Sede de los Taumaturgos
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- Rocavarancolia Rol
Sede de los Taumaturgos
02/08/11, 06:38 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Refugio para neotransformados. Se trata de un minarete de madera rojiza de cinco plantas decorado con cenefas y arabescos. El interior es amplio principalmente iluminado por antorchas. Se divide en dependencias individuales donde imperan los muebles de madera ignífuga, los colores cálidos y el cuero. También hay áreas comunes como una cocina, dos salas de entrenamiento bien equipadas, un pequeño estudio y un salón decorado con tapices que narran batallas importantes de la historia de la ciudad.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
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Adrune y Neil
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Sinceridad
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- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Sede de los Taumaturgos
15/05/20, 12:48 am
Desde luego que el gamusino había notado el rostro de Milo una vez empezó a fijarse en las reacciones del resto. Ella misma perdió todo rastro de sonrisa cuando el brujo del cobre comenzó a hablar: muy a pesar de lo que había dicho no era posible que no le afectasen las opiniones de quienes eran ahora su familia. Y mucho menos si estaba era expresada con tanta fuerza en contra de lo que acababa de decirles. Al principio se tensó enormemente. Sus orejas delataban por completo este hecho, manteniéndose muy rígidas en lo alto de su cabeza. Era como recibir una bronca de Yaiza, pero incluso peor. Ni siquiera la edeel de su madre le había hablado nunca de aquella forma, como si se sintiese terriblemente decepcionada de ella.
Pero Adru sabía que Milo no era su padre y se lo recordó a sí mismo según aguantaba la tormenta de palabras iracundas que le había granjeado su revelación. En realidad ni siquiera se llevaban tantos años el uno al otro y el gamusino no quería que le viesen más como a un niño pequeño. La Adru inocente, carente de sentido común e ignorante de hasta qué punto podían ser crueles algunas personas había desaparecido.
—Eso no tiene por qué ocurrir. Nunca ha ocurrido nada parecido con este Rey: ya he dicho que no estoy tomando la decisión por un capricho tonto sin pensarlo bien y he hecho muchas preguntas. Sí: sé que puede haber una guerra, igual que la hubo cuando se creó la Cicatriz de Arax. Neil me ha leído sobre eso… La ciudad fue atacada y por eso está todo en ruinas y hay poca gente. Eso es lo que quiero proteger, aunque ya lo acabo de decir. Quiero ser capaz de poder defender lo que me importa. Creo que ese es mi punto fuerte y esta es la mejor forma que hay de que… de que… —En ese instante le falló la voz, a pesar de que se había mantenido firme hasta no mucho antes. Se vino abajo en ese momento debido al torrente de emociones en su interior. Según hablaba le había ido calando más y más el tono con el que Milo se le había opuesto, en conjunto con su propio discurso. Se le escaparon un par de lágrimas de uno de los ojos y se las limpió con rabia antes de darse la vuelta para evitar que le viesen derramar más—. Yo solo quiero hacerlo lo mejor posible. Dar lo mejor de mí. No quiero volver a sentirme como… Como aquella vez, en el incendio. —Se secó las lágrimas restantes con un brazo de golpe y se volvió a girar hacia el grupo—. Yo, creo que… eso era todo lo que tenía que decir, realmente.
Una parte de ella quería irse corriendo de allí, antes de que se avivase todavía más la discusión, pero no podía permitirse ser tan cobarde, no después de haber dicho que no cambiaría de opinión.
Pero Adru sabía que Milo no era su padre y se lo recordó a sí mismo según aguantaba la tormenta de palabras iracundas que le había granjeado su revelación. En realidad ni siquiera se llevaban tantos años el uno al otro y el gamusino no quería que le viesen más como a un niño pequeño. La Adru inocente, carente de sentido común e ignorante de hasta qué punto podían ser crueles algunas personas había desaparecido.
—Eso no tiene por qué ocurrir. Nunca ha ocurrido nada parecido con este Rey: ya he dicho que no estoy tomando la decisión por un capricho tonto sin pensarlo bien y he hecho muchas preguntas. Sí: sé que puede haber una guerra, igual que la hubo cuando se creó la Cicatriz de Arax. Neil me ha leído sobre eso… La ciudad fue atacada y por eso está todo en ruinas y hay poca gente. Eso es lo que quiero proteger, aunque ya lo acabo de decir. Quiero ser capaz de poder defender lo que me importa. Creo que ese es mi punto fuerte y esta es la mejor forma que hay de que… de que… —En ese instante le falló la voz, a pesar de que se había mantenido firme hasta no mucho antes. Se vino abajo en ese momento debido al torrente de emociones en su interior. Según hablaba le había ido calando más y más el tono con el que Milo se le había opuesto, en conjunto con su propio discurso. Se le escaparon un par de lágrimas de uno de los ojos y se las limpió con rabia antes de darse la vuelta para evitar que le viesen derramar más—. Yo solo quiero hacerlo lo mejor posible. Dar lo mejor de mí. No quiero volver a sentirme como… Como aquella vez, en el incendio. —Se secó las lágrimas restantes con un brazo de golpe y se volvió a girar hacia el grupo—. Yo, creo que… eso era todo lo que tenía que decir, realmente.
Una parte de ella quería irse corriendo de allí, antes de que se avivase todavía más la discusión, pero no podía permitirse ser tan cobarde, no después de haber dicho que no cambiaría de opinión.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Sede de los Taumaturgos
15/05/20, 01:45 am
Después de su primera visita al Macetero, Adru no había querido contarle todo acerca de su idea del ejército hasta que no estuvieran todos juntos, lo que Neil entendió y respetó y guardó sus dudas y miedos hasta que pudieran hablar con todo el grupo.
A pesar de sus reticencias con la idea, Neil se posicionó al lado de Adru en todo momento como apoyo, ya que entendía que tener que hablar delante de todos sus amigos con un tema como ese podía ser intimidante y, a diferencia de cuando les habló de su género, en este momento sí sabía la razón la de la reunión.
Durante el discurso de su edeel, el aurva solo murmuró "dragones" de forma enfurruñada porque para él los reptiles alados eran los únicos culpables de aquello. Aunque no pudo evitar asentir completamente de acuerdo con Rena cuando la irrense expuso su miedo. Aunque confiaba plenamente en las capacidades de su edeel, al brujo le aterrorizaba la idea de que pudiera sufrir algún daño.
Neil frunció el ceño cuando Adru dijo que no era inteligente, molesto con que el gamusino tuviera esa idea de sí mismo tan contraria a la que tenía Neil de él, quien veía a su edeel como alguien extraordinario, aunque ciertamente con poca capacidad de concentración, pero no quería interrumpir su discurso sabiendo lo importante que era para él.
El brujo de la cera se sorprendió muchísimo con las palabras de Milo, no habiéndole visto así de enfadado jamás. Podía entender hasta cierto punto de dónde venían esos sentimientos porque él también temía por la seguridad de su edeel, pero le pareció una manera de exponerlos bastante brusca y Neil sabía que las intenciones de Adru no eran hacer daño, sino que era otra forma de demostrar cuánto les quería, aunque el aurva hubiera preferido mil veces que hubiera encontrado otra forma de hacerlo.
Cuando percibió que las orejas de Adru se habían puesto rígidas, se acercó más a su edeel como un intento de apoyo silencioso, pero en cuanto empezaron a aparecer las primeras lágrimas, Neil no perdió tiempo en envolver a su edeel en un fuerte y, esperaba, reconfortante abrazo.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Sede de los Taumaturgos
15/05/20, 07:10 am
Los días que Zob después de conseguir trabajo aprecian pequeños, cortos, pero mucho mas llenos de lo que nunca antes había tenido. Un sitio al que regresar, algo en lo que enfocarse, cosas nuevas que aprender. Parecía demasiado bueno. Y cuando llegaron las clases de la señorita Miloslava su mente colapso desde las primeras lecciones. Para Zob ya era muchísimo el entender sobre células, sobre compuestos, sobre aminoácidos, ligasas, helicasas, tropoisomerasas...incluso cuando la humana le dijo que ella había encontrado el sentido de la vida, lo tomo muy en serio. Esperaba una respuesta mágica o mística que le descubriera mas cosas, y solo obtuvo un juego de palabras que no comprendió del todo hasta días después. De 3´a 5´no le decía mucho aun, pero había reído cortesmente aquella ves esperando captar la gracia en algún otro momento.
Se había enfrascado en la lectura de muchas cosas que le habían facilitado en el laboratorio, y aunque seguía sin poder entender del todo la complejidad de lo minúsculo, no podía negar lo que le habían mostrado. Células de diferentes animales, de diferentes habitantes de la ciudad, y aunque estaban lejos de mostrarle lo que el pensaba que era lo que los diferenciaba, le resultaba demasiado sorprendente como para no quedarse con la boca abierta en cada sesión. Habia logrado ya poder hacer su hechizo de niebla con bastante ayuda, y eso le facilitaba mucho las cosas, excepto cuando le pedían que lo quite para probar sus poderes. Seguía teniendo miedo de sobrepasarse. Pero ahora el nuevo peligro era que chocara con alguien mientras caminaba leyendo los diferentes apuntes que tenia. El tener tiempo libre para hacerlo era suficiente motivación para que cumpliera los deberes que tenia en el laboratorio con rapidez antes de correr a preguntar si había algo mas o si le podían explicar algo de lo que se estaba haciendo.
Aquel día cuando Adru los invito arriba, asintió simplemente y salio como un muñeco autónomo con pasos lentos mientras subía a reunirse con los demás. La mirada siempre abajo y los pasos lentos normalmente no encontraban obstáculos pero al sentir un cuerpo y ver como sus apuntes se doblaban se detuvo en seco levantando la mirada para poder disculparse. Reconoció a Arcan y aunque parpadeo un par de veces detrás de su permanente niebla sin que el lo viera, se pregunto cuanto tiempo había pasado y aun no había tenido ni la oportunidad ni el coraje de hablar cvn los otros dos nublinos. - Perdón...Arcan, no te vi lo siento. Dissculpame... - le dijo antes de seguir tras su amiga.
Era curioso como estaban reunidos allí después de todo lo que había pasado, y como otras cosas no cambiaban. Se quedo atrás con las notas en la mano mientras Adru hablaba y su mandíbula se abría.
El ejercito era algo que no esperaba que se consolidara en la mente de su amiga, y no sabia que decir, o que hacer. Los demás empezaron a hablarle y si, estaba de acuerdo en muchas cosas, pero incluso con todo eso, entendía un poco a Adru. Guardo sus notas en la espalda cuando menciono lo de leer y aprender cosas, sintiendo que no era el mejor momento para tener eso entre sus garras, pero se puso a escuchar mas atentamente aun. No eran ya unos cosechados mas que esperaban algo que no podían evitar, pero no sabia hasta que punto el ejercito era bueno o malo. No iba a ponerse moralista pues a lo largo de las semanas había supuesto muchos pequeños detalles que no se expresaban en voz alta, incluso se le vino a la mente la idea de que los conejos del señor Giz podían llegar a ser armas terribles para usar en algún momento. Estaba a punto de abstraerse en eso cuando Neil se lanzo a abrazar a su edeel y so lo ayudo a convencerse.
-Yo creg....- carraspeo un poco para aclararse al garganta que no usaba mucho apra hablar a multitudes. - ...wejem..Yo creo que tienen razón, Milo, Rena, Rox pero también Adru...Miren...se que soy el peor para leer el ambiente, pero no creo equivocarme al decir que quiere essto con muchas ganas. - Habia visto muchas pataletas en su vida cuidando a sus primos, pero esto iba mas allá. Adru habia cambiado, había cambiado hasta su nombre y había crecido, eso era muy obvio para el. - Ya sea que nos falte información o que lo haya pensado mucho, poco, o lo que sea...esto no es un capricho de ella. Puede ir bien, o puede ir mal, no lo ssabemos, pero ahora mismo yo no me ssiento capaz de decirle que es lo que tiene o no tiene que hacer...Yo te apoyo Adru, en serio, si quieres entrar al ejercito tienes mi apoyo, pero antes de protegernos, o proteger la ciudad, cuídate tu ¿essstaa bien? ademas, no quiero se pesimista, pero tener un gamusino sobre un dragón no se que tan estratégico sea, así que debes estar preparada para todo...desssde que te manden a otras fuerzas o tengas que estar parada vigilando algo o tengas que ir a darle de comer a tu dragón...pero aun así, ánimos.. - Habia mantenido las manos en la espalda apoyado en la pared y solo termino con un encogimiento de hombros.
