Coincidencia en el Pub Muerto

Recuerdo del primer mensaje :

Dama Isis no podía rechazar la invitación de una persona influyente de la ciudad, incluso si esa persona era… bastante inquietante. No era la primera vez que iba al Pub Muerto y tampoco la primera que coincidía con Siloco. Tenía una extravagancia fácil de tratar cuando se llevaban un par de copas en el cuerpo, sin embargo, aún con la brújula moral disfuncional de la veela a veces le costaba no buscar la salida más cercana con la mirada cuando estaba con él.

El Pub había sufrido un lavado de cara desde que el nigromante lo había comprado. Estaba bastante menos roñoso y la decoración se podía decir que era más moderna, pero también era más extravagante, al gusto de Siloco, y dama Isis todavía necesitaba algo de tiempo para acostumbrarse.

Aun así se esforzó en hacer una entrada impecable: Llegó al pub con la melena morada ondulada cayéndole por la espalda y decorada con destellos mágicos, un vestido ínfimo de lentejuelas color vino y maquillaje oscuro y sandalias finísimas de tacón. Entró flotando, dejando que las miradas se clavasen en ella y recargaran su magia, y fue directamente a la zona VIP, donde el nigromante la esperaba.

-¡Ah, Isis, querida, qué delicia que hayas podido venir! -la saludó Siloco, invitándola a sentarse.

-No podía rechazar una invitación tan importante. ¿Es posible que me hayas hecho venir por algún proyecto? -tanteó Isis con una sonrisa traviesa.

-¡Es posible! Pero ya hablaremos luego de eso, por ahora pide una copa.

Por suerte para Isis habían incorporado algunos cócteles frivys al menú. Lo que no se esperaba eran las lenguas de bebé de azúcar de la decoración. << O espero que sean de azúcar >> pensó la veela pinchándolas cautelosamente con la pajita de metal.

Gael se rió por la efusividad de Siloco respecto a la necesidad de tener una capa, pero no llegó a responder. Probablemente no cambiaría de idea pronto. No obstante, estaba empezando a estar muy interesado en colaborar con la vestimenta de señor del mal que parecía tener en mente.
—No sé en qué película quieres aparecer, pero me la vería sin dudar —respondió a la pregunta de Siloco riendo—. ¿Y si los bolsillos son bolsas sin fondo? Así no abultan ni se caen las cosas —propuso, antes de dirigirse a dama Isis específicamente—. Entonces, ¿también te especializas en hacer ropa imbuida en magia compleja? ¿O lo de la música y todo eso está fuera de cuestión?

No sabía si le estaban poniendo las cosas difíciles o precisamente la frivy disfrutaría de un reto de ese calibre. Tenía sentido que poco a poco subiese el listón, ya que mucha de la ropa de su boutique estaba pensada para adaptarse a las necesidades de los transformados.

-¡Oh, magnífica idea! -exclamó Siloco, que no parecía querer bajar de su ola de creatividad -¡Anota eso, dama Isis! ¡Pero aumenta el número de bolsillos!

Dama Isis anotó lo primero pero no aumentó los bolsillos. Si iban a estar hechizados de esa forma incluso dos serían demasiados en su opinión. Se estaba haciendo patente que Siloco iba a ser un cliente complicado, sin embargo no podía ser peor que uno frivy, incluso con la posible amenaza de muerte de por medio.

-No puedo decir que esté especializada porque hasta ahora solo había hecho cosas sencillas como hechizos térmicos o sistemas de autolimpieza, pero sí que me interesa adentrarme en este campo y siempre me han gustado los retos -le dijo a Koval guiñándole un ojo. Luego se dirigió a Siloco -Es posible que no pueda hacer todo esto, pero le prometo que será lo más extravagante y recargado que pueda.

-¡Confío en ello, querida! Y si no puedo meterlo todo en una sola capa siempre puedo pedirte varias. ¡Una para cada día de la semana!

Dama Isis se echó a reír.

-Será un placer.

Siloco se marchó un momento a por otra ronda para todos, y Koval y dama Isis quedaron a solas.

-Te confieso que hasta hace poco no había pensado tanto en añadir la magia a mis diseños -dijo -Adaptarlos a la fisionomía de cada transformación ya era bastante trabajo, y aparte casi todos mis clientes son ciudadanos jóvenes. El señor Siloco ha sido el primer cliente de la antigua ciudad que me ha contactado, y a partir de ahí me puse a investigar sobre la moda de la ciudad en su época dorada. La mayoría de cosas son… horribles, no te voy a mentir -rió -Pero hay ideas maravillosas.

