Explanada de los portales

Gael no veía nada sospechoso por la zona, aunque todavía no había revisado todo en profundidad. Como mínimo, sabía que no había nadie escondido en ningún lugar evidente. Empezaba a sentir cierta confianza en que aquello sería tan sencillo como aparentaba. Sencillo, pero no como se esperaba.

El supuesto Resizsan resultó ser un cambiante. El que Wen conocía bien. No es que aquella posibilidad nunca se le hubiese pasado por la cabeza, pero ¿quién en su sano juicio desenterraría información de un pasado tan remoto? ¿Y cómo? ¿Sabría también lo de la gema, acaso?

Las palabras de Esparto lo desconcertaron. Volvió a poner toda su atención en encontrar algo en el entorno, ya que no podía ser que actuase solo. Respondió a Adara por el comunicador.
—Estoy en ello. No parece haber nadie en los alrededores, pero trampas… —Si las hubiera mágicas, quien sería capaz de detectarlas era Giz. Si se repartían las tareas serían mucho más rápidos. Además, Gael tampoco era capaz de despegar su atención de la conversación. Quería saber qué había pasado. Y quería que los responsables de la muerte de sus amigos pagasen.

La revelación le sentó como una patada en el estómago. ¿Esparto? ¿Un cambiante arruinado había matado a Nasher haciéndose pasar por Resizsan? ¿Cómo narices sabía lo que había ocurrido? Además hasta el punto de utilizar las expresiones del compañero de cosecha de Wen. Solo tenía más ganas de que lo mataran, pero antes quería saber a qué se refería con lo último que dijo.

Mientras tanto, asintió al comentario de Adara. Aun con la gola abierta, trazó los gestos de un hechizo de revelación respaldado. Los resultados complementaron lo que ya percibía y le aportaron claridad con respecto a los rescoldos que se habían vuelto tan comunes de un tiempo a esta parte.

>>Esparto está afectado por un hechizo ajeno a él, ¿sabéis los rescoldos extraños que llevan llegándome de un tiempo a esta parte? Pues pertenecen al mismo conjuro. —No dejó que sus sentimientos traspasaran, pero a Giz le asustó la probabilidad de que se estuvieran lavando cerebros en masa—. Tiene caracteristicas similares a ciertos hechizos mentales —continuó explicando—. No hay rastro que seguir para buscar al conjurador. Aparte de esto, no hay nada más de lo que preocuparse.

En cierto modo, Esparto le pareció patético y eso hizo que la muerte de Nasher le doliera más.

Wen no entendía nada. Estaba segura de que Resizsan tenía que ver en todo eso y no solo sus recuerdos e imagen. Aquello no podía ser solo una patética venganza de un patético cambiante arruinado, Nasher no merecía que su muerte fuera por algo tan absurdo.

Cuando Esparto cambió a la tan conocida imagen de Mephis, la rabia invadió a la vouivre. Daban igual las razones, pagaría por la muerte de su amigo. A punto ya de lanzarse contra él para matarlo de forma rápida, sus palabras le pararos. "Así que Resizsan sí está involucrado" pensó al oir como el cambiante se quejaba de las ordenes del ranta. Las palabras de Giz no fueron halagüeñas. La idea de que Resizsan sea tan poderoso como para hacer hechizos mentales tan poderosos como para estar afectando aparentemente a toda la ciudad era aterradora.

- Así que solo has sido un asqueroso gusano a las ordenes de otros. ¿Quieres matarme porque me culpas de ser patético y estar obsesionado con quienes ni te dedican un pensamiento? Aquí te espero. Pero antes, dime, ¿dónde está Resizsan?

No, no era ninguna broma. Esparto confesó sin vacilar la autoría de los asesinatos. Eso fue lo único que no resultó confuso para el draco: tenían delante al asesino de Tsusu y Nasher. ¿Por qué hablaba como si estuviese siguiendo órdenes de Resizsan? El ranta estaba muerto, había vuelto a estar seguro de ello al ver que el causante de aquellas incongruencias era un cambiante, pero… En realidad seguía sin explicar por qué y cómo había utilizado datos que no debería conocer para atormentar a Wen. No le parecía que Esparto estuviese mintiendo, ni tenía lógica que tan solo fuese uno de sus delirios de chiflado. Simplemente habían vuelto a encontrarse con un imposible.

<<¿Habrá hecho uno de esos contratos con el íncubo?>>, preguntó cuando Giz les hizo saber acerca del conjuro mental. <<No tiene sentido tampoco que sea obra suya…>>. Pero no añadió nada más, no era el momento de seguir haciendo conjeturas. Esparto seguía allí delante de ellos y pensaba sonsacárselo todo antes de que acabasen con su miserable existencia.

