Plaza de la Fuente
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Rocavarancolia Rol
74 participantes
- Rocavarancolia Rol
Plaza de la Fuente
02/08/11, 06:49 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Es una plaza amplia y rectangular con un monumento en el centro, una fuente formada por serpientes entrelazadas de cuyas bocas sale el chorro que llenaba la pila.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Plaza de la Fuente
09/11/20, 12:16 pm
Tayron le devolvió la mirada a Rádar percibiendo su leve sonrisa. Todos parecían notar el aire enrarecido que se estaba dando. Se preguntó cuánto tiempo llevaría su amigo allí y si esperaba con tantas ansias y exactitud el momento de un discurso que nunca había escuchado como lo hizo con la puesta de la Luna Roja toda la cosecha. Era lo que agradecía de no haber resultado ser un astrario, las esperas cuantificables.
—Que va, tío —le respondió a Sox, con un movimiento de cola nervioso e involuntario a su espalda, sus ojos amarillos se clavaron de manera intensa en el gran tapiz de la habitación por primera vez antes de responder al ángel negro con la boca pastosa— y que lo digas, a veces se me olvida que ahora tenemos acceso a ciertos lugares que antes estaban prohibidos o simplemente no éramos lo suficientemente fuertes para adentrarnos en ellos, quiero decir... coño, sale la grande y roja y ya está, se acabó, no es como si nos dieran una chapa o una pulserita de inmunidad o reconocimiento.
Lo que le hacía pensar en los pobres recién llegados y en sus diferencias respecto a ellos. Ahora poseía un arsenal de magia muy amplio y aunque le quedaban muchos conocimientos por asimilar Tay habría dado lo que fuera por poseer el caudal mágico que tenía ahora. Las cosas habrían cambiado tanto... quizás se hubieran salvado todos, puede que todos menos Nad, no recordaba si ya habían descubierto la magia cuando murió, no tuvo ninguna oportunidad. Pero no merecía la pena pensar en ello, ahí estaba el juego, solo eran dotados de armas para sobrevivir a la ciudad una vez sobrevivieran a la ciudad por su cuenta, de la forma más pura y simple.
—Voy a echar un vistazo —dijo de golpe, como si quisiera demostrarse así mismo o a los carabeses que ya no eran simples cosechados. Los ojos del lémur adoptaron una niebla blanquecina y su visión pasó a ser la del hechizo, que ya recorría la plaza como si de tratara de un dron invisible— algunos están llegando ahora.
—Que va, tío —le respondió a Sox, con un movimiento de cola nervioso e involuntario a su espalda, sus ojos amarillos se clavaron de manera intensa en el gran tapiz de la habitación por primera vez antes de responder al ángel negro con la boca pastosa— y que lo digas, a veces se me olvida que ahora tenemos acceso a ciertos lugares que antes estaban prohibidos o simplemente no éramos lo suficientemente fuertes para adentrarnos en ellos, quiero decir... coño, sale la grande y roja y ya está, se acabó, no es como si nos dieran una chapa o una pulserita de inmunidad o reconocimiento.
Lo que le hacía pensar en los pobres recién llegados y en sus diferencias respecto a ellos. Ahora poseía un arsenal de magia muy amplio y aunque le quedaban muchos conocimientos por asimilar Tay habría dado lo que fuera por poseer el caudal mágico que tenía ahora. Las cosas habrían cambiado tanto... quizás se hubieran salvado todos, puede que todos menos Nad, no recordaba si ya habían descubierto la magia cuando murió, no tuvo ninguna oportunidad. Pero no merecía la pena pensar en ello, ahí estaba el juego, solo eran dotados de armas para sobrevivir a la ciudad una vez sobrevivieran a la ciudad por su cuenta, de la forma más pura y simple.
—Voy a echar un vistazo —dijo de golpe, como si quisiera demostrarse así mismo o a los carabeses que ya no eran simples cosechados. Los ojos del lémur adoptaron una niebla blanquecina y su visión pasó a ser la del hechizo, que ya recorría la plaza como si de tratara de un dron invisible— algunos están llegando ahora.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Plaza de la Fuente
09/11/20, 03:31 pm
Sonrió con sequedad ante la pregunta de Sox. La vorágine de sentimientos y emociones acerca de aquel tema era tan compleja y complicada que Rádar no tenía ni idea de cómo explicarla.
—En cierto sentido seguimos siendo los nuevos. Ellos todavía no pertenecen a Rocavarancolia —y algunos jamás lo harían. Muchos, cada año más, conforme las cosechas pasaban de decenas a cientos; y conforme pasaran de cientos a miles.
—Creo que a mí me pasa lo contrario —apuntó tras Tay, meditabundo—. Estar por un lugar y pensar que es demasiado peligroso, o dar un desvío para no acercarme a Rocavaragálago por la prohibición… Y recordar que nada de eso se me aplica ya —soltó una risita nerviosa. Las prohibiciones a los cosechados las había leído cuando ya no se le aplicaban, pero de alguna forma las había interiorizado mejor (y más rápido) que el hecho de que ahora ya no era tal. Que técnicamente ni siquiera se le podía considerar carabés—. Es… raro darse cuenta de lo que hemos cambiado, lo que hemos avanzado. Tan solo en un año.
Por su parte todas sus visiones sobre el mundo se habían vuelto del revés tantas veces que ya no sabía ni siquiera qué era lo que pensaba. Durante toda su vida había odiado de forma rabiosa y demencial a los poderosos hechiceros del pasado de Carabás: los que habían gobernado su mundo con puño de hierro y usado a aquellos incapaces de hacer magia (como él) prácticamente como esclavos. Y ahora, incluso sin magia, se encontraba en una posición incómodamente parecida a ellos. Perteneciente a una clase social con gran poder que dominaba sobre aquellos que no. Y, si era posible, incluso era defendible que sus capacidades respecto a los sin esencia eran superiores que las de los hechiceros carabeses respecto a los tipo E.
Desde luego que la ironía era una de las fuerzas fundamentales del universo. A Rad este hecho no terminaba de gustarle.
Se apoyó contra la pared cuando Tay recurrió a la magia y se pasó los dedos por las cicatrices que le recorrían media cara. Cada tres segundos exactos su gravedad mágica se activaba o desactivaba: un buen ejercicio para entrenar todas sus habilidades… Y para distraerse del hecho inequívoco de que el lémur tenía magia.
Tenía que admitir que algo que echaba un poco de menos de su anterior vida era poder dividir el mundo en gente normal por un lado; y monstruos abyectos por el otro.
—¿Son muchos? —algo había escuchado de que esta cosecha era mayor que la anterior, que ya había estado entre las más numerosas. Rocavarancolia se recuperaba, poco a poco.
Era una pena que eso tendía a significar que los cosechados iban a sufrir incluso más. Rocavarancolia exigía lo mejor de lo mejor. Y no ser capaz de entregarlo significaba pagar el precio en sangre.
El astrario se preguntó si alguna vez vería una Rocavarancolia distinta. Si era posible una Rocavarancolia distinta.
—En cierto sentido seguimos siendo los nuevos. Ellos todavía no pertenecen a Rocavarancolia —y algunos jamás lo harían. Muchos, cada año más, conforme las cosechas pasaban de decenas a cientos; y conforme pasaran de cientos a miles.
—Creo que a mí me pasa lo contrario —apuntó tras Tay, meditabundo—. Estar por un lugar y pensar que es demasiado peligroso, o dar un desvío para no acercarme a Rocavaragálago por la prohibición… Y recordar que nada de eso se me aplica ya —soltó una risita nerviosa. Las prohibiciones a los cosechados las había leído cuando ya no se le aplicaban, pero de alguna forma las había interiorizado mejor (y más rápido) que el hecho de que ahora ya no era tal. Que técnicamente ni siquiera se le podía considerar carabés—. Es… raro darse cuenta de lo que hemos cambiado, lo que hemos avanzado. Tan solo en un año.
Por su parte todas sus visiones sobre el mundo se habían vuelto del revés tantas veces que ya no sabía ni siquiera qué era lo que pensaba. Durante toda su vida había odiado de forma rabiosa y demencial a los poderosos hechiceros del pasado de Carabás: los que habían gobernado su mundo con puño de hierro y usado a aquellos incapaces de hacer magia (como él) prácticamente como esclavos. Y ahora, incluso sin magia, se encontraba en una posición incómodamente parecida a ellos. Perteneciente a una clase social con gran poder que dominaba sobre aquellos que no. Y, si era posible, incluso era defendible que sus capacidades respecto a los sin esencia eran superiores que las de los hechiceros carabeses respecto a los tipo E.
