Una conversación pendiente

NOCHE ANTES DEL SALTO

Tras terminar de cenar y justo un poco antes de que la gente se fuera a dormir, Maila decidió que ya era hora de enfrentarse a sus problemas de una vez por todas. La preocupación la estaba matando y no sabía qué otra cosa hacer más que contárselo a Fleur. Así que en cuanto tuvo oportunidad le pidió si podían retomar aquella conversación de aquella mañana, mientras se iban a un sitio más privado. La  chica estaba tensa y agobiada como nunca antes lo había estado y volvía a sentir el llanto al borde del colapso. Agobiada por aquella situación, por salir allá fuera, por las muertes que había visto y por sus hermanos.

-Bueno... e-es lo que te iba diciendo antes de que Kiki... Pues eso...- Le dijo sin saber muy bien cómo expresar lo que ya había dicho antes.- Supongo que nada de lo que siento le es desconocido a nadie de los que hay aqui, pero... realmente no sé cómo  gestionar esta maldita mierda... Y t-te necesito, Fleur.- Le dijo sin poder contener más las lágrimas.- Te necesito más que nunca, porque esta ciudad me está destrozando...-

La chica dejó que Fleur hablara, mientras miraba un punto fijo en el suelo, como si allí se hallara la solución a todos los problemas. Y los problemas no solo procedían del exterior, de aquella ciudad de muerte, sino también de su propio hogar. Durante siete años había cuidado prácticamente sola a sus tres hermanos menores, sin ayuda de su padre más que la económica. Ahora que ella no estaba dudaba de si sus hermanos podrían apañárselas solos y sabía que tenían que echarla mucho de menos. <<Los he traicionado, he sido egoísta y los he dejado solos... ¿ Y para qué? ¿Para sentirme libre? Quizás esta sea la libertad que me merezca. Akeyo dijo que mi familia estaría bien... pero también dijo que  Rocavarancolia era una ciudad sin igual con criaturas milagrosas... Y la “ciudad” es una ruina y dos de esas “criaturas milagrosas” ya han intentado matarnos... >> Pensó con odio y pesar.

Al fin ambas tuvieron un momento para hablar en solitario. Hacía tiempo que un cambio en Maila era evidente, y aunque la francesa sabía que la situación tan extrema lo provocaba conocía a su amiga lo suficiente como para saber que no era el único motivo que perturbaba su bienestar. Y estaba allí para descubrirlo, aunque viendo el ánimo de la hawaiana sospechaba que solo hacía falta que le tiraran un poco de la lengua, no solía callarse nada y no parecía que aquella fuera la excepción.

Se encontraban en la habitación en un momento oportuno y la joven apoyaba su espalda en la pared con una almohada de por medio y vestida con un camisón blanco. En aquel momento llevaba el pelo suelto pero el flequillo no llegaba a tapar sus ojos, los cuales miraban a la chica con comprensión. Decidió no interrumpirla hasta que dejó espacio para que hablara. Aunque por poco no se quedó muda allí en el sitio por el impacto de sus palabras. Maila la necesitaba... y lo había dicho sin más, de manera tan directa. ¿Era egoísta por pensar que le gustaba demasiado aquel detalle?. Enrojeció, antes de dar paso a su hilillo de voz.
—Yo... Maila —su dedo índice pareció actuar por impulso propio, posándose en la barbilla de la chica y haciendo fuerza para que dejara de mirar a un punto ciego y en su lugar, la mirara a ella. Luego retiró la mano rápido, no sabía por qué había hecho eso—  no sabes lo que puedo llegar a entenderte. Y si-si no sabes como gestionarlo... de veras, podemos hacerlo juntas. De alguna manera se nos ha brindado la oportunidad de ir a esta ciudad en compañía, no tenemos por qué... estar solas —dijo con una sonrisa triste, no sabía si estaba haciéndolo bien o mal, pero sabía que necesitaba estar destrozada para recomponerse de nuevo, eso ella lo había vivido cientos de veces. Cuando vio que lloraba no pudo contenerse, y la abrazó, perdiendo su mano derecha entre sus rizos oscuros— pero... dime, ¿hay algo más? —su amiga siempre había sido tan familiar, sospechaba lo que le estaba pasando.

Cuando la chica le cogió de la barbilla el corazón de Maila se aceleró unos instantes, preguntándose si lo había hecho solo para que la mirara o por alguna razón más y una parte de ella sintió el deseo de besarla. No era la primera vez que sentía el impulso y si nunca lo había hecho en la Tierra era porque sabía lo tímida que era Fleur y las dudas que la asolaban,  pero desde luego ese había sido el  deseo más fuerte de todos. De hecho lo más seguro es que  se lo hubiera dado de no ser por las circunstancias, y eso Maila lo sabía muy bien.<<¿Acaso me merezco intentar ser feliz,  intentar tener algo con ella... con lo que he hecho?>> Se preguntó mientras cerraba el puño algo decepcionada cuando vio que Fleur apartaba su mano.

