- Rocavarancolia Rol
Torreón Letargo
31/10/15, 02:22 pm
Este torreón de cuatro plantas está completamente cubierto de enredaderas, por lo que en un inicio es un poco complicado encontrar la puerta, algo más pequeña que en los otros torreones. El puente levadizo suele estar bajado, y da a una franja de tierra que rodea la parte delantera del torreón. Los capullos de las flores, que solo se abren con la Luna Roja, despiden al anochecer una fragancia que atonta y adormece a quien la huele. En el patio tiene suelo de tierra y también está repleto de plantas, en su mayoría secas o raquíticas. En el centro hay una estatua de una ninfa atravesada por cientos de estacas.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo
18/06/23, 04:18 pm
La penumbra matutina del refugio no parecía molestar en absoluto a Trece, que se sentaba a la mesa sin utilizar una silla, al lado de un Garaten que la miraba conteniendo una exasperación que no podía exteriorizar.
—Eso no tiene sentido, ¿qué clase de formación militar recibías en tu… mundo? —le preguntaba el xolnita, forzándose a mirar a los ojos a la grotesca xenomorfa. No iba a provocarla, no después de ver cómo había paralizado a mordiscos a la alimaña que había matado al chico de piel gris el día anterior. Habían sido emboscados mientras los distraía la comida que les arrojaron en el bosque ominoso.
—¿Formación? Atacas y matas o mueres, Nombrado.
—No, por el Emperador. —Garaten se frotó el puente de la nariz pero tomó aire y continuó—. No podemos atacar sin más a los otros, Trece. Se trata de competir por los recursos, no de enzarzarnos en batallas campales hasta que cada vez quedemos menos. Ni siquiera sabemos cuántos hay en total.
—¿Y por qué tengo que hacerte caso? —el desdén de Trece en su tono era evidente.
—Soy militar, especializado en estrategia. Me avalan años de preparación y logros en el campo de batalla, xe… —se detuvo antes de llamarla xenomorfa, aunque dudaba que con su inteligencia comprendiese siquiera la palabra—. Prueba a hacer las cosas a mi manera por ahora, no pido otra cosa. Si aun así crees que no tengo razón, hablaremos de nuevo.
Trece pareció dudar, sin dejar de mirarle con dureza, pero en el fondo se sentía perdida sin Bakaiar y sus congéneres cerca.
—Vale, entonces enséñame cómo nos defenderías tú la próxima vez que los animales nos quieran matar. Pero como viste, yo soy buena haciéndolo a mi manera.
Garaten tragó saliva, pero su expresión siguió siendo orgullosa. Tendría que hacer muchos méritos para ganarse la confianza de aquella bestia, algo que estaba claro que el grupo necesitaba.
—De acuerdo.
Wintoon había observado el intercambio en silencio desde las escaleras que llevaban al sótano, todavía sosteniendo entre sus manos el arco y las flechas que había encontrado en la armería. Bordeó la mesa sin hacer ruido para que ninguno se dirigiese a ella y salió al patio, donde había pretendido probar el arco antes de que aquella escena la hiciese detenerse. Tensó la cuerda, cargando la primera flecha y buscó su objetivo, un monigote de paja que había encontrado en la última planta del torreón. Tenía que acostumbrarse a aquel arco por si volvía a ocurrir un incidente como el del día anterior. No, estaba segura de que aquello solo había sido el comienzo. Nadie se había recuperado todavía de la impresión.
—¿Sabes tirar? —escuchó cómo le preguntaba una voz suave.
Al girarse, Wintoon vio al pequeño anfibio de piel azulada llamado Kiyut. El niño la miraba con cautela, algo que había seguido haciendo tras aclarar que no iba a quitarse la máscara delante de ninguno de ellos.
—Soy cazadora —respondió solamente.
—Tú también lo has oído todo, ¿verdad? Trece da miedo.
—Lo da —admitió la xiotwacana—, pero como aliada es valiosa.
—Entonces, ¿estás de acuerdo con Garaten? —El mivense miró hacia atrás, comprobando que el xolnita no hubiese salido sigilosamente al patio cuando dijo su nombre.
—No lo sé —admitió tras pensar durante un par de segundos—. Necesito entender en qué clase de problema nos hemos metido antes de opinar nada.
El niño solo pudo darle la razón con un largo silencio, tras el cual Wintoon decidió que era mejor continuar afinando la puntería con su nueva arma.
—Eso no tiene sentido, ¿qué clase de formación militar recibías en tu… mundo? —le preguntaba el xolnita, forzándose a mirar a los ojos a la grotesca xenomorfa. No iba a provocarla, no después de ver cómo había paralizado a mordiscos a la alimaña que había matado al chico de piel gris el día anterior. Habían sido emboscados mientras los distraía la comida que les arrojaron en el bosque ominoso.
—¿Formación? Atacas y matas o mueres, Nombrado.
—No, por el Emperador. —Garaten se frotó el puente de la nariz pero tomó aire y continuó—. No podemos atacar sin más a los otros, Trece. Se trata de competir por los recursos, no de enzarzarnos en batallas campales hasta que cada vez quedemos menos. Ni siquiera sabemos cuántos hay en total.
—¿Y por qué tengo que hacerte caso? —el desdén de Trece en su tono era evidente.
—Soy militar, especializado en estrategia. Me avalan años de preparación y logros en el campo de batalla, xe… —se detuvo antes de llamarla xenomorfa, aunque dudaba que con su inteligencia comprendiese siquiera la palabra—. Prueba a hacer las cosas a mi manera por ahora, no pido otra cosa. Si aun así crees que no tengo razón, hablaremos de nuevo.
Trece pareció dudar, sin dejar de mirarle con dureza, pero en el fondo se sentía perdida sin Bakaiar y sus congéneres cerca.
—Vale, entonces enséñame cómo nos defenderías tú la próxima vez que los animales nos quieran matar. Pero como viste, yo soy buena haciéndolo a mi manera.
Garaten tragó saliva, pero su expresión siguió siendo orgullosa. Tendría que hacer muchos méritos para ganarse la confianza de aquella bestia, algo que estaba claro que el grupo necesitaba.
—De acuerdo.
Wintoon había observado el intercambio en silencio desde las escaleras que llevaban al sótano, todavía sosteniendo entre sus manos el arco y las flechas que había encontrado en la armería. Bordeó la mesa sin hacer ruido para que ninguno se dirigiese a ella y salió al patio, donde había pretendido probar el arco antes de que aquella escena la hiciese detenerse. Tensó la cuerda, cargando la primera flecha y buscó su objetivo, un monigote de paja que había encontrado en la última planta del torreón. Tenía que acostumbrarse a aquel arco por si volvía a ocurrir un incidente como el del día anterior. No, estaba segura de que aquello solo había sido el comienzo. Nadie se había recuperado todavía de la impresión.
—¿Sabes tirar? —escuchó cómo le preguntaba una voz suave.
Al girarse, Wintoon vio al pequeño anfibio de piel azulada llamado Kiyut. El niño la miraba con cautela, algo que había seguido haciendo tras aclarar que no iba a quitarse la máscara delante de ninguno de ellos.
—Soy cazadora —respondió solamente.
—Tú también lo has oído todo, ¿verdad? Trece da miedo.
—Lo da —admitió la xiotwacana—, pero como aliada es valiosa.
—Entonces, ¿estás de acuerdo con Garaten? —El mivense miró hacia atrás, comprobando que el xolnita no hubiese salido sigilosamente al patio cuando dijo su nombre.
—No lo sé —admitió tras pensar durante un par de segundos—. Necesito entender en qué clase de problema nos hemos metido antes de opinar nada.
El niño solo pudo darle la razón con un largo silencio, tras el cual Wintoon decidió que era mejor continuar afinando la puntería con su nueva arma.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo
04/09/23, 02:05 pm
Nila se había acurrucado entre los dos arcones de la habitación donde solía dormir, ahora vacía. Le temblaba la mandíbula inferior mientras escuchaba aún en su cabeza la voz de Ama siendo dura con ella, pero si algo quería era no derramar una sola lágrima más. «Ser una niña no te excusa de intentar no ser una carga para el grupo» le decía. Tal vez por su altura, Ama parecía creer que era aún más joven de lo que realmente era.
