Anfiteatro

El lugar es bastante grande así que una vez avistado es imposible perderse. Nos acercamos para entrar cuando nos sale al paso un lagarto enorme con pinta amenazante. Lo examino con cuidado fijándome en todos los detalles por si nos ataca. <<Es grande y parece fuerte, pero eso no lo es todo en un combate. Creo que podría vencerlo, pero no estoy sola, tengo que pensar en lo mejor para el resto>>.

-No pasa nada, sólo nos acercamos por curiosidad, si es un lugar de acceso restringido nos iremos por donde hemos venido. Sentimos haber molestado.- digo con voz sumisa. Les hago un gesto al resto para que nos movamos hacia atrás quedándome yo delante para tratar de detener al ser en caso de que nos vaya a atacar.

Al acercarnos a una de las entradas del anfiteatro un impotente lagarto (de la misma especie, quizás, que las sendarias) nos cortó el paso, casi obligándonos a irnos de allí. Había gente que entraba y salía de aquel lugar, rocavarancoleses, sin duda, a juzgar por su apariencia, y probablemente igual que aquel enorme ser. Aquello (junto con la arrastrada actuación de algunos de mis compañeros) me ponía de los nervios. Teníamos la respuesta a varias preguntas al alcance de los dedos, podía averiguar qué cojones sucedía al salir la Luna, incluso algún indicio de dónde vivía el tío que dio el pregón, pero un bestial lagarto nos impedía el paso.

—¡Maldita sea! —solté, cruzándome de brazos—. Si vamos a ser tratados como basura que es el último escalón de todos por lo menos podríais explicar qué cojones queréis de nosotros sin hablar como si fueseis unos místicos con tendencia a la demencia y al sadismo —escupí, harto de las frases vagas que desorientaban más de lo que orientaban que, al parecer, era lo único que sabían decir los rocavarancoleses. Bueno, eso y "Fuera de aquí, escoria".

Me acerco algo reticente hacia donde he detectado movimiento. Dejo a las chicas ir delante mientras mis manos se aferran a las empuñaduras de mis dagas. Al acercarnos al portón me paro en seco y respiro profundamente con los ojos abiertos como platos al vislumbrar esa cosa enorme con su lanza.

La cosa tenia cierta similitud a las dos lagartas de Sendar pero la gran diferencia entre ellos, a parte de la sensación de impotencia ante semejante mole, eran esos dientes y el metro cincuenta de distancia que hay entre mi cabeza y la suya. Me acerco a la espalda de Álvaro buscando la falsa protección que me ofrece su cuerpo. He soltado las empuñaduras dandome por vencida en un caso de hipotetico ataque. "Aunque somos mas... eso puede matarnos sin utilizar si quiera la lanza." Pienso tragando saliva al escuchar el sonido de la lanza al impactar contra el suelo.

De pronto me fijo en que el enorme lagarto y sus dientes no son los unicos presentes que pasan por la entrada. Algunas criaturas aparecen dedicandonos miradas furtivas y algunas despectivas que me hace cerrar mi mandibula y cabrearme ante sus miradas de superioridad y lastima. Mi interes se reduce ya no em conseguir información sino en salir de alli cuanto antes. Aunque la curiosidad por saber que ocurre ahi dentro tambien me incita a intentar colarme.

Las chicas empiezan a disculparse por lo que solo asiento mirando fijamente la cabeza de la bestia. La explosión de Álvaro me hizo mirarle el cogote temiendo que no haya sido buena idea esconderme tras el chico idiota viendonos a ambos empalados por la lanza del portero. "Él muerto por idiota bocazas y yo empalada por que la lanza nos acaba atravesando a ambos. Maldito humano estupido." Pienso mientras tiro despacio de las ropas del chico mientras comienzo a recular muy despacio.

Si estaba convencida para tirar de Dhelian e irnos al menor atisbo de cabezonería suicida por parte de mis compañeros, no dudé en hacerlo efectivo cuando Álvaro se puso a despotricar. Fui retrocediendo, asida a la mano del daeliciano con fuerza. Por suerte, Sura y Kora también parecían querer irse antes que ser la nueva brocheta de la criatura <<Y para colmo se llama Dama Gula... Esta se nos merienda, ¡vámonos!>> Antes de alejarme del todo, sin embargo, me dirigí al español entre dientes. Y casi le golpeo con el escudo para insistirle, pero recordé el hechizo y lo evité a tiempo <<Uf, para tonto él, tonta yo... ¿Saldría volando alguien al golpearse con el escudo hechizado?>>

—Alvarito, ya te ha respondido, nos vamos ya, ¿por favor? Va, guapo, que estás muy bien de una pieza, venga.

