Biblioteca Mágica

Tras sus preguntas buena parte de sus compañeros se animaron a dar también las suyas, algunas de forma apresuradas y otras sin demasiado sentido para la sueca. Como la Ulmara al preguntar si era un cercano. ¿Sería algo asi como almas o espíritus de su mundo? No estaba seguramente, tal vez podría preguntarle más tarde.

La mención a las posibles reglas de la ciudad o la falta de gente en las calles, llamo su atención. Aunque le desconcertó oír por parte de Biblios que apenas poseía o que sino había visto a nadie era inusual. << ¿En serio? O hay poca gente o se esconden muy bien >> porque no sería por falta de veces que habían salido a la ciudad. Aunque cierto era que explorar lo que se decía explorar no lo había hecho a zonas muy lejanas, hasta el momento. Y ni con esas habían visto a nadie.

El ser llamado Biblios, porque ya había dicho nos ser espíritu ni fantasma ni nada así << ¿Qué mierda es entonces? >> estaba respondiendo las cuestiones mejor de lo que esperaba, aunque Rua se sintió rara cuando su pregunta fue la última en ser respondida por suerte más con acciones que con palabras.

Los ojos de sueca se abrieron algo más cuando este les mostró el pasillo donde se encontrarían, así como donde podría obtener algo para escribir. La sueca le miro de reojo ante el tonito burlón de sus últimas palabras al llamar “cliché” a lo que andaba preguntando. ¿Qué esperaba ese tipo? Buscaban lo que les fuera útil para sobrevivir para empezar. << Y no ha respondido mi duda de los mapas. Bueno da igual deberían no andar muy lejos >> se dijo mirando al mencionado Biblios con atención ante la sonrisa burlona que les molestaba.

- Gracias por tu ayuda- respondió Rua con una tensa media sonrisa. No sabía si lo demás tendrían algo más que preguntarle, pero ella podía darse por satisfecha de que les había mostrado donde estaba los libros de hechizos, lo diccionarios y algo para escribir. El mapa ya intentaría buscarlo por su cuenta.

-Echemos una ojeada primero, tanto en la parte de hechizos como en la de diccionarios a ver si vemos algo interesante en los de hechizos y buscamos su traducción en los diccionarios. Ya luego vemos quien saca cual libro, ya que solo podemos uno por persona. No importa quién los saque, ya que al final luego vamos a tomar apuntes y compartirlos. - dijo Rua encogiéndose de hombros, mientras miraba las estanterías cercanas de hechizos intentando buscar alguno título, que también pudiera leer-. También sería conveniente que al menos uno, intente sacar un mapa, asi tendremos más claro cómo movernos por este lugar – añadió no quitándose eso de la mente.

De  repente apareció un hombre hablando mientras flotaba, y Maila se sobresaltó por la sorpresa. Cuando Fleur se puso detrás de ella, la hawaiana le agarró una mano y se la apretó fuerte. Afortunadamente aquel hombre, llamado Biblios, no parecía peligroso. Más bien se ofrecía a ayudarlos, aunque con bastante desgana. Mientras se fueran con los libros que habían ido a buscar a la chica le importaba un comino la cara que pusiera el espíritu al guiarlos. Sin embargo no podía evitar preguntarse si el resto de ciudadanos de la ciudad serían igual de colaboradores. <<Lo dudo bastante>>. Pensó observaba al extraño.

El resto del grupo empezó a hacerle preguntas al espíritu, y Maila prestó atención a sus respuestas deseando echarle el guante a las estanterías. La hawaiana se mostró interesada con el comentario de Ulmara sobre si era un lejano. <<Así que un lejano es como un...¿fantasma?>>. Meditó mientras se imaginaba cómo sería una vida cotidiana en un mundo con “lejanos”...