—Muy fácil de decir para ti, que no te importa nadie… —Murmuró, enterrando la cabeza entre los brazos y haciéndose un ovillo.
La nublina no había llevado bien nada de lo que había ocurrido esa semana. Sus sueños infantiles de grandeza en Rocavarancolia no tenían nada que ver con la realidad que le había dado la bienvenida en el mundo de la magia y lo imposible. No podía entenderse con varios de sus compañeros, y todo allí fuera les quería matar. Por eso no había salido ni una sola vez desde que encontraron refugio.
Aquel día era imposible huir de la realidad. No con el cuerpo de aquella bestia y toda su sangre derramada a la puerta del torreón. Una especie de sapo gigante había atacado al grupo en el bosque extraño cuando salían a por comida, metiéndose en la boca de un latigazo a uno de sus compañeros. Los siguió hasta el torreón, donde Lahria, Garaten, Wintoon y Merante prepararon una emboscada que consiguió matarla. Nila no podía quitarse de la cabeza al tímido repoblador que había perdido la vida esa mañana, ni la piel enrojecida de Lahria y Merante allí donde habían entrado en contacto con la piel húmeda de la bestia. Desearía no volver a ver delante aquel endiablado sapo, pero Garaten quería investigar el cuerpo y por su culpa estaban posponiendo llevárselo lejos de allí.
—Estabas ahí, Nila…
La niña levantó la cabeza al reconocer la voz de su compañero nublino, un chico poco mayor que ella. Al mirarle, la presa que contenía sus lágrimas se abrió sin poder evitarlo, y hundió de nuevo la cabeza en sus brazos con frustración.
Briel se alegraba de haberla encontrado, pero se le encogió el corazón al verla así, con su pelo gris derramado de forma desordenada y convulsionando por el llanto. Se sentó a su lado y empezó a acariciarle la espalda, tratando de calmarla, a la vez que sus propias lágrimas le humedecían también la cara. Puede que se llevase pocos años con Nila, pero no podía evitar ver a sus hermanas menores reflejadas en ella. No era capaz de dejarla sola, mucho menos viendo cómo su naturaleza bondadosa la hacía sufrir en aquel ambiente endemoniado. Él mismo ansiaba volver a sus pastos en Nubla, pero ya no había vuelta atrás.
El llanto de Nila acabó reduciéndose a sollozos esporádicos, por lo que Briel decidió secarse también las lágrimas. No podía ocultarle a Nila que había estado llorando, ni quería. Las palabras de Ama habían sido demasiado duras, como si a ella no le importase la muerte de su compañero. «¿Cómo pudo decir que era demasiado pequeño y débil para esta ciudad y quedarse tan tranquila?» pensó Briel. «Si ella no tiene corazón por lo menos que deje llorar a los demás tranquilos».
—¿Sigue ahí? —Preguntó Nila de pronto. Era obvio a qué se refería.
—Sí. No… no mires, ¿vale? —Prefería ahorrarle los detalles, él mismo se había ido en cuanto Garaten comenzó su autopsia improvisada.
Nila se abrazó con fuerza a sus piernas y tras un suspiro lastimero volvió a quedarse en silencio. Nadie lo rompió hasta que lo hicieron unos pasos suaves por el pasillo. Kiyut también había estado buscando a Nila, y cuando les encontró se sentó con ellos haciendo un corro. Las palabras se negaban a salir de su garganta, pero no eran necesarias. No servían de ningún consuelo, después de todo.
—Muy fácil de decir para ti, que no te importa nadie… —Murmuró, enterrando la cabeza entre los brazos y haciéndose un ovillo.
La nublina no había llevado bien nada de lo que había ocurrido esa semana. Sus sueños infantiles de grandeza en Rocavarancolia no tenían nada que ver con la realidad que le había dado la bienvenida en el mundo de la magia y lo imposible. No podía entenderse con varios de sus compañeros, y todo allí fuera les quería matar. Por eso no había salido ni una sola vez desde que encontraron refugio.
Aquel día era imposible huir de la realidad. No con el cuerpo de aquella bestia y toda su sangre derramada a la puerta del torreón. Una especie de sapo gigante había atacado al grupo en el bosque extraño cuando salían a por comida, metiéndose en la boca de un latigazo a uno de sus compañeros. Los siguió hasta el torreón, donde Lahria, Garaten, Wintoon y Merante prepararon una emboscada que consiguió matarla. Nila no podía quitarse de la cabeza al tímido repoblador que había perdido la vida esa mañana, ni la piel enrojecida de Lahria y Merante allí donde habían entrado en contacto con la piel húmeda de la bestia. Desearía no volver a ver delante aquel endiablado sapo, pero Garaten quería investigar el cuerpo y por su culpa estaban posponiendo llevárselo lejos de allí.
—Estabas ahí, Nila…
La niña levantó la cabeza al reconocer la voz de su compañero nublino, un chico poco mayor que ella. Al mirarle, la presa que contenía sus lágrimas se abrió sin poder evitarlo, y hundió de nuevo la cabeza en sus brazos con frustración.
Briel se alegraba de haberla encontrado, pero se le encogió el corazón al verla así, con su pelo gris derramado de forma desordenada y convulsionando por el llanto. Se sentó a su lado y empezó a acariciarle la espalda, tratando de calmarla, a la vez que sus propias lágrimas le humedecían también la cara. Puede que se llevase pocos años con Nila, pero no podía evitar ver a sus hermanas menores reflejadas en ella. No era capaz de dejarla sola, mucho menos viendo cómo su naturaleza bondadosa la hacía sufrir en aquel ambiente endemoniado. Él mismo ansiaba volver a sus pastos en Nubla, pero ya no había vuelta atrás.
El llanto de Nila acabó reduciéndose a sollozos esporádicos, por lo que Briel decidió secarse también las lágrimas. No podía ocultarle a Nila que había estado llorando, ni quería. Las palabras de Ama habían sido demasiado duras, como si a ella no le importase la muerte de su compañero. «¿Cómo pudo decir que era demasiado pequeño y débil para esta ciudad y quedarse tan tranquila?» pensó Briel. «Si ella no tiene corazón por lo menos que deje llorar a los demás tranquilos».
—¿Sigue ahí? —Preguntó Nila de pronto. Era obvio a qué se refería.
—Sí. No… no mires, ¿vale? —Prefería ahorrarle los detalles, él mismo se había ido en cuanto Garaten comenzó su autopsia improvisada.
Nila se abrazó con fuerza a sus piernas y tras un suspiro lastimero volvió a quedarse en silencio. Nadie lo rompió hasta que lo hicieron unos pasos suaves por el pasillo. Kiyut también había estado buscando a Nila, y cuando les encontró se sentó con ellos haciendo un corro. Las palabras se negaban a salir de su garganta, pero no eran necesarias. No servían de ningún consuelo, después de todo.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo
19/11/23, 07:59 pm
Lahria observaba desde la puerta del cuarto donde Sutileza se encontraba rodeado por los rostros preocupados de los más pequeños del grupo y, a cierta distancia, Wintoon, Merante y Ama. De entre las tres chicas, solo Ama mostraba algún tipo de emoción en su rostro (aunque no es que pudiera saber qué había bajo la máscara de Wintoon) y estas se decantaban claramente hacia el rango de la frustración y la incredulidad.
—Te vas a poner bien, Sutileza —oyó susurrar a Nila.
Briel y Kiyut también parecían dedicar palabras amables al roquense, aunque no podía oírles muy bien desde donde se encontraba.
A quien sí escuchó perfectamente fue a la carabesa resoplando.
—Después de semejante actuación, me extraña que haya sobrevivido siquiera. Ese flechazo fue mere...