La frivy respondió a su pregunta, haciendo que el fuego fatuo se quedase embobado un instante cuando le guiñó el ojo.
—Claro, tiene sentido —contestó, todavía reconectando con la realidad.

La ambición de Siloco le hizo reír una vez más. No creía que le fuese a salir barato precisamente hacer a medida siete capas mágicas, pero se podía imaginar perfectamente el resultado.
—Oye, siempre puedes hacer capas reversibles, así tienes dos por el precio de una —le sugirió al nigromante mientras se alejaba hacia la barra.

Tras eso, escuchó con interés la explicación de dama Isis. No sabía tampoco mucho de la moda típica de la Rocavarancolia antigua, solo podía hacerse una idea observando a las pocas viejas glorias que quedaban. Lo que sí sabía es que la magia lo impregnaba todo, y que la imaginación era el límite, y eso le gustaba mucho.
—Tiene todo el sentido usar la magia en la ropa de criaturas hechas de magia para facilitarles la vida. Mírame a mí, por ejemplo. Si no fuera por los hechizos ignífugos tendría que taparme con las manos —bromeó—. Y tiene que haber también casos mucho más complicados. Vas a hacer un servicio muy necesario en la ciudad, si sigues demostrando tanta ambición —la felicitó con una sonrisa.

Para sorpresa de Isis, las palabras de Koval le hicieron sonrojarse. Su negocio estaba teniendo éxito y aunque había tenido que darle un enfoque más pragmático que su idea original, más en la línea de las tiendas frivys, veía aprecio en su clientela. Pero aun así, fuera de aquellos ciudadanos que anhelaban las comodidades de sus mundos, no había encontrado demasiado aprecio entre los rocavarancoleses medios, por así decirlo. No sentía que su negocio fuese percibido como tan necesario o importante por el público general, por lo que era agradable oir ese aprecio por parte de alguien que no era un apasionado de la moda.

-Gracias -dijo, sonriendo con sinceridad -Seguiré investigando y tal vez en el futuro saque algo interesante para tu transformación.

Un hechizo ignífugo no tenía mucho misterio, pero tal vez podía pensar en algo más.

Siloco volvió con las bebidas y siguió con la tormenta de ideas. A la ya de por si larguísima lista añadió hechizos de protección, luces, bordados de runas, los rostros de los muertos reflejándose en el forro interior, que fuera ignífuga, a prueba de agua, que llevase capucha pero que no se viera cuando no la llevaba puesta, hombreras de calavera con altavoces en sus bocas que reprodujesen música de Lady Gaga… Dama Isis no sabía ni quién demonios era Lady Gaga.

Y mientras hablaban las bebidas seguían llegando. La veela no llevaba la cuenta de los cócteles había tomado, eran de esos en los que no se nota el alcohol. La cabeza empezaba a darle vueltas.

-Déjeme que me aclare -dijo, presionándose el puente de la nariz con dos dedos -Quiere una capa a juego para tu montura… pero aún no sabes para cual de tus monturas…

-Verás, las voy cambiando cada semana ¿O era cada mes? -dijo Siloco. Había bebido más que nadie, sin embargo estaba en un estado moderado de embriaguez -¿Crees que podrías hacer una capa que cambiase de tamaño según quien la lleve?

Dama Isis lo miró unos segundos con los ojos entrecerrados en sincera confusión, luego miró a Koval con la misma expresión, como si este fuese a pasarle una chuleta con el hechizo necesario.

-No, señor Siloco, no creo que pueda hacer eso -dijo al fin.

-Oh, lástima…

Gael decidió quedarse a escuchar. Dama Isis parecía de buen humor, incluso le había dicho que podría sacar algo para su transformación, y estaba dispuesto a oír ideas nuevas si a alguien se le ocurrían. Por otro lado, el alcohol no paraba de correr por parte de Siloco, y sus sugerencias lo hacían reír más a medida que se terminaba más bebidas. Aquí y allá el fuego fatuo metió sugerencias y bromas de su propia cosecha. Había dejado de tomarse el asunto totalmente en serio hacía mucho tiempo. Lo que no sabía era cómo iba a lidiar la modista al día siguiente con todas las anotaciones absurdas que estaba tomando.
—Yo creo que sí…. Sí… Tiene que poderse hacer eso —aportó cuando la frivy lo miró tras la última idea de bombero de Siloco—. Pero a lo mejor el hechizo no se regula muy bien y aprieta mucho a quien la lleve puesta. ¿Sabes? Cómo que sería una prenda que te abraza… como una boa. —Gael le dio otro sorbo al vaso que tenía en la mano y se rió bobaliconamente. Conforme no estaba borracho, hacía rato que tenía un puntillo y todo le parecía extremadamente gracioso.

