Botica de la náyade

Recuerdo del primer mensaje :

De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.

No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.

Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.

Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.

La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.

La pregunta de Giz consiguió que Nia explicase con todo lujo de detalles todo lo que sabía de su sociedad que pudiese relacionarse con la situación de Toima y las tonterías que quisiera que se le pasasen por la cabeza. Fue largo, y ninguno de ellos la interrumpió. Tocó muchos temas, demasiados, llegando a hacer que casi perdiese la relación entre ellos en algún punto. Pero, en definitiva, había entendido perfectamente lo que Nia quería decir. Y Toima seguía siendo un idiota por comportarse de ese modo con ellos. Ya debía saber que comprenderían cualquier cosa que les contara, y eso era preferible a vivir amargado y amargando a los demás. A pesar eso, inevitablemente se había ablandado. Era un alivio saber que, probablemente, el ulterano los tuviese en alta estima a pesar de cómo se comportaba, porque empezaba a ser dudoso a aquellas alturas. Después de lo que había hecho por su culpa durante toda la noche, ahora se sentía como se habría sentido entonces si se retirase en mitad de la persecución. Pero era un poco tarde para rectificar, seguía siendo cierto que se cabrearía si le iban a buscar.
—¿Y por qué debería irse a Ulterania justamente hoy? No creo que le haya dicho nada a nadie... Ah, y tampoco es que se llevase nada más que lo que llevaba encima cuando se fue. Sin magia no puede colarse así como así en ciertos mundos vinculados… Pero de hacerlo, tiene razón Noel, probablemente volvería a recurrir a Vac. —«Meh, chaquetero» —. A ver… me sabe mal no ir buscarle, pero también me fastidia que le encontremos y nos mande a pastar por hacerlo. Estaría genial que después de varios años ya hubiese aprendido a tratar con su “familia”.

Nia

La ulterana se encogió de hombros.
-Por desgracia, no se que pasa por la cabeza de ese gigante idiota, así que eso dependeria ya de lo que él considerara más importante. Tan solo son mis apuestas, tampoco teneis que tomarloslo como la historia oficial, pero vamos. Probablemente sea más de lo que nunca haya contado a nadie...-terminó su taza.

Escuchó las palabras de Noel.
-Entonces ¿crees que podria estar confabulado con Vac?-preguntó la ulterana frunciendo el ceño y cruzandose de brazos.-Podria ser... Podria ser...-terminó por asentir, dandole la razón al draco.

Fue entonces cuando respondió a Gael.
-Bueno, no dije que fuese hoy, pero que probablemente sea pronto.-contestó algo insegura, llevandose un indice al carrillo, pensativa.- Por algún motivo, tengo la impresión de que lo que intenta es "ser digno" de teneros como familia, teniendo en cuenta lo infantil que es para algunas cosas y lo bruto para otras... No me extrañaria que, fuese lo que fuese que pasara con su familia, sea algo que no quiera que os ocurra a vosotros...-acabó negando con la cabeza.-No. Seguramente sean tonterias mias. Pero por un momento me pareció plausible.-dijo preparando de nuevo su pipa.

Y ahí acabó la visita a la botica. Nia les despidio con la mano y una sonrisa, además de una petición, que le informaran en cuanto supieran algo de Toima y, sobretodo, si alguna vez se dignaba a hablar de lo que le impulsaba ser así.

El lugar estaba relativamente cerca. Cerca porque estaba en la misma zona y relativamente porque me perdí un par de veces, aunque conseguí indicaciones sin mucho problema. <<Cómo es posible que haya tanta afluencia en esta zona... y que nunca nos hayamos topado con nadie durante la cosecha... Aunque tampoco estuvimos por aquí, pero aun así>>

Pasé al interior y me saludó un individuo que di por hecho sería un empleado.
-Venía a hablar con Dama Urticaria. ¿Se encuentra disponible?-inquirí.