La libense frunció el ceño e hizo el amago de irrumpir en la habitación para cortar las afiladas palabras de Ama, pero para su sorpresa alguien que solía abrir la boca más bien poco se le adelantó.
—Solo es un niño —le interrumpió la ochroria.
La carabaesa puso los ojos en blanco.
—Tal vez. Quizás deba decirle alguna que otra cosa a nuestro "excelso líder".
En eso, no obstante, sí que estaba completamente de acuerdo Lahria. De hecho, fue el empujón final que le decidió a subir en busca de Garaten. Desde que el roquense había vuelto con aquel flechazo que por poco acaba con su vida, había estado postergando el momento porque discutir con el xolnita era una de las cosas que menos le apetecían, pero estaba más que determinada a hacerlo aún así.
Aquel plan, aunque no se había opuesto abiertamente dado que no conocía de nada a aquellos contra los que supuestamente competían, no le había parecido una buena idea desde el principio. No había participado en la disección de la criatura; llegó a pensar que era incluso bastante excesivo, aunque una parte de ella sentía cierta satisfacción pensando que tal vez aquella niña rica imperialista pudiera morir entre terribles sufrimientos. Lo que ciertamente no le había parecido una buena idea, había sido que Garaten ordenase a Sutileza acudir en solitario hasta el refugio donde residían para comprobar si su plan tenía el efecto deseado.
Encontró al ulterano en el estudio, lugar que se había básicamente agenciado para sí mismo y entró sin más ceremonias.
—Por las barbas del Emperador, Lahria, aunque seas una salvaje por lo menos ten la decencia de llamar a la puerta —se quejó de inmediato el pelimorado levantándose de la silla con una expresión irritada en su rostro.
—¿Estás contento con el resultado de tu plan? —le preguntó fulminándolo con la mirada e ignorando su comentario, con retintín en su tono la libense.
Garaten se cruzó de brazos y alzó una ceja.
—A ver... No es lo ideal porque por lo que he podido entender de los balbuceos de ese pollo escamoso inútil solo se murió una de ellos pero... Es un comienzo —sonrió con suficiencia.
Lahria gruñó, sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Se llama Sutileza. Solo tiene ocho años y casi lo matan.
El xolnita hizo un gesto desdeñoso con las manos.
—Sí, bueno, no es una criatura muy lista, eso está claro. Pero su capacidad para volar es una buena ventaja táctica... A ver si si se recupera pronto y...
Lahria dio un puñetazo en la mesa que sobresaltó al ulterano.
—¿Eres imbécil? ¿Aún después de lo ocurrido quieres volver a ponerlo en peligro de esa manera?
El ulterano adoptó una pose indignada y, a pesar de que Lahria le sacaba varios centímetros de altura, se las apañó para que pareciese que la miraba desde una posición superior también de forma física.
—Sin duda solo una salvaje pierde los papeles de esta manera. Y solo alguien tan corta de miras me reclamaría semejante estulticia —suspiró con cansancio y dio unos pasos, comenzando a sonreír con malicia mientras cambiaba a una postura más relajada—. Xenomorfos tan desagradables y primitivos como él deberían estar agradecidos de poder servir a algún propósito siquiera.
La libense le miró con odio. Le daba igual lo que dijese sobre ella, pero la forma en la que despreciaba a sus compañeros de rasgos más distintos le sacaba completamente de sus casillas.
—A lo mejor deberíamos probar con tu saliva a continuación: puede que sea más venenosa que la de aquel anfibio —le espetó—. Es completamente inútil discutir con alguien de tu calaña. Pero como alguien más salga herido por tus decisiones claramente carentes de "estulticia" —remarcó con ironía aquella palabra que nadie más que aquel estúpido niño rico utilizaría en una conversación informal—... Bueno, digamos que tal vez estas conversaciones dejen de ser privadas.
No tenía nada más que decirle y se giró para abandonar el estudio.
Garaten arqueó una ceja y permaneció en silencio unos instantes, como procesando lo que trataba de decir la libense. A continuación dejó escapar una carcajada.
—Te invito a ello, compañera. Seguro que sentará muy bien a esos criajos que tanto te gusta sobreproteger.
Lahria se detuvo pero no se giró, una mueca de desagrado cruzó su rostro y tan solo siguió su camino cerrando la puerta de un portazo. Cerca de las escaleras vio a Raki, que se encontraba apoyado sobre la pared con los brazos cruzados.
—Pierdes tu tiempo —le informó el clinger antes de simplemente ponerse en movimiento y desaparecer escaleras arriba.
¿Es que había estado espiando su conversación? Raki resultaba un auténtico misterio para la joven libense: nunca sabía qué tenía exactamente en la cabeza.
Mientras tanto, en el estudio, Garaten se sentaba de nuevo en su sitio, frente a un libro y unos apuntes que había estado examinando antes de la interrupción de la libense.
—Menudo desperdicio... —negó con la cabeza murmurando para sí antes de volver su atención a los papeles.
—Te vas a poner bien, Sutileza —oyó susurrar a Nila.
Briel y Kiyut también parecían dedicar palabras amables al roquense, aunque no podía oírles muy bien desde donde se encontraba.
A quien sí escuchó perfectamente fue a la carabesa resoplando.
—Después de semejante actuación, me extraña que haya sobrevivido siquiera. Ese flechazo fue mere...
La libense frunció el ceño e hizo el amago de irrumpir en la habitación para cortar las afiladas palabras de Ama, pero para su sorpresa alguien que solía abrir la boca más bien poco se le adelantó.
—Solo es un niño —le interrumpió la ochroria.
La carabaesa puso los ojos en blanco.
—Tal vez. Quizás deba decirle alguna que otra cosa a nuestro "excelso líder".
En eso, no obstante, sí que estaba completamente de acuerdo Lahria. De hecho, fue el empujón final que le decidió a subir en busca de Garaten. Desde que el roquense había vuelto con aquel flechazo que por poco acaba con su vida, había estado postergando el momento porque discutir con el xolnita era una de las cosas que menos le apetecían, pero estaba más que determinada a hacerlo aún así.
Aquel plan, aunque no se había opuesto abiertamente dado que no conocía de nada a aquellos contra los que supuestamente competían, no le había parecido una buena idea desde el principio. No había participado en la disección de la criatura; llegó a pensar que era incluso bastante excesivo, aunque una parte de ella sentía cierta satisfacción pensando que tal vez aquella niña rica imperialista pudiera morir entre terribles sufrimientos. Lo que ciertamente no le había parecido una buena idea, había sido que Garaten ordenase a Sutileza acudir en solitario hasta el refugio donde residían para comprobar si su plan tenía el efecto deseado.
Encontró al ulterano en el estudio, lugar que se había básicamente agenciado para sí mismo y entró sin más ceremonias.
—Por las barbas del Emperador, Lahria, aunque seas una salvaje por lo menos ten la decencia de llamar a la puerta —se quejó de inmediato el pelimorado levantándose de la silla con una expresión irritada en su rostro.
—¿Estás contento con el resultado de tu plan? —le preguntó fulminándolo con la mirada e ignorando su comentario, con retintín en su tono la libense.
Garaten se cruzó de brazos y alzó una ceja.
—A ver... No es lo ideal porque por lo que he podido entender de los balbuceos de ese pollo escamoso inútil solo se murió una de ellos pero... Es un comienzo —sonrió con suficiencia.
Lahria gruñó, sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Se llama Sutileza. Solo tiene ocho años y casi lo matan.
El xolnita hizo un gesto desdeñoso con las manos.
—Sí, bueno, no es una criatura muy lista, eso está claro. Pero su capacidad para volar es una buena ventaja táctica... A ver si si se recupera pronto y...
Lahria dio un puñetazo en la mesa que sobresaltó al ulterano.
—¿Eres imbécil? ¿Aún después de lo ocurrido quieres volver a ponerlo en peligro de esa manera?
