Plaza de los Colaespina

Cain se paró en seco en mitad de la plaza. Hacía ya tiempo que los bichos no se le acercaban, aunque nunca se le habían acercado en realidad. Miró al cielo y dejó que las lágrimas cayesen por sus mejillas ¿Por qué estaba tan enfadado? Aún no lo tenía muy claro, pero ya ni siquiera se alegraba de ver a Elliot volver de sus entrenamientos, no se alegró realmente al ver a Vacuum...
<< Ya no sufres, niño débil, te has quitado un peso de encima. Te has dado cuenta por fin de que no los necesitas, no necesitas a esos críos ingratos, ellos no saben apreciar lo que has dado por ellos, tan solo miran para otro lado y demandan tu cuerpo cuando les apetece. Ya es hora de que tú también mires para otro lado>>

Cain sacudió de nuevo la cabeza y se frotó los ojos y las sienes para apartar esa voz de su cabeza. No la reconocía, pero eran ya tantas las voces que irrumpían en su mente que le daba igual. ¿Qué importaba una que otra? Al final todas querían lo mismo... Uzza le tiró de la ropa y Cain la despidió en respuesta. No estaba en condiciones de invocar al león, no le obedecería en ese estado, así que simplemente caminó sobre el aire hacia cualquier sitio.

Sigue en losAcantilados.

Hoy, tras los entrenamientos, por fin íbamos a visitar a Elliot. Además Nia nos enseñaría hoy por fin eso de lo que había hablado en la taberna. En la bahía las cosas volvieron a la normalidad, como cualquier otro día. Aunque no solo Azura estaba ausente, Wen tampoco apareció. Y era un poco preocupante, no entiendo por qué habría hecho eso. Ni siquiera se la había visto en el burdel. ¿En qué estará pensando? Miro al draco de reojo por si le preocupaba algo, pero no comentó nada fuera de lo normal.

Al terminar la mañana, Noel, Nia y yo, el primero solo con un gatito que recogió en la torre en mano y la náyade con su bolsa, llegamos a la plaza de los colaespinas buscando la nueva casa de Elliot. No había ni rastro de los colaespinas. Tenía gracia lo poca cosa que me parecían ahora esos animales después de haber vivido rodeando aquella plaza durante meses. Ante la puerta, me adelanto para dar dos toques sobre la madera. Con un hechizo de amplificación de sonido anuncio que somos nosotros.
-¿Estará hoy en casa? Debe de tener una vida muy ajetreada con lo que cuesta encontrarse con ella -comento para los demás.

Llegamos a la casa de Elliot en la Plaza de los Colaespina enseguida. Habíamos intentado ir varias veces así que ya nos sabíamos el camino más que de sobra. Gael llama a la puerta y, esta vez sí, Elliot sale a recibirnos. La saludo mientras nos invita a pasar. Me río con algunos de sus comentarios pero no puedo evitar notar la forma en la que trata a Nia. Miro a Gael con expresión inquisitva mientras me siento en una silla cuando Elliot nos lo ofrece. Sale de la habitación y vuelve casi al instante con pastas y té.
-Gracias -le digo mientras me sirvo un poco-. Por fin te pillamos en casa, hemos venido varias veces -comento.
Poco después me levanto y cojo el gato que tenía en el regazo. Se lo tiendo a Elliot con una sorisa.
-Espero que te gusten los gatos... Es para ti -le digo dejándolo a su lado-. Giz, el asreniano con gola que estaba con nosotros el día de la taberna, los trajo de la Tierra esta última vez. Trajo una buena cantidad de ellos para utilizarlos en sus clases de genemagia, pero varios nos hemos quedado con uno como mascota -le explico-. Como no sabía que otra cosa traerte he pensado que quizás te gustase tener uno... Espero que no sea tan malo como Odín -digo con una pequeña carcajada mientras muetros los innumerables arañazos que pueblan mis brazos.
Después vuelvo a mi sitio y tomo un poco de té mientras espero su respuesta.

