Botica de la náyade
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Dal
Jack
Vlad
Muffie
Giniroryu
Lops
Yber
Leonart
Tak
13 participantes
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Botica de la náyade
09/02/13, 12:03 am
Recuerdo del primer mensaje :
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
13/07/14, 04:24 pm
Nia
La ulterana mordisqueaba una pasta mientras el griego hablaba. Cierto era, que sabia por que derroteros habia andado Vac y, en algunos de ellos, ella misma habia andado tambien recientemente, dato que creia al griego ignorante al respecto.
Siguieron hablando de asuntos triviales hasta avanzado el mediodia y, tras unas tazas de té y el par se quedó con una sensación nostalgica y prometieron verse más pronto que la última vez.
La ulterana mordisqueaba una pasta mientras el griego hablaba. Cierto era, que sabia por que derroteros habia andado Vac y, en algunos de ellos, ella misma habia andado tambien recientemente, dato que creia al griego ignorante al respecto.
Siguieron hablando de asuntos triviales hasta avanzado el mediodia y, tras unas tazas de té y el par se quedó con una sensación nostalgica y prometieron verse más pronto que la última vez.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
14/07/14, 12:30 am
Episodio 0: The Darkbringer and the Birth of the Blightbringer
<<♫ ♬ ♬ ♫ ♬ ♫>>
La Luna se alzaba con toda su belleza y monsturosidad en el cielo, descargando su influencia mágica por toda la ciudad. Los alaridos de los cosechados y los gritos de júbilo de los magos sedientos de poder con los aullidos de las bestias componian la orquesta de la noche. Era una noche de cambio, de poder y de magia.
Nia lo habia sabido desde que se transformó. La Luna les regalaba cada año con su presencia un poder que creia ilimitado. Pero el poder, corrompe.
Bajo los cimientos de la aparentemente inofensiva Botica de la Náyade se estaba llevando a cabo un ritual de lo más siniestro. Varios tragaluces instalados estratégicamente, reflectaban la luz de la monstruosidad roja que pendia del cielo e iluminaba la sala. Sumidos en el velo del color de la sangre, un grupo de magos encapuchados recitaban los encantamientos, revisaban los circuitos rúnicos y protegian el lugar ante el ritual que estaba por suceder. Aparte de los magos, habia otras cinco figuras. Una de ellas, iba encapuchada como los que realizaban los cánticos, pero su malsana piel de un color pálido, le delataba como diferente. Le delataba como antinatural, incluso para aquella reunion bizarra.
Nia vestia un largo traje de seda roja con un pequeño plumon a la altura de los hombros, que restaban al aire. El pelo largo suelto a su espalda, con decorativos rojizos. Así, como para terminar el conjunto, el maquillaje de aquella noche para la niña tenia los colores negro y rojo como pieza central.
Ademas de esos dos, tres matones forzudos de gran tamaño restaban en una esquina de la sala, con más de veinte barriles a su lado, esperando su momento de actuar. Con la Luna en auge, el ritual para el que se habia estado preparando durante casi más de un año, por fin podia contemplarlo. Y la náyade no paraba de supervisar todo, visiblemente nerviosa, pero lo suficientemente autoritaria como para que nadie comentase nada, pues nadie queria que toda la ira y el estres de la niña cayera sobre ellos. No deseaban acabar como los otros.
Las losas del suelo, en donde los magos habian estado haciendo sus garabatos, anclando sus hechizos y configurando sus runas durante los últimos meses, estaba diseñado con un entramado parecido a unos conductos de diseño intrincado que daban a parar a un sumidero en el centro de la sala, de unos sesenta centimetros de diametro. Y situados en paralelo en cada conducto de piedra, estaban los encantamientos. Subiendo por el conducto, podian verse muescas lo suficientemente grandes desde las que podia realizarse la libación con barriles. El contenido de estos se derramaria entonces, siguiendo el patrón establecido y alimentarian los intrincados circuitos mágicos que, para cuando llegasen a su zénit, descargarian todo su potencial en el centro de la sala, donde se encontraba el sumidero.
--Todo parece en orden, niña. Deja de revolotear, me va a das a dar dolor de cabeza.-se quejó el encapuchado de piel malsana.
La niña se lo tomó a pecho y acortó las distancias con la figura encapuchada. Alzando un dedo y recriminandole con ojos cargados de paranoia.
-¡No me digas lo que tengo o no tengo que hacer! ¿¡Entiendes!? Esto es mi proyecto: Es mi plan. Y no necesito que me mandonee nadie.-le recriminó.-¿Dónde está el Grimorio?-
La risa cacareante del hombre encapuchado se reveló entonces.
--Tranquila. Lo traigo conmigo.-dijo, mostrando que debajo de sus ropajes, traia un libro envuelto en cuero curtido. Cuero que la náyade no dudó ni por un instante que no se tratase de otra cosa que no fuese un humano o algo horrible, teniendo la naturaleza de la reunion y la magia que se respiraba en el ambiente.
-Acuerdate de nuestro trato o sufrirás las consecuencias.-terminó espetandole antes de volver a la tarea de apremiar a los laboriosos magos en la construcción del circuito.
--Si, si... señora...-terminó por contestar, cansado.
El ritual era bastante sencillo en el sentido teorico. Tenian la informacion que necesitaban de reconstruir y ver los tejidos de realidad dentro de los rumores que se murmuraban en los bajos fondos de la ciudad, por así llamarlo. Era raro que alguien se empeñase tanto en la tarea en la que estaba arrojada la ulterana, pero no habia sido la primera ni la última que habia buscado aquello en la ciudad, pues, ¿no es más intenso el poder de otorgar la vida que la de privarla?
Asi es, la náyade planeaba revivir a alguien. No en un sentido nigromántico, no. Todos sabian que la no muerte se llamaba así, porque no era vida alguna. No. La ulterana planeaba dar genuina vida y no solo desde cero, eso seria demasiado fácil. Planeaba revivir a una persona muerta años atrás y habia estado husmeando y escarbando los conocimientos necesarios para aquello. Aquella senda que muchas personas antes que ella habian recorrido en esa ciudad y que, todo el mundo sabia, que alguien acabaria por intentar volver a recorrer. Los costes de la investigación, el pago por los ingredientes, los campos de cultivo, la mano de obra, la ayuda externa. Todo aquello se habia sumado y podia decirse que la ulterana se habia arruinado con aquel proyecto. Después de la Luna, más de un acreedor apareceria buscandola. Pero no se habia planteado por un momento echarse atrás, pues, si de verdad conseguia su objetivo, podria hasta morir en paz, de llegar el caso.
En sus pensamientos, un nombre no paraba de aparecer.
<<Harm. Harm. ¿Dónde estás? Pronto volverás a estar conmigo. Somos inseparables. Y la misma Luna que te hizo desaparecer te traera de vuelta. Harm, ¿me echas de menos? Yo si te echo de menos. He esperado tanto tiempo...>>
Pero sus gestos y acciones indicaban lo nerviosa y paranoica que podia llegar a ser la intara. Primero, siendo despótica con aquellos que trabajaban para ella, pero, debido a su buena paga y lo que le habia pasado a los que la hubieran traicionado. Pero, quizás lo más extraño era que habia renunciado a todos y a cada uno de sus principos a modo de un medio para lograr sus objetivos.
Habia salido de la sala. En un túnel adyacente, que lo conectaba con la botica, todo de reciente construcción, descansaba la infame, invisble y lista para entrar en cualquier momento. Nia acariciaba nerviosamente una pulsera que tenia anclada una serie de hechizos de toda índole, por si se diera el peor de los casos. La terra salió de su invisibilidad, pero a un gesto de la náyade, la insto en permanecer oculta. Obediente la terra escuchó a su ama, sin salir de la invisibilidad.
-Bien. Todo parece estar marchando bien. Hasta ahora.-la informó, visiblemente nerviosa.-Pero este es el momento de tu prueba decisiva. ¿Te acuerdas de el hombre encapuchado que me visitaba? Ese de aspecto tan siniestro, si. Está ahí dentro, conmigo. Ese será tu objetivo.-dijo con el ceño fruncido.-En cuanto ponga un pie fuera de la Botica, acaba con él. No quiero ver su cabeza siqueira. Tiraselo a alguna alimaña, pero no quiero volver a oir o verle en mi vida. ¿Queda claro?-dijo, autoritaria.
Tras unos segundos de silencio, el sonido de revoloteo de una capa junto con la voz de la infame se dejó oir.
-Kat-ûm, mi ama.-
Nia no pensaba dejar cabos sueltos. Aunque el ser no la llegase a traicionar, no se fiaba de él y al igual que habia comprado su lealtad con la amenaza de su propia muerte de pensar en traicionarla, compraria su silencio con su cabeza descansando en el estómago de alguna bestia de la ciudad.
Despues de acabar con él, pensaba mandar a la infame en misiones para acabar con todos y cada uno de los que estaban en aquella sala. Uno a uno, hasta que ella fuese la única superviviente. De revivir a Harm, no sabia si se lo contaria a sus amigos y allegados. Pero si algo sabia, era que nadie sabria que fue ella. Con ello evitaria los problemas que causaria tan anuncio y, además, ya habia dejado un sendero de cadaveres tras de sí, unos cuantos más no marcarian una diferencia aparente.
Volvió a entrar, aún más nerviosa. Las manos le temblaban. Sacó su pipa y fue a encenderla, pero con un chasquido de la voz, al otro lado de la sala, la figura encapuchada le contra avisó de hacerlo.
--¡Ah-Ah-Ah! Yo que tú no encenderia eso. No queremos reventar por los aires después de todo, ¿verdad?-
La ulterana se congeló entonces. Sin saber que decir o hacer.
-¿¡Es volatil!?-exclamó, enormemente alarmada con un chillido.-¡Esto no es lo que planeamos, sucia rata! ¡Me dijiste que era seguro de manejar!-le gritó desde el otro lado de la sala, con los ojos casi inyectados en sangre.
-Ey ey... Calma... Era una broma, ¿vale? ¿La niñita no puede aguantar una simple bromita del tito Hell?-la recriminó, sonando infantil, mientras abria el grimorio.-Yo que tú no empezaria una pipa de todas formas: Estamos apunto de empezar.- La ulterana, por su parte, soltó un grito ahogado de frustración y volvió a atormentar a los escribanos. Casi propio del ritual, el encapuchado comenzó a acariciar el lomo de cuero del libro y, finalmente, tras respirar hondo, se quitó la capucha
-Ah... Es una noche maravillosa, sin duda.-susurró, mientras la luz rojiza le bañaba.-Creo que tiene que ver con el olor del duro trabajo, cuando finalmente tiene su recompensa, eso sin duda, es lo que más motiva a Grumanehell. Osea a mi.-explicó con una risita de colegiala a un público invisible.-Veamos... Si...-dijo, tras humedecerse los dedos con saliva y comenzar a pasar las páginas de una en una. Las mismas páginas, parecian hechas con jirones de piel cosidos entre si, dandole un aspecto siqueira más macabro al tomo mágico.
-Transmutación de Almas aquí está...-dijo, para comenzar a leer en voz alta.-Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte. Por desgracia, la muerte no siempre es gentil con quien elige llevarse y por ello, le ofrecemos nuestro tributo...-dijo, gesticulizando a los matones para que empezasen las libaciones.
Los forzudos hombres gruñeron asertivamente y, con un mazo de bodeja destruyeron las tapas de los barriles y, uno a uno, los fueron virtiendo. Su contenido tenia un color un poco más palido a la sangre, pero era notablemente más denso, como una papilla que se arrastraba lenta e inexorablemente por los canalones grabados en piedra, alimentando con su magia las escrituras arcanas.
-Más de seiscientas almas sacrificadas y procesadas para que, la muerte, en su avanzada edad pueda nutrirse de ella...-continuó. mientras los matones no paraban de verter el contenido a la fosa.
Nia se cubrió la nariz. No era que no estuviese acostumbrada al olor de la putrefacción, sino más bien lo hizo de forma que pudiese apartar la mirada, de pura verguenza de sus actos. Pronto el almizcle de la carne podrida triturada inundó las fosas nasales de todos los presentes que reaccionaron con desagrado de múltiples formas. Todavia quedaban más de la mitad de los barriles por verter.
-...Y así como alzabas la espada contra los ancianos, no dudaste en hacer lo mismo con los jóvenes y con los que nos arrebataste antes de tiempo. Por ello te pedimos, oh muerte, traenos de vuelta a quien nos ha dado un doloroso luto...-
Grumanehell siguió con la oración , elevando plegarias ante "La Muerte" ensalzando su poder con varias odas así como pidiendo que les concediera aquel deseo con plegarias de todo tipo. Era todo tan teatral, tan absurdo, que Nia deseaba que todo acabase ya. Podia notar la magia del circuito, pero no podia ver reacción alguna.
-...reencarna el alma en la carne fresca y joven que te ofrecemos...-
Nia salió de su ensimismamiento. Aquel era su momento. En sus manos, habia dos cosas, un vial que portaba unas gotas de un líquido transparente y en la otra, un objeto muy peculiar: Un cuerno. Detrás de ella, un matón empujaba un carrito con un tanque. En el, podia ver al joven niño ulterano que habia secuestrado meses atrás, todavia inconsciente. Le tendió el vial al orador y, con un susurro, le dijo algo para que solo él lo oyera.
