Palacete
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Palacete
03/08/11, 01:04 am
Recuerdo del primer mensaje :
Hecho en piedra gris, con forma de U, coronado por una cúpula de cristales negros y esmeralda bajo la cual hay un ventanal ovalado. Se entra por una escalinata de azulejos a un recibidor circular con dos grandes escaleras a ambos lados. Sobre este, se encuentran las habitaciones, flotando a distintas alturas.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Exterior:
- El palacete se encontraba en mitad de una avenida, frente a una larga línea de casonas macizas, con tejados a dos aguas invadidos de gárgolas. Era la única construcción situada a ese lado de la avenida, pero llenaba el espacio con más rotundidad que la treintena de edificios que se desplegaban frente a ella.
Era de piedra gris, con forma de «U» redondeada, y había algo en sus ángulos y en su disposición sobre el terreno que tranquilizaba, que hacía pensar que no todo en aquella ciudad era horror. Lo que más llamaba la atención era la gigantesca cúpula que coronaba su centro: una maravillosa construcción de cristales negros y esmeralda. Bajo ella, en mitad de la fachada, se abría un gran ventanal ovalado rodeado de decenas de ventanas tan estrechas que parecían arañazos en el muro.
El patio era un sinuoso entramado de senderos que se desplegaba entre lo que una vez debieron de ser parcelas ajardinadas, pero que ahora no eran más que solares de tierra reseca. Se dirigieron hacia la escalinata de azulejos negros y verdes que conducía al portón de entrada, observando con cautela las ventanas que salpicaban los muros del palacete. Tras el enorme ventanal que ocupaba el centro sólo se veía oscuridad.
- Recibidor:
- Lo primero que vieron fue una densa zona de tinieblas, una cortina de oscuridad que precedía a un gran recibidor, iluminado por una delicada luz verde.
Se reunieron todos alrededor de Rachel en el último tramo de escaleras. El aire que se respiraba ante la puerta era de una pureza increíble, en nada se parecía a la peste rancia de los lugares cerrados que estaban acostumbrados a encontrar.
Fueron a parar a un amplio recibidor circular, de suelo y paredes de piedra gris. El techo, en cambio, era una pesada amalgama de grandes planchas de hierro que no encajaba con el resto del palacio; la sensación que provocaba aquel entramado era de asfixia, como si en cualquier momento fuera a caer y aplastarlos.
Dos grandes escaleras se disponían a ambos lados del recibidor, del mismo azulejo negro y verde que la escalinata de la entrada. Desde donde se encontraban, esas escaleras gemelas parecían hundirse como cuchillos en el techo enrejado, en una perspectiva extraña y forzada. No habían dado ni dos pasos fuera de la zona de sombras cuando se detuvieron todos casi al mismo tiempo, mirando hacia arriba, sorprendidos, boquiabiertos.
Lo que habían tomado como techo no era tal. Al salir de las sombras su perspectiva había cambiado y ahora podían ver el palacete tal y como realmente era. Las planchas que en un primer momento había creído colocadas en un mismo plano estaban suspendidas en realidad a distintas alturas por todo el palacio. Retrocedió un paso para regresar a la zona
de tinieblas y las planchas desordenadas volvieron a equilibrarse, formando un techo sin fisuras
aparentes que no era más que una ilusión óptica: si entrecerraba los ojos podía ver que las planchas flotaban en diferentes planos.
El palacete constaba de una sola planta, una planta vasta y asombrosa en la que flotaban
decenas de estancias de todos los tamaños y formas. La única semejanza entre ellas eran sus bases, de idéntico hierro forjado. La mayor de todas ocupaba tres pisos de altura y medía más de doscientos metros de largo, mientras que las más pequeñas eran meros soportes para adornos y estatuas. La mayoría ni siquiera tenía paredes.
Las escaleras no se hundían en ese falso techo como habían creído, sino que se prolongaban
curvándose en el vacío, hasta perderse en la movediza niebla esmeralda que copaba las alturas. Del tallo principal de cada escalera brotaban decenas de nuevos tramos que se dividían a su vez en más ramales de ajedrezado negro y esmeralda, retorciéndose en el aire hasta aterrizar en los bordes de las habitaciones flotantes. Aquel despliegue de habitaciones y escalinatas producía una prodigiosa sensación de armonía; era como si el mundo entero se hubiera vuelto liviano de pronto, como si la realidad, la propia existencia, fueran menos pesadas y opresivas entre aquellas paredes.
- Ascenso y ejemplos de habitaciones:
- Tomaron la escalinata de la izquierda. El tramo principal no tardaba en dividirse en tres grandes ramales. El de la derecha bajaba en una pronunciada curva antes de dividirse en otros dos tramos de escalera retorcida. A medida que avanzaban por aquella colosal montaña rusa pudieron contemplar un sinfín de habitaciones y salas. Vieron dormitorios de ensueño; salas de recreo con divanes de terciopelo, escabeles de cristal y columpios colgantes; zonas de paseo con fuentes y bancos de hierro…
La perspectiva resultaba engañosa allí arriba; prácticamente cambiaba a cada paso que daban, convirtiendo el palacete en un espacio en constante mutación. Una estancia vista desde arriba era diferente por completo contemplada desde abajo o desde un lateral. Todo fluctuaba, fluía. Era un enloquecido juego de perspectivas y arquitectura. Una sala observada desde una escalera parecía una selva rebosante de vegetación al quedar semioculta por los helechos que colgaban de las plataformas vecinas, para luego, desde arriba, convertirse en un elegante dormitorio. Desde otra curva de la escalera, esa misma habitación parecía vacía.
Rachel los guió hasta la estancia central del palacio, la única completamente cerrada con muros.(...) En el suelo, ante ellos, había aparecido un diminuto chispazo, una salpicadura brillante que se proyectó despacio hacia arriba, convirtiéndose en una creciente columna de luz que no se detuvo hasta alcanzar el techo, situado a gran altura. Un poco más adelante, una nueva columna tomó forma, de igual modo que la primera. Poco a poco, aquí y allá, se fueron formando más y más columnas. La luz que irradiaban iluminó la gran estancia, transformando la negrura en claridad.
—Es una sala de baile —murmuró Madeleine con admiración.
Mistral asintió, aunque sabía que aquel lugar era mucho más que eso. En aquella sala se habían
celebrado todo tipo de eventos: desde torneos de piromantes hasta conciertos de las fabulosas aves cantoras de Alarán, pasando por duelos de hechiceros y bodas reales. Se contaba que, en una ocasión, allí dentro se había sacrificado un dragón albino para mayor gloria del reino.
Los muchachos bajaron las escaleras que llevaban al suelo espejado de la sala. En el muro que
quedaba a su derecha se encontraba el gigantesco ventanal que habían visto desde fuera. El tercio inferior del mismo estaba cubierto por cortinajes negros, corridos en su mayoría, mientras que en la zona alta dos grandes cortinas verdes se abrían a izquierda y derecha.
En el extremo opuesto a la entrada se levantaba un pequeño escenario ocupado por varias estatuas metálicas. Se trataba de una orquesta compuesta por siete músicos tan extravagantes como los instrumentos que se disponían a tocar.
Un engendro con aire de rata humanoide empuñaba entre sus zarpas dos varillas que parecía a punto de estrellar contra el tambor agujereado que tenía delante. Entre los músicos había un ser casi humano, con la piel de un intenso negro y un magnífico par de alas rojas plegadas a su espalda. Aquella criatura sujetaba en una mano un violín abombado mientras en la otra empuñaba una varilla recubierta de protuberancias. Del costado de todas las estatuas surgía una mariposa metálica: una llave con la que darles cuerda.
Después de abandonar la sala de baile, fueron de plataforma en plataforma, siempre con Rachel a la cabeza. Casi tan sorprendente como el mismo palacio era el estado en el que éste se encontraba. Apenas había polvo y suciedad y aunque algunas habitaciones parecían vaciadas a conciencia, la mayor parte estaba en perfectas condiciones, como si los habitantes del lugar se hubieran marchado un instante antes de llegar ellos.
A media tarde hicieron un descanso para merendar. Se sentaron en los bancos de madera que
rodeaban un pequeño estanque. Apenas hablaron. Aquel lugar inducía al silencio, a la ensoñación.
Al poco tiempo de ponerse otra vez en marcha descubrieron una gran sala repleta de estanterías vacías. El cambiante deambuló entre ellas igual que todos, aun sabiendo que no iban a encontrar nada allí. Ese lugar había sido una importante biblioteca mágica, pero hacía tiempo que los pocos libros que no se habían llevado los magos de los mundos vinculados habían sido trasladados al castillo.
Otro ramal los condujo a una plataforma de paredes listadas en las que se desplegaban más de una veintena de grandes armarios, con espejos de marco de plata en cada puerta. Rachel se apresuró a abrir el más cercano y su contenido la hizo jadear emocionada. El armario estaba repleto de vestidos, a cada cual más espléndido.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Palacete
29/02/24, 10:48 am
—¡Casi hacemos un tornado, Rick! ¿Lo has visto? —le respondió la polaca, aunque aquello no era lo único significativo que la magia del Palacete estaba creando entre sus habitaciones. El chico y Kalna bailaban juntos con cierta soltura. Ania levantó las cejas antes de añadir en voz baja—. Tú también lo estás dando todo… muchachito… jeje —lo que le hacía pensar dónde se habían metido Ethan y Nohlem.
No tuvo mucho tiempo de averiguarlo pues pronto la conversación que tenía con Damian le abrazó con calidez.
—¡Claro que puedes venir! ¡Y tu madre también! Ya verás… aunque no sé dónde se podría aparcar la camioneta porque mi padre siempre tiene el garaje ocupado. ¡Pero nuestras familias se harán amiguis! ¡Seguro! —la niña también alzó el puño hacia la constelación de habitaciones que flotaban sobre el techo infinito—. Pronto pasarás todos los inviernos en mi casa, si quieres. Y yo los veranos en tu circo. Y creceremos y CRECEREMOS y nuestros hijos se harán amigos también y los llevaremos juntos de excursión al bosque a merendar
¿A que sí, Damian? ¿A que si?.
No podía estar más feliz. Por ella la música de la orquesta podía mutar todo lo que quisiera que se quedaría encerrada para siempre en aquel palacio como la verdadera Rapunzel.
—Jeje… estás un poco afónico —dijo por encima de los compases del vals que empezaban a darse, después se pasó algunos mechones rebeldes por detrás de las orejas, disfrutando de que el italiano le hiciera cosquillas sin querer en el pelo—. Yo también estoy muertecita de bailar… o muerto… jeje… podemos descansar.
Ania se levantó solo unos segundos para regresar con el sombrero de maestro de ceremonias en las manos y una sonrisa en el rostro. Con mimo y cuidado colocó el accesorio brillante en la cabeza del niño, poniendo especial atención en que no le quedara torcido mientras sacaba la lengua a un lado por la concentración. El hormigueo de su barriga la traicionaba. Qué raro, si ahora no tenía hambre.
—¡Ya está! ¡Guapísimo! —vitoreó—. Oye, Damiancito… ¿Alguna vez has pensado en pelarte? Creo que si te lo dejas más largo dentro de unos meses podrás cogerte un moñito arriba. ¿Los artistas se dejan el pelo larguito… nu?.
No tuvo mucho tiempo de averiguarlo pues pronto la conversación que tenía con Damian le abrazó con calidez.
—¡Claro que puedes venir! ¡Y tu madre también! Ya verás… aunque no sé dónde se podría aparcar la camioneta porque mi padre siempre tiene el garaje ocupado. ¡Pero nuestras familias se harán amiguis! ¡Seguro! —la niña también alzó el puño hacia la constelación de habitaciones que flotaban sobre el techo infinito—. Pronto pasarás todos los inviernos en mi casa, si quieres. Y yo los veranos en tu circo. Y creceremos y CRECEREMOS y nuestros hijos se harán amigos también y los llevaremos juntos de excursión al bosque a merendar
¿A que sí, Damian? ¿A que si?.
No podía estar más feliz. Por ella la música de la orquesta podía mutar todo lo que quisiera que se quedaría encerrada para siempre en aquel palacio como la verdadera Rapunzel.
—Jeje… estás un poco afónico —dijo por encima de los compases del vals que empezaban a darse, después se pasó algunos mechones rebeldes por detrás de las orejas, disfrutando de que el italiano le hiciera cosquillas sin querer en el pelo—. Yo también estoy muertecita de bailar… o muerto… jeje… podemos descansar.
Ania se levantó solo unos segundos para regresar con el sombrero de maestro de ceremonias en las manos y una sonrisa en el rostro. Con mimo y cuidado colocó el accesorio brillante en la cabeza del niño, poniendo especial atención en que no le quedara torcido mientras sacaba la lengua a un lado por la concentración. El hormigueo de su barriga la traicionaba. Qué raro, si ahora no tenía hambre.
—¡Ya está! ¡Guapísimo! —vitoreó—. Oye, Damiancito… ¿Alguna vez has pensado en pelarte? Creo que si te lo dejas más largo dentro de unos meses podrás cogerte un moñito arriba. ¿Los artistas se dejan el pelo larguito… nu?.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Palacete
29/02/24, 12:29 pm
Después de las caídas, o casi en el caso de Ethan y Nohlem, que respectivas parejas se tomasen un descanso era algo que podía ser previsible. El comentario de Rick sobre no arrepentirse al día siguiente le hizo sonreír, y es que ella desde luego no iba a hacerlo. Podía ser mucho menos expresiva que los niños, pero estaba disfrutando tanto como ellos.
Sobre todo porque la pieza que sonaba en esos momentos le recordaba a los bailes en su hogar. Rick podía no ser un príncipe ni el hijo de la noble de turno, pero aquello no le estaba importando lo más mínimo. Si hasta estaba haciendo bromas con él, como si fuera un amigo. Kalna estaba lejos de considerar a Rick, o a cualquiera del torreón, un amigo. Era una palabra que implicaba, a sus ojos, una cercanía y una confianza que no tenía con ninguno, y que dudaba que ellos tuvieran con ella. El problema era que aunque Rick no llegase a esa consideración, empezaba a verle como algo más que un compañero de piso, y necesitaba encontrar un punto entre medias sobre como considerarle.
Que Rick respondiese a su puya haciéndose el ofendido hizo que se riese. Una risa suave, genuina. Con otro no hubiera cometido ese desliz, o hubiera tratado de taparse la boca, pero tenía las manos ocupadas y tras la sonrisa de Rick el disculparse por si parecía una maleducada le pareció de más. Al menos aquello le confirmaba el margen para las bromas que tenía, algo que desde aquella noche que habían hablado tenía en mente pero que quería confirmar. No quería tomarse libertades con gente a la que no conocía de poco más de un mes.
«No necesito tu permiso para lucirme». No el de un hombre, desde luego. Si acababan en el suelo sería culpa suya por no saber valorar hasta dónde llegaba su acompañante, pero eso lo iría viendo según bailaban. El vals era de sus cosas favoritas, y con la pista más libre tras la ida de Ethan y Nohlem y el que los niños parecía que se iban a perder aquel baile, tenía espacio suficiente para dar vuelta y hacer girar a Rick. Años de experiencia a sus espaldas le hacían llevar aquello con elegancia, aunque la propia de su mundo.
Tal vez, dentro del juego de Aniol, sí que era la caballera de brillante armadura que había rescatado al príncipe Rick de algún peligro mortal.
Sobre todo porque la pieza que sonaba en esos momentos le recordaba a los bailes en su hogar. Rick podía no ser un príncipe ni el hijo de la noble de turno, pero aquello no le estaba importando lo más mínimo. Si hasta estaba haciendo bromas con él, como si fuera un amigo. Kalna estaba lejos de considerar a Rick, o a cualquiera del torreón, un amigo. Era una palabra que implicaba, a sus ojos, una cercanía y una confianza que no tenía con ninguno, y que dudaba que ellos tuvieran con ella. El problema era que aunque Rick no llegase a esa consideración, empezaba a verle como algo más que un compañero de piso, y necesitaba encontrar un punto entre medias sobre como considerarle.
Que Rick respondiese a su puya haciéndose el ofendido hizo que se riese. Una risa suave, genuina. Con otro no hubiera cometido ese desliz, o hubiera tratado de taparse la boca, pero tenía las manos ocupadas y tras la sonrisa de Rick el disculparse por si parecía una maleducada le pareció de más. Al menos aquello le confirmaba el margen para las bromas que tenía, algo que desde aquella noche que habían hablado tenía en mente pero que quería confirmar. No quería tomarse libertades con gente a la que no conocía de poco más de un mes.
«No necesito tu permiso para lucirme». No el de un hombre, desde luego. Si acababan en el suelo sería culpa suya por no saber valorar hasta dónde llegaba su acompañante, pero eso lo iría viendo según bailaban. El vals era de sus cosas favoritas, y con la pista más libre tras la ida de Ethan y Nohlem y el que los niños parecía que se iban a perder aquel baile, tenía espacio suficiente para dar vuelta y hacer girar a Rick. Años de experiencia a sus espaldas le hacían llevar aquello con elegancia, aunque la propia de su mundo.