Nia

El clima era bueno y, después de que terminasen los entrenamientos, salieron con rumbo a la casa de Elliot. Nia vaciló unos instantes cuando descubrio que Elliot ya no vivia en el burdel. Pero claro, tampoco la habia visto en él cuando visitó la que fue su antigua cada. Pero por lo que más emocionada estaba la niña era de mostrarles aquel lugar. Un lugar que nadie antes que ella habia descubierto. Flotaba sonriendo, mientras se acercaban a la plaza de los colaespinas. Ironico como pensaba, los colaespinas y las sirenas no le merecian el más mínimo respeto a Nia quien, normalmente, pensaba en la defensa de la vida antes de todo. Se alegro de que no hubiera ninguna lo suficientemente estúpida para cruzarse en camino de los tres chicos. Llegaron finalmente a casa de la dullahan. Gael usó un hechizo de amplificación de voz para llamar la atención de la chica. Salio la dullahan a recibirles de muy buen humor, saludando muy cariñosamente a los chicos. Pero todo cambio cuando se dio cuenta de la presencia de Nia quien, para nada se esperaba ese trato por parte de la chica que consideraba su amiga. Con la frialdad que le contestó, la niña se agarró el cuello de su prenda y bufó.
-¡Si yo soy un calamar...!-dijo, con un tono enfadado.-¡Tu eres...!¡Tu eres...!-continuó, sin saber con que animal compararle sin que fuera demasiado ofensivo pero que fuera lo suficientemente agresivo para contraatacarla. Pero no se le ocurrió ningun animal con la que compararle asi que calló, cabizbaja. No se dio por satisfecha, la dullahan volvio a atacarla. Agarrando su bolsa con fuerza se defendio.
-¿¡Pero se puede saber que pasa contigo!? Yo he venido a visitar a una amiga, no a que me insulten.-dijo muy indignada. Elliot no habia visto crecer a Nia en absoluto, no sabia del caracter de la ulterana y su sangre orgullosa no ayudaba en nada a la hora de pasar esas cosas por alto. Se quedó parada esperando una respuesta, acompañada de una disculpa. Pero no estaba muy segura de que las fuera a recibir si quiera.

Elliot salió a recibirnos animada, o al menos lo parecía hasta que vio a Nia. Fruncía el ceño por lo que le había dicho hasta que me encontré entre sus brazos, sin poder evitar sonreír de nuevo. Ahora se me hace extraño que todavía me diga "pequeñín" o me abrace de esa manera, pero no sé, no me importa demasiado. Me trae recuerdos, buenos y malos, pero que no cambiaría nunca.
-¿Cómo te va todo, Elliot? -le pregunto mientras me suelta. Echo un vistazo al interior de su casa de forma quizá un poco descarada-. No está nada mal el sitio, ¿eh?

Al entrar nos hizo sentar y se fue a por unas pastas y té para ofrecernos. No sin amenazar a la pobre Nia que al final acabó por perder un poco los estribos. Incluso Noel me miró extrañado por la actitud de la Dulahan, y le respondí con un suspiro. Llevaban así toda la vida. A ver cuando le pierde ese odio irracional. Y lo mismo para Adara.

Cojo una taza y escojo una pasta de cada plato. Las mastico con avidez mientras Noel le ofrece el gatito que escogió para ella. Las pastas saben a gloria, y todavía tengo la boca llena cuando digo algo al respecto.
-Ese gato es encantador -apunto escupiendo miguitas-. Es que a veces se quedaba a dormir a mi lado mientras leía.

