Plaza de la Fuente

Seguí a los pieles rosadas hasta la plaza de la fuente que vi desde las alturas. Pablo y el otro piel rosada se comportaban de forma muy diferentes, aunque a simple vista parecen de la misma raza su comportamiento me hacia dudar de ello.


Había muchos mas cosechados en la fuente no parecían agresivo además iba detrás de Pablo y me sentía algo mas seguro. Intente pasar desapercibido a los demás que estaban todos entretenidos en conversaciones que no entendía y como estaba estaba sediento inevitablemente bebí hasta saciarme en la fuente.


En cuanto termine de beber entendía a todo el mundo, hice un esfuerzo por recordar mi viejo idioma pero no podía.


“¿Pero qué pasa?-se me escapa y me tapo la boca como si no quisiera que saliesen las palabras tan diferentes a su anterior idioma-“


Me vino a mi mente una leyenda de Rocavarancolia que hablaba de una fuente divina que tan solo con beber de sus aguas podrías comunicarte con los dioses, y que justo después de beber se presentaría un dios. Pero todo aquello eran absurdas leyendas de los Rocavaranfanaticos, ¡no podía ser verdad!.


Ahora tenía miedo a que la leyenda fuera cierta y ahora apareciera un dios por cada uno que hubiera bebido en la fuente.


“Pablo tenemos que irnos de aquí…-digo nervioso tirando de la ropa de Pablo-… Si la leyenda es cierta ahora aparecerán los dioses - digo como si el conociera la leyenda- tenemos que irnos…”


Por un momento me olvide del otro piel rosada, pero había algo que me inspiraba confianza en Pablo, quizás solo era que fue la primera persona con la que me había encontrado.

Alder se rió mucho con la propuesta de tirar al semidesnudo a la fuente. Este, en cambio, parecía bastante indignado. Se presentó como un CoMo, cosa que tanto Alder como Seon ignoraron. Él parecía bastante orgulloso de aquello, pero la palabra no les decía nada.
Yrio perdió todo rastro de sonrisa ante la mención de su edeel.
-¿tu edeel ha muerto?- preguntó Seon consternada al tiempo que Alder decía-¡¿y lo dejaste ahí sin más?!
Alder miró a Yrio de otra manera mucho más fría. En realidad parecía estar haciendo un gran esfuerzo por no saltar a su yugular. Seon en cambio se acercó a él convencida de que necesitaba consuelo. Le cogió las manos, y luego lo abrazó.
-¡Seon!
- Ha dicho que fue un accidente, Al, ¿que más quieres del pobre niño?
- Que tu estes dispuesta a justificar todo... de todo el mundo...
- Alder..- lSeon usó ese tono que tenía para decirle a su pareja "piensa con la cabeza, idiota" y Alder entornó los ojos y se calló- es un niño, si algo ha sucedido, no puede haber sido a proposito. Al revés. Tuvo que ser un susto enorme. Tratalo bien....- Seon le dio un beso ligero en los labios que dulcificó su expresión. la sinhadre levantó las palmas de las manos en señal de rendición.
- de acuerdo, lo que sea. - posó una mano sobre el hombro de Yrio- Bueno chico, mientras a mi no me tires a un pozo, creo que podemos estar en paz.
Su sonrisa fue casi una mueca y aunque se volvió hacia la gente que llegaba como si nada hubiera sucedido, estaba un poco envarada.
Llegó mucha más gente, había gente de piel palida como ellos, y creyeron por unos momentos que podían ser sinhadres. No era exacto el tono de piel, pero era pálido, y su pelo y ojos tenían colores brillantes. Tres de ellos llamaron especialmente la atención de las chicas, porque eran chicos de cabello blanco, como los albinos, pero uno en concreto tenía los ojos de un color amarillo que brillaba como el oro. Era una combinación agresiva y provocativa; sensual y vulgar al mismo tiempo. "una puta"
Los tres peliblancos vestían extraño. De hecho, solo Yrio y ellas dos parecían ir normal. Algunos de los que llegaron estaban demasiado abrigados.
La gente fue bebiendo de la fuente. A veces preguntaban algo antes en un idioma incomprensible. Como supusieron que pedían permiso para beber o que querían saber si era posible, ninguna de las dos hizo un gesto que no fuera de "adelante".
Después mientras escuchaban las presentaciones, quedó claro que cada uno venía de un sitio distinto.
- Somos Alder y Seon, de Sinhdro, de Varienn, una ciudad norteña.

Un chico extraño de piel gris hablaba con uno de piel rosada y llamó la atención de Seon.
-Irnos por qué? ¿y que es un Dios?