-Gracias-. Dijo algo seca la hawaiana ya que no se le había escapado la condescendencia de la que había hecho gala al final Biblios. Después se acercó a Fleur cuando ésta habló. - Esa es una buena idea.- Le dijo mientras cogía unos de los libros y le apretaba el hombro. Era de un color rojo oscuro, y en el centro de la portada hubo alguna vez un dibujo de color plateado, sin embargo estaba desdibujado y no se podía apreciar  de qué se trataba.-Si, desde luego nos va a hacer falta un diccionario. ¿En qué idioma estará esto? Pensaba que ya habíamos aprendido el lenguaje de la ciudad al beber de la fuente esa...- Comentó mientras pasaba las páginas,  las cuales eran la mayoría  indescifrables, aunque al final del tomo había algunas frases traducidas con una caligrafía diferente. “ Guía sobre  torturas con hechizos no letales...” “ Capítulo Trece: Cómo extirpar un órg...” - Pero en este n-no hace falta, chicos-.  Dijo cortando la lectura rápidamente y con una sonrisa nerviosa, mientras cerraba el libro de sopetón y lo guardaba. <<¿Qué maldito psicópata ha estado traduciendo eso?>>

-Voy a buscar un diccionario, iremos más rápido si nos repartimos-. Les dijo, deseosa de no encontrarse con más frases tan desagradables. La hawaiana se fue al otro pasillo posando sus ojos en la multitud de tomos que había. Cuando estuvo conforme con uno de ellos volvió con el resto y comparó si el diccionario que había cogido coincidía con el idioma del libro de la francesa. -Este de aquí puede ser bueno-. Afirmó al ver con expresión triunfante al ver que eran coincidentes.

Iemai no hizo ninguna pregunta al bibliotecario porque con las que habían hecho sus compañeros era más que suficiente. Aquel ser no le daba miedo, pero quería evitar tener demasiado contacto con él, y no le gustaba la forma en que les estaba hablando, pero suponía que aquella sería la norma, dadas las circunstancias.

La cercana escuchó toda la información que les proporcionaba Biblios, aunque no fuese mucha, pero se le iba la mirada a las estanterías de su entorno. Frunció el ceño mientras miraba a su alrededor, sorprendida todavía por cómo lucía la biblioteca. No era como había esperado verla al entrar.

Iemai se detuvo mirando aquí y allá mientras seguían a Biblios hasta la sección con libros de magia. No tenía claro si podrían encontrar muchos libros que les resultasen útiles, pero quería rebuscar todo lo posible. Avanzó toqueteando los lomos y abriendo algunos libros que le parecían interesantes e inofensivos. Gracias a eso dio con la sección de mapas y atlas en la que Rua tenía tanto interés, y comenzó a buscar, sin unirse a sus compañeros un par de estanterías más allá.

A medida que sacaba tomos volvía a guardarlos. Tenía claro lo que buscaba, y muchos de aquellos libros parecían tan anticuados como poco útiles. De hecho, estaba segura de que era a propósito. Le llevó un rato seleccionar uno, y cuando lo tuvo entre sus manos se acercó al grupo, que decidían aún sobre los libros de magia mientras Biblios aparentaba distraído a la espera de que le dejasen marcharse definitivamente. A Iemai le habría gustado hacerle alguna otra pregunta, pero ni siquiera sabía muy bien cómo formularlas, ni quería dirigirle la palabra a bibliotecario. En vez de eso se acercó a Rua y le dio el libro sobre la ciudad de Rocavarancolia que había encontrado.
—Voy a seguir buscando por otras estanterías, a ver qué encuentro —le dijo con voz queda antes de volver a alejarse.

Biblios clamaba paciencia y Nery´s la perdía mientras veía el comportamiento totalmente inaceptable en cualquier empleado frivy que exudaba el bibliotecario.

-Una pena. -Contestó como si realmente se sintiera así a la respuesta del fantasma, manteniendo una fachada falsa perfecta mientras los detectores de sarcasmo explotaban a su alrededor.

Se calmó internamente y se dedicó a escuchar con curiosidad las teorías susurradas de Kiki. Estaba a punto de preguntar si se podía manejar más de un libro dentro o seguía tambien la letra de solo uno pero Kiki ya se le había adelantado y cogido un par.

