Gesta nº1: Una reparación tormentosa

Recuerdo del primer mensaje :

Obviando algunos recados y quedadas para ultimar algunos detalles para formalizar su posición como escudero, la primera "misión" catalogada como tal por Erknest ocurrió una mañana. El día antes Chromsa había salido a pasear por los alrededores de Serpentaria y al volver encontró una nota pegada al lado de la entrada. Al abrirla, vio que se trataba de un documento que buscaba ser de gran solemnidad sin mucho éxito y decía así:


En cuanto entró al torreón buscó a Adam y le explico la situación mostrándole la carta. Ambos decidieron prepararse para el día siguiente y salieron a una hora prudente hacia el Palacete.

No tardaron demasiado en llegar y vieron que el Caballero Ciervo les esperaba cerca de la entrada del edificio. En un principio no se había percatado de la presencia de los dos neotransformados, ya que estaba enfrascado en limpiar lo que Chromsa supuso que era una mancha en la armadura del antebrazo. En cuanto se acercaron, el ochrorio le saludó con ánimo: -¡Buenos días! Ya estamos aquí, espero que no hayas tenido que esperar demasiado.- y fue entonces cuando Erknest los vio.

Rápidamente dejó su tarea y adoptando un aire más propio de él, respondió: -¡Ah, Chromsa, Adam! No os había escuchado llegar, me alegra ver que sois buenos con el sigilo. Y no os preocupéis, llegáis justo a tiempo.-

—Comprendo, agradezco el consejo —si bien seguía arrastrando un poco de esa tensión, agradeció en el fondo lo que el anciano dijo acerca de su transformación de riesgo.

A eso se unió a la conversación el fauno. Él iba a comentar algo más pero optó por escuchar lo que su pareja tuvo que decir. Se le acentuó una sonrisa al escucharlo, a diferencia de lo que pasó con Fárladann, y le agarró la mano simbolizando el cariño que le tenía en aquel momento.

—Pero lo haremos juntos mejor, no te voy a dejar todo el trabajo —dijo en un intento de despreocupar a su pareja, conservando una sonrisa calmada.

Erknest ofreció su punto de vista, dando sus consejos. Adam se fijó en que parecía algo más recuperado de lo de antes y eso mejoró su humor bastante, dentro de sus dudas apreciaba en cierta manera la compañía del caballero ciervo.

—Si estás dispuesto y tienes tiempo libre, puedes ayudarnos cuando quieras. Nos vendría muy bien una mano extra y sobre todo si vamos a comprar artefactos y cosas mágicas —dijo el pegaso con toda la amabilidad del mundo, también haciéndolo por su empatía inconsciente de querer animarlo debido a la dureza con la que le habló el anciano.

Adam apreció su gesto y lo tomó de la mano con cariño. Le devolvió una sonrisa sincera y un agradable: -Gracias- Con aquello se redujo la preocupación del momento, aunque hasta que no encontraran algo que sirviera seguiría teniendo un poco. La respuesta de Erknest, aunque no tuviera una solución inmediata, si que les vendría bien para empezar a buscar, cosa que alegró al ochrorio.

El Caballero Ciervo se llevó una mano al pecho ante las palabras del ruso y contestó animado: -¡Por supuesto! ¿Cómo voy a negarme a ayudar a alguien y mucho menos a uno de mis camaradas? Es mi misión como héroe, claro que os acompañaré-

A Chromsa le alegró verlo de nuevo tan jovial como siempre, aunque seguía sorprendiéndolo lo rápido que había vuelto después de los comentarios del anciano. -Gracias, Erknest. Seguro que entre los tres podremos encontrar algo- le dijo.

Fárladann mientras tanto seguía enfrascado en el medallón aunque escuchando la conversación. Dejó escapar un leve suspiro cuando el caballero volvió a su forma de ser, ya lo había escuchado más veces de las que le gustaría desde que lo conocía. Para su suerte, estaba a punto de terminar. -Ya está listo, totalmente arreglado- dijo mientras se giraba hacia los tres, llevando en una de las manos el medallón. -Le queda un último detalle para activarlo...- explicó mientras todos pudieron ver como un pequeño rayo aparecía por encima del centauro e impactaba en el artefacto. -Y ya está. Debería de funcionar como si lo hubiera creado ahora mismo.- Una vez listo se acercó a Erknest y se lo entregó.