El ojidorado parecía conmocionado. Se palpó la garganta y empezó a hacer preguntas en lo que parecía un dialecto incluso distinto al que había estado usando inicialmente, con una nota de distintivo desconcierto en la voz.
Shizel miró al agua con abierta desconfianza: era evidente que fuese lo que fuese lo que había alterado al muchacho había ocurrido después de beber de esa fuente; puede incluso que estuviese rancia y por eso se hubiese llevado la mano a la garganta.
No obstante, el ojidorado le sorprendió tomándole de los hombros, dirigiéndole inequívocamente en dirección a la fuente. El idrino quiso bufar ante aquella invasión de su espacio, pero la curiosidad le pudo y tomó un sorbo.
Sintió que algo en su garganta y en su cerebro cristalizaba para luego romperse en mil pedazos; inmediatamente después las esquirlas empezaron a recomponerse de una manera completamente distinta. Shizel se mantuvo completamente inmóvil durante todo el proceso, ocultando su pánico como le habían enseñado desde que era pequeño: si bien aquellos extranjeros no parecían darle la menor importancia a controlar las emociones que expresaban, en su propia cultura mostrarlas tan abiertamente habría dado lugar a risa.
Tragó saliva tentativamente. Parecía que aquel agua extraña no le había hecho ningún daño, pero sí notaba una extraña sensación en los oídos.
"Bebed, no pasa nada", empezó a gesticular en dirección a sus otros compañeros, pero se paró a media frase, confuso. Se había saltado un gesto... no. Sí. No, sólo los había cambiado de sitio...
Trató de repetirlos, para encontrarse con que no sabía si los estaba haciendo correctamente. Sus manos seguían el recorrido al que estaban acostumbradas, con fluidez, pero aquellas maniobras no le decían nada.
Empezó a prestar más atención a lo que decían sus compañeros y entonces entendió el efecto que había tenido el agua de la fuente. Entendía perfectamente lo que decían, pero a cambio había perdido su idioma natal.
Respiró hondo tratando de no perder los nervios. Buscó en su cabeza palabras de los dialectos que había aprendido en sus lecciones, ya fueran antiguos o en uso, y nada acudió a su cerebro más que sílabas de aquel idioma nuevo, cortante y cristalino a la vez.
Se sentó junto a los demás al borde de la fuente, inmensamente frustrado.
"¡Años aprendiendo idiomas para poder largarme de casa y ahora esto!" Y eso no era todo, sino que había visto sustituido su idioma natal, elegante, expresivo, lleno de matices, por una lengua en la que sólo podía comunicarse por burdos sonidos.
El ojidorado no había perdido el tiempo y ya estaba interrogando a los de al lado. Shizel levantó la mirada y escuchó atentamente, aún bastante cabreado pero en su fuero interno más tranquilo ahora que podía entender lo que le decían.
-Yo soy Shizel, de Idris. Encantado- dijo a la hora de presentarse. Ahora que por fin podían entenderse, pensó que reunir datos era lo primordial además de darse a conocer entre aquella gente exótica. Se dirigió al grupo de las dos chicas de cabello llamativo y al chico que las acompañaba, incluyendo al de la ropa que brillaba por su ausencia en la pregunta por cortesía-. Creo que a todos nos han traído aquí de la misma manera, aunque seamos de mundos distintos... ¿Os dijo algo el tipo de las máscaras que nos pueda ayudar a entender lo que va a pasar ahora?

La pareja de chicas, que siempre van juntas y hablan a la par, responden diciendo que son de << Sin...Sindro? No lo ha pronunciado así... ¿Dónde demonios está eso? ¿¡Cómo que qué es Libo!? >> Las miro con cara de espanto y respondo:
-Libo es mi mundo, el Mundo. Nunca he oído hablar de Siindro.-digo pensativo, intentando imitar el sonido. Desisto y hago una inclinación de cabeza.-Encantado.

Luego una de ellas llama "Yrio" al chico violeta, así que memorizo el nombre, pero no entiendo eso de "edeel". Este dice ser del mismo sitio que las chicas y de pronto se le quiebra la voz al responder a lo de su "edeel" << ¿Qué ocurre aquí? No han dicho que Sindro sea una ciudad de por aquí... Entonces se deduce que no son de aquí... Y lo que sea que sea un "edeel" parece algo importante... >> Me preparo para preguntarles pero al poco llega corriendo una chica muy bajita con una cosa muy rara en los ojos << ¿Eso son cristales? ¿Para qué? >> La chica bebe agua de la fuente y descubre sus efectos, luego saca el libro << Ay, es la de antes... >> y descubre frustrada que no podrá leerlo << Ya somos dos... >> Después nos saluda titubeante y respondo con amabilidad
-Hola. ¿De dónde eres? ¿Sindro? ¿Rocavarancolia? De Libo no creo... ¿O sí?-inquiro al final, dudando de si siquiera conoce algo de lo que he dicho.

<< Esto es de locos... ¿Más gente? Maldita sea... ¡Un felino! O al menos lo parece... Parece una chica incluso... ¡UN FELINO HEMBRA! >> Salto del bordillo y me acerco a la chica lentamente, para luego dar una vuelta a su alrededor buscando identificar la naturaleza de las orejas, por si son de verdad o accesorios, pero aparentan ser naturales. Además tiene la piel oscura y el cuerpo parece ágil << ¿Qué es, qué es? >>
-¿Qué sois, Señora felina? ¿Cómo habéis logrado pareceros a los Grandes Felinos?-inquiero haciendo mostrar mi devoción hacia estos, con todo el respeto del mundo, al menos del mío.

Mientras sigue llegando más y más "gente": el chico de las escaleras, unos con el pelo blanco y extraños ropajes, piel plateada por allá, uno con piel gris, bajito y que iba muy abrigado, otro grisáceo y con el pelo blanco... << Pero bueno... ¿Todos con el cabello blanco? Y casi todo son chicos... Ropas raras, aspectos raros, el de las pezoneras dice ser de... Arg, ¿Frivuoldany? ¿Qué nombre es este? Tampoco parece de por aquí... >>
-Basta... Que no venga nadie más...-murmuro exhausto y doy la espalda a la marabunta para tranquilizarme.
Pero de pronto el bajito y abrigado empieza a decir algo de dioses. << Al fin algo coherente sobre este sitio... >> Miro dubitativo a la felina porque no quiero alejarme de ella, pero la curiosidad me puede y me acerco al que habla de dioses:
-Eh, has dicho "dioses", ¿qué dioses? ¿Qué sabes de la ciudad esta? -casi al mismo tiempo se presenta uno de "Idris" << Oh, un sitio entendible, ¡gracias! >> luego hago una inclinación de cabeza.-Encantado, yo soy Atol. Y... has dicho "mundos"... ¿Hay más mundos? Diablos... Somos todos de mundos distintos, ahora casi todo encaja...

