Plaza de la Fuente

Abel le confirmó que se encontraba mejor, lo cual le alegró y asintió calmado a las palabras del chico. Parecía que, al menos un poco, el ambiente se había calmado algo y todos se encontraban con fuerzas para marchar a lo desconocido. Lo que más calmó a Rick fue la explicación de Ethan sobre lo anterior. Le echó una rápida mirada de arriba abajo, intentando encontrar algo que confirmara a primera vista el motivo pero no había nada extraño en él. -Entiendo. Perdona por el malentendido, Ethan. Intentaremos no llegar hasta ese extremo igualmente.- se disculpó animándolo. Ya desde un principio le había dado una buena impresión y, solventado aquello, se confirmaba que era buen tipo. Sería una pena dejarlo morir solo porque no tuvieran cuidado.

La atención del grupo pasó a otro objeto volador que se acercaba. Si la anterior nave era rara, Rick no pudo soltar una risilla de incredulidad al ver una bañera volando con lo que parecía un espantapájaros manejándola. -(Así que el extra de Pesadilla antes de Navidad nos trae la comida)- pensó siguiéndola con la mirada y razonando que las cosas que no tenía ni idea de qué eran debía ser comida de otros mundos. Aunque pensaba que bajaría igual que el otro barco, la bañera siguió navegando y, sumado al entusiasmo de los niños (sobre todo Damián, que no se estaba quieto y gritaba de la emoción), lo mejor sería seguirla.

Kalna le preguntó entonces sobre que lo descolocó en un principio. -(¿¡No tienen gallinas!?) pensó por un instante antes de caer en lo obvio -(Bueno, si viene de otro mundo supongo que puede que no existan allí)- Sin tener claro si en el mundo de la chica habría algo parecido, intento explicarle qué era: -Pues... una gallina es un ave de corral. No son muy grandes, tienen plumas, pico y una cresta pequeña... En La Tierra se crían bastante por los huevos que ponen y por su carne, no se si de donde vienes hay algo parecido.- Aquella conversación en su mundo habría sido surrealista, pero claro, no lo estaban ya. -(¿En cuántas cosas más diferiran?)- pensó recordando los detalles que más le llamaban la atención de los "aliens" del grupo.

Mientras que el resto andaba ya conversando entre ellos y Connor sugirió un plan de acción que de momento nadie se oponía, Rick se fijó en Serena. Aunque ya cuando apareció la bañera estaba cerca de ella, fue cuando empezaron a caminar que estaba actuando algo distinto en comparación con lo que había mostrado hasta ahora. De hecho, ¿tenía...? Cuando quiso darse cuenta, la chica se había caído. Por la reacción, era obvio que se había hecho daño, incluso corte con lo que hizo a continuación.  El joven se habría acercado, pero no le dio tiempo cuando ya la escocesa estaba preparando una cura provisional. La cara y las palabras que dijo después empezaban a dar fuerzas a su hipótesis sobre ella. -(Ya veo. Así que eres de esas personas, ¿eh?)- preguntó mentalmente. La verdad que, si al final resultaba estar en lo cierto, le daba cierta lástima la chica. ¿Qué la habría llevado a ser así?

Mientras seguían avanzando, de forma despreocupada mirando a otro lado pero con un tono que desprendía mucho más, comentó: -Igual que le he comentado a Abel, puedo echar una mano al resto en cualquier momento. Al final, no todos los casos se pueden resolver solo por más que se esfuerce uno, aunque no voy a impedir que otros detectives lo intenten si quieren.- Parecía un comentario al aire, pero por el volumen solo iba a escucharlo quien fuera atrás (también influía el griterío del niño) y claramente iba dirigido a Serena aunque la oferta la abriera al resto. Se la habría ofrecido abiertamente, pero tenía claro que de hacerlo solo se llevaría más reproches y odio. De hecho, ya con lo que había dicho consideraba la posibilidad de llevarse eso igualmente a pesar de que en el tono que había usado no había rastro de malicia.

Rägjynn no parecía muy convencido respondiendo a su pregunta. ¿Acaso los artefactos mágicos eran algo tan raro? ¿No tenía más sentido extraer la magia de un entorno cargado de energía que de uno mismo? Airi nunca se había imaginado que la magia residiese dentro de las criaturas vivas también, aunque, pensándolo bien, era lo siguiente más lógico. Las criaturas vivas necesitaban energía para vivir, quizá era por eso, aunque sonaba peligroso.
—Donde yo vivo se usan cristales cargados de energía para hacer funcionar artefactos mágicos —explicó lentamente. Los nervios podían jugarle una mala pasada y hacerle soltar algún secreto sin querer, pero… ¿realmente importaba allí donde estaba? Como no lo acababa de tener claro prefería hablar con reservas.

