Palacete
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Rocavarancolia Rol
29 participantes
- Rocavarancolia Rol
Palacete
03/08/11, 01:04 am
Recuerdo del primer mensaje :
Hecho en piedra gris, con forma de U, coronado por una cúpula de cristales negros y esmeralda bajo la cual hay un ventanal ovalado. Se entra por una escalinata de azulejos a un recibidor circular con dos grandes escaleras a ambos lados. Sobre este, se encuentran las habitaciones, flotando a distintas alturas.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Exterior:
- El palacete se encontraba en mitad de una avenida, frente a una larga línea de casonas macizas, con tejados a dos aguas invadidos de gárgolas. Era la única construcción situada a ese lado de la avenida, pero llenaba el espacio con más rotundidad que la treintena de edificios que se desplegaban frente a ella.
Era de piedra gris, con forma de «U» redondeada, y había algo en sus ángulos y en su disposición sobre el terreno que tranquilizaba, que hacía pensar que no todo en aquella ciudad era horror. Lo que más llamaba la atención era la gigantesca cúpula que coronaba su centro: una maravillosa construcción de cristales negros y esmeralda. Bajo ella, en mitad de la fachada, se abría un gran ventanal ovalado rodeado de decenas de ventanas tan estrechas que parecían arañazos en el muro.
El patio era un sinuoso entramado de senderos que se desplegaba entre lo que una vez debieron de ser parcelas ajardinadas, pero que ahora no eran más que solares de tierra reseca. Se dirigieron hacia la escalinata de azulejos negros y verdes que conducía al portón de entrada, observando con cautela las ventanas que salpicaban los muros del palacete. Tras el enorme ventanal que ocupaba el centro sólo se veía oscuridad.
- Recibidor:
- Lo primero que vieron fue una densa zona de tinieblas, una cortina de oscuridad que precedía a un gran recibidor, iluminado por una delicada luz verde.
Se reunieron todos alrededor de Rachel en el último tramo de escaleras. El aire que se respiraba ante la puerta era de una pureza increíble, en nada se parecía a la peste rancia de los lugares cerrados que estaban acostumbrados a encontrar.
Fueron a parar a un amplio recibidor circular, de suelo y paredes de piedra gris. El techo, en cambio, era una pesada amalgama de grandes planchas de hierro que no encajaba con el resto del palacio; la sensación que provocaba aquel entramado era de asfixia, como si en cualquier momento fuera a caer y aplastarlos.
Dos grandes escaleras se disponían a ambos lados del recibidor, del mismo azulejo negro y verde que la escalinata de la entrada. Desde donde se encontraban, esas escaleras gemelas parecían hundirse como cuchillos en el techo enrejado, en una perspectiva extraña y forzada. No habían dado ni dos pasos fuera de la zona de sombras cuando se detuvieron todos casi al mismo tiempo, mirando hacia arriba, sorprendidos, boquiabiertos.
Lo que habían tomado como techo no era tal. Al salir de las sombras su perspectiva había cambiado y ahora podían ver el palacete tal y como realmente era. Las planchas que en un primer momento había creído colocadas en un mismo plano estaban suspendidas en realidad a distintas alturas por todo el palacio. Retrocedió un paso para regresar a la zona
de tinieblas y las planchas desordenadas volvieron a equilibrarse, formando un techo sin fisuras
aparentes que no era más que una ilusión óptica: si entrecerraba los ojos podía ver que las planchas flotaban en diferentes planos.
El palacete constaba de una sola planta, una planta vasta y asombrosa en la que flotaban
decenas de estancias de todos los tamaños y formas. La única semejanza entre ellas eran sus bases, de idéntico hierro forjado. La mayor de todas ocupaba tres pisos de altura y medía más de doscientos metros de largo, mientras que las más pequeñas eran meros soportes para adornos y estatuas. La mayoría ni siquiera tenía paredes.
Las escaleras no se hundían en ese falso techo como habían creído, sino que se prolongaban
curvándose en el vacío, hasta perderse en la movediza niebla esmeralda que copaba las alturas. Del tallo principal de cada escalera brotaban decenas de nuevos tramos que se dividían a su vez en más ramales de ajedrezado negro y esmeralda, retorciéndose en el aire hasta aterrizar en los bordes de las habitaciones flotantes. Aquel despliegue de habitaciones y escalinatas producía una prodigiosa sensación de armonía; era como si el mundo entero se hubiera vuelto liviano de pronto, como si la realidad, la propia existencia, fueran menos pesadas y opresivas entre aquellas paredes.
- Ascenso y ejemplos de habitaciones:
- Tomaron la escalinata de la izquierda. El tramo principal no tardaba en dividirse en tres grandes ramales. El de la derecha bajaba en una pronunciada curva antes de dividirse en otros dos tramos de escalera retorcida. A medida que avanzaban por aquella colosal montaña rusa pudieron contemplar un sinfín de habitaciones y salas. Vieron dormitorios de ensueño; salas de recreo con divanes de terciopelo, escabeles de cristal y columpios colgantes; zonas de paseo con fuentes y bancos de hierro…
La perspectiva resultaba engañosa allí arriba; prácticamente cambiaba a cada paso que daban, convirtiendo el palacete en un espacio en constante mutación. Una estancia vista desde arriba era diferente por completo contemplada desde abajo o desde un lateral. Todo fluctuaba, fluía. Era un enloquecido juego de perspectivas y arquitectura. Una sala observada desde una escalera parecía una selva rebosante de vegetación al quedar semioculta por los helechos que colgaban de las plataformas vecinas, para luego, desde arriba, convertirse en un elegante dormitorio. Desde otra curva de la escalera, esa misma habitación parecía vacía.
Rachel los guió hasta la estancia central del palacio, la única completamente cerrada con muros.(...) En el suelo, ante ellos, había aparecido un diminuto chispazo, una salpicadura brillante que se proyectó despacio hacia arriba, convirtiéndose en una creciente columna de luz que no se detuvo hasta alcanzar el techo, situado a gran altura. Un poco más adelante, una nueva columna tomó forma, de igual modo que la primera. Poco a poco, aquí y allá, se fueron formando más y más columnas. La luz que irradiaban iluminó la gran estancia, transformando la negrura en claridad.
—Es una sala de baile —murmuró Madeleine con admiración.
Mistral asintió, aunque sabía que aquel lugar era mucho más que eso. En aquella sala se habían
celebrado todo tipo de eventos: desde torneos de piromantes hasta conciertos de las fabulosas aves cantoras de Alarán, pasando por duelos de hechiceros y bodas reales. Se contaba que, en una ocasión, allí dentro se había sacrificado un dragón albino para mayor gloria del reino.
Los muchachos bajaron las escaleras que llevaban al suelo espejado de la sala. En el muro que
quedaba a su derecha se encontraba el gigantesco ventanal que habían visto desde fuera. El tercio inferior del mismo estaba cubierto por cortinajes negros, corridos en su mayoría, mientras que en la zona alta dos grandes cortinas verdes se abrían a izquierda y derecha.
En el extremo opuesto a la entrada se levantaba un pequeño escenario ocupado por varias estatuas metálicas. Se trataba de una orquesta compuesta por siete músicos tan extravagantes como los instrumentos que se disponían a tocar.
Un engendro con aire de rata humanoide empuñaba entre sus zarpas dos varillas que parecía a punto de estrellar contra el tambor agujereado que tenía delante. Entre los músicos había un ser casi humano, con la piel de un intenso negro y un magnífico par de alas rojas plegadas a su espalda. Aquella criatura sujetaba en una mano un violín abombado mientras en la otra empuñaba una varilla recubierta de protuberancias. Del costado de todas las estatuas surgía una mariposa metálica: una llave con la que darles cuerda.
Después de abandonar la sala de baile, fueron de plataforma en plataforma, siempre con Rachel a la cabeza. Casi tan sorprendente como el mismo palacio era el estado en el que éste se encontraba. Apenas había polvo y suciedad y aunque algunas habitaciones parecían vaciadas a conciencia, la mayor parte estaba en perfectas condiciones, como si los habitantes del lugar se hubieran marchado un instante antes de llegar ellos.
A media tarde hicieron un descanso para merendar. Se sentaron en los bancos de madera que
rodeaban un pequeño estanque. Apenas hablaron. Aquel lugar inducía al silencio, a la ensoñación.
Al poco tiempo de ponerse otra vez en marcha descubrieron una gran sala repleta de estanterías vacías. El cambiante deambuló entre ellas igual que todos, aun sabiendo que no iban a encontrar nada allí. Ese lugar había sido una importante biblioteca mágica, pero hacía tiempo que los pocos libros que no se habían llevado los magos de los mundos vinculados habían sido trasladados al castillo.
Otro ramal los condujo a una plataforma de paredes listadas en las que se desplegaban más de una veintena de grandes armarios, con espejos de marco de plata en cada puerta. Rachel se apresuró a abrir el más cercano y su contenido la hizo jadear emocionada. El armario estaba repleto de vestidos, a cada cual más espléndido.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Palacete
04/06/23, 11:25 pm
Tras verse el brazo, uno que no había tenido antes de su última visita, su imaginación se prendió demasiado vívida. Recordó los anillos que había llevado, el reguero de sangre, el color brillante y luego oscuro con el que tiñó las sábanas, el cuerpo de... No. Aquello sí se parecía más a lo que esperaba sentir al volver ahí, y no le estaba gustando. La voz de Adam sacó las imágenes de su cabeza y por ende evitó que sus toxinas llenasen el cuarto. Kahlo pestañeó un par de veces, con la boca en forma de “o”, especialmente avergonzada al ser consciente entonces del gesto que por poco había tenido Lethe. Buscó uno de sus pendientes y jugueteó con ellos entre los dedos, abstraída.
—Ah. ¡No, claro, claro! No os preocupéis —sonrió con seguridad. Lo mejor sería cambiar de tema—. Me encantaría saber más de los posibles hechizos anclados que mantengan este lugar protegido. ¿Habrá alguno antirobo? Cuando nosotros nos llevamos cosas no pasó nada. Aunque tampoco es que fueran cosas de valor…
Al tiempo dio un paso atrás, sin la voluntad suficiente de meterse hasta donde había llegado Adam. Incluso sin el cuerpo aplastado de Qirra dentro del mismo ese baño en concreto ya era demasiado. Había cumplido con su curiosidad, ya no necesitaba estar ahí.
—¿Queréis que entremos en alguna otra sala? Hay un montón de habitaciones donde no hemos entrado nunca —añadió, por si con el ademán de apartarse no bastaba.
—Ah. ¡No, claro, claro! No os preocupéis —sonrió con seguridad. Lo mejor sería cambiar de tema—. Me encantaría saber más de los posibles hechizos anclados que mantengan este lugar protegido. ¿Habrá alguno antirobo? Cuando nosotros nos llevamos cosas no pasó nada. Aunque tampoco es que fueran cosas de valor…
Al tiempo dio un paso atrás, sin la voluntad suficiente de meterse hasta donde había llegado Adam. Incluso sin el cuerpo aplastado de Qirra dentro del mismo ese baño en concreto ya era demasiado. Había cumplido con su curiosidad, ya no necesitaba estar ahí.
—¿Queréis que entremos en alguna otra sala? Hay un montón de habitaciones donde no hemos entrado nunca —añadió, por si con el ademán de apartarse no bastaba.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Palacete
05/06/23, 09:40 pm
Adam hizo la pregunta que ella no supo si hacer y que al parecer sí hubiera sido apropiado hacerla, a juzgar por la respuesta de Kahlo. Le alivió saber que la aparición se encontraba bien, o al menos lo suficiente como para sonreír, pues si algo no le era desconocido acerca de las emociones era el hecho de ocultar las negativas para no preocupar a otros. De todas formas, que la propia varmana propusiese seguir explorando el lugar la tranquilizó bastante al respecto: habría sugerido irse de haberse encontrado mal. O al menos consideraba que su amiga tenía el suficiente buen juicio como para que así fuera.