Tanto Giz como Gael confirmaron que no había nada y se relajó a ese respecto a pesar de la preocupación de Adara: sabía, de todas formas, que ellos alertarían de cualquier novedad sospechosa. Wen le hizo entonces la pregunta del millón al cambiante directamente y decidió esperar a su respuesta antes hacer nada. Su hacha, no obstante, se mantenía siempre alzada y con ganas de ser utilizada de ser necesario.


Esparto tenía una actitud desdeñosa, casi parecía molesto por "el importunio". En su interior sabía que moriría pronto, pero el cambiante estaba demasiado cansado de haber sido un peón todo aquel tiempo como para pensar en como huir siquiera. Era muy consciente de que no tenía ninguna oportunidad, fuese como fuese. De todas formas, ya se había anticipado a aquella eventualidad y había tomado medidas.
—Puedes pensar lo que quieras, querida —Esparto, con voz y actitud de Mephis, fingió que se examinaba las uñas—. En cuanto al lagarto déspota ese... Pues qué quieres que te diga, chica. Le has visto tú igual que yo, ¿no es así?: en el plano onírico. Podéis torturarme todo lo que queráis: es la única respuesta que puedo daros —miró directamente hacia el draco encogiéndose de hombros.
Con la lengua y de la forma más disimulada que pudo, Esparto había empezado a tantear una pastilla que llevaba oculta en un hueco de la mandíbula sobre el que no había formado ningún diente a propósito.

Nada en los alrededores, nada que parezca peligroso a primera vista con el cambiante… O realmente no sabe nada, o realmente han tenido un buen descuido. No, no tiene sentido. No puede ser que ahora de pronto hayan dejado un cabo suelto así como así. A menos que cuenten con otras formas de deshacerse de él.

―Deberíamos inmovilizarle y marcharnos ―digo por el comunicador―. No sé cuánto debe conocer, pero al menos nos puede aclarar si es él el autor de los asesinatos o puede haberlos llevado a cabo alguien más, así como sus… encuentros oníricos. ―Algo falla aquí. Joder, me estoy poniendo nerviosa.

»Y creo que no hace falta decirlo, pero estad muy atentos. Es muy posible que esté planeando algo, que cuenten con métodos para deshacerse de él o que alguien nos embosque. No me creo yo que hayan dejado un cabo suelto así por las buenas.

La respuesta de Esparto solo frustró más a Wen. El plano onírico no era un lugar al que ella pudiera acceder con facilidad y sobre el que tuviera control. Si de alguna manera Resizsan había conseguido revivir ahí con todos sus recuerdos y sed de venganza podía conseguir hacerle más daño que de forma física. ¿A cuántos podía manipular a través de los sueños? ¿A cuántos podría convencer de su venganza? ¿Conocería también su gran secreto? ¿Cuánto haría por matarla alguien que no tenía, literalmente, nada que perder, ni siquiera la vida?

Frustrada y llena de ira, la vouivre alzó de nuevo su arma con claras intenciones.

- Entonces, si no vas a ser útil no eres más que una molestia- le dijo, con una amenaza implícita en sus palabras. Quizás él no era Resizsan, pero había matado a Nasher con su apariencia, eso no iba a quedar sin castigo.

Giz flotaba a pocos metros frente a él y no pudo sino esbozar un gesto de asco al ver cómo el cambiante tomaba el rostro de Noel. Si las miradas matasen, la de Giz habría acabado con Esparto en un santiamén. Eso no ocurrió, pero el examen visual al que lo tenía sometido le sirvió para captar el movimiento de mandíbula. En sus misiones como mercenarios ya se habían topado con otros como el cambiante y Giz tuvo claro lo que tenía que hacer:

>>Noel, ¡la boca! ¡Tiene una pastilla! ―habló telepáticamente hacia todos, a pesar de que el mensaje tenía solo un destinatario.

El draco estaba mucho más cerca que él. Giz supo que si alguien lo podía frenar a tiempo era él. Mientras tanto, el goliat se prepararía para lanzar un hechizo de inmovilización, por si fuera necesario.

