Faro
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Faro
02/08/11, 06:25 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Construido en piedra blanca, de una sola pieza, mide 150 metros de alto, terminado en una linterna que atrae a los barcos para hacerlos naufragar.
- Descripción del interior:
- La puerta del faro da a un vestíbulo. Allí se encuentra una trampilla que conduce a una bodega repleta de maromas, herramientas y barriles. A todo esto se les suman unos rollos de papel fino, granuloso, apilados en el suelo. Cada uno mide más de dos metros y en cada extremo hay ceñida una arandela metálica.
Al fondo del vestíbulo también comienza una gran escalera de caracol robusta, con escalones de madera y una barandilla oxidada y poco fiable. Esta les conduce hasta la parte alta del faro, compuesta por dos pisos habitables y un tercero para la linterna.
La escalera acaba frente a un arco sin puerta tras el cual se abre paso una sala de estar muy sencilla, con muy poca coherencia a nivel estético. Pegado a una pared hay un sofá y, a ambos lados de este, un par de muebles entreabiertos, desordenados y más vacíos que llenos. Cada pieza de la decoración es de un color y formas diferentes, parecen no ser del mismo lugar o de la misma época; esto incluye los cajones de los muebles, que nisiquiera cierran bien. Dentro de ellos pueden encontrar algún que otro amuleto y ropa en desuso de varios mundos vinculados. Una mesa coja preside el salón, con la pata corta apoyada sobre un par de revistas de Frivowaldanny y la Tierra. Cuatro sillas de diferente tamaño la rodean.
En la pared frente al arco de entrada se abren dos puertas: una da a una cocina ligeramente más moderna que las de los torreones e igual de disparatada que la sala de estar. La otra da a un pasillo por el cual continúan las escaleras hasta el siguiente piso.
La segunda planta está ocupada enteramente por un baño y dos habitaciones. La primera es una estancia grande con cama de matrimonio, frente a esta hay un gran ventanal que ocupa toda la pared. Destacan un par de mesitas de noche en mitad de la habitación y un espejo rectangular, de cuerpo entero, apoyado en la misma pared que la cabecera de la cama. La segunda habitación es mucho más pequeña, apenas tiene una cama individual y un armario diminuto. La luz entra en ella por una ventana mucho más modesta, apenas mide el metro cuadrado.
El pasillo que une ambas habitaciones y el baño tiene unas escaleras que conducen al último piso. Esta planta es completamente circular: en el centro está la habitación de la linterna, a la cual se accede por una arcada. A un lado de esta arcada descansa un arpón clavado en la pared, sobre una vieja mancha de sangre. Desde la habitación de la linterna se puede salir a una balconada que rodea toda la planta y que permite asomarse al exterior. El suelo está repleto de mantas y toallas con motivos variopintos, entre las que destacan algunas con aspecto de banderas piratas.
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- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Faro
12/08/23, 06:02 pm
Los pensamientos de Abel se paralizaron cuando notó la puerta moverse tras él. El impulso no fue muy fuerte y logró detenerlo fácilmente, pero estaba claro que alguien o algo intentaba abrir la puerta. No tuvo mucho tiempo para pensar cómo actuar, ya que otro impulso bastante más fuerte sacudió la puerta y a Abel junto con esta. El chico volvió a empujar la puerta para cerrarla del todo, sin poder parar de imaginar al temible monstruo de oscuridad al otro lado de la puerta.
Abel inspeccionó el vestíbulo con ansiedad en busca de algo con lo que atrancar la puerta o algún lugar en el que poder esconderse. Lo único que encontró fue una trampilla en el suelo, que en ese momento le pareció el mayor escondite posible. El monstruo estaba tardando en intentar abrir de nuevo, pero Abel sospechaba que no tardaría mucho más. Así que, sin demasiada certeza de estar haciendo lo más adecuado para su supervivencia, corrió hacia la trampilla y bajó al sótano, dónde se escondió detrás de los barriles que estaban almacenados allí abajo. Se encogió todo lo posible sobre sí mismo, ya que era muy consciente de lo difícil que era ocultar su largo cuerpo. De hecho, deshizo su coleta y se echó su larga mata de pelo negro por encima, esperando que el monstruo la confundiese con la oscuridad del sótano.
El chico sentía el corazón desbocarse dentro de su pecho, tanto que pensaba que alguien lo podría escuchar y encontrarlo. En esos momentos se arrepentía mucho de haber salido del torreón. En un principio pensaba que serían capaces de detener a Serena en la salida y volver juntos rápidamente y sin sufrir daños, pero la llegada de ese engendro lo había cambiado todo. Ahora que estaba lejos del torreón y no había nadie que lo pudiese proteger, tenía la certeza de que iba a morir. De hecho, había perdido toda esperanza de dar con Serena, a quien ya daba por muerta por no haber llegado antes que él al faro.
Mientras se clavaba las uñas en sus gemelos, las lágrimas devoraban sus mejillas. Llevaban dos días en ese lugar y ya se habían encontrado con gusanos gigantes, ratas con espinas-proyectiles y también con un demonio hecho de oscuridad. Tenía claro que estaban todos condenados, solo que Abel pensaba que a él le quedaba mucho menos para que llegase su final, ya que además podía escuchar con claridad los pasos de dicho demonio bajando hacia donde estaba él.
Oyó el ruido de un objeto al caer al suelo y se giró, encontrándose con la mirada llorosa de Serena. Una sensación de alivio se apoderó de Abel, la chica estaba viva y él había dejado de estar solo. Tan contendo como estaba, la cogió del antebrazo sin darse cuenta. Estaba tan convencido de que no la volvería a ver y de que era el monstruo el que había entrado que le parecía que había ocurrido un milagro.
- Estábamos buscándote. No... no sabes cuanto me alegro de verte - dijo Abel, y verdaderamente esas palabras le salieron del corazón. Mientras, cogía nerviosamente la tela de una de las mangas de la camiseta de la chica, como si quisiera comprobar que era real.
Sin embargo, la felicidad duró muy poco, puesto que el crujido de la madera le hizo recordar la terrible realidad a la que se enfrentaban.
- Pe... pero hay un monstruo horrible ahí fuera - dijo con un creciente tono de pánico tiñendo su voz. - Tenemos que atrancar la puerta, escondernos o hacer algo... y rápido.
Miró a todos lados, en busca de algo con lo que atrancar la puerta. Encontró varias herramientas, algunas, tales como dos martillos de distintos tamaños y varios clavos y tornillos, las guardo en los bolsillos de su pantalón y de su sudadera, mientras pensaba en como podían servirle para mantener cerrada la puerta. También había una pala muy alargada, que sujetó un rato en sus manos y que luego entregó dudoso a Serena para ver si a ella se le ocurría también algo. Hacía falta un objeto que tuviese el suficiente peso para hacer de tope y poder atrancar así la puerta con la pala, pero nada de lo que había allí servía. Subieron juntos al vestíbulo, pero no podían utilizar nada de lo que había allí tampoco.
- ¿Y... Y si tumbamos unos barriles delante de la puerta para que quien entre se tropiece? - dijo Abel, totalmente desesperado por encontrar algo que pudiese evitar o al menos dificultar que entrasen a atacarles. Serena accedió, aunque los dos tenían bastantes dudas de la eficacia de la trampa que estaban montando. Así, subieron dos barriles al vestíbulo y los colocaron tumbados frente a la puerta.
- A lo mejor hay algo arriba con lo que también podamos hacer tope.- propuso Abel, indeciso. Había visto funcionar el mecanismo que habían ingeniado en varias series de dibujos animados cuando era pequeño, pero no tenía para nada claro que fuese a ser exitoso en la vida real, y mucho menos con un ser mágico. Con todo, era probable que todavía hiciese falta atrancar la puerta.
En cualquier caso, a Abel le daba algo de respeto subir a la cúspide del faro. Después de todo, en cualquier videojuego de acción el jefe final está en la última planta de la torre o del castillo. Además, recordaba con claridad la parte oscura de la historia del tesoro del faro que le contó su hermano mayor, como todos los que subieron en su búsqueda ardieron vivos. Aun así, sentía que era urgente hacer algo y que no debían quedarse quietos, por lo que espero también a que Serena decidiese, ya que pensaba que probablemente estaría más acertada que él en lo que determinase.
Abel inspeccionó el vestíbulo con ansiedad en busca de algo con lo que atrancar la puerta o algún lugar en el que poder esconderse. Lo único que encontró fue una trampilla en el suelo, que en ese momento le pareció el mayor escondite posible. El monstruo estaba tardando en intentar abrir de nuevo, pero Abel sospechaba que no tardaría mucho más. Así que, sin demasiada certeza de estar haciendo lo más adecuado para su supervivencia, corrió hacia la trampilla y bajó al sótano, dónde se escondió detrás de los barriles que estaban almacenados allí abajo. Se encogió todo lo posible sobre sí mismo, ya que era muy consciente de lo difícil que era ocultar su largo cuerpo. De hecho, deshizo su coleta y se echó su larga mata de pelo negro por encima, esperando que el monstruo la confundiese con la oscuridad del sótano.
El chico sentía el corazón desbocarse dentro de su pecho, tanto que pensaba que alguien lo podría escuchar y encontrarlo. En esos momentos se arrepentía mucho de haber salido del torreón. En un principio pensaba que serían capaces de detener a Serena en la salida y volver juntos rápidamente y sin sufrir daños, pero la llegada de ese engendro lo había cambiado todo. Ahora que estaba lejos del torreón y no había nadie que lo pudiese proteger, tenía la certeza de que iba a morir. De hecho, había perdido toda esperanza de dar con Serena, a quien ya daba por muerta por no haber llegado antes que él al faro.