—Es muy probable que sí, o este sitio sería saqueado constantemente —dijo en respuesta a su pregunta acerca de posibles hechizos antirrobo—. La verdad es que no planeo ponerlo a prueba.
Ante su segunda pregunta tan solo se encogió de hombros y se giró hacia el pegaso.
>>Si vosotros queréis, yo os sigo. Aunque admito que también tengo cierta curiosidad por si averiguamos algo acerca de cómo funciona este sitio…
Tal vez ahora que poseían más conocimientos se diesen cuenta de algo que antes no. Como mínimo estaba pensando en buscar información al respecto, porque hechizos como los que se intuía que podía haber en aquel palacete serían muy útiles para protegerse de posibles peligros.
—Es muy probable que sí, o este sitio sería saqueado constantemente —dijo en respuesta a su pregunta acerca de posibles hechizos antirrobo—. La verdad es que no planeo ponerlo a prueba.
Ante su segunda pregunta tan solo se encogió de hombros y se giró hacia el pegaso.
>>Si vosotros queréis, yo os sigo. Aunque admito que también tengo cierta curiosidad por si averiguamos algo acerca de cómo funciona este sitio…
Tal vez ahora que poseían más conocimientos se diesen cuenta de algo que antes no. Como mínimo estaba pensando en buscar información al respecto, porque hechizos como los que se intuía que podía haber en aquel palacete serían muy útiles para protegerse de posibles peligros.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Palacete
05/06/23, 11:45 pm
Adam saltó un ligero suspiro de alivio al escuchar la respuesta de Kahlo, parecía ser que ella estaba bien y sonrió por ello. Se fue a otro tema de conversación, preguntando por los hechizos que posiblemente anden esparcidos por el palacete.
—Yo me dejé mi bufanda. Lo mismo ni está en los baños —añadió, teorizando su posible desaparición y/o robo. Tenía genuina curiosidad pero lo dejaría para otro día, eso le parecía una tontería igualmente.
»De acuerdo, vamos a dar una vuelta a ver que encontramos —respondió a las dos con el gusanillo de la curiosidad picando. Una vez se prepararon salieron de aquella habitación que solo traía malos recuerdos y se dispusieron a caminar un poco más arriba. Subían las escaleras y habían salas de todo tipo, hasta jardines. No se esperaba una variedad tan rara y sobrenatural, hasta se encontraron una habitación completamente blanca y vacía.
En una de ellas, sin embargo, pudo apreciar desde el rabillo del ojo lo que parecía ser una sala completamente salida de un conservatorio. Adam no pudo aguantar la curiosidad, asomando la cabeza y adelantándose al resto. No podía creer lo que tenía ante sus ojos.
—Hay… Hay un piano aquí —dijo conteniendo una enorme ilusión por ver aquel enorme piano de cola de acabado negro, era un completo lujo tener uno de esos y parecía de los buenos—. Ehhh ¿Queréis entrar? —se dirigió a ellas con una sonrisa que solo mostraba sus ganas de meterse dentro. Ni siquiera con un medio “sí” o asentida, el pegaso se metió dentro y se acercó al piano, tocando su madera con un respeto gigantesco. Tocó una tecla y sonó, escapándosele un grito ahogado— ¡Es de verdad! ¡Todos los instrumentos de aquí lo son! —miró a Kahlo y Lethe con la cara propia de un niño pequeño.
Tomó aire emocionado, sentándose en el taburete del piano. Hizo una pequeña escala que le salió medio regular pero que repitió varias veces, había perdido bastante práctica pero la mecanización de esos movimientos ayudó a que se acostumbrase rápido. Las teclas eran perfectas, suaves y cómodas al tacto. Adam puso ambas manos en ellas, con una gran sonrisa y cerrando los ojos. Tener ese instrumento en sus manos le traían muy buenos recuerdos, tanteando las notas para dar con lo que pensaba. Fue poco a poco amoldando aquel desorden de notas en una suave melodía que lo traía al pasado, estando de fondo en la sala y rodeando al pegaso, nadando en aquella sencilla sonata y mirando las teclas con un semblante sereno hasta que alguien le llamase la atención.
—Yo me dejé mi bufanda. Lo mismo ni está en los baños —añadió, teorizando su posible desaparición y/o robo. Tenía genuina curiosidad pero lo dejaría para otro día, eso le parecía una tontería igualmente.
»De acuerdo, vamos a dar una vuelta a ver que encontramos —respondió a las dos con el gusanillo de la curiosidad picando. Una vez se prepararon salieron de aquella habitación que solo traía malos recuerdos y se dispusieron a caminar un poco más arriba. Subían las escaleras y habían salas de todo tipo, hasta jardines. No se esperaba una variedad tan rara y sobrenatural, hasta se encontraron una habitación completamente blanca y vacía.
En una de ellas, sin embargo, pudo apreciar desde el rabillo del ojo lo que parecía ser una sala completamente salida de un conservatorio. Adam no pudo aguantar la curiosidad, asomando la cabeza y adelantándose al resto. No podía creer lo que tenía ante sus ojos.
—Hay… Hay un piano aquí —dijo conteniendo una enorme ilusión por ver aquel enorme piano de cola de acabado negro, era un completo lujo tener uno de esos y parecía de los buenos—. Ehhh ¿Queréis entrar? —se dirigió a ellas con una sonrisa que solo mostraba sus ganas de meterse dentro. Ni siquiera con un medio “sí” o asentida, el pegaso se metió dentro y se acercó al piano, tocando su madera con un respeto gigantesco. Tocó una tecla y sonó, escapándosele un grito ahogado— ¡Es de verdad! ¡Todos los instrumentos de aquí lo son! —miró a Kahlo y Lethe con la cara propia de un niño pequeño.
Tomó aire emocionado, sentándose en el taburete del piano. Hizo una pequeña escala que le salió medio regular pero que repitió varias veces, había perdido bastante práctica pero la mecanización de esos movimientos ayudó a que se acostumbrase rápido. Las teclas eran perfectas, suaves y cómodas al tacto. Adam puso ambas manos en ellas, con una gran sonrisa y cerrando los ojos. Tener ese instrumento en sus manos le traían muy buenos recuerdos, tanteando las notas para dar con lo que pensaba. Fue poco a poco amoldando aquel desorden de notas en una suave melodía que lo traía al pasado, estando de fondo en la sala y rodeando al pegaso, nadando en aquella sencilla sonata y mirando las teclas con un semblante sereno hasta que alguien le llamase la atención.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Palacete
07/06/23, 02:16 pm
—No, desde luego —le respondió a la enderth con una ligera sonrisa—. Ya bastante feo le hicimos a este lugar para robar nada ahora.
No pudo evitar arrugar el morro cuando Adam mencionó su vieja bufanda. El plural que había usado en su frase anterior le había generado duda, pues quien realmente había manchado el sitio por mucho había sido ella, pero bien visto la varmana prefería tener que lavar sábanas ensangrentadas que hacerse cargo de aquella prenda apestosa. No, el plural estaba muy bien usado. Rió por lo bajini.
Puesto que el primer capricho había sido suyo dejó que Lethe y Adam guiasen la marcha. Ahora que tenían la certeza de que el sitio era seguro y contaban con más medios con los que protegerse de una posible amenaza, según se iban asomando por las variopintas habitaciones a Kahlo se le antojaba pasar más veces por el palacete. Recuperar esas excursiones sería divertido, y si la cosa salía bien quizás se lo propusiese a más gente. ¿Lo habría visitado Fleur alguna vez...?
Adam se adelantó para chequear una habitación cuyo protagonista era un bonito piano de cola. Para Kahlo eran más inusuales los pianos de pared que esos, dadas las altas esferas en las que había vivido, y aunque su sorpresa fuera menor lo que sí le generaba era una profunda nostalgia.
—Claro.
No terminó de pronunciarlo, el pegaso ya estaba dentro. Le dedicó una sonrisita a Lethe casi como si dijera "este niño..." antes de seguirlo.
—¿Por qué iban a ser de mentira? —preguntó, burlona y divertida mientras echaba un vistazo al lugar.
Ella sabía algo de música, le gustaban los instrumentos de viento y como no sus padres habían querido que sus hijos supieran un mínimo de cada arte y tocar al menos un instrumento, pero ni loca se llevaría ninguna ocarina o flauta que no fuera suya a la boca. A saber quién las habría usado antes. Cuando dejó de pasear la vista y el ruido del banquillo le delató, se fijó en que Adam había tomado asiento frente al piano.
—¿Sabes tocar? —preguntó algo que se hizo obvio al momento.
Habían tenido varias conversaciones sobre música durante la criba, pero no sabía, o al menos, no recordaba que el ruso supiera hasta entonces. Kahlo se sentó en el taburete de un violonchelo para oírle, sin necesitar otra cosa que el sonido para deleitarse de la grata sorpresa. Incluso si no la había oído nunca, esa lenta y aparentemente sencilla melodía le traía recuerdos de otra época, tiempos que gracias al filtro de la añoranza sabían más dulce ahora que en su momento. Le habría halagado en ese mismo instante, pero no quería romper el hechizo de la música.
No pudo evitar arrugar el morro cuando Adam mencionó su vieja bufanda. El plural que había usado en su frase anterior le había generado duda, pues quien realmente había manchado el sitio por mucho había sido ella, pero bien visto la varmana prefería tener que lavar sábanas ensangrentadas que hacerse cargo de aquella prenda apestosa. No, el plural estaba muy bien usado. Rió por lo bajini.
Puesto que el primer capricho había sido suyo dejó que Lethe y Adam guiasen la marcha. Ahora que tenían la certeza de que el sitio era seguro y contaban con más medios con los que protegerse de una posible amenaza, según se iban asomando por las variopintas habitaciones a Kahlo se le antojaba pasar más veces por el palacete. Recuperar esas excursiones sería divertido, y si la cosa salía bien quizás se lo propusiese a más gente. ¿Lo habría visitado Fleur alguna vez...?
Adam se adelantó para chequear una habitación cuyo protagonista era un bonito piano de cola. Para Kahlo eran más inusuales los pianos de pared que esos, dadas las altas esferas en las que había vivido, y aunque su sorpresa fuera menor lo que sí le generaba era una profunda nostalgia.
—Claro.
No terminó de pronunciarlo, el pegaso ya estaba dentro. Le dedicó una sonrisita a Lethe casi como si dijera "este niño..." antes de seguirlo.
—¿Por qué iban a ser de mentira? —preguntó, burlona y divertida mientras echaba un vistazo al lugar.
Ella sabía algo de música, le gustaban los instrumentos de viento y como no sus padres habían querido que sus hijos supieran un mínimo de cada arte y tocar al menos un instrumento, pero ni loca se llevaría ninguna ocarina o flauta que no fuera suya a la boca. A saber quién las habría usado antes. Cuando dejó de pasear la vista y el ruido del banquillo le delató, se fijó en que Adam había tomado asiento frente al piano.
—¿Sabes tocar? —preguntó algo que se hizo obvio al momento.
Habían tenido varias conversaciones sobre música durante la criba, pero no sabía, o al menos, no recordaba que el ruso supiera hasta entonces. Kahlo se sentó en el taburete de un violonchelo para oírle, sin necesitar otra cosa que el sonido para deleitarse de la grata sorpresa. Incluso si no la había oído nunca, esa lenta y aparentemente sencilla melodía le traía recuerdos de otra época, tiempos que gracias al filtro de la añoranza sabían más dulce ahora que en su momento. Le habría halagado en ese mismo instante, pero no quería romper el hechizo de la música.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Palacete
07/06/23, 03:56 pm
—Sí —le respondió a Kahlo—. Como la mencionada bufanda, precisamente —añadió con un poco de sarcasmo señalando hacia el pegaso con el rostro.
La varmana pretendía dejar que fuesen ellos quienes eligiesen a dónde ir, pero en realidad el único que lideraba la marcha era Adam. La enderth no tenía ninguna preferencia, aunque si lo hubiese visto dudar elegiría una dirección al azar que no le sonase para explorarla. No hizo falta, porque el humano finalmente se detuvo en un cuarto concreto cuando algo llamó su atención. La aparición le dedicó una mirada de complicidad y la horus se la devolvió tímidamente, no estando aún demasiado acostumbrada a aquella clase de intercambios. A pesar de ello, algo en su interior le indicaba que compartir pequeños gestos como aquel era agradable y correcto. Era como… ¿pertenencia? En cualquier caso, no era momento de ponerse a filosofar.