Curiosamente no se sentía tonto al decir todo eso, había ido mejorando con el tiempo por supuesto, pero mas que costumbre, estaba ahora tranquilo porque se sentía en paz al apoyar a Adru. Habia visto a mucha gente de la ciudad, grandes, pequeños, algunos aprecian mas agresivos, otros que el conocía sabia que eran muy fuertes pero amables....y todos habían encontrado sus lugares en diferentes sitios, y aunque le preocupaba, no le parecía muy malo ni muy loco que el sitio de Adru fuera en el ejercito.
Se había enfrascado en la lectura de muchas cosas que le habían facilitado en el laboratorio, y aunque seguía sin poder entender del todo la complejidad de lo minúsculo, no podía negar lo que le habían mostrado. Células de diferentes animales, de diferentes habitantes de la ciudad, y aunque estaban lejos de mostrarle lo que el pensaba que era lo que los diferenciaba, le resultaba demasiado sorprendente como para no quedarse con la boca abierta en cada sesión. Habia logrado ya poder hacer su hechizo de niebla con bastante ayuda, y eso le facilitaba mucho las cosas, excepto cuando le pedían que lo quite para probar sus poderes. Seguía teniendo miedo de sobrepasarse. Pero ahora el nuevo peligro era que chocara con alguien mientras caminaba leyendo los diferentes apuntes que tenia. El tener tiempo libre para hacerlo era suficiente motivación para que cumpliera los deberes que tenia en el laboratorio con rapidez antes de correr a preguntar si había algo mas o si le podían explicar algo de lo que se estaba haciendo.
Aquel día cuando Adru los invito arriba, asintió simplemente y salio como un muñeco autónomo con pasos lentos mientras subía a reunirse con los demás. La mirada siempre abajo y los pasos lentos normalmente no encontraban obstáculos pero al sentir un cuerpo y ver como sus apuntes se doblaban se detuvo en seco levantando la mirada para poder disculparse. Reconoció a Arcan y aunque parpadeo un par de veces detrás de su permanente niebla sin que el lo viera, se pregunto cuanto tiempo había pasado y aun no había tenido ni la oportunidad ni el coraje de hablar cvn los otros dos nublinos. - Perdón...Arcan, no te vi lo siento. Dissculpame... - le dijo antes de seguir tras su amiga.
Era curioso como estaban reunidos allí después de todo lo que había pasado, y como otras cosas no cambiaban. Se quedo atrás con las notas en la mano mientras Adru hablaba y su mandíbula se abría.
El ejercito era algo que no esperaba que se consolidara en la mente de su amiga, y no sabia que decir, o que hacer. Los demás empezaron a hablarle y si, estaba de acuerdo en muchas cosas, pero incluso con todo eso, entendía un poco a Adru. Guardo sus notas en la espalda cuando menciono lo de leer y aprender cosas, sintiendo que no era el mejor momento para tener eso entre sus garras, pero se puso a escuchar mas atentamente aun. No eran ya unos cosechados mas que esperaban algo que no podían evitar, pero no sabia hasta que punto el ejercito era bueno o malo. No iba a ponerse moralista pues a lo largo de las semanas había supuesto muchos pequeños detalles que no se expresaban en voz alta, incluso se le vino a la mente la idea de que los conejos del señor Giz podían llegar a ser armas terribles para usar en algún momento. Estaba a punto de abstraerse en eso cuando Neil se lanzo a abrazar a su edeel y so lo ayudo a convencerse.
-Yo creg....- carraspeo un poco para aclararse al garganta que no usaba mucho apra hablar a multitudes. - ...wejem..Yo creo que tienen razón, Milo, Rena, Rox pero también Adru...Miren...se que soy el peor para leer el ambiente, pero no creo equivocarme al decir que quiere essto con muchas ganas. - Habia visto muchas pataletas en su vida cuidando a sus primos, pero esto iba mas allá. Adru habia cambiado, había cambiado hasta su nombre y había crecido, eso era muy obvio para el. - Ya sea que nos falte información o que lo haya pensado mucho, poco, o lo que sea...esto no es un capricho de ella. Puede ir bien, o puede ir mal, no lo ssabemos, pero ahora mismo yo no me ssiento capaz de decirle que es lo que tiene o no tiene que hacer...Yo te apoyo Adru, en serio, si quieres entrar al ejercito tienes mi apoyo, pero antes de protegernos, o proteger la ciudad, cuídate tu ¿essstaa bien? ademas, no quiero se pesimista, pero tener un gamusino sobre un dragón no se que tan estratégico sea, así que debes estar preparada para todo...desssde que te manden a otras fuerzas o tengas que estar parada vigilando algo o tengas que ir a darle de comer a tu dragón...pero aun así, ánimos.. - Habia mantenido las manos en la espalda apoyado en la pared y solo termino con un encogimiento de hombros.
Curiosamente no se sentía tonto al decir todo eso, había ido mejorando con el tiempo por supuesto, pero mas que costumbre, estaba ahora tranquilo porque se sentía en paz al apoyar a Adru. Habia visto a mucha gente de la ciudad, grandes, pequeños, algunos aprecian mas agresivos, otros que el conocía sabia que eran muy fuertes pero amables....y todos habían encontrado sus lugares en diferentes sitios, y aunque le preocupaba, no le parecía muy malo ni muy loco que el sitio de Adru fuera en el ejercito.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Sede de los Taumaturgos
15/05/20, 08:18 pm
Cuando Adru les pidió reunirse para hablar con ellos, aun así, se inquietó un poco, esas pequeñas reuniones que a veces tenían siempre era para contar algo importante.
Con las primeras explicaciones que llegaron sobre la decisión de Adru de formar parte del ejercito de la ciudad, llegaron los primeros temores e inquietudes. Adru no era un niño, pero no por eso no iba a dejar de preocuparle que se pusiere en algún riesgo como le preocuparía cualquier de los presentes, grande o pequeño.
La preocupación de Rena, de Rox, eran comprensibles, porque de alguna forma compartía aquel temor. Si Adru entraba en el ejército tendría que pelear ¿verdad? Si una guerra ocurría, estaría en primera línea ¿cierto?. No es que no pudieras morir simplemente en la ciudad sin más, lamentablemente era algo que habían aprendido por las malas, pero meterte en el ejército era como añadirle una diana extra. No, no lo comprendía.
Y la explicación llego, y sintio a la vez un poco de orgullo por que Adru ya no era tanto ese adolescente revoltoso e imprudente que conoció en la cosecha y al mismo tiempo, molestia. Ciertas palabras dichas por el gamusino resonaron especialmente en su mente, pues se repitieron en más de una ocasión. << ¿No eres inteligente? ¿Solo tienes tu fuerza? ¡Que tonterías son esas!>> le enfadaba, le enfadaba y frustraba que el gamusino pensase así de si mismo.
Pelusa frunció el ceño, apretando sus puños, mirándole fijamente, teniendo tantas cosas ahogadas en su lengua que no logró decir a tiempo, cuando las palabras bruscas de Milo resonaron, bruscas, sorprendiéndola. Jamás había visto al tranquillo irrense así, mostrando una clara molestia y enfado…y en cierta forma algunas de las cosas que dijo, aunque no iban dirigidas a ellas y no eran las mis circunstancias ni por asomo, le incomodaron. Pelusa bajo la vista sintiéndose inevitablemente incomoda incluso si aún no había hecho nada malo, el pensamiento la sacudió de alguna forma.
<< Soy la única inmoral de entre mis amigos…la única que tiene que hacer sufrir a los demás para obtener parte de su “bendición”>> podría escoger no hacerlo, pero jamás tendría magia y eso todos sus amigos sabían era algo que siempre había ansiado. Sin contar que no podía evitar el impulso que sentía de vengarse y dañar a todo aquel que dañase a sus amigos por mínimo que fuese. Pelusa suspiro, sacudiendo suavemente la cabeza para evitar marear a sus antenas y decidió centrarse en lo importante: Adru.
Le miro de nuevo al escuchar al siempre alegre y animado Adru medio romperse. Odiaba cuando sus amigos lloraban. Las palabras de Zob apoyando su decision y pidiendole cudiarse antes de nada a si mismo llegarona a sus oidos, el chico habia ido cogiendo confianza y seguridad con el paso de los dias, era un hehco evidente; los reclamos a gritos de Nime llamandolos idiotas por no apoyarla tambien resonaron, dando un punto de vista que a grandes rasgos tampoco era desacertado. En esas circuntancias era normal que las cosas chocasen, todos tenian su parte de razon ahi, pero lo que primava en uno u otros era tanto la preocupacion por Adru, como el deseo de apoyarla en sus elecciones de futuro. Pelusa escuchaba, pero solo tenia ojos para el gamusino.
La pequeña niña alada se acercó a el, viendo como Neil la abrazaba de aquella forma que mostraba a todo su apoyo, su cariño y esa unidad única que tenían. No iba a regañarla por su decisión del ejército, no iba a decir estar a favor o en contra. No, para ella había algo tan o más importante que tocar en ese asunto. Ciertas palabras que sonaban en su mente como un gong.
- Adru, deja de menospreciarte y de decir que eres menos inteligente que nosotros, que tu fuerza es lo único que posees. No es verdad. Eres mucho más que solo inteligencia o solo fuerza – la niña estaba molesta, molesta triste en el fondo por escuchar lo que este sentía. Su expresión seguía calma, casi inexpresiva, porque expresar con su rostro era algo que aún le costaba hacer. Pero su mirada lavanda la miraban fijamente mostrando mucho mas que sus facciones- Ya das lo mejor de ti. Nos das tu presencia y tu animo alegre, cuidas que los pequeños no hagan trastadas y aprendan…cuidas que los grandes no se vuelvan locos por la presión y sepan que no están solos en esto. Estas ahí –dijo la niña acercándose un poco a ella de nuevo, extendiendo sus brazos en torno a ella, abrazándola hasta donde sus brazos y su pequeño tamaño alcanzaba.
A Pelusa no le gustaba que la tocasen. No le gustaba tocar a la gente tampoco. Por lo que sus gestos de aprecio, de afecto, eran algo como gotas de agua en el desierto.
-No queremos que te ocurra nada, Adru. Porque eres fuerte, eres inteligente y eres más astuta de lo que crees, pero este mundo y otros mundos, pueden volverse horribles.- dijo la niña abrazándola con más fuerza. Que le recordase lo del incendio le recordó también la impotencia que vivió en ese entonces, pequeña, frágil, sin magia. Tal vez resultaba hipócrita pedirle que no dejase de ser Adru en el fondo, pues si luchaa y mataba podia verse afectada por ello- Que no haya habido guerras recientes, no significa que no puedan ocurrir ¿estas preparada para matar inocentes y no tan inocentes? ¿para el odio y el rencor que eso genera?Solo piénsalo Adru, porque entrando en el ejercito es un riesgo existente. Pero tanto si decides hacerlo sin dudar mas como sino, voy a apoyarte mientras sea algo que verdaderamente quieras – no iba a oponerse ni a intentar convencerla como tal, quería que pensase su pros y contra nada mas.
Porque si algo tenia claro Pelusa, es que tanto de los aciertos como de los errores se aprende y la unica forma de lograr eso, era probando, falllando y acertando.
Con las primeras explicaciones que llegaron sobre la decisión de Adru de formar parte del ejercito de la ciudad, llegaron los primeros temores e inquietudes. Adru no era un niño, pero no por eso no iba a dejar de preocuparle que se pusiere en algún riesgo como le preocuparía cualquier de los presentes, grande o pequeño.
La preocupación de Rena, de Rox, eran comprensibles, porque de alguna forma compartía aquel temor. Si Adru entraba en el ejército tendría que pelear ¿verdad? Si una guerra ocurría, estaría en primera línea ¿cierto?. No es que no pudieras morir simplemente en la ciudad sin más, lamentablemente era algo que habían aprendido por las malas, pero meterte en el ejército era como añadirle una diana extra. No, no lo comprendía.
