Torreón Letargo (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

-Uffff, menos mal que llegamos, este tío no se vuelve ligero por momentos,- digo llegando al fin frente al torreón,- que alguien busque la puerta entre toda esa maraña de plantas.- dejo el cuerpo de Ozzchreanos en el suelo y segundos después encuentran la puerta.- Yo entraré sola, no quiero peros,- digo mientras compruebo la expresión que empezaba a formarse en sus caras,- Si he de pelear puedo protegerme a mi misma, si venís vosotros ahora mismo solo me estorbaríais. No os preocupéis, estaré bien, en cuanto vea si es seguro os pego un grito.- Voy a entrar pero antes prefiero repetirles una cosa,- No me sigáis,- digo en tono de orden.

Sin esperar mas me adentro en el torreón en completo silencio. Lo primero que me llama la atención es la ingente cantidad de polvo, <<Joder, ni en los barracones estaba tan sucio, y mira que nos encargábamos de ensuciar ¿eh?>>. Lo segundo que me llama la atención es algo escrito en la pared, "estamos rodeados". <<Sí, si que vamos a estar rodeados, de porquería hasta que no limpiemos>>. Me acerco con cuidado a ese mensaje y lo borro, no quiero inquietar a los demás, y desde luego no el primer día.

Abro una puerta que casualmente da a una especie de patio, que seria bastante bonito de no ser por la estatua que esta en el centro. <<En esta ciudad tienen un sentido del gusto encantador>>. Más allá hay mas puertas que al abrir veo que llevan a las letrinas. <<Bueno, al menos tenemos algún lugar donde hacer nuestras necesidades, pensé que tendríamos que hacerlo en el foso>>. Casi al irme veo lo que parecen ser unas tumbas, me acerco y compruebo que realmente son eso. <<Gente que murio aqui, yo no pienso cavar tumbas>>.

Vuelvo al torreón y aseguro el primer piso mirando en lo que parece ser una cocina. Subo al primer piso lentamente por las escaleras, tratando de no hacer ruidos, veo varias puertas y las escaleras que dan al segundo, miro en cada puerta y todos parecen despachos o cosas parecidas, me sorprende lo revuelto que esta todo allí. La ultima puerta que abro me pone de buen humor, hay una bañera.

Sigo subiendo y veo dos puertas, al abrir ambas veo dos habitaciones comunales con unas cuantas camas en un estado mediocre. <<Mira, cada vez se parece mas a los barracones, de lo malo un sitio en que dormir>>.

Subo al último piso ya sin tanto cuidado, si no ha habido peligro hasta ahora dudo que vaya a haberlo ahora. El último piso resulta ser una sala de entrenamiento, algo que me vendrá bien a mi y a los que quieran entrenar conmigo <<Bueno, y a los que no quieran también, por que de este torreón no salen si no es conmigo o entrenados>>.

Bajo ya sin cuidado y abro la puerta.

-Ala podéis pasar, no hay nada peligroso, a excepción de las arañas que hay un huevo y más.- les digo tratando de comprobar cuan valientes son,- Bienvenidos a vuestro nuevo y sucio hogar, iros acostumbrando por que hasta que no limpiemos seguirá así, hay habitaciones, una cocina, un patio, baños, una bañera, una sala de entrenamiento y.....-dejo pausa para darle emoción- arañas, así que aprended a convivir con ellas,- y me alejo riéndome en busca de un cubo para empezar a limpiar. Pero cuando doy dos pasos me acuerdo de Ozzchreanos y salgo a por el, lo levanto y lo dejo tumbado en un sofá.



P.D.: No ha examinado los sótanos por que no se ha fijado en las escaleras, asi que el que se fije que avise o algo ^^

Ri ya se estaba desplazando para desarmar al insecto de un golpe, cuando dejó de ser necesario. Nero llegó también al foco, pero más despacio y levantó ambas manos después de Archi. Una vez reclamada la atención, exhaló.
-Vaya, ha escalado rápido. Antes de seguir apuñalándoos, yo soy el que hizo desaparecer un tarro. Lo rompí sin querer y me deshice de los restos. No llegué a decir nada porque no pensé que un puñado de miel venenosa fuera excusa para herir a nadie. Hubiera avisado cuando escuché la amenaza, pero no he tenido oportunidad.

Era mentira, por supuesto. Pero no lo delataría su expresión,en la que se había asegurado de añadir las cantidades correctas de preocupación y culpabilidad. Echó una mirada a ambos daelicianos, esperando que la culpable no fuera tan estúpida de confesar justo ahora. Ri apretó los labios y se apartó un mechón del rostro.

El aprendiz escuchó las palabras de la daeliciana con cara de incredulidad, pero, de una manera u otra logró calarlas a fondo. Apretó la mandíbula y soltó las cuerdas que sujetaban su bõ, desenfundandolo de su humilde funda, hizo una pequeña floritura lentamente, para luego centrar su mirada en el clinger, que en ese momento seguia hablando como si nada con las dos personas a las que acababa de amenazar. Aquello enfureció al humano. ¿Como podia ser tan falso? ¿Como podia fingir hasta ese punto? Era desagradable. Tendria que aprender, de una manera u otra. Seguian discutiendo, aun a pesar de todo.

Vio el cuchillo muy tarde, y para cuando su cabeza procesó todo lo que habia pasado, se derramó la sangre. Y fue entonces cuando el ruso tomó cartas en el asunto. Saltando entre los dos, barrió una distancia de seguridad con su bõ para asegurarse que no se lanzarian el uno contra el otro que aunque, no sirvio para mucho ya que Marchi contenia a Zora y Arcipreste de Hita habia paralizado al clinger.

>> ¿Stasis? Ah claro que es ingeniero...