Prácticamente ninguno de los artilugios que había en aquel cuarto le sonaban de nada, y si lo hacía alguno era porque había visto alguna ilustración por casualidad en algún libro. Al parecer eran instrumentos musicales, lo cual hizo que también llamasen considerablemente su atención. No había podido seguir practicando mucho con su xilófono, preocupada como estaba por asuntos más importantes, pero la música era algo que empezaba a interesarle de verdad. Le gustaban muchas de las melodías que tocaban o ponían con algún cachivache raro las personas que vivían en la Torre Serpentaria y sentía cada vez más curiosidad por el arte, y aquel en específico era de los que más le llamaban.
Hubiese preguntado por los instrumentos, pero al parecer Adam iba a tocar aquella cosa que hubiese dicho que le recordaba a un xilófono enorme, pero siendo tan obvias las diferencias no podía hacer realmente esa comparación. Aunque parecía que al menos sí tenía teclas también, pero se tocaban con las manos. Buscó sitio para sentarse cerca de Kahlo mientras ambas escuchaban el relajante sonido que emitía aquel instrumento. Una sensación extraña le recorrió mientras su amigo tocaba: la música le estaba produciendo sensaciones que no entendía, pero que tampoco eran desagradables. Permaneció absorta con la mirada fija en las manos de Adam deslizándose por las teclas, pero con la mente en otra parte. ¿En cuál? No lo tenía claro, pero sí sabía que estaba en el lugar correcto, rodeada de las personas adecuadas.
La varmana pretendía dejar que fuesen ellos quienes eligiesen a dónde ir, pero en realidad el único que lideraba la marcha era Adam. La enderth no tenía ninguna preferencia, aunque si lo hubiese visto dudar elegiría una dirección al azar que no le sonase para explorarla. No hizo falta, porque el humano finalmente se detuvo en un cuarto concreto cuando algo llamó su atención. La aparición le dedicó una mirada de complicidad y la horus se la devolvió tímidamente, no estando aún demasiado acostumbrada a aquella clase de intercambios. A pesar de ello, algo en su interior le indicaba que compartir pequeños gestos como aquel era agradable y correcto. Era como… ¿pertenencia? En cualquier caso, no era momento de ponerse a filosofar.
Prácticamente ninguno de los artilugios que había en aquel cuarto le sonaban de nada, y si lo hacía alguno era porque había visto alguna ilustración por casualidad en algún libro. Al parecer eran instrumentos musicales, lo cual hizo que también llamasen considerablemente su atención. No había podido seguir practicando mucho con su xilófono, preocupada como estaba por asuntos más importantes, pero la música era algo que empezaba a interesarle de verdad. Le gustaban muchas de las melodías que tocaban o ponían con algún cachivache raro las personas que vivían en la Torre Serpentaria y sentía cada vez más curiosidad por el arte, y aquel en específico era de los que más le llamaban.
Hubiese preguntado por los instrumentos, pero al parecer Adam iba a tocar aquella cosa que hubiese dicho que le recordaba a un xilófono enorme, pero siendo tan obvias las diferencias no podía hacer realmente esa comparación. Aunque parecía que al menos sí tenía teclas también, pero se tocaban con las manos. Buscó sitio para sentarse cerca de Kahlo mientras ambas escuchaban el relajante sonido que emitía aquel instrumento. Una sensación extraña le recorrió mientras su amigo tocaba: la música le estaba produciendo sensaciones que no entendía, pero que tampoco eran desagradables. Permaneció absorta con la mirada fija en las manos de Adam deslizándose por las teclas, pero con la mente en otra parte. ¿En cuál? No lo tenía claro, pero sí sabía que estaba en el lugar correcto, rodeada de las personas adecuadas.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
07/06/23, 05:04 pm
Adam pulsaba cada tecla y recordaba cada nota, cada ritmo que debía seguir, en el mismo momento. Era como si ayer mismo hubiese tocado por última vez, dejándose llevar con extrema naturalidad. Sus ojos apuntaban calmados a las blancas y negras, nadando en el tempo de la canción conforme el eco de las cuerdas impactaban dentro de él. La melodía siempre le pareció melancólica pero en aquellos momentos se le hacía hermosa y agradable.
Con un par de minutos más, se tomó la libertad de terminar la canción con el acorde final tocado con suavidad, exhalando aire en un alivio extremo y una sonrisa contenida. Se le humedecieron los ojos un poco sin quererlo, parpadeando rápido un par de veces para que no se notase demasiado ante Lethe y Kahlo. A ellas dos las miró con una pizca de vergüenza, entrelazando los dedos de sus manos.
—E-estáis muy calladas —dijo un poco en broma cuando se le escapó una pequeña risa en mitad de un ligero sonrojo—. La verdad es que llevo casi un año sin tocar, era una melodía sencillita que me aprendí de memoria en su día. ¿Ha estado bien? —preguntó con una cálida expresión. Adam estaba muy contento con el resultado y quería saber cual era la opinión de sus amigas para no agobiarlas con el ruido del piano si ese era el caso, lo mismo en las culturas de Varmania y/o Dryfus no hay pianos o algo parecido.
Mientras esperaba la respuesta, estuvo hojeando las partituras que se posaban sobre las teclas. No parecía difícil, es más, tenía ganas de tocar un poco más, pasando las yemas de sus dedos encima de las notas que correspondían.
Con un par de minutos más, se tomó la libertad de terminar la canción con el acorde final tocado con suavidad, exhalando aire en un alivio extremo y una sonrisa contenida. Se le humedecieron los ojos un poco sin quererlo, parpadeando rápido un par de veces para que no se notase demasiado ante Lethe y Kahlo. A ellas dos las miró con una pizca de vergüenza, entrelazando los dedos de sus manos.
—E-estáis muy calladas —dijo un poco en broma cuando se le escapó una pequeña risa en mitad de un ligero sonrojo—. La verdad es que llevo casi un año sin tocar, era una melodía sencillita que me aprendí de memoria en su día. ¿Ha estado bien? —preguntó con una cálida expresión. Adam estaba muy contento con el resultado y quería saber cual era la opinión de sus amigas para no agobiarlas con el ruido del piano si ese era el caso, lo mismo en las culturas de Varmania y/o Dryfus no hay pianos o algo parecido.
Mientras esperaba la respuesta, estuvo hojeando las partituras que se posaban sobre las teclas. No parecía difícil, es más, tenía ganas de tocar un poco más, pasando las yemas de sus dedos encima de las notas que correspondían.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
09/06/23, 12:03 am
Aunque tenía los ojos abiertos podía verse perfectamente en otro lugar. No era ningún recuerdo específico ni una imagen concreta, solo la calma que la traía de vuelta al hogar. El suelo de madera bien pulida, las plantas creciendo a su ser en las esquinas, el color del atardecer temprano en la habitación donde su hermano tocaba el piano… Todo eso se difuminaba con los tonos de la habitación donde se encontraban y la imagen de los anchos hombros de Adam y los sutiles movimientos que le hacían temblar al cambiar acordes. Al acabar este Kahlo alzó las cejas, sacudió un poco la cabeza y mejoró su postura irguiendo la espalda, pues en algún momento se había relajado demasiado. No vaciló al aplaudirle, aunque no fuera demasiado fuerte con las manos aún apoyadas sobre sus piernas cruzadas. Le sonreía con calidez, reflejo de una paz que llevaba mucho sin sentir.
—Comprenderás que no te íbamos a interrumpir —ladeó la cabeza para ver el instrumento y asintió—. Ha sido bonito. No sabía que sabías tocar el piano. Mi hermano también tocaba. Bueno, seguirá tocando supongo, no está muerto.
Rió ligeramente, tan solo un soplido. En realidad no tenía muchas ganas de reírse, pues verbalizar ese dato volvió la nostalgia dolorosa como un anzuelo bien clavado. Le echaba de menos, no solo a él, sino a la normalidad de aquellas pequeñas cosas. Siempre le había gustado el sonido de ese instrumento. Incluso cuando no levantaban dos palmos del suelo y eran dos criaturitas torpes que recién empezaban a comprender como funcionaba el mundo, los sonidos que atinaba su hermano en el piano habían sido dignos de su silencio. Escuchar a Nohlem en su aprendizaje no había sido ni la mitad de exasperante que cuando ella había empezado con la flauta, ni que decir de las raras tardes en las que su padre se ponía melancólico y afinaba su saxofón (los santos la librasen de aquello). Hizo rodar los anillos en su mano distraídamente. Puede que no le tuviera a él, pero tenía a Adam para compensar.
—¿Puedes tocar otra?
—Comprenderás que no te íbamos a interrumpir —ladeó la cabeza para ver el instrumento y asintió—. Ha sido bonito. No sabía que sabías tocar el piano. Mi hermano también tocaba. Bueno, seguirá tocando supongo, no está muerto.
Rió ligeramente, tan solo un soplido. En realidad no tenía muchas ganas de reírse, pues verbalizar ese dato volvió la nostalgia dolorosa como un anzuelo bien clavado. Le echaba de menos, no solo a él, sino a la normalidad de aquellas pequeñas cosas. Siempre le había gustado el sonido de ese instrumento. Incluso cuando no levantaban dos palmos del suelo y eran dos criaturitas torpes que recién empezaban a comprender como funcionaba el mundo, los sonidos que atinaba su hermano en el piano habían sido dignos de su silencio. Escuchar a Nohlem en su aprendizaje no había sido ni la mitad de exasperante que cuando ella había empezado con la flauta, ni que decir de las raras tardes en las que su padre se ponía melancólico y afinaba su saxofón (los santos la librasen de aquello). Hizo rodar los anillos en su mano distraídamente. Puede que no le tuviera a él, pero tenía a Adam para compensar.
—¿Puedes tocar otra?
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Palacete
09/06/23, 04:22 pm
Ante el aplauso que le dedicó la varmana, la enderth dio un pequeño respingo y la imitó. Otra cosa a la que no estaba acostumbrada, pero conocía vagamente el concepto de aplaudir la actuación de alguien. Y desde luego no es que no creyese que Adam no se lo merecía.
Hizo un gesto con la mano acompañando la respuesta de Kahlo para indicar que era obvio que si estaban calladas era por eso.
—Claro que sí: cuando tengamos más tiempo libre me gustaría aprender más sobre música —respondió a su vez al pegaso.
La aparición también mencionó a aquel hermano mellizo del que les había hablado en alguna ocasión, pero que la horus normalmente olvidaba que tenía, pues Kahlo le había mencionado poco al menos en su presencia. ¿Cómo sería dejar familiares atrás que pudiesen echarte en falta? Incluso amigos. Ella no tenía ese problema en absoluto ya que los clinger que la recordasen de algo, principalmente sus compañeros del barco pesquero en el que trabajaba, probablemente creerían que se la había tragado un monstruo marino en alguna de sus expediciones de pesca, o cualquier reptil gigante que habitaba los alrededores… Algo así como a sus padres.
Las desapariciones en Dryfus eran demasiado comunes como para que nadie pensase mucho más allá, aunque si se trataba de alguien con que tenías alguna clase de lazo tenía que ser muy distinto, por supuesto. Ella recordaba que había llorado durante varios días a la edad de tres años cuando le comunicaron la muerte de sus padres, un recuerdo que la enderth tenía bastante enterrado pero que realmente no había desaparecido por completo.
Quizás les hubiese preguntado al respecto de sus familias en ese momento a sus amigos, pero la varmana pidió que Adam tocase otra canción, por lo que volvió a sentarse, expectante.
Hizo un gesto con la mano acompañando la respuesta de Kahlo para indicar que era obvio que si estaban calladas era por eso.
—Claro que sí: cuando tengamos más tiempo libre me gustaría aprender más sobre música —respondió a su vez al pegaso.