El sueco aún no había tenido tiempo de asimilar la afirmación de Esparto acerca de Resizsan cuando el cambiante, de pronto, adquirió su apariencia. Noel reaccionó acercándose todavía más con el hacha alzada. No lo decapitaba allí mismo no porque no tuviera ganas, sino porque sabía que tanto Giz como Wen tenían más derecho que él a ser los ejecutores de aquel desgraciado. De todas formas no le había molestado que hubiese adoptado su apariencia por el hecho en sí, sino porque sabía que lo estaba haciendo para atormentar a Wen.
—No te preocupes: si ella no es capaz a mí no me va a temblar el pulso —le aseguró con desprecio ante la provocación que había dirigido a la vouivre usando su tono de voz.
Si la británica dudaba demasiado lo haría, de hecho, pero una vez más los acontecimientos se precipitaron como para poder tomar ninguna decisión.
<<¿Una…? ¡Mierda!>> fue su respuesta al mensaje telepático de Giz, dándose cuenta casi al instante de a qué se refería el asreniano. El sueco actuó con rapidez y terminó de acercarse a Esparto para inmovilizarlo. Con un brazo agarró uno de los suyos, y con el otro le colocó el mango de su hacha en la boca. No supo qué otra medida tomar más veloz que aquella, pero cuando vio al goliat iniciando gestos conocidos asintió hacia él: el cambiante pronto quedó cubierto por la película de inmovilización, por lo que ya no era necesario que lo siguiese sujetando.
>>No vamos a dejar que te salgas con la tuya, sabandija.
Se habían encontrado más veces con aquella situación: alguien a quien intentaban sonsacar información se suicidaba mediante una pastilla con veneno que guardaban en el interior de la boca, entre los dientes. El sueco aprovechó la inmovilización total y que Giz lo había pillado con la boca abierta, apunto de morder el veneno, para introducir una garra en el interior de su cavidad bucal y sacar la pastilla. La tiró al suelo y puso su bota sobre ella. El goliat entonces retiró la parte del hechizo de inmovilización que cubría la cabeza de Esparto para que pudiese seguir hablando de ser necesario. El draco dudaba que fuese a decirles nada más, pero todo lo que pudiesen sacar era valioso.

Wen se esperaba cualquier tipo de provocación por parte de Esparto, por lo que estaba preparada para ello, pero eso no evitaba que la imagen de Noel fuera un golpe bajo para ella. Por suerte no estaba sola y no era tan importante ser ella quien le diera muerte, ya que de aquella manera le habría resultado casi imposible. No era que no quisiera vengarse del cambiante por lo que había hecho, pero descubrir que no era Resizsan y que este se encontraba todavía vivo de alguna manera en un plano onírico y había orquestado todo había hecho que la rabia aumentara por él más que por el propio ejecutor. Podía tolerar no ser ella quien lo matara siempre que este terminara muerto, sobre todo si iba a mantener adoptando la imagen de Noel.

Aunque en realidad no pudo pensar mucho sobre ello, ya que Esparto, con la intención de quitarles el gusto a todos, pretendía suicidarse con una pastilla, según les había hecho ver Giz telepáticamente. Tanto él como Noel supieron actuar rápidamente y evitaron que se tragara la pastilla, uno inmovilizándolo con magia y el otro por la fuerza.

A Wen aquello le había sorprendido más que cualquier otra cosa que el cambiante hubiera hecho. Suicidarse con una pastilla le parecía algo tan... humano, tan terrestre.

Tal y como suponía, Wen no era capaz de acabar con la miserable vida de Esparto debido a la apariencia que había adoptado. No tuvo que preguntarle a Adara si se encargaría ella, porque sabía que sí, pero la ángel negro dijo que intentasen sonsacarle algo más primero. Noel no estaba en desacuerdo, por lo que a pesar de lo que había dicho el cambiante procedió a tratar de sonsacarle información de la mejor forma que sabía.

Sin importar cuánto lo torturasen, Esparto solo insistió en que no sabía nada más. Consiguieron sonsacarle que al parecer Resizsan le había prometido una vengaza acorde a sus necesidades y le había otorgado un mayor poder, pero el cambiante decía no saber cómo lo había hecho. Al principio fue mordaz y adoptó actitudes como las que ya había dado muestras. Poco a poco fue perdiendo las ganas de reír, no obstante, pero no las de recurrir a tácticas rastreras. Fue cambiando su apariencia varias veces entre varios de los mercenarios de la brecha hasta llegar a la propia Wen. Sangrando por diversas heridas, jadeando y un ojo muy hinchado, torció una sonrisa todo lo que pudo con la apariencia de la vouivre.
—Mira lo que me has hecho...