Desde luego que la ironía era una de las fuerzas fundamentales del universo. A Rad este hecho no terminaba de gustarle.
Se apoyó contra la pared cuando Tay recurrió a la magia y se pasó los dedos por las cicatrices que le recorrían media cara. Cada tres segundos exactos su gravedad mágica se activaba o desactivaba: un buen ejercicio para entrenar todas sus habilidades… Y para distraerse del hecho inequívoco de que el lémur tenía magia.
Tenía que admitir que algo que echaba un poco de menos de su anterior vida era poder dividir el mundo en gente normal por un lado; y monstruos abyectos por el otro.
—¿Son muchos? —algo había escuchado de que esta cosecha era mayor que la anterior, que ya había estado entre las más numerosas. Rocavarancolia se recuperaba, poco a poco.
Era una pena que eso tendía a significar que los cosechados iban a sufrir incluso más. Rocavarancolia exigía lo mejor de lo mejor. Y no ser capaz de entregarlo significaba pagar el precio en sangre.
El astrario se preguntó si alguna vez vería una Rocavarancolia distinta. Si era posible una Rocavarancolia distinta.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Plaza de la Fuente
10/11/20, 09:31 pm
Asintió con énfasis a las palabras del lémur y después a las de Rad. Le estaba poniendo inquieto sólo estar allí aguardando el discurso, pero no era nada comparado con la intranquilidad que le producían todavía algunas zonas de la ciudad.
—A mí me pasa cuando paso cerca del mercado o los lugares más antiguos. Tiene más que ver con la gente —aportó.
Había lugares de Rocavarancolia a los que todavía le daba reparo asomarse solo, poblados por veteranos que habían hecho de ellos su territorio desde antes de la caída de la ciudad. Los que habitaban en los refugios como la Sede habían resultado amigables, pero las miradas de reojo que le habían dedicado otros desde el interior de ciertos antros le habían dejado claro a Sox que en determinados lugares a los novatos descuidados o con ínfulas los devorarían vivos.
Las estrellas de Rad titilaban ahora. El cambio le distrajo momentáneamente pero la llegada de los cosechados desvió el foco de la conversación. Sox giró la cabeza como un resorte en dirección a la plaza, más expectante de lo que le gustaría. Aquél no era un edificio llamativo ni cuyo interior pudiera atisbarse con facilidad a ras de suelo, pero aun así...
—¿Puedes encubrirnos? —preguntó a Tay, la pregunta curiosidad en parte. Había perdido la cuenta de los hechizos que el lémur ahora dominaba; jugaba con la magia como si fuera un animal de compañía comparado a su llegada a la ciudad.
En todo caso el ángel negro acudió a la ventana a asomarse. Su vista había mejorado desde que se había transformado e incluso a distancia pudo distinguir los rasgos de los recién llegados con facilidad.
—Más de los que esperaba —observó sorprendido. Quedaba claro que todavía no habían llegado todos en aquella pausada procesión. Desde aquella vista de pájaro Sox confirmó, un año después, que despertar en las mazmorras no había sido una casualidad afortunada: aunque a nivel de suelo no fuese tan aparente había una línea de visión prácticamente recta desde allí a la plaza de la fuente que les había permitido entenderse entre sí.
Automáticamente sus ojos buscaron a aquellos entre la concurrencia que podrían ser carabeses pero se vio decepcionado cada una de las veces. Había alguien de piel bronceada y vestimenta muy llamativa que visto de soslayo le dio el pego, pero no era uno de ellos.
Había entre los recién llegados, a cambio, especies que Sox solamente había visto después de la Luna Roja. Admiró a una criatura emplumada que podría haber pasado a sus ojos perfectamente por un bendecido de la Luna, hasta que se dio cuenta de que había más seres tocados con plumas. Había también un gigantón que podría valer de mucho al grupo en el que estuviera si sabía manejar un arma. Y no dejaban de llegar más.
Esta vez no había niños.
—De momento son más humanos que otra cosa—le señaló a Tay con una ceja alzada, como invitándole a opinar si aquello le parecía ir ganando o perdiendo, y luego buscó la mirada de Rad—. Parece que nunca vienen muchos de los nuestros.
—A mí me pasa cuando paso cerca del mercado o los lugares más antiguos. Tiene más que ver con la gente —aportó.
Había lugares de Rocavarancolia a los que todavía le daba reparo asomarse solo, poblados por veteranos que habían hecho de ellos su territorio desde antes de la caída de la ciudad. Los que habitaban en los refugios como la Sede habían resultado amigables, pero las miradas de reojo que le habían dedicado otros desde el interior de ciertos antros le habían dejado claro a Sox que en determinados lugares a los novatos descuidados o con ínfulas los devorarían vivos.
Las estrellas de Rad titilaban ahora. El cambio le distrajo momentáneamente pero la llegada de los cosechados desvió el foco de la conversación. Sox giró la cabeza como un resorte en dirección a la plaza, más expectante de lo que le gustaría. Aquél no era un edificio llamativo ni cuyo interior pudiera atisbarse con facilidad a ras de suelo, pero aun así...
—¿Puedes encubrirnos? —preguntó a Tay, la pregunta curiosidad en parte. Había perdido la cuenta de los hechizos que el lémur ahora dominaba; jugaba con la magia como si fuera un animal de compañía comparado a su llegada a la ciudad.
En todo caso el ángel negro acudió a la ventana a asomarse. Su vista había mejorado desde que se había transformado e incluso a distancia pudo distinguir los rasgos de los recién llegados con facilidad.
—Más de los que esperaba —observó sorprendido. Quedaba claro que todavía no habían llegado todos en aquella pausada procesión. Desde aquella vista de pájaro Sox confirmó, un año después, que despertar en las mazmorras no había sido una casualidad afortunada: aunque a nivel de suelo no fuese tan aparente había una línea de visión prácticamente recta desde allí a la plaza de la fuente que les había permitido entenderse entre sí.
Automáticamente sus ojos buscaron a aquellos entre la concurrencia que podrían ser carabeses pero se vio decepcionado cada una de las veces. Había alguien de piel bronceada y vestimenta muy llamativa que visto de soslayo le dio el pego, pero no era uno de ellos.
Había entre los recién llegados, a cambio, especies que Sox solamente había visto después de la Luna Roja. Admiró a una criatura emplumada que podría haber pasado a sus ojos perfectamente por un bendecido de la Luna, hasta que se dio cuenta de que había más seres tocados con plumas. Había también un gigantón que podría valer de mucho al grupo en el que estuviera si sabía manejar un arma. Y no dejaban de llegar más.
Esta vez no había niños.
—De momento son más humanos que otra cosa—le señaló a Tay con una ceja alzada, como invitándole a opinar si aquello le parecía ir ganando o perdiendo, y luego buscó la mirada de Rad—. Parece que nunca vienen muchos de los nuestros.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Plaza de la Fuente
13/11/20, 01:41 pm
—Están llegando un buen puñado, sí —le respondió a Rádar, miradas confusas, incertidumbre, al final el instinto hacía que unos comenzaran a hablar con los otros. Al menos no había visto a ningún niño todavía.
Relajó los hombros un poco para contestar a Sox.
—Como poder podría —respondió con una sonrisa torpe, había investigado y leído sobre muchos hechizos desde que descubrió que parte de su nuevo potencial era la magia, pero aún no había practicado lo suficiente ni con el embrujo de las tinieblas, ni con la invisibilidad—pero no se me ocurrió que nos vendría bien, tú también puedes, hay algunos de tú nivel —le dijo con sorna, aunque el tono burlón le duró poco. Había ciertas frases punzantes que se omitían y Tay había olvidado por un segundo que para hacer magia su amigo tendría que matar a alguien antes. Y por supuesto estaba él mismo, realizando hechizos delante de los carabeses como si nada. Pero para eso sí estaba preparado, les diría la verdad si mostraban interés. La presencia de Dafne le bastaba para recargarle lo suficiente como para lo que tenían planeado hacer allí, que no era más que observar.
El lémur carraspeó algo incómodo, tratando de focalizarse en lo bueno de todo aquello. No sentía presencias fantasmales que pudieran molestarles, ni siquiera los fantasmas se acercarían a los cosechados ahora. Era como si toda la ciudad supiera que tenían que recibir un discurso.