Y entonces sí que me di la vuelta, sin necesidad de arrastrar a Dhelian
—No somos nada y se pone a exigirle... ¡Está loco! ¡Es comprensible, pero pídele explicaciones a algo más inofensivo, agh!—mascullé—¿Y ahora a dónde vamos? En el mapa salía el mar al este del Anfiteatro, ¿queréis ir?—dije haciendo memoria.

No tenía especial interés en ir a ver el mar, ya que seguramente no fuese nada digno de contemplar <<Y a saber la de bichos que hay en el agua...>> pero era lo que había más cerca del Anfiteatro. Y quieras que no, no sabía si en los mundos de Dhelian, Sura y Kora había mar, siquiera. Sería un buen momento para saber más sobre sus mundos, por ejemplo. <<O para que nos salga un ejército de medusas anfibias y nos hagan preferir ser brochetas de Dama Gula>>

Dhelian también nos contó que los ciudadanos no podían dañarnos hasta la llegada de la Luna Roja, lo cual era... ¿Un alivio? No tanto... <<Tienen esa ley y un castigo, ¿pero qué les impide matarnos y sufrir el castigo con sus consecuencias? Mejor no jugárnosla y ya, tan sencillo>> ¿Pero en qué pensaba? Aunque no nos pudieran matar, ¿podían hacernos daño? <<Imagina que lo de Álvaro hubiese molestado a alguno... y le golpea, ¿ahora qué? <<¡Mejor no jugar con fuego!>>

Y, al final, nos pusimos de acuerdo en ir a la Bahía de los Naufragios.

Realmente que la mayoría de sus compañeros aceptaran el irse sin protestar fue un alivio y Dhelian no puso pegas algunas cuando Alice lo agarro con intención de salir pitando de allí. El daeliciano se contuvo de pegarle una patada en el culo a Bávaro cuando comenzó a protestarle a la reptil que no dudo en responderle amenazante "Solo a él se le ocurre responderle a un reptil que le supera en lo ancho y lo alto…!claro que si seamos un poco mas suicidas por favor¡. Que si, que tal vez no puedan dañarnos hasta que la cosecha termine…si lo que dijo es Tap es cierto, pero no les busquemos las cosquillas” pensó el daeliciano no sin cierta exasperación mirando feo y con cierto reproche al humano cuando por fin fue jalado hacia ellos para salir rapidito de allí. No olvidándose de mencionarles algo que Tap le había mencionado en su visita, como simple información.

-La gente de la ciudad no pueden dañar a los que somos cosechados hasta que esa luna roja llegue. Eso fue lo que me contó Tap de esa forma extraña que tiene para hablar en la mente, pero no es buena idea buscarle mucho las cosquillas- añadió mirando a sus compañeros con una mirada fija y algo seria, sobre todo a Álvaro que era el que peor se había comportado- Tal vez no puedan dañarnos, tal vez reciban un castigo si nos dañan. Pero de nada sirve si te matan, aunque luego sean castigados…tú ya estarías muerto. Ten más cuidado por favor

Agradeció el cambio de tema de Alice al mencionar un mar que estaba cerca de allí ya  falta de otro sitio mejor y sintiendo cierta curiosidad sobre el lugar que la humana menciono accedió a ir, esperando encontrarse un hermoso mar del color anaranjado como en su mundo, aunque fuera eso.

-Me gustaría ir a ver el mar- dijo mirando a sus compañeros- Seria bueno disfrutar de un lugar sin tantos edificios alrededor, ¿No creéis?- pregunto mirándolos interesado y queriendo alejar un poco la situación tensa que había sufrido con la hembra de reptil.

Las palabras de la monstruosa lagarta hicieron que me quedase lívido de terror, dando un pequeño paso atrás, aunque sin hacer nada más por culpa del orgullo. «J-j-j-jodd-er, son caníbales...». Las palabras de Dhelian, por otra parte, quizás ayudaron a que no saliese por patas y me pusiese lo más lejos posible de aquel ser y de su afilada dentadura. Una parte de mí se preguntó si es que su especie era aficionada a comerse a otros seres inteligentes o era algo que había adquirido en Rocavarancolia. Teniendo en cuenta cómo era la ciudad, me inclinaba hacia lo segundo.