El ulterano adoptó una pose indignada y, a pesar de que Lahria le sacaba varios centímetros de altura, se las apañó para que pareciese que la miraba desde una posición superior también de forma física.
—Sin duda solo una salvaje pierde los papeles de esta manera. Y solo alguien tan corta de miras me reclamaría semejante estulticia —suspiró con cansancio y dio unos pasos, comenzando a sonreír con malicia mientras cambiaba a una postura más relajada—. Xenomorfos tan desagradables y primitivos como él deberían estar agradecidos de poder servir a algún propósito siquiera.
La libense le miró con odio. Le daba igual lo que dijese sobre ella, pero la forma en la que despreciaba a sus compañeros de rasgos más distintos le sacaba completamente de sus casillas.
—A lo mejor deberíamos probar con tu saliva a continuación: puede que sea más venenosa que la de aquel anfibio —le espetó—. Es completamente inútil discutir con alguien de tu calaña. Pero como alguien más salga herido por tus decisiones claramente carentes de "estulticia" —remarcó con ironía aquella palabra que nadie más que aquel estúpido niño rico utilizaría en una conversación informal—... Bueno, digamos que tal vez estas conversaciones dejen de ser privadas.
No tenía nada más que decirle y se giró para abandonar el estudio.
Garaten arqueó una ceja y permaneció en silencio unos instantes, como procesando lo que trataba de decir la libense. A continuación dejó escapar una carcajada.
—Te invito a ello, compañera. Seguro que sentará muy bien a esos criajos que tanto te gusta sobreproteger.
Lahria se detuvo pero no se giró, una mueca de desagrado cruzó su rostro y tan solo siguió su camino cerrando la puerta de un portazo. Cerca de las escaleras vio a Raki, que se encontraba apoyado sobre la pared con los brazos cruzados.
—Pierdes tu tiempo —le informó el clinger antes de simplemente ponerse en movimiento y desaparecer escaleras arriba.
¿Es que había estado espiando su conversación? Raki resultaba un auténtico misterio para la joven libense: nunca sabía qué tenía exactamente en la cabeza.
Mientras tanto, en el estudio, Garaten se sentaba de nuevo en su sitio, frente a un libro y unos apuntes que había estado examinando antes de la interrupción de la libense.
—Menudo desperdicio... —negó con la cabeza murmurando para sí antes de volver su atención a los papeles.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo
08/07/24, 02:25 pm
Los ánimos estaban tensos entre los habitantes de Letargo. El aparente éxito de su misión era amargo; el grupo que había ido al barrio chamuscado había vuelto sin Sutileza y el que había ido a Sendar se había retirado en mitad de su tarea. Garaten no estaba contento con ninguno de ambos resultados.
—Apenas había tres sujetos dentro y ya os habían abierto la puerta —ni siquiera contaba al repoblador como uno más—, ¿y te ha dado miedo volver siquiera para comprobar si el trabajo estaba hecho?
—No entiendo por qué tendríamos que arriesgarnos más acercándonos a esa cosa —terció Raki. Había sido él quien había dicho que saliesen corriendo, y no le preocupaba acarrear con la responsabilidad de sus palabras ante Garaten ni ante nadie—. No era algo que pudiésemos manejar. Ama tenía razón.
Garaten chasqueó la lengua con fastidio, sin esconder su decepción. Primero, estaba decepcionado con el clinger, quien parecía el más inteligente de aquel grupo de tres. Después, y sobre todo, estaba decepcionado consigo mismo por haber empezado a considerar competente a aquel xenomorfo de aspecto repugnante.
Lahria no se quedó más al margen tras eso. Se encontraba mirando por la tronera del despacho, esperando ver volver a Sutileza con una gran sonrisa y gritando un informe detallado de todo lo que había visto y hecho. Pero el ave no volvía, así que se encaró al xolnita y le habló arrastrando las palabras.
—No tiene sentido que muramos para matar a otros, Garaten. Para empezar, estamos haciendo esto para sobrevivir. Esta no es una de tus guerras, ni un juego, ni todos los del grupo son soldados entrenados. La mayoría de los que están aquí lo único que quieren es volver a casa.
Sin alterarse, la libense imprimió en sus palabras una seriedad cortante que no admitía réplica. Estaba cansada de esperar, de pérdidas, y de tener que luchar todos los días.
Raki solo la miró con su cara inexpresiva de insecto. Por su actitud solo dejaba claro que se retiraba de la conversación y no tenía intención de participar en la discusión que era probable que estallase. Pero Garaten no cayó en la provocación.
—Todo eso ya lo sé, pero infantes o no, estas son las tropas que tenemos aquí y ahora. Estoy intentando entrenarlos precisamente para la supervivencia.
—¿Y qué hay de Sutileza? —le interrumpió Lahria—. ¿Por qué no le prohibiste alejarse? A ti te habría escuchado.
—Hacía lo que quería y fue porque quiso. A mí también me preocupa perder ese recurso, Lahria —repuso el ulterano con un suspiro que nada tenía que ver con no volver a ver al niño que fue—, pero tendremos que adaptarnos a nuevas formas de hacer las cosas sin él.
La expresión de Lahria se volvió fiera, pero no asustó a Garaten con ello. En el fondo, este disfrutaba de provocarla a propósito. Ambos sabían que, con lo peligrosa que era la ciudad, a Sutileza podía pasarle algo cualquier día por muy invencible que se creyese con sus alas. Meterse bajo tierra pensando que estas le iban a salvar había sido su peor idea hasta la fecha.
Unos pasos acercándose y unos golpes de nudillo en la puerta del despacho interrumpieron la conversación. La voz de Ama habló desde fuera y giró la manilla simultáneamente.
—Wintoon y yo ya hemos vuelto —informó con tono cansado—. No hemos encontrado nada por la zona y ya casi es de noche. Dadlo por muerto ahí abajo.
Inicialmente la carabesa se había negado a quedarse buscando al niño, tomándolo por desaparecido tras haber esperado un tiempo prudencial. Su tono de voz transmitía entre líneas un claro «os lo dije» que no llegó a verbalizar.
Lahria se quedó callada, Raki se unió a Ama para abandonar el despacho, y un chasquido de lengua de Garaten fue lo primero que rompió el silencio tras las noticias.
—Al menos sabemos que si Sutileza no pudo salir, mucho menos lo habrán hecho los cosechados de Sendar —comentó entre dientes.
[A efectos del rol, esto significa que durante un tiempo les van a dejar tranquilos, dándolos por muertos salvo a cuatro. Sin Sutileza, se terminarán los sabotajes de las cestas. Durante algunas semanas estarán rehaciendo sus estrategias y lidiando con otros problemas antes de que Raki descubra, espiándolos, que la mayoría todavía viven].
—Apenas había tres sujetos dentro y ya os habían abierto la puerta —ni siquiera contaba al repoblador como uno más—, ¿y te ha dado miedo volver siquiera para comprobar si el trabajo estaba hecho?
—No entiendo por qué tendríamos que arriesgarnos más acercándonos a esa cosa —terció Raki. Había sido él quien había dicho que saliesen corriendo, y no le preocupaba acarrear con la responsabilidad de sus palabras ante Garaten ni ante nadie—. No era algo que pudiésemos manejar. Ama tenía razón.
Garaten chasqueó la lengua con fastidio, sin esconder su decepción. Primero, estaba decepcionado con el clinger, quien parecía el más inteligente de aquel grupo de tres. Después, y sobre todo, estaba decepcionado consigo mismo por haber empezado a considerar competente a aquel xenomorfo de aspecto repugnante.
Lahria no se quedó más al margen tras eso. Se encontraba mirando por la tronera del despacho, esperando ver volver a Sutileza con una gran sonrisa y gritando un informe detallado de todo lo que había visto y hecho. Pero el ave no volvía, así que se encaró al xolnita y le habló arrastrando las palabras.
—No tiene sentido que muramos para matar a otros, Garaten. Para empezar, estamos haciendo esto para sobrevivir. Esta no es una de tus guerras, ni un juego, ni todos los del grupo son soldados entrenados. La mayoría de los que están aquí lo único que quieren es volver a casa.