La situación era bastante tensa y no muchos sabian como reaccionar. Con una floritura más de su bõ, el aprendiz separó la distancia entre el clinger y los que habian estado listos para saltarle encima, muy llevados por la adrenalina del momento para darse cuenta que el insecto no podria hacer nada en aquel estado.
-¡HAYA PAZ!-exclamó, autoritario, mientras golpeaba con fuerza el metal de su bõ contra el suelo, haciendolo resonar multiplicado.-El muy cabrón las pagará cuando salga de la stasis, hasta entonces, mente fria. Ya habeis oido a Arcipreste de Hita, treinta jodidos minutos. Ya le sacaremos las respuestas que necesitemos entonces.-
Guardó su bõ ya que ya no tenia utilidad alguna, ya habia llamado la atención. Se cruzó entonces de brazos y suspiró, empujandose las gafas de sol.
-Relajaos. Toooodos relajados, ¿vale?-dijo al fin.-Esto ha sido un malentendido como ha aclarado Fero, y un choque de culturas que mezcladas, han creado un coctel explosivo. Nada más y nada menos.-

Arcipreste de Hita estaba curando entonces la herida de Zora que no hacia más que protestar. El aprendiz observaba absorto en sus pensamientos.

>> Sin embargo, si que ha sido un lanzamiento bastante rápido.
>> ¿Quizás ha detenido el tiempo?

>> ¡!

>> ¿Chaval? ¿Estas bien?

>> ¡Y ASÍ ENTONCES, EL TIEMPO SIGUE SU CURSO!
UUUUUUUUUUUUUUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

-¡BICHO BRANDO!-exclamó señalandole con el dedo acusadoramente.-¡ERES EL PEOR TIPO DE PERSONA!-dijo dibujando circulos aereos por encima de su sien.

Tras decir eso, se sintió mucho más agusto, como si tuviera que expulsarlo de su sistema y entonces soltó una pequeña, pero alegre carcajada.
-Bueno, no todo ha salido como gustaria, pero todo ha podido arreglarse, ¿no?-comentó con una sonrisa alegre.-Estoy seguro que si nos sentamos a hablar estas cosas, podremos evitar conflictos en el futuro ¿no os parece?-les dijo, fijandose en las dispares reacciones. Soltando otra risilla, terminó con su bucólico monologo.-Ya nos bastamos con los monstruos que hay ahí fuera, no nos pelemos entre compañeros, ¿está bien?-

La situación había pillado a Lara por sorpresa de tal manera que solo pudo observar la escena con la expresión desencajada. Archi paralizó enseguida a Xalkoth, pero eso no impidió que la muchacha se levantara y retrocediera un par de pasos. Tenía ambas manos en un talismán que le colgaba del cuello y cantaba en voz baja las nanas que había utilizado estos días para dormir a sus niños. La razón era que su memoria no debía funcionar demasiado bien en momentos críticos y Lara había olvidado la parte vocal de los hechizos de protección de los que quería servirse ahora.

Estaba aterrada por varios motivos. Atacar a un compañero era siempre el peor curso de acción que se podía tomar en las partidas de rol, pero en esta en concreto adquiría unos matices más peligrosos que en ninguna de las partidas que Lara había jugado antes. Aquí peligraban vidas reales y de entre todas ellas, las más importantes: las de sus niños. La ordesa había dejado todo lo que tenía en su Pezón para encontrar aquí una oportunidad de oro para darles a sus hijos lo que se merecían y la actitud de Xalcoth hacía que su propósito se tambaleara.

La voz de Shaco le sentó como una bofetada, pero al menos Lara se tranquilizó lo suficiente como para dejar de cantar y ponerse a hablar.

—¿Qué malentendido ni qué hostias? ¿Desde cuando un malentendido por un tarro de miel de mierda puede acabar en puñalada?—. Estaba hecha un flan, pero se las apañaba para hablar con firmeza—. No esperéis que deje que Xalkoth vuelva a la torre a vivir como si no hubiera pasado nada. No pienso dejar que mis hijos compartan casa con un asesino en potencia. Ni mis hijos ni yo misma. Quiero meterme en la cama y poder dormirme sin pensar que el gilipollas del bicho me va a cortar la garganta mientras, porque vertí sin querer un cubo de agua o vete a saber qué otra tontería—. Mientras hablaba, se había acercado al cuerpo paralizado de Xalkoth, le había alzado el poncho y había sacado todas las armas que aún le quedaran del cinturón. Se acercó a una mesa y las soltó—. Eso lo primero. Y ahora lo que hay que ver es qué hacemos con él. Yo propongo soltarlo en mitad de la ciudad—. A una parte de Lara le dolía hacer esa propuesta tan tajante, pero la madre que era respiraría tranquila si ocurría esto.

Tenía ganas de volver a casa y ver a sus niños. Ya no solo por lo de Xalkoth, sino porque la revelación de Marsi sobre violaciones y asesinatos le había bastado para empezar a apreciar su torreón roto. No quería reconocerlo, pero Lara empezaba a arrepentirse de haber aceptado la proposición de dama Aroma.

El insecto parece ser que ha tomado en cuenta mis palabras por lo que deduzco al escucharle hablar. Casi al momento le veo hacer un movimiento extraño por lo que me pongo en guardia viendo como un destello plateado se acerca a mi sin poder esquivarlo tomándome totalmente desprevenida haciendo que suele un quejido mas de sorpresa que de autentico dolor. 

La primera sensación que tengo al notar el frío metal es un pinchazo que me tensa el brazo en su totalidad haciendo que suelte la daga que sujetaba. Tras la sensación fría comienzo a sentir unas pulsaciones palpitantes y calientes en la zona del pinchazo por lo que miro hacia el lugar para comprobar, casi estupefacta, que ese ser me había lanzado un cuchillo. Consciente ahora del dolor y sabiendo de donde proviene suelto un alarido al arrancar el cuchillo ahora bañado en mi propia sangre azul. El cuchillo gotea mi propia sangre, no puedo dejar de mirar con los ojos abiertos al máximo como un pequeño hilo de sangre azul recorre mi hombro para perderse en mi axila. No ha pasado nada de tiempo desde el ataque pero, a mi se me ha hecho absolutamente eterno.

