La Tierra
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
La Tierra
23/07/13, 05:12 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La Tierra
Portal situado en Centroeuropa, en la cara norte de los Alpes. El portal solo se abre durante la época de cosecha y después vuelve a cerrarse por precaución.
Portal situado en Centroeuropa, en la cara norte de los Alpes. El portal solo se abre durante la época de cosecha y después vuelve a cerrarse por precaución.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: La Tierra
09/01/15, 01:14 am
-No gracias DL, no es problema - le dirigí una sonrisa de agradecimiento y luego sugerí usar el autobús para llegar allí.
No tuvimos problemas para entrar gracias a Shiz, tuve que explicar lo que significaban todas las pinturas por las que me preguntaban. Terminamos en el mirador en el que había más gente, estaba pensando en que tocaba ir al Coliseo cuando Shiz soltó una bomba, y por la cara de DL estaba claro que era la primera vez que oía sobre el tema.
Hice lo único que podía hacer en ese momento, desaparecer para dejarles intimidad y espacio. En nada me perdí entre la gente con la caja de Sombra a cuestas. Desde luego menudo don de la oportunidad que tenía Shizel, ¿no podía haber esperado a llegar a la ciudad para decirlo?.
Estuve fuera de su vista hasta que me llegó el mensaje telepático de Shiz y creí entrever un deje de reproche en su mensaje. "No tienes nada que reprocharme, yo no he sido el que ha sacado el tema." Se lo transmití de forma que entendiese que no era un reproche, si no una simple observación.
Regresé a donde los había dejado y observé la atmósfera. <<Este viaje de vuelta se me va a hacer eterno>>. Sí, no me hacía falta ser idrino para verlo.
-¿Qué os parece si vamos yendo a la ciudad? Se nos va a echar el tiempo encima si seguimos aquí - comenté con ligereza tratando de enterrar lo que había pasado para que el viaje no se hiciese muy pesado.
No tuvimos problemas para entrar gracias a Shiz, tuve que explicar lo que significaban todas las pinturas por las que me preguntaban. Terminamos en el mirador en el que había más gente, estaba pensando en que tocaba ir al Coliseo cuando Shiz soltó una bomba, y por la cara de DL estaba claro que era la primera vez que oía sobre el tema.
Hice lo único que podía hacer en ese momento, desaparecer para dejarles intimidad y espacio. En nada me perdí entre la gente con la caja de Sombra a cuestas. Desde luego menudo don de la oportunidad que tenía Shizel, ¿no podía haber esperado a llegar a la ciudad para decirlo?.
Estuve fuera de su vista hasta que me llegó el mensaje telepático de Shiz y creí entrever un deje de reproche en su mensaje. "No tienes nada que reprocharme, yo no he sido el que ha sacado el tema." Se lo transmití de forma que entendiese que no era un reproche, si no una simple observación.
Regresé a donde los había dejado y observé la atmósfera. <<Este viaje de vuelta se me va a hacer eterno>>. Sí, no me hacía falta ser idrino para verlo.
-¿Qué os parece si vamos yendo a la ciudad? Se nos va a echar el tiempo encima si seguimos aquí - comenté con ligereza tratando de enterrar lo que había pasado para que el viaje no se hiciese muy pesado.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: La Tierra
09/01/15, 10:44 pm
La llegada de Enredo no deshizo su malestar pero al menos su presencia servia como barrera de contención para sus emociones y era algo que agradecía. Por muy enojado y dolido que estuviera, el hecho de ver a Shizel echarse atrás frente a sus acusaciones no le hacia especialmente feliz. "Soy imbécil, en serio, importándome aun si le hago daño o no" se recrimino mas movido por la decepción que por la coherencia. Se sentía tan confundido que la ganas de tirase desde el mirador, sin alas, le estaba siendo especialmente atractiva.
Su respuesta a las palabras de Enredo fue un leve gruñido de aceptación, sin ganas algunas de hablar por el momento. Con eso dicho se pusieron en marcha alejándose de la vista de los humanos para ahora si hacer el recorrido por aire hacia el portal. DL sin decir una palabra, saco sus alas, tras asegurarse que no eran visto y que el lugar era lo suficientemente escondido. Su sorpresa fue bastante cuando al sacar estas el plumaje había cambiado de su tono pardos y blancos a uno completamente negro. "Genial...putas emociones" pensó de mal humor, al notar como estas afectaba en cierto modo a su habilidad. Al fin de cuentas su tranformacion era cambios en su cuerpo y su estado psicológico afectaba a estas en menor o mayor medida, por suerte no en algo que supusiera un peligro para el. Con un suspiro, se lanzo un hechizo de niebla mágica para asegurarse que nadie los vería cuando echaran el vuelo y tras hacerlo despego alzándose rápidamente para alejarse de la vista de los posibles transeúntes. Ya cuando estuvo a una altura suficiente para ser poco mas que un borrón para cualquiera que mirara hacia arriba, se dirigió por el canal telepático que seguía en su mente a sus compañeros.
"¿Cuanto tiempo nos puede quedar antes de que el portal se cierre, Enredo?" pregunto directamente al brujo con un tinte realmente serio y falto de su habitual buen humor. No tenia claro si exageraba o no, ¿tenia derecho a enfadarse, no? ¿estaba mal acaso sentirse decepcionado? No tenia idea y como tampoco era algo que pudiese controlar, hasta que no se le pasara el malestar no le iba a ser fácil tratar normalmente con Shizel por un tiempo. Si es que volvía a hacerlo, que tampoco lo sabía.
Para rematar su estado ya confuso, dolido y malhumorado, estaba esa sensación punzante afectada por lo que sentía por el condenado idrino que le pedía que se disculpara por sus palabras. Algo a lo que se negaba rotundamente, pues aunque fuera por una única vez, no había sido el quien había metido la pata. Estaba demasiado harto en aquellos instante, entre otra cantidad de emociones. Realmente intratable, algo en lo que era muy consciente.
El hecho de volar varios metros por delante de sus amigos, tras ser informado por Enredo hacía donde debían dirigirse, lo evidenciaba.
Su respuesta a las palabras de Enredo fue un leve gruñido de aceptación, sin ganas algunas de hablar por el momento. Con eso dicho se pusieron en marcha alejándose de la vista de los humanos para ahora si hacer el recorrido por aire hacia el portal. DL sin decir una palabra, saco sus alas, tras asegurarse que no eran visto y que el lugar era lo suficientemente escondido. Su sorpresa fue bastante cuando al sacar estas el plumaje había cambiado de su tono pardos y blancos a uno completamente negro. "Genial...putas emociones" pensó de mal humor, al notar como estas afectaba en cierto modo a su habilidad. Al fin de cuentas su tranformacion era cambios en su cuerpo y su estado psicológico afectaba a estas en menor o mayor medida, por suerte no en algo que supusiera un peligro para el. Con un suspiro, se lanzo un hechizo de niebla mágica para asegurarse que nadie los vería cuando echaran el vuelo y tras hacerlo despego alzándose rápidamente para alejarse de la vista de los posibles transeúntes. Ya cuando estuvo a una altura suficiente para ser poco mas que un borrón para cualquiera que mirara hacia arriba, se dirigió por el canal telepático que seguía en su mente a sus compañeros.
"¿Cuanto tiempo nos puede quedar antes de que el portal se cierre, Enredo?" pregunto directamente al brujo con un tinte realmente serio y falto de su habitual buen humor. No tenia claro si exageraba o no, ¿tenia derecho a enfadarse, no? ¿estaba mal acaso sentirse decepcionado? No tenia idea y como tampoco era algo que pudiese controlar, hasta que no se le pasara el malestar no le iba a ser fácil tratar normalmente con Shizel por un tiempo. Si es que volvía a hacerlo, que tampoco lo sabía.
Para rematar su estado ya confuso, dolido y malhumorado, estaba esa sensación punzante afectada por lo que sentía por el condenado idrino que le pedía que se disculpara por sus palabras. Algo a lo que se negaba rotundamente, pues aunque fuera por una única vez, no había sido el quien había metido la pata. Estaba demasiado harto en aquellos instante, entre otra cantidad de emociones. Realmente intratable, algo en lo que era muy consciente.
El hecho de volar varios metros por delante de sus amigos, tras ser informado por Enredo hacía donde debían dirigirse, lo evidenciaba.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: La Tierra
10/01/15, 02:55 am
Shizel maldijo su estupidez, corroborada luego por Enredo, al sacar un tema semejante antes de iniciar el viaje de vuelta y no al finalizarlo.
-Sí- coincidió con el brujo. Aunque les sobrase tiempo, el ambiente no toleraría que la visita se prolongara mucho más tiempo.
El vuelo de regreso se hizo larguísimo, eterno. Como idrino la tensión silenciosa le resultaba como uñas arañando una pizarra, al igual que la imagen antinatural de DL ignorándoles, mudo en el canal telepático.
"Enredo", le llamó mentalmente cuando ya estaban próximos al portal. "Puedes... ¿asegurarte luego de que está bien?"
Estaba enviando a otro a reparar el destrozo que él había hecho. Darse cuenta le hizo sentir inseguro sobre qué era ya lo correcto y qué no.
"Sólo si quieres", añadió vacilante. El brujo tenía más juicio que él en aquellos temas -cualquiera parecía tenerlo, tal y como habían salido las cosas- y sabría qué sería lo mejor.
Sigue en Rocavarancolia.
-Sí- coincidió con el brujo. Aunque les sobrase tiempo, el ambiente no toleraría que la visita se prolongara mucho más tiempo.
El vuelo de regreso se hizo larguísimo, eterno. Como idrino la tensión silenciosa le resultaba como uñas arañando una pizarra, al igual que la imagen antinatural de DL ignorándoles, mudo en el canal telepático.
"Enredo", le llamó mentalmente cuando ya estaban próximos al portal. "Puedes... ¿asegurarte luego de que está bien?"
Estaba enviando a otro a reparar el destrozo que él había hecho. Darse cuenta le hizo sentir inseguro sobre qué era ya lo correcto y qué no.
"Sólo si quieres", añadió vacilante. El brujo tenía más juicio que él en aquellos temas -cualquiera parecía tenerlo, tal y como habían salido las cosas- y sabría qué sería lo mejor.
Sigue en Rocavarancolia.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: La Tierra
18/01/15, 11:13 pm
La simple contestación que recibió Noel fue su profundo agradecimiento en forma de un beso y un abrazo por parte de la vouivre. La británica tenía las emociones a flor de piel y si hubiera tenido que decir algo más probablemente hubiera empezado a soltar incoherencias sin sentido. La pareja no tardó en retirarse del lugar, de la mano y sin prisas, dejando atrás un pequeño desperfecto en la tumba de Margaret, del que más tarde Church se daría cuenta.
Wen le dio a Noel las coordenadas exactas de la calle en la que se iban a encontrar con Giz para que él se las retrasmitiera y ambos se encaminaron hacia ahí. Aunque Wen no dijo nada, Noel pudo percatarse de que habían vuelto a pasar por el orfanato dejándolo atrás. Algunas manzanas más allá, por fin llegaron a la calle. Wen saludó a Giz alegremente y le agradeció de nuevo la ayuda que le iba a prestar.
Como si de su casa se tratase, la británica abrió la puerta del portal y luego la del piso y les hizo pasar al interior de la casa. Como predijo, La Granja se encontraba vacía. Aunque cabía la posibilidad de que las cosas hubieran cambiado, Wen había esperado que los horarios de Church siguieran siendo los mismos, al menos en lo que a días laborales respectaba. Indicó a los dos rocavarancoleses que podían cotillear por ahí, pero les pidió que no tocaran nada o, al menos, que no lo cambiaran de lugar. Mientras tanto, la vouivre se acercó a la cocina donde recordaba que siempre había colgado un calendario con anotaciones, tal y como a Maggie le gustaba organizarse. Tras echarle un rápido vistazo, la vouivre sonrió. Por suerte para ella no tendría que irse a ningún sitio, pues, al menos ese día, el horario de Church si que iba a variar y no iba a comer en el trabajo.
- Caballeros, pónganse cómodos. No tendremos que esperar demasiado.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: La Tierra
19/01/15, 12:34 am
Las acciones de agradecimiento de la vouivre lo cogieron por sorpresa, pero ello no evitó que las correspondiese con la misma efusividad, recuperando una amplia sonrisa en su rostro. A continuación contactaron con Giz, que ya se encontraba en Londres, y le proporcionaron las coordenadas a las que debía teletransportarse. La pareja, en cambio, recorrió las calles una vez más y, aunque el sueco se encontraba totalmente perdido, pudo reconocer el orfanato cuando volvieron a pasar por su calle, dejándolo atrás esa vez definitivamente.
Las calles cada vez estaban más concurridas, como cabía esperar tras pasar las horas más tempranas de la mañana, y el sueco tenía que prestar especial atención a evitar que los transeúntes tropezasen con sus alas o su cola, cosa que podría incluso provocar un accidente sangriento que prefería evitar: no quería lidiar con problemas de ningún tipo por mucho que bastase con algún borrado de la memoria reciente. Agradeció por eso y por evitar las miradas que atraía su altura cuando por fin llegaron a su destino y se sumó al saludo al asreniano, quien lógicamente había llegado antes que ellos.
La casa de Church, la Granja tal y como recordaba de lo que le había contado Wen en más de una ocasión, era un edificio antiguo. El interior no desentonaba con aquella primera impresión, pues los muebles eran auténticas antiguallas que poco tenían que ver con los de corte moderno que decoraban la que había sido su casa. Aun así, el ambiente resultaba acogedor y no eran precisamente los muebles lo que llamó más la atención del draco.
Una estantería repleta de libros cubría una buena parte de la pared del salón y el sueco consiguió reconocer varios de los títulos de los lomos. Había unas cuantas novelas de misterio, algunas incluso habían estado en su propia estantería aunque traducidas al sueco. La mayoría de aquellas eran tan viejas como los muebles, pero otros libros de aspecto más moderno destacaban entre los demás. Tras descifrar sus títulos, con algo de esfuerzo, pudo ver que se trataban de libros jurídicos o al menos estaba casi seguro de ello.
—¿Church estudia derecho o algo relacionado con ello? —le preguntó a la vouivre con curiosidad, señalándole la balda en la que descansaban los volúmenes de aquella temática.
La respuesta de Wen fue negativa y, de hecho, la chica parecía bastante desconcertada por la presencia de aquellos libros en casa del joven, ya que al parecer nunca había demostrado interés alguno por la materia.
Las calles cada vez estaban más concurridas, como cabía esperar tras pasar las horas más tempranas de la mañana, y el sueco tenía que prestar especial atención a evitar que los transeúntes tropezasen con sus alas o su cola, cosa que podría incluso provocar un accidente sangriento que prefería evitar: no quería lidiar con problemas de ningún tipo por mucho que bastase con algún borrado de la memoria reciente. Agradeció por eso y por evitar las miradas que atraía su altura cuando por fin llegaron a su destino y se sumó al saludo al asreniano, quien lógicamente había llegado antes que ellos.
La casa de Church, la Granja tal y como recordaba de lo que le había contado Wen en más de una ocasión, era un edificio antiguo. El interior no desentonaba con aquella primera impresión, pues los muebles eran auténticas antiguallas que poco tenían que ver con los de corte moderno que decoraban la que había sido su casa. Aun así, el ambiente resultaba acogedor y no eran precisamente los muebles lo que llamó más la atención del draco.
Una estantería repleta de libros cubría una buena parte de la pared del salón y el sueco consiguió reconocer varios de los títulos de los lomos. Había unas cuantas novelas de misterio, algunas incluso habían estado en su propia estantería aunque traducidas al sueco. La mayoría de aquellas eran tan viejas como los muebles, pero otros libros de aspecto más moderno destacaban entre los demás. Tras descifrar sus títulos, con algo de esfuerzo, pudo ver que se trataban de libros jurídicos o al menos estaba casi seguro de ello.
—¿Church estudia derecho o algo relacionado con ello? —le preguntó a la vouivre con curiosidad, señalándole la balda en la que descansaban los volúmenes de aquella temática.
La respuesta de Wen fue negativa y, de hecho, la chica parecía bastante desconcertada por la presencia de aquellos libros en casa del joven, ya que al parecer nunca había demostrado interés alguno por la materia.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: La Tierra
21/01/15, 03:46 am
Church abrió la puerta de un empujón, resopló y sacó la llave de la cerradura con fuerza. Aquella puerta, que no había sido cambiada desde hacía más de veinte años, había comenzado a dar muestras del deterioro que sufría y se atascaba con facilidad. Church dejó sus llaves en la bandeja de mimbre que se encontraba sobre la cómoda situada al lado de puerta sin percatarse que sobre esta ya había un juego de llaves idénticas con una larga cadena como llavero. Church cerró la puerta y volvió a resoplar. Llevaba una semana haciendo horas extras en el taller de coches en el que trabajaba y la razón no era otra que la de tener aquella tarde y el día siguiente completamente libres. Church solía pasar aquellas fechas con los mocosos. Los llevaba a la tumba de Maggie y luego hacían un picnic en el parque. Ese año, habían querido preparar ellos la comida, así que Church iba a aprovechar para descansar.
- Se te ve cansado, Church. ¿Sigues robándole pollos al Señor Gomis? Ya sabes que esa tripa engaña y corre más de lo que parece, ¿o ha adelgazado en estos últimos tres años?
Church quedo en shock al instante. Sentada de forma despreocupada en su sofá había una chica sosteniendo una de sus cervezas y que parecía conocer cosas de él que hacía tiempo había olvidado. Por alguna extraña razón, la situación le resultaba terriblemente familiar y tanto la voz como la imagen le provocaban una sensación extraña, como si se tratara de un sueño que no podía recordar.
- ¿Ese es todo mi recibimiento? ¿Así saludas a tu hermana después de tres años de ausencia? Antes siempre tenías la última palabra y hoy no me das ni la primera- se mofó la muchacha.
- ¿Hermana?- susurró el chico consiguiendo hablar por fin.
Su cabeza estaba abarrotada de imágenes que no habían estado ahí con anterioridad, pero que tenían un deje de recuerdo inconsciente. Recuerdos, sonidos, olores, sabores,… las sensaciones se iban apelotonando en su mente mareándolo un poco, hasta que de repente vió las cosas claras, tan claras y nítidas que no llegaba a entender como no lo había sido al momento de entrar por la puerta.
- ¿Day?- preguntó, todavía confuso.
- Así solías llamarme- respondió simplemente la chica, adornando su cara con una sonrisa poco común en la niñata que él recordaba.
- Pero, ¿cómo…? ¿qué…?- Las preguntas se apelotonaban en su mente y él intentaba organizarlas para que la confusión no le desbordara. Aunque millones de recuerdos de ella habían llegado a su mente, era palpable el vacio de los últimos años-. ¿Dónde has estado?- preguntó algo molesto por su desaparición, aunque también consigo mismo por no haberse percatado de ello-. ¿Por qué no te he buscado?- preguntó esta vez más para sí mismo, pues no concebía el perderla y no ir tras ella.
Wen se levantó del sofá y, dejando la cerveza en la mesita de café, se acercó lentamente a Church. El chico se sorprendió al sentir los brazos de ella rodeándole, pero no tardó demasiado en devolverle el abrazo. Day estaba más alta y más musculosa que la última vez que la vio. En tres años su piel se había oscurecido levemente y sus curvas y rasgos se habían acentuad. Había dejado de ser una adolescente desdeñosa y se había convertido en una adulta.
- Te he echado de menos- confesó la chica, sin dejar de sorprender al mecánico.
- Yo no- contestó sincero, directo, como él solía ser- aunque todavía no sé por qué.
- Has cambiado- comentó ella, ignorando sus palabras y su intento de que le resolviera sus dudas.
Day deshizo el abrazo suavemente. Ciertamente, Church había cambiado, aunque no tanto como ella. El trabajo había curtido su cuerpo, su pelo había crecido varis centímetros y una sombra de barba asomaba por su mentón. Estaba más guapo, pero se le veía cansado. Y muy feliz.
- ¿Barba, Church?- le preguntó sonriendo con picardía. Church se afeitaba religiosamente cada mañana, tal y como Maggie le había enseñado y al contario de las preferencias de Wen. Tras la muerte de Margaret, durante su depresión, el joven había dejado de afeitarse, pero lo había vuelto a hacer una vez recuperado. La chica dudaba mucho de que se tratara de otra situación similar.
- A Beck le gusta así- contestó él simplemente.
- ¿Beck?- preguntó con una sombra de celos fraternales.