Sin alterarse, la libense imprimió en sus palabras una seriedad cortante que no admitía réplica. Estaba cansada de esperar, de pérdidas, y de tener que luchar todos los días.
Raki solo la miró con su cara inexpresiva de insecto. Por su actitud solo dejaba claro que se retiraba de la conversación y no tenía intención de participar en la discusión que era probable que estallase. Pero Garaten no cayó en la provocación.
—Todo eso ya lo sé, pero infantes o no, estas son las tropas que tenemos aquí y ahora. Estoy intentando entrenarlos precisamente para la supervivencia.
—¿Y qué hay de Sutileza? —le interrumpió Lahria—. ¿Por qué no le prohibiste alejarse? A ti te habría escuchado.
—Hacía lo que quería y fue porque quiso. A mí también me preocupa perder ese recurso, Lahria —repuso el ulterano con un suspiro que nada tenía que ver con no volver a ver al niño que fue—, pero tendremos que adaptarnos a nuevas formas de hacer las cosas sin él.
La expresión de Lahria se volvió fiera, pero no asustó a Garaten con ello. En el fondo, este disfrutaba de provocarla a propósito. Ambos sabían que, con lo peligrosa que era la ciudad, a Sutileza podía pasarle algo cualquier día por muy invencible que se creyese con sus alas. Meterse bajo tierra pensando que estas le iban a salvar había sido su peor idea hasta la fecha.
Unos pasos acercándose y unos golpes de nudillo en la puerta del despacho interrumpieron la conversación. La voz de Ama habló desde fuera y giró la manilla simultáneamente.
—Wintoon y yo ya hemos vuelto —informó con tono cansado—. No hemos encontrado nada por la zona y ya casi es de noche. Dadlo por muerto ahí abajo.
Inicialmente la carabesa se había negado a quedarse buscando al niño, tomándolo por desaparecido tras haber esperado un tiempo prudencial. Su tono de voz transmitía entre líneas un claro «os lo dije» que no llegó a verbalizar.
Lahria se quedó callada, Raki se unió a Ama para abandonar el despacho, y un chasquido de lengua de Garaten fue lo primero que rompió el silencio tras las noticias.
—Al menos sabemos que si Sutileza no pudo salir, mucho menos lo habrán hecho los cosechados de Sendar —comentó entre dientes.
[A efectos del rol, esto significa que durante un tiempo les van a dejar tranquilos, dándolos por muertos salvo a cuatro. Sin Sutileza, se terminarán los sabotajes de las cestas. Durante algunas semanas estarán rehaciendo sus estrategias y lidiando con otros problemas antes de que Raki descubra, espiándolos, que la mayoría todavía viven].
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo
30/08/24, 03:47 pm
Nunca había visto a Briel tan perdido.
Wintoon se limitó a cederle el paso cuando se cruzó de frente con él, subiendo las escaleras de la armería con pasos pesados y la respiración entrecortada. Solo podía imaginarse por qué venía de allí hasta que llegó abajo y vio a Kiyut apoyado contra una pared. Se frotaba un brazo con expresión abatida, la cara de alguien que parecía tratar de ahuyentar alguna clase de fantasma. Cuando la vio llegar, apartó la mano rápidamente.
—Ah. Wintoon —acertó a decir. Ninguna sonrisa acompañó a su saludo, algo que hubiera sido natural cualquier otro día.
—Te ha golpeado —afirmó la xiotwacana. No necesitaba preguntarlo.
—No, no. No diría… no tanto como eso. Ha sido culpa mía. Por… por intentar excusarme.
Wintoon ladeó la cabeza mientras escuchaba los titubeos del niño. Su mirada siguió las escaleras, asegurándose de que Briel ya no podía oírles antes de continuar hablando.
—Por mucho que se enfade con los demás, Nila no va a volver. Y de todos, tú eres el menos responsable de lo que ha ocurrido. —Las palabras de Wintoon siempre eran concisas, pero eso no quería decir que no cargasen una amabilidad en la que Kiyut siempre había encontrado consuelo. No era así ese día.
—Pero tiene razón. Yo podría haberlo evitado. Pero también si no estuviésemos siempre tan divididos ahí fuera… si hubieseis estado ahí con nosotros desde el principio, Nila tal vez…
—Nunca se sabe lo que podría haber sido, Kiyut. Esa cosa que os atacó era demasiado rápida para lo enorme que era. Fue una suerte que pudieses retenerlo con magia hasta que volvimos.
—Pero dejé que nos siguiese hasta casi la puerta. Por mi culpa ahora…
Wintoon le chistó con cariño. Era perfectamente consciente del problema que había fuera. El cuerpo del enorme paquidermo que había tronzado a Nila como si fuese una sandía yacía a poca distancia del torreón, secándose al sol. Mientras se habían hecho cargo del cadáver de la niña, el barrio se había llenado de carroñeros, particularmente unos buitres con picos afilados como garfios que los atacaban en bandada con solo verles.
—Pasará, como todo. En unos días habrán terminado de comer, solo tenemos que ser pacientes y esperar —le aseguró.
—¿Pero y si no tenemos tiempo? —preguntó Kiyut, apretando los puños.
—¿A qué te refieres?
—El otro grupo. Si han empezado a quitarnos la comida y a vacilarnos, a lo mejor es que tienen recursos para plantarnos cara. A lo mejor encuentran maneras de hacernos daño mientras nosotros estamos distraídos con… otros problemas.
»Tengo miedo, Wintoon —confesó—. No sé por qué hemos empezado todo esto. ¿Porque Briel dice que solo recibirán los dones de la Luna los mejores? Ni siquiera está tan seguro de lo que sabe. Hacer daño a otros no puede ser la solución.
—Pero encaja con lo que nos dijeron en el discurso. —Wintoon se detuvo. Kiyut no necesitaba unas justificaciones que estaba cansado de oír, sino consuelo—. No quiere decir que me guste nada de lo que estamos haciendo, pero no hay marcha atrás. Te protegeré ocurra lo que ocurra. Lahria también. Confía en nosotros, como hasta ahor…
Un chillido agudo como una nota de violín rompió la calma que envolvía el torreón, interrumpiendo a la xiotwacana, que en escasos segundos tuvo el arco cargado en la mano y dirigió sus pasos a la escalera.
Wintoon se limitó a cederle el paso cuando se cruzó de frente con él, subiendo las escaleras de la armería con pasos pesados y la respiración entrecortada. Solo podía imaginarse por qué venía de allí hasta que llegó abajo y vio a Kiyut apoyado contra una pared. Se frotaba un brazo con expresión abatida, la cara de alguien que parecía tratar de ahuyentar alguna clase de fantasma. Cuando la vio llegar, apartó la mano rápidamente.
—Ah. Wintoon —acertó a decir. Ninguna sonrisa acompañó a su saludo, algo que hubiera sido natural cualquier otro día.
—Te ha golpeado —afirmó la xiotwacana. No necesitaba preguntarlo.
—No, no. No diría… no tanto como eso. Ha sido culpa mía. Por… por intentar excusarme.
Wintoon ladeó la cabeza mientras escuchaba los titubeos del niño. Su mirada siguió las escaleras, asegurándose de que Briel ya no podía oírles antes de continuar hablando.
—Por mucho que se enfade con los demás, Nila no va a volver. Y de todos, tú eres el menos responsable de lo que ha ocurrido. —Las palabras de Wintoon siempre eran concisas, pero eso no quería decir que no cargasen una amabilidad en la que Kiyut siempre había encontrado consuelo. No era así ese día.
—Pero tiene razón. Yo podría haberlo evitado. Pero también si no estuviésemos siempre tan divididos ahí fuera… si hubieseis estado ahí con nosotros desde el principio, Nila tal vez…
—Nunca se sabe lo que podría haber sido, Kiyut. Esa cosa que os atacó era demasiado rápida para lo enorme que era. Fue una suerte que pudieses retenerlo con magia hasta que volvimos.