—Tú quizás no, pero otros nos han traído aquí, así que está claro que alguien sí nos quiera aquí —murmuré. El consejo de Dhelian sonaba maravillosamente bien, pero no pude evitar hacer una última sugerencia—. Y deberíais aprender a ser más concretos que decir "la Luna os revelará lo que realmente sois, que teniendo en cuenta vuestro tamaño seguro que es repugnante".

Sigue en la Bahía de los Naufragios.

—Archime, ¿echas de menos Irraria alguna vez? -le preguntó Shizel en un descanso a su compañero de prácticas. Había elegido al mejor maestro posible para aprender teletransporte, entre su don y sus detalladas explicaciones, pero era un hechizo difícil y agotador y, aunque aumentado por el estudio continuo de la magia, el umbral de tolerancia para la frustración del idrino era bajo-. Ya sé que puedes visitarla cuando quieras, pero quiero decir vivir allí.

A pesar de que su don facilitaba el aprendizaje de aquel sortilegio, este era el más intrincado al que se había enfrentado hasta el momento. Ello no desanimaba al kairós, quien al contrario había iniciado su aprendizaje con un entusiasmo que en él se reflejaba en horas de dedicación y abstracción absoluta. En contraposición, no obstante, el irrense debía dormir más horas de lo que se había convertido en costumbre para él, pues su energía se drenaba con mayor rapidez al no estar habituado a conjurar encantamientos tan exigentes. El cansancio aumentó cuando llegó la puesta en práctica en forma de adiestramiento junto a Shizel, para lo que habían elegido el anfiteatro por tratarse de un lugar espacioso y poco frecuentado.

—No —respondió lacónicamente a la pregunta que el idrino le hizo hasta que, tras la réplica automática, su mente matizó aquello por lo que se le inquiría y Archime llegó a la conclusión de que probablemente el skrýmir esperase una mayor cantidad de información—. Durante la criba acusé la falta de poder llevar a cabo mi trabajo como biomecánico, aunque pude emprender otro tipo de proyectos para ocupar mi tiempo, además del estudio de la magia. Debido al negocio que planeo poner en funcionamiento en cuanto me sea posible, no obstante, podré volver a ejercer.
El ingeniero no tenía en cuenta que aquella cuestión no era tan sencilla para otras personas y por ello ni siquiera se planteó en enfocarla desde una perspectiva diferente. No obstante, tras unos segundos de silencio, sí decidió devolver la pregunta.
>>¿Desearías tú regresar a Idris?

Shizel asintió con aire ausente.
—Si quieres puedo remitirte a algunos de mis clientes cuando te establezcas- a él le había venido muy bien el apoyo de Quemaduras en sus inicios-. Muchas veces tengo que acudir a escenas posteriores a una confrontación violenta, y puede que a algunos les interese un refuerzo biomecánico en lugar de costearse una regeneración.

>>Sí, pero no renunciar a mi vida aquí ni a lo que he conseguido. Es complicado -meses de reflexionar sobre el tema le habían dejado sin ganas de hablar sobre él-. Tienes mucha suerte de que Irraria conozca y aprecie la existencia de Rocavarancolia. ¿Cómo te han recibido las veces que has vuelto?

Asintió al ofrecimiento de Shizel acerca de sugerir sus futuros servicios a los clientes del idrino.
—Te lo agradeceré. A cambio puedo recomendarte si alguno de mis clientes comenta o da a entender que requiere los servicios de un mentalista.
No realizó ninguna apreciación sobre los sentimientos del skrýmir acerca de regresar a su planeta de origen, pero la pronta pregunta evitó un silencio que tal vez a su interlocutor podría resultarle incómodo.
>>He regresado en dos ocasiones, de incógnito ambas. La primera vez no disponía de un amuleto logomántico y por tanto mi presencia debía pasar desapercibida. La segunda vez acompañé a Giz el genemante para ayudarle con un asunto y tan solo interactué con un vendedor de metalurgia. No pareció reconocerme, tal vez por la falta de mis lentes y quizás el paso del tiempo ha cambiado ligeramente mis facciones —conjeturó.
Desde luego para él había sido mucho menos agobiante de aquella forma, sabiendo que toda Irraria podría reconocerle si no hacía nada por evitarlo.