<< No del todo... No tienen nuestra cultura, no lo parece. La única de aquí que lo parece es la felina... Ay... Que venga alguien y nos explique de qué va esto... >> Abatido, vuelvo a donde la chica con orejas de gato y me quedo cerca para no incomodarla, ya que es de las pocas criaturas aquí que me inspiran confianza. << Mundos diferentes... ¿Y si viene del mundo original de los Grandes Felinos? ¿Y si allí son todos así, de apariencia felina? ¿Hijos de los Grandes Felinos? Ohhh >> comienzo a mirar a la chica-gato con cada vez más devoción y de vez en cuando nervioso a mi alrededor, centrándome en los chicos y sobre todo al que habló de "dioses".

Yrio se echó a temblar cuando Alder le gritó. Quiso correr, correr lejos y alejarse de toda esa gente, le habían descubierto y ahora su plan se iría al traste << Muy bien Yrio, nuevo record; la has cagado en el primer día...>>

-Yo... a mi... ¡¡Me prometieron que podría arreglarlo!!- dijo, tratando de defenderse- Vine porque el tipo de negro me dijo que aquí aprendería cómo arreglarlo- gimoteó.

Para su sorpresa, Seon le abrazó. Tardó unos segundos en reaccionar, pues no se lo creía, y al final le devolvió el abrazo.
No paraba de llegar gente y más gente, a cual más extraño. Llegaron varios albinos, siendo el primero un chico de... ¿ojos amarillos? Los pensamientos de Yrio tomaron el mismo rumbo que los de las chicas, y el niño tiró con suavidad de la ropa de Seon para llamar su atención. << ¡Un chapero aquí! ¿A qué habrá venido?>> Aún estaba un poco trastornado como para ir a hacerle preguntas, además, otro de los albinos llamó su atención. Tenía la piel gris, y...

-¿Qué es eso??

Yrio se olvidó de su miedo por un momento y corrió hacia el chico de piel plateada, con las manos preparadas para acariciar las extrañas aletas que tenía en el lugar donde deberían estar sus oídos. No se atrevió al final a tocarlas, pero se quedó dando saltitos excitados, pidiendo permiso con la mirada.

-Soy Yrio, ¿Qué son esas cosas?- preguntó señalándose los oídos. La presentación era una mera formalidad, para no parecer maleducado. Otra chica, con nariz felina y orejas peluditas- ¡Orejas peluditas!- gritó, mirando a las chicas y luego a la niña felina- Son... ¡tiene orejas peluditas de gato!

La actitud de Saren al salir del edificio en el que habían despertado, había cambiado. Seguía teniendo una sonrisa amigable, y caminaba con el grupo, pero sus ojos inquisitivos estaban atentos a cualquier movimiento extraño. Después del episodio para salir al exterior en compañía de los pieles pálidas, Shiz y el habían tenido que sacar a rastras al pelirrojo, habían empezado a andar sin un destino claro. El norteño se había percatado de la desaparición del chico del pelo mugriento, pero por mucho que había mirado a su alrededor, no lo había localizado. Supuso que no andaría lejos, así que no le dio mas importancia.

Pese a su estado de alerta, el idrino no podía evitar la fascinación que le provocaba todo lo que le rodeaba. Acostumbrado a los parajes nevados, una ciudad siempre era llamativa, y aunque estaba muy deteriorada y medio en ruinas, escondía una belleza de antiguo esplendor que el idrino, observador por naturaleza, apreciaba. Los muros de piedra verde de una casa derrumbado, los frisos agrietados de una suerte de templo, estatuas, algunas intactas, otras deterioradas, que representaban criaturas y escenarios fantásticos... todo eso y mas escondía la ciudad.

Saren prestó atención al pelirrojo que caminaba a su lado. Se mostraba tenso, y aun miraba hacia el cielo, entre desconfiado, alucinado, y aunque no estaba seguro, diría que algo aterrado. Les había costado horrores, a Shiz y a él, sacarle de aquel edificio, tirando uno de cada brazo. Cuando los gestos de tranquilidad no habían funcionado, habían pasado a un tratamiento de choque mas directo, prácticamente le habían arrastrado fuera. El pelirrojo se había resistido con una fuerza ganada con algún tipo de miedo a un peligro que solo el conocía, pero había terminado perdiendo contra los dos idrinos. No había parado de despotricar y maldecir en su idioma, eso había entendido Saren por su tono, pero una vez fuera se había clamado un poco, aunque la mirada que les dirigió traslucía enfado, y eso siendo suaves.

Después de un rato, el grupo llegó a una plaza, en cuyo centro se alzaba una fuente con serpientes de piedra, pero eso no fue lo que mas llamó la atención del norteño. Estaba llená de gente, gente muy variopinta y en algunos casos estrafalaria. Mientras el peliblanco de los ojos dorados y Shir se acercaban a la fuente, Saren y el pelirrojo se quedaron algo rezagados, observando a la pequeña multitud. El de los ojos escarlatas, al ver a tal cantidad de personas extrañas, se había puesto muy tenso. Su cuerpo estaba en la posición perfecta para salir corriendo a la menor señal de hostilidad, y sus ojos recorrían nerviosos la plaza. El idrino adivinaba el enfado y la frustración en su mirada, estaba claro que no era un buen día para él.