A lo largo de su adolescencia y juventud, Church había tenido muchas novias, pero por ninguna de ellas había dejado atrás ninguna de las enseñanzas de Maggie. Ella debía ser especial.
- Day…- se quejó en ese momento el chico, instando a la muchacha a que volviera al punto importante.
- No me creerías- contestó simplemente ella con una sonrisa.
- Pruébame.
Wen se quitó el pañuelo de la frente tras un resoplido divertido, mostrando su gema. Al principio, a Church solo le pareció un elemento decorativo algo extraño y confuso. Luego, se percató de que la joya que adornaba la frente de su hermana se encontraba incrustada y se preguntó qué tipo de pircing extraños se había hecho, pero enseguida se dio cuenta de que algo fallaba. Aquella gema no tenía nada de normal, casi podía verla palpitar.
- ¿Qué…?- comenzó a preguntar, sin saber muy bien cómo seguir.
- Hace tres años, la noche del 31 de octubre, cuando venía hacia aquí después de haber escapado de mi última casa de acogida, Doce Punto, demiurgo de Rocavarancolia y custodio de Altabajatorre, se acercó a mí y cambió mi vida. No puedo contarte todos los detalles porque entonces tendría que matarte- rió-, pero he visto cosas y vivido situaciones que nunca podrías imaginar. He sufrido cambios y conocido mi verdadero yo. Realmente no existen palabras en este mundo para explicar que es realmente Rocavarancolia y qué representa para sus habitantes. No puedes saberlo si no lo vives y te aseguro que yo lo he hecho.
- ¿De qué me estás hablando, Day?- Church preguntaba precavido, confuso, sin saber muy bien qué pensar de los disparates que le estaba contando su hermana.
- ¿Crees en los monstruos, las aberraciones y los milagros, Church?- preguntó con un deje humorístico, como si de una broma interna se tratara-. ¿Crees en la magia?
- ¿Esto es una broma? ¿Te has escapado con un circo de locos?
- Siempre fuiste algo escéptico, Church, no te pido que me creas, pero sí que me escuches. Lo que intento decir es que hay más mundos además de este. Mundos distintos y fantásticos con seres que solo la imaginación más viva puede crear. Y todos ellos están conectados en un único mundo. Un mundo cruel y despiadado que roba niños de otros mundos y los hace luchar por su vida para premiarles con una verdad sobre ellos mismos. Nadie es originario de Rocavarancolia, pero todos somos rocavarancoleses.
- ¿Pretendas que me crea todo este disparate? Creía que me conocías un poco mejor, Day.
- Y precisamente porque te conozco sé que sin hechos visuales nunca me creerás.- Wen hizo la señal acordaba para que Noel hiciera acto de presencia, aunque todavía sin cambiar.
- ¿Quién es él?- preguntó sorprendido por el enorme chico que acababa de aparecer por la puerta de su cocina, también con una de sus cervezas en la mano. Wen lo ignoró.
- No te asustes, ¿vale?
A Church todo aquello le parecía un gran disparate, pero el convencimiento en las palabras de su hermana hizo que dejara un poco de lado su escepticismo y creyera en ella. A pesar de eso, el muchacho no estaba lo suficientemente preparado para lo que vería a continuación. En un parpadeo, el chico que tenía frente a él pasó de ser un joven muy alto a un joven muy alto con plumas, garras, una cola y dos grandes alas a su espalda. El chico, además, tuvo el descaro de sonreírle sarcásticamente cuando acababa de casi provocarle un infarto, mientras bebía alegremente de su cerveza robada.
Church se encontraba, de nuevo, en shock. Aquel chico acababa de convertirse ante sus ojos en un pájaro/reptil mientras su hermana le sonreía como si fuera lo más normal del mundo. Day parecía nerviosa, como si temiera que fuera a huir o darle un fallo cardiaco en cualquier momento. Él no era capaz de soltar palabra.
- Piensa que en realidad no es tan disparatado- intentó convencerlo o tranquilizarlo, preocupada por cómo podía afectar esto a su salud mental-. Me olvidaste durante tres largos años, los recuerdos que tenías que me incluían cambiaron o se modificaron. Y ahora estoy aquí y te cuento esto y te muestro esto- añadió señalándose la frente- y Noel ha dejado ver su verdadera forma ante ti.
- ¿Noel?- preguntó por fin Church, como si aquella palabra fuera la clave de todo el misterio.
- Church…
- A ver, a ver, a ver… deja que me aclare un momento.
El chico apartó por fin la mirada del llamado Noel y dio una vuelta por la habitación. Se sujeto la cabeza, dio una sacudida y volvió a mirar a Noel. El muy cabrón levantó una garra para saludarle. Church se encontraba al borde de un ataque de pánico.
- Entonces…- comenzó de nuevo apartando la mirada del perturbador chico, intentando ignorarlo, y mirando fijamente a su hermana-. A ti te secuestraron hace tres años, nos hicieron olvidarte y te llevaron a Rocavalanteria…
- Rocavarancolia- corrigió el chico de las plumas, el cual parecía bastante divertido con toda la situación. Wen dejó escapar una risa mal disimulada, para luego reprender al chico con la mirada.
- Lo que sea- contestó Church intentando ignorarlo-. Entonces ahí pasó algo, algo que creo que no quiero saber, te transformó o lo que sea y ahora tiene una puta piedra en la frente. Y, por si fuera poco, tienes un amigo con cola, garras, plumas y alas- añadió señalando al chico emplumado, el cual contestó mofándose de él con una reverencia. Parecía que a aquel chico le gustaba atacar sus nervios-. Y desde entonces vives ahí con esas… ¿cosas?
- Draco de Estínfalo es una de las muchas transformaciones que se puede sufrir, aunque no la más común.
- Ah, que además tiene nombre- contestó, respaldando su desconcierto en la ironía-. ¿Y lo tuyo es…?
- Vouivre- contestó tranquilamente la chica, divertida internamente con la reacción de su hermano.
- ¿Y haces algo más a parte de… tener eso?
- Hago algo de magia, nada muy espectacular… ¡ah! Y también me transformo en una serpiente gigante alada.
- ¿En serio?
- Puedo transformarme si no me crees, pero creo que te daría un ataque al corazón.
- ¡Oh! Gracias por preocuparte de mi salud mental… ahora.
- Church…
- ¿Por qué has venido?- le interrumpió de repente-. Tu misma has dicho que perteneces a ese lugar. ¿Por qué volver? ¿Por qué devolverme los recuerdos y mostrarme todo esto?
- Quería despedirme- contestó. Church le devolvió la mirada con comprensión-. Ninguno tuvimos la oportunidad de despedirnos de Maggie. Creo que nos merecemos al menos despedirnos el uno del otro.
Y entonces Church vio a Wednesday de nuevo. Aquella niña asustada que se aferraba a su brazo el día en que se enteraron de la terrible noticia. Aquella mocosa que solo sonreía en presencia de Maggie. Aquella adolescente perdida y rota que durante un periodo de su vida solo buscó morir en paz aunque nunca se lo permitió como penitencia. Aquella nueva chica, sonriente, confiada, agradable y feliz seguía siendo la Day que una vez fue como su hermana.
- Así que…- comenzó algo inseguro- una serpiente, ¿eh? ¿Se trata de algún tipo de venganza divina por todas las culebrillas que cazamos de niños? Recuerdo perfectamente que te gustaba ensañarte con ellas.
Wen rió y abrazó fuertemente a su hermano, emocionada. Quizás Churchill no se había creído toda la fantástica historia que le había contado, pero la había entendido, perdonado y aceptado, y eso, para ella, era suficiente.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: La Tierra
21/01/15, 04:43 am
Noel ya había oído los pasos de alguien acercándose a la puerta y por eso ya había decidido quedarse en la cocina junto a Giz. El asreniano le abandonaría unos instantes, invisible, para devolverle los recuerdos a Church, pero a continuación ambos permanecerían allí por el momento. Se interesó por lo que había estado haciendo Giz y no dio muestra alguna de extrañarse cuando el goliat le contó que había pasado el tiempo visitando zoos y que se encontraba en el de Londres cuando contactaron con él. El draco no pudo evitar curiosear la nevera, tras tejer un hechizo insonorizador que englobaba toda la habitación, y decidió hacer un pequeño intercambio improvisado. Cogió una cerveza y le ofreció otra al asreniano como si estuviesen en el cuchitril, mientras se apoyaba contra una pared y le daba el primer sorbo a la botella, escuchando la conversación que empezaba a sucederse en el salón. Esperó a la señal de la británica pacientemente, comentando alguna cosa con el goliat de vez en cuando y entonces abandonó la estancia para dirigirse al salón.
—Hej —le saludó en sueco mostrando una amplia sonrisa y no escondiendo en absoluto el hecho de que llevaba una de sus cervezas en la mano, para después darle un trago.
Las siguientes palabras de Wen fuero una indicación clara y el sueco se apresuró a eliminar la ilusión del talismán, recuperando su auténtica apariencia de golpe. La reacción de Church ante este hecho le divirtió sobremanera.
—Tampoco soy tan feo. Al menos no más que de humano —apostilló sardónicamente.
>>¿Y a quién esperabas, al fontanero? Que estuviera en tu cocina no quiere decir nada —intervino con evidente sarcasmo cuando Church repitió su nombre y pidió tiempo para aclararse—. Aunque a lo mejor si lo sustituyes por carpintero no irías tan desencaminado —rectificó con aire pensativo, mesándose la barba, para después descartar la idea con un gesto de desdén—. Olvida eso, prefiero que se me asocie con otras actividades más… destructivas —añadió curvando sus labios fugazmente en una mueca sádica antes de recuperar su expresión habitual.
El joven había comenzado a dar vueltas por el cuarto sin duda tratando de asimilar lo que veía y, cuando volvió a mirarlo, el draco decidió saludarle alzando una de sus garras ya que no parecía estar prestando demasiada atención a sus palabras. Noel no podía culparlo, pero tampoco evitar que la situación le resultase altamente divertida. Podía notar el pánico que había provocado en Church, contra el que el hermano de la vouivre luchaba por impedir que lo dominara, lo había visto decenas de veces en los ojos de sus presas y para el draco era casi instintivo el reconocer si infundía temor en alguien. Y era algo que, con el paso del tiempo, había pasado a resultarle tremendamente satisfactorio. Aunque desde luego el chico que tenía ante sí no tenía ni idea de hasta qué punto un draco de Estínfalo podía resultar aterrador más allá de su apariencia y su miedo era producido sobre todo debido a la visión de una criatura extraña y visiblemente peligrosa.
—Rocavarancolia —le corrigió cuando pronunció mal el nombre de la ciudad sin perder en ningún momento el aura de jocosidad que le rodeaba desde que había puesto pie en la estancia. Le devolvió el reproche a la vouivre con un breve encogimiento de hombros y sin perder el gesto de descaro en su rostro.
Resultaba evidente que no pensaba deponer su actitud cuando por toda respuesta a la enumeración de Church de sus atributos físicos no humanos, realizó una insolente reverencia.
De todos modos, se calló por fin durante el siguiente diálogo entre la vouivre y su hermano, ya que al fin y al cabo aquel no dejaba de ser un reencuentro importante para ambos y, mientras tanto, vació lo que le quedaba de la cerveza y aprovechó que tenía que tirarla para escaquearse a la cocina de nuevo. Tras localizar la basura y decirle a Giz que probablemente pronto necesitarían su ayuda una vez más, volvió al salón.
—Gracias por la cerveza —dijo como si no se hubiera auto invitado a ella—. Aunque las he probado mejores. De Rocavarancolia y de Suecia. No puedo dejar nada de la ciudad atrás sin que pongan precio a mi cabeza, pero he hecho un intercambio en tu nevera del que sales beneficiado aun así.
Volvió a sonreír con socarronería mientras su cola se balanceaba inconscientemente de un lado a otro, aunque en aquella ocasión más que nerviosismo era un indicador de la diversión que sentía. Y por supuesto no pensaba dar más explicaciones si no se las pedían.
Mientras hablaba, había empezado a establecer un canal telepático con la vouivre, pues sabía que no iban a tardar mucho más en irse.
<<Wen, ¿me recibes bien?>> hizo una pausa para comprobar que la comunicación entre ambos era clara, todavía no dominaba del todo la telepatía. <<Sé que te resultará raro, pero… Cuando nos teletransportemos para irnos, en lugar de poner las coordenadas del portal, introduce las del lago Torneträsk de nuevo. Tengo que enseñarte una última cosa antes de que nos vayamos>>.
—Hej —le saludó en sueco mostrando una amplia sonrisa y no escondiendo en absoluto el hecho de que llevaba una de sus cervezas en la mano, para después darle un trago.
Las siguientes palabras de Wen fuero una indicación clara y el sueco se apresuró a eliminar la ilusión del talismán, recuperando su auténtica apariencia de golpe. La reacción de Church ante este hecho le divirtió sobremanera.
—Tampoco soy tan feo. Al menos no más que de humano —apostilló sardónicamente.
>>¿Y a quién esperabas, al fontanero? Que estuviera en tu cocina no quiere decir nada —intervino con evidente sarcasmo cuando Church repitió su nombre y pidió tiempo para aclararse—. Aunque a lo mejor si lo sustituyes por carpintero no irías tan desencaminado —rectificó con aire pensativo, mesándose la barba, para después descartar la idea con un gesto de desdén—. Olvida eso, prefiero que se me asocie con otras actividades más… destructivas —añadió curvando sus labios fugazmente en una mueca sádica antes de recuperar su expresión habitual.
El joven había comenzado a dar vueltas por el cuarto sin duda tratando de asimilar lo que veía y, cuando volvió a mirarlo, el draco decidió saludarle alzando una de sus garras ya que no parecía estar prestando demasiada atención a sus palabras. Noel no podía culparlo, pero tampoco evitar que la situación le resultase altamente divertida. Podía notar el pánico que había provocado en Church, contra el que el hermano de la vouivre luchaba por impedir que lo dominara, lo había visto decenas de veces en los ojos de sus presas y para el draco era casi instintivo el reconocer si infundía temor en alguien. Y era algo que, con el paso del tiempo, había pasado a resultarle tremendamente satisfactorio. Aunque desde luego el chico que tenía ante sí no tenía ni idea de hasta qué punto un draco de Estínfalo podía resultar aterrador más allá de su apariencia y su miedo era producido sobre todo debido a la visión de una criatura extraña y visiblemente peligrosa.
—Rocavarancolia —le corrigió cuando pronunció mal el nombre de la ciudad sin perder en ningún momento el aura de jocosidad que le rodeaba desde que había puesto pie en la estancia. Le devolvió el reproche a la vouivre con un breve encogimiento de hombros y sin perder el gesto de descaro en su rostro.
Resultaba evidente que no pensaba deponer su actitud cuando por toda respuesta a la enumeración de Church de sus atributos físicos no humanos, realizó una insolente reverencia.
De todos modos, se calló por fin durante el siguiente diálogo entre la vouivre y su hermano, ya que al fin y al cabo aquel no dejaba de ser un reencuentro importante para ambos y, mientras tanto, vació lo que le quedaba de la cerveza y aprovechó que tenía que tirarla para escaquearse a la cocina de nuevo. Tras localizar la basura y decirle a Giz que probablemente pronto necesitarían su ayuda una vez más, volvió al salón.
—Gracias por la cerveza —dijo como si no se hubiera auto invitado a ella—. Aunque las he probado mejores. De Rocavarancolia y de Suecia. No puedo dejar nada de la ciudad atrás sin que pongan precio a mi cabeza, pero he hecho un intercambio en tu nevera del que sales beneficiado aun así.
Volvió a sonreír con socarronería mientras su cola se balanceaba inconscientemente de un lado a otro, aunque en aquella ocasión más que nerviosismo era un indicador de la diversión que sentía. Y por supuesto no pensaba dar más explicaciones si no se las pedían.
Mientras hablaba, había empezado a establecer un canal telepático con la vouivre, pues sabía que no iban a tardar mucho más en irse.
<<Wen, ¿me recibes bien?>> hizo una pausa para comprobar que la comunicación entre ambos era clara, todavía no dominaba del todo la telepatía. <<Sé que te resultará raro, pero… Cuando nos teletransportemos para irnos, en lugar de poner las coordenadas del portal, introduce las del lago Torneträsk de nuevo. Tengo que enseñarte una última cosa antes de que nos vayamos>>.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: La Tierra
25/01/15, 11:10 pm
Church escuchó al chico de las plumas, aunque sin mirarle. El mecánico solo tenía ojos para su balanceante cola. Con una sacudida de cabeza se volvió de nuevo hacia la vouivre, quien le miraba con una sonrisa y una expresión de mofa. Mientras, aunque Church ni siquiera pudiera sospecharlo, Wen respondía afirmativamente a la pregunta del draco, aunque no sin curiosidad.
- ¿Puedes pedirle a tu “lo qué sea” que vuelva a ser como antes? No es que no me sienta “honrado”, pero esto resultaría más fácil para mí si él pareciera… más normal… lo más normal que puede parecer un tío de 2 metros- pidió intentando que sonara a broma para esconder su impresión.
- No es mi “lo qué sea”, de hecho es mi pareja- le explicó Wen, pidiéndole con un gesto a Noel que volviera a ponerse el “disfraz”.
- ¿Tienes novio? No, espera,… la verdad es que no sé cómo enfocar esta nueva información. De hecho, no estoy muy seguro qué es lo que más me sorprende: que se pueda encontrar pareja en ese mundo o que hayas encontrado alguien que te soporte. ¿Acaso no sabe lo insoportable que eres por las mañanas? ¿Cómo has conseguido ocultarle que eres un completo grano en el culo? Y más importante, ¿durante cuánto tiempo llevas manteniendo tu astuta farsa?
- Oh, Church, cómo echaba de menos tus demostraciones de afecto hacia mí. ¡Me adulas! Espero que no beses a Beck con esa asquerosa boca que tú tienes.
El susodicho hizo una reverencia y dijo que Beck prefería besarle en otras partes. Wen fingió una arcada y se lamentó por la pobre chica. Y, así, ambos hermanos comenzaron a hablar poniéndose al día de lo sucedido en sus vidas. Giz se había unido a ellos desde la cocina, con la ilusión activada para que pareciera un ser humano, y Wen le habló de él y del resto de sus amigos. Lo hizo como si de una pandilla de humanos se tratara, y no un grupo de mercenarios que habitaban un mundo lleno de monstruos. Church le habló de su trabajo en el taller mecánico, de los mocosos y de Beck, incluso le enseñó una foto de los cuatro que tenía del último cumpleaños de Sophie. Parecían una familia, a pesar de la escasa diferencia de edad entre los dos mayores y los dos pequeños. Beck era una chica preciosa.
Church había conocido a Rebecca gracias a Agnes, mejor amiga en vida de Maggie y su compañera de trabajo. Agnes, además de trabajar en los servicios sociales, tutorizaba trabajos de máster para alumnos que combinaban sus estudios de derecho con sus estudios de trabajo social. Rebecca era uno de ellos, además de su favorita. Los esfuerzos de Church por conseguir ser el tutor legal de los mocosos habían derretido el corazón de abogada implacable y sarcástica de la joven. Había demostrado ser capaz de sosegar al rebelde Church y parecía que se complementaban bastante bien, así que Wen estaba tranquila.
- Todos los 31 de agosto visitamos la tumba de Maggie y luego hacemos un picnic en el parque. ¡Vente! Ethan y Sophie estarán encantados de verte y estoy seguro de que le caerás genial a Beck si consigues aparentar ser una persona agradable- le animó bromeando Church.
La vouivre rió suavemente por la broma y miró a Noel y a Giz con un deje de tristeza. Era la hora de decir adiós.
- No voy a poder, Church. Ellos no me recuerdan.
- Bueno, pero puedes hacerles lo mismo que me hiciste a mí y hacer que recuerden.
- No, Church, es mejor así.- Wen se levantó haciéndoles un gesto a los dos rocavarancoleses para que se levantaran con ella.
- ¿Pero qué dices, Day? ¿Acaso pretendes que vaya ahí y no diga nada de lo que acaba de pasar?- le preguntó Church, levantándose tras ella y cogiéndole de la muñeca.
- No, no es lo que pretendo. Y no tendrás que guardarte ni esconderles nada, porque tú tampoco recordaras nada.
- ¿Me estás diciendo que me has hecho recordar, me has contado todo eso, para nada, que ahora te olvidaré de nuevo?
