Coincidencia en el Pub Muerto

Recuerdo del primer mensaje :

Dama Isis no podía rechazar la invitación de una persona influyente de la ciudad, incluso si esa persona era… bastante inquietante. No era la primera vez que iba al Pub Muerto y tampoco la primera que coincidía con Siloco. Tenía una extravagancia fácil de tratar cuando se llevaban un par de copas en el cuerpo, sin embargo, aún con la brújula moral disfuncional de la veela a veces le costaba no buscar la salida más cercana con la mirada cuando estaba con él.

El Pub había sufrido un lavado de cara desde que el nigromante lo había comprado. Estaba bastante menos roñoso y la decoración se podía decir que era más moderna, pero también era más extravagante, al gusto de Siloco, y dama Isis todavía necesitaba algo de tiempo para acostumbrarse.

Aun así se esforzó en hacer una entrada impecable: Llegó al pub con la melena morada ondulada cayéndole por la espalda y decorada con destellos mágicos, un vestido ínfimo de lentejuelas color vino y maquillaje oscuro y sandalias finísimas de tacón. Entró flotando, dejando que las miradas se clavasen en ella y recargaran su magia, y fue directamente a la zona VIP, donde el nigromante la esperaba.

-¡Ah, Isis, querida, qué delicia que hayas podido venir! -la saludó Siloco, invitándola a sentarse.

-No podía rechazar una invitación tan importante. ¿Es posible que me hayas hecho venir por algún proyecto? -tanteó Isis con una sonrisa traviesa.

-¡Es posible! Pero ya hablaremos luego de eso, por ahora pide una copa.

Por suerte para Isis habían incorporado algunos cócteles frivys al menú. Lo que no se esperaba eran las lenguas de bebé de azúcar de la decoración. << O espero que sean de azúcar >> pensó la veela pinchándolas cautelosamente con la pajita de metal.

Gael parpadeó despacito cuando Noel le preguntó si estaba seguro de lo que decía. Se abstuvo de responder verbalmente, y de todos modos Siloco también tomó la palabra. Mientras ellos hablaban, Gael trató de contar mentalmente cuántos vasos se había bebido. No estaba muy seguro de la respuesta.

—Lo siento —le dijo a Noel tras escuchar su explicación, espachurrando el vodka sólido entre los dedos. Sabía sin necesidad de escucharlo por qué le preocupaba que tardase más de lo necesario cuando sabía perfectamente a dónde iba y a qué hora iba a volver. De todos modos, no había pasado nada, así que no había de qué preocuparse.

Cuando Siloco le ofreció la cena se imaginó ante un gran plato de cacahuetes, como si fuese un ave gigante comiendo alpiste, y aunque no explicó por qué, se empezó a reír él solo.
—Muchas gracias, pero iré a cenar a casa, que lo había prometido. Seguro que alguien se come mi parte si llego muy tarde. Aunque… —Miró a Noel—. Ya que estás aquí deberías tomarte una birra o algo, y luego nos vamos. Es que me sabe mal que vinieses hasta aquí para nada.
»Pero que conste —añadió—, que si te quedas a lo mejor sí que acabamos perdidos los dos a la vuelta.

-La oferta sigue en pie -insistió Siloco al ver que Koval también lo hacía -Y si tenéis que salir arrastrándoos que sepáis que yo nunca permitiría que os pasase nada por el camino -aseguró. Obviamente no hacía eso por todos sus clientes, pero era su antiguo aprendiz y su amigo de quien estaba hablando.

Una camarera se le acercó para informarle de que tenía que hacer su trabajo. La noche ya estaba bien avanzada y era cuando más gente llegaba al local, y Siloco tenía la bendita habilidad de conseguir que los clientes consumiesen el doble y esa era posiblemente la única razón por la que el pub no había cerrado todavía.

-Avisadme cuando os vayáis y si necesitáis escolta, os prestaré a Panchito -les dijo a los dos mercenarios antes de levantarse y dejarse arrastrar por la camarera.