Tras eso escuchó la respuesta de su amiga mientras se sorbía la nariz y de vez en cuando movía el pie izquierdo nerviosa de la preocupación. <<Tiene razón, es una suerte no tener que afrontar esto sola, pero...>> Pensó Maila algo aliviada en aquel aspecto aunque no lo suficiente para que la chica se serenase ni dejara de llorar, aunque si lo hizo con menor fuerza.

Sin embargo en cuanto Fleur la abrazó las lágrimas volvieron a brotar con la misma intensidad,  como si hubieran estado esperando ese preciso instante para salir a la luz. Quizás esperando aquella sensación de alivio cuando alguien te dice que todo va a salir bien y te abraza. Sentía que había traicionado a su familia al dejarlos, que su madre estaría muy decepcionada con ella si pudiera verla. Y todos esos pensamientos le eran mucho más aterradores que cualquier peligro de la ciudad.

Tras la última frase de la francesa la hawaiana cerró los ojos con fuerza por unos instantes. Fleur la conocía demasiado bien para saber que su malestar no se debía solo al estrés y miedo de la situación que vivían.

-Yo... s-si, si hay algo más-. Le dijo tras separarse de ella. Miró al suelo unos instantes e intentó respirar para intentar relajarse. Necesitaba explicarse con detalle y esperaría el tiempo que hiciera falta para poder hacerlo en condiciones. Y sobretodo temía decirlo en voz alta. -Es que... echo mucho de menos a mis hermanos-. Confesó tras haberse esperado unos cuantos minutos en silencio, con un nudo otra vez en la garganta, por desgracia.-Y yo.. s-siento que les he fallado... Joder, me cago en la puta-. Dijo sintiéndose al borde del llanto  con la voz quebrada, mientras se inclinaba hacia delante apoyando los codos en las rodillas.

Fleur contempló como la fuerza de su llanto disminuía por unos momentos pero afloraba desorbitado cuando le dio aquel abrazo. Aquello sirvió para apretarla con más intensidad aunque su cuerpo pequeño no es que sirviera para ofrecer un apoyo más cómodo.
—Dime, sea lo que sea —masculló cuando  su amiga se tomó unos minutos más para serenarse y al fin romper el silencio.

Lo que dijo en cambio no la pilló por sorpresa, la vida de Maila había cambiado de vivir con sus tres hermanos y su padre (aunque bastante ausente) a dejar de verlos de forma repentina. Aquello le permitió reflexionar sobre sí misma, no echaba de menos a nadie en la Tierra pues se encontraba claramente sola y dudaba que hicieran lo propio con ella, Célestine se habría vuelto loca buscándola pero más porque se escapara de sus garras que porque la quisiera a su lado. Únicamente extrañaba a su tía Agathe, pero eso ya lo hacía en el convento. También le tenía afecto a Mana, Apikai y Arthur Junior, incluso al padre de Maila porque aunque fuera distante al menos le había ofrecido un hogar y en muchos aspectos algo parecido a una familia. Pero no compartía todo lo que quisiera sus sentimientos, y eso solo le hacía más difícil aliviar su pesar.
—Lo entiendo —y le acarició la muñeca con cariño, sin mirarla completamente a los ojos. Tenía pocas palabras para algo que escapaba a su control, Maila y sus hermanos estaban en mundos distintos, era normal y lo propio empezar a echarles en falta. Prestó más atención a la segunda parte de sus palabras— ...¿fallarles? ¿por qué, a qué te refieres?.

-¿Que a qué me refiero?- Repitió la hawaiana un poco atónita y malhumorada con la pregunta, para ella era bastante evidente, mientras se levantaba de la cama y la miraba. Su tono era algo elevado y enfadado, pero sobretodo iba dirigido a sí misma. -Todo este tiempo he cuidado de mis hermanos, desde la muerte de mi madre y ahora yo...- La chica se quedó callada sin saber cómo expresarse y volvió a sentarse algo frustrada y arrepentida por pagarlo con la chica.- Perdona, he sido algo brusca. Tú no tienes la culpa de nada-.

<<¿Cómo  explicar que la has cagado pero bien? ¿ Qué has preferido ESTO antes que tu propia familia?>> Se preguntó culpable mientras miraba a la pared fijamente. En aquellos momentos echaba también de menos a su amigo Josh, era un gilipollas, la verdad. Pero un gilipollas de los buenos, de los que tenían un gran corazón y de lo único de lo que se le podía culpar era de no pensar las cosas con la cabeza. En aquellos momentos sabía que le habría hecho reír con algo como : “¿Por qué tienes esa cara de burro? ¡Levanta el culo y déjate de pamplinas, tía! Seguro que tus hermanos no querrían verte así” y probablemente lo habría acompañado con una de esas caras de imbécil que ponía sin querer cuando estaba de broma.