La aparición también mencionó a aquel hermano mellizo del que les había hablado en alguna ocasión, pero que la horus normalmente olvidaba que tenía, pues Kahlo le había mencionado poco al menos en su presencia. ¿Cómo sería dejar familiares atrás que pudiesen echarte en falta? Incluso amigos. Ella no tenía ese problema en absoluto ya que los clinger que la recordasen de algo, principalmente sus compañeros del barco pesquero en el que trabajaba, probablemente creerían que se la había tragado un monstruo marino en alguna de sus expediciones de pesca, o cualquier reptil gigante que habitaba los alrededores… Algo así como a sus padres.
Las desapariciones en Dryfus eran demasiado comunes como para que nadie pensase mucho más allá, aunque si se trataba de alguien con que tenías alguna clase de lazo tenía que ser muy distinto, por supuesto. Ella recordaba que había llorado durante varios días a la edad de tres años cuando le comunicaron la muerte de sus padres, un recuerdo que la enderth tenía bastante enterrado pero que realmente no había desaparecido por completo.
Quizás les hubiese preguntado al respecto de sus familias en ese momento a sus amigos, pero la varmana pidió que Adam tocase otra canción, por lo que volvió a sentarse, expectante.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
09/06/23, 07:08 pm
Los aplausos que Lethe y Kahlo regalaron hicieron reír mucho más a Adam, halagado por aquel gesto. Se sentía realmente bien recibir y se le subieron los colores de nuevo, tambi.
—Gracias, he practicado en un conservatorio. Me enseñó un buen profesor —omitió aposta la parte de que también tocó en el reformatorio, recordando con cariño a quien le enseñó, un hombre desinteresado que solo quería ayudarlo a ser mejor a través de la música como terapia—. No sabía que tenías un hermano, Kahlo. Que bien que también le guste tocar el piano —quería añadir que le encantaría conocerlo pero dado lo que escuchó acerca del borrado de memoria, calló, percatándose que se le fue un poco la lengua con aquel verbo pasado. Además no parecía ser un buen momento, la notaba algo melancólica.
—Me encantaría Lethe, si quieres puedes ver de cerca esta partitura y te explico —seguía leyendo un poco por encima aquellas notas, explicando muy por encima como funcionaba una partitura y sus pentagramas. Miraba anonadado el papel, le encantaría… Cuando Kahlo hizo la pregunta, Adam se giró hacia ella con bastante sorpresa—. ¡Ah claro! De hecho, estas notas tienen muy buena pinta. Tengo ganas de saber cómo suena.
Tomando aire, probó varios acordes representados en los pentagramas. La melodía empezaba con un tempo más calmado pero con unos matices más complejos y profundos. Leía y tocaba, tocaba y leía, tal y como en aquellas clases. Con calma y decisión, concentró su visión en las zonas más complejas, cada vez más notas y más escalas que, en un despliegue auditivo, provocaron que algunos instrumentos de cuerda de la sala reaccionasen y lo acompañasen con armonía. Adam abrió los ojos, sorprendido y sin parar de tocar, no solo era eso, el mismo papel que contenía la canción se iluminó de un tenue azul y además pasaba página solo. ¿Que clase de genio ha ideado todo eso? Estaba en la zona, enfocado en expresar las notas representadas en el papel. Las escalas, apretadas en las negras y blancas del pentagrama, se notaban más y mas pero Adam tenía energía y se dejaba llevar, tomando descansos en las partes que le permitían respirar. Era una tonada preciosa, de principio a fin, y en cuanto terminase con aquellas notas intensas se esmeró más de la cuenta, presionando con fuerza las notas, sintiendo cada tempo con una gran pasión que lo hacían sentir más vivo que nunca. Hasta que acabaron las notas, parpadeando un par de veces sorprendido de si mismo.
—Huff… Dios, me emocioné, me han acompañado los demás instrumentos, ¿lo habéis visto? —si no le diese tanta cosa de llevarse aquella partitura, lo habría hecho cincuenta veces. Dejó caer sus brazos, relajando su cuerpo en el taburete—. Guau, me hubiera encantado que Chromsa escuchase esto, es preciosa.
Miró con alegría el papel, ya sin ese tenue brillo que parecía reaccionar con la propia música del piano.
—Kahlo, ¿tu aprendiste a tocar el piano con tu hermano? Es por curiosidad —ella no lo aclaró y le movió preguntar con amabilidad, lo mismo ella tendría habilidad con el instrumento y no lo dijo.
—Gracias, he practicado en un conservatorio. Me enseñó un buen profesor —omitió aposta la parte de que también tocó en el reformatorio, recordando con cariño a quien le enseñó, un hombre desinteresado que solo quería ayudarlo a ser mejor a través de la música como terapia—. No sabía que tenías un hermano, Kahlo. Que bien que también le guste tocar el piano —quería añadir que le encantaría conocerlo pero dado lo que escuchó acerca del borrado de memoria, calló, percatándose que se le fue un poco la lengua con aquel verbo pasado. Además no parecía ser un buen momento, la notaba algo melancólica.
—Me encantaría Lethe, si quieres puedes ver de cerca esta partitura y te explico —seguía leyendo un poco por encima aquellas notas, explicando muy por encima como funcionaba una partitura y sus pentagramas. Miraba anonadado el papel, le encantaría… Cuando Kahlo hizo la pregunta, Adam se giró hacia ella con bastante sorpresa—. ¡Ah claro! De hecho, estas notas tienen muy buena pinta. Tengo ganas de saber cómo suena.
Tomando aire, probó varios acordes representados en los pentagramas. La melodía empezaba con un tempo más calmado pero con unos matices más complejos y profundos. Leía y tocaba, tocaba y leía, tal y como en aquellas clases. Con calma y decisión, concentró su visión en las zonas más complejas, cada vez más notas y más escalas que, en un despliegue auditivo, provocaron que algunos instrumentos de cuerda de la sala reaccionasen y lo acompañasen con armonía. Adam abrió los ojos, sorprendido y sin parar de tocar, no solo era eso, el mismo papel que contenía la canción se iluminó de un tenue azul y además pasaba página solo. ¿Que clase de genio ha ideado todo eso? Estaba en la zona, enfocado en expresar las notas representadas en el papel. Las escalas, apretadas en las negras y blancas del pentagrama, se notaban más y mas pero Adam tenía energía y se dejaba llevar, tomando descansos en las partes que le permitían respirar. Era una tonada preciosa, de principio a fin, y en cuanto terminase con aquellas notas intensas se esmeró más de la cuenta, presionando con fuerza las notas, sintiendo cada tempo con una gran pasión que lo hacían sentir más vivo que nunca. Hasta que acabaron las notas, parpadeando un par de veces sorprendido de si mismo.
—Huff… Dios, me emocioné, me han acompañado los demás instrumentos, ¿lo habéis visto? —si no le diese tanta cosa de llevarse aquella partitura, lo habría hecho cincuenta veces. Dejó caer sus brazos, relajando su cuerpo en el taburete—. Guau, me hubiera encantado que Chromsa escuchase esto, es preciosa.
Miró con alegría el papel, ya sin ese tenue brillo que parecía reaccionar con la propia música del piano.
—Kahlo, ¿tu aprendiste a tocar el piano con tu hermano? Es por curiosidad —ella no lo aclaró y le movió preguntar con amabilidad, lo mismo ella tendría habilidad con el instrumento y no lo dijo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
11/06/23, 10:41 am
—Se nota —contestó a Adam con una sonrisa. El chico no había vacilado o tenido notas disonantes. No parecía una canción aprendida de memoria a base de prueba y error como las que se sabía ella, sino conocimiento de verdad—. ¿No sabías que tengo un hermano...? —preguntó, ligeramente sorprendida.
Que ella desconociese un detalle como que el ruso tocaba el piano era una cosa normal, no habían visto un piano antes, pero que él no supiera de su mellizo sí que la dejaba un poco descolocada. Con Luci había hablado tanto del tema que lo sentía ya natural y estaba segura de haberles contado a casi todos de su peculiar situación familiar, por lo menos mencionado a Nohlem públicamente en asuntos más banales, pero...
¿Tan hermética había sido? Si lo pensaba fríamente... sí. Es cierto que con Adam no se había llevado todo lo mejor posible, y en lo personal no sentía un vínculo de confianza especialmente alto con los que quedaban de su grupo, pero que Fleur, con quien apenas había empezado a hablar, supiera más cosas de ella que el resto la hizo sentirse extraña. Como desconocidos a pesar del año que habían vivido juntos. Aquello iba en ambas direcciones, no obstante; ella también ignoraba la mitad de sus historias.
Con una capa de culpabilidad aquellos pensamientos la acompañaron durante gran parte de la siguiente canción que tocó Adam, hasta que fueron poco a poco acobijados (que no reemplazados) por el suave vacío blanco que proporcionaba la música. Se llevó un respingo cuando la partitura mágica reaccionó y otros instrumentos empezaron a tocarse solos, un susto demasiado leve como para que sus toxinas supusieran un problema. Por supuesto una vez entendió que pasaba quedó maravillada. ¿Cómo es que nadie vivía allí, o que el Consejo no hubiera reclamado ese sitio para lo que fuera? ¡Era fantástico! Si Rocavarancolia había sido así de mágica, los libros iban a tener razón: habría sido una ciudad tan grandiosa como la pintaban. Dentro de esa habitación se vio transportada a un mundo totalmente distinto al que conocía.
Su buen humor y la extraña sensación de antes le impidieron ser todo lo mordaz que pudo haber sido con tanta duda tonta del pegaso. ¡Pues claro que los habían oído! En su lugar Kahlo se limitó a sonreir, con la ilusión infantil que le causaba la magia brillando en sus ojos dorados.
—¡Ha sido maravilloso! ¡Tocas precioso, Adam! —se levantó para acercarse al piano e inspeccionarlo, eso y la partitura, todo con una sonrisa en la cara y la voz un poco más aguda—. Tienes que traerte a Chromsa aquí. Tenemos que volver. Le va a encantar.
Acarició el instrumento con la yema de los dedos y le dio una vuelta. Era bastante sobrio comparado a los que había visto en Varmania, pero un piano a fin de cuentas. Hechizado, pero normal. Al volver sobre sus pasos miraba el resto de instrumentos. La pregunta de Adam la pilló con la vista en una guitarra.
—¡Ah! ¿Yo? No, que va... Solo me sé tonterías de memoria. Cosas fáciles que me enseñaba él. Si acaso dos o tres notas para ayudarle con piezas más complicadas... Yo aprendí a tocar la flauta —colocó ambas manos a un lado de su cara, gesto que lo concretaba a flauta travesera—. Y la ocarina, pero son instrumentos sencillitos comparados con esto. Igual hace años que no toco. Los locos de la música en casa eran mi hermano y mi padre. Fue idea suya que aprendieramos a tocar de pequeños.
Sus mejillas se habían coloreado un poco con tanta explicación. De normal habría sido mucho más breve y escueta, pero de alguna forma se sentía en deuda con ellos, con sus compañeros y con su familia. Desapegarse hacía ciertos dolores mucho más llevaderos, y en su naturaleza estaba ser bastante independiente, pero tras todo lo que habían pasado juntos y seguían pasando no era justo que no se conociesen. Quería poder llamarlos amigos sin sentir que fallaba algo.
—Hm, ¿me permites? —con una timidez poco habitual en ella señaló el piano.
No tenía ni que sentarse. Tras contar mentalmente Kahlo presionó una negra… y arrugó el morro. Se había pasado de agudos. Bajó un poco a ojo y tocó otra. Una, dos, tres notas seguidas y vuelta a empezar, tanteando el orden y la distancia entre las teclas para situarse hasta que su memoria cogió carrerilla. La varmana hizo sonar el trozo de una canción tan simplificada que solo requería de una mano para ser tocada, y de esta si acaso tres dedos. A pesar de que no supondría un reto para nadie la sonrisa de Kahlo se hizo un pelín más grande, la serotonina de una cosa bien hecha y que encima sonaba bien. No esperaba acordarse todavía de aquello.
