Biblioteca Mágica

Rua respiraba con fuerza sus ojos fijos en el libro como si este pudiera arder solo con su mirada y borrar completamente las palabras que allí había escritas y la realidad que parecia acompañarla. ¿Por qué? ¿Por qué ponía eso en ese libro? ¿Por qué mierda se sentía como si estuviera hablando de un elefante y como los cazadores usaban su marfil? Sus ojos a pesar de todo no podían despegarse del libro pese a tener el deseo de que aquellas palabras se borraran…no…debía haber un gran error en aquel maldito libro.

Sintio algo calentito apoyarse en su pierna,  sobresaltándola tan inmersa en el libro y en aquellas inquietantes palabras, viendo que era la cabeza de Fleur , la cual logro sacarla de su repentino ataque de ansiedad que ni siqueira se dio cuenta estaba sufriendo. Ella un seguía convertida en cisne incapaz de saber que pasaba con su cuerpo cuando o como cambiaria. Intento respirar hondo, acompasar su respiración.

-L-Lo siento Fleur si te asuste…pero mi transformación….esto es malo, tia...soy una jodida maldicion andante, literalmente- murmuro sabiendo que ella lamentablemente no podría responderle, ella seguía en cisne…estaba segura que podría cambiar, pero…aprecia estar sufriendo al parecido a ella aunque en otro animal. Las palabras de lo que significaba ser un unicornio y todos aquellos datos golpearon su mente de nuevo. ¿Fleur pasaría por lo mismo que ella también en eso? Lo de licántropo…no terminaba de encajarle…pero pensar que bajo la transformación de ella que aún no había encontrado viniera también tal horrenda lista de que propiedades mágicas tenia parte de su cuerpo y para que se podían utilizar, le puso la piel de gallina- Necesito…buscar otro libro donde venga algo de unicornio…una mierda voy a quedarme solo con esto- añadió ansiosa, justo cuando Maila se acercó a ella, claramente alterada por su grito anterior, la arena arremolinándose en sus tobillos casi impidiéndole levantarse como pretendía.

Rua fue a responderle honestamente sin mas, perp antes de si quisiera poder responder de inmediato se detuvo sintiéndose un poco ansiosa. La palabra en el libro aun rondaba por su mente, del riesgo de su transformación…de lo conveniente de mantenerla oculta a ser posible. ¿Pero cómo hacia esos con sus amigos si ya la habían visto?  En cualquier momento podría interesarse en buscar sobre su transformación y lo averiguaría. ¿¡Qué mierda!? Cualquiera en esa ciudad que tuviera aun minino de conocimiento de Unicornios lo sabría ¡porque tenía un puto cuerno en toda la frente que no podía ocultar!  Tenia que buscar alguna maldita forma de lidiar con aquello, porque en sus amigos podia confiar, aunque ahora se sintiera tan ansiosa sbaia que podia ahcerlo, no creía que ninguno fuese a querer aprovecharse de aquello…¿pero otra gente? ¿Y más tras haber visto que clase de habitantes había en la ciudad que hasta esclavos tenían? ¡No se fiaba una mierda!

-¡¡Ahhhhg!!.-Rua se rasco la cabeza con frustración antes de poder siquiera responder a Maila, la frustración filtrándose por sus poros y con cada palabra que salió de su boca en una mezcla de frustración temor y ganas de reírse para la mala suerte que tenía,d ecidido finalmente hablar- Joder, mierda, puto libro y puta luna…eso me pasa… no tenía bastante con convertirme en un jodido caballo brillante con un cuerno en toda la frente…¡que ahora me tengo que preocupar que no me quiera despellejar y hacer varitas con mi cuerno! Sabía que era especial y que valgo mucho…¡pero coño no quería que fuese literal! Mira lo que pone en esa página...¡la gente esta aun mas loca de lo que pensaba! Ni siquiera puedo ir diciendo mi transformacion alla afuera, sino quiero acabar siendo ingrediente de caldero...– exclamo Rua sin alzar el tono aunque con un tic nervioso apuntando hacia la hoja donde venía al información de los unicornios y como sus partes se vendian a altos precios, porque si estaba ansiosa, nerviosa,  alterada y tenía miedo. Porque si a pesar de como despotricaba estaba cargadísima y empezaba a sentir un retortijón en el estómago por la ansiedad.  Y solo sabía liberar aquello tomándoselo con humor negro ¿Se puede tener humor negro con los riesgos de un posible futuro despellejamiento? Porque si la cosa era que escondiera su forma unicornio y escondiera su cuerno, pues estaba jodida por partida doble porque lo primero no lo controlaba y lo segundo no sabía cómo hacerlo. << ¿Tiene que haber alguna maldita forma de ocultar el cuerno y que no lo vea todo cristo, ¿alguna magia que lo oculte o algo así, tal vez? >> pensó mordiéndose el labio insistentemente, pensando seriamente en buscar un libro sobre ello en la biblioteca.

Pefka escuchó a sus compañeros mientras les miraba alternativamente, pero su atención se volcó en Rua cuando explicó qué le sucedía exactamente. El hijo de lunas se acercó a mirar el libro que la terrícola había señalado y apretó el ceño al comprenderlo todo. Abrió la boca para decir algo, pero esperó a que la chica se detuviera. Habló cuando ella paró.
—Es normal que las partes del cuerpo de muchos animales tengan propiedades útiles, pero tú no eres ninguna bestia. Te ayudaremos y protegeremos en lo que podamos. Seguro que hay formas de ocultar tu transformación con la energía superior, Rua. En cuanto todos sepamos qué somos y de qué somos capaces, podremos ayudarnos entre nosotros a sobrevivir, y para eso estamos aquí.

Había conseguido hablar con calma aunque en su cabeza había ido hilando los mensajes a toda velocidad, y le fascinaba casi tanto como la arena que se arremolinaba en torno a sus pies desde hacía un rato. Caminó con tiento sobre ella, de vuelta hacia las estanterías y sus libros. Seguiría buscando, anotando y descartando transformaciones, pero ahora también tenía la duda de si su nuevo cuerpo tendría algún valor que le pusiera en peligro. Así pues, se desnudó en uno de los pasillos y exploró todos los cambios que podía apreciar en su cuerpo y, a continuación, añadió esos rasgos físicos a su catálogo mental de palabras clave que buscaría en los pasajes sobre criaturas inteligentes y transformadas de la ciudad. Se vistió y continuó.