—Pero dejé que nos siguiese hasta casi la puerta. Por mi culpa ahora…
Wintoon le chistó con cariño. Era perfectamente consciente del problema que había fuera. El cuerpo del enorme paquidermo que había tronzado a Nila como si fuese una sandía yacía a poca distancia del torreón, secándose al sol. Mientras se habían hecho cargo del cadáver de la niña, el barrio se había llenado de carroñeros, particularmente unos buitres con picos afilados como garfios que los atacaban en bandada con solo verles.
—Pasará, como todo. En unos días habrán terminado de comer, solo tenemos que ser pacientes y esperar —le aseguró.
—¿Pero y si no tenemos tiempo? —preguntó Kiyut, apretando los puños.
—¿A qué te refieres?
—El otro grupo. Si han empezado a quitarnos la comida y a vacilarnos, a lo mejor es que tienen recursos para plantarnos cara. A lo mejor encuentran maneras de hacernos daño mientras nosotros estamos distraídos con… otros problemas.
»Tengo miedo, Wintoon —confesó—. No sé por qué hemos empezado todo esto. ¿Porque Briel dice que solo recibirán los dones de la Luna los mejores? Ni siquiera está tan seguro de lo que sabe. Hacer daño a otros no puede ser la solución.
—Pero encaja con lo que nos dijeron en el discurso. —Wintoon se detuvo. Kiyut no necesitaba unas justificaciones que estaba cansado de oír, sino consuelo—. No quiere decir que me guste nada de lo que estamos haciendo, pero no hay marcha atrás. Te protegeré ocurra lo que ocurra. Lahria también. Confía en nosotros, como hasta ahor…
Un chillido agudo como una nota de violín rompió la calma que envolvía el torreón, interrumpiendo a la xiotwacana, que en escasos segundos tuvo el arco cargado en la mano y dirigió sus pasos a la escalera.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo
30/08/24, 03:50 pm
Mientras Kiyut expresaba sus dudas, una segunda conversación había estado teniendo lugar en paralelo en el estudio.
Casi siempre discutían allí. A fin de cuentas, él estaba ahí casi permanentemente metido con su material para planificar el siguiente sabotaje. Y así estaba cuando Lahria entró, como tantas otras veces, hecha una furia. La principal diferencia, era que en aquella ocasión tenía los ojos hinchados y enrojecidos.
—¿Cómo puede haber pasado esto? ¿Me puedes explicar qué estabas haciendo mientras un monstruo gigante atacaba a los niños?
Garaten suspiró largamente y se levantó de su asiento. Por supuesto, ya había anticipado aquella "visita" y, aunque por dentro sí tenía los nervios bastante disparados, aparentaba la calma absoluta que otros podrían decir que le caracterizaba.
—Ha sido un accidente muy desafortunado, desde luego eso no entraba en los planes —el xolnita alzó las manos al ver el movimiento brusco de la libense, que sin duda iba a resultar en una agresión física hacia su persona—. Déjame que me explique, te lo ruego, antes de que saltes a tus bárbaras conclusiones. Te aseguro que lamento profundamente la muerte de la pequeña Nila, y no solo porque los nublinos tienen información valiosa. Puedes pensar lo que quieras, pero no soy un monstruo al que no le importa que se mueran niños inocentes. Tan solo no soy tan... pasional como vosotros.
Lahria dejó escapar una exhalación de frustración. Aquella conversación iba a ir por el mismo camino que cuando le recriminó la muerte de Sutileza, muy probablemente. De todos modos, el ulterano ni siquiera se daba cuenta de hasta qué punto eran irónicas e hipócritas sus palabras.
—Muy bien, ahórrate tus excusas de mierda respecto a por qué no eres un psicópata. ¿Cuál es tu excusa de mierda para no haber hecho nada para impedirlo? Kiyut y Briel explicaron lo que ocurrió. Fue casi a las puertas del torreón. ¿¿Qué estabas haciendo??
Garaten arqueó una ceja. Se esperaba también aquella acusación, por supuesto. Empezó a caminar hacia el exterior del estudio y en dirección a las escalera.
—Creo que tanto a ti como a mí nos vendrá bien despejar un poco la cabeza, ¿te parece? —Lahria dejó de preguntar a dónde iba y simplemente le siguió a la planta baja mientras hablaban—. Tal y como estaba tratando de explicarte... No contaba con tal eventualidad. No estaba alerta, es cierto. Es algo que tengo que tratar de solventar a partir de ahora. No puedo decir otra cosa que no sea que me cogió totalmente desprevenido. Ocurrió muy rápido, como seguro que también habrán explicado ell...
—¡¡A estas alturas sabes de sobra lo peligrosa que es la ciudad!! —Lahria le interrumpió, deteniéndose cerca de la puerta del patio y conteniéndose por no acercarse a su interlocutor y alzarle del cuello de la camisa—. ¡Debería ser obvio para tu privilegiada mente que tenías que estar alerta y pendiente de que no les ocurriese nada! Pero lo único que haces, día tras día, hora tras hora, es trazar los dichosos planes. Es literalmente lo único que te importa. Es...
El chillido que se había oído por todo el torreón y que había interrumpido la conversación entre el mivense y la xiowatcana taladró los oídos de Lahria en ese instante. Se puso en guardia enseguida. ¿habría vuelto la criatura que mató a Nila...? La respuesta le llegó enseguida, en una forma que no hubiese sido capaz de imaginar.
—¡¡Por las barbas del Emperador!! ¿¿Qué está pasando con ese insecto inmundo??
Lahria se asomó. Ambos habían llegado justo para contemplar como Raki estaba mudando su exoesqueleto. La libense sintió alivio instantáneo al comprobar que no se trataba de ninguna amenaza, para mirar hacia el xolnita que seguía completamente alterado y poner los ojos en blanco.
—Patético... —musitó. Si la situación no fuera la que era, probablemente se habría reído a carcajadas. Alzó la voz para dirigirse al clinger—. Oye, Raki, ¿vas a tardar mucho? Es peligroso que estés ahí fuera: hay una especie de aves carroñeras rondando el torreón y los vas a atraer.
El clinger, que tan solo había mirado hacia ellos, sobresaltándose ante el chillido penetrante del ulterano pero no pudiéndose mover de todas formas en aquel delicado momento, terminó de dejar atrás su viejo exoesqueleto antes de responder.
—Pues como ves, ya está. ¿Acaso queríais que dejase esto dentro del torreón? —alzó los restos de su muda mientras caminaba hacia ellos—. Ahora lo tiro al...
—¡No menees esa cosa, por todos los...! —Garaten volvió a gritar y se apartó bruscamente de la puerta del patio—. Me largo: esto es más de lo que puedo soportar. ¿¿Y tú qué miras??
Su último exabrupto había sido dirigido a Wintoon, quien se encontraba confundida con el arco preparado tras haber subido corriendo las escaleras al escuchar el grito, pidiéndole a Kiyut que permaneciese allí. Solo meneó la cabeza y volvió a bajar, con la intención de tranquilizar al mivense.
En cuanto el xolnita desapareció escaleras arriba, más pálido de lo que nunca lo habían visto, Lahria intercambió una mirada con Raki. La inexpresividad habitual del clinger casi pareció desaparecer durante un instante.
—Cuando pasa, pasa. Lo llevo rápidamente al foso —siguió caminando y ya parecía que había dado por finalizada la conversación cuando añadió un comentario como para sí, pero sin duda buscando que Lahria lo escuchase—. Lástima que lo pudo soportar lo suficiente para que no necesitase usar también el foso.
La libense se permitió una risa muy queda y agridulce contenida en un suspiro. Ya lo había pensado, pero ahora estaba segura de que el clinger se había regodeado con la situación aunque no lo hubiese mostrado abiertamente. Por suerte, no todos eran como él y aquellos pequeños momentos podían existir. De todos modos debía asegurarse de que el pequeño espectáculo no hubiese puesto en peligro la seguridad del torreón de nuevo. Tenía demasiado en lo que pensar, pero en aquel momento su prioridad era que no se repitiese la tragedia.