Tal vez, dentro del juego de Aniol, sí que era la caballera de brillante armadura que había rescatado al príncipe Rick de algún peligro mortal.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Palacete
29/02/24, 05:45 pm
El ánimo de la princesa le sacó una leve risilla. -Algo me ha parecido ver al final. Muy impresionante, sí señor- asintió un par de veces con convicción siguiéndoles el juego amistosamente. Cierto era que solo le había dado tiempo a ver el resultado del juego y probablemente en algún giro los hubiera visto momentos antes de refilón, pero se podía imaginar lo rápido que iban si habían acabado cayéndose. No llegó a escuchar lo último que dijo el polaco con la música, aunque por la expresión que había puesto tenía algo de curiosidad en saberlo. Claro que eso podría esperar a más tarde si es que le llegaba a preguntar, ahora mismo lo más importante para el neoyorquino era fluir con la música.
Y que placer era aquello. Tal vez no hubiera estado tan atento al resto de sus compañeros desde que la música había comenzado y al chico le encantaría compartir algunos compases con todo el que quisiera, pero de momento el baile con la libense estaba siendo muy divertido. A cada canción que pasaba más se compenetraban sus pasos y el cambio de guía ayudaba curiosamente a mantener el interés por seguir un rato más. Todos se lo estaban pasando bien, Rick estaba pudiendo lucirse en algo que había estado echando de menos... todo iba perfectamente. Hasta Kalna había sonreído un par de veces seguidas, eso no ocurría todos los días. Sin embargo, la verdadera sorpresa fue la respuesta que recibió a su pequeña actuación. -(Se...Se ha reído)- pensó perplejo. Mientras iba asimilando lo que acababa de pasar, por acto reflejo su boca se abrió en un pequeño "Oh" que no llegó a salir. Fue rápido en darse cuenta y la cerró, pero el sutil rubor que le había salido antes lo traicionó al volverse un poco más vivo por la vergüenza. Y claro, no tenía forma de disimular ahora mismo, así que... Le tocaba apechugar y rezar para que se hubiera dado cuenta.
Aunque todavía fuera un poco pronto, Rick ya tenía a personas más cercanas en el grupo que estaban en camino de convertirse en amigos. Si lo pensaba, resultaba curioso como una de ellas era la libense. A primera vista no se parecían demasiado y hasta chocaban en según que cosas, pero aún así poco a poco la compañía de Kalna había pasado de la simple convivencia o el trabajo en equipo para ayudar al grupo a algo que buscaba en sus ratos libres. El rumor de la conversación en la azotea con Szczenyak serpenteaba en el fondo de su mente, pero si había conseguido quitarse su desconfianza por aquel sitio no iba a dejar que eso le arruinara un momento tan agradable.
Ahora que tenían más espacio, su vals quedaba más vistoso aún. El neoyorquino seguía sin muchas dificultades el ritmo que iba marcando su compañera, girando con elegancia cuando se lo marcaba y moviéndose con gracilidad. No se le había pasado por alto algunos detalles que indicaban que existían algunos matices distinto a pesar de ser un baile muy similar en ambos mundos, aunque justamente por ello lo hacía más interesante. Luego de un pequeño mutis en el que consiguió recuperarse del rubor de antes, la alabó con sinceridad: -Se te da de maravilla.-
Y que placer era aquello. Tal vez no hubiera estado tan atento al resto de sus compañeros desde que la música había comenzado y al chico le encantaría compartir algunos compases con todo el que quisiera, pero de momento el baile con la libense estaba siendo muy divertido. A cada canción que pasaba más se compenetraban sus pasos y el cambio de guía ayudaba curiosamente a mantener el interés por seguir un rato más. Todos se lo estaban pasando bien, Rick estaba pudiendo lucirse en algo que había estado echando de menos... todo iba perfectamente. Hasta Kalna había sonreído un par de veces seguidas, eso no ocurría todos los días. Sin embargo, la verdadera sorpresa fue la respuesta que recibió a su pequeña actuación. -(Se...Se ha reído)- pensó perplejo. Mientras iba asimilando lo que acababa de pasar, por acto reflejo su boca se abrió en un pequeño "Oh" que no llegó a salir. Fue rápido en darse cuenta y la cerró, pero el sutil rubor que le había salido antes lo traicionó al volverse un poco más vivo por la vergüenza. Y claro, no tenía forma de disimular ahora mismo, así que... Le tocaba apechugar y rezar para que se hubiera dado cuenta.
Aunque todavía fuera un poco pronto, Rick ya tenía a personas más cercanas en el grupo que estaban en camino de convertirse en amigos. Si lo pensaba, resultaba curioso como una de ellas era la libense. A primera vista no se parecían demasiado y hasta chocaban en según que cosas, pero aún así poco a poco la compañía de Kalna había pasado de la simple convivencia o el trabajo en equipo para ayudar al grupo a algo que buscaba en sus ratos libres. El rumor de la conversación en la azotea con Szczenyak serpenteaba en el fondo de su mente, pero si había conseguido quitarse su desconfianza por aquel sitio no iba a dejar que eso le arruinara un momento tan agradable.
Ahora que tenían más espacio, su vals quedaba más vistoso aún. El neoyorquino seguía sin muchas dificultades el ritmo que iba marcando su compañera, girando con elegancia cuando se lo marcaba y moviéndose con gracilidad. No se le había pasado por alto algunos detalles que indicaban que existían algunos matices distinto a pesar de ser un baile muy similar en ambos mundos, aunque justamente por ello lo hacía más interesante. Luego de un pequeño mutis en el que consiguió recuperarse del rubor de antes, la alabó con sinceridad: -Se te da de maravilla.-
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Palacete
29/02/24, 10:11 pm
Ethan le vio apoyarse desde su modesto refugio, su atención aún andaba huidiza, saltando entre las bellas flores del jardín y los mechones cobrizos del joven, entre los pétalos iluminados bajo la luz artificial de las estrellas y los brillos serpenteantes que se formaban en aquellos iris esmeraldas. Una mirada que iba y venía, pendiente en su disimulo de como Nohlem iba recortando distancias. Su corona reflejaba las constelaciones en un baile de luces y si bien era más fácil desviar su atención allí, era complicado no acabar dándose de bruces con los ojos del felino, preguntándose en silencio si sus pupilas siempre habían ocupado tanto lugar. ¿Cuántos detalles habían pasado de largo en el día a día?
Ahora que lo tenía tan cerca, el rubor desvelaba lo mucho que se estaba fijando en cada detalle, como si nunca antes hubiera observado aquel cuadro. Durante ese tiempo no había caído en cuantas pinceladas salpicaban su rostro, en como las pecas se le juntaban en torno al hocico o lo rosado que resultaba ser este, en lo bien que le quedaba el inicio de una barba desganada o en el matiz oscuro que decoraban sus orejas en punta. No es que estuviera precioso, es que siempre lo había estado. Solo había necesitado limpiarse el polvo y obtener una obra de teatro adecuada para que se hubiera percatado de ello. Que joven se sentía de golpe, que nervioso y que liviano, que feliz y que tímido.
¿Los niños jugaban a ser princesas y bufones, así que ellos también podían, no? Ethan no deseaba un papel tan estrafalario, solo necesitaba volver un poco atrás, a cuando era un chaval sin mayor aspiración que la de aprobar el examen de matemáticas y conseguir el número del chico nuevo de clase. Esa pequeñísima chispa de euforia era la única que necesitaba y esa chispa era la que ahora abrazaba su cuerpo en un calor más inocente, quien pellizcaba sus mejillas con cada nuevo halago y quien le arrancaba torpes sonrisas a cada respuesta muda. No se veía capaz de devolver los halagos de la misma manera, pero definitivamente los recibía con gusto y una pequeña cantidad de dudas.
La primera vez que lo llamó guapo le arrebató una sonrisa tan amplia que no tardó en ocultar su rostro muerto de la vergüenza. La segunda mención fue más suave, tanto que le costó un par de parpadeos traducir que no había elogiado al cielo estrellado si no a su propia persona, tras eso llegó una risa demasiado alta que solo logró callar cuando se mordió el labio y relajo los hombros en una suave negación. No podía ocultar parte de su incredulidad al no terminar de asimilar que todos esos cumplidos fueran un regalo para él, pero si bien su gratitud era muda sus ojos no tardaron en hacerse partícipes de la misma, entrecerrandose en compañía de una suave y modesta sonrisa.
-Bueno, no se… -Respondió en apenas un murmullo sin querer interrumpir. Ahora que su cuerpo descansaba algo más relajado sobre el balcón y su pierna había encontrado paz al estar apoyada sólo sobre la punta su mirada había dejado de huir para centrarse en todo lo que Nohlem le decía.. -Tengo que darle las gracias a los peques, yo nunca me habría maquillado, la verdad…
Se encogió de hombros mientras les daba tantos méritos mentales como podía, gracias a ellos Connor se había quedado prendido en el vestuario y gracias a ellos disfrutaba ahora de la compañía del pelirrojo. Tenía suerte de que la trenza de Aniol dejará algo más a la vista su rostro y de que los cinturones bien atados le sacaran curvas que nunca podía tener con sus cómodos chandals, era extraño percibirse como alguien mono a través de los ojos de otra persona pero no le acababa de disgustar.
Aún así se encontró enmudecido cuando llegó el tercer halago. Nohlem volvió a lograr dejarle sin respiración, su corazón se saltó un latido y de algún modo sintió una rafaga de fuegos artificiales recorriéndole el pecho en una novedosa euforia. De sus labios entreabiertos logró salir un ¨Ah¨ tan efímero y suave que se lo llevó la nula brisa del ambiente. Ethan solo pudo tragar saliva hipnotizado en los iris del felino, quería apartar la mirada y aún así no podía, por lo que ese brevísimo instante se alargó durante unos segundos más. Sus manos dudaron entre seguir sujetas al balcón o regresar a la comodidad de su ropa tan inseguras como la sonrisa serpenteante de su rostro. ¿Qué decía ahora? Tenía que responder algo, tenía que hacerlo.
-Gracias, vaya, que curioso! Nosotros no podemos ronronear, aunque eso ya lo sabes, claro… -Bajó la voz para farfullar para sí mismo. -Dios mira que eres estúpido…
¿¿QUE ESTABA DICIENDO??
La duda volvió a él como una jarra de agua fría, un peso que le hizo apartarse del balcón dubitativo. Recorrió el salón fugazmente desviando su atención de forma intermitente entre los peques en el suelo y Nohlem en el balcón, una y otra vez hasta que su mente estaba tan nublada que no le quedó otra más que actuar ignorando el miedo. Una noche, era solo una noche, un momento, un contexto, un papel, en ese instante podían divertirse siendo igual de mentira que las estrellas del jardín, si, nada de aquella obra tendría significado cuando regresaran al torreón así que estaba bien.
-Perdón, ah, que mal, se me da fatal devolver cumplidos, menuda vergüenza… -Acabó confesando en su vuelta al balcón, no se había alejado más que medio paso. Entonces decidió agacharse levemente, lo suficiente para que su rostro quedara a la misma altura que el de Nohlem a pesar de que sus ojos pronto acabaron evitando el contacto visual. -Se me da mejor devolver tratos, si es que aún quieres ese beso, claro...
Sus mejillas ardieron al instante, como una mecha encendida tuvo que hacer esfuerzos para no huir tras haber iniciado el incendio. Sus pensamientos le rogaban que huyese, su corazón latía con la intensidad de querer quedarse y él a dos aguas se volvió a incorporar al lado del chico, esperando en un silencioso martilleante una respuesta a su torpe intento de salir del fango en el que él mismo se había metido.
-Que vamos, si no podemos volver, sin presión….
Ahora que lo tenía tan cerca, el rubor desvelaba lo mucho que se estaba fijando en cada detalle, como si nunca antes hubiera observado aquel cuadro. Durante ese tiempo no había caído en cuantas pinceladas salpicaban su rostro, en como las pecas se le juntaban en torno al hocico o lo rosado que resultaba ser este, en lo bien que le quedaba el inicio de una barba desganada o en el matiz oscuro que decoraban sus orejas en punta. No es que estuviera precioso, es que siempre lo había estado. Solo había necesitado limpiarse el polvo y obtener una obra de teatro adecuada para que se hubiera percatado de ello. Que joven se sentía de golpe, que nervioso y que liviano, que feliz y que tímido.
¿Los niños jugaban a ser princesas y bufones, así que ellos también podían, no? Ethan no deseaba un papel tan estrafalario, solo necesitaba volver un poco atrás, a cuando era un chaval sin mayor aspiración que la de aprobar el examen de matemáticas y conseguir el número del chico nuevo de clase. Esa pequeñísima chispa de euforia era la única que necesitaba y esa chispa era la que ahora abrazaba su cuerpo en un calor más inocente, quien pellizcaba sus mejillas con cada nuevo halago y quien le arrancaba torpes sonrisas a cada respuesta muda. No se veía capaz de devolver los halagos de la misma manera, pero definitivamente los recibía con gusto y una pequeña cantidad de dudas.
La primera vez que lo llamó guapo le arrebató una sonrisa tan amplia que no tardó en ocultar su rostro muerto de la vergüenza. La segunda mención fue más suave, tanto que le costó un par de parpadeos traducir que no había elogiado al cielo estrellado si no a su propia persona, tras eso llegó una risa demasiado alta que solo logró callar cuando se mordió el labio y relajo los hombros en una suave negación. No podía ocultar parte de su incredulidad al no terminar de asimilar que todos esos cumplidos fueran un regalo para él, pero si bien su gratitud era muda sus ojos no tardaron en hacerse partícipes de la misma, entrecerrandose en compañía de una suave y modesta sonrisa.
-Bueno, no se… -Respondió en apenas un murmullo sin querer interrumpir. Ahora que su cuerpo descansaba algo más relajado sobre el balcón y su pierna había encontrado paz al estar apoyada sólo sobre la punta su mirada había dejado de huir para centrarse en todo lo que Nohlem le decía.. -Tengo que darle las gracias a los peques, yo nunca me habría maquillado, la verdad…
Se encogió de hombros mientras les daba tantos méritos mentales como podía, gracias a ellos Connor se había quedado prendido en el vestuario y gracias a ellos disfrutaba ahora de la compañía del pelirrojo. Tenía suerte de que la trenza de Aniol dejará algo más a la vista su rostro y de que los cinturones bien atados le sacaran curvas que nunca podía tener con sus cómodos chandals, era extraño percibirse como alguien mono a través de los ojos de otra persona pero no le acababa de disgustar.
Aún así se encontró enmudecido cuando llegó el tercer halago. Nohlem volvió a lograr dejarle sin respiración, su corazón se saltó un latido y de algún modo sintió una rafaga de fuegos artificiales recorriéndole el pecho en una novedosa euforia. De sus labios entreabiertos logró salir un ¨Ah¨ tan efímero y suave que se lo llevó la nula brisa del ambiente. Ethan solo pudo tragar saliva hipnotizado en los iris del felino, quería apartar la mirada y aún así no podía, por lo que ese brevísimo instante se alargó durante unos segundos más. Sus manos dudaron entre seguir sujetas al balcón o regresar a la comodidad de su ropa tan inseguras como la sonrisa serpenteante de su rostro. ¿Qué decía ahora? Tenía que responder algo, tenía que hacerlo.
-Gracias, vaya, que curioso! Nosotros no podemos ronronear, aunque eso ya lo sabes, claro… -Bajó la voz para farfullar para sí mismo. -Dios mira que eres estúpido…
¿¿QUE ESTABA DICIENDO??
La duda volvió a él como una jarra de agua fría, un peso que le hizo apartarse del balcón dubitativo. Recorrió el salón fugazmente desviando su atención de forma intermitente entre los peques en el suelo y Nohlem en el balcón, una y otra vez hasta que su mente estaba tan nublada que no le quedó otra más que actuar ignorando el miedo. Una noche, era solo una noche, un momento, un contexto, un papel, en ese instante podían divertirse siendo igual de mentira que las estrellas del jardín, si, nada de aquella obra tendría significado cuando regresaran al torreón así que estaba bien.
-Perdón, ah, que mal, se me da fatal devolver cumplidos, menuda vergüenza… -Acabó confesando en su vuelta al balcón, no se había alejado más que medio paso. Entonces decidió agacharse levemente, lo suficiente para que su rostro quedara a la misma altura que el de Nohlem a pesar de que sus ojos pronto acabaron evitando el contacto visual. -Se me da mejor devolver tratos, si es que aún quieres ese beso, claro...
Sus mejillas ardieron al instante, como una mecha encendida tuvo que hacer esfuerzos para no huir tras haber iniciado el incendio. Sus pensamientos le rogaban que huyese, su corazón latía con la intensidad de querer quedarse y él a dos aguas se volvió a incorporar al lado del chico, esperando en un silencioso martilleante una respuesta a su torpe intento de salir del fango en el que él mismo se había metido.
-Que vamos, si no podemos volver, sin presión….
