El Río

Nasher sentía el peso de Enna como el de tres personas juntas. Cargar con la chica y con el peso de lo que había hecho se estaba haciendo una odisea. Sentía la tentación de dejarla caer al río, de arrastrar su cuerpo por las rocas, pero no iba a hacerlo, así no conseguirían nada. << La llevaremos al lugar acordado y la dejaremos allí... Y ya no tendremos que volver a verle la cara>> La ciudad era grande, y Wen la única del grupo con acceso a mapas. Además la dejaban sin armas, sin cristales y sin comida. En cierto modo a Nasher no le gustaba demasiado la idea de dejarla sin comida, pero recordaba a Cira y se le olvidaban sus preocupaciones.

Avanzaron paralelos al río hasta que dieron con un puente para poder cruzarlo y siguieron el camino que marcaba Wen.

Sigue en losAcantilados.

Como ella misma había dictaminado, Matt y Nasher llevaban a Enna, mientras Wen abría la marcha y Kestel la cerraba. La británica ya se había acostumbrado a caminar por la ciudad siempre alerta. Además, también se había acostumbrado a repasar mentalmente el camino a seguir para evitar tener que sacar el voluminoso libro, que le haría perder tiempo y atención; por lo que no fue un trabajo que le resultara desagradable o difícil.

Un lugar tan idílico como un río le pareció a Wen fuera de lugar en la ciudad, pero no se extrañó de su presencia cuando llegaron a él. “Es lógico que una gran ciudad tenga siempre un río cerca y la ciudad de los milagros y los portentos no va a ser menos.”

- Sigamos por ahí. -anunció a sus compañeros cuando llegaron al puente que debían cruzar, y siguieron rectos para llegar a su destino.


Sigue en losAcantilados.

Wen corrió durante todo el camino. Le dolía mucho la frente y el cuerpo, que se había comenzado a hinchar y su piel había empezado a escamarse y a coger un tono entre negro y plateado en algunas zonas. La ropa comenzaba a apretarle, por lo que comenzó a quitársela entre gritos de dolor mientras entraba al rio, esparciéndola por la orilla y dejándose únicamente la ropa interior, cuyas costuras reventaron poco después.

Su frente había dejado de sangrar abundantemente para quedar en un único hilillo que partía su cara por la mitad. Apenas podía separar las piernas y los brazos se le inmovilizaron a los costados. Notó como la piel que cubría sus omoplatos comenzaba a rajarse y a sangrar. Sentía como que una parte de su cuerpo, nueva y desconocida para ella, se intentaba hacer paso en su espalda.

Lo que para ella fueron años, en tiempo real fueron un par de horas aproximadamente. Por fin, el dolor remitió y Wen pudo dejar de revolcarse en el agua buscando alivio. “¿Qué me ha pasado?” Se preguntó extrañada. Se sentía como antes de que todo pasara. Estaba bien, estaba entera, pero algo había cambiado. Aunque no percibió que faltara alguna parte de su cuerpo, había partes que antes tenía y en esos momentos no sentía. “No… no siento los brazos.” Descubrió para su asombro. Era cierto que los brazos no los sentía, pero en compensación había ganado otras dos extremidades. Wen vió con asombro como a sus costados se extendían unas alas de murciélago grises. “¿Qué soy? ¿En qué me he convertido?” se preguntó al recordar el libro de transformaciones de Matt. Irguiéndose como buenamente pudo, observó su reflejo en el río. “¡Soy una serpiente!” exclamo para sí misma y, de la misma impresión, cayó hacia atrás sumergiéndose de nuevo en el agua.

Mientras miraba su cola estupefacta, algo en la orilla llamó su atención. Era el lacayo grotesco de Tsusu que parecía traer un mensaje para ella.

“No es mucho, pero es para que puedas alimentarte algo, raciónalo. Vuelve cuando estés mejor. Tsusu.”

Cuando el lacayo calló, Wen se quedó mirando la fruta que portaba para ella. “Mis compañeros... están preocupados.” Se dijo. La británica se estiró en el agua torpemente para atrapar entre sus fauces la fruta que Tsusu se había molestado en hacérsela llegar, y se la tragó de un bocado. “Quizás no sea mucho, pero por ahora será suficiente.” Se dijo complacida.

- Dzile a tu amo que esztoy bien, que no sze preocupen y que pronto volveré. Grazciasz. - le dijo Wen para que tranquilizara a sus compañeros, pronunciando lo mejor que pudo, ya que le resultó un poco difícil hablar con su nueva mandíbula.

Cuando el lacayo grotesco se fue con su mensaje, Wen volvió a quedarse sola en el rio. La Luna la había convertido en una serpiente alada negra con reflejos plateados en cuya frente había un precioso rubí. Wen había leído muchas transformaciones, algunas eran bonitas, pero inútiles; otras eran monstruosas pero muy poderosas; pero en ningún momento creyó que se transformaría en un reptil. “¿Y ahora qué?” esa pregunta era lo único que rondaba por la mente de la británica. No sabía que haría de ahí en adelante, por lo que se quedó flotando en el agua mirando al cielo, y entonces la vió. “La Luna Roja.” No era para nada como ella había imaginado, era mucho más bonita. Quizás, después de todo, había valido la pena venir a la ciudad, todo lo que había pasado y convertirse en una serpiente solo por poder ver por unos instantes esa luna.

Nasher caminaba como podía. A medio camino había empezado a desprender un dolor ácido y desagradable, tan fuerte que casi podía masticarlo. Sentía asco de sí mismo y quería arrancarse la piel para que dejase de brillar, y cambiar de color, quería quitarse los ojos hasta que dejasen de dolerle, quitarse los huesos que le habían empezado a doler también.