Nia

Los pelos de la ulterana se encresparon, hinchandose su cabellera al mismo modo que un gato asustado, solo que la expresion de su cara era enfado. Elliot pensaba en ella como en una niña pequeña, una invalida que solo sabia meterse en problemas a la cual la tenian que salvar. De pronto, las palabras de la dullahan le chocaron de golpe, al no entender la expresión terricola, se quedó algo traspuesta.
-Yo... no tengo... Soy una chica...-dijo confusa. Despues miró a Elliot de arriba y abajo y su cara se conpungio de sorpresa y desagrado al interpretar que las mujeres terricolas tambien desarrollaban testículos.-Y no soy una humana.-terminó aclarando.-Y la luna no me bendijo con una naturaleza salvaje y llena de fuerza bruta, ya hay bastante de eso en esta ciudad.-dijo con el ceño fruncido y todavia bastante molesta con la chica. Queria demostrarle que era una mujer ya. Que habia crecido, madurado y que no necesitaba que nadie la salvara ni la tratara como una niña pequeña. Queria, pero no se le ocurria como. No sabia como reaccionar ante la Elliot que la subestimaba.
Mientas ella no le hacia mucho caso, atendia al gato que Noel le habia traido. Saltó del un respingo y apuntó a la dullahan mientras soltaba una carcajada seca y corta.
-¡Eres una Bolgoros! ¡Una bolgoros pelirroja!-puntó, al acordarse del animal al cual compararle. Dandose cuenta que aquello habia sido muy infantil, se sonrojó y calló.

Observo en silencio y bastante sorprendido el intercambio de palabras poco amables entre Elliot y Nia. Sin embargo puedo sobreentender que se trataba de una situación arrastrada desde que eran cosechadas. Sabía del temperamento de Elliot y sabía que ambas habían sido compañeras de torreón, así que era fácil atar algunos cabos. La situación me resulta un poco incómoda de presenciar, aunque he de reconocer que tengo que conter la risa en algunos momentos.

Sonrío al ver que a la Dulahan parece gustarle el gato y frunzo el ceño con falsa indignación ante su comentario.
-No, tan sólo es un regalo para una persona que me ayudo -digo cruzándome de brazos. Luego ella pasa a hablar de la nueva cosecha-. Eh, no somos cotillas. Lo hacemos por puro interés... Estadístico. Y por si gritan, eso también me interesa -sonrío de forma sardónica-. Todavía no hemos ido a espiar a los nuevos, pero descuida que seguro que iremos.

A continuación nos habla sobre su trabajo como mercenaria. Escucho interesado lo que dice al respecto. Sin duda era una buena forma de ganarse la vida en una ciudad como Rocavarancolia y a ella no parecía irle mal. Además, a juzgar por el escaso éxito que habíamos tenido hasta ahora para encontrarla en casa, estaba claro que no le faltaba trabajo. La miro de nuevo con expresión reprobatoria cuando hace el último comentario.
-Bueno, está bien que los demás crean que somos inexpertos, así es más divertido -digo con una sonrisa sádica.

Casi desde que entramos había estado pensado en si debería contarle a Elliot lo que habíamos descubierto Vac y yo. Me estuve debatiendo sobre ello durante el inicio de la visita, pero finalmente decido que lo mejor será hacerlo.
-Por cierto, Elliot... -comienzo a decir para llamar su atención-. Esto te va a resultar muy sorprendente, tanto como lo fue para todos nosotros -miro a Gael como buscando su apoyo-. ¿Recuerdas lo que te conté antes sobre las clases de genemagia de Giz? Pues resulta que después de analizar muestras de varios de nosotros... Descubrió que Vac y yo somos hermanos -hago una pausa antes de seguir, esperando a que lo asimile-. Sé que suena muy descabellado pero..
Acto seguido le cuento los pocos detalles que sabíamos acerca del asunto, especialmente los más importantes como que yo era adoptado y que la familia de Vac era sueca.

La respuesta de Nia a lo de echar cojones hace que se me escape un intento de carcajada que ahogo malamente. El problema es que se me atragantan las migas de las galletas y acabo tosiendo como un tísico, haciéndome a un lado para no interrumpir la conversación.
Cuando me siento un poco mejor aputo el té y trato de reincorporarme. Me da palo ver a Nia así, pero no sé qué decir para que no discutan. Elliot por su lado está hablando de una vez en que vio a los cosechados de la anterior cosecha.
-Algo habíamos oído sobre eso... Pero bueno, ¿por qué nos llamas cotillas? Toda la ciudad pone el ojo en los cosechados. -Me río al escuchar lo del interés estadístico de Noel-. Además si apostamos de nuevo podemos daros otro digno espectáculo.
La verdad es que poco sabía de los nuevos chavales. Tenía ganas de ir a echarles un vistazo, ya que ni siquiera había cosechado a nadie en Asrena este año.