Mientras se clavaba las uñas en sus gemelos, las lágrimas devoraban sus mejillas. Llevaban dos días en ese lugar y ya se habían encontrado con gusanos gigantes, ratas con espinas-proyectiles y también con un demonio hecho de oscuridad. Tenía claro que estaban todos condenados, solo que Abel pensaba que a él le quedaba mucho menos para que llegase su final, ya que además podía escuchar con claridad los pasos de dicho demonio bajando hacia donde estaba él.
Oyó el ruido de un objeto al caer al suelo y se giró, encontrándose con la mirada llorosa de Serena. Una sensación de alivio se apoderó de Abel, la chica estaba viva y él había dejado de estar solo. Tan contendo como estaba, la cogió del antebrazo sin darse cuenta. Estaba tan convencido de que no la volvería a ver y de que era el monstruo el que había entrado que le parecía que había ocurrido un milagro.
- Estábamos buscándote. No... no sabes cuanto me alegro de verte - dijo Abel, y verdaderamente esas palabras le salieron del corazón. Mientras, cogía nerviosamente la tela de una de las mangas de la camiseta de la chica, como si quisiera comprobar que era real.
Sin embargo, la felicidad duró muy poco, puesto que el crujido de la madera le hizo recordar la terrible realidad a la que se enfrentaban.
- Pe... pero hay un monstruo horrible ahí fuera - dijo con un creciente tono de pánico tiñendo su voz. - Tenemos que atrancar la puerta, escondernos o hacer algo... y rápido.
Miró a todos lados, en busca de algo con lo que atrancar la puerta. Encontró varias herramientas, algunas, tales como dos martillos de distintos tamaños y varios clavos y tornillos, las guardo en los bolsillos de su pantalón y de su sudadera, mientras pensaba en como podían servirle para mantener cerrada la puerta. También había una pala muy alargada, que sujetó un rato en sus manos y que luego entregó dudoso a Serena para ver si a ella se le ocurría también algo. Hacía falta un objeto que tuviese el suficiente peso para hacer de tope y poder atrancar así la puerta con la pala, pero nada de lo que había allí servía. Subieron juntos al vestíbulo, pero no podían utilizar nada de lo que había allí tampoco.
- ¿Y... Y si tumbamos unos barriles delante de la puerta para que quien entre se tropiece? - dijo Abel, totalmente desesperado por encontrar algo que pudiese evitar o al menos dificultar que entrasen a atacarles. Serena accedió, aunque los dos tenían bastantes dudas de la eficacia de la trampa que estaban montando. Así, subieron dos barriles al vestíbulo y los colocaron tumbados frente a la puerta.
- A lo mejor hay algo arriba con lo que también podamos hacer tope.- propuso Abel, indeciso. Había visto funcionar el mecanismo que habían ingeniado en varias series de dibujos animados cuando era pequeño, pero no tenía para nada claro que fuese a ser exitoso en la vida real, y mucho menos con un ser mágico. Con todo, era probable que todavía hiciese falta atrancar la puerta.
En cualquier caso, a Abel le daba algo de respeto subir a la cúspide del faro. Después de todo, en cualquier videojuego de acción el jefe final está en la última planta de la torre o del castillo. Además, recordaba con claridad la parte oscura de la historia del tesoro del faro que le contó su hermano mayor, como todos los que subieron en su búsqueda ardieron vivos. Aun así, sentía que era urgente hacer algo y que no debían quedarse quietos, por lo que espero también a que Serena decidiese, ya que pensaba que probablemente estaría más acertada que él en lo que determinase.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Faro
13/08/23, 12:30 pm
La explicación de Kalna no es que le diera más pistas sobre qué demonios era eso, aunque al menos ya sabían que los jirones de sombra del monstruo tenían más consistencia de la que parecía. -Joder... Más nos vale que alguien sepa ayudar a curarlo con lo que tenemos- respondió preocupado evitando por todos los medios volver a mirar el deplorable estado del dedo. Tal vez incluso en la formación que tenía la libense le hubieran explicado cómo hacerlo, aunque con los pocos recursos que tenían tal vez una puesta en común pudiera venir bien.
En cuanto le ofreció la lanza Rick la tomó, envainando su sable primero. Decidió no preguntar e ignorar el líquido que había en la punta, menos mal que la mayoría había caído al suelo antes. En cuanto a la pregunta, contestó con lo único que tenía certeza: -Antes de girarme la vi meterse por esa calle de allí- Señaló al final del camino en el que estaban, hacia una callejuela a la izquierda. Explicado eso, pasó a la hipótesis: -Desde aquí lo que más llama la atención es la luz del faro y dentro de lo que cabe tal vez no sea tan distinto al torreón. (No es que tengamos mejor opción).- Lo último solo lo pensó. Cabía esa posibilidad, era inevitable, aunque el neoyorquino quería creer que aún en su huida desesperada Serena había tenido la cabeza suficiente para ubicar un posible refugio en vez de correr sin rumbo. Sin otra idea mejor, los dos comenzaron a correr, dejando cada vez más lejos los llantos del Viudo.
Tenían un objetivo que seguir, pero no era fácil cuando las calles de Rocavarancolia parecían un laberinto. Callejones sin salida, giros, cruces... Ni con lo grande que era Nueva York se había sentido tan abrumado por no saber por dónde tenía que ir que en ese momento. Entre lo apresurado que iban, el desconcierto y que había decidido que esta vez estaría más atento a su alrededor por si tenían otro encontronazo, la cabeza de Rick era un cúmulo de cosas a tener en cuenta que se iban sucediendo sin dar ni un segundo de respiro. Por suerte para ambos, no se equivocaron mucho y llegaron sin más dificultades frente al faro.
El chico reconocía que la construcción era enorme aún en su sencillez. Además, si no le bastaba con ello, el olor del agua salada le confirmaba sin lugar a dudas que estaban al lado del mar. Con el posible destino de Serena y Abel delante, se permitió parar y respirar más pausadamente antes de acercarse a la puerta. Con todo el esfuerzo del día se sentía para el arrastre, pero hasta que no dieran con los desaparecidos no podía ni quería parar. -(Con suerte estarán aquí)- pensó con esperanza. Lo único que le daba mala espina eran las gaviotas que graznaban en lo alto. Sonaban igual al menos, pero al mirarlas había algo que no terminaba de concretar que le parecía sospechoso. No le apetecía estar a descubierto entre lo extraño de eso y por si el mostruo había decidido seguirles para vengarse. Una vez delante de la entrada, miró a Kalna para asegurarse de que estaba preparada. Esperaba que estuvieran en lo cierto, pero si tenían la mala suerte de que ahí dentro había algo en vez de sus compañeros tendrían que estar listos para defenderse y salir corriendo de nuevo. -Vale, voy a abrir- declaró poniendo la mano en el picaporte. Dado que las armas las tenía él, prefería entrar primero si con ello los posibles peligros se pensaban mejor si atacar o no.
Abrió y comenzó a avanzar lanza por delante, atento al interior. El problema fue que Rick se centró demasiado en ver si había algo al fondo y no tanto lo que quedaba debajo de él. Se dio cuenta de ello en cuanto tropezó con el primer barril. Entrando en tensión, pensando que efectivamente el lugar no era seguro y acababan de cagarla al entrar, sacó reflejos para caer a un lado usando la lanza en vertical como apoyo junto a la mano suelta. De milagro no acabó con la cara en el suelo ni siguió rodando en la improvisada trampa. (Mierda, mierda, mierda). Se estaba preparando para levantarse y salir de allí, primero mirando qué monstruosidad tenía delante esta vez. Pero lejos de ser otro ser como el anterior, era sus compañeros cerca de una escalera. La tensión se desvaneció junto a un suspiro cansado. -Por fin- dijo mirando a uno y a otro. No parecían heridos, lo cual era todo un alivio. Rick comenzó a incorporarse, terminando de hablar con sinceridad: -Menos mal que estáis bien.-
En cuanto le ofreció la lanza Rick la tomó, envainando su sable primero. Decidió no preguntar e ignorar el líquido que había en la punta, menos mal que la mayoría había caído al suelo antes. En cuanto a la pregunta, contestó con lo único que tenía certeza: -Antes de girarme la vi meterse por esa calle de allí- Señaló al final del camino en el que estaban, hacia una callejuela a la izquierda. Explicado eso, pasó a la hipótesis: -Desde aquí lo que más llama la atención es la luz del faro y dentro de lo que cabe tal vez no sea tan distinto al torreón. (No es que tengamos mejor opción).- Lo último solo lo pensó. Cabía esa posibilidad, era inevitable, aunque el neoyorquino quería creer que aún en su huida desesperada Serena había tenido la cabeza suficiente para ubicar un posible refugio en vez de correr sin rumbo. Sin otra idea mejor, los dos comenzaron a correr, dejando cada vez más lejos los llantos del Viudo.
Tenían un objetivo que seguir, pero no era fácil cuando las calles de Rocavarancolia parecían un laberinto. Callejones sin salida, giros, cruces... Ni con lo grande que era Nueva York se había sentido tan abrumado por no saber por dónde tenía que ir que en ese momento. Entre lo apresurado que iban, el desconcierto y que había decidido que esta vez estaría más atento a su alrededor por si tenían otro encontronazo, la cabeza de Rick era un cúmulo de cosas a tener en cuenta que se iban sucediendo sin dar ni un segundo de respiro. Por suerte para ambos, no se equivocaron mucho y llegaron sin más dificultades frente al faro.
