Plaza de la Fuente

Karime contestó al toque de la varmana con un asentimiento y una sonrisa de comprensión por encima de la cabeza de su hermano, impregnada de la mínima picardía de la que fue capaz.

-Puedo considerarlo -contestó siguiendo la broma-. Tu hermano realmente es una cosa bonita, pero si quieres a mi gatito preciado tendrás que subir la oferta a dos varmanos en vez de uno -terminó guiñándole el ojo para que quedara duda a qué segundo varmano se refería.

A la licántropa le hubiera gustado seguir con la broma, jugando a equilibrarla entre que fuera sin segundas intenciones y que fuera con todas las intenciones posibles, pero lo ocurrido en la plaza empezaba a ponerse realmente interesante.

-¡Por las Brujas Antiguas, Kalna, qué derechazo! -exclamó divertida con el espectáculo-. Espero que los niños estén bien o puede resultar en un inicio muy malo para ella.

Karime estaba muy familiarizada con cómo Rocavarancolia podía ponerte a la defensiva con mucha facilidad y cuando tenías cierta formación militar, como había sido su caso y estaba siendo el de Kalna, eso podía generar en ti ciertas reacciones que, aunque muy útiles para lo que les esperaba, podían no dar las mejores primeras impresiones.

-Creo que están bien, mira el chico... ¡Ay! ¡Pobre! Debe haber tragado agua -dijo Ilol con lástima al ver como el chico de pelo negro que Kalna había lanzado había empezado a vomitar. Al andrógino le había dado mucha lástima el accidente, pero las palabras de Kahlo le distrajeron por completo-. ¡Oh! ¿Es él, Ka? ¿Es uno de los vittya?
-Sí, así es -rió encantada Karime por el rápido cambio de emoción de su hermano-. No es un licántropo, es un vittya, de Zemlya. Es el mundo del que soy cosechadora -le explicó a Kahlo-. Si mi memoria no falla se llama Szczenyak. Ni siquiera tiene la excusa de que le pusieron ese nombre sin su consentimiento. Realmente no entiendo de dónde pudo sacar un nombre así alguien cuyo vocabulario se basa en repetir la palabra "joder" continuamente.

Sonrió suavemente ante su contraoferta y lo que ahora entendía era un guiño, no un tick raro. Dos varmanos… Bueno, su prometido no era feo del todo. A ese sí que no le importaba regalarlo.

Aún en su tristeza empezaba a entender donde estaba la gracia de espiar a los nuevos. Siempre que no estuviera pasando nada muy macabro era… realmente divertido. La energía de los libenses se contagiaba con rapidez. Siguió la mirada de Illol a tiempo de ver al chico largurucho vomitar, con lo que no pudo evitar arrugar el morro y alegrarse de no estar cerca. Más que asco le daba pena, cosa que por supuesto se debía a la buena distancia que les separaba. De estar allí los sentimientos estarían cambiados.

La licántropa -de verdad- explicó quien era el que ella había creído un transformado. No había oído de ese mundo, claro que era relativamente nueva como para saber si estaban conectados de antes o no.

—Esch… ¿Eschezeniaq? —pronunció despacio, con más interrogantes que sílabas. Ni hablar el mismo rocavarancolés de Karime la salvaba de pronunciar eso. Le hizo gracia su comentario, creyendo saber que tipo de personalidad tenía el lobo—. Bueno ya… Ya entiendo porqué eres cosechadora de Zemlya entonces.

De nuevo buscó a su hermano entre el grupo, que se había alejado mientras claramente tenía una crisis. “Ni se te ocurra irte solo, bobo…”, por suerte el pensamiento debió llegarle porque volvió por cuenta propia. Si moría en su primer día lo mataba. Y a Zarpa. Los mataba despacio.

—Debilucho —musitó, con más mala vibra de la que realmente sentía—. Si hubiera estado en mi criba habría sabido lo que es un horror de comienzo…

Vale. Ser agresiva le quitaba parte de la pena. Anotado como tip de salud mental. El pequeño que había sido víctima del empujón empezó a vociferar contra Kalna una vez fue levantado como un animalillo por el chico de la cresta rosa, tanto así que hasta en la altura del tejado pudo escuchar parte de lo que estaba diciendo. Se llevó una mano a la boca con los ojos abiertos como platos por los horrores verbales que un cuerpo tan pequeño era capaz de contener, y no solo el menor, Eschechesniak también gritó, y el chico de la coleta con la ropa ancha, y luego Kalna le dio una yoya, y… Usó la misma mano que antes cubría su asombro para tapar la sonora carcajada que le sobrevino.