Rápidamente mis ojos saltan sobre todos los presentes para encontrar a mi atacante por si estuviese a punto de volver a tirar otra arma arrojadiza pero noto como alguien me agarra de los hombro haciendo que suelte un grito de dolor y me revuelva. Suelto patadas al aire e intento arañar a la, o la personas que me están sujetando. En uno de mis movimientos mi cabeza impacta contra mi opresor propinándole un fuerte cabezazo justo al tiempo para ver como el chico llamado Archime comienza a soltar palabras sin sentido mientras se acerca a mi hombro. -¡Aléjate de mi engendro! ¡Ha intentado matarme por un maldito bote de miel! ¡Para que demonios robaríamos nosotros un bote!¡Que nos soluciona un bote! ¡Soltadme! ¡Os lo ruego por el demiurgo que me soltéis! ¡Voy a arrancarte los pies y eso que tienes por manos para que no andes mas en lo que te quede de existencia maldito bicho del demonio! ¡Estas enfermo!- Por mas que grito y me muevo no consigo soltar mi cuerpo de la presa pero, a decir verdad, el dolor del hombro va cesando poco a poco. 

Dirijo mis ojos hacia el chico balbuceante para descubrir que sus palabras están haciendo sanar mi herida por lo que poco a poco me voy dejando de revolver para dar paso a la sumisión propia del animal herido. Mi mirada pasa por todos los presentes mientras aprieto los dientes en respuesta a la mezcla de dolor y furia contenida. El chico del pelo naranja se ha puesto en medio de los dos mientras hace ruido con su arma, la cosa peluda comienza hablar sobre sus crías y sobre la idea de echarlo de su torre por lo que sonrío aun apretando los dientes. De entre las voces de la torre la del chico de los ojos verde oscuro y pelo rosa se superpone a los demás. Atiendo a sus palabras completamente descolocada intentando que no se notase mi sorpresa por tal anuncio. "¿Por que esta mintiendo?¿Para protegerme?¿Para ir en contra de eso? ¿Qué puede tener en la cabeza como para que vea buena idea quitar la culpa de mi persona?" Fuese lo que fuese, me estaba ayudando por lo que no podía dejar pasar la oportunidad. 

-Perfecto, encima ha resultado ser culpa de uno de los vuestros. ¿Me acaban de atravesar el hombro por una equivocación? ¡Exijo un castigo para eso que llamáis compañero! Dejadlo en el fondo de la cicatriz con sus familiares si no os parece muy descabellado. ¡Pero no quiero volver a tenerlo bajo mi propio techo!- A decir verdad si me hubiesen dejado y no hubiese sido tan lenta de reflejos me estaría limpiando tripa de bicho de los pantalones al hundirle el pecho a patadas. "Solo hay algo mas paciente que un Daeliciano.. la propia garra de la muerte. Pronto, muy pronto tu y yo nos cruzaremos y te pienso cercenar una a una tus sucias patas de bicho." Pienso mientras miro el cuerpo inmóvil de mi sucio atacante.

Al ver que los del exterior regresaban al torreón se hizo a un lado instintivamente para no ser descubierto. Sin embargo, se lo pensó mejor, y se decidió a tratar de intercambiar unas palabras con el clinger. Así, cuando pasaba hacia el interior, trató de agarrarlo del brazo disimuladamente para llevarlo afuera de nuevo, antes de que se liase si las chicas lo delataban «este tipo es tonto de remate, ¿es que piensa que esto no va a tener consecuencias». Pero Xalkoth se le escapó, y no pudo apartarlo antes de que comenzasen esas consecuencias. Tenían mucho desparpajo las dos gominolas a la hora de amenazar, pero bien que habían esperado a estar dentro para hacerlo. Especialmente la del pelo naranja, que parecía sacarse las amenazas de la chistera «no sé cómo tienes los huevos de decir que podrías haberlo tirado al pozo, solo te faltó llorar», le habría dado la risa de no estar presenciando una discusión seria. Evidentemente, olvidaba que aquella amenaza podía cumplirse con magia.

No tuvo mucho tiempo de rumiar algo que decir sobre el sinsentido que era una amenaza así por un robo menor. Poco tardó el insecto en volver a armar un lío, uno difícil de arreglar. Esta vez sí había cruzado el umbral de lo que se podía pasar por alto. Si intentó lanzarse a detener la huida del clinger o no ni siquiera fue relevante, porque se habría parado en mitad del camino al sentir el lanzazo de magia de Archi y ver al clinger congelarse en pleno movimiento. La explicación calmada del irrense frenó un poco el caos que estaba por venir, pero todos hablaban, y no era para menos. La agredida la que más, apenas dejaba que se escuchase al resto mientras cerraban aquella herida bañada en azul. El comentario por lo bajo de la chica con hocico lo hizo volverse hacia ella, interrogante, pero supuso que no era el momento de sacar a airear trapos sucios. Sin embargo, era tranquilizador en el sentido de que no podían meterlos a todos en el mismo saco que a Xalk, pero empezaba a preocuparle seriamente qué clase de criterios usaban en los demás mundos para cosechar.

Al mismo tiempo, Nero estaba pidiendo atención hasta conseguir que todos le escuchasen. Ante su confesión Cío solo pudo alzar una ceja, pero no abrió la boca. Quizá para el insecto esa explicación fuese más que suficiente -si es que podía escucharlos en aquel estado- porque para algunas cosas era tremendamente crédulo. Cío, sin embargo, tenía sus dudas acerca de la veracidad de aquello. «Ves cómo amenazan a otras personas por tu culpa y te limitas a mirar. Tiempo el que te sobró para salir al patio». Él tampoco había sabido como detener al clinger, pero la confesión de Nero a lo mejor podría haber sido suficiente. Sin embargo, le daba igual si era cierto o no, si servía de ayuda bienvenido era. Como decía Shaco poco después, pelearse entre ellos era lo peor que podían hacer. Pero estaba claro que ciertas personas no debían volver a juntarse. Las buenas relaciones entre torreones los beneficiaban a todos, y en cuestión de alimentos a ellos especialmente.