Airi tuvo que cambiar la opinión que se había formado del chico que había sugerido dejar a otros atrás ante el peligro. Se había expresado mal, tal vez por no querer hablar de sí mismo, pero escucharlo le causó un escalofrío. Seguía sin entender por qué estaban tan obsesionados con correr o defenderse, pero le acababa de recordar que también era un lastre. Airi no se sentía tan confortable aún como para ponerse a dar explicaciones, y ese día se encontraba bien, ¿pero acaso quería decir aquello que en sus culturas era normal abandonar a los débiles? Quería creer que no, pero eran todos tan diferentes…
—No hace falta ponernos en situaciones tan extremas. Lo normal es que nos ayudemos unos a otros a pasar estas pruebas —dijo, mirando al chico. Se podría entrever cierta inseguridad en su expresión, pero lo que decía era sincero. Tal vez no debía haber dicho nada, pero no se había podido contener debido a la preocupación. Nadie merecía sentirse así, pero que aquello saliese de su propia boca tal vez se volvería contra Airi en algún momento. La parte buena fue que Damian los distrajo enseguida con varias tonterías sobre cómo huir a la pata coja. Aquello se ganó una sonrisa escéptica por su parte, pero aunque era un malhablado, le alivió que él también se uniese a los que habían dicho palabras tranquilizadoras para el grupo.

Lo que sí interrumpió todas las conversaciones poco después fue una voz en la lejanía. Igual que antes habían visto despegar el navío con forma de guiverno, ahora lo que se acercaba eran… ¿barreños? Airi entrecerró los ojos para verlos mejor. Uno de ellos venía directo hacia su posición, y pronto pudieron escuchar que sus cánticos anunciaban comida de origen desconocido. No le inspiraban mucha confianza lo que oía, un sentimiento que compartía con otros que lo expresaron en voz alta, pero entre las cosas anunciadas había varias que sonaban comestibles, como filetes o huevos, y empezaba a sentir hambre. La decisión de perseguir al nuevo navío era obvia; estaba claro que sus secuestradores les estaban dando una pista, habían prometido comida y allí estaba. Si no iban tras las bañeras continuarían tan perdidos como antes, aunque no se podía descartar que fuese algún tipo de engaño. Solo había una manera de saberlo.

Iniciaron la marcha unos cerca de otros. A Airi ni siquiera le parecía que fuese tan importante la formación. Se quedó cerca de los niños y Rägjynn, a un flanco de la comitiva. No eran tantos. Era un grupo mayor que una partida de caza, pero muchísimo menor que cualquier caravana comercial. Que el chico malhablado del pelo rosado les recordara que se haría de noche le provocó un nerviosismo que había tratado de olvidar mientras se desataba el caos. La luz natural era escasa, que era la razón por la que originalmente había creído que estaba anocheciendo. Sin embargo, juraría que el sol ahora estaba un poco más alto que antes. Seguramente le estaban confundiendo las nubes de tormenta, pero esperaba que de verdad aún les quedasen muchas horas de luz por delante.

El sonido de alguien cayendo al suelo hizo que Airi se girase para ver qué pasaba. Era la chica descalza, que se había hecho daño. Ver su herida le hizo morder los carrillos de angustia. Ella estaba siendo distante con todos, pero eso no quería decir que no sintiese nada presenciando aquello. Por desgracia no tenía mucho que le pudiese prestar para ponerse en los pies, ya que toda su ropa era demasiado ligera, algo que su cuerpo congelado le recordaba constantemente. Quería preguntarle si estaba bien cuando ella misma se incorporó y lo confirmó de forma fría. Continuó insistiendo en permanecer apartada, pero a Airi no le sentaba bien que pudiese sentir que nadie se preocupaba por ella. Fue entonces cuando el chico que, ahora que se fijaba, tenía un ojo de cada color, lanzó una oferta de ayuda al aire. ¿Se referiría a la rezagada? Con su actitud, era probable que esta ni siquiera se diese por aludida.
—¿Creéis que podríamos improvisarle unos zapatos mejores a esa chica con lo que llevamos encima? —preguntó en voz baja a los que le rodeaban, incluyendo al chico con heterocromía. Había aprovechado el momento en que Damian dejó de aullar para hablar con el del hocico felino, al que Airi querría dar las gracias con efusividad por el intento de hacerlo bajar la voz—. Se va a volver a hacer daño.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Tal y como había planeado, lo primero que hizo Ilol al reencontrarse con su hermana fue pedirle que le llevara a ver el discurso de la fuente. Por lo que le había contado Karime de cómo funcionaba una criba, ese parecía ser el punto de inicio de esta, sin contar la propia cosecha, e Ilol no quería perdérselo por ninguna razón.

Al final, no hizo falta ni que el andrógino sacara a relucir alguna de sus caritas de pena y tras un recordatorio de las normas y que Mánia les prestara un amuleto de ilusionismo que permitiera que observaran cómodamente desde algún edificio sin que les vieran desde la plaza, ambos pactaron que irían a la plaza temprano para poder ver la llegada de los cosechados y sus interacciones.

Ilol, que había dormido poco por la emoción de estar por fin en Rocavarancolia de forma permanente, había saltado sobre su hermana al punto de la mañana y había amenizado el desayuno y el paseo hasta la plaza con una serie de preguntas, comentarios y especulaciones sobre los cosechados que concían, que se limitaban a los de Libo y a los de Zemlya, y todos los que les quedaban por conocer.