Tras un rato leyendo, determinó que cualquier criatura podía ser útil para cualquier propósito oscuro de los monstruos que poblaban la ciudad y que de poco le servía obsesionarse con eso, pero también había aprendido que en el caso de Rua el valor de su cuerpo ascendía por la escasez de criaturas como ella. «Qué mala pata que la Luna le haya otorgado semejante don que otros pueden convertir en una maldición...» Cerró el manual de alquimia que había abierto por curiosidad por el miedo de Rua, y volvió a enfrascarse en la búsqueda de su propia transformación.

Aún en su nueva forma de cisne se sentía pequeña y minúscula, parecía que sus amigos poco podían hacer por ella, y que además tenían sus propios problemas. Maila estaba desesperada por ayudarla, pero aquel mar de libros se le antojaría un verdadero obstáculo, ahora conspiraba con Toni sobre las bendiciones de ambos y si compartían algo en común. Pefka, algo más alejado por allá parecía hacer lo mismo. Y Rúa se debatía en un ataque de ansiedad. Como ave seguía pudiendo escucharlo todo, quizá con más claridad por la imposibilidad de hablar así que su mirada, coronada por su pico, danzaba de unos a otros con impotencia.

Estaba abatida, casi resignada. Se sentía tan lejos de todos ellos, tan distante, cual afelio.

Y sin embargo, al escuchar a su amiga lamentarse por la maldición que la atrapaba la francesa sintió un impulso y deseo, ojalá poder estrecharla entre sus brazos y decirle que todo estaría bien. Puede que por azar del destino, o de la Luna Roja, el deseo le fue concedido, y Fleur volvió a ser Fleur.

Hace un segundo, era un mareado cisne y al siguiente su cuerpo, y su punto de visión habían regresado. Ahora lo observaba todo desde unos palmos más arriba y la impresión la arrojó al suelo, cayendo de rodillas, como si hubiera olvidado lo que era ser humana y sostenerse de pie. No la recibió el suelo de la biblioteca, si no la textura inconfundible de la arena, que la rodeaba. Fleur boqueó, con lágrimas surcando sus mejillas y al agitar sus extremidades no sonó ningún aleteo, en su lugar se encontraban sus brazos, lánguidos y blancos.

—¡Dios mío! —gritó, llena de euforia y una profunda sensación de alivio. Se llevó las manos a la cara sin contener su emoción y aún postrada como una muñeca desmadejada. Probablemente presentaba un aspecto horrible ya que su vestido cian de puntitos blancos estaba repleto de arena y la sangre que manó de la sueca cuando le salió aquel cuerno de la frente. En cambio, no era consciente todavía que cuando miró a la hawaiana lo hizo tras sus nuevas pestañas enmarcadas de plumón negro, y que en el nacimiento del pelo presentaba grandes plumas blancas como las de un cisne, en forma de corona.— Gracias... gracias al cielo... ¡Sigo siendo yo! —se abrazó así misma, incapaz de articular más palabras. Luego se incorporó y se fundió en un abrazo intenso y largo con Maila, sin importar que llevaran semanas sin cruzar palabras a penas.— Lo siento... lo siento tanto —susurró, con el corazón encogido, necesitaba hablar con ella, expresar lo que sentía, pero no podía, ni era el momento. La siguiente con la que quiso establecer contacto físico fue Rúa, pero se detuvo, recordando el episodio cuando la tocó en forma de Unicornio.

—Yo... —realizó esfuerzo por comunicarse, mirando a todos sus amigos, pero las palabras se atascaban en su garganta, superada por las emociones.— Hay algo que debes saber... Rúa, antes de todo —todo el que la mirara a los ojos sentiría repentinamente una sensación súbita de alegría y euforia, que se desvanecería al romper el contacto visual con la francesa.

-Si, en eso tienes razón.- Le dijo a Toni con una sonrisa ante la mención de la serie de dibujos de Avatar. ¿Se trataría de eso? ¿Eran como una especie de elementales de la naturaleza? La verdad era que tenía toda su lógica, y la hawaiana asintió convencida con la teoría del español. Por otro lado escuchó algo aterrorizada las explicaciones de la sueca. Por lo visto ser un unicornio estaba muy mal visto en la ciudad, o muy bien visto dependiendo de cómo se mirara. Porque cualquier parte de su cuerpo servía para brebajes, experimentos y hechizos. A Maila le recorrió un escalofrío por la espalda al pensar en aquello, y se frotó las manos algo nerviosa y sin saber qué decir.

-Tranquila, Rua. Hemos sobrevivido a esto todos juntos, no dejaremos que te pase nada malo, ¿vale?- Intentó consolarla secundando a Pefka, del cual la chica aún no se acostumbraba del todo a su nuevo aspecto. Era consciente que aquello sería un problema a largo plazo para su amiga. Para toda la vida más bien. Esperaba no encontrar algo parecido con su nueva naturaleza cuando apareciera ese dichoso libro que tanto quería encontrar.

De repente escuchó la exclamación de Fleur y la hawaiana pegó un respingo sobresaltada, pero inmediatamente fue consciente de lo que aquello significaba y se giró hacia la francesa con una gran sonrisa. ¡Fleur volvía a ser Fleur! Pero... no del todo. Ahora tenía unas grandes pestañas negras...¡No! Era plumón negro y ahora portaba una preciosa corona de plumas blancas. Maila abrió la boca sorprendida por todo aquello, pero sin dejar de andar hacia ella y después de tanto tiempo sin hablarse, de disputas y resentimientos la francesa la abrazó como nunca lo había hecho y ella le devolvió el abrazo aún más fuerte, como si soltarla implicara que volviera a ser un cisne.<<Estás bien...Estás bien>> Se repetía mentalmente como un mantra en su cabeza. Podía notar las plumas de su amiga haciéndole cosquillas en la frente y el cuello, y Maila sonrió con lágrimas en los ojos. En aquel momento daba igual todo lo que había ocurrido semanas atrás. Parte de la arena se retiró de los pies de Rua y el resto y empezó a amontonarse entre ellas dos sin llegar a tocarlas, casi como si de una cúpula se tratara. No había una gran acumulación, así que sus amigos podrían verlas más o menos bien.

