Anfiteatro

Las palabras de Shizel eran claras y DL estuvo bien atento a cada una de ellas. Por suerte para el, era el tipo de persona que podía estar haciendo varias cosas al mismo tiempo mientras tenia otra tres cosas en mente. Imaginarse el camino tal vez fue lo mas complicado, intento pensar que estaba pisando el el suelo de la ciudad, que ante el se abría un camino de piedra. Comenzó a dar los primeros pasos, sin problema, otros pasos mas, perfecto. No fue hasta cuando llego al otro extremo del anfiteatro y se disponía a volver que fallo un poco su concentración y trastabillo en el aire, algo patético a decir verdad, teniendo en cuenta que no había suelo real.

-Cerebro no me traiciones ahora- dijo dándose un golpecito en la sien mientras se giraba para intentar hacer el camino de vuelta. Intento imaginar el camino llegando hasta donde estaban Enredo y Shizel levitando, manteniendo el camino activo en un recóndito espacio de su mente. Volvió a paso rápido con los otros dos, perdiendo un poco de altura en un momento aunque recuperándola a los pocos segundos.

-El tener un cerebro que siempre esta dándole vueltas a todo, sin olvidar nada, tiene sus ventajas en estos momentos- dijo sonriente, en algún espacio de su mente el pensamiento del camino seguía intacto. Sentir que por una vez no estaba dándose de golpes por hacer algo mágico era un increíble alivio- Ahora escaleras, ¿no? Espera creo que podría hacerlo- dijo intentando volver al pensamiento del camino y que este empezara a tomar la forma de unas escaleras frente a el. Le costo un poco pero debía mentalizarse el mismo que tocaba suelo solido y no aire y así lo intento. Tropezó con sus pies en medio del aire en un par de ocasiones, pero empezó a subir esas escaleras imaginarias con total alegría- El saber que por una vez no estoy siendo el torpon numero uno es un alivio inmenso...

[Menos prisa con esos avances mágicos, Digna. DL tiene menos facilidad para la magia que Enredo y le estaba yendo demasiado bien comparándolo con él.]

Shizel se cruzó de brazos satisfecho ante la felicitación de Enredo. La sonrisa de suficiencia se le evaporó en cuanto DL pareció saltarse el siguiente "escalón" y se precipitó al suelo.
-Si nos guiamos por los lanzamientos espontáneos de frutas que hacías entonces, yo de ti tenía cuidado para no convertirme en el hombre bala- repuso, comprobando que la barrera de inercia que había instalado abajo funcionaba correctamente-. Poco a poco.

La tarde transcurrió entre los batacazos correspondientes, que de hecho le venían de perlas a Shizel: cada vez que se caían y tenían que convocar de nuevo el hechizo él ganaba magia, aunque no hizo referencia a ello en ningún momento. En cuanto les entró hambre el idrino convocó a un lacayo grotesco para que volviese a Serpentaria y les trajese algo de comer, tras lo cual pasaron a hechizos menos exigentes mentalmente. Mientras ellos practicaban los más sencillos Shizel se entretenía llevando a cabo por primera vez aquellos que había separado para sí la noche anterior en el estudio, entre ellos el humedecedor. No obstante se dio cuenta de que el hielo sobre su piel ya la humedecía adecuadamente, por lo que ese hechizo que le habría venido tan bien en la cosecha ahora solo era una chuchería que no le hacía falta.

Cuando el sol ya estaba bastante avanzado y el anfiteatro estaba cada vez más envuelto en penumbra Shizel dio por finalizada la sesión de prácticas.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Vale, se alegro demasiado rápido. Apenas había subido un "escalón" y acabo cayéndose, por suerte ni estaba a mucha altura, apenas un par de metros del suelo, y estaba el hechizo de inercia. Para una vez que se daba prisa y no se paraba a pensarlo bien, como le ocurría siempre, le pasaba eso.