Y la explicación llego, y sintio a la vez un poco de orgullo por que Adru ya no era tanto ese adolescente revoltoso e imprudente que conoció en la cosecha y al mismo tiempo, molestia. Ciertas palabras dichas por el gamusino resonaron especialmente en su mente, pues se repitieron en más de una ocasión. << ¿No eres inteligente? ¿Solo tienes tu fuerza? ¡Que tonterías son esas!>> le enfadaba, le enfadaba y frustraba que el gamusino pensase así de si mismo.
Pelusa frunció el ceño, apretando sus puños, mirándole fijamente, teniendo tantas cosas ahogadas en su lengua que no logró decir a tiempo, cuando las palabras bruscas de Milo resonaron, bruscas, sorprendiéndola. Jamás había visto al tranquillo irrense así, mostrando una clara molestia y enfado…y en cierta forma algunas de las cosas que dijo, aunque no iban dirigidas a ellas y no eran las mis circunstancias ni por asomo, le incomodaron. Pelusa bajo la vista sintiéndose inevitablemente incomoda incluso si aún no había hecho nada malo, el pensamiento la sacudió de alguna forma.
<< Soy la única inmoral de entre mis amigos…la única que tiene que hacer sufrir a los demás para obtener parte de su “bendición”>> podría escoger no hacerlo, pero jamás tendría magia y eso todos sus amigos sabían era algo que siempre había ansiado. Sin contar que no podía evitar el impulso que sentía de vengarse y dañar a todo aquel que dañase a sus amigos por mínimo que fuese. Pelusa suspiro, sacudiendo suavemente la cabeza para evitar marear a sus antenas y decidió centrarse en lo importante: Adru.
Le miro de nuevo al escuchar al siempre alegre y animado Adru medio romperse. Odiaba cuando sus amigos lloraban. Las palabras de Zob apoyando su decision y pidiendole cudiarse antes de nada a si mismo llegarona a sus oidos, el chico habia ido cogiendo confianza y seguridad con el paso de los dias, era un hehco evidente; los reclamos a gritos de Nime llamandolos idiotas por no apoyarla tambien resonaron, dando un punto de vista que a grandes rasgos tampoco era desacertado. En esas circuntancias era normal que las cosas chocasen, todos tenian su parte de razon ahi, pero lo que primava en uno u otros era tanto la preocupacion por Adru, como el deseo de apoyarla en sus elecciones de futuro. Pelusa escuchaba, pero solo tenia ojos para el gamusino.
La pequeña niña alada se acercó a el, viendo como Neil la abrazaba de aquella forma que mostraba a todo su apoyo, su cariño y esa unidad única que tenían. No iba a regañarla por su decisión del ejército, no iba a decir estar a favor o en contra. No, para ella había algo tan o más importante que tocar en ese asunto. Ciertas palabras que sonaban en su mente como un gong.
- Adru, deja de menospreciarte y de decir que eres menos inteligente que nosotros, que tu fuerza es lo único que posees. No es verdad. Eres mucho más que solo inteligencia o solo fuerza – la niña estaba molesta, molesta triste en el fondo por escuchar lo que este sentía. Su expresión seguía calma, casi inexpresiva, porque expresar con su rostro era algo que aún le costaba hacer. Pero su mirada lavanda la miraban fijamente mostrando mucho mas que sus facciones- Ya das lo mejor de ti. Nos das tu presencia y tu animo alegre, cuidas que los pequeños no hagan trastadas y aprendan…cuidas que los grandes no se vuelvan locos por la presión y sepan que no están solos en esto. Estas ahí –dijo la niña acercándose un poco a ella de nuevo, extendiendo sus brazos en torno a ella, abrazándola hasta donde sus brazos y su pequeño tamaño alcanzaba.
A Pelusa no le gustaba que la tocasen. No le gustaba tocar a la gente tampoco. Por lo que sus gestos de aprecio, de afecto, eran algo como gotas de agua en el desierto.
-No queremos que te ocurra nada, Adru. Porque eres fuerte, eres inteligente y eres más astuta de lo que crees, pero este mundo y otros mundos, pueden volverse horribles.- dijo la niña abrazándola con más fuerza. Que le recordase lo del incendio le recordó también la impotencia que vivió en ese entonces, pequeña, frágil, sin magia. Tal vez resultaba hipócrita pedirle que no dejase de ser Adru en el fondo, pues si luchaa y mataba podia verse afectada por ello- Que no haya habido guerras recientes, no significa que no puedan ocurrir ¿estas preparada para matar inocentes y no tan inocentes? ¿para el odio y el rencor que eso genera?Solo piénsalo Adru, porque entrando en el ejercito es un riesgo existente. Pero tanto si decides hacerlo sin dudar mas como sino, voy a apoyarte mientras sea algo que verdaderamente quieras – no iba a oponerse ni a intentar convencerla como tal, quería que pensase su pros y contra nada mas.
Porque si algo tenia claro Pelusa, es que tanto de los aciertos como de los errores se aprende y la unica forma de lograr eso, era probando, falllando y acertando.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Sede de los Taumaturgos
15/05/20, 08:35 pm
Adru los llamó para decirles algo a una de las salas de entrenamiento. Nime ni siquiera se planteó mucho qué podría ser. ¿A lo mejor quería hacer una fiesta sorpresa para el cumpleaños de Neil? «¿Cuándo cae el cumpleaños de Neil?». Nime ni siquiera era muy capaz de llevar la cuenta de en qué día vivía como para saber cuál era en otros mundos vinculados.
Adru parecía nerviosa cuando empezó a hablar, y todo el grupo estaba presente, así que se dio cuenta de que tenía que tratarse de algo importante. Al principio Nime no entendió por qué estaba tan nerviosa: una sonrisa enorme apareció en la cara dela niña cuando mencionó que quería unirse al ejército. «Qué suerte tiene» pensó, «a su edad ya puede alistarse».
Algo que era lo más natural del mundo para una libense, sin embargo, no lo era tanto para los demás, como no tardaron en demostrar. Nime los miró asombrada debido a sus preguntas, ¿cómo no iba a saber Adru lo que se hacía en el ejército cuando cualquier niño pequeño lo sabía? Casi era como si la estuviesen insultando. Aquello le molestó particularmente porque la gamusino parecía no considerarse lista, y Nime creía que lo era, así que estaba feo que la hubiesen llamado tonta insinuando que no entendía nada sobre ejércitos y guerras.
El tema de la guerra también le había parecido absurdo. Era cierto que habían pertenecido a otros mundos, pero ahora eran rocavarancoleses transformados en criaturas mágicas, el ejército que les correspondía era el de Rocavarancolia. No es que la niña sintiese una gran conexión con la ciudad por todo lo que habían sufrido allí, pero la transformación se le había subido a la cabeza lo suficiente como para sentir que el ejército de Libo le venía pequeño.
E iba a protestar, ya estaba empezando a abrir la boca para defender a Adru con uñas y dientes cuando Milo la hizo callar y, además, reflexionar. No solo había mencionado a Sinhdro, también mencionó a Libo, y eso consiguió que el corazón le diese un pequeño vuelco. No se había parado a pensar aquella posibilidad. Sus mundos eran aliados, ¿no? No iban a hacer nada malo en Libo, al contrario, lucharía junto a sus antiguos compatriotas cuando llegase el momento, que era otro de los motivos por los que todo aquello le resultaba tan natural.
Normalmente habría saltado a defender al ejército enseguida, pero tras la última pregunta de Milo se encontró sin voz para hacerlo. Miró al suelo y apretó los puños, pensando sobre lo que respondió el gamusino después. Tenía razón, ninguno de sus mundos había sido atacado por Rocavarancolia, ¿por qué iban a pensar que irían contra cualquiera sin motivos? Los ejércitos siempre actuaban contra la gente mala, eso era lo que le habían dicho a la niña desde que tenía uso de razón.
Entonces escuchó un sollozo y al levantar la vista se dio cuenta de que habían hecho llorar a Adru, y eso provocó un enfado en ella que barrió todas las dudas que habían sembrado las palabras de Milo.
—¡Sois idiotas! —gritó, mirando a quienes todavía mostraban dudas o desagrado por la idea de la sinhadre—. Si ha dicho que es lo que quiere hacer no sé qué tiene de malo. Lo decidió ella y no es tonta. ¡Si a vosotros no os gusta pues no lo hagáis vosotros! Ser soldado es un honor enorme, porque las soldados protegen sus ciudades y a la gente, y seguro que el ejército de Rocavarancolia también. Y exploran mundos y construyen cosas y montan en dragones. ¡Cuidan de la ciudad, aunque no os guste! ¿Y... y quién os va a defender si hay guerra? ¿Los panaderos y los músicos? ¡Pues no! —La niña hizo una mueca de disgusto, como si aquello fuese la obviedad más grande del mundo y se sintiese idiota por tener que explicársela a gente bastate mayor que ella. Era cierto que estaban en Rocavarancolia y no en Libo, pero no le parecía que aquello funcionase tan diferente.
Adru parecía nerviosa cuando empezó a hablar, y todo el grupo estaba presente, así que se dio cuenta de que tenía que tratarse de algo importante. Al principio Nime no entendió por qué estaba tan nerviosa: una sonrisa enorme apareció en la cara dela niña cuando mencionó que quería unirse al ejército. «Qué suerte tiene» pensó, «a su edad ya puede alistarse».
Algo que era lo más natural del mundo para una libense, sin embargo, no lo era tanto para los demás, como no tardaron en demostrar. Nime los miró asombrada debido a sus preguntas, ¿cómo no iba a saber Adru lo que se hacía en el ejército cuando cualquier niño pequeño lo sabía? Casi era como si la estuviesen insultando. Aquello le molestó particularmente porque la gamusino parecía no considerarse lista, y Nime creía que lo era, así que estaba feo que la hubiesen llamado tonta insinuando que no entendía nada sobre ejércitos y guerras.
El tema de la guerra también le había parecido absurdo. Era cierto que habían pertenecido a otros mundos, pero ahora eran rocavarancoleses transformados en criaturas mágicas, el ejército que les correspondía era el de Rocavarancolia. No es que la niña sintiese una gran conexión con la ciudad por todo lo que habían sufrido allí, pero la transformación se le había subido a la cabeza lo suficiente como para sentir que el ejército de Libo le venía pequeño.
E iba a protestar, ya estaba empezando a abrir la boca para defender a Adru con uñas y dientes cuando Milo la hizo callar y, además, reflexionar. No solo había mencionado a Sinhdro, también mencionó a Libo, y eso consiguió que el corazón le diese un pequeño vuelco. No se había parado a pensar aquella posibilidad. Sus mundos eran aliados, ¿no? No iban a hacer nada malo en Libo, al contrario, lucharía junto a sus antiguos compatriotas cuando llegase el momento, que era otro de los motivos por los que todo aquello le resultaba tan natural.
Normalmente habría saltado a defender al ejército enseguida, pero tras la última pregunta de Milo se encontró sin voz para hacerlo. Miró al suelo y apretó los puños, pensando sobre lo que respondió el gamusino después. Tenía razón, ninguno de sus mundos había sido atacado por Rocavarancolia, ¿por qué iban a pensar que irían contra cualquiera sin motivos? Los ejércitos siempre actuaban contra la gente mala, eso era lo que le habían dicho a la niña desde que tenía uso de razón.
Entonces escuchó un sollozo y al levantar la vista se dio cuenta de que habían hecho llorar a Adru, y eso provocó un enfado en ella que barrió todas las dudas que habían sembrado las palabras de Milo.