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Palacete
01/03/24, 03:42 pm
Las risas acompañaban con soltura al canadiense en aquellos instantes y su humor estaba por las nubes gracias al ambiente del lugar. El desequilibrio de Nohlem por la puñetera nalgada y sus palabras le habían hecho reír profundamente, pensando que no sería una mala idea hacerlo costumbre si al propio felino le daba igual.... El motero se encogería de hombros y señalaría el culo de Nohlem ante sus compañeros en señal de: "No es culpa mía, joder. No podía resistirme." -¿Y si te esperas la puta nalgada dónde está la jodida gracia?- Preguntó con una sonrisilla traviesa en los labios.
Por otro lado, bailar con Damian era una jodida aventura. Porque si no era uno el que acababa pisado era el otro y aquello parecía más una competición de ver quién cojones le hacía más daño a quién. Connor reía mientras bailaba y veía cómo Damian imitaba sus pasos de Footloose. -¡Eso es cabroncete! ¡A darlo todo!- Le animaría con palmadas mientras observaba al italiano dar todo de sí en la pista. La voz de Connor era alta y alterada, producto de la energía que tenía por dentro y sobre todo la necesidad de desahogarse de tanta mierda que habían pasado.
Después de tanto tiempo pasándolo todos jodidamente mal... Era casi como si pudiera respirar profundamente, tomar una puta bocanada de aire, cerrar los ojos y sustituir la música que sonaba por otra más acorde para imaginarse que estaba en casa. Ésa era la tranquilidad que sentía, y aunque pudiera ser peligrosa a Connor no podía importarle menos. Tras tanto tiempo sobreviviendo.... Necesitaba vivir un rato.
-¿Ehhhh? ¿Me abandonas, cabroncete?- Preguntó con una ceja levantada fingiendo indignación, mientras que por dentro se descojonaba de la timidez del niño. Cuando lo vio alejarse para bailar con la princesa Ania, el motero levantó un puño en el aire.- ¡Eso es! ¡Corre antes de que te pille, coño!- Luego soltó un bufido divertido mientras negaba con la cabeza y murmuraba.- Enano traidor...- Connor no estuvo mucho tiempo solo, pues pronto sintió un tacto en su hombro que le hizo girarse y encontrarse con Szcheniak, el cuál sin previo aviso y con picardía procedió a meterse con él por el abandono que había sufrido antes. La sonrisa de Connor se fue ensanchando por momentos, asintiendo cada pocos segundos como si estuviera asimilando el ataque, hasta terminar estallando en una risotada.-Espera, espera... ¿Me acabas de llamar.... Calvo de mierda o algo así?- Exageró el motero intentando fingir seriedad, y ésta vez fue él quien sin previo aviso actuó. Puede que se hubiera quedado con ganas de buscarle las cosquillas a Damian por "abandonarlo" o solo fuera una forma de soltar energía... Pero Connor le pasó el brazo por los hombros al cánido para obligarlo a agachar la cabeza y con su otra mano le frotó con velocidad el puño por la nuca.- ¡Serás cabronazo!- Exclamó entre risas.- ¡Un día de de éstos te corto el pelo de arriba a abajo y a ver quién cojones es el pelado aquí!- Amenazó entre carcajadas.
Carcajadas que fueron silenciadas cuando la música paró de golpe. El motero soltó a su amigo confundido por el cambio de ambiente, aunque éste no tardó en reanudarse con otra canción que se le antojaba casi como medieval... Miró a un lado y a otro, sobre todo observando el baile de Ethan y Nohlem y lo jodidamente guapos que estaban, antes de volverse nuevo hacia Szcheniak.
-Eh, capullo...- Le señaló con la cabeza y una sonrisa de medio lado. -Tienes que soltarte, joder. Aún no te he visto bailar... ¿En tu mundo no hay de esas mierdas o qué?- Le intentó picar dándole un empujón con el hombro mientras pasaba al lado suya y se ponía a bailar poco a poco. Moviendo los hombros y las caderas de un lado a otro como si fuera una especie de vaivén de oleaje y dándole cada pocos segundos más empujones leves. En realidad, Connor no era de bailar demasiado a no ser que estuviera borracho, y tampoco es que se le diera bien... Pero prácticamente todo en aquel día estaba siendo una excepción a la regla y el motero necesitaba soltarse como nunca antes. Connor siguió bailando junto a Szcheniak independientemente de lo que él hiciera, si le acompañaba tanto mejor y si no seguiría animándole para que se soltara.- ¿Te acuerdas cuando nos conocimos, joder? ¡Casi te meto una puta hostia del susto!- Rio el motero para luego fingir una seriedad amenazante, con una sonrisilla delatadora y señalándole con el dedo.- ¡Pues recuérdalo y ahora a bailar, cojones!-
Connor siguió así un buen rato, bailando junto al cánido y otras veces a su bola mientras sus ojos se sumergían en la cantidad de instrumentos de la sala y pensando que quizás ya era hora de coger la guitarra aunque fuera para acompañar cualquier música que sonara. Hasta que... bueno, sonó una tercera canción que hizo que Connor se quedara quieto ante aquella... Mierda. ¿Cómo cojones se bailaba aquello tan aburrido sin que fuera algo tan jodidamente... pijo? Rick y Kalna parecían entender mejor que él del tema, desde luego, pero ni de coña pensaba bailar aquello. Connor soltó un bufido mientras alzaba los brazos ante el bajón provocado en casi señal de protesta, para después aproximarse a los pequeños aún tirados en el suelo. Los miró desde arriba con los brazos en jarras y una sonrisa de medio lado antes de hablar.
-¿Es éste el club de los que se niegan a bailar ésta música? Porque creo que me voy a echar una puta siesta encima vuestra...- Empezó a decir mientras se dejaba caer lentamente de espaldas y esperando que ambos niños se quitaran a tiempo o serían aplastados. Cuando se acomodó en el suelo entre los dos pequeños, Connor se cruzó de brazos y cerró los ojos poco a poco, fingiendo que tenía muchísimo sueño y hablando con voz pastosa.- Solo me quiero dormir.... AAAAAHHHH.....- Un bostezo falso-.... Hasta que suene algo movido de cojones....-
Con los ojos cerrados y fingiendo sueño, Connor empezó a roncar sonoramente entre Aniol y Damian, en el frío suelo del salón de baile.
Por otro lado, bailar con Damian era una jodida aventura. Porque si no era uno el que acababa pisado era el otro y aquello parecía más una competición de ver quién cojones le hacía más daño a quién. Connor reía mientras bailaba y veía cómo Damian imitaba sus pasos de Footloose. -¡Eso es cabroncete! ¡A darlo todo!- Le animaría con palmadas mientras observaba al italiano dar todo de sí en la pista. La voz de Connor era alta y alterada, producto de la energía que tenía por dentro y sobre todo la necesidad de desahogarse de tanta mierda que habían pasado.
Después de tanto tiempo pasándolo todos jodidamente mal... Era casi como si pudiera respirar profundamente, tomar una puta bocanada de aire, cerrar los ojos y sustituir la música que sonaba por otra más acorde para imaginarse que estaba en casa. Ésa era la tranquilidad que sentía, y aunque pudiera ser peligrosa a Connor no podía importarle menos. Tras tanto tiempo sobreviviendo.... Necesitaba vivir un rato.
-¿Ehhhh? ¿Me abandonas, cabroncete?- Preguntó con una ceja levantada fingiendo indignación, mientras que por dentro se descojonaba de la timidez del niño. Cuando lo vio alejarse para bailar con la princesa Ania, el motero levantó un puño en el aire.- ¡Eso es! ¡Corre antes de que te pille, coño!- Luego soltó un bufido divertido mientras negaba con la cabeza y murmuraba.- Enano traidor...- Connor no estuvo mucho tiempo solo, pues pronto sintió un tacto en su hombro que le hizo girarse y encontrarse con Szcheniak, el cuál sin previo aviso y con picardía procedió a meterse con él por el abandono que había sufrido antes. La sonrisa de Connor se fue ensanchando por momentos, asintiendo cada pocos segundos como si estuviera asimilando el ataque, hasta terminar estallando en una risotada.-Espera, espera... ¿Me acabas de llamar.... Calvo de mierda o algo así?- Exageró el motero intentando fingir seriedad, y ésta vez fue él quien sin previo aviso actuó. Puede que se hubiera quedado con ganas de buscarle las cosquillas a Damian por "abandonarlo" o solo fuera una forma de soltar energía... Pero Connor le pasó el brazo por los hombros al cánido para obligarlo a agachar la cabeza y con su otra mano le frotó con velocidad el puño por la nuca.- ¡Serás cabronazo!- Exclamó entre risas.- ¡Un día de de éstos te corto el pelo de arriba a abajo y a ver quién cojones es el pelado aquí!- Amenazó entre carcajadas.
Carcajadas que fueron silenciadas cuando la música paró de golpe. El motero soltó a su amigo confundido por el cambio de ambiente, aunque éste no tardó en reanudarse con otra canción que se le antojaba casi como medieval... Miró a un lado y a otro, sobre todo observando el baile de Ethan y Nohlem y lo jodidamente guapos que estaban, antes de volverse nuevo hacia Szcheniak.
-Eh, capullo...- Le señaló con la cabeza y una sonrisa de medio lado. -Tienes que soltarte, joder. Aún no te he visto bailar... ¿En tu mundo no hay de esas mierdas o qué?- Le intentó picar dándole un empujón con el hombro mientras pasaba al lado suya y se ponía a bailar poco a poco. Moviendo los hombros y las caderas de un lado a otro como si fuera una especie de vaivén de oleaje y dándole cada pocos segundos más empujones leves. En realidad, Connor no era de bailar demasiado a no ser que estuviera borracho, y tampoco es que se le diera bien... Pero prácticamente todo en aquel día estaba siendo una excepción a la regla y el motero necesitaba soltarse como nunca antes. Connor siguió bailando junto a Szcheniak independientemente de lo que él hiciera, si le acompañaba tanto mejor y si no seguiría animándole para que se soltara.- ¿Te acuerdas cuando nos conocimos, joder? ¡Casi te meto una puta hostia del susto!- Rio el motero para luego fingir una seriedad amenazante, con una sonrisilla delatadora y señalándole con el dedo.- ¡Pues recuérdalo y ahora a bailar, cojones!-
Connor siguió así un buen rato, bailando junto al cánido y otras veces a su bola mientras sus ojos se sumergían en la cantidad de instrumentos de la sala y pensando que quizás ya era hora de coger la guitarra aunque fuera para acompañar cualquier música que sonara. Hasta que... bueno, sonó una tercera canción que hizo que Connor se quedara quieto ante aquella... Mierda. ¿Cómo cojones se bailaba aquello tan aburrido sin que fuera algo tan jodidamente... pijo? Rick y Kalna parecían entender mejor que él del tema, desde luego, pero ni de coña pensaba bailar aquello. Connor soltó un bufido mientras alzaba los brazos ante el bajón provocado en casi señal de protesta, para después aproximarse a los pequeños aún tirados en el suelo. Los miró desde arriba con los brazos en jarras y una sonrisa de medio lado antes de hablar.
-¿Es éste el club de los que se niegan a bailar ésta música? Porque creo que me voy a echar una puta siesta encima vuestra...- Empezó a decir mientras se dejaba caer lentamente de espaldas y esperando que ambos niños se quitaran a tiempo o serían aplastados. Cuando se acomodó en el suelo entre los dos pequeños, Connor se cruzó de brazos y cerró los ojos poco a poco, fingiendo que tenía muchísimo sueño y hablando con voz pastosa.- Solo me quiero dormir.... AAAAAHHHH.....- Un bostezo falso-.... Hasta que suene algo movido de cojones....-
Con los ojos cerrados y fingiendo sueño, Connor empezó a roncar sonoramente entre Aniol y Damian, en el frío suelo del salón de baile.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
01/03/24, 04:26 pm
Ambos estaban con el puño levantado, triunfantes. Hablaban de su amistad, de como fortalecerla y como hacerse más cercanos. ¿Qué limite había en eso? Si siquiera existiese. Por el camino en el que iba Damian no se podía sentir más emocionado de tener planes a futuro, prometiendo, intercambiando favores, cosas que su limitada niñez nunca le pudo dar. Y ahí tenía a un puñado de amigos y, como no, a su mejor amigo del alma que le dijo de invitarlo a su casa.
—¡Si! ¡Si! ¡Si! ¡Mi hijo será tu mejor amigo, el mejor amigo de tu hijo y mi mejor amigo! —afirmó sin pensar la frase saliendo de su boca tal y como la pensó—. ¡Vamos a crecer muy rápido! Mamá dice eso, que yo crezco como los pepinos. ¡Así que tú también crecerás como uno! A ver si te pillo, no vale ser más alto que yo siendo yo el mayor —dijo bromista, mientras seguí dando vueltas a los rulos negros de Ania.
Tuvo que carraspear bastante cuando Ania señaló su problema con la garganta, le daba cierta molestia hablar y eso le hizo arquear las cejas.
—Creo que si, tío. Me duele hablar jaja… —dio la razón a su amigo, sonriendo como pudo pero apurado por haberse hecho daño. Un suspiro de alivio se le escapó cuando Ania quiso descansar, en el fondo él también quería—. Siii, tan solo un poquito de nada que me he matado vivo a bailar y la presentación me ha desinflado. Uy, ¿adonde vas?
Curioso vio que Ania se fue dirección al sombrero. Damian sonrió por aquel gesto en cuanto lo recogió. Se dejó colocar el gorro inclinando un poco la cabeza, riendo mientras su mejor amigo lo hacía. El cumplido, sin embargo, le puso nerviosillo por dentro pero se sintió genial con ello.
—Yo siempre. En verdad los dos somos los más guapetones del grupo Ania —susurró con una sonrisa pícara a la princesa, riendo con el corazón aún blando. La siguiente pregunta le dejó pensando con cierta curiosidad en ello—. Pues ya mismo, siempre me suelo cortar el pelo cuando lo tengo algo largo. Así, cortito. Chak, chak, chak —imitó unas tijeras con los dedos en su pelo—. Hmmm mi mamá lo tiene largo pero los demás lo tienen cortito, no sabría decir si los artistas lo tienen largo. Oye, ¿me quedaría guapo con un moño como tú dices? Nunca lo he tenido tan largo como tú. ¿El pelo así de largo molesta? ¿Cómo te lo cuidas? ¿Desde cuando lo tienes así? ¿Los rizos te los haces tú?
Bombardeó a preguntas como a quien le faltaba tiempo. Sin embargo, la aparición de Connor si que les daría un contrarreloj digno pues en cuanto se presentó de nuevo ni tiempo le dio a Damian en decir nada.
—OooooOOOOSTIAS CABRÓN. ANIOL CORRE —un gallo de pánico le salió de la garganta ya apenas con fuerzas para gritar. Damian rodó como si escapase de una explosión, esquivando la espalda enorme del gallo bruto—. Ten cuidado tío, casi me aplastas otra vez. Gallo bruto… Si aplastas a la princesa te reviento —apretó la lengua entre sus dientes haciendo el amago de alzar el puño—. ¡Pfff! ¿Tu lo ves normal Ania? Se queda frito el tío, en nuestra jeta. Joder —después de rajar de él viéndolo “dormir”, Damian llamó discretamente a su amigo y, en silencio, se puso en posición al lado de uno de los costados de Connor, con todas las visibles intenciones de hacerle una terrible tortura de cosquillas. En cuanto diese la señal, empezaría a hundir sus dedos en el punto débil.
—Tomaaaa, sufreeeee, sufreeeeeeeee —ya quedaba solo el rescoldo de lo que antes era su voz.
—¡Si! ¡Si! ¡Si! ¡Mi hijo será tu mejor amigo, el mejor amigo de tu hijo y mi mejor amigo! —afirmó sin pensar la frase saliendo de su boca tal y como la pensó—. ¡Vamos a crecer muy rápido! Mamá dice eso, que yo crezco como los pepinos. ¡Así que tú también crecerás como uno! A ver si te pillo, no vale ser más alto que yo siendo yo el mayor —dijo bromista, mientras seguí dando vueltas a los rulos negros de Ania.
Tuvo que carraspear bastante cuando Ania señaló su problema con la garganta, le daba cierta molestia hablar y eso le hizo arquear las cejas.
—Creo que si, tío. Me duele hablar jaja… —dio la razón a su amigo, sonriendo como pudo pero apurado por haberse hecho daño. Un suspiro de alivio se le escapó cuando Ania quiso descansar, en el fondo él también quería—. Siii, tan solo un poquito de nada que me he matado vivo a bailar y la presentación me ha desinflado. Uy, ¿adonde vas?
Curioso vio que Ania se fue dirección al sombrero. Damian sonrió por aquel gesto en cuanto lo recogió. Se dejó colocar el gorro inclinando un poco la cabeza, riendo mientras su mejor amigo lo hacía. El cumplido, sin embargo, le puso nerviosillo por dentro pero se sintió genial con ello.