—Pero qué está pasando… —claramente estaba disfrutando—. ¿Qué decías de… mal pie para Kalna, Karime?

Karime le lanzó a Kahlo una sonrisa deslumbrante y bastante más llena de picardía que las anteriores por su comentario, pero tampoco tuvo tiempo de añadir nada más porque lo que estaba ocurriendo en la plaza se estaba poniendo bastante interesante.

-¡Oh, mira Ilol, un repoblador! ¡Como Tap! -le exclamó señalándole a la pequeña planta en brazos de ¿la chica? con cuernos.
-¡Oh, sí! -contestó su hermano imitando su emoción-. ¿Ves algún idrino? ¿O algún humano? ¿nublinos?

A Ilol le emocionaba la posibilidad de ver a cosechados de los mismos lugares de origen de los compañeros de criba de su hermana, pero puesto que tanto F.O.N.E.R.A. como Sinhdro habían sido cerrados, solo podía preguntar por esos otros mundos.

-Todos los que parecen libenses, pero no lo son en absoluto son humanos -le contestó alegremente-. Todos los que parecen libenses menos Kalna, claramente, porque ella... ¡Por la Reina Madre! ¿¡CON ESA BOCA BESAS LUEGO A TU MADRE!? -gritó la loba falsamente escandalizada por las palabras del niño que estaba insultando al aire con descaro y sabiendo que el amuleto ilusorio que les había obsequiado Mánia no solo no permitía que les vieran, sino que tampoco permitía que les escucharan-. Tu no escuches, Gatito, no vaya a ser que se te pegue algo -dijo intentando taparle los oídos a su hermano mientras este reía por las payasadas de su hermana-. Madre mía, qué guantazo tiene el niño. ¡Bien hecho, Kalna! -exclamó casi vitoreando a la cosechada para concluir la broma-. Inmerecidísimo mal pie si es por esto. ¿A quién se le ocurre mentar a la madre de una LIBENSE? ¡De una libense noble Y militar! Kalna debe estar decididísima a ser conciliadora porque si no no me explico como el niño ha salido con todos sus dientes en la boca de esto.

En cuanto vio a los primeros cosechados en la plaza decidió salir de Serpentaria e ir a cotillear a un edifico más cercano a la plaza. No es que le fuera una prioridad ver toda la cosecha, no le interesaba tanto, pero hacerse una idea de cómo eran el primer día era lo bastante entretenido como para querer ir. El año anterior había sido demasiado caótico, pero otros te podías hacer una ligera idea de quienes eran los elegidos en base a cómo actuaban el primer día.

Cuando estuvo lo bastante cerca vio a tres figuras en un edificio, también observando, y reconoció a una de ellas como Karime. No habían compartido torreón, pero sí cosecha, por lo que la conocía lo bastante como para acercarse a ella con confianza. Estaba allí con su hermano (que no sabía cuando había venido) y una de las nuevas, a la que alguna vez había visto por la torre pero ni se acordaba de su nombre. Tal vez lo hubiera olvidado, o nunca se habían llegado a presentar.
—¿Os importa si me uno? —les preguntó cuando estuvo lo bastante cerca —. Soy Yttria, por cierto. Creo que nos hemos visto en Serpentaria, pero no recuerdo si llegamos a presentarnos.

No sabía cuánto se había perdido, viendo que había un chaval en el agua y un niño pequeño soltaba una ristra de palabrotas propia de un marinero más que de alguien de su edad. «Dioses, qué hostia tiene». Y como si alguien hiciera caso a sus plegarias, la chica de los oros y el maquillaje le metió una colleja a la que Ka tuvo una reacción que no estaba lejos de lo que pensaba.
—Es que madre mía, un poco merecido si se lo tenía.