—¡Sois idiotas! —gritó, mirando a quienes todavía mostraban dudas o desagrado por la idea de la sinhadre—. Si ha dicho que es lo que quiere hacer no sé qué tiene de malo. Lo decidió ella y no es tonta. ¡Si a vosotros no os gusta pues no lo hagáis vosotros! Ser soldado es un honor enorme, porque las soldados protegen sus ciudades y a la gente, y seguro que el ejército de Rocavarancolia también. Y exploran mundos y construyen cosas y montan en dragones. ¡Cuidan de la ciudad, aunque no os guste! ¿Y... y quién os va a defender si hay guerra? ¿Los panaderos y los músicos? ¡Pues no! —La niña hizo una mueca de disgusto, como si aquello fuese la obviedad más grande del mundo y se sintiese idiota por tener que explicársela a gente bastate mayor que ella. Era cierto que estaban en Rocavarancolia y no en Libo, pero no le parecía que aquello funcionase tan diferente.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos
16/05/20, 02:54 am
Eitne conocía la guerra. Claro, que la que conocía era a la que jugaban con Nime a veces, cuando le tocaba elegir el juego a ella. Se imaginaban con espadas y armaduras y elegían un bando y peleaban hasta que se aburrían, o hasta que alguno perdía. También se imaginaban montando en panteras de batalla, cabalgando por la sede como si sus pasillos fuesen un prado verde en terreno fronterizo. Eso también le sonaba a otras cosas, le recordaba a su abuela y a las incursiones que hacía con el resto de brujas dulces de la zona para proteger su hogar de los monstruos de metal. Ellas no eran guerreras, en el pueblo no se hablaba de guerra porque no había había confrontaciones directas entre dos bandos, pero con el tiempo entendió que eran, en parte, la misma cosa.
Y desde aquel prisma sencillo e infantil, Eitne no le vio el problema a lo que les decía Adru. Se alegró mucho por ella, por tener las ideas tan claras y haber encontrado un propósito dentro de Rocavarancolia que a él le pareció muy bonito y noble, y, cómo no, ¡tendría un dragón! A Eitne se le iluminaron los ojos ante la mención. Estuvo a punto de dar saltitos de alegría y pedirle al gamusino que, por favor, lo llevase un día al trabajo para conocer a su montura. Luego las reacciones empezaron a… ¿chocar? Sí, algo así. Chocaban tanto con la determinación de Adru como con la idea inicial de la que había partido el niño. Los más mayores hablaban muy serios y parecían entender muy bien lo que decían, parecían llevar razón. Sonaban convincentes y ¿asustados?
Eitne se quedó callado, atento a los argumentos como el árbitro de un partido de tenis con la pelota. De Adru a Rox, de Rox a Rena, de Rena a Adru, de Adru a Milo y de Milo a Adru, y de Adru a Zobriel, y a Pam, y a Nime y… ¡oh, demiurgo! ¿Milo se iba? Él no sabía qué pensar todavía y la situación ya se había ido de madre. A la sinhadre se le habían escapado un par de lágrimas y a Eitne se le cubrieron los ojos del mismo líquido como si fuese una esponja emocional. Apretó los ojos como había aprendido a hacer durante la criba y aguantó como los adultos las ganas de llorar (aunque él sabía que era mejor soltarlas). Le quería decir que no era tonta, que no tenía razón en lo que decía sobre sí misma (salvo en lo de concentrarse, eso era verdad que le costaba), pero sentía que se acababa de prender un fuego peligroso y prefirió echar primero el agua.
—No os enfadéis, por favor… —pidió a todos con su voz de cascabeles. Sin embargo, no sabía darles motivos para que se calmaran. Él también tenía un poco de miedo por Adru, pero dejó que hablase su deseo por él—. Seguro que Adru va a estar bien aunque haya guerras, es la más rápida del mundo y es muy lista y… —Le falló la voz.
¿Qué pasaría si Milo se enfadaba para siempre con Adru? El niño no se lo quería ni imaginar, debía de haber un lugar común, alguna forma de que hicieran las paces. Habían sobrevivido a cosas peores y se seguían queriendo mucho, no iban a separarse porque Adru se fuera a la guerra, ¿no?
Y desde aquel prisma sencillo e infantil, Eitne no le vio el problema a lo que les decía Adru. Se alegró mucho por ella, por tener las ideas tan claras y haber encontrado un propósito dentro de Rocavarancolia que a él le pareció muy bonito y noble, y, cómo no, ¡tendría un dragón! A Eitne se le iluminaron los ojos ante la mención. Estuvo a punto de dar saltitos de alegría y pedirle al gamusino que, por favor, lo llevase un día al trabajo para conocer a su montura. Luego las reacciones empezaron a… ¿chocar? Sí, algo así. Chocaban tanto con la determinación de Adru como con la idea inicial de la que había partido el niño. Los más mayores hablaban muy serios y parecían entender muy bien lo que decían, parecían llevar razón. Sonaban convincentes y ¿asustados?
Eitne se quedó callado, atento a los argumentos como el árbitro de un partido de tenis con la pelota. De Adru a Rox, de Rox a Rena, de Rena a Adru, de Adru a Milo y de Milo a Adru, y de Adru a Zobriel, y a Pam, y a Nime y… ¡oh, demiurgo! ¿Milo se iba? Él no sabía qué pensar todavía y la situación ya se había ido de madre. A la sinhadre se le habían escapado un par de lágrimas y a Eitne se le cubrieron los ojos del mismo líquido como si fuese una esponja emocional. Apretó los ojos como había aprendido a hacer durante la criba y aguantó como los adultos las ganas de llorar (aunque él sabía que era mejor soltarlas). Le quería decir que no era tonta, que no tenía razón en lo que decía sobre sí misma (salvo en lo de concentrarse, eso era verdad que le costaba), pero sentía que se acababa de prender un fuego peligroso y prefirió echar primero el agua.
—No os enfadéis, por favor… —pidió a todos con su voz de cascabeles. Sin embargo, no sabía darles motivos para que se calmaran. Él también tenía un poco de miedo por Adru, pero dejó que hablase su deseo por él—. Seguro que Adru va a estar bien aunque haya guerras, es la más rápida del mundo y es muy lista y… —Le falló la voz.
¿Qué pasaría si Milo se enfadaba para siempre con Adru? El niño no se lo quería ni imaginar, debía de haber un lugar común, alguna forma de que hicieran las paces. Habían sobrevivido a cosas peores y se seguían queriendo mucho, no iban a separarse porque Adru se fuera a la guerra, ¿no?
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Sede de los Taumaturgos
16/05/20, 03:44 am
Rox suspiró cuando Adru le respondió, no siendo ese el sentido de su pregunta. El gamusino procedió a menospreciarse y el pelirrosa solo pudo llevarse una mano al rostro, saturado y dolido porque pensase así, incapaz de devolver ni una sonrisa. Su expresión se había suavizado al verse apoyado por Rena, mas las palpitaciones de su sien amenazaban en convertirse pronto en un dolor de cabeza.
Entonces Milo saltó. Se expresó mejor de lo que podría haber hecho él, y aunque le reconfortaba que alguien hubiera sido capaz de decirlo todo tan claro, su malestar y nervios solo aumentaron tras su aportación. Jamás le había visto así: la tensión en su voz, lo que su lenguaje corporal trasmitía, las palabras como cuchillos. No por nada era un antisistema con un mundo jodido, pero aún así su reacción le pilló por banda. Rox tragó saliva, intimidado, pasando la vista despacio de Milo al suelo y del suelo a Adru, esperando que con eso el gamusino entrase en razón... a la vez que le asustaba como pudiera afectarle.
Resonaba con el discurso del moreno, pero el alma se le dividió al ver a Adru llorar. Quizás fuera su condición como cambiante la que le hacía ser tan emocional, o simple y humanamente, que odiaba que sus amigos se sintieran mal. La mención a la casa en llamas le perdió todavía más y tuvo que resistirse por no abrazarle igual que lo había hecho Neil, hundiendo la mirada en el suelo entre sus pies. Gracias a ciertos incidentes -entre ellos, ese- él mismo se había dado cuenta de que estaba dispuesto a mancharse las manos de sangre con tal de defender a sus seres queridos, a su familia allí presente. Eso mismo es lo que le había movido a indagar sobre venenos mortales. Podía entender parte del debate de Adru, sin embargo su opinión no había cambiado y necesitaba aferrarse al cabreo para no dejarse influenciar en lo que consideraba una locura. Buscó la mirada de Milo mientras Zob habló, preocupado por lo alterado que estaba, y la cosa no dejó de escalar.
Nime les gritó y de repente Rox se sintió como si le hubieran ahuecado el pecho y todo el peso se le hubiera ido a los pies, anclado, lento y desestabilizado. Le preocupaba y asustaba a partes iguales la visión de la libense. Tal como había dicho Pelusa, el punto no era únicamente que Adru saliera herido físicamente: en un ejército si la orden era matar obedecías sin hacer cuestiones, y las heridas que dejaban esas acciones eran muy difíciles de tratar. Que no hubiera habido guerras desde hacía tiempo no quitaba el miedo a que una pudiera estallar a lo largo de sus vidas (especialmente tratándose de Rocavarancolia), y no quería ni imaginar las cosas que la ciudad era capaz de hacer en conflicto armado. Si la cicatriz era consecuencia de un ataque... lo que pudiera venir de fuera tampoco era mejor. «Un ejército no solo protege», se repitió numerosas veces. Imaginarse a Adru formando parte de esa escabechina ahuecaba su caja torácica más y más, espacio del que se adueñó su molestia, menguada únicamente por el portazo que propinó el irrense al salir.
El enfado de Milo, las lágrimas de Adru, el grito recriminatorio de Nime, el apoyo que sus compañeros ofrecían pero el cambiante era incapaz de dar, su propia tormenta intena. Su cabeza desconectó, abrumado con todo, empatizante de demasiados. La rabia se deshizo dejando un vacío extaño, apaciguado por las campanas de Eitne.
—No soy el padre de nadie —habló en un tono difícil, mirando costosamente en dirección de los sinhadres. En realidad quería pedirle que por favor se lo pensase dos veces, que no era tonto, que podían protegerse los unos a las otros, que seguro encontraba un sitio donde encajase sin llegar a eso, pero no podía más. Estaba molesto, triste, se sentía culpable, le dolía la cabeza y necesitaba tiempo, todo a la vez. Fuera cual fuera la decisión seguía siendo del más joven y de nadie más—. Haz lo que quieras, Adru.
No se marchó de la sala ipso facto por la propia vergüenza de empeorar el ambiente, sobrecogido aún con la ida de Milo. Tan solo se apartó del corrillo sin mirar a ningún lado, presente solo en cuerpo. La ciudad les había arrebatado tanto como les había regalado, la odiaba y amaba a partes iguales. Su reconciliación aún no estaba completa, y lo que no sabía era hasta que punto quería que ninguno de los suyos arriesgase de nuevo la vida por ella.
Entonces Milo saltó. Se expresó mejor de lo que podría haber hecho él, y aunque le reconfortaba que alguien hubiera sido capaz de decirlo todo tan claro, su malestar y nervios solo aumentaron tras su aportación. Jamás le había visto así: la tensión en su voz, lo que su lenguaje corporal trasmitía, las palabras como cuchillos. No por nada era un antisistema con un mundo jodido, pero aún así su reacción le pilló por banda. Rox tragó saliva, intimidado, pasando la vista despacio de Milo al suelo y del suelo a Adru, esperando que con eso el gamusino entrase en razón... a la vez que le asustaba como pudiera afectarle.
Resonaba con el discurso del moreno, pero el alma se le dividió al ver a Adru llorar. Quizás fuera su condición como cambiante la que le hacía ser tan emocional, o simple y humanamente, que odiaba que sus amigos se sintieran mal. La mención a la casa en llamas le perdió todavía más y tuvo que resistirse por no abrazarle igual que lo había hecho Neil, hundiendo la mirada en el suelo entre sus pies. Gracias a ciertos incidentes -entre ellos, ese- él mismo se había dado cuenta de que estaba dispuesto a mancharse las manos de sangre con tal de defender a sus seres queridos, a su familia allí presente. Eso mismo es lo que le había movido a indagar sobre venenos mortales. Podía entender parte del debate de Adru, sin embargo su opinión no había cambiado y necesitaba aferrarse al cabreo para no dejarse influenciar en lo que consideraba una locura. Buscó la mirada de Milo mientras Zob habló, preocupado por lo alterado que estaba, y la cosa no dejó de escalar.