Mientras, observé sin mucho detenimiento el interior, más por hacerme una idea en caso de tener que escapar que por otra cosa. Seguía sin fiarme mucho... <<Pero es dinero y reportaba otros beneficios así que a ver cómo va la cosa>>

El frivy se encontraba disponiendo unas cajas un tanto pesadas en un aparador cercano a la entrada. Con las campanillas de la puerta resonando, alzó la mirada para comprobar al libense que entonces acababa de entrar. Atendió a sus palabras y, justo cuando estaba apunto de llamar a la náyade, escaleras abajo, una voz tronadora gritó.
-¡Boticaria! ¡Tienes a un visitante pálido!-exclamó Matanza que habia permanecido inmovil hasta el momento, sobre su palanquín.
Se escuchó un débil y aislado "¡Vooy!" y entonces, mientras esperaban, el cocodrilo le dirigió una amenazadora y minuciosa mirada a Atol, recorriendole de pies a cabeza, como evaluando el peligro que podria suponer. Con un gruñido sarnoso, se dió por satisfecho y volvió a su posición en el palanquin. Al fondo de la tienda se asomó Nia. Llevaba una bata rosada y unas gafas protectoras, el pelo recogido en una larga coleta. Levitando, se acercó a la entrada donde el joven esperaba.
-Ven, Helión Atol , llegas en buen momento.-dijo, ofreciendole seguirla a la trastienda. De camino ordenó al frivy que atendiera a dos clientas que acababan de entrar en la tienda y se estaban pasando con las dosis de prueba de los perfumes.

Una vez le guió a su laboratorio, le ofreció una silla. Más que una silla era una banqueta, no muy grande.
-Disculpa que no tenga mejor asiento, pero aqui donde me ves, siempre ando tan liada que no tengo tiempo para sentarme.-comentó con una modesta sonrisa.-Entonces, entiendo que estas de acuerdo que empecemos las pruebas ya, ¿no?-

El encargado avisó a su jefa pero otra voz me sorprendió. Provenía de un enorme reptil humanoide <<¿Vigilante?>> que me miró de forma evaluadora. No le di motivos, ni los tendría, ya que por mucho que hiciera, no era más que un recién transformado.

Dama Urticaria apareció al poco y la saludé con una inclinación de cabeza. La seguí a la trastienda pero no me senté sino que me crucé de brazos.

-Podemos. Solo habría que preparar un calendario teniendo en cuenta las pruebas del ejército (que aún no sé cuándo son) y negociar el salario. Ya me he encargado de ver cómo andan los precios de la ciudad así que no soy estafable en ese sentido.-le dije, quizá demasiado directo. En cuanto aclaramos esos detalles, sacudí los brazos y los relajé junto a las piernas.-Tú dirás, ¿jefa?-lo último lo dije casi bromeando, inseguro de si era la fórmula adecuada en este caso.

La náyade asintió educadamente.
-En efecto. Cuanto antes tengas las fechas, antes podremos crear un calendario apropiado que se ajuste a tus necesidades físicas.-le informó. A continuación el libense fue directo al grano y le preguntó por el pago en números. Aquella repentina descortesia pilló a la niña desprevenida que, vacilante, contestó al fin.
-Bueno, piensa esto: Estafa o no, estas ayudando a todos los libenses de la ciudad a tener un tratamiento ideal en mi establecimiento.-
Con otra sonrisa educada, añadió.
-Pero eso no significa que ese será tu único pago...-

Tiró de un cajón de una mesita cercana y extrajo una bandeja de plata refinada. Tres jeringuillas dispuestas paralelamente sobre estas, portando diferentes cantidades de diferentes líquidos, una botella pequeña de color amarillento con diferentes gasas apoyadas al lado y, colgando de una de las anillas, una pequeña bolsita de cuero que retintineaba con la cantarina melodia de monedas. Disponiendo la bandeja cerca de la mesa a la que estaba sentada continuó.
-Y, por favor, trátamente de dama Urticaria. ¡Por todas las cataratas!-exclamó, dejando escapar una risa suave.-Ya tengo bastantes personas que me llaman así en mi vida.-comprobó cada una de las jeringas antes de añadir.-Sin contar que ahora mismo eres una persona contratrada por mi, pero a la vez vas a ser un paciente, así que no tienes que tratarme con formalismos extra.-