-Dos minutos. No tienes más tiempo. Si me vas a traicionar, te recomiendo que lo hagas antes de beberlo o no vivirás más que eso.-
El impavido orador esbozó una sonrisa amable en respuesta que le heló el alma a la ulterana. A continuación, volcó el veneno del vial en su garganta y tragó dramaticamente. Pestañeó un par de veces rápido mientras comenzaba a notar los efectos y volvió a su lectura, esta vez, algo más acelerada, no andandose por las ramas.
-Y así como regalo, llevate el alma de este pobre crio, inocente, sumando más de seiscientas una almas en tributo para tí. Hagase tu voluntad, pero elevanos, oh muerte, pues estamos de luto por nuestro allegado...-
Nia se dirigió al sumidero. Al fondo de este, de unos cuatro metros pero más anchos que la boquilla del mismo, comenzaba a acumularse la papilla de personas. Los sonidos, los olores y el tropezon ocasional causaron a Nia unas arcadas que pudo controlar por los pelos antes de extender el brazo con el cuerno y entonces se giró hacia Grumanehell, esperando su confirmación.
-...que tu poder sea canalizado entonces desde este recuerdo de nuestro allegado, conviertase tu voluntad en La Gran Obra: La Piedra Filosofal y, con ella, transmuta el alma de esta pobre e inocente criatura y devuelvenoslo. Devuelvenoslo, oh muerte.-
Nia entonces tiró el cuerno al interior. Con un sencillo "plop" insonorizado por los cánticos de los magos que ya habian terminado su labor y entonces se encontraban canalizando su poder directamente hacia el ritual. Nia entonces se retiró mientras preparaba al chico en el estanque, con la ayuda del matón que lo habia empujado hasta ahí. Junto su frente con la del chaval y se sumió en sus pensamientos.
-<<Harm. Por favor que esto sea verdad... Por favor... Vuelve...>>
No lloraria. No delante de Grumanehell. Besó la frente del chico y, entonces, ella misma le arrojó por el sumidero, tan solo que esta vez, con cariño, con el mismo cuidado que una madre usaria al introducir su bebe a un baño caliente. El chapoteó del cuerpo inerte del ulterano se dejó oir. Y entonces Nia habia concluido su parte y, por lo tanto, se apartó a un lado, dejando que Grumanehell terminase con su parte. Escasos cuarenta segundos le quedaban al siniestro ser de vida y él parecia saberlo, pues aceleró en su diatriba notablemente, añadiendo varios "blablabla" que le hicieron fruncir el ceño a la ulterana mientras le mostraba el antídoto en la otra mano.
-Amen y esas gilipolleces...-musitó, finalmente, el hombre de piel malsana. Se separó del altar y, con el libro en mano se acercó al sumidero, dándole la espalda a Nia. El grimorio comenzó a brillar y del mismo sumidero, comenzó a nacer una brillante luz rojiza tan potente como la de la Luna en el exterior.
Al instante, unas lágrimas se dejaron ver en el rostro de la ulterana. Estaba reaccionando. La magia se estaba reuniendo en el cultivo más abajo, con todos los demás ingredientes y la reaccion se podia oir, ver y hasta oler. El olor a cadaveres en descomposición fue sustituido lentamente por el olor a quemado, un olor creciente. Aun habia esperanza despues de todo. Todo el sacrificio, el dolor, la penuria, las traiciones... Todo habia dado sus frutos al final. Pero algo inesperado estaba pasando. El trato era, que si habia una reacción mágia, la ulterana daria el antídoto a Grumanehell para que este pudiese concluir existosamente el ritual. Claro estaba que la niña, habiendose tomado las precauciones que se habia tomado, no le pensaba dar el antídoto sino una especie de bezoar liquificado que le daria otros tres minutos de vida antes de que su corazón finalmente se detuviese, fruto del veneno.
Pero aquello no era para nada como habian planeado. Le quedaban diez segundos de vida a Grumanehell y este ni se inmutaba. Nia se acercó al sumidero a gran velocidad, temiendose lo peor.
-¿Grumanehell?-le preguntó, mirandole a los ojos.
Ambos ojos del hombre de piel malsana estaban enfocados en el fondo del sumidero. Sus comisuras estaban curvadas formando una raja en su cara, que actuaba como una siniestra sonrisa. Sus ojos brillaban con el color de lo que veia, como dos orbes rojizas en su cara, mientras guardaba el más sepulcral de los silencios. La ulterana acabó por mirar tambien, sin saber que habia captado tanto su atención. En el fondo del sumidero, se podia ver al chico ulterano arrodillado, apenas peleando por respirar mientras vomitaba y tosia papilla de personas. Los ojos de Nia se abrieron de par en par, incrédula, mientras contemplaba al chico estar vivo. No pudo contenerse, asomandose, le gritó.
-¿¡Harm!?-preguntó al borde de las lágrimas.
El chico pareció oirla y, lentamente, alzó la cara. Ladeando la cabeza, respondio.
-¿M-... ¿Ma?-
Su expresión era blanca e inocente. Tenia toda la cara relajada y pringada de papilla de personas pero a parte de eso, no parecia darse cuenta de donde se encontraba, actuaba con el jubilo y la impredecibilidad de un niño pequeño, casi un bebe. Los animos de Nia, como apuñalados, temiendo que algo hubiera salido mal. Así pues, la ulterana lo intentó de nuevo, luciendo la cara de las personas que se negaban a aceptar la situación, agarrandose en una falsa esperanza.
-¿Harm, eres tú?-
El chico pareció percatarse de la voz de la niña de nuevo y alzando su cabeza una vez más, esbozó una sonrisa infantil y contestó, feliz.
-¡Ma!-
Nia se despegó de la boquilla del sumidero al oir el cacareo de Grumanehell a su espalda. Lentamente, la cara de la ulterana se fue compungiendo de ira.
-¿Qué diablos significa esto, Grumanehell?-
Hacia rato que se habia pasado su tiempo de vida. La ulterana no entendia porque seguia con vida aquel individuo. El veneno que habia usado era de creación propia y nunca antes lo habia usado con nadie. Lo habia diseñado especialmente para el hombre de piel malsana. Era imposible que tuviese un antídoto: No le habia visto tomar ninguno y hasta ni ella le habia dado tiempo a crearlo pues se habia volcado en crear tan solo el veneno, al cual le dió el nombre de "Fecha de Expiración", pues mataba en dos minutos deteniendo el sistema coronario, que impedia que el corazón se nutriese de oxígeno causando una parada cardiaca que conllevaba la muerte.
-Significa una... No, espera, dos cosas.-le explicó, levantando primero uno y luego otro dedo, tras corregirse.-Primera cosa: Tienes que aprender una lección de todo esto, niña. Y, segunda cosa...-dijo, mientras extraia un pequeño cristalito con un montón de runas grabadas sobre él.-No pagues a un drogadicto para que cuide algo, siempre tienden a la traición si se les paga más.-
Y entonces Nia, comenzó a vocalizar el hechizo de paralisis más cargado de rabia que habia hecho en su vida, pero uno de los magos se interpuso y lo recibió por Grumanehell, mientras este se rodeaba de los brujos y los matones.
-Esto es un "hasta nunca" niña. Se buena y acepta cuando te han timado en toda regla. Pista: La Luna tambien me bendijo a mi con un cuerpo muy, muy, muy util. Adios. Espero sinceramente que no vuelvas a picar en nada parecido porque sino...-soltó otra risa tan obvia.-Es que no se como sobreviviste a la cosecha...-
Y, sin dar tiempo a reaccionar a la ulterana, Grumanehell arrojó el cristalito con las runas contra el techo y causó una poderosa explosión en linea, mientras se iba abriendo por los pisos de la botica hasta hacer un agujero en el techo, abriendo un considerable boquete en todos y cada uno de los pisos hasta que la luz natural de la Luna les baño a todos. Todo habia ocurrido muy rapido. La explosión, el techo viniendoseles encima... Nia instintivamente habia pulsado su brazalete y se habia vuelto invisible, pero los otros magos y matones de Grumanehell no habian tenido tanta suerte y la explosión y los trozos de escombros que caian con fuerza entonces habian aplastado a los más desafortunados.
Potenciado por un hechizo de levitación, así como varios de impulso, Grumanehell y sus siervos escaparon, subidos sobre un trozo de escombro, saliendo por el tejado. Nia les siguió hasta el exterior, mordiendo con tanta fuerza que se partió algun que otro diente. La ira era la única emocion que se dejaba ver entre sus lágrimas. Habia sido insensata por pensar que lo sabia todo. Grumanehell habia hecho de ella una completa necia y ella estaria pagando por aquel error toda su vida. Lo sabia pero, sumida en una extrema negación, tan solo queria ir tras el hombre de piel malsana, el hombre que no murió por el mayor de sus venenos. Y queria matarle, queria estrangularle con sus propias manos hasta ahogar aquella condenada risa suya. Resoplaba. El hechizo de intangibilidad se deshizo. Les habia perdido la pista. Hundió su rostro entre sus manos y comenzó a llorar. Y habria estado así, llorando en mitad del cielo de rocavarancolia, bañada por la luz de la Luna Roja en mitad de una columna de humo causada por la explosión, pero el mundo más abajo la necesitaba.
Se acordó de la misión que le habia encomendado a su infame y, no fue hasta entonces, que logró unir los puntos del acertijo final de Grumanehell. Ya sabia a que se referia. Se dio cuenta, de a donde habia mandado a su leal terra. Era una trampa. Aquel hombre no podia ser matado. Era un bendecido por la Luna: Era un Inmortal.
Nia se apresuró y bajó por el hueco de la Botica, de vuelta a la galeria, por tercera vez en aquella hora, con la falsa esperanza de pillar a la terra a tiempo.
--¿¡Muerte!? ¡Muerte, vuelve a mi!-gritó al vacio. No hubo más respuesta que su eco en las paredes. Maldijo en voz alta, al borde de las lágrimas y volvio a entrar a la zona del ritual. No habia sido siquiera previsora con ella. No podria comunicarse con ella entonces. Era como si hubiese muerto. Miró hacia abajo. El niño que podria haber sido Harm, miraba temeroso al hueco del sumidero, de donde ahora podia ver el astro rojo, pero no se atrevia a asomarse mucho, pues trozos de escombros habian caido por el agujero y tenia miedo de que le cayesen encima.
-¿Ma?-preguntó dubiditativo. La ulterana entonces, contemplo al niño, con lágrimas precipitandose de sus ojos. Algunas de ellas cayeron hacia el empantanado suelo y aquello hizo reaccionar al niño.-¡Ma! ¡Ma! ¡M-Ma!-comenzó a suplicarle a la ulterana con los brazos extendidos hacia arriba. No habia diferencia alguna entre aquel niño y un bebe suplicando porque se le cogiera en brazos.
La ulterana ahogó un par de lágrimas más, antes de arrancar el colador del sumidero y hacerle levitar hacia arriba. Cogiendo al niño como si fuese un bebe en sus brazos, solo que notablemente más grande que uno, casi tan grande como la propia náyade, miro hacia arriba, soltando aún más lágrimas. Los brazos le temblaban, todo el cuerpo le temblaba, pero el estres y la presión la impedian colapsarse.
Otra noche de Luna. Otra noche en la que lo perdia todo. Resultaba hasta ironico aquello. Habia invertido una verdadera fortuna en fortificar la botica contra atacantes, casi como un castillo inexpugnable, pero nunca habia pensado en reforzar el interior.
El niño, tras que la ulterana le cogiera en brazos se abrazó a ella y comenzó a acariciarle el pelo cariñosamente.
-Ma~...-dijo con voz relajada.
Entonces la ulterana alzó la cara y miró a los ojos al niño: Su última victima. La número seiscientos uno. No la habia matado, no como a las otras. A este le habia acarreado una maldición peor que la muerte. En su egoismo, al involucrarle en el ritual, le habia deseado una muerte rápida e indolora, pero en su lugar, él seguia con vida, pero con algún aparente daño cerebral y, posiblemente amnesia. Ya no sabia que era que. La ulterana, lloró, sujetando al bebe más grande que habia visto en su vida. El niño, notando la tristeza de la chica, le agarro gentilmente de la cara y enjugó sus lágrimas torpemente, estropeando el ya por de si arruinado maquillaje de la chica.
-Maa~...-replico, con tristeza en su tono.
Nia no sabia que hacer. No sabia si seria un acto de compasión el acabar con la vida del niño ahí y ahora. Ella misma lo habia pensado minutos atrás: Es una vida más en un mar de asesinatos. Le ahorraria dolor y una vida que no era justa. Aun podia hacer algo bien dentro de su gran error.
Le posó en el suelo causando un "Ma" confuso en él y, entonces se puso por encima del chico. Y, con más lágrimas, cerró las manos sobre su garganta. Sorbia de la pena de sus lágrimas. El chico ladeó la cabeza, no leyendo la situación, pero dejandose hacer. Nia resoplaba entre lágrimas mientras intentaba realizar el esfuerzo emocional de caracteristicas titánicas que suponia ahogar al niño. Pero no pudo. Nia se aquejó de su propia debilidad y se colapsó sobre él, llorando aún más sonoramente.