Nime les gritó y de repente Rox se sintió como si le hubieran ahuecado el pecho y todo el peso se le hubiera ido a los pies, anclado, lento y desestabilizado. Le preocupaba y asustaba a partes iguales la visión de la libense. Tal como había dicho Pelusa, el punto no era únicamente que Adru saliera herido físicamente: en un ejército si la orden era matar obedecías sin hacer cuestiones, y las heridas que dejaban esas acciones eran muy difíciles de tratar. Que no hubiera habido guerras desde hacía tiempo no quitaba el miedo a que una pudiera estallar a lo largo de sus vidas (especialmente tratándose de Rocavarancolia), y no quería ni imaginar las cosas que la ciudad era capaz de hacer en conflicto armado. Si la cicatriz era consecuencia de un ataque... lo que pudiera venir de fuera tampoco era mejor. «Un ejército no solo protege», se repitió numerosas veces. Imaginarse a Adru formando parte de esa escabechina ahuecaba su caja torácica más y más, espacio del que se adueñó su molestia, menguada únicamente por el portazo que propinó el irrense al salir.
El enfado de Milo, las lágrimas de Adru, el grito recriminatorio de Nime, el apoyo que sus compañeros ofrecían pero el cambiante era incapaz de dar, su propia tormenta intena. Su cabeza desconectó, abrumado con todo, empatizante de demasiados. La rabia se deshizo dejando un vacío extaño, apaciguado por las campanas de Eitne.
—No soy el padre de nadie —habló en un tono difícil, mirando costosamente en dirección de los sinhadres. En realidad quería pedirle que por favor se lo pensase dos veces, que no era tonto, que podían protegerse los unos a las otros, que seguro encontraba un sitio donde encajase sin llegar a eso, pero no podía más. Estaba molesto, triste, se sentía culpable, le dolía la cabeza y necesitaba tiempo, todo a la vez. Fuera cual fuera la decisión seguía siendo del más joven y de nadie más—. Haz lo que quieras, Adru.
No se marchó de la sala ipso facto por la propia vergüenza de empeorar el ambiente, sobrecogido aún con la ida de Milo. Tan solo se apartó del corrillo sin mirar a ningún lado, presente solo en cuerpo. La ciudad les había arrebatado tanto como les había regalado, la odiaba y amaba a partes iguales. Su reconciliación aún no estaba completa, y lo que no sabía era hasta que punto quería que ninguno de los suyos arriesgase de nuevo la vida por ella.
- ♪♫♬:
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos
16/05/20, 04:33 am
Rena oyó a Adru decir todas esas cosas sobre sí misma y se sintió como si la apuñalaran. Se identificaba con muchos de esos pensamientos, ella había creído durante mucho tiempo que no servía para nada más que trabajar en una mina y se suponía que en Rocavarancolia iba a cambiar eso.
Milo intervino y la osa suspiró angustiada. Se esperaba esa reacción, su compatriota había renunciado a mucho por sus ideales y por lo que creía correcto, y todos allí habían sufrido la crueldad de la ciudad. No fue capaz de mirarle, ni siquiera cuando se marchó de la habitación. No sabía cómo podía conciliar ambas visiones ni si sus amigos podrían llegar a un acuerdo. Su brújula moral seguía en el mismo sitio que cuando llegó a la ciudad, o eso creía. No siguió a Milo, ya hablaría con él más tarde, en ese momento Adru la necesitaba más. << Milo ya es mayorcito.>>
Pelusa se adelantó a su abrazo, pero no tardó mucho en seguirla y rodear al gamusino con una garra gigante. La estrujó contra su pecho estrujando a Neil y Pelusa de paso.
-Pelusa tiene razón, no debes hablar así de tí. Tú no eres tonta ni eres torpe, eres la Capitana. Creo que hay un huevo de cosas que puedes hacer y que se te darían de maravilla.
El exhabrupto de Nime solo le hizo poner los ojos en blanco. Durante la criba y después habían llegado a la conclusión de que el mundo de la libense estaba muy militarizado y tenía ciertas semejanzas con el sistema de la ciudad, así que su acusación no llegó a la osa lo bastante hondo como para que se cabrease. También habría que hablar con ella, pero en otro momento. Liberó a Adru del abrazo y le puso las manos en los hombros para mirarla a los ojos. Ya no tenía que agacharse para hacerlo.
-No es tan fácil, ¿sabes? Esta ciudad… lo ha cambiado todo. Nos ha arrancado de nuestras casas, nos ha dejado abandonados durante meses, nos ha visto morir y no ha hecho nada al respecto. Y los que dirigen esta ciudad son los que dirigen ese ejército y nos da pánico que estés bajo las órdenes de gente así -Rena intentaba mantenerse firme pero temblaba un poco. El llanto de Adru y el de Eitne se le habían contagiado. Quería decir las palabras correctas pero no sabía cuáles eran -Y ahora salió la Luna y hay gente viviendo como si nada, y haciendo su vida, y tengo dudas porque no sé cómo se supone que tenemos que vivir aquí. Y no es tan raro que hayas llegado a esa conclusión porque joder, es un trabajo y te da de comer y yo que sé vivimos con un huevo de gente del ejército que nos da los buenos días todas las mañanas pero…
Soltó a Adru para tomar aire y secarse los ojos con la manga de la sudadera.
-¡Yo que sé! -dijo, frustrada. -No puedo decirte que me guste, pero tampoco te puedo decir que no lo hagas porque está mal porque ni siquiera sé si después de entrar a formar parte de este circo tengo derecho a decir qué está mal. Solo te pido por favor que no creas que es lo único que puedes hacer y que no… no te pierdas…
Miró a Rox de reojo. Tenía la esperanza de que fuese tras Milo, de alguna forma sus propias dudas le daban miedo. Sentía que se estaba partiendo en dos.
Milo intervino y la osa suspiró angustiada. Se esperaba esa reacción, su compatriota había renunciado a mucho por sus ideales y por lo que creía correcto, y todos allí habían sufrido la crueldad de la ciudad. No fue capaz de mirarle, ni siquiera cuando se marchó de la habitación. No sabía cómo podía conciliar ambas visiones ni si sus amigos podrían llegar a un acuerdo. Su brújula moral seguía en el mismo sitio que cuando llegó a la ciudad, o eso creía. No siguió a Milo, ya hablaría con él más tarde, en ese momento Adru la necesitaba más. << Milo ya es mayorcito.>>
Pelusa se adelantó a su abrazo, pero no tardó mucho en seguirla y rodear al gamusino con una garra gigante. La estrujó contra su pecho estrujando a Neil y Pelusa de paso.
-Pelusa tiene razón, no debes hablar así de tí. Tú no eres tonta ni eres torpe, eres la Capitana. Creo que hay un huevo de cosas que puedes hacer y que se te darían de maravilla.
El exhabrupto de Nime solo le hizo poner los ojos en blanco. Durante la criba y después habían llegado a la conclusión de que el mundo de la libense estaba muy militarizado y tenía ciertas semejanzas con el sistema de la ciudad, así que su acusación no llegó a la osa lo bastante hondo como para que se cabrease. También habría que hablar con ella, pero en otro momento. Liberó a Adru del abrazo y le puso las manos en los hombros para mirarla a los ojos. Ya no tenía que agacharse para hacerlo.
-No es tan fácil, ¿sabes? Esta ciudad… lo ha cambiado todo. Nos ha arrancado de nuestras casas, nos ha dejado abandonados durante meses, nos ha visto morir y no ha hecho nada al respecto. Y los que dirigen esta ciudad son los que dirigen ese ejército y nos da pánico que estés bajo las órdenes de gente así -Rena intentaba mantenerse firme pero temblaba un poco. El llanto de Adru y el de Eitne se le habían contagiado. Quería decir las palabras correctas pero no sabía cuáles eran -Y ahora salió la Luna y hay gente viviendo como si nada, y haciendo su vida, y tengo dudas porque no sé cómo se supone que tenemos que vivir aquí. Y no es tan raro que hayas llegado a esa conclusión porque joder, es un trabajo y te da de comer y yo que sé vivimos con un huevo de gente del ejército que nos da los buenos días todas las mañanas pero…
Soltó a Adru para tomar aire y secarse los ojos con la manga de la sudadera.
-¡Yo que sé! -dijo, frustrada. -No puedo decirte que me guste, pero tampoco te puedo decir que no lo hagas porque está mal porque ni siquiera sé si después de entrar a formar parte de este circo tengo derecho a decir qué está mal. Solo te pido por favor que no creas que es lo único que puedes hacer y que no… no te pierdas…
Miró a Rox de reojo. Tenía la esperanza de que fuese tras Milo, de alguna forma sus propias dudas le daban miedo. Sentía que se estaba partiendo en dos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Sede de los Taumaturgos
16/05/20, 09:53 pm
Cuando a Adru se le saltaron las lágrimas la resolución y el cabreo de Milo flaquearon un poco, pues empezaba a darse cuenta del tono de sus palabras y lo violentas que habían sido, pero a pesar de todo no era capaz de recular en su opinión ni un poco. El irrense no estaba enfadado con el gamusino, no directamente al menos, simplemente le aterraba y rechazaba la decisión que había tomado, pero hablarle así tampoco servía para nada.
—Yo no… —intentó explicarse , haciendo un amago de avanzar en su dirección, pero antes de lograr articular una frase coherente los gritos de Nime le dejaron clavado en el sitio.
Había algo tan retorcido y fuera de lugar en las recriminaciones de la demonio mineral que el cerebro del brujo dejó de funcionar en cuanto la niña terminó de hablar, borrando de un plumazo tanto su capacidad de reacción como sus intenciones de llevar aquel asunto a un terreno más neutral. Se había quedado tan traspuesto después de aquello que incluso dejó de procesar lo que decían sus compañeros: la voz de Pelusa era como la estática de un televisor mal sintonizado.
—… —no fue capaz de articular palabra en ningún momento, pero el hacker notaba como los bramidos se agolpaban en su garganta amenazando con abrirse paso a dentelladas.
A pesar de todo no se permitió explotar frente a los letarguinos y Milo abandonó la sala de entrenamiento dando un portazo que su pulso frenético ahogó por completo. El brujo, temblando violentamente, se encaminó hacia su habitación con bastante rapidez, aunque la sensación que tenía era muy similar a la de estar caminando bajo el agua, y una vez a salvo en su cuarto se resquebrajó por completo.
Una almohada fue la encargada de amortiguar su grito de rabia, al menos en parte, y en cuanto lo soltó todo los ojos del irrense se humedecieron de pura impotencia. Ya intuía que clase de sociedad era la libense, porque convivir con Nime durante tanto tiempo le había proporcionado bastantes pistas al respecto, pero no había sido consciente realmente de ello hasta hacía solo unos instantes. Sus palabras se le habían clavado en el pecho como puñales, pues no estaba preparado para oír semejantes barbaridades en boca de una niña, y que encima se las espetara en una situación tan delicada había sido devastador para su endeble compostura.
Milo había huido, lo que acababa de hacer no tenía otro nombre, pero a solas en la oscuridad ni siquiera era capaz de reconocer eso.
—Yo no… —intentó explicarse , haciendo un amago de avanzar en su dirección, pero antes de lograr articular una frase coherente los gritos de Nime le dejaron clavado en el sitio.
Había algo tan retorcido y fuera de lugar en las recriminaciones de la demonio mineral que el cerebro del brujo dejó de funcionar en cuanto la niña terminó de hablar, borrando de un plumazo tanto su capacidad de reacción como sus intenciones de llevar aquel asunto a un terreno más neutral. Se había quedado tan traspuesto después de aquello que incluso dejó de procesar lo que decían sus compañeros: la voz de Pelusa era como la estática de un televisor mal sintonizado.
—… —no fue capaz de articular palabra en ningún momento, pero el hacker notaba como los bramidos se agolpaban en su garganta amenazando con abrirse paso a dentelladas.
A pesar de todo no se permitió explotar frente a los letarguinos y Milo abandonó la sala de entrenamiento dando un portazo que su pulso frenético ahogó por completo. El brujo, temblando violentamente, se encaminó hacia su habitación con bastante rapidez, aunque la sensación que tenía era muy similar a la de estar caminando bajo el agua, y una vez a salvo en su cuarto se resquebrajó por completo.
