJKL... Lucy... liu... dos Lucys...-tragó salvia dificultosamente y con todos los manerismos y respetuosas reverencias que podia y conocia, alzó la cabeza de nuevo para enfrentar a la actriz con una plegaria en sus labios.-¿¡P-P-Puedes decir la frase de...-
Pero antes de que pudiera formular la petición, la actriz de rasgos orientales cumplió su petición sin vacilar un instante, lentamente desenvaindo el arma y apuntando al chico con ella.
-"Estupida niña caucasiana que le gusta jugar con espadas samurai..."-comenzó, soltando una risilla educada.-"No puedes luchar como un samurai, pero al menos puedes morir como uno..."-dijo y al instante de terminar la frase, el aprendiz sufrió el nerdgasm de su vida, cayendo al suelo y rodando comenzó a soltar espumarajos de felicidad mientras sonreia estúpidamente. Paró de pronto y le lanzó otra pregunta a la actriz.
-¿E-E-Esa es una verdadera Hattori Hanzo?- y con un ligero movimiento de cabeza de la mujer en yukata se lo confirmó y el aprendiz volvio a sufrir otro nerdgasm. Se puso de pie en un salto y correteó hacia la entrada. Aquello no podia estar pasando, no debia. No estaba soñando. Aquello debia ser algún truco de la ciudad. Se detuvo entonces en seco y se puso alerta.
-¿¡C-Cuál es el truco!?-preguntó con desconfianza.
La actriz de Xena soltó una senda y fuerte carcajada. Fue la yakuza en yukata quien le contestó.
-¿Acaso dudas de lo que ven tus ojos? Si por mi fuera, tu desconfianza se pagaria con tu cabeza.-
A medio de sufrir otro nerdgasm por lo que sus ojos veian, el aprendiz comenzó a retroceder lentamente, sin darle la espalda a aquella casa que contenia todos sus sueños. La yakuza no se imutó, pero señaló al palco que dividia a las dos actrices con la punta de la espada.-Y, además... Ellos te están esperando.-dijo mucho menos amenazante.
Una luz bañó la cara del aprendiz que se detuvo a observar como las puertas del balcón se abrian como seguidas de un coro celestial y de ellas, dos personas, dos adultos, un hombre y una mujer salian, cogidos de las manos y le señalaban que volviera. Si bien era por la luz cegadora que les precedia o por las gafas, el aprendiz no lograba vislumbrar sus rostros, pero habia calor en ellos, podia notarlo desde aquella distancia. Su cuerpo le impelia a arrojarse a aquella casa con todo. Y no solo eso. Aquellas dos personas. Eran sus padres. Lágrimas comenzaron a fluir por debajo de las gafas para precipitarse por su barbilla hacia el suelo. El aprendiz temblaba, ignorando su desconfianza previa y abrazando el calor que manaba de aquella casa con una sonrisa feliz.
-Papá... Mamá...-dijo entre lágrimas con un susurro de incredulidad. Lentamente, anduvo hacia la casa, siguiendo las señalizaciones de las cuatro personas que le invitaban a acercarse. Haciendose visera con la mano para intentar verle el rostro a sus padres y con la otra barriendose las lágrimas, sorbió los mocos y siguió andando hacia su felicidad asegurada.
;------------------------;
-¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!-gritaba el aprendiz desgañitandose, mientras corria. Tenia el cuerpo lleno de heridas, cortes, maugulladuras y moratones. Parte del pantalon estaba rasgado y de ahí manaba sangre. Una de las mangas de la camiseta habia sido arrancada parcialmente, al igual que la caida de esta tenia un enorme desgarro a ambos lados. El final de la bufanda tambien estaba desgarrado.
En cuanto habia estado lo suficientemente cerca, habia podido apreciar como lo que creia que habia creido que era sus padres, de los que finalmente podria recordar su rostro, eran una especie de maniquies en blanco, sin ojos, nariz, cejas, boca ni pómulos que se movian como maquinaria saludando e invitando a acercarse. Y entonces se dió cuenta de que tipo de trampa se trataba. Era una especie de casa, que usaba tus recuerdos para incitarte a acercarte, y su magia se hacia más fuerte cuanto más te imponias, de ahí que usase aquella artimaña haciendole creer que esos maniquies sin vida eran sus padres, pues ya que ni él se acordaba del rostro de sus padres, no lo iba a hacer la casa por él ni mucho menos. El caso, para cuando se dio cuenta, la casa literalmente le engulló entero, pues estaba a pocos metros de esta. Dentro, un sin fin de maderos afilados como cuchillos casi le trituran y le convierten en papilla de fanboy crédulo. Fue una suerte que pudo parapetarse fuera de la casa a tiempo con su bõ, y así pudo evitar ser masticado no por mucho rato, ya que su bufanda estaba enganchada en uno de los maderos y la casa estaba tirando de esta, asfixiando al aprendiz en el proceso, mientras lo traia para si, cómicamente recordando a un comensal sorbiendo un spaghetti de tomate, pero el aprendiz actuó de nuevo más rápido y logró arrancar el final de la bufanda de la casa para entonces levantarse y poner pies en polvorosa.
Jadeaba, estaba bastante malherido, pero la adrenalina le mantenia en pie, corrió fuera de la avenida sin dirigir otra mirada hacia atrás. Se limpió las lágrimas y la sangre reseca que quedaba mientras se mordia el labio de pura rabia.
-Soy idota...-maldijo en voz baja.
Para cuando dejó la avenida bien lejos, le fallaron las piernas y tuvo que retomar el aliento que le faltaba el aire y el corazón parecia estar apunto de salirsele del pecho. Cuando se sintió con fuerzas de nuevo, se curó las heridas por encima y volvió a los tejados, donde recuperó el rastro y logró volver a la biblioteca.
>> ¿Has tenido suficiente exploración por hoy?
>> Oh no le digas eso... Yo quiero verlo de nuevo... ku ku ku
-Eh... Vale que la burbuja inmoviliaria llegase hasta aquí, pero esto es pasarse... Estas casas no están ni habitadas.-
Al instante, de una de las casas, se abrieron unas contraventanas lentamente. El aprendiz dió un brinco y dirigio con su bõ amenazante y alarmado, pero quien le devolvió la mirada al otro lado le dirgió una sonrisa tan picarona como amable, mordiendose ligeramente el labio.
El aprendiz tragó lentamente, sin poder creerselo.
-¿¡Pu-Puede ser!?-Se le habia caido la mandibula, como dormida, de puro asombro mientras sus ojos se desorbitaban. Al otro lado de la ventana, vistiendo una armadura amazona y el pelo del color del ébano suelo, dos ojos color azul grisaceo pegados a la cara del concepto de la perfección le miraban. Aquellos, eran los ojos de Lucy Lawless de alrededor de treinta años y vistiendo su traje de Xena, la princesa guerrera. Cuando esta habia captado la atención del chico, alzó una mano y le hizo una señal para que se acercara. Entonces, inconscientemente, el aprendiz comenzó a salivar.
-Lucy... Lawless...-musitó mientras arrastraba sus piernas en dirección a aquella casa y rebuscaba entre sus bolsillos por un boli o algo con lo que escribir.-¿P-Podrias d-darme un autógrafo?-susurró tímidamente. Se limpió las babas que se concentraban en su barbilla con la manga y entonces se detuvo en seco, pues una segunda figura abrió la ventana. Vestia un elaborado yukata blanco color perla, con decoraciones en salpicón doradas. De pelo tambien negro y liso, solo que recogido en un elaborado moño japonés, tenia entre sus manos una estilosa katana sin guardada en su vaina del mismo color que el pelo de su dueña. Sus rasgos orientales y su bella cara sacaron de sus dudas al aprendiz, que casi se cayó de rodillas de asombro. Se trataba de Lucy Liu, en su mismo traje que usó por última vez en la película de Kill Bill volumen I, actuando como la yakuza O-Ren Ishii, otro de los ídolos del ruso. Casi haciendo mil reverencias, musitó algo incoherente.
-ASDFGHJKL... Lucy... liu... dos Lucys...-tragó salvia dificultosamente y con todos los manerismos y respetuosas reverencias que podia y conocia, alzó la cabeza de nuevo para enfrentar a la actriz con una plegaria en sus labios.-¿¡P-P-Puedes decir la frase de...-
Pero antes de que pudiera formular la petición, la actriz de rasgos orientales cumplió su petición sin vacilar un instante, lentamente desenvaindo el arma y apuntando al chico con ella.