—Hay muchas tías —fue lo que respondió a las palabras del Ángel negro cuando este comentó la abundancia de humanos. Tampoco comentó el hecho de que él necesitaba un conjuro para verlo y Sox se bastaba con su nueva vista, era impertinente recordarle a alguien de manera constante que era un ser letal— ¿se quedará alguien en las mazmorras? —esta vez su voz se dirigió al astrario— como nosotros.
Relajó los hombros un poco para contestar a Sox.
—Como poder podría —respondió con una sonrisa torpe, había investigado y leído sobre muchos hechizos desde que descubrió que parte de su nuevo potencial era la magia, pero aún no había practicado lo suficiente ni con el embrujo de las tinieblas, ni con la invisibilidad—pero no se me ocurrió que nos vendría bien, tú también puedes, hay algunos de tú nivel —le dijo con sorna, aunque el tono burlón le duró poco. Había ciertas frases punzantes que se omitían y Tay había olvidado por un segundo que para hacer magia su amigo tendría que matar a alguien antes. Y por supuesto estaba él mismo, realizando hechizos delante de los carabeses como si nada. Pero para eso sí estaba preparado, les diría la verdad si mostraban interés. La presencia de Dafne le bastaba para recargarle lo suficiente como para lo que tenían planeado hacer allí, que no era más que observar.
El lémur carraspeó algo incómodo, tratando de focalizarse en lo bueno de todo aquello. No sentía presencias fantasmales que pudieran molestarles, ni siquiera los fantasmas se acercarían a los cosechados ahora. Era como si toda la ciudad supiera que tenían que recibir un discurso.
—Hay muchas tías —fue lo que respondió a las palabras del Ángel negro cuando este comentó la abundancia de humanos. Tampoco comentó el hecho de que él necesitaba un conjuro para verlo y Sox se bastaba con su nueva vista, era impertinente recordarle a alguien de manera constante que era un ser letal— ¿se quedará alguien en las mazmorras? —esta vez su voz se dirigió al astrario— como nosotros.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Plaza de la Fuente
13/11/20, 07:58 pm
Las desafortunadas palabras de Tay le dejaron helado. Conociendo al lémur estaba claro que aquel era un olvido y, quizás, incluso desconocimiento. No obstante le recordaron, de forma demasiado clara, a la insensibilidad de Obel hacía no tanto tiempo.
En un intento por quitarse aquel pensamiento de la cabeza el astrario se acercó a la ventana y observó. Les observó. Sin la mejora visual ni la magia él no podía distinguir caras, pero aun así contemplarles le provocó una pequeña sacudida. Estaba viendo su pasado, y él (ellos) eran uno de los posibles futuros que esperaban a aquellos niños. El futuro que les esperaba si la suerte, la habilidad y la pura determinación estaban de su lado.
Y joder, incluso desde aquí podía ver, casi percibir, que eran dolorosamente inocentes. ¿De verdad él había sido así una vez? Parecía mentira.
—Yo no puedo distinguir desde esta distancia un carabés de un humano —sonrió con cierta sorna—. Aunque sí que me esperaba menos, y no tantos… poco humanoides —se removió inquieto. Había esperado algo así como la suma de letarguinos y macieleros (y fareros) y el par más que había entendido que había sobrevivido de otros grupos. Un poco más, en realidad, por los muertos. Pero en realidad había decenas, varias decenas de cosechados.
Claro que… ya tenía entendido que en la anterior criba había habido más de dos grupos. Y otros tantos que nunca se habían despertado.
—Deberían estar todos en la plaza, a menos que haya otro maldito parásito onírico dando vueltas —y si era así esperaba que el maldito rey tomara cartas en el asunto desde el principio. No es que le pareciera particularmente probable—. ¿Quién creéis que dará el discurso?
Había leído que técnicamente era obligación del monarca, y que como en muchas monarquías despóticas estos tendían a dejar el desagradable trabajo en manos del primero que se le pusiera delante.
En un intento por quitarse aquel pensamiento de la cabeza el astrario se acercó a la ventana y observó. Les observó. Sin la mejora visual ni la magia él no podía distinguir caras, pero aun así contemplarles le provocó una pequeña sacudida. Estaba viendo su pasado, y él (ellos) eran uno de los posibles futuros que esperaban a aquellos niños. El futuro que les esperaba si la suerte, la habilidad y la pura determinación estaban de su lado.
Y joder, incluso desde aquí podía ver, casi percibir, que eran dolorosamente inocentes. ¿De verdad él había sido así una vez? Parecía mentira.
—Yo no puedo distinguir desde esta distancia un carabés de un humano —sonrió con cierta sorna—. Aunque sí que me esperaba menos, y no tantos… poco humanoides —se removió inquieto. Había esperado algo así como la suma de letarguinos y macieleros (y fareros) y el par más que había entendido que había sobrevivido de otros grupos. Un poco más, en realidad, por los muertos. Pero en realidad había decenas, varias decenas de cosechados.
Claro que… ya tenía entendido que en la anterior criba había habido más de dos grupos. Y otros tantos que nunca se habían despertado.
—Deberían estar todos en la plaza, a menos que haya otro maldito parásito onírico dando vueltas —y si era así esperaba que el maldito rey tomara cartas en el asunto desde el principio. No es que le pareciera particularmente probable—. ¿Quién creéis que dará el discurso?
Había leído que técnicamente era obligación del monarca, y que como en muchas monarquías despóticas estos tendían a dejar el desagradable trabajo en manos del primero que se le pusiera delante.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Plaza de la Fuente
18/11/20, 02:38 pm
Captó el agujero invisible en la conversación cuando salió el tema de la magia pero el ángel negro lo dejó correr. No era la primera vez que uno de sus compañeros tenía un desliz del estilo ni sería la última. Hasta cierto punto incluso había aprendido a apreciarlo. Resultaba reconfortante que ellos pudieran olvidarse de lo que él era cuando él no podía.
Sox se acodó en el alféizar e hizo sitio a Rad. Una mirada hacia el lémur confirmó que no era necesario guardar un tercer sitio.
—Me pregunto quién nos observaba a nosotros—comentó—. Me habría sentado como un tiro si lo hubiera sabido.
Y sin embargo aquí estás, le recriminó una parte de su cerebro. Sox contempló en el lapso de un breve silencio cómo la plaza terminaba de llenarse. Sus compañeros tenían razón, aquélla era una afluencia mucho mayor a la que esperaba.
—Si hay más significa que sobrevivirán más —terció finalmente. Alguien tenía que decirlo y romper ese hielo. Los tres allí presentes sabían que no todos los que abarrotaban ahora la plaza saldrían con vida al cabo de unos meses.
—Quizá haya algo peor. No lo gafes —ironizó al comentario del astrario.
¿Quién daría el discurso? Se le quedó la mente en blanco. Ni se le había pasado por la cabeza.
—No se me ocurrió preguntar a los otros quién se lo dio. Debería ser la misma persona, ¿no? ¿Tú lo sabes? —se giró para preguntarle a Tay, antes de caer en la cuenta de que el campo de visión del lémur en realidad estaba en otra parte.
Sox se acodó en el alféizar e hizo sitio a Rad. Una mirada hacia el lémur confirmó que no era necesario guardar un tercer sitio.
—Me pregunto quién nos observaba a nosotros—comentó—. Me habría sentado como un tiro si lo hubiera sabido.
Y sin embargo aquí estás, le recriminó una parte de su cerebro. Sox contempló en el lapso de un breve silencio cómo la plaza terminaba de llenarse. Sus compañeros tenían razón, aquélla era una afluencia mucho mayor a la que esperaba.
—Si hay más significa que sobrevivirán más —terció finalmente. Alguien tenía que decirlo y romper ese hielo. Los tres allí presentes sabían que no todos los que abarrotaban ahora la plaza saldrían con vida al cabo de unos meses.
—Quizá haya algo peor. No lo gafes —ironizó al comentario del astrario.
¿Quién daría el discurso? Se le quedó la mente en blanco. Ni se le había pasado por la cabeza.
—No se me ocurrió preguntar a los otros quién se lo dio. Debería ser la misma persona, ¿no? ¿Tú lo sabes? —se giró para preguntarle a Tay, antes de caer en la cuenta de que el campo de visión del lémur en realidad estaba en otra parte.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Plaza de la Fuente
25/11/20, 06:42 pm
Por suerte Sox dejó pasar el comentario y su metedura de pata momentánea no fue a más. Debía tener más presente las naturalezas de sus amigos, así como también los límites de las conversaciones y cosas que merecían ser evitadas.