-Si... necesitamos saber cómo movernos en esta ruina. -Estaba centrado en encontrar algo que les fuera util a los que podían hacer magia dado que el no parecía poder hacerla. Lo seguiría intentando a futuro pero a decir verdad... no le molestaba. Y no sabía cómo reaccionarían los demás a saber que no le molestaba no poder hacer magia, no quería acabar respondiendo el porqué.

Encontró un libro legible que ponía "Teorías y funcionamientos de la magia" y lo posó en una pila que estaba formando en una mesa central a todos con libros posiblemente útiles para descartar entre ellos.

La mayoría ni siquiera estaban en el idioma que hablaban ahora así que se tenía que guiar por el contenido como podía.

-¿Como vais? -Preguntó.

Fleur agredeció que Maila le apretara el hombro aunque no estuviera muy segura de si lo que tenía en las manos sería útil del todo.
—No sé en que idioma estará —le respondería a la hawaiana mientras depositaba su tomo azul en la pila en la que al parecer ya había varios libros dispuestos, se cruzó en el proceso con Iemai y Rúa ya que no se había alejado mucho del grupo por no perderse entre pasillos y estanterías, no sabían lo peligrosa que podía ser la biblioteca en realidad— es una pena pensar que podría estar escrita en una de las lenguas de nuestro mundo y no poder identificarla —seguiría hablándole a su amiga desde más lejos pero todavía con voz susurrante, luego alzó las cejas intrigada por el nerviosismo de Maila con aquel libro rojo, pero pensó que no quería saber de qué trataba para ver semejante expresión.

La francesa se acercaría a la mesa de trabajo donde se encontraba Kiki y con disimulo y paso calmado se puso a su lado con uno de los aparente diccionarios para ayudarla a descifrar parte del contenido seleccionado por la chica.
—Bien, yo creo que ya hay unos cuantos... —contestaría al frivy con voz muy baja y mirando de nuevo a todos lados, no parecía haber nadie más allí aparte de ellos y Biblios— ¿y tú?... ¿crees que habrá un libro que indique como no... marearse con tantos libros? —dijo como un intento de broma leve para suavizar su propia tensión, lo cierto es que cada vez se notaba más cómoda con los integrantes de su grupo y podía permitirse relajarse más de vez en cuando. >>¿No?<<

La respuesta de Biblios dejó a Ulmara descolocada. La respuesta… Esa no era la que esperaba. No. Le había soltado una parrafada de cosas que no era, además de lejano, y no entendió ninguna; aunque alguna le sonara de haberla escuchado a alguno de los humanos. Se quedó varada en mitad del pasillo, con los ojos clavados en una letra concreta de un libro al azar en la estantería que tenía más cerca. Sin embargo, tardó varios minutos en saltar de una letra a otra y, por fin, leer el título que tenía frente a ella: Cuentos y Poemas de Edgar Allan Poe. Había un cuervo en la portada, pero podría haber sido un libro con dientes y la cercana lo habría cogido igual.

>>¿Aramara? ¿Qué está pasando?

A la fe de la cercana le surgió una grieta. Abrió el libro que tenía entre manos, como podría haberse dejado morder, y una página al azar le mostró esto: «Los límites que separan la vida de la muerte son, en el mejor de los casos, borrosos e indefinidos... ¿Quién podría decir dónde termina uno y dónde empieza el otro?». Cerró el libro tan rápido como lo abrió y lo dejó en la estantería. Trató de sacudirse de la cabeza todos los miedos que se agolpaban por salir y volvió con el grupo.

Por el camino, aprovechó para coger lápices y folios suficientes para el trabajo que se les vendría encima con las traducciones. Si hacía falta, utilizaría su hueco para cualquier diccionario, libro de magia o manuscrito útil. Sin embargo, si le concedían la oportunidad, volvería a por los Cuentos y Poemas que parecían haberle hablado antes.