-Ahí tienes el pago por esta ocasión.-señaló la bolsita de cuero con la mirada.-Dependiendo de las molestias que te pueda llegar a causar estos tiros, pagaré en consecuencia. No creo que te sienta igual de bien cobrar por estornudar ocasionalmente que por teñirte de verde de pies a cabeza...-dijo entonces, soltando otra risa más entrecortada. De todas formas, la bolsa parecia bastante rellena de monedas grandes. Nia pensaba en aquello como en una inversión y confiaba totalmente en su intuición para ello asi que habia sido especialmente libertina a la hora de soltar de la ucha.

-Ahora...-dijo, de nuevo probando la jeringa que sujetaba entre sus dedos, haciendola gotear.-Remanga y extiende el brazo que quieras.-En su otra mano sujetaba una de las gasas que goteaba aquel líquido amarillento de la botella.

Su respuesta me descolocó un poco <<"Estás ayudando a todos los libenses de la ciudad a tener un tratamiento ideal en mi establecimiento..." No había pensado en eso...>> pero lo hecho ya estaba hecho y la conversación siguió. Tampoco había pensado en adecuar el sueldo a las pruebas, <<lo cual es obvio. ¿Es que sólo trabajo y no pienso? Acabaré como un autómata a este paso>>

-Oh... Vale, de acuerdo.
En lo que sí pensé fue en la incógnita de las pruebas cuando vi las jeringuillas. No me hizo ni pizca de gracia su broma, pero fuera en serio o no, era lo que había aceptado...
-Entendido, dama Urticaria... ¿Eh? ¿Pagar por adelantado? ¿Tan mal me van a dejar?-inquirí, bromeando a medias, señalando las jeringuillas.

Luego me senté y le ofrecí el brazo izquierdo, ya que era diestro, aunque antes pregunté:
-¿Qué efecto esperas observar con esto? ¿Notaré algo?

Nia se inclinó y, con otra sonrisa educada le contestó, mientras le frotaba la gasa por la parte que pensaba pincharle. Un unguento amarillento se extendió por la piel del libense y, al instante, notó como su presión sanguinea se elevaba. Era capaz de sentir los latidos de su corazon en su brazo.
-Eso lo tendremos que ver...-terminó por decir, acercándo la aguja. Palpó hasta encontrar el vaso sanguineo que buscaba y, con un movimiento seco pero no repentino, la clavó. Lentamente empujó el embolo e instantaneamente, Atol pudo sentir como algo se movia por su cuerpo, como una sensación de calor se apoderase de este.

-Si todo sale bien, deberias notar un calor recorriendote la piel... Tambien cansancio en los ojos, procura parpadear de vez en cuando o se te quedara legaña.-le dijo y comenzó a frotarle otra gasa con aquel líquido amarillento. La picadura de jeringa desapareció.
-Intenta ponerte de pie.-dijo entonces la náyade, retrocediendo para darle algo de espacio.-Ve tranquilo... Es posible que empieces a alucinar dentro de poco, si lo haces, avisame.-le dijo Nia.

Pero aquella ya no era Nia, su cara se estaba contorsionando de manera imposible y su figura se estaba rompiendo, cambiando, mutando hacia lo imposible, pues Atol se encontraba en mitad de la alucinación ya y por lo tanto veia...

Un monstruo, eso era lo que veía. Una criatura con rasgos reptilianos, tentáculos en la cara y distorsionado, muy distorsionado. Cuando miré al suelo, por despegar la mirada de dama Urticaria, este empezó a desaparecer, curvarse, desaparecer... No sé a qué me agarré pero lo hice. Una vez asegurado, hablé a trompicones: tenía otras preocupaciones que decir algo de forma normal.