Su propio olor anulaba cualquier otro, por lo que tuvo que improvisar el camino al perder el rastro de Wen, y tampoco fue capaz de darse cuenta de que le seguían. Nada más llegar al río, medio ciego y agotado, se dejó caer en el agua y se quedó allí, flotando boca abajo unos segundos. Luego se dio la vuelta... y se quedó blanco como el papel al ver a una serpiente gigante justo a su lado. < La piel cambió a color tierra... lo cual no era un camugflaje muy bueno << Gracias por nada>>

Cuando ya creía que iba a morir joven, su olor corporal se esfumó y al fin pudo detectar el olor de Wen, justo a su lado.

-¿Wen?- dijo bajito, con miedo de importunar a la serpiente- ¿Eres tú?

Wen se mantuvo durante un rato observando la belleza de la luna hasta que recordó algo. “En el libro de Matt también había transformaciones en animales y podían volver a su forma humana.” La intentó algunas veces, pero no consiguió ningún resultado. “A lo mejor solo soy una serpiente y me voy a quedar así para siempre. Bueno, por lo menos he comprobado que puedo hablar.” Pensó.

Ante la imposibilidad de volverse humana de nuevo, pensó en sus objetos más preciados, sin los que se sentía bastante vulnerable, pero no del todo ya que sabía perfectamente donde se encontraban y eso la tranquilizaba. “Si quiero recuperar mis cosas tengo que aprender a dominar mi nueva forma de serpiente, o nunca podré salir de este rio.” Se dijo decidida. Comenzó a mover su nuevo cuerpo, memorizando lo que cada movimiento provocaba. Descubrió que se había vuelto mucho más versátil. si quisiera, podía llegar a enroscarse sobre sí misma. Sentía que era su cuerpo el que se enroscaba en posturas que de humana ni siquiera se le podrían haber pasado por la cabeza. Soltó una carcajada por su nuevo descubrimiento, que sonó más como un bufido seseante.

Wen seguía aprendiendo a dominar su nuevo cuerpo cuando un ruido la alertó. Por el camino del rio se acercaba una imagen luminosa tambaleándose. Su olor era horrible y sus colores casi la dejaron ciega. Ante la amenaza, Wen se sumergió en el agua, solo dejando al descubierto sus ojos y esperó. Algo asombró a Wen cuando la bombilla andante cayó al agua: se parecía increíblemente a Nasher. Wen se acercó despacio al lagarto y fue a sisearle al ojo para que se diera la vuelta y comprobar si era quien ella pensaba, pero no lo necesitó, él se dio la vuelta por sí solo. La expresión de espanto que vió en sus ojos no le extraño. Ella era una serpiente gigante negra con alas, era normal que se asustara.

Cuando Wen ya pensaba que Nasher iba a salir corriendo, el olor del lagarto desapareció y entonces, de alguna manera, el asreniano se dio cuenta de quién era ella.

- ¿Naszher? ¿Por qué brillasz? - le preguntó queriendo saber en qué se había transformado.

Al alzar la vista, vió a un grupo bastante numeroso observándolos. Solo pudo reconocer a Kaethe, la cual se estaba pudriendo.

- Naszher, ¿Quiénesz szon? - preguntó, preparada para asustarlos si hacia falta enseñando sus nuevos colmillos y extendiendo las alas.

Camino siguiendo a Nasher mientras noto como el tiempo fluye lentamente a mi alrededor. "El color rojo.. es fascinante, Yo pondría una luna algo mas.... marrón. Los colores tierra de la ciudad sin la luna son bonitos." Pienso mientras miro a la enorme figura roja suspendida en ese firmamento y como tiñe todo con su luz.

Un pinchazo vuelve a sacudirme la parte del abdomen lo que hace que me detenga y me levante la camisa descubriendo mi abdomen. -Auch... Mierda mierda mierda.- Comienzo a marearme al ver como la arena de mi estomago comienza a arremolinarse descubriendo mis huesos de la cadera y antes de caer al suelo unos brazos me agarran por la espalda.

No hace falta que me gire para deducir que es Kaethe. "Huele a muerta... A descomposición.. huele a....muerte.." Me incorporo de nuevo y me giro hacia ella. -Gracias cariño.- Recojo la arena del cuerpo de Kaethe y la esparramada por el suelo. La arena se mueve sinuosamente por mis brazos y vuelve a su posición original tapando mis huesos al descubierto."Brrr... Que... sensación tan extraña". Me recompongo y reanudo la marcha para intentar alcanzar al grupo de nuevos conocidos. "¿Me acabaré deshaciendo como Kaethe?"

De pronto comienzo a sentir una pequeña punzada en la cabeza y las personas de enfrente comienzan a moverse y a hablar mas despacio. "¿Que ocurre?" Me paro y veo como poco a poco las personas van ralentizándose. -¿Que cojo....?- Antes de terminar la frase los chicos vuelven a moverse y hablar normalmente. -¿Que raro?- Digo extrañado. Me acerco al nuevo grupo despacio, lentamente, sin ninguna prisa y me coloco al lado del bicho plumoso. -Bueno.. sois un vampiro, un troll, una bruja bicolor y...- Me paro a observar a las bestias que se me presentan. -¿Un demonio y un ...?- Miro fijamente su cola y sus garras.-¿Un que?- Digo intentando sonreír aunque no se muy bien si mis facciones pueden representar tan bien mis emociones como antes. -Y lo mas importante... ¿Sabes que soy yo?- Digo mientras una nube de arena fina sale de mi mano y comienza a ondear al rededor de mi cuerpo.

Sin darme cuenta hemos llegado a un río donde Nasher esta tirado en el agua. Ha cambiado su tonalidad a un completo marrón."Parece una estatua de piedra extraña." -Felicidades Nasher. Eres una piedra estupenda. Sal del agua anda- Al fijarme mejor en el chico puedo distinguir una especie de serpiente alada negra y plateada a su lado.