Se había puesto todos más o menos de acuerdo buscar, e ir amontonando los libros que llamasen la atención de cada cual en la mesa donde Kiki se había sentado para revisar un par de libros, con el fin, al igual que todos, de intentar ver algo útil. Rua andaba mirando títulos que llamase su atención confundida, ya habiendo dejado algunos de lado, y andaba revisando un tomo de pasta negra que había captado su atención por su título, cuando Iemai se le acerco.

Rua tomo el libro que esta le dio con sorpresa, echándole un vistazo.

- ¡Oh, un mapa!, que bien que lo encontrases, este de seguro va la pila de los que nos llevamos. Gracias Iemai- la chica había sido más rápida en esa búsqueda, dirigiéndose a la mesa donde ya había algunos libros apilados para dejar no solo el que contenía aquellos mapas sino el negro que había estado revisando, viendo que al parecer Maila había encontrado el diccionario correspondiendo al libro de Fleur, un milagro, a decir verdad- Yo encontré este libro, “Hechizos básicos para no morir pronto”, que joder con el que puso el título…- mascullo Rua por el sentido del humor negro del escrito de ese libro en un idioma que salvo el título y algunas palabrejas sueltas dentro, no entendía- Solo tiene algunas palabras traducidas en márgenes, así que habrá que buscar el diccionario correspondiente, a ver si nos sirve de algo o es solo una tomada de pelo….así que voy a ello, a ver si tengo suerte. El otro es un libro con mapa, lo encontró Iemai- indico Rua volviendo a las estanterías de los diccionarios en esta ocasión intentando ver si encontraba algo que lo relacionase con el libro de tapa oscura.

Su búsqueda llevo un rato mientras la pila de libros crecía, peor tras dejar de largo varios diccionarios que nada tenían que ver y cuyas cosas traducidas le dieron en más de una ocasión escalofríos, encontró al final el diccionario con coincidían en una de las estarías algo más altas. Tras esos volvió a la mesa, sentados para comprobar ambos libros de primeras y ver que no se había confundido, una vez reviso que así era y el diccionario y el libro coincidían sonrió.

- ¡Al fin con el! Bien aquí tenemos otro libro y diccionario que coinciden. Eso ya haría dos libros y dos diccionarios por el momento, creo…más el de mapas. A no ser que dierais con algo más y no me enterase.. - observo la pila de libros ya ahí amontonada pensativa- Deberíamos ir decidiendo que nos llevamos, solo podemos llevarnos nueve por el momento. El de mapa, los dos diccionarios y los dos de hechizos correspondiente creo que son vitales sacarlos… y cuatro libros más de lo que queramos ¿Qué opináis? - pregunto Rua cuando vio a mas gente volviendo de sus busquedad, ya que no podian pasarse toda la mañana alli si aun debian llevarles alimentos a los macieleros una vez volvieran. E igual solo con dos libros de hehcizos que tenían que ser traducidos, porque con puras palabrejas sueltas poco iban hacer, ya iban a tener mucho trabajo por delante.

De despertó con la voz de Pefka desde la escalera. La conversación con Rua le había servido para darse cuenta de algo que ya se sabía, a dramático nadie le ganaba.

La tarde anterior Toni intentó hacer magia pero no consiguió más que frustrarse.
La idea de ir a la Biblioteca le resultaba interesante, seguro que encontraría un libro de historia, al menos uno, donde se hablase de qué pasó en la ciudad. Podrían saber qué les pasaría a ellos sabiendo que le paso a toda la ciudad.

Al entrar por las puertas de madera, una inmensidad de pasillos de libros se abrió ante sus ojos. Toni le hizo gracia el comentario de Maila, se imagino peleando por los libros como en las rebajas. CUando vio llegar al fantasma mencionando que les gustaba mucho leer a los cosechados estaba demasiado embobado viendo los libros volar.