—Cálmate —pidió a Lara, ignorando a la chica de pelo verde. La ordesa estaba realmente asustada y era cierto que no le faltaban motivos—. Eso es ser igual de cabrones que él. Me da que no nos entendemos, por cultura o lo que sea, pero la mejor forma de meterle en la cabeza que no puedes ir por ahí tirando cuchillos a la gente no es esa —«¿Quieres tenerlo cualquier día esperando a la salida del torreón con los cuchillos listos? ¿O en este torreón?». Ya no sabía de qué podía ser capaz o no el clinger, pero hasta el momento no había demostrado ser tan violento en ninguna ocasión. A lo mejor bajo la alegría típica del clinger se escondía veneno, pero por el momento prefería culpar a las diferencias culturales—. Deberíamos atarlo corto. Simplemente eso, muy corto. Y también llevárnoslo de aquí antes de que se empiece a mover otra vez. —Cío hablaba sobre todo para sus compañeros de torreón, pero al terminar se giró hacia Marsi con una pregunta—. ¿Qué habéis hecho vosotros con vuestros compañeros? —Suponía que ya sabría a quiénes se refería.

Llegamos a Letargo sin muchas complicaciones después de conseguir las cestas. Estaba feliz, si bien me había costado hacer el hechizo (bastante más que a ellas a juzgar por las caras de las chicas), al menos había conseguido hacerlo. Además, estar fuera del muro del torreón algo más de cinco minutos había sido bastante relajante. Al menos, tan relajante como podía ser algo en la desquiciante Rocavarancolia.

—Sí, pero no es justo, vosotras lleváis menos práctica y sois mejores —protesté en broma cuando Alice sacó el tema de que la práctica hacía al maestro. Después puse una mueca enfurruñada, hecha más para una queja jocosa que para otra cosa—. Y yo quiero hacer ya explosiones como las del los apuntes de arriba. La paciencia no es lo mío.

Iba a alargar una mano hacia lo de las croquetas cuando escuché lo de los grillos. Podían estar muy buenos y rebozados y todos, pero mis ganas por comer bichos no había aumentado sensiblemente desde que llegase a la ciudad, así que decidí seguir comiendo de los otros platos que había preparado la varmana. Con algo menos de hambre, a decir verdad, y esperando que no hubiese demasiadas ganas de comer insectos lo que quedaba del año.

No sucedió nada más a destacar durante un buen rato. Ni siquiera la visita de los macieleros rompía del todo aquella monotonía, ya que prefería dejar el dominio sobre la comida a aquellos que la trabajaban. Solo la delirante actitud de Shaco (que, nuevamente, parecía sacada de un manicomio para payasos) y las palabras del bicho (que, por su parte, parecía sacada de una película de mafiosos de serie B) hicieron que levantase la vista del libro de magia. En el caso del humano para rodar los ojos y sonreír ante el saludo, y en el caso de Xalkoth para alcar una ceja. «Casi podría decir que está haciendo alguna clase de broma sobre mafiosos, si no fuera imposible» me dije al recordar el incidente de la fuente.

La vuelta de las daelicianas me hizo fulminar al bicho con la mirada. No sabía exactamente en qué había consistido la charla, pero atufaba a amenaza camorrista de medio pelo, una de las cosas que menos me gustaban. Especialmente cuando el amenazante en cuestión era alguien que venía de visita. La tensión subió con rapidez cuando Kora sacó sus propias armas, ante lo que me levanté sospechando lo que iba a pasar. Maldije a la daeliciana y al insecto en cuando este sacó su cuchillo, pero no pude hacer nada antes de que Archi lanzase su hechizo.

—Desde luego, a este paso va a resultar verdad que el objetivo de Rocavarancolia es hacer un estudio mental sobre la locura en distintos mundos —escupí tras Marsi, saltando la vista del insecto a Kora. La actitud de la daeliciana (porque robar miel era algo que ella haría) me sacaba de mis casillas, y la del insecto me provocaba una mezcla de mala leche y miedo. Desde luego, esperaba que Xalk no volviese por allí. Ya era suficiente con tener un asesino y un violador bajo mi techo.

Las palabras de Nero me confundieron. Desde luego la acusación, en el fondo, era perfectamente razonable, pero no entendía qué ganaría el sinhadre diciendo aquello de ser verdad que el culpable era ella. De todas maneras, mi enfado hacia el bicho aumentaría si aquello era cierto. «Vamos, que para empezar ni siquiera se aseguró de que en su torreón no había nadie. Menudo demente subnormal». De todas maneras dejaría esta opinión en cuarentena, hasta poder preguntar personalmente a la daeliciana. Hacía mucho ya que había aprendido que la gente miente más que habla.

—Me da igual lo que hagáis con ese, pero, en lo personal, me sentiría muchísimo más seguro si la próxima vez no os traéis a vuestro particular bicho asesino —dije a los macieleros tras las palabras de Cío, completando la frase mentalmente. «Al fin y al cabo, nosotros no llevamos nuestra rata fanática a Maciel».

-¡Kora, por tus ojos, estate quieta!

Marsi intentaba retener a la daeliciana para que no hiciese daño a Archime. No pudo evitar que el irrense se llevase un golpe o dos, pero cuando la chica se percató de que le estaban curando la herida fue más fácil de contener. La confesión de Nero, el chico pelirrosa, le sorprendió. Por unos instantes se sintió culpable por haber sospechado de Kora, pero la actitud chulesca y agresiva de laniña fruta borró todo rastro de culpa.