-"Estupida niña caucasiana que le gusta jugar con espadas samurai..."-comenzó, soltando una risilla educada.-"No puedes luchar como un samurai, pero al menos puedes morir como uno..."-dijo y al instante de terminar la frase, el aprendiz sufrió el nerdgasm de su vida, cayendo al suelo y rodando comenzó a soltar espumarajos de felicidad mientras sonreia estúpidamente. Paró de pronto y le lanzó otra pregunta a la actriz.
-¿E-E-Esa es una verdadera Hattori Hanzo?- y con un ligero movimiento de cabeza de la mujer en yukata se lo confirmó y el aprendiz volvio a sufrir otro nerdgasm. Se puso de pie en un salto y correteó hacia la entrada. Aquello no podia estar pasando, no debia. No estaba soñando. Aquello debia ser algún truco de la ciudad. Se detuvo entonces en seco y se puso alerta.
-¿¡C-Cuál es el truco!?-preguntó con desconfianza.
La actriz de Xena soltó una senda y fuerte carcajada. Fue la yakuza en yukata quien le contestó.
-¿Acaso dudas de lo que ven tus ojos? Si por mi fuera, tu desconfianza se pagaria con tu cabeza.-
A medio de sufrir otro nerdgasm por lo que sus ojos veian, el aprendiz comenzó a retroceder lentamente, sin darle la espalda a aquella casa que contenia todos sus sueños. La yakuza no se imutó, pero señaló al palco que dividia a las dos actrices con la punta de la espada.-Y, además... Ellos te están esperando.-dijo mucho menos amenazante.
Una luz bañó la cara del aprendiz que se detuvo a observar como las puertas del balcón se abrian como seguidas de un coro celestial y de ellas, dos personas, dos adultos, un hombre y una mujer salian, cogidos de las manos y le señalaban que volviera. Si bien era por la luz cegadora que les precedia o por las gafas, el aprendiz no lograba vislumbrar sus rostros, pero habia calor en ellos, podia notarlo desde aquella distancia. Su cuerpo le impelia a arrojarse a aquella casa con todo. Y no solo eso. Aquellas dos personas. Eran sus padres. Lágrimas comenzaron a fluir por debajo de las gafas para precipitarse por su barbilla hacia el suelo. El aprendiz temblaba, ignorando su desconfianza previa y abrazando el calor que manaba de aquella casa con una sonrisa feliz.
-Papá... Mamá...-dijo entre lágrimas con un susurro de incredulidad. Lentamente, anduvo hacia la casa, siguiendo las señalizaciones de las cuatro personas que le invitaban a acercarse. Haciendose visera con la mano para intentar verle el rostro a sus padres y con la otra barriendose las lágrimas, sorbió los mocos y siguió andando hacia su felicidad asegurada.
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-¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!-gritaba el aprendiz desgañitandose, mientras corria. Tenia el cuerpo lleno de heridas, cortes, maugulladuras y moratones. Parte del pantalon estaba rasgado y de ahí manaba sangre. Una de las mangas de la camiseta habia sido arrancada parcialmente, al igual que la caida de esta tenia un enorme desgarro a ambos lados. El final de la bufanda tambien estaba desgarrado.
En cuanto habia estado lo suficientemente cerca, habia podido apreciar como lo que creia que habia creido que era sus padres, de los que finalmente podria recordar su rostro, eran una especie de maniquies en blanco, sin ojos, nariz, cejas, boca ni pómulos que se movian como maquinaria saludando e invitando a acercarse. Y entonces se dió cuenta de que tipo de trampa se trataba. Era una especie de casa, que usaba tus recuerdos para incitarte a acercarte, y su magia se hacia más fuerte cuanto más te imponias, de ahí que usase aquella artimaña haciendole creer que esos maniquies sin vida eran sus padres, pues ya que ni él se acordaba del rostro de sus padres, no lo iba a hacer la casa por él ni mucho menos. El caso, para cuando se dio cuenta, la casa literalmente le engulló entero, pues estaba a pocos metros de esta. Dentro, un sin fin de maderos afilados como cuchillos casi le trituran y le convierten en papilla de fanboy crédulo. Fue una suerte que pudo parapetarse fuera de la casa a tiempo con su bõ, y así pudo evitar ser masticado no por mucho rato, ya que su bufanda estaba enganchada en uno de los maderos y la casa estaba tirando de esta, asfixiando al aprendiz en el proceso, mientras lo traia para si, cómicamente recordando a un comensal sorbiendo un spaghetti de tomate, pero el aprendiz actuó de nuevo más rápido y logró arrancar el final de la bufanda de la casa para entonces levantarse y poner pies en polvorosa.
Jadeaba, estaba bastante malherido, pero la adrenalina le mantenia en pie, corrió fuera de la avenida sin dirigir otra mirada hacia atrás. Se limpió las lágrimas y la sangre reseca que quedaba mientras se mordia el labio de pura rabia.
-Soy idota...-maldijo en voz baja.
Para cuando dejó la avenida bien lejos, le fallaron las piernas y tuvo que retomar el aliento que le faltaba el aire y el corazón parecia estar apunto de salirsele del pecho. Cuando se sintió con fuerzas de nuevo, se curó las heridas por encima y volvió a los tejados, donde recuperó el rastro y logró volver a la biblioteca.
>> ¿Has tenido suficiente exploración por hoy?
>> Oh no le digas eso... Yo quiero verlo de nuevo... ku ku ku
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
29/01/14, 08:40 pm
Se desviaron en el camino de vuelta, y de repente, las casas a su alrededor diferían en mucho de todo lo demás.
Casas de estetica sinhadre, gente en las puertas con gesto persuasivo... Nada que despertase otra cosa que desdén en Ri, y una sonrisa divertida en Nero, al fijar su mirada por cuarta vez en una de las casas.
- Esta ciudad tiene sentido del humor.- dijo , caminando hacia delante. Si las casas carnivoras volvían a enseñarle otra ex poco vestida, solo podria recordarlas con cariño. Los lujos perdidos y promesas de toda clase de comodidades no lo alteraron. Solo una casa estuvo a punto de engañarlo: aquella que mostraba a su cosechador en la puerta frente a lo que era poco más que una ruina. Pero la avenida desacreditaba sus palabras y su presencia y Nero no llegó a acercarse.
A Ri se la soplaban los sacerdotes fuera de lugar y los amigos de la infancia. Después de unos momentos de descoloque mental, asumió que aquello era parte de los lugares de los que habían oido hablar y lo ignoró descaradamente. Además, lo unico a lo que debia seguir seguia a su lado, siendo un gilipollas como de costumbre.
Casas de estetica sinhadre, gente en las puertas con gesto persuasivo... Nada que despertase otra cosa que desdén en Ri, y una sonrisa divertida en Nero, al fijar su mirada por cuarta vez en una de las casas.
- Esta ciudad tiene sentido del humor.- dijo , caminando hacia delante. Si las casas carnivoras volvían a enseñarle otra ex poco vestida, solo podria recordarlas con cariño. Los lujos perdidos y promesas de toda clase de comodidades no lo alteraron. Solo una casa estuvo a punto de engañarlo: aquella que mostraba a su cosechador en la puerta frente a lo que era poco más que una ruina. Pero la avenida desacreditaba sus palabras y su presencia y Nero no llegó a acercarse.
A Ri se la soplaban los sacerdotes fuera de lugar y los amigos de la infancia. Después de unos momentos de descoloque mental, asumió que aquello era parte de los lugares de los que habían oido hablar y lo ignoró descaradamente. Además, lo unico a lo que debia seguir seguia a su lado, siendo un gilipollas como de costumbre.
-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
29/01/14, 09:15 pm
Archime no se negó a coger un desvío a la vuelta de Letargo pues quería ver todo lo posible de Rocavarancolia. Así llegaron a aquella avenida en la que le pareció distinguir algo que no encajaba desde lejos pero que no pudo constatar hasta haberse acercado más.