Se detuvo en seco cuando el desgraciado adoptó la apariencia de Wen. Había rechinado los dientes cuando lo hizo con Giz, Adara, Gael o Kaethe, pero las pesadillas que le atormentaban cada día más lo bloquearon por completo al ver aquella imitación de la vouivre en ese estado. Se hizo sangre a sí mismo apretando sus garras contra uno de sus brazos, no sabiendo cómo gestionar lo que sentía en aquel momento.
<<No sirve de nada y el que va a enloquecer soy yo a este paso. Adara, por favor…>> suplicó mentalmente.

No lo tuvo que pedir mucho más, de todos modos, porque la ángel negro parecía estar tan harta como él. Adara sujetó entonces a Esparto y lo condujo hacia lo que quedaba de una pared ruinosa, estampándolo una y otra vez contra las rocas afiladas. En aquel momento, el cambiante había vuelto a adquirir la apariencia de Noel.

Esparto no pensaba irse sin dejarles un último "regalo de despedida" al grupo, sin embargo. Entre golpe y golpe se las había arreglado para modificar su cabeza a la de Nasher. Cuando el cadáver del cambiante cayó al suelo, el grupo pudo ver el rostro de Nasher ensangrentado y pegado a un cuerpo apenas distinguible, ya que no le había dado tiempo a modificar nada más.

El fuego fatuo se quedó sin habla. De lo absurdo que era todo aquello, de la frustración que sentía al darse cuenta de que aquel gusano no tenía razones de peso algunas para haber matado a sus amigos. Era ridículo, y seguía sin entender qué pasaba con Resizsan, pero le hervía la sangre.

Gael no se acercó hasta estar seguro de que no había nadie en los alrededores. Aun así, se mantuvo en cierto modo más pendiente del entorno que del interrogatorio. Aquel desgraciado le daba asco. No hacía más que recurrir a tretas para alterarlos, y aunque no fuesen a funcionar como él deseaba, eran golpes bajos.

Fue imposible sacarle nada. La situación empezaba a volverse imposible de aguantar y Gael se alegró de que Adara por fin fuese a encargarse de aquel desgraciado. Su muerte no le causó alivio, pero eso ya lo sabía. Tenían demasiada experiencia con aquella clase de sentimientos. Ver a Nasher por última vez, aun si no estaba acabado de formar, fue doloroso, pero no le dolió tanto como pensó que lo haría. Se alegró de ser capaz de ser tan racional, pero el vacío que había dejado su amigo se volvió más insoportable. Había muerto por un capricho que no era capaz de comprender.

Gael se acercó entonces a sus amigos y le puso la mano en el hombro a Noel brevemente y luego hizo lo mismo con Giz, aunque se quedó cerca para darle apoyo moral. Por desgracia, todavía quedaban misterios que resolver.
—No bajéis la guardia. Aunque estuviese solo podría aparecer todavía algún aliado suyo.
El fuego fatuo no quiso relajarse ni al ver muerto al asesino de sus amigos.

Giz se quitó un peso de encima cuando lo atraparon. El goliat creía que lo iban a matar (lo que les había dicho era revelador, pero demostraba que era poco más que una marioneta), y se sintió decepcionado no por Adara, sino por su insitencia en interrogarlo primero. Entendía a la ángel negro, pero él prefería cortar por lo sano para comenzar a cerrar heridas cuanto antes. De hecho, ni siquiera tenía interés en ser él quien se encargara. Sabría que algo así jamás le satisfaría del todo.

Cuando comenzó el baile de caras, Giz apretó los dientes y cerró los puños con fuerza. Tuvo que convencerse de no entrometerse en el interrogatorio, de no estorbarles y, sobre todo, de no pegarle un puñetazo al cambiante arruinado cuando osó utilizar su propia cara.  Era una criatura patética, risible. Había sido condenado a una vida de mierda desde que tocó aquel pedrusco que aún tenía incrustado (o eso creía el goliat). Le frustraba mucho que alguien tan diminuto y tan triste hubiera sido capaz de matar a una de las personas que más quería, entrenada y bendecida por la verdadera Luna. ¿Y encima utilizaba la cara su propia cara? Giz no quería verse en el cuerpo del asesino de Nasher.

Se giró, abrió la gola y se mantuvo distraído, examinando los resquicios mágicos que venían aquí y allá. Irónicamente, no se giró hasta que creyó que Adara lo había matado por fin, pues ver al cambiante muerto era menos duro que verlo vivo, y se llevó la peor de las imágenes. Al asreniano se le erizaron los pelos y se le tensaron los músculos. El contacto del fuego fatuo lo tranquilizó lo suficiente como para que asintiera, sin mediar palabra, siguió los pasos del hechizo de consunción.