Kahlo no había coincidido antes con libenses como para saber que tan tabú era lo que el pequeñajo había dicho, pero lo cierto es que tampoco le hacía mucha falta: decir esas cosas de una madre era horrible, y en especial viniendo de un niño. Los humanos que ella conocía no eran tan extremos y eso que eran bastante más adultos. ¿Seguro que el cachorro era humano?

Que Karime gritase la sobresaltó, y aunque suponía que estaban bien cubiertos por magia no pudo evitar recular, alerta a ninguna reacción de los abajo presentes. Los modales de la loba eran… peculiares por decirlo de alguna manera. Poniéndose en su piel no le gustaría que un niño le hablase así, pero de ahí a partirle la boca… La aparición se limitó a sonreír. Kalna solo le dio una colleja, por suerte, lo que le parecía totalmente aceptable y justificado.

Una voz nueva la sobresaltó. Una chica muy bajita estaba detrás suya, a la que pronto reconoció como vecina de la torre Serpentaria. No respondió primero, pues para empezar ella también era una acoplada al plan de Ilol y Ka, pero no tardó en presentarse.
—Kahlo. No, no nos habíamos presentado. Mucho gusto.

Con una pequeña sonrisa de cordialidad volvió la vista a los cosechados, ahora con una nueva incomodidad en el cuerpo. Ella y Nohlem se parecían demasiado y ya se esperaba cualquier comentario sobre el parentesco que exitía entre los dos. No le apetecía pasar por el tema de nuevo, así que posiblemente aprovechase algún momento para escabullirse pronto y buscar otro tejado. Por lo pronto se distrajo con el pequeño repoblador en el que no había reparado hasta el momento, señalado por Ilol, pensando en la suerte que había tenido Nohlem de caer con uno de ellos.

Por un breve momento, las orejas de Karime cambiaron a su versión lobuna, pero solo el tiempo suficiente como para que viraran hacia los lados al captar algún sonido, para luego volver a su forma humanoide, momento en el cual la bruja percusionista hizo acto de presencia saludando.

-¡Yttria! -saludó alegremente Ilol al ver a la bruja acercarse, con la misma felicidad con la que hablaba con cualquier transformado que tuviera la suerte de conocer.
-Buenos días querida Yttria, ¿qué te trae por este nuestro tejado en esta bella mañana? ¿También has querido comprobar por ti misma que nuevos prodigios ha traído la marea hasta nuestra humilde ciudad?
-¿Tienes hambre? ¿o sed? -preguntó el andrógino sin dejar casi que su hermana terminara de preguntar señalando su cesta de picnic-. ¿Has visto ya a los nuevos cosechados? ¡Esa es Kalna! ¡Es de Libo!
-Creo que ya todo el mundo sabe quién es Kalna, Gatito. O bien porque se lo vas diciendo a todo el que te encuentras o porque ella misma hará que la gente la recuerde-comentó divertida tras su hermano-. Al menos, no creo que esos dos olviden pronto su nombre -terminó señalando a los dos implicados en el accidente.
-Yo he estado en el banquete en el que la han cosechado -siguió el libense, imperturbable-. Y también a Lahria, pero ella aún no está aquí. ¿Crees que falten muchos cosechados por llegar?

En realidad Ilol no estaba ignorando a su hermana de forma arbitraria, sino que, siendo mucho más perceptivo que ella, había sentido la incomodidad de Kahlo y, aunque no entendía muy bien la razón, había decidido que si entablaba una conversación con Yttria o la distraía lo suficiente, quizás eso ayudaría a la aparición nocturna.

Yttria saludó a los libenses con una sonrisa nerviosa. No es que le cayeran mal, pero tanta energía a veces era demasiado. Sin embargo, aquel día de cosecha podía entenderla: conocer a los nuevos cosechados era siempre un cúmulo de emociones. Y más, si, como Karime, habías cosechado a alguno. Ella misma había cotilleado intensamente a los irrenses que había cosechado, esperando que sobrevivieran, que no les pasaran cosas horribles. Dirigió una inclinación de cabeza a Kahlo ante su presentación, pero lo dejó ahí, sin saber qué decir exactamente.