-No... no pasa nada, Fleur... Ya da igual- Respondió ante la disculpa de ella, algo sorprendida. Sentía ganas de besarla, pero por una parte no se atrevía. Quizás por miedo a estropear aquel momento.-¡Ya creía que no iba a verte bailar nunca más!- Bromeó entre risas, mientras se secaba las lágrimas y dejaba que su amiga se dirigiera a Rúa. La cúpula de arena cayó como si nunca hubiera existido, dejando paso a la francesa, y se esparció por el suelo alrededor de la hawaiana.

Maila cogió un buen puñado en la mano. Notó su tacto, su consistencia. Aún estaba algo mojada, pero no tanto como cuando la envolvió en el patio del torreón. No sentía ningún tipo de conexión especial ni nada parecido, más allá de que siempre le había gustado la sensación de la arena entre sus pies cuando había ido a surfear. O recostarse en una duna después de un largo y divertido día con sus hermanos. ¿Era simple casualidad? ¿O tenía algún tipo de relación todo aquello? Maila miró con un mayor interés renovado las estanterías llenas de libros. <<No lo sé, pero pienso averiguarlo>> Pensó con firme decisión antes de girarse hacia Fleur y escuchar lo que tuviera que decirle a la sueca.

Seguía buscando alguna información sobre aquel cambio, cuando la desesperación de Rua lo distrajo el tiempo suficiente para alejarlo de la búsqueda.
— Chicos chicos, vamos a tranquilizarnos. Rua, tu tranquila, no te vamos a dejar sola, hemos pasado por esto todos juntos ¿no? ¡Lo tienes claro si piensas que me voy a quedar sin mis amigos! Si hace falta te enrollamos la cosa esa en una bufanda.

Realmente tenía la certeza que protegería con su vida a cualquiera de ellos. No por heroísmo, ni por grandeza, sino porque, por primera vez en toda su vida, se sentía parte de una familia. No iba a permitir que nadie le quitase eso.

—Es lo que dice Pefka, tu tranquila-aaaaa...— dejó de hablar en seco cuando vio a Pefka quitarse la ropa. Prefirió no decir nada al respecto.
Con el cambio de Fleur a Toni se le olvidó la escena.

—Mailaaaaaa cierra el grifo un poquito con la arena, guapa, que esto parece el desierto— dijo mirando aún a Fleur, casi se le había olvidado su rostro—.
»¡¡¡Buenos diaaaas!!! Menos mal que vuelves, pensé que tendríamos nueva mascota. Pero si queréis os dejamos solas.
Siempre le hizo mucha gracia la relación entre Maila y Fleur y, con toda aquella intensidad, empezaba a envidiarla.

—Chicos. Tengo una idea. ¿Y si nos enfocamos en averiguar poco a poco? Es decir, todos juntos el de cada uno de nosotros. Estamos investigando individualmente, igual es mas fácil que nos enfoquemos todos en una transformación ¿no?

El abrazo con Maila fue especial de más maneras de las que imaginaba pues pronto se vieron cubiertas por una capa que las rodeó, como si estuvieran envueltas en una crisálida o esfera de arena. De alguna manera los granos no las tocaban, si no que se quedaban suspendidas en el aire. ¿Quizás a la espera de algo?. La imagen le parecía preciosa, junto con la felicidad de su amiga afirmando que daba igual lo que hubiera pasado. Se sintió aliviada y cuando deshicieron el abrazo no solo la arena cayó al suelo, también lo hicieron unos grilletes imaginarios, fue como liberarse de una gran carga.

—Yo creía que jamás podría hablar contigo de nuevo, y me quedaría así para siempre —respondió, limpiándose las lágrimas a la par que la hawaiana y sin dejar de sonreír.

Se obligó a calmarse, solo tras negar con la cabeza y una tímida sonrisa a las palabras de Toni para expresar que no hacía falta que las dejaran solas. La antigua Fleur habría deseado que se la tragara la tierra, por mostrar aquella vulnerabilidad para con Maila, pero las cosas eran distintas. Y debía ordenar sus pensamientos, como bien había dicho el español podían poner sus ideas en común, y no haría esperar más a la sueca.

—Rúa yo... debes saberlo, cuando te transformaste en... Unicornio... —esbozó una mueca confusa por lo surrealista de sus palabras, pero tranquilizadora, aún sentía la euforia en su interior y no quería preocupar a su amiga más de lo necesario—. Te toqué, y pasó algo muy extraño, quiero decir... no como las otras veces. Es como si mis sentidos... se hubieran apagado, de pronto... dejé de ver y escuchar. El olor de la sangre y de suelo mojado desapareció... duró hasta que corté el contacto. ¿Crees... que está relacionado con esa cosa que nos pasaba a todos de vez en cuando al tocarte? En fin... ¿Por qué eres un Unicornio?

De qué manera Rua era tan especial como para ser aquella criatura mítica y ancestral. Todos eran diferentes, pero quizá no tanto como ella. Fleur sabía poco de folclore o mitologías más allá de la cristiana, pero era de conocimiento común que en las historias los Unicornios eran difíciles de avistar. Quizá por eso iban a por ella y había encontrado en los libros que estaba en peligro.
—No te preocupes, estaremos contigo pase lo que pase, y no me hiciste daño.

Sus amigos se vieron atraídos por sus palabras y nerviosismo, Pefka hojeo el mismo aquel condenado libro que le había mostrado a Maila, intento que sus palabras llegasen y le calmasen porque tenía razón, ella también pensaba que debia haber alguna magia que al menos ocultase el cuerno que era los más evidente. Si convertirse en unicornio repentinamente no era otra obviedad.