Sonrió primero a Gael cuando se disculpó para quitarle importancia al asunto y después a Siloco.
—No lo pongo en duda y te agradezco mucho la oferta, pero de verdad que hoy no me apetece. Mañana toca madrugar para entrenar y, aunque la resaca teniendo remedios mágicos puede ser una trivialidad, preferiría estar descansado —rio.

El nigromante no siguió con ellos mucho tiempo más, pues al parecer el trabajo le reclamaba. Agradeció una vez más su ofrecimiento y, una vez se fue, se dirigió al fuego fatuo.
>>No te preocupes por nada de eso, he venido porque he querido —le aseguró—. Oye, que si tú quieres una ronda más tampoco me importa acompañarte, pero tal y como le dije a Siloco no pretendo beber sin control.

Gael se rio con la despedida de Siloco, y se disculpó por haberlo retenido tanto rato.
—A lo mejor Panchito nos ayuda a defendernos, pero la orientación no sé cómo la lleva —le respondió antes de despedirse agitando la mano.

Le hizo un gesto a Noel para que se sentase en la mesa y se acercó un poco a él, para poder bajar la voz y hacerse oír a pesar del barullo del local.
—Creo que necesito una ronda más, pero de algo que me despeje un poco antes de salir de aquí. Me cuesta un poco seguirle el ritmo bebiendo a Siloco, si sigo así a lo mejor empiezo a pensar que he soñado que dama Isis me ha guiñado el ojo.

Noel rio ante las palabras de Gael.
—¿Estuvisteis con dama Isis? —preguntó por curiosidad—. Me acercaré a la barra y pediré algún brebaje para ti. Yo voy a tomar una pinta de hidromiel para hacerte compañía.

Se levantó y se dirigió a pedirle al empleado más cercano “algo para despejar” y su hidromiel. Volvió al cabo de unos segundos y dejó el brebaje del fuego fatuo frente a él antes de sentarse y darle un trago a su bebida.
>>Bueno, ¿y que hacía Isis por aquí? No la visualizo yo como una cliente habitual de este sitio… Aunque quién sabe.

Gael asintió ante la pregunta de Noel, pero cuando iba a explicarle los detalles este anunció que iría a por las bebidas, así que le dio las gracias en cambio. La bebida que le trajo un momento después no tenía muy buena pinta ni olía muy bien, pero seguramente le sentaría estupendamente. Le dio un sorbo y decidió que bajarla a base de tragos largos sería lo menos doloroso.

—Pues no sabría decirte, parecía cómoda aquí —le respondió a Noel después de que retomase el tema—. Pero vino a por trabajo. Una capa de fantasía para Siloco; o siete, no me ha quedado claro. —Gael miró al techo, confuso, intentando recordar con exactitud—. No paraba de tener ideas nuevas y complicadas, que si música, que si luces, que si tenía que tener vida propia. Yo también estuve dando ideas —añadió con una sonrisa complaciente—. Tengo ganas de ver el resultado.
Le dio un trago largo a la bebida y puso la misma cara que habría puesto si se hubiese bebido un vaso de limón exprimido.
»¿Debería cambiar mi armario yo también para parecer más un nigromante? —preguntó de pronto, girándose hacia Noel.

—Ah, ya veo —dijo cuándo Gael explicó la presencia de Isis en el local. Dejó escapar un bufido—. No he estado aquí pero creo que me hago una idea del percal. —Conocía a Siloco, tal vez no tanto como el fuego fatuo, pero le conocía—. La verdad es que sea lo que sea fijo que va a ser un espectáculo.

La pregunta que le hizo después le pilló un tanto desprevenido, pero le miró dubitativo un instante.
—Ey, pues no lo sé, ¿te molaría la idea? Ya sabes que para mí lo más importante de la ropa es estar cómodo, aunque siempre dentro de tu propio estilo —. Le miró directamente un rato más frunciendo un poco el ceño antes de volver a su bebida—. Yo te visualizo con capa y ropas menos modernas bastante bien, pero no creo que la extravagancia de Siloco fuese lo tuyo, por ejemplo —añadió con diversión.