Saren poso la mano en el hombro del pelirrojo, sin brusquedad, transmitiéndole su apoyo mientras su mirada oscura escaneaba la plaza. Había un par de chicas que, por su lenguaje corporal, parecían tener algún tipo de relación sentimental; un chico con el pelo bastante llamativo, como las otras dos chicas, cuyos gestos denotaban algún tipo de arrepentimiento, parecía asustado. Dos chicos estaban sentados en el borde de la fuente, uno junto a una chica menuda con orejas extrañas, tenía la cara pintada, y su cuerpo, bastante ligero de ropa, estaba lleno de cosas metálicas, trasmitía confusión y preocupación; el otro chico, prácticamente desnudo, estaba algo mas apartado, parecía confuso y algo enfadado por algo que solo el entendía. Por último, un pequeño grupo de personas conversaba en otro lado de la fuente. Dos eran parecían pertenecer a la misma raza, y el otro, de una piel tan gris como la del idrinos adultos, estaba casi tan abrigado como él. En un principio tomo a este últmo por un norteño anciano, pero descartó la idea con rapidez, no se servía del lenguaje gestual y no parecía controlar lo que su cuerpo trasmitía, parecía atemorizado por algo. La chica menuda de piel rosada, que llevaba unas lentes frente a los ojos parecidas a las que Saren llevaba en un bolsillo, tenía una actitud bastante desinteresada con su entorno, aunque el idrino adivinaba una emoción y una alegría contenidas. El otro chico de piel rosada se mostraba cauteloso con lo que le rodeaba.

Algo llamó la atención del norteño sobre todo lo demás, todos parecían estar hablando en el mimo idioma, a pesar de sus palpables diferencias. Los ojos de Saren recorrían la escena minuciosamente, buscando el término común en todo aquel embrollo. No tardo en deducirlo, la fuente. Era evidente que hasta hacía poco, los presentes no habían sabido entenderse entre si, y el hecho de haberlo logrado de alguna forma, había dejado un rastro en sus expresiones, desde el asombro, hasta la frustración. La teoría de Saren se confirmó cuando vio como Shiz bebía, al principio no hubo cambios, pero cuando habló, no lo hizo en idrino. Sin embargo, algo preocupó al norteño.

Los gestos de su compatriota idrino tenían significado, pero no parecía que el sureño lo notara. <<¿Voy a olvidar el lenguaje de signos? -pensó algo asustado-, ¿como me expresare con claridad?>>. La idea le aterraba, y le enfadaba a partes iguales, ¿pero que podía hacer?. Si no bebía de esa fuente no podía comunicarse con el resto de cosechados, podía servirse del lenguaje de signos universal, pero a la larga habría malentendidos. Saren sabía que acabaría bebiendo, pero aceptarlo por las buenas le dejaba un mal sabor de boca, un enojo que no trasmitió con su lenguaje corporal. Lanzó un leve suspiro y se dirigió a su compañero pelirrojo, explicándole con signos universales y bastante intuitivos lo que hacía aquella fuente.

-¿No dejaras que los chicos de pelo blanco queden por encima, no? -le dijo Saren, ayudándose con mas gestos.

Intuía que ese argumento sería un buen aliciente, y lo importante era que el pelirrojo también pudiera entender aquel extraño idioma.

Saren se encaminó hacia la fuente, acompañando al pelirrojo, manteniéndose a su lado para que viera una cara conocida y amigable entre aquella multitud de desconocidos. Una vez junto al agua, el norteño se echó hacia atrás la capucha, dejando a la vista su piel plateada y su cabello negro, y tras quitarse uno de los mitones, llenó el cuenco de su mano de agua y dio un trago.

Mientras el fresco líquido descendía por su garganta, algo en su mente empezaba a fragmentarse haciéndose añicos en su cabeza. El proceso continuó sin pausa, mientras las esquirlas volvían a juntarse, reordenandose en un patrón totalmente distinto. Un idioma nuevo sustituyó a los que habían ocupado la mente del norteño hasta ese momento, un idioma bastante musical que a pesar de ser completamente nuevo, le resultaba familiar.

-Impresionante -dijo para si, el nuevo idioma casaba muy bien con su voz cristalina, dotando a sus palabras de una musicalidad muy extraña.

Estuvo bastante atento a los chicos y chicas que le rodeaba, escuchando la presentación de esas dos chicas que lo dejaron momentáneamente confundido “¿Shindro? No tengo la más remota idea de dónde queda eso, pero no tiene pinta de que este cerca de aquí” pensó suspirando ligeramente, al menos ahora era más fácil todo ya que se podían entender “Ader y Seon, definitivamente vienen de muy lejos”

-Lo siento, no tengo claro dónde queda eso, yo soy de FONERA – respondió D.L preguntándose ya a esas alturas de donde había salido tan cantidad variopinta de gente. Por un momento su atención fue tomada por la del chico de piel gris que aprecia estar bastante asustado o preocupado por algo, sus palabras llamaron la atención de D.L pues no era algo que se escuchara del lugar donde el venia. Conocía el término en sí, el interesarse tanto en la historia tenía sus recompensas, pero no había tal creencia en FONERA. Se mantuvo atento, porque la pregunta que la chica, Ader era algo que también le interesaba, aunque principalmente quería saber a que 'Dios' se estaba refiriendo…ya que aprecia tener información de ese lugar a juzgar por su actitud. Su mirada se dirigió momentáneamente a la del chico de piel plateada y cabello blanco al que había acercado a la fuente para beber, viendo como se quedaba también sorprendido y algo descolocado al darse cuenta de que aprecia entender al resto finalmente. Alzo una ceja cuando se presento “Increíble que lleve un buen rato con él y con el resto y recién sepa su nombre…y para variar, proviene también de otro sitio desconocido…” pensó atento a las palabras del que se había presentado como Shizel, sus palabras lograron confundir completamente D.L que no pudo evitar preguntar como buen curioso.

-Perdona Shizel…dijiste ¿mundos diferentes? – pregunto bastante sorprendido al escuchar eso, era la primera vez que escuchaba semejante cosa absurda, descolocando completamente. Eso estaba fuera de toda lógica…”Todo esta situación está fuera de toda lógica, mas bien” pensó, definitivamente aquello era una cosa extraña tras otras, solo mas enigmas y preguntas y ninguna respuesta validad o que diera algo de luz a la situación. Sacudió la cabeza ligeramente masajeándose las sienes por unos momentos…lo mejor en esa situación era escuchar e hilar información sino quería volverse loco.