-Relajate, maldita sea, van a castigarlo, el cómo lo hagan ya es decisión suya.- estaba de acuerdo en no volver a dejarle entrar en Letargo, no tanto en abandonarlo en medio de la ciudad. Vivir bajo el mismo techo que un loco era dificil, pero no sabía si ella tendría la sangre fríapara dejarlo morir. << Esta ciudad es cruel, no sería una muerte bonita>>

Tratando de calmar a Kora, asegurándole que los macieleros se irían pronto, le propuso tomar un baño para limpiarse la sangre y subir a buscar ropa limpia. El otro irrense se le acercó y preguntó por los incidentes que habían sufrido con algunos de sus compañeros.

-Con uno fue, digamos, un choque cultural. Alguien del grupo desmontó un altar a su dios... Pero cuando le explicamos las creencia de cada uno y hablamos más o menos de nuestras culturas se calmó y no ha vuelto a dar problemas...- Marsi se estremeció al recordar cómo la rata casi había decapitado a Dhelian y Alice, y el miedo que había pasado al plantarle cara- Al otro lo tenemos encerrado abajo, en una celda. No podemos razonar con el, es como una máquina, es la forma más sencilla de tenerlo controlado. Le bajamos comida y agua a diario.- desvió la mirada a la comida, aunque Sura ya le había bajado el almuerzo hacía un buen rato.

Apenas había vuelto a tomar asiento con intenciones de leer un poco para calmarse, que se desato un total caos en medio del salón. Todo paso muy rápido para los ojos sorprendidos e incrédulos de Dhelian que en un momento estaba viendo a Korasihanna soltándole represalias al bicho y al siguiente este se disculpaba con el y atacaba a su compañera, para luego se paralizado por Archi, el intento de poner calma tanto de este como de Shaco y una discusión por ambas partes para calmar a Korasihanna, que estaba herida y sobre lo que hacer con el clinger. Todo aquello en cuestión de minutos, lo que iba a ser una visita normal  de intercambio de comida se había vuelto una discusión con intento de asesinato de por medio.

Dhelian se levanto con intención de curar a Korasihanna, pero vio que ya estaba Archi encargándose de eso, cosa que estaba costandole pues esta no paraba de revolverse. Sus ojos se posaron en el clinger, paralizado en aquella postura de huida en medio del salón. Los comentarios comenzaron a surgir de uno y otros, aunque los que atrajeron su atención fueron principalmente los del chico de pelo rosa, que dijo ser el culpable de la desaparición del bote de miel y las palabras de preocupación de Lara. Todo el mundo hablaba, todo el mundo tenia algo que decir de aquel suceso, pero Dhelian solo podía pensar en echar a Xalkoth del torreón, al menos hasta que Cío capto su atención con su pregunta. Ese bicho era un peligro, atacando sin razón de ser y sin asegurarse antes de las cosas, no sabia si Nero decía la verdad o mentía por a saber que motivo, pero fuera cual fuera el caso el que Xalkoth no se hubiera investigado antes de atacar hablaba mucho de su estupidez.

-Como comprenderéis tras la explicación de Marsi, tenemos bastantes problemas en nuestro propio torreón con alguno de nuestros compañeros, como para que venga alguien del otro a intentar atacarnos. Tenedlo en cuenta cuando vengáis la próxima vez, por favor - pidió mirando a los macieleros presentes con atención antes de acercarse a Korasihanna que estaba terminando de ser curada por Archi, viendo con atención la herida cerrándose de su hombro. y Tras escuchar la propuesta de la varmana a Kora, la miro atentamente sonriendo un poco.- Es una buena idea y podrás darte un baño de agua calentita si me dejas hacer un poco de magia en esta -propuso a la daeliciana con un tono suave, ya llevaba algo de tiempo queriendo hacer algo por la chica y aquello era una buena oportunidad, el agua caliente le relajaría y con suerte mejoraría su humor para después de que todos los macieleros se hubieran marchado.

Lara dedicó una mirada malhumorada a Cio, pero acabó asintiendo resignada ante lo que decía. Lo cierto era que a la ordesa, con tal de mantener a salvo a sus pequeños, le daba igual rebajarse al nivel de hijoputismo de Xalkoth. <<Xalkoth defiende un tarro de miel venenosa, yo a mis niños>> y solo por eso, su propuesta le seguía pareciendo la mejor opción. No necesitaba que Xalkoth aprendiera a no lanzar cuchillos a la gente, para vivir le bastaba con que Xalkoth dejara de lanzar cuchillos. Y si bien ella no era capaz de causarle daño real, porque la propia idea de pensar en matarle le hacía sentirse repugnante; ahí fuera había serpelinos y bernos, y estaba Astra con sus pre-requiems y seguro que había bastantes monstruos más.

Escuchó las explicaciones de los letarguinos con expresión ausente y tan solo lanzó una mirada preocupada a las escaleras que bajaban al lugar donde debía de estar la prisión del violador. En ese momento le apeteció salir corriendo de ahí, pero no podía. En su lugar, casi inconscientemente, giró la cabeza en busca de las escaleras que subían. Desde fuera no había visto ningún boquete ni animales extraños alrededor del torreón, por lo que imaginó que la Suerte le había permitido conservar toda su estructura interna.

—No me apetece quedarme a escuchar el resto—comentó con sinceridad y luego añadió—: Me gustaría salir a respirar un poco de aire, ¿se puede subir a la parte alta de la torre?—. Lara solo había leído sobre castillos y torreones en libros y apenas había visto uno por dentro en una excursión. Pero jamás había estado en la parte más alta de ninguno y quería probar a ver qué se sentía y ahora más que nunca, para relajarse un poco y alejarse de asesinos y violadores. <<Vaya una panda nos ha tocado…>>. Suspiró.

