Plaza de la Fuente

Xalkoth estaba contento, el plan iba sobre ruedas y el mono no tendría que tardar en beber, pero cuando éste comenzó a revolverse empezó a darse cuenta de que algo no marchaba bien. Cinco segundos fue lo que el clinger tardó en recordar que los mamíferos se ahogaban con la cabeza bajo el agua. Al instante su cara de felicidad pasó a una de sorpresa y alarma. Rápidamente lo soltó, a la vez que otro mamífero lo apartaba.

-Lo siento, lo siento, lo siento ¡Lo sientoo!- Gritó a los dos cuando comprobó que el mono pelado no estaba muerto. -Yo solo quería que bebieras. No me acordé de que los mamíferos solo podéis respirar por la cabeza. Adiós a mis planes de pedirte la ropa a cambio del favor-
Por lo menos no lo había matado, si llega a pasar eso la reacción mas probable de todos los presentes habría sido o furia o miedo, y entonces sí que se habría quedado sin seres de sangre caliente a los que pegarse, y por lo tanto tocaría pasar frío.

A pesar de que la preocupación de Xalkoth era sincera, el hecho de que no hubiera llegado a pasar nada le hizo clasificar el suceso como algo de poca importancia, así que en apenas unos instantes ya se había olvidado del incidente. En un momento dado el peladito intentó empujar al clinger, o al menos esa era la intención que este interpretó por sus gestos. No le dejó hacerlo claro, lo esquivó pegando un salto, pera aterrizar de cuclillas en el borde de la fuente. 
-Muy predecible, y lento- Le dijo divertido, luego empezaron a hablar entre ellos y se limitó a contemplar al mono y al felino con curiosidad.
-¡No es obsesión!- Le gritó cuando escucho lo que decía. -Tengo frío y estabas calentito, ¿tan taro es que me abrazara para entrar en calor? Hace un frío insufrible- Si no fuera un insecto, la reacción de Xalkoth habría sido la equivalente a hacer un mohín. Indignado por que lo hubieran tomado por un acosador desvió la mirada al mamífero más cercano, que vino a ser uno que estaba también subido a la fuente, sentado en el borde. 

El clinger pegó otro brinco y aterrizó justo al lado, metiendo la cabeza por un hombro para curiosear lo que estaba haciendo. -Hola ¿Eso son dibujos? ¿Por qué dibujas hoces deformes con puntitos debajo?-

Lara miró ojiplática al ser que intentaba hablar con ella. Era una mezcla entre un lagarto y un pollo, algo más alto que ella y con unas alas enormes. Si había algún tipo de criaturas por las que Lara sintiera preferencia, eran las que podían volar. No era fan de la afín al viento por nada, claro está. Saltó del bordillo de la fuente y le observó señalarla mientras caminaba a su alrededor casi impresionada.

-Vale, creo que te entiendo-se llevó las manos a la garganta y luego señaló al agua. Para que el pájaro viera  que no pasaba nada, hizo un cuenco con las manos y dio un trago. Luego lo señaló a él. El pájaro no se hizo de rogar y, gracias a las enormes capacidades comunicativas de la ordesa, acabó bebiendo- ¿No es genial?-le preguntó emocionada cuando supo que por fin la entendería-. A todo esto, me llamo Lara 37, un placer enorme, lagarto-pollo-el tono de voz de la chica dejaba claro que no había ningún intento de ofensa en el mote. Realmente estaba fascinada con la criatura que tenía delante, incluso aunque su cara fuera algo fea e inexpresiva a sus ojos.

Tras preguntarle, el chico se presentó como Talento, nombre raro, utilizando un tono de voz muy musical. Lara se dijo que le caía bien este jugador y empezó a imaginarse volando por la ciudad sobre su lomo. << ¡Por el Azar! ¡Sería comparable a la escena en la que la afín del viento doma a su ardilla gigante con la mirada y cruzan el mar en busca de la afín del fuego!>> se dijo. En ningún momento se le pasó por la cabeza pensar que estaba tan rechoncha que Talento no podría levantarla del suelo.

-A todo esto... Estaría bien que nos fueramos presentando a todo el mundo. O mejor...-tuvo una brillante idea. Se puso de pie sobre el bordillo de la fuente, sacó su silbato y lo hizo sonar hasta que había llamado la atención de todos-¡Hora de las presentaciones, muchachoides!-otro de sus pequeños se revolvió en el marsupio, pero no parecía ir a despertar ahora.