No tenia valor ni para hacer lo correcto. Ella era peor escoria que el mismo Grumanehell. Ella se merecia ese castigo, el llevar el estigma de toda aquella farsa sobre sus hombros. Llorando a lágrima tendida, el niño abrazó la cabeza de la ulterana y, acariciandola con sus carrillos mientras la abrazaba fuerte, soltó un cariñoso "Ma", antes de cerrar los ojos.
Estuvieron así poco más de un minuto, el niño abrazado a ella y ella llorando. Finalmente, la ulterana reaccionó, aunando sus fuerzas. Tenian que asegurarse que la Botica no se les cayese encima: No sabia cuan graves habian sido los fallos estructurales. Pringada de la papilla de personas por el contacto con el crío, la ulterana levitó hacia arriba.
Pasando por el sótano, donde la mayoria de los tanques habian sido destruidos y cuyos habitantes de los mismos se habian asfixiado o matado entre ellos hace poco, llegaron a la primera planta. Lo primero que notó la ulterana fue que una densa niebla purpura cubria toda la primera planta y se extendia escaleras arriba. Al instante, contuvo la respiración y le tapó la boca al niño con un pañuelo. Aquella niebla tóxica era uno de los residuos de haber creado el potente veneno que tecnicamente iba a acabar con Grumanehell. Y, por lo que veia, era tan letal como el veneno mismo: El frivy de pelo naranja habia tenido la mala suerte que uno de los escombros habia atrapado sus piernas y le habia impedido huir. Por su posición, y el brazo izquierdo alargado, dedujo que habia intentado alcanzar, en vano, la máscara de gas instalada a apenas metro y medio de él. La cara del frivy estaba amoratada e hinchada y, por sus ojos, boca y nariz salia una espuma de un color malsano.
Nia no lloro aquella muerte: Se la habia estado esperando. El frivy, al igual que el resto de sus compatriotas, habian muerto de una manera u otra dentro de la botica y sabia que le iba a tocar algún día a aquel último. Por eso no hizo esfuerzos por preguntarle su nombre. No deseaba ni saberlo. Con su cara bastaria para quedarsela marcada, como con los demás.
Alcanzó la máscara de gas e inhaló profundamente una vez, antes de pasarsela al chico, que comenzó a respirar con normalidad entonces. Guardandose la respiración, la ulterana les llevó hacia afuera. Y, al otro lado de la calle, apoyado en el techo de un edificio dejó al niño ulterano. y le quitó la mascara. Desde fuera la botica podria parecer intacta, pero por dentro habia sufrido una cantidad notable de daños. Una columna de humo negro indicaba que, además, algo se habia incendiado dentro. La niebla tóxica comenzó a elevarse tambien, para perderse en el cielo. Nia respiró hondamente. Dentro del edificio que pronto arderia se encontraba su pasado: Se encontraba sus estudios, su modo de vida, sus memorias. Y demasiada muerte. Una parte de ella queria dejar que todo aquello ardiese. Y ella misma queria arrojarse a las llamas: Pero era una cobarde, siempre lo habia sido.
Si de algo podia sentirse orgullosa, era de que no habia involucrado a los cuchitrileros ni a nadie realmente cercano en aquello. Habia podido evitar recurrir a ellos y se alegraba de no haberlo hecho. Porque sino, bien podrian haber sido ellos los que estuviesen tirados en el suelo de la botica, intoxicados por la niebla, o asesinados por Grumanehell como la infame, o en cualquier otro metodo cruel y vicioso en el cual la ciudad se empeñaba en devolverla al mar, donde pertenecia. El pequeño ulterano se acurrucó a su lado, comenzando a tiritar de frio. La niña, ensimismada, lanzó un hechizo termico sobre el chico para calentarle y otro de limpieza sobre ambos, para eliminar la papilla de personas.
Y juntos, como dos enamorados acurrucados, vieron la enorme e imponente Luna Roja alzarse sobre la ciudad, como un siniestro recordatorio de su poder.
<<♫ ♬ ♬ ♫ ♬ ♫>>
La Luna se alzaba con toda su belleza y monsturosidad en el cielo, descargando su influencia mágica por toda la ciudad. Los alaridos de los cosechados y los gritos de júbilo de los magos sedientos de poder con los aullidos de las bestias componian la orquesta de la noche. Era una noche de cambio, de poder y de magia.
Nia lo habia sabido desde que se transformó. La Luna les regalaba cada año con su presencia un poder que creia ilimitado. Pero el poder, corrompe.
Bajo los cimientos de la aparentemente inofensiva Botica de la Náyade se estaba llevando a cabo un ritual de lo más siniestro. Varios tragaluces instalados estratégicamente, reflectaban la luz de la monstruosidad roja que pendia del cielo e iluminaba la sala. Sumidos en el velo del color de la sangre, un grupo de magos encapuchados recitaban los encantamientos, revisaban los circuitos rúnicos y protegian el lugar ante el ritual que estaba por suceder. Aparte de los magos, habia otras cinco figuras. Una de ellas, iba encapuchada como los que realizaban los cánticos, pero su malsana piel de un color pálido, le delataba como diferente. Le delataba como antinatural, incluso para aquella reunion bizarra.
Nia vestia un largo traje de seda roja con un pequeño plumon a la altura de los hombros, que restaban al aire. El pelo largo suelto a su espalda, con decorativos rojizos. Así, como para terminar el conjunto, el maquillaje de aquella noche para la niña tenia los colores negro y rojo como pieza central.
Ademas de esos dos, tres matones forzudos de gran tamaño restaban en una esquina de la sala, con más de veinte barriles a su lado, esperando su momento de actuar. Con la Luna en auge, el ritual para el que se habia estado preparando durante casi más de un año, por fin podia contemplarlo. Y la náyade no paraba de supervisar todo, visiblemente nerviosa, pero lo suficientemente autoritaria como para que nadie comentase nada, pues nadie queria que toda la ira y el estres de la niña cayera sobre ellos. No deseaban acabar como los otros.
Las losas del suelo, en donde los magos habian estado haciendo sus garabatos, anclando sus hechizos y configurando sus runas durante los últimos meses, estaba diseñado con un entramado parecido a unos conductos de diseño intrincado que daban a parar a un sumidero en el centro de la sala, de unos sesenta centimetros de diametro. Y situados en paralelo en cada conducto de piedra, estaban los encantamientos. Subiendo por el conducto, podian verse muescas lo suficientemente grandes desde las que podia realizarse la libación con barriles. El contenido de estos se derramaria entonces, siguiendo el patrón establecido y alimentarian los intrincados circuitos mágicos que, para cuando llegasen a su zénit, descargarian todo su potencial en el centro de la sala, donde se encontraba el sumidero.
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La niña se lo tomó a pecho y acortó las distancias con la figura encapuchada. Alzando un dedo y recriminandole con ojos cargados de paranoia.
-¡No me digas lo que tengo o no tengo que hacer! ¿¡Entiendes!? Esto es mi proyecto: Es mi plan. Y no necesito que me mandonee nadie.-le recriminó.-¿Dónde está el Grimorio?-
La risa cacareante del hombre encapuchado se reveló entonces.
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-Acuerdate de nuestro trato o sufrirás las consecuencias.-terminó espetandole antes de volver a la tarea de apremiar a los laboriosos magos en la construcción del circuito.
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El ritual era bastante sencillo en el sentido teorico. Tenian la informacion que necesitaban de reconstruir y ver los tejidos de realidad dentro de los rumores que se murmuraban en los bajos fondos de la ciudad, por así llamarlo. Era raro que alguien se empeñase tanto en la tarea en la que estaba arrojada la ulterana, pero no habia sido la primera ni la última que habia buscado aquello en la ciudad, pues, ¿no es más intenso el poder de otorgar la vida que la de privarla?
Asi es, la náyade planeaba revivir a alguien. No en un sentido nigromántico, no. Todos sabian que la no muerte se llamaba así, porque no era vida alguna. No. La ulterana planeaba dar genuina vida y no solo desde cero, eso seria demasiado fácil. Planeaba revivir a una persona muerta años atrás y habia estado husmeando y escarbando los conocimientos necesarios para aquello. Aquella senda que muchas personas antes que ella habian recorrido en esa ciudad y que, todo el mundo sabia, que alguien acabaria por intentar volver a recorrer. Los costes de la investigación, el pago por los ingredientes, los campos de cultivo, la mano de obra, la ayuda externa. Todo aquello se habia sumado y podia decirse que la ulterana se habia arruinado con aquel proyecto. Después de la Luna, más de un acreedor apareceria buscandola. Pero no se habia planteado por un momento echarse atrás, pues, si de verdad conseguia su objetivo, podria hasta morir en paz, de llegar el caso.
En sus pensamientos, un nombre no paraba de aparecer.
<<Harm. Harm. ¿Dónde estás? Pronto volverás a estar conmigo. Somos inseparables. Y la misma Luna que te hizo desaparecer te traera de vuelta. Harm, ¿me echas de menos? Yo si te echo de menos. He esperado tanto tiempo...>>
Pero sus gestos y acciones indicaban lo nerviosa y paranoica que podia llegar a ser la intara. Primero, siendo despótica con aquellos que trabajaban para ella, pero, debido a su buena paga y lo que le habia pasado a los que la hubieran traicionado. Pero, quizás lo más extraño era que habia renunciado a todos y a cada uno de sus principos a modo de un medio para lograr sus objetivos.
Habia salido de la sala. En un túnel adyacente, que lo conectaba con la botica, todo de reciente construcción, descansaba la infame, invisble y lista para entrar en cualquier momento. Nia acariciaba nerviosamente una pulsera que tenia anclada una serie de hechizos de toda índole, por si se diera el peor de los casos. La terra salió de su invisibilidad, pero a un gesto de la náyade, la insto en permanecer oculta. Obediente la terra escuchó a su ama, sin salir de la invisibilidad.
-Bien. Todo parece estar marchando bien. Hasta ahora.-la informó, visiblemente nerviosa.-Pero este es el momento de tu prueba decisiva. ¿Te acuerdas de el hombre encapuchado que me visitaba? Ese de aspecto tan siniestro, si. Está ahí dentro, conmigo. Ese será tu objetivo.-dijo con el ceño fruncido.-En cuanto ponga un pie fuera de la Botica, acaba con él. No quiero ver su cabeza siqueira. Tiraselo a alguna alimaña, pero no quiero volver a oir o verle en mi vida. ¿Queda claro?-dijo, autoritaria.
Tras unos segundos de silencio, el sonido de revoloteo de una capa junto con la voz de la infame se dejó oir.
-Kat-ûm, mi ama.-
Nia no pensaba dejar cabos sueltos. Aunque el ser no la llegase a traicionar, no se fiaba de él y al igual que habia comprado su lealtad con la amenaza de su propia muerte de pensar en traicionarla, compraria su silencio con su cabeza descansando en el estómago de alguna bestia de la ciudad.
Despues de acabar con él, pensaba mandar a la infame en misiones para acabar con todos y cada uno de los que estaban en aquella sala. Uno a uno, hasta que ella fuese la única superviviente. De revivir a Harm, no sabia si se lo contaria a sus amigos y allegados. Pero si algo sabia, era que nadie sabria que fue ella. Con ello evitaria los problemas que causaria tan anuncio y, además, ya habia dejado un sendero de cadaveres tras de sí, unos cuantos más no marcarian una diferencia aparente.
Volvió a entrar, aún más nerviosa. Las manos le temblaban. Sacó su pipa y fue a encenderla, pero con un chasquido de la voz, al otro lado de la sala, la figura encapuchada le contra avisó de hacerlo.
--
La ulterana se congeló entonces. Sin saber que decir o hacer.
-¿¡Es volatil!?-exclamó, enormemente alarmada con un chillido.-¡Esto no es lo que planeamos, sucia rata! ¡Me dijiste que era seguro de manejar!-le gritó desde el otro lado de la sala, con los ojos casi inyectados en sangre.
-
-Ah... Es una noche maravillosa, sin duda.-susurró, mientras la luz rojiza le bañaba.-Creo que tiene que ver con el olor del duro trabajo, cuando finalmente tiene su recompensa, eso sin duda, es lo que más motiva a Grumanehell. Osea a mi.-explicó con una risita de colegiala a un público invisible.-Veamos... Si...-dijo, tras humedecerse los dedos con saliva y comenzar a pasar las páginas de una en una. Las mismas páginas, parecian hechas con jirones de piel cosidos entre si, dandole un aspecto siqueira más macabro al tomo mágico.
-Transmutación de Almas aquí está...-dijo, para comenzar a leer en voz alta.-Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte. Por desgracia, la muerte no siempre es gentil con quien elige llevarse y por ello, le ofrecemos nuestro tributo...-dijo, gesticulizando a los matones para que empezasen las libaciones.
Los forzudos hombres gruñeron asertivamente y, con un mazo de bodeja destruyeron las tapas de los barriles y, uno a uno, los fueron virtiendo. Su contenido tenia un color un poco más palido a la sangre, pero era notablemente más denso, como una papilla que se arrastraba lenta e inexorablemente por los canalones grabados en piedra, alimentando con su magia las escrituras arcanas.