Archime asintió ante el ofrecimiento de ayuda de Surásara y Marsi y comenzó a entonar la letanía que había empleado para curar las heridas del tobillo de Anriel. Korasihanna comenzó a gritar algo a lo que no prestó atención, no pudiendo dar el mismo trato, sin embargo, a la reacción corporal que acompañaba a sus palabras. A pesar de que sus compañeras hacían lo posible por contenerla, el irrense recibió algún que otro golpe de la chica. Trató de ignorar el dolor para no perder el hilo del conjuro, temeroso de que el resultado fuese desastroso si se equivocaba con un hechizo que implicaba la modificación de un proceso biológico como era la regeneración del cuerpo.

Una vez la herida de la daeliciana se había cerrado por completo y finalizó el proceso de conjuración, el biomecánico se frotó la pantorrilla derecha, pues la daeliciana le había propinado una dolorosa patada en aquella zona. El resto continuaba emitiendo juicios de diversa índole acerca de lo sucedido, aunque en su cabeza todavía estaba dándole vueltas a la confesión de Nero. No iba a comentar nada al respecto, pero el irrense estaba seguro de que desde el momento en el que se habían ido los letarguinos hasta que la falta del tarro de miel se hizo patente, él había permanecido sentado en su sillón habitual, programando. Estaba convencido de que habría presenciado aunque fuese solo por vía acústica el suceso que describió el sinhadre, por lo que para Archime resultaba casi evidente que se trataba de una historia falsa, aunque con cierto margen de error que siempre podría existir. El objetivo de hacer algo así, sin embargo, resultaba muy evidente por lo que tan solo permaneció en silencio tras dedicarle una mirada que reflejaba cierta curiosidad al edeel.

—Debería dársele la oportunidad a Xalkoth de explicar sus motivos para actuar así —intervino cuando tuvo oportunidad—. No obstante, considero una medida acertada mantenerlo bajo vigilancia, no así abandonarlo a su suerte —opinó tras la explicación de Marsi acerca de como mantenían a su compañero problemático encerrado. A continuación miró la hora en la pantalla de su ordenador—. El efecto de la parálisis se desvanecerá dentro de unos veinte minutos. En este estado puede oír pero no hablar, por lo que si queréis dialogar con él debemos retenerlo de otra forma.

La petición de Lara 37 captó la atención del biomecánico, quien dedicó una mirada a la ordesa antes de volver a hablar. Lo cierto era que él también comenzaba a agobiarse debido a que el incidente había congregado a ambos grupos en un espacio reducido y el hecho de tener a tanta gente pendiente de él cuando hablaba lo ponía nervioso.
>>Si me lo permitís me gustaría acompañar a Lara 37. Volveré antes de que cese el hechizo —aseguró.

Me mordí el labio inferior cuando Marsi esquivó el cojín <<Ouch...>> pero di un bote de alegría en cuanto este impactó en la cara de Shaco. Su reacción fue... <<¿De dónde ha salido este mozo? Yo quiero un Shaco en mi torreón, que se lleven a Álvaro>> ¡Y también hacía magia! Contraatacó con otro cojín, pero se desvió por mucho de mi cara. <<Compañero de magias y friki, ¡hurra!>> El muchacho entonces se subió a un sofá y se sacó de la manga un sable imaginario. Resoplé y dije:
-¿Una espada? Hombres, siempre pensando en clavar su espada en algo...

Pero mis palabras murieron en el aire. La situación se descontroló de inmediato. Al parecer, Xalk había amenazado de muerte a Lhelian y Kora por robar un bote de miel en su torreón. En cuanto pensé eso mismo, para entenderlo y buscarle la lógica, la situación se había desmadrado. <<¿Podría haber parado el cuchillo con un hechizo? Sin semejante práctica, lo dudo mucho>> Archi paralizó a Xalk y varios de los nuestros se encargaron de Kora. La cosa se calmó un poco y entonces Marsi habló de nuestros compañeros conflictivos, pero no me hizo ninguna gracia lo que les dijo Dhelian.
-Oye, que en la otra visita que hicimos la otra vez, Xalk no parecía un asesino en potencia; sus compañeros no tienen la culpa de esto.

Lara y Archi dijeron entonces de subir a la terraza y decidí acompañarles. Visto lo visto, abajo no hacía nada útil.
-Voy con vosotros, os haré de guía.-bromeé sin mucho ánimo.

Una vez arriba, me apoyé en el muro de piedra y miré hacia el horizonte.
-Más tarde llegarán los murciélagos flamígeros, ¿los habéis visto alguna vez?-comenté, por decir algo.

En mi interior, analizaba lo sucedido abajo. <<Xalk acusó a Kora y Dhelian, Dhelian le pidió explicaciones por la amenaza y Kora se deshizo en excusas de por qué iba ella a robar un tarro... Por muy estúpido que fuera el motivo de la amenaza, Kora parecía la "ladrona". Pero entonces Nero dijo que había sido él... Así que a saber. Lo único claro es que no podemos matarnos entre nosotros por un tarro de comida que, además, sólo pueden comer Kora y Dhelian, rayos. Es de locos. Ya no te matan por un altar sino por creer que alguien ha robado algo, inútil además. Y Xalkoth, encima, con lo alegre que es, ahora resulta un asesino sin vergüenza alguna, delante de todos nosotros...>>

-Lo peor del monstruo es que no lo aparenta...-suspiré en voz alta.

Lara subió las escaleras en silencio tras Marsi, acariciando con una mano las paredes de piedra y con la otra descansando inconscientemente sobre su Diezdiez. Nada más subir abrió los ojos tanto como pudo, quería empaparse de las vistas y pensó que cuanto más los abriera, mejor sería. Seguía viendo las ruinas de la ciudad tan particularmente bonitas como el primer día, pero ahora tenían un algo más. Un toque siniestro. Un aviso silencioso de que el paisaje guardaba sorpresas. Igual que las ranas advertían de su toxicidad con sus colores. Una vez se hartó, cerró los ojos y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Ni ahí arriba soplaba demasiado el aire, pero Lara lo agradeció.