Vio el edificio donde vivía, donde estaba su taller. Vio incluso la estructura exterior del colegio de Ío donde había realizado sus estudios. El biomecánico se limitó a observar con curiosidad aquellas ilusiones, preguntándose como podían resultar engañosas para nadie debido a la imposibilidad que comportaba el hecho de encontrar edificaciones irrenses en medio de la ruinosa Rocavarancolia. El hecho de que aquellos edificios estaban totalmente fuera de lugar al no hallarse bajo tierra lo hacía aún más flagrante. No cabía duda de que aquellas eran las casas carnívoras que les había descrito Marsi y donde al parecer Shaco se había puesto en peligro.
No obstante, los edificios de Ío no fue lo único que vio. De su taller, de pronto, salió Sorrina, quien le recordó que no estaba durmiendo adecuadamente con un tono de reproche pero maternal al mismo tiempo. A ella se sumaron Cío e Ippon dándole la razón y el primero le dijo que recordase hablar como una persona normal. El torreón Maciel había aparecido al lado de los edificios irrenses y de él salieron el resto de sus compañeros de torreón, a excepción de aquellos que se encontraban realmente en la avenida, diciéndole cosas similares.
—Deberíamos… ¿Volvemos? —preguntó el biomecánico sin apenas alzar la voz pero retrocediendo unos pasos y chocándose con Nero en el proceso, a quien le dirigió una mirada de significado indescifrable.
La lógica del ingeniero era impecable y por ello nunca caería presa de aquel engaño tan evidente. O al menos estaba bastante seguro de ello. Pero desconocía que era aquello que había sentido cuando las casas le mostraron a sus compañeros.
Vio el edificio donde vivía, donde estaba su taller. Vio incluso la estructura exterior del colegio de Ío donde había realizado sus estudios. El biomecánico se limitó a observar con curiosidad aquellas ilusiones, preguntándose como podían resultar engañosas para nadie debido a la imposibilidad que comportaba el hecho de encontrar edificaciones irrenses en medio de la ruinosa Rocavarancolia. El hecho de que aquellos edificios estaban totalmente fuera de lugar al no hallarse bajo tierra lo hacía aún más flagrante. No cabía duda de que aquellas eran las casas carnívoras que les había descrito Marsi y donde al parecer Shaco se había puesto en peligro.
No obstante, los edificios de Ío no fue lo único que vio. De su taller, de pronto, salió Sorrina, quien le recordó que no estaba durmiendo adecuadamente con un tono de reproche pero maternal al mismo tiempo. A ella se sumaron Cío e Ippon dándole la razón y el primero le dijo que recordase hablar como una persona normal. El torreón Maciel había aparecido al lado de los edificios irrenses y de él salieron el resto de sus compañeros de torreón, a excepción de aquellos que se encontraban realmente en la avenida, diciéndole cosas similares.
—Deberíamos… ¿Volvemos? —preguntó el biomecánico sin apenas alzar la voz pero retrocediendo unos pasos y chocándose con Nero en el proceso, a quien le dirigió una mirada de significado indescifrable.
La lógica del ingeniero era impecable y por ello nunca caería presa de aquel engaño tan evidente. O al menos estaba bastante seguro de ello. Pero desconocía que era aquello que había sentido cuando las casas le mostraron a sus compañeros.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
29/01/14, 09:48 pm
Taro se había quedado atrás a propósito, habiendo divisado un edificio al que parecía seguro trepar para otear desde allí posibles nuevas rutas. Marsi les había avisado sobre aquella zona y por eso se cuidó de no encaramarse al tejado de alguna casa carnívora por error sino a una casa aledaña. Había avisado a quien tenía más cerca, Baurus, de adónde iba y dijo que volvía enseguida después de echar un vistazo. Se trataba de la esquina de una bocacalle anexa a la avenida principal, y por tanto fuera del campo de visión de los demás.
Escalando se hallaba cuando un reflejo de cabello cobrizo y una voz conocida que le llamaba por su nombre captaron su atención. Rasgos familiares que no deberían estar allí por más de una razón; pero que Taro aún no había aprendido, menos de un año tras la pérdida, a identificar como extraños.
“Renen”, pensó el carabés automáticamente cuando aquellos detalles al borde de su campo de visión despertaron en su cerebro un chispazo de reconocimiento. Su intuición una vez más se adelantó a sus pensamientos y se paró automáticamente, sin detenerse a pensar hasta después de hacerlo por qué aquello no podía ser.
Y sin embargo allí estaba. Sentado sobre una viga a unos escasos metros enfrente de él, balanceando los pies en el aire y saludándole con la mano como si no hubiese pasado más que un día desde la última vez que volvieron a verse. El shock de ver confirmada aquella intuición tan fuera de lugar, tan absurda, fue suficiente para que Taro se olvidara completamente de que se había quedado demasiado atrás, de que sus compañeros no se habían dado cuenta de que aún no había vuelto, de que la fachada que daba a la avenida no era la única parte de una casa carnívora que podía convocar ilusiones.
Verlo tan nítidamente, a tan poca distancia, fue una sensación muy extraña. La escena frente a él tenía que pelear por fijarse en su mente contra el último recuerdo de Renen que el carabés tenía grabado a fuego en la mente, en el que entre la niebla de la adrenalina y un desesperado agarre por su vida a una cornisa había podido divisar con demasiada claridad la cabeza de su amigo, abierta contra el asfalto, demasiados metros más abajo. El cosechado simplemente se quedó parado, asimilando lo que tenía delante hasta que ambas imágenes casasen bien en su cabeza.
Sabía que era una ilusión, quizá él más que nadie de los que pisaban la avenida en ese momento era consciente de que la magia no podía resucitar a los muertos. Pero seguía siendo desconcertante, y creía que mientras no picase y se acercase a la casa pararse un momento a mirar no hacía daño.
Se equivocaba.
Los escasos segundos que Taro detuvo su ascensión fueron suficientes para que la casa considerase que su presa había bajado la guardia. Una lengua espinosa hizo trizas el encantamiento, atrapando limpiamente al muchacho primero por la cintura y luego ascendiendo hasta la garganta; impidiéndole respirar al tiempo que lo arrastraba al interior para digerirlo.
Cuando la gente desaparecía en Rocavarancolia, a veces no había advertencia alguna. Nada en absoluto.
Escalando se hallaba cuando un reflejo de cabello cobrizo y una voz conocida que le llamaba por su nombre captaron su atención. Rasgos familiares que no deberían estar allí por más de una razón; pero que Taro aún no había aprendido, menos de un año tras la pérdida, a identificar como extraños.
“Renen”, pensó el carabés automáticamente cuando aquellos detalles al borde de su campo de visión despertaron en su cerebro un chispazo de reconocimiento. Su intuición una vez más se adelantó a sus pensamientos y se paró automáticamente, sin detenerse a pensar hasta después de hacerlo por qué aquello no podía ser.
Y sin embargo allí estaba. Sentado sobre una viga a unos escasos metros enfrente de él, balanceando los pies en el aire y saludándole con la mano como si no hubiese pasado más que un día desde la última vez que volvieron a verse. El shock de ver confirmada aquella intuición tan fuera de lugar, tan absurda, fue suficiente para que Taro se olvidara completamente de que se había quedado demasiado atrás, de que sus compañeros no se habían dado cuenta de que aún no había vuelto, de que la fachada que daba a la avenida no era la única parte de una casa carnívora que podía convocar ilusiones.
Verlo tan nítidamente, a tan poca distancia, fue una sensación muy extraña. La escena frente a él tenía que pelear por fijarse en su mente contra el último recuerdo de Renen que el carabés tenía grabado a fuego en la mente, en el que entre la niebla de la adrenalina y un desesperado agarre por su vida a una cornisa había podido divisar con demasiada claridad la cabeza de su amigo, abierta contra el asfalto, demasiados metros más abajo. El cosechado simplemente se quedó parado, asimilando lo que tenía delante hasta que ambas imágenes casasen bien en su cabeza.
Sabía que era una ilusión, quizá él más que nadie de los que pisaban la avenida en ese momento era consciente de que la magia no podía resucitar a los muertos. Pero seguía siendo desconcertante, y creía que mientras no picase y se acercase a la casa pararse un momento a mirar no hacía daño.
Se equivocaba.
Los escasos segundos que Taro detuvo su ascensión fueron suficientes para que la casa considerase que su presa había bajado la guardia. Una lengua espinosa hizo trizas el encantamiento, atrapando limpiamente al muchacho primero por la cintura y luego ascendiendo hasta la garganta; impidiéndole respirar al tiempo que lo arrastraba al interior para digerirlo.