Sentía la conciencia advirtiéndole de que aquello era una reacción desmesurada para cómo era el goliat, pero era la reacción desmesurada que necesitaba en ese momento. Apuntó a la cabeza muerta del cambiante y una cadena de explosiones en miniatura la reventaron.

Sin pararse a admirar el destrozo, se giró al resto sintiendo que necesitaba dar una explicación por aquello. Habló desde el asco que sentía hacia el cambiante y la pena que aún no había aprendido a gestionar del todo:


—No se merecía esa cara.

Giz apretó los ojos y respiró hondo, con la esperanza (vana) de traerse de vuelta a la calma. Estaba temblando.

Wen hubiera preferido acabar con Esparto de una vez. El cambiante solo había sido una marioneta movida por su sed de venganza por algo que su patetismo consideraba una injusticia. Al final, Nasher no había muerto porque ella hubiera matado a alguien o porque alguien quisiera su gema o porque el propio Nasher hubiera hecho algo, había muerto porque ella había hecho su trabajo y no había dejado entrar a un cambiante sin dinero en un burdel. Si Wen no estuviera sufriendo tanto con los cambios de imagen de Esparto, se echaría a reir dolorosamente.

A veces, en sus días más oscuros, Wen pensaba que la mentira que decían al exterior, que era una bruja maldita, era cierto. Que estaba maldita por la Luna y que por eso sus más allegados siempre acababan muertos o sufriendo y que aquellos que la querían y se quedaban a su lado estaban destinados a sufrir hasta el final. A lo mejor, los únicos inteligentes en toda esta historia fueron sus padres biológicos, quienes se deshicieron de ella en el mismo momento en el que llegó al mundo.

Con dolor, Wen vió como Esparto moría con la cara de Nasher y pensó que aquello ni siquiera había valido la pena. Él había sido el arma, si, pero no la mano ejecutora. Y por desgracia, no parecía posible poder rastrear, encontrar y acabar con aquella mano ejecutora, por lo que no habían acabado realmente con la amenaza. Cabía la posibilidad de que la próxima vez que volviera a Rocavarancolia de Krabelin pasara lo mismo.

- No, no lo hacía- le contestó a Giz, sabiendo por qué lo había hecho. Era asqueroso que hubiera usado todas sus caras, pero que muriera con la del asreniano era como manchar su memoria.

Disfrutó de cada segundo observando a Adara aplastar a aquel desgraciado contra la dura roca una y otra vez. Había vuelto a adoptar su apariencia, pero eso lo hacía aún mejor en aquellos instantes. El sueco no tenía ningún problema con aquella imagen, aunque se sentía mal por los demás. No obstante, el pedazo de capullo que era Esparto no podía contentarse con lo que ya había hurgado en la llaga, por supuesto que no. Sintió todavía más rabia al reconocer las facciones de Nasher entre aquel amasijo que era el cadáver del cambiante y, de no ser porque Giz que tenía mucho más derecho que él se le adelantó, él mismo hubiera tenido un arranque parecido al del goliat.

Todavía estaba alterado cuando notó el contacto de la mano de Gael sobre su hombro. Hizo amago de alzar la mano para apretar la de su amigo, pero se detuvo a medio camino: no quería manchar a nadie con la sangre de aquel miserable. Aprovechó para lanzarse algunos hechizos de limpieza por ese motivo.
—Por suerte, sí se merecía lo que le ha dado Adara —escupió tras los comentarios de los demás—. Ya no podrá volver a usar caras que le vienen grandes.

Aunque estaba de acuerdo con el fuego fatuo en que no debían bajar la guardia, no parecía realmente que hubiese ningún peligro allí para ellos. Fuese como fuese, decidieron volver al cuchitril para poder hablar sobre lo sucedido y no hubo ningún incidente más.

Sigue en el Cuchitril.

Varsai había llegado temprano a la explanada. Apenas había podido dormir de la excitación que le producía el viaje, sumado a los malos sueños que tenía últimamente.

La leoparda iba de adelante a atrás con la cola agitándose tras ella. Llevaba una mochila a la espalda que Isis le había confeccionado, adaptable a ambas formas. Su amiga no sólo había hecho eso, también le había arreglado un vestido a la manera libense. Por supuesto no había sido gratis. Los materiales habían salido de la licántropa y le había prometido una cena a la veela.

Se había despedido de sus compañeros y había prometido traer algún recuerdo procedente de Libo.

Después de pasear durante un rato se sentó sobre sus cuartos traseros cerca del portal. Miró en la dirección en que habría de venir la bruja.

Seguro que no tardaría en llegar.