[Este suceso implica que al principio de nuestro salto habrá muchos buitres y otros carroñeros alrededor de Letargo].
Casi siempre discutían allí. A fin de cuentas, él estaba ahí casi permanentemente metido con su material para planificar el siguiente sabotaje. Y así estaba cuando Lahria entró, como tantas otras veces, hecha una furia. La principal diferencia, era que en aquella ocasión tenía los ojos hinchados y enrojecidos.
—¿Cómo puede haber pasado esto? ¿Me puedes explicar qué estabas haciendo mientras un monstruo gigante atacaba a los niños?
Garaten suspiró largamente y se levantó de su asiento. Por supuesto, ya había anticipado aquella "visita" y, aunque por dentro sí tenía los nervios bastante disparados, aparentaba la calma absoluta que otros podrían decir que le caracterizaba.
—Ha sido un accidente muy desafortunado, desde luego eso no entraba en los planes —el xolnita alzó las manos al ver el movimiento brusco de la libense, que sin duda iba a resultar en una agresión física hacia su persona—. Déjame que me explique, te lo ruego, antes de que saltes a tus bárbaras conclusiones. Te aseguro que lamento profundamente la muerte de la pequeña Nila, y no solo porque los nublinos tienen información valiosa. Puedes pensar lo que quieras, pero no soy un monstruo al que no le importa que se mueran niños inocentes. Tan solo no soy tan... pasional como vosotros.
Lahria dejó escapar una exhalación de frustración. Aquella conversación iba a ir por el mismo camino que cuando le recriminó la muerte de Sutileza, muy probablemente. De todos modos, el ulterano ni siquiera se daba cuenta de hasta qué punto eran irónicas e hipócritas sus palabras.
—Muy bien, ahórrate tus excusas de mierda respecto a por qué no eres un psicópata. ¿Cuál es tu excusa de mierda para no haber hecho nada para impedirlo? Kiyut y Briel explicaron lo que ocurrió. Fue casi a las puertas del torreón. ¿¿Qué estabas haciendo??
Garaten arqueó una ceja. Se esperaba también aquella acusación, por supuesto. Empezó a caminar hacia el exterior del estudio y en dirección a las escalera.
—Creo que tanto a ti como a mí nos vendrá bien despejar un poco la cabeza, ¿te parece? —Lahria dejó de preguntar a dónde iba y simplemente le siguió a la planta baja mientras hablaban—. Tal y como estaba tratando de explicarte... No contaba con tal eventualidad. No estaba alerta, es cierto. Es algo que tengo que tratar de solventar a partir de ahora. No puedo decir otra cosa que no sea que me cogió totalmente desprevenido. Ocurrió muy rápido, como seguro que también habrán explicado ell...
—¡¡A estas alturas sabes de sobra lo peligrosa que es la ciudad!! —Lahria le interrumpió, deteniéndose cerca de la puerta del patio y conteniéndose por no acercarse a su interlocutor y alzarle del cuello de la camisa—. ¡Debería ser obvio para tu privilegiada mente que tenías que estar alerta y pendiente de que no les ocurriese nada! Pero lo único que haces, día tras día, hora tras hora, es trazar los dichosos planes. Es literalmente lo único que te importa. Es...
El chillido que se había oído por todo el torreón y que había interrumpido la conversación entre el mivense y la xiowatcana taladró los oídos de Lahria en ese instante. Se puso en guardia enseguida. ¿habría vuelto la criatura que mató a Nila...? La respuesta le llegó enseguida, en una forma que no hubiese sido capaz de imaginar.
—¡¡Por las barbas del Emperador!! ¿¿Qué está pasando con ese insecto inmundo??
Lahria se asomó. Ambos habían llegado justo para contemplar como Raki estaba mudando su exoesqueleto. La libense sintió alivio instantáneo al comprobar que no se trataba de ninguna amenaza, para mirar hacia el xolnita que seguía completamente alterado y poner los ojos en blanco.
—Patético... —musitó. Si la situación no fuera la que era, probablemente se habría reído a carcajadas. Alzó la voz para dirigirse al clinger—. Oye, Raki, ¿vas a tardar mucho? Es peligroso que estés ahí fuera: hay una especie de aves carroñeras rondando el torreón y los vas a atraer.
El clinger, que tan solo había mirado hacia ellos, sobresaltándose ante el chillido penetrante del ulterano pero no pudiéndose mover de todas formas en aquel delicado momento, terminó de dejar atrás su viejo exoesqueleto antes de responder.
—Pues como ves, ya está. ¿Acaso queríais que dejase esto dentro del torreón? —alzó los restos de su muda mientras caminaba hacia ellos—. Ahora lo tiro al...
—¡No menees esa cosa, por todos los...! —Garaten volvió a gritar y se apartó bruscamente de la puerta del patio—. Me largo: esto es más de lo que puedo soportar. ¿¿Y tú qué miras??
Su último exabrupto había sido dirigido a Wintoon, quien se encontraba confundida con el arco preparado tras haber subido corriendo las escaleras al escuchar el grito, pidiéndole a Kiyut que permaneciese allí. Solo meneó la cabeza y volvió a bajar, con la intención de tranquilizar al mivense.
En cuanto el xolnita desapareció escaleras arriba, más pálido de lo que nunca lo habían visto, Lahria intercambió una mirada con Raki. La inexpresividad habitual del clinger casi pareció desaparecer durante un instante.
—Cuando pasa, pasa. Lo llevo rápidamente al foso —siguió caminando y ya parecía que había dado por finalizada la conversación cuando añadió un comentario como para sí, pero sin duda buscando que Lahria lo escuchase—. Lástima que lo pudo soportar lo suficiente para que no necesitase usar también el foso.
La libense se permitió una risa muy queda y agridulce contenida en un suspiro. Ya lo había pensado, pero ahora estaba segura de que el clinger se había regodeado con la situación aunque no lo hubiese mostrado abiertamente. Por suerte, no todos eran como él y aquellos pequeños momentos podían existir. De todos modos debía asegurarse de que el pequeño espectáculo no hubiese puesto en peligro la seguridad del torreón de nuevo. Tenía demasiado en lo que pensar, pero en aquel momento su prioridad era que no se repitiese la tragedia.
[Este suceso implica que al principio de nuestro salto habrá muchos buitres y otros carroñeros alrededor de Letargo].
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo
30/08/24, 07:36 pm
El primer funeral no había ido muy bien. Kiyut había insistido en que era lo mínimo que podían hacer por Nila, después de lo que le había ocurrido, y quizás porque se sentía culpable se había mostrado especialmente pesado y convincente. Algunos lo entendieron y otros aceptaron a regañadientes, para que se callara, porque si seguía hablando de Nila y pidiendo dignidad y honores para lo que quedaba de ella, el pequeño anfibio haría aún más mella en el ánimo de todo el grupo. Gracias a Briel pudieron saber qué era lo que la nublina quería: un entierro. Junto a él, Winton y Merante ayudaron con el hoyo, mientras que Lahria y Raki recuperaron los restos. Trece envolvió los restos del cadáver entre gruñidos, mientras Ama fingía que ayudaba desde una distancia prudencial para aparcar su asco. Garaten no hizo nada más y nada menos que estar presente. Eso y quejarse de que no era buena idea, que ya tenían el cadáver del mostrenco aquel atrayendo a las hienas. Cuando aparecieron los buitres en el patio e interrumpieron la ceremonia, quedó claro que llevaba razón y se aseguró de recordárselo a todos. Cubrieron la tumba de tierra tan rápido como pudieron, mientras los más hábiles con la magia y los arcos espantaban a las aves.