- ¡Esto es una mierda, joder! – murmuro con rabia llevándose las manos al cabello, soltando un hondo suspiro que hizo que las hojas del libro frente a ella se movieran. La idea de tener que esta posiblemente eternamente ocultándose no era especialmente atractiva maldita fuese la puñetera luna de los cojones. Le costaba, de verdad que le costaba aceptarlo. ¿Cómo digiere uno algo semejante de forma cuerda?

Un movimiento a su lado, o más bien una diferencia de peso, la distrajo de sus pensamientos insanos, había dejado de sentir la cabeza de Fleur apoyada en ella. Mierda, debía estar poniéndola toda nerviosa y bastante tenía la pobre con es amierda, joder.

- Lo siento Fle…- sus palabras se trabajó cuando apena solevanto la vista escucho una exclamación sorprendida y sus ojos se posaron muy abiertos, en la figura de la rubia francesa la cual se encontraba allí de pie frente a ella como si hubiera estado allí todo el tiempo. Ya no había un cisne, sino una Fleur, con una corona de pluma y con sus intensos ojos azules rodeados de una pestañas de plumón que intensificaba su mirada. Una sensación electrizante recorrió a Rua que sintió como si de un momento a otro toda su angustia, su ansiedad, su negatividad se esfumaba un torrente de alegría al recorriera de pies a cabeza- ¡Fleur, has vuelto joder, por fin!- un inmensa sonrisa cruzo el rostro de Rua con incrédula felicidad, al punto de casi saltar de la silla en pos de abrazar a su amiga, cosa que Maila se le adelanto, creando un instante intimo entre ellas y la arena. Seguro que la hawaian era la que más asustada había estado por que no fuese capaz de volver. Rua no pudo evitar sentir que esa sensación se mantenía por algunos momentos, sintiendo esa felicidad inexplicable que no podía ser otra cosa que el alivio y alegría de ver a su amiga volviendo a ser humana de nuevo- ¡Venga si, Maila comparte un poco! – soltó un animada risa que incluso a ella misma le estaba descolocando, y apenas Maila y su posesiva arena permitió a Fleur volver, Rua la abrazo con fuerza., incluso olvidando por un momento esa sensación que provocaba en sus amigos y que había sido el principal motivo por el que se había contenido de tocarlo o incluso abrazar a su amiga, durante meses. Esta nerviosa aun por su transformación, pero enormemente contenta cuando miraba allí a su amiga, humana y preciosa, incluso con aquellos evidentes rasgos que antes no poseía

- ¡Estás preciosa tía, ni el mejor rímel del mundo consigue tal efecto de glamour! - dijo con una sonrisa inmensa, que contrastaba un tanto con su comportamiento de antes. Rua volvió a tomar, con una mezcla de emociones aun latente mientras miraba a Fleur con una sonrisa, cuando entendió que Fleur quería decirle algo que había descubierto mientras era un cisne, así como también Toni se había acercado a ellos, indiciando que podría intentar unir información en vez de ir desperdigándose como pollos sin cabeza sin encontrar aun que eran.

<< ¿Dices qué te jodi lo sentidos o algo así, cuando me tocaste en mi otro cuerpo? >> penso incredula, al recordar lo que decía el libro de que su piel tenía una maldición ¿También se aplicaba en unicornio entonces? Desde luego eso explicaría la sensación que todos habían sentido ocasionalmente cuando la tocaban directamente aquellos meses.

- Pues…supongo que es eso,  aquí dice que mi piel esta maldita…aunque no debería poder hacer esa cosas como humana entonces ¿creo? Aunque he podido sin querer por meses - dijo frunciendo el ceño, mas contrariada, miro a Fleur, escuchando por ella que no le había hecho daño alguno, se sintió un poco más tranquila, pero si era verdad que podía hacer eso o controlarlo o algo así, tendría que averiguarlo también.

-Toni tiene razón- dijo mirando al chico en agradecimiento por su apoyo, , el pensar que no la dejarían sola ayudaba a un poco su inestable estado de ánimo en aquellos momentos. Eso de pasar de la bajona total a la euforia repentina era agotador- Pues, lo único que se me ocurre con Fleur es lo que encontró antes Maila, aunque no se...en mi libro también viene muchas criaturas que se convierten en animal o son medio animal y esas cosas, así que podremos verlo luego a fondo. A lo mejor viene algo de Fleur- dijo señalando el libro que seguía abierto por las páginas de unicornio sobre la mesa, ante sde mriar d eneuvo a Maila y Yoni- Pefka no tengo idea, parece anfibio o algo así y vosotros dos…¿hay algo raro que sintáis? ¿Algo que sospecheis? Aparte de tener aquí el Sahara y tal– pregunto mirándoles un poco pensativa ante eso, no viendo cambios en ellos físicos, aunque bueno ella tampoco tenía muchos más alla de que su piel brillaba un poco y era incluso más pálida, así que no sabía que pensar- E igual no se  si servira para buscar pero...en el libro dice que los unicornios obtiene su magia cuando otros cumplen sus precios mágicos cerca o algo parecido,  no lo entendi del todo.  Pero supongo, que sea lo que sea, si yo tengo magia es porque ustedes de algún modo, así algo debéis estar haciendo - dijo Rua con el ceño fruncido un tanto pensativa y confusa, proque no tenia muy claro aun que era eso del precio en realidad.

El hijo de lunas estaba absorto en sus hipótesis, nadando entre libros. Avanzaba despacio pero acabó descubriendo varias cosas más. Por ejemplo, su cuerpo estaba cada vez más seco y notaba rigidez en sus extremidades, pero esto le confundía porque se había empapado no hacía mucho en la tormenta de la ciudad. ¿Quizás fuera por el esfuerzo de la metamorfosis? Aún no podía darle respuesta, así que se centró en solucionarlo y para ello salió del edificio un momento. Aprovechó la tormenta para hidratarse y también miró al cielo con la boca abierta para beber lo que pudiera. Al hacerlo, y gracias al brillo que le otorgaba el agua de la lluvia, se fijó en que su lengua tenía otro color. ¿Parecía grisácea o plateada...? ¿Gris...? De golpe, giró sobre sus pies palmeados y entró torpe pero a la carrera en la biblioteca. Recordaba haber leído sobre una transformación anfibia que tenía similitudes con él y que había encontrado en un manual de ingredientes alquímicos, pero la lengua plateada sumaba muchas coincidencias entre él y esa criatura así que no titubeó. Finalmente, encontró el pasaje de nuevo, clavó el dedo en la palabra "lenguaraz" y regresó a los libros centrados en transformaciones con esa única referencia en mente.