-¡Nasher cuidado!- Salgo a correr hacia la orilla pero antes de llegar al agua me paro en seco. El agua me repulsa, no me gusta nada. -¡Nasher sal del agua!- Digo mientras me alejo del caudal del rio.

Adelanto a Nasher en su camino hacia el río, pero me quedo en el aire cuando este se encuentra con la transformada. Al principio no la reconoce, normal, sino que incluso intenta camuflarse, logrando justo lo contrario. << Ay, pobre, ya aprenderá >> Poco después llegan los demás, Matt descomponiéndose y recomponiendo su cuerpo de forma aleatoria y nada agradable << Espero que no le duela como si fuera piel normal... >> Aterrizo y entonces el de arena empieza a hablarnos, enumerando las transformaciones y asaltándonos a preguntas.
-Pareces un brujo de arena por eso que haces con la arena... Pero no... Pero no del todo, no lo eres en apariencia. Quizá alguna transformación similar...-respondo pensativo y confundido.-En la Biblioteca hallarás la respuesta, eso sí.

Pero casi inmediatamente parece vislumbrar a la vouivre y empieza a gritar avisando al asreniano, como si corrieran peligro. ¿Ha dicho algo la transformada? Sonó como siseos mezclados con palabras, desde aquí no logré entenderla. Me acerco lentamente con las manos a los costados, relajadas, adoptando el gesto más pacífico que pueda; mientras contemplo a la criatura alada, la cual parece a punto de atacarnos. << Interesantes transformaciones, sin duda >>

-Matt, es vuestra compañera, no te asustes, chico.-exclamo hacia atrás, para luego mirar a la vouivre y hacer una reverencia.-Saludos y bienvenida a la ciudad. Venimos pacíficamente, ofreciendo ayuda y consejo y lo que necesitéis. Yo soy Jack, antiguo terrícola, cosechado hace varios años, y vampiro actualmente.-digo sin prisas, remarcando el ofrecimiento anterior.-Y los demás son compañeros de antiguas cosechas, ahora se presentarán.

Después me acerco al río mientras me descalzo y me mojo los pies, refrescándome y disfrutando del contraste entre la sangre bullendo por la Luna y el frescor del agua, así como de la alegría de mis amigos y la perspectiva de aumentar el círculo con los nuevos. << Luego explicaré lo de la gema y el peligro que acarrea... >>

Nasher salió corriendo ofendido por la mirada que le echó Azura y los desafortunados comentarios de Cail... Contemplé la escena con preocupación pero no dije nada. Sin pensarlo mucho más salimos tras Nasher, con sus constantes cambios de colores brillantes era muy sencillo verlo desde lejos. Nuestros pasos enseguida nos llevaron al río. Por el camino Matt nos pregunta acerca de nosotros, ennumerando lo que somos. Se detiene al llegar a mí.
-Un Draco de Estínfalo, Matt -le proporciono la información que está buscando-. Y me temo que no tengo ni idea de qué eres, en los libros vendrá. Ya hablaremos más a fondo de las transformaciones en otro momento más propicio.
Sin duda no era buen momento para charla, pues Nasher se había metido en el río y no parecía ser capaz de salir. De pronto una enorme serpiente con una llamativa gema roja en la frente apareció a su lado. Por un instante me preparé por si era algún ser hostil, pero pronto supimos por Jack que se trataba de una compañera de Nasher y Matt. La serpiente habló de forma siseante y pregunto quienes éramos. Me acerqué despacio a la orilla del río mientras Jack se presentaba.
-Hola, soy Noel, Draco de Estínfalo, encantado de conocerte -me presento sonriendo-. Si necesitas ayuda de algún tipo no dudes en pedírnosla, para eso hemos venido. Y por curiosidad también, no lo niego -añado con una sonrisa un poco más maliciosa-. Me temo que tampoco sé en que te has transformado tú, pero aquí el señor chupasangre parece saber demasiado -miro a Jack con fingida desconfianza-. ¿Cómo sabías que se trataba de su compañera?

Nia, Toima y Tania

No hacia mucho que los dos ulteranos y la nublina habían permanecido callados y separados, por una parte los de la sede y por otro la de serpentaria. No cruzaban dos palabras, pero si que alguna otra mirada. No sabían si por vergüenza o por simple incomodidad, no fue hasta que llegaron a Maciel y que el argos corroboró que no había nadie en el edificio salvo un lacayo grotesco que Nia reunió suficiente valor para acercarse al albino y su compañera nublina para entablar una conversación, de camino a donde parecían estar los cosechados, seguidos del olfato de Jack y de la atenta mirada del ulterano.
-Así que, Señor Toima, ¿como le va todo?-
El ulterano gruñó antes de contestar, plantando un par de sus ojos en la figura de la niña. Estaba flotando, con magia obviamente, y llevaba unos ropajes extraños.
-Todo va bien, si. Todo lo bien que uno como yo puede ir en esta ciudad.-le contestó, remarcando lo de "uno", como si él fuera diferente de los presentes.
La ulterana asintió, habiendo esperado un ¿y tú? en respuesta, cambio de tema.
-¿Y ella quién es? ¿Una cosechada nublina amiga tuya?-
-No. Es mi ayudante.-aclaró el albino. La ulterana arqueó una ceja. Había oído de nublinos que voluntariamente acedian a seguir a un rocavarncolense, quienes les usaban a la vez de esclavos. Se fijó en la chica, que no pudo evitar parpadear varias veces mientras los ojos del color del océano la escaneaban de arriba abajo.
>>Pues no parece infeliz, ni parece que la esté tratando como una esclava... Pero... puede ser que... ¿¡ Estén enamorados!?
Nia se sonrojó con la idea. Un amor prohibido, un amor entre amos y esclavos, un amor que trascendía las reglas. Un rubor recorrió su cara, imaginándose los momentos pastelosos que tendrían juntos, escondidos de la vista de todos y, para cuando se dio cuenta, Toima le empezó a mirar preocupado.
La rubia había estado danzando en el aire, sumida en pensamientos que la hacían muy feliz mientras les miraba con una cara muy extraña. El ulterano arqueó la ceja.
-¿Te has dado en la cabeza o algo?-preguntó.
-¡Nop!-exclamó la chica entre risas.-Por cierto, hablando de cabezas, hay que hacer algo con ese pelo...-dijo mientras levitó hacia él, intentando agarrar el revuelto flequillo. El ulterano la esquivó sin esfuerzo.
-Me niego.-dijo rotundamente.
La chica hizo un puchero, pero pronto se le ocurrió otra táctica para convencerle. Con una sonrisa cargada de complicidad, le susurró al oído.
-A las chicas les gusta que los chicos vayan arreglados~-le dijo con una voz melosa inapropiada para su edad.
El ulterano dejó caer la mandíbula en sorpresa mientras el arco de su ceja ya era exagerado.
-¿Qué?-soltó, tras unos segundos.
-Nada~-respondió entre risas mientras se adelantaba a la cabeza del grupo, danzando por el aire. El chico se giró a la nublina quien se encogió de hombros.
-¡Críos!-comentó, resoplando.