-No conozco a nadie con esa descripción, la última persona que vi era un foner…un habitante de donde vengo, con cabello azul y ojos rojos, acompañado de un mujer que fumaba de una pipa- dijo encogiéndose ligeramente de hombros, cada vez mas perdido a esas alturas, ya era algo a lo que empezaba a acostumbrarse, a tener muchas dudas y pocas respuestas, lo que incentivaba aun más su curiosidad. Echo un vistazo alrededor, la teoría de diferentes mundos empezaba cobrar más sentido en su cabeza, básicamente porque había una clara diferencia entre la mayoría de presentes, sin contar el idioma que hacia minutos no compartían en su mayoría. Vio como el joven chico de cabello violeta, atrajo su atención cuando rápidamente se levanto y se acerco a uno de sus acompañantes, hablando de unas aletas…”¿Aletas?” se pregunto confundido viendo que si… a esas alturas…no debía extrañarse, si incluso había una chica con claras característica y aspecto de felino, que llamaba poderosamente su curiosidad.

-Realmente, no tengo idea de que hacemos aquí…pero al parecer alguien nos ha reunido aquí por algún motivo – se dijo D.L pensativamente observando la fuente y al resto, lo que no sabía era el supuesto motivo. El había aceptado a ir en busca de libertad, seguramente el resto de los presentes también tendrían sus motivos también.

Continuaba mirando de reojo a Erin mientras se acercaba al grupo de desconocidos.

"Ni siquiera me ha escuchado, aunque no sé por qué me sorprendo tanto".

Erin les saludó como pudo y, para mi sorpresa, el que estaba lleno de piercings y pendientes respondió al saludo con una educación que no esperaba de alguien con esas pintas.
Le dirijo una mirada y al volver a observar sus manos me doy cuenta de que, lo que antes había tomado como garras no eran más que unos anillos que simulaban esa forma, lo que me tranquiliza ligeramente.

Poco a poco va llegando más gente a la plaza. Nadie parece interesarse demasiado en mí así que no les presto mucha atención, solo la justa para saber donde está cada uno en todo momento "No quiero que me pillen por sorpresa como pasó antes en las escaleras"

Como veo que Erin no parece muy dispuesta a responder a las preguntas del de los piercings me dispongo a intervenir en la conversación, pero antes de que pueda decir nada se ha marchado.

Lo encuentro observando lo que parece ser una mezcla entre una mujer y un gato, aspecto que ya no me sorprende tanto visto la variedad de seres que hay en la plaza. Lo que si me llama la atención es en cómo la mira, casi con adoración. También le oigo decir algo sobre grandes felinos.

Estaba pensando si debía preguntarle algo cuando noto que alguien tira de mí. Me doy la vuelta y veo que es Wintelgy. El chico parece nervioso y lo que me dice me deja algo confuso. Por un lado no se que quiere decir con eso de los Dioses pero... lo que dice sobre leyendas me lleva a pensar que sabe algo sobre la ciudad.

-A ver tranquilízate- Le digo con un tono calmado -¿Qué quieres decir con eso de las leyendas? ¿Sabes algo de este lugar?-

Capto movimiento alrededor. Al parecer Hemos llamado la atención de las dos Chicas blancas con el pelo de colores exóticos y del de los piercings. Todos empiezan a preguntar a la vez y no hay forma de entenderlos a todos así que alzo las manos intentando que se callen.

-Por favor, de uno en uno, y primero deberíamos dejar que se explique, que son demasiadas preguntas a la vez-

Mientras hablo me doy cuenta de que ninguno de los tres se ha presentado.

-Por cierto, me llamo Pablo. El chico que está a mi lado se llama Wintelgy y la que está allí pasmada sin saber que decir es Erin-

RR estaba completamente aterrado. Le habían guiado hasta afuera, acompañado de una variopinta cantidad de señores confusos con castas contradictorias y rasgos completamente nuevos para él, de lo que tuvo que deducir que nadie le había drogado. Realmente estaba en la tal Rocavarancolia, y esa gente… no debía de ser de la misma procedencia que él. Aliens. De puta madre. Cómo si no hubiera suficientes frikis en su vida ya.
Pero aquello no era aterrador. Aquello era, con todo, molesto. Tenía que lidiar con foners de casta alta de los que, por conocimiento empírico, no podía fiarse ni un pelo. Pero aquello tampoco era tan terrible. No. Lo terrible es que no le habían guiado hasta fuera de las cuevas, a niveles superiores. Le habían guiado a FUERA.

Habían tardado varios minutos en sacarlo por la puerta entre dos. Se había agarrado al marco de la puerta, y les lanzaba amenazas, improperios y demás lindezas al azul y al negro con orejas de lagarto.

-¡He dicho que me soltéis, malditos cabrones! ¿Habéis visto esa jodida cosa de ahí arriba? Claro que la habéis visto, joder. Es evidente que es una trampa, maldita sea. Hay demasiado espacio, podrían cosernos a tiros desde cualquier esquina y seríamos un blanco fácil. Va a salir vuestra madre, ¿sabéis? No me hace especial ilusión que me agujereen cómo a un puto alfiletero. ¡Dejadme, vivíparos de mierda! Os juro por lo que más queráis que os mataré a todos. ¡Lo juro!...

Sus gritos y súplicas desesperadas fueron desoídas por las dos criaturas que, por suerte, no entendieron la retahíla de insultos que iba formulado, presa de la agorafobia propia de alguien que se ha pasado una vida en alcantarillados y cuevas, que cómo mucho ha visto La Cúpula una vez o dos en toda su vida y a la que nunca le han hablado del Sol ni del Cielo.