El chico reconocía que la construcción era enorme aún en su sencillez. Además, si no le bastaba con ello, el olor del agua salada le confirmaba sin lugar a dudas que estaban al lado del mar. Con el posible destino de Serena y Abel delante, se permitió parar y respirar más pausadamente antes de acercarse a la puerta. Con todo el esfuerzo del día se sentía para el arrastre, pero hasta que no dieran con los desaparecidos no podía ni quería parar. -(Con suerte estarán aquí)- pensó con esperanza. Lo único que le daba mala espina eran las gaviotas que graznaban en lo alto. Sonaban igual al menos, pero al mirarlas había algo que no terminaba de concretar que le parecía sospechoso. No le apetecía estar a descubierto entre lo extraño de eso y por si el mostruo había decidido seguirles para vengarse. Una vez delante de la entrada, miró a Kalna para asegurarse de que estaba preparada. Esperaba que estuvieran en lo cierto, pero si tenían la mala suerte de que ahí dentro había algo en vez de sus compañeros tendrían que estar listos para defenderse y salir corriendo de nuevo. -Vale, voy a abrir- declaró poniendo la mano en el picaporte. Dado que las armas las tenía él, prefería entrar primero si con ello los posibles peligros se pensaban mejor si atacar o no.
Abrió y comenzó a avanzar lanza por delante, atento al interior. El problema fue que Rick se centró demasiado en ver si había algo al fondo y no tanto lo que quedaba debajo de él. Se dio cuenta de ello en cuanto tropezó con el primer barril. Entrando en tensión, pensando que efectivamente el lugar no era seguro y acababan de cagarla al entrar, sacó reflejos para caer a un lado usando la lanza en vertical como apoyo junto a la mano suelta. De milagro no acabó con la cara en el suelo ni siguió rodando en la improvisada trampa. (Mierda, mierda, mierda). Se estaba preparando para levantarse y salir de allí, primero mirando qué monstruosidad tenía delante esta vez. Pero lejos de ser otro ser como el anterior, era sus compañeros cerca de una escalera. La tensión se desvaneció junto a un suspiro cansado. -Por fin- dijo mirando a uno y a otro. No parecían heridos, lo cual era todo un alivio. Rick comenzó a incorporarse, terminando de hablar con sinceridad: -Menos mal que estáis bien.-
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Faro
13/08/23, 07:40 pm
Le consolaba algo que aquella hipótesis estuviera basada en que había visto a Serena correr en una dirección concreta, aunque no sabía hasta qué punto podían fiarse de que la chica hubiera ido hacia lo que parecía el lugar más seguro; a fin de cuentas era una inconsciente que había abandonado el torreón sola y desarmada. No es que a ella se le ocurriera una opción mejor, de todas maneras, y no perdían nada yendo.
—Podemos mirar si en el faro hay más cosas útiles, ya que vamos —le respondió, pensando precisamente en los pocos medios que habían tenido antes. Si encontraban vendas, o aguja e hilo, o algo para entablillar huesos rotos… cualquier cosa se agradecería en las circunstancias en las que estaban.
El entramado de calles sin sentido, que llevaban a sitios sin salida o a más y más cruces y en los que tan fácil era perderse le recordaba un poco a las zonas más pobres de las ciudades de Libo, cuando había tenido que verlas de pasada yendo a otra ciudad. Podría haberle sacado más parecidos o diferencias si se hubiera fijado más en aquellas zonas, o tal vez solo estaba intentando buscar algo más familiar que la desconocida Rocavarancolia mientras corría por ella. Dejó que Rick guiase, fijándose de manera casi obsesiva en todas las paredes, como si aquel ser de oscuridad fuera a aparecer en cualquier momento deslizándose por una. Por suerte, no parecía haberles seguido.
El faro era igual o más soso que el torreón. Sin una sola decoración en la piedra, ni la más mínima talla o variación del material. Sí, era impresionante en altura, pero es que era feísimo. Parecía que en Rocavarancolia no les importase nada tener edificios feos, o a medio derruir, y eso era algo que su mente aún no terminaba de entender. Más que milagros y portentos, parecía una ciudad de escombros. El graznido de los pájaros hizo que mirase hacia arriba, pero no supo ver nada extraño, pues no reconocía de qué se trataba. Podía haber existido en Libo, en la zona de los pueblos costeros, o ser como las gallinas, y que nunca hubiera podido ver uno ni aun conociendo toda la fauna de su mundo.
Asintió a Rick cuando este dijo que entraría, y preparó el escudo por si acaso. La sangre que le corría por la cara y el cuello era un recordatorio de que necesitaba ser cuidadosa y no acabar aún peor. El ver a Rick tropezar hizo que se pusiera en alerta, con las pupilas afiladas y el cuerpo en tensión. Por suerte el humano no se cayó, y lo que había provocado eso eran Serena y Abel. Podría haberles concedido la utilidad de aquello para ganar segundos contra una posible amenaza, pero es que el dichoso monstruo atravesaba paredes, así que no les habría servido de mucho.
—No parece que esa cosa nos haya seguido —dijo, echando un último vistazo antes de cerrar la puerta —. Pero no hace falta que volváis a montar una barricada, atraviesa las paredes.
No había crítica en aquello. Iban delante de ella, posiblemente no lo hubieran visto. Miró hacia la escalera. Tendrían que explorar que no hubiera nada peligroso arriba si iban a quedarse, o volver al torreón ya y arriesgarse a que el monstruo les atacase de nuevo, pero no quería pensar en qué hacer. La mano le dolía, y solo podía pensar en encontrar algo para poder curarse.
—Podemos mirar si en el faro hay más cosas útiles, ya que vamos —le respondió, pensando precisamente en los pocos medios que habían tenido antes. Si encontraban vendas, o aguja e hilo, o algo para entablillar huesos rotos… cualquier cosa se agradecería en las circunstancias en las que estaban.
El entramado de calles sin sentido, que llevaban a sitios sin salida o a más y más cruces y en los que tan fácil era perderse le recordaba un poco a las zonas más pobres de las ciudades de Libo, cuando había tenido que verlas de pasada yendo a otra ciudad. Podría haberle sacado más parecidos o diferencias si se hubiera fijado más en aquellas zonas, o tal vez solo estaba intentando buscar algo más familiar que la desconocida Rocavarancolia mientras corría por ella. Dejó que Rick guiase, fijándose de manera casi obsesiva en todas las paredes, como si aquel ser de oscuridad fuera a aparecer en cualquier momento deslizándose por una. Por suerte, no parecía haberles seguido.
El faro era igual o más soso que el torreón. Sin una sola decoración en la piedra, ni la más mínima talla o variación del material. Sí, era impresionante en altura, pero es que era feísimo. Parecía que en Rocavarancolia no les importase nada tener edificios feos, o a medio derruir, y eso era algo que su mente aún no terminaba de entender. Más que milagros y portentos, parecía una ciudad de escombros. El graznido de los pájaros hizo que mirase hacia arriba, pero no supo ver nada extraño, pues no reconocía de qué se trataba. Podía haber existido en Libo, en la zona de los pueblos costeros, o ser como las gallinas, y que nunca hubiera podido ver uno ni aun conociendo toda la fauna de su mundo.
Asintió a Rick cuando este dijo que entraría, y preparó el escudo por si acaso. La sangre que le corría por la cara y el cuello era un recordatorio de que necesitaba ser cuidadosa y no acabar aún peor. El ver a Rick tropezar hizo que se pusiera en alerta, con las pupilas afiladas y el cuerpo en tensión. Por suerte el humano no se cayó, y lo que había provocado eso eran Serena y Abel. Podría haberles concedido la utilidad de aquello para ganar segundos contra una posible amenaza, pero es que el dichoso monstruo atravesaba paredes, así que no les habría servido de mucho.
—No parece que esa cosa nos haya seguido —dijo, echando un último vistazo antes de cerrar la puerta —. Pero no hace falta que volváis a montar una barricada, atraviesa las paredes.
No había crítica en aquello. Iban delante de ella, posiblemente no lo hubieran visto. Miró hacia la escalera. Tendrían que explorar que no hubiera nada peligroso arriba si iban a quedarse, o volver al torreón ya y arriesgarse a que el monstruo les atacase de nuevo, pero no quería pensar en qué hacer. La mano le dolía, y solo podía pensar en encontrar algo para poder curarse.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Faro
16/08/23, 11:22 am
Cuando la puerta comenzó a abrir, Abel sacó la espada de su funda y retrocedió con rapidez. Esta temblaba tanto entre sus manos que probablemente caería con cualquier objeto que le rozase un poco.
La figura que entró por la puerta tropezó, pero la trampa no fue efectiva del todo, ya que el efecto rodante que esperaban nunca ocurrió. El joven sintió verdadero pánico, ya nada los separaba del enemigo, y Serena y él no eran guerreros ni sabían un mínimo sobre cómo defenderse, por lo que su mente solo podía pensar en la inminente muerte que los aguardaba. Sin embargo, enseguida pudo calmarse al reconocer la identidad de aquellos que pasaron por la puerta, eran Rick y Kalna. Abel casi se cae al suelo de la emoción al comprobar que no era un monstruo, sino que eran sus compañeros de torreón y que ambos estaban vivos.
- No… no puedo creer que estéis aquí – le contestó Abel a Rick con una sonrisa de puro alivio dibujada en la cara, la cual enseguida se desvaneció por completo al ver las heridas de Kalna.
Bocados imposibles, manchas de sangre y un dedo torcido, todo ello se perfilaba sobre la piel de la valiente joven. Abel se tapaba la boca con ambas manos por la amarga sorpresa y también para que la joven no viese la expresión de angustia que se había dibujado en su cara.
- ¿Estás bien? – alcanzó a preguntar, esperando que la chica le dijera que no pasaba nada y que esas heridas solo eran tonterías.
Puede que los cuatro juntos estuviesen ahora más seguros, o al igual eso tampoco quería decir mucho, ya que la chica indicó que esa cosa podía atravesar las paredes y que su improvisada trampa no serviría de nada. Abel sintió nauseas, ¿Quería decir eso que en Rocavarancolia no había ningún lugar seguro? Ni el torreón ni el faro, las paredes no servían de nada, solo podían resignarse a estar siempre alerta y preparados para luchar.