Poco después, Noel estaba contándole a Elliot lo de Vac. Al empezar a contarlo me mira, parece inseguro. No creo que pase nada por contarle eso a Elliot, solo me pregunto si habría preferido hacerlo Vac... aunque tal y como parecían estar las cosas ahora puede que no tuviese importancia. Me limito a mirar a Elliot para ver cómo reacciona, aunque al no tener cara que descifrar es bastante impredecible.

Nia

La ulterana saltó de sus casillas al mencionar su aspecto fisico de nuevo. No paraba de meterse con ella. Se sentia debil sin saber que contestarle y sabia que dejarse llevar por su rabia no le ayudaria en nada en aquella conversación tan tonta. Su sangre Ulterana pudo con ella.

-Yo soy una Ulterana y, antes que tu, soy mucho más persona al parecer porque, después de tanto tiempo, tantas experiencias compartidas creeria que nos llevariamos algo mejor.-dijo con rabia.-Pero no, he sido una completa y rotunda tonta viniendo aqui a preocuparme por ti.-a continuación, rebuscó en su bolsa un pequeño paquete envuelto en algas rojizas resecadas que recordaba al papel usado en las bolsas ecológicas y lo dejó sobre la mesa sin dejar de mirar el humo que Elliot que tenia por cara, dibujando los ojos de esta entre la niebla, continuó hablando entonces.

-Ahí tienes, mi regalo. Dentro encontrarás un colgante que tardé horas en hacer con estos "tentáculos". Si pulsas la gema roja, saltará una alarma en el mio, por si necesitas ayuda.-en efecto, dentro habia un colgante con cuatro perlas blanquecinas y una piedra pulida de color rojizo con una runa grabada, que confirmaba el hechizo.-Si no lo quieres, tirala, vendela o haz lo que quieras, pero entonces me lo tomaré como que eres una persona egoista y creida que no puede si quiera saber pedir ayuda cuando la necesita. ¡Y dejar de tratarme como una niña!-dijo finalmente, dando la espalda a todos y saliendo por la puerta.
A los pocos segundos la volvio a abrir se asomó por ella.
-Y para que lo sepas, para mi sigues siendo pelirroja. Os espero fuera, chicos.-acabó diciendo, ya que lo consideraba altamente importante. Afuera esperó a que terminasen los chicos con la visita. La encontraron apoyada en la pared, con los brazos cruzados y refunfuñando. No les preguntó que habia hecho con el colgante, aunque realmente queria hacerlo. Cambio de tema rápidamente diciendo que mejor seria que aplazasen aquella visita de la cual les habló, para que pudieran venir cuantas más personas. Estuvieron de acuerdo y volvieron a la Torre.

Elliot parece tan sorprendida como cabe esperar al escuchar la historia. Cuando hace el comentario sobre telenovelas no puedo evitar sentir una pequeña punzada de amargura intermente, pero trato de que no se refleje en mi expresión.
-Sí, una telenovela... eso me han dicho -la respuesta me sale casi de forma automática y lo digo sin mirar a nadie y de forma casi anecdótica.
Todavía tenía que disculparme con Wen por haber reaccionado de esa forma ante el comentario. << ¿Habrá vuelto ya al Burdel? >>, me pregunto. Pero la Dulahan me hace más preguntas así que tengo que volver a centrarme en la conversación.
-Pues según Giz sí, es algo seguro... Tiene una científica humana que le da clases, supongo que ella sabrá de lo que habla. Y por lo que he podido hablar con Vac no es tan descabellado en realidad... -digo de forma un tanto distraída-. Él está igual de confuso que yo, pero nos alegramos de saberlo. Aún así todavía es muy extraño, pasó de ser mi amigo a mi hermano de un día para otro -me encojo de hombros.