- Vine para despedirme y para asegurarme de que seguíais bien. Ya he cumplido mi cometido y ahora tengo que irme.- La vouivre se acercó a la entrada y cogió el juego de llaves que ella misma había dejado ahí y se lo volvió a colgar del cuello-. Confío en que los cuidaras tan bien como has hecho hasta ahora y confío en que te mantendrás alejado de los líos, aunque creo que eso se lo debo agradecer a Rebecca.
- ¿No puedo hacer nada para convencerte de que me dejes recordarte? Tú seguirás recordándome, es injusto.
- No puedo permitirme dejar tu memoria intacta, está en contra de las normas. Podrían matarme o algo peor- contestó la británica sonriendo con ternura mientras le acariciaba la cara-. Debes saber que he sido muy afortunada por haber tenido la oportunidad de hablar contigo de nuevo.
- Supongo que eso quiere decir que yo también lo he sido- contestó resignado, aunque también con una sonrisa en su cara-. ¿Te cuidarás? No sé si puedo confiar tu seguridad a esa mole- dijo señalando a Noel-. Nunca he confiado demasiado en los tipos con alas y cola.- Wen rió complacida.
- Sabes que desde hace tiempo soy capaz de cuidarme sola, pero aunque no lo fuera, no hay mejores manos en las que dejarme que en las suyas. Tranquilo, estaré bien.- Wen cogió las manos de hermano y les dio un apretón-. ¿Podrías hacerme un último favor? ¿Podrías hacerles un bonito regalo de mi parte a los mocosos con esto que te doy? No es mucho, pero es lo único terrestre de lo que dispongo.
Wen había dejado en las manos de Church las 500 libras que en su día robó al Sr. Thompson. Church la agarró fuertemente de las manos y la miró intentando que se quedara.
- ¿Sería muy egoísta si te pido que te quedes?
- Tremendamente.
- ¿Y si te pido irme contigo?
- Beck me mataría- contestó entre risas. Ambos sabían que la propuesta no iba en serio.
- Me cuesta creer todo esto y ni siquiera voy a poder tener tiempo para reflexionarlo.
- Nunca se te dio bien pensar.- Ambos rieron.
- Así que esto es un adiós.
- Así es, un adiós de verdad.
- ¿Cuándo volveremos a vernos?
- Nunca.
Ninguno añadió nada más, solo se quedaron mirando, inmersos en su especial despedida. Church acarició la cara de Day con una sonrisa tierna y, poco a poco, como si fuera lo más natural del mundo, sus labios se juntaron. Fue un beso lento, suave y carente de todo carácter pasional. Cualquiera que los estuviera observando, aunque solo fuera por unos segundos, podría percatarse al instante que lo que aquel contacto emanaba no era más que puro amor fraternal. Finalmente, aun con los ojos cerrados, ambos separaron sus labios, aunque no su contacto.
- Adiós, Churchill, te quiero- susurró en su oído Wednesay y luego le soltó.
Church tardó algunos segundos en volver a abrir los ojos; pero, para cuando lo hubo hecho, ya no había nadie frente él. Ni recordaba que nunca nadie lo hubiera estado.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: La Tierra
26/01/15, 12:18 am
Noel arqueó una ceja cuando Church instó a Wen a que le pidiera que recuperase la apariencia humana y suspiró por lo bajo cuando la vouivre accedió a su demanda, activando el talisman. Aunque dejó la esclerótica sin cambiar como acto de rebeldía. De rebeldía simbólica, pues no creía que el joven fuese a fijarse precisamente el pálido amarillo de sus globos oculares.
—Así no tiene gracia —masculló en sueco mientras le dedicaba a Giz, que en ese momento se acercaba al salón, una leve sonrisa de complicidad.
El draco decidió no meter el dedo en la llaga en la siguiente conversación entre la vouivre y su hermano y se limitó a resumirle en rocavarancolés al goliat de forma muy superficial la misma. Sin duda lo que estaba presenciando era una muestra bastante precisa de la clase de relación que habían tenido Church y Wen. No le extrañó que el joven no entendiese por qué tenía que perder los recuerdos que se le habían devuelto hacía menos de una hora, pero la propia vouivre se encargó de explicarle lo que les ocurriría si no lo hacían. De hecho, la birtánica había expuesto una versión suavizada de los hechos, ya que no había duda alguna de que una acción tan flagrantemente en contra de los intereses de la ciudad solo podía terminar con las cabezas de los tres rodando por el suelo del salón del trono. No dijo nada tampoco cuando se habló de él en la conversación aunque no pudo evitar dejar escapar una risotada irónica contenida en diversos momentos.
Finalmente llegó el momento de la despedida y el sueco así se lo advirtió a Giz, ya que el asreniano no podía entender la conversación entre Wen y Church, con el fin de que se preparase para deshacer lo deshecho y le explicaba que ellos todavía debían regresar a Suecia una última vez, por lo que ya volvería a ver al goliat en el cuchitril una vez estuviesen de vuelta de realizar su trabajo como cosechadores.
Sin saber cómo debía sentirse al respecto, apartó la mirada hacia un punto indeterminado de la sala cuando la despedida se volvió más íntima. Decidió que se sentía incómodo y al mismo tiempo, por última vez desde que había acompañado a la vouivre en aquella despedida de la vida que había dejado atrás tras perder su humanidad, como un intruso. El sueco también se preguntó si había alguien con quién se hubiese despedido de aquella forma en caso de ser un adiós definitivo, pero no le costó dar con un no. Tal vez nunca llegase a entender del todo la relación entre Wen y el que había sido como un hermano para ella en los momentos más difíciles y también los más felices de su vida humana, pero poco importaba pues pronto Church, la Granja y todo lo demás no volverían a ser más que un recuerdo. En un parpadeo de Church, de hecho, el asreniano ya había vuelto a bloquear todos los recuerdos del joven acerca de su hermana y los tres se habían teletransportado muy lejos de allí.
A pesar de que eran sobre las dos de la tarde, el cielo se encontraba ya oscurecido y el sol, poniéndose en el horizonte, proporcionaba los últimos resquicios de aquella luz tenue propia de la posición geográfica en la que se encontraban. La aurora boreal era casi igual de visible que a medianoche debido a la penumbra reinante y el paisaje en ese momento tenía un impacto visual diferente pero igual de espléndido. El draco se aseguró de que no había nadie en los alrededores y mantuvo su apariencia real, ya que estando completamente solos no había motivo para hacer uso de la ilusión.
Noel sacó su bolsa sin fondo y la abrió, deteniéndose justo antes de introducir una mano en ella para mirar a Wen un par de segundos en silencio antes de hablar.
—Te he pedido que viniéramos para cumplir una promesa. Sé que había dicho que volveríamos a Idris para esto, pero… —En ese momento el sueco completó el movimiento de su mano y procedió a sacar dos pares de objetos de la bolsa—. Creo que no hay mejor ocasión que esta, porque además tu cumpleaños ha debido de ser hace muy poco, ¿no?
El draco dejó uno de los objetos que había extraído de la bolsa frente a ambos, en el suelo, ya que se trataba de un par de patines para el hielo claramente de su talla. En su mano llevaba otro par, similar pero mucho más pequeños.
—Llega con doce años de retraso, pero al menos puedes recibirlo. Feliz cumpleaños, Wednesday —le dijo mientras extendía los patines hacia la vouivre.
—Así no tiene gracia —masculló en sueco mientras le dedicaba a Giz, que en ese momento se acercaba al salón, una leve sonrisa de complicidad.
El draco decidió no meter el dedo en la llaga en la siguiente conversación entre la vouivre y su hermano y se limitó a resumirle en rocavarancolés al goliat de forma muy superficial la misma. Sin duda lo que estaba presenciando era una muestra bastante precisa de la clase de relación que habían tenido Church y Wen. No le extrañó que el joven no entendiese por qué tenía que perder los recuerdos que se le habían devuelto hacía menos de una hora, pero la propia vouivre se encargó de explicarle lo que les ocurriría si no lo hacían. De hecho, la birtánica había expuesto una versión suavizada de los hechos, ya que no había duda alguna de que una acción tan flagrantemente en contra de los intereses de la ciudad solo podía terminar con las cabezas de los tres rodando por el suelo del salón del trono. No dijo nada tampoco cuando se habló de él en la conversación aunque no pudo evitar dejar escapar una risotada irónica contenida en diversos momentos.
Finalmente llegó el momento de la despedida y el sueco así se lo advirtió a Giz, ya que el asreniano no podía entender la conversación entre Wen y Church, con el fin de que se preparase para deshacer lo deshecho y le explicaba que ellos todavía debían regresar a Suecia una última vez, por lo que ya volvería a ver al goliat en el cuchitril una vez estuviesen de vuelta de realizar su trabajo como cosechadores.
Sin saber cómo debía sentirse al respecto, apartó la mirada hacia un punto indeterminado de la sala cuando la despedida se volvió más íntima. Decidió que se sentía incómodo y al mismo tiempo, por última vez desde que había acompañado a la vouivre en aquella despedida de la vida que había dejado atrás tras perder su humanidad, como un intruso. El sueco también se preguntó si había alguien con quién se hubiese despedido de aquella forma en caso de ser un adiós definitivo, pero no le costó dar con un no. Tal vez nunca llegase a entender del todo la relación entre Wen y el que había sido como un hermano para ella en los momentos más difíciles y también los más felices de su vida humana, pero poco importaba pues pronto Church, la Granja y todo lo demás no volverían a ser más que un recuerdo. En un parpadeo de Church, de hecho, el asreniano ya había vuelto a bloquear todos los recuerdos del joven acerca de su hermana y los tres se habían teletransportado muy lejos de allí.
A pesar de que eran sobre las dos de la tarde, el cielo se encontraba ya oscurecido y el sol, poniéndose en el horizonte, proporcionaba los últimos resquicios de aquella luz tenue propia de la posición geográfica en la que se encontraban. La aurora boreal era casi igual de visible que a medianoche debido a la penumbra reinante y el paisaje en ese momento tenía un impacto visual diferente pero igual de espléndido. El draco se aseguró de que no había nadie en los alrededores y mantuvo su apariencia real, ya que estando completamente solos no había motivo para hacer uso de la ilusión.
Noel sacó su bolsa sin fondo y la abrió, deteniéndose justo antes de introducir una mano en ella para mirar a Wen un par de segundos en silencio antes de hablar.
—Te he pedido que viniéramos para cumplir una promesa. Sé que había dicho que volveríamos a Idris para esto, pero… —En ese momento el sueco completó el movimiento de su mano y procedió a sacar dos pares de objetos de la bolsa—. Creo que no hay mejor ocasión que esta, porque además tu cumpleaños ha debido de ser hace muy poco, ¿no?
El draco dejó uno de los objetos que había extraído de la bolsa frente a ambos, en el suelo, ya que se trataba de un par de patines para el hielo claramente de su talla. En su mano llevaba otro par, similar pero mucho más pequeños.
—Llega con doce años de retraso, pero al menos puedes recibirlo. Feliz cumpleaños, Wednesday —le dijo mientras extendía los patines hacia la vouivre.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: La Tierra
02/03/15, 02:51 am
Tan solo hacía algunas horas que habían estado ahí, pero el paisaje era aun más bonito si podía. A Wen la abarrotaba una extraña sensación. Por un lado, se sentía liberada, como si se hubiera quitado un gran peso de encima, como si acabara de vivir uno de los acontecimientos más importantes que iba a vivir jamás. Por otro, se sentía algo vacía, hacía dejado atrás una parte muy importante de sí misma, hacia cerrado definitivamente esa puerta y la había tapiado ya que no pretendía volver a abrirla nunca. No le costaría adaptarse, pero la sensación le abordaría de nuevo en cada uno de sus momentos de nostalgia. Y eso estaba bien.
Wen admiró durante unos segundos la aurora boreal y luego miró a Noel. No sabía la razón por la que habían vuelto a Suecia y no se habían ido directamente y pensó que quizás el draco había dejado algo por hacer ahí, por lo que solo esperó. Cuando la vouivre comenzó a comprender lo que estaba pasando se llevó una mano a la boca emocionada. La británica no pudo hacer otra cosa que susurrar el nombre de su pareja antes de quitarle los patines de las manos y saltar a abrazarle.
- ¡Gracias, gracias, gracias!- le decía cortándose a sí misma con besos que le daba al draco por toda la cara.
Después de haberle dado al sueco una cantidad considerable de besos por toda la cara, cogió los patines que eran de su talla y se los puso tan rápido como pudo, se quitó la mochila y el abrigo para tener más movilidad y miró emocionada al draco.
- ¡Vamos, vamos! ¡No hay tiempo que perder! Y yo no puedo ir sola, no al menos al principio, no quiero caerme de culos, entiéndeme- le explicó con una amplia sonrisa en la cara y tan emocionada como su propio cuerpo le permitía. Miró al lago congelado, a Noel y luego a sus patines y soltó un chillido alegre-. ¡Es una idea fantástica! Un gran final para un gran día- rió encantada.
Wen admiró durante unos segundos la aurora boreal y luego miró a Noel. No sabía la razón por la que habían vuelto a Suecia y no se habían ido directamente y pensó que quizás el draco había dejado algo por hacer ahí, por lo que solo esperó. Cuando la vouivre comenzó a comprender lo que estaba pasando se llevó una mano a la boca emocionada. La británica no pudo hacer otra cosa que susurrar el nombre de su pareja antes de quitarle los patines de las manos y saltar a abrazarle.
- ¡Gracias, gracias, gracias!- le decía cortándose a sí misma con besos que le daba al draco por toda la cara.
Después de haberle dado al sueco una cantidad considerable de besos por toda la cara, cogió los patines que eran de su talla y se los puso tan rápido como pudo, se quitó la mochila y el abrigo para tener más movilidad y miró emocionada al draco.
- ¡Vamos, vamos! ¡No hay tiempo que perder! Y yo no puedo ir sola, no al menos al principio, no quiero caerme de culos, entiéndeme- le explicó con una amplia sonrisa en la cara y tan emocionada como su propio cuerpo le permitía. Miró al lago congelado, a Noel y luego a sus patines y soltó un chillido alegre-. ¡Es una idea fantástica! Un gran final para un gran día- rió encantada.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: La Tierra
02/03/15, 07:28 pm
Noel acogió con tanto entusiasmo como recibió el agradecimiento de la vouivre. El draco mostraba una sonrisa que se había ampliado a medida que Wen demostraba su emoción. Se colocó sus propios patines de forma apresurada mientras se reía levemente debido a la urgencia fruto del entusiasmo con la que la británica le instaba a darse prisa.
—Dame tiempo a que me coloque bien los patines, al menos. —Rio—. Ya veremos si el que no se come el hielo soy yo, de todas formas —replicó con sarcasmo mientras se incorporaba ya listo para patinar.
Ambos se dirigieron al lago y el sueco le pidió a Wen que se mantuviese fuera del lago mientras tanteaba su propio equilibrio y la práctica perdida durante aquellos años. No se llegó a caer, pero durante los primeros segundos parecía un pato mareado y abría constantemente las alas con el fin de ayudarse de estas y su cola para no perder la verticalidad. Por suerte, su cuerpo pareció recordar todas aquellas tardes invernales deslizándose frenéticamente sobre la superficie de aquel u otros lagos y pudo desplazarse varios metros con cierta soltura antes de regresar junto a la chica.
—Creo que ya doy la suficiente poca pena como para enseñarte lo básico y evitar que se estropee ese precioso culo tuyo —bromeó componiendo una sonrisa pícara—. Pero no tengas miedo a caerte, ya verás que es muy fácil.
Patinaron hasta que no pudieron más. No por cansancio o aburrimiento, sino porque debían estar de vuelta antes de que fuese demasiado tarde para ejercer su trabajo como cosechadores en sus respectivos mundos vinculados asignados. La vouivre estaba tan entusiasmada y el draco tan feliz por ello que hubieran podido continuar patinando el día entero, incluso si tenían que ayudarse de la magia para iluminar la oscuridad que se había ido expandiendo con el paso del tiempo a gran velocidad debido a la latitud en la que se encontraban. Para el sueco patinar no era ninguna novedad, pero disfrutó tanto como si lo fuera debido al entusiasmo del que hacía gala la británica y, para cuando tuvieron que abandonar el lago, había aprendido a hacer uso práctico del equilibrio extra que disponía tras transformarse.
Cuando finalmente hubo que activar el teletransporte, el sueco dedicó una última mirada a la temprana noche que había devuelto al paisaje el mismo aspecto que tenía cuando llegaron a la Tierra más de medio día antes. Probablemente fuese la última vez que pisaría aquel lugar y aquel último vistazo fue el “hasta siempre” que le dedicó a su lugar de origen. Mientras atravesaban el portal de vuelta a Rocavarancolia, el draco estaba más convencido que cuando lo cruzaron en el sentido inverso de que visitar Suecia había sido la decisión correcta.
Sigue en Dryfus.
—Dame tiempo a que me coloque bien los patines, al menos. —Rio—. Ya veremos si el que no se come el hielo soy yo, de todas formas —replicó con sarcasmo mientras se incorporaba ya listo para patinar.
Ambos se dirigieron al lago y el sueco le pidió a Wen que se mantuviese fuera del lago mientras tanteaba su propio equilibrio y la práctica perdida durante aquellos años. No se llegó a caer, pero durante los primeros segundos parecía un pato mareado y abría constantemente las alas con el fin de ayudarse de estas y su cola para no perder la verticalidad. Por suerte, su cuerpo pareció recordar todas aquellas tardes invernales deslizándose frenéticamente sobre la superficie de aquel u otros lagos y pudo desplazarse varios metros con cierta soltura antes de regresar junto a la chica.
—Creo que ya doy la suficiente poca pena como para enseñarte lo básico y evitar que se estropee ese precioso culo tuyo —bromeó componiendo una sonrisa pícara—. Pero no tengas miedo a caerte, ya verás que es muy fácil.
Patinaron hasta que no pudieron más. No por cansancio o aburrimiento, sino porque debían estar de vuelta antes de que fuese demasiado tarde para ejercer su trabajo como cosechadores en sus respectivos mundos vinculados asignados. La vouivre estaba tan entusiasmada y el draco tan feliz por ello que hubieran podido continuar patinando el día entero, incluso si tenían que ayudarse de la magia para iluminar la oscuridad que se había ido expandiendo con el paso del tiempo a gran velocidad debido a la latitud en la que se encontraban. Para el sueco patinar no era ninguna novedad, pero disfrutó tanto como si lo fuera debido al entusiasmo del que hacía gala la británica y, para cuando tuvieron que abandonar el lago, había aprendido a hacer uso práctico del equilibrio extra que disponía tras transformarse.
Cuando finalmente hubo que activar el teletransporte, el sueco dedicó una última mirada a la temprana noche que había devuelto al paisaje el mismo aspecto que tenía cuando llegaron a la Tierra más de medio día antes. Probablemente fuese la última vez que pisaría aquel lugar y aquel último vistazo fue el “hasta siempre” que le dedicó a su lugar de origen. Mientras atravesaban el portal de vuelta a Rocavarancolia, el draco estaba más convencido que cuando lo cruzaron en el sentido inverso de que visitar Suecia había sido la decisión correcta.
Sigue en Dryfus.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: La Tierra
02/03/15, 07:32 pm
Como habíamos acordado, primero fuimos a Moscú. No estuvimos mucho rato, pues ninguno la conocía y solo nos movía la curiosidad, pues Erika nació allí y quería ver cómo era. Más que visitarla, diría que la sobrevolamos, ocultos entre nubes y hechizos varios mientras bromeaba con que algún radar podría detectarnos y los rusos mandarnos algún caza. Tan solo dimos un par de paseos aéreos por la ciudad, parando en algunos puntos más emblemáticos, como la Plaza Roja. Pero entre que no habíamos cogido muchas referencias sobre el país y que el clima no estaba para estar en la calle, y mucho menos en el aire con las ventiscas que casi impedían que nos escucháramos al hablar, tardamos poco en decidir en desplazarnos hacia el oeste.
Vac nos había recomendado la Acrópolis de Atenas, así que a continuación fuimos hacia allí. El lugar estaba cerrado por la noche y solo había unos cuantos vigilantes con linternas, así que pudimos escaquearnos hasta la parte alta. Habíamos quitado el escudo térmico para comprobar qué tiempo hacía y como se estaba bien lo habíamos dejado así. Lo que sí llevábamos era una burbuja de silencio alrededor. Subimos y empezamos a pasear por el lugar un rato cogidos de la cintura.
—Qué originales. Acrópolis significa parte más alta de la ciudad o algo así. Como si fuera la Ciudad Alta. Pues está en una colina. ¿Lo pillas? —bromeé entre risas tras leer el dato en un cartel.