-Alucinación.-dije, sin soltarme, pero añadí.-Peligro. Uñas.
No intenté moverme mucho más por lo mismo, y, como me dijo de parpadear, me negué a cerrar los ojos. En su lugar, intenté fijar la mirada en un punto de la pared, donde no me desequilibrara, pero esta empezó a girar como si de un remolino de agua se tratara. Tanto que parecía que me tragaría si seguía mirando, así que volví a mirar a la bruja, aferrado al taburete. Al menos, las uñas no apuntaban a nadie...

Aunque sí apuntaban a la silla. Caí al suelo a través de esta, la cual se había hecho intangible por dispararse por error uno de los hechizos. Y ahí me quedé, parpadeando y mirando aquí y allá para no marearme, aunque de poco serviría si esto duraba mucho.

-Para qué digo nada. ¿Cuánto dura esto? Parece que todo el sitio se desmorone, tú incluida. Si me levanto, me la pegaré contra el suelo.-mascullé, molesto por la situación.

-N-no te muevas, aguarda.-le dijo mientras sufria de las alucinaciones. Tan pronto se lo habia dicho, se habia puesto a preparar la siguiente jeringa. Apretando suavemente el embolo, se aseguró de que estuviese lista. Y para cuando se giró de nuevo, se encontró al libense en el suelo y el taburete intangible. A eso se deberia haber referido con peligro y sus uñas. La ulterana no tardó en volver a colocarle el siguiente tiro. Atol para entonces estaba sufriendo convulsiones leves pero las alucinaciones se habian intensificado. Peleando contra los espasmos, Nia logró encontrarle el vaso correcto y le disparó el segundo tiro. Poco a poco, el cuerpo de Atol comenzó a normalizarse. Estaba empapado en sudor y bocarriba en el suelo. Todos los sonidos que le rodeaban le llegaban como distantes. Nia estaba levitando encima de él. Uno de sus dedos brillaba intensamente como una pequeña linterna. La fijó durante unos segundos en sus dos ojos y comprobó que la dilatación de sus pupilas volvia poco a poco a la normalidad. Las alucinaciones ya habian pasado, pero tenia los ojos llorosos y sentia un mareo leve.
-...Helión Atol ¿puedes oirme? ¿Eh? ¿Atol? ¿¡Me oyes!?-le dijo, dándole unas suaves sacudidas. Pronto el sonido volvio a él con normalidad.-Por un momento pensé que te habia dado un shock... ¿Puedes levantarte?-le preguntó, preocupada.-Despacio... Despacio...-le dijo, al ayudarse a incorporarse.

-De esta forma no hemos obtenido muchos resultados.-continuó diciendo.-Tu sistema nervioso ha rechazado la droga.-le explicó, mordiendose ligeramente el labio de la rabia.-Debemos seguir intentando desbloquearlo, pero otro día ya. No creo que tu cuerpo esté listo para otra conmoción parecida y la próxima vez quisiera hacerlo en algún lugar más seguro... y cómodo.-dijo, por debajo de su aliento, como comentando consigo misma. Finalmente, se giró hacia el libense.
-Queda todavia una última dosis que quiero probar. Una bacteria.-le aclaró.-Necesito que la incubes durante un tiempo para asi ver yo que sintomas sufres y que pueda anotarlos.-se cruzó de brazos, pensativa.-Lo más seguro que ocurra es tus mucosas se vuelvan locas con esto, como en un resfriado terrible.-le aclaró.- Pero si se complica a más o si al cabo de un día no sufres ningun sintoma o notas cualquier cambio visible, ven corriendo aqui, ¿entendido?-le dijo a continuación. Preparando la tercera y última jeringa, le miró a los ojos y siguió hablando.Con esta, ya terminariamos por hoy. ¿Estás listo?-

La situación no hizo más que empeorar. Habría preferido que un grupo de hienas u otra cosa me arrearan zarpazos y mordiscos que a lo que me pasaba por dentro. Pero, aunque me empecé a preocupar de que este trato fuera peligroso, cuando salí de la crisis, lo hice con cierto orgullo. Por fin recuperé la normalidad y pude escuchar a la bruja sin mucho problema, aunque el mareo persistía y los ojos estaban nublados. Aun así, sonreí y me apoyé en los codos para sentarme.