Nia, por su parte, estalla debido a los comentaros de Elliot que, en mi opinión, son bastante hirientes. Si no fuera porque ya estaba advertido acerca del carácter de la Dulahan me sentiría incluso tentado de replicarle. Pero sabía por lo que me había contado Gael que era mejor que no. Cuando Nia finalmente sale de la casa, se hace un silencio un tanto incómodo. Creo que lo mejor es que nos vayamos cuanto antes.
-Bueno, Elliot... -comienzo a decir mientras me levanto del asiento-. Gracias por el té y las pastas. Será mejor que nos vayamos... -digo mirando a Gael.

Una vez fuera nos reunimos con Nia y de camino a casa comentamos lo sucedido.
-Yo no sé que sucedió durante vuestra cosecha pero creo que con lo poco que la conozco me basta para saber que ese trato es bastante injustificado. No hay más que ver como habló sobre su "visita" a Maciel. No dan muchas ganas de volver a visitarla, la verdad, no es que me guste mucho que haga esos comentarios acerca de Nia o de nadie que conozca -digo con el ceño fruncido-. Aunque lo que sí me ha resultado interesante es a lo que se dedica, tiene pinta de molar...
Volvemos a Serpentaria charlando sobre ello y sobre lo que Nia quería enseñarnos, que por lo visto iba a tener que aplazarse para otro día.


Sigue en la Torre Serpentaria.

La visita solo fue a peor según avanzaba la conversación. Creo que todos queríamos que no fuese a peor y por eso nadie quería decir nada. Noel no pareció encajar muy bien el comentario de la telenovela de nuevo, pero lo disimuló como pudo. Sin embargo Nia sí que no pudo aguantar más. Y lo entendí perfectamente cuando vi el regalo que tenía pensado hacerle. Realmente apreciaba mucho a Elliot y esta no había hecho más que decirle cosas hirientes desde que entró por la puerta. La actitud de la Dulahan había acabado por enfadarme a mí también. Y cuando Nia salió por la puerta se quedó quieta y callada, era imposible saber el motivo al no poder leer su expresión.

Cuando Noel se despide y me mira, empieza a andar hacia la puerta pero me retraso un momento para alcanzarlo después.
-Elliot... -digo girándome hacia ella, aún sin saber muy bien cómo decirlo-, eso no ha estado bien. Han venido aquí de buenas a hacer una visita... y lo de Nia... en fin, para tratarla siempre como a un cría, no sé quién se comporta más como tal últimamente. -Me empieza a pesar lo que estoy diciendo, Elliot me impone demasiado respeto y no sé por qué, a pesar de que ha estado hiriendo los sentimientos de los demás constantemente, no quiero herir los suyos tampoco-. No sé qué te pasa... bueno... debería irme con los demás. Espero que te vaya bien, cuidate.

Me vuelvo y sigo a los demás hasta afuera. Me seguía inquietando que no hubiera transmitido ni un pensamiento, ni cambiado de postura. No me gusta no saber si está enfadada, arrepentida, fuera de sí o si, incluso, le hacía gracia. A saber. En el camino de vuelta, de hecho, hablamos de ello.
-No sé qué le pasa con la gente -le contesto a Noel-, desde siempre ha sido así... pero no sé, se ha pasado hoy con Nia. Si le molestaba, que lo hubiera dejado claro, que dijese claramente que no quiere seguir teniendo contacto. -Miro a la náyade preguntándome cómo le habrá sentado lo sucedido. Antaño solía ignorar el trato que le daba Elliot y seguía considerándola una amiga. Pero ahora las cosas eran un tanto diferentes, y ya no era una niña-. No le des importancia. Desde que se fue del burdel no es ella... supongo que está claro el por qué.

Sigue en la Torre Serpentaria.