—Uy, me encantaría algo de comer—se sentó cerca y aceptó la comida que le ofrecía Ilol, mientras observaba a la tal Kalna —. Vamos si me voy a acordar, normalmente nadie lanza a alguien contra la fuente el primer día.
La verdad es que daba algo de miedo, con ese maquillaje, pero podía entender que era una declaración de intenciones y que, bueno, siempre hacía falta alguien que supiera luchar. Igual hasta tenían suerte si les enseñaba, teniendo en cuenta como eran las libenses y que el resto eran casi todos chicos.

Observó a los demás con interés. El de la cresta rosa que tampoco parecía precisamente amable; el mjorní morado; los dos niños (como agradecía ella no haber caído con nadie demasiado pequeño); el chico de la coleta que parecía querer protegerlos… y el varmano. Dirigió otra mirada a Kahlo, pero no dijo nada. Estaba claro que debían ser familia, tal vez hermanos, pero tampoco quería preguntar. Ya bastante duro tenía que ser haber pasado una criba como para tener que ver como alguien a quien quieres pasaba otra, y sin poder hacer nada.
—Uh, pues no lo sé. Nosotros creo que fuimos más, ¿verdad Karime? —especialmente si contaban a los sendarios —. ¿A lo mejor siguen dormidos como aquella vez con las pesadillas?

La conversación sucedía a su lado sin ella participar. No sabía bien que decir y no estaba pendiente a posta. Con la prótesis seguía girando los anillos en su mano izquierda como tic nervioso, captando unas pocas cosas de lo que los allí presentes decían sin mucho gusto por ello. No había pensado en ello hasta ahora, pero tenían razón: eran muy pocos. Dirigió una mirada inquisitiva hacia el edificio de las mazmorras a la espera de captar movimiento pero… no había nada aparente.

De repente el miedo se hizo hueco en su cerebro, silencioso y discreto como una araña deslizándose entre el hueco de una puerta. El día que ella y sus compañeros de criba salieron era un manchurrón caótico en sus recuerdos. Tenía una memoria impecable, pero hasta para ella ese momento era difícil de reproducir con nitidez. Había sido un caos, sí, pero un caos lleno de gente. Gritos, huidas, sangre… La plaza en comparación estaba desolada, lo cual no le daba mejor espina. Se quedó con las palabras en la garganta, queriendo ser educada y participar pero no hallando cómo. “Nosotros también fuimos muchos”, era fácil de decir y sin embargo… ¿por qué no podía? Se masajeó los párpados.

—Es… ¿normal que pasen cosas? —pronunció finalmente—.  El primer día, quiero decir… —entrelazó las manos, inquieta sin querer demostrarlo. De repente tenía a Setenta y siete grabado en las retinas. “Por todos los santos…”—. Es decir, es verdad que son muy pocos… y en la anterior fuimos muchos. ¿Qué fue eso de los sueños de lo que habláis?

No era consciente de ello pero ese runrún de miedo le hizo soltar toxinas contra su voluntad. Por el rabillo del ojo captó un movimiento, el del barco volador con forma de dragón que se acercaba a la plaza. Kahlo se sintió como una cosechada de nuevo e intentó deshacerse de la cargante sensación, obligándose a no mirar la estupefacción de los nuevos para no contagiarse de ella. Se centraría solo en el barco.

-No sabría qué decirte -contestó la loba con una sonrisa cuando Yttria comentó que normalmente la gente no era lanzada a la fuente-. Me perdí el discurso de nuestro año, ya sabes. Pero puedo imaginarme a algunos de los nuestros haciéndolo sin problema -comentó la licántropa imaginando que RR totalmente habría sido un bestia ese primer día.

Ella también lo habría sido, por supuesto.

-Oh, sí, fuimos muchos más -contestó con una sonrisa que dejaba ver todos sus dientes-. Ya solo entre Maciel y Letargo éramos el doble. Y eso sin contar a la gente de otros torreones o los que iban por libre.

No es que Karime conociera a todos. Aún de vez en cuando se sorprendía cruzándose con alguna persona de su mismo año. Es lo que tenían algunas cosechas, que nunca terminabas de conocer a todos los que habían visto la luna contigo por primera vez. "Y menos aún si la mayoría se han muerto o se han ido" pensó con melancolía sin querer mirar a la explanada de los portales, pero sin evitar que su ojo viajara en la dirección del cementerio. La pérdida de Ariv todavía dolía.