Finalmente llegaron a las ruinas de margalar, un antiguo torreón hecho pedazos. Ahí, varios de los cosechados aún sufrían los percances de su transformación. El grupo con el que iban si que les parecería intimidante. Se encontraron a una trasga de impresionante tamaño a la que Nia no conocía. La ulterana no tardó en presentarse ante ella, siendo compañera de cosecha de Noel y Giz.
-¡Hola! ¡Yo me llamo Nia, un gusto!-dijo alzando la mano en el aire, en una especie de saludo.
Después se giró hacia los cosechados. Veía en sus ojos el mismo miedo que recorrió su cuerpo aquella noche. Aquella fatídica noche, noche en la que perdió sus piernas pero ganó una nueva y apasionante vida. Un chico que manejaba lo que parecía arena, Una chica de piel pútrida se alimentaba de un cadáver. Jack le ofreció de su sangre para que recobrarla la consciencia. Aquello era sin duda muy interesante, tanto la sangre de vampiro como el hecho de lo que era aquella chica. Otro de los transformados, uno que recordaba a Nia a un reptil de su planeta, cambiaba de color cada dos por tres. Mientras que a Nia le parecía aquello bonito, no muchos compartieron su idea. Toima tuvo que cerrar los ojos y mientras gruñía por lo bajo cosas inteligibles. Nia no tardó en poner un hechizo básico que hacia que los ojos del ulterano se acostumbrasen a los rápidos cambios de color del arseniano. Después se lo ofreció también a cualquier otro que lo necesitase, con una gran sonrisa en su rostro, alegre de poder ser útil.
Después de un comentario de Noel, el chico salio corriendo, cosa bastante imprudente a ojos de Nia. Pero no parecia que le tuviera miedo.
-¡Tiene miedo y está confuso!-exclamó con pena. Pero antes de que se pusiera en marcha tras él, el vampiro se puso tras su pista y, para cuando le encontraron de nuevo, estaban en la rivera del río. Al lado del parpadeante Arseniano, había una larga serpiente que, si bien Nia no había escuchado mal, estaba hablando en siseos, pero no podía oírlo bien, porque aún estaba lejos. El chico que controlaba la arena instó al arseniano que saliera del agua, pero Jack pronto les tranquilizó a todos, ya que decía que aquella serpiente se trataba de una cosechada como ellos. Nia fue detrás de Noel, descolgando su morrón del hombro y abriéndolo.
-Y yo soy Nia, la náyade boticaria de esta ciudad... O por lo menos lo intento... ¡Vengo a ayudar!-dijo, para afianzarse en su posición.-Veamos...-dijo entonces cuando se puso a rebuscar en su bolsa.-Tengo coagulante... Para el dolor de huesos... Para el dolor de músculos... para el dolor de cabeza... de estómago... Para dormir... ¿Os duele algo?-terminó diciendo, para acabar antes. Frunció el ceño con pena, al ver que el chico arseniano seguía inestable con su transformación así que no dudó en lanzarle un hechizo para estabilizar su apariencia o, que al menos, permaneciese de un color.

Tsusu salió del torreón llevándose consigo el libro y su garrote de madera. Iba corriendo y dando saltitos mientras batía las alas a una velocidad en la que estuviese seguro que no remontaría el vuelo o influiría en su equilibrio.

Se dio cuenta de la rapidez que llevaba. Nunca había corrido tanto ni tan rápido, seguramente fuese gracias a la luna roja. Pese a todo, el libro y el garrote le dificultaban al pequeño repoblador su marcha. Era un espectáculo bonito ver como las alas luminiscentes se batían y dejaban un breve rastro de color por aquellos lugares por los que habían rozado el aire.

No tardó en llegar al río y encontrarse ahí a un montón de seres raros y extraños. Algunos eran similares a sus compañeros y otros eran... bueno, aterradores. Tsusu se acercó a ellos y vio al reptil que vio desde el torreón.

- ¿Wen? - Dijo Tsusu. Estaba asombrado, maravillado, nervioso... sus alas y su cola cambiaban de color rápidamente.

Apretó el libro con sus bracitos y relajó su postura al ver que no parecían tener la intención de atacarle, aunque lo intentasen el podría intentar huir pues era ágil y podía en un caso desesperado intentar volar, pero las otras veces le había salido horrorosamente mal.

Al principio, cuando el ser de arena se acercó al rio gritando, Wen reaccionó extendiendo sus alas todo lo que podía, pero al oir sus palabras se relajó. “Matt. Es la inconfundible voz de Matt.”

- ¿Qué pasza, Yankiee? ¿Tienesz miedo de una culebrita de nada? - se burló la morena.