—Qué malo, por favor —me respondió con un suave codazo.
—Este sitio sí que mola, y el clima es decente; solo hace fresco. Una ventisca rusa me liquida como me pille en forma de humo —podía llegar a despreciar una ciudad o un mundo entero solo por ese motivo.
—Esto se parece más a Rocavarancolia, ¿no crees? Por las ruinas. Después de tantos años viendo edificios por los suelos, se me hace raro verlos enteros e impecables.
—Un poco, sí. Estaría bien que fuera más grande... Y sí, también se me hace raro, pero me gusta el cambio —respondí. Lo cierto era que prefería ciudades grandes y bien pobladas, con edificios de mil formas y colores. Pero no por ello despreciaba el aspecto de Rocavarancolia, todo lo contrario.
—Bueno, tenemos la parte vieja más abajo en la ciudad, por si quieres.
Por fin llegamos a lo alto, frente al Partenón.
—¿Te imaginas que haya algún rocavarancolés dentro? —aventuró. Acto seguido, se despegó de mí y se acercó todo lo que el cordel de seguridad le permitía, y luego se asomó por encima, murmurando algo.
—Por poder... Eh, señorita, disculpe pero hay un cartel que dice prohibido el paso.
—Hemos asaltado un comercio, no me seas... —respondió sin siquiera mirarme —. ¿Vas a venir o no?
Me encogí de hombros, miré hacia atrás por si los guardias habían subido por algún casual, y cuando volví a mirar hacia la bruja esta ya estaba sorteando bloques caídos camino del interior. Así que pasé la cuerda y la alcancé. No solo no había nadie sino que no había nada. Solo andamios y herramientas de obra. Ni trampas ni hechizos ni bichos muertos. Y por un momento, solo estrellas y silencio. Erika parecía disgustada o pensativa. O ambas.
—¿Qué pasa, esperabas otra cosa?
—No sé. No es eso... Podrían... no sé, restaurarlo. Imagina usar este sitio como palacio o sala de baile con las vistas que tiene sobre la ciudad. Pero también podríamos hacer nosotros lo mismo con Rocavarancolia entonces.
—Pf... Nadie se va a molestar en hacer eso en casa a no ser que sea para uso propio. Y aquí pues ni idea, la verdad. Los monumentos se suelen restaurar un poco y dejarlos tal cual, ¿no? Esto creo que lo usaron durante alguna guerra y lo reventaron... Lo pondrá en los carteles...
—Vamos a Berlín, que para ruinas ya tenemos en casa. Allí hay más vida y se nos va el tiempo— me interrumpió.
—Espera... Hum... Podría jubilarme aquí, dejar la Bodega, comprar todo el terreno y hacer algo que...—pero volvió a interrumpirme: se giró, me cogió la mano y tiró de mí.
—¿Y hacer algo que me guste? Gracias, pero otro día. Vamos a Berlín.
—Roger, roger —respondí riendo.
Los dos queríamos ir desde el principio, por ser la capital de “nuestro país terrícola” y por curiosidad por experimentar directamente cómo era estar en una de las capitales europeas. Moscú era capital, pero el clima no acompañaba, al contrario que el berlinés. Y también nos atraía que fuera, según las guías que leímos antes del viaje, aparentemente más abierta de miras que la ciudad rusa. Además, a ambos nos parecía que nos habíamos perdido ciertas cosas al haber aceptado ir a Rocavarancolia, aunque ahora a ninguno se nos ocurriría volver al pasado y cambiar de idea.
Aparecimos dentro del Tiergarten, justo en lo alto de la Columna a la Victoria, el monumento central del parque. La vista desde ahí era genial: el Reichstag y la puerta de Bradenburgo al este, todo el bosque que era el parque alrededor, el río Spree al norte, el palacio Charlotte al oeste y al sur más ciudad y el Zoo. Queríamos llegar al centro, así que fuimos alternando entre ir a pie o en metro nocturno. Esta era otra de las cosas por las que quería venir a un lugar con tantos túneles: algunos no estaban muy bien iluminados y se prestaban bastante bien a rocavarancoleses con hambre. En el centro nos separaríamos, pues nuestros intereses diferían. Por así decirlo, Erika iría a visitar las zonas y lugares más iluminados de la ciudad y yo todo lo contrario, los garitos oscuros y de bajos fondos. Nadie monta un bar de música heavy con inspiración vampírica, por ejemplo, en plena zona de lujo en el centro. Pero lo que no me esperaba era que hubiera tantos sitios con carta de servicios sexuales para todos los gustos o exclusivos. Eso sí, me movía siempre recordando la hora fijada para volver a encontrarnos y marcharnos, puesto que de ignorarla, me habría quedado encerrado en la Tierra. Cuanto más oscuro el callejón y el local, más me costaba salir y cambiar de zona. Por la falta de acento y conocimiento local me trataban como extranjero o como retornado, aunque habría preferido que no me reconocieran como extraño, me gustó. Si le añadimos que algunos, algunos en obvio estado de embriaguez, y otros no tanto, recibieron de buenas que fuera un vampiro incluso durante sus últimos instantes de vida en los callejones aledaños... Podría vivir allí. Tendría reservas de magia casi ilimitadas y poco de qué preocuparme. Me lo pensaría... <<Ya tengo plan de jubilación>> Aunque para eso primero tenía que pasar allí más tiempo por mi cuenta, solo, antes de decidirme. <<¿Un año de cosecha, quizás?>> Ya vería. De momento disfruté de la noche.
Finalmente llegó la hora de reunirnos. Habíamos quedado en el puente Oberbaum sobre el Spree. Las guías recomendaban visitarlo y, aunque después de hacerlo les doy la razón, no contaban con la magia de levitar y verlo de otra forma.
—¿Todo bien? Me he estado colando en tiendas de ropa, en museos, cines, teatros... No entiendo por qué algunos detestáis la intangibilidad —dijo riendo.
—Ja. Ja. Todo bien, sí. ¿Te ha gustado?
—Mucho. Ojalá el portal se quedara abierto más tiempo, que apenas me dio tiempo a hacer cosas... No como a otros
—¿Yo? Esta gente está loca. Les dices que eres un vampiro y no solo te creen sino que te piden que los conviertas. Aunque pudiera, ni loco. Luego están los que te creen solo por liarse contigo y que les muerdas. Eso sí lo veo. Que me comparen con ese tal Lestat ya no tanto. No me llega ni a la suela de los zapatos —respondí riendo.
—Ya se te nota, no hace falta que me jures nada.
—¿Ah, sí?
—La mirada, el gesto, la piel más sonrosada que antes de llegar a Berlín, un poco sonrojado y calentito... Como cuando seguías trabajando en el Burdel... Pero más como los primeros días o cuando había clientes "especiales" —acto seguido, se apretó contra mí, cabeza en mi hombro, suspiró y asintió—. Ha estado muy bien. La próxima vez vamos por ahí juntos y me presentas a tus fans, ¿eh?
—Pues espérate, que los de Lestat me pedían que cantara. ¡Yo, cantando!
—Hum... ¡Ya sé! Diles a Noel y Vac que finjan ser de tu grupo y tú cantas.
Solo me limité a mirarla. ¿Se estaba oyendo?
—Mejor no, que ya nos conocemos y no queremos el diluvio universal. Canto yo y tú cobras entrada en sangre.
Tras eso, entre comentarios y risas, pusimos rumbo al portal. Y a casa.
Vac nos había recomendado la Acrópolis de Atenas, así que a continuación fuimos hacia allí. El lugar estaba cerrado por la noche y solo había unos cuantos vigilantes con linternas, así que pudimos escaquearnos hasta la parte alta. Habíamos quitado el escudo térmico para comprobar qué tiempo hacía y como se estaba bien lo habíamos dejado así. Lo que sí llevábamos era una burbuja de silencio alrededor. Subimos y empezamos a pasear por el lugar un rato cogidos de la cintura.
—Qué originales. Acrópolis significa parte más alta de la ciudad o algo así. Como si fuera la Ciudad Alta. Pues está en una colina. ¿Lo pillas? —bromeé entre risas tras leer el dato en un cartel.
—Qué malo, por favor —me respondió con un suave codazo.
—Este sitio sí que mola, y el clima es decente; solo hace fresco. Una ventisca rusa me liquida como me pille en forma de humo —podía llegar a despreciar una ciudad o un mundo entero solo por ese motivo.
—Esto se parece más a Rocavarancolia, ¿no crees? Por las ruinas. Después de tantos años viendo edificios por los suelos, se me hace raro verlos enteros e impecables.
—Un poco, sí. Estaría bien que fuera más grande... Y sí, también se me hace raro, pero me gusta el cambio —respondí. Lo cierto era que prefería ciudades grandes y bien pobladas, con edificios de mil formas y colores. Pero no por ello despreciaba el aspecto de Rocavarancolia, todo lo contrario.
—Bueno, tenemos la parte vieja más abajo en la ciudad, por si quieres.
Por fin llegamos a lo alto, frente al Partenón.
—¿Te imaginas que haya algún rocavarancolés dentro? —aventuró. Acto seguido, se despegó de mí y se acercó todo lo que el cordel de seguridad le permitía, y luego se asomó por encima, murmurando algo.
—Por poder... Eh, señorita, disculpe pero hay un cartel que dice prohibido el paso.
—Hemos asaltado un comercio, no me seas... —respondió sin siquiera mirarme —. ¿Vas a venir o no?
Me encogí de hombros, miré hacia atrás por si los guardias habían subido por algún casual, y cuando volví a mirar hacia la bruja esta ya estaba sorteando bloques caídos camino del interior. Así que pasé la cuerda y la alcancé. No solo no había nadie sino que no había nada. Solo andamios y herramientas de obra. Ni trampas ni hechizos ni bichos muertos. Y por un momento, solo estrellas y silencio. Erika parecía disgustada o pensativa. O ambas.
—¿Qué pasa, esperabas otra cosa?
—No sé. No es eso... Podrían... no sé, restaurarlo. Imagina usar este sitio como palacio o sala de baile con las vistas que tiene sobre la ciudad. Pero también podríamos hacer nosotros lo mismo con Rocavarancolia entonces.
—Pf... Nadie se va a molestar en hacer eso en casa a no ser que sea para uso propio. Y aquí pues ni idea, la verdad. Los monumentos se suelen restaurar un poco y dejarlos tal cual, ¿no? Esto creo que lo usaron durante alguna guerra y lo reventaron... Lo pondrá en los carteles...
—Vamos a Berlín, que para ruinas ya tenemos en casa. Allí hay más vida y se nos va el tiempo— me interrumpió.
—Espera... Hum... Podría jubilarme aquí, dejar la Bodega, comprar todo el terreno y hacer algo que...—pero volvió a interrumpirme: se giró, me cogió la mano y tiró de mí.
—¿Y hacer algo que me guste? Gracias, pero otro día. Vamos a Berlín.
—Roger, roger —respondí riendo.
Los dos queríamos ir desde el principio, por ser la capital de “nuestro país terrícola” y por curiosidad por experimentar directamente cómo era estar en una de las capitales europeas. Moscú era capital, pero el clima no acompañaba, al contrario que el berlinés. Y también nos atraía que fuera, según las guías que leímos antes del viaje, aparentemente más abierta de miras que la ciudad rusa. Además, a ambos nos parecía que nos habíamos perdido ciertas cosas al haber aceptado ir a Rocavarancolia, aunque ahora a ninguno se nos ocurriría volver al pasado y cambiar de idea.
Aparecimos dentro del Tiergarten, justo en lo alto de la Columna a la Victoria, el monumento central del parque. La vista desde ahí era genial: el Reichstag y la puerta de Bradenburgo al este, todo el bosque que era el parque alrededor, el río Spree al norte, el palacio Charlotte al oeste y al sur más ciudad y el Zoo. Queríamos llegar al centro, así que fuimos alternando entre ir a pie o en metro nocturno. Esta era otra de las cosas por las que quería venir a un lugar con tantos túneles: algunos no estaban muy bien iluminados y se prestaban bastante bien a rocavarancoleses con hambre. En el centro nos separaríamos, pues nuestros intereses diferían. Por así decirlo, Erika iría a visitar las zonas y lugares más iluminados de la ciudad y yo todo lo contrario, los garitos oscuros y de bajos fondos. Nadie monta un bar de música heavy con inspiración vampírica, por ejemplo, en plena zona de lujo en el centro. Pero lo que no me esperaba era que hubiera tantos sitios con carta de servicios sexuales para todos los gustos o exclusivos. Eso sí, me movía siempre recordando la hora fijada para volver a encontrarnos y marcharnos, puesto que de ignorarla, me habría quedado encerrado en la Tierra. Cuanto más oscuro el callejón y el local, más me costaba salir y cambiar de zona. Por la falta de acento y conocimiento local me trataban como extranjero o como retornado, aunque habría preferido que no me reconocieran como extraño, me gustó. Si le añadimos que algunos, algunos en obvio estado de embriaguez, y otros no tanto, recibieron de buenas que fuera un vampiro incluso durante sus últimos instantes de vida en los callejones aledaños... Podría vivir allí. Tendría reservas de magia casi ilimitadas y poco de qué preocuparme. Me lo pensaría... <<Ya tengo plan de jubilación>> Aunque para eso primero tenía que pasar allí más tiempo por mi cuenta, solo, antes de decidirme. <<¿Un año de cosecha, quizás?>> Ya vería. De momento disfruté de la noche.
Finalmente llegó la hora de reunirnos. Habíamos quedado en el puente Oberbaum sobre el Spree. Las guías recomendaban visitarlo y, aunque después de hacerlo les doy la razón, no contaban con la magia de levitar y verlo de otra forma.
—¿Todo bien? Me he estado colando en tiendas de ropa, en museos, cines, teatros... No entiendo por qué algunos detestáis la intangibilidad —dijo riendo.
—Ja. Ja. Todo bien, sí. ¿Te ha gustado?
—Mucho. Ojalá el portal se quedara abierto más tiempo, que apenas me dio tiempo a hacer cosas... No como a otros
—¿Yo? Esta gente está loca. Les dices que eres un vampiro y no solo te creen sino que te piden que los conviertas. Aunque pudiera, ni loco. Luego están los que te creen solo por liarse contigo y que les muerdas. Eso sí lo veo. Que me comparen con ese tal Lestat ya no tanto. No me llega ni a la suela de los zapatos —respondí riendo.
—Ya se te nota, no hace falta que me jures nada.
—¿Ah, sí?
—La mirada, el gesto, la piel más sonrosada que antes de llegar a Berlín, un poco sonrojado y calentito... Como cuando seguías trabajando en el Burdel... Pero más como los primeros días o cuando había clientes "especiales" —acto seguido, se apretó contra mí, cabeza en mi hombro, suspiró y asintió—. Ha estado muy bien. La próxima vez vamos por ahí juntos y me presentas a tus fans, ¿eh?
—Pues espérate, que los de Lestat me pedían que cantara. ¡Yo, cantando!
—Hum... ¡Ya sé! Diles a Noel y Vac que finjan ser de tu grupo y tú cantas.
Solo me limité a mirarla. ¿Se estaba oyendo?
—Mejor no, que ya nos conocemos y no queremos el diluvio universal. Canto yo y tú cobras entrada en sangre.
Tras eso, entre comentarios y risas, pusimos rumbo al portal. Y a casa.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: La Tierra
17/03/15, 10:39 pm
La muchacha tenía muy claro que lugar debían de visitar en primer lugar y, sin nada que objetar, el griego la siguió con una media sonrisa pintada en el rostro. Vac, como la mayor parte de los humanos, había visto la torre Eiffel en fotos cuando iba a la escuela y, aunque habían pasado más de cinco años desde entonces, recordaba su silueta perfectamente. Aquella estructura era una de las más significativas de su mundo natal, algo importante, algo que años atrás no habría tenido demasiado en cuenta. Ahora era distinto, sin embargo, y aquella visita nocturna de dudosa legalidad despertó en él un sentimiento de añoranza que casi había llegado a extinguirse en la ciudad de los monstruos. No por París o Francia, no había estado allí nunca a fin de cuentas, sino más bien por la sensación de volver al lugar que lo había visto nacer o a uno que al menos estuviera a menos de tres mil kilómetros.
Después de la panorámica de altura de la ciudad el griego se dejó llevar, siguiendo con aire distraído a la sobreexcitada ulterana. Nia estaba muy emocionada con todo aquello y no paraba de parlotear, sacando fotografías a todo lo que llamaba su atención mientras le bombardeaba con preguntas que habrían resultado absurdas en muchas situaciones. El hado, algo apurado, trataba de responder a todas ellas sin generar nuevas cuestiones en el proceso. Por suerte para él nadie podía entenderles:
—Como quieras —murmuró en respuesta a la ulterana mientras la seguía al despacho del dueño del local.
Se mantuvo en segundo plano durante toda la transacción, manteniendo la expresión neutra que solía esgrimir en su trabajo para aquel tipo de situaciones. Sabía que la niña estaba timando a aquel hombre, era más que evidente para un buen rocavarancoles, pero, aunque sabía que aquel oro era falso, no sabía como se la estaba colando exactamente al parisino. Todo quedó aclarado una vez estuvieron en la calle, pues Nía se apresuró a explicárselo con una sonrisa maliciosa, y en cuanto fue consciente del gran secreto el muchacho se echó a reír con ganas. No sentía ningún tipo de compasión por aquel sujeto.
—Me encantaría ver su cara cuando se de cuenta realmente de lo fantástico que es el negocio que acaba de hacer —comento con una sonrisa divertida.
A partir de entonces todo fue menos peligroso, aunque no menos agitado. El griego siguió a la náyade hacia una librería-cafetería en la que pasaron buena parte del resto de la noche. En ella Vac se hizo con un par de libros a cuenta del prestamista y se dedicó a tomar café sentado en una mesa junto al escaparate, observando el movimiento de la gente con curiosidad genuina mientras su amiga ponía la tienda patas arriba.
—Disneyland Resort Paris, o así se llamaba cuando yo residía en este planeta —comentó cuando vio el folleto, más para sí que para la niña—. Al parecer han acortado un poco el nombre, pero si, sigue siendo un parque de atracciones —aclaró, procediendo a explicarle por encima que era aquel lugar y quedando en visitarlo al día siguiente.
Cuando amaneció pusieron rumbo hacia el sur de Francia, donde Nia les apuntó a una suerte de tour por los viñedos en el que les instruyeron en la historia y el culto al vino de aquel país. El griego disfruto especialmente de las catas, paladeando los variados caldos con paladar experto y quedando plenamente satisfecho en el proceso. Su siguiente destino fue el Louvre, el famoso museo, y en este punto el hado se desentendió un poco de su compañera, pues prácticamente perdió la noción del tiempo a la par que recorría aquellos pasajes llenos a rebosar de la historia de su mundo. Se sintió decepcionado cuando llegó la hora de marcharse, pero procuro que no se le notara para no disgustar a la ulterana y se prometió que volvería algún otro día.
Era la hora de comer, pero la náyade quería algo especial, por lo que se dedicó a preguntar a los transeúntes hasta que descubrió cual era el mejor restaurante de la ciudad. Como era de esperar había que reservar mesa para poder entrar allí, pero una propina abundante soluciono el problema y apenas unos minutos después de su llegada ya estaban sentados a la mesa. La comida, como era de esperar, era de excelente calidad, pero en otras circunstancias el hado no habría aceptado aquellos precios exorbitantes, pues a fin de cuentas él en casa comía igual de bien. Le entretenía ver cómo Nía guardaba muestras en probetas, pero no dijo nada, y cuando la muchacha renegó de su postre el griego dio buena cuenta de él con una amplia sonrisa.
Disneylandia era tal y como lo pintaban, un lugar de ensueño para cualquier crío, y la niña que aún era su amiga no tardó en salir en cuanto llegaron al parque. Disfruto como una enana, corriendo de atracción en atracción sin descansar un minuto, saltando entre puestos de baratijas y espectáculos como si fuera un huracán. Todo era fantástico, pero hacia el final de la visita Vac tuvo que sacar a arrastras a la náyade de la función de la Sirenita porque al parecer la había ofendido de alguna manera. Por suerte no hubo ningún problema y solo se llevaron algunas miradas reprobatorias, pero lo cierto es que el griego estaba algo avergonzado.
La tarde ya estaba declinando cuando Nía bostezo, preguntándole a continuación con tono arrepentido si no tenía nada que hacer en la Tierra antes de regresar a Rocavarancolia.