En la bahía también hablamos sobre qué hacer al respecto de la muerte de Azura y Pyro. Decidimos que trataríamos de averiguar algo cuando pudiéramos, una vez estuviésemos asentados y cuando el tiempo lo permitiese. Después de comer en Serpentaria hacemos algunas preguntas a Yloh sobre lo que había estado haciendo Azura últimamente, por si había hecho algo por lo que realmente alguien podría tener interés en acabar con las escindidas. No sacamos absolutamente nada en claro de sus palabras, lo único que había hecho la bruja escindida había sido trazar el plan ella sola para matar a su hermana. No me esperaba otra cosa, por otra parte.

Después de habernos puesto todos de acuerdo, decidimos visitar la zona norte para mirar el estado de las casas y tratar de encontrar alguna que podamos seleccionar como futura vivienda. En el grupo se notaba el entusiasmo por la empresa, personalmente me había puesto de muy buen humor al comprobar la buena acogida que había tenido nuestro plan, incluso uniéndose a nosotros Adara y Toima tal y como pensábamos.

Comenzamos a entrar en las casas que parecían estar en mejor estado al menos aparentemente. Tras descartar enseguida un par de ellas, entramos en una que prometía ser mejor. Exploramos la planta baja y todo parecía estar en condiciones aceptables. Había unas escaleras de madera que habrían visto mejores días para acceder al piso superior. Las escaleras se tambaleaban bastante, pero aún así subimos a explorar la planta de arriba ya que era la mejor opción que habíamos encontrado. Pronto pudimos comprobar, tras examinar las habitaciones, que la planta de arriba no se conservaba ni de lejos en tan buen estado como la de abajo. De hecho algunas vigas daban la impresión de encontrarse a punto de caer y el suelo crujía estrepitosamente a cada paso que dábamos sobre él. Ya nos dirigíamos hacia las escaleras para irnos cuando el suelo bajo nosotros comenzó a chirriar todavía más fuerte. Un paso después ya no había suelo. La madera bajo nuestros pies cede por completo hacia abajo.
-¡Pero qué cojones...! -exclamo cuando de pronto caigo hacia abajo rodeado de una nube de polvo y astillas.
Aterrizo en el suelo, por supuesto no me había dado tiempo a intentar mantenerme en el aire, dándome un buen golpe el cual amortiguo en parte con las manos. Comienzo a toser debido a la polvareda mientras me pongo de pie. Observo a los demás con cara de circunstancias primero y después esbozo una sonrisa.
-Descartada por psicópata, ¿no?

Cuando por fin llegamos a la zona donde pensábamos buscar casa olvido por fin un poco todos los problemas de los últimos días y me dejo llevar. Prometía ser una buena tarde, y de momento iba cumpliendo con lo esperando. Nos acercamos a algunas casas, pero de tan ruinosas que estaban ni siquiera llegamos a entrar en ellas, aunque más adelante no habría que descartarlas por si se podía salvar algo de dentro de ellas... aunque iba a ser difícil en las que tenían el techo hundido.

En la primera que entramos la cosa parece un poco más halagüeña, aunque el olor a moho inunda todo, seguramente haya mucha madera podrida, pero por lo de pronto las escaleras no ceden ante el peso de los demás cuando intentamos subir a la segunda planta. Quizá es por estar vacía, pero tiene un tamaño notable y no me desagrada en principio. Pero el hilo de mis pensamientos se corta al escuchar un fuerte chasquido seguido del sonido atronador de un derrumbe. En cuestión de segundos me encuentro flotando sobre un montón de polvo y lo poco que queda de suelo. Debajo se escuchan quejidos e insultos. La risa no tarda en salir. Después de intentar contenerme unos segundos malamente se me escapa una estruendosa carcajada y a duras penas consigo envolverme en una burbuja de silencio, donde por fin me rio hasta llorar y sin tapujos. Por culpa de eso no puedo decirles nada a los demás hasta que me encuentro con la entereza suficiente para romper la burbuja.
-¡Teníais que veros las caras al caer! -Me froto los ojos inconscientemente-. Ha sido tan bueno... Que pena, la casa no estaba nada mal. Aunque se pasa de bromista.