-¡Ah, no, no, no! -exclamó dama Isis -No pienso matar accidentalmente a uno de mis clientes con mi ropa. Esa idea queda definitivamente descartada -dijo mientras tachaba la anotación de forma demasiado efusiva, a pesar de que ya estaba tachada de antes.

Siloco puso cara de perrito triste.

-¡Pero querida, es el precio del progreso! A veces tienes que matar accidentalmente a alguien por el bien del arte. ¡A veces incluso tienes que hacerlo a propósito! -se intentó justificar. Lo cierto es que la idea de una capa que pudiese estrangular a la gente le había gustado más de lo esperado.

Dama Isis estaba a punto de responderle, por suerte se dio cuenta de que había bebido demasiado y tal vez tenía la lengua más suelta de lo recomendable para cuando se trataba con un cliente. Respiró hondo y usó magia para despejarse un poco.

-Creo que tengo suficientes ideas para empezar -dijo, apartando su copa a medio terminar y repasando lo que llevaba escrito -Haré un par de propuestas y se las enviaré y ya trabajaremos sobre la que más le guste.

-¡Perfecto! Estoy impaciente por ver lo que me traes -dijo Siloco dando una palmada y luego frotándose las manos.

-Ha sido una reunión… interesante. Gracias por las ideas extra y por la compañía, Koval, estaremos en contacto -se despidió dama Isis, dedicándole una sonrisa al fuego fatuo y luego una inclinación de cabeza al brujo -Hasta pronto.

La veela dejó la mesa y el pub, y tan pronto desapareció de la vista Siloco rodeó a Koval con el brazo.

-¿Y bien? ¿Qué me decías de un nuevo proyecto?

Gael se hizo eco de la decepción de Siloco cuando dama Isis dijo que no haría prendas que matasen a nadie. El alcohol no le ayudaba a pararse a pensar cómo se sentiría la frivy hasta que la vio recoger para marcharse, aunque también estaba de acuerdo con que tenía suficiente información para empezar el encargo. Tal vez demasiada.
—Ha sido un placer —le respondió a dama Isis tras su despedida—. Si necesitas más ideas innovadoras para ropa difícil de vender ya sabes dónde encontrarnos —le ofreció, alzando ligeramente el vaso hacia ella y devolviéndole la sonrisa.

Era una lástima que la frivy no se quedase un poco más, pero seguro que era una persona muy ocupada. Gael se lo había estado pasando bien, pero para ella todo eso era un asunto de trabajo, a fin de cuentas.

Antes de que el fuego fatuo pudiese replantearse si debía volver a casa para hacer la cena, Siloco le pasó el brazo por encima, recordándole el motivo por el que realmente había ido al Pub ese día. Todavía podía demorarse un rato más.
—Es verdad. Vine aquí a despejarme porque me estaba frustrando en el taller. Poner extremidades donde antes no las había es un maldito dolor de cabeza.

Gael le explicaría encantado su problema a Siloco, pero sin darse cuenta, y algunas copas más tarde, estaría discutiendo animadamente con él la forma de hacer una capa que se adaptase automáticamente a quien la llevase puesta. Con o sin la muerte del mismo implicada. Las agujas del reloj no habían dejado de correr, por supuesto, y la hora de cenar ya había llegado sin que él se diese cuenta.

Siloco se entregó encantado a la conversación, siempre era un placer para él ponerse al día con su antiguo aprendiz. Pronto la mesa se llenó de copas vacías, cadenas de runas dibujadas en la mesa con luz mágica o diagramas anatómicos anotados en servilletas. El brujo había llegado hasta el punto de hacer plastilina mágica a partir de un chupito de vodka negro para enseñarle a Koval exactamente dónde y como añadir los miembros extra. Era curioso como el nigromante seguía siendo brillante en su trabajo incluso estando completamente borracho.

Una camarera pasó por la mesa y se llevó las copas vacías, respetando las servilletas y las abominaciones de vodka.