—Ya está, esto es mi tope —comentó divertida.
Que ella desconociese un detalle como que el ruso tocaba el piano era una cosa normal, no habían visto un piano antes, pero que él no supiera de su mellizo sí que la dejaba un poco descolocada. Con Luci había hablado tanto del tema que lo sentía ya natural y estaba segura de haberles contado a casi todos de su peculiar situación familiar, por lo menos mencionado a Nohlem públicamente en asuntos más banales, pero...
¿Tan hermética había sido? Si lo pensaba fríamente... sí. Es cierto que con Adam no se había llevado todo lo mejor posible, y en lo personal no sentía un vínculo de confianza especialmente alto con los que quedaban de su grupo, pero que Fleur, con quien apenas había empezado a hablar, supiera más cosas de ella que el resto la hizo sentirse extraña. Como desconocidos a pesar del año que habían vivido juntos. Aquello iba en ambas direcciones, no obstante; ella también ignoraba la mitad de sus historias.
Con una capa de culpabilidad aquellos pensamientos la acompañaron durante gran parte de la siguiente canción que tocó Adam, hasta que fueron poco a poco acobijados (que no reemplazados) por el suave vacío blanco que proporcionaba la música. Se llevó un respingo cuando la partitura mágica reaccionó y otros instrumentos empezaron a tocarse solos, un susto demasiado leve como para que sus toxinas supusieran un problema. Por supuesto una vez entendió que pasaba quedó maravillada. ¿Cómo es que nadie vivía allí, o que el Consejo no hubiera reclamado ese sitio para lo que fuera? ¡Era fantástico! Si Rocavarancolia había sido así de mágica, los libros iban a tener razón: habría sido una ciudad tan grandiosa como la pintaban. Dentro de esa habitación se vio transportada a un mundo totalmente distinto al que conocía.
Su buen humor y la extraña sensación de antes le impidieron ser todo lo mordaz que pudo haber sido con tanta duda tonta del pegaso. ¡Pues claro que los habían oído! En su lugar Kahlo se limitó a sonreir, con la ilusión infantil que le causaba la magia brillando en sus ojos dorados.
—¡Ha sido maravilloso! ¡Tocas precioso, Adam! —se levantó para acercarse al piano e inspeccionarlo, eso y la partitura, todo con una sonrisa en la cara y la voz un poco más aguda—. Tienes que traerte a Chromsa aquí. Tenemos que volver. Le va a encantar.
Acarició el instrumento con la yema de los dedos y le dio una vuelta. Era bastante sobrio comparado a los que había visto en Varmania, pero un piano a fin de cuentas. Hechizado, pero normal. Al volver sobre sus pasos miraba el resto de instrumentos. La pregunta de Adam la pilló con la vista en una guitarra.
—¡Ah! ¿Yo? No, que va... Solo me sé tonterías de memoria. Cosas fáciles que me enseñaba él. Si acaso dos o tres notas para ayudarle con piezas más complicadas... Yo aprendí a tocar la flauta —colocó ambas manos a un lado de su cara, gesto que lo concretaba a flauta travesera—. Y la ocarina, pero son instrumentos sencillitos comparados con esto. Igual hace años que no toco. Los locos de la música en casa eran mi hermano y mi padre. Fue idea suya que aprendieramos a tocar de pequeños.
Sus mejillas se habían coloreado un poco con tanta explicación. De normal habría sido mucho más breve y escueta, pero de alguna forma se sentía en deuda con ellos, con sus compañeros y con su familia. Desapegarse hacía ciertos dolores mucho más llevaderos, y en su naturaleza estaba ser bastante independiente, pero tras todo lo que habían pasado juntos y seguían pasando no era justo que no se conociesen. Quería poder llamarlos amigos sin sentir que fallaba algo.
—Hm, ¿me permites? —con una timidez poco habitual en ella señaló el piano.
No tenía ni que sentarse. Tras contar mentalmente Kahlo presionó una negra… y arrugó el morro. Se había pasado de agudos. Bajó un poco a ojo y tocó otra. Una, dos, tres notas seguidas y vuelta a empezar, tanteando el orden y la distancia entre las teclas para situarse hasta que su memoria cogió carrerilla. La varmana hizo sonar el trozo de una canción tan simplificada que solo requería de una mano para ser tocada, y de esta si acaso tres dedos. A pesar de que no supondría un reto para nadie la sonrisa de Kahlo se hizo un pelín más grande, la serotonina de una cosa bien hecha y que encima sonaba bien. No esperaba acordarse todavía de aquello.
—Ya está, esto es mi tope —comentó divertida.
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Palacete
11/06/23, 12:41 pm
A la enderth tampoco le extrañó mucho que Adam desconociese aquel detalle acerca de Kahlo, teniendo en cuenta que habían pasado un buen tiempo sin dirigirse la palabra después del incidente que había tenido lugar en aquel mismo sitio. Ella misma tampoco es que supiese mucho acerca de la vida de la varmana en su mundo, pero tenía buena memoria y recordaba lo que sí había contado en su presencia.
Cuando Adam se ofreció a explicarle aquella “partitura”, la horus se acercó con curiosidad. Sus plumas tapaban su piel, por lo que no es que se pudiese ver como “palidecía” pero sí que se podría notar un leve erizamiento de estas y como abría mucho los ojos durante un instante.
—Eso… eh… Parece muy complejo —dijo ante la visión del galimatías de rayas y símbolos extraños que tenía delante—. Pero guardo tu ofrecimiento para el futuro —le aseguró a Adam.
Desde luego, partituras incomprensibles aparte, aprender más sobre música, por mucho que le atrajese, no podía ser una prioridad en aquel momento.
Volvió a ocupar su lugar junto a la aparición para escuchar la siguiente actuación del pegaso, compartiendo el sobresalto con su amiga cuando otros de los instrumentos de la sala empezaron a emitir sonidos ellos solos. Con cada demostración de magia desconocida que veía, la sensación de que esta parecía no tener límites aumentaba. Sabía que los tendría, nada era infinito. Pero sin duda la lista de cosas que se podían llevar a cabo con ella tenía que ser gigantesca.
>>Magia anclada —susurró no queriendo molestar al pequeño concierto que se había formado.
Cuando Adam terminó tuvo que tomarse unos segundos para volver a la realidad, habiendo vuelto a casi desconectar de la realidad una vez se recuperó de la impresión, aunque fue fácil cuando este habló. Al contrario que Kahlo, ella sí era capaz de hacer un comentario mordaz.
—¿Tú crees que era posible no verlo? Y oírlo —le respondió con sorna. Su tono cambió a uno más amable enseguida, no obstante—. Yo no me opongo a volver, tampoco.
Fue la varmana quien tomó el relevo en ese momento, tras explicar que ella tenía algunas nociones con otros instrumentos debido a que sus padres habían insistido acerca de ello. Una vez más no pudo evitar preguntarse cómo sería haber vivido de una forma más similar a como lo habían hecho varios de sus amigos, salvando las obvias distancias de las grandes diferencias que separaba cada cultura. La melodía de Kahlo fue breve y simple, pero sonaba bien.
—Por lo menos has sido capaz de tocar algo. Yo ni sabría por dónde empezar: esto es totalmente diferente del xilófono —le dijo a Kahlo. Luego se dirigió hacia ambos—. Estaba pensando… ¿Me podríais hablar brevemente acerca de estos instrumentos? —señaló tanto al piano como a varios de los que se encontraban alrededor. Los que habían comenzado a tocar solos también le habían sonado muy bien—. Cómo se llaman y cómo se tocan… No estoy pidiendo que os explayéis —alzó un poco las manos con cierto apuro—. Pero si vamos a volver aquí me gustaría saber un poco más acerca de ellos.
Cuando Adam se ofreció a explicarle aquella “partitura”, la horus se acercó con curiosidad. Sus plumas tapaban su piel, por lo que no es que se pudiese ver como “palidecía” pero sí que se podría notar un leve erizamiento de estas y como abría mucho los ojos durante un instante.
—Eso… eh… Parece muy complejo —dijo ante la visión del galimatías de rayas y símbolos extraños que tenía delante—. Pero guardo tu ofrecimiento para el futuro —le aseguró a Adam.
Desde luego, partituras incomprensibles aparte, aprender más sobre música, por mucho que le atrajese, no podía ser una prioridad en aquel momento.
Volvió a ocupar su lugar junto a la aparición para escuchar la siguiente actuación del pegaso, compartiendo el sobresalto con su amiga cuando otros de los instrumentos de la sala empezaron a emitir sonidos ellos solos. Con cada demostración de magia desconocida que veía, la sensación de que esta parecía no tener límites aumentaba. Sabía que los tendría, nada era infinito. Pero sin duda la lista de cosas que se podían llevar a cabo con ella tenía que ser gigantesca.
>>Magia anclada —susurró no queriendo molestar al pequeño concierto que se había formado.
Cuando Adam terminó tuvo que tomarse unos segundos para volver a la realidad, habiendo vuelto a casi desconectar de la realidad una vez se recuperó de la impresión, aunque fue fácil cuando este habló. Al contrario que Kahlo, ella sí era capaz de hacer un comentario mordaz.
—¿Tú crees que era posible no verlo? Y oírlo —le respondió con sorna. Su tono cambió a uno más amable enseguida, no obstante—. Yo no me opongo a volver, tampoco.
Fue la varmana quien tomó el relevo en ese momento, tras explicar que ella tenía algunas nociones con otros instrumentos debido a que sus padres habían insistido acerca de ello. Una vez más no pudo evitar preguntarse cómo sería haber vivido de una forma más similar a como lo habían hecho varios de sus amigos, salvando las obvias distancias de las grandes diferencias que separaba cada cultura. La melodía de Kahlo fue breve y simple, pero sonaba bien.
—Por lo menos has sido capaz de tocar algo. Yo ni sabría por dónde empezar: esto es totalmente diferente del xilófono —le dijo a Kahlo. Luego se dirigió hacia ambos—. Estaba pensando… ¿Me podríais hablar brevemente acerca de estos instrumentos? —señaló tanto al piano como a varios de los que se encontraban alrededor. Los que habían comenzado a tocar solos también le habían sonado muy bien—. Cómo se llaman y cómo se tocan… No estoy pidiendo que os explayéis —alzó un poco las manos con cierto apuro—. Pero si vamos a volver aquí me gustaría saber un poco más acerca de ellos.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
11/06/23, 02:54 pm
Ya con las reacciones de Lethe y Kalo lo tuvo bien claro, esa no sería la última vez que visitaría aquel lugar ni en broma. Incluso tuvo el pequeño pensamiento infantil de traer no solo a Chromsa, sino a todos los demás. ¿Cómo reaccionarían? Se infló un poco el coco con las alabanzas imaginarias, le gustaba ser el centro de atención para esas cosas si con ello los hacía sentir bien con unas buenas canciones tocadas en el piano que tanto echaba de menos. Asintió a la idea de la varmana y a Lethe con una gran sonrisa.
Atento, escuchó la respuesta de la aparición con genuina curiosidad. Aparte de la ilusión que le hacía tener a más personas interesadas en el piano a su lado, ¿realmente le dijo con anterioridad algo de ello, o del hermano? No recordaba con exactitud y, de hecho, poco conocía de Kahlo. En el torreón, Adam no era la típica persona que iniciaba conversaciones y el propio pegaso se daba cuenta de ello, un poco arrepentido de esa actitud tan cerrada viendo lo que se andaba perdiendo. La varmana era una buena persona, Lethe también, todos lo eran y él se limitaba a no dar demasiado detalle de sí mismo. En esos momentos procuraría empezar de nuevo, enmendando su error y poniéndose al día, sonriendo cuando Kahlo hizo el gesto de la flauta.
—Eso es genial, bueno, ya sabes tocar más instrumentos que yo. Si eso sé tocar también la batería, pero un poquillo —bajó la mirada al piano, pensativo pero sonriente—. Que suerte que vuestro padre os diese opciones con la música, suena divertido.