Algo taciturno el lémur continuaba observando con el hechizo como docenas de cosechados se iban reuniendo. Efectivamente, eran muchos. Y tal como indicaba el ángel negro eso significaba que más sobrevivirían, pero proporcionalmente que también más inocentes caerían antes de ver la Luna Roja. Ese detalle, por supuesto, terminó ahorrándoselo. Ya había sido un bocazas con anterioridad.
Intentó no quedarse tampoco con ninguna cara. ¿Y si después de tantos meses reconocía a alguien? O incluso notaba su ausencia. Sería incómodo.
—¿Quién nos observaba a nosotros? Pues la loca de Tuétano —comentó con sorna y una sonrisa de medio lado, sabía perfectamente a qué se refería el carabés pero no pudo evitar mencionarlo para aligerar el ambiente. Aunque no estaba seguro de si lo aligeraba o en realidad lo hacía más denso— no tengo ni puta idea —respondió a ambos, si esa información no lo sabía el astrario no veía por que tenía que ser de su conocimiento— quien sea... ¿sabrá que estamos aquí parados como pasmarotes?.
Algo taciturno el lémur continuaba observando con el hechizo como docenas de cosechados se iban reuniendo. Efectivamente, eran muchos. Y tal como indicaba el ángel negro eso significaba que más sobrevivirían, pero proporcionalmente que también más inocentes caerían antes de ver la Luna Roja. Ese detalle, por supuesto, terminó ahorrándoselo. Ya había sido un bocazas con anterioridad.
Intentó no quedarse tampoco con ninguna cara. ¿Y si después de tantos meses reconocía a alguien? O incluso notaba su ausencia. Sería incómodo.
—¿Quién nos observaba a nosotros? Pues la loca de Tuétano —comentó con sorna y una sonrisa de medio lado, sabía perfectamente a qué se refería el carabés pero no pudo evitar mencionarlo para aligerar el ambiente. Aunque no estaba seguro de si lo aligeraba o en realidad lo hacía más denso— no tengo ni puta idea —respondió a ambos, si esa información no lo sabía el astrario no veía por que tenía que ser de su conocimiento— quien sea... ¿sabrá que estamos aquí parados como pasmarotes?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Plaza de la Fuente
25/11/20, 09:09 pm
Para Rad iba siendo menos doloroso pensar en Tuétano conforme pasaba el tiempo. El miedo quedaba cada vez más lejos: casi medio año había pasado desde la última vez cuya presencia les había amenazado, aquel fatídico día que perdieron a cuatro de ellos. El tiempo curaba, y también curaba saber que sin Tuétano habría muerto la noche de la Luna Roja.
La ironía, conforme pasan los meses, se hacía cada vez más deliciosa. Deber la vida a la persona que pensó que le mataría no era algo que hubiera esperado jamás.
—Quién sabe. A lo mejor algún otro carabés de cosechas anteriores —él ya había aceptado buena parte de esa pérdida y no se sentía tan inclinado a buscar compatriotas entre las nuevas caras, pero entendía a quien le pasara lo contrario. El mundo en el que nació tendía a provocar… sentimientos complejos, en especial una vez en Rocavarancolia—. O quizás gente a la que le gusta apostar transformaciones...
O quiénes vivirían y quiénes morirían. El astrario torció un poco el gesto ante aquella posibilidad. Lo peor de pensar en ello es que era perfectamente creíble.
—Es una posibilidad. Al menos si se fija —su respuesta a Tay fue distraída. El barco con quien fuera a dar el discurso se acercaba—. Aunque no creo que importe. No sé si recordáis que Tersa parecía conocernos ya en nuestro primer encuentro.
Él sí recordaba. Recordaba vívidamente cada encuentro con un rocavarancolés. Y cada pensamiento que había tenido acerca de ellos.
La ironía, conforme pasan los meses, se hacía cada vez más deliciosa. Deber la vida a la persona que pensó que le mataría no era algo que hubiera esperado jamás.
—Quién sabe. A lo mejor algún otro carabés de cosechas anteriores —él ya había aceptado buena parte de esa pérdida y no se sentía tan inclinado a buscar compatriotas entre las nuevas caras, pero entendía a quien le pasara lo contrario. El mundo en el que nació tendía a provocar… sentimientos complejos, en especial una vez en Rocavarancolia—. O quizás gente a la que le gusta apostar transformaciones...
O quiénes vivirían y quiénes morirían. El astrario torció un poco el gesto ante aquella posibilidad. Lo peor de pensar en ello es que era perfectamente creíble.
—Es una posibilidad. Al menos si se fija —su respuesta a Tay fue distraída. El barco con quien fuera a dar el discurso se acercaba—. Aunque no creo que importe. No sé si recordáis que Tersa parecía conocernos ya en nuestro primer encuentro.
Él sí recordaba. Recordaba vívidamente cada encuentro con un rocavarancolés. Y cada pensamiento que había tenido acerca de ellos.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Plaza de la Fuente
29/11/20, 12:36 am
Aceptó el comentario de Tay con media sonrisa y una inclinación de cabeza.
—Es cierto —resultaba extraño pero a la vez apropiado ser capaces de pensar en la quebrantahuesos y no sentir ya miedo. La mención posterior a Tersa le recordó que no estaba sola—. Me pregunto qué estará haciendo ahora.
Con todo, no creía que estuviera espiando a los cosechados como estaban haciendo ellos; si se había fijado en su grupo había sido por una razón muy particular. Durante unos segundos Sox intentó identificar si ahora se sentía más cercano a Tuétano o a los cosechados que pululaban por la plaza. Sólo halló sentimientos encontrados.
—¿Apostar? —frunció el ceño, pero Rocavarancolia empezaba ya a cerrar sus garras sobre él. La idea no le produjo la indignación visceral que habría inducido un año atrás. Saber que lo que les aguardaba en la línea de meta no era la mera supervivencia sino la Luna Roja, la prueba viviente de que habían sido dignos y a la vez el fuego que volvía a forjarles, lo cambiaba todo. En ese sentido, y si un rocavarancolés ya había dado el paso hacia la indiferencia hacia las muertes ajenas, ¿no tenía sentido que hubiese quien intentara adivinar qué les traía la cosecha?
¿Habría alguien destinado a ser como él, como Rad o como Tay? ¿Deberían estar percibiendo algo si fuera así? Escudriñó con más intención a los abajo congregados pero no sacó nada en claro.
Un barco flotaba ahora en el aire en dirección a la plaza, interrumpiendo así el curso de sus pensamientos. Sox no sintió sorpresa pero lo contempló con cierto interés, el de quien había presenciado proezas mayores con la magia pero llevaba tiempo sin verlas.
Escuchó el discurso completo antes de hacer comentario alguno, como un alumno obediente. Las tres figuras que iban a bordo del barco eran diametralmente diferentes unas de otras, y en vistas de su aspecto Sox pensó que explicaban por sí mismas a los cosechados muchas cosas sobre Rocavarancolia que ellos habían tenido que aprender sobre la marcha. Mejor. Cuanto antes espabilaran los recién llegados, mejor les iría.
—He cambiado de idea —repuso cuando finalizó la escena—. Me alegro de no haberlo oído el año pasado.
No solo se refería al aire agorero que suscitaba la mujer de la piel en colgajos, sino a las expectativas que había sentado. De no haber estado tan perdido como al principio de su criba quizá Sox habría estado más dispuesto a demostrar su valía a sus examinadores invisibles, sido menos proclive a colaborar con otros. Tal vez habría acabado muerto precisamente por intentar destacar.
Pero a la vez, en cierto sentido, su yo de un año atrás envidiaba a los chicos de ahí abajo. Les habían quedado contestadas muchas de las preguntas que él había tenido.
—Necesitaban saber todo eso, pero… —frunció el ceño—. No me gusta lo que han dicho sobre las calles. Ahora entiendo por qué nos prohíben intervenir. Si pudiera darles un consejo les diría que corran a buscarse un sitio y algo para defenderse, que no se queden ahí pasmados.
Que no se confiaran. Que se tomasen Rocavarancolia en serio.
—Es cierto —resultaba extraño pero a la vez apropiado ser capaces de pensar en la quebrantahuesos y no sentir ya miedo. La mención posterior a Tersa le recordó que no estaba sola—. Me pregunto qué estará haciendo ahora.