-¿Porque tengo que ser tan torpe con la magia?, siempre igual. ¿Habrá una maldita vez que me salga algo bien para variar?- se quejo con un suspiro cansado. Era realmente disuasorio ver como  los que conocía aprendían y realizaban magia con mas facilidad que el, ya fuese cuando cosechado o como transformado, eso no cambiaba. "Si por algo así te rindieras no serias tú" pensó tomando fuerzas de su propia tozudez, volviendo a concentrarse en el hechizo para alzarse de nuevo, no volviéndose a adelantar a las indicaciones de Shizel porque como bien dijo, no le apetecía volverse una de las frutas de aquella ocasión.

Si pensaba que ese iba a ser único fallo en ese entrenamiento se equivocaba y mucho. Estuvo a punto de comerse el suelo en múltiples ocasiones de variadas formas. La gravedad era una enemiga de cuidado. El resto de la tarde estuvieron practicando no solo la levitación sino varios hechizos que tanto el como Enredo sabían o que el propio Shizel les explico. Alguno de ellos le sobaban a DL de haberlo visto en los libros cuando cosechado y alguno que otro en la biblioteca, pero por un motivo u otro no pudo nunca realizarlos. Ahora podía, bueno, mas o menos, tuvo algún que otro fallo, como cuando casi chamusco el pelo de Enredo en un momento que consiguió invocar una llama mas grande de lo que pensaba sería. En algún momento pararon a comer, con comida que un lacayo trajo y luego siguieron entrenando hasta que llego el momento de volver a sus torreones pues ya se estaban haciendo tarde. En principio iba a volver a la Sede, pero Enredo lo invito así que no pudiendo negar y como tampoco es que tuviese que hacer nada en la Sede, decidió irse con ambos.

Sigue en la Torre Serpentaria.

El resto de la mañana siguió entre tropiezos y caídas, tanto por parte de DL como mía. Shiz era buen maestro y poco a poco íbamos pillándole el truco a los hechizos, yo mas rápido que DL, cosa que achaque a la transformación mas que a la habilidad que cada uno pudiéramos tener, pero aun así no hubo ningún tipo de desgracias por parte de ninguno.

Cuando comenzamos a sentir hambre Shizel invoco un lacayo que fue a por comida y nos la trajo. Agradecí la comida pues me moría de hambre. Después de ese breve lapso seguimos practicando.

-Cuidado hombre, que casi me quemas la cabeza,- le dije a un DL sorprendido por la magnitud de la llama,- No creo que me tardase mucho en volver a tener al ritmo que me crece, pero preferiría decidir cortármelo yo.- dije riéndome.

Aparte de eso no hubo nada mas reseñable hasta que Shiz dio por concluido el entrenamiento. Vi a DL con intenciones de irse a la sede y decidí que como allí nadie parecía alimentarlo como dios mandaba lo haría yo. Lo convencí para que se viniese a cenar y nos pusimos en camino. Me paré a recoger madera que había por allí tirada y decidí no darles explicaciones salvo un guiño de ojos.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Me dolía la cabeza, sí, y más aún tras el esfuerzo mental con Melodes, pero eso no evitó que pasase a por mis armas en la Sede y luego retomara el camino hacia la estructura ruinosa que ahora se erigía delante de mí: el Anfiteatro. Llevaba el escudo en la zurda, la guja telescópica en la diestra, y dieciocho uñas listas para practicar "tiro a la hiena". Hacía un día espléndido, jaqueca aparte, para cobrarme venganza por aquella maldita retirada en la cosecha. <<Mejor luchar solo que mal acompañado>>

Si me habían detectado o no, no importaba. En cuanto vi a una de las criaturas en mi área de visión, conjuré un hechizo de corte en su dirección. La intención era herir y llamar la atención, y ambas se vieron satisfechas. La hiena se reincorporó mientras gruñía en mi dirección, llamando a varias más. Afiancé el escudo y preparé el mecanismo de la guja, comprobando que no se atascase, y la extendí*. Había visto luchar a Jack, quien disfrutaba destrozando a las bestias cuando creían haberlo rodeado con éxito. Pero mi estilo no era ese, sino el de lanzarme hacia delante, cosa que hice.