—No pasa nada, es normal que estés emocionada por haber conocido un nuevo mundo —respondió el hado, restándole importancia con un gesto de la mano—. La verdad, no obstante, es que si tengo un par de tareas pendientes y, si no te importa, podrías acompañarme —le ofreció, obteniendo una respuesta afirmativa por parte de la muchacha.
Lo primero era conseguir su parte de la lista de música que había acordado reunir con su hermano a lo largo de aquel viaje. Una visita rápida a una tienda de electrónica en donde se hizo con unos mp4’s y un allanamiento exitoso a una casa con conexión por fibra óptica resolvieron aquella tarea. No le llevó más de dos horas descargar todas las canciones y, con los reproductores repletos, pudieron ponerse en marcha hacia su último destino. Había retrasado aquel momento demasiado, quizás por miedo o quizás por inseguridad. La verdad es que no lo tenía muy claro, pero no podía esperar más, y un hechizo de teletransportación acortó en apenas un segundo toda la distancia que había puesto entre su hogar y su persona.
En la casa que le había visto crecer ya era de noche, pero aún había luz en el despacho de su padre. Sin mediar palabra, el griego descendió con sigilo y se detuvo frente a la ventana del estudio, mirando en su interior con expresión indescifrable. Un hombre de cabello negro y ojos grises estaba sentado tras el escritorio, ojeando unos papeles con atención. Era casi tan alto como sus hijos, los vástagos a los que no recordaba, y aunque para el ojo inexperto podía parecer un hombre severo que disfrutaba de su trabajo, el hado solo veía a una sombra de lo que había sido. Nunca había tenido un trato cercano con su padre, algo de lo que el hombre era culpable en gran medida, pero aunque no le tuviera apreció seguía siendo de su sangre y no soportaba verle así. Apartó la mirada con un gesto brusco y empezó a moverse, buscando otra ventana. No tardó en localizar la que daba al que había sido su cuarto, ahora una polvorienta biblioteca. Un hechizo de intangibilidad le permitió entrar sin problemas y, con un objetivo claro en mente, se adentró en las tinieblas de la habitación tras pedirle a la ulterana que esperara con un gesto silencioso.
Unos minutos más tarde volvió junto a su amiga con un grueso guardapelo dorado encerrado en su puño, un objeto de su madre que había escondido años atrás bajo una tabla suelta del suelo de su cuarto. Una vez más el chico se ahorró las explicaciones y volvió a alzar el vuelo, poniendo rumbo al último lugar de la Tierra que visitaría aquella noche. Un cementerio.
Ya era tarde y el recinto estaba cerrado, pero el griego ignoró los muros y sobrevoló el campo santo buscando una tumba con la mirada. Descendió con suavidad en cuanto la localizó, aterrizando a unos pasos de la misma con expresión sombría. Había pasado mucho tiempo, demasiado, pero no había sido suficiente. Ver aquella lápida seguía doliéndole, le revolvía las tripas, y, sin embargo, seguía atrayéndole como las llamas de una hoguera a una polilla.
—Hola —susurró con voz tenue. Quería decir algo más, contarle todo lo que había vivido desde que aquel joven con chistera verde lo había llevado a otro mundo: hablarle del reencuentro con su hermano, de sus amigos, de sus inseguridades, de su vida. De todo lo que se había perdido en resumidas cuentas, pero no era capaz.
El silencio le embargó, envolviéndole mientras permanecía allí de pie sin decir nada. El nudo que tenía en la garganta se apretaba poco a poco, ahogándole y nublando su mirada, pero las lágrimas que pugnaban por salir no llegaron.
—Es hora de irse—susurró con voz apagada, su puño firmemente cerrado en torno al guardapelo—. Falta muy poco para que se cierre el portal —aclaró, alzando el vuelo sin esperar respuesta. Tenía que alejarse de aquel lugar.
Después de la panorámica de altura de la ciudad el griego se dejó llevar, siguiendo con aire distraído a la sobreexcitada ulterana. Nia estaba muy emocionada con todo aquello y no paraba de parlotear, sacando fotografías a todo lo que llamaba su atención mientras le bombardeaba con preguntas que habrían resultado absurdas en muchas situaciones. El hado, algo apurado, trataba de responder a todas ellas sin generar nuevas cuestiones en el proceso. Por suerte para él nadie podía entenderles:
- Repuestas a preguntas absurdas:
- ¿Y cada cuanto pasan a recoger la basura los encargados de la basura?
—Diariamente, aunque en algunos lugares los domingos no hay servicio de recogida.
¿No cierran las tiendas por la noche?
—En general sí, los 24 horas son excepciones.
¿Porqué este hospital no tiene una estación de metro?
—¿Para no molestar a los pacientes? La verdad es no tengo ni idea.
¿Dónde suelen estar las piscinas públicas?
—Pues en cualquier parte, no se. Lugares de fácil acceso, eso seguro.
¿Crees que podremos encontrar tiendas especificas que vendan chocolate?
—¿En París? Bromeas, ¿verdad?
¡Videoreproductores! ¿Crees que costarán mucho? ¿Cuanto son ochocientos eeee...uuuros... en rocavaros?
—Si, “videoreproductores”. Depende. Así de sopetón no sabría decirte, tendríamos que ver a cuanto esta el oro.
¿Qué hay de las tiendas de mascotas? ¡Quiero verlas!
—Bien.
¡Ah necesito conseguir saldo local! ¿Dónde crees que podría abrir un depósito a estas horas?
—En ningún lado, al menos no en uno legal. Por otro lado los cajeros estás siempre operativos, pero dudo que tengas tarjeta de crédito.
¿Abren los bancos las veinticuatro horas también?
—No, los banqueros no es que curren mucho.
¿Qué hay de la policía? No he visto mucha desplegada. ¡El crimen debe estar por las nubes!
—La respuesta es “Donut”. Nunca oí de nadie que asaltara una tienda de donuts.
¿Qué oferta este local? ¿Porque se llama "Boys"?
—...
¡E-Esa tienda tiene expuesta ropa interior en su escaparate! ¡Que soltura!
—Lencería es el término apropiado. Ese conjunto le quedaría de miedo a Ariven.
¡Oh, propaganda! ¿Cuanto suele costar por aqui? ¿A cuantos kilometros estamos del mar?
—La propaganda es gratuita, o lo es casi siempre, y supongo que a unos 200 km si no recuerdo mal. ¿Que tiene que ver una cosa con la otra?
¿Cerráis las playas por la noche? ¿Y los baños públicos?
—Las únicas playas cerradas son las privadas y las que están en alerta por temporal, y los baños públicos tienen el mismo horario que cualquier otro negocio.
¿Y estas calles? ¿Están hechas con granito o con alquitrán procesado para hacer asfalto?
—Las carreteras están asfaltadas y las aceras se hacen con adoquines. No soy un experto, pero seguro que algunos son de granito.
—Como quieras —murmuró en respuesta a la ulterana mientras la seguía al despacho del dueño del local.
Se mantuvo en segundo plano durante toda la transacción, manteniendo la expresión neutra que solía esgrimir en su trabajo para aquel tipo de situaciones. Sabía que la niña estaba timando a aquel hombre, era más que evidente para un buen rocavarancoles, pero, aunque sabía que aquel oro era falso, no sabía como se la estaba colando exactamente al parisino. Todo quedó aclarado una vez estuvieron en la calle, pues Nía se apresuró a explicárselo con una sonrisa maliciosa, y en cuanto fue consciente del gran secreto el muchacho se echó a reír con ganas. No sentía ningún tipo de compasión por aquel sujeto.
—Me encantaría ver su cara cuando se de cuenta realmente de lo fantástico que es el negocio que acaba de hacer —comento con una sonrisa divertida.
A partir de entonces todo fue menos peligroso, aunque no menos agitado. El griego siguió a la náyade hacia una librería-cafetería en la que pasaron buena parte del resto de la noche. En ella Vac se hizo con un par de libros a cuenta del prestamista y se dedicó a tomar café sentado en una mesa junto al escaparate, observando el movimiento de la gente con curiosidad genuina mientras su amiga ponía la tienda patas arriba.
—Disneyland Resort Paris, o así se llamaba cuando yo residía en este planeta —comentó cuando vio el folleto, más para sí que para la niña—. Al parecer han acortado un poco el nombre, pero si, sigue siendo un parque de atracciones —aclaró, procediendo a explicarle por encima que era aquel lugar y quedando en visitarlo al día siguiente.
Cuando amaneció pusieron rumbo hacia el sur de Francia, donde Nia les apuntó a una suerte de tour por los viñedos en el que les instruyeron en la historia y el culto al vino de aquel país. El griego disfruto especialmente de las catas, paladeando los variados caldos con paladar experto y quedando plenamente satisfecho en el proceso. Su siguiente destino fue el Louvre, el famoso museo, y en este punto el hado se desentendió un poco de su compañera, pues prácticamente perdió la noción del tiempo a la par que recorría aquellos pasajes llenos a rebosar de la historia de su mundo. Se sintió decepcionado cuando llegó la hora de marcharse, pero procuro que no se le notara para no disgustar a la ulterana y se prometió que volvería algún otro día.
Era la hora de comer, pero la náyade quería algo especial, por lo que se dedicó a preguntar a los transeúntes hasta que descubrió cual era el mejor restaurante de la ciudad. Como era de esperar había que reservar mesa para poder entrar allí, pero una propina abundante soluciono el problema y apenas unos minutos después de su llegada ya estaban sentados a la mesa. La comida, como era de esperar, era de excelente calidad, pero en otras circunstancias el hado no habría aceptado aquellos precios exorbitantes, pues a fin de cuentas él en casa comía igual de bien. Le entretenía ver cómo Nía guardaba muestras en probetas, pero no dijo nada, y cuando la muchacha renegó de su postre el griego dio buena cuenta de él con una amplia sonrisa.
Disneylandia era tal y como lo pintaban, un lugar de ensueño para cualquier crío, y la niña que aún era su amiga no tardó en salir en cuanto llegaron al parque. Disfruto como una enana, corriendo de atracción en atracción sin descansar un minuto, saltando entre puestos de baratijas y espectáculos como si fuera un huracán. Todo era fantástico, pero hacia el final de la visita Vac tuvo que sacar a arrastras a la náyade de la función de la Sirenita porque al parecer la había ofendido de alguna manera. Por suerte no hubo ningún problema y solo se llevaron algunas miradas reprobatorias, pero lo cierto es que el griego estaba algo avergonzado.
La tarde ya estaba declinando cuando Nía bostezo, preguntándole a continuación con tono arrepentido si no tenía nada que hacer en la Tierra antes de regresar a Rocavarancolia.
—No pasa nada, es normal que estés emocionada por haber conocido un nuevo mundo —respondió el hado, restándole importancia con un gesto de la mano—. La verdad, no obstante, es que si tengo un par de tareas pendientes y, si no te importa, podrías acompañarme —le ofreció, obteniendo una respuesta afirmativa por parte de la muchacha.
Lo primero era conseguir su parte de la lista de música que había acordado reunir con su hermano a lo largo de aquel viaje. Una visita rápida a una tienda de electrónica en donde se hizo con unos mp4’s y un allanamiento exitoso a una casa con conexión por fibra óptica resolvieron aquella tarea. No le llevó más de dos horas descargar todas las canciones y, con los reproductores repletos, pudieron ponerse en marcha hacia su último destino. Había retrasado aquel momento demasiado, quizás por miedo o quizás por inseguridad. La verdad es que no lo tenía muy claro, pero no podía esperar más, y un hechizo de teletransportación acortó en apenas un segundo toda la distancia que había puesto entre su hogar y su persona.
En la casa que le había visto crecer ya era de noche, pero aún había luz en el despacho de su padre. Sin mediar palabra, el griego descendió con sigilo y se detuvo frente a la ventana del estudio, mirando en su interior con expresión indescifrable. Un hombre de cabello negro y ojos grises estaba sentado tras el escritorio, ojeando unos papeles con atención. Era casi tan alto como sus hijos, los vástagos a los que no recordaba, y aunque para el ojo inexperto podía parecer un hombre severo que disfrutaba de su trabajo, el hado solo veía a una sombra de lo que había sido. Nunca había tenido un trato cercano con su padre, algo de lo que el hombre era culpable en gran medida, pero aunque no le tuviera apreció seguía siendo de su sangre y no soportaba verle así. Apartó la mirada con un gesto brusco y empezó a moverse, buscando otra ventana. No tardó en localizar la que daba al que había sido su cuarto, ahora una polvorienta biblioteca. Un hechizo de intangibilidad le permitió entrar sin problemas y, con un objetivo claro en mente, se adentró en las tinieblas de la habitación tras pedirle a la ulterana que esperara con un gesto silencioso.
Unos minutos más tarde volvió junto a su amiga con un grueso guardapelo dorado encerrado en su puño, un objeto de su madre que había escondido años atrás bajo una tabla suelta del suelo de su cuarto. Una vez más el chico se ahorró las explicaciones y volvió a alzar el vuelo, poniendo rumbo al último lugar de la Tierra que visitaría aquella noche. Un cementerio.
Ya era tarde y el recinto estaba cerrado, pero el griego ignoró los muros y sobrevoló el campo santo buscando una tumba con la mirada. Descendió con suavidad en cuanto la localizó, aterrizando a unos pasos de la misma con expresión sombría. Había pasado mucho tiempo, demasiado, pero no había sido suficiente. Ver aquella lápida seguía doliéndole, le revolvía las tripas, y, sin embargo, seguía atrayéndole como las llamas de una hoguera a una polilla.
—Hola —susurró con voz tenue. Quería decir algo más, contarle todo lo que había vivido desde que aquel joven con chistera verde lo había llevado a otro mundo: hablarle del reencuentro con su hermano, de sus amigos, de sus inseguridades, de su vida. De todo lo que se había perdido en resumidas cuentas, pero no era capaz.
El silencio le embargó, envolviéndole mientras permanecía allí de pie sin decir nada. El nudo que tenía en la garganta se apretaba poco a poco, ahogándole y nublando su mirada, pero las lágrimas que pugnaban por salir no llegaron.
—Es hora de irse—susurró con voz apagada, su puño firmemente cerrado en torno al guardapelo—. Falta muy poco para que se cierre el portal —aclaró, alzando el vuelo sin esperar respuesta. Tenía que alejarse de aquel lugar.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: La Tierra
18/03/15, 06:54 pm
Nia
-Que así sea entonces.-le respondió al griego con una sonrisa algo marcada por el cansancio. Bebiendo de una pequeña cantimplora que habia extraido de su bolsa sin fondo. Al instante sintió el chute de energia y sus ojos dejaron de entrecerrarse.
La primera tarea se le antojó algo rara, pero se mantuvo callada para no molestar a Vac mientras, aparentemente, robaba un aparato tecnológico y luego se colaba en una casa, aparentemente ajena, para conectar el aparato tecnológico. Le llevó dos horas acabar aquella tarea, mientras tanto Nia se entretuvo contemplando la facilidad con la que manejaba otros tantos aparatos tecnológicos que no terminaba de comprender.
El segundo destino lo alcanzaron teleportandose. Vio entonces a Vac vacilante. La casa que entonces contemplaban deberia tener algún significado para él. Con mil preguntas indiscretas en su mente, la ulterana mantuvo la compostura y el silencio mientras Vac iba a buscar algo adentro.
Nia sentia que debia preguntar, pero a la vez sentia que no. Aquello debia tener algún significado para el griego o sino no estaria haciendolo. Llendo por su cuenta, buscó dentro de la casa algo, o eso dedujo Nia, por la forma que cerraba un puño, que lo habia encontrado. No sabia si se debatia más por la curiosidad o por la preocupación. Pero ¿tenia ella acaso el derecho a preocuparse? Después de esconder tantas cosas ella misma, no lo creia así. Aquel recordatorio le despejó toda duda por el momento y mantuvo a raya su curiosidad.
El tercer y último lugar que visitaron le puso los pelos de punta. Literalmente. Se trataba de un cementerio, pero, al contrario que el que habia en rocavarancolia, no habia ni voces ni pastos verdes. Era un cementerio bastante modesto, pero no por ello, menos espeluznante para la niña a la cual la realización de que inumerables cadaveres humanos se estuvieran pudriendo a menos de dos metros bajo el suelo le parecia una idea muy asquerosa. Nunca llegaria a entender la afanación de que todos los cadaveres se debieran conservar, pues, los humanos, al hacerlo, no intentaban preservar el cuerpo en si, tan solo, lo dejaban podrirse en su lugar de elección, a veces erigiendo pequeños monumentos. De ser Nia la encargada de unas pompas fúnebres, ella se tomaria la molestia de momificar a los seres queridos que enterrase. La idea de la podredumbre le parecia un tanto irrespetuosa, pero una vez más, la cultura humana escondia numerosos misterios para ella.
Dieron el alto en una tumba en concreto. Al hado aquel lugar le estaba causando una reacción tambien, distinta a la de la ulterana, por supuesto, pero parecia que tambien tenia ganas de irse del lugar. Era basante obvio que aquella tumba le pertenecia a alguien bastante allegado, y el duelo se le sobreponia las fuerzas. Dirigió una sola palabra hacia el emplazamiento de la tumba. La ulterana no entendia porque habia saludado a la tumba, pues esta no le contestó de vuelta, lo que era de esperar, siendo una tumba no-mágica, pero lo acabó atribuyendo a la cultura en sí.
Los segundos de silencio compartidos por ambos le obligaron a pensar en Harm automáticamente, como la vergonzosa parodia de mausoleo que la niña habia levantado, años antes en Letargo, todavia seguia ahí.
De pronto, el griego no pudo soportar aquello más, alegando que era hora de irse y que no les quedaba mucho tiempo. La ulterana, vacilante, todavia se quedó en tierra unos segundos después. Miró a la tumba, y tuvo una ocurrencia, cercandose hacia la losa, buscó en su bolsa sin fondo y extrajo un pequeño saquito de semillas, esparciendolas grácilmente a los pies de la tumba, volcó un tarro de un líquido verdoso translúcido y al instante, las semillas comenzaron a germinar a toda prisa, echando raices en la tierra y pasando por todas las fases evolucionarias de una flor hasta mostrar sus pétalos completamente. Cercada la tumba por lirios blancos, planta que Nia conocia como la idonea en la cultura terricola para ceremoniar a los muertos, la náyade decidió hacer algo que consideraba estúpido, pero que lo hacia desde el respeto, quizás porque el griego en si mismo no pudo mostrarle los suyos a la tumba de la persona que allí se hallaba.
-No te preocupes. Vacuum... Vacuum lo está haciendo genial y... se le aprecia mucho.-Susurró a la tumba, arqueando una ceja. Esperó unos segundos, no saber muy bien como proceder, pero sintiendose bastante estúpida en el proceso puesto que aquella tumba no le iba a responder nunca y porque no tenia muy claro porque habia decidido hacer aquello desde un principio. Se alejó lentamente de la tumba y alcanzó al griego. Asintiendo con una sonrisa amable, pusieron rumbo de vuelta al portal.
Continua en Explanada de Los Portales
-Que así sea entonces.-le respondió al griego con una sonrisa algo marcada por el cansancio. Bebiendo de una pequeña cantimplora que habia extraido de su bolsa sin fondo. Al instante sintió el chute de energia y sus ojos dejaron de entrecerrarse.
La primera tarea se le antojó algo rara, pero se mantuvo callada para no molestar a Vac mientras, aparentemente, robaba un aparato tecnológico y luego se colaba en una casa, aparentemente ajena, para conectar el aparato tecnológico. Le llevó dos horas acabar aquella tarea, mientras tanto Nia se entretuvo contemplando la facilidad con la que manejaba otros tantos aparatos tecnológicos que no terminaba de comprender.
El segundo destino lo alcanzaron teleportandose. Vio entonces a Vac vacilante. La casa que entonces contemplaban deberia tener algún significado para él. Con mil preguntas indiscretas en su mente, la ulterana mantuvo la compostura y el silencio mientras Vac iba a buscar algo adentro.
Nia sentia que debia preguntar, pero a la vez sentia que no. Aquello debia tener algún significado para el griego o sino no estaria haciendolo. Llendo por su cuenta, buscó dentro de la casa algo, o eso dedujo Nia, por la forma que cerraba un puño, que lo habia encontrado. No sabia si se debatia más por la curiosidad o por la preocupación. Pero ¿tenia ella acaso el derecho a preocuparse? Después de esconder tantas cosas ella misma, no lo creia así. Aquel recordatorio le despejó toda duda por el momento y mantuvo a raya su curiosidad.
