Emporio del ocultismo Maldita sea
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Giniroryu
Yber
Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Emporio del ocultismo Maldita sea
04/12/20, 06:14 pm
Local pequeño de tres habitaciones que hace esquina con la calle principal del mercado, ostenta un nombre que le queda grande. Alquilado por Saria Omen, quien lo ha intentado reformar con su bajo presupuesto: pintó las paredes de un rojo oscuro, arregló las estanterías cojas y niveló las baldas, reforzó la cerradura de la puerta y se encargó de parchear pequeños desperfectos.
Al ser un local tan pequeño, cuando lo abre, Saria suele montar un pequeño tenderete en la calle y se queda fuera para charlar con los dependientes de tiendas vecinas y con los viandantes. A estos últimos les ofrece sus servicios, les da explicaciones generales o acuerda con ellos pequeñas transacciones, ya que suele tener piedras vibrantes, colgantes y amuletos meramente decorativos en cestitas monas, listos para vender. Muchos son robados de Ordesta, otros tantos de carácter artesanal.
Saria utiliza su visión porcentual para ajustar presupuestos y no duda en sacar tajada de borrachos y gente perdida o poco avispada que pasee por la calle, siempre y cuando la suerte juegue muy a su favor. Los días en los que los porcentajes no auguran nada bueno, Saria cuelga un cartel en la puerta que reza: “Lo sentimos. Hoy cerramos por mala racha”. No vuelve hasta el día siguiente.
Al ser un local tan pequeño, cuando lo abre, Saria suele montar un pequeño tenderete en la calle y se queda fuera para charlar con los dependientes de tiendas vecinas y con los viandantes. A estos últimos les ofrece sus servicios, les da explicaciones generales o acuerda con ellos pequeñas transacciones, ya que suele tener piedras vibrantes, colgantes y amuletos meramente decorativos en cestitas monas, listos para vender. Muchos son robados de Ordesta, otros tantos de carácter artesanal.
Saria utiliza su visión porcentual para ajustar presupuestos y no duda en sacar tajada de borrachos y gente perdida o poco avispada que pasee por la calle, siempre y cuando la suerte juegue muy a su favor. Los días en los que los porcentajes no auguran nada bueno, Saria cuelga un cartel en la puerta que reza: “Lo sentimos. Hoy cerramos por mala racha”. No vuelve hasta el día siguiente.
- Interior:
- La habitación principal da a la puerta de entrada y es la más amplia. Se trata de la parte pública de la tienda y tiene las paredes cubiertas de estanterías cochambrosas, hasta arriba de velas, huesos de animales (y de ordeses) y otros ingredientes sencillos para maldiciones. Al fondo a la derecha hay un pequeño mostrador de la altura de Saria en el cual descansa siempre algún libro de literatura ordesa. Detrás del mostrador es común ver una cesta con ovillos, agujas, parches, cajas de galletas llenas de instrumentos metálicos y proyectos de costura a medio terminar.
La segunda habitación es una cocinita pequeña, readaptada como consulta: en el centro hay una mesa camilla con tres sillas de mimbre y un candelabro con velas de luz tenue para dar algo de ambiente. Saria pasa a sus clientes allí dentro para charlar con ellos, descubrir qué maldición se ajusta mejor a sus necesidades, negociar la obtención de los ingredientes y establecer el precio. En una de las paredes de la consulta hay una humedad que ocupa buena parte de su superficie y que cambia de forma cada día; Saria ha intentado limpiarla cientos de veces, pero siempre vuelve. Al final la ha llamado Bonanza y, cuando no hay clientes, charla con ella.
La última habitación es un baño diminuto al que a veces llega el agua y a veces no.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
26/07/23, 04:49 pm
Aquella mañana, Saria abrió los ojos y vio lo improbable: un cero frente a ella. Para la mala sombra, el primer número que intuía al despertar se había convertido en un símbolo de lo que podía esperarla durante el día y, aunque no siempre coincidía, ella le echaba mucha imaginación al asunto. Había esperado semanas a que ocurriera algo así, ¡un cero!, para poder celebrar con sus amigos algo especial en el Emporio. En un principio iba a ser una inauguración, pero claro, no hubo ceros hasta ahora, la tienda ya había abierto y aquello no tenía sentido ninguno. Aun así, Saria había preparado algo especial y se puso manos a la obra.
Lo primero que hizo fue entregar personalmente una carta a cada uno de sus compañeros de cosecha. La carta venía en un sobre negro, lacrada con cera rosa (originalmente de color blanco, mezclada con sangre de conejo feral ordés), formando el relieve de un gato sentado, y marcada con una huella dactilar de la propia ordesa con su propia sangre. Solo podrían abrir el sobre las personas a las que estaba destinado, que intuirían al acercarse que había algo para ellos, y de dentro surgiría una voz de ultratumba, áspera y grave, que les gritaría lo siguiente: “¡HAS SIDO INVITADO AL EMPORIO PARA TOMAR EL TÉ, O CAFÉ, O LA BEBIDA QUE MANDE LA SUERTE CON LA COMIDA QUE TOQUE! ¡A PARTIR DE LAS DOCE! ¡UN BESITO DE PARTE DE SARIA!”.
Lo segundo era aprovisionarse. Los primeros días, Saria intentó tener galletas hechas por ella misma por si acaso al amanecer se encontraba el cero, pero eso no ocurría y ella no era una gran cocinera: sus galletas sabían raras y, aun cuando la suerte elegía mejores ingredientes, se acababan poniendo rancias a la espera de un número aleatorio. Un humano le había dicho que aquello era peor que jugar a un gacha, pero jamás le explicó qué tenían que ver las gachas con la mala suerte.
Al final, decidió que era mejor confiar en la mano de su amiga Eara y se pasó por el mesón. Apareció con un croptop rosa con un corazón blanco dibujado en el pecho. La prenda estaba abierta a la espalda para que no estorbara a sus nuevas alas y con la capucha modificada para que sus orejas gatunas asomaran por dos huecos. Saludó efusivamente a todos los que se encontraban allí (Ayne y Eara habían contratado a dos personas con mucha mano) y procedió a leer la carta en voz alta y jugarse a cara o cruz qué pedía y qué no. No contaba con que no tenían servicio de comida para llevar, pero por suerte la sinhadre le permitió llevarse la vajilla prestada para aquella ocasión especial. La ordesa le agradeció el gesto y juró por los dioses oscuros que devolvería todos los platos, vasos, cubiertos… si la mala suerte no se ponía contra ella. También invitó a Eara a acercarse al Emporio si quería descansar y charlar un rato con el resto.
Ya en el mercado, Saria dejó la puerta de su negocio ligeramente entreabierta y colgó el cartel de cerrado por mala racha, a pesar de que era una mentira del tamaño de los Dos Pezones colocados el uno sobre el otro. Guardó la comida para conservarla en un cajón refrigerador y, del interior de su marsupio (en el cual guardaba una bolsa sin fondo), comenzó a sacar sillas plegables, un mantel de Halloween con arañas dibujadas, y un puñado de artículos que recolocaría en las estanterías mientras hacía tiempo.