Mientras lo arrastraban por los hombros a la supuesta trampa letal, iba farfullando de forma lastimera. ¿Por qué a él? ¿No era suficientemente peligrosa su vida de por sí para que ahora se viera rodeado de aliens y de pijos castistas con todos los mecanismos de supervivencia atrofiados? Quizá exagerando por el estrés provocado por la agorafobia, fue mentalizándose para su fallecimiento. Curiosamente, había aguantado unos años considerables para ser un rojo, pero había conservado la vaga esperanza de sobrevivir sin ser devorado por nada y con todos sus órganos en su lugar. Se veía que no iba a poder ser… Al menos el tema de la herencia lo tenía resuelto, pues no tenía nada que mereciera la pena dar y no conocía a nadie que mereciera que le dieran nada más allá de una buena patada bien apuntada a sus gónadas.

Finalmente lo sacaron de sus sombríos pensamientos, cuando el muchacho mudo de aspecto negro le hizo un par de señas con las manos. Tras hacer un esfuerzo para comprender qué diablos intentaba decirle, olvidando temporalmente sus miedos. Ciertamente, aquellos malditos dandis repeinados, con su seguridad en si mismos y sus globos oculares de colores brillantes, no podían quedar por encima de él. Así que apechugó y se irguió durante unos instantes, intentando adquirir un porte seguro. Sí, iban a morir brutalmente asesinados por cualquier francotirador aburrido por la ingenuidad de aquellos idiotas, y ya no había marcha atrás. Pero sí tenía que palmarla de forma tan estúpida, al menos intentaría hacerlo con dignidad.

Se acercó a la fuente y dio un buen trago, extrañado por su inquietante falta de sabor. Uno termina por acostumbrarse al regusto masticable que se pega al paladar del agua sucia.

Muy a su pesar, se percató de que entendía a sus nuevos compañeros. A todos. Mientras su antigua lengua desaparecía cubierta por la tormenta de arena que constituía el nuevo hablar, comprobó que había una muchacha que, en la situación en la que se hallaban, sólo se preocupaba de su estúpido libro. Y luego estaba aquel tipo con pezoneras, purpurina y plataformas. RR no entendía un carajo lo que decía, pero por el vocabulario utilizado supuso que el mensaje general era: “Hola, soy un completo imbécil, por favor, dame una patada en los huevos”

Su expresión de angustia se agudizó hasta límites inimaginables y, girándose hacia el muchacho negro que lo había arrastrado hacia allí, inquirió:

-¿De veras todos estos tarados son de verdad?

ALDER

Yrio se fijó de repente en las orejas de los recien llegados. Alder se acercó y con menos pudor que el niño, palpó las aletas que salían a ambos lados de la cabeza del peliblanco que decía llamarse Shizel.
- ¿y con esto oyes?- se separó y examinó a la chica gato. Sus orejas tenían sentido, eran iguales que las de cualquier gato, así que se giró hacia el resto de personas, que no venían de Sinhdro. Andó hacia el chico furcia, y le levantó el pelo para hacer una comprobación. Debajo del pelo tenía dos cosas que tambien podían ser orejas, porque desde luego tenían un agujero en medio. Eran raras... como hechas del cartilago de una nariz, con una forma redondeada, y una parte blandita que colgaba. Sopló dentró del oido provocando que el otro diera un bote y se apartase cubriendoselo con la mano. Alder se apartó riendo - ah, pues si que son orejas.
El aurva de ojos rojos había bebido por fin de las fuente y no tenía muy claro si estaba asustado, rabioso, si era hostil, estaba loco o solo era imbecil. El caso es que la situación le resultaba tremendamente divertida, al menos en lo que tenía que ver con la gente de aquella plaza. No le gustaba el lugar, pero al menos las cosas empezaban moviditas.
- La última vez que miré, no atravesaba paredes. En cualquier caso, ¿no te dijo nunca tu madre que esta mal soltar esas cosas por tu boquita?

Lo ultimo que me esperaba era que pudiera llamar la atención de los extraños, tampoco lo pretendía. Bombardeandome con preguntas , pero Pablo intenta poner un poco de calma en el asunto, aun así no puedo evitar alterarme.


Una extraña chica esbelta con el pelo azul me pregunta curiosa qué era un dios, no puedo evitar mirarla con una cara de horror con los ojos abiertos al máximo y contestarle:


"Los dioses son los amos de esta tierra, seres extremadamente poderosos con poder sobre todas las cosas-me quedo en silencio mirando de un lado a otro como si fuera aparecer alguno en cualquier momento-ellos nos eligen y nos traen aquí...-de repente mi cara de terror pasa a cara de odio como si me acabara de acordar de algo-... Juegan con nosotros y nos conducen como a un ganado de Linacs !! y lo único que podemos hacer es estarles agradecido !!!-Termino gritando de frustración-"


Siento como mi corazón palpita intensamente en mi pecho y al ver que he llamado la atención de todos mas aun, lo que me hace huir lentamente andando hacia atrás mientras miro fijamente al grupo.


"No.... ya no podemos huir de ellos.... -digo fuera de mis casillas mirando al grupo-"


Sin darme cuenta tropiezo con algo o alguien, el corazón parece que se me fuese a salir del pecho y el calor que me daban mis ropajes era extremo, empiezo a marearme y lo último que veo antes de caer desmayado en redondo es con el ser con el que me había tropezado que inevitablemente no puedo evitar encontrar semejanzas con los de mi especie salvo por el color de su plateado lleno de destellos ante el sol implacable y su envergadura.