-Estoy perfectamente. Esto no es nada.

Lo intenté demostrar levantándome, aunque me costó lo mío por culpa del mareo y del sudor. Por suerte, quizá, la chica me ayudó. Luego presté atención a los resultados mientras se me pasaba el mareo y me secaba las manos en la ropa. Le habría dicho que mi cuerpo sí aguantaría, pero... ¿Sinceramente? No pensaba pasar por ahí de nuevo, al menos no hoy.

-Entiendo... Bueno, otra vez será. Si mientras no me mates, hay tiempo.-dije riendo.-¿Sólo como un resfriado? Vale. Estoy listo, claro.-y casi acabo ahí, pero me di cuenta de un detalle <<Aunque puedo luchar con un resfriado...>>-¿Pero tomará mucho tiempo? Por si las pruebas del ejército son pronto, digo.

-No, no.-dijo, negando con la cabeza.-En cuestión de un día o dos estarás curado.-le dijo, restándole importancia.

Una vez estuvo todo listo para la siguiente, volvio a coger su brazo y le inyectó lentamente el tercer pinchazo. De un color caramelizado, lo primero que notó Atol fue una fuerte molestia en el paladar seguida de un escalofrio de pies a cabeza que se repetia con determinados ritmos.
-Procura no tocarte mucho el paladar...-le indicó, extrayendo la aguja y limpiando y curando la herida con más líquido amarillento.-Bien esto ya está listo, en cuestion de segundos deberias estar moqueando bastante.-
Un estornudo que logró esquivar a tiempo y entonces una larga vela cerúlea de mocos colgó de la nariz del libense.
-Si...-dijo Nia, luchando por no perder la compostura. Le alcanzó unos pañuelos.-...será mejor que lleves de estos encima... Solo por asegurarme...-cogió un instrumento metálico y tomó unas muestras del moco azulado que, tras introducirlos en una probeta, los dejó reposando junto a otras. Otro estornudo. Le pasó aún más pañuelos.
-Y con esto ya deberiamos de...-

Pero algo habia captado la atención de la náyade que miraba al helión con ojos de sorpresa y curiosidad. Acercándose lentamente a su cara, una sonrisa nerviosa apareció en la esquina de sus labios.
-Eh... vaya...-dijo algo insegura, sin quitarle la mirada de la cara. Algo parecia estar ocurriendo en ella. Y otro estornudo y más mocos azules.-Ha... surgido un contratiempo...-dijo Nia, cuya sonrisa intentaba volver a ser lo más educada y modesta que podia. Parecia estar apunto de reirse pero se estaba esforzando por no hacerlo. Lentamente y, sin quitarle la mirada de encima, le pasó un espejo de mano.

Cuando Atol se miró en él, aquel ser que le devolvió la mirada no parecia ser él. La nariz se le habia hinchado más de lo que fuese habitual en un resfriado y ahora tenia una patata por nariz. Pero no una patata cualquiera, era una patata azul y al final de esta le colgaba un largo moco de un azul más claro.
-Deberia... Deberia hacerle una punción a eso y asegurarme que no es perjudicial...-

Sin esperar a su consentimiento, sacó otra de sus varillas metálicas, esta más afilada y con punta al final, se lo clavó lentamente hasta hacer sangre. Aquello tardó bastante menos que lo que la náyade habia predicho y sangre azul brotó de la herida. Aquello significaba dos cosas, una buena y otra rara. Perdida en sus pensamientos, tardó unos instantes en cerrarle la herida y sellar la goteante varilla en otra probeta.
-Tengo una noticia buena y otra que no se si es mala...-le dijo, cruzándose de brazos. Otro estornudo.