Con todo, no creía que estuviera espiando a los cosechados como estaban haciendo ellos; si se había fijado en su grupo había sido por una razón muy particular. Durante unos segundos Sox intentó identificar si ahora se sentía más cercano a Tuétano o a los cosechados que pululaban por la plaza. Sólo halló sentimientos encontrados.
—¿Apostar? —frunció el ceño, pero Rocavarancolia empezaba ya a cerrar sus garras sobre él. La idea no le produjo la indignación visceral que habría inducido un año atrás. Saber que lo que les aguardaba en la línea de meta no era la mera supervivencia sino la Luna Roja, la prueba viviente de que habían sido dignos y a la vez el fuego que volvía a forjarles, lo cambiaba todo. En ese sentido, y si un rocavarancolés ya había dado el paso hacia la indiferencia hacia las muertes ajenas, ¿no tenía sentido que hubiese quien intentara adivinar qué les traía la cosecha?
¿Habría alguien destinado a ser como él, como Rad o como Tay? ¿Deberían estar percibiendo algo si fuera así? Escudriñó con más intención a los abajo congregados pero no sacó nada en claro.
Un barco flotaba ahora en el aire en dirección a la plaza, interrumpiendo así el curso de sus pensamientos. Sox no sintió sorpresa pero lo contempló con cierto interés, el de quien había presenciado proezas mayores con la magia pero llevaba tiempo sin verlas.
Escuchó el discurso completo antes de hacer comentario alguno, como un alumno obediente. Las tres figuras que iban a bordo del barco eran diametralmente diferentes unas de otras, y en vistas de su aspecto Sox pensó que explicaban por sí mismas a los cosechados muchas cosas sobre Rocavarancolia que ellos habían tenido que aprender sobre la marcha. Mejor. Cuanto antes espabilaran los recién llegados, mejor les iría.
—He cambiado de idea —repuso cuando finalizó la escena—. Me alegro de no haberlo oído el año pasado.
No solo se refería al aire agorero que suscitaba la mujer de la piel en colgajos, sino a las expectativas que había sentado. De no haber estado tan perdido como al principio de su criba quizá Sox habría estado más dispuesto a demostrar su valía a sus examinadores invisibles, sido menos proclive a colaborar con otros. Tal vez habría acabado muerto precisamente por intentar destacar.
Pero a la vez, en cierto sentido, su yo de un año atrás envidiaba a los chicos de ahí abajo. Les habían quedado contestadas muchas de las preguntas que él había tenido.
—Necesitaban saber todo eso, pero… —frunció el ceño—. No me gusta lo que han dicho sobre las calles. Ahora entiendo por qué nos prohíben intervenir. Si pudiera darles un consejo les diría que corran a buscarse un sitio y algo para defenderse, que no se queden ahí pasmados.
Que no se confiaran. Que se tomasen Rocavarancolia en serio.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Plaza de la Fuente
30/11/20, 03:14 pm
Tayron escuchó atentamente las palabras del astrario, tan racional como siempre. Lo que decía tenía sentido, si se fijaban en ellos serían fácilmente observables y además recordaba perfectamente a Tersa y la familiaridad con la que les habló la primera vez, incluso las decenas de caracoles que avistaron dentro del torreón los meses posteriores al encuentro.
Con este pensamiento en mente la especie de dron invisible y mágico con la que el belga observaba a los cosechados descendió a la altura de sus cabezas para escuchar el discurso desde sus ojos, en ese momento se sintió más un recién llegado que nunca.
—Mierda, la vieja esa es horrible —les susurró una vez finalizó aquello por si acaso le escuchaban. Durante su criba estuvo un buen tiempo pensando dónde diablos se metían los rocavarancoleses pero ahora agradecía no haberse topado con semejante prepotencia. Al menos tenían información, una muy valiosa que ellos desconocieron en su momento. Todavía tenía presente los días en las mazmorras con aquel batiburrillo de gente, un grupo singular del que ahora la mitad estaban muertos y la otra vivos y muy dispersos.
—Hay un montón de sitios de los que podrían advertirles... —existía un poco de rabia en su tono de voz— pero se han quedado tan panchos.
Con este pensamiento en mente la especie de dron invisible y mágico con la que el belga observaba a los cosechados descendió a la altura de sus cabezas para escuchar el discurso desde sus ojos, en ese momento se sintió más un recién llegado que nunca.
—Mierda, la vieja esa es horrible —les susurró una vez finalizó aquello por si acaso le escuchaban. Durante su criba estuvo un buen tiempo pensando dónde diablos se metían los rocavarancoleses pero ahora agradecía no haberse topado con semejante prepotencia. Al menos tenían información, una muy valiosa que ellos desconocieron en su momento. Todavía tenía presente los días en las mazmorras con aquel batiburrillo de gente, un grupo singular del que ahora la mitad estaban muertos y la otra vivos y muy dispersos.
—Hay un montón de sitios de los que podrían advertirles... —existía un poco de rabia en su tono de voz— pero se han quedado tan panchos.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Plaza de la Fuente
30/11/20, 05:41 pm
Asintió a la pregunta de Sox. Apuestas. No participaría en ellas, pero al contemplarlos desde lejos admitió que entendía, un poco, la razón de ellas. Aquellos niños podían ser frágiles, inocentes y sí, ignorantes también. Pero dentro de sí mismos ya tenían un potencial tremendo, devastador y magnífico. El astrario se preguntó qué prodigios revelarían sus cuerpos (y qué horrores inundarían sus mentes) cuando saliera la Luna Roja.
—Apuestas, sí. En el granero hay algunos que hacen eso. Incluso me han comentado que adivinaron con cierta facilidad mi transformación y la de Tay —la primera vez que se lo dijeron fue extraño. Inquietante, aunque no irritante. Con el tiempo se estaba acostumbrado cada vez más a saber que le habían espiado para saber qué revelaría su transformación—. No la tuya, sin embargo. Todos me han comentado que la tuya no tuvieron narices de adivinarla.
Sonreía de lado al dirigirse al ángel negro, aunque calló al empezar a oír el discurso. Recordaba a las tres de la fiesta de los dragones, particularmente que a nadie parecía gustarle dama Azahar. Y ahora entendía por qué.
Asintió en silencio a Sox. Rad sabía que él mismo habría sido mucho más insoportable y mandón de haber escuchado todo esto. Se removió un poco, incómodo. No se le hizo difícil imaginarse otras circunstancias. Unas en las que intentara erigirse en una especie de líder único en su torreón.
—Deberían correr al torreón más cercano y salir solo a por comida —murmuró, algo apesadumbrado. Sabía que no lo harían. Nunca lo hacían.
Alzó una ceja ante las palabras de Tay. ¿Advertirles? ¿El Consejo Real, a los cosechados? Muchos reverenciaban la ley de no interferencia como si fuera el axioma básico de una religión. Claro que no iban a hacerlo.
—Claro que no les han advertido —murmuró, sombrío. Saber que muchos sobrevivirían y se sobrepondrían al dolor que les esperaba (como había hecho él, como habían hecho todos) no hacía más fácil observarles así, tan… pequeños. Frágiles. Sabiendo que antes de que pudieran reforjarse en algo nuevo serían destruidos sin misericordia. Y que los que no pudieran soportarlo serían condenados al olvido—. La criba no deja de ser una prueba. No les das las respuestas a tus alumnos justo antes de hacer el examen.
Tampoco les impones a tus alumnos un examen que no sabían que iban a tener sobre unos contenidos que nadie les había advertido que debían aprenderse. Rocavarancolia, hasta cierto punto, era lógica. También poseía una brutalidad que Rad veía más allá de toda razón, dejando a un lado sus propios reparos morales.
A veces se preguntaba si la criba era menos acerca de sobrevivir y más acerca de olvidar lo que te habían enseñado en tu mundo natal.
Se distrajo al ver un movimiento en la plaza. Una de las cosechadas avianas se alejaba hacia el barco volador que ya se iba, gritando algo de una caña. El astrario soltó una risita, impresionado con semejante actitud.
—Me gusta. Mucho.
—Apuestas, sí. En el granero hay algunos que hacen eso. Incluso me han comentado que adivinaron con cierta facilidad mi transformación y la de Tay —la primera vez que se lo dijeron fue extraño. Inquietante, aunque no irritante. Con el tiempo se estaba acostumbrado cada vez más a saber que le habían espiado para saber qué revelaría su transformación—. No la tuya, sin embargo. Todos me han comentado que la tuya no tuvieron narices de adivinarla.