-Normal, normal... -comenzó a contestar a Kahlo-. A ver, es Rocavarancolia, aquí nada es normal y todo lo es a la vez. Y lo de los sueños es algo que pasó hace... -. Por un momento, la mente de Karime se quedó en blanco, pero rápidamente sacudió la cara como si le hubiera caído polvo en el hocico que ni siquiera tenía transformado y continuó con lo que estaba diciendo-. Es Rocavarancolia, nada es normal y todo lo es a la vez. Yo diría que lo más normal son los conflictos y confusiones que se dan en la prisión, pero tampoco sabría decirte porque solo conozco rumores.

Se encogió de hombros ante la respuesta de Ka.  Tenía razón en que más de uno de su cosecha podía haber lanzado a alguien, especialmente después de ver todo el panorama de secuestros y dramas varios que habían montado a lo largo del año.
— Uy, créeme que de haber tirado a alguien hubiéramos sospechado antes, hubiera habido mucho menos drama...
«Y hubiéramos vivido todos felices y comido perdices», acabó la frase para sí, con toda la ironía del mundo. Al menos muchos se habían ido, o habían muerto, y de los que quedaban apenas les dirigía la palabra, al menos a sus antiguos compañeros de torreón.

Kahlo parecía especialmente preocupada por lo normal que era aquello, y preguntó por lo de los sueños, cosa que la hizo darse cuenta de que, obviamente, la nueva no iba a saber nada de aquello y no lo había explicado.
—Ah, hubo un montón de movidas con los sueños por culpa de un capullo, pero la cosa es que el primer día un grupo no se despertó hasta mucho después y se perdieron el discurso… Y como no sabían nada se quedaron viviendo en las mazmorras un buen tiempo —si no recordaba mal, hasta habían comido ratas, pero eso solo le había llegado por rumores y quería creer que eran una exageración.

Apenas fue un segundo de más, pero Yttria había tardado en darse cuenta de que, siendo nueva, Kahlo no conocería lo que había pasado aquel año con los sueños.
—Pues verás, hubo mucho drama con los sueños en general, pero el primer día unos cuantos no se despertaron hasta muuucho después, y no sabían dónde ir porque no habían oído el discurso así que se quedaron en las mazmorras.

Era más o menos lo que había pasado, sin entrar en muchos más detalles, porque aquello había acabado mal en general para toda la ciudad, y esperaba no tener que hacer de cronista de aquel evento que solo había salido de manera tangencial en la conversación.

Las respuestas no le aliviaron lo más mínimo: sí, era normal y a la vez no. ¿Habría otro capullo haciendo de las suyas hoy y por eso no habían salido todos los que debían? Le tentaba acercarse a la prisión a buscar más cosechados, pero… No, eso no le incumbía. Se conformaba con que al menos su hermano estaba despierto… “¿al menos?”.

No sabía si siendo tan pocos mermaban sus posibilidades de sobrevivir, la ayuda que habían compartido entre torreones durante su criba había sido muy valiosa, mas lo que sí disminuían eran las posibilidades de que hubiera un Setenta y siete entre ellos. Oír cómo Karime e Yttria se repetían le hizo ser consciente de que sus nervios se estaban descontrolando, para colmo, a lo que agachó lo poco que podía sus orejas en señal de vergüenza. Se resistió a pedir perdón, a sabiendas que ni siquiera eran conscientes de lo que había pasado.

—Ya veo… —estaba descartando que pudiera ser una repetición de los sueños de los que hablaban pero… ¿Acaso no habían desaparecido también compañeros durante su criba? ¿Sería aquello algo parecido? Apretó los labios, incómoda. El discurso empezó y palabras ajenas ocuparon espacio en su mente, como cuando Adam les hablaba como pegaso, haciendo que sus propios pensamientos fueran difíciles de oír. Aunque prestaba atención sus ojos vagaron hasta Nohlem y ahí se quedaron.

La aparición les seguiría por la ciudad, lo justo para ver en qué torreón paraban. Si algo les atacaba por el camino se juró poner la máxima distancia posible entre ella y el problema para hacer oídos sordos.