Se metió de lleno en la búsqueda de cualquier libro que hablase de la historia, pero no entendía lo que ponía en la mayoría. Cuando Nerys preguntó cómo iban, Toni encontró un libro, el único que encontró con palabras escritas a mano en los márgenes, al menos que se hubiera dado cuenta. Los dibujos que se veían presentaban lo que parecía ser seres multiformes.

- Iemai ¿me puedes ayudar a buscar algo de historia? Creo que nos vendría muy bien saber algo del pasado- le dijo en cuanto se encontró a su compañero, ambos absortos buscando libros.

El grupo se repartió bien para buscar libros de interés, tanto que les sirviesen de ayuda como que arrojasen algo de luz a la situación en la que se encontraban. Sus intereses y los de sus compañeros coincidían en cuanto a qué libros seleccionar, así que Iemai apenas intervino en la toma de decisiones. Ella estaba buscando algo parecido a lo que le sugirió Toni poco después.
—Claro, dos pares de ojos ven más que uno. Pero no creo que encontremos nada que nos dé respuestas directas. Sería demasiado fácil —al terminar de hablar casi farfullaba. Estaba muy frustrada con lo limitado que era el material de la biblioteca a pesar del volumen que ocupaba. Los libros en diferentes idiomas que había allí mezclados eran como una trampa, y podrían contener la información más interesante del mundo que jamás podrían permitirse traducirlos solo para comprobarlo. Era más importante invertir todo el esfuerzo en traducir hechizos.

Pasado un tiempo se hicieron con un libro que le daba algunas esperanzas a la cercana de contener información interesante. Los demás también habían terminado de seleccionar lo que se llevarían y, entre todos, se los repartieron para sacarlos de allí bajo su tutela. Iemai estaba deseando marcharse de allí cuanto antes, mientras se preguntaba si Qwara y Sarah estarían bien.


Aparte de los agradecimientos forzados, y Biblios hasta los apreciaba, los cosechados apenas volvieron a hablarle para hacer preguntas. El bibliotecario se dio cuenta de que su hostilidad podía ser la culpable de que dudasen a la hora de hacerle más preguntas, pero se limitó a esperar cerca del grupo, mirando constantemente un reloj de bolsillo. Biblios escuchó todo lo que decían, incluso cuando susurraban entre ellos, y fue paciente hasta que tuvieron reunidos sobre la mesa todos los libros que se iban a llevar.
—Yo me encargo de colocarlos, es mi trabajo —le respondió Biblios a Kiki acercándose a ella por la espalda. No iba a disculparse, pero su impaciencia se había ido apagando con el paso del tiempo. Lo cierto era que el bibliotecario solo había deseado seguir leyendo el libro que había dejado a medias en pleno giro de acontecimientos.

Biblios apartó los tomos descartados por los cosechados hacia una esquina de la mesa y luego le echó un vistazo a cada componente del grupo para ver qué libro tenía entre manos. Al terminar de examinarlos parpadeó un par de veces y empezó a apilar los libros en su regazo.
—Tal vez no debí insinuar que erais un grupo cliché. Que tengáis un buen viaje de vuelta.
El bibliotecario desapareció de su vista entonces, al internarse de nuevo en la zona prohibida de la biblioteca.

Rio cálidamente ante la broma de Fleur y la siguió. -Ojalá que sí pero estando aquí seguro que es uno de los enjaulados preparado para ñomñomñom. -Y acompañó la onomatopeya con intentar hacerle cosquillas en el costado a la francesa imitando mordiscos.

-Quien quiera que se lo haya puesto tiene todas mis más sinceras gracias si los hechizos hacen lo que dice. -Comentó mirando hacia Rua pero para que todo el mundo lo escuchase sin levantar demasiado la voz.


-Libros útiles desde luego. -Respondió con sarcasmo al listado de Kiki y como si fuera su asistente apartó los que iba mencionando. No se había separado mucho de la zona ni de ella y era rápido buscando nombres con el ojo debido a sus trabajos. Le resultaba gracioso estar en esa posición de... secretario cuando toda su vida había sido él quien daba las órdenes y se le podía ver contento y hasta animado.