Pronto la plaza era un caos de voces hablando entre sí, pero por suerte la comunicación común le haría la tarea mucho más fácil. El primero en dirigirle la palabra fue el chaval más joven, el cual se presentó rápidamente como Yrio para luego preguntarle acerca de "esas cosas" que tenía en la cabeza. El idrino tardó un poco en caer en la cuenta de que se refería a sus orejas, y sólo entonces se dio cuenta de que tanto las dos chicas coloridas como Yrio no poseían ningún tipo de pabellón auditivo.
-Orejas, sí- la curiosidad en los ojos del chico era palpable y le hizo reír-. Puedes tocarlas si quieres, sólo son para proteger los oídos. ¿Ninguno de los de tu especie las tiene?- preguntó con curiosidad.
Shizel alzó una ceja ante la pregunta de DL, y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no hacer una mueca ante la dentera que le produjo la pronunciación que hizo de su nombre. Años de crianza le empujaban a decir con delicadeza: "No se pronuncia así, es más sibilante, no lo hagas tan brusco", y sutilezas similares, pero dedujo que al igual que aquellos extraños no estaban instruidos en el lenguaje corporal, tampoco daban demasiada importancia a aquellos detalles.
-Creo que es lo lógico- se encogió de hombros-. No sé vosotros, pero nosotros tenemos casi todo Idris cartografiado y me parece altamente improbable que todos hayamos estado viviendo aislados en regiones distintas sin saber nada de la existencia de los demás. Además, el tipo de las máscaras me dijo claramente que existían otros mundos; es más, si vine fue por la oportunidad de poder visitarlos. Quizá no lo entendáis, pero estoy seguro al cien por cien de que no mentía- miró a Saren de reojo, con la esperanza de que le ayudara a explicarles que era casi imposible mentir directamente a un idrino que estuviese atento.
Escuchó pensativo las descripciones que hicieron DL y Thras, dispares entre sí. ¿Se repartirían el trabajo las personas de aquel lugar para reclutarlos? Se encogió de hombros ostensiblemente cuando el foner se preguntó qué estaban haciendo allí: el cosechador tampoco le había dado datos sobre qué hacer una vez hubiese llegado a Rocavarancolia.
Saren ya había bebido, y había indicado por gestos al pelirrojo de que también lo hiciera. Les había costado la vida y media arrastrarlo hasta allí, pero un argumento del norteño parecía haberle convencido para que bebiera él también. Shizel intuyó que tenía algo que ver con sus dos acompañantes (¿foneros? ¿foneranos?), contra los cuales el pelirrojo parecía tener una vendetta personal. Tras beber éste adoptó una expresión de angustia tan palpable que de nuevo sintió ganas de echarse a reír. No obstante el foner había hecho la pregunta directamente a Saren e irrumpir en la conversación sin ser invitado sería de mala educación, así que reprimió el impulso de tranquilizarle al respecto y en su lugar se limitó a incluirle también en su campo de visión, atento por si decidía por fin a decirles su nombre.
Mientras estaba distraído una de las dos chicas coloridas, la que decía llamarse Alder, se acercó y le palpó las orejas sin previo aviso. Se apartó algo molesto, pero por suerte la chica ya había encontrado a más víctimas.
-¿Y a ti no te han mencionado algo parecido respecto a ir tirando de las orejas a la gente sin preguntar?- inquirió irónicamente cuando la muchacha interpeló al pelirrojo.
-A mí me dijeron de magia y nuevos mundos. No sé qué te prometerían a ti, pero aparentemente nos han traído a este mundo para conseguirlo- le explicó a Thras-. Creo que a ninguno exactamente nos han informado más a fondo, ¿no?- dirigió una mirada circular al grupo.

Saren se giró hacia el pelirrojo que, dejando a un lado sus temores, se había acercado con él a la fuente, adquiriendo una postura mas erguida y digna, aunque se apreciaba resignación. El norteño se alegró de haber deducido todo aquello, al menos no había olvidado leer el lenguaje corporal. Observó como el chico de piel pálida bebía de la fuente, y notó como el cambio de idioma se producía en su interior.

El pelirrojo observó a la variopinta multitud que les rodeaba, y el norteño leyó de forma bastante acertada en su rostro, las opiniones que tenía de ellos. Su angustia aumento y se giró hacia el idrino haciéndole una pregunta.

-Podría apostar a que sí lo son -le dijo Saren con amabilidad-. Hay gente bastante rara -afirmo para si-, bueno, supongo que yo te puedo resultar tan raro como los demás -le dijo al pelirrojo con una sonrisa-. En cualquier caso, es un placer entenderte por fin. Mi nombre es Saren, de Idris, encantado -se presentó el idrino con cordialidad tendiéndole la mano.

En aquella marea de rostros desconocidos, poder familiarizarse con alguien era un alivio. No sabía si al pelirrojo le haría gracia tratar con alguien que no era de su raza, pero tenía que intentarlo, era una de las pocas personas que Saren conocía en aquella ciudad.

Una chica de pelo verdoso, la pareja de la de pelo azul, contesto también a la pregunta que el pelirrojo le había hecho a Saren. El norteño la miró, algo confundido, ya que la pregunta no iba dirigida a ella, pero se había metido en la conversación, de forma un poco brusca. Para los idrinos mas snobs, eso resultaba de mala educación, aunque Saren era norteño, y allí no se tenía muy en cuenta. En cualquier caso le resulto extraño el comportamiento de la chica, así como su actitud divertida, que se reflejaba en sus gestos. Se presentó también como Saren y le dedicó un gesto de saludo. Shiz fue algo mas irónico al respecto, y le interpelo algo a la chica a su vez.