Observó a todo el grupo que venía con sus compañeros de torreón. No le costó deducir que eran transformados, como en ese momento lo eran sus compañeros y ella. Dos de ellos se acercaron a la serpiente presentándose: el primero, un rubio muy educado, dijo ser un vampiro; el segundo, un chico-dorado recubierto de plumas grises, se presentó más informalmente, bromeando con el vampiro. Wen no entendió la transformación de este último, pero la memorizó para luego buscar información de ella. También apareció una niña rubia que dijo ser una náyade y empezó a sacar un montón de botes de una bolsa.

Aparte de sus compañeros de torreón, el vampiro, el draco y la náyade, también había otros transformados: un chico rodeado de llamas azules, una chica vestida de rojo y azul que no parecía tener nada especial, un albino cubierto de ojos, un chico y una chica albinos, una chica prácticamente negra con dos alas rojas y un lagarto con una especie de gorguera.

- ¿Me auszento unasz cuantasz horasz y ya habeisz conocido a toda la ciudad? - comentó con sorna a sus compañeros y se giró dirigiéndose al vampiro y al draco para presentarse.- Yo szoy Wen y hace unasz horasz era una humana normal y corriente.

Wen cayó esperando a que el vampiro revelara cual era su transformación. Ella creía que tan solo era una serpiente con una gema en la frente, pero quizás el vampiro tenía información para ella más interesante. Aunque no parecían amenazantes, Wen se mantuvo en el agua, donde se sentía más segura.

Un pequeño animal se acercó a ellos por el camino, sus alas de libélula se iluminaban de vez en cuando e iba muy rápido. En cuanto pronunció su nombre, Wen supo quién era.

- ¿Tszuszu? Entre tú y Naszher podeisz montar una diszcoteca.

Cuando llegamos al río, no hay más que intercambios de saludos entre transformados viejos y nuevos. Hay una gran serpiente alada -¿vouivre? creo que se llamaba así-, además de alguna clase de hombrecillo con alas de libélula... un momento, eso me suena. Eeeh... ya recuerdo, un drake. Pero hay elementos de su fisonomía que me desconciertan, aunque creo que puede ser debido a que tal vez pertenecía a otra especie.

-No soy un demonio -respondo a Matt-, aunque por el aspecto lo pueda parecer. -Después de responderle, oigo lo que dice la que se presenta como Wen, quien dice haber sido humana y acabo respondiendo a la broma, que otra vez tiene que ver con discotecas-. Vaya, al final vamos a tener que explicarles qué es una discoteca. -Me adelanto unos pasos, pues siento curiosidad por la vouivre, y me presento-. Yo soy Adara, quien hace poco más de dos años era una simple humana que superaba la veintena. Ahora soy una ángel negro, que aunque no es un demonio bien podría verse como uno.

Cuando acabo mi presentación formal, estoy ya cerca de Wen, a la que toco con cautela mientras estudio sus alas. Son similares a las mías, aunque mucho más grandes.

-No parece que domines muy bien esas alas, Wen. Si quieres, yo puedo ayudarte a volar. -Y girándome hacia el pequeño drake añado-: y a ti también puedo ayudarte, Tszuszu -me ha costado pronunciarlo, pero creo que el resultado ha sido aceptable.

La noche había sorprendido al griego y a su compañero sobrevolando la ciudad, Vac estaba tan ensimismado en sus pensamientos que había perdido la noción del tiempo. El chico, distraído, contempló el horizonte, y lo que vio le dejo deslumbrado unos instantes. La Luna Roja asomaba su rostro tras un año de ausencia. La tercera luna del hado en lo que llevaba en la ciudad, brillaba en el firmamento, esparciendo su luz rojiza sobre la ciudad.

-Que hermosura... -murmuró el griego, mientras dos lunas gemelas bailaban en sus ojos.

El muchacho hizo descender al fénix, que se poso en el tejado de una torre abandonada, cerca del río. El ave y el chico observaron la luna durante horas, perdidos en su contorno, atentos a la algarabía de los habitantes de la ciudad, que daban la bienvenida al gran astro. Durante aquellas horas, la mente del muchacho se liberó de la mayor parte de sus preocupaciones, pero no todo dura para siempre, y algo a sus pies le sacó de su ensimismamiento.

En el río, a unos cientos de metros, se desarrollaba una curiosa escena. Un grupo de gente, congregados junto a lo que parecía una serpiente enorme, hablaban. Vac se había olvidado de los cosechados, y algunas de las nuevas adquisiciones de la ciudad se exhibían ante él. Ahora que prestaba atención, reconoció a la enorme serpiente alada, era una vouivre. Hacia tiempo, en un libro de anatomía sobre trasformados, había leído algo sobre aquellos seres, y lo mas destacable para el autor, era el valioso rubí que poseían dichos seres en su frente. A Vac aquello le resultaba familiar, ya que el polvo de sus alas era muy valioso. Si aquella criatura no recibía protección, podría terminar mal, y Vac se sentía empujado a ayudarla.

Observo con mas detenimiento al grupo que se encontraba con él o con ella, y reconoció a Jack, así como a Gael y algún amigo mas. A algunas figuras no las reconocía, así que supuso que serian nuevos trasformados. Decidió acercarse para confirmarlo.

Vac y Feliks alzaron el vuelo en completo silencio, y ambos se acercaron como sombras al río. El griego llegó a tiempo para escuchar las últimas palabras de Nia, y al chico se le escapó una sonrisa involuntaria, había echado de menos a la ulterana. Mientras Feliks descendía tras Gael como una sombra y le empujaba suavemente con la cabeza por la espalda, para llamar su atención; Vac aterrizó junto a Nia, sin hacer ruido, por lo que la niña no se percató de su presencia hasta que no posó una mano sobre su cabeza.

-¿Y que tendrías para esta pequeña grieta? -le pregunto enseñándole la otra mano, donde su dura piel estaba levemente agrietada a la altura de los nudillos, mientras le dedicaba una sonrisa.