…
—¡Por fin, Bonanza! ¡Qué alegría! —le dijo a la humedad mágica que convivía en la pared de la consulta y que, esa mañana, tenía la forma de una mariposa, o una polilla, o un abanico raro—. ¿Quién crees que será el primero? Espero que nadie haya perdido su carta y que alguno se haya asustado un poco —se rió—. Te van a caer genial, ya verás.
Como era de esperar, la humedad no respondió nada.
Lo primero que hizo fue entregar personalmente una carta a cada uno de sus compañeros de cosecha. La carta venía en un sobre negro, lacrada con cera rosa (originalmente de color blanco, mezclada con sangre de conejo feral ordés), formando el relieve de un gato sentado, y marcada con una huella dactilar de la propia ordesa con su propia sangre. Solo podrían abrir el sobre las personas a las que estaba destinado, que intuirían al acercarse que había algo para ellos, y de dentro surgiría una voz de ultratumba, áspera y grave, que les gritaría lo siguiente: “¡HAS SIDO INVITADO AL EMPORIO PARA TOMAR EL TÉ, O CAFÉ, O LA BEBIDA QUE MANDE LA SUERTE CON LA COMIDA QUE TOQUE! ¡A PARTIR DE LAS DOCE! ¡UN BESITO DE PARTE DE SARIA!”.
Lo segundo era aprovisionarse. Los primeros días, Saria intentó tener galletas hechas por ella misma por si acaso al amanecer se encontraba el cero, pero eso no ocurría y ella no era una gran cocinera: sus galletas sabían raras y, aun cuando la suerte elegía mejores ingredientes, se acababan poniendo rancias a la espera de un número aleatorio. Un humano le había dicho que aquello era peor que jugar a un gacha, pero jamás le explicó qué tenían que ver las gachas con la mala suerte.
Al final, decidió que era mejor confiar en la mano de su amiga Eara y se pasó por el mesón. Apareció con un croptop rosa con un corazón blanco dibujado en el pecho. La prenda estaba abierta a la espalda para que no estorbara a sus nuevas alas y con la capucha modificada para que sus orejas gatunas asomaran por dos huecos. Saludó efusivamente a todos los que se encontraban allí (Ayne y Eara habían contratado a dos personas con mucha mano) y procedió a leer la carta en voz alta y jugarse a cara o cruz qué pedía y qué no. No contaba con que no tenían servicio de comida para llevar, pero por suerte la sinhadre le permitió llevarse la vajilla prestada para aquella ocasión especial. La ordesa le agradeció el gesto y juró por los dioses oscuros que devolvería todos los platos, vasos, cubiertos… si la mala suerte no se ponía contra ella. También invitó a Eara a acercarse al Emporio si quería descansar y charlar un rato con el resto.
Ya en el mercado, Saria dejó la puerta de su negocio ligeramente entreabierta y colgó el cartel de cerrado por mala racha, a pesar de que era una mentira del tamaño de los Dos Pezones colocados el uno sobre el otro. Guardó la comida para conservarla en un cajón refrigerador y, del interior de su marsupio (en el cual guardaba una bolsa sin fondo), comenzó a sacar sillas plegables, un mantel de Halloween con arañas dibujadas, y un puñado de artículos que recolocaría en las estanterías mientras hacía tiempo.
…
—¡Por fin, Bonanza! ¡Qué alegría! —le dijo a la humedad mágica que convivía en la pared de la consulta y que, esa mañana, tenía la forma de una mariposa, o una polilla, o un abanico raro—. ¿Quién crees que será el primero? Espero que nadie haya perdido su carta y que alguno se haya asustado un poco —se rió—. Te van a caer genial, ya verás.
Como era de esperar, la humedad no respondió nada.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
26/07/23, 07:30 pm
No había tenido dudas al respecto de quién había enviado aquella carta, pues solo conocía una persona que podría haber enviado a su clínica una misiva de aquellas características, pues además de su diseño estaba destinada exclusivamente para ser abierta por su persona, cosa de la que se aseguraba el seguro mágico que imbuía la lacra. Y, desde luego, cualquier posible duda se hubiese despejado en cuanto el extraño mensaje, que lo sobresaltó ligeramente debido a que no esperaba un audio dentro de aquel sobre (lo cual se tradujo externamente en parpadeos rítmicos de confusión) resonó en su taller.
El kairós rara vez salía sin su bata de laboratorio y se sentía extraño sin ella, pero había empezado a observar que se esperaba alguna clase de código de vestimenta en una reunión social como aquella. No tenía ni idea de cuál era en concreto, pero sí que nadie acudía con ropa de trabajo. Así pues, se había vestido con una camiseta azul grisácea y unos pantalones marrones que utilizaba habitualmente y su eterna bata descansaba sobre un colgador en su cuarto, como cuando se la quitaba para dormir. No pudo evitar echarle un ojo mientras comparaba los tempos a dos minutos antes de la hora a la que le habían citado, para asegurarse de que llegaba con puntualidad al local. No vivía muy lejos del Mercado en el que se encontraba el Emporio de Saria, por lo que los tempos de ambos sitios coincidían con mucha frecuencia, pero no conocía las coordenadas exactas del negocio de la ordesa, por lo que desconocía los metros que lo separarían de este tras la traslocación. Tomaría nota de las mismas una vez llegase, para poder emplearlas a partir de ese momento y poder aparecer cerca de la puerta del lugar si era preciso.
Intangible, apareció entre un grupo de gente que, como es lógico se sobresaltó al ver de pronto una figura traslúcida que antes no estaba ahí. Algunos le dedicaron algunos insultos coloridos, otros que se encontraban algo más lejos se rieron. El ingeniero se disculpó con los afectados, haciendo caso omiso de todo lo demás. Algunas personas que al parecer sabían quién era estaban hablando sobre él y su reputación de provocar pequeños infartos de vez en cuando debido a sus capacidades como kairós. El irrense siguió caminando, aunque internamente se avergonzaba un poco pero tampoco sabía qué más hacer al respecto: la próxima vez sería más improbable que ocurriese un incidente como aquel.
Una vez frente al Emporio del ocultismo, con algo menos de un minuto de antelación de la hora acordada, llamaría a la puerta.
—Soy Archime —anunciaría su llegada.
El kairós rara vez salía sin su bata de laboratorio y se sentía extraño sin ella, pero había empezado a observar que se esperaba alguna clase de código de vestimenta en una reunión social como aquella. No tenía ni idea de cuál era en concreto, pero sí que nadie acudía con ropa de trabajo. Así pues, se había vestido con una camiseta azul grisácea y unos pantalones marrones que utilizaba habitualmente y su eterna bata descansaba sobre un colgador en su cuarto, como cuando se la quitaba para dormir. No pudo evitar echarle un ojo mientras comparaba los tempos a dos minutos antes de la hora a la que le habían citado, para asegurarse de que llegaba con puntualidad al local. No vivía muy lejos del Mercado en el que se encontraba el Emporio de Saria, por lo que los tempos de ambos sitios coincidían con mucha frecuencia, pero no conocía las coordenadas exactas del negocio de la ordesa, por lo que desconocía los metros que lo separarían de este tras la traslocación. Tomaría nota de las mismas una vez llegase, para poder emplearlas a partir de ese momento y poder aparecer cerca de la puerta del lugar si era preciso.