Ilol quería saltar a preguntarle más a Yttria sobre lo que estaba contando de los sueños, aunque ya sabía bastante por las historias de Mánia y Karime, pero cuando el barco apareció, el andrógino se quedó mudo mirándolo.

-¡Guau! ¡Qué guay! ¿Quiénes son? -preguntó ávidamente-. Reconozco a la mujer, porque estaba en la fiesta que hizo Rocavarancolia para la Reina Madre cuando se aliaron con Libo. ¡Yo estuve ahí! Había tantos transformados -habló con voz soñadora-. Pero a él no le vi o no le recuerdo. ¿Es nuevo?
-Oh sí -contestó la loba relamiéndose los labios sin apartar su ojo del inmortal-. Es el nuevo Señor de los Asesinos. Casi había olvidado el buen bocado que era.
-¡Karime! -exclamó Ilol entre avergonzado y divertido por su hermana.
-¿Qué? No es como si realmente me fuera a meter con el consejo, no estoy tan loca -se defendió-. Solo digo que si tiene algún interés en que los dos hagamos un par de ojos, pues yo estaría más que dispuesta -terminó guiñandole el ojo a las otras dos chicas-. Oh, han cambiado los sitios en los que dejan las cestas. ¿El año pasado también os las dejaron ahí? -le preguntó directamente a Kahlo.

Las reacciones de Kahlo eran relativamente normales teniendo en cuenta que era la primera vez que veía una cosecha, y más aún cuando tenía un familiar entre los cosechados, por lo que no le dio demasiada importancia y prestó más atención al barco volador que iba a dar el discurso ese año.

Los comentarios salidos de Karime no se le hacían demasiado cómodos, pero tampoco le molestaban tanto para decirle nada como crítica.
—Creo que como mucho querrá echarse una siesta, mira que pintas de cansado tiene —bromeó, viendo como el otro se apoyaba en la barandilla.

La verdad es que Aberyk era una persona interesante por su actitud, y aunque no quería juzgar tan rápido si le gustaba o no en el consejo, desde luego era mejor que la borde de la momia que tenían antes.
—¿Cómo crees que se tomarán el discurso? ¿Será mucha sorpresa?
Especialmente para los humanos, que iban muy engañados, aquello podía ser un shock. De hecho, casi ayudaba que la momia no lo hubiera dado.

La compañía le había venido bien un rato, de eso no cabía duda, pero ahora la varmana lo que necesitaba era espacio. Había logrado reírse y lo agradecía encarecidamente, pero desde la llegada de Yttria se notaba incómoda y fuera de lugar. No porque ella hubiera hecho algo para hacerla sentir así, sino porque simplemente no se veía con las fuerzas de socializar con nadie más, fuera ella, un señor del consejo o la mismísima reina de Rocavarancolia.

A pesar de que el discurso se estaba proyectando en su cerebro su mente estaba en otra parte, muy lejos de allí. Estaba en Varmania, en su casa, en su infancia, en sus dudas respecto a su hermano. Querer que viviera, no querer que se transformase, querer hablar con él y querer que la olvidase para siempre. La pregunta de Karime la pilló recordando la noche que Zarpa la trajo a Rocavarancolia, la última vez que había hablado con él y con sus padres. La última vez que su mundo había sido normal.

—¿Eh? ¿Qué? Perdona, sí. O sea no. Creo. Disculpa…—hizo un gesto afligido con la mano para luego incorporarse despacio con la sutileza de un felino—. Disculpadme, estoy un poco dispersa. Las voces… —señaló al cielo—. Será mejor que me vaya. Ha sido un placer, Yttria, Karime —les dedicó una reverencia a ambas—, Illol… —la del pequeño fue especial, adornada además de una dulce sonrisa—. Voy a marchar ya. Muchas gracias por vuestra hospitalidad. Espero que podamos hablar en otra ocasión.