-La buena es que la... protuberancia en la que se ha convertido tu nariz es, en efecto, tu nariz y no un tumor repentino. Se ha hinchado tu nariz por algun agente que llevaba la bacteria.-profundizó.-Puede que sea una alergia o... No, eso no puede ser, la dosis es la correcta, pero solo que sepas, que para confirmar, desde el principio no habia reaccion posible a algo como un tumor, así que lo más seguro es que no crezca más. Si lo hace, como dije, ven aquí lo más rápido que puedas. Asi que, en ese aspecto, significa que tu nariz volverá a su tamaño normal despues de que elimines a la bacteria de tu organismo... en uno o dos dias máximo.-frunció los labios y continuó explicando.

-Bueno y... la que puede que sea mala es que algunos de tus glóbulos rojos, por no decir todos, estan tintados de azul... Eso puede deberse normalmente a una contaminación de cobalto en la alimentación o... Es un caso muy raro. Pero no puede ser eso tampoco. Teniendo en cuenta el caracter alquímico de la bacteria, es bastante impredecible la causa. Ninguno de los ingredientes que use tenian un componente de cobalto muy activo. Quizas haya que tener que limpiar tu sangre una vez neutralices a la bacteria... Pero eso no es demasiado problema, no para mi, claro está.-asintió, como dando el visto bueno al resultado final.

-Mañana haremos más pruebas para determinar que ingrediente te causó esta reacción pero por lo que corre por tu cuenta... lleva vida normal... todo lo que puedas.-esperó a que terminase el estornudo de aquel momento para proseguir.-A no ser que sufras un cambio repentino o notes algún malestar, no tendria que volver a verte hasta mañana.-
Sin embargo la ulterana estaba insegura. Sabia que aquello era meramente temporal, salvo lo de la sangre que podria limpiarla ella misma al siguiente día, pero, debido a aquel contratiempo inesperado, queria dejarle bastante claro que no le iba a pasar nada malo.
-Mira...-dijo, rompiendo una piedrecita de su brazalete y dándosela en mano. Tenia una runa de comunicación grabada.-Tengo a la gemela conectada a mi otro brazalete, si te surge algo, no dudes en llamarme e iré hacia dónde tú estés lo más rápido que pueda.-

-Y ya hemos terminado por hoy... ¿Tienes alguna duda?-le preguntó.

Todo había salido bien hasta ahí. Podía aguantar mareos, cansancio en los párpados, sudores, un resfriado, pero no el punto final a la "sesión de experimentos". Bueno, tendría que aguantarme, estaba ahí por voluntad propia pero...

-Hay que... Fastidiarse.-me corregí a tiempo: no era culpa suya.-No podía salir esto en otro sitio, no, en plena cara. Espero que lo que dices sea cierto y se pase en menos de dos días o no volveré.-gruñí mientras me limpiaba los mocos.

Decidí quitarme la camiseta y taparme la cara con ella para ocultarlo a la hora de salir (dejando espacio para limpiarme de vez en cuando). Luego agarré, sopesé la bolsa de dinero y me la guardé. <<Recuerda por qué estás aquí. Ambos obtenemos beneficios, baja los humos>>

-Vuelvo mañana entonces. No te preocupes, como no se pase te avisaré, eso tenlo por seguro.-volví a gruñir, aunque no tan mosqueado como antes, mientras cogía la runa.-Pues nos vemos. Y... perdón por el cabreo pero es por cuestión estética, nada grave, que estoy aquí por voluntad propia.-añadí antes de despedirme del todo.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Tenía que ser allí, a no ser que me hubiese equivocado de dirección aquel debía ser el lugar.