En cuanto llegaron a la plaza, Karime no perdió el tiempo en localizar el que ella consideró el mejor edificio o, al menos, el que tenía mejor vista, y procedió a escalar por este con su hermano al lomo hasta que ambos pudieron acomodarse en el tejado. Ilol, de hecho, había traído hasta un almuerzo y una manta, la cual no tardó en extender sobre las tejas que parecían más cómodas como si aquello fuera el picnic más encantador.

Mirando a su alrededor, pudo ver algún otro curioso o interesado por la nueva cosecha también acomodándose en otros edificios cercanos. Incluso reconoció a algunos de ellos. De hecho, estaba segura que el que podía ver a unos dos edificios a la derecha era Krono Rádem, pero tampoco le prestó demasiada importancia, ya que tenía entendido que era un habitual por algo relacionado con su transformación.

-¿Cuánto crees que tardarán en aparecer? -preguntó Ilol con impaciencia.
-Eso depende de cuánto tiempo tarden en salir de la prisión. Puede que se estén encontrando todavía entre ellos y sorteando las dificultades del idioma -explicó Karime-. No es como si yo pudiera hablar por experiencia, ya que ni Ariv ni yo llegamos a escuchar el discurso en la plaza, pero supongo que no tardarán mucho en llegar.

Como si de una orden se tratara, en ese momento entró en la plaza la primera cosechada.

-¡Oh, mira Ka! ¡Es Kalna!

Kahlo tenía curiosidad desde hace semanas por saber que tipo de grupo se formaría ese año. Era una curiosidad pasajera, del tipo que pregunta por ellos o no cambia de acera si se los encuentra en la calle, pero no la curiosidad de ir a la plaza a verlos. Todavía la perseguían los recuerdos de la matanza de su primer día, y ni siendo inmune a ello quería ser espectadora de algo parecido. Para ella estar allí suponía fuerzas mayores.

Cuando Zarpa le contó lo que había pasado se controló para no darle una segunda bofetada cuando la extrema cantidad de toxinas que liberó hicieron que olvidase la primera. Sabía que no era culpa suya, aunque tampoco es que pensase con claridad en el momento. Había cosechado a su hermano. Tenía que verlo con sus propios ojos.

La varmana se levitó al tejado más accesible y una vez ahí planeo de edificio en edificio en busca de un buen sitio donde resguardarse y tener buena visión. No había dormido en toda la noche y aún no sabía como sentirse respecto a la presencia de Nohlem: bien no, por descontado. No quería que la ciudad le hiciera daño, odiaba pensar que habían dejado solos a sus padres, pero lo había echado tanto de menos y, a la vez…

Tenía un alfiler hecho de celos en el corazón. Por supuesto no quería que estuviera ahí por miedo a lo que pudiera pasarle, pero tampoco quería que saliera victorioso. Se pinzó el morro y cerró los ojos, se sentó sobre las tejas y miró arriba para no derramar lágrimas. Odiaba pensar así, era horrible y lo sabía, pero… ¿¡por qué tenía que seguirla a todas partes!? ¡Esa era su casa ahora! Le conocía demasiado bien, su sonrisa, su don de gentes y como caía bien a todo el mundo, incluso si ella tenía más ganas de aprender que él y un año de ventaja… Todavía era capaz de pisarle el futuro en Rocavarancolia. Volvería a ser la segundona.
Tomó aire y se limpió el rostro. Genial, ahí se iba el rimel. Menos mal que no tenía a otros curiosos alrededor, o incluso en un espacio tan abierto estarían olvidando sus nombres. Se sorbió la nariz, sacudió las alas para que el viento arrastrase lejos de allí las toxinas restantes y las plegó, arropándose con ellas y un hechizo de opacidad.

Al cabo de un rato salió la primera persona, una chica alta con el pelo negro que creyó humana. Incluso para ella resultaba intimidante. Imitó sus pasos desde arriba, siguiéndola, y cuando se le acabó el espacio planeó a otro tejado más bajo donde tendría mejor detalle. Ya estaba ocupado por dos personas. Les reconocía de vista, en especial a la licántropa.

—Oh… Disculpad —se limpió el rostro una vez más, borrando mejor las líneas que lo habían cruzado antes—. ¿Os importa…?
Señaló un espacio a su lado. Por si acaso Kahlo ya estaba buscando otro tejado mejor por el rabillo del ojo.

Ilol había estado a punto de empezar su diatriba sobre Kalna, cuando una voz le interrumpió. Karime ya había oído gracias a sus sentidos la llegada de la varmana, pero no le había dado importancia, ya que la había reconocido de la torre Serpentaria y no creía que tuviera ninguna mala intención contra su hermano o ella.

-¡Sí! ¡Claro! -exclamó Ilol tras un corto intercambio de miradas con su hermana para asegurarse de que podía unirse a ellos-. Ven, siéntate en nuestra manta, hay espacio de sobra. ¿Quieres un bocadillo? ¿Un té? -comenzó a ofrecer emocionado.