Sonreía de lado al dirigirse al ángel negro, aunque calló al empezar a oír el discurso. Recordaba a las tres de la fiesta de los dragones, particularmente que a nadie parecía gustarle dama Azahar. Y ahora entendía por qué.
Asintió en silencio a Sox. Rad sabía que él mismo habría sido mucho más insoportable y mandón de haber escuchado todo esto. Se removió un poco, incómodo. No se le hizo difícil imaginarse otras circunstancias. Unas en las que intentara erigirse en una especie de líder único en su torreón.
—Deberían correr al torreón más cercano y salir solo a por comida —murmuró, algo apesadumbrado. Sabía que no lo harían. Nunca lo hacían.
Alzó una ceja ante las palabras de Tay. ¿Advertirles? ¿El Consejo Real, a los cosechados? Muchos reverenciaban la ley de no interferencia como si fuera el axioma básico de una religión. Claro que no iban a hacerlo.
—Claro que no les han advertido —murmuró, sombrío. Saber que muchos sobrevivirían y se sobrepondrían al dolor que les esperaba (como había hecho él, como habían hecho todos) no hacía más fácil observarles así, tan… pequeños. Frágiles. Sabiendo que antes de que pudieran reforjarse en algo nuevo serían destruidos sin misericordia. Y que los que no pudieran soportarlo serían condenados al olvido—. La criba no deja de ser una prueba. No les das las respuestas a tus alumnos justo antes de hacer el examen.
Tampoco les impones a tus alumnos un examen que no sabían que iban a tener sobre unos contenidos que nadie les había advertido que debían aprenderse. Rocavarancolia, hasta cierto punto, era lógica. También poseía una brutalidad que Rad veía más allá de toda razón, dejando a un lado sus propios reparos morales.
A veces se preguntaba si la criba era menos acerca de sobrevivir y más acerca de olvidar lo que te habían enseñado en tu mundo natal.
Se distrajo al ver un movimiento en la plaza. Una de las cosechadas avianas se alejaba hacia el barco volador que ya se iba, gritando algo de una caña. El astrario soltó una risita, impresionado con semejante actitud.
—Me gusta. Mucho.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Plaza de la Fuente
10/12/20, 02:39 pm
Asintió de nuevo a las palabras de Tay, esta vez de forma más titubeante. El tono de voz del lémur armonizaba bien con su propia irritación al respecto.
—Pensándolo bien, acabarían antes si tuvieran que enumerar los sitios seguros —apuntó—. Y ya sabemos que eso está prohibido.
En retrospectiva era eso lo que le quemaba. En todo el discurso no habían incluido ni una simple advertencia para que tuvieran cuidado, la menor insinuación de que Rocavarancolia era peligrosa. Les decían que podían acomodarse donde quisieran, que las calles eran suyas, pero no que su muerte también les acechaba desde todos los recovecos de Rocavarancolia.
—Más les vale no confiarse —terció. Ellos habían estado terriblemente desorientados en comparación, pero eso les había hecho cautos al despertar sin más en una ciudad ruinosa que desconocían.
Se quedó mirando al gran grupo que se congregaba en la plaza reaccionando a los acontecimientos. De momento sólo hablaban entre ellos, comentando lo ocurrido.
—Son muchos… —mencionó de nuevo, esta vez con un deje de curiosidad—. Puede irles mejor si se quedan todos juntos.
Quizá ésa era la norma y su criba había sido la excepción. Un grupo tan grande podía ser un estorbo en Rocavarancolia, ruidoso y difícil de coordinar, pero también servir de protección frente a las criaturas más asustadizas.
Captó la resignación en la voz de Rad. Él habría dicho lo mismo, pero también intuía que sería insuficiente. La ciudad, en su ruina a medio reconstruir, aun con la mayoría de sus maravillas ocultas o vedadas a los cribados, ejercía un poderoso efecto magnético sobre la mente. Con ayuda de drogas o no, la gente que normalmente habría estado contenta de quedarse en lo conocido e ignorar un mundo nuevo ahí fuera no era la que cruzaba el portal a Rocavarancolia. Explorarían y se arriesgarían hasta que la ciudad, animal imprevisible como era, les asestara una dentellada como respuesta.
Apretó la mandíbula y no ofreció ninguna observación sobre ningún cosechado en particular, negándose a unirse a lo que había iniciado Rad. Desear que les fuera bien era una cosa pero opinar en voz alta sobre cada uno, de repente, se parecía demasiado a apostar.
—Si los demás no van detrás van a pasar hambre —fue todo lo que dijo.
Suponía que era bueno que no hubiesen adivinado su transformación, su mente todavía en las apuestas que había comentado Rad. No tenía ni idea de qué comportamiento exhibía en media alguien que apuntase a convertirse en ángel negro, pero los libros ofrecían una idea aproximada. Pese a que había llegado a un nuevo entendimiento sobre ello, le gustaría verse las caras con los que habían tenido las agallas de apostar sobre ellos y luego la cara dura de decírselo a Rad sin más.
—Pensándolo bien, acabarían antes si tuvieran que enumerar los sitios seguros —apuntó—. Y ya sabemos que eso está prohibido.
En retrospectiva era eso lo que le quemaba. En todo el discurso no habían incluido ni una simple advertencia para que tuvieran cuidado, la menor insinuación de que Rocavarancolia era peligrosa. Les decían que podían acomodarse donde quisieran, que las calles eran suyas, pero no que su muerte también les acechaba desde todos los recovecos de Rocavarancolia.
—Más les vale no confiarse —terció. Ellos habían estado terriblemente desorientados en comparación, pero eso les había hecho cautos al despertar sin más en una ciudad ruinosa que desconocían.
Se quedó mirando al gran grupo que se congregaba en la plaza reaccionando a los acontecimientos. De momento sólo hablaban entre ellos, comentando lo ocurrido.
—Son muchos… —mencionó de nuevo, esta vez con un deje de curiosidad—. Puede irles mejor si se quedan todos juntos.
Quizá ésa era la norma y su criba había sido la excepción. Un grupo tan grande podía ser un estorbo en Rocavarancolia, ruidoso y difícil de coordinar, pero también servir de protección frente a las criaturas más asustadizas.
Captó la resignación en la voz de Rad. Él habría dicho lo mismo, pero también intuía que sería insuficiente. La ciudad, en su ruina a medio reconstruir, aun con la mayoría de sus maravillas ocultas o vedadas a los cribados, ejercía un poderoso efecto magnético sobre la mente. Con ayuda de drogas o no, la gente que normalmente habría estado contenta de quedarse en lo conocido e ignorar un mundo nuevo ahí fuera no era la que cruzaba el portal a Rocavarancolia. Explorarían y se arriesgarían hasta que la ciudad, animal imprevisible como era, les asestara una dentellada como respuesta.
Apretó la mandíbula y no ofreció ninguna observación sobre ningún cosechado en particular, negándose a unirse a lo que había iniciado Rad. Desear que les fuera bien era una cosa pero opinar en voz alta sobre cada uno, de repente, se parecía demasiado a apostar.
—Si los demás no van detrás van a pasar hambre —fue todo lo que dijo.
Suponía que era bueno que no hubiesen adivinado su transformación, su mente todavía en las apuestas que había comentado Rad. No tenía ni idea de qué comportamiento exhibía en media alguien que apuntase a convertirse en ángel negro, pero los libros ofrecían una idea aproximada. Pese a que había llegado a un nuevo entendimiento sobre ello, le gustaría verse las caras con los que habían tenido las agallas de apostar sobre ellos y luego la cara dura de decírselo a Rad sin más.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Plaza de la Fuente
09/02/21, 01:16 pm
Tayron no alzó tanto las cejas por la sorpresa de que cierta gente hiciera apuestas como porque fueran sobre sus transformaciones, y además, las hubieran adivinado. Le fastidiaba de muchas maneras, porque él no era un objeto de exposición de circo.
—¿Acaso me puse durante la cosecha con los ojos vueltos y a mencionar a los muertos? —gruñó cruzado de brazos, no hacia el astrario, por supuesto.