Con la respuesta de Erknest el pegaso no pudo evitar sonreír de alivio y alegría al ver que su ánimo regresó, tampoco iba a dejar que estuviese alicaido por culpa de dos comentarios tontos. Adam asintió fervientemente al agradecimiento de Chromsa, se catalogó a sí mismo ignorante y prejuicioso por dudar de una persona tan buena como el caballero ciervo.

El ruso no supo si era por el ritmo de la conversación pero Fárladann terminó relativamente pronto, avisando a los tres de que había acabado. Aun con la tirria que llevaba dentro hacia el centauro, se impresionó bastante al ver el minusculo rayo caer con precisión sobre el medallón denotado por su expresión poco discreta de sorpresa. «Tiene habilidades increibles, quisiera saber más sobre eso», pensó en un arranque de curiosidad. ¿Qué límites tendría tal nivel de magia?

—M-muchas gracias por su tiempo, de verdad. Se lo agradecemos —reconoció a Fárladann inclinando con ligereza su cabeza, había hecho un trabajo excelente. Incluso le sonrío un poco tímidamente.

El rayo, para suerte del ochrorio, no le cogió tan de sorpresa como los anteriores ruidos. Más bien, le llamó la atención por la forma en que apareció y la precisión que tuvo al impactar en el medallón. En cuanto Erknest tomó el medallón, Chromsa se acercó para verlo. -¡Vaya, está como nuevo!- exclamó con cierto asombro. Habría jurado que incluso estaba más limpio que antes y no había ni rastro del impacto del dominio del centauro ni de que en algún momento se hubiera roto. -Muchas gracias por todo. No hay duda alguna de que es un profesional- dijo con una pequeña reverencia hacia Fárladann.

El anciano, aunque tan al fondo que en ningún caso lo reconocería, agradeció los halagos pero respondió con un simple: -Bah, es algo sencillo. Cualquiera mínimamente versado en artefactos mágicos sabría reparar un transmisor de pensamientos de esa escala.- A pesar de que aquello fuera verdad, cosa que no sabía de momento, a Chromsa le sorprendió igualmente el trabajo tan rápido y bueno que había hecho.

Erknest por su parte, después de que el fauno se acercara, lo activo para comprobar que todo estaba en orden. Se aclaró la garganta y dijo: -Probando, probando. Aquí Erknest, ¿se escucha bien ahí dentro?-

En cuanto el caballero empezó a hablar, la sensación fue un poco extraña al principio para el brujo. Más que nada porque escucharlo dentro de su cabeza a la vez que lo tenía delante y oía su voz se le hacía raro. -Sí, todo en orden por aquí.- le confirmó asintiendo a la vez.

El pegaso atendió a la modestia de Fárladann quien no veía para tanto la reparación del artefacto. Parecía algo complejo pero el anciano no se atribuyó ningún mérito, Adam ya estuvo pensando en la clase de artefactos que podrían siquiera considerarse complicados a ojos del sabio, ¿qué podrían hacer?

Adam asomó la cabeza adonde setaban Erknest y Chromsa. El primero quiso probar ahí mismo si funcionaba el transmisor de pensamientos y vaya si funcionaba. Era una sensación rara escucharlo doble, le recordaba siempre al dullahan cuando en su día le habló dentro de su cabeza. Ojalá controlar tan bien sus propios pensamientos como si de un artefacto se tratase.

—Si, te escuché bien —aportó afirmando que todo iba en orden con el artefacto.

En cuanto recibió la confirmación de ambos, Erknest apagó la transmisión y dijo triunfante: -¡Perfecto! ¡Ahora ya pueden continuar sin ningún problema nuestras andanzas, jajaja!- Verlo así sacó una risilla a Chromsa, había sido todo un alivio que se hubiera solucionado tan bien y rápido. Fárladann, por su parte, se frotó la frente de lo cansado que estaba con lo que él consideraba "las tonterías del caballero".