Y, por fin, ahí estaba, si su investigación no era errónea. Tenía todos los rasgos físicos que se describían. También había notado las nuevas habilidades, como la velocidad al pensar, la capacidad de salto, y por supuesto la facilidad lingüística que había percibido al aprender magia durante la cosecha. ¡"Lenguaraz"! ¡Sonaba bien! Y le sonó mejor cuando volvió junto a sus compañeros y reveló su hallazgo con entusiasmo. O bueno, lo intentó, porque al llegar se los encontró con los tobillos cubiertos de arena. Había llegado corriendo, se había parado de golpe, y después se había adentrado en la arena con paso cauteloso hasta llegar al grupo, como si pudiera molestar de alguna forma a aquellos granos de tierra.
—¡Creo que lo tengo! ¡Soy un lenguaraz! ¡Mirad esta página! —exclamó mientras les mostraba un libro abierto con una imagen y descripción escrita. También se fijó en que les había interrumpido, así que carraspeó un poco antes de disculparse y mirarles a todos de uno en uno por si averiguaba de qué hablaban—. Perdón, os he interrumpido, estabais hablando. ¿Todo bien...? ¡Fleur, Fleur! ¡Has vuelto!—se había fijado en la terrícola, claro, y esta le miró un momento al mencionarle, y entonces todo su entusiasmo aumentó de repente. Hasta brincó un par de veces, lo que hizo que salpicara arena a su alrededor—. ¡Québienquébienquébien! ¡Yaestamostodos! ¡YyoyaséquédonesmehadadolaLunaRoja!

Escuchaba como Rúa hablaba —Madre mía lo que habla esta chica, ella se lo habla todo— pensó.
Pasaba los ojos por las ilustraciones del libro que tenía sobre sus manos. El libro mostraban a seres terriblemente desfigurados, hombres con rostros rebosantes de pústulas y bubas, llenos de insectos que daban la impresión de formar parte de su propia carne.
Observó por un segundo, alejando la mirada del libro, el rostro de Fleur. Se quedó sorprendido, cómo podía haber cambiado tanto, estaba tan guapa. Escuchó como Pefka hablaba, escuchó que pidió disculpas, pero Toni estaba tan asustado y, a su vez, tan sumamente emocionado que no supo qué decía con exactitud.
Al pasar la página del libro, una mujer sin ojos, con avispas en sus cuencas vacías y largas lombrices peludas como cabello se le clavó en sus ojos.
— ¡¡Mailaaaaaaa!!— gritó—. Tengo algo, tengo algo, escucha, "Los brujos son considerados magos menores, ya que en raras ocasiones alcanzan las cotas de poder que pueden manejar aquellos, pero cuentan con algo que los hace tremendamente especiales, una característica con la que solo ellos cuentan: El Dominio." —leyó repasando cada línea con el dedo índice.
»Somos eso, aquí dice que el dominio es como el poder que tienen, algo así he entendido, no exactamente pero algo así. ¿Lo entiendes no? Tu dominio es la arena y la mía el viento—dijo quedando en silencio después, con el libro en la mano, con cara de horror por las ilustraciones que había observado. Si ellos eran brujos cambiarían como sus compañeros, cambiarían para descomponerse, para ser criaturas horrendas, como aquellas del libro. Sin decir más le enseño el libro señalándole a Maila la ilustración de la mujer sin ojos con avispas en las cuencas.

Por una vez las lágrimas que surcaban las mejillas pálidas de Fleur eran de absoluta felicidad y alivio, con cada abrazo fuerte de sus amigos se sentía en pleno gozo, aquello era lo único que deseaba, estar todos juntos y a salvo. Las únicas que en un principio bailaban en el limbo del peligro eran ella y la propia Rúa, pero ambas habían recuperado sus formas humanas. Con lo cual... ¿Qué motivo había para estar apenada por la ya familiar tristeza?.

Parecían estar bien, el único cambio de sus compañeros que le chocaba más era el hijo de Lunas, quien parecía ser un anfibio de piel brillante. Sin embargo el propio Pefka se acercó a ellos excitado de encontrarse así mismo como Lenguaraz, no parecía que le importara demasiado su aspecto y eso la relajaba. Cuando el chico pegó saltitos de euforia por verla recobrar su figura a Fleur se le escapó una risotada y asintió, interesándose por qué dones decía que le había dado la Luna Roja.

Rúa también tenía sus propias dudas, pero la francesa no sabía resolverlas.

—Ahora al abrazarme no he sentido nada diferente en absoluto —se dedicó a decirle, como para confirmarlo puso una mano en su hombro sin poder dejar de mirar el cuerno y de nuevo nada ocurrió. Sus sentidos siguieron en su sitio. Se enrojeció un poco con los cumplidos de su amiga, no sabía como sería su aspecto pero intuía la corona de plumas y algo diferente en sus pestañas, antaño rubias y finas y ahora mucho más pesadas—. Yo... estoy conforme, quiero decir... si esto es lo que me ha dado la Luna... transformarme en cisne... no puedo quejarme. No deseaba nada especial, solo seguir siendo yo. No tengo ni idea de si esto se corresponde con un licántropo pero... —suspiró—. Me gusta.

Se giró hacia el español, sospesando sus palabras. No pudo evitar alzar una ceja algo más disgustada.
—¿Brujas? —preguntó, intentando disimular su temor en la voz—. ¿Cómo las de Salem? Pensaba que solo las mujeres podían ser... —pero en realidad, las suposiciones de Toni tenían bastante sentido. Si él y Maila eran una especie de magos menores, Rúa una Unicornio y ella un cisne. ¿Qué le habría reservado el destino a Pefka? ¿Por qué el nombre "Lenguaraz" no le sonaba nada en absoluto con su aspecto?