-Más de seiscientas almas sacrificadas y procesadas para que, la muerte, en su avanzada edad pueda nutrirse de ella...-continuó. mientras los matones no paraban de verter el contenido a la fosa.
Nia se cubrió la nariz. No era que no estuviese acostumbrada al olor de la putrefacción, sino más bien lo hizo de forma que pudiese apartar la mirada, de pura verguenza de sus actos. Pronto el almizcle de la carne podrida triturada inundó las fosas nasales de todos los presentes que reaccionaron con desagrado de múltiples formas. Todavia quedaban más de la mitad de los barriles por verter.
-...Y así como alzabas la espada contra los ancianos, no dudaste en hacer lo mismo con los jóvenes y con los que nos arrebataste antes de tiempo. Por ello te pedimos, oh muerte, traenos de vuelta a quien nos ha dado un doloroso luto...-
Grumanehell siguió con la oración , elevando plegarias ante "La Muerte" ensalzando su poder con varias odas así como pidiendo que les concediera aquel deseo con plegarias de todo tipo. Era todo tan teatral, tan absurdo, que Nia deseaba que todo acabase ya. Podia notar la magia del circuito, pero no podia ver reacción alguna.
-...reencarna el alma en la carne fresca y joven que te ofrecemos...-
Nia salió de su ensimismamiento. Aquel era su momento. En sus manos, habia dos cosas, un vial que portaba unas gotas de un líquido transparente y en la otra, un objeto muy peculiar: Un cuerno. Detrás de ella, un matón empujaba un carrito con un tanque. En el, podia ver al joven niño ulterano que habia secuestrado meses atrás, todavia inconsciente. Le tendió el vial al orador y, con un susurro, le dijo algo para que solo él lo oyera.
-Dos minutos. No tienes más tiempo. Si me vas a traicionar, te recomiendo que lo hagas antes de beberlo o no vivirás más que eso.-
El impavido orador esbozó una sonrisa amable en respuesta que le heló el alma a la ulterana. A continuación, volcó el veneno del vial en su garganta y tragó dramaticamente. Pestañeó un par de veces rápido mientras comenzaba a notar los efectos y volvió a su lectura, esta vez, algo más acelerada, no andandose por las ramas.
-Y así como regalo, llevate el alma de este pobre crio, inocente, sumando más de seiscientas una almas en tributo para tí. Hagase tu voluntad, pero elevanos, oh muerte, pues estamos de luto por nuestro allegado...-
Nia se dirigió al sumidero. Al fondo de este, de unos cuatro metros pero más anchos que la boquilla del mismo, comenzaba a acumularse la papilla de personas. Los sonidos, los olores y el tropezon ocasional causaron a Nia unas arcadas que pudo controlar por los pelos antes de extender el brazo con el cuerno y entonces se giró hacia Grumanehell, esperando su confirmación.
-...que tu poder sea canalizado entonces desde este recuerdo de nuestro allegado, conviertase tu voluntad en La Gran Obra: La Piedra Filosofal y, con ella, transmuta el alma de esta pobre e inocente criatura y devuelvenoslo. Devuelvenoslo, oh muerte.-
Nia entonces tiró el cuerno al interior. Con un sencillo "plop" insonorizado por los cánticos de los magos que ya habian terminado su labor y entonces se encontraban canalizando su poder directamente hacia el ritual. Nia entonces se retiró mientras preparaba al chico en el estanque, con la ayuda del matón que lo habia empujado hasta ahí. Junto su frente con la del chaval y se sumió en sus pensamientos.
-<<Harm. Por favor que esto sea verdad... Por favor... Vuelve...>>
No lloraria. No delante de Grumanehell. Besó la frente del chico y, entonces, ella misma le arrojó por el sumidero, tan solo que esta vez, con cariño, con el mismo cuidado que una madre usaria al introducir su bebe a un baño caliente. El chapoteó del cuerpo inerte del ulterano se dejó oir. Y entonces Nia habia concluido su parte y, por lo tanto, se apartó a un lado, dejando que Grumanehell terminase con su parte. Escasos cuarenta segundos le quedaban al siniestro ser de vida y él parecia saberlo, pues aceleró en su diatriba notablemente, añadiendo varios "blablabla" que le hicieron fruncir el ceño a la ulterana mientras le mostraba el antídoto en la otra mano.
-Amen y esas gilipolleces...-musitó, finalmente, el hombre de piel malsana. Se separó del altar y, con el libro en mano se acercó al sumidero, dándole la espalda a Nia. El grimorio comenzó a brillar y del mismo sumidero, comenzó a nacer una brillante luz rojiza tan potente como la de la Luna en el exterior.
Al instante, unas lágrimas se dejaron ver en el rostro de la ulterana. Estaba reaccionando. La magia se estaba reuniendo en el cultivo más abajo, con todos los demás ingredientes y la reaccion se podia oir, ver y hasta oler. El olor a cadaveres en descomposición fue sustituido lentamente por el olor a quemado, un olor creciente. Aun habia esperanza despues de todo. Todo el sacrificio, el dolor, la penuria, las traiciones... Todo habia dado sus frutos al final. Pero algo inesperado estaba pasando. El trato era, que si habia una reacción mágia, la ulterana daria el antídoto a Grumanehell para que este pudiese concluir existosamente el ritual. Claro estaba que la niña, habiendose tomado las precauciones que se habia tomado, no le pensaba dar el antídoto sino una especie de bezoar liquificado que le daria otros tres minutos de vida antes de que su corazón finalmente se detuviese, fruto del veneno.
Pero aquello no era para nada como habian planeado. Le quedaban diez segundos de vida a Grumanehell y este ni se inmutaba. Nia se acercó al sumidero a gran velocidad, temiendose lo peor.
-¿Grumanehell?-le preguntó, mirandole a los ojos.
Ambos ojos del hombre de piel malsana estaban enfocados en el fondo del sumidero. Sus comisuras estaban curvadas formando una raja en su cara, que actuaba como una siniestra sonrisa. Sus ojos brillaban con el color de lo que veia, como dos orbes rojizas en su cara, mientras guardaba el más sepulcral de los silencios. La ulterana acabó por mirar tambien, sin saber que habia captado tanto su atención. En el fondo del sumidero, se podia ver al chico ulterano arrodillado, apenas peleando por respirar mientras vomitaba y tosia papilla de personas. Los ojos de Nia se abrieron de par en par, incrédula, mientras contemplaba al chico estar vivo. No pudo contenerse, asomandose, le gritó.
-¿¡Harm!?-preguntó al borde de las lágrimas.
El chico pareció oirla y, lentamente, alzó la cara. Ladeando la cabeza, respondio.
-¿M-... ¿Ma?-
Su expresión era blanca e inocente. Tenia toda la cara relajada y pringada de papilla de personas pero a parte de eso, no parecia darse cuenta de donde se encontraba, actuaba con el jubilo y la impredecibilidad de un niño pequeño, casi un bebe. Los animos de Nia, como apuñalados, temiendo que algo hubiera salido mal. Así pues, la ulterana lo intentó de nuevo, luciendo la cara de las personas que se negaban a aceptar la situación, agarrandose en una falsa esperanza.
-¿Harm, eres tú?-
El chico pareció percatarse de la voz de la niña de nuevo y alzando su cabeza una vez más, esbozó una sonrisa infantil y contestó, feliz.
-¡Ma!-
Nia se despegó de la boquilla del sumidero al oir el cacareo de Grumanehell a su espalda. Lentamente, la cara de la ulterana se fue compungiendo de ira.
-¿Qué diablos significa esto, Grumanehell?-
Hacia rato que se habia pasado su tiempo de vida. La ulterana no entendia porque seguia con vida aquel individuo. El veneno que habia usado era de creación propia y nunca antes lo habia usado con nadie. Lo habia diseñado especialmente para el hombre de piel malsana. Era imposible que tuviese un antídoto: No le habia visto tomar ninguno y hasta ni ella le habia dado tiempo a crearlo pues se habia volcado en crear tan solo el veneno, al cual le dió el nombre de "Fecha de Expiración", pues mataba en dos minutos deteniendo el sistema coronario, que impedia que el corazón se nutriese de oxígeno causando una parada cardiaca que conllevaba la muerte.
-Significa una... No, espera, dos cosas.-le explicó, levantando primero uno y luego otro dedo, tras corregirse.-Primera cosa: Tienes que aprender una lección de todo esto, niña. Y, segunda cosa...-dijo, mientras extraia un pequeño cristalito con un montón de runas grabadas sobre él.-No pagues a un drogadicto para que cuide algo, siempre tienden a la traición si se les paga más.-
Y entonces Nia, comenzó a vocalizar el hechizo de paralisis más cargado de rabia que habia hecho en su vida, pero uno de los magos se interpuso y lo recibió por Grumanehell, mientras este se rodeaba de los brujos y los matones.
-Esto es un "hasta nunca" niña. Se buena y acepta cuando te han timado en toda regla. Pista: La Luna tambien me bendijo a mi con un cuerpo muy, muy, muy util. Adios. Espero sinceramente que no vuelvas a picar en nada parecido porque sino...-soltó otra risa tan obvia.-Es que no se como sobreviviste a la cosecha...-
Y, sin dar tiempo a reaccionar a la ulterana, Grumanehell arrojó el cristalito con las runas contra el techo y causó una poderosa explosión en linea, mientras se iba abriendo por los pisos de la botica hasta hacer un agujero en el techo, abriendo un considerable boquete en todos y cada uno de los pisos hasta que la luz natural de la Luna les baño a todos. Todo habia ocurrido muy rapido. La explosión, el techo viniendoseles encima... Nia instintivamente habia pulsado su brazalete y se habia vuelto invisible, pero los otros magos y matones de Grumanehell no habian tenido tanta suerte y la explosión y los trozos de escombros que caian con fuerza entonces habian aplastado a los más desafortunados.
Potenciado por un hechizo de levitación, así como varios de impulso, Grumanehell y sus siervos escaparon, subidos sobre un trozo de escombro, saliendo por el tejado. Nia les siguió hasta el exterior, mordiendo con tanta fuerza que se partió algun que otro diente. La ira era la única emocion que se dejaba ver entre sus lágrimas. Habia sido insensata por pensar que lo sabia todo. Grumanehell habia hecho de ella una completa necia y ella estaria pagando por aquel error toda su vida. Lo sabia pero, sumida en una extrema negación, tan solo queria ir tras el hombre de piel malsana, el hombre que no murió por el mayor de sus venenos. Y queria matarle, queria estrangularle con sus propias manos hasta ahogar aquella condenada risa suya. Resoplaba. El hechizo de intangibilidad se deshizo. Les habia perdido la pista. Hundió su rostro entre sus manos y comenzó a llorar. Y habria estado así, llorando en mitad del cielo de rocavarancolia, bañada por la luz de la Luna Roja en mitad de una columna de humo causada por la explosión, pero el mundo más abajo la necesitaba.
Se acordó de la misión que le habia encomendado a su infame y, no fue hasta entonces, que logró unir los puntos del acertijo final de Grumanehell. Ya sabia a que se referia. Se dio cuenta, de a donde habia mandado a su leal terra. Era una trampa. Aquel hombre no podia ser matado. Era un bendecido por la Luna: Era un Inmortal.
Nia se apresuró y bajó por el hueco de la Botica, de vuelta a la galeria, por tercera vez en aquella hora, con la falsa esperanza de pillar a la terra a tiempo.
--¿¡Muerte!? ¡Muerte, vuelve a mi!-gritó al vacio. No hubo más respuesta que su eco en las paredes. Maldijo en voz alta, al borde de las lágrimas y volvio a entrar a la zona del ritual. No habia sido siquiera previsora con ella. No podria comunicarse con ella entonces. Era como si hubiese muerto. Miró hacia abajo. El niño que podria haber sido Harm, miraba temeroso al hueco del sumidero, de donde ahora podia ver el astro rojo, pero no se atrevia a asomarse mucho, pues trozos de escombros habian caido por el agujero y tenia miedo de que le cayesen encima.
-¿Ma?-preguntó dubiditativo. La ulterana entonces, contemplo al niño, con lágrimas precipitandose de sus ojos. Algunas de ellas cayeron hacia el empantanado suelo y aquello hizo reaccionar al niño.-¡Ma! ¡Ma! ¡M-Ma!-comenzó a suplicarle a la ulterana con los brazos extendidos hacia arriba. No habia diferencia alguna entre aquel niño y un bebe suplicando porque se le cogiera en brazos.
La ulterana ahogó un par de lágrimas más, antes de arrancar el colador del sumidero y hacerle levitar hacia arriba. Cogiendo al niño como si fuese un bebe en sus brazos, solo que notablemente más grande que uno, casi tan grande como la propia náyade, miro hacia arriba, soltando aún más lágrimas. Los brazos le temblaban, todo el cuerpo le temblaba, pero el estres y la presión la impedian colapsarse.
Otra noche de Luna. Otra noche en la que lo perdia todo. Resultaba hasta ironico aquello. Habia invertido una verdadera fortuna en fortificar la botica contra atacantes, casi como un castillo inexpugnable, pero nunca habia pensado en reforzar el interior.
El niño, tras que la ulterana le cogiera en brazos se abrazó a ella y comenzó a acariciarle el pelo cariñosamente.