Intangible, apareció entre un grupo de gente que, como es lógico se sobresaltó al ver de pronto una figura traslúcida que antes no estaba ahí. Algunos le dedicaron algunos insultos coloridos, otros que se encontraban algo más lejos se rieron. El ingeniero se disculpó con los afectados, haciendo caso omiso de todo lo demás. Algunas personas que al parecer sabían quién era estaban hablando sobre él y su reputación de provocar pequeños infartos de vez en cuando debido a sus capacidades como kairós. El irrense siguió caminando, aunque internamente se avergonzaba un poco pero tampoco sabía qué más hacer al respecto: la próxima vez sería más improbable que ocurriese un incidente como aquel.
Una vez frente al Emporio del ocultismo, con algo menos de un minuto de antelación de la hora acordada, llamaría a la puerta.
—Soy Archime —anunciaría su llegada.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
29/07/23, 12:55 pm
Al volver del trabajo Kin se había encontrado un sobre inquietante sin remitente bajo la puerta de su casa. Se sintió extrañamente atraído hacía él, pero cuando lo recogió necesitó girarlo varias veces en sus dedos antes de atreverse a abrirlo. Bien pensado, aquella huella dactilar y el lacrado solo podían ser de una persona, y Kin sonrió al escuchar la voz de ultratumba confirmarlo mandando un besito de parte de la sospechosa.
Ya iban siendo horas de que los invitase oficialmente a ver su negocio, aunque él mismo se sentía culpable de haber tenido poco tiempo recientemente para visitar a la mala sombra. Al menos había visto el lugar y sabía a dónde tenía que ir, pero no había llegado a comprobar cómo lo terminó de reformar a su gusto.
Las únicas preparaciones que hizo previamente a reunirse a la hora acordada fueron vestirse más decente que para ir a trabajar, con su chaquetón marrón preferido y unos pantalones oscuros nuevos, y parar por el camino a comprar una bandeja de galletas. Saria había dicho que tendría comida lista, pero la hospitalidad que había aprendido en su crianza incluía llevar siempre algo al anfitrión, por pequeño que fuera, y suponía que la mala sombra agradecería el detalle.
El Emporio de Saria estaba próximo a la tienda donde había encontrado las galletas, y tras dar varios pasos calle abajo pudo escuchar cómo algunas personas comentaban un fenómeno muy familiar que acababan de presenciar. Esbozó una sonrisa al oír las quejas y acusaciones de infarto, y enseguida pudo divisar al perpetrador ante la puerta del negocio, un poco más adelante. Para su sorpresa, se había dejado la bata en casa.
—¡Hey, el aparecido! —bromeó para llamar la atención de Archi—. ¿Cómo andan las cosas por el más allá?
El kairós ya debía de haber llamado a la puerta, por lo que apretó el paso.
Ya iban siendo horas de que los invitase oficialmente a ver su negocio, aunque él mismo se sentía culpable de haber tenido poco tiempo recientemente para visitar a la mala sombra. Al menos había visto el lugar y sabía a dónde tenía que ir, pero no había llegado a comprobar cómo lo terminó de reformar a su gusto.
Las únicas preparaciones que hizo previamente a reunirse a la hora acordada fueron vestirse más decente que para ir a trabajar, con su chaquetón marrón preferido y unos pantalones oscuros nuevos, y parar por el camino a comprar una bandeja de galletas. Saria había dicho que tendría comida lista, pero la hospitalidad que había aprendido en su crianza incluía llevar siempre algo al anfitrión, por pequeño que fuera, y suponía que la mala sombra agradecería el detalle.
El Emporio de Saria estaba próximo a la tienda donde había encontrado las galletas, y tras dar varios pasos calle abajo pudo escuchar cómo algunas personas comentaban un fenómeno muy familiar que acababan de presenciar. Esbozó una sonrisa al oír las quejas y acusaciones de infarto, y enseguida pudo divisar al perpetrador ante la puerta del negocio, un poco más adelante. Para su sorpresa, se había dejado la bata en casa.
—¡Hey, el aparecido! —bromeó para llamar la atención de Archi—. ¿Cómo andan las cosas por el más allá?
El kairós ya debía de haber llamado a la puerta, por lo que apretó el paso.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
03/08/23, 10:39 am
La voz de Archi la pilló reponiendo las pulseras de una cesta, su expresión se iluminó y dejó los artículos que le quedaban tirados en la balda de una estantería.
—¡Está abierto! —le informó desde dentro, pero fue tan impaciente que se acercó hasta la puerta de un par de zancadas. Archime estaba frente a ella y vio a Kin acercarse por el rabillo del ojo—. ¡Mis irrenses favoritos! —La ordesa no respetó el espacio personal de ninguno de los dos y los apretujó a ambos con sendos abrazos, llevaba ya unos meses con sus alas y logró que no estorbaran en el proceso. Los examinó de arriba a abajo sin ningún disimulo, por si había algún porcentaje del que preocuparse—. ¿Soy yo o estáis muy guapos hoy? —les preguntó después, guiñándoles un ojo.
Les hizo un gesto para que entraran y la mala sombra pasó de largo por la zona pública de la tienda, yendo directamente a la consulta, donde la mesa ya estaba preparada. Había café, bolsitas de infusiones varias, syv de distintos colores, un montón de frutos secos y picoteo dulce y salado. Tal vez se dieran cuenta de que no había la misma variedad de todos los tipos de comida y eso se debía a que Saria había pedido la comida a la vieja usanza, al azar, guiándose por sus poderes. Tal vez no todos pudieran comer pasteles, pero a lo mejor así evitaba que alguien se atragantara mortalmente. O eso se decía a sí misma.
—Poneos cómodos —les dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras desplegaba una silla de calidad dudosa y se sentaba en ella. Era su favorita—. ¿Cómo estáis? ¿Todo bien? Que parece que las cosas están... intensas en la ciudad —no quería ser demasiado agorera desde el principio, a pesar de que eso era básicamente su transformación y parte de su personalidad.
—¡Está abierto! —le informó desde dentro, pero fue tan impaciente que se acercó hasta la puerta de un par de zancadas. Archime estaba frente a ella y vio a Kin acercarse por el rabillo del ojo—. ¡Mis irrenses favoritos! —La ordesa no respetó el espacio personal de ninguno de los dos y los apretujó a ambos con sendos abrazos, llevaba ya unos meses con sus alas y logró que no estorbaran en el proceso. Los examinó de arriba a abajo sin ningún disimulo, por si había algún porcentaje del que preocuparse—. ¿Soy yo o estáis muy guapos hoy? —les preguntó después, guiñándoles un ojo.