Cuando todos terminan de sacudirse el polvo y dejamos por fin de bromear sobre la situación volvemos afuera y seguimos buscando para entrar en la próxima casa que parecía lo suficientemente entera. De nuevo el olor mohoso, pero esta casa aún tenía algunos muebles en pie. Una estantería roída por la carcoma, una cocina de leña cubierta de suciedad, algunos cubiertos por allí abandonados... Pero prácticamente eso era todo, era una casa demasiado pequeña para todos los que pretendíamos vivir allí. Las habitaciones eran enanas y engañaba desde fuera, no había las suficientes. Sin embargo, cuando volvemos a pasar por la primera estancia, señalo los utensilios de cocina.
-¿Y si vamos reuniendo nuestro ajuar desde ya? -pregunto a los demás. A simple vista era difícil pensar en aquellos útiles abandonados como algo utilizable, pero todo era limpiarlos y pulirlos de nuevo. Me quito la camiseta y la anudo para usarla de saco, recordando que no era la primera vez que tenía que hacer eso por no tener bolsas a mano.

Rescato un trío de tenedores torcidos que parecen haber visto mejores días, y otras manos van trayendo cubiertos recogidos por el suelo de la habitación. Lo último que tomamos de esa casa es una olla vieja y pesada de cerámica que Noel se ofrece a ir cargando. La única lo suficientemente entera. En algunas otras casas volvemos a repetir la operación, y acabamos cargando un buen número de cubiertos y demás, aunque vamos escasos de platos, ya que los únicos en relativo buen estado que encontramos fueron unas escudillas de un metal color cobre.

No habían empezado la búsqueda de casas con demasiado buen pie, literalmente. Parecía que habían ido a meterse primero en la única casa con el suelo de madera carcomido y en un penoso estado. Y como no podía ser de otra forma, acabaron bajando un piso de manera más torpe que espectacular, entre polvo y madera astillada. Gael no paraba de reír en el aire. Giz por su parte no sabía si reír o quejarse por el golpe. Se levantó agitando la mano para apartar el polvo y se sacudió el poncho.

-Razón de la muerte: Casa-acabó optando por tomárselo con humor.

Tras ese primer intento fallido, el resto de edificios que visitaron fueron más benévolos con el grupo. No solo no intentaron matarles, sino que incluso estando en mal estado, había cosas en ellos que eran perfectamente rescatables. Tenedores, cucharas, alguna olla vieja... Entre todos fueron cargándose con lo que podían. Visto que la camiseta de Gael ya no daba para más, Giz puso a orbitar a su alrededor unos cuantos cuchillos de punta redonda.

Una de las casas que más llamó la atención a Giz tardó poco más en ser visitada por ellos. Giz había olido algo raro y la curiosidad le pudo como siempre. Por no tener no tenía ni puerta. La casa había sido desvalijada ya antes y no había nada más que el edificio en sí. Sin embargo, el asreniano siguió el rastro hasta una de las habitacione más al fondo. A diferencia del resto, esta sí que tenía muebles. E inquilinos. Eran unos bichos parecidos a los erizos de mar que Giz había visto en algún libro, como unas pequeñas bolas negras cubiertas de pinchos. El techo y una de las paredes estaban cubiertos de esos animalillos. Giz dejó escapar una exclamación de sorpresa en voz baja, pues parecían estar todos como dormidos (aunque no era más que una suposición, pues Giz no les encontraba ni los ojos) y no sabía si quería despertarlos. Uno de los cuchillos que flotaban a su alrededor le pasó frente a la cara y el asreniano cambió de opinión, haría una comprobación improvisada. Agarró el cubierto y lo lanzó al interior de la habitación.

La respuesta no se hizo de esperar y varios de esos animales se descolgaron hasta cubrir por completo el cuchillo. Giz acababa de descubrir cómo cazaban y decidió que lo mejor sería no tratar de averiguar nada más, de momento. Salió de la casa con una expresión divertida mal disimulada y negó con la cabeza al resto del grupo.

-Aquí tampoco hay nada interesante-comentó-. Salvo unos curiosos animales viviendo dentro.