-Ma~...-dijo con voz relajada.
Entonces la ulterana alzó la cara y miró a los ojos al niño: Su última victima. La número seiscientos uno. No la habia matado, no como a las otras. A este le habia acarreado una maldición peor que la muerte. En su egoismo, al involucrarle en el ritual, le habia deseado una muerte rápida e indolora, pero en su lugar, él seguia con vida, pero con algún aparente daño cerebral y, posiblemente amnesia. Ya no sabia que era que. La ulterana, lloró, sujetando al bebe más grande que habia visto en su vida. El niño, notando la tristeza de la chica, le agarro gentilmente de la cara y enjugó sus lágrimas torpemente, estropeando el ya por de si arruinado maquillaje de la chica.
-Maa~...-replico, con tristeza en su tono.
Nia no sabia que hacer. No sabia si seria un acto de compasión el acabar con la vida del niño ahí y ahora. Ella misma lo habia pensado minutos atrás: Es una vida más en un mar de asesinatos. Le ahorraria dolor y una vida que no era justa. Aun podia hacer algo bien dentro de su gran error.
Le posó en el suelo causando un "Ma" confuso en él y, entonces se puso por encima del chico. Y, con más lágrimas, cerró las manos sobre su garganta. Sorbia de la pena de sus lágrimas. El chico ladeó la cabeza, no leyendo la situación, pero dejandose hacer. Nia resoplaba entre lágrimas mientras intentaba realizar el esfuerzo emocional de caracteristicas titánicas que suponia ahogar al niño. Pero no pudo. Nia se aquejó de su propia debilidad y se colapsó sobre él, llorando aún más sonoramente.
No tenia valor ni para hacer lo correcto. Ella era peor escoria que el mismo Grumanehell. Ella se merecia ese castigo, el llevar el estigma de toda aquella farsa sobre sus hombros. Llorando a lágrima tendida, el niño abrazó la cabeza de la ulterana y, acariciandola con sus carrillos mientras la abrazaba fuerte, soltó un cariñoso "Ma", antes de cerrar los ojos.
Estuvieron así poco más de un minuto, el niño abrazado a ella y ella llorando. Finalmente, la ulterana reaccionó, aunando sus fuerzas. Tenian que asegurarse que la Botica no se les cayese encima: No sabia cuan graves habian sido los fallos estructurales. Pringada de la papilla de personas por el contacto con el crío, la ulterana levitó hacia arriba.
Pasando por el sótano, donde la mayoria de los tanques habian sido destruidos y cuyos habitantes de los mismos se habian asfixiado o matado entre ellos hace poco, llegaron a la primera planta. Lo primero que notó la ulterana fue que una densa niebla purpura cubria toda la primera planta y se extendia escaleras arriba. Al instante, contuvo la respiración y le tapó la boca al niño con un pañuelo. Aquella niebla tóxica era uno de los residuos de haber creado el potente veneno que tecnicamente iba a acabar con Grumanehell. Y, por lo que veia, era tan letal como el veneno mismo: El frivy de pelo naranja habia tenido la mala suerte que uno de los escombros habia atrapado sus piernas y le habia impedido huir. Por su posición, y el brazo izquierdo alargado, dedujo que habia intentado alcanzar, en vano, la máscara de gas instalada a apenas metro y medio de él. La cara del frivy estaba amoratada e hinchada y, por sus ojos, boca y nariz salia una espuma de un color malsano.
Nia no lloro aquella muerte: Se la habia estado esperando. El frivy, al igual que el resto de sus compatriotas, habian muerto de una manera u otra dentro de la botica y sabia que le iba a tocar algún día a aquel último. Por eso no hizo esfuerzos por preguntarle su nombre. No deseaba ni saberlo. Con su cara bastaria para quedarsela marcada, como con los demás.
Alcanzó la máscara de gas e inhaló profundamente una vez, antes de pasarsela al chico, que comenzó a respirar con normalidad entonces. Guardandose la respiración, la ulterana les llevó hacia afuera. Y, al otro lado de la calle, apoyado en el techo de un edificio dejó al niño ulterano. y le quitó la mascara. Desde fuera la botica podria parecer intacta, pero por dentro habia sufrido una cantidad notable de daños. Una columna de humo negro indicaba que, además, algo se habia incendiado dentro. La niebla tóxica comenzó a elevarse tambien, para perderse en el cielo. Nia respiró hondamente. Dentro del edificio que pronto arderia se encontraba su pasado: Se encontraba sus estudios, su modo de vida, sus memorias. Y demasiada muerte. Una parte de ella queria dejar que todo aquello ardiese. Y ella misma queria arrojarse a las llamas: Pero era una cobarde, siempre lo habia sido.
Si de algo podia sentirse orgullosa, era de que no habia involucrado a los cuchitrileros ni a nadie realmente cercano en aquello. Habia podido evitar recurrir a ellos y se alegraba de no haberlo hecho. Porque sino, bien podrian haber sido ellos los que estuviesen tirados en el suelo de la botica, intoxicados por la niebla, o asesinados por Grumanehell como la infame, o en cualquier otro metodo cruel y vicioso en el cual la ciudad se empeñaba en devolverla al mar, donde pertenecia. El pequeño ulterano se acurrucó a su lado, comenzando a tiritar de frio. La niña, ensimismada, lanzó un hechizo termico sobre el chico para calentarle y otro de limpieza sobre ambos, para eliminar la papilla de personas.
Y juntos, como dos enamorados acurrucados, vieron la enorme e imponente Luna Roja alzarse sobre la ciudad, como un siniestro recordatorio de su poder.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Botica de la náyade
16/07/14, 02:47 am
Cuando llegué, casi me llevé las manos a la cabeza. Había perdido ese reflejo por no sacarme un ojo. Pero la escena era digna de ello: la botica estaba destrozada. Sabía que el humo había salido de esta, pero aún salía una neblina púrpura de sus ventanas, se escuchaban algunas explosiones del interior, y en el tejado debía de haber algún agujero pues veía el resplandor del fuego. Inmediatamente busqué a Dama Urticaria fuera, deseando que no estuviera dentro, y así fue.
—¡Urticaria! ¡Dama Urticaria!—exclamé, acercándome a donde estaba. No estaba sola, pero no me fijé mucho—. Estás... ¿estáis bien? ¿Puedo ayudar de alguna forma? ¿Podemos recuperar tu botica?
No pensaba ni que fuera salvable ni que no, pero no sabía qué había dentro ni qué era esa neblina. Si ella creía que era insalvable, no me arriesgaría.
—¡Urticaria! ¡Dama Urticaria!—exclamé, acercándome a donde estaba. No estaba sola, pero no me fijé mucho—. Estás... ¿estáis bien? ¿Puedo ayudar de alguna forma? ¿Podemos recuperar tu botica?
No pensaba ni que fuera salvable ni que no, pero no sabía qué había dentro ni qué era esa neblina. Si ella creía que era insalvable, no me arriesgaría.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Botica de la náyade
18/07/14, 02:08 pm
El edificio del que provenía la columna de humo mostraba un panorama desolador. Desde luego su dueña, a la que al parecer conocía el helión, había perdido una buena parte de su patrimonio ante tal destrozo.
Me quedé en un segundo plano, paseando una mirada de indolente curiosidad entre la náyade, el chico acurrucado junto a ella y el edificio destrozado.
Me quedé en un segundo plano, paseando una mirada de indolente curiosidad entre la náyade, el chico acurrucado junto a ella y el edificio destrozado.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Botica de la náyade
19/07/14, 02:25 am
Saren aterrizó a unos metros del helión, revirtiendo a su forma idrina antes de acercarse al libense y a la nayáde. Nia, pues el selkie conocía a la ulterana de vista y de oídas, no tenía buen aspecto, y el chico acurrucado junto a ella tampoco. La botica estaba destrozada, y poco le faltaba para colapsar sobre si misma, ya que el fuego debía de haber dañado seriamente la estructura. El norteño dejó que Atol le presentara, y cuando le llegó el turno de hablar, no dudo en ofrecer su ayuda, obviando deliberadamente las preguntas sobre lo que había ocurrido allí.
—Solo nos tienes que decir que es lo que debemos de hacer, tal vez aun puedas salvar algunas cosas si nos damos prisa —dijo, observando la precaria estructura con preocupación—. ¿Vosotros estáis heridos? —añadió. Lo que había provocado aquello bien podría haber matado a alguien.
La neblina purpura que salía de algunas ventanas no inspiraba confianza, y el idrino dudaba que allí dentro quedara algo vivo. Si la ulterana no se apresuraba y decidía aceptar su ayuda, no quedaría nada que recuperar.
—Solo nos tienes que decir que es lo que debemos de hacer, tal vez aun puedas salvar algunas cosas si nos damos prisa —dijo, observando la precaria estructura con preocupación—. ¿Vosotros estáis heridos? —añadió. Lo que había provocado aquello bien podría haber matado a alguien.
La neblina purpura que salía de algunas ventanas no inspiraba confianza, y el idrino dudaba que allí dentro quedara algo vivo. Si la ulterana no se apresuraba y decidía aceptar su ayuda, no quedaría nada que recuperar.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
19/07/14, 04:27 pm
Nia
Pronto una pequeña multitud se habian acercado al lugar, como su personal humillación. Se fijó en que eran todos novatos. Reconoció a Atol, pero los otros tres le resultaban extraños y, potencialmente peligrosos. Un vampiro y un trasgo sobretodo. El tercero, de nombre Saren, era una criatura extraña, que Nia conocia de sus estudios de hace años, pero que no conseguia poner nombre a la transformación. Pero sabia lo necesario sobre ella.
Atol fue el primero en acercarse, preguntando por ella y por si podia hacer algo por ella. Nia se quedó mirando a la botica con ojos vidriosos, en sepulcral silencio. El que se llamaba Saren apoyó las palabras del libense, pero Nia parecia igual de muda. Miró la botica arder unos segundos. Sus ojos rodaron hacia el trasgo y el vampiro, soltando una velada mirada de desconfianza y de vuelta a la botica. El chasqueo de las llamas y el olor de quemado comenzaba a aparecer.
Bañada por la Luna, la náyade se giró hacia tanto Atol como Saren.
-Si os ofreceis, quizás si tenga algo para vosotros.-dijo, parpadeando lentamente. Volvió la mirada a la botica. Se quedó en silencio un poco más. El shock todavia estaba fuerte en ella y le impedia concentrarse. Sin mirarle, le alcanzó a Saren la máscara de gas con el filtro.-Necesito que entres dentro. En la primera planta, en la tienda: Ve tras el mostrador. En uno de los cajones verás que hay una cerradura de contraseña, teclea: "ANN7458ARE" y traeme los contenidos del cajón: Una segunda máscara de gas y un zurrón de cuero negro.-
Se puso a acariciar al crio acurrucado contra su pecho, como quien acariciaba a una mascota. Sonrió en la dirección del niño un par de segundos y luego miró al idrino, la sonrisa ya muerta.
-Dentro te enfrentarás a fuego y a veneno. Si resultas intoxicado, herido o asesinado por ello, no deseo hacerme responsable, no cargaré con una muerte más sobre mis hombros, tan solo que lo sepas. ¿Eres capaz de hacerlo aun asi?-le dijo, con una mirada que intentaba parecer desafiante, pero que, en el estado que se encontraba la ulterana, sus ojos cargados con desesperación apenas podian pedir ayuda a gritos.
Parpadeo de nuevo, muy lentamente y se giró hacia Atol. Del que más se fiaba del grupo que habia aparecido.
-A ti te necesito aqui conmigo, Hellión Atol.-le dijo señalizando con la mirada al trasgo y al vampiro en el fondo.-No es la mejor noche para andar sola. No sin duda para mi.-Y entronces, procedió a volver a acariciar al niño acurrucado, que soltó un plácido "Ma~" antes de cerrar los ojos.
Pronto una pequeña multitud se habian acercado al lugar, como su personal humillación. Se fijó en que eran todos novatos. Reconoció a Atol, pero los otros tres le resultaban extraños y, potencialmente peligrosos. Un vampiro y un trasgo sobretodo. El tercero, de nombre Saren, era una criatura extraña, que Nia conocia de sus estudios de hace años, pero que no conseguia poner nombre a la transformación. Pero sabia lo necesario sobre ella.
Atol fue el primero en acercarse, preguntando por ella y por si podia hacer algo por ella. Nia se quedó mirando a la botica con ojos vidriosos, en sepulcral silencio. El que se llamaba Saren apoyó las palabras del libense, pero Nia parecia igual de muda. Miró la botica arder unos segundos. Sus ojos rodaron hacia el trasgo y el vampiro, soltando una velada mirada de desconfianza y de vuelta a la botica. El chasqueo de las llamas y el olor de quemado comenzaba a aparecer.
Bañada por la Luna, la náyade se giró hacia tanto Atol como Saren.