Una almohada fue la encargada de amortiguar su grito de rabia, al menos en parte, y en cuanto lo soltó todo los ojos del irrense se humedecieron de pura impotencia. Ya intuía que clase de sociedad era la libense, porque convivir con Nime durante tanto tiempo le había proporcionado bastantes pistas al respecto, pero no había sido consciente realmente de ello hasta hacía solo unos instantes. Sus palabras se le habían clavado en el pecho como puñales, pues no estaba preparado para oír semejantes barbaridades en boca de una niña, y que encima se las espetara en una situación tan delicada había sido devastador para su endeble compostura.
Milo había huido, lo que acababa de hacer no tenía otro nombre, pero a solas en la oscuridad ni siquiera era capaz de reconocer eso.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos
16/05/20, 10:30 pm
No se hizo de rogar en lo más mínimo para abrazar fuertemente a Neil en cuanto que su aurva le rodeó con sus brazos. La discusión continuaba mientras la pareja sinhadre se aferraban el uno al otro. Adru no podía decir que no agradeciese ni le tranquilizasen las palabras mucho más comedidas de Zobriel y Pelusa: sabía de sobra que todos tenían razón en estar preocupados y en que el gamusino se iba a tener que mentalizar de determinadas posibilidades desagradables. Dejó que la mona del queso le abrazase desde su corta altura, aunque no era capaz de devolvérselo adecuadamente en ese instante, no pudiendo separarse de Neil. Agradecía los halagos y quería decir que tal vez se había explicado mal y que no se estaba llamando tonto a sí mismo realmente.
Pero no podía. A pesar de todo ello había una cosa que estaba teniendo mucho más peso en su cabeza en aquel momento, particularmente después de la reacción tan visceral de Milo… y de que el irrense se fuese dando un portazo. Lo había hecho tras la intervención de Nime: si el ambiente no se sintiese tan hostil y ella tan mal habría intentado explicar a la libense que ella misma no compartía aquella visión tan idealizada del ejército aunque agradeciese su apoyo. Lo único que ocurrió en su lugar fue lograr hacerle sentir peor, aunque no culpaba a la demonio mineral en absoluto, mucho menos porque cada uno venía de mundos muy diferentes y sabía por comentarios de la propia niña de qué clase de sociedad venía.
El único comentario que hizo Rox tras todo aquello acrecentó aquella sensación tan desagradable que ya tenía y que le estaba haciendo sentir mal: no le apoyaban. Porque el cambiante, aunque había dicho que hiciera lo que quisiera, no le apoyaba. Milo muchísimo menos, y Rena… Soltó finalmente a su aurva para dejarse abrazar por ella, mojando ligeramente su camiseta con un rastro de lágrimas.
Por suerte para el gamusino las palabras de Rena sumadas al efecto calmante de los cascabeles de Eitne y sus mismas palabras consiguieron evitar que volviese a echarse a llorar y se empezó a sentir mejor poco a poco. Había estado preparada para escuchar algo como lo que le estaba diciendo la licántropo en ese momento y para que le quisiesen advertir de que había partes malas, como habían hecho también Pelusa o Zob. Pero nada le había preparado para la reacción que tuvo Milo y ni siquiera para el tono condescendiente de Rox.
—Yo… No quiero que os sintáis mal por mi culpa. Pero, yo… Yo no quería decir que soy tonta, solo que… Bueno, yo… No sé qué decir, lo siento. Gracias por… por entenderlo.
Los que se habían quedado lo habían hecho, al menos, así que creía que podía decir aquella frase. A pesar de que se encontraba mucho mejor, en buena parte gracias a Eitne, no podía quitarse de la cabeza a Rox y a Milo. Especialmente a aquel último.
>>Lo siento —añadió, cabizbajo.
Tenía miedo, de pronto. Miedo a que el irrense no volviese a querer ser su amigo o algo peor.
Pero no podía. A pesar de todo ello había una cosa que estaba teniendo mucho más peso en su cabeza en aquel momento, particularmente después de la reacción tan visceral de Milo… y de que el irrense se fuese dando un portazo. Lo había hecho tras la intervención de Nime: si el ambiente no se sintiese tan hostil y ella tan mal habría intentado explicar a la libense que ella misma no compartía aquella visión tan idealizada del ejército aunque agradeciese su apoyo. Lo único que ocurrió en su lugar fue lograr hacerle sentir peor, aunque no culpaba a la demonio mineral en absoluto, mucho menos porque cada uno venía de mundos muy diferentes y sabía por comentarios de la propia niña de qué clase de sociedad venía.
El único comentario que hizo Rox tras todo aquello acrecentó aquella sensación tan desagradable que ya tenía y que le estaba haciendo sentir mal: no le apoyaban. Porque el cambiante, aunque había dicho que hiciera lo que quisiera, no le apoyaba. Milo muchísimo menos, y Rena… Soltó finalmente a su aurva para dejarse abrazar por ella, mojando ligeramente su camiseta con un rastro de lágrimas.
Por suerte para el gamusino las palabras de Rena sumadas al efecto calmante de los cascabeles de Eitne y sus mismas palabras consiguieron evitar que volviese a echarse a llorar y se empezó a sentir mejor poco a poco. Había estado preparada para escuchar algo como lo que le estaba diciendo la licántropo en ese momento y para que le quisiesen advertir de que había partes malas, como habían hecho también Pelusa o Zob. Pero nada le había preparado para la reacción que tuvo Milo y ni siquiera para el tono condescendiente de Rox.
—Yo… No quiero que os sintáis mal por mi culpa. Pero, yo… Yo no quería decir que soy tonta, solo que… Bueno, yo… No sé qué decir, lo siento. Gracias por… por entenderlo.
Los que se habían quedado lo habían hecho, al menos, así que creía que podía decir aquella frase. A pesar de que se encontraba mucho mejor, en buena parte gracias a Eitne, no podía quitarse de la cabeza a Rox y a Milo. Especialmente a aquel último.
>>Lo siento —añadió, cabizbajo.
Tenía miedo, de pronto. Miedo a que el irrense no volviese a querer ser su amigo o algo peor.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Sede de los Taumaturgos
17/05/20, 01:16 am
Rox deseaba que las cosas no le hubieran afectado tanto, soltar el enfado al que se había ceñido y abrazar a Adru, pero simplemente no le salía. Le había hecho daño al gamusino, pero no encontraba forma de repararlo sin hacerse daño y mentirse a sí mismo en el proceso. «A lo mejor necesito que Eitne siga hablando» pensó amargamente. Tenía mucho que enfriar.
Agradeció quedarse lo justo para escuchar a Rena, asintiendo imperceptiblemente a cada cosa que añadía con un gesto casi mecánico. Le dio envidia lo bien que había gestionado sus sentimientos, como se expresó, como consolaba a Adru, jurando que, de alguna forma, la peliverde entendía mejor que él sus propios sentimientos. Le picaban los ojos. Si ya la había cagado ahí al menos intentaría mediar las cosas por el otro bando.
Se dirigió a la salida tratando de pasar lo más desapercibido posible, algo difícil cuando la situación les había puesto a Milo y a él en una especie de foco; sentía que eran algo así como los malos de la película, y no podía hacer otra cosa que aceptar el rol de momento. Lo último que necesitaba era levantar más heridas con su marcha así que salió rápido, procurando, a diferencia del irrense, cerrar la puerta detrás de sí sin hacer el más mínimo ruido. Una vez fuera se quedó congelado con la mano sobre el pomo con la culpa cayendo densa sobre sus hombros, mezclada con el alivio de verse fuera del ojo del huracán, protegido de lágrimas y miradas tristes. Sabía que tenía que hablar con Milo, pero no qué ni cómo decirle nada. Era un hipócrita por querer apoyar a Adru de alguna forma cuando dentro había sido incapaz de hacerlo.
Claro que ahí parado no le hacía bien a nadie, ni siquiera a sí mismo. Soltó la puerta y sin pensarlo más fue en dirección al cuarto de Milo con la esperanza de que el chico estuviera ahí. Antes de que la inseguridad le inmovilizase delante de otra puerta cerró nudillos y la tocó dos veces; el tercer toc lo hizo con la frente, abatido.
—Milo, ¿estás aquí? ¿Puedo...? —la palabra perdió fuerza desde la primera sílaba. «No.» —. Voy a entrar.
Nada más asomarse le vio tendido en la cama con un brazo en la cara. Se movió en silencio hasta la misma para sentarse en el borde, atento a los gestos de su amigo. Seguramente no quisiese ni compañía, aunque algo tenía que intentar.
—¿Estás bien...? —era una pregunta tonta y conocía la respuesta, pero ¿por dónde empezar sino?
Agradeció quedarse lo justo para escuchar a Rena, asintiendo imperceptiblemente a cada cosa que añadía con un gesto casi mecánico. Le dio envidia lo bien que había gestionado sus sentimientos, como se expresó, como consolaba a Adru, jurando que, de alguna forma, la peliverde entendía mejor que él sus propios sentimientos. Le picaban los ojos. Si ya la había cagado ahí al menos intentaría mediar las cosas por el otro bando.
Se dirigió a la salida tratando de pasar lo más desapercibido posible, algo difícil cuando la situación les había puesto a Milo y a él en una especie de foco; sentía que eran algo así como los malos de la película, y no podía hacer otra cosa que aceptar el rol de momento. Lo último que necesitaba era levantar más heridas con su marcha así que salió rápido, procurando, a diferencia del irrense, cerrar la puerta detrás de sí sin hacer el más mínimo ruido. Una vez fuera se quedó congelado con la mano sobre el pomo con la culpa cayendo densa sobre sus hombros, mezclada con el alivio de verse fuera del ojo del huracán, protegido de lágrimas y miradas tristes. Sabía que tenía que hablar con Milo, pero no qué ni cómo decirle nada. Era un hipócrita por querer apoyar a Adru de alguna forma cuando dentro había sido incapaz de hacerlo.
Claro que ahí parado no le hacía bien a nadie, ni siquiera a sí mismo. Soltó la puerta y sin pensarlo más fue en dirección al cuarto de Milo con la esperanza de que el chico estuviera ahí. Antes de que la inseguridad le inmovilizase delante de otra puerta cerró nudillos y la tocó dos veces; el tercer toc lo hizo con la frente, abatido.
—Milo, ¿estás aquí? ¿Puedo...? —la palabra perdió fuerza desde la primera sílaba. «No.» —. Voy a entrar.
Nada más asomarse le vio tendido en la cama con un brazo en la cara. Se movió en silencio hasta la misma para sentarse en el borde, atento a los gestos de su amigo. Seguramente no quisiese ni compañía, aunque algo tenía que intentar.
—¿Estás bien...? —era una pregunta tonta y conocía la respuesta, pero ¿por dónde empezar sino?
- ♪♫♬:
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Sede de los Taumaturgos
19/05/20, 07:04 am
Zobriel no suspiró porque hubiera sido demasiado dramático y no quería atraer la atención. No podía culpar a nadie. Se imaginaba a Adru en una guerra, no no, ni siquiera eso, en una batalla tan solo, y se le encogía el pecho, pero simplemente decirle "No puedes entrar al ejercito, busca algo que sea menos peligroso y vive mas tiempo aunque seas infeliz" le aprecia igual de abominable.
A veces el basilisco pensaba que se tomaba muy apecho eso de mayores y menores, y otras veces le gustaría tener alguien a quien pedirle consejos de aquel tipo. No sabia hasta que punto Adru necesitaba mas o menos palabras en aquel momento, pero antes que los enanos empezaran a preguntar cosas como ejercito o guerras prefirió sacarlos de allí.
- No lo sientas - Le dijo acercándose y dándole un muy suave golpe entre las orejas de conejo con sus notas. - No tienes porque, si es lo que quieres esta bien...y si no, tampoco es un contrato de por vida, de todas maneras siempre estaremos aquí....te miraría a los ojos para que veas que lo digo muy en serio, pero ya sabes...Nime Eitne, creo que debemos dejar a Adru un momento para que se tranquilice... - Les hizo unas señas esperando que no pusieran pegas y lo siguieran. Si hacían preguntas, era mejor tratar de calmarlos antes de que las respuestas los hicieran correr a decirle mas cosas al gamusino que ya tenia mucho con lo que lidiar. - Vengan, voy a explicarles algo. - Les repitió con una seña de su garra mientras se cuestionaba si debía pedir ayuda para explicar sobre guerras e invasiones a dos enanos que bien podrían conquistar algunas ciudades, ya sea con risas o con garras.