—Yo siempre. En verdad los dos somos los más guapetones del grupo Ania —susurró con una sonrisa pícara a la princesa, riendo con el corazón aún blando. La siguiente pregunta le dejó pensando con cierta curiosidad en ello—. Pues ya mismo, siempre me suelo cortar el pelo cuando lo tengo algo largo. Así, cortito. Chak, chak, chak —imitó unas tijeras con los dedos en su pelo—. Hmmm mi mamá lo tiene largo pero los demás lo tienen cortito, no sabría decir si los artistas lo tienen largo. Oye, ¿me quedaría guapo con un moño como tú dices? Nunca lo he tenido tan largo como tú. ¿El pelo así de largo molesta? ¿Cómo te lo cuidas? ¿Desde cuando lo tienes así? ¿Los rizos te los haces tú?
Bombardeó a preguntas como a quien le faltaba tiempo. Sin embargo, la aparición de Connor si que les daría un contrarreloj digno pues en cuanto se presentó de nuevo ni tiempo le dio a Damian en decir nada.
—OooooOOOOSTIAS CABRÓN. ANIOL CORRE —un gallo de pánico le salió de la garganta ya apenas con fuerzas para gritar. Damian rodó como si escapase de una explosión, esquivando la espalda enorme del gallo bruto—. Ten cuidado tío, casi me aplastas otra vez. Gallo bruto… Si aplastas a la princesa te reviento —apretó la lengua entre sus dientes haciendo el amago de alzar el puño—. ¡Pfff! ¿Tu lo ves normal Ania? Se queda frito el tío, en nuestra jeta. Joder —después de rajar de él viéndolo “dormir”, Damian llamó discretamente a su amigo y, en silencio, se puso en posición al lado de uno de los costados de Connor, con todas las visibles intenciones de hacerle una terrible tortura de cosquillas. En cuanto diese la señal, empezaría a hundir sus dedos en el punto débil.
—Tomaaaa, sufreeeee, sufreeeeeeeee —ya quedaba solo el rescoldo de lo que antes era su voz.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Palacete
01/03/24, 05:42 pm
Si bien Colmillo tuvo la intención de reprimir la risa, la indignación de Connor le hizo tanta gracia que no pudo evitar carcajearse en su cara, aunque no por mucho tiempo, ya que un jadeo de sorpresa cortó su risa de golpe cuando el motero le rodeó el cuello con el brazo y comenzó a frotarle la cabeza con el puño.
-¡Para, para, cabrón! -se quejó entre risas una vez superada la sorpresa, agarrando su brazo con las dos manos intentando, sin resultado, liberarse del ataque-. Solo digo que te quedaría mejor más pelo por el cuerpo. ¡No es mi culpa que vengas de una especie de monos calvos, joder! -siguió tentando la suerte y metiéndose con él a pesar de que no había conseguido liberarse ni un centímetro-. ¿¡Qué!? ¡No, joder, no! ¡Mi pelo no, tío, colega, no, joder! ¡No quiero encajar en tu mundo de calvos de mierda! ¡Si me pelas, me muero y entonces volveré como katsuva solo para perseguirte hasta despedazarte, cabrón!
Finalmente con el silencio de la canción Connor por fin le soltó y Colmillo apoyó las manos sobre sus rodillas jadeando en busca de aire por la risa y el esfuerzo.
Se sentía bien ese tipo de juegos, esa camaradería tan familiar para él y que tanto había echado de menos sin percatarse durante el último mes. Si bien en Zemlya era más común que saliera victorioso de este tipo de encuentros debido a su ventaja de altura, no era una novedad desagradable el verse superado por la muy considerable altura de Connor en comparación. "Jodida montaña de tío. En mi mundo te darías con todas las putas puertas" pensó con mofa una vez recuperado del ataque.
-Bailar es una de esas mierdas universales, joder, como la puta música -contestó, contagiándose del estado de ánimo de Connor-. Mira y aprende, capullo.
Y con esas palabras, el zawodny procedió a enseñarle los movimientos de uno de los tipos de baile más populares entre los jóvenes vittyas, de una forma bastante razonable a pesar de no ser un buen bailarín en absoluto, y que no encajaba para nada con la música que sonaba en ese momento.
-¿Susto tú? -se quejó sin dejar de bailar, riendo ante el recuerdo-. ¡No fuiste tú el que se encontró de bruces con jodidos alienígenas sin pelo ni cola ni morro! ¡Casi me da un infarto! ¡Tu hostia al menos me hubiera reanimado!
Si el hecho de que la música no encajara nada con su baile ni con su ritmo le afectaba de alguna manera, Colmillo no dió ninguna muestra de ello. Se estaba divirtiendo, bailando y saltando alrededor de Connor y a veces él solo, sin preocuparse de estar haciendo un evidente ridículo porque, ¿y qué importancia tenía eso? Llevaba ropa mucho más reveladora de lo que acostumbraba y a nadie parecía importarle. ¿Por qué iba a importarles que estuviera bailando rápido una lenta? Claramente todos habían acordado de forma tácita fingir que de puertas para fuera de aquel palacio existía el peligro, el hambre y la muerte, y él no iba a hacer otra cosa más que aprovecharlo al máximo. Y el hecho de que la música hubiera cambiado a algo tan lento que había desmotivado a Connor y niños por igual, no iba a impedírselo.
-¡Venga, no me jodáis! -se quejó sin dejar de bailar y dar saltos alrededor de los tres-. ¡La noche es joven! ¡El día! ¡Lo que sea! No podéis estar ya cansados -les recriminó en broma, a pesar de que llevaba tanto tiempo dando saltos que era él el que empezaba a sentir las extremidades cansadas.
Con la intención de arrastrarlos de vuelta al baile, Colmillo comenzó a bajar la velocidad de sus movimientos, pero no se esperaba el ataque sorpresa a Connor y casi cae al suelo de la risa al verlo sobrepasado por dos cachorros.
-¡Ahí, ahí! -animó alzando los puños y dejándose caer en el suelo a su costado-. ¡En el costado! ¡En el costado!
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
01/03/24, 05:51 pm
A diferencia de Ethan, Nohlem sí había tenido tiempo de fijarse en los bonitos rasgos de sus compañeros, pues si bien podía ser un desastre para algunas cosas, era detallista en las más artísticas. El corte de pelo de Rick y la cascada oscura que resaltaba sus ojos dispares, como en los rasgos duros de Kalna encontraba paradójicamente una profunda calma, que casi podría esconder la totalidad de su cuerpo tras la ancha y maravillosa espalda de Connor… y si bien Ethan era algo descuidado, con un poco de mimo resaltaba como ninguno. Sino que se lo dijeran a él, no tenía más que ver sus labios para perder cualquier hilo de pensamiento. Claro que no era solo trabajo de la obra, también la luz con la que se expone, y ahí, envuelto en el halo de risas y timidez era exageradamente lindo. Sus sonrisas hacían crecer las suyas, y de no ser por el peso de la corona también habría girado la cabeza de cualquier modo para alcanzarlas mejor.
—Les daré las gracias yo también, entonces.
Reacomodó el peso de una pierna a otra, echando un vago vistazo detrás para referirse a los mencionados niños. A cada nueva muestra de vergüenza del londinense una risita que tenía la decencia de ser insonora -pues una cosa era divertirse con su ligue y otra burlarse del mismo- escapaba de su aliento, siempre con nerviosa espectación por si se sobrepasaba con los piropos. No obstante, que demostrase curiosidad por aquello de los ronroneos de una forma tan- ¿¿científica?? fue demasiado. Primero fue un pequeño temblor, y a pesar de que se esforzó por mantener la compostura un bufido de risa le terminó rompiendo. El varmano no pudo contener la carcajada arreada por el insulto mascullado de Ethan, pero al menos reaccionó a tiempo para taparse la sonrisa y callar, especialmente cuando el chico acababa de hacer un ademán de marcha.
—¡Ah-! No, eh…
Alzó ligeramente un brazo en su dirección, mano abierta dispuesta a sujetarle para que no se fuera, congelada en el aire. Guardó silencio, atento a lo que quiera que estuviera cruzando la mente del moreno pues lo mismo no tenía que hacer nada para evitar su huida. Así fue. Las orejas y hombros del varmano cayeron con alivio al tiempo que la comisura de sus labios subió.
—No pasa nada —le dijo en seguida. No es que a él le costase devolver cumplidos pero, ehh, qué más daba. Lo importante es que no le hubiesen abrumado-
Como sí se vio él de repente. La tensión regresó a sus hombros, y de forma mucho más visible esa sorpresa se reflejó en sus ojos, bien abiertos por sus cejas alzadas. Pestañeó un par de veces antes de recuperar la expresión, aunque otra sonrisa no domaba rompió la forma de su boca con una curva idiotizada. Y tal como venía pronosticando, ahí estaba, el primer ronroneo.
—Ah. El beso… Era eso.
Fingir que no lo imaginaba estaba siendo un dolor, y por un momento su discreción fue la de un crío de 12 años con mucho pavo (no muy diferente a lo que era). Tras el pequeño lapsus sus párpados cayeron a media altura como adormilados, mas su sonrisa dictaba todo lo espabilado que realmente estaba. Se incorporó también pues a lo tonto se había ido derritiendo sobre la baranda, observando su rostro -el rojo de las mejillas que tanto había querido ver arder, la dirección a la apuntaban sus ojos huidizos y sus labios, por fin sus labios- con sumo gusto. Las “rrrs” sonaban como olas.
—Ah, no, no, ¡claro! —se apresuró en añadir, sin máscara de malicia, pues temía que por cualquier cosa escapase—. Claro que lo quiero. O sea, como no voy a… —sus vista se quedó en sus labios, y de nuevo en acto reflejo humedeció los suyos—, quererlos…
En movimientos tan tersos como las telas que vestían abandonó el apoyo de la barandilla para dar la espalda al salón de baile, interponiéndose entre el brillo del interior e Ethan. No buscaba acorralarle como pudiera parecer, solo que su propio cuerpo les brindase algo de privacidad.
—Era solo un beso, ¿verdad? —pronunció más bajo, como si a pesar de la distancia y la música alguien pudiera oírlos. Había un matiz de pena en su tono. Sonrió un poquito, pues la seriedad solo le ponía nervioso y su corazón aleteaba alegre—. Si no me gusta te lo devuelvo.
El granta cerró los ojos y se inclinó ligeramente a la espera del beso, pues si la deuda no era suya no se adelantaría a cobrarla, labios entreabiertos al creer en la emoción del momento que sería ahí donde lo recibiese.
—Les daré las gracias yo también, entonces.
Reacomodó el peso de una pierna a otra, echando un vago vistazo detrás para referirse a los mencionados niños. A cada nueva muestra de vergüenza del londinense una risita que tenía la decencia de ser insonora -pues una cosa era divertirse con su ligue y otra burlarse del mismo- escapaba de su aliento, siempre con nerviosa espectación por si se sobrepasaba con los piropos. No obstante, que demostrase curiosidad por aquello de los ronroneos de una forma tan- ¿¿científica?? fue demasiado. Primero fue un pequeño temblor, y a pesar de que se esforzó por mantener la compostura un bufido de risa le terminó rompiendo. El varmano no pudo contener la carcajada arreada por el insulto mascullado de Ethan, pero al menos reaccionó a tiempo para taparse la sonrisa y callar, especialmente cuando el chico acababa de hacer un ademán de marcha.
—¡Ah-! No, eh…
Alzó ligeramente un brazo en su dirección, mano abierta dispuesta a sujetarle para que no se fuera, congelada en el aire. Guardó silencio, atento a lo que quiera que estuviera cruzando la mente del moreno pues lo mismo no tenía que hacer nada para evitar su huida. Así fue. Las orejas y hombros del varmano cayeron con alivio al tiempo que la comisura de sus labios subió.
—No pasa nada —le dijo en seguida. No es que a él le costase devolver cumplidos pero, ehh, qué más daba. Lo importante es que no le hubiesen abrumado-
Como sí se vio él de repente. La tensión regresó a sus hombros, y de forma mucho más visible esa sorpresa se reflejó en sus ojos, bien abiertos por sus cejas alzadas. Pestañeó un par de veces antes de recuperar la expresión, aunque otra sonrisa no domaba rompió la forma de su boca con una curva idiotizada. Y tal como venía pronosticando, ahí estaba, el primer ronroneo.
—Ah. El beso… Era eso.
Fingir que no lo imaginaba estaba siendo un dolor, y por un momento su discreción fue la de un crío de 12 años con mucho pavo (no muy diferente a lo que era). Tras el pequeño lapsus sus párpados cayeron a media altura como adormilados, mas su sonrisa dictaba todo lo espabilado que realmente estaba. Se incorporó también pues a lo tonto se había ido derritiendo sobre la baranda, observando su rostro -el rojo de las mejillas que tanto había querido ver arder, la dirección a la apuntaban sus ojos huidizos y sus labios, por fin sus labios- con sumo gusto. Las “rrrs” sonaban como olas.
—Ah, no, no, ¡claro! —se apresuró en añadir, sin máscara de malicia, pues temía que por cualquier cosa escapase—. Claro que lo quiero. O sea, como no voy a… —sus vista se quedó en sus labios, y de nuevo en acto reflejo humedeció los suyos—, quererlos…
En movimientos tan tersos como las telas que vestían abandonó el apoyo de la barandilla para dar la espalda al salón de baile, interponiéndose entre el brillo del interior e Ethan. No buscaba acorralarle como pudiera parecer, solo que su propio cuerpo les brindase algo de privacidad.
—Era solo un beso, ¿verdad? —pronunció más bajo, como si a pesar de la distancia y la música alguien pudiera oírlos. Había un matiz de pena en su tono. Sonrió un poquito, pues la seriedad solo le ponía nervioso y su corazón aleteaba alegre—. Si no me gusta te lo devuelvo.
El granta cerró los ojos y se inclinó ligeramente a la espera del beso, pues si la deuda no era suya no se adelantaría a cobrarla, labios entreabiertos al creer en la emoción del momento que sería ahí donde lo recibiese.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Palacete
01/03/24, 07:08 pm
—Tú crecerás como un pepino… ¡Y yo como una BERENJENA! ¡Es que… me gusta más el morado!—las risas ondeaban desde su garganta con una euforia difícil de contener. Con las siguientes palabras de Damian los ojos de la niña se entrecerraron por el gozo de quien se sabe ganadora en algo—. ¡Sí que vale ser más alta! ¡Je! Para pillarme tendrás que ponerte tacones… ¡Ya verás! —si alguna vez su amigo sería capaz era cosa del futuro. Por lo pronto ella se había probado los de sus hermanas cientos de veces y sabía que caminar con ese calzado no era tan fácil. Sería de risa si el chiquillo lo intentaba alguna vez.
La churumbel observó el cabello rubio oscuro del niño mientras este le bombardeaba a preguntas.
—¡Esperaaaaa! —le frenó, llevando sus dedos redondeados a la boca del chico y haciendo el gesto de coserle la boca con desesperación. Después su rostro estalló en una gran sonrisa de oreja a oreja, de verdad que creía que cualquier cosa podía quedarle bien—. ¡Sí! ¡Te quedaría super chulo! ¡A mí no me molesta así de largo! ¡Mi madre me echa champú y acondicionador! ¡Lo tengo así de largo desde hace tres añitos y medio! ¡Mis rizuuus son naturales! —aquí había un poco de ofensa—. ¡Me llamo Ania! Tengo diez años y mi cumpleaños es en Diciembreeee —bromeó, respondiendo ya cosas al azar y sin ton ni son debido a aquel interrogatorio espontáneo.
No tuvieron mucho tiempo para saludar a Connor antes de que éste se dejara caer sobre ellos con lentitud.
—¡AVALANCHAAAA! —gritó Ania, haciéndose a un lado mientras giraba como una croqueta. Su pecho subía y bajaba fruto de la excitación que viene cuando alguien más mayor se digna a rebajarse a una actitud un poco más infantil. Tenía que aprovechar esa oportunidad de oro al máximo, así que no le importó que su vestido se ensuciara con el suelo más limpio que había visto nunca—. La verdad es que nu lo veo normal… Damian… hasta está roncando este señor… —su voz solo era la previsible introducción a una ataque cruel.
—¡Ahoraaaa! —vitoreó al ataque. Pronto Colmillo dejó de danzar por los alrededores para realizar un más que justo tres contra uno. Como los costados se encontraban cubiertos la niña optó por las pantorrillas, dejándose toda la respiración en el proceso. En una de esas un pensamiento fugaz cruzó su mente e hizo que reculara rápido hacia atrás hasta acortar distancias con aquel balcón a lo lejos.
—¡Ethaaaaaaaan! —el inconsciente quiso que no se acordara de llamar a Nohlem, por mucho que su figura se encontrara a su lado—. ¡Veeeen! ¡Estamos atacando a Connor! ¡Vamus a hacerle CHAK CHACK en el pelo! —dijo, haciendo el gesto de las tijeras. Ania se acercó dando saltitos hasta quedar a unos metros. El sudor delataba que a pesar del vals que sonaba de fondo las cosas se habían salido de control y entre las habitaciones de ese palacio quedaba ya poca elegancia—. Está… allí… indefenso y he pensado que…
A medida que se acercaba su convicción disminuyó. ¿Qué hacían allí? Si lo divertido estaba en la otra punta. Ania enarcó una ceja confundida, sus manos se dispusieron a arreglar la corona de flores que yacía medio torcida y los mechones rebeldes que pendían fuera de su peinado.