- Puede que esté esperando a que volvamos… - le contestó Abel a Kalna, sin parar de mirar sus heridas con preocupación y miedo; esa cosa la había intentado comer. Tenía claro que no quería salir del faro por el momento, más viendo lo que ese monstruo podía llegarle a hacer a alguien. - No estoy del todo seguro, pero aquí no parece que haya nadie, por lo que tal vez nos podemos ocultar aquí por ahora. - dijo este con cierto tono de inseguridad.
Pudo notar a Kalna mirando hacia las escaleras, parecía que ella también estaba valorando la posibilidad refugiarse en el torreón, lo que alegraba bastante Abel, ya que había comprobado el carácter de la chica y no creía que esta fuese a admitir replica alguna si decidía que tenían que salir.
- El sótano no es un buen lugar para esconderse, pero hemos encontrado herramientas que a lo mejor pueden ser útiles– les dijo el chico señalando los martillos que llevaba encima.
Recordaba lo claustrofóbico que había resultado meterse allí y como Serena le había encontrado fácilmente entre los barriles. Si volvían a esconderse allí, podía pasar lo mismo. Es más, la única salida que tendrían sería correr hacia la trampilla. Por otro lado, aunque a Abel le seguía poniendo nervioso subir, era verdad que la edificación se extendía más hacia arriba que hacia abajo, era posible que allí encontraran un mejor escondite o algo con lo que hacer frente al peligro.
- Quizás subir es más seguro que quedarnos aquí… frente a la puerta…- murmuró el chico, sin mucha seguridad en lo que decía, ya que la verdad es que cualquier opción le parecía peligrosa y sentía que en realidad no tenían escapatoria.
Con todo, el chico agradeció que ninguno de los dos hubiese mostrado ningún tipo de agresividad hacia Serena, ya que sus acciones eran el motivo claro y silencioso por el que se encontraban los tres allí. También le alegraba que ninguno le recriminase las palabras culpabilizadoras que él mismo les había escupido antes de irse. Rick ya había mostrado su talante amable en numerosas ocasiones, por lo que Abel esperaba colaboración por su parte y, además, agradecía que estuviese allí para calmar los ánimos si Kalna se enfadaba. Por otro lado, las humillaciones de Kalna hacia Serena seguían frescas en el recuerdo, por lo que rezaba interiormente para que la chica lo dejase correr y se centrase en la supervivencia grupal.
La figura que entró por la puerta tropezó, pero la trampa no fue efectiva del todo, ya que el efecto rodante que esperaban nunca ocurrió. El joven sintió verdadero pánico, ya nada los separaba del enemigo, y Serena y él no eran guerreros ni sabían un mínimo sobre cómo defenderse, por lo que su mente solo podía pensar en la inminente muerte que los aguardaba. Sin embargo, enseguida pudo calmarse al reconocer la identidad de aquellos que pasaron por la puerta, eran Rick y Kalna. Abel casi se cae al suelo de la emoción al comprobar que no era un monstruo, sino que eran sus compañeros de torreón y que ambos estaban vivos.
- No… no puedo creer que estéis aquí – le contestó Abel a Rick con una sonrisa de puro alivio dibujada en la cara, la cual enseguida se desvaneció por completo al ver las heridas de Kalna.
Bocados imposibles, manchas de sangre y un dedo torcido, todo ello se perfilaba sobre la piel de la valiente joven. Abel se tapaba la boca con ambas manos por la amarga sorpresa y también para que la joven no viese la expresión de angustia que se había dibujado en su cara.
- ¿Estás bien? – alcanzó a preguntar, esperando que la chica le dijera que no pasaba nada y que esas heridas solo eran tonterías.
Puede que los cuatro juntos estuviesen ahora más seguros, o al igual eso tampoco quería decir mucho, ya que la chica indicó que esa cosa podía atravesar las paredes y que su improvisada trampa no serviría de nada. Abel sintió nauseas, ¿Quería decir eso que en Rocavarancolia no había ningún lugar seguro? Ni el torreón ni el faro, las paredes no servían de nada, solo podían resignarse a estar siempre alerta y preparados para luchar.
- Puede que esté esperando a que volvamos… - le contestó Abel a Kalna, sin parar de mirar sus heridas con preocupación y miedo; esa cosa la había intentado comer. Tenía claro que no quería salir del faro por el momento, más viendo lo que ese monstruo podía llegarle a hacer a alguien. - No estoy del todo seguro, pero aquí no parece que haya nadie, por lo que tal vez nos podemos ocultar aquí por ahora. - dijo este con cierto tono de inseguridad.
Pudo notar a Kalna mirando hacia las escaleras, parecía que ella también estaba valorando la posibilidad refugiarse en el torreón, lo que alegraba bastante Abel, ya que había comprobado el carácter de la chica y no creía que esta fuese a admitir replica alguna si decidía que tenían que salir.
- El sótano no es un buen lugar para esconderse, pero hemos encontrado herramientas que a lo mejor pueden ser útiles– les dijo el chico señalando los martillos que llevaba encima.
Recordaba lo claustrofóbico que había resultado meterse allí y como Serena le había encontrado fácilmente entre los barriles. Si volvían a esconderse allí, podía pasar lo mismo. Es más, la única salida que tendrían sería correr hacia la trampilla. Por otro lado, aunque a Abel le seguía poniendo nervioso subir, era verdad que la edificación se extendía más hacia arriba que hacia abajo, era posible que allí encontraran un mejor escondite o algo con lo que hacer frente al peligro.
- Quizás subir es más seguro que quedarnos aquí… frente a la puerta…- murmuró el chico, sin mucha seguridad en lo que decía, ya que la verdad es que cualquier opción le parecía peligrosa y sentía que en realidad no tenían escapatoria.
Con todo, el chico agradeció que ninguno de los dos hubiese mostrado ningún tipo de agresividad hacia Serena, ya que sus acciones eran el motivo claro y silencioso por el que se encontraban los tres allí. También le alegraba que ninguno le recriminase las palabras culpabilizadoras que él mismo les había escupido antes de irse. Rick ya había mostrado su talante amable en numerosas ocasiones, por lo que Abel esperaba colaboración por su parte y, además, agradecía que estuviese allí para calmar los ánimos si Kalna se enfadaba. Por otro lado, las humillaciones de Kalna hacia Serena seguían frescas en el recuerdo, por lo que rezaba interiormente para que la chica lo dejase correr y se centrase en la supervivencia grupal.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Faro
17/08/23, 06:30 pm
Fuera suerte o no, Rick podía tener la conciencia tranquila de que ya no estaba nadie solo y, en principio, no parecía que Serena fuera a salir corriendo de allí también. Ya en pie (se habría sacudido la ropa, pero a esas alturas no iba a mejorarla con eso ni de coña), sonrió ligeramente con las palabras de Abel. -Lo mismo digo. Pensaba que os habíamos perdido, pero por suerte aquí estamos.- le contestó. Era curioso tener un momento de calma después de todos los desastres de ese día, a pesar de que aún seguían los cuatro en un sitio desconocido y lejos del grupo. Quedaba mucho por hacer, pero era un respiro que no iba a aprovechar en lo posible.
"En lo posible" se tradujo en que en cuanto Kalna contó cierto detalle del monstruo se giró a ella incrédulo. -¿Cómo que atraviesa paredes?- preguntó serio notando como la tensión volvía a acampar en su cabeza. Dejó escapar algún vistazo hacia la puerta y sus alrededores por si esa cosa se decidía a aparecer en ese momento. Ya suficiente miedo daba lo que le había hecho a la libense en un momento, ¿encima podría buscarlos sin que importara que se refugiaran? Solo pensarlo le ponía los pelos de punta, pero... Había algo que no le terminaba de encajar al neoyorquino. -No parecía que tuviera intención de seguir atacando. Después de que Kalna se defendiera simplemente se quedó allí enmedio... sollozando- explicó su punto de vista sobre la teoría del chico decantándose por la propuesta de la militar. Le costó encontrar una palabra exacta para lo que había hecho el "espíritu" principalmente porque todavía le asombraba la reacción que tuvo. Si quisiera matarlos les habría seguido, ¿no?
Lo siguiente que dijo Abel le hizo arquear las cejas y, de no llevar la lanza, se habría cruzado de brazos también. Vale que acababan de entrar, aunque acercándose al faro no habían visto nada raro o que indicase que allí viviera alguien. -(Quitando los pájaros, claro)- se corrigió rápidamente. -Si no habéis notado nada fuera de lugar podría ser un caso como el torreón ayer- prefirió aventurar para calmar un poco la tensión. Si era otro refugio tal vez tuvieran camas más arriba y otras cosas que podrían venirles bien al grupo si volvían con ellas.
Asintió a los descubrimientos que habían hecho los dos. Estaba bien contar con más cosas en el sótano y ver que no había nada acechando allí abajo. No es que fueran armas al uso, pero los martillos y la pala podían ayudarles a defenderse a unas malas. Ya solo quedaba una parte del lugar para comprobar que era seguro.
Rick se acercó al primer peldaño de la escalera de madera, fijándose en el estado lamentable de la barandilla de paso. -Es posible...- dejaría salir mirando el trayecto de los peldaños. El chico intentaba prestar atención por si escuchaba algo desde allí que pudiera advertirle que subir era una mala idea, pero por más que se concentrase no notó nada. No le parecía mal descansar un poco antes de volver, todo lo que había pasado le había dejado hecho polvo, pero tenían que asegurarse de que no corrían peligro allí antes. Miró a los tres con decisión, dispuesto a lo que vieran mejor. -¿Subimos entonces?- preguntó para asegurarse antes de seguir los escalones.