Cuando la gente desaparecía en Rocavarancolia, a veces no había advertencia alguna. Nada en absoluto.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
30/01/14, 10:15 pm
-Volvamos.- accedió Nero, tras lo cual trató de localizar a Taro con la mirada, sin exito.- Hemos perdido un pasajero.
- ¿en que momento...? ¿Dijo Marsi que estas casas se comían a la gente?- dijo de pronto muy tensa- ¿Creeis que?
- No tiene por qué. No ha habido grito ni aviso ni nada. Quizás se ha despistado antes. - Nero tardó en añadir lo siguiente, porque en realidad abogaba mas por dejarlo volver solito, pero contaban con Archi y después de todo era pasear. Cuantos incovenientes. - Lo mejor sería buscarlo.
- ¿en que momento...? ¿Dijo Marsi que estas casas se comían a la gente?- dijo de pronto muy tensa- ¿Creeis que?
- No tiene por qué. No ha habido grito ni aviso ni nada. Quizás se ha despistado antes. - Nero tardó en añadir lo siguiente, porque en realidad abogaba mas por dejarlo volver solito, pero contaban con Archi y después de todo era pasear. Cuantos incovenientes. - Lo mejor sería buscarlo.
-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
31/01/14, 07:32 pm
Archime escudriñó los alrededores extrañado al no ver a Taro efectivamente por ninguna parte. Baurus le había comunicado el mensaje del carabés, pero según él mismo se suponía que para aquel preciso momento ya debería estar de vuelta. Volvió a cuestionar al humano al respecto pero afirmó no saber nada.
El biomecánico se apresuró a conjurar un hechizo de levitación para alcanzar lo alto del edificio señalado por Baurus como el elegido por Taro para otear. No había nadie allí. Aunque sí rastros de polvo levantado por la presencia de alguien, por lo que supuso que el humano no se había equivocado. Bajó de nuevo y comunicó a los sinhadres el resultado de su búsqueda.
Entre los cuatro decidieron que seguirían buscando por los alrededores y después desandarían el camino que habían seguido por si Taro se hubiera extraviado y hubiese decidido volver.
Durante toda la búsqueda el ingeniero fue consciente de que la suposición de Anriel tenía altas probabilidades de ser la correcta, pero por algún motivo su mente se negaba a aceptarla sin más. Si resultaba ser cierta, habría fallado en su principal objetivo al acompañarlos a aquella salida. No habría podido proteger a quien lo necesitó, a pesar de ser el que contaba con mayor habilidad mágica de todo el grupo. Archime no supo qué era esa otra sensación que acompañaba a la de fracaso, pero le impelía a tratar de encontrar a Taro con más ahínco.
Sigue en el Torreón Maciel.
El biomecánico se apresuró a conjurar un hechizo de levitación para alcanzar lo alto del edificio señalado por Baurus como el elegido por Taro para otear. No había nadie allí. Aunque sí rastros de polvo levantado por la presencia de alguien, por lo que supuso que el humano no se había equivocado. Bajó de nuevo y comunicó a los sinhadres el resultado de su búsqueda.
Entre los cuatro decidieron que seguirían buscando por los alrededores y después desandarían el camino que habían seguido por si Taro se hubiera extraviado y hubiese decidido volver.
Durante toda la búsqueda el ingeniero fue consciente de que la suposición de Anriel tenía altas probabilidades de ser la correcta, pero por algún motivo su mente se negaba a aceptarla sin más. Si resultaba ser cierta, habría fallado en su principal objetivo al acompañarlos a aquella salida. No habría podido proteger a quien lo necesitó, a pesar de ser el que contaba con mayor habilidad mágica de todo el grupo. Archime no supo qué era esa otra sensación que acompañaba a la de fracaso, pero le impelía a tratar de encontrar a Taro con más ahínco.
Sigue en el Torreón Maciel.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
05/02/14, 03:36 am
Como era de esperar, no le habia costado mucho encontrar el camino de vuelta, aun estando mucho más oscuro y en este caso estar llendo por la calle. Era curioso, como, de todos los lugares que podria haber pensado, eligió este. Podria haber ido a Letargo, probablemente le hospedarian, pero no. Estaba lleno de gente y él odiaba a la gente, sus cotilleos, sus preocupaciones, lo ruidosos que eran. No, sin duda aquella era una mejor opción.
Encontró un edificio en ruinas enfrente de la avenida, uno de los que estaba seguro que no iba a tratar de comerle. Se metio dentro y revisó la casa. Tres pisos, el tercero apenas conservado, no era más que un ático en peor estado que el resto de la casa. Si habia habido muebles o algo que no fuese piedra dentro de la casa, no quedaba más que escombros y polvo. El chaval se introdujo en la habitación que creia más segura: el baño. Con pequeñas losas, supo que habia sido un baño. Parte de la fachada estaba derrumbada y hacia bastante corriente. Sintió un escalofrio y maldijo.
-¿Para que coño le di mi unica prenda de abrigo al criajo travestido?... Da igual ya.-
Se acurrucó en una esquina y volvió a sus papeles. Ocasionalmente, lanzaba hechizos térmicos para mantenerse en calor, pero ni eran tan efectivos ni tenia tanto caudal de magia por el que tirar, habiendo salido sin un solo amuleto cargador, se maldijo a sí mismo por falta de previsión, aunque parte de la culpa la tenian los molestos compañeros de torreon, que le habian presionado a salir con tanta prisa. Fuera como fuese, estaba empeñado en no pegar ojo, leyendo sin apenas luz, se sobresaltaba con el más mínimo ruido y se mantenia alerta mucho más tiempo del que era sano para los nervios. Después de todo, era una locura vivir fuera del torreón aparentemente.
Así se tiró toda la noche, forzándose a seguir con sus conspiraciones, paranoias y textos sobre la Luna Roja. Apenas cuando la luz del amanecer rompió en el horizonte y comenzó a bañarle el cuerpo, el chaval estaba sumido en una dura pelea contra morfeo, un pulso, mientras cabeceaba. Intentaba con todas sus fuerzas no dormirse. Se pellizcaba, se mordia una mano, se abofeteaba la cara, pero nada cambiaba. A los pocos segundos el sueño volvia y cada vez tenia más dolorosas heridas. Finalmente, sin poder luchar más contra el cansancio y el sueño, el chaval dejó caer la cabeza hacia adelante, adentrandose en el universo de los sueños y ya el resto no pertenecia a sus memorias.
Cuando llegó la mañana, el chaval se habia esfumado del lugar.
Encontró un edificio en ruinas enfrente de la avenida, uno de los que estaba seguro que no iba a tratar de comerle. Se metio dentro y revisó la casa. Tres pisos, el tercero apenas conservado, no era más que un ático en peor estado que el resto de la casa. Si habia habido muebles o algo que no fuese piedra dentro de la casa, no quedaba más que escombros y polvo. El chaval se introdujo en la habitación que creia más segura: el baño. Con pequeñas losas, supo que habia sido un baño. Parte de la fachada estaba derrumbada y hacia bastante corriente. Sintió un escalofrio y maldijo.
-¿Para que coño le di mi unica prenda de abrigo al criajo travestido?... Da igual ya.-
Se acurrucó en una esquina y volvió a sus papeles. Ocasionalmente, lanzaba hechizos térmicos para mantenerse en calor, pero ni eran tan efectivos ni tenia tanto caudal de magia por el que tirar, habiendo salido sin un solo amuleto cargador, se maldijo a sí mismo por falta de previsión, aunque parte de la culpa la tenian los molestos compañeros de torreon, que le habian presionado a salir con tanta prisa. Fuera como fuese, estaba empeñado en no pegar ojo, leyendo sin apenas luz, se sobresaltaba con el más mínimo ruido y se mantenia alerta mucho más tiempo del que era sano para los nervios. Después de todo, era una locura vivir fuera del torreón aparentemente.