El primer impacto se lo llevaron tanto una hiena en la cabeza como el escudo en el centro. Había girado en el último momento, por lo que el borde de este también golpeó otra cabeza. Y a la vez que giraba, lo hizo la guja, abriendo la garganta de dicha cabeza y manteniendo a raya a las otras dos que había a ese lado. Casi a la vez, me llevé un zarpazo en la espalda, pero me serví del tirón para girarme y lanzar a la criatura bien lejos con un hechizo de impacto. <<Diecisiete>> Hecho eso, acorté la guja y la blandí como una espada volviendo a girarme y golpeando unas fauces que se dirigían al mismo brazo. <<No os vais a cargar esto, ¡joder!>>

No estaba saliendo como esperaba, me estaba cansando de tanto giro, así que me deshice de la última hiena mientras giraba cada pie hacia sus respectivos lados. Dos uñas descargaron un hechizo de impulso liberando los flancos. <<Quince>> Ahora sí, nuevamente cargué hacia el frente y estampé el escudo contra otra hiena, para rápidamente echarlo hacia la izquierda y clavar la guja en su cuello. El movimiento del brazo siguió luego en un arco a la derecha, para bloquear otro mordisco, mientras le seguía el brazo del escudo. Con esa mano descargué un hechizo de llama sobre la criatura, que echó a arder mientras huía. <<Catorce>> Otro zarpazo a la espalda me hizo recordar los cinco de curación que aún no había usado, por lo que, tras girarme contra la del zarpazo, curé ambas heridas <<Doce>> De lado, volví a recular, para encontrarme con una hiena saltando desde atrás. La muy perra se enganchó de tanto de mi espalda como de las placas del hombro y el brazo. No había maniobra posible para arrearle con la guja, por lo que lancé hacia atrás el brazo izquierdo mientras agachaba la cabeza. <<Nueve>> pensé tras sentir cómo la hiena era arrancada de mi cuerpo, llevándose un par de placas en el proceso. Dos de impulso y otro de llama me la quitaron de encima, compensando la violencia de los hechizos con las heridas de la espalda.

Sacudí la cabeza, mirando a las que aún me gruñían. El hombro empezaba a resentirse por los zarpazos, igual que algunas zonas de la espalda. Pero había matado a varias de las hienas, bastantes más que cuando vinimos en la cosecha, y lo que era mejor, solo.

-¿Qué miráis? ¿Lo dejamos aquí?-les gruñí, recibiendo una serie de gruñidos.

Volvieron a intentar rodearme, pero para cuando saltaron varias, <<Ocho>> ya era intangible. Me alejé de las ruinas y de las fieras para volver a la Sede, mientras hacía balance de la pelea. <<La guja y el brazo resisten, pero la armadura hay que mejorarla. Otra parte de placas para la espalda vendría bien>> A mitad de camino deshice el hechizo y fui curándome las heridas sin tirar de las uñas curativas ya que estas sólo eran para usarlas en mitad de un combate. Pero necesitaría de los espejos de la Sede para algunas de la espalda, ya que no me aclaraba. <<Definitivamente, armadura para torso y espalda. Pasaré por la Cicatriz a por materiales, a ver qué encuentro. ¿Armadura de placas de metal o de hueso? Lo que consiga vendrá bien, sea lo que sea>>


Sigue en la Sede de los Taumaturgos.


*A ver, esto es la guja. La cosa es que Atol le soldó dos mangos, uno a la altura casi de donde se une el palo con la hoja, y otro a la mitad del palo. Además, va unida a una pieza de armadura que le cubre todo el brazo. ¿Para qué? Bien: puede "alargar" o "acortar" el alcance, jugando con los mangos, para usarla como arma de largo o corto alcance, respectivamente.

La noticia del torneo había henchido a Tap de alegría. Era su oportunidad para golpear gigantes sin necesidad de excusas, como siempre había hecho hasta ahora, y sin miedo a represalias, que era lo bonito del asunto. Además tendría el privilegio de verlos golpeándose entre ellos, como si no fuera ya suficientemente ridículo verles conviviendo a lo mariposas en un campo de flores.