"En lo posible" se tradujo en que en cuanto Kalna contó cierto detalle del monstruo se giró a ella incrédulo. -¿Cómo que atraviesa paredes?- preguntó serio notando como la tensión volvía a acampar en su cabeza. Dejó escapar algún vistazo hacia la puerta y sus alrededores por si esa cosa se decidía a aparecer en ese momento. Ya suficiente miedo daba lo que le había hecho a la libense en un momento, ¿encima podría buscarlos sin que importara que se refugiaran? Solo pensarlo le ponía los pelos de punta, pero... Había algo que no le terminaba de encajar al neoyorquino. -No parecía que tuviera intención de seguir atacando. Después de que Kalna se defendiera simplemente se quedó allí enmedio... sollozando- explicó su punto de vista sobre la teoría del chico decantándose por la propuesta de la militar. Le costó encontrar una palabra exacta para lo que había hecho el "espíritu" principalmente porque todavía le asombraba la reacción que tuvo. Si quisiera matarlos les habría seguido, ¿no?
Lo siguiente que dijo Abel le hizo arquear las cejas y, de no llevar la lanza, se habría cruzado de brazos también. Vale que acababan de entrar, aunque acercándose al faro no habían visto nada raro o que indicase que allí viviera alguien. -(Quitando los pájaros, claro)- se corrigió rápidamente. -Si no habéis notado nada fuera de lugar podría ser un caso como el torreón ayer- prefirió aventurar para calmar un poco la tensión. Si era otro refugio tal vez tuvieran camas más arriba y otras cosas que podrían venirles bien al grupo si volvían con ellas.
Asintió a los descubrimientos que habían hecho los dos. Estaba bien contar con más cosas en el sótano y ver que no había nada acechando allí abajo. No es que fueran armas al uso, pero los martillos y la pala podían ayudarles a defenderse a unas malas. Ya solo quedaba una parte del lugar para comprobar que era seguro.
Rick se acercó al primer peldaño de la escalera de madera, fijándose en el estado lamentable de la barandilla de paso. -Es posible...- dejaría salir mirando el trayecto de los peldaños. El chico intentaba prestar atención por si escuchaba algo desde allí que pudiera advertirle que subir era una mala idea, pero por más que se concentrase no notó nada. No le parecía mal descansar un poco antes de volver, todo lo que había pasado le había dejado hecho polvo, pero tenían que asegurarse de que no corrían peligro allí antes. Miró a los tres con decisión, dispuesto a lo que vieran mejor. -¿Subimos entonces?- preguntó para asegurarse antes de seguir los escalones.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Faro
18/08/23, 12:36 pm
Aparte del insulto al feng shui que es la decoración de las habitaciones del faro, los cosechados se encontrarán un nido enorme en el centro del salón que se abre paso ante ellos y un suelo lleno de cacas. El nido está formado por ramas, armas viejas, libros en su mayoría rotos, restos de madera podrida... Dentro de este hay cascarones de dos huevos que perfectamente podrían haber albergado un chihuahua. A pesar de la escasa luz que entra en esa primera planta, los recién llegados podrán vislumbrar una figura diminuta frente a ellos, borrosa, que se esconde tras la puerta que da a la cocina. También escucharán el "pat, pat, pat" ligero y poco amenazador de otra criatura caminando en la planta de arriba.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Faro
18/08/23, 01:35 pm
Su cuerpo se destensó al comprobar que eran ellos y que no parecían heridos. Bajó el escudo, aunque no iba a quedarse tranquila hasta que comprobasen que no había nada arriba. Si Rick tenía razón y el faro era otro refugio como el torreón no debería haber nada peligroso, pero nada les aseguraba que fuera así, y ser precavida de más era siempre mejor que ser descuidada y acabar muerta por ello. La posibilidad de que más cosechados estuvieran allí la había descartado porque no habían salido ya a defenderse, o cuando Serena y Abel hubieran llegado.
—Le vi atravesar paredes antes de alcanzarme —le confirmó a Rick, aunque asintió a lo que decía —.Pero no le he visto moverse ni seguirnos desde entonces… Aunque tampoco me fio de que no vuelva a atacarnos si volvemos.
Podía no haberle hecho nada grave hasta que ella le hubiera destrozado un ojo, sí, pero recordaba el contacto de la oscuridad en su nuca lo bastante bien como para no fiarse de que fuera “inofensivo” mientras no se le atacase, por mucho que estuviera llorando. Podía ser actuado, algún tipo de trampa para que se acercaran y poder atacarles de nuevo.
A Kalna no le hacía falta ver del todo la cara de Abel para saber que estaba mirando su mano destrozada y que no le gustaba aquello, pero la pregunta le resultó absurda. «¿Tú qué crees? ¿Qué estoy bien con el dedo así? ¿Sin poder utilizar armas y ser útil?»
—Podría estar peor —respondió sin embargo, encogiéndose de hombros— Hay que buscar algo para entablillarlo, vendas, o cualquier cosa útil. En el torreón no hay demasiado, así que si lo encontramos aquí sería de gran ayuda.
El que hubieran encontrado herramientas abajo era una buena señal, y si había martillos y una pala igual podía haber cosas útiles en otras plantas. Con lo que explicó Abel respecto al sótano no le parecía una buena opción para ocultarse, pero esperaba que no tuvieran que hacerlo y que fuera un sitio seguro. No descartaba tener que pasar allí un tiempo, al menos hasta asegurarse de que el monstruo de afuera se hubiera ido y pudieran volver al torreón de forma segura. Esperaba que ese tiempo no fuera antes de que se hiciera de noche, y que pudieran volver ese mismo día, porque no pensaba salir a la calle sin que fuera de día.
Dejó que Rick subiera primero cuando tomaron la decisión de hacerlo, ya que iba armado, pero se quedó el escudo para poder protegerse. Subió las escaleras con calma, mirando a todos lados, y cuando llegó arriba se quedó parada unos segundos. Apenas se fijó en todos los muebles desparejados, pues solo podía ver aquel nido gigante con huevos enormes. Parecía hecho con materiales muy diversos, y las armas destacaban para la linense, que quería ver si alguna estaba en mejores condiciones que las del torreón.
Miró alrededor, en busca de animales, pero solo vió algo difuso detrás de una puerta, y los pasos que sonaban arriba no eran nada amenazantes. Sin poder resistir la curiosidad se acercó más al nido, en busca de algún arma útil, o de algún trozo de madera en suficientes buenas condiciones como para usarlo para entablillarse el dedo roto. No pensaba soltar el escudo por si acaso algo decidía lanzarse contra ella, pero confiaba en que no fuera así.
—Le vi atravesar paredes antes de alcanzarme —le confirmó a Rick, aunque asintió a lo que decía —.Pero no le he visto moverse ni seguirnos desde entonces… Aunque tampoco me fio de que no vuelva a atacarnos si volvemos.
Podía no haberle hecho nada grave hasta que ella le hubiera destrozado un ojo, sí, pero recordaba el contacto de la oscuridad en su nuca lo bastante bien como para no fiarse de que fuera “inofensivo” mientras no se le atacase, por mucho que estuviera llorando. Podía ser actuado, algún tipo de trampa para que se acercaran y poder atacarles de nuevo.
A Kalna no le hacía falta ver del todo la cara de Abel para saber que estaba mirando su mano destrozada y que no le gustaba aquello, pero la pregunta le resultó absurda. «¿Tú qué crees? ¿Qué estoy bien con el dedo así? ¿Sin poder utilizar armas y ser útil?»
—Podría estar peor —respondió sin embargo, encogiéndose de hombros— Hay que buscar algo para entablillarlo, vendas, o cualquier cosa útil. En el torreón no hay demasiado, así que si lo encontramos aquí sería de gran ayuda.
El que hubieran encontrado herramientas abajo era una buena señal, y si había martillos y una pala igual podía haber cosas útiles en otras plantas. Con lo que explicó Abel respecto al sótano no le parecía una buena opción para ocultarse, pero esperaba que no tuvieran que hacerlo y que fuera un sitio seguro. No descartaba tener que pasar allí un tiempo, al menos hasta asegurarse de que el monstruo de afuera se hubiera ido y pudieran volver al torreón de forma segura. Esperaba que ese tiempo no fuera antes de que se hiciera de noche, y que pudieran volver ese mismo día, porque no pensaba salir a la calle sin que fuera de día.
Dejó que Rick subiera primero cuando tomaron la decisión de hacerlo, ya que iba armado, pero se quedó el escudo para poder protegerse. Subió las escaleras con calma, mirando a todos lados, y cuando llegó arriba se quedó parada unos segundos. Apenas se fijó en todos los muebles desparejados, pues solo podía ver aquel nido gigante con huevos enormes. Parecía hecho con materiales muy diversos, y las armas destacaban para la linense, que quería ver si alguna estaba en mejores condiciones que las del torreón.
Miró alrededor, en busca de animales, pero solo vió algo difuso detrás de una puerta, y los pasos que sonaban arriba no eran nada amenazantes. Sin poder resistir la curiosidad se acercó más al nido, en busca de algún arma útil, o de algún trozo de madera en suficientes buenas condiciones como para usarlo para entablillarse el dedo roto. No pensaba soltar el escudo por si acaso algo decidía lanzarse contra ella, pero confiaba en que no fuera así.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Faro
18/08/23, 01:53 pm
El sonido de patitas sobre sus cabezas desaparece enseguida y la criatura que se ha escondido tras la puerta no vuelve a dejarse ver.