-Aquí hay uno de teorías y funcionamientos de la magia. Creo que deberíamos llevárnoslo. -Contestó a Rua. Estaba a punto de contestarle también a Kiki pero el bibliotecario se le adelanto. -Muchas gracias entonces.

Cuando terminaron de decidirse y se iban a marchar le sorprendió gratamente el comentario de aquel ser y se preguntó si lo había juzgado demasiado duro. -Gracias por su esfuerzo. -No había sarcasmo, fue una despedida formal para aquel peculiar bibliotecario.



En el camino de vuelta estaba tan contento con el resultado que se había olvidado de la cicatriz y cuando la vio en el horizonte no pudo evitar soltar un "Oh joder..." pero le fue más fácil que la primera vez. Le pidió a Kiki que fuera delante suya y se agarró a su jersey mientras caminaba de pie detrás de ella tembloroso. Al acabarlo todos podrían ver como en su aún temblante estado se daba la vuelta y miraba extrañado al puente y a su precipicio.

Sigue en el Torreón Sendar

El caos reinaba en la planta baja del torreón, pero la mente de Iemai fue recuperando poco a poco la calma. Le avergonzaba que todavía pudiese dejarse dominar por el miedo, pero tal vez no habría reaccionado de forma tan irracional si hubiesen sabido qué los atacaba en primer lugar. La incertidumbre le había hecho mucho daño.

Sus compañeros ya trataban de hacer planes, incluso Nery’s, que no estaba en condiciones de ir a ningún lado después de todo lo que le había pasado esa mañana. Sin embargo ella estaba bien. Se había magullado, pero podía caminar y correr. Estaba determinada a devolverles la ayuda recibida cuando ella era la que no podía salir del torreón y necesitaba ayuda.

Tras anunciar que saldría en busca de la ayuda de los macieleros subió la primera a la habitación para prepararse para salir. Con una de las mochilas vacía y su lanza se apostó en la puerta y esperó a que toda la comitiva estuviese dispuesta a salir. El gesto de Ulmara con Fleur no se le pasó por alto, y apretó con fuerza la correa de la mochila. Tenía miedo de que tardasen demasiado en ir y volver, pero no sabía qué otra cosa podía hacer.

Lograron llegar al torreón Maciel sin incidentes, pero cuando golpearon el puente nadie respondió al otro lado. Tal vez no tardarían demasiado en volver, pero si lo hacían les cogería la noche allí y no podrían cruzar la ciudad de regreso.

Las cercanas sugirieron ir a la biblioteca mientras tanto, ya que tal vez Biblios podía mostrarles libros sobre magia escrita que quienes tenían más talento para la magia quizá pudiesen hacer funcionar aún en las condiciones en que estaban. Era arriesgado, pero también lo era esperar sin hacer nada, y podrían pasar por Maciel de nuevo durante el regreso.

Llegaron a la biblioteca a paso ligero y, al entrar en ella sin percances, Iemai se sintió aliviadam al menos hasta que tuvieron de nuevo a Biblios delante.

—Suerte si queréis que las runas os sirvan de algo. Creo que podría haber algunos libros sobre el tema por allá —dijo cuando le hubieron explicado a qué habían ido hasta allí, señalando al fondo de la biblioteca—. Ya os he dicho más veces que aquí no hay casi ningún libro de magia. ¿Os gustaría probar la literatura de Arfes?

Habían aprendido a ignorarlo, así que Iemai se dirigió a donde Biblios les había dicho y, tras coger un puñado de libros se apoyó en la repisa de una ventana para pasar páginas furiosamente.

La idea de Nery's era buena, sí, y después de hacer lo mínimo posible por Fleur y el resto, salieron a ponerla en marcha. El camino fue sin problemas, más allá de los nervios de Pefka sobre todo lo que había pasado, el cómo iban a curar al resto y la posibilidad de encontrarse a la criatura en la calle. O, peor, que les esperase a la vuelta en el torreón.