-Por todos los dioses vivos y muertos, menudo anfitrión estoy hecho -dijo Siloco pasándose de pronto la mano por la cara -No te he ofrecido ni un triste cacahuete. -Hipó. Le hizo un gesto a la camarera para que trajese un cuenco de frutos secos, aunque llegarían un poco tarde.

Siloco comía tan poco que a menudo se olvidaba que la gente solía comer mientras bebía. O comer en general.

Había esperado una media hora, pero decidió ponerse él solo con la cena aunque ese día se suponía que les tocaba a los dos ponerse con ello. Ni aún tras terminar y avisar a los que estuvieran por casa apareció. Les dijo que podían ir cenando si querían, pero que él saldría a buscarle. No creía que le hubiese pasado nada pero… ¿y si sí? Después de tantas desgracias inesperadas no pensaba arriesgarse y si necesitaba ayuda ya llamaría al resto por el comunicador.

Nada más entrar al Pub la verdad es que no le costó mucho localizarlo, incluso antes de ver el brillo de sus llamas azuladas: la risa de Siloco destacaba bastante entre la multitud. Se alivió de ver que se encontraba simplemente bebiendo y charlando con su antiguo maestro, aunque reprimió una risa mientras se acercaba preguntándose cómo se le había ido tanto la hora.
—Ey, ¿qué tal la borrachera? —saludó a ambos con la misma pregunta y alzando una mano.

A Gael siempre le había gustado cómo le explicaba las cosas Siloco, nada que ver con el coñazo de libros escritos por siesos hace a saber cuántos cientos de años. Todavía jugueteaba con un poco de vodka sólido dentro del vaso cuando se les vino encima el drama de los cacahuetes. Para Siloco, parecía ser una señal de que era mal anfitrión; para Gael, el recordatorio de que tenía hambre, algo que conectaba vagamente con otra cosa muy importante que se le estaba olvidando.
—Cacahuetes… —murmuró mientras ataba cabos—. Espera un momento… ¿qué hora es?

Si bien no llegó a recibir una respuesta precisa, la presencia repentina de Noel en ese mismo momento exclamó “tarde”, y eso era más que suficiente. Se giró hacia el draco para contestarle.
—No, no, no, no estoy borracho, estoy trabajando. Hemos… hecho disecciones de plastivodka. Y diseñado capas inteligentes —explicó, señalando los diagramas y monigotes de la mesa—. ¿Habéis cenado ya? —preguntó y, como si eso arreglase algo, le ofreció la plastilina sobrante que tenía en la mano—. ¿Quieres probar?

Siloco buscó a su alrededor cuando Koval le preguntó la hora, buscando un reloj, a pesar de que la decoración del local la había diseñado él y no había puesto ningún reloj en ninguna parte. En su lugar se topó con Noel que se acercaba a su mesa.

-¡Noel! ¡Cuánto tiempo! -saludó efusivamente alzando una copa hacia él -Toma asiento, acompáñanos, estamos discutiendo cosas importantes. ¿Quieres una copa?

Sin esperar a que el draco le respondiese le hizo una seña a la camarera. Asintió a todo lo que dijo Koval. Ya lo había dicho: discutían temas importantes. De pronto recordó.

-¡Cena! ¿Quieres que traiga cena, Koval? No has comido nada. ¡Ni siquiera unos cacahuetes!

—¿Tú estás seguro de eso? —le replicó a Gael con una sonrisa burlona cuando le aseguró que no estaba borracho.
Estaba bastante seguro de que el fuego fatuo, de estar sobrio, le habría dado otra respuesta.

>>Sí, ya no hacemos fiestas como las de antes, con gafas de sol y cócteles flameantes —le respondió a Siloco entre risas haciendo referencia a un evento de hace años—. Pero no, gracias, solo he venido a asegurarme de que Gael no se había perdido en el camino de vuelta. En realidad, ¿te imaginas? Un fuego fatuo perdiéndose—bromeó—. Es lo suficientemente tarde como para que haya venido —se giró entonces hacia Gael—. Yo no he cenado, pero lo haré al volver. Ey, si te quieres quedar aquí yo te guardo tu parte de la cena para mañana —le aseguró—. Pero quizás quieras despejarte un poco antes de salir a la calle, sea como sea.