>>Oh cruel destino... Mis idiomas...
>>Es una pena que hayas perdido el chino, con todo lo que estudiamos juntos...
>>¿Solo el chino? El klingon, el Vulcan, el Gorg, el Dalek, El elfico antiguo y el nuevo, el enano, el lenguaje runico, el lenguaje de los tigres nevados... ¡Y que coño! ¡El inglés se ha ido tambien! ¿Como voy actualizar mi twiter o mi tumblr ahora? Lo he perdido todo no soy nada... TT^TT

>> Venga, venga llorica. Fijate bien en el género. Podrias empezar una ruta con cualquiera de estas chicas ahora mismo. Las hay muy exóticas. Anímate, ¿vale? ^3^
>> No voy a empezar una ruta delante de tanta gente, se tiende a ignorarme y me da verguenza. -3-
>> Por lo menos socializa algo chaval. Que siempre viene bien conocer gente que comparta tu misma situación.
>> -3-
>> Podras salvar a ese desgraciado andaluz que le esta ahogando un bicho.
>> Los andaluces no tienen dinero, apenas me daria nada como recompensa. Aunque normalmente, cuando un pnj no da mucho dinero si da experiencia. Pero es que el bicho me da asco.
>> No es asco, es pereza. Si no es una chica mona, te importa dos cominos a quien ahogue. Ju ju ju.
>> Psche, llamalo como quieras. Creo que voy a centrarme en conocer mejor a esta chica eh... Asi que... Shhh que me tengo que concentrar.
>> Oh si, ¡perdónanos, dios de la conquista! - Risas de Mono -
>> Perdonados quedais.

Se secó las lágrimas por debajo de las gafas y se apoyó el la fuente. Ahí se puso a acariciar a una de las serpientes que decoraba la fuente mientras la miraba fijamente, abrió la boca lentamente y dejó escapar un par de siseos que dejaban un regusto de palabras. Al instante, se alzó sobre sus pies y gritó de júbilo, llenando toda la plaza de este.
-¡He aprendido Pársel!-
>>Idiota.
>> No, no lo has hecho. Nunca has sabido pársel para empezar. Ahora, centrate en tu misión.

Ignorando los comentarios hirientes, se giró hacia el daeliciano, por fin pudiendo entenderle, se presentó de nuevo.
-El nombre es Shaco.-le dijo con otro guiño como el que habia hecho antes en las mazmorras.-Hace unos minutos todavia me acordaba de como se pronunciaba.-sacudió la cabeza hacia los lados cuando un sentimiento punzante de dolor de la pérdida estuvo de sobrellevarle pero consiguio luchar contra él y no dejar que le afectase.-¿Y tú? ¿Cual es el nombre de la chica de la piel tan colorida?-dijo, esbozando otra sonrisa. Escuchó su respuesta y repitió el nombre por debajo, haciendo esfuerzo por acordarse de verdad.
A continuación se giró para encarar a toda la plaza y tomó aire, hinchando sus pulmones al máximo.
-¿¡COMO ESTAN USTEDEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEES!?-gritó, como el famoso payaso de la tele.
Pero no hubo ovacion de crios gritando "¡Bieeeeeeen!" Quizas era porque no tenia ni la más mínima gracia. El chico siempre habia jurado que su etapa en España habia sido la más aburrida de todas las etapas de sus viajes alrededor del mundo. Aun así contestó al amigable ser peludo que habia hecho una llamada a las presentaciones.
-¡Shaco! ¡Shaco! ¡Shaco! ¡Anagrama del Caos! ¡Ese soy yo, si!-dijo, alzando la mano, sin perder el espíritu. O al menos ese era uno de sus nicks online. La teoria del caos le apasionaba y siempre se habia considerado a si mismo bastante caotico, asi que le pegaba. No se paró a pensar ni por un momento que no se acordaba de su verdadero nombre.

Una de las chicas que había llegado me saludo en el nuevo idioma, le devolví el saludo y después me retraje en mis pensamientos tratando de desenvolverme con aquel idioma nuevo.

<<¿Ese agua sustituye mi idioma natal por otro distinto?, ¿De ser asi que idioma es?, parece que nos afecta a todos igual, sera para ayudar al entendimiento, y no creo que esta gente sea ulterana, ¿acaso hay mas mundos por ahí fuera, sera que desde esta ciudad se tiene acceso a mas mundos?, y en caso de ser así....¿que tipo de criaturas nuevas me encontrare?, ¿que tipo de gente conoceré?, da igual, nunca he tenido mucho problema en conocer gente>>.