-¿Hola? ¿Hay alguien?,- pregunté mientras entraba. No llegué mas lejos ya que un cocodrilo humanoide me bloqueó el paso, lo primero que pensé fue en su semejanza con Sobek, el dios egipcio.- H-hola,- dije con voz cortada, aquel bicho quieras que no imponía lo suyo,- H-he venido a ver a Dama Urticaria, ¿es aquí no?,- no quería ni pensar en lo que podría pasarme si en vez de en un negocio me había metido en una casa particular por la cara, pero pensándolo ahora eso era imposible, una casa habría tenido protecciones contra intrusos y la puerta estaría cerrada. Pero en ese momento y con un monstruo de aquella índole el cerebro no me funcionaba del todo bien.

Matanza

El cocodriloforme observó al diminuto humano que entonces habia cruzado el umbral de la puerta. Con su único ojo bueno, pareció querer escanearle de arriba abajo. Su boca, si pudiese demostrar algún tipo de emoción cercana a la humana, no hizo ningun esfuerzo en demostrarlo. Abriéndose lentamente, parecia que estaba apunto de atacar con su lado más depredador a Stefan pero pronto se vio que solo estaba mostrándole los dientes amenazadoramente. Una carcajada seca surgió y el pertrechado guerrero habló.
-¿Qué pasa? ¿Tengo a alguien que conozcas entre mis dientes?-dijo socarronamente. Su cara le sonaba vagamente. Sacó un cuaderno de notas que en vez de papeles tenia lascas de piedra con ciertas runas grabadas. Al pulsarlas, se aparecia una cara grabada en las mismas, como a modo de un holograma pero de origen mágico. No tardó en encontrar la del brujo de las enredaderas. Con un chasquido de lengua, habló entonces.
-Si, esta es su tienda y ella está dentro en estos momentos. Lo que no se es si quiere verte, saco de carne.-otra risa siseante surgio entre sus dientes de cocodrilo. Pero el pánfilo seguia en el lugar y estaba molestando a una clienta que queria salir, una bruja con dos caras en lugar de una con un pelo electrizado aún más bizarro. Con un manotazo, le apartó de la entrada, haciendo que la mujer de dos caras que parecia haber metido los dedos en un enchufe saliera, muy indignada.

Girando el cuello para ver como la mujer salia y, en concreto, fijandose en el trasero de esta, el lagarto esperó para volver a hablar.
-Estás en la lista negra de mi jefa al parecer.-le explicó.-Es más, si la informo de que estas aquí, quizás me mande hacerte trocitos tan pequeños que nadie te reconoceria, para luego darselo de comer a sus bestias de agua... ¿Qué dices? ¿La aviso o no?-dijo mientras otra siniestra sonrisa que acabó en carcajada. De cerca, podia apreciar que, no solo el aliento le apestaba, sino que los ojos de color amarillo natural estaban enrojecidos, posiblemente por el consumo de alguna droga.

Nia

Una voz apacible sonó al fondo de la sala, donde el mostrador. El frivy habia visto al brujo antes y habia ido directamente a avisar a la náyade, mientras el cocodriloforme se entretenia atormentando al joven humano. Fue Nia la que habló, estando el frivy a su lado.
-Stefan de la Tierra.-dijo, dándole una calada a su pipa. Elaboró un anillo de humo a continuación.-O Enredo de Rocavarancolia, como prefieras.-añadió. Al instante, el enorme lagarto cerró la puerta detrás del humano con una risotada más y, cruzándose de brazos se apoyó sobre la puerta, cerrandole la salida al chico.
-¿Qué te trae por aquí?-inquirió la ulterana entonces, con una voz que denotaba tanto poder como aburrimiento. Añadió otro anillo de humo al que ya se desvanecia.

El cocodrilo empezó a hablar, tiempo atrás aquello me habría resultado la mar de fascinante. Ahora solo me producía indiferencia, había visto tantas cosas en el poco tiempo que llevaba de ciudadano que resultaba difícil sorprenderme.