Les hizo un gesto para que entraran y la mala sombra pasó de largo por la zona pública de la tienda, yendo directamente a la consulta, donde la mesa ya estaba preparada. Había café, bolsitas de infusiones varias, syv de distintos colores, un montón de frutos secos y picoteo dulce y salado. Tal vez se dieran cuenta de que no había la misma variedad de todos los tipos de comida y eso se debía a que Saria había pedido la comida a la vieja usanza, al azar, guiándose por sus poderes. Tal vez no todos pudieran comer pasteles, pero a lo mejor así evitaba que alguien se atragantara mortalmente. O eso se decía a sí misma.
—Poneos cómodos —les dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras desplegaba una silla de calidad dudosa y se sentaba en ella. Era su favorita—. ¿Cómo estáis? ¿Todo bien? Que parece que las cosas están... intensas en la ciudad —no quería ser demasiado agorera desde el principio, a pesar de que eso era básicamente su transformación y parte de su personalidad.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manualPersonajes :
· Adara: Humana ángel negro.
· Heraldo Rocuo: Ochrorio ominario.
· Kradko: Clinger lepäni.
Armas : · Adara: ballesta, tonfas, espada larga y lanza naginata.
· Kradko: bastón.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
03/08/23, 05:21 pm
Aquella mañana empezó como cualquier otra para el sacerdote espiritual. Se levantó de la cama, visita rápida a la letrina y de allí directo a su rutina de entrenamiento. Duros ejercicios de cardio y fuerza estaban incluídos, así que tras estos decidió darse un pequeño premio en forma de baño relajante. Y, para ello, las recientemente abiertas termas eran el destino ideal.
Fue al salir de los baños que algo cambió. Primero una sensación, la cual se manifestó en un objeto que le fue entregado al salir de las termas. Una carta. Una bastante llamativa en su forma de entregar el mensaje, ciertamente. Pero le quedó bien claro de quién procedía.
No es que tuviera nada especialmente importante por hacer aquel día, así que aceptar la invitación no representaba problema alguno. No le costó especial trabajo decidirse por la ropa adecuada: una túnica neutra acompañada de un sobreveste que presentaba unos detalles florales sobre un bordado dorado. Una combinación elegante que dejara bastante clara su cargo espiritual, pero que no fuera excesiva. Probó un par de caras hasta que finalmente dió con una que harmonizaba bien con su vestimenta.
El Emporio no era un lugar difícil de encontrar —hubiera sido bastante contraproducente de lo contrario—, así que se plantó allí con buen tiempo. De hecho, la tienda de presentó en su rango de visión justo cuando vio a la puerta cerrarse. Más invitados, dedujo.
Se plantó sobre la puerta y llamó. Voces conocidas se podían oír al otro lado.
Fue al salir de los baños que algo cambió. Primero una sensación, la cual se manifestó en un objeto que le fue entregado al salir de las termas. Una carta. Una bastante llamativa en su forma de entregar el mensaje, ciertamente. Pero le quedó bien claro de quién procedía.
No es que tuviera nada especialmente importante por hacer aquel día, así que aceptar la invitación no representaba problema alguno. No le costó especial trabajo decidirse por la ropa adecuada: una túnica neutra acompañada de un sobreveste que presentaba unos detalles florales sobre un bordado dorado. Una combinación elegante que dejara bastante clara su cargo espiritual, pero que no fuera excesiva. Probó un par de caras hasta que finalmente dió con una que harmonizaba bien con su vestimenta.
El Emporio no era un lugar difícil de encontrar —hubiera sido bastante contraproducente de lo contrario—, así que se plantó allí con buen tiempo. De hecho, la tienda de presentó en su rango de visión justo cuando vio a la puerta cerrarse. Más invitados, dedujo.
Se plantó sobre la puerta y llamó. Voces conocidas se podían oír al otro lado.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
04/08/23, 08:17 pm
Archime
Ante el anuncio de Saria de que la puerta estaba abierta se disponía a entrar, pero una voz familiar le detuvo. Con “el aparecido”, ¿se refería a él? Tenía que estar haciéndolo dadas las circunstancias. ¿Lo decía por su capacidad de traslocación, tal vez? Probablemente era una broma que no terminaba de entender por completo, especialmente con ese comentario acerca del “más allá”, por lo que le saludó alzando una mano sin saber qué decir mientras llegaba a su altura.
—Buenos días, Kin, estaba a punto de…
La puerta se abrió, aunque no sola si no por acción de la ordesa que había salido a recibirles en ese instante. Se dejó abrazar por ella y colocó torpemente los brazos sobre los hombros de su amiga, sin fuerza alguna. No le desagradaba particularmente que sus amigos cercanos le abrazasen, pero todavía no sabía qué hacer en esos momentos y por lo tanto sí que sentía cierta incomodidad. Por ello, le alivió cuando el gesto finalizó y Saria centró su atención en el demonio raigaurum.
Al comentario acerca de su apariencia tampoco sabía cómo responder, tan solo esperaba que Kin sí, y siguió en silencio a la mala sombra hasta donde quiso conducirles. Nunca había estado en el establecimiento de Saria, así que no sabía cómo era normalmente ni a qué cuarto concreto les había llevado. Esperó a que tanto ella como el otro irrense tomasen asiento y se sentó cerca de ambos en alguna de las sillas que ya estaban colocadas.
—Yo estoy bien, gracias —respondió a su pregunta. Se dio cuenta de que debido a lo sucedido en la entrada no había saludado apropiadamente a la ordesa, y probablemente ya era un poco tarde para eso. Darse cuenta de este hecho le produjo cierta incomodidad que le hizo revolverse en la silla antes de seguir hablando—. Sí, a veces noto recargas de magia inesperadas donde no parece que esté sucediendo nada en particular —aportó a su comentario—. También sé acerca de las desapariciones de algunas personas…
Se estaba preguntando cómo especificar lo que sabía sobre el tema o si era apropiado siquiera hablar sobre ello en una reunión de aquella índole. Si bien la propia Saria lo había mencionado, no estaba seguro de si realmente pretendía seguir hablando del asunto. A veces había asumido mal a ese respecto. Que alguien llamase a la puerta en ese instante fue más bien una suerte
Naeleth
El sobre era tan extraño que había sentido la necesidad de examinarlo mediante magia primero, por si se trataba de alguna clase de broma pesada. Estaba hecho para que solo lo abriese ella y contenía… ¿algo grabado? Bueno, si se trataba de eso no parecía nada peligroso, por lo que decidió abrirlo pero lista a preparar un hechizo insonorizador de inmediato por si acaso el volumen de la nota era muy elevado. Se sintió un poco tonta cuando finalmente descubrió de quién era y dejó escapar una risotada: en realidad solo conocía a alguien que hubiese podido enviar algo así.
El día señalado salió de su casa con un vestido de lino azul oscuro y una bufanda de un tono más claro; además de medias blancas, unos botines y un abrigo marrón. Había salido con algo de antelación, pero como el mercado no se encontraba precisamente al lado de su casa no llegó justo a la hora, sino un poco después.
De todas formas pronto pudo comprobar que, como mínimo, no era la última en llegar, pues avistó desde la distancia la inconfundible figura de Heraldo. Una vez cerca de él y la puerta del negocio le sonrió. Era extraño verle con un rostro diferente cada vez y, aunque se había acostumbrado a esto al convivir con él en Serpentaria, como llevaba algo más de tiempo sin verle se le volvió a hacer un poco inquietante. Desde luego, el nombre de su transformación no podía ser más adecuado.