Pensó en añadir un “pasadlo bien” o un “disfrutad”, pero ahora mismo no estaba segura de poder opinar eso. Sí, el momento de pelea y confusión había sido maravilloso, pero visto en frío solo lo había sido desde el punto de vista más aislado. Ojalá toda la experiencia Rocavarancolia fuera eso y nada más. Una reverencia más y la aparición nocturna se dejaría caer del tejado a otro más bajo, cubriéndose de sus toxinas para que su paso entre otros curiosos fuera inexistente. El hechizo que ocultaba su presencia recobraría fuerza con la distancia para los tres que había dejado atrás, y aunque siguiera pululando por la zona como una polilla incapaz de alejarse de la débil luz de una vela, sería discreta como solo ella podía.

Incluso cuando el resto perdiera interés y volviera a sus hogares ella no abandonaría a los novatos, por mucho que no estuviera con ellos. Su próximo viaje a Varmania iba a ser mucho más cercano de lo que imaginaba…

Mientras tanto, el kairós había estado observando la escena de la plaza en silencio absoluto en un tejado cercano a la pequeña reunión. En realidad, aquello era una suerte para él porque, teniendo en cuenta la procedencia de parte de su recarga mágica, parecía estar presenciando también alguna clase de suceso relevante en el encuentro entre Karime, el niño libense que desconocía, Kahlo y la posterior llega de Yttria. Creyó entender que tal vez se debiese a que, al parecer, el chico varmano de la plaza era hermano de la aparición nocturna. Al irrense no se le daban muy bien los rostros y la transformación había vuelto el pelo de Kahlo de otro color, por lo que nunca habría supuesto el parentesco de no haber escuchado la conversación que mantenían las chicas.

Se sintió mal cuando Kahlo se echó a llorar y, aunque ya se había hecho a la idea de que tenía que espiar a la gente si quería conseguir una buena cantidad de reservas mágicas, sintió en esa ocasión una pequeña punzada de culpabilidad. La chica era cliente de su clínica, además, pero probablemente hubiese sido muy inadecuado acercarse y decirle… ¿Qué, de todos modos? No tenía ni idea. Se revolvió incómodo y trató de centrar su atención en los sucesos de la fuente, que de por sí no resultaban particularmente interesantes al ingeniero. Parecían estar discutiendo mucho por diversos malentendidos y, aunque deseaba que pudieran entenderse unos a otros, la mente de Archi procesaba aquello como un trámite más del choque cultura que siempre involucraba el inicio de cada nueva criba. Lo que sí se estaba preguntando era qué estaría pasándosele por la cabeza al hermano de Kahlo, pues sabía que habría vuelto a recordar su existencia de pronto. Debía de ser una experiencia bastante extraña, recordar de pronto algo que se suponía que no existía.

Si no los hubiese visto en la explanada cuando regresaron todos los cosechadores también habría mostrado más interés por los cosechados de los mundos vinculados durante la última Luna,  pero ya se había informado acerca de estos. Mjörne ya le era conocido de todos modos, teniendo en cuenta que la actual Reina procedía de allí.

El discurso tampoco le suscitó mayor interés: el barco ya lo había visto y, con otras palabras, era lo mismo que se decía cada año. Aunque le llamó la atención que, al parecer, la presencia del Señor de los Asesinos también parecía ser un hecho ligeramente más destacable que otros, por alguna razón. Así como el efecto que las palabras de Gahna y Aberyk habían tenido sobre los cosechados, especialmente en aquel otro grupo que se había apartado mucho antes de la plaza y que estaba teniendo cuidado de que no le vieran desde su posición.

Aún con todo, nada había sido tan impactante como lo sucedido hacía un año.

Karime rió con el comentario de Yttria, pero no pudo evitar murmurar un "pues yo le ofrecería mi cama con todo el gusto" para acompañarlo.

-Probablemente ahora mismo estén tan confundidos que no sabrán cómo tomárselo. Con suerte alguno se quedará con las partes más importantes y menos obvias, como son los refugios y las cestas, y luego las discutirán más adelante -comentó contestando a las preguntas de la bruja-. El primer día es el más confuso y hay tanto que procesar que no te da la vida para todo.

"Al menos han hecho grupo desde el principio y han llegado a oir el discurso, eso les dará una ventaja frente a los que no" pensó para sí misma. Ella misma no había sido consciente de la suerte que Ariv y ella habían tenido al encontrarse con Maciel hasta mucho después de su luna. Solas y sin haber escuchado el discurso la ciudad podría habérselo puesto muy chungo para sobrevivir y aunque Karime no dudaba de que lo hubieran conseguido de una manera u otra, el formar parte de un grupo más grande siempre ayudaba a que las posibilidades de supervivencia fueran mayores.