Había llegado al anfiteatro tan rápido como pudo, metido en su cuerpo. Por el camino se había dado el gusto de electrocutar un par de hienas. Todavía les guardaba inquina por la vez que estuvo en ese edifició, con los follacardos de Letargo. El cambio que había sufrido desde entonces solo alimentaba el buen humor que traía el poltergeist. <<Ya no necesito que nadie me alce>> se dijo con orgullo.

La desilusión al ver que era un gigante el que llevaba el asunto no fue lo suficientemente grande como para que mellara su ánimo. Al contrario, tuvo una idea fugaz y creyó que tener uno de ellos en ese cargo se lo haría más fácil. Habló con el hombre, que resultó llamarse Miseria Nombre, y, tras una larga y tediosa explicación sobre las reglas, le comentó:

—Que sí, que ya, me apunto a pelea libre y a lucha armada—la segunda categoría era solo por reírse en la cara del gigante que tuviera que enfrentarse a él. <<A ver dónde apuntan estos idiotas cuando vean que su contrincante es el propio arma>> pensó divertido—. Mi nombre es Malahierba—era la primera vez que lo pronunciaba y no le pudo saber mejor. Hecho esto, dudó apenas unos segundos sobre si seguir con su reciente ocurrencia, pero la idea de jorobar a Pablo era demasiado divertida como para no continuar—. También quiero apuntar a mi amigo Pablo el Vampiro—Tap no recordaba su nuevo nombre—. No ha podido venir él mismo porque se encontraba indispuesto con diarrea. Bueno, y porque es de día. Se apuntará a...—por indecisión, escogió la categoría con más libertades de todas—. A pelea libre. No vayas a olvidarte de anotarlo...—y en su tono se volvió a escapar ese ligero desprecio que surgía cuando hablaba con seres del tamaño de Miseria.

Sin embargo, interiormente estaba emocionadísimo, deseando decirle a Pablo que tendría que participar solo para ver qué cara ponía su muerto predilecto.

Había un bullicio considerable en torno al anfiteatro; para tratarse de Rocavarancolia, claro está. A causa de sus paseos por el mercado Shizel ya estaba acostumbrado a la marabunta de formas diferentes que ofrecía una multitud de transformados, pero aún así no dejaba de ser chocante a la vista.

Las máscaras de Miseria estaban repartidas a lo largo del perímetro del anfiteatro para poder atender a varias personas a la vez: parecía que aparte del anunciante el ominario formaba parte del comité organizador. Shizel gruñó internamente, pero se repitió a sí mismo que no iba a dejar que aquello le agriara el buen humor que traía.
Eligió a propósito una de las máscaras más alejadas del ominario y se dio el infantil capricho de fulminarla con la mirada mientras ésta le explicaba las normas. Enterarse de que Miseria era juez de precisamente la categoría a la que aspiraba entrar no le hizo ninguna gracia tampoco.
-Shizel, a Duelo Mágico- dijo sucintamente. No había visto motivo alguno para llamarse de otra forma en la ciudad, y sus apellidos allí no contaban.
No tenía ninguna intención de ponerse en ridículo participando en cualquiera de las otras categorías. Ni siquiera en Pelea Libre, ya que el amplio abanico de habilidades permitidas no le inspiraba ninguna confianza. Sólo en Duelo Mágico su transformación podía hacerle partir con ventaja con respecto a parte de los novatos, o al menos ponerle en terreno de igualdad con parte de los veteranos.

Reconoció unas inflexiones conocidas en un lugar cercano antes de darse cuenta de que pertenecían a una voz distinta de la que estaba acostumbrado a oír. O más bien, de una voz que distinta a la que estaba acostumbrado a oír, y que pertenecía a un cuerpecillo que le confirmó sus sospechas.

Se preguntó cuántos más se habrían enterado del torneo ya. O más bien cuántos habrían decidido participar, dado que no era probable que quedase un solo habitante de la ciudad no se hubiese enterado.
-¿Todos te llaman Malahierba ahora o sólo los gigantes sin confianzas?- preguntó divertido, lo bastante alto como para el poltergeist pudiera oírle-. Quizá debería haberme apuntado a nombre de Malcafé- añadió en referencia al mote que le había dado el repoblador inicialmente. "O Perlita, si de Ka dependiese."