La aparición exaltada de Pefka anunciando que había encontrado lo que era hizo que Rua le pusiera toda su atención, mientras este le mostraba el libro donde venía la información. Rua intento leerlo con atención, peor era difícil con el entusiasmo del krabeliense el cual de un momento a otro perdió el control de dicho entusiasmo y comenzó hablar a velocidad indescriptible. La sueca parpadeo y no pudo evitar reírse al encontrar de pronto el símil entre el nombre y su habla.

- Lengua rápida, Lenguaraz…dios…no puedo…la verdad es que tiene sentido… -dijo con una risa divertida, mientras leía un poco más de la trasformación de su amigo. No aprecia decir nada peligroso de su trasformación al menos a lo “tu lengua se usa para pociones” ni mierdas similares como venía en el suyo lo cual fue un alivio. Que a lo mejor Pefka tenía razón y en esa ciudad todos tenían un riego, tal vez, pero al menos en la info del suyo no te lo echaba en los morros como algo que debes saber si o sí- ¡Ja, ya sabemos quién va ayudarnos con los libros en idiomas rarunos de este sitio...eres una mina Pef!- dijo Rua sonriendo, y mucho más aliviada al ver que no era nada peligrosos a pesar de su curiosa apariencia. Ya solo quedaban entonces por saber lo de Maila, Toni y Fleur.

Cosa que no tardo en revelarse los de los los primeros. Toni encontró por fin la respuesta y Rua les miro con un aprpadeo de sorpresa viendo aun la arena que les rondaba y que aprecia seguir contante a Maila. Pues…ciertamente encajaba muchísimo.

- Os volvisteis avatar…pero no esa peli de bichos azules, la otra, la otra…-dijo Rua revelando un poco de su lado menos conocido con una sonrisa un poco burlona- Te falta ser calvo y tener una flecha en la frente Toni, pobre de tu lindo pelo – añadio con algo de humor viendo curiosa la arena de Maila, pensnado en lo que decía del dominio y sus propias duda sobre el precio que hablaba en su libro y una conexión hizo clic en su mente- ¡Espera, creo que empiezo a verle medio sentido! Creo, pero vez es eso, la forma de obtener de mi magia…es porque ya estáis cumpliendo el precio sin querer de la vuestra…porque tenéis vuestro dominio aquí, como la arena, o lo estáis usando o algo así. Encajaría- dijo Rua pensativamente a toda velocidad, entrecerrando un poco el ceño, pensando un poco en ello. Suponiendo que fuese así. ¿Cómo lo había hecho en la cosecha entones? Si su forma de obtener magia era cuando ajenos a ella cumplían los precios para obtener la suya, ¿Cómo lo había hecho? Porque Maila no manejaba arena alguna en la cosecha y Toni tampoco el viento, que ella supiera al menos.  <<¿A lo mejor la Luna no solo transforma sino que potencia capacidades innatas o saca algo que ya tienes dentro de por si?>> Podría ser, ella se sentía más repleta y libre que antes a pesar del agobio por tener un cuerno mortal en la frente asique suponía que sus amigos también se sentía igual.

Se sentía como si hubiera amucha información por ahí que descubrir, sobre sí misma, sus amigos y cómo funcionaban las cosas en ese sitio realmente, pero se sentía por otro lado un poco saturada ya también. Además, aunque intentaba ni pensar en ello no podía olvidar aquel detalle. Fleur y ella eran bombas de tiempo. Ambas cambiaban sin avisar, repentinamente y no podía controlarlo aún.

- Ey ¿Por qué no nos llevamos estos libros y seguimos hablando alla? - dijo Rua mirándolos atentamente mordiéndose el labio inferior- Yo me quedaría aquí toda la noche buscando mas…me gustaría encontrar algo de magia que pudiera ayudarme a ocultar el cuerno, pero estoy preocupada- dijo con un suspiro de fastidiosa resignación apuntándose al cuerno negro en espiral de su frente- Aun no control cuando cambio y esas mierdas…y supongo Fleur está igual. No quiero que me pille de nuevo en mitad de la calle, soy cantosamente visible. – murmuro la sueca con el ceño ligeramente fruncido en preocupación. No quería emparanoiarse con aquel tema, de veras pero tomar poquito de precauciones hasta saber exactamente como viviría desde ahora  nunca estaba de mas ¿no?

El entusiasmo de Rua potenció el del hijo de lunas. ¡Tenía razón, podría ayudarles mucho en cuanto aprendiera a sacarle provecho a sus dones! Siguió brincando en el sitio mientras les escuchaba y respondía.
—¡Lo haré, claro! Tengo mucho que leer y aprender y no tengo prisa por volver a mi ciudad, así que puedo pasar aquí tanto tiempo como quiera. Ya hemos visto que hay muchos idiomas en este mundo y si encima puedo entender y elaborar más formas de manipular la energía superior... Las Lunas me han bendecido con mucho potencial —señaló con orgullo en la voz. Se negaba a sentenciar al olvido a las lunas de su mundo por el momento, convencido de que debían ser las análogas de la Luna Roja.

Se había quedado un rato pensativo después de decir eso, y solo por eso había dejado de saltar, pero volvió a hacerlo al poco de que Toni llegase con información sobre él y Maila. ¡Brujos! Habían hablado de esa figura en alguna ocasión como personas capaces de manejar una suerte de magia de cuentos terrícolas, pero esto parecía otra cosa más tangible y mayor. ¿Controlaban elementos o entes concretos? ¿Arena y aire?
—¿Pero entonces Maila controla el aire que mueve a la arena también, o solo la arena? ¿Y cómo es que la tierra flota? Podríais unir vuestros "brujismos" y controlar más cosas en equipo? —preguntó a ambos sin dejar de brincar.