A veces el basilisco pensaba que se tomaba muy apecho eso de mayores y menores, y otras veces le gustaría tener alguien a quien pedirle consejos de aquel tipo. No sabia hasta que punto Adru necesitaba mas o menos palabras en aquel momento, pero antes que los enanos empezaran a preguntar cosas como ejercito o guerras prefirió sacarlos de allí.
- No lo sientas - Le dijo acercándose y dándole un muy suave golpe entre las orejas de conejo con sus notas. - No tienes porque, si es lo que quieres esta bien...y si no, tampoco es un contrato de por vida, de todas maneras siempre estaremos aquí....te miraría a los ojos para que veas que lo digo muy en serio, pero ya sabes...Nime Eitne, creo que debemos dejar a Adru un momento para que se tranquilice... - Les hizo unas señas esperando que no pusieran pegas y lo siguieran. Si hacían preguntas, era mejor tratar de calmarlos antes de que las respuestas los hicieran correr a decirle mas cosas al gamusino que ya tenia mucho con lo que lidiar. - Vengan, voy a explicarles algo. - Les repitió con una seña de su garra mientras se cuestionaba si debía pedir ayuda para explicar sobre guerras e invasiones a dos enanos que bien podrían conquistar algunas ciudades, ya sea con risas o con garras.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Sede de los Taumaturgos
20/05/20, 08:01 pm
La spriggan solo tun muy suave suspiro cuando escucho el portazo de Milo al marcharse, como seguidamente Rena se le unía al abrazo casi aplastándola cual mosquito contra las piernas de Adru, haciendo que la pequeña refunfuñar alígeramente, mientras escuchabas las palabras de la gran osa. Estaba preocupada, como todos, pero la apoyaba a en cierta forma. Y no podía tener más razón con lo que decía. Realmente el cambio de cosechado ha trasformado, de mierrdecillas en el camino a habitante, era algo a lo que aún estaban medio acostumbrándose.
Para ella había sido relativamente fácil hacerlo, se sentía más habitante de la ciudad de lo que se sentía perteneciente a Ordesta, incluso con las desgracias sufridas, era una vida de libertad por sobre una de esclavitud. Por tanto a Pelusa tal vez no le había afectado tanto desde el principio porque no es como si ella hubiera dejado atrás algo más que penurias, pero era distinto con los demás. Todos tenían familia o amigos en sus mundos de origen, había tenido vidas más o menos buenas, o al menos decentes.
Trabajos en algunos casos, una vida formada, asique adaptarse a tanto cambio y encontrar un rumbo debía ser especialmente confuso. Pelusa no tenía ninguno camino que trazar en base a su pasado, lo único que guardaba de entonces era sus conocimientos, por lo demás ahora es cuando empezaba a realmente a vivir. Le era más fácil adaptarse que al resto porque ella había vuelto a renacer, prácticamente.
La voz de Eitne sonó cual tranquilizantes cascabeles en el aire y Pelusa lo agradeció, era calmante, casi sosegate. Estaba segura que con su voz l pequeño niño podría calmar cualquier tipo de tensión. O tal vez es que ellos simplemente no querrían hacerle daño.
La pequeña spriggan se alejó suavemente de Adru cuando Zob se acercó también para hablarle, al menos Adru había dejado de llorar, pero estaba aún algo preocupada, posiblemente por la intempestiva forma de salir de Milo. <<Espero que Rox pueda hablar con el >> pensó la niña suspirando de nuevo.
-Zob tiene razón, siempre podrás dejarlo si ves que no es realmente lo que querías, pero es cierto…aunque nos preocupe, si es algo que estas convencido en hacer, hazlo. De los errores y de los aciertos también podemos aprender- añadió pelusa con suavidad levantando la vista hacia el rostro cabizbajo del gamusino- Supongo estas preocupado por Milo y Rox, estoy segura que cuando las cosas se calmen y puedan pensar, podréis hablar de nuevo. Es normal el roce, somos de mundos muy diferentes- añadió viendo como Zobriel se intentaba llevar aparte a Nime y Eitne.
Las palabras de la niña habían sido posiblemente, junto a las de Milo, las más fuertes escuchadas. Pelusa no negaba que Nime había dado un punto de vista diferente a las cosas, uno masticado desde siempre en su mundo ¿Qué tenía razón? ¿Que no la tenía? Tal vez en algunas cosas si y en otras no. Ahí radicaba al fin de cuenta no solo la diferencia cultural de cada uno, sino la forma de aceptas esas diferencias. Igual que tal vez lo que para Pam era algo normal, para otros era algo impensable. Era un poco así con muchas cosas.
Pero no negaba que pensar que alguien tan pequeño tenía tan asimilado y asumido que entrar en el ejército era un honor, cuando en el ejército siempre iba a estar la probabilidad más que clara de acabar matando a alguien, eso hasta ella era capaz de entenderlo incluso sino existía tal cosa en ordesta, y era un poco escalofriante. Porque Nime solo parecía ver el lado más “genial, llamativo y bueno” de ser parte del ejército.
Para ella había sido relativamente fácil hacerlo, se sentía más habitante de la ciudad de lo que se sentía perteneciente a Ordesta, incluso con las desgracias sufridas, era una vida de libertad por sobre una de esclavitud. Por tanto a Pelusa tal vez no le había afectado tanto desde el principio porque no es como si ella hubiera dejado atrás algo más que penurias, pero era distinto con los demás. Todos tenían familia o amigos en sus mundos de origen, había tenido vidas más o menos buenas, o al menos decentes.
Trabajos en algunos casos, una vida formada, asique adaptarse a tanto cambio y encontrar un rumbo debía ser especialmente confuso. Pelusa no tenía ninguno camino que trazar en base a su pasado, lo único que guardaba de entonces era sus conocimientos, por lo demás ahora es cuando empezaba a realmente a vivir. Le era más fácil adaptarse que al resto porque ella había vuelto a renacer, prácticamente.
La voz de Eitne sonó cual tranquilizantes cascabeles en el aire y Pelusa lo agradeció, era calmante, casi sosegate. Estaba segura que con su voz l pequeño niño podría calmar cualquier tipo de tensión. O tal vez es que ellos simplemente no querrían hacerle daño.
La pequeña spriggan se alejó suavemente de Adru cuando Zob se acercó también para hablarle, al menos Adru había dejado de llorar, pero estaba aún algo preocupada, posiblemente por la intempestiva forma de salir de Milo. <<Espero que Rox pueda hablar con el >> pensó la niña suspirando de nuevo.
-Zob tiene razón, siempre podrás dejarlo si ves que no es realmente lo que querías, pero es cierto…aunque nos preocupe, si es algo que estas convencido en hacer, hazlo. De los errores y de los aciertos también podemos aprender- añadió pelusa con suavidad levantando la vista hacia el rostro cabizbajo del gamusino- Supongo estas preocupado por Milo y Rox, estoy segura que cuando las cosas se calmen y puedan pensar, podréis hablar de nuevo. Es normal el roce, somos de mundos muy diferentes- añadió viendo como Zobriel se intentaba llevar aparte a Nime y Eitne.
Las palabras de la niña habían sido posiblemente, junto a las de Milo, las más fuertes escuchadas. Pelusa no negaba que Nime había dado un punto de vista diferente a las cosas, uno masticado desde siempre en su mundo ¿Qué tenía razón? ¿Que no la tenía? Tal vez en algunas cosas si y en otras no. Ahí radicaba al fin de cuenta no solo la diferencia cultural de cada uno, sino la forma de aceptas esas diferencias. Igual que tal vez lo que para Pam era algo normal, para otros era algo impensable. Era un poco así con muchas cosas.
Pero no negaba que pensar que alguien tan pequeño tenía tan asimilado y asumido que entrar en el ejército era un honor, cuando en el ejército siempre iba a estar la probabilidad más que clara de acabar matando a alguien, eso hasta ella era capaz de entenderlo incluso sino existía tal cosa en ordesta, y era un poco escalofriante. Porque Nime solo parecía ver el lado más “genial, llamativo y bueno” de ser parte del ejército.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Sede de los Taumaturgos
21/05/20, 01:16 am
Nime pensó, erróneamente, que había conseguido callar a los mayores con sus palabras, porque sentía que tenía razón, a pesar de las dudas que le generaba toda la situación. Había decidido confiar en sus instintos y, sobre todo, defender al gamusino por encima de todo.
Le cogió por sorpresa que la reacción de Milo fuese marcharse sin mediar palabra, pero su actitud no daba a entender que hubiese aceptado a regañadientes la situación, sino que estaba molesto de verdad. Eso preocupó a Nime, porque Milo no se enfadaba casi nunca, pero ella también estaba enfadada, y confusa. Aquel desconcierto fue alimentado por el sonido de la voz de Eitne, dejándola sin palabras, como si hubiese hecho algo malo cuando sabía que defender a Adru definitivamente no lo era. Tal vez se había pasado un poco llamándolos idiotas, pero es que ella había sentido que ellos habían llamado idiota a Adru indirectamente.
Para cuando Rox abandonó el cuarto ya no sabía muy bien qué hacer. A diferencia de Milo él le había dado un voto de confianza al gamusino, aunque fuese de mala gana, y el resto apoyaban a Adru con más o menos reservas, aunque solo fuese porque la querían. Las palabras de Rena, junto a las cosas que había dicho Milo antes, le habían hecho entender algunas cosas, pero aun así no era capaz de ver por qué era tan terrible que Adru decidiese que la milicia era para ella. En su ciudad natal había mucha gente, incluso chicas, a las que no les gustaba el ejército, y no pasaba nada por no querer unirse ni, naturalmente, por hacerlo.
Nime no fue capaz de intervenir ni ante la disculpa de Adru. Quería decirle que no había ninguna razón para disculparse, pero en lugar de eso se la quedó mirando con tristeza. A lo mejor el enfado de Milo y Rox era culpa suya por haberles gritado, así que ella también sentía que debía disculparse, aunque no era capaz. Por eso mismo aceptó irse con Zob sin poner pegas. Quería hacer preguntas, muchísimas, y entendía que aquel no era el lugar ni el momento para hacerlas. Quería entender qué era lo que pasaba y por qué era tan problemático algo que, para ella, era tan natural.
Le cogió por sorpresa que la reacción de Milo fuese marcharse sin mediar palabra, pero su actitud no daba a entender que hubiese aceptado a regañadientes la situación, sino que estaba molesto de verdad. Eso preocupó a Nime, porque Milo no se enfadaba casi nunca, pero ella también estaba enfadada, y confusa. Aquel desconcierto fue alimentado por el sonido de la voz de Eitne, dejándola sin palabras, como si hubiese hecho algo malo cuando sabía que defender a Adru definitivamente no lo era. Tal vez se había pasado un poco llamándolos idiotas, pero es que ella había sentido que ellos habían llamado idiota a Adru indirectamente.
Para cuando Rox abandonó el cuarto ya no sabía muy bien qué hacer. A diferencia de Milo él le había dado un voto de confianza al gamusino, aunque fuese de mala gana, y el resto apoyaban a Adru con más o menos reservas, aunque solo fuese porque la querían. Las palabras de Rena, junto a las cosas que había dicho Milo antes, le habían hecho entender algunas cosas, pero aun así no era capaz de ver por qué era tan terrible que Adru decidiese que la milicia era para ella. En su ciudad natal había mucha gente, incluso chicas, a las que no les gustaba el ejército, y no pasaba nada por no querer unirse ni, naturalmente, por hacerlo.
Nime no fue capaz de intervenir ni ante la disculpa de Adru. Quería decirle que no había ninguna razón para disculparse, pero en lugar de eso se la quedó mirando con tristeza. A lo mejor el enfado de Milo y Rox era culpa suya por haberles gritado, así que ella también sentía que debía disculparse, aunque no era capaz. Por eso mismo aceptó irse con Zob sin poner pegas. Quería hacer preguntas, muchísimas, y entendía que aquel no era el lugar ni el momento para hacerlas. Quería entender qué era lo que pasaba y por qué era tan problemático algo que, para ella, era tan natural.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Sede de los Taumaturgos
23/05/20, 01:30 am
Tras su explosión en la sala de entrenamientos y su posterior huida Milo se había quedado sin fuerzas. Se había tumbado en la cama cuando las lágrimas habían hecho amago de brotar, pero una vez en horizontal el cansancio lo había atropellado y el brujo no había sido capaz ni de llorar. Notaba el aire pesado en sus pulmones y aún tenía los oídos taponados, así que no llegó a contestar cuando llamaron tres veces a la puerta.