La ulterana miro hacia arriba, y al reconocerle se quedo un momento sin palabras, hasta que un grito emocionado salió de su garganta y se lanzó al cuello del griego. Vac, sin poder evitar la risa, dio un par de vueltas a la nayade, haciéndola girar colgada de su cuello, pero algo captó la atención del hado. El chico apartó a Nia de si al ver la sombra que se le echaba encima a gran velocidad. Una sombra mas pequeña trataba de detener a la mayor, tirando inútilmente de ella, y cuando Vac reconoció los grandes ojos de Tania no pudo contenerse y le dedico un guiñó pícaro.

La tontería le valió un buen placaje al griego, ya que, distraído, no había esquivado al enorme ulterano que ahora lo empujaba hacia el río. El hado clavó los talones en el suelo, y antes de que le arrastrara mas, paro la carga del argos, resoplando aun por el golpe. Trataba de recordar el porque del enfado del ulterano, y ato cabos con rapidez. La borrachera.

Era evidente que el enorme ulterano le tenía ganas, así que Vac decidió darle el gusto, pero sería a la manera ulterana. Aun recordaba lo curioso que le había parecido lo que se disponía a hacer cuando lo había oído de labios de Insensa. Hacía un tiempo, había conocido a la antigua ulterana y había trabado amistad con ella. Ella le había contado muchas de las costumbres de su mundo de nacimiento. El grigo arqueó la espalda, tomando impulso mientras sujetaba al argos, y lanzó la cabeza hacia delante con fuerza.

-Kuri... Kabana! -bramó el hado con una sonrisa salvaje, mientras estampaba la cabeza contra la frente del ulterano.

El golpe, que hubiera derribado a cualquiera que no tuviera la fuerza del ulterano, retumbó a la orilla del rió con una enorme potencia sonora.

Las personas que estaban asistiendo a aquel desafió de lucha no podían entender nada, salvo quizás Nia. Las costumbres ulteranas no eran muy conocidas en la ciudad. Sin embargo, la imagen del recién llegado, vestido tan elegantemente, y la del ave que le acompañaba, ya resultaban bastante chocantes de por si solas para todo aquel que no le conociera.

Nia, Toima y Tania

No fue hasta que sintio una mano posarse en su cabeza que le hizo pegar un respiro. Sus ojos color oceano rodaron hasta enfocar al griego por completo. Estos se abrieron de par en par, en sorpresa, a medida de que Nia se daba cuenta de quien se trataba.
-¡¡¡Vac!!!-exclamó con emoción mientras se abalanzaba hacia él, quedandose colgada del cuello del griego. El griego rió y le dio un par de vueltas a la náyade. Pero no pasó mucho tiempo hasta que el hado la apartó de pronto, debido a que algo que se acercaba rápidamente hacia él.

Un Toima furibundo, cargaba hacia el hado infernal, con deseo de arrancarle la cabeza, llevaba a Tania a modo de ancla, cosa que le frenaba para evitar meterle en otro conflicto. El ulterano resoplaba a la vez que un gruñido que no parecia propio de una criatura inteligente se escapaba de su garganta a la vez que acortaba las distancias a toda velocidad hacia el chico de alas de mariposa. No fue hasta él pícaro guiño del griego hasta que la nublina no soltó al ulterano, por sorpresa hasta que el rubor cubrio su cara de pronto, desatando al ulterano que, como un perro de presa se abalanzó contra él, placandole, incluso más enfadado, pensando que aquel guiño habia sido otra provocación para él. Para cuando el hado habia detenido al argos, tenia los talones clavados en la rivera del río, con los demás observando perplejos.
-¡TÚ!-exclamó con ira el albino. A muchos de los terricolas aquello le recordaria a un toro salvaje, como los que salian en los ruedos, cargando siempre hasta el último aliento. Toima resoplaba mientras se preparaba para su siguiente golpe.

El cabezazo de Vacuum era poco esperado, pero lo que una mirada de sorpresa y odio recorriera los ojos del argos fue sin duda unas palabras que pronuncio, para los que no fueran Nia o Toima, aquel chascarrillo o similar, no era entendible, pero para los dos hijos de ulteran comprendieron muy bien esas palabras. Nia ahogó un grito de sorpresa, no siendo bastante el hecho de ver como de pronto dos de sus amigos se pusieran a pelear con tal ferocidad, si es que encima le retó a uno de esos combates tan brutales pero, ¿de donde habria aprendido eso?

Toima retrocedio, con la mandibula caida en sorpresa, mientra los ojos de su cuerpo le escaneaban de arriba abajo, moviendose nerviosamente. Se frotaba la frente, mientras buscaba las palabras. Tania salio de su trance de timidez y se volvio a anclar al brazo del ulterano, reduciendo su movilidad de nuevo.
-¡Tú!... ¿Por?.... ¿Como?...¿Quién?...-varias preguntas brotaron de los labios del ulterano, demasiado inseguro de si acababa de oir, ver y sentir lo que habia oido visto y sentido. Resoplaba fuertemente y fueron unos cuantos segundos de tensión hasta que tranquilizó su respiración, dando a entender que se estaba calmando.-Está bien.-dijo alzando sus brazos en el aire, en señal de paz, hablandole a Tania, para que le soltase. Miraba al hado por la esquina de sus ojos y le dedicaba una torva sonrisa. Una sonrisa cargada de malas intenciones. No tardo ni un segundo en cuanto la nublina le soltó de esprintar hacia el griego y sacudirle un semejante cabezazo mientras reia como un maniaco.
-Enzhu wa Watahré!!-berreó en respuesta mientras sus frentes se volvian a encontrar una segunda vez. Cogiendole de sus elegantes ropas le arrastró adento del rio hasta que el agua les llegó por las rodillas.