-Si os ofreceis, quizás si tenga algo para vosotros.-dijo, parpadeando lentamente. Volvió la mirada a la botica. Se quedó en silencio un poco más. El shock todavia estaba fuerte en ella y le impedia concentrarse. Sin mirarle, le alcanzó a Saren la máscara de gas con el filtro.-Necesito que entres dentro. En la primera planta, en la tienda: Ve tras el mostrador. En uno de los cajones verás que hay una cerradura de contraseña, teclea: "ANN7458ARE" y traeme los contenidos del cajón: Una segunda máscara de gas y un zurrón de cuero negro.-
Se puso a acariciar al crio acurrucado contra su pecho, como quien acariciaba a una mascota. Sonrió en la dirección del niño un par de segundos y luego miró al idrino, la sonrisa ya muerta.
-Dentro te enfrentarás a fuego y a veneno. Si resultas intoxicado, herido o asesinado por ello, no deseo hacerme responsable, no cargaré con una muerte más sobre mis hombros, tan solo que lo sepas. ¿Eres capaz de hacerlo aun asi?-le dijo, con una mirada que intentaba parecer desafiante, pero que, en el estado que se encontraba la ulterana, sus ojos cargados con desesperación apenas podian pedir ayuda a gritos.
Parpadeo de nuevo, muy lentamente y se giró hacia Atol. Del que más se fiaba del grupo que habia aparecido.
-A ti te necesito aqui conmigo, Hellión Atol.-le dijo señalizando con la mirada al trasgo y al vampiro en el fondo.-No es la mejor noche para andar sola. No sin duda para mi.-Y entronces, procedió a volver a acariciar al niño acurrucado, que soltó un plácido "Ma~" antes de cerrar los ojos.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Botica de la náyade
19/07/14, 07:23 pm
Según los demás fueron llegando, fui presentándolos a toda prisa. Luego Saren habló y Urticaria le pidió que fuera a por un par de cosas. Yo abrí la boca para decir que le acompañaría pero más palabras de la chica me detuvieron: quería que me quedara fuera, con ella. <<¿Está en peligro? ¿Acaso le han atacado? Al menos no parece herida...>> Había pensado desde que llegué que el estado de la Botica se debía a algún experimento de resultados desastrosos, pero ahora me inclinaba más por algo hecho por un tercero. Y no me gustaba nada. Por otro lado, cuando escuché el vocablo del niño, di un respingo. Aún no me había parado a pensar en su papel en todo esto. ¿Quién y qué era?
-Me quedo, me quedo. ¿Por qué dices eso? ¿Acaso te han atacado?-empecé, pero sacudí la cabeza y cambié de idea-. No voy a acosarte a preguntas, no es el momento, y tampoco me debes respuestas... Así que me quedo. Lo que necesites.
-Me quedo, me quedo. ¿Por qué dices eso? ¿Acaso te han atacado?-empecé, pero sacudí la cabeza y cambié de idea-. No voy a acosarte a preguntas, no es el momento, y tampoco me debes respuestas... Así que me quedo. Lo que necesites.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Botica de la náyade
20/07/14, 12:44 am
Saren escuchó en silencio las palabras de la náyade, sin pasar por alto su extraño estado anímico. Estaba claro para el idrino que la ulterana no lo consideraba una persona de fiar, y por eso le encargaba a él la tarea mas "peligrosa". El norteño no tenía problema con eso, y se limitó a coger la mascara de gas tras memorizar la contraseña del cajón protegido.
—He sido yo el que te ha ofrecido mi ayuda, no sería responsabilidad tuya si me pasara algo y no pretendo que lo sea —apuntó, ignorando la extraña mirada que le dirigió. El selkie se puso la mascara sin decir nada mas y se acercó a la entrada de la botica con rapidez, conjurando un hechizo ignífugo sobre sus ropas.
El interior del negocio estaba destrozado, y un enorme agujero del que salían humo y llamas recorría el edificio de arriba abajo, pasando por todas las plantas. Saren no fue capaz de distinguir el origen de aquella neblina tóxica, pero le dificultaba la visión, así que ejecuto un hechizo de niebla mágica y empezó a caminar, comprobando dos veces donde ponía el pie antes de avanzar. El calor era sofocante, pero el selkie lo ignoró, esquivando vigas caídas y estantes derribados, acercándose poco a poco al que había sido el mostrador mientras todo crujía y se tambaleaba a su alrededor.
Los dedos del idrino estaban tensos, preparados para trazar el hechizo de intangibilidad si era necesario, pero no hizo falta, y al final Saren alcanzó el cajón del que le había hablado la ulterana. El panel numérico para introducir la contraseña estaba a la vista, y el chico no tuvo problemas para marcarla, pero un trozo del techo había golpeado el mostrador y la estructura del ingenio estaba dañada. El norteño prácticamente tuvo que arrancar el cajón de su sitio a pulso, pues si usaba un hechizo de impacto se arriesgaba a dañar el contenido, y no tenía tiempo para conjuros mas sutiles. Guardó la segunda mascara y el zurrón de cuero negro en su bolsa sin fondo y enfiló la salida, recogiendo todo lo que creyó rescatable y poniéndolo a buen recaudo junto a los otros objetos.
Una pequeña explosión provocó que Saren saliera disparado por la puerta, y aunque sus defensas amortiguaron la mayor parte de los daños, el idrino acusó varias heridas menores: cortes y rozaduras en su mayoría. El selkie se incorporó y se alejó corriendo de la botica, alcanzado el grupo y acuclillándose junto a Nia mientras recuperaba el aliento.
—He cogido alguna cosa mas —le informó, abriendo la bolsa sin fondo y dejándola frente a ella con un gruñido fruto del dolor.
Saren se ocupó de sus heridas mientras la náyade echaba un ojo a los objetos rescatados, atento por si aun tenía que regresar al interior. A la botica no le quedaba mucho tiempo, pero si se daban prisa tal vez pudieran recuperar alguna cosa mas.
—He sido yo el que te ha ofrecido mi ayuda, no sería responsabilidad tuya si me pasara algo y no pretendo que lo sea —apuntó, ignorando la extraña mirada que le dirigió. El selkie se puso la mascara sin decir nada mas y se acercó a la entrada de la botica con rapidez, conjurando un hechizo ignífugo sobre sus ropas.
El interior del negocio estaba destrozado, y un enorme agujero del que salían humo y llamas recorría el edificio de arriba abajo, pasando por todas las plantas. Saren no fue capaz de distinguir el origen de aquella neblina tóxica, pero le dificultaba la visión, así que ejecuto un hechizo de niebla mágica y empezó a caminar, comprobando dos veces donde ponía el pie antes de avanzar. El calor era sofocante, pero el selkie lo ignoró, esquivando vigas caídas y estantes derribados, acercándose poco a poco al que había sido el mostrador mientras todo crujía y se tambaleaba a su alrededor.
Los dedos del idrino estaban tensos, preparados para trazar el hechizo de intangibilidad si era necesario, pero no hizo falta, y al final Saren alcanzó el cajón del que le había hablado la ulterana. El panel numérico para introducir la contraseña estaba a la vista, y el chico no tuvo problemas para marcarla, pero un trozo del techo había golpeado el mostrador y la estructura del ingenio estaba dañada. El norteño prácticamente tuvo que arrancar el cajón de su sitio a pulso, pues si usaba un hechizo de impacto se arriesgaba a dañar el contenido, y no tenía tiempo para conjuros mas sutiles. Guardó la segunda mascara y el zurrón de cuero negro en su bolsa sin fondo y enfiló la salida, recogiendo todo lo que creyó rescatable y poniéndolo a buen recaudo junto a los otros objetos.
Una pequeña explosión provocó que Saren saliera disparado por la puerta, y aunque sus defensas amortiguaron la mayor parte de los daños, el idrino acusó varias heridas menores: cortes y rozaduras en su mayoría. El selkie se incorporó y se alejó corriendo de la botica, alcanzado el grupo y acuclillándose junto a Nia mientras recuperaba el aliento.
—He cogido alguna cosa mas —le informó, abriendo la bolsa sin fondo y dejándola frente a ella con un gruñido fruto del dolor.
Saren se ocupó de sus heridas mientras la náyade echaba un ojo a los objetos rescatados, atento por si aun tenía que regresar al interior. A la botica no le quedaba mucho tiempo, pero si se daban prisa tal vez pudieran recuperar alguna cosa mas.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
20/07/14, 01:56 am
Nia
La ulterana permaneció inmovil mientras el que se llamaba Saren entraba por la puerta. Y el libense por su parte, lanzó las primeras preguntas. Nia se lo esperaba, y tenia una respuesta directa planeada, pero tuvo que aunar valor, en un sepulcral y hieratico silencio. Finalmente, cuando se decidió a responder, dirigió la mirada hacia el niño en su pecho.
-He matado seiscientas una personas.-respondió fríamente. Suspiró, dejando al libense asumir la cifra y, siguió hablando.-Y casi yo misma acabo muerta esta noche, asi que preferiria menos sorpresas del estilo para evitar que ese número crezca. Sea directa o indirectamente la responsable.-
Al cabo de un rato, el idrino, muy machacado apareció ante ellos de vuelta, le sacó a Nia lo que habia cogido y, entonces, la ulterana se dió cuenta de que habia de más. El idrino se habia tomado en su propia cuenta el coger algun que otro producto de las estanterias de la tienda y lo habia sacado. Aquello, habia sido bastante inutil. Nia, de haber ocurrido antes del accidente de aquella noche, se lo hubiera agradecido y se hubiera callado sobre su inutilidad. Pero no aquella Nia. Algo le habia cambiado en su mente. Y vió el gesto del idrino como una señal clara de que no se lo habia tomado en serio. Pero, ¿qué podria pedirle a un completo extraño?
-Esto ha sido una perdida de tiempo.-murmuró. Cogió un pequeño bote, un bote de perfume de lilas cuya etiqueta decia que ayudaba para la artosis y lo lanzó con fuerza hacia un muro, estrellandose el cristal y quebrandose en mil piezas con un delicado sonido.-Esto, es una perdida de tiempo: No me sirve. Te dije que cogieras lo que te dije y que volvieses.-le reprochó. Era una extraña rabia la que tildaba sus palabras. Era la rabia de una persona desprovista de emociones muy vistosas, pero que todavia las sentia por dentro. No sabia porque, pero se encontraba de notablemente mal humor. Y la falta del idrino, aunque no hecha con alevosia, ardia dentro de la ulterana.
-Ya he visto lo que necesitaba. Ahora si aun tienes ganas de "ayudar", cuida de que los dos salvajes de ahí atrás no se den un festín con mi victima número seiscientos dos, si no te importa claro esta. Supongo que eso podrás hacerlo bien.-
La ulterana no escucharia ninguna excusa. Podria imaginarselas a miles, pero ninguna le valia, no en ese estado y no mucho menos aquella noche. Todo parecian ser más problemas inecesarios de los que eran en realidad. El corazón de Nia se retorcia por momentos.
La ulterana permaneció inmovil mientras el que se llamaba Saren entraba por la puerta. Y el libense por su parte, lanzó las primeras preguntas. Nia se lo esperaba, y tenia una respuesta directa planeada, pero tuvo que aunar valor, en un sepulcral y hieratico silencio. Finalmente, cuando se decidió a responder, dirigió la mirada hacia el niño en su pecho.
-He matado seiscientas una personas.-respondió fríamente. Suspiró, dejando al libense asumir la cifra y, siguió hablando.-Y casi yo misma acabo muerta esta noche, asi que preferiria menos sorpresas del estilo para evitar que ese número crezca. Sea directa o indirectamente la responsable.-
Al cabo de un rato, el idrino, muy machacado apareció ante ellos de vuelta, le sacó a Nia lo que habia cogido y, entonces, la ulterana se dió cuenta de que habia de más. El idrino se habia tomado en su propia cuenta el coger algun que otro producto de las estanterias de la tienda y lo habia sacado. Aquello, habia sido bastante inutil. Nia, de haber ocurrido antes del accidente de aquella noche, se lo hubiera agradecido y se hubiera callado sobre su inutilidad. Pero no aquella Nia. Algo le habia cambiado en su mente. Y vió el gesto del idrino como una señal clara de que no se lo habia tomado en serio. Pero, ¿qué podria pedirle a un completo extraño?
-Esto ha sido una perdida de tiempo.-murmuró. Cogió un pequeño bote, un bote de perfume de lilas cuya etiqueta decia que ayudaba para la artosis y lo lanzó con fuerza hacia un muro, estrellandose el cristal y quebrandose en mil piezas con un delicado sonido.-Esto, es una perdida de tiempo: No me sirve. Te dije que cogieras lo que te dije y que volvieses.-le reprochó. Era una extraña rabia la que tildaba sus palabras. Era la rabia de una persona desprovista de emociones muy vistosas, pero que todavia las sentia por dentro. No sabia porque, pero se encontraba de notablemente mal humor. Y la falta del idrino, aunque no hecha con alevosia, ardia dentro de la ulterana.
-Ya he visto lo que necesitaba. Ahora si aun tienes ganas de "ayudar", cuida de que los dos salvajes de ahí atrás no se den un festín con mi victima número seiscientos dos, si no te importa claro esta. Supongo que eso podrás hacerlo bien.-
La ulterana no escucharia ninguna excusa. Podria imaginarselas a miles, pero ninguna le valia, no en ese estado y no mucho menos aquella noche. Todo parecian ser más problemas inecesarios de los que eran en realidad. El corazón de Nia se retorcia por momentos.