Gael se rió por lo en serio que se había tomado Noel su pregunta. Se había quedado pensando en lo que le había dicho Siloco, y últimamente siempre iba en sudaderas o camisas de cuadros. En su vida había visualizado la palabra nigromante y a alguien vestido de forma tal dolorosamente casual. Pero lo cierto era que él estaba perfectamente cómodo.
—Puedo incorporar mi falta de estilo propio a la marca. A lo mejor al final llama más la atención ir de casual por la vida que gritando tu especialización con calaveras colgadas por la ropa. Aunque seguro que es más fácil captar clientes.

Le dio otro buen sorbo al brebaje abyecto, algo que le estaba ayudando a darse cuenta de lo disperso que había estado hasta hacía unos minutos.
—De todas formas podíamos ir a comprar algo un día a la boutique. A lo mejor allí se me ocurre alguna idea para variar un poco el vestuario. ¿Te apuntas?

Rio ante los comentarios de su amigo acerca de su “falta de estilo”.
—No creo que tengas que preocuparte en vestir de ninguna manera determinada para captar clientes. Para nuestro bien económico creo que somos lo suficientemente reconocidos. Ventajas de que Rocavarancolia no sea tan grande. Y de haber eliminado a una de las principales competencias, supongo.
Casi se arrepintió de haberlos mencionado, pero simplemente hizo una mueca y dio un trago a su bebida antes de cambiar de tema.

>>Sí, claro —respondió a su oferta—. En realidad debería comprarme algo nuevo para la inauguración de Wen. Me sobra dinero y realmente no tengo excusa para ser un cutre en el evento de mi propia pareja. Al final se me están pegando algunas cosas que si me dices cuando tenía catorce años que iban a importarme me hubiera reído en toda tu cara —sonrió jocoso.

Gael rio ante el comentario de Noel, pero la mención de la principal competencia que habían eliminado también le trajo más de un mal recuerdo, y aunque durante unos segundos simplemente le dio vueltas al poco líquido que quedaba en el vaso, enterró esos pensamientos sin esfuerzo. La perspectiva de renovar su armario era un tema de conversación más interesante.

—Bueno, ya empezamos a apuntar maneras en la fiesta de la alianza —le respondió al draco, aún riendo debido a sus comentarios—. ¿Dónde estarán esos trajes? Seguro que ahora nos quedan raquíticos. ¿Qué look buscas para la inauguración de las termas? —preguntó también. Él tampoco sabía aún qué ponerse. Y encima había que llevar ropa de baño, aunque eso a él tampoco le afectaba demasiado.

—No, si yo llevé ese mismo traje a la inauguración de dama Isis —le informó con una risotada—. Pero es hora de retirarlo del armario. No sé qué look busco, la verdad. O sea, no sé nada concreto. Algo más formal pero que me guste, que no se salga totalmente de mi estilo. ¿Alguna idea de que llevarás tú a la inauguración? Probablemente sea mejor si nos ponemos en manos de Isis tras explicarle lo que buscamos.
La moda no se podía decir que fuese lo suyo, aunque consideraba que no llegaba al extremo de ser un hortera. O eso esperaba. Le dio un trago largo a su bebida, en cuanto Gael terminase de beberse su remedio y se sintiese más despejado le diría que se fueran.

Gael necesitó unos segundos con la mirada perdida para visualizar la ropa de Noel el día de la inauguración de la boutique. «Si es que los trajes básicos son todos iguales» pensó para sí, y le quitó importancia a su lapsus.
—Pues es verdad, ahora que lo dices —admitió—. El mío no sé dónde lo puse, todavía crecí algunos centímetros desde entonces y recuerdo que se me veían los tobillos muy feo.

Tras escuchar las dudas de Noel sobre qué ponerse o qué comprar, él mismo se quedó en blanco. No sabía qué sugerirle ni qué se pondría él mismo.
—Supongo que ir en albornoz de terciopelo con una pipa de pompas de jabón no es una opción, ¿verdad? —bromeó, acabándose la bebida y resoplando dramáticamente—. Uf, me siento como si me hubiese bebido una botella de aguarrás.
Aunque llegó el momento de irse, Gael seguiría dándole vueltas al problema que tenían con la vestimenta durante todo el camino de vuelta.