El tercer y último lugar que visitaron le puso los pelos de punta. Literalmente. Se trataba de un cementerio, pero, al contrario que el que habia en rocavarancolia, no habia ni voces ni pastos verdes. Era un cementerio bastante modesto, pero no por ello, menos espeluznante para la niña a la cual la realización de que inumerables cadaveres humanos se estuvieran pudriendo a menos de dos metros bajo el suelo le parecia una idea muy asquerosa. Nunca llegaria a entender la afanación de que todos los cadaveres se debieran conservar, pues, los humanos, al hacerlo, no intentaban preservar el cuerpo en si, tan solo, lo dejaban podrirse en su lugar de elección, a veces erigiendo pequeños monumentos. De ser Nia la encargada de unas pompas fúnebres, ella se tomaria la molestia de momificar a los seres queridos que enterrase. La idea de la podredumbre le parecia un tanto irrespetuosa, pero una vez más, la cultura humana escondia numerosos misterios para ella.
Dieron el alto en una tumba en concreto. Al hado aquel lugar le estaba causando una reacción tambien, distinta a la de la ulterana, por supuesto, pero parecia que tambien tenia ganas de irse del lugar. Era basante obvio que aquella tumba le pertenecia a alguien bastante allegado, y el duelo se le sobreponia las fuerzas. Dirigió una sola palabra hacia el emplazamiento de la tumba. La ulterana no entendia porque habia saludado a la tumba, pues esta no le contestó de vuelta, lo que era de esperar, siendo una tumba no-mágica, pero lo acabó atribuyendo a la cultura en sí.
Los segundos de silencio compartidos por ambos le obligaron a pensar en Harm automáticamente, como la vergonzosa parodia de mausoleo que la niña habia levantado, años antes en Letargo, todavia seguia ahí.
De pronto, el griego no pudo soportar aquello más, alegando que era hora de irse y que no les quedaba mucho tiempo. La ulterana, vacilante, todavia se quedó en tierra unos segundos después. Miró a la tumba, y tuvo una ocurrencia, cercandose hacia la losa, buscó en su bolsa sin fondo y extrajo un pequeño saquito de semillas, esparciendolas grácilmente a los pies de la tumba, volcó un tarro de un líquido verdoso translúcido y al instante, las semillas comenzaron a germinar a toda prisa, echando raices en la tierra y pasando por todas las fases evolucionarias de una flor hasta mostrar sus pétalos completamente. Cercada la tumba por lirios blancos, planta que Nia conocia como la idonea en la cultura terricola para ceremoniar a los muertos, la náyade decidió hacer algo que consideraba estúpido, pero que lo hacia desde el respeto, quizás porque el griego en si mismo no pudo mostrarle los suyos a la tumba de la persona que allí se hallaba.
-No te preocupes. Vacuum... Vacuum lo está haciendo genial y... se le aprecia mucho.-Susurró a la tumba, arqueando una ceja. Esperó unos segundos, no saber muy bien como proceder, pero sintiendose bastante estúpida en el proceso puesto que aquella tumba no le iba a responder nunca y porque no tenia muy claro porque habia decidido hacer aquello desde un principio. Se alejó lentamente de la tumba y alcanzó al griego. Asintiendo con una sonrisa amable, pusieron rumbo de vuelta al portal.
Continua en Explanada de Los Portales
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: La Tierra
27/10/15, 02:38 pm
Church parpadeó confuso. Por algún motivo sentía que acababa de perder algo, pero no lograba dar con el qué. Sacudiendo la cabeza se apartó de la entrada, desconcertado por la posición en la que se encontraba, como si hubiera estado despidiendo a alguien o fuera a salir a algún lugar en aquel momento, lo que era absurdo pues no solo se encontraba solo en casa sino que acababa de llegar, por lo que no tenía ningún motivo para volverse a ir.
Algo confundido por la situación, aunque achacándosela al cansancio, se acercó a la cocina donde se hizo distraídamente con un botellín de cerveza para luego volver a la sala a tumbarse en el sofá donde comenzó a bebérsela. Church frunció el ceño tras el primer trago, confundido con aquel sabor desconocido, y se quedó mirando el botellín. No entendía nada de lo que ahí ponía, pero indudablemente era cerveza. ¿Desde cuando él tenía cerveza sueca? El mecánico parpadeó confundido. ¿Es que acaso Beck le había obsequiado con buena cerveza y él ni siquiera se había enterado? Esperaba que, si lo había hecho, él le hubiera agradecido debidamente en su momento, aunque no lograba recordar cuándo había ocurrido.
Desinteresándose con el suceso de nuevo y decidido a descansar, se recostó en el sofá disfrutando de la novedosa y rica cerveza sin darle muchas vueltas a lo ocurrido ni por qué tenía en el bolsillo 500 libras que antes no habían estado ahí.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ethan y Sophie, como de costumbre, se adelantaron a los dos jóvenes, correteando entre las lápidas intentando no molestar a la gente que ahí había, hasta que dieron con la tumba de Maggie. Church y Beck pudieron escuchar perfectamente el jadeo de impresión. Luego vieron acercarse a Sophie a la carrera.
- ¡Han roto la tumba de Maggie!- gritó entre asustada y sorprendida.
Church miró la lápida a la distancia y no la vio ni rota ni deteriorada, por lo que dudó bastante de que el daño fuera algo realmente grave. Al acercarse pudo ver que el “roto” que decía la niña era nada más y nada menos que la ausencia de la letra “M” metálica que iniciaba el nombre de Margaret. Por alguna razón, Church pensó que así estaba bien, que no necesitaba arreglarse y que aquel desperfecto era necesario.
- Yo creo que no está tan mal. De hecho queda como más especial. Yo lo dejaría así- comentó Church, dejando el ramo de margaritas sobre la tumba.
- Pero ahora nadie sabrá cómo se llamaba, nadie la encontrará y todo el mundo creerá que se llamaba… Argaret- dijo Ethan con una mueca, disgustado por como sonaba a sus oídos.
- Hagamos una cosa. ¿Y si en vez de comprar una M de metal como la que había antes hacemos una nosotros de madera o de cerámica o de cualquier material que podamos moldear?- sugirió Beck, agachándose a la altura de los niños intentando convencerlos con su sonrisa. La chica entendía el punto de los niños, pero también el de Church. Realmente, no importaba mucho lo que pusiera en la lápida, ahí estaba Maggie y eso era lo que realmente importaba.
A los niños la idea les encantó y comenzaron a explicarle, tanto a ellos como a la tumba de Maggie, como iban a hacerlo, discutiendo de vez en cuando entre ellos cuando no se ponían de acuerdo.
Si, pensó Church, aquello estaría bien.
Los niños no tardaron en empezar a tener hambre y Beck los guió hacia la salida dejando unos minutos a solas a Church como siempre hacía. El chico sonrió hacia la lapida.
Si, todo es como debe ser.
Y aunque no sabía por qué ni la profundidad que esta afirmación tenía, así era.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
En un lugar muy lejano, al otro lado de un portal, una joven morena unía una M metálica a un colgante, invirtiéndola para que una vez colgada de su cuello se leyera como una W.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Aquellas navidades los mocosos recibieron más regalos de los acostumbrados, entre los que se encontraron ropa nueva, materiales para clase, bicicletas nuevas y un extraño peluche de una serpiente con alas que se le había antojado a Church. Cuando Beck preguntó al chico de dónde había sacado ese dinero, Church solo pudo responder que no tenía ni idea, pero que tenía la sensación de que se lo había dado alguien realmente especial.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Bellota
Ficha de cosechado
Nombre: Mónica Gutiérrez.
Especie: Humana (Española, madrileña de las afueras).
Habilidades: Espontaneidad, automotivación, imaginación.Personajes : ● Mónica: Bruja de los espejos. Terrícola.
Heridas/enfermedades : ● Mónica: Pequeñas cicatrices por el cuerpo.
Manos heridas, chichón en la cabeza.
Armas : ●Mónica: Bolsito de pompones rosa multiusos.
Cuchillo del pan.
Espejos.
Status : «En busca de 12.: el romance».
Humor : No.
La cosecha de Mónica. (7ª Cosecha Rocavarancolia).
27/10/15, 03:23 pm
-¡Mierda!- exclamó Mónica, tratando de liberar su espesa falda de tul de los zapatos de la gente que bailaba a su alrededor, ignorándola. –Maldita sea- masculló, dando codazos a su alrededor para abrirse un hueco. Había vislumbrado su objetivo: la barra de la discoteca.
-Maldito Jonás- musitó de nuevo. Si no fuera por su hermano ella estaría en casa tranquilamente haciendo un maratón de películas de miedo, hinchándose a palomitas hasta poder rodar calle abajo y sobre todo, no estaría vestida como una princesa cursi, con esos zapatos tan incómodos y plasticosos que sonaban como si hubiera un caballo en la habitación, con tanto maquillaje en la cara que tenía la sensación de haber usado la pistola de maquillaje de Homer Simpson y no tendría que ir repartiendo estampitas de la Virgen del Pilar (¡de la Virgen del Pilar! ¿Qué clase de humor retorcido tenía su hermano?) entre la población masculina de la fiesta haciendo como si les estuviera dando su número.
“Aunque hay que reconocer que me lo estoy pasando de puta madre con las estampitas”, se dijo tirando de nuevo su voluptuosa falda repollo… ¡Que la gente no paraba de pisar!
-¿¡Queréis quitar vuestros sucios tacones de putilla de mi disfraz!? ¿¡No veis que estoy intentando dirigirme a la barra o es que alguien os ha robado las lentillas?!- se giró furibunda para amonestar a dos chicas que la miraron estupefactas, claramente afectadas por el alcohol (y por sus palabras), y que retiraron inmediatamente los pies de la falda de Mónica. –Memas- murmuró girándose de nuevo y dándose de bruces contra su hermano que, disfrazado de pirata, le miraba divertido.
-¿Qué tal, Mon?- le dijo, burlándose. –Tu disfraz está causando furor entre los zapatos ajenos, ¿eh?
-Y tú qué, imbécil, ¿el parche del ojo te está haciendo más estúpido de lo que ya eres?- le espetó su hermana, aporreándole el brazo. –Si no fuera porque esto está más petado que la fiesta de despedida de Bilbo en la Comarca te atizaría con mis zapatos hasta que te volara el loro del hombro.
Jonás se rio, alborotándole el pelo con la mano. -¿Has visto algo que te guste? Recuerda las estampitas.
Mónica resopló. –Lo de las estampitas es lo único que te paso, Jonás, lo único divertido de toda esta fiesta de música ratonera. ¡Podría estar en casa viendo Alien y poniéndome fina filipina a chuches y palomitas!
-Ah… no haber perdido la apuesta. Además, menos mal que la perdiste, que se te está poniendo el culo como una plaza de toros de tanto comer guarrerías…- volvió a chincharla su hermano, huyendo después muerto de la risa de los golpes del bolso de pompones.
-So asqueroso, ¡ya verás cuando te pille!- exclamó Mónica viendo cómo se escabullía e incapaz de seguirle con esos tacones ridículos. -¡Estás muerto, ¿me oyes, hermanito?! ¡Muerto!- le gritó levantando miradas asombradas entre los presentes. Los ignoró con un resoplido, apartándose el pelo, algo húmedo por el calor de la fiesta, de la cara, y se dirigió de nuevo a la barra.
-¿Qué le pongo, oh, alteza?- le preguntó con guasa la camarera.
Mónica le dirigió una sonrisa forzada. –Una Fanta de naranja. Y ¡que te corten la cabeza si tardas!
Ambas rieron y la camarera fue a atender la orden. De repente un brazo peludo se acodó al lado de Mon, que miró hacia arriba descubriendo a un chico grande, vestido con una camiseta a rayas rojas y blancas, con la cara rubicunda y pelo pelirrojo.
-Hola, princesa- le ronroneó el chico echándole el aliento en la cara, intentando claramente ser sensual pero fallando estrepitosamente. -¿Qué haces por aquí, Bella Durmiente?
-Buscar una forma de acabar con el dominio opresor del patriarcado en las sociedades occidentales actuales- le respondió ella muy seria, muriéndose de la risa por dentro.
El adolescente retrocedió un poco, confundido. -¿Qué?
-Que cuando las mariposas baten alas a veces se originan tornados al otro lado del mundo. ¿A que es interesante? Todos los desastres naturales se evitarían si les cortáramos las alas a las mariposas- improvisó la chica mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra, incómoda por la cercanía del muchacho.
-Me llamo Gus- se presentó el chico, abandonando la intención de comprender lo que decía Mónica.
-¡Anda, pues te pega! Me recuerdas al personaje de una película que…
-Me lo dice mucha gente, sí…- volvió a acercarse hasta rozarle la mejilla con la suya. –Que soy clavadito a Matt Damon…
Mónica se separó y agarró su Fanta, que llegaba ese momento como enviada por la providencia. –Pues la verdad…- le pegó un trago al botellín después de limpiarlo concienzudamente –es que yo estaba pensando más bien en Augustus Gloops, de Charlie y la Fábrica de Chocolate.
Gus se la quedó mirando con expresión indescifrable. -¿De qué vas?
Mónica bajó la cabeza para observar su disfraz. –De princesa repollo, al menos desde la última vez que miré en un espejo…
Gus resopló, tras lo cual la empujó tirándola al suelo y yéndose de allí. -¡Me has comparado con el gordo de la peli! ¡A mí nadie me llama gordo!
-Pero qué poco sentido del humor tienen algunas personas- dijo una voz tras Mónica, y una mano se materializó ante ella para ayudarle a levantarse y situarla ante un chico atractivo.
-Marcos- se presentó.
-Mónica- respondió la chica, sacudiendo su mano con energía, encandilada por la mirada clara del chaval y sosteniéndola un poco más de lo socialmente adecuado.
-Esto va a sonar a cliché, pero… ¿qué hace una chica como tú en un garito como este?- preguntó el chico, divertido, después de recuperar su mano.
Mon se recolocó el pelo con coquetería sobre el hombro, parpadeando frenéticamente. –Aburrirme como una ostra y desear estar en casa para comer palomitas mientras veo pelis.
Marcos se carcajeó, inclinándose hacia ella. -¿Y qué más?
La adolescente fingió pensárselo. –Repartir estampitas de la Virgen del Pilar entre la población masculina atractiva de esta fiesta, beber Fanta, quejarme del mundo… ya sabes, cosas normales de persona normal.
El chico volvió a reírse. –Y… ¿a mí no me das ninguna estampita?
Mónica sonrió de forma lobuna, y se puso a rebuscar en su bolso hasta agarrar el paquete de estampas para tenderle una a Marcos canturreando y contoneándose. –Hey, I just met you, and this is crazy but here is my number, so call me maybe…
Marcos la cogió entre los dedos, e iba a decirle algo más cuando un borrón vestido de diablilla fresca se interpuso entre ambos.
-¡¿QUIÉN ERES TÚ Y QUÉ HACES HABLANDO CON MI NOVIO, PERRA?!- exclamó una chica, también bastante bebida, arrojándole a Mónica un cubata. Esta parpadeó, con la bebida goteándole de la cara y el vestido, y levantó la mirada lentamente hacia la chica, que se agarraba posesivamente a Marcos.
-Pues mira, darle una estampita de la Virgen del Pilar para que nunca pensara en ponerte los cuernos, pero ya veo que te los pones tú solita- comenzó diciendo tranquilamente, a medida que su cara se iba enrojeciendo más y más. –Y COMO TE VUELVAS A ACERCAR A MI, ESTÉ HACIENDO LO QUE ESTÉ HACIENDO, TE LOS ARRANCO DE LA CABEZA Y TE LOS COMES, ¿ME HAS OÍDO BIEN?- exclamó antes de alejarse para el baño, rosmando cabreada. Una mano le detuvo.
-Lo siento, va bebida, normalmente no es así…- comenzó a disculparse Marcos.
Mónica le miró, se soltó y siguió caminando, descubriendo por casualidad que el baño estaba libre, y cerrando la puerta con pestillo tras ella, dejando fuera a un coro de chicas bastante molestas.
-Para un momento en que me lo estaba pasando bien- empezó a mascullar, sacando el gel antibacteriano y rociándoselo sobre las manos y brazos, cosa que deseaba hacer desde que se apoyó en la barra. –Para alguien con el que podía bromear- continuó, poniéndose bajo el grifo y frotándose las mejillas y los ojos olvidando el maquillaje y dejándoselo todo corrido. -¡Y viene una tía loca y me tira el cubata encima! Ahora huelo a borracha…- se olisqueó, ignorando sin ver el humo verde que comenzaba a invadir el baño –y a porrera. ¿¡Nadie en esta fiesta toma Fanta!? ¡Y todo esto encima es por culpa de Jonás! ¿Quién me mandaba a mí hacer esa apuesta Y PERDERLA? Nadie, nadie, pero como…
Unos golpes en la puerta la distrajeron de su monólogo, por lo que se acercó a la cerradura y gritó. -¡QUE ESTOY TENIENDO UN MOMENTO DE CRISIS, ESPERÁOS UN POCO O ID AL DE CHICOS, COÑO!- se volvió a acercar al lavabo y volvió a abrir el grifo del agua, perdiendo el hilo.
-Y ahora no me acuerdo de lo que estaba diciendo- se dirigió hacia la puerta. -¡YA OS VALE, ME HABÉIS FASTIDIADO EL MONÓLOGO! Y… ¿de dónde sale este humo?- se preguntó, dándose cuenta de pronto de la densa neblina verde que invadía el baño.
-¿Hay alguien aquí?- preguntó, abriendo la primera puerta que daba a los váteres. –Si hay alguien aquí no me va a hacer puta gracia porque 1) estoy teniendo un mal momento- abrió la segunda -2) estás llenando el baño de humo verde y estoy segura de que eso no es sano- hizo una pausa para rebuscar en su bolso por la mascarilla y se la colocó a toda prisa sobre la nariz y la boca, bloqueando así la mayor parte de su inhalación de humo – y 3)…- al abrir la puerta del tercer váter se encontró con la figura de un hombre joven, que la miraba envuelto en el humo como si éste se tratara de una manta. Mónica perdió el habla momentáneamente, atónita. El joven le devolvió la mirada bajo su sombrero de copa mientras jugueteaba con una pipa y lo que parecía un cordón con tachuelas en movimiento.
-Buenas noches, señorita. Vengo a llevarte conmigo a otro mundo.
Mónica salió de su silencio con una risotada. –Pues sí que vas fumado, Lincoln. ¿Qué haces en el baño de chicas? ¿Tu madre no te dijo que era de mala educación espiar a las damas cuando se empolvan la nariz? ¡Largo!
Él aspiró por su pipa al tiempo que respondía. –No voy a marcharme, y como ya te he dicho, he venido a llevarte a otro mundo. A Rocavarancolia: la ciudad de los milagros y portentos.
Ella parpadeó y se ajustó un poco más la mascarilla para dejar de oler el humo, tosiendo y notando cómo se le empezaban a ir los pensamientos coherentes y las preocupaciones. –Tío, al menos deja de fumar, que aquí no hay quien respire.- Después decidió seguirle el rollo, sin saber por qué, pero feliz de hacerlo. –Bueno… ¿y qué me cuentas de ese “mundo ideal”, eh…- carraspeó. -… guapo?
El joven levantó la cabeza, dejando que la luz artificial cayera sobre sus tirabuzones oscuros, y fumó un poco más. –Te sugiero que te quites la mascarilla- comentó. –Por educación- añadió mientras daba otra suave calada. –Y Rocavarancolia es a donde pertenecemos, tanto tú como yo, es el lugar donde sacarás tu verdadero potencial.
La adolescente se acercó al quicio de la puerta, atusándose el pelo y enrollándose un mechón en el dedo, levemente mareada pero poniéndole ojitos. –Yo no pertenezco a ningún sitio, caballerete- inspiró. –Me pertenezco a mí misma. Y si me quito la mascarilla… ¿qué me darás a cambio?- se acercó un poco más, apoyándose contra la puerta en un estudiado movimiento sensual.
Un tic sacudió la mejilla del demiurgo, quien, frustrado, movió las manos buscando algo que hacer con ellas. Encontró un pequeño botón y un trozo de papel higiénico y se puso a trabajar mientras contestaba.
-Te puedo prometer magia, magia de la de verdad, de esa que sólo sale en los sueños.
Mónica fingió pensárselo, sin poder separar la mirada de las manos del chico, quien transformaba el papel en una criatura parecida a ¿una pajarita? –Y… ¿nada más? ¿Nada de chicos sexys deseándome ardientemente? ¿Chicos como tú?- tosió y se apretó aún más la mascarilla contra la cara.