—Ya… Los murciélagos fogosos—corrigió a Alice. Estaba segura de que ella los había bautizado antes así y particularmente, le gustaba más que flamígeros. <<Ese adjetivo es demasiado trabalenguoso>>. Sin abrir los ojos, tomó aire varias veces e intentó relajarse siguiendo los consejos que hace mucho tiempo le había dado su madre. Alice volvió a hablar y Lara chasqueó los labios ante su comentario—. Si vuelves a decir eso, conseguirás que no me fíe de absolutamente nadie—. Nadie parecía un asesino, entre todos ellos.

Permaneció un rato en silencio, intentando no pensar demasiado en nada. Pero todo el miedo y los nervios y la ansiedad que estaba empezando a acumular se le vinieron encima y parecían pedirle que no se callara.

—¿Sabéis? Hoy más que ningún otro día, toda esta aventura empieza a disgustarme. No hay ayudas, no hay consejos, no hay facilidades, ni guías, ni nada. Te sueltan en mitad de una plaza y el peso de todo lo que hagas a partir de ahí recae sobre ti mismo y sobre el resto de ineptos que han soltado a tu lado. Y ahora resulta que hasta eso es peligroso—. Lara seguía intentando respirar relajadamente, pero de vez en cuando su voz se entrecortaba—. Y tampoco ves nada de lo que te prometieron. ¿O acaso alguno de vosotros ha visto ya ese gran poder que hay aquí y que no hay en nuestros mundos y que nos permitirá rivalizar contra la propia suerte? Porque yo he venido con cinco niños. Cinco putos niños. Y lo único de lo que puedo protegerles es de que se escuezan el culo, limpiando los pañales con hechizos—. Lara comenzó a llorar. Se tapó la cara con las manos y los pelos de sus muñecas se apelmazaron conforme se empapaban de sus lágrimas. La ordesa estaba dando vueltas a lo que quería decir realmente, sin llegar a atreverse.

>>¿Y si vuelvo y resulta que Keiria o Baurus o el pequeño Ippon resultaban ser como Xalk?—preguntó por fin, y los sollozos le impidieron seguir hablando.

Con la contestación tan enfadada de Lara Croft, el aprendiz no supo como contestar así que tan solo se hundió de hombros y esbozó un mohín en su cara. Podria haber replicado a la pequeña ordesa, tan solo que habia visto suficiente la batalla de endor para saber que no se debia enfadar a pequeñas criaturas peludas.
Sin embargo Zora no callaba. Y lo que decia no sonaba precisamente bien ni amable. El aprendiz tenia la corazonada que mataria al bicho si se le daba la oportunidad, lo cual era preocupante. No queria decir nada sobre el asunto, esperando que las otras dos chicas calmaran a la daeliciana, pero aun así siguió ladrando por su boca y el aprendiz se tapó los oidos, molesto ya con todo el mundo alzando la voz de malas maneras para amenazar e intimidar.
-¡Calma tu inexistente delantera, Zora!-dijo sacudiendo la cabeza-¡Todos! ¡Vais a darme dolor de cabeza! Si se va a hablar del asunto, que se hable de una manera más tranquila y con menos gritos.-

>> Acabas de decirla que...

>> Calm yo tits, sis

>> Ok. Te voy a dejar con eso... lo que sea que estes haciendo con tu vida...

Fue entonces consciente del peso de sus palabras y deseó que la tierra se le tragase. Probablemente iba a pagar el precio de su referencia con una libra de carne o más, ya que la pequeña daeliciana probablemente no estaba de humor para ninguna broma. La presencia del aprendiz fue disminuyendo más y más a medida que avanzaba el tiempo, literalmente dejó de hablar y de reaccionar a cualquier estímulo hasta parecer que entraba en un trance zombie.

-¡¡Akari~n!!-y entonces deseó volverse invisible del todo.

Fue la oferta de Alice de guiarles por el torreón la cual le arrastró por todo este. No fue hasta que salieron al patio que no se animó un poco. Subiendose a su bõ podia ver otra parte de la ciudad. Cubriendose de los rayos de luz, exploró la ciudad con nuevos ojos.

Ya parecian dispuestos a salir así que el aprendiz se despidió de todos de mejor humor, prometiendoles visitar de nuevo si se presentaba la ocasión. Cuando estuvieron fuera se sonrojó de pies a cabeza y enterró la cara en su bufanda, muy avergonzado.

>> Soy idiota.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Archime siguió a Alice acompañado de Lara 37 a través del torreón. El irrense se fijó en que existían muy pocas diferencias en el interior de este con Maciel. La más notoria, a parte de las plantas trepadoras, se encontraba en la última planta. El biomecánico no acusó la falta del boquete con el esqueleto gigante, ya que dudaba de que aquella característica de su torreón fuese intencional, pero sí la ausencia de los pájaros que lo anidaban. Ello le hizo suponer que tal vez se hubiesen establecido en el otro torreón tras producirse el impacto del gigantesco animal al que pertenecía el esqueleto, o tal vez simplemente aquellas aves se habían establecido por la zona en la que se encontraba Maciel.

Una vez arriba, el ingeniero observó la vista de Rocavarancolia que las alturas le ofrecían. Localizó la biblioteca enseguida, pero no le dedicó más que una breve mirada pues otra cosa llamó su atención. Desde allí se podía ver el mar que había señalado Cío cuando obtuvieron mapas de la ciudad. Era la primera vez que lo veía con sus propios ojos aunque fuese desde la distancia y el irrense permaneció durante un buen rato con la mirada clavada en él. Además de la línea costera, un enorme edificio de color rojo destacaba entre todos los demás, casi desentonando con su imponente presencia entre tanta ruina. Archime se preguntaba cuál podría ser su propósito. Era imposible sacar nada en claro, evidentemente, por lo que se limitó a realizar unas cuantas fotografías del edificio, el mar y las vistas que la azotea de Letargo, en general, le ofrecían.