La churumbel observó el cabello rubio oscuro del niño mientras este le bombardeaba a preguntas.
—¡Esperaaaaa! —le frenó, llevando sus dedos redondeados a la boca del chico y haciendo el gesto de coserle la boca con desesperación. Después su rostro estalló en una gran sonrisa de oreja a oreja, de verdad que creía que cualquier cosa podía quedarle bien—. ¡Sí! ¡Te quedaría super chulo! ¡A mí no me molesta así de largo! ¡Mi madre me echa champú y acondicionador! ¡Lo tengo así de largo desde hace tres añitos y medio! ¡Mis rizuuus son naturales! —aquí había un poco de ofensa—. ¡Me llamo Ania! Tengo diez años y mi cumpleaños es en Diciembreeee —bromeó, respondiendo ya cosas al azar y sin ton ni son debido a aquel interrogatorio espontáneo.
No tuvieron mucho tiempo para saludar a Connor antes de que éste se dejara caer sobre ellos con lentitud.
—¡AVALANCHAAAA! —gritó Ania, haciéndose a un lado mientras giraba como una croqueta. Su pecho subía y bajaba fruto de la excitación que viene cuando alguien más mayor se digna a rebajarse a una actitud un poco más infantil. Tenía que aprovechar esa oportunidad de oro al máximo, así que no le importó que su vestido se ensuciara con el suelo más limpio que había visto nunca—. La verdad es que nu lo veo normal… Damian… hasta está roncando este señor… —su voz solo era la previsible introducción a una ataque cruel.
—¡Ahoraaaa! —vitoreó al ataque. Pronto Colmillo dejó de danzar por los alrededores para realizar un más que justo tres contra uno. Como los costados se encontraban cubiertos la niña optó por las pantorrillas, dejándose toda la respiración en el proceso. En una de esas un pensamiento fugaz cruzó su mente e hizo que reculara rápido hacia atrás hasta acortar distancias con aquel balcón a lo lejos.
—¡Ethaaaaaaaan! —el inconsciente quiso que no se acordara de llamar a Nohlem, por mucho que su figura se encontrara a su lado—. ¡Veeeen! ¡Estamos atacando a Connor! ¡Vamus a hacerle CHAK CHACK en el pelo! —dijo, haciendo el gesto de las tijeras. Ania se acercó dando saltitos hasta quedar a unos metros. El sudor delataba que a pesar del vals que sonaba de fondo las cosas se habían salido de control y entre las habitaciones de ese palacio quedaba ya poca elegancia—. Está… allí… indefenso y he pensado que…
A medida que se acercaba su convicción disminuyó. ¿Qué hacían allí? Si lo divertido estaba en la otra punta. Ania enarcó una ceja confundida, sus manos se dispusieron a arreglar la corona de flores que yacía medio torcida y los mechones rebeldes que pendían fuera de su peinado.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Palacete
01/03/24, 09:54 pm
Parpadeó un par de veces, como tratando de ver si la reacción de Rick era real o había sido imaginación suya, un espejismo provocado por la comodidad de sentirse más cerca de casa que nunca y no tener la tensión de la supervivencia de fondo continuo. Al menos parecía real, lo bastante real como para que sonriera con cierta picardía antes de hablar, un pequeño anticipo de lo que se venía.
—No recuerdo haber dicho nada que merezca que te sonrojes de esta manera, pero estás muy mono así. Tendré que intentar que ocurra más a menudo —el filo entre la broma y el ligoteo descarado estaba tan desdibujado que prácticamente no existía. Como para darle más fuerza a sus palabras, Kalna le guiñó el ojo con disimulo antes de hacerle girar.
Se había dicho, no mucho después de llegar, que no había ido allí a ligar, pero no iba a desperdiciar una oportunidad de hacerlo si esta se le presentaba tan en bandeja. Quitando al bruto de Connor, que perdía todo el encanto que le podían dar sus músculos por ser un malhablado y llevar el pelo teñido de un color poco natural, y Szczenyak, que era demasiado poco parecido a un libense, el resto eran guapos. Negarlo era no tener ojos o autoengañarse, y no es que precisamente en su mundo la sexualidad fuera algo oculto.
El poco respeto que le estaban teniendo al vals los críos y Connor le hubiera molestado en otro momento, pero salvo un pequeño “tsk” incontrolable en algún punto, se limitó a disfrutar del baile con Rick. No todo el mundo podía nacer con gusto, qué se le iba a hacer. Seguro que disfrutarían más con la música popular que pegaría más con el baile que había estado haciendo el vittya, y no podía evitar pensar que aquello era algo peor que lo que a ella le gustaba.
A diferencia del halago con el swing, aquel sí lo sentía merecido, y lo recibió con una expresión orgullosa y un leve movimiento de cabeza. Ahora le salía tan natural como respirar, pero recordaba las horas y horas de práctica en su casa. No llegaba a ser tan estricta como sus entrenadoras en el campo de las armas, pero la señora Verna tenía poca paciencia para los errores. Estaba segura de que le gustaría saber que hasta en otros mundos valoraban lo que le había enseñado, pero eso tendría que esperar.
—Tú tampoco lo haces mal. ¿Quién te enseñó? No parece que en tu mundo sea…—dedicó una mirada significativa (y llena de prejuicios) a Connor— común aprender a bailar esto.
Las risas de los niños por el ataque de cosquillas a Connor no lograban opacar la música, que estaba llegando ya a los compases finales. Se le había hecho condenadamente corto, y es que el tiempo volaba cuando lo pasabas bien. Acabó la canción haciendo girar a Rick una vez más antes de separarse e inclinar el pecho en una reverencia profunda.
—Ha sido un placer bailar con usted, señorito Rick. Espero que las circunstancias nos sean propicias para poder repetirlo en otro momento cercano.
Había sido seria de más a posta totalmente, porque le había hecho gracia como había reaccionado Rick la primera vez que lo había hecho y quería volver a probar suerte. Ahora ni siquiera necesitó respuesta, y aunque trató en vano de disimular llevándose la mano a la boca, estaba claro que se estaba riendo.
—No recuerdo haber dicho nada que merezca que te sonrojes de esta manera, pero estás muy mono así. Tendré que intentar que ocurra más a menudo —el filo entre la broma y el ligoteo descarado estaba tan desdibujado que prácticamente no existía. Como para darle más fuerza a sus palabras, Kalna le guiñó el ojo con disimulo antes de hacerle girar.
Se había dicho, no mucho después de llegar, que no había ido allí a ligar, pero no iba a desperdiciar una oportunidad de hacerlo si esta se le presentaba tan en bandeja. Quitando al bruto de Connor, que perdía todo el encanto que le podían dar sus músculos por ser un malhablado y llevar el pelo teñido de un color poco natural, y Szczenyak, que era demasiado poco parecido a un libense, el resto eran guapos. Negarlo era no tener ojos o autoengañarse, y no es que precisamente en su mundo la sexualidad fuera algo oculto.
El poco respeto que le estaban teniendo al vals los críos y Connor le hubiera molestado en otro momento, pero salvo un pequeño “tsk” incontrolable en algún punto, se limitó a disfrutar del baile con Rick. No todo el mundo podía nacer con gusto, qué se le iba a hacer. Seguro que disfrutarían más con la música popular que pegaría más con el baile que había estado haciendo el vittya, y no podía evitar pensar que aquello era algo peor que lo que a ella le gustaba.
A diferencia del halago con el swing, aquel sí lo sentía merecido, y lo recibió con una expresión orgullosa y un leve movimiento de cabeza. Ahora le salía tan natural como respirar, pero recordaba las horas y horas de práctica en su casa. No llegaba a ser tan estricta como sus entrenadoras en el campo de las armas, pero la señora Verna tenía poca paciencia para los errores. Estaba segura de que le gustaría saber que hasta en otros mundos valoraban lo que le había enseñado, pero eso tendría que esperar.
—Tú tampoco lo haces mal. ¿Quién te enseñó? No parece que en tu mundo sea…—dedicó una mirada significativa (y llena de prejuicios) a Connor— común aprender a bailar esto.
Las risas de los niños por el ataque de cosquillas a Connor no lograban opacar la música, que estaba llegando ya a los compases finales. Se le había hecho condenadamente corto, y es que el tiempo volaba cuando lo pasabas bien. Acabó la canción haciendo girar a Rick una vez más antes de separarse e inclinar el pecho en una reverencia profunda.
—Ha sido un placer bailar con usted, señorito Rick. Espero que las circunstancias nos sean propicias para poder repetirlo en otro momento cercano.
Había sido seria de más a posta totalmente, porque le había hecho gracia como había reaccionado Rick la primera vez que lo había hecho y quería volver a probar suerte. Ahora ni siquiera necesitó respuesta, y aunque trató en vano de disimular llevándose la mano a la boca, estaba claro que se estaba riendo.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Palacete
02/03/24, 01:36 am
Las suaves carcajadas de Nohlem se confundieron con parte de la melodía ambiental, el felino no era consciente pero solo con aquel detalle le había arrebatado un enorme peso de encima. Si bien las dudas permanecieron, el ambiente relajado le permitió poder reírse de su propia torpeza, acompañando la felicidad de su compañero con la suya ahora contagiada.
Tras esa bella sonrisa enmarcada en pecas apareció una sorpresa que consideró genuina al nombrar el beso. Ethan temió por un momento tan efímero como corto, pues la aparición de un ronroneo logró reanimar todas las flores que se escondían en el interior de su pecho, un hormigueo constante que germinaba bajo su piel y recorría a cada latido más terreno. Tendría que ser culpa de que aún estaban en el interior, porque si no, no se explicaba el calor repentino.
-Quererlos? -Repitió en bajo tras el felino, parpadeando confuso al no acabar de razonar el uso del plural. Tras eso siguió en silencio su mirada, encontrándose en una suerte de deja vu hipnótico donde si bien se sentía culpable por repetir la misma escena con dos chicos diferentes a la vez se sentía encantado porque fuera así. Verse deseado era tan nostálgico que resultaba hasta egoísta tratar de pensar en ello, bueno, ya tendría tiempo de arrepentirse cuando regresaran al torreón. -El trato era uno… si.. Aunque podemos negociarlo...
No había demasiada convicción en su voz y menos la hubo cuando la pista de baile, las luces danzantes y las risas quedaron opacadas tras la figura de Nohlem. La música pasó a un segundo plano tanto como lo hicieron las voces que ahora notaba distantes, que rápido había desaparecido el enorme palacio sustituido por una elegancia tan radiante como la que tenía al frente. El contraluz dorado realzaba los detalles metálicos de su conjunto, dotando a su capa de un aura grandilocuente que sólo realzaba el porte y la realeza del príncipe falso. Nohlem era como las estrellas que decoraban el cielo, un papel tan bien logrado que aún sabiendo que era mentira lograba hacer a uno dudar sobre su veracidad.
Por ello estuvo a punto de ceder, de caer rendido ante unos encantos irresistibles. Sus manos recorrieron los brazos del pelirrojo en una caricia tan suave que apenas se notó como una brisa, y cuando dejaron de tocar tela para alcanzar piel dejó que sus dedos se pudieran entrelazar con la misma delicadeza entre los del contrario. Era un agarre suave, apenas un simbolismo para compartir de alguna manera el cosquilleo que recorría su cuerpo, pues al fin y al cabo Ethan era mejor hablando con gestos que con palabras.
-Y si no te gusta, me lo devuelves cuantas veces quieras.
Selló la promesa recortando distancias, dejando que la magia del momento guiará sus pasos y cegara su mente de la continua inseguridad que aún persistía en su interior. Quería besarlo, aunque aún no sabía muy bien donde y si bien su trayecto seguía una línea recta hacía los labios rosados del varmano fue una voz mucho más cercana la que le arrancó rápidamente de dicha carretera. La torpeza atropellada con la que regresó a la realidad le hizo depositar un rápido beso sobre una de sus comisuras, un pico fugaz antes de inclinarse sobre uno de sus costados para poder ver quien le había llamado.
-¡Aniol! ¡Voy, voy, dame un minuto! -Rota la burbuja onírica el rojo recuperó de forma turbulenta su rostro, un maremoto emocional que hizo de la timidez una emoción mucho más nítida. Seguían en público, un detalle demasiado grande como para que tratara de ignorarlo. Una de sus manos rompió el enlace para darle un par de toques en el pecho como llamada de atención, aprovechando que tras la enorme capa seguía pasando desapercibido. -Deberíamos volver con el resto…
Murmuró en un tono cómplice para que solo el felino pudiera escucharlo. Había cierto apuro en su voz, como si algún profesor les hubiera pillado haciendo cosas que no debían en horas lectivas. Por ello, para evitar causar un desconcierto mayor salió del escondite por uno de sus costados, permitiendo que sus manos entrecruzadas pudieran permanecer así hasta que la distancia les obligará a separarlas. Solo entonces se dirigió con más ánimo al pequeño, atendiendo a todo lo que le decía con una dulce sonrisa en su rostro y la compañía de un rubor sin suficiente tiempo como para enfriarse.
-Oh, así que está indefenso… hmm… -Giró brevemente el rostro hacía el felino para entender que todo seguía bien pero su vista se quedó congelada en la marca rosada que decoraba parte de su labio. Aterrado colocó ambas manos sobre los hombros del polaco, obligándolo a mantener su atención en la sala de baile y no en el balcón. -¡Ah, Nohlem tienes algo en el rostro, deberías de limpiarte! -Aclaró de espaldas, riendo un tanto nervioso mientras el agarre sobre el pequeño se convertía en unos toquecitos ligeros, animando a que avanzara regreso al palacio.
>>Vale, Aniol tengo una idea… -Acabó regresando al plan en un intentó de desconectar. Sus ojos brillantes por la nueva iniciativa se dirigieron a los de color miel de su compinche. -Esto de normal no debería de hacerse, ¿vale? Pero hoy es una excepción, así que puedes imitarme después de que yo lo haga…. ¡Solo por hoy!
Sentenció con una amplía sonrisa a medida que recogía su faldón para que no rozara contra el suelo. Sabía que pronto se arrepentiría de una idea así, y que probablemente tendría que regresar a casa cojeando, pero un día era un día y hoy se encontraba especialmente caprichoso. Por eso, guardando todo el aire posible en sus pulmones y anclando sus manos en la tela echó a correr hacía los caídos.
-¡¡CONNOR PIENSA RÁPIDO!!
Gritó como única advertencia y si bien nunca llegó a saltar como le gustaría, avanzó lo suficientemente lejos como para que cuando el primer tropezón apareciera su meta ya estuviera cumplida. Ethan acabó cayendo en plancha, con el único objetivo de aplastar al pelirrosa bajó telas y músculo.
Tras esa bella sonrisa enmarcada en pecas apareció una sorpresa que consideró genuina al nombrar el beso. Ethan temió por un momento tan efímero como corto, pues la aparición de un ronroneo logró reanimar todas las flores que se escondían en el interior de su pecho, un hormigueo constante que germinaba bajo su piel y recorría a cada latido más terreno. Tendría que ser culpa de que aún estaban en el interior, porque si no, no se explicaba el calor repentino.
-Quererlos? -Repitió en bajo tras el felino, parpadeando confuso al no acabar de razonar el uso del plural. Tras eso siguió en silencio su mirada, encontrándose en una suerte de deja vu hipnótico donde si bien se sentía culpable por repetir la misma escena con dos chicos diferentes a la vez se sentía encantado porque fuera así. Verse deseado era tan nostálgico que resultaba hasta egoísta tratar de pensar en ello, bueno, ya tendría tiempo de arrepentirse cuando regresaran al torreón. -El trato era uno… si.. Aunque podemos negociarlo...
No había demasiada convicción en su voz y menos la hubo cuando la pista de baile, las luces danzantes y las risas quedaron opacadas tras la figura de Nohlem. La música pasó a un segundo plano tanto como lo hicieron las voces que ahora notaba distantes, que rápido había desaparecido el enorme palacio sustituido por una elegancia tan radiante como la que tenía al frente. El contraluz dorado realzaba los detalles metálicos de su conjunto, dotando a su capa de un aura grandilocuente que sólo realzaba el porte y la realeza del príncipe falso. Nohlem era como las estrellas que decoraban el cielo, un papel tan bien logrado que aún sabiendo que era mentira lograba hacer a uno dudar sobre su veracidad.
Por ello estuvo a punto de ceder, de caer rendido ante unos encantos irresistibles. Sus manos recorrieron los brazos del pelirrojo en una caricia tan suave que apenas se notó como una brisa, y cuando dejaron de tocar tela para alcanzar piel dejó que sus dedos se pudieran entrelazar con la misma delicadeza entre los del contrario. Era un agarre suave, apenas un simbolismo para compartir de alguna manera el cosquilleo que recorría su cuerpo, pues al fin y al cabo Ethan era mejor hablando con gestos que con palabras.