-¿Co-como yo?- el muchacho no pudo evitar tragar saliva y ajustarse el sombrero sobre la cabeza, nervioso de pronto, y decidió repetir su mensaje. –T… te recuerdo que sigue siendo de mala educación hablar con la mascarilla.
Mónica hizo un gesto con la mano, sintiendo la cabeza embotada, mientras se quitaba la mascarilla aspirando profundamente y dirigiéndole una sonrisa agresiva. –Sí, sí, como tú. Chicos sexys con pelo oscuro y tirabuzones suaves, que desearan poner su boca sobre mí…- hizo una pausa, mordiéndose el labio, algo ida. –Oye, esto huele bien. ¿Qué es? El humo es como muy de Halloween, ¿no? ¿Y qué más hay en Rocava… roca… bueno, ese sitio?
El chico ignoró deliberadamente las primeras palabras de la humana y, retorciéndose las manos, agarró de nuevo su pipa y le dio otra calada. –Me alegra que te guste su olor. Y sí, es muy de Samhein. O Halloween. Como quieras llamarlo. Rocavarancolia- hizo hincapié en el nombre -tiene magia, posibilidades, oportunidades… te ayudará a ser quien realmente eres y de ese modo tú la ayudarás a ella.
-Sí, sí, como digas- suspiró dramáticamente la chica, acercándosele un poco más. -¿Además de oportunidades también te tiene a ti?- le miró parpadeando frenéticamente, cada vez menos consciente de lo que estaba pasando excepto del muchacho, por el que se había encaprichado.
El chico miró frenéticamente a su alrededor, apretando las mandíbulas mientras le daba un tic bajo el ojo. -Eh… sí, yo también estoy ahí… Bueno, sólo tienes que firmar este documento y podrás venir conmigo- el demiurgo deseaba terminar con aquella visita y pasar a la siguiente cuanto antes.
Mónica sacó un boli de su bolso, enarbolándolo cual espada. -¡Estoy lista! Aquí tienes mi… -carraspeó y luego estornudó. -… ¡cuenta con mi bolígrafo! …creo que tu pipa me da alergia- rio tontamente.
El cosechador negó con la cabeza al tiempo que sacaba del bolsillo interior de su chaqueta la pluma que llevaba consigo. –Esto es un contrato de Rocavarancolia, no sirven esos bolígrafos… con este documento estarás afirmando que has venido por tu propia voluntad y que no has sido- dudó por un momento –embaucada.
La chica miró atontada la pluma y la acarició. –Alaaa, qué bonitaaaa… y yo claro que voy por propia voluntad… allá a donde tú vayas yo te seguiré- le guiñó un ojo con resultados desastrosos y se rascó la nariz, que le picaba muchísimo por el humo dulzón mientras apoyaba la pluma en el papel.
El joven rocavarancolés volvió a mirar a su alrededor, sin saber muy bien qué decir. –Sí, sí, muy bien.
-¿Tienes novia?- preguntó Mon mientras comenzaba a formar el documento y dejaba escapar un grito de dolor al ver aparecer la tinta, roja y brillante como sangre recién derramada. -¡Tu pluma da calambre!
El demiurgo estaba ya tan nervioso que casi se le cae al suelo la extraña creación que estaba terminando y que ahora se parecía a una ¿abeja? al escuchar las palabras de la chica, por lo que la ignoró y observó con atención cómo firmaba el pergamino, asintiendo con aprobación cuando la joven mostró el dolor habitual. –Sí, me temo que ese “calambre” es una de sus particularidades…
Mon bostezó, adormilada. –Bien, si no me respondes es que no tienes novia. Genial. Me alegra que estés libre. Yo también lo estoy, así podemos dejar de estar libres juntos. ¿Cómo…- volvió a bostezar, frotándose los ojos y embadurnándose aún más de maquillaje oscuro -… te llamas? Yo Mónica. Pero puedes llamarme Mon- le sonrió y bostezó de nuevo mientras hurgaba en su bolso y cerraba los dedos sobre una estampita del Pilar, sin sacarla aún.
El hombre se revolvió inquieto, pero ante la pregunta se sintió más seguro a la hora de responder que con todo el diálogo anterior, que se le antojaba más extraño de lo habitual. –Soy Doce Punto, el Demiurgo de Altabajatorre de Rocavarancolia.
-Ajá. Doce Punto. Del resto no he entendido ni frostis- rio tontamente de nuevo, como borracha, los pensamientos tan lentos como un río de miel. –Bueno, pues, esto…- le tendió la estampita, mientras el resto de su dudosa cordura escapaba de allí a la carrera –para ti. Llámame. Espero verte…- se volvió a frotar los ojos -… pronto. Donde sea.
Doce Punto logró coger la estampa y sostenerla atónito ante sus ojos antes de que Mónica cayera al suelo inconsciente, tremendamente fumada, roncando como un camionero con sinusitis y abrazada como una lapa a su bolso de pompones. Escudriñó la imagen de la Virgen del Pilar y después bajó la vista a la figura que roncaba a sus pies.
-Nunca he sido muy creyente.
-Maldito Jonás- musitó de nuevo. Si no fuera por su hermano ella estaría en casa tranquilamente haciendo un maratón de películas de miedo, hinchándose a palomitas hasta poder rodar calle abajo y sobre todo, no estaría vestida como una princesa cursi, con esos zapatos tan incómodos y plasticosos que sonaban como si hubiera un caballo en la habitación, con tanto maquillaje en la cara que tenía la sensación de haber usado la pistola de maquillaje de Homer Simpson y no tendría que ir repartiendo estampitas de la Virgen del Pilar (¡de la Virgen del Pilar! ¿Qué clase de humor retorcido tenía su hermano?) entre la población masculina de la fiesta haciendo como si les estuviera dando su número.
“Aunque hay que reconocer que me lo estoy pasando de puta madre con las estampitas”, se dijo tirando de nuevo su voluptuosa falda repollo… ¡Que la gente no paraba de pisar!
-¿¡Queréis quitar vuestros sucios tacones de putilla de mi disfraz!? ¿¡No veis que estoy intentando dirigirme a la barra o es que alguien os ha robado las lentillas?!- se giró furibunda para amonestar a dos chicas que la miraron estupefactas, claramente afectadas por el alcohol (y por sus palabras), y que retiraron inmediatamente los pies de la falda de Mónica. –Memas- murmuró girándose de nuevo y dándose de bruces contra su hermano que, disfrazado de pirata, le miraba divertido.
-¿Qué tal, Mon?- le dijo, burlándose. –Tu disfraz está causando furor entre los zapatos ajenos, ¿eh?
-Y tú qué, imbécil, ¿el parche del ojo te está haciendo más estúpido de lo que ya eres?- le espetó su hermana, aporreándole el brazo. –Si no fuera porque esto está más petado que la fiesta de despedida de Bilbo en la Comarca te atizaría con mis zapatos hasta que te volara el loro del hombro.
Jonás se rio, alborotándole el pelo con la mano. -¿Has visto algo que te guste? Recuerda las estampitas.
Mónica resopló. –Lo de las estampitas es lo único que te paso, Jonás, lo único divertido de toda esta fiesta de música ratonera. ¡Podría estar en casa viendo Alien y poniéndome fina filipina a chuches y palomitas!
-Ah… no haber perdido la apuesta. Además, menos mal que la perdiste, que se te está poniendo el culo como una plaza de toros de tanto comer guarrerías…- volvió a chincharla su hermano, huyendo después muerto de la risa de los golpes del bolso de pompones.
-So asqueroso, ¡ya verás cuando te pille!- exclamó Mónica viendo cómo se escabullía e incapaz de seguirle con esos tacones ridículos. -¡Estás muerto, ¿me oyes, hermanito?! ¡Muerto!- le gritó levantando miradas asombradas entre los presentes. Los ignoró con un resoplido, apartándose el pelo, algo húmedo por el calor de la fiesta, de la cara, y se dirigió de nuevo a la barra.
-¿Qué le pongo, oh, alteza?- le preguntó con guasa la camarera.
Mónica le dirigió una sonrisa forzada. –Una Fanta de naranja. Y ¡que te corten la cabeza si tardas!
Ambas rieron y la camarera fue a atender la orden. De repente un brazo peludo se acodó al lado de Mon, que miró hacia arriba descubriendo a un chico grande, vestido con una camiseta a rayas rojas y blancas, con la cara rubicunda y pelo pelirrojo.
-Hola, princesa- le ronroneó el chico echándole el aliento en la cara, intentando claramente ser sensual pero fallando estrepitosamente. -¿Qué haces por aquí, Bella Durmiente?
-Buscar una forma de acabar con el dominio opresor del patriarcado en las sociedades occidentales actuales- le respondió ella muy seria, muriéndose de la risa por dentro.
El adolescente retrocedió un poco, confundido. -¿Qué?
-Que cuando las mariposas baten alas a veces se originan tornados al otro lado del mundo. ¿A que es interesante? Todos los desastres naturales se evitarían si les cortáramos las alas a las mariposas- improvisó la chica mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra, incómoda por la cercanía del muchacho.
-Me llamo Gus- se presentó el chico, abandonando la intención de comprender lo que decía Mónica.
-¡Anda, pues te pega! Me recuerdas al personaje de una película que…
-Me lo dice mucha gente, sí…- volvió a acercarse hasta rozarle la mejilla con la suya. –Que soy clavadito a Matt Damon…
Mónica se separó y agarró su Fanta, que llegaba ese momento como enviada por la providencia. –Pues la verdad…- le pegó un trago al botellín después de limpiarlo concienzudamente –es que yo estaba pensando más bien en Augustus Gloops, de Charlie y la Fábrica de Chocolate.
Gus se la quedó mirando con expresión indescifrable. -¿De qué vas?
Mónica bajó la cabeza para observar su disfraz. –De princesa repollo, al menos desde la última vez que miré en un espejo…
Gus resopló, tras lo cual la empujó tirándola al suelo y yéndose de allí. -¡Me has comparado con el gordo de la peli! ¡A mí nadie me llama gordo!
-Pero qué poco sentido del humor tienen algunas personas- dijo una voz tras Mónica, y una mano se materializó ante ella para ayudarle a levantarse y situarla ante un chico atractivo.
-Marcos- se presentó.
-Mónica- respondió la chica, sacudiendo su mano con energía, encandilada por la mirada clara del chaval y sosteniéndola un poco más de lo socialmente adecuado.
-Esto va a sonar a cliché, pero… ¿qué hace una chica como tú en un garito como este?- preguntó el chico, divertido, después de recuperar su mano.
Mon se recolocó el pelo con coquetería sobre el hombro, parpadeando frenéticamente. –Aburrirme como una ostra y desear estar en casa para comer palomitas mientras veo pelis.
Marcos se carcajeó, inclinándose hacia ella. -¿Y qué más?
La adolescente fingió pensárselo. –Repartir estampitas de la Virgen del Pilar entre la población masculina atractiva de esta fiesta, beber Fanta, quejarme del mundo… ya sabes, cosas normales de persona normal.
El chico volvió a reírse. –Y… ¿a mí no me das ninguna estampita?
Mónica sonrió de forma lobuna, y se puso a rebuscar en su bolso hasta agarrar el paquete de estampas para tenderle una a Marcos canturreando y contoneándose. –Hey, I just met you, and this is crazy but here is my number, so call me maybe…
Marcos la cogió entre los dedos, e iba a decirle algo más cuando un borrón vestido de diablilla fresca se interpuso entre ambos.
-¡¿QUIÉN ERES TÚ Y QUÉ HACES HABLANDO CON MI NOVIO, PERRA?!- exclamó una chica, también bastante bebida, arrojándole a Mónica un cubata. Esta parpadeó, con la bebida goteándole de la cara y el vestido, y levantó la mirada lentamente hacia la chica, que se agarraba posesivamente a Marcos.
-Pues mira, darle una estampita de la Virgen del Pilar para que nunca pensara en ponerte los cuernos, pero ya veo que te los pones tú solita- comenzó diciendo tranquilamente, a medida que su cara se iba enrojeciendo más y más. –Y COMO TE VUELVAS A ACERCAR A MI, ESTÉ HACIENDO LO QUE ESTÉ HACIENDO, TE LOS ARRANCO DE LA CABEZA Y TE LOS COMES, ¿ME HAS OÍDO BIEN?- exclamó antes de alejarse para el baño, rosmando cabreada. Una mano le detuvo.
-Lo siento, va bebida, normalmente no es así…- comenzó a disculparse Marcos.
Mónica le miró, se soltó y siguió caminando, descubriendo por casualidad que el baño estaba libre, y cerrando la puerta con pestillo tras ella, dejando fuera a un coro de chicas bastante molestas.
-Para un momento en que me lo estaba pasando bien- empezó a mascullar, sacando el gel antibacteriano y rociándoselo sobre las manos y brazos, cosa que deseaba hacer desde que se apoyó en la barra. –Para alguien con el que podía bromear- continuó, poniéndose bajo el grifo y frotándose las mejillas y los ojos olvidando el maquillaje y dejándoselo todo corrido. -¡Y viene una tía loca y me tira el cubata encima! Ahora huelo a borracha…- se olisqueó, ignorando sin ver el humo verde que comenzaba a invadir el baño –y a porrera. ¿¡Nadie en esta fiesta toma Fanta!? ¡Y todo esto encima es por culpa de Jonás! ¿Quién me mandaba a mí hacer esa apuesta Y PERDERLA? Nadie, nadie, pero como…
Unos golpes en la puerta la distrajeron de su monólogo, por lo que se acercó a la cerradura y gritó. -¡QUE ESTOY TENIENDO UN MOMENTO DE CRISIS, ESPERÁOS UN POCO O ID AL DE CHICOS, COÑO!- se volvió a acercar al lavabo y volvió a abrir el grifo del agua, perdiendo el hilo.
-Y ahora no me acuerdo de lo que estaba diciendo- se dirigió hacia la puerta. -¡YA OS VALE, ME HABÉIS FASTIDIADO EL MONÓLOGO! Y… ¿de dónde sale este humo?- se preguntó, dándose cuenta de pronto de la densa neblina verde que invadía el baño.
-¿Hay alguien aquí?- preguntó, abriendo la primera puerta que daba a los váteres. –Si hay alguien aquí no me va a hacer puta gracia porque 1) estoy teniendo un mal momento- abrió la segunda -2) estás llenando el baño de humo verde y estoy segura de que eso no es sano- hizo una pausa para rebuscar en su bolso por la mascarilla y se la colocó a toda prisa sobre la nariz y la boca, bloqueando así la mayor parte de su inhalación de humo – y 3)…- al abrir la puerta del tercer váter se encontró con la figura de un hombre joven, que la miraba envuelto en el humo como si éste se tratara de una manta. Mónica perdió el habla momentáneamente, atónita. El joven le devolvió la mirada bajo su sombrero de copa mientras jugueteaba con una pipa y lo que parecía un cordón con tachuelas en movimiento.
-Buenas noches, señorita. Vengo a llevarte conmigo a otro mundo.
Mónica salió de su silencio con una risotada. –Pues sí que vas fumado, Lincoln. ¿Qué haces en el baño de chicas? ¿Tu madre no te dijo que era de mala educación espiar a las damas cuando se empolvan la nariz? ¡Largo!
Él aspiró por su pipa al tiempo que respondía. –No voy a marcharme, y como ya te he dicho, he venido a llevarte a otro mundo. A Rocavarancolia: la ciudad de los milagros y portentos.
Ella parpadeó y se ajustó un poco más la mascarilla para dejar de oler el humo, tosiendo y notando cómo se le empezaban a ir los pensamientos coherentes y las preocupaciones. –Tío, al menos deja de fumar, que aquí no hay quien respire.- Después decidió seguirle el rollo, sin saber por qué, pero feliz de hacerlo. –Bueno… ¿y qué me cuentas de ese “mundo ideal”, eh…- carraspeó. -… guapo?
El joven levantó la cabeza, dejando que la luz artificial cayera sobre sus tirabuzones oscuros, y fumó un poco más. –Te sugiero que te quites la mascarilla- comentó. –Por educación- añadió mientras daba otra suave calada. –Y Rocavarancolia es a donde pertenecemos, tanto tú como yo, es el lugar donde sacarás tu verdadero potencial.
La adolescente se acercó al quicio de la puerta, atusándose el pelo y enrollándose un mechón en el dedo, levemente mareada pero poniéndole ojitos. –Yo no pertenezco a ningún sitio, caballerete- inspiró. –Me pertenezco a mí misma. Y si me quito la mascarilla… ¿qué me darás a cambio?- se acercó un poco más, apoyándose contra la puerta en un estudiado movimiento sensual.
Un tic sacudió la mejilla del demiurgo, quien, frustrado, movió las manos buscando algo que hacer con ellas. Encontró un pequeño botón y un trozo de papel higiénico y se puso a trabajar mientras contestaba.
-Te puedo prometer magia, magia de la de verdad, de esa que sólo sale en los sueños.
Mónica fingió pensárselo, sin poder separar la mirada de las manos del chico, quien transformaba el papel en una criatura parecida a ¿una pajarita? –Y… ¿nada más? ¿Nada de chicos sexys deseándome ardientemente? ¿Chicos como tú?- tosió y se apretó aún más la mascarilla contra la cara.
-¿Co-como yo?- el muchacho no pudo evitar tragar saliva y ajustarse el sombrero sobre la cabeza, nervioso de pronto, y decidió repetir su mensaje. –T… te recuerdo que sigue siendo de mala educación hablar con la mascarilla.
Mónica hizo un gesto con la mano, sintiendo la cabeza embotada, mientras se quitaba la mascarilla aspirando profundamente y dirigiéndole una sonrisa agresiva. –Sí, sí, como tú. Chicos sexys con pelo oscuro y tirabuzones suaves, que desearan poner su boca sobre mí…- hizo una pausa, mordiéndose el labio, algo ida. –Oye, esto huele bien. ¿Qué es? El humo es como muy de Halloween, ¿no? ¿Y qué más hay en Rocava… roca… bueno, ese sitio?
El chico ignoró deliberadamente las primeras palabras de la humana y, retorciéndose las manos, agarró de nuevo su pipa y le dio otra calada. –Me alegra que te guste su olor. Y sí, es muy de Samhein. O Halloween. Como quieras llamarlo. Rocavarancolia- hizo hincapié en el nombre -tiene magia, posibilidades, oportunidades… te ayudará a ser quien realmente eres y de ese modo tú la ayudarás a ella.
-Sí, sí, como digas- suspiró dramáticamente la chica, acercándosele un poco más. -¿Además de oportunidades también te tiene a ti?- le miró parpadeando frenéticamente, cada vez menos consciente de lo que estaba pasando excepto del muchacho, por el que se había encaprichado.
El chico miró frenéticamente a su alrededor, apretando las mandíbulas mientras le daba un tic bajo el ojo. -Eh… sí, yo también estoy ahí… Bueno, sólo tienes que firmar este documento y podrás venir conmigo- el demiurgo deseaba terminar con aquella visita y pasar a la siguiente cuanto antes.
Mónica sacó un boli de su bolso, enarbolándolo cual espada. -¡Estoy lista! Aquí tienes mi… -carraspeó y luego estornudó. -… ¡cuenta con mi bolígrafo! …creo que tu pipa me da alergia- rio tontamente.
El cosechador negó con la cabeza al tiempo que sacaba del bolsillo interior de su chaqueta la pluma que llevaba consigo. –Esto es un contrato de Rocavarancolia, no sirven esos bolígrafos… con este documento estarás afirmando que has venido por tu propia voluntad y que no has sido- dudó por un momento –embaucada.
La chica miró atontada la pluma y la acarició. –Alaaa, qué bonitaaaa… y yo claro que voy por propia voluntad… allá a donde tú vayas yo te seguiré- le guiñó un ojo con resultados desastrosos y se rascó la nariz, que le picaba muchísimo por el humo dulzón mientras apoyaba la pluma en el papel.
El joven rocavarancolés volvió a mirar a su alrededor, sin saber muy bien qué decir. –Sí, sí, muy bien.
-¿Tienes novia?- preguntó Mon mientras comenzaba a formar el documento y dejaba escapar un grito de dolor al ver aparecer la tinta, roja y brillante como sangre recién derramada. -¡Tu pluma da calambre!