El centauro, una vez Erknest había terminado con su carcajada heroica, dijo: -Bueno, si no necesitáis nada más tengo asuntos de los que ocuparme- Si bien el tono era cortés, quedaba claro que no quería seguir teniendo visita si no tenían un motivo de peso para estar allí.

Chromsa le respondió de nuevo con una pequeña reverencia: -Creo que ya hemos terminado aquí. En serio, muchísimas gracias. Espero que no le hayamos molestado demasiado.- En otro momento, tal vez le hubiera gustado preguntarle sobre los demás artefactos o sobre el libro de brujos, pero teniendo en cuenta todo lo ocurrido lo mejor sería volver otro día.

-No tienes que darlas. Aunque os aviso, los artefactos que queráis que repare tienen un coste. Esta vez no os lo cobraré, más que nada porque es parte del trato que tengo con vuestro amiguito.- explicó. Chromsa recordaba que Erknest les había contado que le llevaba artefactos y otras cosas al centauro, parecía que aparte de dinero también le había dado el medallón y las posibles reparaciones que pudiera necesitar. Fárladann añadió después al caballero: -Te avisaré con tiempo cuando sea el momento, pero voy a necesitar que cruces uno de los portales nuevos para investigar algo. He escuchado rumores de que uno de ellos tiene un sistema de magia nuevo que se parece a los artefactos y me haría falta conseguir muestras para estudiarlos.-

Erknest, que había hecho una reverencia a la vez que Chromsa, ya había comenzado a andar hacia atrás de camino a la puerta, terminando de hablar con el tempestomante: -No tienes que preocuparte, mi querido mecenas. Estaré dispuesto para cuando me requieras, iré preparándome para tan señalado día en que la leyenda del Caballero Ciervo llegará a otro mundo más. ¡Hasta entonces, muchas gracias por su colaboración al bien de la ciudad- Chromsa, algo confundido por tan rimbombante salida, se limitó a despedirse tímidamente con la mano y seguir a Erknest hasta la salida de la casa.

La respuesta del caballero ciervo hizo marcar una notoria sonrisa en Adam, parecía muy animado con tener de nuevo el aparato mágico en pleno funcionamiento. Por otra parte, Fárladann aclaró que debían marcharse indirectamente. No negaba que parecía un hombre ocupado y tampoco quería ser un estorbo en mitad de su estudio.

Chromsa respondió con una reverencia y Adam se limitó a asentir a lo que el fauno dijo pues él lo tenía todo dicho, aunque no por ello negó una reverencia para acompañar al resto. El centauro las recibió y advirtió que para ellos no sería gratis a la próxima, le pareció lógico. Eso le hizo preguntar el valor que tenía el trato que tiene con Erknest, sus misiones podrían ser más importantes de lo que parecía. Y hablando de misiones, Fárladann justo le asignó una a su caballero. ¿Otro mundo? Por un momento Adam tuvo un brillo en sus ojos, ¿Erknest los dejaría ir a otro mundo?

Y no era él solo, Erknest respondió con mucha energía y pomposidad. Adam no pudo evitar sonrojarse con un poquillo de vergüenza.

—M-muchas gracias por todo señor Fárladann —se despidió algo cortado, aunque con sinceridad.

De camino a la salida pensó sobre ese hombre. No pudo negar que el centauro sabía lo que hacía, parecía ser de esa clase de personas con mucha experiencia sobre sus hombros. Su brusquedad era un tema aparte pero siendo tan dispuesto a recibir ayuda de Erknest… no supo que pensar. Quizás estaba infravalorando a su caballero, siendo prejuicioso con alguien que simplemente es excéntrico y ya. Lo mismo se podría tratar de un aliado muy valioso para ellos dos, y sobre todo para el resto de sus amigos si el momento lo amerita.

—Disculpa Erknest, ¿puedo decir algo? —Adam quiso sincerarse cuando hayan pisado el exterior, no se sentía muy bien con tantos pensamientos rondando su cabeza. Hasta recibir la afirmativa de éste no seguiría—. Me… ¡Me gustaría pedirte perdón! —dijo impulsado por su vergüenza a decirlo, levantando la voz de más. Bajó la mirada un poco—. Con toda la reunión que hemos tenido ahí arriba y por cómo te habló el sabio pensé que eras… menos de lo que pensaba. Pienso que te he menospreciado mucho en ciertos momentos ahí arriba, no tuve que haber pensado así y quería darte mis más sinceras disculpas, tenía el impulso de querer decírtelo. No pongo en duda de que eres bondadoso, eso tenlo por seguro.