E igualmente, inquieto y nervioso como estaba, asintió con vigor cuando la francesa dijo de volver. Si les dejaban llevar sus libros, podrían seguir allí. Y además, Sarah estaba allí sola y los que habían salido debían volver tarde o temprano. Mejor estar allí para recibirles. La noche ya había dado bastante de sí y él tenía mucho que leer y trabajo por delante.

Maila asintió levemente con la teoría de Fleur sobre los efectos de Rua y su piel. Tenia bastante sentido y podría explicar por qué eran tan importantes todas las partes de su cuerpo, ¿no? A la hawaiana le recorrió otro escalofrío al pensar en eso. ¿Habría también partes de ella utilizables? Esperaba que no pero con aquella ciudad nunca se sabía.

-Yo me siento igual que siempre, excepto que me siento perseguida por este estúpido Sahara-. Le siguió la broma a la sueca, ahora ya más animada por ver que la francesa había recuperado su forma humana. Maila pegó un brinco con el grito de Pefka a pleno pulmón diciendo en qué se había transformado, pero se alegró de que él también hubiera hecho avances y rio al verlo hablar tan rápido.

-¿¡Tienes algo, Toni?! ¿Qué has descubierto?- Preguntó emocionada y nerviosa a partes iguales cuando el español se acercó a ella con un libro en la mano.<<Los brujos...¿Soy una bruja? ¿Y la arena es mi dominio?>>  Pensó viendo sus movimientos erráticos de un lado para otro de forma aleatoria. Aleatoria, si, pero no siempre. También había reaccionado a sus deseos algunas veces, de manera consciente o inconsciente. Si, aquello tenía sentido y para darle mayor realidad y porque necesitaba decirlo en voz alta repitió las palabras de su amigo:-Somos eso, brujos... Soy una bruja... de la arena...- Dijo todavía sin creérselo del todo y recordando de nuevo aquel terrible sueño que tuvo. Aún no sabía si era bueno o malo, al fin y al cabo las brujas habían sido siempre malas, ¿no? Cuando vio la cara descompuesta del español enseñándole aquel dibujo Maila le quitó el libro de las manos rápidamente por puro estrés, mientras sentía un puño en el estómago y un sudor en el cuello.

-¡Esperad, esperad!- Exclamó ante la cantidad de preguntas de sus amigos, algo abrumada. -Me parece bien que nos vayamos cuanto antes, pero Toni ha descubierto esto de aquí también.- Dijo enseñándoles el dibujo de aquella especie de bruja de los insectos. No tenía valor para decir en voz alta lo que temía por si se hacía realidad. Pero confiaba en que sus compañeros entendieran el temor que compartían ella y Toni. Empezaban a temblarles las piernas con todo aquello. La arena empezó a girar violetamente como un torbellino por el pasillo contiguo y todos podrían oír como caían los libros de las estanterías.

Tomo una bocanada de aire y miró a Fleur.
—Eso es un poco sexista ¿no? Quiero decir, porque las mujeres se diferenciarían a los hombres en lo de los poderes, no sé yo hago cosas con el viento que me sale de la boca y Maila con la arena que no se donde ha salido— dijo riéndose.

—A ver Rua, mi pelo es sagrado, no me lo quites que me muero. No me ha matado esta ciudad pero si me quitan el pelo me tiro por donde sea que me haga mas daño— le dijo a Rua.— En realidad creo que tienes toda la razón, yo me pienso llevar este libro para estudiarlo de arriba a bajo.
Se quedó callado mirando a Pefka cuando este mencionó la alianza de poderes, podría ser, podría ser, pensaba mientras o miraba fijamente sin articular palabra.

— No vamos a sacar conclusiones, por ahora estamos igual que antes Maila, vamos a estudiarlo a ver que es, igual no son los mismos brujos o sus dominios son otros— terminó diciendo mientras miraba a Maila y se encaminaba a la puerta sin mirar hacia donde se dirigía.

Había demasiadas cuestiones que flotaban alrededor de sus amigos en forma de dudas como para que Fleur pudiera captarlas en medio de toda aquella confusión y euforia. De las pocas que pilló al vuelo poco pudo hacer para entenderlas.

No consiguió comprender, por ejemplo, por qué Toni decía que sus palabras eran algo sexistas. Su realidad había estado distorsionada tanto tiempo que a veces se encontraba con algunos términos que la despistaban. Asintió, de todas maneras, probablemente el español llevara razón. Con el tiempo se había dado cuenta de que su manera de pensar resultaba chocante porque toda la información que le había llegado es que solo las mujeres podían ser brujas, princesas, o hadas. Sin embargo, allí estaban sus amigos, realizando prodigios con viento o hablando más rápido de lo que tardar en caer un rayo.

Todas las teorías le resultaron interesantes, especialmente la de Pefka sobre que Maila y Toni pudieran combinar sus poderes. No estuvo muy conforme con la explicación que dio Rua con los precios. ¿Qué se suponía que significaba aquello? ¿Y manipular la energía superior?

Al final su amiga expresó su propio recelo en alto, al igual que ella ambas podían cambiar de forma de nuevo en mitad de la calle, solo que ya sabían que la sueca corría peligro, y un unicornio era difícil de ocultar.

—Tiene razón —la apoyó, mostrándose mucho más cercana con todos. Luego, intentó mostrarse tranquilizadora mientras miraba a Maila—. Seguro que se trata de otra cosa... nos os preocupéis, a lo mejor solo es la imagen de alguien que pertenece a otro mundo, o que ha terminado transformándose en otra cosa diferente como ha dicho Toni —dijo, intentando calmar sus propias dudas haciendo uso de la lógica.

Poco a poco se fueron dirigiendo a la salida y Fleur sintió que no solo dejaba mil dudas atrás, también se deshacía de cierta oscuridad y salía mucho más resuelta.

Sigue en Torreón Sendar

Alec abrió los portones de la biblioteca sin esfuerzo, entró y los cerró detrás de él. Esperó un par de minutos allí dentro pero sin moverse del sitio por si el bibliotecario aparecía.

-¿Biblios? - preguntó en voz alta cuando se cansó de esperar y el sonido rebotó entre las estanterías.