—Buenos días, Heraldo —le saludó con suavidad y sin perder la sonrisa a pesar del pequeño choque inicial—. ¿Ya has llamado?
Ante el anuncio de Saria de que la puerta estaba abierta se disponía a entrar, pero una voz familiar le detuvo. Con “el aparecido”, ¿se refería a él? Tenía que estar haciéndolo dadas las circunstancias. ¿Lo decía por su capacidad de traslocación, tal vez? Probablemente era una broma que no terminaba de entender por completo, especialmente con ese comentario acerca del “más allá”, por lo que le saludó alzando una mano sin saber qué decir mientras llegaba a su altura.
—Buenos días, Kin, estaba a punto de…
La puerta se abrió, aunque no sola si no por acción de la ordesa que había salido a recibirles en ese instante. Se dejó abrazar por ella y colocó torpemente los brazos sobre los hombros de su amiga, sin fuerza alguna. No le desagradaba particularmente que sus amigos cercanos le abrazasen, pero todavía no sabía qué hacer en esos momentos y por lo tanto sí que sentía cierta incomodidad. Por ello, le alivió cuando el gesto finalizó y Saria centró su atención en el demonio raigaurum.
Al comentario acerca de su apariencia tampoco sabía cómo responder, tan solo esperaba que Kin sí, y siguió en silencio a la mala sombra hasta donde quiso conducirles. Nunca había estado en el establecimiento de Saria, así que no sabía cómo era normalmente ni a qué cuarto concreto les había llevado. Esperó a que tanto ella como el otro irrense tomasen asiento y se sentó cerca de ambos en alguna de las sillas que ya estaban colocadas.
—Yo estoy bien, gracias —respondió a su pregunta. Se dio cuenta de que debido a lo sucedido en la entrada no había saludado apropiadamente a la ordesa, y probablemente ya era un poco tarde para eso. Darse cuenta de este hecho le produjo cierta incomodidad que le hizo revolverse en la silla antes de seguir hablando—. Sí, a veces noto recargas de magia inesperadas donde no parece que esté sucediendo nada en particular —aportó a su comentario—. También sé acerca de las desapariciones de algunas personas…
Se estaba preguntando cómo especificar lo que sabía sobre el tema o si era apropiado siquiera hablar sobre ello en una reunión de aquella índole. Si bien la propia Saria lo había mencionado, no estaba seguro de si realmente pretendía seguir hablando del asunto. A veces había asumido mal a ese respecto. Que alguien llamase a la puerta en ese instante fue más bien una suerte
Naeleth
El sobre era tan extraño que había sentido la necesidad de examinarlo mediante magia primero, por si se trataba de alguna clase de broma pesada. Estaba hecho para que solo lo abriese ella y contenía… ¿algo grabado? Bueno, si se trataba de eso no parecía nada peligroso, por lo que decidió abrirlo pero lista a preparar un hechizo insonorizador de inmediato por si acaso el volumen de la nota era muy elevado. Se sintió un poco tonta cuando finalmente descubrió de quién era y dejó escapar una risotada: en realidad solo conocía a alguien que hubiese podido enviar algo así.
El día señalado salió de su casa con un vestido de lino azul oscuro y una bufanda de un tono más claro; además de medias blancas, unos botines y un abrigo marrón. Había salido con algo de antelación, pero como el mercado no se encontraba precisamente al lado de su casa no llegó justo a la hora, sino un poco después.
De todas formas pronto pudo comprobar que, como mínimo, no era la última en llegar, pues avistó desde la distancia la inconfundible figura de Heraldo. Una vez cerca de él y la puerta del negocio le sonrió. Era extraño verle con un rostro diferente cada vez y, aunque se había acostumbrado a esto al convivir con él en Serpentaria, como llevaba algo más de tiempo sin verle se le volvió a hacer un poco inquietante. Desde luego, el nombre de su transformación no podía ser más adecuado.
—Buenos días, Heraldo —le saludó con suavidad y sin perder la sonrisa a pesar del pequeño choque inicial—. ¿Ya has llamado?
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
04/08/23, 10:49 pm
A la bruja le estaba costando estar en contacto con sus amistades de la ciudad desde que había perdido a sus dos personas favoritas, una asesinada y el otro que había decidido poner tierra de por medio sin dar explicaciones (y a quien no iba a buscar). No le costaba admitir que estaba dolida y que le daba miedo recuperar lazos o crear otros nuevos, pero también echaba de menos su energía alegre y todos los buenos ratos que sabía que podía compartir, anécdotas que construir... Le vino genial el encuentro de brujas en la cocina de Serpentaria, por ejemplo.
Por esa misma época, también le llegó una carta de Saria. Al principio no supo que era de ella. Como recibir correo er una cosa tan extraña, la abrieron las onyces por ella mientras su bruja observaba. Tampoco quería hacerlo ella por si se trataba de algún mensaje del daeliciano, y si lo era lo tiraría sin más. Sin embargo, cuando leyeron el mensaje y pudo ver mejor el sobre, no se lo podía creer. ¿Primero Yttria y Ulmara, y ahora Saria? Y claro, seguramente habría más amistades allí reunidas. ¡Estupendo! Había disfrutado muchísimo el ratito con las dos brujas, así que tomó el mensaje de la ordesa con ilusión. ¡Inauguración, por fin! ¿Por fin? Había perdido gran parte del trato con ella y no se acordaba de si había abierto el negocio hacía poco o mucho... En cualquier caso, lo celebró brevemente en su habitación de la torre y se preparó para la cita.
Se armó con un peto vaquero lleno de bolsillos por delante y detrás, hechos con sus propios remiendos, unos tenis, una camiseta verde, un sombrero picudo de bruja y a la calle. Por supuesto, todo rincón de su ropa a rebosar de onyces, incluso el hueco bajo el sombrero. Llegaría un poco justo, no obstante, porque se paró a comprar zumos. No sabía qué sabores podrían gustar y se entretuvo más de la cuenta eligiendo un poco de todo. Justa y acalorada, porque al final con la ilusión de ver a su gente, echó a correr en lugar de recordar que conocía hechizos o que tenía cierto dominio sobre ciertas criaturas que podían ayudar para ir más rápido. O algo por el estilo.
Por fin llegó a vislumbrar el Emporio y dos figuras en la entrada. Ni rastro de sus sombras, más allá del rastro de oscuridad que salía de sus bolsillos. Tan solo la bruja, su bolso sin fondo, sus pintas, su tradicional trenza y perlas de sudor en la cara. Y una amplia sonrisa. ¡Qué ganas tenía de estar allí!
—Ho... ¡Hola! ¿Anda, Oz... Heraldo y Naeleth? —se corrigió a toda prisa. No se acordaba de las implicaciones del cambio de nombre y no quería ofender. Tenía muchas cosas enterradas con respecto a sus amistades, y muy mala cabeza—. ¡Qué bien! ¿Qué tal estáis?