El lémur escuchaba a sus amigos guardando por momentos un silencio extraño. Con visión gracias al hechizo podía verles demasiado cerca y claramente y tardó demasiado en comprender que había sido un error. No quería quedarse con ninguna cara, y ahora irremediablemente había prestado atención a la chica de la caña. Aquello no era como contemplar una fotografía de un grupo de clase nuevo que se reunían por primera vez, muchos iban a morir, era una sentencia evidente y no tenía dudas. La pregunta entonces no era si sobrevivirían, si no quiénes morirían, cuando, y como.
—Ojalá encuentren los torreones pronto antes de que llegue la noche —murmuró, aún más taciturno de lo normal en él. Tanto si se dividían como si avanzaban en un grupo grande estadísticamente algunos de ellos darían con los refugios. Solo esperaba que tuvieran suerte.
—¿Acaso me puse durante la cosecha con los ojos vueltos y a mencionar a los muertos? —gruñó cruzado de brazos, no hacia el astrario, por supuesto.
El lémur escuchaba a sus amigos guardando por momentos un silencio extraño. Con visión gracias al hechizo podía verles demasiado cerca y claramente y tardó demasiado en comprender que había sido un error. No quería quedarse con ninguna cara, y ahora irremediablemente había prestado atención a la chica de la caña. Aquello no era como contemplar una fotografía de un grupo de clase nuevo que se reunían por primera vez, muchos iban a morir, era una sentencia evidente y no tenía dudas. La pregunta entonces no era si sobrevivirían, si no quiénes morirían, cuando, y como.
—Ojalá encuentren los torreones pronto antes de que llegue la noche —murmuró, aún más taciturno de lo normal en él. Tanto si se dividían como si avanzaban en un grupo grande estadísticamente algunos de ellos darían con los refugios. Solo esperaba que tuvieran suerte.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Plaza de la Fuente
07/03/21, 07:55 pm
—No, pero los fantasmas te acosaban. Que no quisieran mostrarse a ti no significa que los rocavarancoleses más aficionados a observar cosechados no supieran ver las señales —respondió al lémur, algo distraído. Algunos del granero habían sido particularmente descorteses al hablar del tema, pero Rad les había perdonado cuando se dio cuenta de que todos ellos habían aceptado su destino en la ciudad desde muy pronto en su criba. No habían sufrido los amargos meses de desconocimiento e incertidumbre que él sí.
Los cosechados empezaban a hablar y agruparse un poco, pero no parecían tan preocupados o asustados como deberían. El astrario negó con la cabeza, un poco preocupado por aquel grupo de niños.
—Me entran ganas de decirles que qué se creen que hacen, que se vayan de una vez —había un mínimo poso de rabia en sus palabras, en parte hacia él mismo por no mandarlo todo al cuerno y hacer lo que sabía que era justo, en parte con el gobierno de la ciudad—. Si no se dan prisa van a aprender por las malas cuál es la auténtica naturaleza de esta ciudad.
La leyenda decía que lo primero que hacía Rocavarancolia tras la noche de Samhein era matar a uno de los cosechados. Y si bien Rad no creía en supersticiones y supercherías admitía que, de haber alguna acertada, lo más probable era que fuera la del llamado tributo de sangre.
Y la cosecha, en ese momento, en ese lugar, proporcionaba un blanco perfecto para la insaciable voracidad de muerte que poseía Rocavarancolia.
Los cosechados empezaban a hablar y agruparse un poco, pero no parecían tan preocupados o asustados como deberían. El astrario negó con la cabeza, un poco preocupado por aquel grupo de niños.
—Me entran ganas de decirles que qué se creen que hacen, que se vayan de una vez —había un mínimo poso de rabia en sus palabras, en parte hacia él mismo por no mandarlo todo al cuerno y hacer lo que sabía que era justo, en parte con el gobierno de la ciudad—. Si no se dan prisa van a aprender por las malas cuál es la auténtica naturaleza de esta ciudad.
La leyenda decía que lo primero que hacía Rocavarancolia tras la noche de Samhein era matar a uno de los cosechados. Y si bien Rad no creía en supersticiones y supercherías admitía que, de haber alguna acertada, lo más probable era que fuera la del llamado tributo de sangre.
Y la cosecha, en ese momento, en ese lugar, proporcionaba un blanco perfecto para la insaciable voracidad de muerte que poseía Rocavarancolia.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Plaza de la Fuente
09/04/21, 10:27 pm
No pudo reprimir un estremecimiento. Desde luego podían dar gracias a la Luna Roja porque Tay no hubiese empezado a dar señales antes de sus verdaderos dones.
—Llegas a hacerlo y no duermo en toda la criba.
Se lamió los labios.
—Nunca llegamos a pasar una noche entera fuera, ¿verdad? —él tampoco, ni siquiera ahora tras la Luna. La primera noche se había visto capaz de hacer trizas todo lo que se atreviese a interponerse en su camino, pero con el tiempo el subidón había dejado paso a ideas más razonables y aptas para la supervivencia. Pero mentiría si dijera que una parte de él no estaba expectante, preguntándose qué habría en la negrura de Rocavarancolia que la hiciese diferente a la de otros lugares ahora que podía hacer un amago de enfrentarse a ella—. Quizá deberíamos. Temer por nuestras vidas como en los viejos tiempos.
El tinte de humor se desvaneció enseguida cuando una conmoción abajo, cuando todo parecía ya resuelto, captó de nuevo su mirada.
Tenía que haberlo visto venir, en retrospectiva: Rocavarancolia siempre asestaba el zarpazo cuando uno ya no lo veía venir.
Sox se había quedado mirando la imagen, hipnotizado; los ojos fijos de ave rapaz no clavados en el cadáver sino en el instante inmediatamente anterior, en el que su cabeza había quedado aplastada contra la roca. El momento singular de brutalidad todavía se reproducía tras sus párpados. Había sido como el estallar de una fruta, el romper de la cáscara de un huevo. Dureza que se abría para verter líquido, hueso que daba paso a cerebro. Un estallido singular y distintivo de violencia en el que ésta se había derramado al exterior, el parpadear de persona a cosa.
Se demoró un instante dolorosamente delator en reaccionar.
—Llegas a hacerlo y no duermo en toda la criba.
Se lamió los labios.
—Nunca llegamos a pasar una noche entera fuera, ¿verdad? —él tampoco, ni siquiera ahora tras la Luna. La primera noche se había visto capaz de hacer trizas todo lo que se atreviese a interponerse en su camino, pero con el tiempo el subidón había dejado paso a ideas más razonables y aptas para la supervivencia. Pero mentiría si dijera que una parte de él no estaba expectante, preguntándose qué habría en la negrura de Rocavarancolia que la hiciese diferente a la de otros lugares ahora que podía hacer un amago de enfrentarse a ella—. Quizá deberíamos. Temer por nuestras vidas como en los viejos tiempos.
El tinte de humor se desvaneció enseguida cuando una conmoción abajo, cuando todo parecía ya resuelto, captó de nuevo su mirada.
Tenía que haberlo visto venir, en retrospectiva: Rocavarancolia siempre asestaba el zarpazo cuando uno ya no lo veía venir.
Sox se había quedado mirando la imagen, hipnotizado; los ojos fijos de ave rapaz no clavados en el cadáver sino en el instante inmediatamente anterior, en el que su cabeza había quedado aplastada contra la roca. El momento singular de brutalidad todavía se reproducía tras sus párpados. Había sido como el estallar de una fruta, el romper de la cáscara de un huevo. Dureza que se abría para verter líquido, hueso que daba paso a cerebro. Un estallido singular y distintivo de violencia en el que ésta se había derramado al exterior, el parpadear de persona a cosa.
Se demoró un instante dolorosamente delator en reaccionar.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Plaza de la Fuente
16/04/21, 01:38 pm
Tayron sabía que Rad no se equivocaba, pero no por eso le hacía menos gracia lo que decía. Tenía sentido, aunque nunca se hubieran presentado ante él se había sentido observado buena parte de la cosecha, y si había algunos majaretas obsesionados con ver a niños sufrir podían haber reunido buenas suposiciones. Iba a comentar en voz alta precisamente lo turbio y molesto que le resultaba ser fruto de conjeturas cuando se dio cuenta de que en realidad ellos también estaban observando a un grupo de cosechados.
—Ah, ¿Pero tú dormiste algo con Charlie? —le respondió al ángel negro, mencionar su nombre no le resultó tan triste como otras veces. Luego negó con la cabeza mientras sus ojos seguían puestos en la plaza con el hechizo. Por suerte no habían pasado una noche fuera entera, el único que lo hizo fue Arcan y todos comprobaron que no había salido precisamente ileso, tenía suerte de estar vivo.