A Adam le sonaba bien la familia de su compañera, parecían de porte culto por lo poco que ha escuchado de ellos. El propio padre del ruso era un hombre formal, tranquilo, campechano incluso. Cualquiera se llevaría bien con él, nunca fue mal padre. No se merecía tener a quien tuvo como hijo, ¿cómo le iría sin su presencia, como si solo fuere la pareja sin hijos de su madre? Adam rezó en su mente, implorando que sus vidas fuesen a mejor.
Ella, para su sorpresa, pidió permiso para actuar con el piano—. Ah, claro, sin problema —dejó espacio apartando el taburete a un lado. Tanteó las teclas un poco, parecía buscar una melodía y Adam no quería perder detalle, escuchar una melodía de otro mundo le parecía ya increíble y quería atesorarlo en su memoria. Era una tocada sencilla pero pegadiza y cuando la aparición acabo, el pegaso la miraría con una enorme felicidad.
—Pues a mi me ha encantado, tocas bien —dijo ni corto ni perezoso, con sinceridad.
Luego Lethe añadió su alcance en cuanto a habilidades musicales. Adam ya se olía algo por la reacción de ésta al explicar el pentagrama, parecía ser que en Dryfus las cosas con la música eran bastante distintas.
—Hm… ¿Por donde empiezo? —dedicó una breve mirada a Kahlo de duda, quien podría estar en las mismas que Adam en cuanto a conocimiento musical. Pasó su mano por el piano—. En mi mundo, al menos, los separamos en instrumentos de viento, cuerda y percusión. El piano es un instrumento de cuerda, pero… Espera, ¿no puede ser también de percusión? —se quedó bastante bloqueado con ello, meneando la cabeza para aclararse—. ¡B-bueno! El caso es que todos los que tengan cuerdas son de “cuerda”, los que hace falta golpearlos son de “percusión” y en los que necesitas soplar son los de “viento” —se rascó la barbilla, no sabía si era una definición demasiado simple y tampoco quería malentendidos. Se levantó del taburete, acercándose los instrumentos que antes sonaron solos—. Estos son violonchelos y contrabajos… creo. Se tocan rozando este arco contra las cuerdas y presionando por aquí arriba para agudizar el sonido que hacen ¡Ah! Y esto es un arpa, se tocaría este instrumento más o menos así —se acercó con ganas de pasar sus dedos por las cuerdas, de principio a fin. Esto generó una escala agradable y simple que le sacó una risilla al ruso.
»Tampoco se si enrollarme mucho en teoría musical y esas cosas, podría tirarme todo el día hablando —se explicó, alzando las manos con la cosa de acaparar y mirando de reojo a Kahlo—. Veo que es muy parecida vuestra forma de interpretar la música a la de la Tierra, es curioso. Que ya tengáis pianos me resulta una casualidad interesante—. Le comentó divertido, con sus brazos en jarra. Luego miró a Lethe—. Y lo mismo con los xilófonos por vuestra parte, la verdad.
Atento, escuchó la respuesta de la aparición con genuina curiosidad. Aparte de la ilusión que le hacía tener a más personas interesadas en el piano a su lado, ¿realmente le dijo con anterioridad algo de ello, o del hermano? No recordaba con exactitud y, de hecho, poco conocía de Kahlo. En el torreón, Adam no era la típica persona que iniciaba conversaciones y el propio pegaso se daba cuenta de ello, un poco arrepentido de esa actitud tan cerrada viendo lo que se andaba perdiendo. La varmana era una buena persona, Lethe también, todos lo eran y él se limitaba a no dar demasiado detalle de sí mismo. En esos momentos procuraría empezar de nuevo, enmendando su error y poniéndose al día, sonriendo cuando Kahlo hizo el gesto de la flauta.
—Eso es genial, bueno, ya sabes tocar más instrumentos que yo. Si eso sé tocar también la batería, pero un poquillo —bajó la mirada al piano, pensativo pero sonriente—. Que suerte que vuestro padre os diese opciones con la música, suena divertido.
A Adam le sonaba bien la familia de su compañera, parecían de porte culto por lo poco que ha escuchado de ellos. El propio padre del ruso era un hombre formal, tranquilo, campechano incluso. Cualquiera se llevaría bien con él, nunca fue mal padre. No se merecía tener a quien tuvo como hijo, ¿cómo le iría sin su presencia, como si solo fuere la pareja sin hijos de su madre? Adam rezó en su mente, implorando que sus vidas fuesen a mejor.
Ella, para su sorpresa, pidió permiso para actuar con el piano—. Ah, claro, sin problema —dejó espacio apartando el taburete a un lado. Tanteó las teclas un poco, parecía buscar una melodía y Adam no quería perder detalle, escuchar una melodía de otro mundo le parecía ya increíble y quería atesorarlo en su memoria. Era una tocada sencilla pero pegadiza y cuando la aparición acabo, el pegaso la miraría con una enorme felicidad.
—Pues a mi me ha encantado, tocas bien —dijo ni corto ni perezoso, con sinceridad.
Luego Lethe añadió su alcance en cuanto a habilidades musicales. Adam ya se olía algo por la reacción de ésta al explicar el pentagrama, parecía ser que en Dryfus las cosas con la música eran bastante distintas.
—Hm… ¿Por donde empiezo? —dedicó una breve mirada a Kahlo de duda, quien podría estar en las mismas que Adam en cuanto a conocimiento musical. Pasó su mano por el piano—. En mi mundo, al menos, los separamos en instrumentos de viento, cuerda y percusión. El piano es un instrumento de cuerda, pero… Espera, ¿no puede ser también de percusión? —se quedó bastante bloqueado con ello, meneando la cabeza para aclararse—. ¡B-bueno! El caso es que todos los que tengan cuerdas son de “cuerda”, los que hace falta golpearlos son de “percusión” y en los que necesitas soplar son los de “viento” —se rascó la barbilla, no sabía si era una definición demasiado simple y tampoco quería malentendidos. Se levantó del taburete, acercándose los instrumentos que antes sonaron solos—. Estos son violonchelos y contrabajos… creo. Se tocan rozando este arco contra las cuerdas y presionando por aquí arriba para agudizar el sonido que hacen ¡Ah! Y esto es un arpa, se tocaría este instrumento más o menos así —se acercó con ganas de pasar sus dedos por las cuerdas, de principio a fin. Esto generó una escala agradable y simple que le sacó una risilla al ruso.
»Tampoco se si enrollarme mucho en teoría musical y esas cosas, podría tirarme todo el día hablando —se explicó, alzando las manos con la cosa de acaparar y mirando de reojo a Kahlo—. Veo que es muy parecida vuestra forma de interpretar la música a la de la Tierra, es curioso. Que ya tengáis pianos me resulta una casualidad interesante—. Le comentó divertido, con sus brazos en jarra. Luego miró a Lethe—. Y lo mismo con los xilófonos por vuestra parte, la verdad.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
12/06/23, 05:40 pm
Que Lethe fuese sarcástica por ella le sacó una inevitable risa. De verdad que adoraba cuando se compensaban y entraban en sintonía. No le importaba que sus mejillas redondeadas se ruborizasen de tanto sonreír, más con las pizquitas de orgullo alimentado por las palabras de sus compañeros a pesar de que lo que había hecho tampoco era para tanto.
—¡Que va! De verdad, ni siquiera sé leer que teclas he tocado. Es pura memoria —le contestó primero a Lethe, luego siguió con Adam—. Y la ocarina es un instrumento muy sencillo, si sabes tocar la flauta sale prácticamente solo. Que sepas un poco de batería tiene más mérito que lo mío. Pero muchas gracias.
“Opciones, sí…” con una suave risa trató de apartar aquel pensamiento agridulce. Quería mucho a su padre, dentro de lo que cabe había sido mucho más familiar que su madre y es verdad que la música fue una forma bienintencionada de acercar una de sus pasiones a sus hijos (y al menos con su hermano lo había conseguido y superado), pero más pronto que tarde esa muestra de amor se acabó conviertiendo en un deber y otra forma de llenarse la boca cuando recibían visitas. Antes lo veía normal, tenían que ser cultos y entendidos en el arte, sus padres querían lo mejor para los dos, claro… Pero desde que no vivía con ellos y podía hacer y aprender lo que quisiera a su propio ritmo, la varmana empezaba a ser consciente de la presión a la que habían estado siempre sometidos. El esfuerzo por el trabajo y el ansia de ser productiva eran cosas aprendidas que ya nadie le iba a quitar, mas disfrutar del proceso era muy distinto. Por lo pronto se quedó con la nostalgia, con lo agradable que era echar de menos y no echar de más, así como con la pregunta que hizo Lethe. Se le hacía un poco irónico que un simio y una felina tuvieran que enseñarle a un pájaro de música, pero se guardó el chiste para sí. Dejó que el chico se ocupara de orquestrar la explicación.
—En Varmania es igual, sí —asintió mirando al otro con una sonrisita cómplice—. Creo que los pianos son de cuerda y percusión indirecta, son un caso excepcional. Yo estuve a punto de aprender a tocar el violín —continuó, algo más bajo—, pero mi madre odia el sonido que hacen cuando son mal tocados así que quedó descartado pronto. Los instrumentos de cuerda rasgada son muy difíciles y lentos de aprender. Tu xilófono por ejemplo sería un instrumento de percursión, Lethe. Lo que yo toco es de viento… Como aquellos —señaló una pared tras Adam donde había expuestos un puñado de flautas de distintos tamaños. Algunas no las reconocía. También había una trompeta, un clarinete…—. ¡Ah! y ese con forma de pipa con muchos botones es lo que tocaba mi padre, un saxofón —se inclinó un poco para ver el rostro de la enderth, curiosa—. ¿Hay algún instrumento en particular que te llame la atención?
Hacer de profesores le resultaba entretenido. El último comentario de Adam la hizo asentir. Ella había pensado lo mismo en su momento, cuando habían tenido charlas sobre música en sus días de criba.
—Hm-hm. En Varmania la música es súper importante. No digo que nuestra cultura gire en torno a ella, pero… —rió por lo bajo—. Casi. Hay muchísimos estilos e instrumentos, y hasta los más pobres saben tocar algo. ¡De hecho, creo que son los que más saben de música! Y bueno, piensa que… todos tenemos un nexo en común —hizo un circulito en el aire con el dedo índice—. Rocavarancolia. Habrá casos en los que sea simple casualidad, mismas conclusiones y recursos evolutivos, como no sé, un simple tambor, pero si Rocavarancolia ha estado detrás de nuestros mundos tanto tiempo, ¿quién dice que no se han llevado inventos de un sitio a otro? A lo mejor el xilófono que inventaron en Dryfus es el mismo que tenemos en Varmania. A lo mejor el piano que inventaron en Varmania… —continuó con una sonrisita—, es el mismo que tenéis en la Tierra. ¡Todo podría ser!
—¡Que va! De verdad, ni siquiera sé leer que teclas he tocado. Es pura memoria —le contestó primero a Lethe, luego siguió con Adam—. Y la ocarina es un instrumento muy sencillo, si sabes tocar la flauta sale prácticamente solo. Que sepas un poco de batería tiene más mérito que lo mío. Pero muchas gracias.
“Opciones, sí…” con una suave risa trató de apartar aquel pensamiento agridulce. Quería mucho a su padre, dentro de lo que cabe había sido mucho más familiar que su madre y es verdad que la música fue una forma bienintencionada de acercar una de sus pasiones a sus hijos (y al menos con su hermano lo había conseguido y superado), pero más pronto que tarde esa muestra de amor se acabó conviertiendo en un deber y otra forma de llenarse la boca cuando recibían visitas. Antes lo veía normal, tenían que ser cultos y entendidos en el arte, sus padres querían lo mejor para los dos, claro… Pero desde que no vivía con ellos y podía hacer y aprender lo que quisiera a su propio ritmo, la varmana empezaba a ser consciente de la presión a la que habían estado siempre sometidos. El esfuerzo por el trabajo y el ansia de ser productiva eran cosas aprendidas que ya nadie le iba a quitar, mas disfrutar del proceso era muy distinto. Por lo pronto se quedó con la nostalgia, con lo agradable que era echar de menos y no echar de más, así como con la pregunta que hizo Lethe. Se le hacía un poco irónico que un simio y una felina tuvieran que enseñarle a un pájaro de música, pero se guardó el chiste para sí. Dejó que el chico se ocupara de orquestrar la explicación.