Así se tiró toda la noche, forzándose a seguir con sus conspiraciones, paranoias y textos sobre la Luna Roja. Apenas cuando la luz del amanecer rompió en el horizonte y comenzó a bañarle el cuerpo, el chaval estaba sumido en una dura pelea contra morfeo, un pulso, mientras cabeceaba. Intentaba con todas sus fuerzas no dormirse. Se pellizcaba, se mordia una mano, se abofeteaba la cara, pero nada cambiaba. A los pocos segundos el sueño volvia y cada vez tenia más dolorosas heridas. Finalmente, sin poder luchar más contra el cansancio y el sueño, el chaval dejó caer la cabeza hacia adelante, adentrandose en el universo de los sueños y ya el resto no pertenecia a sus memorias.
Cuando llegó la mañana, el chaval se habia esfumado del lugar.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
16/04/14, 01:31 am
Taro se había revuelto con todas sus fuerzas al principio; pataleando, tirando, haciendo palanca con la pared e intentando zafarse de los grilletes hasta hacerse sangre. Se había dejado los dedos en carne viva tratando de abrir un hueco entre los ladrillos del sótano y no había dado resultado. Al quedarse finalmente sin ideas había intentado incluso morder sus cadenas por pura frustración, y tampoco le había servido de nada. Fuese cual fuese aquel material, mágico a juzgar por la tenue luz que desprendía, no podía con él.
Cuando se había rendido había empezado a gritar, y tuvo que quedarse ronco antes de comprender que nadie iba a venir en su ayuda.
La casa era de todo menos silenciosa. Era un ser vivo: palpitante, alerta, lleno de actividad. Los suelos se agitaban, las paredes y muebles crujían y una miríada de sonidos orgánicos se solapaban unos sobre otros como si el carabés se encontrase dentro del estómago de algún animal gigante. Líquido gorgoteaba en las cañerías, que retumbaban con sonidos metálicos sobre su cabeza. Todo se aliaba para que Taro fuera consciente en todo momento de que no estaba solo, y de que la construcción nepente no le dejaría ir.
El carabés no se había sentido especialmente desesperado hasta entonces. Se sentía encerrado, asustado hasta cierto punto y con el tiempo también hambriento, pero no amenazado.
Aquello duró hasta que en uno de los traqueteos de la casa algo cayó con dureza desde el piso de arriba. En la penumbra que alumbraban los grilletes Taro pudo vislumbrar que se trataba de un brazo a medio digerir.
Entonces descubrió que, contrariamente a lo que pensaba, aún le quedaba voz para seguir gritando.
Los días y las noches se alargaban eternamente en la oscuridad de aquel sótano. Hacía mucho que Taro había perdido la noción del tiempo, del miedo o siquiera de sí mismo. Permanecía en un estado de completa apatía, su voluntad anulada por el agotamiento. Pasaba la mayor parte del tiempo inconsciente, ya fuese un mecanismo de la casa o de su propio organismo para ahorrar energía.
El muchacho presentaba un aspecto que rozaba la anorexia incluso para un carabés. Las ojeras propias de su raza se habían acentuado hasta enmarcarle no solo los ojos sino parte de los pómulos, como dos grandes cardenales. Cualquiera que lo tocase podía notar a través de la ropa que se le marcaban los huesos.
Los ojos estaban turbios, sin vida, y en sus momentos de vigilia se limitaban a registrar lo que veían a su alrededor con pasividad. Sólo tenía permanentemente en mente, porque la casa no le dejaba olvidarse, la certeza de que los grilletes que llevaba clavados a las muñecas le sorbían energía, agua y alimentos de la sangre para volver a dárselos en un lento ciclo, lo justo para mantenerlo con vida. Le retiraban la suciedad del cuerpo, pero también hacían lo mismo poco a poco con su vida.
Cuando se había rendido había empezado a gritar, y tuvo que quedarse ronco antes de comprender que nadie iba a venir en su ayuda.
-
La casa era de todo menos silenciosa. Era un ser vivo: palpitante, alerta, lleno de actividad. Los suelos se agitaban, las paredes y muebles crujían y una miríada de sonidos orgánicos se solapaban unos sobre otros como si el carabés se encontrase dentro del estómago de algún animal gigante. Líquido gorgoteaba en las cañerías, que retumbaban con sonidos metálicos sobre su cabeza. Todo se aliaba para que Taro fuera consciente en todo momento de que no estaba solo, y de que la construcción nepente no le dejaría ir.
El carabés no se había sentido especialmente desesperado hasta entonces. Se sentía encerrado, asustado hasta cierto punto y con el tiempo también hambriento, pero no amenazado.
Aquello duró hasta que en uno de los traqueteos de la casa algo cayó con dureza desde el piso de arriba. En la penumbra que alumbraban los grilletes Taro pudo vislumbrar que se trataba de un brazo a medio digerir.
Entonces descubrió que, contrariamente a lo que pensaba, aún le quedaba voz para seguir gritando.
-
Los días y las noches se alargaban eternamente en la oscuridad de aquel sótano. Hacía mucho que Taro había perdido la noción del tiempo, del miedo o siquiera de sí mismo. Permanecía en un estado de completa apatía, su voluntad anulada por el agotamiento. Pasaba la mayor parte del tiempo inconsciente, ya fuese un mecanismo de la casa o de su propio organismo para ahorrar energía.
El muchacho presentaba un aspecto que rozaba la anorexia incluso para un carabés. Las ojeras propias de su raza se habían acentuado hasta enmarcarle no solo los ojos sino parte de los pómulos, como dos grandes cardenales. Cualquiera que lo tocase podía notar a través de la ropa que se le marcaban los huesos.
Los ojos estaban turbios, sin vida, y en sus momentos de vigilia se limitaban a registrar lo que veían a su alrededor con pasividad. Sólo tenía permanentemente en mente, porque la casa no le dejaba olvidarse, la certeza de que los grilletes que llevaba clavados a las muñecas le sorbían energía, agua y alimentos de la sangre para volver a dárselos en un lento ciclo, lo justo para mantenerlo con vida. Le retiraban la suciedad del cuerpo, pero también hacían lo mismo poco a poco con su vida.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
18/04/14, 10:33 pm
El fracaso en la búsqueda de Baurus había influido más en el ánimo de Archime de lo que el irrense estaba dispuesto a aceptar. No obstante, eso no iba a hacer que abandonase o que creyese que sus intenciones fuesen completamente inservibles. Los hechos habían sido claros: Taro había desaparecido en un lapso de tiempo muy breve sin dejar rastro ni emitir ningún sonido. Era cierto que pensar que había fallecido de algún modo, especialmente tras más de dos semanas de búsqueda infructuosa, era lo más lógico. Pero el biomecánico no podía negar ni descartar el nimio porcentaje de probabilidad que admitía una segunda opción. Una circunstancia alternativa.
La Avenida le mostró al biomecánico ilusiones similares a las de la vez anterior. De hecho le mostraron a Taro y a Baurus, el segundo con la pequeña Rica en brazos, pero el irrense lo ignoró. No era eso lo que buscaba, ya conocía el funcionamiento de aquel engaño y si la primera vez apenas había tenido el efecto de provocarle un ligero sentimiento irreconocible no iba a ser diferente en esta ocasión.
Una casa irreconocible para él. Eso era lo que atrajo la atención del biomecánico. Enseguida conjuró la niebla mágica y comenzó a inspeccionarla. No había nada en su interior, a parte de restos de escombros que no desentonaban con el resto de edificios de Rocavarancolia. No obstante, no era la única. Había más, había más edificios como aquel. El irrense comprendió por qué. La mayoría eran ilusiones también. Pero entonces lo vio.
Tras enfocar el interior de la tercera casa que seguía el mismo patrón de edificio ruinoso y sin ningún tipo de aspecto evocador para el ingeniero, lo vio. El carabés estaba allí, encadenado y sin señales de movilidad alguna. Archime no pudo evitar notar el horrible aspecto que presentaba, pero algo en su interior le decía que se limitase a informar de lo más relevante.
—Taro... ¡Taro está ahí dentro! —articuló empleando un tono impropio de él, alterado por la sensación de alivio e impaciencia que lo embargaba en aquellos momentos.
No esperó. Sabía que podría no estar vivo. Era bastante probable, de hecho. Pero habían llegado hasta aquel punto y no pensaba detenerse a pensar en ello. No hacía flata, lo sacaría de allí. Comenzó a conjurar pero se detuvo, para pedirle en tono urgente un traspaso a Cío. E inmediatamente después retomó el hechizo.