¡Y surfear! Cómo añoraba estar por encima de aquellas olas descomunales... Cuando lo hacía se desvanecían todos sus problemas, como si se los tragara las misma olas que surfeaba. Siempre  había estado muy orgullosa  de haber aprendido a hacerlo y quería creer que en esas circunstancias en las que estaba le habría relajado coger la tabla. Sin embargo sabía que estas eran circunstancias especiales.

-Lo que quiero decir, Fleur... es que... los he abandonado...- Prosiguió de forma rotunda y seca, sin temblores en la voz, para sorpresa de ella misma. <<Supongo que estoy demasiado decepcionada conmigo misma como para sentir otra cosa>> Se dijo para sí mientras miraba a la rubia. - Sin pensar en las consecuencias, sin pensar en... nada. Solo en mí y en mis ganas de escapar de las responsabilidades. De ser... libre de alguna forma.- Sonrió algo triste ante lo estúpido que sonaba ese comentario, viniendo de ella. <<Como si tuviera derecho a quejarme sobre mi libertad, comparada con Fleur...>> -Qué decisión más estúpida...-

Fleur parpadeó lentamente cuando Maila se alteró con ella, como si tuviera el poder de leer su mente, y aunque en parte suponía lo que ocurría le estaba ofreciendo la oportunidad de entenderlo y explicarlo a su manera. Suspiró manteniendole la mirada menos extrañada de lo que debería, su amiga podía cambiar fácilmente de la tranquilidad de un lago a la voracidad de una tormenta en mar abierto.
—No... no la tengo —musitó cuando la chica se disculpó, no podía culparla de estar en un momento de crisis y siendo sincera consigo misma le resultaba difícil enfadarse con ella. Ni siquiera sentía reproche, solo ganas de abrazarla.

El rostro de Fleur compuso una mueca lastimera conforme se percataba de que las palabras de la hawaiana alcanza límites que no había imaginado. No solo los echaba de menos, se culpaba. Maila se estaba hostigando así misma y la francesa desvió la mirada al suelo unos segundos pensando que no podía estar más equivocada. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo decirle algo tan obvio sin herir una parte de sus sentimientos?.
—Maila, verás —su voz fina sonó algo firme, volvió a mirarla mientras se acercaba a ella, podía sufrir y lo harían juntas pero no por el motivo equivocado— tú no... no les has fallado. No es así, simplemente... no lo es—intentaba encontrar las palabras exactas y poner toda su delicadeza en ello. El término “libertad” la impulsó a poner una mano en su rodilla y aquella proximidad casi volvió a sacarla del tema— escúchame... todos estos años has estado cuidando de tus hermanos porque tu padre... Arthur... no estaba en condiciones, y lo has estado haciendo genial en un momento en el que... no te tocaba a ti hacerlo —>>Ahora tiene dieciocho pero la madre de Maila falleció no pocos años atrás, no puedo imaginar lo responsable que se ha visto obligada a ser mientras su padre se lamentaba y ausentaba<<— yo... —oh, se estaba emocionando al hablar— no puedo imaginar una hermana de la que se puedan sentir más orgullosos Maila, y permíteme decirte que también como amiga. Piénsalo... tu padre se desentendía en parte porque tú estabas ahí para salvarles a todos, ahora que no es así habrá reaccionado —Arthur le caía genial, había sido hospitalario con ella y gentil a su manera, pero no era un buen padre. Por supuesto, eso jamás saldría de su boca— tus hermanos están bien estoy segura y si quieres... puedo tenerlos presente en mis oraciones... además sabes que de conocer la oportunidad que se te brindó ellos no habrían querido que te quedaras en el faro.

Luego continuó hablando algo enrojecida y con un toque más apesadumbrado que no pudo evitar.
—Te merecías esa libertad de la que hablas, bueno... quizás no esto porque no es lo que imaginamos ninguna de las dos pero... sí la libertad que pudiste pensar cuando aceptaste. Te-te —algo se agarró a su pecho como asfixiándola, quizás la posibilidad de que Maila pensara que se había equivocado, pero algo que aún no comprendía expandía el egoísmo en su forma más pura dentro de ella. No era justa al preocuparse por ello ni sentirse mal cuando debía apoyar a su amiga, pero habló sin control— te... ¿te arrepientes? —se habían marchado juntas y aunque lo aceptaría le dolería que así fuera. Su tono de voz en cambio dejaba implícita que la pregunta tenía otras connotaciones que ni quería pensar. >>Para, tienes que parar<<

Maila suspiró con expresión culpable cuando vio lo mal que se tomaba la francesa la metedura de pata que había hecho. Sabía que Fleur solo quería ayudar, pero como solía ocurrir  se había dejado llevar por sentimientos repentinos para luego arrepentirse de inmediato. Por suerte la chica no pareció tomárselo demasiado mal como le había parecido a Maila en un principio, y escuchó con semblante serio las opiniones de la rubia.