Con lo que no contaban, o al menos a él no se le había ocurrido (por muy razonable que pudiera ser), era con que no hubiera nadie en el otro torreón. Vaya faena. Pero no se rindieron, pues las cercanas sugirieron ir a la Biblioteca.

Y allá fueron y llegaron. El bibliotecario estaba a lo suyo, sugiriendo cosas que no entendían, y la verdad era que Pefka no sabía cómo ayudar. Se sentía más útil con algo relacionado con el exterior que allí entre tantos libros, pero se empeñó en buscar libros de hechizos curativos o relacionados con la anatomía. Cualquier término que pudiera servirles.

Ulmara fue todo el viaje haciendo equilibrios para mantenerse estoica, especialmente después de toparse con las puertas cerradas de Maciel. Debían estar fuera, se dijo, debían estar fuera buscando comida. Todos, por algún motivo. No podían estar muertos, se dijo también, eso era imposible. Tras aquella decepción tomaron la decisión de volver a la Biblioteca con la esperanza vana de encontrar magia rúnica, algo que ni siquiera las cercanas entendían muy bien, pero que se suponía que les permitiría hacer magia por encima de sus capacidades.

No iba muy convencida, pues el temor a la muerte se hacía poco a poco más inevitable. La probabilidad de que la conciencia de Fleur simplemente se desvaneciera y dejara de existir la aterraba, no solo por la cordialidad mutua que sentía por ella, sino por el hecho en general de… ¿des-existir?

Fue por esto que no se tomó muy bien las palabras del bibliotecario y le contestó de la peor de las maneras:

—Me gustaría que nos dejaras en paz, gilipollas.

Se arrepintió en cuanto llegó al punto y final de esa frase, agachó la cabeza avergonzada y siguió a sus amigas con una esperanza que se vaciaba poco a poco con cada libro que ojeaba. ¿Y si era verdad y no había nada para ellos ni en la biblioteca ni más allá de la muerte?

Biblios las observó dirigirse a donde les había indicado, mostrando una expresión entretenida. Las palabras de Ulmara no habían alterado en absoluto su humor, de hecho le dirigió una gran sonrisa.
—Para mí es un placer concederte ese deseo —le respondió con una reverencia para, acto seguido, desaparecer y no regresar ni aunque lo llamasen a voces. De hecho, no volvería a presentarse ante los sendarios si Ulmara se encontraba presente en lo que restaba de cosecha.

Todo el grupo se hizo con libros y empezó a pasar hojas, pero era inútil: si se entendía lo que ponía el libro, solo se trataba de explicaciones sesudas sobre lenguajes rúnicos, si el libro estaba plagado de instrucciones ilustradas de cómo hacerlas funcionar, no eran capaces de entender una sola palabra.

Iemai vigilaba de reojo a Sarah, que era la que tenía más cerca, y veía que era lo mismo sin importar que libro se cogiese. Cuando fue a dejar su tercer manojo de libros y cambiarlo por el cuarto, dio un par de vueltas a la estantería, a ver si se había pasado algo por alto, y picó libros por todas las baldas. Después se dirigió a la mesa para extenderlos con más comodidad, pero cuando apoyó la pila de libros los que estaban más arriba perdieron el equilibrio y se desparramaron por la mesa.

De entre las páginas desparramadas destacaba una en concreto porque sobresalía del interior de uno de los libros. Era una hoja escrita a mano con pluma y tinta, que mostraba una gran runa rodeada de modificadores.

Cuando Iemai alargó la mano hacia el papel lo giró entre sus dedos. En su anverso unas letras escritas con lápiz y caligrafía torpe explicaban que se trataba de un hechizo de restauración de alta potencia. Abrió los ojos y parpadeó un par de veces antes de reaccionar, plantando el papel entre sus compañeras con un golpe sobre la mesa más fuerte de lo que pretendía.
—¡No me lo creo! ¿Podría ser una trampa? Es demasiada casualidad que alguien se haya dejado esto aquí estudiando magia…