El lémur coincidía con su amigo, también le daban ganas de advertirles. Pero al final las palabras del astrario resultaron ser casi un presagio, siempre tan preciso con los tiempos cuando soltaba algo por la boca, incluso tratándose de peligros.
Alguien había aplastado a otro y su cabeza había estallado con sangre, en ese momento la visión mágica de Tayron se encontraba tan cerca que lo vio en primera plana. Retrocedió un paso por impulso, a pesar de que no estaba ante peligro alguno. Intentó expresar horrorizado lo que quizás a esas alturas los tres estaban imaginando.
—¿Se están... peleando? —necesitaría del aplomo de sus compañeros para contenerse.
—Ah, ¿Pero tú dormiste algo con Charlie? —le respondió al ángel negro, mencionar su nombre no le resultó tan triste como otras veces. Luego negó con la cabeza mientras sus ojos seguían puestos en la plaza con el hechizo. Por suerte no habían pasado una noche fuera entera, el único que lo hizo fue Arcan y todos comprobaron que no había salido precisamente ileso, tenía suerte de estar vivo.
El lémur coincidía con su amigo, también le daban ganas de advertirles. Pero al final las palabras del astrario resultaron ser casi un presagio, siempre tan preciso con los tiempos cuando soltaba algo por la boca, incluso tratándose de peligros.
Alguien había aplastado a otro y su cabeza había estallado con sangre, en ese momento la visión mágica de Tayron se encontraba tan cerca que lo vio en primera plana. Retrocedió un paso por impulso, a pesar de que no estaba ante peligro alguno. Intentó expresar horrorizado lo que quizás a esas alturas los tres estaban imaginando.
—¿Se están... peleando? —necesitaría del aplomo de sus compañeros para contenerse.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Plaza de la Fuente
16/04/21, 06:56 pm
Negó con un gesto ante la pregunta de Sox, pero lo siguiente que dijo casi le hizo sonreír. No sentía nostalgia por la criba: ni por lo que había sufrido ni por la debilidad que había poseído. Rádar, el astrario, estaba perfectamente contento con su transformación. A pesar de ello sí había habido en el periodo de criba un sencillez (de preocupaciones, de temores, de ambiciones) que, a pesar de rechazar, no podía evitar echar un poco de menos. En aquella época, al menos, las categorías de peligroso (“todo”) e inocuo (“nada”) habían sido fáciles de colocar.
No obstante, no le dio tiempo a responder.
Él no había quitado ojo de la plaza, atento a aquellos niños que, en tan poco tiempo, se convertirían en criaturas de leyendas. Y por eso lo vio todo: aquella especie de tortuga entrando directamente a matar, aquel lagarto lanzándose a por él sin dudarlo, el muerto cuya cabeza se había aplastado… Todo.
Rad inspiró hondo, con una máscara de absoluta neutralidad en su rostro. Lo cierto es que a una pequeña, mínima, parte de él le fascinaba la pelea que estaba teniendo lugar en aquella plaza. Aquellos cosechados se atacaban con algo mucho más poderoso que el odio o la rabia: era la pasión lo que les impulsaba. La pasión por destruir al enemigo.
Sus ojos captaron movimiento y vio cómo el resto de las docenas de integrantes de la nueva cosecha salían despavoridos hacia distintas zonas de la ciudad. El astrario soltó un suspiro de alivio que ni siquiera se había dado cuenta de contener.
—Hay gente que no necesita a la Luna Roja para convertirse en monstruos —susurró ante la pregunta de Tay—. A nosotros nos podría haber pasado lo mismo… joder. Gracias —su agradecimiento hacia Sox, sospechosamente fijado en la escena, fue súbito, repentino, producto de un impulso—. Está claro que te debo una por bajarme los humos cuando me peleé con Barael. O Arcan. O como sea que deba llamarlo.
Las frases fueron dichas con prisa, con incomodidad. Había algo en la escena en la plaza que le hablaba no a la empatía, sino al miedo. No se había dado cuenta de lo cerca que había estado durante su criba de cruzar una línea para la que no había estado preparado. Ahora podría hacerlo, creía, y estaba razonablemente seguro de que podría evitar una cuesta abajo en su ética personal de necesitarlo. Pero eso no había sido igual de cierto para el Rádar enfurecido (y desorientado, y atemorizado) de medio año antes. La angustia por haberse dado cuenta de ello se mezclaba con gratitud por el ángel negro que, quizás, evitó una desgracia entre los macieleros.
Volvió a dirigir su mirada hacia la plaza, y sus pensamientos hacia los cosechados. Esperaba que pudieran evitar enfrentarse a aquel monstruo, y si al final lo hacían que, al menos, hacerlo no les abriera la puerta a corromperse todavía más de lo que inevitablemente les corrompería Rocavarancolia. No creía en nada, no rezaba a nada, y no pediría piedad a la ciudad. Ese lugar podía ser su hogar, y podía incluso empezar a amarlo, pero sabía bien que no había forma de moverle a la compasión. Aun así, en lo más profundo de su alma, Rad esperó que la suerte, el azar, librara a aquellos niños de tanta mierda como pudieran evitar. Al menos hasta que tuvieran más y mejores herramientas de las que él había tenido para lidiar con la crueldad de su nueva casa.
La plaza estaba ya vacía, y el lagarto consiguió matar pronto a su oponente. El astrario no se engañaba con que fuera más amable que el rival al que acababa de asesinar.
No obstante, no le dio tiempo a responder.
Él no había quitado ojo de la plaza, atento a aquellos niños que, en tan poco tiempo, se convertirían en criaturas de leyendas. Y por eso lo vio todo: aquella especie de tortuga entrando directamente a matar, aquel lagarto lanzándose a por él sin dudarlo, el muerto cuya cabeza se había aplastado… Todo.
Rad inspiró hondo, con una máscara de absoluta neutralidad en su rostro. Lo cierto es que a una pequeña, mínima, parte de él le fascinaba la pelea que estaba teniendo lugar en aquella plaza. Aquellos cosechados se atacaban con algo mucho más poderoso que el odio o la rabia: era la pasión lo que les impulsaba. La pasión por destruir al enemigo.
Sus ojos captaron movimiento y vio cómo el resto de las docenas de integrantes de la nueva cosecha salían despavoridos hacia distintas zonas de la ciudad. El astrario soltó un suspiro de alivio que ni siquiera se había dado cuenta de contener.
—Hay gente que no necesita a la Luna Roja para convertirse en monstruos —susurró ante la pregunta de Tay—. A nosotros nos podría haber pasado lo mismo… joder. Gracias —su agradecimiento hacia Sox, sospechosamente fijado en la escena, fue súbito, repentino, producto de un impulso—. Está claro que te debo una por bajarme los humos cuando me peleé con Barael. O Arcan. O como sea que deba llamarlo.
Las frases fueron dichas con prisa, con incomodidad. Había algo en la escena en la plaza que le hablaba no a la empatía, sino al miedo. No se había dado cuenta de lo cerca que había estado durante su criba de cruzar una línea para la que no había estado preparado. Ahora podría hacerlo, creía, y estaba razonablemente seguro de que podría evitar una cuesta abajo en su ética personal de necesitarlo. Pero eso no había sido igual de cierto para el Rádar enfurecido (y desorientado, y atemorizado) de medio año antes. La angustia por haberse dado cuenta de ello se mezclaba con gratitud por el ángel negro que, quizás, evitó una desgracia entre los macieleros.
Volvió a dirigir su mirada hacia la plaza, y sus pensamientos hacia los cosechados. Esperaba que pudieran evitar enfrentarse a aquel monstruo, y si al final lo hacían que, al menos, hacerlo no les abriera la puerta a corromperse todavía más de lo que inevitablemente les corrompería Rocavarancolia. No creía en nada, no rezaba a nada, y no pediría piedad a la ciudad. Ese lugar podía ser su hogar, y podía incluso empezar a amarlo, pero sabía bien que no había forma de moverle a la compasión. Aun así, en lo más profundo de su alma, Rad esperó que la suerte, el azar, librara a aquellos niños de tanta mierda como pudieran evitar. Al menos hasta que tuvieran más y mejores herramientas de las que él había tenido para lidiar con la crueldad de su nueva casa.
La plaza estaba ya vacía, y el lagarto consiguió matar pronto a su oponente. El astrario no se engañaba con que fuera más amable que el rival al que acababa de asesinar.
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