Para decepción de la libense, no hay ni un solo arma en mejor estado que aquellas de las que disponen en el torreón. Son todas pequeñas: dagas, espadas cortas, puntas de lanza, flechas.... y todas se encuentran oxidadas o podridas, allí donde hay madera. Los restos de naufragio tampoco ofrecen nada destacable y la mayoría de libros están desgarrados, como si hubieran pasado un cuchillo serrado por sus lomos, aunque no ayuda que muchos de ellos sean de tapa blanda. Todos excepto uno, cuya encuadernación en cuero le ha protegido de cualquier daño irreparable, aunque su existencia no ha sobrevivido a las defecaciones de lo que sea que habite ese nido. El libro se encuentra bocabajo y, si se acercan lo suficiente, podrán incluso leer la sinopsis:
Para decepción de la libense, no hay ni un solo arma en mejor estado que aquellas de las que disponen en el torreón. Son todas pequeñas: dagas, espadas cortas, puntas de lanza, flechas.... y todas se encuentran oxidadas o podridas, allí donde hay madera. Los restos de naufragio tampoco ofrecen nada destacable y la mayoría de libros están desgarrados, como si hubieran pasado un cuchillo serrado por sus lomos, aunque no ayuda que muchos de ellos sean de tapa blanda. Todos excepto uno, cuya encuadernación en cuero le ha protegido de cualquier daño irreparable, aunque su existencia no ha sobrevivido a las defecaciones de lo que sea que habite ese nido. El libro se encuentra bocabajo y, si se acercan lo suficiente, podrán incluso leer la sinopsis:
RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA escribió:¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario... (manchas de caca) ...picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de... (manchas de caca).
Más de 100 increíbles recet... (manchas de caca) ...y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Faro
18/08/23, 10:46 pm
Finalmente, se decidieron a subir a la planta de arriba. Aunque no sabían lo que les esperaba allí, las palabras de Kalna le habían confirmado que aún no era conveniente volver al torreón. Por lo tanto, subió dudoso por las escaleras, convenciendose de que era mejor que quedarse esperando abajo a que ocurriese cualquier cosa. Por suerte, Rick encabezó la marcha, cosa que le tranquilizó por no tener que ir el primero.
En cualquier caso, Kalna tenía razón en que era posible encontrar algo útil para el grupo en el faro, y ahora la prioridad era encontrar algo para tratar esas horrorosas heridas sobre las que él mismo no podía dejar de pensar.
- Sois muy valientes, yo no hubiese podido... - dijo Abel en voz baja mientras subían, sin acabar del todo la frase en referencia a Kalna y Rick, quienes se habían quedado atrás para enfrentar al monstruo.
Era muy consciente de que las dos veces que se había tenido que enfrentar a algún peligro había huido sin hacer nada y lo era todavía más de la cantidad de heridas que habían sufrido los que no lo habían hecho. No tenía el valor para enfrentarse a dichos monstruos y mucho menos la habilidad necesaria, pero para sobrevivir no podía permitirse continuar así. Sin embargo, por mucho que quisiese decirles que se esforzaría por luchar a su lado si hacía falta y aprender a hacerlo, no se atrevió a prometerles nada ni siquiera a prometerse a sí mismo un cambio, sabía que en estos casos solo contaban las acciones y, mientras escuchaba cada vez con más intensidad distintos ruidos originarse en los pisos de arriba, no se sentía demasiado capaz de comprometerse nada.
Una vez estuvieron en la planta de arriba, no pudo ahogar las preocupaciones en su garganta:
- ¿No... no se escuchan pasos arriba? - preguntò un tanto asustado, ya que, aunque parecian provenir de animalillos inofensivos, no podía estar seguro al cien por cien de su procedencia. Además, el hecho de que hubiese un nido enorme en medio del salón le resultaba desconcertante como mínimo.
Pese a su estado, Kalna no parecía en absoluto preocupada por nada de ello, ya que se acercó al nido a inspeccionar todo lo que había. Abel reparó en el par de huevos que había en este y rezó para que a nadie se le ocurriese la genial llevárselos para hacerse una tortilla francesa.
El chico seguía sin estar convencido, todo lo que estaba ocurriendo hacia que miles de alarmas sonaran dentro de su cabeza. No obstante, no quería volver a ser el miedica ni volver a palarizarse ante la adversidad, así que hizo un esfuerzo por acercarse con la chica para comprobar si había algo útil. Siempre a una distancia prudencial, en ningún caso se atrevería a hurgar en el nido ni a desastrarlo, pero, aun asi, quería ver si detectaba algún objeto que les pudiese servir.
Sin parar de mirar a todos lados con preocupación, Abel empezó a investigar, pero únicamente había armas desgastadas e incluso podridas. También había libros, pero todos excepto uno estaban a simple vista en un estado deplorable. No sin antes mirar hacia atrás otras tres o cuatro veces por si acaso, Abel se acercó para leer la sinopsis. A primera vista simplemente parecía un libro de cocina, pero cuando leyó la palabra "hechizos" no pudo evitar cogerlo.
- Creo que es... ¡Es un libro de magia! - exclamó con entusiasmo, sin levantar la voz. Aun estando en ese mundo, la posibilidad de que la magia fuese real era algo que le fascinaba y le fue imposible reprimir una sonrisa.- ¡Y tiene más 100 hechizos para cocinar!
Sin embargo, enseguida el entusiasmo se tornó en asco, cuando se dio cuenta de que estaba palpando los excrementos que envolvian parte del libro. - ¡Puaj! - exclamó, todavía en voz baja, motivado por la repulsión y soltando sin querer el libro a sus pies.
Avergonzado, el chico lo recogió enseguida y pidió al grupo si tenían algo con lo que limpiarlo. No solo por higiene sino por poder leer mejor lo que tenía escrito.
En cualquier caso, Kalna tenía razón en que era posible encontrar algo útil para el grupo en el faro, y ahora la prioridad era encontrar algo para tratar esas horrorosas heridas sobre las que él mismo no podía dejar de pensar.
- Sois muy valientes, yo no hubiese podido... - dijo Abel en voz baja mientras subían, sin acabar del todo la frase en referencia a Kalna y Rick, quienes se habían quedado atrás para enfrentar al monstruo.
Era muy consciente de que las dos veces que se había tenido que enfrentar a algún peligro había huido sin hacer nada y lo era todavía más de la cantidad de heridas que habían sufrido los que no lo habían hecho. No tenía el valor para enfrentarse a dichos monstruos y mucho menos la habilidad necesaria, pero para sobrevivir no podía permitirse continuar así. Sin embargo, por mucho que quisiese decirles que se esforzaría por luchar a su lado si hacía falta y aprender a hacerlo, no se atrevió a prometerles nada ni siquiera a prometerse a sí mismo un cambio, sabía que en estos casos solo contaban las acciones y, mientras escuchaba cada vez con más intensidad distintos ruidos originarse en los pisos de arriba, no se sentía demasiado capaz de comprometerse nada.
Una vez estuvieron en la planta de arriba, no pudo ahogar las preocupaciones en su garganta:
- ¿No... no se escuchan pasos arriba? - preguntò un tanto asustado, ya que, aunque parecian provenir de animalillos inofensivos, no podía estar seguro al cien por cien de su procedencia. Además, el hecho de que hubiese un nido enorme en medio del salón le resultaba desconcertante como mínimo.
Pese a su estado, Kalna no parecía en absoluto preocupada por nada de ello, ya que se acercó al nido a inspeccionar todo lo que había. Abel reparó en el par de huevos que había en este y rezó para que a nadie se le ocurriese la genial llevárselos para hacerse una tortilla francesa.
El chico seguía sin estar convencido, todo lo que estaba ocurriendo hacia que miles de alarmas sonaran dentro de su cabeza. No obstante, no quería volver a ser el miedica ni volver a palarizarse ante la adversidad, así que hizo un esfuerzo por acercarse con la chica para comprobar si había algo útil. Siempre a una distancia prudencial, en ningún caso se atrevería a hurgar en el nido ni a desastrarlo, pero, aun asi, quería ver si detectaba algún objeto que les pudiese servir.
Sin parar de mirar a todos lados con preocupación, Abel empezó a investigar, pero únicamente había armas desgastadas e incluso podridas. También había libros, pero todos excepto uno estaban a simple vista en un estado deplorable. No sin antes mirar hacia atrás otras tres o cuatro veces por si acaso, Abel se acercó para leer la sinopsis. A primera vista simplemente parecía un libro de cocina, pero cuando leyó la palabra "hechizos" no pudo evitar cogerlo.
- Creo que es... ¡Es un libro de magia! - exclamó con entusiasmo, sin levantar la voz. Aun estando en ese mundo, la posibilidad de que la magia fuese real era algo que le fascinaba y le fue imposible reprimir una sonrisa.- ¡Y tiene más 100 hechizos para cocinar!
Sin embargo, enseguida el entusiasmo se tornó en asco, cuando se dio cuenta de que estaba palpando los excrementos que envolvian parte del libro. - ¡Puaj! - exclamó, todavía en voz baja, motivado por la repulsión y soltando sin querer el libro a sus pies.
Avergonzado, el chico lo recogió enseguida y pidió al grupo si tenían algo con lo que limpiarlo. No solo por higiene sino por poder leer mejor lo que tenía escrito.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Faro
21/08/23, 10:40 am
Los tres aceptaron, así que Rick se dispuso a subir con cuidado, tanto por el temor de que alguno de los peldaños fuera tan viejo que se rompiera al pisar como por si escuchaba algo desde arriba mientras avanzaban. Tuvo suerte de que ninguna de las dos cosas ocurrió, pero no iba a dejar de estar en guardia por ello. -(Por si las moscas)- se dijo recordando el nuevo detalle sobre el monstruo de sombras.