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戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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Re: Botica de la náyade
20/07/14, 02:27 am
Sabía que no tendría que haber ido hasta allí. Lo supe desde el momento en el que crucé miradas con la Náyade.
Lo que pasó desde que llegamos hasta que salió Saren de su interior había ido poco a poco acabando con mi ya de por sí escasa paciencia, y de hecho acabé abriendo la boca.
-Ey menos humos. Si tan horrible te parece haberte molestado en ir tú. Si no te gusta te aguantas.
Me callé después de eso. Realmente no tendría que haberme molestado en decir nada, pero el trato que estaba mostrando me había cabreado bastante. Hice un gesto a los demás para que nos fuéramos, esperando que me siguieran.
Realmente me molestaba que se pusiera así, más teniendo en cuenta que cualquier otro habría tomado la decisión lógica de matarla y luego saquear lo que quedara en el edificio.
Sigue en la Taberna del mago tuerto
Lo que pasó desde que llegamos hasta que salió Saren de su interior había ido poco a poco acabando con mi ya de por sí escasa paciencia, y de hecho acabé abriendo la boca.
-Ey menos humos. Si tan horrible te parece haberte molestado en ir tú. Si no te gusta te aguantas.
Me callé después de eso. Realmente no tendría que haberme molestado en decir nada, pero el trato que estaba mostrando me había cabreado bastante. Hice un gesto a los demás para que nos fuéramos, esperando que me siguieran.
Realmente me molestaba que se pusiera así, más teniendo en cuenta que cualquier otro habría tomado la decisión lógica de matarla y luego saquear lo que quedara en el edificio.
Sigue en la Taberna del mago tuerto
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Botica de la náyade
20/07/14, 02:46 am
No me enteré de mucho de lo que dijo la náyade, aunque fruncí el ceño hacia Atol cuando no entendió mi gesto para que usase mi nombre rocavarancolés. En cualquier caso daba igual, no partecía que le cayésemos muy bien a aquella chica, a juzgar por el gesto que hizo hacia nosotros. No había escuchado bien lo que había dicho a Atol, pero siendo como era el precio del vampiro y el mío no era muy difícil hacer suposiciones. "¿Temerá acabar en el plato de unos novatillos?" me preugnté, sin poder evitar que me hiciera cierta gracia ese temor proveniente de una persona que llevaba más tiempo en la ciudad que yo.
Me acerqué un poco cuando Saren salió de la botica, aliviado al ver que estaba bien. Las palabras de la dueña del local hicieron que alzara las cejas en su dirección, preguntándome si aquella bordería le venía de serie o era cosa de ver su vida reducida a cenizas. La alusión Pablo y a mí hicieron que bufara divertido y le dedicara una inquietante sonrisa donde enseñaba mis dientes.
-No te preocupes, náyade, que vengo recién comido. No tengo ninguna necesidad de hincarle el diente a la propiedad ajena.
Mis palabras estaban teñidas de ponzoña y crueldad, a la par que de una pizca de humor. Su única finalidad era molestar a aquella chiquilla, y sin comprobar si lo había logrado seguí la senda del vampiro.
Sigue por ahí.
Me acerqué un poco cuando Saren salió de la botica, aliviado al ver que estaba bien. Las palabras de la dueña del local hicieron que alzara las cejas en su dirección, preguntándome si aquella bordería le venía de serie o era cosa de ver su vida reducida a cenizas. La alusión Pablo y a mí hicieron que bufara divertido y le dedicara una inquietante sonrisa donde enseñaba mis dientes.
-No te preocupes, náyade, que vengo recién comido. No tengo ninguna necesidad de hincarle el diente a la propiedad ajena.
Mis palabras estaban teñidas de ponzoña y crueldad, a la par que de una pizca de humor. Su única finalidad era molestar a aquella chiquilla, y sin comprobar si lo había logrado seguí la senda del vampiro.
Sigue por ahí.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Botica de la náyade
20/07/14, 05:39 pm
Cuando Dama Urticaria respondió, me dejó sin habla. <<Seiscientas una personas... ¿Cómo? ¿Esta noche? ¿Por qué?>> Cuando acabó de hablar, me encogí de hombros sin tener idea de qué decir.
—Vale.
Al poco salió Saren, magullado pero entero, y le dio las cosas que le había pedido junto con algunas más. Escuché a ambos en silencio y parpadeé con la reacción de Dama Urticaria. En parte compartía su opinión: Saren no debería haberse arriesgado más de lo necesario. Pero... Estaba bien, solo estaba un poco magullado pero nada grave, así que no debería pasar nada porque se hubiera arriesgado un poco más... Pero había algo más en la reacción de la chica. Nunca la había visto así y no parecía persona de tener esas reacciones. <<Acaba de perderlo todo. ¿Qué esperas?>> Sí, cierto. Acabé achacando toda la escena a ese detalle y casi deseé que los demás lo hicieran. Más aún cuando no les conocía.
Por eso me levanté con rapidez cuando tanto Pablo como Bastel respondieron de esa forma tan fuera de lugar. Lo de Urticaria también lo estaba, ¡pero ella tenía motivos! Volví a sentarme cuando Saren se fue sin decir nada.
—En fin. No tengo nada que hacer, así que lo que necesites—murmuré.
No quería molestarla, pero estar ahí sentado sin saber qué hacer... Tenía la Luna encima, si normalmente mi ritmo de vida era enérgico, ahora... Pero me controlé. No podría controlar el ritmo sanguíneo pero sí mi cuerpo, así que en apariencia externa estaba tranquilo. Aunque tenso, dadas las circunstancias.
—Vale.
Al poco salió Saren, magullado pero entero, y le dio las cosas que le había pedido junto con algunas más. Escuché a ambos en silencio y parpadeé con la reacción de Dama Urticaria. En parte compartía su opinión: Saren no debería haberse arriesgado más de lo necesario. Pero... Estaba bien, solo estaba un poco magullado pero nada grave, así que no debería pasar nada porque se hubiera arriesgado un poco más... Pero había algo más en la reacción de la chica. Nunca la había visto así y no parecía persona de tener esas reacciones. <<Acaba de perderlo todo. ¿Qué esperas?>> Sí, cierto. Acabé achacando toda la escena a ese detalle y casi deseé que los demás lo hicieran. Más aún cuando no les conocía.
Por eso me levanté con rapidez cuando tanto Pablo como Bastel respondieron de esa forma tan fuera de lugar. Lo de Urticaria también lo estaba, ¡pero ella tenía motivos! Volví a sentarme cuando Saren se fue sin decir nada.
—En fin. No tengo nada que hacer, así que lo que necesites—murmuré.
No quería molestarla, pero estar ahí sentado sin saber qué hacer... Tenía la Luna encima, si normalmente mi ritmo de vida era enérgico, ahora... Pero me controlé. No podría controlar el ritmo sanguíneo pero sí mi cuerpo, así que en apariencia externa estaba tranquilo. Aunque tenso, dadas las circunstancias.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
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- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Botica de la náyade
20/07/14, 11:12 pm
Saren apenas reacciono al ataque de ira de Nia, y se limitó a observar a la náyade con expresión neutra. Entendía parte de lo que decía, pues era cierto que había sido imprudente de mas, pero el riesgo lo había corrido él, y la muchacha no lo conocía de nada, así que dudaba que la preocupación fuera un detonante para su repentino mal humor.
El selkie se puso en pie cuando la ulterana acabó su discurso, sacudiéndose el hollín de la chaqueta y acercándose a sus amigos, que se habían ofendido por las palabras de la niña. A pesar de todo lo que le había dicho, el norteño no le recriminaba nada, pues entendía que acababa de perderlo todo, pero había dejado de sentirse cómodo en aquel lugar. No creía que su presencia fuera a ayudar a Nia, y como Pablo y Bran tenían intención de irse, el idrino decidió seguirles, despidiéndose del helión con un gesto de la mano.
Continúa en la Taberna del Mago Tuerto.
El selkie se puso en pie cuando la ulterana acabó su discurso, sacudiéndose el hollín de la chaqueta y acercándose a sus amigos, que se habían ofendido por las palabras de la niña. A pesar de todo lo que le había dicho, el norteño no le recriminaba nada, pues entendía que acababa de perderlo todo, pero había dejado de sentirse cómodo en aquel lugar. No creía que su presencia fuera a ayudar a Nia, y como Pablo y Bran tenían intención de irse, el idrino decidió seguirles, despidiéndose del helión con un gesto de la mano.
Continúa en la Taberna del Mago Tuerto.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
21/07/14, 01:20 am
Nia
La ulterana parecia al borde de un ataque de ansiedad, al menos, para sus estándares. Por fuera solo parecia que se estaba hiperventilando. Quizás fue la respuesta o, mejor dicho, la no respuesta del Idrino que más le mosqueó. Preferiria que le hubiera lanzado algún comentario hiriente en su dirección. Ignoró a las dos criaturas de precio inmoral de más atrás, que solo quedaron como ruido de fondo ante su frustración.
La ulterana era consciente de lo enfurecida que se encontraba, como si algo se hubiera retorcido junto a su corazón. La adrenalina que bombeaba su corazón a toda prisa le mantenia concentrada en el presente, evitando que se distrayese a lamentarse más o a desesperarse. En una parte aquello le sirvió para salir del estado de shock, por otra, hizo que estallase en un ataque de nervios, tirandose del pelo.
-Perfecto.-dijo, resoplando por la nariz, hecha una furia.-Helión Atol, vuelve con tus amigos. Puedo seguir a partir de aquí yo sola. E informales que tienen la entrada prohibida de por vida en mi establecimiento. O lo que quede de él, después de este día.-
Procedió entonces, a colocarse la máscara a si misma y luego al niño. Tras comprobar el sellaje de ambas, se aseguró que el niño podia respirar con normalidad. Aupandole a su espalda, se despidió del Helión, sin cruzar una palabra más, internandose en los restos de la botica con un hechizo de intangibilidad puesto sobre ambos.
La ulterana parecia al borde de un ataque de ansiedad, al menos, para sus estándares. Por fuera solo parecia que se estaba hiperventilando. Quizás fue la respuesta o, mejor dicho, la no respuesta del Idrino que más le mosqueó. Preferiria que le hubiera lanzado algún comentario hiriente en su dirección. Ignoró a las dos criaturas de precio inmoral de más atrás, que solo quedaron como ruido de fondo ante su frustración.
La ulterana era consciente de lo enfurecida que se encontraba, como si algo se hubiera retorcido junto a su corazón. La adrenalina que bombeaba su corazón a toda prisa le mantenia concentrada en el presente, evitando que se distrayese a lamentarse más o a desesperarse. En una parte aquello le sirvió para salir del estado de shock, por otra, hizo que estallase en un ataque de nervios, tirandose del pelo.
-Perfecto.-dijo, resoplando por la nariz, hecha una furia.-Helión Atol, vuelve con tus amigos. Puedo seguir a partir de aquí yo sola. E informales que tienen la entrada prohibida de por vida en mi establecimiento. O lo que quede de él, después de este día.-
Procedió entonces, a colocarse la máscara a si misma y luego al niño. Tras comprobar el sellaje de ambas, se aseguró que el niño podia respirar con normalidad. Aupandole a su espalda, se despidió del Helión, sin cruzar una palabra más, internandose en los restos de la botica con un hechizo de intangibilidad puesto sobre ambos.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Botica de la náyade
21/07/14, 02:07 am
De nuevo la chica habló y atendí, asintiendo a sus palabras.
—De acuerdo. Cuídate.
Dicho eso me levanté y esperé a que entraran en la Botica. Cuando desapareció de mi vista, miré en la dirección en que habían ido los otros y lancé un hechizo de localización. <<Ajá>> Les daría el mensaje, me tomaría algo y me iría.
Sigue en la Taberna del Mago Tuerto
—De acuerdo. Cuídate.
Dicho eso me levanté y esperé a que entraran en la Botica. Cuando desapareció de mi vista, miré en la dirección en que habían ido los otros y lancé un hechizo de localización. <<Ajá>> Les daría el mensaje, me tomaría algo y me iría.
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My Only Escape Is Underground
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- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
28/07/14, 02:39 am
Nia
A eso de la media hora, Nia salió con el niño todavia a cuestas, portando dos maletines, uno espejado y otro metálico. Tenia marcas de quemaduras y ambos estaban cubiertos en ceniza. Casi justo después de salir, la segunda planta se vino abajo, aplastando con ella a la primera. El estruendo que hizo paralizó a Nia, quien se quitó la máscara lentamente, con los ojos abiertos de par en par. Queria llorar. Queria gritarle a algo. Queria abrirse camino mediante la fuerza y vengarse de Grummanehell. De serlo posible, claro. Habia mandado a Muerte por su cuenta a su propia muerte y, si ella no lo habia conseguido, la náyade tendria menos oportunidades siquiera.
Ante su pensamiento, como si fuera una tremenda ironia, escuchó un estallido de algo cayendo en el suelo de la caseta en el jardín. Algo pesado.
Nia, imaginandose lo peor, invocó su alabarda y, asegurando el peso del niño a su espalda, se acercó lentamente y, aun màs lentamente la abrió. Con un chirrido la puerta se hizo a un lado. De dentro provenian unos jadeos gruturales e irregulares, como los de una bestia enorme herida. Nia alzó la alabarda e iluminó la oscura habitación de mantenimiento con un hechizo.