No pudo evitar abrir la boca para haberse sincerado así, prefería liberar la carga de su espalda antes de siquiera arrepentirse. En momentos de terminar de decir eso, el fauno recibiría una mirada culposa de Adam. No acostumbraba a decir esas cosas y temía incomodar a su pareja con sus cosas.

—Y otra cosa —ya iba a aprovechar el impulso para preguntar otra duda que tuvo—. Sobre lo que Fárladann te dijo. ¿Podríamos… ir contigo en un futuro cuando te haga falta ir? —preguntó ocultando pésimamente que le hacía muchísima ilusión visitar otro mundo ajeno por primera vez.

Se pusieron en marcha para salir de allí, aprovechando Chromsa una última vez para ir mirando las estancias de la casa a medida que iban pasando por el pasillo y la escalera. A medio camino, se atrevió a preguntar: -Erknest, ¿no habría problema si volvemos a visitarlo más adelante, no?- Con lo último que dijo, entendía que Fárladann no tenía problemas para recibir visitas para arreglar artefactos, pero el ochrorio no estaba del todo convencido de si era buena idea pasarse por allí por lo visto antes, al menos no hasta que hubiera pasado un tiempo.

Erknest, totalmente convencido, le respondió: -¡Por supuesto! Que no os engañe, en el fondo es un trozo de pan aunque pueda parecer duro. Seguro que estará encantado de recibiros de nuevo por su taller.- Aún con aquello Chromsa no estaba del todo seguro, pero confiaría de momento en la opinión del caballero.

Una vez fuera, Adam se decidió a preguntarle algo a Erknest, el cual respondió afirmativamente a que el ruso expresara su duda. Ni él ni el fauno se esperaban lo que contó el pegaso, si bien el Caballero Ciervo se recompuso pronto de la impresión. Aquella mirada le dio a entender a Chromsa lo que se le pasaba por la cabeza al terrestre hacía unos minutos, respondiéndole con otra mirada llena de comprensión y algo de preocupación.

Erknest pensó bien lo que iba a decir, empezando por darle una palmadita en el hombro: -No pasa nada, Adam. Entiendo que en esta ciudad hay que ir con cuidado creyendo todo lo que se dice, no te culpo por ello. Si sirve de algo, me esforzaré más en lo que hago. Tal vez algún día consigamos que no sea todo tan oscuro en Rocavarancolia.- Dudó un poco antes de decir lo siguiente, relajando su expresión "heroica" : -Aunque me alegra la disculpa. Algo así significa que no me equivoqué al pediros que fuerais mis escuderos. Tenéis buen corazón.-

Aquello le sacó una sonrisa al ochrorio. -Nosotros ayudaremos en lo que podamos. Aunque haya dificultades por el camino seguro que podremos juntos con ello- añadió esperanzado a las palabras de su mentor.

En cuanto a la otra pregunta, atendió con mucho interés a la respuesta que fuera a dar. Otros mundos... Ya que había terminado todo podrían visitarlos y el brujo se moría de ganas de comprobar como de distintos eran a Ochroria. -Sobre lo del mundo... Tendré que informarme bien de cómo están las cosas por allí, aunque siendo uno nuevo y habitado tal vez no sea el mejor para que empecéis- razonó con su tono habitual, pero no dejó que aquello terminara así. -Sin embargo, os acompañaré encantado a cualquier otro si queréis. Veré cual de los que conozco os puede llamar más la atención. Tal vez lo mejor sea empezar por uno no habitado, pero lo iré pensando.-

La conversación terminó poco después, despidiéndose los dos neotransformados del caballero y partiendo cada uno de vuelta a sus otras tareas, no sin antes darles las gracias por su colaboración al mantenimiento del orden en la ciudad. El resto del día, Chromsa investigó por curiosidad algunos libros de Serpentaria que hablaran de otros mundos, pensando con ilusión cual sería el primero que visitarían.