Intangible, atravesó las paredes para llegar hasta Taro. No perdió el tiempo, no tenía sentido hacerlo. Moldear materia inorgánica. Lo ejecutó sobre los grilletes que mantenían preso al carabés y los abrió uno a uno de este modo hasta que consiguió liberar el maltrecho cuerpo de su compañero. Fue entonces cuando la casa reaccionó.
Un estruendo alertó al biomecánico de que algo no iba bien. Se escucharon golpetazos de puertas cerrándose y de muebles de madera chirriante cayendo violentamente al suelo. El interior se oscureció al pagarse de pronto una serie de velas que iluminaban la estancia. Para cuando comenzó a conjurar la intangibilidad sobre Taro, se escuchó el sonido de una válvula chirriante y, inmediatamente después, una extraña sustancia había comenzado a filtrarse por las paredes de la habitación donde se encontraban. Los restos de lo que tenía toda la pinta de ser un brazo comenzaron a expelir humo al contacto con aquel líquido. Lo estaba corroyendo.
El biomecánico pasó por un corto episodio de pánico incapacitante. Durante un instante se quedó inmóvil, bloqueado. Taro corría peligro. Y por eso cambió de idea y primero conjuró un hechizo de levitación, justo a tiempo. Para cuando la sustancia alcanzó la zona donde se encontraban, el carabés flotaba en el aire fuera de su alcance. No obstante, para salir de allí necesitaba aplicarle la intangibilidad, y eso hizo a continuación.
El líquido corrosivo cubría los tobillos del irrense, sin posibilidad de dañarlo debido al uso de la intangibilidad para cuando volvió intangible también al carabés. No perdió el tiempo y se dirigió hacia el exterior de la casa, moviendo el levitante cuerpo de Taro delante de él.
Y así fue como Archime abandonó la casa carnívora. Los macieleros desde fuera lo primero que verían sería al casi irreconocible carabés atravesando la pared y a continuación los brazos del biomecánico. El irrense deshizo la intangibilidad sobre ambos en cuanto se encontraban a una distancia prudencial de la casa y después le tocó el turno a la levitación. Esperó a que alguien sujetase el cuerpo del carabés antes de deshacer el hechizo y, finalmente, Archime se desplomó de rodillas, agotado y jadeante. Hizo ademán de extender su mano izquierda hacia Taro, buscaba tomarle el pulso. Pero no pudo.
La Avenida le mostró al biomecánico ilusiones similares a las de la vez anterior. De hecho le mostraron a Taro y a Baurus, el segundo con la pequeña Rica en brazos, pero el irrense lo ignoró. No era eso lo que buscaba, ya conocía el funcionamiento de aquel engaño y si la primera vez apenas había tenido el efecto de provocarle un ligero sentimiento irreconocible no iba a ser diferente en esta ocasión.
Una casa irreconocible para él. Eso era lo que atrajo la atención del biomecánico. Enseguida conjuró la niebla mágica y comenzó a inspeccionarla. No había nada en su interior, a parte de restos de escombros que no desentonaban con el resto de edificios de Rocavarancolia. No obstante, no era la única. Había más, había más edificios como aquel. El irrense comprendió por qué. La mayoría eran ilusiones también. Pero entonces lo vio.
Tras enfocar el interior de la tercera casa que seguía el mismo patrón de edificio ruinoso y sin ningún tipo de aspecto evocador para el ingeniero, lo vio. El carabés estaba allí, encadenado y sin señales de movilidad alguna. Archime no pudo evitar notar el horrible aspecto que presentaba, pero algo en su interior le decía que se limitase a informar de lo más relevante.
—Taro... ¡Taro está ahí dentro! —articuló empleando un tono impropio de él, alterado por la sensación de alivio e impaciencia que lo embargaba en aquellos momentos.
No esperó. Sabía que podría no estar vivo. Era bastante probable, de hecho. Pero habían llegado hasta aquel punto y no pensaba detenerse a pensar en ello. No hacía flata, lo sacaría de allí. Comenzó a conjurar pero se detuvo, para pedirle en tono urgente un traspaso a Cío. E inmediatamente después retomó el hechizo.
Intangible, atravesó las paredes para llegar hasta Taro. No perdió el tiempo, no tenía sentido hacerlo. Moldear materia inorgánica. Lo ejecutó sobre los grilletes que mantenían preso al carabés y los abrió uno a uno de este modo hasta que consiguió liberar el maltrecho cuerpo de su compañero. Fue entonces cuando la casa reaccionó.
Un estruendo alertó al biomecánico de que algo no iba bien. Se escucharon golpetazos de puertas cerrándose y de muebles de madera chirriante cayendo violentamente al suelo. El interior se oscureció al pagarse de pronto una serie de velas que iluminaban la estancia. Para cuando comenzó a conjurar la intangibilidad sobre Taro, se escuchó el sonido de una válvula chirriante y, inmediatamente después, una extraña sustancia había comenzado a filtrarse por las paredes de la habitación donde se encontraban. Los restos de lo que tenía toda la pinta de ser un brazo comenzaron a expelir humo al contacto con aquel líquido. Lo estaba corroyendo.
El biomecánico pasó por un corto episodio de pánico incapacitante. Durante un instante se quedó inmóvil, bloqueado. Taro corría peligro. Y por eso cambió de idea y primero conjuró un hechizo de levitación, justo a tiempo. Para cuando la sustancia alcanzó la zona donde se encontraban, el carabés flotaba en el aire fuera de su alcance. No obstante, para salir de allí necesitaba aplicarle la intangibilidad, y eso hizo a continuación.
El líquido corrosivo cubría los tobillos del irrense, sin posibilidad de dañarlo debido al uso de la intangibilidad para cuando volvió intangible también al carabés. No perdió el tiempo y se dirigió hacia el exterior de la casa, moviendo el levitante cuerpo de Taro delante de él.
Y así fue como Archime abandonó la casa carnívora. Los macieleros desde fuera lo primero que verían sería al casi irreconocible carabés atravesando la pared y a continuación los brazos del biomecánico. El irrense deshizo la intangibilidad sobre ambos en cuanto se encontraban a una distancia prudencial de la casa y después le tocó el turno a la levitación. Esperó a que alguien sujetase el cuerpo del carabés antes de deshacer el hechizo y, finalmente, Archime se desplomó de rodillas, agotado y jadeante. Hizo ademán de extender su mano izquierda hacia Taro, buscaba tomarle el pulso. Pero no pudo.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
18/04/14, 11:21 pm
Si algo escaseaba en aquel barrio era comida. La casa había permanecido aletargada desde que aquel incauto se había dejado tragar, pues sabía que no podría escapar. El cosechado debía de durar años, la casa trabajaba para que eso fuera así y, día a día, lo había ido consumiendo con cuidado, deleitándose del exótico sabor que su vitalidad suponía. La casa había permanecido en duermevela, hasta que Archi se encargó de despertarla.
Aquellos despertares nunca eran agradables para las casas. Acababan de robarle el sustento y no hubo cabida en la magia que las volvía depredadoras para contener su rabia famélica. Había pasado casi un mes, pero la casa apenas había empezado a disfrutar de la comida. Los cosechados que permanecieran fuera verían el edificio sacudirse colérico durante todo el tiempo que la casa trató de detener al irrense.
Las puertas y las ventanas exteriores enloquecieron y se sacudieron de tal manera que los goznes peligraron. La lengua espinosa que días atrás había atrapado a Taro asomó por la puerta y se sacudió con violencia al descubrir que alimento y ladrón había conseguido escapar.
Varios chillidos desgarraron el aire. Los macieleros que decidieran volver la mirada hacia atrás descubrirían que las ilusiones se habían apoderado de nuevo del edificio. La casa fue poco amistosa y esta vez su niebla hipnótica no quiso atraer a nadie, sino sembrar terror. Sobre su ubicación se alzó el torreón Maciel, completamente derruído. Entre los escombros, los macieleros podrían ver los cuerpos de sus compañeros atrapados, siendo devorados vivos por las estirges. Los pájaros dirigieron su mirada hacia el grupo, cargando ojos y otras vísceras en el pico.
Las ilusiones se volverían más inestables conforme se alejaran, hasta ser poco más que parpadeos iracundos nacidos de una casa hambrienta.