Ilol, por su condición de andrógino de la Reina Madre, estaba poco acostumbrado a servir y mucho más a ser servido, pero ahora estaba en Rocavarancolia y ella era una rocavarancolesa proveniente de un mundo vinculado que él no conocía con una transformación que él no conocía y perteneciente a una cosecha que él no conocía (aunque ciertamente solo conocía las de Mánia y su hermana). Además, era una chica muy bonita y si algo sabía apreciar Ilol era la belleza.

-¿Vienes por curiosidad? ¿O conoces a alguien? ¿Eres cosechadora? -siguió preguntando emocionado como le pasaba siempre que se encontraba cara a cara con un transformado-. ¡Oh! ¡Qué maleducado, no me he presentado! Yo soy Ilol, de la Rein... quiero decir, solo Ilol. Y ella es mi hermana Karime. ¡Es una licántropa!

Tan solo quería un hueco para mirar, saber si molestaba que estuviera en el mismo tejado que ellos, no irrumpir con su… ¿picnic? Se debatió en si le daba un yuyu o no que estuvieran festejando así la cosecha, pero tenía el corazón tan blandito que cualquier acto de bondad era bienvenido. Se acercó con una pequeña sonrisa, pestañeó un par de veces, se tragó el nudo en su garganta y se sentó con ambas piernas recogidas a un lado.

—Muchas gracias. Pero oh, no, por favor, me basta con sentarme, de veras… —dijo mientras se arreglaba la camisa, algo distraida. El más pequeño y el que se había estado dirigiendo a ella hasta ahora empezó a hacerle preguntas pero se corrigió antes de que pudiera contestar. Su actitud le recordaba a Luci antes de transformarse—.  No te preocupes, Illol. Es un placer —le hizo una reverencia simple con la cabeza a Karime—. Yo soy Kahlo, varmana y aparición nocturna. No soy cosechadora, vengo… —tomó aire por la nariz. El corazón se le encogió unos segundos y se apresuró en apaciguar sus ánimos antes de que sus toxinas se descontrolasen aunque fuese lo más mínimo—. Conozco a alguien.

Su mirada se dirigió a la chica intimidante que ahora estaba bebiendo de la fuente. Ahora que tenía mejor vista era bastante guapa. Había empezado a girar uno de los anillos en su mano real por nerviosismo.
—Que rápida… ¿Y vosotros? ¿Curiosidad, cosechadores o algún conocido?

Ilol estaba eufórico por lo maja y amable que estaba siendo Kahlo y por la oportunidad que estaba teniendo de hablar con ella. Cuando se presentó como varmana y aparición nocturna, Ilol se giró automáticamente hacia su hermana expectante, quien rió encantada con la emoción de su hermano.

-Sí, sí. Iremos de vacaciones a Varmania y buscaremos su transformación en la biblioteca de la Embajada, no te sobreexcites, Gatito -le tranquilizó Karime mientras le guiñaba el ojo a Kahlo, porque ciertamente compartía con su hermano la valoración sobre la belleza de su nueva compañera, pero sin hacerlo a la manera de su habitual, ya que se estaba centrando más en regodearse en la presencia de su hermano.

-¡Sí conocemos! Ka es cosechadora de Zemlya y yo he estado en la cosecha de Libo de este año -explicó emocionado-. ¿Ves esa chica tan guapa y fuerte? Es Kalna, es hija de la duquesa de Vitech en Libo. Mánia también cosechó a Lahria en Libo. Cuando llegue a la fuente te diré quién es -explicó el niño con emoción-. Aunque la verdad es que aunque no hubiera conocido a nadie le habría pedido a Ka que me trajera. ¡Nunca he tenido la oportunidad de ver el Discurso de la Fuente y tengo mucha curiosidad! -exclamó casi revotando en el asiento. En sus palabras casi podían oírse las mayúsculas.

Karime, sin dejar de sonreír contagiada por su hermano, le echó una rápida mirada analítica a la aparición nocturna, tanteando el terreno sobre su opinión respecto a la cosecha. La licántropa sabía muy bien lo que algunos ciudadanos pensaban de las cosechas y las cribas. Incluso si no compartía esas opiniones, debido a los horrores que ella misma había vivido podía llegar a empatizar con ellos, pero Ilol solo conocía lo maravilloso y prodigioso de la ciudad y, aunque tanto Mánia como ella se habían asegurado de informarle de todos los peligros, prefería que esa visión se mantuviera así en un intento de mantener su inocencia tan intacta como fuera posible.

No tenía muy claro si Ka había pestañeado muy fuerte o habían sido ideas suyas, pero volvió la atención a sus anillos con cierto malestar por lo alegre que se veía el ambiente, no tanto por Ka e Ilol sino por ella misma. Se forzó a sonreír.

—No te arruinaré el placer de descubrir mis poderes, entonces —le dijo al menor. Ambos eran cosechadores, aunque por supuesto también había curiosidad en sus motivos para estar ahí. Escuchó con atención la descripción de la que era su cosechada con la vista fija en ella, justamente la chica de la plaza, mientras sus dedos vagaban por los bordes de su camisa planchando y arrugando las formas. El discurso de su año había sido… mejor no comentarlo. Si acaso aquello le dio a entender que Ilol no era ciudadado, pero no continuaría el tema por ahí—. Duquesa. Con razón parece importante… ¡Ay! Esa pobre chica no lleva zapatos, lo va a...