Fleur tenía razón sobre su padre, era algo que ella misma sabía demasiado bien. Desde la muerte de su madre éste se había mostrado ausente, despreocupado de sus deberes como padre. Como si Keilani se hubiera llevado al morir a todos sus hijos. <<Y eso no es justo...>> Pensó la hawaiana con ira y algo de rencor. Sin embargo, y muy en el fondo sabía que esas emociones eran todo fachada. Los recuerdos que tenía de su padre antes de aquel incidente eran buenos, sabía que era buena persona y aunque los quería con esa mala manera de demostrarlo no podía guardarle rencor por mucho tiempo. Como hija mayor le había tocado una responsabilidad que no le correspondía, y para sorpresa de todos había logrado cuidar de sus hermanos en una época de su infancia en que ella también había necesitado ser cuidada. Y eso la había marcado de manera tan profunda que no creía posible.

Cuando Fleur prosiguió con su discurso y llegó a la parte de que sus hermanos podían sentirse orgullosos de ella y de que era una buena amiga no pudo evitar volver a llorar. Realmente necesitaba que alguien le dijera esas cosas. <<No. Necesito que Fleur me diga estas cosas>> Pensó siendo más clara aún si cabía de sus sentimientos hacia ella.

Escuchar que la francesa pensaba que su padre había sido tan ausente porque sabía que Maila estaría ahí fue como un bálsamo para las heridas, pero agridulce. Nunca se le había ocurrido que pudiera ser así de egoísta en esas circunstancias, pero sabía que la francesa estaba en lo cierto <<Si, tiene razón... Antes de la muerte de mamá, él era muy atento con nosotros, aunque no lo viéramos tanto tiempo como a ella. Se refugió en su dolor sin pensar en nadie, y cuando vio que yo empezaba a cuidar de Api, Mana y Arthut Jr... simplemente se desatendió. Conmigo desaparecida, debe estar cuidándolos. Cómo no se me había ocurrido...>> Se dijo algo frustrada, le había dado tantas vueltas al comportamiento actual de su padre que no se había parado a pensar en el origen de todo aquello.

Maila terminó de escuchar con una media sonrisa a la francesa, mucho más aliviada de lo que lo había estado en todo aquel tiempo en la ciudad. A la chica no se le escapó las connotaciones con las que iba dirigida aquella pregunta y la hawaiana solo pudo dedicarle una intensa mirada antes de responder.

-Una parte de mi sí, mi familia debe estar preguntándose dónde estoy ahora mismo...- Comentó sinceramente la hawaiana antes de mirarla con esas mismas connotaciones que había usado Fleur al preguntarle. -Pero en realidad... no. Tú estás aquí, así que aquí es dónde debo estar. Contigo. Juntas. Yo... te agradezco lo que has hecho por mí, Fleur. Eres... eres muy importante para mí, no sabes cuánto.- Dijo antes de abrazarla y darle varios besos en la mejilla, aunque deseara decir y hacer otras cosas en esos momentos.

<<No te precipites Maila, sabes cómo es ella.>> Le dijo su cabeza, cerrando fuerte los ojos.

A pesar de sus lágrimas Maila pareció tranquilizarse, y aquello solo alivió la mitad de sus preocupaciones. La otra continuó atascada en su garganta, impidiendo que le permitiera olvidar la pregunta a su amiga. No era el momento adecuado y Fleur lo sabía.

-Oh… -y en un instante su mundo pareció venirse abajo, se había sobrepasado y sin entender muy bien cual era su objetivo tras aquella duda expresada en voz alta. ¿Es que esperaba que la antepusiera a su familia? Sin embargo su decepción pasó de estrellarla estrepitosamente contra el suelo a transformarse en una montaña rusa de emociones. Parecía haberlo captado. Maila… ¿también se movía en ese lenguaje? En ese código secreto que no sabía manejar y se había introducido de manera inconsciente- tú… también eres muy importante para mí -comentó sonrojada mientras la chica le besaba las mejillas.  Por una vez no pensó en ello, simplemente disfrutó del momento y se fundieron en un gran abrazo. Luego se reunieron con el resto, nada borraría su gran sonrisa toda la noche.