Por esa misma época, también le llegó una carta de Saria. Al principio no supo que era de ella. Como recibir correo er una cosa tan extraña, la abrieron las onyces por ella mientras su bruja observaba. Tampoco quería hacerlo ella por si se trataba de algún mensaje del daeliciano, y si lo era lo tiraría sin más. Sin embargo, cuando leyeron el mensaje y pudo ver mejor el sobre, no se lo podía creer. ¿Primero Yttria y Ulmara, y ahora Saria? Y claro, seguramente habría más amistades allí reunidas. ¡Estupendo! Había disfrutado muchísimo el ratito con las dos brujas, así que tomó el mensaje de la ordesa con ilusión. ¡Inauguración, por fin! ¿Por fin? Había perdido gran parte del trato con ella y no se acordaba de si había abierto el negocio hacía poco o mucho... En cualquier caso, lo celebró brevemente en su habitación de la torre y se preparó para la cita.
Se armó con un peto vaquero lleno de bolsillos por delante y detrás, hechos con sus propios remiendos, unos tenis, una camiseta verde, un sombrero picudo de bruja y a la calle. Por supuesto, todo rincón de su ropa a rebosar de onyces, incluso el hueco bajo el sombrero. Llegaría un poco justo, no obstante, porque se paró a comprar zumos. No sabía qué sabores podrían gustar y se entretuvo más de la cuenta eligiendo un poco de todo. Justa y acalorada, porque al final con la ilusión de ver a su gente, echó a correr en lugar de recordar que conocía hechizos o que tenía cierto dominio sobre ciertas criaturas que podían ayudar para ir más rápido. O algo por el estilo.
Por fin llegó a vislumbrar el Emporio y dos figuras en la entrada. Ni rastro de sus sombras, más allá del rastro de oscuridad que salía de sus bolsillos. Tan solo la bruja, su bolso sin fondo, sus pintas, su tradicional trenza y perlas de sudor en la cara. Y una amplia sonrisa. ¡Qué ganas tenía de estar allí!
—Ho... ¡Hola! ¿Anda, Oz... Heraldo y Naeleth? —se corrigió a toda prisa. No se acordaba de las implicaciones del cambio de nombre y no quería ofender. Tenía muchas cosas enterradas con respecto a sus amistades, y muy mala cabeza—. ¡Qué bien! ¿Qué tal estáis?
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
06/08/23, 09:52 pm
Kin no llegó a intercambiar más palabras con Archi, solo devolverle el saludo con la mano, antes de que Saria apareciese al otro lado de la puerta. Les alcanzó mientras esta abrazaba al kairós, así que el siguiente fue él. La ordesa ya los había acostumbrado a aquel tipo de gestos desde la cosecha, así que le devolvió el abrazo sin poder evitar sonreír por su efusividad.
Esa sonrisa no tardó en convertirse en una carcajada cuando les dijo que estaban particularmente guapos.
—Eso es que ya nos recordabas más feos de lo que somos, vamos a tener que vernos más a menudo —bromeó, siguiéndola al interior.
No se detuvo, pero avanzó despacio para poder observar los detalles de la tienda que pronto dejarían atrás. Estaba llena de excentricidades que le recordaban a su amiga y dejaban claro que el local tenía bien ganado el nombre que le había puesto.
El lugar al que se dirigían era otra habitación que contaba con una cocina y parecía un poco más hogareña, independientemente de las humedades. Había una cantidad de comida exagerada sobre la mesa, así que se sintió un poco ridículo tendiéndole a la anfitriona la bandejita de galletas.
—Esto es para ti, Saria, para agradecerte la invitación. —Dejó que Archi respondiera primero a sus preguntas. Lo que mencionó este ya lo había hablado alguna vez con él mientras comían, pero no eran temas agradables que recordar. El raigaurum vivía más tranquilo centrándose en sus objetivos por el momento, y le estaba funcionando bien para distraerse.
»Yo bien, también. Muy ocupado últimamente —respondió por su parte—. Aunque casi lo prefiero antes que tener tiempo de preocuparme demasiado por todo lo que está pasando…
Quería haberse interesado entonces por la mala sombra, pero le interrumpieron las voces ominosas de Heraldo. Kin se quitó del medio para no bloquear el paso y dejar que la ordesa pudiese salir al recibidor. Ya continuarían la conversación cuando estuviesen todos dentro, así no tenían que repetir preguntas.
Esa sonrisa no tardó en convertirse en una carcajada cuando les dijo que estaban particularmente guapos.
—Eso es que ya nos recordabas más feos de lo que somos, vamos a tener que vernos más a menudo —bromeó, siguiéndola al interior.
No se detuvo, pero avanzó despacio para poder observar los detalles de la tienda que pronto dejarían atrás. Estaba llena de excentricidades que le recordaban a su amiga y dejaban claro que el local tenía bien ganado el nombre que le había puesto.
El lugar al que se dirigían era otra habitación que contaba con una cocina y parecía un poco más hogareña, independientemente de las humedades. Había una cantidad de comida exagerada sobre la mesa, así que se sintió un poco ridículo tendiéndole a la anfitriona la bandejita de galletas.
—Esto es para ti, Saria, para agradecerte la invitación. —Dejó que Archi respondiera primero a sus preguntas. Lo que mencionó este ya lo había hablado alguna vez con él mientras comían, pero no eran temas agradables que recordar. El raigaurum vivía más tranquilo centrándose en sus objetivos por el momento, y le estaba funcionando bien para distraerse.
»Yo bien, también. Muy ocupado últimamente —respondió por su parte—. Aunque casi lo prefiero antes que tener tiempo de preocuparme demasiado por todo lo que está pasando…
Quería haberse interesado entonces por la mala sombra, pero le interrumpieron las voces ominosas de Heraldo. Kin se quitó del medio para no bloquear el paso y dejar que la ordesa pudiese salir al recibidor. Ya continuarían la conversación cuando estuviesen todos dentro, así no tenían que repetir preguntas.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
08/08/23, 02:11 am
Saria sonreía de oreja a oreja en aquel instante, estaba tan feliz que ningún ardid que ocurriera en Rocavarancolia podría cargarse aquella mañana. ¿Que se moría la reina nueva? Pues hueco en el trono para la siguiente… Así funcionaba la ciudad y así funcionaba ella también, dentro de su locura matemática. Mientras los suyos estuvieran bien, esa mañana no pasaba nada.
—Si sirve para que nos veamos, pienso llamaros feos a todos hasta que se me seque la lengua —le dijo al RaigAurum—. Me alegro de que estéis bien, de veras.
Al contrario que Kin, la ordesa sabía que la comida siempre duraba menos de lo que aparentaba, por lo que las galletas le hicieron especial ilusión. Se acercó un pelín para olerlas y, como no podía ser de otra sombra, las ojeó con precaución, una por una.