Mientras tanto y a pesar de todo, había prestado atención a los comentarios de Alice así como a las palabras de la ordesa. Cuando esta comenzó a sollozar, Archime le dedicó una mirada parpadeante antes de volver a bajar la vista. ¿Cómo se comportaba uno ante una situación como aquella? Se retorció las manos, incómodo, esperando que Alice supiese qué hacer, por lo que también le dirigió una mirada en la que bajo la eterna capa de inexpresividad casi se podía leer la palabra "ayuda".
—Resulta evidente el engaño que Rocavarancolia lleva a cabo en todos los mundos para traer a los cosechados —comenzó a decir tras unos segundos de silencio todavía mirando hacia el horizonte—. A pesar de ello, la magia es real y estoy seguro de que con un estudio más a fondo lograremos un dominio mucho más amplio de su naturaleza, pudiendo protegernos más adecuadamente de los peligros que parecen encontrarse por toda la ciudad. Al fin y al cabo si el objetivo es nuestra supervivencia, de alguna manera tendremos que poder llevarla a cabo. O sería completamente ilógico el traernos aquí para un propósito imposible. Así mismo no veo razón alguna para pensar que más cosechados puedan resultar peligrosos tan solo porque Xalkoth ha hecho gala de un comportamiento exacerbado dada la situación. Sospecho que estamos ante alguna clase de diferencia interplanetaria ya que ha demostrado en otras ocasiones poseer concepciones muy diferentes a las nuestras en ciertas materias. De cualquier forma, puedo volver a realizar el sortilegio paralizante en caso de ser necesario.

El biomecánico no tenía la más remota idea de como se consolaba a alguien o de gestos afectivos tales como infundir palabras de ánimo. Por lo que se limitó a hacer lo único que sabía: exponer el punto de vista destacando que creía más lógico, destacando aquellas cuestiones que resultaban más importantes si analizaba el contexto.

"Van a ser unos veinte minutos incómodos de la hostia", fue el fugaz pensamiento que pasó por la cabeza de Taro cuando Archi subió las escaleras en pos de Lara y Alice.
Efectivamente lo estaban siendo. Con Xalk paralizado en mitad del salón, algunos intentando tranquilizar como podían a la daeliciana y el resto sin tener otra cosa que hacer aparte de esperar a que el clinger se desparalizase y diese explicaciones, al cabo de un rato el carabés no pudo más y alzó la voz. Cío había insistido más veces a lo largo de aquel corto lapso de tiempo en llevarse a Xalk a casa, y la verdad era que Taro no podía estar más de acuerdo.

-Pues yo diría de llevárnoslo a Maciel también. Ya decidiremos allí qué hacemos con él, que los de aquí no tienen que cargar con el marrón- propuso sin estar muy convencido. Tironeó de mala gana del cuello del jersey cuando los demás le miraron con expresión interrogante-. Lo del tarro de miel está resuelto y lo del cuchillo también. Si aún sigue en pie lo de cambiar comida cuando vengamos no traemos a Xalk y ya está, y si tenéis que venir a Maciel no traigáis a Kora- se encogió de hombros-. No tenemos nada más que hacer aquí, y tal y como está el patio no creo que surja.

Una vez regresaron los que habían ido a visitar Letargo y tras una breve despedida entre Shaco, Cío y Taro cargaron a cuestas al aún paralizado Xalk; asegurándose de que Archi lo tuviese siempre a tiro para cuando el efecto del encantamiento se disipara. El irrense renovó el hechizo antes de salir, por lo que se evitaron sorpresas desagradables por el camino.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Sí, cierto, no tendría que haber dicho eso en voz alta... <<Pero después de nuestros compañeros locos...>> Sí, no te falta razón, pero ¿pensaste en Lara y sus criaturas? <<No... Agh, tendría que haberme callado>> El colmo fue cuando la chica empezó a sollozar y Archi a frotarse las manos y a mirarme inexpresivo, para luego soltar esa retahíla de palabrejas. <<¿Acaso no hay tíos decentes en ningún torreón? Ahg, calla, que te arreo con el libro, Archipedia>>

Me senté frente a ella con las piernas cruzadas, intentando llamar su atención tocando una de sus piernas.
-Eh, Lara, mujer... Lo que dije antes no suele cumplirse, es un dicho terrícola, pero porque allí están todos locos. Por Keiria o los demás no deberías preocuparte, ya dejaste antes a los niños con ellos y no les pasó nada, ¿a que no? Además, nosotros hemos conseguido convivir con Yrfy, que en su tierra es un asesino profesional o algo por el estilo... Así que no está todo perdido.

Si Archi o Lara esperaban algún gesto por mi parte... maldita yo. En casa, cara a cara, no solía lidiar con gente en este estado... Y si pasaba algo similar eran amigos que de pronto se desmoronaban hablando por el móvil... O gente de mi estatura a la que se le podía dar un abrazo... Pero no sabía qué hacer con Lara, ¿cogerla en brazos? Por favor, tiene hijos, es una mujer ya, eso le podría resultar incluso mal... <<No tiene por qué... Además, desde aquí puedo...>> Abrazarla, sí: me acerqué a ella y la abracé con suavidad, acariciándole la cabeza y la espalda.

-Lara, tranquila, mira... Si nos han elegido para venir aquí, será por algo. Y si fue sólo para divertirse, tenemos que sobrevivir para reírnos luego en su cara. Nos prometieron todo tipo de cosas, a cada uno algo distinto... Y no mintieron con algunas, magia incluida. Que sí, vivir así es un asco, pero podemos apañarnos. Tus compis son gente maja, como los míos, y, como dijo Archi, lo de Xalk tendrá explicación por su mundo, como nuestros compañeros. Tus niños estarán a salvo con tu gente, ya verás.