Aquellos despertares nunca eran agradables para las casas. Acababan de robarle el sustento y no hubo cabida en la magia que las volvía depredadoras para contener su rabia famélica. Había pasado casi un mes, pero la casa apenas había empezado a disfrutar de la comida. Los cosechados que permanecieran fuera verían el edificio sacudirse colérico durante todo el tiempo que la casa trató de detener al irrense.
Las puertas y las ventanas exteriores enloquecieron y se sacudieron de tal manera que los goznes peligraron. La lengua espinosa que días atrás había atrapado a Taro asomó por la puerta y se sacudió con violencia al descubrir que alimento y ladrón había conseguido escapar.
Varios chillidos desgarraron el aire. Los macieleros que decidieran volver la mirada hacia atrás descubrirían que las ilusiones se habían apoderado de nuevo del edificio. La casa fue poco amistosa y esta vez su niebla hipnótica no quiso atraer a nadie, sino sembrar terror. Sobre su ubicación se alzó el torreón Maciel, completamente derruído. Entre los escombros, los macieleros podrían ver los cuerpos de sus compañeros atrapados, siendo devorados vivos por las estirges. Los pájaros dirigieron su mirada hacia el grupo, cargando ojos y otras vísceras en el pico.
Las ilusiones se volverían más inestables conforme se alejaran, hasta ser poco más que parpadeos iracundos nacidos de una casa hambrienta.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
18/04/14, 11:28 pm
Ri notaba la puñalada que suponía la realidad sobre sus esperanzas. Aun así todavia la oprimían, y la hacían contener el aliento mientras caminaban por la avenida. Los muertos la esperaban en los portales, saludando o pidiendo ayuda, pero ya todos sabían que aquello no era real. Anriel tenía esperanza, pero en realidad no esperaba que Archi encontrase nada.
El pulso le martilleaba el oido cuando el cuerpo desnutrido y delgado del chico salió de la casa. Las sacudidas y el ruido, su "lengua" fuera; estaba tan asustada como expectante.
Sujetó a Taro y terminó el gesto que trataba de hacer Archi. Debil, bajo sus dedos, las pulsaciones del corazón de Taro dieron un vuelco al suyo. Apretó levemente el abrazo con el que lo mantenía sujeto.
- Tenemos que llevarlo a Maciel. - dijo, ya emprendiendo la marcha. La casa a la que acababan de robar su presa mostraba imagenes terribles. Se obligó a mirar a otro lado y aceptó la ayuda de Kei para llevar al chico. Cuanto antes saliesen de allí mejor.
El pulso le martilleaba el oido cuando el cuerpo desnutrido y delgado del chico salió de la casa. Las sacudidas y el ruido, su "lengua" fuera; estaba tan asustada como expectante.
Sujetó a Taro y terminó el gesto que trataba de hacer Archi. Debil, bajo sus dedos, las pulsaciones del corazón de Taro dieron un vuelco al suyo. Apretó levemente el abrazo con el que lo mantenía sujeto.
- Tenemos que llevarlo a Maciel. - dijo, ya emprendiendo la marcha. La casa a la que acababan de robar su presa mostraba imagenes terribles. Se obligó a mirar a otro lado y aceptó la ayuda de Kei para llevar al chico. Cuanto antes saliesen de allí mejor.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
19/04/14, 02:50 am
Reinaba un silencio pesado e incómodo entre ellos. Pronto el eco de los pasos parecía toda la conversación que iba a haber. Terminarían aquello rápido y volverían. Recibió con la misma cara impasible la noticia de que no había manera de ver qué había sido de Baurus. En realidad ya lo sabía. Lo mismo pasaría al buscar a Taro, y si no, casi se alegraba de no ser Archi para no tener que ver sus huesos y lo que quedara de él si realmente terminaba apareciendo. Llegaron a la calle plagada de casas ilusorias y se adentraron en ella mientras Archi conjuraba e inspeccionaba lo que quiera que estuviese viendo. Cío no quería detenerse a mirar el exterior de las casas. De ellas venían decenas de voces distintas, y algunas de tantas lo llamaban o simplemente decían su nombre con un tono casual. No quiso detenerse a mirar las figuras de las que venían las voces de Ippon, Labril, Radilo, aquella que debía ser su madre, voces del torreón, voces…
―¿Te arrepientes ya de haberte ido? ―Esa era una voz que prefería no haber escuchado―. Deberías haberte quedado en casa ―insistió.
Su madre la coreó a continuación.
―Ven aquí, vuelve.
Cerró los puños con más fuerza. Era inútil discutir con ilusiones, pero finalmente terminó girando la cabeza hacia su padre. Allí tenía un buen motivo, aunque fuera ilusorio, para no volver a Irraria. Sabía que la casa estaba aprovechándose de su debilidad en ese momento. Fulminó al irrense con la mirada y le faltó poco para dedicarle un gesto abiertamente obsceno. Pero habría sido terriblemente infantil, y nadie más podía ver lo que él veía. Tampoco tenía sentido exteriorizar su frustración, ni mucho menos pagarla con alucinaciones. Chasqueó la lengua y siguió el recorrido de los demás por la avenida, hasta el sobresalto de Archi.
Echó la cabeza hacia atrás, sorprendido, con un hervidero de preguntas en mente «está ahí, pero… ¿en qué estado?». Estaba conjurando y se detuvo. Le pidió un traspaso y se lo permitió al momento. Su urgencia lo decía todo, Archi no rescataría un cadáver, y eso era lo más asombroso de todo. «¿Cómo es… posible?». No conocía los detalles del hechizo, pero temía que la casa estuviera engañándole a él también. Miró a Keiria, que sabía más que él, y trató de convencerse de que no se equivocaba. Todavía faltaba ver si aquella casa le dejaba entrar. Así fue. Los segundos se hicieron eternos después, la casa se volvió loca, y hasta que no vio emerger de ella a un Taro demacrado e irreconocible, no se lo terminó de creer. No podían acercarse más a la casa, por lo que tuvieron que esperar a la llegada de ambos, ignorando la locura que se desataba a espaldas de Archi y Taro. Cuando se desplomaron, el grupo ya se había arremolinado a su alrededor. Taro había acabado en manos de Ri, y de alguna manera parecía que todavía respiraba.
Al desviar su mirada a la casa, a causa de los gritos, vio escenas que hicieron evidente que esta buscaba hacer daño. Le dio la espalda enseguida y vio que Taro ya había conseguido un segundo apoyo. Tenían que llegar a Maciel cuanto antes. Entonces vio a Archi arrodillado y se agachó para levantarlo, pasándole la mano bajo el brazo y sirviéndole de bastón.
―Parece que nadie se acuerda del héroe ―bromeó. Lo dijo con un asomo de sonrisa porque, por primera vez, la esperanza tenía una razón de ser, y toda su negatividad había sido el sinsentido. No estaba pensando en lo que podía pasar a continuación, pero al hacerlo perdió el buen humor. Los gritos provenientes de la casa a su espalda no ayudaban en absoluto.
―¿Te arrepientes ya de haberte ido? ―Esa era una voz que prefería no haber escuchado―. Deberías haberte quedado en casa ―insistió.
Su madre la coreó a continuación.
―Ven aquí, vuelve.
Cerró los puños con más fuerza. Era inútil discutir con ilusiones, pero finalmente terminó girando la cabeza hacia su padre. Allí tenía un buen motivo, aunque fuera ilusorio, para no volver a Irraria. Sabía que la casa estaba aprovechándose de su debilidad en ese momento. Fulminó al irrense con la mirada y le faltó poco para dedicarle un gesto abiertamente obsceno. Pero habría sido terriblemente infantil, y nadie más podía ver lo que él veía. Tampoco tenía sentido exteriorizar su frustración, ni mucho menos pagarla con alucinaciones. Chasqueó la lengua y siguió el recorrido de los demás por la avenida, hasta el sobresalto de Archi.