-Y si no te gusta, me lo devuelves cuantas veces quieras.
Selló la promesa recortando distancias, dejando que la magia del momento guiará sus pasos y cegara su mente de la continua inseguridad que aún persistía en su interior. Quería besarlo, aunque aún no sabía muy bien donde y si bien su trayecto seguía una línea recta hacía los labios rosados del varmano fue una voz mucho más cercana la que le arrancó rápidamente de dicha carretera. La torpeza atropellada con la que regresó a la realidad le hizo depositar un rápido beso sobre una de sus comisuras, un pico fugaz antes de inclinarse sobre uno de sus costados para poder ver quien le había llamado.
-¡Aniol! ¡Voy, voy, dame un minuto! -Rota la burbuja onírica el rojo recuperó de forma turbulenta su rostro, un maremoto emocional que hizo de la timidez una emoción mucho más nítida. Seguían en público, un detalle demasiado grande como para que tratara de ignorarlo. Una de sus manos rompió el enlace para darle un par de toques en el pecho como llamada de atención, aprovechando que tras la enorme capa seguía pasando desapercibido. -Deberíamos volver con el resto…
Murmuró en un tono cómplice para que solo el felino pudiera escucharlo. Había cierto apuro en su voz, como si algún profesor les hubiera pillado haciendo cosas que no debían en horas lectivas. Por ello, para evitar causar un desconcierto mayor salió del escondite por uno de sus costados, permitiendo que sus manos entrecruzadas pudieran permanecer así hasta que la distancia les obligará a separarlas. Solo entonces se dirigió con más ánimo al pequeño, atendiendo a todo lo que le decía con una dulce sonrisa en su rostro y la compañía de un rubor sin suficiente tiempo como para enfriarse.
-Oh, así que está indefenso… hmm… -Giró brevemente el rostro hacía el felino para entender que todo seguía bien pero su vista se quedó congelada en la marca rosada que decoraba parte de su labio. Aterrado colocó ambas manos sobre los hombros del polaco, obligándolo a mantener su atención en la sala de baile y no en el balcón. -¡Ah, Nohlem tienes algo en el rostro, deberías de limpiarte! -Aclaró de espaldas, riendo un tanto nervioso mientras el agarre sobre el pequeño se convertía en unos toquecitos ligeros, animando a que avanzara regreso al palacio.
>>Vale, Aniol tengo una idea… -Acabó regresando al plan en un intentó de desconectar. Sus ojos brillantes por la nueva iniciativa se dirigieron a los de color miel de su compinche. -Esto de normal no debería de hacerse, ¿vale? Pero hoy es una excepción, así que puedes imitarme después de que yo lo haga…. ¡Solo por hoy!
Sentenció con una amplía sonrisa a medida que recogía su faldón para que no rozara contra el suelo. Sabía que pronto se arrepentiría de una idea así, y que probablemente tendría que regresar a casa cojeando, pero un día era un día y hoy se encontraba especialmente caprichoso. Por eso, guardando todo el aire posible en sus pulmones y anclando sus manos en la tela echó a correr hacía los caídos.
-¡¡CONNOR PIENSA RÁPIDO!!
Gritó como única advertencia y si bien nunca llegó a saltar como le gustaría, avanzó lo suficientemente lejos como para que cuando el primer tropezón apareciera su meta ya estuviera cumplida. Ethan acabó cayendo en plancha, con el único objetivo de aplastar al pelirrosa bajó telas y músculo.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Palacete
03/03/24, 10:12 am
A Connor le estaba costando no romper su rol dormilón y empezar a descojonarse allí mismo. Todo en aquel ambiente festivo parecía jodidamente dispuesto a hacerle olvidar la puta lista de mierdas que debían preocuparle del exterior... Los comentarios de Szcheniak y su baile tradicional o la rapidez con la que Damian y Aniol se habían metido de cabeza en aquel estúpido juego y habían rodado para no ser aplastados y ahora estaban criticándolo en su cara por quedarse dormido... Si, el motero se estaba dejando llevar por esa cálida tranquilidad que le brindaban sus amigos, porque... ¿Qué sentido tenía no hacerlo de vez en cuando en aquella ciudad de los cojones? No sabían cuando les caería la próxima desgracia del cielo para abrirles la puta cabeza.
-No, no, no...- Murmuró "entre sueños" ante las palabras del cánido por hacer que bailaran. Podía escuchar sus pasos de un lado a otro todavía bailando, y eso hizo que esbozara una leve sonrisa antes de volver veloz a su papel. Bostezó sonora, forzada y falsamente antes de hablar.- Cinco... cinco minutitos más....- Siguiendo su actuación, Connor levantaría ambos brazos como si estuviera sonámbulo para dirigirlos hacia los pequeños. Dos largos brazos de grúa con intención de amenazar "inconscientemente" la seguridad de lo niños mediante empujones. Pero su plan se vio truncado en cuanto escuchó la voz de Aniol ordenando un ataque, que no tardó en tratarse de....¡PUTAS COSQUILLAS!
Los ojos de Connor se abrieron de golpe, saliendo de su actitud dormilona para intentar cerrarse como una jodida tortuga y evitar los ataques de los enanos traidores. En vano. Y pronto, muy muy pronto, las carcajadas graves y desternillantes del motero salieron de su garganta con una gran fuerza en la sala.
-¡NO NO NO NO NO! ¡TRAIDORES DE LOS COJO.... JASJAJAJAJJA.... COF COF!- Las risas lo cortaron de inmediato, y es que no era para menos. Mientras Damian lo atacaba en el costado, Aniol había dedicado sus esfuerzos en sus pantorrillas. Su estrategia, como una especie de deja vú a cuando le atacó Ethan en el patio, se trató de intentar convertirse en una puta anguila y revolverse como podía. Eso sí, con mucho más cuidado porque no quería mandar a los niños por los aires sin querer, y sobretodo porque salir de ahí sería muy fácil pero no quería estropearles la diversión a aquellos cabroncetes. Así que a pesar de las cosquillas y sus espasmos incontrolables, Connor se controló para permitir que los niños siguieran así mientras él gritaba "terriblemente ofendido".- ¡OS VAIS A ENTERAR! ¡SOY EL GUARDAESPALDAS REAL, JODER! ¡CUANDO SALGA ESTÁIS JODIDOS! ¡ESTO ES LA PUTA GUERRA!- Exclamó entre gritos y risas, mientras ahora sí, escuchó las carcajadas y ánimos de Szcheniak justo al lado suya en el suelo...-¿EH? ¡TÚ ESTÁS MÁS JODIDO TODAVÍA, CABRONAZO!- Amenazó entre espasmos y risas mientras intentaba alcanzar con una de sus manos al cánido, sin mucho éxito.
Sin embargo, notó un debilitamiento en el equipo contrario. La Princesa Lavanda, Ania, había abandonado a Damian para buscar a Ethan y convencerle de unirse... Y a todo eso... ¿Dónde cojones estaban Ethan y Nohlem? Porque con tanto baile y diversión primero con el italiano y luego con el cánido la verdad es que había perdido de vista a aquellos cabronazos. El motero no tardaría en aparcar esa pregunta para darle un giro de tuerca a aquella "pelea". Damian ya no tenía a Aniol a su lado y decidió que era un buen momento para dejar de hacerse el puto indefenso. Con facilidad pasmosa Connor le daría la vuelta a la situación, incorporándose un poco para lanzar su mano como una pinza de acero a las costillas de Damian y empezar a devolverle todas las cosquillas.
-¡Eso por abandonarme antes, cabroncete traidor! ¡Nadie abandona a Connor Wright, joder! ¡Y tienes la voz hecha una puta mierda, pareces una vieja!- Aún en el suelo, Connor seguiría atacando al italiano en las costillas antes de girarse un momento hacia Szcheniak.- Aún no me he olvidado de ti... ¡Después es tu turno, futuro calvo de mierda!- La sonrisa y diversión era más que evidente en el rostro del motero, con una risas intermitentes que se escapaban al ver el justo sufrimiento del italiano. En aquel momento no era para nada consciente, pero al Connor del pasado le habría parecido una auténtica puta locura estar así: Tirado en el suelo, haciendo cosquillas y pasándoselo bien con unos desconocidos... Pero joder, es que ya no eran para nada desconocidos... Y los vínculos que se hacían bajo toneladas de puto sufrimiento, amargura y supervivencia podían ser jodidamente fuertes. Vivir en el club Wyverns te enseñaba rápido esa lección.
Quizás por pasárselo justamente tan bien, fue incapaz de darse cuenta de aquella figura que corría rápidamente en su dirección hasta que fue demasiado tarde. Se trataba de Ethan y su aviso era un puto mal chiste, porque Connor fue incapaz de pensar rápidamente en nada más allá de levantar un poco los brazos para intentar frenar aquel cuerpo que se proyectaba en plancha hacia él. Sin mucho éxito.
-¡Espera, esper-.... ¡AGGGAAH!- Su voz se vio interrumpida de forma seca y violenta en cuanto el cuerpo de Ethan impactó con el suyo. El aire en sus pulmones se escapó con más facilidad que él fumándose cinco cigarrillos a la vez, y un quejido salió de su garganta como si la vida misma se le estuviera escapando del puto pecho. Puede que Ethan no fuera el más pesado del grupo, pero seguían siendo unos buenos kilos cayendo encima de él con la gravedad reclamándole. Así que Connor estaba oficialmente noqueado ante aquello. Por si acaso, el puñetero remate no tardó en llegar en cuanto notó otro peso extra encima de Ethan y por tanto encima suya. No demasiado pero lo justo como para que Connor soltara otro quejido y no tardara en ver qué se trataba de Ania. Al principio, el japonés y la polaca no notarían nada, pero luego verían cómo subían y bajaban un poco debido al pecho de Connor. Y luego le siguieron las risas graves y sonoras del motero otra vez.- No he pensado rápido, no joder...- Le diría divertido y herido a un Ethan que de repente estaba muy cerca suya. Sus labios rosados y un maquillaje que solo realzaba sus facciones. Notó un leve calor familiar y recordó fugazmente lo ocurrido en los probadores... Pero quedó rápidamente solapado y olvidado debido a todo el contexto de la escena, que no estaban solos y a lo bien que se lo estaba pasando con todo aquello.
Y sobre todo porque la venganza no tardaría en llegar.
Connor, tan largo como era, extendió ambos brazos para hacer una especie de cárcel alrededor de Ethan y luego Aniol justo encima. Rodeándolos como podía en una especie de fuerte abrazo de oso para evitar que escaparan. Inspiró con fuerza y...
-¡AHORA, CABRONES! ¡AL ATAQUE!- Les gritó a Szcheniak y a Damian mientras seguia haciendo fuerza con su ferrero abrazo. Inspiró de nuevo para coger aire y volvió a hablar con tono dramático para alimentar aquel juego.-¡Abajo el reinado de la Princesa Ania y su consejero real!- Breve silencio.- ¡COJONES!-
-No, no, no...- Murmuró "entre sueños" ante las palabras del cánido por hacer que bailaran. Podía escuchar sus pasos de un lado a otro todavía bailando, y eso hizo que esbozara una leve sonrisa antes de volver veloz a su papel. Bostezó sonora, forzada y falsamente antes de hablar.- Cinco... cinco minutitos más....- Siguiendo su actuación, Connor levantaría ambos brazos como si estuviera sonámbulo para dirigirlos hacia los pequeños. Dos largos brazos de grúa con intención de amenazar "inconscientemente" la seguridad de lo niños mediante empujones. Pero su plan se vio truncado en cuanto escuchó la voz de Aniol ordenando un ataque, que no tardó en tratarse de....¡PUTAS COSQUILLAS!
Los ojos de Connor se abrieron de golpe, saliendo de su actitud dormilona para intentar cerrarse como una jodida tortuga y evitar los ataques de los enanos traidores. En vano. Y pronto, muy muy pronto, las carcajadas graves y desternillantes del motero salieron de su garganta con una gran fuerza en la sala.
-¡NO NO NO NO NO! ¡TRAIDORES DE LOS COJO.... JASJAJAJAJJA.... COF COF!- Las risas lo cortaron de inmediato, y es que no era para menos. Mientras Damian lo atacaba en el costado, Aniol había dedicado sus esfuerzos en sus pantorrillas. Su estrategia, como una especie de deja vú a cuando le atacó Ethan en el patio, se trató de intentar convertirse en una puta anguila y revolverse como podía. Eso sí, con mucho más cuidado porque no quería mandar a los niños por los aires sin querer, y sobretodo porque salir de ahí sería muy fácil pero no quería estropearles la diversión a aquellos cabroncetes. Así que a pesar de las cosquillas y sus espasmos incontrolables, Connor se controló para permitir que los niños siguieran así mientras él gritaba "terriblemente ofendido".- ¡OS VAIS A ENTERAR! ¡SOY EL GUARDAESPALDAS REAL, JODER! ¡CUANDO SALGA ESTÁIS JODIDOS! ¡ESTO ES LA PUTA GUERRA!- Exclamó entre gritos y risas, mientras ahora sí, escuchó las carcajadas y ánimos de Szcheniak justo al lado suya en el suelo...-¿EH? ¡TÚ ESTÁS MÁS JODIDO TODAVÍA, CABRONAZO!- Amenazó entre espasmos y risas mientras intentaba alcanzar con una de sus manos al cánido, sin mucho éxito.
Sin embargo, notó un debilitamiento en el equipo contrario. La Princesa Lavanda, Ania, había abandonado a Damian para buscar a Ethan y convencerle de unirse... Y a todo eso... ¿Dónde cojones estaban Ethan y Nohlem? Porque con tanto baile y diversión primero con el italiano y luego con el cánido la verdad es que había perdido de vista a aquellos cabronazos. El motero no tardaría en aparcar esa pregunta para darle un giro de tuerca a aquella "pelea". Damian ya no tenía a Aniol a su lado y decidió que era un buen momento para dejar de hacerse el puto indefenso. Con facilidad pasmosa Connor le daría la vuelta a la situación, incorporándose un poco para lanzar su mano como una pinza de acero a las costillas de Damian y empezar a devolverle todas las cosquillas.
-¡Eso por abandonarme antes, cabroncete traidor! ¡Nadie abandona a Connor Wright, joder! ¡Y tienes la voz hecha una puta mierda, pareces una vieja!- Aún en el suelo, Connor seguiría atacando al italiano en las costillas antes de girarse un momento hacia Szcheniak.- Aún no me he olvidado de ti... ¡Después es tu turno, futuro calvo de mierda!- La sonrisa y diversión era más que evidente en el rostro del motero, con una risas intermitentes que se escapaban al ver el justo sufrimiento del italiano. En aquel momento no era para nada consciente, pero al Connor del pasado le habría parecido una auténtica puta locura estar así: Tirado en el suelo, haciendo cosquillas y pasándoselo bien con unos desconocidos... Pero joder, es que ya no eran para nada desconocidos... Y los vínculos que se hacían bajo toneladas de puto sufrimiento, amargura y supervivencia podían ser jodidamente fuertes. Vivir en el club Wyverns te enseñaba rápido esa lección.
Quizás por pasárselo justamente tan bien, fue incapaz de darse cuenta de aquella figura que corría rápidamente en su dirección hasta que fue demasiado tarde. Se trataba de Ethan y su aviso era un puto mal chiste, porque Connor fue incapaz de pensar rápidamente en nada más allá de levantar un poco los brazos para intentar frenar aquel cuerpo que se proyectaba en plancha hacia él. Sin mucho éxito.
-¡Espera, esper-.... ¡AGGGAAH!- Su voz se vio interrumpida de forma seca y violenta en cuanto el cuerpo de Ethan impactó con el suyo. El aire en sus pulmones se escapó con más facilidad que él fumándose cinco cigarrillos a la vez, y un quejido salió de su garganta como si la vida misma se le estuviera escapando del puto pecho. Puede que Ethan no fuera el más pesado del grupo, pero seguían siendo unos buenos kilos cayendo encima de él con la gravedad reclamándole. Así que Connor estaba oficialmente noqueado ante aquello. Por si acaso, el puñetero remate no tardó en llegar en cuanto notó otro peso extra encima de Ethan y por tanto encima suya. No demasiado pero lo justo como para que Connor soltara otro quejido y no tardara en ver qué se trataba de Ania. Al principio, el japonés y la polaca no notarían nada, pero luego verían cómo subían y bajaban un poco debido al pecho de Connor. Y luego le siguieron las risas graves y sonoras del motero otra vez.- No he pensado rápido, no joder...- Le diría divertido y herido a un Ethan que de repente estaba muy cerca suya. Sus labios rosados y un maquillaje que solo realzaba sus facciones. Notó un leve calor familiar y recordó fugazmente lo ocurrido en los probadores... Pero quedó rápidamente solapado y olvidado debido a todo el contexto de la escena, que no estaban solos y a lo bien que se lo estaba pasando con todo aquello.
Y sobre todo porque la venganza no tardaría en llegar.