Toda aquella situación le resultaba hilarante y aunque consideraba a Gael su hermano y tenían la diferencia justa para que pudiese ser su hermano pequeño, en realidad para él era un igual. Pero no por ello le preocupaba menos la idea del fuego fatuo deambulando con sus facultades mermadas a aquellas horas de la noche. No tras tantas malas experiencias.

Gael parpadeó despacito cuando Noel le preguntó si estaba seguro de lo que decía. Se abstuvo de responder verbalmente, y de todos modos Siloco también tomó la palabra. Mientras ellos hablaban, Gael trató de contar mentalmente cuántos vasos se había bebido. No estaba muy seguro de la respuesta.

—Lo siento —le dijo a Noel tras escuchar su explicación, espachurrando el vodka sólido entre los dedos. Sabía sin necesidad de escucharlo por qué le preocupaba que tardase más de lo necesario cuando sabía perfectamente a dónde iba y a qué hora iba a volver. De todos modos, no había pasado nada, así que no había de qué preocuparse.

Cuando Siloco le ofreció la cena se imaginó ante un gran plato de cacahuetes, como si fuese un ave gigante comiendo alpiste, y aunque no explicó por qué, se empezó a reír él solo.
—Muchas gracias, pero iré a cenar a casa, que lo había prometido. Seguro que alguien se come mi parte si llego muy tarde. Aunque… —Miró a Noel—. Ya que estás aquí deberías tomarte una birra o algo, y luego nos vamos. Es que me sabe mal que vinieses hasta aquí para nada.
»Pero que conste —añadió—, que si te quedas a lo mejor sí que acabamos perdidos los dos a la vuelta.

-La oferta sigue en pie -insistió Siloco al ver que Koval también lo hacía -Y si tenéis que salir arrastrándoos que sepáis que yo nunca permitiría que os pasase nada por el camino -aseguró. Obviamente no hacía eso por todos sus clientes, pero era su antiguo aprendiz y su amigo de quien estaba hablando.

Una camarera se le acercó para informarle de que tenía que hacer su trabajo. La noche ya estaba bien avanzada y era cuando más gente llegaba al local, y Siloco tenía la bendita habilidad de conseguir que los clientes consumiesen el doble y esa era posiblemente la única razón por la que el pub no había cerrado todavía.

-Avisadme cuando os vayáis y si necesitáis escolta, os prestaré a Panchito -les dijo a los dos mercenarios antes de levantarse y dejarse arrastrar por la camarera.

Sonrió primero a Gael cuando se disculpó para quitarle importancia al asunto y después a Siloco.
—No lo pongo en duda y te agradezco mucho la oferta, pero de verdad que hoy no me apetece. Mañana toca madrugar para entrenar y, aunque la resaca teniendo remedios mágicos puede ser una trivialidad, preferiría estar descansado —rio.

El nigromante no siguió con ellos mucho tiempo más, pues al parecer el trabajo le reclamaba. Agradeció una vez más su ofrecimiento y, una vez se fue, se dirigió al fuego fatuo.
>>No te preocupes por nada de eso, he venido porque he querido —le aseguró—. Oye, que si tú quieres una ronda más tampoco me importa acompañarte, pero tal y como le dije a Siloco no pretendo beber sin control.

Gael se rio con la despedida de Siloco, y se disculpó por haberlo retenido tanto rato.
—A lo mejor Panchito nos ayuda a defendernos, pero la orientación no sé cómo la lleva —le respondió antes de despedirse agitando la mano.

Le hizo un gesto a Noel para que se sentase en la mesa y se acercó un poco a él, para poder bajar la voz y hacerse oír a pesar del barullo del local.
—Creo que necesito una ronda más, pero de algo que me despeje un poco antes de salir de aquí. Me cuesta un poco seguirle el ritmo bebiendo a Siloco, si sigo así a lo mejor empiezo a pensar que he soñado que dama Isis me ha guiñado el ojo.

Noel rio ante las palabras de Gael.
—¿Estuvisteis con dama Isis? —preguntó por curiosidad—. Me acercaré a la barra y pediré algún brebaje para ti. Yo voy a tomar una pinta de hidromiel para hacerte compañía.

Se levantó y se dirigió a pedirle al empleado más cercano “algo para despejar” y su hidromiel. Volvió al cabo de unos segundos y dejó el brebaje del fuego fatuo frente a él antes de sentarse y darle un trago a su bebida.
>>Bueno, ¿y que hacía Isis por aquí? No la visualizo yo como una cliente habitual de este sitio… Aunque quién sabe.