-¿Nunca te han dicho que en las bibliotecas no se puede hablar en voz alta? - respondió una voz a su espalda.

Sobresaltado el escocés se giró rápidamente y tuvo que alzar la vista, ya que el espíritu se hallaba flotando boca abajo a pocos metros del suelo.

-Vaya vaya, un nuevo tremor - dijo Biblios con voz vivaz.- Hacía tiempo desde el último - comentó moviéndose por el aire hasta quedar tumbado frente a Alec con la cabeza descansando sobre un puño como si estuviera aburrido.- ¿Qué puedo hacer por ti novato?

-Te he traído los libros que cogimos para Silente - señaló la bolsa en que se encontraban los mismos.

-Hasta muerto Silente saca libros de mi biblioteca.

-¿Qué? - preguntó con voz extrañada.

-Ay, novatos. No entienden el humor negro - repuso el espíritu con un suspiro haciendo un gesto hacia los libros, que salieron de la bolsa volando y se dispersaron por el lugar.- ¿Alguna cosa más para que pueda volver a mi infinito aburrimiento?

-Pues sí, quiero libros acerca de los tremores...

-Tengo un compendio del terremoto infinito del mundo vinculado Escala que es una delicia de leer. Si entiendes escalés claro - le interrumpió el bibliotecario.

-La transformación, gracias - continuó el chico ignorando el juego de palabras previo.- También me gustaría uno de Valquirias... que coño, ya que estoy quiero uno al menos de cada uno de mis compañeros.

-¿Ya puestos no quieres una copia del grimorio de Hurza el comeojos? ¿O un tratado acerca de como cultivar manzanas de Arfes? - contestó el espíritu sarcástico.

-No, solo quiero cosas de las transformaciones. No es como que tengas muchas cosas que hacer - replicó el tremor y Biblios bufó poniendo los ojos en blanco.

-Tienes razón, pero eso no quiere decir que vaya a ayudarte. ¿Quieres libros? Búscalos - y con una sonrisa sardónica desapareció.

Con una retahíla de insultos acerca del bibliotecario menos servicial del universo Alec se internó en el lugar. Quizá fuera cosa suya pero la biblioteca parecía infinitamente más grande que antes y por si fuera poco aquel lugar era sumamente caótico en su ordenación.

Por fin dio con la sección donde estaban las transformaciones y los dones de la Luna Roja. Fue buscando uno por uno los libros en los que aparecían sus amigos y los sacó de sus estanterías acumulándolos sobre una mesa. Cuando los tuvo todos los metió en la bolsa y se dirigió a la salida esperando que el bibliotecario no le tocase las narices.

Sigue en las Calles.

Chromsa, como la mayoría de sus compañeros, andaba algo tenso con la búsqueda de los desaparecidos. Habían conseguido contactar con Dama Enigma, una detective profesional, que esperaban que pudiera encontrar algo que los llevara con sus amigos. Había pasado un tiempo desde el día que llegaron a la agencia y por el momento no había demasiados avances. Era un peso continuo que lo atormentaba, pero sabía que tenía que seguir con su vida a pesar de todo.

Ese tiempo lo aprovechó para seguir avanzando en magia y su habilidad con las hojas marchitas, además de aprender de jardinería con Edén. Le estaba gustando mucho las lecciones con el atlante y con esa nueva afición ya había conocido a algún que otro ciudadano más. Se empezaba a plantear si algún día podría crear jardines por la ciudad, aunque todavía era muy pronto para llevar a cabo esa idea.

Por supuesto también habían quedado Adam y él de vez en cuando con Erknest, aunque menos que los meses anteriores. Como ya les había adelantado en su casa, se encontraba trabajando de guardaespaldas con un chico llamado Sagaz. El caballero estaba muy ilusionado con el encargo y de lo bien que iba todo, aprovechando para fardar de sus habilidades (ahora también mágicas gracias a los dos) que hacían que nadie se acercara a su protegido. Uno de esos días incluso fueron a una de las tabernas de la ciudad y pudieron conocerle. A Chromsa le dio la sensación de que no era un comerciante tan legal como pintaba el héroe, aunque no podía negar que era bastante majo. Esa tarde-noche se quedaron conversando hasta más tarde de lo normal charlando, riendo y bebiendo invitados por el héroe. Era un gusto verlo de tan buen humor.

Un día Adam y él habían decidido ir a la biblioteca en busca de algún grimorio con hechizos que pudieran ayudar en la búsqueda o, ya aprovechando, en otras facetas. Habían estado mirando en la Torre Doce también, pero el ochrorio tenía la esperanza de que quedara alguno por allí que tuviera lo necesario para encontrar alguna pista. Después de un rato de mirar entre estanterías y conseguir con esfuerzo que Biblios les echara una mano, se llevaron un par de grimorios que podían investigar ya en Serpentaria.

-Bueno, con algo de suerte tal vez haya algo aquí.- dijo suspirando. Tampoco quería ceder a los nervios, así que decidió cambiar de tema: -La verdad, no recordaba lo curioso que puede ser el bibliotecario. Ya cuando vinimos la primera vez actuaba raro y no se si algún día cambiará. Supongo que es su encanto.- Terminó con una risilla, atento a lo que Adam le respondiera.

Fue entonces cuando una voz llegaría a la cabeza de ambos. En realidad no era una voz, o tal vez sí, pero se escuchaba lejana. Y no solo eso, también había golpes, incluso algún grito ahogado. Cuando el sonido parecía aumentar en volumen un extraño zumbido que al terrestre le recordaría a una estática llenaría la mente de ambos antes de que se hiciera el silencio.

A cada segundo la felicidad del rostro del ochrorio iba cambiando al más absoluto desconcierto y preocupación mientras un sudor frío le empezaba a caer en la nuca. Estaba inmóvil, y se mantuvo así hasta que consiguió mirar a Adam por si no se había imaginado aquello. -A-Adam. ¿Eso era...?- preguntó con el miedo en la voz. Sabía la respuesta, pero no quería reconocerla todavía. Tal vez no fuera eso, ¿no?