Si iba a hacer un comentario este se perdió en la nada cuando vio aparecer corriendo a alguien. Cabeza naranja, vestido de traje y acompañado por un humano, el corazón le dio tal brinco que algunas toxinas escaparon de su control. Kahlo se puso en pie no solo para ver mejor, sino -casualmente- para evitar el olvido de sus dos acompañantes. Su hermano. Lo reconocería en cualquier parte. Tardó unos largos segundos en comprender que estaba huyendo de algo, demasiado ensimismada por volver a verle. No despegó los ojos de él ni para buscar a su persecutor. Las veces que había vuelto a Varmania había evitado su presencia todo lo posible, por miedo, para no hacerse más daño… y ahí estaba. Su imagen no desaparecía al pestañear. Se mordió el labio inferior para no llorar.

—Perdonadme —dijo con un hilo de voz mientras bajaba a sentarse de nuevo, nerviosa. Confiaba en el hechizo de opacidad y cualquier encantamiento que llevasen ellos, pero tampoco quería arriesgarse—. Ese es mi hermano.

No vio necesidad de especificar cual de los dos recién llegados era, incluso si la Luna le había cambiado el color de pelo y dado rasgos nuevos eran dos gotas de agua. Tenía las manos alzadas delante de Kalna y el pelo hecho un nido de pájaros, como siempre… Inspiró profundamente.

Ilol, frunciendo el ceño al ver a la chica sin zapatos, se giró para preguntarle a su hermana de qué mundo era esa chica, cuando otros dos chicos aparecieron en la plaza corriendo y esto hizo que su nueva amiga se quedara completamente callada. El androgino estaba a punto de acercarse un poco a Kahlo para preguntarle si se encontraba bien o necesitaba algo, cuando esta se puso de pie, lo que hizo que Ilol retrocediera un poco para darle algo de espacio. Para ambos hermanos estaba claro que alguno de los cosechados había supuesto una gran impresión en la aparición nocturna y dado que solo uno de ellos era varmano, parecía bastante obvio quién había sido.

-Oh, no pasa nada -contestó suavemente Ilol a la disculpa.

Karime siempre había considerado que Ilol y ella eran tan parecidos como dos hermanos podían serlo, pero claramente si una pareja no podía evitar ocultar su parentesco eran Kahlo y el varmano cosechado. Y a diferencia también de Ilol y ella, Kahlo no parecía tan complacida por verle.

-¿Necesitas... necesitas algo? -preguntó cauteloso Ilol, no queriendo molestar a su nueva amiga diciendo algo incorrecto, pero al final no pudo evitar preguntar-. ¿No querías que lo cosecharan?

Ilol, por su parte, no podía pensar en nada más maravilloso que tener la oportunidad de venir a Rocavarancolia y ser un ciudadano más, a pesar de que era mucho más consciente de los peligros y horrores de lo que su hermana creía; pero Karime recordaba muy vívidamente todavía las muchas pesadillas que había tenido como Ilol siendo cosechado como protagonista.

Karime había tenido suerte. Ilol jamás tendría que enfrentarse a una criba ni ella a la impotencia de no poder ayudarlo a superarla. Independientemente de que Kahlo tuviera o no una buena relación con su hermano, la licántropa podía entender lo difícil que esta situación debía estar siendo para ella.

Negó suavemente con la cabeza. No le vendría mal un pañuelo, aunque no lo necesitaría si no se permitía llorar. Nunca le había gustado llorar delante de nadie, fuera amigo, conocido o familiar, claro que no había sentido unas ganas tan fuertes de hacerlo en público desde su criba.
—Claro que no —apretó los puños y la mandíbula—. No quiero que le pase nada malo. No quiero que…
Se arañó la piel con la prótesis. Sí que iba a necesitar un pañuelo. Se apartó las primeras lágrimas con la muñeca y la mantuvo ahí para frenar las siguientes. Una vez empezado era más difícil.

—Lo siento —dijo tras un jadeo—. Os… Os estoy arruinando la mañana. Lo siento —repitió. Sacar fuerza para su propia voz le ayudaba a recomponerse un poco—. Cuando Zarpa me dijo que había vuelto a mi casa no me lo quise creer. Me agarré como un clavo ardiendo a que fuera por un sirviente, cualquier persona menos él, pero… —sonrió con amargura—. No nos cosecharon a la vez.  Si… si hubiéramos estado juntos quizás las cosas serían distintas, pero…

“Pero ahora no puedo hacer nada. Y ni siquiera sé si quiero que esté aquí solo por lo que estoy diciendo”, pensó. Apretó los labios, sorbió y arrastró otra lágrima.

—Es difícil. Da… miedo. Solo puedo mirar.

Desconocía si Karime había perdido el ojo antes, durante o después de Rocavarancolia. Dependiendo de ello ambas habrían perdido mucho con la ciudad, e incluso si no, seguro que sabían lo que era. Sus dedos abrazaron los de la prótesis, y aún teniendo receptores del tacto en la derecha la textura que recogía su izquierda, la real, le recordaba que debajo de eso solo había metal.