—¿De incógnito? ¿Y eso? -aquello había despertado su interés-. ¿No había amigos a los que quisieras visitar, o a tu familia?- no se le había pasado que ambas visitas parecían haber sido utilitarias.

—Yo tuve que hacer malabares para conseguir mi primer trapicheo logomántico. Dama Puente sabe muy bien que es la principal especializada en eso de la ciudad- Shizel respetaba más su labor ahora que conocía los entresijos del mentalismo-. ¿Te lo regaló alguien o es que conseguiste dinero por otros medios? Tengo entendido que algunas transformaciones cuentan con ventaja en ese sentido.

El kairós le dedicó una mirada rítmicamente parpadeante al idrino cuándo inquirió los motivos por los que no se había expuesto en su primera visita, puesto que ya había aclarado que necesitaba camuflarse. Comprendió a que se refería cuando mencionó a su familia, no obstante.
—Todavía no era el momento de hablar con mi familia, pero lo haré la próxima vez —le explicó—. Mis únicos amigos se encuentran aquí —añadió tras unos instantes.

El cambio de conversación captó su interés, ya que había leído vagamente acerca de la logomancia pero no sabía que había alguien dedicándose a ella como forma de negocio.
—Giz me prestó su amuleto durante unos minutos para realizar una transacción —aclaró—. Para la próxima ocasión pretendía comprar uno con el dinero que he recuperado de mis ahorros, pero si es posible recuperar el idioma de forma permanente… —Titubeó. No sabía cómo preguntar adecuadamente—. ¿Podrías indicarme dónde vive dama Puente y cuánto podría costarme contratar sus servicios?

Hablar con Archi era relajante. Shizel cayó de pronto en la cuenta de por qué al fijarse en que parpadeaba a intervalos exactamente iguales.

Volvió a asentir y no insistió en el tema. Era cierto, había momentos y lugares. Él mismo había esperado a su regreso definitivo para establecer contacto con sus amigos, aunque tuviese ganas de verles.
Siendo sociable por naturaleza, y no necesitando esfuerzo para congregar a gente a su alrededor, Shizel olvidaba que muchas personas no eran así. Se preguntó qué clase de vida recluida había de seguir uno para encontrar no solo por primera vez a la magia en un lugar de espantos, sino a unos primeros amigos.

—Ah, claro -respondió ante su siguiente pregunta-. Solía vivir en Serpentaria, pero ya que se gana muy bien la vida ha tenido ocasión de mudarse al barrio acomodado, Luna Alta- no le ofreció llevarle; si había pasado por allí aunque fuese de pasada supuso que sabría teletransportarse de vuelta. Le dio una tarifa aproximada y luego añadió:-. Te recomiendo esperar antes de recuperar tu idioma, eso sí. Ahora mismo Irraria sigue siendo relativamente nuevo y el precio seguramente vaya acorde a dicha rareza. Pero la demanda debe estar creciendo con la restauración del comercio y para cuando se estabilice seguramente puedas obtener el irrense a un precio mucho más asequible.
Costaba creer que Rocavarancolia se rigiese por el concepto de oferta y demanda, pero para su alivio sí lo hacía. Aún así las finanzas del reino eran bastante fáciles de seguir en comparación con las idrinas.

—El agua de la Plaza de la Fuente está imbuida de un hechizo similar -le advirtió-. Eso seguro que lo habías deducido ya, pero te lo digo para que evites ni mirarla una vez tengas tus idiomas nuevos. Lo borra todo y lo sustituye por rocavarancolés seas cosechado o no.

Grabó en su memoria los datos que el idrino le proporcionó acerca de dama Puente.
—Tiene sentido lo que expones, aunque yo necesito recuperar el lenguaje cuanto antes y calculo que me saldrá más barato llevarlo a cabo de esta forma desde el principio que gastando dinero en comprar un amuleto provisional. Creo poder permitirme su tarifa, aunque solicitaré un presupuesto primero y sopesaré si me compensa. Tal vez pueda llegar a alguna clase de acuerdo con ella.

La advertencia acerca del agua de la fuente que había borrado todo rastro del irrense en un principio no le resultó extraña, pero el kairós no la hubiese necesitado de todas formas.
—Desde luego —confirmó.
Salvo que Shizel continuase con la conversación o entablase otra, el kairós se quedaría en silencio a la espera de que retomasen el entrenamiento. Si pasaban los segundos suficientes de silencio, preguntaría él mismo si continuaban.

Sigue en Luna Alta.