—Hey… —murmuró con voz débil instantes después cuando sintió el peso de alguien sentándose al borde del colchón, reconociendo la voz de Rox en la penumbra de la habitación.
El brujo no sabía cómo responder a su pregunta, pues ni él mismo lo sabía, pero aquellos escasos minutos a solas habían extinguido casi todo su enfado. Ahora solo quedaban la decepción, la preocupación y una apatía inesperada como causa de su incapacidad para sobrellevar aquel tema con normalidad.
—No, no lo estoy —respondió al final, aún escondiendo el rostro tras su antebrazo—. Y se que no debería haberme ido así, pero no podía seguir escuchando sin más, no después de las barbaridades que ha dicho Nime… —intentó justificarse, pero se mordió la lengua para no continuar por ahí. Tenía un “lo siento” atascado en la garganta, una disculpa por cómo había saltado y por cómo había huido tras hacerlo, pero era incapaz de liberarlo de su boca.
¿Cómo debía tomarse todo aquello después de una vida dedicada precisamente a algo que era completamente opuesto? En su interior se debatía su mentalidad antisistema y su confianza en el buen juicio de Adru, pero no era capaz de posicionarse de ninguna forma y la aportación de la libense a la conversación sólo había servido para horrorizarlo más aún con todo aquel tema.
—¿Y tú cómo estás? —preguntó de vuelta cuando el silencio se hizo demasiado pesado, apartando un poco el brazo para buscarle con la mirada. Sus ojos dorados se adivinaban tristes en la oscuridad.
—Hey… —murmuró con voz débil instantes después cuando sintió el peso de alguien sentándose al borde del colchón, reconociendo la voz de Rox en la penumbra de la habitación.
El brujo no sabía cómo responder a su pregunta, pues ni él mismo lo sabía, pero aquellos escasos minutos a solas habían extinguido casi todo su enfado. Ahora solo quedaban la decepción, la preocupación y una apatía inesperada como causa de su incapacidad para sobrellevar aquel tema con normalidad.
—No, no lo estoy —respondió al final, aún escondiendo el rostro tras su antebrazo—. Y se que no debería haberme ido así, pero no podía seguir escuchando sin más, no después de las barbaridades que ha dicho Nime… —intentó justificarse, pero se mordió la lengua para no continuar por ahí. Tenía un “lo siento” atascado en la garganta, una disculpa por cómo había saltado y por cómo había huido tras hacerlo, pero era incapaz de liberarlo de su boca.
¿Cómo debía tomarse todo aquello después de una vida dedicada precisamente a algo que era completamente opuesto? En su interior se debatía su mentalidad antisistema y su confianza en el buen juicio de Adru, pero no era capaz de posicionarse de ninguna forma y la aportación de la libense a la conversación sólo había servido para horrorizarlo más aún con todo aquel tema.
—¿Y tú cómo estás? —preguntó de vuelta cuando el silencio se hizo demasiado pesado, apartando un poco el brazo para buscarle con la mirada. Sus ojos dorados se adivinaban tristes en la oscuridad.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos
24/05/20, 04:56 pm
Eitne los miraba a todos con los ojillos llorosos. Procesaba lo que acababa de ocurrir con una lentitud necesaria para ponerse en la piel de todos sus amigos. Había opiniones que entendía más, otras que menos, y entendía que, tanto los que apoyaban a Adru como los que no, lo hacían porque se preocupaban por ella. Como él mismo, que no sabía si pesaban más la emoción y el interés de la sinhadre o el miedo a lo que pudiera ocurrir (o en lo que podría acabar colaborando sin querer).
Se acordó del Huésped durante un segundo y lo echó de menos, porque era más fácil señalar y culpar a un ente malvado del ambiente tenso y gris que lo que tenían en frente. Rox siguió a Milo sede adentro y el malestar creció un poco más en Eitne, mientras la ursántropa, el basilisco y l spriggan seguían hablando con Adru. La postura de Rena era a la que más se acercaba él y agradeció que la expusiera en voz alta porque le ayudó a aclararse un poco.
—Adru, no va a pasar nada, ya verás —le dijo con un hilillo de voz claro y exclusivo para ella, era más bien un deseo que un hecho, pero intentó expresarlo de forma que no cupiese la duda entre sus cascabeles.
Luego los llamó Zobriel y Eitne tuvo un poco de miedo de que la explicación que mencionaba el basilisco viniese con regañina incorporada, pero al ver que Nime aceptaba, el niño les siguió. Miró de soslayo a Adru, con temor por su ánimo y un poco de pena, pero con ella estaban Neil, Pelusa y Rena. El gamusino estaba bien acompañado.
Se acordó del Huésped durante un segundo y lo echó de menos, porque era más fácil señalar y culpar a un ente malvado del ambiente tenso y gris que lo que tenían en frente. Rox siguió a Milo sede adentro y el malestar creció un poco más en Eitne, mientras la ursántropa, el basilisco y l spriggan seguían hablando con Adru. La postura de Rena era a la que más se acercaba él y agradeció que la expusiera en voz alta porque le ayudó a aclararse un poco.
—Adru, no va a pasar nada, ya verás —le dijo con un hilillo de voz claro y exclusivo para ella, era más bien un deseo que un hecho, pero intentó expresarlo de forma que no cupiese la duda entre sus cascabeles.
Luego los llamó Zobriel y Eitne tuvo un poco de miedo de que la explicación que mencionaba el basilisco viniese con regañina incorporada, pero al ver que Nime aceptaba, el niño les siguió. Miró de soslayo a Adru, con temor por su ánimo y un poco de pena, pero con ella estaban Neil, Pelusa y Rena. El gamusino estaba bien acompañado.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Sede de los Taumaturgos
24/05/20, 06:55 pm
Por el tono del irrense pronto averiguo que su enfado no se traspapelaría a él y eso bastó para sacarle un leve suspiro de alivio. Sería más fácil hablar con él así.
—Me lo imaginaba —respondió en tono suave, incómodo. Se echó más atrás en la cama para sentarse mejor y de paso quitarse la tensión de encima—. No te culpo. Ha sido... difícil.
Si él sentía que la había pifiado no podía imaginar como se sentiría Milo, visto que su cabreo había dado paso a la más pura pena e incertidumbre. Como había ido el asunto, la tristeza en sus ojos, le rompía por dentro. Y a saber como estaría la situación allí donde se habían quedado los demás. Mejor no pensarlo. Cuando le preguntó como estaba su respuesta inmediata fue encogerse de hombros y negar mirando a otro lado, distante.
—No lo sé —suspiró—. Esto es superior a mi. Es como que... me da mucho miedo lo que le pase a Adru en el ejército y... ¿que quiero impedírselo a toda costa y a la vez quiero apoyarle? —suspiró con pesadez, dejando caer la cabeza abatido—. No sé.
Miró al brujo, inquieto. Quería animarle de alguna manera, tener algún gesto así fueran unas palmaditas en el hombro, pero aún estaba buscando como aclararse a sí mismo, y... bueno, seguía siendo Milo con quien estaba hablando, eso siempre le ponía un poco nervioso de serie.
—No creo que todo el mundo en este sitio sea malo —logró articular mirando a la pared, recordando las palabras previas de Rena—. El gobierno... Si es que se puede llamar gobierno a lo que tenga esto, es una puta mierda. Y no quiero que Adru esté bajo esa gente, pero...
¿Como explicar todo lo que opinaba y sonar convincente? Había empezado a fiarse de los rocararancoleses, él mismo, sus amigos, todos eran ya ciudadanos de Rocavarancolia, pero seguían sin gustarle sus dirigentes y las políticas de no intervención que dejaban a críos morir después de llevárselos drogados; era una ciudad que invertía más en muerte que en reconstruirse. Pero por alguna razón cuanto más lo pensaba más seguro se sentía del gamusino.
—Adru no haría nada malo —volteó el rostro para mirarle—. Solo quiere defendernos y sentirse útil. Conozco esa sensación de no saber que coño hacer con tu vida asi que en parte le entiendo. Estoy seguro de que serviría para mil trabajos distintos, y tiene 15 años, no es como tenga que trabajar ya pero... ha encontrado algo que quiere hacer y ya está —agachó la mirada hacia su colgante, trasteándolo entre los dedos en gesto nervioso—. Nime viene de un mundo muy distinto al nuestro y se ha criado así, no... no te lo tomes a pecho. Que a ver, en mi mundo sigue habiendo guerras, hay mucha gente que todavía piensa igual que ella, el ejército es obligatorio en muchos países y aún así me ha parecido terrorífico, pero... es que una cría, Milo. Aún hay que explicarle como son las cosas...
No sabía si sus palabras servirían para el moreno, pero al menos estaban funcionado en él. Le observó, espectante y paciente. Había procurado hablar con tacto, pero igualmente le preocupaba que Milo cargase mal contra sus argumentos.
—Me lo imaginaba —respondió en tono suave, incómodo. Se echó más atrás en la cama para sentarse mejor y de paso quitarse la tensión de encima—. No te culpo. Ha sido... difícil.
Si él sentía que la había pifiado no podía imaginar como se sentiría Milo, visto que su cabreo había dado paso a la más pura pena e incertidumbre. Como había ido el asunto, la tristeza en sus ojos, le rompía por dentro. Y a saber como estaría la situación allí donde se habían quedado los demás. Mejor no pensarlo. Cuando le preguntó como estaba su respuesta inmediata fue encogerse de hombros y negar mirando a otro lado, distante.
—No lo sé —suspiró—. Esto es superior a mi. Es como que... me da mucho miedo lo que le pase a Adru en el ejército y... ¿que quiero impedírselo a toda costa y a la vez quiero apoyarle? —suspiró con pesadez, dejando caer la cabeza abatido—. No sé.
Miró al brujo, inquieto. Quería animarle de alguna manera, tener algún gesto así fueran unas palmaditas en el hombro, pero aún estaba buscando como aclararse a sí mismo, y... bueno, seguía siendo Milo con quien estaba hablando, eso siempre le ponía un poco nervioso de serie.
—No creo que todo el mundo en este sitio sea malo —logró articular mirando a la pared, recordando las palabras previas de Rena—. El gobierno... Si es que se puede llamar gobierno a lo que tenga esto, es una puta mierda. Y no quiero que Adru esté bajo esa gente, pero...
¿Como explicar todo lo que opinaba y sonar convincente? Había empezado a fiarse de los rocararancoleses, él mismo, sus amigos, todos eran ya ciudadanos de Rocavarancolia, pero seguían sin gustarle sus dirigentes y las políticas de no intervención que dejaban a críos morir después de llevárselos drogados; era una ciudad que invertía más en muerte que en reconstruirse. Pero por alguna razón cuanto más lo pensaba más seguro se sentía del gamusino.
—Adru no haría nada malo —volteó el rostro para mirarle—. Solo quiere defendernos y sentirse útil. Conozco esa sensación de no saber que coño hacer con tu vida asi que en parte le entiendo. Estoy seguro de que serviría para mil trabajos distintos, y tiene 15 años, no es como tenga que trabajar ya pero... ha encontrado algo que quiere hacer y ya está —agachó la mirada hacia su colgante, trasteándolo entre los dedos en gesto nervioso—. Nime viene de un mundo muy distinto al nuestro y se ha criado así, no... no te lo tomes a pecho. Que a ver, en mi mundo sigue habiendo guerras, hay mucha gente que todavía piensa igual que ella, el ejército es obligatorio en muchos países y aún así me ha parecido terrorífico, pero... es que una cría, Milo. Aún hay que explicarle como son las cosas...
No sabía si sus palabras servirían para el moreno, pero al menos estaban funcionado en él. Le observó, espectante y paciente. Había procurado hablar con tacto, pero igualmente le preocupaba que Milo cargase mal contra sus argumentos.
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