El chico mas ligero de ropa del grupo, que en opinión de Saren debía de estar congelado, se puso en pie, aunque Saren no entendía como podía mantener el equilibrio, ya que estaba subido en unas plataformas muy raras, y llamó la atención de los cosechados. El chico se presentó, hablando de un modo, cuando menos, peculiar. Reflejaba confusión y frivolidad en su postura. Shiz, haciendo gala de la gran socialización propia de los lacustres, entabló conversación con él.

Un alboroto atrajo la atención de Saren. El chico bajito vestido de invierno, estaba gritando algo sobre unos dioses. El chico, de pelo blanco para variar, estaba asustado, y comenzó a desvanecerse, tropezando con Saren. El norteño, preocupado, le sujeto, evitando que se golpeara con el suelo, con cuidado, lo tumbo, arrodillándose junto a él y comprobando su estado.

Escucho atentamente la explicación de Shizel sobre su mundo y sobre el porqué se encontraban allí, le sonó extraño lo de la magia, ya que pensaba que solo era cuentos para asustar a los niños, al parecer no era así en otros mundos. Si, ya había aceptado lo de los diferentes mundos aunque aun le sonara extraño. No se lo espero para nada, cuando la chica Adel se le acerco y le soplo en pleno oído, sobresaltándolo y haciendo que se tapara este en un gesto instinto.

-No hagas eso de repente…-dijo D.L confundido por el gesto, sintiendo el cosquilleo habitual y frunciendo un poco el ceño. Definitivamente el sitio estaba plagado de extraños, opinión que el foner rojo sin nombre compartió con de una forma algo insultante. Pregunta que fue respondida por el tal Saren. Hubo una especie de reacción colectiva a las palabras del foner rojo, entre la crítica de Adel a este y la crítica de Shizel a Adel por lo de sus orejas, aquello parecía una guerra de a ver quién era más sarcástico. La repentina intervención del chico de vestimenta rara, o Thrasmy’s como se presento fue un incentivo más a esa conversación sin pies ni cabeza. Para rematar la escena, el chico de piel gris que había hablado sobre los Dioses comenzó a ponerse todo histérico y tembloroso, gritando cosas que a D.L le sonaba extrañas…y desmayándose repentinamente siendo ayudado por Saren. D.L miro a todos terminando por sentarse en el borde de la fuente, algo aburrido.

-Si es cierto lo que dice Shizel y no han traído por algo, supongo que o tenemos que buscar a los que nos trajeron…o esperar que vengan- comento pensativamente no muy seguro de ello mirando a los demás dirigiéndose a cualquiera, porque por el momento todo estaban en el mismo saco- ¿Qué piensan, deberíamos quedarnos aquí o movernos? Este sitio parece tan inseguro como todo lo que nos rodea - menciono echando un vistazo a las casa medio derruidas que se encontraban cercanas ala fuente

Apenas terminé con las presentaciones y Wintelgy empezó a explicar lo que para él eran los dioses. Su forma de describirlos llamó mi atención, pero no me sorprendió.

"Es de otro mundo. Que sus dioses no se parezcan en nada a los que conozco es completamente normal".

Pronto me dí cuenta del parecido entre lo que contaba y lo que nos había pasado y mi curiosidad aumenta, pero en seguida veo que algo no va bien.
El chico acababa de retroceder y estaba aterrado. Fuí testigo de como era presa del pánico y acto seguido se desmayó. Por suerte no llegó a caer al suelo.

Un chico de piel plateada y que parecía de mi misma estatura lo había sujetado a tiempo, evitándo que se golpeara. Me acerqué mientras lo tumbaba en el suelo y se arrodillaba junto a él. Me arrodillé a su lado y observé al chico inconsciente mientras intentaba pensar en qué debería hacer en esa situación. "Vamos piensa. Tiene que haber algo que puedas hacer." Entonces me acuerdo.

-¡Erin!- Grito mientras me giro para ver donde estaba -Si hay algo en tu mochila que pueda ayudarnos, ahora sería un buen momento para sacarlo-

Vuelvo a girarme, esta vez para encarar al desconocido que había sujetado a Wintelgy.

-¿Sabes si se encuentra bien?- le pregnunto, y me doy cuenta de que no sé su nombre -Esto... ¿Cómo dijiste que te llamabas?

Se suceden varias conversaciones banales a las que no presto atención, pendiente como estoy de la chica-gato y el sobreabrigado que habló de "Dioses". Por fin, este sigue hablando y exclamando, abatido. Me acerco a este a medida que habla y voy entrecerrando los puños según va mencionando ciertas palabras << Dioses... Amos... No oigo nada en femenino... Iba en serio el maldito libro... ¿Qué querrán de nosotros esos dioses? ¿Para qué traernos? ¿Elegidos entre nuestros conciudadanos? ¡¿A CUENTO DE QUÉ?! >>
-¿Agradecidos? ¿A dioses, amos, hombres que juegan con nosotros? ¿¡Agradecidos!?-inquiero casi fuera de mí, confuso y apunto de darle un zarpazo al chico.

Pero de pronto dice que no podemos huir de ellos << ¡Encima eso! >> Y se desploma... ¡Nos atacan! Detengo mi avance y miro en derredor varias veces, buscando algo o alguien que haya podido causar su caída, pero por lo que dice Pablo sólo se ha desmayado, así que respiro tranquilo volviendo las manos a los arneses. Me acerco al chico de pelo negro azabache y ropa negra, y cambio mi actitud, ya que necesito que siga hablando.

-¿Se pondrá bien? Necesito que siga explicando eso de los dioses... Todos lo necesitamos, realmente. Disculpas por mi salida de tono antes... Soy Atol, de Libo, otro mundo aparentemente.-acabo presentándome a ambos, Pablo y el de pelo negro, abatido por tener que decir semejante desfachatez sobre mi lugar de origen << Te acuestas en tu mundo, creyendo que es el único, y despiertas en otro para conocer cinco o seis más... Inaudito e increíble >>