El silencio que se había hecho durante el camino solo se vio interrumpido por las palabras de Abel. El neoyorquino bajó la cabeza un poco, lo justo para que desde atrás casi ni se notara. De ser un sitio más amplio tal vez se hubiera parado incluso. No encontraba nada que decirle para subirle el ánimo, ni siquiera tenía claro de que pudiera esa vez. Igualmente lo intentaría, al chico le hacía falta tanto como al resto o más después de esos días. -En situaciones así... Es complicado pensar con claridad. A veces te mueves por instinto, otras no te queda otra que serlo.- empezó a hablar algo sombrío, dudando en como seguir la frase. Se dio un momento para respirar y terminó: -Lo importante es que estamos siguiendo adelante juntos.- Deseaba que no tuvieran que enfrentarse a otro momento parecido, pero esa esperanza estaba moribunda a esas alturas. -(Al menos estaremos preparados para las siguientes)-
Llegaron a una nueva planta y le bastó simplemente llegar a la entrada para poner la lanza por delante y agarrarla con más fuerza. La habitación estaba patas arriba y poco podía sacar en claro de qué había sido en su momento. El movimiento cerca de la puerta lo vio de refilón aunque sin saber qué había sido. Su atención se centraba en el enorme nido que tenían delante. Quedaba claro el por qué de tantos pájaros fuera, pero lo que le hizo notar una gota de sudor frío fueron los dos cascarones. No se fiaba de estar en el nido de unas aves desconocidas, pero mucho menos si había polluelos allí. Abel le hizo notar las pisadas que venían de arriba y miró en esa dirección. Pat, pat, pat. Le recordaba a un vídeo de un lorito caminando que había visto hace tiempo, pero quitando lo tranquilo que sonaba aquello confirmaba que allí dentro había más cosas, fueran adultas o las crías. Y lo segundo le daba más miedo, la verdad.
El resto decidió acercarse a investigar, pero Rick prefirió quedarse algo atrás pendiente de las ventanas y algún posible cambio de los sonidos de arriba. Tenían que buscar algo para curar a Kalna, era posible que hubiera algo por allí, pero con el número que eran creyó prudente que al menos él estuviera atento por si las aves atacaban a los intrusos que habían llegado a su hogar.
Su vigilancia paró momentáneamente con el descubrimiento del español. En cuanto lo escuchó lo miró extrañado por lo que había escuchado. -¿Perdón? ¿Un libro de magia?- preguntó mientras se acercaba a ver el supuesto grimorio. El neoyorquino echó un vistazo rápido a la sinopsis, al menos lo que conseguía salir entre tanto excremento. "Grimorio de cocina" más que aclararle las dudas las aumentaba un poco. Llegados a ese punto podía aceptar que hubiera magia para tareas tan cotidianas, pero no por ello le parecía menos raro. -No, pero puedo mirar por aquí. Tal vez haya alguno entre los cajones- respondió a la petición de Abel.
Con una nueva misión, el chico se dirigió a los muebles más cercanos, sin quitar demasiada atención a su alrededor. Ya solo con acercarse tenía claro que no había muchas posibilidades, una buena parte de los cajones estaban entreabiertos o totalmente fuera del mueble, tanto vacíos como llenos de más caca de pájaro. El olor no era muy agradable, pero con un poco de esfuerzo podía ignorarlo. Abrió un par sin mucho éxito y, cuando probó en los cajones de una cómoda desgastada, encontró lo que andaba buscando. Dos trozos de tela, más o menos intactos que podían ayudar tanto al chico como a Kalna. Los sacó de allí y se dirigió al grupo.
-Aquí tienes, espero que sea suficiente- le tendió el primero de los trozos a Abel, para luego girarse a Kalna y ofrecerle el otro: -Había uno más, por si te sirve para vendarlo al menos.- Le faltaban más cosas para que el dedo curara decentemente, pero al menos era un comienzo. Con eso listo, volvió sin prisa a estar en guardia, avisando ahora de lo que opinaba de ese sitio: -Creo que no deberíamos de quedarnos mucho aquí. Si hay crías no me extrañaría que los de fuera quisieran protegerlas si nos ven en el nido.- Podía ser que no pasara nada de eso, claro, pero ya iban dos amenazas en un día. Rick lo que menos buscaba es que hubiera una tercera.
El silencio que se había hecho durante el camino solo se vio interrumpido por las palabras de Abel. El neoyorquino bajó la cabeza un poco, lo justo para que desde atrás casi ni se notara. De ser un sitio más amplio tal vez se hubiera parado incluso. No encontraba nada que decirle para subirle el ánimo, ni siquiera tenía claro de que pudiera esa vez. Igualmente lo intentaría, al chico le hacía falta tanto como al resto o más después de esos días. -En situaciones así... Es complicado pensar con claridad. A veces te mueves por instinto, otras no te queda otra que serlo.- empezó a hablar algo sombrío, dudando en como seguir la frase. Se dio un momento para respirar y terminó: -Lo importante es que estamos siguiendo adelante juntos.- Deseaba que no tuvieran que enfrentarse a otro momento parecido, pero esa esperanza estaba moribunda a esas alturas. -(Al menos estaremos preparados para las siguientes)-
Llegaron a una nueva planta y le bastó simplemente llegar a la entrada para poner la lanza por delante y agarrarla con más fuerza. La habitación estaba patas arriba y poco podía sacar en claro de qué había sido en su momento. El movimiento cerca de la puerta lo vio de refilón aunque sin saber qué había sido. Su atención se centraba en el enorme nido que tenían delante. Quedaba claro el por qué de tantos pájaros fuera, pero lo que le hizo notar una gota de sudor frío fueron los dos cascarones. No se fiaba de estar en el nido de unas aves desconocidas, pero mucho menos si había polluelos allí. Abel le hizo notar las pisadas que venían de arriba y miró en esa dirección. Pat, pat, pat. Le recordaba a un vídeo de un lorito caminando que había visto hace tiempo, pero quitando lo tranquilo que sonaba aquello confirmaba que allí dentro había más cosas, fueran adultas o las crías. Y lo segundo le daba más miedo, la verdad.
El resto decidió acercarse a investigar, pero Rick prefirió quedarse algo atrás pendiente de las ventanas y algún posible cambio de los sonidos de arriba. Tenían que buscar algo para curar a Kalna, era posible que hubiera algo por allí, pero con el número que eran creyó prudente que al menos él estuviera atento por si las aves atacaban a los intrusos que habían llegado a su hogar.
Su vigilancia paró momentáneamente con el descubrimiento del español. En cuanto lo escuchó lo miró extrañado por lo que había escuchado. -¿Perdón? ¿Un libro de magia?- preguntó mientras se acercaba a ver el supuesto grimorio. El neoyorquino echó un vistazo rápido a la sinopsis, al menos lo que conseguía salir entre tanto excremento. "Grimorio de cocina" más que aclararle las dudas las aumentaba un poco. Llegados a ese punto podía aceptar que hubiera magia para tareas tan cotidianas, pero no por ello le parecía menos raro. -No, pero puedo mirar por aquí. Tal vez haya alguno entre los cajones- respondió a la petición de Abel.
Con una nueva misión, el chico se dirigió a los muebles más cercanos, sin quitar demasiada atención a su alrededor. Ya solo con acercarse tenía claro que no había muchas posibilidades, una buena parte de los cajones estaban entreabiertos o totalmente fuera del mueble, tanto vacíos como llenos de más caca de pájaro. El olor no era muy agradable, pero con un poco de esfuerzo podía ignorarlo. Abrió un par sin mucho éxito y, cuando probó en los cajones de una cómoda desgastada, encontró lo que andaba buscando. Dos trozos de tela, más o menos intactos que podían ayudar tanto al chico como a Kalna. Los sacó de allí y se dirigió al grupo.
-Aquí tienes, espero que sea suficiente- le tendió el primero de los trozos a Abel, para luego girarse a Kalna y ofrecerle el otro: -Había uno más, por si te sirve para vendarlo al menos.- Le faltaban más cosas para que el dedo curara decentemente, pero al menos era un comienzo. Con eso listo, volvió sin prisa a estar en guardia, avisando ahora de lo que opinaba de ese sitio: -Creo que no deberíamos de quedarnos mucho aquí. Si hay crías no me extrañaría que los de fuera quisieran protegerlas si nos ven en el nido.- Podía ser que no pasara nada de eso, claro, pero ya iban dos amenazas en un día. Rick lo que menos buscaba es que hubiera una tercera.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Faro
22/08/23, 12:59 pm
«No hace falta que lo digas, ya sabemos que no hubieras podido», pensó Kalna al oír hablar a Abel. Su actitud desde el principio, el cómo se había comportado delante de los colaespinas, todo le había dejado claro a la linense que era un cobarde. Sabía bien que no podía decirlo, porque mantener las formas estaba siendo más necesario que nunca en Rocavarancolia, pero eso no iba a hacer que fuera a dedicarle ni una mínima palabra de aliento. Que Rick intentase hacerlo hizo que pusiera los ojos en blanco a penas un segundo antes de volver a su expresión neutra. Los humanos tenían muchas cosas raras, y que no vieran la cobardía como algo tan negativo como en Libo era una de ellas. Podía aceptarlo de Abel, que era un hombre, pero de Serena no tanto, y de todas maneras se suponía que, por lo que habían dicho, los humanos no creían en esas cosas.
La alerta de Abel por los pasos de arriba hizo que mirase hacia el techo. No parecían peligrosos, pero tampoco lo habían hecho las ratas antes de lanzarles las espinas, y ahora estaban mucho más heridos que antes. Aunque al hacer ruido les había alertado de que allí había algo, y eso en cierto modo les daba la ventaja de no ir a ciegas.