El Kuri Kabana

-¡Detened esto ahora mismo!-exclamó Nia con una mirada seria.-Los problemas tambien se pueden resolver hablando...-
El ulterano estaba demasiado empcionado para responderla en el momento. Lanzó todos y cada uno de sus cuchillos a la orilla, haciendo a su vez gala del ritual de desarmarse antes de el encuentro.
-Si se me dieran bien las palabras, no llevaria tantos cuchillos encima ¿no crees?-le respondio, socarrón.
Dos mundos ulteranos chocaban de pronto. El civilizado y educado de Nia y el salvaje y primitivo de Toima. Nia puso una cara bastante rara que nunca antes nadie le habia visto. Era una mezcla de orgullo con aire de superioridad, era pues, su caracter como ulterano lo que les diferenciaba.
-Salvajes...-murmuró Nia con ese aire de superioridad.
Toima no le hizo caso, estaba tambien orgulloso de quien era y de que hacia. Además, no es como si fuera él quien le hubiera retado al Kuri Kabana. Se crujio el cuello y se quitó la sudadera, que tambien lanzó a la orilla. Todos sus ojos abiertos, expectantes. Tenia la confianza de volver a la sede con una bonita mandíbula humana. Tania se arrastró al lado de la Náyade, con una mezcla de intriga y miedo.
-¿Qué está pasando?-preguntó.
-Es el Kuri Kabana. Un ritual primitivo, salvaje y retrógrado en que solo ha perdurado en los watahré, una fuerza especial del ejercito. Puedes llamarles "elite" si lo preferis. Él, es un watahré.-dijo señalando a Toima.-Van a destrozarse el uno al otro... Y presiento que solo uno de los dos va a disfrutar de tal bárbaro espectáculo...-

Sin embargo, Nia se quedaba. ¿Porqué lo hacia? Se mentia a sí misma y decia que era por si necesitaban asistencia médica en algún momento, así, en cuanto alguno de los dos hubiera perdido el último diente, el combate se daria por terminado y podrian interferir. En verdad, nunca habia visto un Kuri Kabana. Su padre siempre se lo habia prohibido. Dijo que eran muy brutales para una chica tan jóven. Pero ahora su padre no estaba ahí y podria presenciar ese ritual prohibido que tan absurdo y vetado le fue.
Miró a Vac. Se preguntó porque el chico le habria retado a aquel combate, sea quien sea quien le contó, o de quien vio el combate, seguro que no se quedó hasta el final. Y lo peor de todo era que ni si quiera iban a hacerlo en un foso, así que cualquiera podria verse involucrado, incluidos los nuevos transformados.
-Todos fuera del río. Ahora.-dijo Toima con voz grave mientras abria y cerraba los puños y comenzaba a calentar su cuerpo. El hecho de que hubiera unos cuarenta centimetros de agua alrededor de sus piernas, hacia el movimiento de pies más incómodo y por lo tanto, las patadas y juegos de pies no servirian de mucho, justo como en el foso, que todo se trataba a puñetazos. Una risa seca salio de la garganta del ulterano, demasiado emocionado para mantenerse tranquilo. Tania le miraba con preocupación.
-Hacedle caso. Una vez que empieza cualquiera puede verse involucrado.-explicó Nia. Aunque claro, el Kuri Kabana no explicaba nada contra la magia, eso era un claro vacio legal, pero no parecia importarle eso al ulterano. Nia se mordio el labio de expectación. Comenzó a murmurar por lo bajo lo que parecia una especie de letania, y pronto el albino se la unio.

Kuri kuro
Kuro kuri
Kabana, Kabana

Kurio kuro
Kuro Kuri
Kabana, Kabana

El ulterano se abrio de brazos, mostrando toda su poder muscular y sus amenazantes ojos mientras gruñia. Era algo estúpido, pero tan intimidante que costaba mucho decir algo en contra. El ulterano se acercó hacia el hado y posó sus grandes manos a ambos lados de la cabeza del otro e instó al chico que hiciera lo mismo con las suyas. Cuando estuvo listo sonrió perfidamente.
-Bien... Ahora, a la cuenta de tres, golpeame en las orejas lo más rápido y fuerte que puedas... Y no te cortes porque yo no lo haré. ¿Bien? ¿Estás listo? Me da igual. Tres.-dijo con una voz cacareante antes de golpearle duramente a la altura de los oidos con toda su fuerza. El hado no tardó en contraatacar y le golpeó duramente en sus oidos tambien. Tras el mareo incial el ulterano rió, mientras daba media vuelta y se colocaba a unos tres metros del hado, fingiendo que apenas le habia afectado aquello y que el mundo no le estaba dando vueltas.
-Bien chico malo. Tu empiezas.-dijo alzando los brazos, marcando una postura defensiva con los antebrazos.

La enorme serpiente alada se presenta como Wen y mientras hablábamos con ella una especie de insecto gigante aparece. O eso creía hasta que le oímos hablar. Por lo visto se trataba de otro compañero. Su fisionomía era extraña y diminuta, no había duda: se trataba de un repoblador. Había leído un poco acerca de El Macetero un día que Giz encontró un libro que hablaba sobre él y nos lo enseñó emocionado. No lo habíamos visto la otra vez a este pequeño ser que Wen le llamó por un nombre demasiado siseante como para intentar pronunciarlo. No pude evitar reírme del comentario que hizo y le di la razón a Adara en que al final tendríamos que explicarles qué era una discoteca. Sin duda hacia conjunto con Nasher, con tantos colorines en sus alas de libéula.
-Eh, maestra, no acapares a todos los alumnos que yo también sé volar ya, ¡déjame ser maestro a mí esta vez! -intervengo divertido ante el ofrecimiento de Adara de enseñar a volar a Wen y el repoblador.