Tap cambió su ángulo de visión desde dentro del muñeco, por lo que a pesar de estar mirando en dirección a Shizel, la figura articulada seguía encarada a otro punto de la estancia. Hacía mucho que no veía a ese idrino y, como con todos los gigantes, no sabía muy bien hasta qué punto era bueno o malo. Con el cuerpo todavía de espaldas a Shizel, se encogió de hombros y dio un par de pasos hacia "atrás", acercándose a él. Normalmente solía tener cuidado de mantener la postura, únicamente para aprender a moverse bien, pero en ese momento le daba bastante igual.

—Eres el único que lo sabe—su tono era parecido al que había utilizado para Miseria, pero podía percibirse cierta ilusión en él. Le gustaba que la gente conociera su nuevo nombre, que lo conocieran a él de nuevo—. Puedes llamarme como te apetezca—acabó sin más. No iba a darle el gusto de elegir entre sus nombres para que luego él lo llamara con el que no hubiera mencionado. Las mentes de los gigantes solían seguir líneas de pensamiento demasiado absurdas y no iba a alimentarlas. Sin embargo sí que quería saber otras cosas—. ¿Has venido a apuntarte al torneo?



Giz y el resto de cuchitrileros entraron en ese preciso momento. El goliat llevaba la gola abierta y no se le escapó quién había tras el muñeco. Observó en silencio cómo el cuerpo dio un bote en el sitio y giró la nuca en dirección a Gael. El juguete apestaba a protecciones y, aún así, el poltergeist que llevaba dentro no parecía cómodo ante la visión del fuego. Intentó no reír, como muestra de respeto, pero no le salió del todo bien y las comisuras de sus labios acabaron torciéndose en una expresión divertida. El skrýmir tampoco se le pasó por alto.

Tras un vistazo rápido y una decisión espontánea, rodeó a los novatos hasta quedarse a espaldas de Shizel y a una buena distancia y dirigió un pellizco mágico en dirección a la mata de pelos del idrino. Cuando tuvo su pelo de skrýmir a buen recaudo, se acercó con tranquilidad y les dio los buenos días de paso a Miseria.

—Ya está decidido—le contó al ominario—. Apúntame a duelo mágico y pelea libre.

Esa vez se encontraron allí a uno de los novatos, el skrýmir, que hablaba con una especie de trasto demiúrgico o algo que recordaba a uno, que tenía forma de repoblador. Tuvo la impresión de que el trasto se sobresaltaba al verles, y no terminó de comprender la mirada de Giz, hasta que recordó a aquel poltergeist gritón, que de cosechado se había asustado al verle «debe de ser él».
—Buenas, cuánto tiempo —saludó, mirando sobre todo al idrino por no estar seguro de si el cachivache era un conocido o solo eso. Mientras, Giz había seguido avanzando y, desde donde estaba, le pareció identificar el gesto ya típico del goliat robando muestras. Contuvo la risa y avanzó hacia el ominario también. No obstante, dejó a sus compañeros inscribirse primero, todavía sopesando a qué apuntarse. «No creo que pueda conseguir buenos cadáveres frescos para lucha cuerpo a cuerpo… tampoco es lo que mejor se me da. Sí, creo que dejaré fuera esa categoría, todo lo que tengo se mueve demasiado despacio, sería una desventaja».
—A mí a… duelo mágico, lucha armada y pelea libre… —después de una pausa y una mirada significativa por parte de Miseria, se percató por fin de que faltaba el nombre, que añadió rápidamente— Koval, sí, a nombre de Koval.