—Su nombre es Nohlem. Cuatro minutos mayor que yo —dijo irguiendo un poco la espalda. Se esforzaría en reconducir aquello como fuese—. Se ven bastante monos en esta cosecha, ¿no? Kalna es muy guapa, y ese… el que va con Nohlem también lo parece. Y eso que no me van sin morro —emitió una suerte de risa suave.

Ilol titubeó un poco buscando algo que pudiera animar a Kahlo, pero sin saber cómo hacerlo.

-No entiendo -terminó admitiendo confundido-. ¡Seguro que...!
-Ilol -le cortó Karime como advertencia, pero luego suavizó su tono-. Gatito, ya hemos hablado de esto. Sé que para ti todo lo que tenga que ver con Rocavarancolia es increíble, pero los que hemos pasado por la criba como nosotras no lo vemos de la misma manera.
-Pero tú siempre dices que te divertiste mucho.
-Claro que me divertí y al final es con lo que me he quedado de esa época, pero también fue muy duro en muchos aspectos -siguió explicando. Luego miró brevemente a la varmana calibrando si quería seguir con esta conversación, pero finalmente decidió que era importante que Ilol entendiera-. Mira, sé que te he dicho mucho que no tienes que preocuparte de los peligros de la ciudad porque voy a estar para protegerte, pero eso lo puedo hacer por nuestras circunstancias, si fueras un cosechado como el hermano de Kahlo no podría hacer nada. Cuando eres un simple cosechado ningún transformado puede ayudarte, lo quiera o no. Ni siquiera tú ahora podrías ayudarles. Y cuando eres un transformado querer ayudar y ver que no puedes es difícil. Es por eso que la mayoría de nosotros evitamos a los cosechados hasta que la criba ha terminado -siguió diciendo echando una mirada rápida de nuevo a la aparición nocturna, esperando que sus palabras no le estuvieran haciendo daño-. Pero cuando conoces personalmente a alguien no es tan fácil. Sabes que yo estoy muy feliz de no tener que pasar por eso contigo. ¿Entiendes ahora el miedo de Kahlo?

El andrógino se sintió bastante mal por banalizar la inquietud de su nueva amiga y haciendo uso de toda su diplomacia aprendida en la corte de Libo, se dispuso a disculparse adecuadamente.

-Lo siento mucho, Kahlo. Lamento mucho mi comportamiento y haber menospreciado tu miedo. Espero que puedas perdonarme -dijo solemnemente tal y como le habían enseñado en el palacio de la Reina Madre. Luego, suavizando su postura y su expresión, le ofreció tímidamente un pañuelo-. Creo que tu hermano es muy guapo, pero tú lo eres más. Aunque tengáis morro -terminó imitando su risa como una ofrenda de paz.

Kahlo apretó los puños mientras Karime le hablaba a su hermano. Giraba los anillos en su mano real, los aflojaba y volvía a poner en gestos más que conscientes para no empeorar el llanto que había logrado calmar. Las palabras de la licántropa eran como un bisturí abriendo una herida mal cosida, doloroso pero, entendía, necesario en ese momento. Se sintió mal consigo misma al pensar en todo lo que estaba omitiendo, los pensamientos intrusivos que tan rápido habían corrido a su mente al considerar a su hermano competencia, pero aquello era tan difícil de abordar que muy posiblemente se ahogasen con ella.

—No te preocupes corazón —dijo sacando la mejor sonrisa que le salía—. Entiendo que somos… un ejemplo muy diferente al vuestro —llevó su mano derecha a una pierna de Karime y la posó sin fuerza unos segundos—. Gracias.

Aceptó el pañuelo con otro pequeño gracias, se limpió el rostro y se apartó el pelo tras la oreja, aún rastros de sus nervios. Le hubiera gustado decir que se sentía mejor ahora, pero lo cierto es que la imagen tan vívida de su hermano era un constante “que te jodan” en su cara. Aún le costaba creerlo. Al menos Illol fue capaz de algo que no creía posible en ese instante: sacarle una risa de verdad. La inocencia y bondad del menor la ponía tierna.

—¡Gracias! Oye, Karime, ¿te importa si te cambio a tu hermano por el mío? —dijo, inicialmente seria para darle más peso a la broma—. Uy, qué…
Las cosas en la plaza estaban empezando a perder pies y cabeza. Un chico muy alto -pero claramente un chico- salió dando tumbos dirección a los que ya estaban y se chocó con Kalna. Otros cuantos más habían salido detrás, y un pequeño con el pelo del mismo color de la tierra -que desde esas distancias se camuflaba bien- se había adelantado hasta la fuente. En un abrir y cerrar de ojos, Kalna voleó al larguirucho al agua y se llevó por delante al menor.

—Santos —no creía que se hubiera matado nadie pero al menos el chapoteo había sido bueno.

Efectivamente seguían vivos. Aprovechó para fijarse en el resto, variopintos como ellos solos: un lagarto morado con ropas muy bonitas -quizás las más bonitas de todos los allí presentes, pero oh por los santos, más lagartos no-, otro pequeñín que vestía lo que parecía un pijama, uno con cuernos cuya especie no reconoció, otros dos humanos adultos (todavía se le hacía raro ver varones humanos que no midiesen 2 metros de largo y 1’70 de ancho, su criba había sido particular en ese sentido) y…

—¿Eso es un licántropo? —preguntó con cierta alarma. ¿Estaba interviniendo acaso?