Poco después de que Nia también se acercase a ofrecer su ayuda, apareció alguien más de improviso a su lado. Estaba claro que quería darle un pequeño susto así que tan sólo saludé a Vac inclinando la cabeza con una gran sonrisa. Observé la siguiente cadena de acontecimientos entre risas. Toima cumplió lo que había prometido cuando estaba borracho y se lanzó contra Vac nada más verlo cargando de manera furiosa. Los dos acabaron en el río enzarzados en una desaforada pelea improvisada. Era una escena de lo más peculiar. De pronto Vac pronunció una palabra extraña que no entendí y Toima pareció quedarse sorprendido, al igual que Nia. Nia comenzó a explicarnos que se trataba de un brutal ritual ulterano. Volví a fijar la vista en Vac y Toima, pero los constantes brillos producidos por los cambios de color de Nasher desvían mi atención. El chico no parecía encontrarse muy bien. Y ahora además había dos mastodontes a punto de hacer dios sabe qué ancestrarl ritual de lucha en medio del río. Me metí en el río rápidamente hasta que podía alcanzar a Nasher y lo cogí en brazos.
-Nasher, ¿te encuentras bien? Este no es el mejor momento para aprender a nadar, me temo -me giro entonces hacia Wen-. Sal tú también... no querrás estar ahí cuando empiecen, créeme.
La serpiente parecía tener problemas para salir del río debido a que aún no dominaba su nuevo cuerpo.
-Ya veo... Sé lo que es, pasé por lo mismo cuando me transformé, no podía ni caminar sin desequilibrarme -digo sonriendo a modo de burla a mí mismo al recordar aquellos momentos tan patosos que había vivido hacía exactamente un año-. Agárrate bien, Nasher.
Cojo al asreniano con una sola mano, pesaba bastante de esta forma, pero lo cierto era que había ganado bastante fuerza durante el último año debido al duro entrenamiento que habíamos realizado. Con la mano libre sujeto a Wen por la zona del nacimiento de las alas, que sería más o menos su espalda e intento arrastrarla hacia la orilla. Pero con Nasher en brazos y el tamaño de la serpiente me resultaba demasiado difícil y sólo logro avanzar un poco de esta forma.
-¡Giz! -Llamo en voz alta-. ¡Necesitamos la ayuda del capitán lagartijo por aquí!
Giz enseguida realiza un hechizo de levitación sobre la enorme serpiente. Debido al tamaño le estaba costando, así que Gael le refuerza. Mientras tanto yo salgo del agua con Nasher, a quien deposito con cuidado en el suelo cerca de Matt; Giz y Gael habían hecho lo mismo con Wen. Tras asegurarme de que Nasher estaba en una buena posición vuelvo a observar la escena del río.
-Vaya dos -digo entre reprobatorio y divertido-. Son unos máquinas escogiendo el momento más inoportuno para lanzarse el uno a la yugular del otro.

Noel y Adara me siguen en las presentaciones, el primero cayendo en la cuenta de que sé demasiado << No se le escapa una, jaja >>
-Alguien como yo ha de tener ojos en todas partes, joven padawan.-digo con tono misterioso y riendo mientras me deshago en humo, pero luego me vuelvo sólido y respondo en serio.-Un ayudante de Cain nos avisó de las transformaciones. -y aquí miro a la cosechada.-Encantado, Wen. Eh... lo que dijiste antes de culebrita de nada no lo diría yo...-empiezo, pero me detengo.

A mi espalda, Nia estaba ofreciendo sus remedios a los cosechados y justo ahora hay un par de aromas familiares en el aire que antes no estaban. Antes de que la figura aterrice, caigo en qué es << ¿Vac? >> Me dispongo a saludarle mientras juega con Nia pero de pronto algo ocurre entre él y el ulterano y casi al instante están arreándose cabezazos y hablando en un idioma raro. << Ya estamos... ¿Venganza de taberna? Oh, por favor... >> pienso molesto, casi con vergüenza y pasándome las manos por la cara. La cosa se pone violenta, Nia nos advierte de que salgamos del río y no nos acerquemos << No fastidies... >> Me cruzo de brazos con intención cero de salir del agua, al tiempo de ver cómo Giz y Noel ayudan a Nasher y Wen a salir, incluso ofreciéndose el último como maestro de vuelo. << Ay... No había otro momento, idiotas... ¿Yugular? >>

-No me des ideas, Noel, el hado y el ulterano pueden ser mi postre hoy... -digo en voz alta a la par que me acerco a los luchadores pero dejando cierta distancia.-Hay un bonito anfiteatro relativamente cerca, allí se puede disfrutar mejor del espectáculo, ¡eh, idiotas! ¡Estáis dejándoos en evidencia!- << Sumando al repoblador y al asreniano, nos estará viendo toda la ciudad... Maldita sea >>

Decido salir del agua y acercarme al grupo, mirando a los cuatro cosechados y hablando seriamente:
-Al grano: Wen, esa gema que llevas en la frente es bastante codiciada por los mercaderes y demás habitantes de la ciudad. Te lo digo como aviso; no os deseamos ningún mal pero esta ciudad tiene mucho peligro al igual que buena gente, como estos aquí presentes. Ah, tendréis que ver dónde vais a vivir luego. Un amigo y yo os ofrecemos sitio a quien quiera, comida deliciosa y cama caliente.-sigo diciendo, educada y alegremente, aunque se me escapa lo último y añado rápidamente, cambiando de tema y mirando al carmesí astro.- Y digo yo...La noche es joven, la Luna impera en el cielo, ¿no os dan ganas de conocer la ciudad bañada en su sangre? De explorar lo inexplorado, lograr hechizos que antes no pudisteis, de conocer vuestros nuevos cuerpos y lograr su control absoluto...

Para cuando me callo me percato de que he estado andando de un lado para otro de manera nerviosa, así que vuelvo al frescor del río y me siento en la orilla, recolocando las dagas a mi espalda para que no molesten al sentarme. << Esto no ha salido como pensaba... Serán imbéciles esos dos... >>