Al acercarse al puesto de Miseria se encontraron allí con los dos primeros conocidos que al parecer tenían interés en el torneo. A Shizel se le reconocía desde lejos debido a las volutas de vapor que lo acompañaban allá donde fuera y el autómata con el que estaba hablando con inequívoca forma de repoblador le recordó enseguida a la noche de la Luna, cuando ayudó al poltergeist que presumiblemente se encontraba dentro del trasto a dibujarse en la pared de Letargo. Tras observar de reojo a Giz siendo Giz y dirigiéndole una media sonrisa divertida al propio asreniano cuando este se giró para apuntarse, el siguiente en hablar con el ominario fue él mismo.
—Yo me apunto a todas las categorías, me llamo Noel. Y también queremos apuntar a la ángel negro Adara a lucha armada, combate cuerpo a cuerpo y pelea libre.
La ángel negro dijo estar ocupada y les había pedido que la anotasen ellos ya que iban, por lo que una vez se hubo apuntado el fuego fatuo también ya se habían anotado todos los cuchitrileros interesados.

Se dirigió entonces hacia el skrýmir y el presunto poltergeist para saludarles.
—Saludos, Shizel y... eres Tap, ¿verdad? —inquirió señalando brevemente hacia el autómata con forma de repoblador. Cuando recibió la confirmación por parte del aludido siguió hablando esbozando una leve sonrisa divertida—. ¿Has mejorado tus capacidades artísticas desde la última vez? Hace bastante que no hablamos con ninguno de los dos, os perdisteis la fiesta en la taberna en la que hubo un poco de todo... Sobre todo os habéis perdido nuestras maravillosamente estridentes voces —dijo sonriendo sarcásticamente tras dirgirle una mirada significativa a Gael—. ¿Vais a participar en el torneo ambos?

Una parte de mí me decía que nunca me acostumbraría al bullicio de algunas zonas de la ciudad mientras que otra parte deseaba que hubiera tal bullicio, ya que sería un buen símbolo de que eran tiempos prósperos. Y tenían que serlo cuando ofrecían un torneo con tantas categorías y con una buena recompensa. Eso desde un punto de vista de mi relación con la ciudad. Desde una visión más subjetiva, el bullicio significaba: gente a la que combatir y gente que sencillamente vería los enfrentamientos desde la grada. Pero, aún, lo mejor no era eso. Lo mejor era ver a compañeros de cosecha apuntándose.

En cuanto vi a los que conocía, me acerqué a paso presto mientras pensaba en qué se habrían apuntado o cómo sería contra ellos <<Alguna forma tiene que haber de defenderse de Tap... Su nuevo cuerpo no debería ser una amenaza a distancia. La lucha armada, sin embargo, será un tormento que se cuele en las ajenas. Por otro lado, Shizel... ¿No era el "mago" de Maciel? Con ese y su barrera de escarcha hay que tener cuidado...>> Cuando ya estaba a su altura, dejé ese hilo de pensamientos por otro <<¡Será divertido, cuantos más mejor!>>

Fíjate que fue pensar eso y fijarme en la aparición de nuestros "vecinos": Noel, Giz y Koval. Venían de la cola donde la gente se apuntaba. <<Eh... No han dicho nada de separar niveles o algo similar... ¿Podría tocarnos? ¡Eso no me lo pierdo aunque pierda!>>  Y se acercaron a saludar a los otros dos segundos antes de llegar yo.

—¡Buenos días! ¡Yo, yo sí que me apunto! Espero que nos enfrentemos. Vernos no será igual de divertido pero también estaría bien.—luego me dirigí a Tap y Shizel.—¿Os apuntasteis ya?—insistí, inquieto.

Inquieto por apuntarme de una vez por todas y saber a qué se apuntarían mis conocidos. <<¿O quizá mejor no saberlo y que sea sorpresa? Así no podría planificar nada... ¡Mucho mejor!>>

Shizel decidió llamar al repoblador por su nombre antiguo en presencia de conocidos, y por el otro frente a desconocidos: era la solución neutral que había adoptado ya con otros compañeros de cosecha. Aunque ellos no le diesen tanta importancia, para los idrinos el tema de nombres y motes dependía mucho de la confianza y residía sobre todo en una cuestión de tacto.