—¡Gracias, Kin! Tienen muy buena pinta —reconoció, y metió la mano en la bandeja para coger una de ellas—. ¡Esta es para mí! —exclamó, pero no hizo nada con la galleta—. Y sobre lo de… —el timbre la interrumpió y la mala sombra perdió el hilo de su pensamiento. Iba a citar a uno de sus autores favoritos de libros de superación, una persona árbol que escribía bajo el seudónimo de Palo Cogelho, o algo así, pero se olvidó de cuál de entre las muchas citas era y la reclamaban fuera—. ¡Voy a abrir!
Cruzó el local en un par de zancadas y, en cuanto se dio la vuelta, metió con disimulo la galleta que había cogido dentro de la bolsa sin fondo de su marsupio. <<No sé qué te traes entre manos, galletita, pero no me fío de ti. No quiero que me arruines el día, lo siento>>. El resto de galletas estaban azarosamente perfectas, pero esa… Algo no le gustó a la mala sombra y decidió castigarla fuera de este plano. Hecho esto, abrió por fin la puerta para encontrarse con Heraldo, Naeleth y Onyx.
—¡Pero bueno! ¿Dos brujas y un descarado? El chiste se cuenta solo —se rio, antes de volver a las formalidades—. ¡Buenos días, chicos! Pasad y poneos cómodos.
La mala sombra los guiaría a todos hasta la habitación de la consulta, que hoy hacía las veces de saloncillo.
—Estábamos hablando de las desapariciones, pero no sé si preferís cambiar de tema a otro menos cenizo. También podéis hacer uso de todo lo que hay en la mesa —dijo, señalando la comida.
Ella misma cogió otra galleta de las que había traído Kin y, esta vez sí, le dio un buen bocado.
—Si sirve para que nos veamos, pienso llamaros feos a todos hasta que se me seque la lengua —le dijo al RaigAurum—. Me alegro de que estéis bien, de veras.
Al contrario que Kin, la ordesa sabía que la comida siempre duraba menos de lo que aparentaba, por lo que las galletas le hicieron especial ilusión. Se acercó un pelín para olerlas y, como no podía ser de otra sombra, las ojeó con precaución, una por una.
—¡Gracias, Kin! Tienen muy buena pinta —reconoció, y metió la mano en la bandeja para coger una de ellas—. ¡Esta es para mí! —exclamó, pero no hizo nada con la galleta—. Y sobre lo de… —el timbre la interrumpió y la mala sombra perdió el hilo de su pensamiento. Iba a citar a uno de sus autores favoritos de libros de superación, una persona árbol que escribía bajo el seudónimo de Palo Cogelho, o algo así, pero se olvidó de cuál de entre las muchas citas era y la reclamaban fuera—. ¡Voy a abrir!
Cruzó el local en un par de zancadas y, en cuanto se dio la vuelta, metió con disimulo la galleta que había cogido dentro de la bolsa sin fondo de su marsupio. <<No sé qué te traes entre manos, galletita, pero no me fío de ti. No quiero que me arruines el día, lo siento>>. El resto de galletas estaban azarosamente perfectas, pero esa… Algo no le gustó a la mala sombra y decidió castigarla fuera de este plano. Hecho esto, abrió por fin la puerta para encontrarse con Heraldo, Naeleth y Onyx.
—¡Pero bueno! ¿Dos brujas y un descarado? El chiste se cuenta solo —se rio, antes de volver a las formalidades—. ¡Buenos días, chicos! Pasad y poneos cómodos.
La mala sombra los guiaría a todos hasta la habitación de la consulta, que hoy hacía las veces de saloncillo.
—Estábamos hablando de las desapariciones, pero no sé si preferís cambiar de tema a otro menos cenizo. También podéis hacer uso de todo lo que hay en la mesa —dijo, señalando la comida.
Ella misma cogió otra galleta de las que había traído Kin y, esta vez sí, le dio un buen bocado.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manualPersonajes :
· Adara: Humana ángel negro.
· Heraldo Rocuo: Ochrorio ominario.
· Kradko: Clinger lepäni.
Armas : · Adara: ballesta, tonfas, espada larga y lanza naginata.
· Kradko: bastón.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
11/08/23, 02:23 pm
Enseguida pudo oír ruido al otro lado de la puerta, así como detrás de sí mismo. Se trataba de Naeleth, a quien no tardó en seguirle Onyx. No se le escapó su esfuerzo por llamarlo por su nuevo nombre, el cual apreció. Se alegraba sinceramente de verlas, pues aunque habían convivido durante mucho tiempo últimamente no se veían tanto como deberían. Especialmente con Onyx, quien sabía que estaba pasando por un mal momento. Se decidió a cuidar un poco más de sus amistades.
—Buenos días, Naeleth, Onyx. Qué bueno veros. —A pesar de la ocasión informal, seguía siendo bastante formulaico con los saludos—. Y sí, justo acabo de-
Cuando estaba cerca de acabar la frase, la puerta se abrió. El comentario de Saria nada más verlos le pareció bastante gracioso, así que sonrió ligeramente. Tremendo alarde de expresividad por parte del ominario.
—Buenos días, Saria, Kin, Krono. Muchas gracias por la invitación. —Al menos ahora no decía el nombre completo de todos—. Oh, podemos hablar de lo que queráis. Entiendo que estéis con ese tema, es bastante preocupante…
Heraldo fue primero a por una infusión. Aquello le iba a sentar bien.
—Buenos días, Naeleth, Onyx. Qué bueno veros. —A pesar de la ocasión informal, seguía siendo bastante formulaico con los saludos—. Y sí, justo acabo de-
Cuando estaba cerca de acabar la frase, la puerta se abrió. El comentario de Saria nada más verlos le pareció bastante gracioso, así que sonrió ligeramente. Tremendo alarde de expresividad por parte del ominario.
—Buenos días, Saria, Kin, Krono. Muchas gracias por la invitación. —Al menos ahora no decía el nombre completo de todos—. Oh, podemos hablar de lo que queráis. Entiendo que estéis con ese tema, es bastante preocupante…
Heraldo fue primero a por una infusión. Aquello le iba a sentar bien.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Emporio del ocultismo Maldita sea
12/08/23, 03:23 pm
Archime
El kairós, por supuesto, no sabía cómo responder a las bromas y ya era bastante que sabía identificarlas como tal, por lo que permaneció en silencio durante el intercambio de las mismas. Cuando llamaron a la puerta la conversación se interrumpió de todas formas, por lo que mientras Saria iba a abrir se quedó unos instantes con Kin, observando la comida. No sabía qué era más correcto: si coger algo de lo que había puesto la ordesa o imitarla a ella y tomar una de las galletas que había llevado el demonio raigaurum. Ya que se encontraba en su casa, decidió finalmente hacer lo mismo que la anfitriona y se levantó de su sitio para coger una de las galletas del otro irrense, volver a su asiento y probarla. Tras algunos mordiscos y unos segundos de silencio dirigió su mirada a Kin.
—Tienen buen sabor —comentó escuetamente antes de seguir masticando.
Lo pensaba de verdad y apreciaba la comida casera de sus amigos, aunque pudiese ser complicado que se trasluciese en su impasible tono.
Heraldo, Alice y Naeleth habían llegado, por lo que imitando al otro irrense, se levantód de su asiento para recibirlos y saludarlos.