—En Varmania es igual, sí —asintió mirando al otro con una sonrisita cómplice—. Creo que los pianos son de cuerda y percusión indirecta, son un caso excepcional. Yo estuve a punto de aprender a tocar el violín —continuó, algo más bajo—, pero mi madre odia el sonido que hacen cuando son mal tocados así que quedó descartado pronto. Los instrumentos de cuerda rasgada son muy difíciles y lentos de aprender. Tu xilófono por ejemplo sería un instrumento de percursión, Lethe. Lo que yo toco es de viento… Como aquellos —señaló una pared tras Adam donde había expuestos un puñado de flautas de distintos tamaños. Algunas no las reconocía. También había una trompeta, un clarinete…—. ¡Ah! y ese con forma de pipa con muchos botones es lo que tocaba mi padre, un saxofón —se inclinó un poco para ver el rostro de la enderth, curiosa—. ¿Hay algún instrumento en particular que te llame la atención?
Hacer de profesores le resultaba entretenido. El último comentario de Adam la hizo asentir. Ella había pensado lo mismo en su momento, cuando habían tenido charlas sobre música en sus días de criba.
—Hm-hm. En Varmania la música es súper importante. No digo que nuestra cultura gire en torno a ella, pero… —rió por lo bajo—. Casi. Hay muchísimos estilos e instrumentos, y hasta los más pobres saben tocar algo. ¡De hecho, creo que son los que más saben de música! Y bueno, piensa que… todos tenemos un nexo en común —hizo un circulito en el aire con el dedo índice—. Rocavarancolia. Habrá casos en los que sea simple casualidad, mismas conclusiones y recursos evolutivos, como no sé, un simple tambor, pero si Rocavarancolia ha estado detrás de nuestros mundos tanto tiempo, ¿quién dice que no se han llevado inventos de un sitio a otro? A lo mejor el xilófono que inventaron en Dryfus es el mismo que tenemos en Varmania. A lo mejor el piano que inventaron en Varmania… —continuó con una sonrisita—, es el mismo que tenéis en la Tierra. ¡Todo podría ser!
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Palacete
12/06/23, 10:23 pm
Atendió a las explicaciones de ambos sobre los instrumentos con genuino interés, pero sintiendo que se le iba a olvidar la mayoría enseguida. Aun así podía ser un buen comienzo y tal vez cuando leyese sobre ello se podría acordar de ese día y hacerse una idea más clara. Frunció el ceño ante la confusión que parecía tener Adam con el piano: el instrumento que él mismo acababa de tocar con tanta destreza. Kahlo ofreció una explicación a mayores, pero la verdad es que a la enderth le seguía resultado difícil de comprender. Suponía que tenía que ver con la propia construcción del instrumento en sí mismo, que era mucho más grande que el resto y posiblemente tuviese mecanismos más complejos.
Le producían bastante curiosidad lo que definieron como instrumentos de cuerda rasgada, que eran los que habían sonado solos hacía un momento y le había parecido que tenían un sonido muy potente y bonito, pero según la aparición eran muy difíciles de tocar correctamente. No es que no le creyese, pero si eran incluso más complicados que el piano no se lo quería ni imaginar. También se acercó al llamado arpa cuando el pegaso lo hizo sonar. Ladeó un poco la cabeza con interés ante el sonido tan melodioso que produjo su simple gesto: todo sonaba muy agradable a sus oídos.
—Oh, sí, Kradko me habló acerca del xilófono —dijo una vez lo habían mencionado tanto el pegaso como la aparición nocturna—. Resulta que es bastante común en Dryfus, pero yo no lo conocía… Bueno, parece que normalmente son bastante más grandes que el que me hizo Chromsa. Me lo explicó Kradko: ella ha visto muchos más instrumentos musicales que yo. Los que llamáis instrumentos de cuerda rasgada no me suenan de nada, y los de viento… alguna vez vi tocar a alguien uno, creo. Pero, claro, los clinger pueden hacerlo, pero yo no podría con mi pico —se lo señaló—. Aun así no me suena ninguno de los que están aquí, pero quizás Kradko conozca algo como el saxofón ese, no lo sé… —se rascó la cabeza. Pese a lo mucho que le interesaba el tema, se sentía una total ignorante—. Solo se tocaba música en ocasiones muy concretas y yo pasaba la mayor parte de mis días en el barco pesquero —explicó—. Desde muy pequeña… —pareció dudar, como si tuviera algo en mente, pero simplemente continuó para responder a la pregunta de Kahlo, o al menos intentarlo—. La verdad es… que no lo sé. El xilófono me gusta. Hay varios instrumentos que no puedo tocar debido a las diferencias anatómicas.
La posibilidad que planteó Kahlo le hizo pensar. La varmana podía tener razón y era muy interesante plantearse algo así. Rocavarancolia sin duda estaba conectada con todos esos mundos y no era una idea para nada descabellada.
>>Esa es una teoría muy interesante. Mmm… ¿cómo se llamaban? —estaba intentando recordar el nombre de dos instrumentos que sí había oído en más ocasiones—. ¡Ah! En Dryfus son bastante frecuentes unos instrumentos llamados kalimbas, aunque no tengo ni idea de qué tipo son… y también otros que me recuerdan un poco al xilófono en el tipo de sonido porque son de percusión pero melódicos… ¿Cómo era…? Ah… ¡Hang! —alzó un dedo al hacer memoria de pronto—. Recuerdo que había clingers que hacían sonidos muy bonitos con ellos… A lo mejor estaría bien aprender a tocarlo. ¿Os suenan a vosotros? Se me haría difícil describirlos con exactitud aunque tengo una imagen de ellos en la cabeza y podría intentarlo.
Le producían bastante curiosidad lo que definieron como instrumentos de cuerda rasgada, que eran los que habían sonado solos hacía un momento y le había parecido que tenían un sonido muy potente y bonito, pero según la aparición eran muy difíciles de tocar correctamente. No es que no le creyese, pero si eran incluso más complicados que el piano no se lo quería ni imaginar. También se acercó al llamado arpa cuando el pegaso lo hizo sonar. Ladeó un poco la cabeza con interés ante el sonido tan melodioso que produjo su simple gesto: todo sonaba muy agradable a sus oídos.
—Oh, sí, Kradko me habló acerca del xilófono —dijo una vez lo habían mencionado tanto el pegaso como la aparición nocturna—. Resulta que es bastante común en Dryfus, pero yo no lo conocía… Bueno, parece que normalmente son bastante más grandes que el que me hizo Chromsa. Me lo explicó Kradko: ella ha visto muchos más instrumentos musicales que yo. Los que llamáis instrumentos de cuerda rasgada no me suenan de nada, y los de viento… alguna vez vi tocar a alguien uno, creo. Pero, claro, los clinger pueden hacerlo, pero yo no podría con mi pico —se lo señaló—. Aun así no me suena ninguno de los que están aquí, pero quizás Kradko conozca algo como el saxofón ese, no lo sé… —se rascó la cabeza. Pese a lo mucho que le interesaba el tema, se sentía una total ignorante—. Solo se tocaba música en ocasiones muy concretas y yo pasaba la mayor parte de mis días en el barco pesquero —explicó—. Desde muy pequeña… —pareció dudar, como si tuviera algo en mente, pero simplemente continuó para responder a la pregunta de Kahlo, o al menos intentarlo—. La verdad es… que no lo sé. El xilófono me gusta. Hay varios instrumentos que no puedo tocar debido a las diferencias anatómicas.
La posibilidad que planteó Kahlo le hizo pensar. La varmana podía tener razón y era muy interesante plantearse algo así. Rocavarancolia sin duda estaba conectada con todos esos mundos y no era una idea para nada descabellada.
>>Esa es una teoría muy interesante. Mmm… ¿cómo se llamaban? —estaba intentando recordar el nombre de dos instrumentos que sí había oído en más ocasiones—. ¡Ah! En Dryfus son bastante frecuentes unos instrumentos llamados kalimbas, aunque no tengo ni idea de qué tipo son… y también otros que me recuerdan un poco al xilófono en el tipo de sonido porque son de percusión pero melódicos… ¿Cómo era…? Ah… ¡Hang! —alzó un dedo al hacer memoria de pronto—. Recuerdo que había clingers que hacían sonidos muy bonitos con ellos… A lo mejor estaría bien aprender a tocarlo. ¿Os suenan a vosotros? Se me haría difícil describirlos con exactitud aunque tengo una imagen de ellos en la cabeza y podría intentarlo.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Palacete
13/06/23, 11:27 pm
Adam agradeció la aclaración de la aparición con respecto al piano, la verdad que era un poco ambos casos y se le hizo curiosa la explicación. Asintió a ello, dando la razón mientras levantaba las cejas al escuchar lo del violín. La verdad es que el pegaso visualizaba a Kahlo con un violín, le pegaba muchísimo con su figura pero se guardó aquella opinión tan subjetiva y un poco atrevida, lo mismo ella guarda un recuerdo no muy bueno de ello por lo de su madre.
Curioso que Kradko fuese la que contó a Lethe sobre el xilófono, siendo del mismo mundo. Vaya que si que habían diferencias entre clingers y enderths, o lo mismo la propia Lethe era un caso especial. Como ella se explicó provocó que Adam la observase analítico, parecía callar algo o al menos dudar un poco.
—Ya veo, qué curioso —por el bien de todos dejó de ser tan serio, dibujando una sonrisa y relajando su postura—. No me extraña viniendo de Kradko, a ella le encanta tocar el tambor y eso lo puedo confirmar de sobra —eso le dio cierta nostalgia, recordando todas las tardes que pasaba junto a Luci y la clinger tocando el instrumento.
Sin embargo, lo que Kahlo dijo acerca de la conexión posible que convertiría a Rocavarancolia en un nexo cultural fue… impactante.
—Wow… —asintió a la respuesta de Lethe, muy convencido de la teoría de la varmana y casi sin palabras—. Pensándolo así… Madre mía, tiene todo el sentido del mundo —ya investigaría sobre ello, prefiriendo escuchar a la enderth de momento—. ¡Qué curioso! Me quiere sonar pero no caigo del todo, aun así me encantaría tener uno en mis manos —confesó ilusionado—. Quizás esté todo conectado y sea un instrumento de la Tierra o Varmania o… Dios sabe. Kahlo, me acabas de reventar el cerebro con tu teoría —se giró a la aparición con una risa medio tensa pero divertida.
Con ello de aprender a tocar, Adam miró a la horus con intenciones y levantándose del taburete. Se le ocurrió una idea.
—Lethe, ¿quieres probar a tocar el piano? Podríamos enseñarte un poquillo ahora —miró a Kahlo con sus ojos brillantes, deseaba ver a su amiga tocar el piano por primera vez.
Curioso que Kradko fuese la que contó a Lethe sobre el xilófono, siendo del mismo mundo. Vaya que si que habían diferencias entre clingers y enderths, o lo mismo la propia Lethe era un caso especial. Como ella se explicó provocó que Adam la observase analítico, parecía callar algo o al menos dudar un poco.
—Ya veo, qué curioso —por el bien de todos dejó de ser tan serio, dibujando una sonrisa y relajando su postura—. No me extraña viniendo de Kradko, a ella le encanta tocar el tambor y eso lo puedo confirmar de sobra —eso le dio cierta nostalgia, recordando todas las tardes que pasaba junto a Luci y la clinger tocando el instrumento.
Sin embargo, lo que Kahlo dijo acerca de la conexión posible que convertiría a Rocavarancolia en un nexo cultural fue… impactante.