El cuerpo que ahora vestía Tap estaba bellamente manufacturado, y ni por un momento se le ocurrió al skrýmir que lo hubiese hecho él mismo. Iba a preguntar sobre ello cuando sintió un tirón de cabello y se llevó la mano a la nuca por instinto. Se giró molesto solo para descubrir que no tenía a nadie inmediatamente detrás.
Sin embargo sí distinguió al grupo de mercenarios. Se conocían a fuerza de verse todas las mañanas en la playa, y de Giz sabía concretamente que gustaba de tomar muestras allá a donde fuese, si la noche de la Luna era prueba de ello.

Sin embargo no tenía pruebas directas. Así pues no dijo nada al respecto, sino que se limitó a mirarlo, fijamente, eso sí, con suspicacia.
-Buenas- saludó a los cuchitrileros-. ¿Has conseguido muestras nuevas últimamente, Giz?- preguntó deslizando solo un levísimo tinte de ironía en la pregunta. Si al final no había sido él y el genemago preguntaba, en lugar de indagar se limitaría a decir que DL le había contado el trato que había hecho con él.

Atol se les unió y era posible saber antes siquiera de mirarlo, solo con escuchar las inflexiones de su voz, que estaba emocionado. Shizel no podía culparle: a él mismo los duelos, o las mímicas de estos que había empleado en prácticas con sus compañeros, le chiflaban.

-Sí, en Duelo Mágico- respondió a la pregunta que le había llegado por cuadruplicado, para volver a dirigirse a los cuchitrileros-. ¿Vais a aprovechar que pasáis a saludar para un poco de sana intimidación a la competencia?
Aunque hablaba en broma sí que tenía sus reservas. Los entrenamientos mágicos de la bahía siempre le reportaban una importante recarga de magia diaria, y la perspectiva de ser barrido por veteranos no le hacía precisamente ilusión. Se lamentó de no haber prestado atención más de cerca para saber a qué se enfrentaba si le tocaba enfrentarse a alguno de ellos.
"Pero también tengo posibilidades", pensó con cierta petulancia, reponiéndose mentalmente. Si venía con cero espíritu competitivo sí que le machacarían fácilmente, y por ahí su orgullo sí que no pasaba.

El goteo interminable de gigantes estaba comenzando a crispar a Tap. Todos los recuerdos que tenía de estar rodeado por ellos eran malos, como lo fue gran parte de su cosecha, y verse de repente cerca de tales sistemas montañosos solo lo irritaba. El fuego fatuo fue la gota que colmó el vaso. El poltergeis se sobresaltó al verlo y, para calmarse tuvo que respirar hondo varias veces, o realizar el homónimo de aquella acción en los juguetes. <<Estoy protegido contra las quemaduras ahora. No tengo necesidad de asustarme>> se iba diciendo. <<Además aquella llama se parece a mí>>. Más o menos.

—Ya no me tiembla el pulso con la tiza—respondió de mala gana.<<Ni con la maza>>. La pregunta de la taberna la ignoró por completo. ¿De verdad esperaba que se metiera en una habitación cerrada con tan alto nivel de imbecilidad por baldosa? <<Eso debe de ser tóxico...>>—Sí. Yo ya estoy apuntado. Pablo el vampiro también—la alusión a su broma le sacó una sonrisa y fue lo que le convenció para quedarse. <<A ver cuántos candidatos hay para romper a Pablo...>>.

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La insinuación de Shizel hizo que Giz esbozara media sonrisa.

—Últimamente he conseguido muchas interesantes. Te sorprenderías si vieras lo logrados que están los draghouls, son una creación increíble...—dio un rodeo sin llegar a mentir al skrýmir. Habría seguido hablando, pero le llegó el turno a él de sobresaltarse cuando una lengua ninja se infiltró en su boca.

Aún asi, no tardó en reconocer al dueño de esta y acabó contribuyendo al beso de buena gana. Él también había echado de menos a Nasher, pero ahora que empezaba a ver las ganancias de su trabajo, pasar tiempo en su laboratorio se había convertido en una obligación. Lo de las cervezas, sin embargo, le tentó.