>>Buenos días, Heraldo —respondió a su saludo. Después se giró hacia las brujas—. Y para vosotras también, Alice y Naeleth.
Recibiría cualquier saludo que quisiesen ofrecerle, devolviendo por ejemplo un apretón de manos a la bruja del hielo, antes de volver a su asiento y esperar para ver qué debería hacer o decir a continuación.
Naeleth
Apenas había terminado de asentir a Heraldo cuando escuchó la voz de Alice. Se giró hacia su amiga con una gran sonrisa y le dio un abrazo en cuanto la tuvo lo suficientemente cerca.
—¡Estoy bien! Pero echo algo de menos vivir con todos vosotros —comentó tímidamente.
Aquel comentario tenía incluso más fuerza con la presencia de la onycemante, quien era probablemente la persona con la que sentía más cercanía después de Gres, y hacía incluso más tiempo que no veía a la asreniana. A Heraldo, por supuesto, también lo tenía en muy buena estima, pero aunque ya había superado el respeto que le imponía y lo consideraba un buen amigo, no podía decir que congeniasen hasta el mismo punto. Tampoco creía que el ochrorio fuese muy dado a abrazos, igual que sabía que en cuanto se cruzase con Archi no le saludaría de aquella manera.
A quien si ofreció otro abrazo fue a la mala sombra en cuanto les abrió la puerta, riendo ante su pequeña broma. A ella también la echaba mucho de menos.
—Sí: eres muy amable —añadió al agradecimiento de Heraldo—. ¡Hola, chicos! —saludó a los irrenses.
Ofreció una mano al kairós con una sonrisa sin decir nada más porque conocía de sobra al chico como para saber qué probablemente era mejor así y, tras dudar un poco, también se la ofreció a Kin pero con algo más de efusividad. No había convivido con él y su relación con el demonio raigaurum era un poco menos cercana por lo que quizás tampoco fuese adecuado abrazarle.
>>He oído que te has mudado tú también hace poco, ¿verdad? —le preguntó mientras escogía un sitio donde sentarse, cerca de Alice.
Pronto se le dio a conocer que habían estado hablando sobre el asunto de las desapariciones. No le extrañaba que saliese aquel tema a colación, y ella misma lo tenía muy presente. Algunos de sus pacientes le expresaban sus miedos por la situación de la ciudad. Había mucha incertidumbre, sobre todo, y conocía tanto gente que no sabía dónde se encontraba alguno de sus seres queridos como otros que temían ser los siguientes. Por supuesto, por confidencialidad profesional no podía hablar acerca de ello, pero podía intervenir en la conversación por otro lado.
—Sé que Irianna está buscando a algunos de ellos: es su primer trabajo como dama Enigma. Me pidió hace poco que si me enteraba de algo que le pudiese servir en su investigación se lo hiciese saber.
Entendía que como bruja mentalista hubiese acudido a ella, pero lo cierto era que, fuese lo que fuese que estuviera ocurriendo, se estaban preocupando bien por no dejar rastros.
El kairós, por supuesto, no sabía cómo responder a las bromas y ya era bastante que sabía identificarlas como tal, por lo que permaneció en silencio durante el intercambio de las mismas. Cuando llamaron a la puerta la conversación se interrumpió de todas formas, por lo que mientras Saria iba a abrir se quedó unos instantes con Kin, observando la comida. No sabía qué era más correcto: si coger algo de lo que había puesto la ordesa o imitarla a ella y tomar una de las galletas que había llevado el demonio raigaurum. Ya que se encontraba en su casa, decidió finalmente hacer lo mismo que la anfitriona y se levantó de su sitio para coger una de las galletas del otro irrense, volver a su asiento y probarla. Tras algunos mordiscos y unos segundos de silencio dirigió su mirada a Kin.
—Tienen buen sabor —comentó escuetamente antes de seguir masticando.
Lo pensaba de verdad y apreciaba la comida casera de sus amigos, aunque pudiese ser complicado que se trasluciese en su impasible tono.
Heraldo, Alice y Naeleth habían llegado, por lo que imitando al otro irrense, se levantód de su asiento para recibirlos y saludarlos.
>>Buenos días, Heraldo —respondió a su saludo. Después se giró hacia las brujas—. Y para vosotras también, Alice y Naeleth.
Recibiría cualquier saludo que quisiesen ofrecerle, devolviendo por ejemplo un apretón de manos a la bruja del hielo, antes de volver a su asiento y esperar para ver qué debería hacer o decir a continuación.
Naeleth
Apenas había terminado de asentir a Heraldo cuando escuchó la voz de Alice. Se giró hacia su amiga con una gran sonrisa y le dio un abrazo en cuanto la tuvo lo suficientemente cerca.
—¡Estoy bien! Pero echo algo de menos vivir con todos vosotros —comentó tímidamente.
Aquel comentario tenía incluso más fuerza con la presencia de la onycemante, quien era probablemente la persona con la que sentía más cercanía después de Gres, y hacía incluso más tiempo que no veía a la asreniana. A Heraldo, por supuesto, también lo tenía en muy buena estima, pero aunque ya había superado el respeto que le imponía y lo consideraba un buen amigo, no podía decir que congeniasen hasta el mismo punto. Tampoco creía que el ochrorio fuese muy dado a abrazos, igual que sabía que en cuanto se cruzase con Archi no le saludaría de aquella manera.
A quien si ofreció otro abrazo fue a la mala sombra en cuanto les abrió la puerta, riendo ante su pequeña broma. A ella también la echaba mucho de menos.
—Sí: eres muy amable —añadió al agradecimiento de Heraldo—. ¡Hola, chicos! —saludó a los irrenses.
Ofreció una mano al kairós con una sonrisa sin decir nada más porque conocía de sobra al chico como para saber qué probablemente era mejor así y, tras dudar un poco, también se la ofreció a Kin pero con algo más de efusividad. No había convivido con él y su relación con el demonio raigaurum era un poco menos cercana por lo que quizás tampoco fuese adecuado abrazarle.
>>He oído que te has mudado tú también hace poco, ¿verdad? —le preguntó mientras escogía un sitio donde sentarse, cerca de Alice.
Pronto se le dio a conocer que habían estado hablando sobre el asunto de las desapariciones. No le extrañaba que saliese aquel tema a colación, y ella misma lo tenía muy presente. Algunos de sus pacientes le expresaban sus miedos por la situación de la ciudad. Había mucha incertidumbre, sobre todo, y conocía tanto gente que no sabía dónde se encontraba alguno de sus seres queridos como otros que temían ser los siguientes. Por supuesto, por confidencialidad profesional no podía hablar acerca de ello, pero podía intervenir en la conversación por otro lado.
—Sé que Irianna está buscando a algunos de ellos: es su primer trabajo como dama Enigma. Me pidió hace poco que si me enteraba de algo que le pudiese servir en su investigación se lo hiciese saber.
Entendía que como bruja mentalista hubiese acudido a ella, pero lo cierto era que, fuese lo que fuese que estuviera ocurriendo, se estaban preocupando bien por no dejar rastros.
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