Lo que vió ahí la dejó paralizada unos instantes. Era Muerte, su ropa y armadura rasgada y abollada, manchada de sangre de dieferentes colores. El brazo derecho estaba ausente y de su lado derecho del cuerpo manaba una cantidad ingente de sangre. Con la mano que le quedaba, intentaba detener la hemorragia de su costado. Su cara estaba marcada por tres cortes en paralelo, hechos por una garra o cuchilla trifácica, debido a la limpieza de la herida, dedujo lo segundo. Aparte, un mechón habia sido cortado por lo sano y de este manaba un pequeño hilillo de sangre, que era insignificante al de otras heridas, pero Nia no lo pasó por alto.
-Por las barbas de...-dijo, al fín, entrando en acción la náyade.-¡Muerte!-exclamó, entre la alegria de verla viva y el horror de sus heridas. Todo parecia indicar que la infame se habia teletransportado de vuelta para escapar del enfrentamiento suicida al que Nia ignorantemente le habia mandado. Dejó al niño en el umbral de la puerta, todavia dormido y se dirigió a prisa hacia la infame.
Esta intentó ponerse de pie, pero la ulterana la empujó contra el suelo y, ayudandola a detener la hemorragia del costado con un hechizo y a la vez tapando la del otro brazo, la niña examinó a la guerrera.
-Mi ama... Le... Le corté el cuello, estoy segura de ello... No moria... No moria por mucho que le cortase...-decia con la voz débil, cada palabra sentandole como una puñalada en el abdomen. El dolor era terrible, más de lo que habia tenido que aguantar en su vida.-Mi ama... os... os he fallado...-dijo, al borde de las lágrimas.
La ulterana, demasiado nerviosa por la adrenalina y la carga de estrés que llevaba acarreando, explotó con un grito.
-¡NO!-exclamó, con los ojos clavados sobre la infame, mientras intentaba salvarle la vida.-Yo te he fallado a tí. No supe que era una trampa, o si lo supe, me cegue a mi misma para verlo y mucho menos para saber que poderes tenia el traidor de Grummanehell y su séquito.-
Habia examinado la herida de donde antes habia un brazo. Al parecer algun ser de una fuerza monstruosa se lo habia arrancado a la infame de cuajo, seccionando la clavicula a la vez que arrancaba el hombro de rebote. La herida tenia muy mala pinta, pero no era algo que ella no pudiera curar, por una vez, agradeció no haberlo perdido todo.
Abrió su zurrón y extrajo un liquido color verdoso claro en un botellín.
-Asi que vas a sobrevivir, porque tu no has hecho nada mal y soy yo. Y te voy a curar. Y te vas a poner bien, ¡Es una orden! ¿entendido?-le dijo, elevando el tono de voz, autoritaria mientras descorchaba el botellín.
La infame, al borde de las lágrimas, se llevó la sangrienta mano izquierda a la cara para ocultar el hecho que estaba llorando, quizás de dolor, quizás de verguenza, quizás de ambas. Y musito, en un tono de voz bajo y fragil.
-Ka-tûm... mi ama...-
La niña asintió, preparando la botella y examinando la herida una vez más.
-Bien, ahora, abre la boca.-
La infame entonces abrió la boca como si fuese aquello una visita al dentista, todavia tapandose la cara con la mano. No mostró sorpresa por fuera, pero si que la sintió por dentro cuando sintió que la ulterana estaba traspasandole un líquido, presupuestamente, el del botellín boca a boca. Al principio fue aparatoso para la infame pero acabó juntando los labios inconscientemente con la náyade.
Y, con ese beso, la infame comenzó a sentir alivio. El dolor desaparecia gradualmente y, poco a poco sus heridas fueron cerrandose, regenerandose a gran velocidad. Sin embargo, la herida del brazo arrancado todavia se resistia, no sanando tan rápido como las otras, persistente con llevarsela a la infame a la tumba. La náyade se limpió los labios de los residuos del vial y, sin perder el tiempo, procedió a sanear y a practicar un cerramiento quirurgijo de la brutal avulsión. A medida que avanzaba cosiendo, desinfectando y limpiando, iba suministrando a la infame con unos caramelos grandes como bolas de chicle de un color rojo intenso que sabian a hierro, que combatieron eficazmente la anemia de la mujer.
A eso de la media hora, Nia salió con el niño todavia a cuestas, portando dos maletines, uno espejado y otro metálico. Tenia marcas de quemaduras y ambos estaban cubiertos en ceniza. Casi justo después de salir, la segunda planta se vino abajo, aplastando con ella a la primera. El estruendo que hizo paralizó a Nia, quien se quitó la máscara lentamente, con los ojos abiertos de par en par. Queria llorar. Queria gritarle a algo. Queria abrirse camino mediante la fuerza y vengarse de Grummanehell. De serlo posible, claro. Habia mandado a Muerte por su cuenta a su propia muerte y, si ella no lo habia conseguido, la náyade tendria menos oportunidades siquiera.
Ante su pensamiento, como si fuera una tremenda ironia, escuchó un estallido de algo cayendo en el suelo de la caseta en el jardín. Algo pesado.
Nia, imaginandose lo peor, invocó su alabarda y, asegurando el peso del niño a su espalda, se acercó lentamente y, aun màs lentamente la abrió. Con un chirrido la puerta se hizo a un lado. De dentro provenian unos jadeos gruturales e irregulares, como los de una bestia enorme herida. Nia alzó la alabarda e iluminó la oscura habitación de mantenimiento con un hechizo.
Lo que vió ahí la dejó paralizada unos instantes. Era Muerte, su ropa y armadura rasgada y abollada, manchada de sangre de dieferentes colores. El brazo derecho estaba ausente y de su lado derecho del cuerpo manaba una cantidad ingente de sangre. Con la mano que le quedaba, intentaba detener la hemorragia de su costado. Su cara estaba marcada por tres cortes en paralelo, hechos por una garra o cuchilla trifácica, debido a la limpieza de la herida, dedujo lo segundo. Aparte, un mechón habia sido cortado por lo sano y de este manaba un pequeño hilillo de sangre, que era insignificante al de otras heridas, pero Nia no lo pasó por alto.
-Por las barbas de...-dijo, al fín, entrando en acción la náyade.-¡Muerte!-exclamó, entre la alegria de verla viva y el horror de sus heridas. Todo parecia indicar que la infame se habia teletransportado de vuelta para escapar del enfrentamiento suicida al que Nia ignorantemente le habia mandado. Dejó al niño en el umbral de la puerta, todavia dormido y se dirigió a prisa hacia la infame.
Esta intentó ponerse de pie, pero la ulterana la empujó contra el suelo y, ayudandola a detener la hemorragia del costado con un hechizo y a la vez tapando la del otro brazo, la niña examinó a la guerrera.
-Mi ama... Le... Le corté el cuello, estoy segura de ello... No moria... No moria por mucho que le cortase...-decia con la voz débil, cada palabra sentandole como una puñalada en el abdomen. El dolor era terrible, más de lo que habia tenido que aguantar en su vida.-Mi ama... os... os he fallado...-dijo, al borde de las lágrimas.
La ulterana, demasiado nerviosa por la adrenalina y la carga de estrés que llevaba acarreando, explotó con un grito.
-¡NO!-exclamó, con los ojos clavados sobre la infame, mientras intentaba salvarle la vida.-Yo te he fallado a tí. No supe que era una trampa, o si lo supe, me cegue a mi misma para verlo y mucho menos para saber que poderes tenia el traidor de Grummanehell y su séquito.-
Habia examinado la herida de donde antes habia un brazo. Al parecer algun ser de una fuerza monstruosa se lo habia arrancado a la infame de cuajo, seccionando la clavicula a la vez que arrancaba el hombro de rebote. La herida tenia muy mala pinta, pero no era algo que ella no pudiera curar, por una vez, agradeció no haberlo perdido todo.
Abrió su zurrón y extrajo un liquido color verdoso claro en un botellín.
-Asi que vas a sobrevivir, porque tu no has hecho nada mal y soy yo. Y te voy a curar. Y te vas a poner bien, ¡Es una orden! ¿entendido?-le dijo, elevando el tono de voz, autoritaria mientras descorchaba el botellín.
La infame, al borde de las lágrimas, se llevó la sangrienta mano izquierda a la cara para ocultar el hecho que estaba llorando, quizás de dolor, quizás de verguenza, quizás de ambas. Y musito, en un tono de voz bajo y fragil.
-Ka-tûm... mi ama...-
La niña asintió, preparando la botella y examinando la herida una vez más.
-Bien, ahora, abre la boca.-
La infame entonces abrió la boca como si fuese aquello una visita al dentista, todavia tapandose la cara con la mano. No mostró sorpresa por fuera, pero si que la sintió por dentro cuando sintió que la ulterana estaba traspasandole un líquido, presupuestamente, el del botellín boca a boca. Al principio fue aparatoso para la infame pero acabó juntando los labios inconscientemente con la náyade.
Y, con ese beso, la infame comenzó a sentir alivio. El dolor desaparecia gradualmente y, poco a poco sus heridas fueron cerrandose, regenerandose a gran velocidad. Sin embargo, la herida del brazo arrancado todavia se resistia, no sanando tan rápido como las otras, persistente con llevarsela a la infame a la tumba. La náyade se limpió los labios de los residuos del vial y, sin perder el tiempo, procedió a sanear y a practicar un cerramiento quirurgijo de la brutal avulsión. A medida que avanzaba cosiendo, desinfectando y limpiando, iba suministrando a la infame con unos caramelos grandes como bolas de chicle de un color rojo intenso que sabian a hierro, que combatieron eficazmente la anemia de la mujer.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
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の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
08/08/14, 07:40 pm
Tenía tantas ganas de despejarse como de sentirse útil. No llevó ningún cadáver a su paseo salvo el clásico ratón en el bolsillo, e hizo eso porque las sensaciones eran mucho más vívidas cuando era él mismo quien las recibía. Se metió las manos en los bolsillos y avanzó por la calle levitando como un alma en pena. Odiaba la brisa que agitaba sus llamas, pero era más elegante que caminar como un zombie en pena.
Tomó un desvío hacia el mercado, dispuesto a poner la oreja a posibles rumores al pasar. También cabía la posibilidad de toparse con algún conocido que hubiera oído sobre lo sucedido la noche de la luna, y prefería rehuírlos a ellos y a sus preguntas antes de llegar a ser visto. A pesar de eso, había tomado esa ruta porque había algo que quería comprobar. Nía no había abandonado todavía el cuchitril, y Gael no sabía si había dejado al frivy solo con la tienda. Nada le cuadraba, y después de haber pasado un día entero con la náyade necesitaba echarle un vistazo a la botica. Tenía motivos de sobra para tener un mal presentimiento, después de todo.
Sorteó el mercado sin percances ni novedades y cuando continuó hacia la botica se arrebujó en su chaqueta, subiendo el cierre hasta el cuello. Ya no volvió a meter las manos enguantadas en el bolsillo, sino que más bien se olvidó de ellas. La botica, a lo lejos, se hundía. No apretó el paso, porque ya era evidente que sus temores eran realidad. Las ruinas no le dieron demasiadas pistas sobre lo que podía haber pasado. ¿Una explosión, tal vez? El fuego fatuo no fue consciente de que bajaba la guardia contemplando el desastre que tenía delante de sí. ¿Por dónde podía comenzar a preguntarle a Nia? ¿Se dejaría ayudar? «Tuvo una noche horrible y aun así…». Sentía remordimientos, pero a la vez estaba confuso. «Debí haber preguntado antes… o no. No lo sé, nunca lo sé».
Tomó un desvío hacia el mercado, dispuesto a poner la oreja a posibles rumores al pasar. También cabía la posibilidad de toparse con algún conocido que hubiera oído sobre lo sucedido la noche de la luna, y prefería rehuírlos a ellos y a sus preguntas antes de llegar a ser visto. A pesar de eso, había tomado esa ruta porque había algo que quería comprobar. Nía no había abandonado todavía el cuchitril, y Gael no sabía si había dejado al frivy solo con la tienda. Nada le cuadraba, y después de haber pasado un día entero con la náyade necesitaba echarle un vistazo a la botica. Tenía motivos de sobra para tener un mal presentimiento, después de todo.
Sorteó el mercado sin percances ni novedades y cuando continuó hacia la botica se arrebujó en su chaqueta, subiendo el cierre hasta el cuello. Ya no volvió a meter las manos enguantadas en el bolsillo, sino que más bien se olvidó de ellas. La botica, a lo lejos, se hundía. No apretó el paso, porque ya era evidente que sus temores eran realidad. Las ruinas no le dieron demasiadas pistas sobre lo que podía haber pasado. ¿Una explosión, tal vez? El fuego fatuo no fue consciente de que bajaba la guardia contemplando el desastre que tenía delante de sí. ¿Por dónde podía comenzar a preguntarle a Nia? ¿Se dejaría ayudar? «Tuvo una noche horrible y aun así…». Sentía remordimientos, pero a la vez estaba confuso. «Debí haber preguntado antes… o no. No lo sé, nunca lo sé».
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