El nido estaba lleno de mierda, metafórica y literalmente. Las armas eran incluso peores que las que tenían, la madera estaba tan podrida que estaba segura de que se desharía en sus manos si la cogía, y el óxido del metal… Aquello era insalvable. No se iba a molestar en intentar recuperar ninguna. Lo que si llamó su atención fue un libro que estaba en relativas mejores condiciones que el resto, pero estaba lleno de cacas de pájaro y no iba a cogerlo con las manos. Por suerte lo hizo Abel, que podía ser un cobarde pero no parecía tener demasiados escrúpulos con la suciedad. «Algo bueno tenía que tener».
Magia. Aquel libro era de magia. Tenía hechizos. Aquello que les habían prometido estaba allí, en sus manos. Parecían hechizos para cocinar, lo cual no parecía tener ninguna utilidad defensiva u ofensiva, que a la libense le hubiera interesado mucho más, pero no iba a despreciar el conocimiento de hacer magia. Y tampoco es que ella supiera cocinar, y viendo que le habían hecho limpiar la idea de poder hacer las tareas domésticas con magia era mucho más apetecible que la perspectiva de tener que cocinar sin ella.
Rick fue a buscar algo para limpiar el libro, y ya de paso le llevó un pañuelo. Miró su mano unos segundos antes de mirarle a él y coger el pañuelo. Quería quejarse de que aquello no era ni de lejos suficiente, pero el humano no tenía la culpa de aquellas condiciones y le habían educado mejor como para pagar su enfado con quien no lo merecía. Aquello no había sido negligencia, ni desconocimiento, cosas que sí hubieran hecho que saltase; no tenía motivos para enfadarse con él por muchas ganas que tuviera de soltar su frustración.
—Gracias —respondió escuetamente.
Soltó el escudo y respiró hondo antes de recolocarse el dedo en una posición más natural y vendárselo junto al dedo corazón, buscando que quedase en una posición recta a falta de una tablilla con la que hacerlo.
El nido. Los pájaros de fuera. La conversación volvió a salir, y Rick tenía razón en que a lo mejor entraban a proteger a sus crías, y aquello era peor. Visto el tamaño de los huevos, aquellas cosas no debían ser pequeñas, y ya habían visto lo que podían hacer en aquella ciudad unos animalejos no demasiado grandes.
—Podemos volver al torreón, pero nada nos asegura que esa cosa no siga allí —era el único problema que le veía a irse tan pronto. En otra ocasión no le hubiera resultado problemático tomar ella una decisión, pero con la mano del arma en esas condiciones no podía luchar, y las dos opciones le parecían igual de malas: o les atacaban unos pájaros gigantes, o lo hacía una masa de oscuridad y ojos.
La alerta de Abel por los pasos de arriba hizo que mirase hacia el techo. No parecían peligrosos, pero tampoco lo habían hecho las ratas antes de lanzarles las espinas, y ahora estaban mucho más heridos que antes. Aunque al hacer ruido les había alertado de que allí había algo, y eso en cierto modo les daba la ventaja de no ir a ciegas.
El nido estaba lleno de mierda, metafórica y literalmente. Las armas eran incluso peores que las que tenían, la madera estaba tan podrida que estaba segura de que se desharía en sus manos si la cogía, y el óxido del metal… Aquello era insalvable. No se iba a molestar en intentar recuperar ninguna. Lo que si llamó su atención fue un libro que estaba en relativas mejores condiciones que el resto, pero estaba lleno de cacas de pájaro y no iba a cogerlo con las manos. Por suerte lo hizo Abel, que podía ser un cobarde pero no parecía tener demasiados escrúpulos con la suciedad. «Algo bueno tenía que tener».
Magia. Aquel libro era de magia. Tenía hechizos. Aquello que les habían prometido estaba allí, en sus manos. Parecían hechizos para cocinar, lo cual no parecía tener ninguna utilidad defensiva u ofensiva, que a la libense le hubiera interesado mucho más, pero no iba a despreciar el conocimiento de hacer magia. Y tampoco es que ella supiera cocinar, y viendo que le habían hecho limpiar la idea de poder hacer las tareas domésticas con magia era mucho más apetecible que la perspectiva de tener que cocinar sin ella.
Rick fue a buscar algo para limpiar el libro, y ya de paso le llevó un pañuelo. Miró su mano unos segundos antes de mirarle a él y coger el pañuelo. Quería quejarse de que aquello no era ni de lejos suficiente, pero el humano no tenía la culpa de aquellas condiciones y le habían educado mejor como para pagar su enfado con quien no lo merecía. Aquello no había sido negligencia, ni desconocimiento, cosas que sí hubieran hecho que saltase; no tenía motivos para enfadarse con él por muchas ganas que tuviera de soltar su frustración.
—Gracias —respondió escuetamente.
Soltó el escudo y respiró hondo antes de recolocarse el dedo en una posición más natural y vendárselo junto al dedo corazón, buscando que quedase en una posición recta a falta de una tablilla con la que hacerlo.
El nido. Los pájaros de fuera. La conversación volvió a salir, y Rick tenía razón en que a lo mejor entraban a proteger a sus crías, y aquello era peor. Visto el tamaño de los huevos, aquellas cosas no debían ser pequeñas, y ya habían visto lo que podían hacer en aquella ciudad unos animalejos no demasiado grandes.
—Podemos volver al torreón, pero nada nos asegura que esa cosa no siga allí —era el único problema que le veía a irse tan pronto. En otra ocasión no le hubiera resultado problemático tomar ella una decisión, pero con la mano del arma en esas condiciones no podía luchar, y las dos opciones le parecían igual de malas: o les atacaban unos pájaros gigantes, o lo hacía una masa de oscuridad y ojos.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Faro
22/08/23, 10:01 pm
Cuando Abel abra el libro por una página al azar de su grimorio, se encontrará con lo siguiente:
RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA escribió:• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.
- Instrucciones:
Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Faro
22/08/23, 11:33 pm
Enseguida Rick fue a buscar pañuelos, ofreciéndoselos tanto a Kalna como a él. Abel enseguida se lo agradeció con una sincera sonrisa. La predisposición a colaborar que el chico había mostrado durante ambos días lograba que ahora Abel no encontrase motivos para dudar de su fidelidad con el grupo. De hecho, en esos momentos agradecía tener a una persona que pudiese tener experiencia en manejarse con algún tipo de arma en el grupo, y no dudaba de que, si se diese el caso, fuese a usar su habilidad para protegerlos.
En cambio, cada vez era más consciente de los aires de superioridad con los que Kalna miraba al resto. Incluso en la situación tan difícil en la que se encontraban, se podía intuir la decepción general de la chica. Por su parte, Abel pensaba que la chica debía tener una opinión pésima de él y, por supuesto, no la culpaba, ya que pensaba que la inutilidad que había mostrado esos días más que justificaba esa actitud. Aunque a Abel le apenaba pensar que su compañera pudiese tener esa imagen de él, estaba dispuesto a ayudarla y así cambiar su opinión.
Limpió el grimorio todo lo que pudo y, aunque no pudo acabar de limpiar las manchas más secas, no iba dudar en abrir un posible libro mágico por ese motivo. En un principio, lo hojeó para buscar algún tipo de hechizo que pudiese servir para curar a Kalna. Sin embargo, todo lo que leía parecía indicar que allí solo encontraría hechizos relacionados con la cocina. Abel sentía que la frustración se apoderaba de él, ¿De verdad no había nada en ese faro que pudiese servirles? Por suerte, la siguiente página que leyó sí que llamó su atención; se trataba de un hechizo para invocar el fuego. No pudo evitar emocionarse un poco al pensar que ese tipo de magia existía, puesto que la había visto miles de veces en libros de fantasía e incluso la había incluido en sus propias historias.
Cuando se giró para contarle el descubrimiento a sus compañeros, los encontró debatiendo los planes que seguir a continuación y, todavía conmovido por haber hallado magia, les contestó con bastante ingenuidad:
- En el grimorio hay un hechizo para invocar fuego que nos puede ayudar– exclamó un tanto nervioso por el descubrimiento – Me parece bien volver, y si nos lo encontramos…- en medio de la frase se detuvo, ya que, por contento que estuviese, no quería para nada volver a ver esa pesadilla andante.- …quizás es útil contra un fantasma hecho de oscuridad.
De alguna manera, el cerebro fantasioso del chico había entendido mal cómo funcionaba la magia, precipitándose a la conclusión de que el libro era una especie de vector de poder mágico y que teniéndolo en sus manos y pronunciando el nombre del hechizo podría invocar el fuego instantáneamente.
- Mi… mirad – dijo en un tono nerviosísimo, agitándose por la emoción que le provocaba lo que iba a intentar hacer.
Así, Abel realizó lo que tantas veces había practicado en la soledad de su cuarto. Abrió hábilmente con la mano izquierda el libro por la página del hechizo, manteniéndolo abierto en esta. Bajó el brazo derecho con una elegancia fingida y exagerada, extendiendo la mano, la cual miró con intensidad. De tal manera, con una solemnidad que podía llegar a ser ridícula, pronunció:
- Invocar llamas.
Y no paso nada, pero nada de nada. Repitió la frase cuatro o cinco veces más, hasta que la vergüenza lo superó por completo. Rojo como un tomate, cerró el libro y simplemente les dijo en voz muy baja:
- Perdón… creía que funcionaría…
Decepcionado, el entusiasmo había desaparecido por completo. No sabía si alguno de sus compañeros podría hacerlo funcionar, pero sus esperanzas por hacer magia y por poder tener una mayor seguridad contra el monstruo habían sido aniquilidas. Por tanto, finalmente la decisión en cuanto a qué hacer la dejaría en manos de sus compañeros. Consideraba cualquiera de las opciones era peligrosa, el gran nido que presidía la habitación no paraba de recordárselo, por lo que, aun sin magia, estaba de acuerdo con volver.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
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