<<Que mal carácter tiene este animal. No deja de recordarme a los típicos matones>>. Cuando pensé eso me dio un empujón para que me apartase de la puerta, con el golpe perdí la concentración en el hechizo de levitación y por poco se me cae la fuente al suelo, por suerte pude cogerla antes.

-Eh, eh. Ten más cuidado, por poco me tiras el regalo.- y lo fulminé con la mirada,- Seguro que mientes, nunca le he hecho un mal a tu jefa así que por mi avísala.

No hizo falta sin embargo, Dama Urticaria apareció unos segundos después de que yo dijese eso. Hice una mueca al escuchar mi nombre humano, hacía mucho que no lo oía y seguía desagradándome. A mi parecer había cambiado, aquel nombre no era necesario.

-Enredo por favor.- hice una pequeña pausa,- Y bueno, me traen dos cosas. La primera es una deuda de gratitud que tengo hacia ti, por eso te he traído esto,- deposité la comida en el mostrador.- Sé que los ulteranos no podéis comer dulces, así que básicamente es carne. Espero que te guste.- sonreí y continué.- La otra razón por la que vengo es que necesito ayuda. Me gustaría aprender a elaborar antídotos mediante la alquimia y se que tu eres muy buena en ese tema. Quería empezar por mi mismo, pero los libros de serpentaria acerca del tema son un poco escuetos y no tocan el tema de los antídotos tanto como me gustaría.

Nia

La ulterana puso los brazos como jarras mirando con una expresión de reprobación. El lagarto entonces se apartó de la puerta y se colocó en su palanquín, con las piernas cruzadas. Nia relajó entonces la postura, pero no pareció mucho más contenta. Guardando la forma, se dirigió hacia Enredo y habló.
-Enredo pues.-
Tomó la lasaña y la husmeó educadamente por encima. Hizo una seña al frivy que entonces recogió la lasaña y la llevó dentro de la trastienda. La ulterana entonces, le contestó.
-No tenias que haberte molestado. Con que mis pacientes valoren su salud en el futuro es suficiente recompensa para mi, pero permiteme informarte de que los ulteranos si que comemos dulces, pero no todos los que a los humanos teneis una cultura establecida entorno.-cruzandose de brazos, esbozó una postura más relajada y siguio hablando.-¿Y la segunda?-

El humano no tardó en responder. A lo cual la ulterana simplemente tomó varias caladas de su pipa, antes de responder.
-Mejor será hablar de esto en un lugar más cómodo. Sígueme.-
Girando sobre si misma grácilmente, condujo a Enredo escaleras arriba. Una salita decorada con tapices alfombras y cojines de color rojizo se abrió delente de él. Una pequeña mesita baja en mitad del cuarto servia como punto de reunion, decorado con un pequeño mantel tricotado del mismo color. El incesario que colgaba del techo desprendia un olor especiado fuerte y se podian apreciar las fluctuaciones del mismo en el aire gracias a la tenue luz rojiza que provenia de varias lamparas pegadas a las paredes. Ofreciendole un cojín donde sentarse, la ulterana tomó el lado opuesto, sacudiendo levemente el incesario con un hechizo, llenando de aroma aquella sala.
-¿Con que alquimia, eh?-le dijo la niña que habia guardado la pipa, alzando una ceja.-¿Eres consciente del complicado y enrevesado camino que debes recorrer antes de poder considerarte alquimista?-

Pero antes de que contestara, entró el frivy con una bandeja y, de una manera muy servicial, colocó dos tacitas de té de color bermellón delante de ambos, para luego servirles un té del mismo color. Humeaba caliente. Con una pequeña reverncia servicial, el frivy abandonó la sala, llevandose la bandeja y dejando la tetera atrás.
-Es té rojo de tu planeta. Te recomiendo beberlo mientras esté caliente. Pronto traeran algo para acompañarlo. Mientras, reflexiona sobre la respuesta que me vas a dar.-dijo, dando un pequeño sorbo a su taza, con los ojos cerrados, bañandose en el sabor de este.