Connor, tan largo como era, extendió ambos brazos para hacer una especie de cárcel alrededor de Ethan y luego Aniol justo encima. Rodeándolos como podía en una especie de fuerte abrazo de oso para evitar que escaparan. Inspiró con fuerza y...
-¡AHORA, CABRONES! ¡AL ATAQUE!- Les gritó a Szcheniak y a Damian mientras seguia haciendo fuerza con su ferrero abrazo. Inspiró de nuevo para coger aire y volvió a hablar con tono dramático para alimentar aquel juego.-¡Abajo el reinado de la Princesa Ania y su consejero real!- Breve silencio.- ¡COJONES!-
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Palacete
03/03/24, 01:40 pm
El neoyorquino no tenía a la suerte de su lado en ese momento, tal y como entendió en cuanto vio la sonrisa pícara de Kalna. Cada palabra que dijo, por desgracia para Rick y para gusto de la libense, solo hacía que el rubor aumentara más de tono. De la vergüenza algunos pasos le salieron algo mal, pero no tardó en corregirlos para no liarla y acabar sumando una caída más al baile. Le estaba costando horrores encontrar algo que responder entre tanto nervio y el guiño fue la guinda que cortocircuitó su cabeza que ya estaba trabajando a duras penas. Se dejó llevar con el giro y, al volver, apartó la cabeza a un lado todo lo rojo que podía ponerse, consiguiendo de milagro soltar un "muy expresivo": -Oh. Eh...- Nunca había tenido problemas para recibir fichas y algo de experiencia tenía con los tonteos, pero esta vez le había tomado tan desprevenido que de golpe se encontraba como un completo novato al que le llegaba un primer comentario así.
El silencio mientras disfrutaban del vals al menos le sirvió para ir calmando el corte, aprovechando para ver como seguía el resto. Los peques seguían hablando animadamente y Connor y Szczenyak bailaban a su manera aquella música. Tenía algo de curiosidad por el baile del vittya, no reconocía sus pasos y, entre lo independiente que iba de los compases y el traje de su compañero, desde luego le resultaba vistoso. -(Podría preguntarle en algún momento si me enseña, no todos los días se pueden aprender bailes de otros mundos)- pensó divertido. Ya que estaba dispuesto a enseñar algunos de La Tierra a la libense, aunque la oferta la extendería con gusto a quién quisiera, le encantaría también estar en el papel del alumno. Aunque volviendo a sus compañeros, Rick echó un par de miradas a su alrededor aprovechando los movimientos y giros para buscar a Ethan y Nohlem. No se había fijado a dónde habían ido, pero no podían estar lejos, ¿no?
Le alegro que el cumplido lo aceptara sin problemas esa vez, respondiendo a su expresión con una ligerísima sonrisa. Ahora que ya estaba más en calma, esperaba poder hablar sin trabarse. -Gracias- dijo satisfecho por el halago seguido de una risilla disimulada con la mirada hacia Connor al hacer la pregunta. -Ahora ya no mucho, pero sigue habiendo profesores y gente interesada. Estuve yendo unos años a una academia de baile y el vals fue uno de los que aprendí- explicó con un poquito de nostalgia. Era una pena que la cerraran, pero aún así el contacto con algunos amigos que había hecho allí no se perdió en el tiempo y de vez en cuando cuando estaban libres quedaban para practicar por su cuenta.
Las últimas notas de la canción coincidieron con un último giro en el que puso toda su elegancia para darle un bonito cierre a la pieza. Encantado con lo divertido que había sido el baile, el neoyorquino devolvió sonriente el gesto e hizo otra reverencia llevando una mano al pecho y la otra a la espalda. -Lo mismo digo, señorita Kalna. Ha sido todo un honor compartir estos bailes con usted- dijo en su mayor intento de cortesía, aunque alguna risilla se escapaba entre las palabras por el exceso de su compañera. Y de nuevo, otra risa que esta vez solo lo ruborizó un poquito. Por eso mismo tuvo la fuerza para responder a la "broma" anterior y devolvérsela por lo de antes, pero con lo que no contaba fue que su respuesta venía con retroceso en su contra. -Y por cierto, creo que me esforzaré también para que eso ocurra más a menudo- fue diciendo mientras se levantaba con una pizca de picaresca, recalcando a lo que se refería con un ligero movimiento de cabeza y dejando implícito que también le resultaba agradable su risa. Claro que la vergüenza no se había ido del todo antes, así que hacia el final de la frase fue hablando un poco más lento a medida de que se daba cuenta de lo íntimo que podía sonar y aumentando un poco más el rojo de sus mejillas.
Menos mal que a la vez que acababa, el griterío al otro lado de la sala le daba un motivo para apartar la mirada y ver qué estaba haciendo el resto. El chico estalló en carcajadas casi como si fuera él quien estuviera recibiendo el ataque de cosquillas. El pobre Connor estaba recibiendo por todos lados, ya fuera por los niños como por Szczenyak que los vitoreaba para que siguieran o Ethan, que se le acababa de tirar encima. Fue un pequeño alivio ver que el británico y el varmano estaban bien, pero lo que más llamaba la atención era todo el jaleo que estaban organizando. -Esta es con diferencia la revolución más rara que conozco- comentó hacia el grupo con los brazos en jarra mientras se partía con la situación.
El silencio mientras disfrutaban del vals al menos le sirvió para ir calmando el corte, aprovechando para ver como seguía el resto. Los peques seguían hablando animadamente y Connor y Szczenyak bailaban a su manera aquella música. Tenía algo de curiosidad por el baile del vittya, no reconocía sus pasos y, entre lo independiente que iba de los compases y el traje de su compañero, desde luego le resultaba vistoso. -(Podría preguntarle en algún momento si me enseña, no todos los días se pueden aprender bailes de otros mundos)- pensó divertido. Ya que estaba dispuesto a enseñar algunos de La Tierra a la libense, aunque la oferta la extendería con gusto a quién quisiera, le encantaría también estar en el papel del alumno. Aunque volviendo a sus compañeros, Rick echó un par de miradas a su alrededor aprovechando los movimientos y giros para buscar a Ethan y Nohlem. No se había fijado a dónde habían ido, pero no podían estar lejos, ¿no?
Le alegro que el cumplido lo aceptara sin problemas esa vez, respondiendo a su expresión con una ligerísima sonrisa. Ahora que ya estaba más en calma, esperaba poder hablar sin trabarse. -Gracias- dijo satisfecho por el halago seguido de una risilla disimulada con la mirada hacia Connor al hacer la pregunta. -Ahora ya no mucho, pero sigue habiendo profesores y gente interesada. Estuve yendo unos años a una academia de baile y el vals fue uno de los que aprendí- explicó con un poquito de nostalgia. Era una pena que la cerraran, pero aún así el contacto con algunos amigos que había hecho allí no se perdió en el tiempo y de vez en cuando cuando estaban libres quedaban para practicar por su cuenta.
Las últimas notas de la canción coincidieron con un último giro en el que puso toda su elegancia para darle un bonito cierre a la pieza. Encantado con lo divertido que había sido el baile, el neoyorquino devolvió sonriente el gesto e hizo otra reverencia llevando una mano al pecho y la otra a la espalda. -Lo mismo digo, señorita Kalna. Ha sido todo un honor compartir estos bailes con usted- dijo en su mayor intento de cortesía, aunque alguna risilla se escapaba entre las palabras por el exceso de su compañera. Y de nuevo, otra risa que esta vez solo lo ruborizó un poquito. Por eso mismo tuvo la fuerza para responder a la "broma" anterior y devolvérsela por lo de antes, pero con lo que no contaba fue que su respuesta venía con retroceso en su contra. -Y por cierto, creo que me esforzaré también para que eso ocurra más a menudo- fue diciendo mientras se levantaba con una pizca de picaresca, recalcando a lo que se refería con un ligero movimiento de cabeza y dejando implícito que también le resultaba agradable su risa. Claro que la vergüenza no se había ido del todo antes, así que hacia el final de la frase fue hablando un poco más lento a medida de que se daba cuenta de lo íntimo que podía sonar y aumentando un poco más el rojo de sus mejillas.
Menos mal que a la vez que acababa, el griterío al otro lado de la sala le daba un motivo para apartar la mirada y ver qué estaba haciendo el resto. El chico estalló en carcajadas casi como si fuera él quien estuviera recibiendo el ataque de cosquillas. El pobre Connor estaba recibiendo por todos lados, ya fuera por los niños como por Szczenyak que los vitoreaba para que siguieran o Ethan, que se le acababa de tirar encima. Fue un pequeño alivio ver que el británico y el varmano estaban bien, pero lo que más llamaba la atención era todo el jaleo que estaban organizando. -Esta es con diferencia la revolución más rara que conozco- comentó hacia el grupo con los brazos en jarra mientras se partía con la situación.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
03/03/24, 01:53 pm
Seguido de una risa maliciosa, Damian disfrutó cada segundo después de que Connor despertara y se retorciese en sí mismo con sus cosquillas mortales. Aniol le siguió el juego y era imposible ya defenderse con dos flancos a la vez.
—Vamos Erseniac, a reventarlooooo. Vamooooos —celebró cuando el peludo se les unió. Cuantos mas fuesen mejor, más sufrimiento para el crestudo—. Tu no te escaparás de aquíiii cabronazo.
Pero el que sí que pareció marchar por el momento fue Ania, a grito de Ethan en su boca. El chico sonrió ante esto, capaz y le harían cosquillas todos juntos al más grande de todos. Lo malo era que Connor no estaba del todo indefenso y Damian bajó la guardia, sintiendo la garra del motero en todas sus costillas y cayendo al suelo en un revoltijo de cosquillas.
—AHHHAGHAGHAG. Vieja tu madreeehfdASHAGAHGAHHGAH—no podía parar de reír, emitiendo un sonido que parecía más una tetera hirviendo que otra cosa por lo jodida que tenía la garganta. Intentó menearse lo más que pudo pero el tío era demasiado fuerte, tan solo le quedaba sufrir y llorar de risa sin que sobrasen gestos de declaración de guerra hacia Connor, dando guantazos a su brazo que poco éxito tenían en frenarlo—. AHJSAHSG. Ayudame szeniarAJJASHSAJH, ayudaaaAASGFGSF —imploró al vittya con una sonrisa involuntaria y extendiendo una mano hacia él.
Su traje estaba ya hecho unos zorros, su peinado de antaño ya perdido del todo y el maquillaje corrido y emborronado por varias partes. Pero qué mas daba, era su noche y aunque tuviese que pasar también por las cosquillas se lo pasaba pipa.
La ayuda no tardó en llegar en forma de un ataque aéreo. El bombardeo humano Ethan llegó a rescatar al soldado caído en un golpe seco. Ania sirvió de refuerzo balístico, cayendo también encima.
—Tomaaaa ese Ethan y esa Aniaaaa, bombardeooooooo —jadeando celebro con los puños al aire y saltando en el sitio.
Pero ahí llegó el dilema, pues Connor se empezaría a vengar de los dos. Estaban presos entre los brazos del motero quien ordenó como un general a sus tropas atacar a los prisioneros de guerra.
Y claro que obedecería, era un todos contra todos. En un “grito” de guerra Damian se echó encima de su mejor amigo y de Ethan, atacando los costados con ganas. Ya lo sintió mucho por la princesa pero ahí todos saldrían con cosquillas en el cuerpo.
—Abajoooo el reinadoooooo. Aaaaaaaaaa —sus gritos ya sonaban como si se hubiese fumado cuarenta cajas de cigarrillos asquerosos de Connor.
—Vamos Erseniac, a reventarlooooo. Vamooooos —celebró cuando el peludo se les unió. Cuantos mas fuesen mejor, más sufrimiento para el crestudo—. Tu no te escaparás de aquíiii cabronazo.
Pero el que sí que pareció marchar por el momento fue Ania, a grito de Ethan en su boca. El chico sonrió ante esto, capaz y le harían cosquillas todos juntos al más grande de todos. Lo malo era que Connor no estaba del todo indefenso y Damian bajó la guardia, sintiendo la garra del motero en todas sus costillas y cayendo al suelo en un revoltijo de cosquillas.
—AHHHAGHAGHAG. Vieja tu madreeehfdASHAGAHGAHHGAH—no podía parar de reír, emitiendo un sonido que parecía más una tetera hirviendo que otra cosa por lo jodida que tenía la garganta. Intentó menearse lo más que pudo pero el tío era demasiado fuerte, tan solo le quedaba sufrir y llorar de risa sin que sobrasen gestos de declaración de guerra hacia Connor, dando guantazos a su brazo que poco éxito tenían en frenarlo—. AHJSAHSG. Ayudame szeniarAJJASHSAJH, ayudaaaAASGFGSF —imploró al vittya con una sonrisa involuntaria y extendiendo una mano hacia él.
Su traje estaba ya hecho unos zorros, su peinado de antaño ya perdido del todo y el maquillaje corrido y emborronado por varias partes. Pero qué mas daba, era su noche y aunque tuviese que pasar también por las cosquillas se lo pasaba pipa.
La ayuda no tardó en llegar en forma de un ataque aéreo. El bombardeo humano Ethan llegó a rescatar al soldado caído en un golpe seco. Ania sirvió de refuerzo balístico, cayendo también encima.
—Tomaaaa ese Ethan y esa Aniaaaa, bombardeooooooo —jadeando celebro con los puños al aire y saltando en el sitio.
Pero ahí llegó el dilema, pues Connor se empezaría a vengar de los dos. Estaban presos entre los brazos del motero quien ordenó como un general a sus tropas atacar a los prisioneros de guerra.
Y claro que obedecería, era un todos contra todos. En un “grito” de guerra Damian se echó encima de su mejor amigo y de Ethan, atacando los costados con ganas. Ya lo sintió mucho por la princesa pero ahí todos saldrían con cosquillas en el cuerpo.
—Abajoooo el reinadoooooo. Aaaaaaaaaa —sus gritos ya sonaban como si se hubiese fumado cuarenta cajas de cigarrillos asquerosos de Connor.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Palacete
03/03/24, 08:40 pm
Los ánimos de Colmillo a los niños fueron perdiendo fuerza y se volvieron inteligibles a medida que la risa le dominaba. Parecía una idea tan ridícula estar haciendo una chiquillada como aquella en un salón como ese que eso solo sumó diversión a toda la escena. El vittya ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que se había reído tanto, pero en ese momento era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera lo divertido que era ver a Connor superado por dos niños pequeños.
-¡Mi pelo no se toca, cabrón! ¡Por encima de mi cadáver! -gritó entre risas en respuesta a las amenazas y los intentos de alcanzarle del motero.
Aniol no tardó en tener la magnifica idea de pedir refuerzos y salió corriendo en busca de Ethan gritando su nombre, momento en el que Connor aprovechó para girar las tornas y atacar a Damián con cosquillas, quien pidió ayuda a Colmillo a gritos.
-¡Oye, tú! ¡Métete con alguien de tu tamaño! -le retó zawodny, con la intención de levantarse y lanzarse contra el motero en ayuda del niño, como si de alguna manera un Damián y un Colmillo llegaran a hacer un Connor entero.
Por suerte, Szczenyak pudo evitar la vergüenza de ser superado siendo mayoría cuando Aniol y los refuerzos llegaron a la carrera y se tiraron sobre el motero. Colmillo volvió a caer al suelo con un nuevo ataque de risa, contagiando su propia felicidad con la de los demás. Todo se sentía tan familiar y divertido, tan despreocupado. El vittya no dudó en aferrarse a esos sentimientos con fuerza, esquivando cualquier pensamiento intrusivo de miedo o tristeza que pudiera colarse sin su permiso, y se lanzó a las órdenes de Connor cuando las tornas cambiaron de nuevo e inmovilizó a Ethan y Aniol para que Damián, Nohlem, que también se había unido a ellos tras Ethan, y él mismo pudieran atacarles con cosquillas libremente, a lo que el italiano se lanzó de cabeza como si su enemigo hace unos segundo no hubiera sido el mismo Connor.
-¡Esto es la guerra! -gritó uniéndose al niño en las cosquillas, olvidando ya el baile, la sala y cualquier cosa que no estuviera a cinco metros a la redonda de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de jóvenes adultos jugaban como niños con dos pequeños cachorros.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
03/03/24, 11:56 pm
En Varmania aún no se habían inventado los cohetes pero Nohlem ya estaba despegando. La curva de su sonrisa se acentuó cuando fue el mismo Ethan quien propuso negociar, y aunque en la cabeza del pelirrojo ya se tejían buenas condiciones, como la excusa de cobrarse el beso con intereses por el tiempo transcurrido… ¿Quién necesitaba intereses cuando ya tenía barra libre?
Sin lugar a duda la facilidad de sus rubores engañaba, Ethan no era tan mosquita muerta como creía. Sus ronroneos temblaron con su respiración desigual, y en la mueca de calma que había estado fingiendo a pulso se presentó contra su voluntad una sonrisa de puro nervio. Solo era un beso, no era ningún primerizo, pero… Santos, tantas malas experiencias y esa minúscula voz que le advertía que no hiciera cosas de las que podría arrepentirse luego, que ese alien era un compañero con el que tendría que convivir un año, hacían del beso muchísimo más emocionante. Un antes y un después.