El demiurgo estaba ya tan nervioso que casi se le cae al suelo la extraña creación que estaba terminando y que ahora se parecía a una ¿abeja? al escuchar las palabras de la chica, por lo que la ignoró y observó con atención cómo firmaba el pergamino, asintiendo con aprobación cuando la joven mostró el dolor habitual. –Sí, me temo que ese “calambre” es una de sus particularidades…
Mon bostezó, adormilada. –Bien, si no me respondes es que no tienes novia. Genial. Me alegra que estés libre. Yo también lo estoy, así podemos dejar de estar libres juntos. ¿Cómo…- volvió a bostezar, frotándose los ojos y embadurnándose aún más de maquillaje oscuro -… te llamas? Yo Mónica. Pero puedes llamarme Mon- le sonrió y bostezó de nuevo mientras hurgaba en su bolso y cerraba los dedos sobre una estampita del Pilar, sin sacarla aún.
El hombre se revolvió inquieto, pero ante la pregunta se sintió más seguro a la hora de responder que con todo el diálogo anterior, que se le antojaba más extraño de lo habitual. –Soy Doce Punto, el Demiurgo de Altabajatorre de Rocavarancolia.
-Ajá. Doce Punto. Del resto no he entendido ni frostis- rio tontamente de nuevo, como borracha, los pensamientos tan lentos como un río de miel. –Bueno, pues, esto…- le tendió la estampita, mientras el resto de su dudosa cordura escapaba de allí a la carrera –para ti. Llámame. Espero verte…- se volvió a frotar los ojos -… pronto. Donde sea.
Doce Punto logró coger la estampa y sostenerla atónito ante sus ojos antes de que Mónica cayera al suelo inconsciente, tremendamente fumada, roncando como un camionero con sinusitis y abrazada como una lapa a su bolso de pompones. Escudriñó la imagen de la Virgen del Pilar y después bajó la vista a la figura que roncaba a sus pies.
-Nunca he sido muy creyente.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: La Tierra
27/10/15, 06:28 pm
En aquellos momentos el cielo de Bélgica parecía un manto plateado que amenazaba con descargar toda la lluvia que tenía acumulada, las nubes viajaban rápido, uniéndose unas con otras y formando grandes esponjas de color negro, era mucho más de mediodía pero no lo suficientemente tarde como para que a penas hubiese una pizca de sol, aquella pequeña tormenta estaba tapando sin duda la luz y las calles apenas eran iluminadas por parchetones aquí y allá.
Desde el balcón de su casa Tayron podía contemplar la belleza del momento, pequeñas franjas brillantes descendían del cielo, se trataban de aquellas que aún no habían sido interceptadas por el clima del día. Una pequeña brisa fresca le acarició el rostro, revolviéndole el pelo. El chico tenía la mirada perdida en aquel paisaje que se le antojaba hermoso, sin duda un manjar de la naturaleza, para él los días nublados eran los mejores.
Y entonces los escuchó, por fin habían llegado, cruzaban la carretera con sus bicicletas y se habían parado debajo de su terraza, escuchó el singular silbido, que era como se llamaban siempre unos a otros, una sintonía bastante simple que no constaba de más de cuatro notas.
-¡Vamos Tay!, no me digas que hemos venido con la lengua a fuera para que te quedes ahí pasmado- oyó refunfuñar a Melvin desde arriba.
El belga se limitó a asomarse desde la barandilla de metal con expresión burlona.
-Ya voy, ya voy.
Ladeó la cabeza, comprobando la altura, ya lo había hecho otras veces y no debía asustarse pero siempre calculaba la trayectoria del salto para no tener que lamentarse luego, así que se encaramó en el filo y se lanzó hacia abajo con un pequeño grito de guerra, escuchó a sus amigos reírse desde donde estaban. Con un pequeño gruñido aterrizó sin problemas, y alzó la cabeza hacia sus amigos con aires de victoria.
-Increíble, ya me gustaría a mí saltar así macho- profirió Evens a su lateral, con su habitual capucha calada y una sonrisa en la boca.
-¡Pues ya ves, porque tú te la pegas siempre!- respondió Melvin acercándose y estrechándole la mano.
Tayron los contempló a todos, Mathew, el chico grandote, con una gran mochila a la espalda y una divertida cara redonda, siempre atento a todo, era el que llevaba el alcohol en su macuto, un gran perro guardián que aunque pueda parecer temible por su aspecto su maldad deja mucho que desear, Evens, tan bajito y escuálido como siempre, con una melena de rizos hasta los hombros, siempre se la había dado de siniestro pero su cara aniñada representaba el tono infantil que llevaba dentro. No mucho más a la derecha y en la misma bici aguardaban Chris y Amber, con los labios pegados y el ceño fruncido, estaban a lo suyo, era la única pareja y no se cortaban ante el público, de hecho les encantaba lucirse delante de todos. Tayron carraspeó para que paran de enrollarse.
Amber alzó la vista clavando sus ojos verdes en él desde el interior de su flequillo, llevaba el cabello azul a mechas, contrastando con su rubio original. La chica le sonrió.
-Tay- pronunció Chris, levantando la cabeza, aquel chico era sin embargo una joya, se podría decir que el más rebelde, ambos se habían peleado en varias ocasiones pero les unía un lazo bastante grande que los continuaba haciendo amigos, llevaba la cabeza al rape y un piercings colgaba en su nariz con forma de anillo.
-Chris- respondío él de la misma forma.
Ya solo quedaba Melvin, su mejor amigo de toda la vida, inseparables, como un hermano, igual de moreno que una mierda, como solían decir ellos cada vez que le describían entre risas, un chico de tez bronceada e impresionantes ojos azules, normalmente se podía ver una barba de tres días en él.
Unas manos frías le taparon la visión, sabía que era de ellos porque el anillo simbólico del grupo se le estaba clavando en la nariz.
-¿Quién soy?-preguntó una voz femenina, supo identificarla incluso antes de revelar su tono de voz, sus manos olían a ese perfume a lavanda tan característico que tenía ella, le había cogido por sorpresa, no era posible, se suponía que sus padres no la habían dejado quedar por ese mes. El chico, visiblemente contento se llevó las manos de la muchacha a sus labios y le profirió un gran lametón, de inmediato ella se apartó con un gran grito de horror.
-¡Puto asqueroso!- dijo al principio con mosqueo y luego estallando entre risas.
El belga se giró con emoción.
-¿¡Pero qué haces aquí Dekka?!- preguntó con verdadera curiosidad.
Ella abrió los ojos con curiosidad.
-¿Pero de verdad que no me habías visto?, pues que voy a hacer, lo mismo que tú, me he escapado.-se explicó con una mirada pícara y cruzándose de brazos.
-Que malota- contestó Mathew al fondo.
Tayron levantó los brazos como si le estuviesen apuntando con una pistola de forma dramática.
-Oye oye, que yo no me he escapado.
-Claro- Chris entornó los ojos llevándose las manos a los bolsillos- por eso has saltado por el balcón- terminó por decir mirando al resto.
Tanto el chico como todos estallaron en carcajadas.
-Bueno, ¿Nos vamos?- exigió Evens, calándose de nuevo la capucha y ya montado en su bicileta.
Dekka se adelantó y se puso en medio del grupo, sacó sus gafas de sol y se las puso con velocidad mientras se abrochaba su chaqueta oscura.
-¿Por qué te pones eso sin no hay sol?.-dijo Evens.
-De la misma forma en que tú llevas capucha y no llueve, listo, total, no es eso lo que iba a decir-carraspeó- Tayron...-empezó a hablar antes de ser interrumpida por los demás a tropel.
-Oh oh, ahí va...-se lamentó Mathew.
-Prepárate- comentó Amber.
Chris inhaló una calada de humo de su cigarro y le puso la mano en el hombro, como si fuese una despedida.
-¿Lo va a hacer?-preguntó.
-Lo va a hacer- confirmó Melvin con risas.
Tyron sabía a que se referían, era una forma muy divertida de reírse de la situación, Dekka era una chica muy peculiar, bastante directa y descarada, y siempre hacía preguntas, siempre, en especial a él, sólo la mención de su nombre completo era una premonición de lo que la chica iba a decir, siempre lo llamaban “Tay” entre el colegueo, pero la chica lo lo llamaba así cada vez que hacía uno de sus espectáculos.
-Vamos, no seáis tan exagerados- respondió ésta con un falso todo de enfado, dio un paso adelante de forma que una de las franjas de luz que se había colado entre las nubes la enfocaba directamente, sus ojos marrones le miraban directamente, desde su posición el chico podía ver su tatuaje de escorpión en el cuello, solo se veía ahora que Dekka llevaba el pelo corto.- bien, ¿Es qué no vas a llamarla?.
-¿Llamar a quién?.
-No te hagas el remolón, a quién va a ser tonto, a Dafne, a tu enamorada, tu amor platónico.
Tyron enrojeció por completo pero recuperó la compostura ante todos y se dignó a responder.
-Es que no puede, dice que está estudiando.
Dekka sonrió y le lanzó una mirada cómplice al resto.
-Vaya Tay, así que ahora te van las chicas buenas- metió baza Amber desde atrás, guiñándole un ojo con picardía.
-¡Así que es verdad que le gusta!- anunció Mathew soltando su mochila al suelo, y preparándose para dar su particular abrazo del oso, pero por suerte Melvin se interpuso entre él y Tayron, justo a tiempo para salvarlo del dolor.
-A ver a ver, dejemos que se explique.
Todos se giraron, cada uno se mantenía desde su respectiva bicicleta a la espera de que lo que iba a decir, un horrible silencio se hizo.
-Vale, a ver, me explico, ella es...no sé, tan...¿Dulce?, quiero decir...esto...- desvió la vista hacia el cielo y volvió a bajarla para completar su frase- sí que siento algo por ella, pero no sé el qué.
Exclamaron sus gritos de descontento, con abucheos y reclamaciones por todos lados.
-Venga ya tío, si la tienes entre la espada y la pared- alegó Evens.
-¿Y la boda para cuando?, Mathew sería el cura, tiene pinta de cura.-propuso Melvis.
-Y tú tienes pinta de hostia en la cara.
Dekka alzó las manos y se hizo de nuevo el silencio, montó en su vehículo y se puso en la cabeza de la fila, estaban listos para partir, giró la cabeza hacia los demás.
-¿Que os parece si...?
-¡Oh no, eso no! ¡Ni de coña!.- respondió el chico enfadado, una vez más sabía lo que su amiga quería decir, y la idea no es que no le hiciera gracia pero le resultaría incómodo.
La chica se pasó la mano por el pelo antes de continuar hablando.
-Venga, Dafne ya he venido otras veces, podrías confesar tus más íntimos sentimientos, le encantará verte, no te creas que no sé que te has dejado esa perilla de chulo por ella.
-¿Le preparás un picnic a la luz de tu mirada, príncipe azul?- dijo Chris poniéndose con la bici a su altura, con Amber agarrada a su cintura detrás de él.
-Buff-suspiró Melvin- Tay tiene de príncipe lo que tu de virgen.
Ya no podía aguantar más, así que con voz cansina admitió el viaje, sabía que sus amigos no pararían hasta convencerle, así eran ellos y no tenían remedio, no tenía sentido no desistir, una vez más se dejó hacer.
-Está bien, vamos allá.
Dekka ahogó un grito de alegría.
-Cojonudo, adelante entonces. ¡Señoritas y caballeros! ¡Seguidme en una nueva aventura hacia lo desconocido!-gritó llena de euforia.
Y a toda velocidad y con la adrenalina recorriendo sus cuerpos se deslizaron calle abajo con esporádicos gritos de locura, aspirando el frenesí y el olor a acera mojada.
Desde el balcón de su casa Tayron podía contemplar la belleza del momento, pequeñas franjas brillantes descendían del cielo, se trataban de aquellas que aún no habían sido interceptadas por el clima del día. Una pequeña brisa fresca le acarició el rostro, revolviéndole el pelo. El chico tenía la mirada perdida en aquel paisaje que se le antojaba hermoso, sin duda un manjar de la naturaleza, para él los días nublados eran los mejores.
Y entonces los escuchó, por fin habían llegado, cruzaban la carretera con sus bicicletas y se habían parado debajo de su terraza, escuchó el singular silbido, que era como se llamaban siempre unos a otros, una sintonía bastante simple que no constaba de más de cuatro notas.
-¡Vamos Tay!, no me digas que hemos venido con la lengua a fuera para que te quedes ahí pasmado- oyó refunfuñar a Melvin desde arriba.
El belga se limitó a asomarse desde la barandilla de metal con expresión burlona.
-Ya voy, ya voy.
Ladeó la cabeza, comprobando la altura, ya lo había hecho otras veces y no debía asustarse pero siempre calculaba la trayectoria del salto para no tener que lamentarse luego, así que se encaramó en el filo y se lanzó hacia abajo con un pequeño grito de guerra, escuchó a sus amigos reírse desde donde estaban. Con un pequeño gruñido aterrizó sin problemas, y alzó la cabeza hacia sus amigos con aires de victoria.
-Increíble, ya me gustaría a mí saltar así macho- profirió Evens a su lateral, con su habitual capucha calada y una sonrisa en la boca.
-¡Pues ya ves, porque tú te la pegas siempre!- respondió Melvin acercándose y estrechándole la mano.
Tayron los contempló a todos, Mathew, el chico grandote, con una gran mochila a la espalda y una divertida cara redonda, siempre atento a todo, era el que llevaba el alcohol en su macuto, un gran perro guardián que aunque pueda parecer temible por su aspecto su maldad deja mucho que desear, Evens, tan bajito y escuálido como siempre, con una melena de rizos hasta los hombros, siempre se la había dado de siniestro pero su cara aniñada representaba el tono infantil que llevaba dentro. No mucho más a la derecha y en la misma bici aguardaban Chris y Amber, con los labios pegados y el ceño fruncido, estaban a lo suyo, era la única pareja y no se cortaban ante el público, de hecho les encantaba lucirse delante de todos. Tayron carraspeó para que paran de enrollarse.
Amber alzó la vista clavando sus ojos verdes en él desde el interior de su flequillo, llevaba el cabello azul a mechas, contrastando con su rubio original. La chica le sonrió.
-Tay- pronunció Chris, levantando la cabeza, aquel chico era sin embargo una joya, se podría decir que el más rebelde, ambos se habían peleado en varias ocasiones pero les unía un lazo bastante grande que los continuaba haciendo amigos, llevaba la cabeza al rape y un piercings colgaba en su nariz con forma de anillo.
-Chris- respondío él de la misma forma.
Ya solo quedaba Melvin, su mejor amigo de toda la vida, inseparables, como un hermano, igual de moreno que una mierda, como solían decir ellos cada vez que le describían entre risas, un chico de tez bronceada e impresionantes ojos azules, normalmente se podía ver una barba de tres días en él.
Unas manos frías le taparon la visión, sabía que era de ellos porque el anillo simbólico del grupo se le estaba clavando en la nariz.
-¿Quién soy?-preguntó una voz femenina, supo identificarla incluso antes de revelar su tono de voz, sus manos olían a ese perfume a lavanda tan característico que tenía ella, le había cogido por sorpresa, no era posible, se suponía que sus padres no la habían dejado quedar por ese mes. El chico, visiblemente contento se llevó las manos de la muchacha a sus labios y le profirió un gran lametón, de inmediato ella se apartó con un gran grito de horror.
-¡Puto asqueroso!- dijo al principio con mosqueo y luego estallando entre risas.
El belga se giró con emoción.
-¿¡Pero qué haces aquí Dekka?!- preguntó con verdadera curiosidad.
Ella abrió los ojos con curiosidad.
-¿Pero de verdad que no me habías visto?, pues que voy a hacer, lo mismo que tú, me he escapado.-se explicó con una mirada pícara y cruzándose de brazos.
-Que malota- contestó Mathew al fondo.
Tayron levantó los brazos como si le estuviesen apuntando con una pistola de forma dramática.
-Oye oye, que yo no me he escapado.
-Claro- Chris entornó los ojos llevándose las manos a los bolsillos- por eso has saltado por el balcón- terminó por decir mirando al resto.
Tanto el chico como todos estallaron en carcajadas.
-Bueno, ¿Nos vamos?- exigió Evens, calándose de nuevo la capucha y ya montado en su bicileta.
Dekka se adelantó y se puso en medio del grupo, sacó sus gafas de sol y se las puso con velocidad mientras se abrochaba su chaqueta oscura.
-¿Por qué te pones eso sin no hay sol?.-dijo Evens.
-De la misma forma en que tú llevas capucha y no llueve, listo, total, no es eso lo que iba a decir-carraspeó- Tayron...-empezó a hablar antes de ser interrumpida por los demás a tropel.
-Oh oh, ahí va...-se lamentó Mathew.
-Prepárate- comentó Amber.
Chris inhaló una calada de humo de su cigarro y le puso la mano en el hombro, como si fuese una despedida.
-¿Lo va a hacer?-preguntó.
-Lo va a hacer- confirmó Melvin con risas.
Tyron sabía a que se referían, era una forma muy divertida de reírse de la situación, Dekka era una chica muy peculiar, bastante directa y descarada, y siempre hacía preguntas, siempre, en especial a él, sólo la mención de su nombre completo era una premonición de lo que la chica iba a decir, siempre lo llamaban “Tay” entre el colegueo, pero la chica lo lo llamaba así cada vez que hacía uno de sus espectáculos.
-Vamos, no seáis tan exagerados- respondió ésta con un falso todo de enfado, dio un paso adelante de forma que una de las franjas de luz que se había colado entre las nubes la enfocaba directamente, sus ojos marrones le miraban directamente, desde su posición el chico podía ver su tatuaje de escorpión en el cuello, solo se veía ahora que Dekka llevaba el pelo corto.- bien, ¿Es qué no vas a llamarla?.
-¿Llamar a quién?.
-No te hagas el remolón, a quién va a ser tonto, a Dafne, a tu enamorada, tu amor platónico.
Tyron enrojeció por completo pero recuperó la compostura ante todos y se dignó a responder.
-Es que no puede, dice que está estudiando.
Dekka sonrió y le lanzó una mirada cómplice al resto.
-Vaya Tay, así que ahora te van las chicas buenas- metió baza Amber desde atrás, guiñándole un ojo con picardía.
-¡Así que es verdad que le gusta!- anunció Mathew soltando su mochila al suelo, y preparándose para dar su particular abrazo del oso, pero por suerte Melvin se interpuso entre él y Tayron, justo a tiempo para salvarlo del dolor.
-A ver a ver, dejemos que se explique.
Todos se giraron, cada uno se mantenía desde su respectiva bicicleta a la espera de que lo que iba a decir, un horrible silencio se hizo.
-Vale, a ver, me explico, ella es...no sé, tan...¿Dulce?, quiero decir...esto...- desvió la vista hacia el cielo y volvió a bajarla para completar su frase- sí que siento algo por ella, pero no sé el qué.
Exclamaron sus gritos de descontento, con abucheos y reclamaciones por todos lados.
-Venga ya tío, si la tienes entre la espada y la pared- alegó Evens.
-¿Y la boda para cuando?, Mathew sería el cura, tiene pinta de cura.-propuso Melvis.
-Y tú tienes pinta de hostia en la cara.
Dekka alzó las manos y se hizo de nuevo el silencio, montó en su vehículo y se puso en la cabeza de la fila, estaban listos para partir, giró la cabeza hacia los demás.
-¿Que os parece si...?
-¡Oh no, eso no! ¡Ni de coña!.- respondió el chico enfadado, una vez más sabía lo que su amiga quería decir, y la idea no es que no le hiciera gracia pero le resultaría incómodo.
La chica se pasó la mano por el pelo antes de continuar hablando.
-Venga, Dafne ya he venido otras veces, podrías confesar tus más íntimos sentimientos, le encantará verte, no te creas que no sé que te has dejado esa perilla de chulo por ella.
-¿Le preparás un picnic a la luz de tu mirada, príncipe azul?- dijo Chris poniéndose con la bici a su altura, con Amber agarrada a su cintura detrás de él.
-Buff-suspiró Melvin- Tay tiene de príncipe lo que tu de virgen.
Ya no podía aguantar más, así que con voz cansina admitió el viaje, sabía que sus amigos no pararían hasta convencerle, así eran ellos y no tenían remedio, no tenía sentido no desistir, una vez más se dejó hacer.
-Está bien, vamos allá.
Dekka ahogó un grito de alegría.
-Cojonudo, adelante entonces. ¡Señoritas y caballeros! ¡Seguidme en una nueva aventura hacia lo desconocido!-gritó llena de euforia.
Y a toda velocidad y con la adrenalina recorriendo sus cuerpos se deslizaron calle abajo con esporádicos gritos de locura, aspirando el frenesí y el olor a acera mojada.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
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