Karime contestó al toque de la varmana con un asentimiento y una sonrisa de comprensión por encima de la cabeza de su hermano, impregnada de la mínima picardía de la que fue capaz.

-Puedo considerarlo -contestó siguiendo la broma-. Tu hermano realmente es una cosa bonita, pero si quieres a mi gatito preciado tendrás que subir la oferta a dos varmanos en vez de uno -terminó guiñándole el ojo para que quedara duda a qué segundo varmano se refería.

A la licántropa le hubiera gustado seguir con la broma, jugando a equilibrarla entre que fuera sin segundas intenciones y que fuera con todas las intenciones posibles, pero lo ocurrido en la plaza empezaba a ponerse realmente interesante.

-¡Por las Brujas Antiguas, Kalna, qué derechazo! -exclamó divertida con el espectáculo-. Espero que los niños estén bien o puede resultar en un inicio muy malo para ella.

Karime estaba muy familiarizada con cómo Rocavarancolia podía ponerte a la defensiva con mucha facilidad y cuando tenías cierta formación militar, como había sido su caso y estaba siendo el de Kalna, eso podía generar en ti ciertas reacciones que, aunque muy útiles para lo que les esperaba, podían no dar las mejores primeras impresiones.

-Creo que están bien, mira el chico... ¡Ay! ¡Pobre! Debe haber tragado agua -dijo Ilol con lástima al ver como el chico de pelo negro que Kalna había lanzado había empezado a vomitar. Al andrógino le había dado mucha lástima el accidente, pero las palabras de Kahlo le distrajeron por completo-. ¡Oh! ¿Es él, Ka? ¿Es uno de los vittya?
-Sí, así es -rió encantada Karime por el rápido cambio de emoción de su hermano-. No es un licántropo, es un vittya, de Zemlya. Es el mundo del que soy cosechadora -le explicó a Kahlo-. Si mi memoria no falla se llama Szczenyak. Ni siquiera tiene la excusa de que le pusieron ese nombre sin su consentimiento. Realmente no entiendo de dónde pudo sacar un nombre así alguien cuyo vocabulario se basa en repetir la palabra "joder" continuamente.

Sonrió suavemente ante su contraoferta y lo que ahora entendía era un guiño, no un tick raro. Dos varmanos… Bueno, su prometido no era feo del todo. A ese sí que no le importaba regalarlo.

Aún en su tristeza empezaba a entender donde estaba la gracia de espiar a los nuevos. Siempre que no estuviera pasando nada muy macabro era… realmente divertido. La energía de los libenses se contagiaba con rapidez. Siguió la mirada de Illol a tiempo de ver al chico largurucho vomitar, con lo que no pudo evitar arrugar el morro y alegrarse de no estar cerca. Más que asco le daba pena, cosa que por supuesto se debía a la buena distancia que les separaba. De estar allí los sentimientos estarían cambiados.

La licántropa -de verdad- explicó quien era el que ella había creído un transformado. No había oído de ese mundo, claro que era relativamente nueva como para saber si estaban conectados de antes o no.

—Esch… ¿Eschezeniaq? —pronunció despacio, con más interrogantes que sílabas. Ni hablar el mismo rocavarancolés de Karime la salvaba de pronunciar eso. Le hizo gracia su comentario, creyendo saber que tipo de personalidad tenía el lobo—. Bueno ya… Ya entiendo porqué eres cosechadora de Zemlya entonces.

De nuevo buscó a su hermano entre el grupo, que se había alejado mientras claramente tenía una crisis. “Ni se te ocurra irte solo, bobo…”, por suerte el pensamiento debió llegarle porque volvió por cuenta propia. Si moría en su primer día lo mataba. Y a Zarpa. Los mataba despacio.

—Debilucho —musitó, con más mala vibra de la que realmente sentía—. Si hubiera estado en mi criba habría sabido lo que es un horror de comienzo…

Vale. Ser agresiva le quitaba parte de la pena. Anotado como tip de salud mental. El pequeño que había sido víctima del empujón empezó a vociferar contra Kalna una vez fue levantado como un animalillo por el chico de la cresta rosa, tanto así que hasta en la altura del tejado pudo escuchar parte de lo que estaba diciendo. Se llevó una mano a la boca con los ojos abiertos como platos por los horrores verbales que un cuerpo tan pequeño era capaz de contener, y no solo el menor, Eschechesniak también gritó, y el chico de la coleta con la ropa ancha, y luego Kalna le dio una yoya, y… Usó la misma mano que antes cubría su asombro para tapar la sonora carcajada que le sobrevino.

—Pero qué está pasando… —claramente estaba disfrutando—. ¿Qué decías de… mal pie para Kalna, Karime?

Karime le lanzó a Kahlo una sonrisa deslumbrante y bastante más llena de picardía que las anteriores por su comentario, pero tampoco tuvo tiempo de añadir nada más porque lo que estaba ocurriendo en la plaza se estaba poniendo bastante interesante.