Aunque su pobre corazón y su escueta paciencia le estuvieran rogando tomar las riendas del asunto y adelantarse, Nohlem dejó que su tacto se recrease en la espectación. Abrazó las manos del londinense con las suyas con mayor firmeza y…
Fue apenas un pico, un toque tan cerca de los labios que Nohlem supo -o más bien supuso- que los nervios le habían jugado una mala pasada al humano. Quiso corregirlo, ladear el rostro para centrar sus bocas, pero para entonces el chico ya se había apartado. La vocecilla de Aniol (a Ania no la tenía tan asociada para pensar en ella de la nada) irrumpió justo detrás suyo, y el granta comprendió que él era el motivo de aquello. Ver en primer plano el apuro de su compañero le sumó en confusión, brindando de un calor más consciente a sus mejillas y dejándole con el leve desamparo de un niño que entiende que no le van a comprar ese juguete que tanto quería. Sus orejas bajaron al ritmo de un grifo que gotea, pero pestañeó con muchísima más velocidad.
—Ah. Claro, sí… —musitó en un tono que poco hacía para sonar convincente.
No se movió del sitio, simplemente dejó que Ethan se marchase, sujetando el contacto que aún mantenían hasta que se deslizó entre sus dedos, momento en el que le dio un último estrujón con las yemas en muda confesión de que no quería que se separasen. El polaco no le había asustado lo suficiente para que su pulso siguiera disparado, y ahora bajaba con decepcionada parsimonia.
—¿El qu- —empezó cuando Ethan le advirtió de tener algo en la cara, autorrespondiéndose al sentir con claridad la capa de pintalabios, no solo el pulso fantasma del beso. Se llevó una mano a la zona para cubrirla—. Oh. Ah. Perdón, sí.
Y con la misma velocidad que le besó Ethan le reemplazó por otro miembro de la realeza. Por primera vez en el día deseó mandar el teatrillo a paseo y volver a la realidad, incluso si era una realidad tan parcial y cogida con pinzas como ser dos chicos normales con las hormonas lógicamente revueltas. Y ahí se quedó, plantado en el balcón pensando en el sentido de la vida de cara a la espalda de Ethan mientras éste se alejaba. El granta podía quedarse con que el beso no había sido lo que esperaba, con que le habían interrumpido en la mejor parte… O también podía quedarse con todo lo demás. Y por la sonrisita estúpida que crecía incontrolable en su cara, eso estaba haciendo.
“Me lo devuelves cuantas veces quieras”…
Su corazón dio un saltito. La alegría bullía en él como agua en un fuego violento, y su sonrisa era tal que le dolieron hasta las orejas. Tuvo que sacar la lengua y mordérsela para, de alguna forma inútil, bajarse los humos. No por sentimientos románticos, ni él era tan apresurado, sino por pura y sencilla emoción. La posibilidad de tener un ligue, la natural felicidad que da saber que atraes a alguien y que ese alguien fuera Ethan, el chico que más huecos llenaba en su extenso bingo de gustos. Con mariposas en la barriga Nohlem se movió de un lado a otro, primero lento, luego exagerado, bailando en el balcón con una pareja invisible los últimos pasos de un vals. Murmuraba la melodía, recreando sin saberlo la escena en la que Aurora fantasea por su príncipe azul sola en el bosque. No le habían interrumpido, ¡aquello apenas estaba empezando!
Inspiró hondo y aprovechando la energía que tenía dentro volvió al salón dando pasos grandilocuentes, canturreando la orquestra pues la música había acabado. Recordó a tiempo que seguía manchado, y aunque le encantaba llevar tales “muestras de amor” con orgullo tuvo la decencia de pasarse el pulgar conscienzudamente por la zona para borrarla, o ni que sea, arrastrarla. Suerte que en su piel oscura el rojo resaltaba menos.
Si hubo por su parte reacción alguna a la pila de cuerpos que había tirada en el suelo, la ocultó extremadamente bien. Desconocía que estaba pasando, pero sabiendo de los entrenamientos de sus compañeros había aprendido a no preguntar. Ahora bien, odiaba estar fuera de sintonía, y si con llevar corona, silbar a todo pulmón una canción y bailar solo no bastaba para ser protagonista con su retorno, pues… Que remedio.
Despacio para no hacer ni hacerse daño -porque no, no se le iba a caer la corona- se sentó encima de la montaña. Schebcfenial, Damian, Aniol, Ethan, Connor. No se dejó caer con todo su peso, no quería mocharle la pierna al cojo ni quitarle el aliento a los niños (por mucho que a sus ojos Aniol se lo mereciera un poquito), apoyando el culo principalmente en el pobre lobo.
—¡QUÉ BUEN TRONO! —dijo bien alto dando una palmada—. Pero que raro. ¿A dónde han ido mis súbditos? —preguntó como un locutor de programa infantil.
Sin lugar a duda la facilidad de sus rubores engañaba, Ethan no era tan mosquita muerta como creía. Sus ronroneos temblaron con su respiración desigual, y en la mueca de calma que había estado fingiendo a pulso se presentó contra su voluntad una sonrisa de puro nervio. Solo era un beso, no era ningún primerizo, pero… Santos, tantas malas experiencias y esa minúscula voz que le advertía que no hiciera cosas de las que podría arrepentirse luego, que ese alien era un compañero con el que tendría que convivir un año, hacían del beso muchísimo más emocionante. Un antes y un después.
Aunque su pobre corazón y su escueta paciencia le estuvieran rogando tomar las riendas del asunto y adelantarse, Nohlem dejó que su tacto se recrease en la espectación. Abrazó las manos del londinense con las suyas con mayor firmeza y…
Fue apenas un pico, un toque tan cerca de los labios que Nohlem supo -o más bien supuso- que los nervios le habían jugado una mala pasada al humano. Quiso corregirlo, ladear el rostro para centrar sus bocas, pero para entonces el chico ya se había apartado. La vocecilla de Aniol (a Ania no la tenía tan asociada para pensar en ella de la nada) irrumpió justo detrás suyo, y el granta comprendió que él era el motivo de aquello. Ver en primer plano el apuro de su compañero le sumó en confusión, brindando de un calor más consciente a sus mejillas y dejándole con el leve desamparo de un niño que entiende que no le van a comprar ese juguete que tanto quería. Sus orejas bajaron al ritmo de un grifo que gotea, pero pestañeó con muchísima más velocidad.
—Ah. Claro, sí… —musitó en un tono que poco hacía para sonar convincente.
No se movió del sitio, simplemente dejó que Ethan se marchase, sujetando el contacto que aún mantenían hasta que se deslizó entre sus dedos, momento en el que le dio un último estrujón con las yemas en muda confesión de que no quería que se separasen. El polaco no le había asustado lo suficiente para que su pulso siguiera disparado, y ahora bajaba con decepcionada parsimonia.
—¿El qu- —empezó cuando Ethan le advirtió de tener algo en la cara, autorrespondiéndose al sentir con claridad la capa de pintalabios, no solo el pulso fantasma del beso. Se llevó una mano a la zona para cubrirla—. Oh. Ah. Perdón, sí.
Y con la misma velocidad que le besó Ethan le reemplazó por otro miembro de la realeza. Por primera vez en el día deseó mandar el teatrillo a paseo y volver a la realidad, incluso si era una realidad tan parcial y cogida con pinzas como ser dos chicos normales con las hormonas lógicamente revueltas. Y ahí se quedó, plantado en el balcón pensando en el sentido de la vida de cara a la espalda de Ethan mientras éste se alejaba. El granta podía quedarse con que el beso no había sido lo que esperaba, con que le habían interrumpido en la mejor parte… O también podía quedarse con todo lo demás. Y por la sonrisita estúpida que crecía incontrolable en su cara, eso estaba haciendo.
“Me lo devuelves cuantas veces quieras”…
Su corazón dio un saltito. La alegría bullía en él como agua en un fuego violento, y su sonrisa era tal que le dolieron hasta las orejas. Tuvo que sacar la lengua y mordérsela para, de alguna forma inútil, bajarse los humos. No por sentimientos románticos, ni él era tan apresurado, sino por pura y sencilla emoción. La posibilidad de tener un ligue, la natural felicidad que da saber que atraes a alguien y que ese alguien fuera Ethan, el chico que más huecos llenaba en su extenso bingo de gustos. Con mariposas en la barriga Nohlem se movió de un lado a otro, primero lento, luego exagerado, bailando en el balcón con una pareja invisible los últimos pasos de un vals. Murmuraba la melodía, recreando sin saberlo la escena en la que Aurora fantasea por su príncipe azul sola en el bosque. No le habían interrumpido, ¡aquello apenas estaba empezando!
Inspiró hondo y aprovechando la energía que tenía dentro volvió al salón dando pasos grandilocuentes, canturreando la orquestra pues la música había acabado. Recordó a tiempo que seguía manchado, y aunque le encantaba llevar tales “muestras de amor” con orgullo tuvo la decencia de pasarse el pulgar conscienzudamente por la zona para borrarla, o ni que sea, arrastrarla. Suerte que en su piel oscura el rojo resaltaba menos.
Si hubo por su parte reacción alguna a la pila de cuerpos que había tirada en el suelo, la ocultó extremadamente bien. Desconocía que estaba pasando, pero sabiendo de los entrenamientos de sus compañeros había aprendido a no preguntar. Ahora bien, odiaba estar fuera de sintonía, y si con llevar corona, silbar a todo pulmón una canción y bailar solo no bastaba para ser protagonista con su retorno, pues… Que remedio.
Despacio para no hacer ni hacerse daño -porque no, no se le iba a caer la corona- se sentó encima de la montaña. Schebcfenial, Damian, Aniol, Ethan, Connor. No se dejó caer con todo su peso, no quería mocharle la pierna al cojo ni quitarle el aliento a los niños (por mucho que a sus ojos Aniol se lo mereciera un poquito), apoyando el culo principalmente en el pobre lobo.
—¡QUÉ BUEN TRONO! —dijo bien alto dando una palmada—. Pero que raro. ¿A dónde han ido mis súbditos? —preguntó como un locutor de programa infantil.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Palacete
04/03/24, 05:28 pm
Continuó ajustando su corona de flores hasta que por fin Ethan se asomó por uno de los costados. Una vez se acercó hasta ella la expresión de Ania se suavizó, las cejas bajaron a su lugar original y sus labios se agrandaron para formar una sonrisa embelesada. El rostro del chico parecía poseído por un rojo tibio y se dijo así misma que probablemente se debía a que Nohlem había hecho algo para enfadarle, ya que éste no les siguió de inmediato y en su lugar se quedó limpiándose lo que sea que tuviera en la cara.
Aquella confusión cesó con los golpecitos del joven para animarle a que se dirigiera de nuevo a la pista de baile, donde el caos y las risas llegaban a su espalda entremezcladas con las notas de la orquesta.
—Vale… —murmuró con un asentimiento de cabeza, sin entender muy bien a qué se refería el chico exactamente. Cuando le vio abalanzarse casi por tropiezo sobre el cuerpo de Connor lo comprendió perfectamente. Era como si le hubieran dado luz verde a tirarse por un tobogán gigante así que infló los mofletes y gritó mientras cogía carrerilla—.¡Solo por HOOOOOOOY! ¡CONNORCITOOO!
El salto no tuvo demasiado impulso, pero Ania disfrutó de caer con todos los volantes de su vestido ondeando como una medusa que es mecida por las corrientes marinas. En este caso se vio arrastrada por un maremoto en forma de traición demoledora. Más pronto que tarde el motero los atenazó con sus pinzas como si fuera un cangrejo gigante y por mucho que la polaca golpeara sus fuertes brazos o gritara para zafarse nada le impidió al pelirosa iniciar la caída de su reinado.
—¡Estáis despedidos! —Con la ventaja de su pequeño tamaño Ania pudo quedar de espaldas a Ethan y así ver las caras de sus captores mientras reía y reía por las cosquillas. Colmillo y Damian daban justo en los puntos necesarios para que la pequeña se retorciera en ángulos que solo la flexibilidad de su edad permitía. Las lágrimas surcaron sus mejillas con facilidad y su abdomen se contrajo con varios espasmos, preso de la tortura—. ¡Auxilioooo shjshsj! —bramaba, tal y como lo hacían en las películas antiguas que su tía abuela poseía en su antiguo salón—.¡Os doy mis joyitas AAAAAAAA si parAAAAAAisss—.
En una de esas depositó esperanza en el rostro del varmano, quien acortaba distancias ante la maraña de cuerpos y caos que allí residía. Una salvación que murió en cuanto el granta reclamó su trono sentándose encima del vittya. La voz de la cría llegó amortiguada pero con suficiente claridad para decir.
—¿bBBBsabeís? ¡Desde aquí el culito de Nohljem sí que parece un gran MELOCOTÓN! —y se deshizo en risas estridentes y nada primaverales que arañaron el aire.
No supo decir a ciencia cierta por qué se dio, quizás fueron sus amenazas no tan amenazas de que iba a hacerse pis, o tal vez se deslizó entre los demás por una caricia del destino. El caso es que Ania rodó sin sentido alguno de la orientación, topándose con varias manos y pies en el proceso y quedando boca abajo con el frío suelo del palacete acariciándole la jeta. Permaneció así unos segundos, dejando que sus pulmones se expandieran y la felicidad rebosante se transformara en una que le permitiera articular las palabras de nuevo.
—Estáis loquitos… pero sois mis loquitos… —al incorporarse de cuclillas los bucles de Ania presentaron un aspecto rebelde que contrastaba con una mueca animada imposible de borrar. Resopló con los ojos entrecerrados por la sensación de estar flotando en una nube, luego sus luceros color miel empezaron a buscar un baño con una urgencia que distaba de la flojera de sus extremidades—. Ahora es en serio... creo que vuy a mearme encima...
Aquella confusión cesó con los golpecitos del joven para animarle a que se dirigiera de nuevo a la pista de baile, donde el caos y las risas llegaban a su espalda entremezcladas con las notas de la orquesta.
—Vale… —murmuró con un asentimiento de cabeza, sin entender muy bien a qué se refería el chico exactamente. Cuando le vio abalanzarse casi por tropiezo sobre el cuerpo de Connor lo comprendió perfectamente. Era como si le hubieran dado luz verde a tirarse por un tobogán gigante así que infló los mofletes y gritó mientras cogía carrerilla—.¡Solo por HOOOOOOOY! ¡CONNORCITOOO!
El salto no tuvo demasiado impulso, pero Ania disfrutó de caer con todos los volantes de su vestido ondeando como una medusa que es mecida por las corrientes marinas. En este caso se vio arrastrada por un maremoto en forma de traición demoledora. Más pronto que tarde el motero los atenazó con sus pinzas como si fuera un cangrejo gigante y por mucho que la polaca golpeara sus fuertes brazos o gritara para zafarse nada le impidió al pelirosa iniciar la caída de su reinado.
—¡Estáis despedidos! —Con la ventaja de su pequeño tamaño Ania pudo quedar de espaldas a Ethan y así ver las caras de sus captores mientras reía y reía por las cosquillas. Colmillo y Damian daban justo en los puntos necesarios para que la pequeña se retorciera en ángulos que solo la flexibilidad de su edad permitía. Las lágrimas surcaron sus mejillas con facilidad y su abdomen se contrajo con varios espasmos, preso de la tortura—. ¡Auxilioooo shjshsj! —bramaba, tal y como lo hacían en las películas antiguas que su tía abuela poseía en su antiguo salón—.¡Os doy mis joyitas AAAAAAAA si parAAAAAAisss—.
En una de esas depositó esperanza en el rostro del varmano, quien acortaba distancias ante la maraña de cuerpos y caos que allí residía. Una salvación que murió en cuanto el granta reclamó su trono sentándose encima del vittya. La voz de la cría llegó amortiguada pero con suficiente claridad para decir.
—¿bBBBsabeís? ¡Desde aquí el culito de Nohljem sí que parece un gran MELOCOTÓN! —y se deshizo en risas estridentes y nada primaverales que arañaron el aire.
No supo decir a ciencia cierta por qué se dio, quizás fueron sus amenazas no tan amenazas de que iba a hacerse pis, o tal vez se deslizó entre los demás por una caricia del destino. El caso es que Ania rodó sin sentido alguno de la orientación, topándose con varias manos y pies en el proceso y quedando boca abajo con el frío suelo del palacete acariciándole la jeta. Permaneció así unos segundos, dejando que sus pulmones se expandieran y la felicidad rebosante se transformara en una que le permitiera articular las palabras de nuevo.
—Estáis loquitos… pero sois mis loquitos… —al incorporarse de cuclillas los bucles de Ania presentaron un aspecto rebelde que contrastaba con una mueca animada imposible de borrar. Resopló con los ojos entrecerrados por la sensación de estar flotando en una nube, luego sus luceros color miel empezaron a buscar un baño con una urgencia que distaba de la flojera de sus extremidades—. Ahora es en serio... creo que vuy a mearme encima...
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
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