Echó la cabeza hacia atrás, sorprendido, con un hervidero de preguntas en mente «está ahí, pero… ¿en qué estado?». Estaba conjurando y se detuvo. Le pidió un traspaso y se lo permitió al momento. Su urgencia lo decía todo, Archi no rescataría un cadáver, y eso era lo más asombroso de todo. «¿Cómo es… posible?». No conocía los detalles del hechizo, pero temía que la casa estuviera engañándole a él también. Miró a Keiria, que sabía más que él, y trató de convencerse de que no se equivocaba. Todavía faltaba ver si aquella casa le dejaba entrar. Así fue. Los segundos se hicieron eternos después, la casa se volvió loca, y hasta que no vio emerger de ella a un Taro demacrado e irreconocible, no se lo terminó de creer. No podían acercarse más a la casa, por lo que tuvieron que esperar a la llegada de ambos, ignorando la locura que se desataba a espaldas de Archi y Taro. Cuando se desplomaron, el grupo ya se había arremolinado a su alrededor. Taro había acabado en manos de Ri, y de alguna manera parecía que todavía respiraba.
Al desviar su mirada a la casa, a causa de los gritos, vio escenas que hicieron evidente que esta buscaba hacer daño. Le dio la espalda enseguida y vio que Taro ya había conseguido un segundo apoyo. Tenían que llegar a Maciel cuanto antes. Entonces vio a Archi arrodillado y se agachó para levantarlo, pasándole la mano bajo el brazo y sirviéndole de bastón.
―Parece que nadie se acuerda del héroe ―bromeó. Lo dijo con un asomo de sonrisa porque, por primera vez, la esperanza tenía una razón de ser, y toda su negatividad había sido el sinsentido. No estaba pensando en lo que podía pasar a continuación, pero al hacerlo perdió el buen humor. Los gritos provenientes de la casa a su espalda no ayudaban en absoluto.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Avenida de las Casas Carnívoras
19/04/14, 05:37 pm
Nadie habló durante todo el trayecto, pues a pesar de lo que suponía aquel hechizo, ninguno de sus compañeros tenía verdaderas esperanzas de encontrarlos. La ulterana, por el contrario, se aferraba a aquella ilusión con fuerza, y muy en el fondo confiaba ciegamente en que al menos encontrarían a uno de ellos con vida. En la Casa de los Dulces el infructuoso intentó de Archi minó sus ánimos, pero no su confianza, y cuando se pusieron en marcha hacía la avenida de las Casas Carnívoras, aun era positiva. Sabiendo que el día anterior la condenada casa que se había tragado al japones había rechazado cualquier intrusión mágica, no era de extrañar que el hechizo de niebla mágica no surtiera efecto en su interior, pero eso no significaba que en la avenida ocurriera lo mismo.
No tardaron en llegar a su segundo destino, y en cuanto pusieron un pie en aquella calle, las casas empezaron a mostrar imágenes a los cosechados con la intención de tentarlos. Los macieleros ya sabían como funcionaban aquellas depredadoras, pero eso no lo hacía mas fácil, y cada vez que la pelirroja desviaba su mirada del suelo hacía una de las estructuras, tenía que esforzarse por no correr hacia ellas. Sabía que eran todo mentiras, pues las casas le mostraban situaciones familiares que nunca habían ocurrido, y que dado que su madre estaba muerta, nunca pasarían. Era difícil ignorarlas aun así, pues ella anhelaba que todas aquellas cosas hubieran ocurrido de verdad.
Fue precisamente el fenómeno de las ilusiones que mostraban aquellas criaturas las que hicieron que Archi se fijara en las casas que no les tentaban con nada, y simplemente parecían un montón de escombros ruinosos. El biomecánico ejecuto el sortilegio de niebla mágica en sus inmediaciones sin resultado, repitiendo el proceso en un edificio más antes de que algo cambiara en la tercera casa.
La expresión del irrense cambió tras observar el interior del lugar durante unos segundos, y lo que dijo a continuación les confirmó que el carabés estaba allí dentro. Archi le pidió un traspaso de energía a su compañero irrense con urgencia y sin mediar palabra se hizo intangible y desapareció en el interior de la estructura. La mirada que le dirigió Cío a la pelirroja estaba cargada de interrogantes, pero Keiria se limitó a asentir con positivismo hacía el chico y centraron su atención en la fachada de la casa. Los siguientes minutos estuvieron dominados por una tensa expectación, y cuando la criatura empezó a agitarse con violencia todos se sobresaltaron.
Keiria permaneció atenta, completamente segura de que el biomecánico saldría llevando al carabés con él, y así fue. Un Taro casi irreconocible de lo delgado que estaba salió de una de las paredes precediendo a Archi, mientras la casa a sus espaldas se convulsionaba furiosa. Ri tomó el relevó del irrense y comprobó el pulso del chico mientras su salvador caía al suelo de rodillas debido al enorme gasto de energía.
Los sonidos que emitía la entidad carnívora que había retenido durante todo un mes a Taro al ver alejarse su sustento hicieron que la ulterana desviara su mirada hacia ella, y lo que vio la horrorizó. Apartó la vista de aquella imagen de pesadilla y se acercó a la sinhadre para ayudarla a cargar con el carabés. Mientras se alejaban de allí se aseguró de que Archi estaba bien, y al ver que Cío lo ayudaba a caminar se quedó tranquila.
Taro apenas era un reflejo del chico que había visto salir del torreón hacía casi un mes: casi no sentía su peso sobre los hombros, y si no estuviera sujetando personalmente uno de sus brazos habría pensado que solamente era otra de las ilusiones de las casas.
―Aguanta un poco mas, chico ―murmuró―, y antes de lo que crees estarás diezmando todas las provisiones del torreón.
Continúa en el Torreón Maciel.
No tardaron en llegar a su segundo destino, y en cuanto pusieron un pie en aquella calle, las casas empezaron a mostrar imágenes a los cosechados con la intención de tentarlos. Los macieleros ya sabían como funcionaban aquellas depredadoras, pero eso no lo hacía mas fácil, y cada vez que la pelirroja desviaba su mirada del suelo hacía una de las estructuras, tenía que esforzarse por no correr hacia ellas. Sabía que eran todo mentiras, pues las casas le mostraban situaciones familiares que nunca habían ocurrido, y que dado que su madre estaba muerta, nunca pasarían. Era difícil ignorarlas aun así, pues ella anhelaba que todas aquellas cosas hubieran ocurrido de verdad.
Fue precisamente el fenómeno de las ilusiones que mostraban aquellas criaturas las que hicieron que Archi se fijara en las casas que no les tentaban con nada, y simplemente parecían un montón de escombros ruinosos. El biomecánico ejecuto el sortilegio de niebla mágica en sus inmediaciones sin resultado, repitiendo el proceso en un edificio más antes de que algo cambiara en la tercera casa.
La expresión del irrense cambió tras observar el interior del lugar durante unos segundos, y lo que dijo a continuación les confirmó que el carabés estaba allí dentro. Archi le pidió un traspaso de energía a su compañero irrense con urgencia y sin mediar palabra se hizo intangible y desapareció en el interior de la estructura. La mirada que le dirigió Cío a la pelirroja estaba cargada de interrogantes, pero Keiria se limitó a asentir con positivismo hacía el chico y centraron su atención en la fachada de la casa. Los siguientes minutos estuvieron dominados por una tensa expectación, y cuando la criatura empezó a agitarse con violencia todos se sobresaltaron.
Keiria permaneció atenta, completamente segura de que el biomecánico saldría llevando al carabés con él, y así fue. Un Taro casi irreconocible de lo delgado que estaba salió de una de las paredes precediendo a Archi, mientras la casa a sus espaldas se convulsionaba furiosa. Ri tomó el relevó del irrense y comprobó el pulso del chico mientras su salvador caía al suelo de rodillas debido al enorme gasto de energía.
Los sonidos que emitía la entidad carnívora que había retenido durante todo un mes a Taro al ver alejarse su sustento hicieron que la ulterana desviara su mirada hacia ella, y lo que vio la horrorizó. Apartó la vista de aquella imagen de pesadilla y se acercó a la sinhadre para ayudarla a cargar con el carabés. Mientras se alejaban de allí se aseguró de que Archi estaba bien, y al ver que Cío lo ayudaba a caminar se quedó tranquila.
Taro apenas era un reflejo del chico que había visto salir del torreón hacía casi un mes: casi no sentía su peso sobre los hombros, y si no estuviera sujetando personalmente uno de sus brazos habría pensado que solamente era otra de las ilusiones de las casas.
―Aguanta un poco mas, chico ―murmuró―, y antes de lo que crees estarás diezmando todas las provisiones del torreón.
Continúa en el Torreón Maciel.
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