-¡Oh, mira Ilol, un repoblador! ¡Como Tap! -le exclamó señalándole a la pequeña planta en brazos de ¿la chica? con cuernos.
-¡Oh, sí! -contestó su hermano imitando su emoción-. ¿Ves algún idrino? ¿O algún humano? ¿nublinos?

A Ilol le emocionaba la posibilidad de ver a cosechados de los mismos lugares de origen de los compañeros de criba de su hermana, pero puesto que tanto F.O.N.E.R.A. como Sinhdro habían sido cerrados, solo podía preguntar por esos otros mundos.

-Todos los que parecen libenses, pero no lo son en absoluto son humanos -le contestó alegremente-. Todos los que parecen libenses menos Kalna, claramente, porque ella... ¡Por la Reina Madre! ¿¡CON ESA BOCA BESAS LUEGO A TU MADRE!? -gritó la loba falsamente escandalizada por las palabras del niño que estaba insultando al aire con descaro y sabiendo que el amuleto ilusorio que les había obsequiado Mánia no solo no permitía que les vieran, sino que tampoco permitía que les escucharan-. Tu no escuches, Gatito, no vaya a ser que se te pegue algo -dijo intentando taparle los oídos a su hermano mientras este reía por las payasadas de su hermana-. Madre mía, qué guantazo tiene el niño. ¡Bien hecho, Kalna! -exclamó casi vitoreando a la cosechada para concluir la broma-. Inmerecidísimo mal pie si es por esto. ¿A quién se le ocurre mentar a la madre de una LIBENSE? ¡De una libense noble Y militar! Kalna debe estar decididísima a ser conciliadora porque si no no me explico como el niño ha salido con todos sus dientes en la boca de esto.

En cuanto vio a los primeros cosechados en la plaza decidió salir de Serpentaria e ir a cotillear a un edifico más cercano a la plaza. No es que le fuera una prioridad ver toda la cosecha, no le interesaba tanto, pero hacerse una idea de cómo eran el primer día era lo bastante entretenido como para querer ir. El año anterior había sido demasiado caótico, pero otros te podías hacer una ligera idea de quienes eran los elegidos en base a cómo actuaban el primer día.

Cuando estuvo lo bastante cerca vio a tres figuras en un edificio, también observando, y reconoció a una de ellas como Karime. No habían compartido torreón, pero sí cosecha, por lo que la conocía lo bastante como para acercarse a ella con confianza. Estaba allí con su hermano (que no sabía cuando había venido) y una de las nuevas, a la que alguna vez había visto por la torre pero ni se acordaba de su nombre. Tal vez lo hubiera olvidado, o nunca se habían llegado a presentar.
—¿Os importa si me uno? —les preguntó cuando estuvo lo bastante cerca —. Soy Yttria, por cierto. Creo que nos hemos visto en Serpentaria, pero no recuerdo si llegamos a presentarnos.

No sabía cuánto se había perdido, viendo que había un chaval en el agua y un niño pequeño soltaba una ristra de palabrotas propia de un marinero más que de alguien de su edad. «Dioses, qué hostia tiene». Y como si alguien hiciera caso a sus plegarias, la chica de los oros y el maquillaje le metió una colleja a la que Ka tuvo una reacción que no estaba lejos de lo que pensaba.
—Es que madre mía, un poco merecido si se lo tenía.

Kahlo no había coincidido antes con libenses como para saber que tan tabú era lo que el pequeñajo había dicho, pero lo cierto es que tampoco le hacía mucha falta: decir esas cosas de una madre era horrible, y en especial viniendo de un niño. Los humanos que ella conocía no eran tan extremos y eso que eran bastante más adultos. ¿Seguro que el cachorro era humano?

Que Karime gritase la sobresaltó, y aunque suponía que estaban bien cubiertos por magia no pudo evitar recular, alerta a ninguna reacción de los abajo presentes. Los modales de la loba eran… peculiares por decirlo de alguna manera. Poniéndose en su piel no le gustaría que un niño le hablase así, pero de ahí a partirle la boca… La aparición se limitó a sonreír. Kalna solo le dio una colleja, por suerte, lo que le parecía totalmente aceptable y justificado.

Una voz nueva la sobresaltó. Una chica muy bajita estaba detrás suya, a la que pronto reconoció como vecina de la torre Serpentaria. No respondió primero, pues para empezar ella también era una acoplada al plan de Ilol y Ka, pero no tardó en presentarse.
—Kahlo. No, no nos habíamos presentado. Mucho gusto.

Con una pequeña sonrisa de cordialidad volvió la vista a los cosechados, ahora con una nueva incomodidad en el cuerpo. Ella y Nohlem se parecían demasiado y ya se esperaba cualquier comentario sobre el parentesco que exitía entre los dos. No le apetecía pasar por el tema de nuevo, así que posiblemente aprovechase algún momento para escabullirse pronto y buscar otro tejado. Por lo pronto se distrajo con el pequeño repoblador en el que no había reparado hasta el momento, señalado por Ilol, pensando en la suerte que había tenido Nohlem de caer con uno de ellos.