Aquello fue el inicio de algo peor. Unos días más tarde, Briel se había levantado cerca del amanecer, fruto de una pesadilla, y aprovechando que había salido al patio para tomar el aire, se detuvo unos segundos (que se convirtieron en minutos) frente al montón de tierra bajo el que descansaba Nila. No había apenas decoración, solo unas flores que habían colocado Kiyut y él sobre el bulto de tierra. Era mucho más fácil de excusar la muerte de Sutileza que esta; el roquense era un imbécil y se quedó en los subterráneos más tiempo de la cuenta. Con Nila no era capaz de encontrar qué habían hecho mal sin que la culpa lo atacara. A veces le costaba respirar si pensaba en ella y quería decírselo en silencio, a solas, para ver si hacer las paces con ella le permitía dormir de nuevo. El descanso que le llegó, sin embargo, no fue el que esperaba. Primero fue un chillido que le heló la sangre y despertó a todo Letargo, justo a tiempo para que oyeran los gritos de dolor de Briel.
Una hora después, ya de día, Trece descansa en lo alto de la azotea, recostada sobre una de las almenas mientras la sangre de buitre chorrea de entre sus comisuras. El hambre es para quien lo acepta y ella ha decidido no padecerlo. Si acaso, el encuentro que tuvieron anoche con aquella bestia voladora le ha abierto más el apetito. Abajo, los otros berrean y lloran y se pelean.
—¡Os dije que no era buena idea! —les reprocha Garaten. Tiene a Ama y Raki a un lado, calladas, y a Kiyut delante, lloroso, junto a Wintoon y Lahria.
—N-no sabíamos…
—¡Claro que no, Kiyut! No sabéis nada. Ese pajarraco podrido podría habernos comido a todos igual que a él y todo por… —<<Por tener el cadáver de la otra ahí metido>> piensa Trece desde su cómoda posición.
Wintoon le pone una mano en el hombro a Kiyut y se lo lleva al interior del torreón.
—Garaten, ya vale. ¿No ves cómo está? —le contesta Lahria.
Trece roncha los huesos del buitre mientras los escucha en un segundo plano. Sigue pensando en la criatura: un pájaro gigante de alas de piel y pico serrado. Olía a muerto y estaba cubierto de heridas sin cerrar que no sangraban, un cadáver vivo, nigromanchas o algo así había dicho la amarillenta. Trece tuvo que hacer acopio de toda su fuerza para defender el torreón de aquella bestia y sabía que sin la magia y la intervención del resto de sus compañeros habría acabado igual de muerta que Briel, por eso ahora celebra la vida con un poco de buitre recién cazado.
Abajo, el instinto le dice que hay varios a punto de perder los nervios, incluído el ulterano, que se ve obligado a respirar hondo para mantener la compostura.
—Mira, yo lo siento, pero no podemos enterrar a este también, Lahria, nos estamos jugando el pellejo. Si vuelve ese bicho estaremos jodidos.
Ama asiente, Merante también. En el fondo todos saben que lleva razón esta vez.
—Desenterrar a Nila y echamos a los dos al foso —se anima a decir la hija de Bakaiar con su forma de hablar tan tosca y particular, alzando la voz para que la oigan bien todos—. Y fin del problema.
Dentro del torreón, Kiyut llora si cabe con más fuerza. Lo que Trece propone es como los ritos fúnebres de su tribu si en su tribu no tuvieran corazón ninguno, como si los muertos no importaran, como si sus vidas no valieran. Se aferra al brazo de Wintoon, sentados los dos en un sofá, y piensa en qué harán con él cuando se muera, porque algo le dice en lo más profundo de su ser que acabará pasando y no habrá un entierro para él.
Verdad o no, aquel pensamiento seguirá abordándolo cada vez que vean al draghoul sobrevolar la zona de nuevo cazando buitres o hienas, o alimentándose de la carcasa de huesos a medio pudrir que descansa fuera de Letargo. El grupo refuerza la seguridad del torreón y prescinden durante un tiempo de salidas que no fueran estrictamente necesarias, pero el daño ya está hecho. La única que no pasa hambre es Trece.
Aquello fue el inicio de algo peor. Unos días más tarde, Briel se había levantado cerca del amanecer, fruto de una pesadilla, y aprovechando que había salido al patio para tomar el aire, se detuvo unos segundos (que se convirtieron en minutos) frente al montón de tierra bajo el que descansaba Nila. No había apenas decoración, solo unas flores que habían colocado Kiyut y él sobre el bulto de tierra. Era mucho más fácil de excusar la muerte de Sutileza que esta; el roquense era un imbécil y se quedó en los subterráneos más tiempo de la cuenta. Con Nila no era capaz de encontrar qué habían hecho mal sin que la culpa lo atacara. A veces le costaba respirar si pensaba en ella y quería decírselo en silencio, a solas, para ver si hacer las paces con ella le permitía dormir de nuevo. El descanso que le llegó, sin embargo, no fue el que esperaba. Primero fue un chillido que le heló la sangre y despertó a todo Letargo, justo a tiempo para que oyeran los gritos de dolor de Briel.
…
Una hora después, ya de día, Trece descansa en lo alto de la azotea, recostada sobre una de las almenas mientras la sangre de buitre chorrea de entre sus comisuras. El hambre es para quien lo acepta y ella ha decidido no padecerlo. Si acaso, el encuentro que tuvieron anoche con aquella bestia voladora le ha abierto más el apetito. Abajo, los otros berrean y lloran y se pelean.
—¡Os dije que no era buena idea! —les reprocha Garaten. Tiene a Ama y Raki a un lado, calladas, y a Kiyut delante, lloroso, junto a Wintoon y Lahria.
—N-no sabíamos…
—¡Claro que no, Kiyut! No sabéis nada. Ese pajarraco podrido podría habernos comido a todos igual que a él y todo por… —<<Por tener el cadáver de la otra ahí metido>> piensa Trece desde su cómoda posición.
Wintoon le pone una mano en el hombro a Kiyut y se lo lleva al interior del torreón.
—Garaten, ya vale. ¿No ves cómo está? —le contesta Lahria.
Trece roncha los huesos del buitre mientras los escucha en un segundo plano. Sigue pensando en la criatura: un pájaro gigante de alas de piel y pico serrado. Olía a muerto y estaba cubierto de heridas sin cerrar que no sangraban, un cadáver vivo, nigromanchas o algo así había dicho la amarillenta. Trece tuvo que hacer acopio de toda su fuerza para defender el torreón de aquella bestia y sabía que sin la magia y la intervención del resto de sus compañeros habría acabado igual de muerta que Briel, por eso ahora celebra la vida con un poco de buitre recién cazado.
Abajo, el instinto le dice que hay varios a punto de perder los nervios, incluído el ulterano, que se ve obligado a respirar hondo para mantener la compostura.
—Mira, yo lo siento, pero no podemos enterrar a este también, Lahria, nos estamos jugando el pellejo. Si vuelve ese bicho estaremos jodidos.
Ama asiente, Merante también. En el fondo todos saben que lleva razón esta vez.
—Desenterrar a Nila y echamos a los dos al foso —se anima a decir la hija de Bakaiar con su forma de hablar tan tosca y particular, alzando la voz para que la oigan bien todos—. Y fin del problema.
Dentro del torreón, Kiyut llora si cabe con más fuerza. Lo que Trece propone es como los ritos fúnebres de su tribu si en su tribu no tuvieran corazón ninguno, como si los muertos no importaran, como si sus vidas no valieran. Se aferra al brazo de Wintoon, sentados los dos en un sofá, y piensa en qué harán con él cuando se muera, porque algo le dice en lo más profundo de su ser que acabará pasando y no habrá un entierro para él.
Verdad o no, aquel pensamiento seguirá abordándolo cada vez que vean al draghoul sobrevolar la zona de nuevo cazando buitres o hienas, o alimentándose de la carcasa de huesos a medio pudrir que descansa fuera de Letargo. El grupo refuerza la seguridad del torreón y prescinden durante un tiempo de salidas que no fueran estrictamente necesarias, pero el daño ya está hecho. La única que no pasa hambre es Trece.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
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