—Wow… —asintió a la respuesta de Lethe, muy convencido de la teoría de la varmana y casi sin palabras—. Pensándolo así… Madre mía, tiene todo el sentido del mundo —ya investigaría sobre ello, prefiriendo escuchar a la enderth de momento—. ¡Qué curioso! Me quiere sonar pero no caigo del todo, aun así me encantaría tener uno en mis manos —confesó ilusionado—. Quizás esté todo conectado y sea un instrumento de la Tierra o Varmania o… Dios sabe. Kahlo, me acabas de reventar el cerebro con tu teoría —se giró a la aparición con una risa medio tensa pero divertida.
Con ello de aprender a tocar, Adam miró a la horus con intenciones y levantándose del taburete. Se le ocurrió una idea.
—Lethe, ¿quieres probar a tocar el piano? Podríamos enseñarte un poquillo ahora —miró a Kahlo con sus ojos brillantes, deseaba ver a su amiga tocar el piano por primera vez.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Palacete
16/06/23, 01:06 pm
Kahlo se rió por lo sorprendido que había dejado a Adam, contenta y orgullosa de que su teoría le hubiera gustado. Tratándose de cosas tan específicas (como que tanto ella de memoria visual como Adam por conocimiento pudieran tocar el mismo instrumento) a la varmana le chocaría más descubrir que esos inventos fueran meras casualidades y no la misma cosa.
—Quiero decir... Míranos. Toda Rocavarancolia es una cultura pegada a otra. Es como una capital entre mundos —había orgullo en sus palabras, y es que de verdad lo sentía. Puede que estuviera poblada por monstruos y pesadillas, que sus políticas no fueran las más morales y las raíces de los Santos la hubieran abandonado en un estado lamentable, pero en su época dorada, e incluso solo con lo que tenían desde entonces... Rocavarancolia tuvo que haber sido una auténtica maravilla. Lo mejor de todos sus mundos—. Nadie nos impide llevar una guitarra de un universo a otro.
"O que una varmana lleve un brazo irrense...". Tampoco eran objetos peligrosos, como decir armas, pero hasta esas parecían bastante universales según a quién le preguntases. Atendió a Lethe con más ánimo que antes (que no era poco), curiosa como por sus vivencias personales parecía no haber podido disfrutar de la música como ellos. La joven no se había parado a pensar en las diferencias anatómicas, pero es verdad que teniendo pico tocar una flauta tenía que ser muy incómodo, y más ahora que Lethe lo tenía curvado como una rapaz. Realmente no era necesario apoyar los labios, al menos no en todos los instrumentos de viento, pero igual tenías que dirigir el aire con precisión.
—¡Hay xilófonos grandes, sí! De hecho en mi mundo los pequeños son juguetes para niños. Es más... Hmm —la varmana oteó la sala hasta dar con una marimba, escondida tras una tuba y lo que parecía un sitar. A simple vista parecía una mesa, normal que no hubieran reparado antes en ella. Se acercó e hizo sonar una de las teclas, bajito, al chocarla con el metal de sus dedos—. ¡Mira! ¡Este es uno de los grandes!
Ignoraba las diferencias entre marimba y xilófono, a tanto no llegaban sus conocimientos musicales, de igual forma desconocía lo que era un hang y así lo hizo saber negando con la cabeza. Quizás de vista le sonase, pero por nombre...
—Las kalimbas sí las conozco. Son como cajitas de música —hizo el tamaño medio separando sus manos—. ¿No? Creo que son de percusión... —echó un vistazo alrededor pero al menos ella no vio ninguna. No eran tan exageradas como un violonchelo así que perderlas de vista era más fácil—. Pero el hang no me suena. ¿Cómo es?
Adam entonces propuso enseñarle piano a Lethe. No, que le enseñasen, en plural. La aparición abrió mucho los ojos y en seguida cruzó las manos con la palma por delante, haciendo aspavientos.
—¡Oh, pero yo no sé nada! ¡De verdad! No sé donde empiezan las escalas, ni como se llaman las teclas negras. ¡Sé leer partituras pero no tocarlas en un piano! —añadió con una risa apurada—. Tú eres mejor profesor que yo para eso. Solo me sé cachitos como el de antes...
—Quiero decir... Míranos. Toda Rocavarancolia es una cultura pegada a otra. Es como una capital entre mundos —había orgullo en sus palabras, y es que de verdad lo sentía. Puede que estuviera poblada por monstruos y pesadillas, que sus políticas no fueran las más morales y las raíces de los Santos la hubieran abandonado en un estado lamentable, pero en su época dorada, e incluso solo con lo que tenían desde entonces... Rocavarancolia tuvo que haber sido una auténtica maravilla. Lo mejor de todos sus mundos—. Nadie nos impide llevar una guitarra de un universo a otro.
"O que una varmana lleve un brazo irrense...". Tampoco eran objetos peligrosos, como decir armas, pero hasta esas parecían bastante universales según a quién le preguntases. Atendió a Lethe con más ánimo que antes (que no era poco), curiosa como por sus vivencias personales parecía no haber podido disfrutar de la música como ellos. La joven no se había parado a pensar en las diferencias anatómicas, pero es verdad que teniendo pico tocar una flauta tenía que ser muy incómodo, y más ahora que Lethe lo tenía curvado como una rapaz. Realmente no era necesario apoyar los labios, al menos no en todos los instrumentos de viento, pero igual tenías que dirigir el aire con precisión.
—¡Hay xilófonos grandes, sí! De hecho en mi mundo los pequeños son juguetes para niños. Es más... Hmm —la varmana oteó la sala hasta dar con una marimba, escondida tras una tuba y lo que parecía un sitar. A simple vista parecía una mesa, normal que no hubieran reparado antes en ella. Se acercó e hizo sonar una de las teclas, bajito, al chocarla con el metal de sus dedos—. ¡Mira! ¡Este es uno de los grandes!
Ignoraba las diferencias entre marimba y xilófono, a tanto no llegaban sus conocimientos musicales, de igual forma desconocía lo que era un hang y así lo hizo saber negando con la cabeza. Quizás de vista le sonase, pero por nombre...
—Las kalimbas sí las conozco. Son como cajitas de música —hizo el tamaño medio separando sus manos—. ¿No? Creo que son de percusión... —echó un vistazo alrededor pero al menos ella no vio ninguna. No eran tan exageradas como un violonchelo así que perderlas de vista era más fácil—. Pero el hang no me suena. ¿Cómo es?
Adam entonces propuso enseñarle piano a Lethe. No, que le enseñasen, en plural. La aparición abrió mucho los ojos y en seguida cruzó las manos con la palma por delante, haciendo aspavientos.
—¡Oh, pero yo no sé nada! ¡De verdad! No sé donde empiezan las escalas, ni como se llaman las teclas negras. ¡Sé leer partituras pero no tocarlas en un piano! —añadió con una risa apurada—. Tú eres mejor profesor que yo para eso. Solo me sé cachitos como el de antes...
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Palacete
16/06/23, 01:54 pm
Por supuesto que a Kradko le gustaba tocar el tambor, solo había que tener oídos para saberlo habiendo convivido con ella.
—Creo que todos nos dimos cuenta también sobradamente —replicó a Adam con cierta sorna pero sin malicia. A veces no sabía si al pegaso le gustaba recalcar lo obvio o no era del todo consciente de qué cosas era evidente que también percibían los demás a su alrededor, pero desde luego no creía nadie que hubiese convivido en el Torreón Silente pudiese olvidar el estruendo que había formado la clinger en diversas ocasiones.
Tanto él como Kahlo parecían estar emocionados con la teoría y desde luego a la enderth no le parecía nada descabellado y, aunque no compartiese el nivel de entusiasmo, sí el interés. Siguió a la varmana cuando esta le enseñó uno de los xilófonos de mayor tamaño, afirmando que era normal que fuesen así. No le extrañaba que el que le pudo fabricar Chromsa fuese pequeño, estuviese orientados a niños o no, pero sabiendo eso le gustaría en algún momento poder tener uno “de verdad” y seguir aprendiendo con él.
—Sí, creo que hablamos del mismo instrumento —le confirmó a Kahlo cuando preguntó por la kalimba—. Yo no sabría decir si es de percusión, pero es lo que tiene más sentido, imagino. Y el hang… a ver… Es como… —intentaba hacer memoria y buscar las mejores palabras para definirlo—. Tiene dos piezas metálicas en forma de media concha unidas entre sí, y creo que está hueco por dentro. En la parte de arriba hay unas abolladuras que supongo que es lo que hace que suene diferente según en qué partes toques. Se toca con las manos.
Esperaba que aquella descripción les sirviese para hacerse más o menos una idea, porque la horus no podía ofrecer una mejor de cabeza.
Mientras tanto también había aprovechado para echar un vistazo a otros nuevos instrumentos que se habían descubierto cuando la aparición investigó en busca del xilófono, pero cuando el humano se dirigió directamente a ella se acercó a él con cierta incredulidad en el rostro.
—¿Yo? No sabría ni por dónde empezar —le aseguró acercándose cada vez más al instrumento, no obstante.
La varmana afirmó no saber, a pesar de la pequeña demostración que les había hecho, por lo que parecía que la pelota estaba totalmente en manos de Adam. La enderth dejó escapar una pequeña risa y se sentó donde había estado hace un momento el propio pegaso demostrando su habilidad con aquel instrumento. Estiró las garras y las colocó al azar encima de algunas de las teclas.
>>Muy bien, si destrozo vuestros oídos no es responsabilidad mía —bromeó. Probó a hacer sonar un par de teclas con mucha curiosidad—. ¿Cómo te apañas con tantas teclas? Me da la impresión de que me llevaría años ser capaz siquiera de producir algo como lo que tocó Kahlo.
—Creo que todos nos dimos cuenta también sobradamente —replicó a Adam con cierta sorna pero sin malicia. A veces no sabía si al pegaso le gustaba recalcar lo obvio o no era del todo consciente de qué cosas era evidente que también percibían los demás a su alrededor, pero desde luego no creía nadie que hubiese convivido en el Torreón Silente pudiese olvidar el estruendo que había formado la clinger en diversas ocasiones.
Tanto él como Kahlo parecían estar emocionados con la teoría y desde luego a la enderth no le parecía nada descabellado y, aunque no compartiese el nivel de entusiasmo, sí el interés. Siguió a la varmana cuando esta le enseñó uno de los xilófonos de mayor tamaño, afirmando que era normal que fuesen así. No le extrañaba que el que le pudo fabricar Chromsa fuese pequeño, estuviese orientados a niños o no, pero sabiendo eso le gustaría en algún momento poder tener uno “de verdad” y seguir aprendiendo con él.
—Sí, creo que hablamos del mismo instrumento —le confirmó a Kahlo cuando preguntó por la kalimba—. Yo no sabría decir si es de percusión, pero es lo que tiene más sentido, imagino. Y el hang… a ver… Es como… —intentaba hacer memoria y buscar las mejores palabras para definirlo—. Tiene dos piezas metálicas en forma de media concha unidas entre sí, y creo que está hueco por dentro. En la parte de arriba hay unas abolladuras que supongo que es lo que hace que suene diferente según en qué partes toques. Se toca con las manos.
Esperaba que aquella descripción les sirviese para hacerse más o menos una idea, porque la horus no podía ofrecer una mejor de cabeza.
Mientras tanto también había aprovechado para echar un vistazo a otros nuevos instrumentos que se habían descubierto cuando la aparición investigó en busca del xilófono, pero cuando el humano se dirigió directamente a ella se acercó a él con cierta incredulidad en el rostro.
—¿Yo? No sabría ni por dónde empezar —le aseguró acercándose cada vez más al instrumento, no obstante.
La varmana afirmó no saber, a pesar de la pequeña demostración que les había hecho, por lo que parecía que la pelota estaba totalmente en manos de Adam. La enderth dejó escapar una pequeña risa y se sentó donde había estado hace un momento el propio pegaso demostrando su habilidad con aquel instrumento. Estiró las garras y las colocó al azar encima de algunas de las teclas.
>>Muy bien, si destrozo vuestros oídos no es responsabilidad mía —bromeó. Probó a hacer sonar un par de teclas con mucha curiosidad—. ¿Cómo te apañas con tantas teclas? Me da la impresión de que me llevaría años ser capaz siquiera de producir algo como lo que tocó Kahlo.
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