—Suena bien—reconoció tras comentarle a la quimera en qué categorías se había apuntado. Coincidiría con él en lucha libre y estaba seguro de que sería un contrincante duro, pero igual que si le tocara contra otro cuchitrilero, sería sobretodo muy divertido.

PS: Pido perdón por esta cacota, pero no me saldría igual que el original ni de coña :'D

Tras apuntarse se acercaron a hablar con los novatos. Quedó confirmado que era el poltergeist quien movía el cuerpo mecánico y Gael sonrió al notar que tenía que serenarse después de verle. Le hacía gracia que los repobladores le temiesen, pero al mismo tiempo le daba un poco de lástima que alguien le rehuyese por sistema. Asintió cuando Noel habló de la fiesta que se perdieron, al mencionar su vuelta al escenario. Aunque lo cierto era que pensaba que ninguno de los dos se habría divertido ni una pizca con aquel espectáculo. También le divirtió la forma en que Shizel saludó a Giz y la respuesta de este. Encontrarse con los novatos siempre era entretenido.

Al ser el torneo la novedad del día siguió llegando gente, el helión libense se les acercó en ese momento y le devolvió el saludo, pero no le dijo nada más porque le sorprendió la repentina aparición de Nasher, aunque evidentemente no tanto como a Giz. Lo saludó con una gran sonrisa.
—Sí —le respondió—, yo me apunté en todos menos cuerpo a cuerpo. —Después se dirigió a Shizel, divertido por su comentario— . Sentirse intimidado es opcional, lo dejamos a tu criterio.

Lo de tomarse algo después de aquel encuentro también le pareció a él una buena idea, de hecho sugirió avisar a los demás por los comunicadores por si querían y podían unirse.

Noel sonrió divertido tanto a la respuesta del poltergeist como a la apreciación que Shizel le hizo a Giz, evidenciando que se había dado cuenta de lo que había hecho el asreniano. El encuentro entre veteranos y novatos pronto dejó de ser de número reducido y cada vez se juntaban más. Apenas tuvo tiempo de saludar brevemente a Atol cuando Nasher los sorprendió apareciendo colgado del goliat.

—Yo en todo. Así que hay probabilidades de que nos enfrentemos, quimera ninja —le respondió a Nasher sonriendo jocosamente. Sonrisa que no perdió ante el comentario del skrýmir—.  Toma nota, Giz, tenemos la habilidad de intimidación. Tenlo en cuenta cuando críes a tus "Pokémon" si usas nuestros genes. Y yo me apunto al plan de Nasher. Nunca se le dice que no a una cerveza.

Llego al anfiteatro y lo sobrevuelo en circulos la zona buscando al grupo que localizo facilmente descendiendo a su lado bajando de mi dragón de un salto dándole palmadas en el lomo. -¿Que pasa señores?- Digo alcanzando al grupo tanto de veteranos como de novatos. - He ido a veros al cuchitril despues de escuchar el pregón pero ya habiais salido a apuntaros.

-¡Hombre Nasher! Que alegria de verte- Digo al ver a mi compañero de criba. -¿Os habeis inscrito ya? ¿Como hay que hacerlo para inscribirse?- Tras informarme por parte de los chicos me encamino hacia una de las mascaras colocandome la capucha y mirando a mi alrededor viendo la concentración de transformados de la zona comienzo a pensar que no ha sido una buena idea eso de apuntarme.

Cuando llega mi turno avanzo y titubeo al dar mi nombre y las modalidades en las que voy a inscribirme pudiendo escuchar como la cosa con cabeza de insecto a mi espalda soltaba una risa y hablaba con su compañero señalandome. Una vez terminada la inscripción vuelvo con el grueso del grupo sonriendo y dando palmadas. -Bueno, este que esta aqui se ha apuntado al duelo magico y al libre.- Miro a los chicos esperando ver algunas reacciones y luego continuo hablando. -¿Entonces estais seguros que no se puede llegar a hacer mucho daño no? Por que he visto un par de personajes que muy delicados no parecen.- Digo señalando y ladeando mi cabeza hacia un enorme trasgo qhe se encuentra de espaldas a nosotros.