-Oh, vaya, ¿ya te vas? -preguntó inútilmente Ilol. Kahlo le había encantado y le daba mucha pena tener que perder su compañía tan pronto-. Sí, por favor, me encantaría que nos viéramos en otra ocasión. Espero que te vaya todo bien, ¡ten un buen día! -se despidió con educación e intentando transmitir sus mejores deseos para su nueva amiga, queriendo de todo corazón que aquel encuentro no se quedara solo en eso.
-Hasta más ver, Kahlo. Te deseo suerte -se despidió Karime con un gesto que parecía indiferente, pero diciendo con la mirada más de lo que decían sus palabras.

La loba intentó transmitir ánimos a la aparición nocturna por el periodo de criba duro que le esperaba y, a su vez, intentó comunicarle que no se obsesionara y que hiciera un esfuerzo por ignorarlo siempre que pudiera. La realidad era que a la licántropa le hubiera gustado ayudar de alguna manera a la varmana, pero solo podía pensar en cómo sus pesadillas habían sido plagadas durante los últimos años con su hermano siendo cosechado y ella incapaz de salvarlo. ¿Con qué cara de hipócrita podría acercarse a Kahlo ofreciendo su ayuda en su situación cuando Ilol estaba sano y seguro a su lado?

-Bueno, estos niños ya se van -le dijo a Yttria señalando a los cosechados que habían empezado a moverse y luego señalando a su hermano-. Y yo le he prometido a este niño una visita guiada por el mercado. ¿Quieres unirte?

Cuando Yttria le contestó que ese día no, pero ya se verían otro día, Karime comenzó a recoger su pequeño picnic improvisado, mientras Ilol se despedía de la que también esperaba fuera su nueva amiga.

-Adiós, Yttria, ha sido un verdadero placer. ¡Espero que podamos vernos pronto!

Se le escapó una sonrisa con el último comentario de Ka. Las bromas sexuales no solían decirle nada, pero aquella había sido lo bastante discreta como para hacerle verdadera gracia.

El discurso era igual de genérico que todos los años, pero al menos parecía que este año los espantapájaros anunciaban comida de verdad y no las “delicias” de años anteriores. Casi perdía el encanto ver como dejaban de anunciar cosas poco comestibles, pero al menos los cosechados sabrían que esperar realmente de la comida.
—Sí. Si se las apañan para encontrar un sitio o comida hoy tendrán mucho ganado —era improbable que consiguieran ambos, precisamente por la confusión de la que hablaba Ka y del caos general que llevaban encima en aquel grupo concreto.

Kahlo parecía querer irse ya, casi con prisas, algo que Yttria achacó a los nervios de tener un hermano en aquella cosecha y, en general, de que era la primera que veía como transformada.
—Sin problemas. Sabes dónde vivo —dijo como despedida. Al fin y al cabo compartían refugio, al menos por el momento, y aunque esperaba que la chica no fuera a pedirle ayuda con excesiva confianza, tampoco iba a importarle volver a hablar con ella.

Ka le ofreció ir al mercado, lo que rechazó con un gesto de la mano.
—Hoy no, pero otro día nos vemos; prometido —sonrió, especialmente a Ilol. Era un buen chiquillo y su alegría era contagiosa, a fin de cuentas —¡Claro! Estaré encantada.

Suspiró, quedándose sola y viendo cómo los cosechados salían de la plaza.
—Y que la suerte esté siempre siempre de vuestra parte —igual citar libros de hacía un montón de años era anticuado, pero se lo deseaba de verdad. Los niños muertos no eran algo agradable, y después de haber sido cosechadora todavía le gustaba menos pensar a lo que iban a enfrentarse cuando les habían engañado.

Decidió irse, pero al moverse entre los tejados vislumbró una figura familiar. Se acercó con calma, saludando con el brazo irrense.
—Hola, Krono —¿Qué más iba a decirle? Sabía que algo del estilo “que raro verte por aquí” cuando era obvio que estaría no iba a llegar a nada con él, así que lo evitó —¿todo bien?