Tan concentrada estaba en mis pensamientos que solo cuando la plaza estuvo llena de personas y voces salí de ellos, había seres tan distintos que podría haber entrado en shock fácilmente, decidí sobreponerme y no juzgar a nadie por su apariencia, eso seria sin duda lo mejor. La.....¿mujer? decidió que seria buena idea presentarnos.

-Encantada Lara 37,- subí el tono de mi voz para presentarme al resto,- Yo soy Surásara, de Ibolia, y como por vuestras caras imagino que nunca habréis oído hablar de ese sitio supongo que somos todos de mundos distintos quizás.

Me acerque al chico al que casi ahogan con una mueca de preocupación.

-Oye, ¿estas bien?,- y dirigiéndome al bicho,- Deberías ser un poco mas cuidadoso, y si quieres matar a alguien desde luego hay mejores formas que ahogarlos,- le dije con una sonrisa picara señalando sus cuchillos.

Cuando todos se presentaron, el pequeño grupo dejo de ser un conjunto de desconocidos en cuanto a nombres se refería, pero Keiria aun no estaba cómoda, y el afluente de gente que empezó a llegar no mejoro su situación. La muchacha sacó un pequeño engranaje de uno de sus bolsillos y empezó a girarlo entre sus dedos tratando de no prestar demasiada atención a su entorno, contando uno a uno los dientes de la pieza para no tener que asimilar a toda aquella gente de golpe. Entretenida con aquel ejercicio era consciente a medias de todos los que iban entrando en la plaza, y a pesar de no estar mirándoles directamente, cuando llegó el último sabía cuantos eran y que no había ningun otro ulterano entre ellos. En un momento dado se percató de que alguien la observaba, y cuando alzó la vista se encontró con un pequeño muchacho que la miraba desde el interior de un ruinoso edificio. La pelirroja sonrió de forma inconsciente y le dedicó un gesto de saludo, sorprendiéndose a si misma ante lo fácil que le había resultado aquella muestra de socialización.

Keiria no era tímida, simplemente no sabía como debía comportarse, por eso estaba algo perdida en aquel lugar con tanta gente, pero tal vez si actuaba por instinto como con aquel muchacho, todo sería algo mas fácil. Primero observó a los presentes mas detenidamente, queriendo saber cuales eran sus características, pero cuando llegó a los chicos que tenían brazos mecánicos con una especie de ordenador holográfico incorporado toda su determinación desapareció. No podía apartar la vista de aquellas muestras de ingeniería alienígena, y tuvo que reprimir con todas sus fuerzas las ganas de ponerse en pie y acercarse a ellos para echar un vistazo. Trato de trazar un plano mental de aquellas extremidades mecánicas, pero sus conocimientos dejaban lagunas en blanco en el mecanismo de aquellas cosas, no acertaba a comprender como podían moverse como si fueran miembros reales. Estaba además el tema de la fuente de energía, ¿qué podría ser?, ¿como la recargarían en aquella ciudad ruinosa? Muchas preguntas se agitaban tras los ojos de Keiria, pero trató de no reflejarlas en su cara, y cuando la pequeña criatura que se presentó como Lara 37 les llamó a una ronda de las mismas, la pelirroja apartó aquellas elucubraciones de su mente por el momento y se puso en pie.
-Keiriarei por aquí -dijo en voz alta, siguiendo su instinto como había hecho con el pequeño de las ruinas-, aunque podéis llamarme Keiria.

Mientras hablaba se había guardado el engranaje en el bolsillo y se había asegurado de nuevo de que el parche estaba en su sitio. Realmente solo lo conservaba por Surásara, parecía que era la única persona originaria de Ulterania, y por lo tanto la pelirroja prefería mantener su fachada. Allí de pie, observada por todos, se sintió de nuevo un poco estúpida, y tuvo que controlarse para no alejarse corriendo, esperando con impaciencia que otro la sustituyera por el momento en el foco de atención.

<< Claro, es un bicho...>> Marsi tenía las clases de su madre un poco oxidadas, ya que ese año había dedicado su tiempo más a cuidar osogrifos que a estudiar, y reconocía que tal vez no tendría que haberlo hecho. Respondió al chico mojado que decía llamarse Alvaro con una sonrisa tímida y su nombre.

Poco a poco, todos fueron bebiendo de la fuente y las concersaciones se volvieron comprensibles. Marsi se apartó un poco cuando un bicho bien feo y escamoso se acercó a beber, animado por la pequeña peludita de los ojos enormes. Alice se acercó a preguntarle por su tierra, pero en ese momento sonó un silbato. La pequeñina había tomado la palabra y pidió que todos se presentasen. A Marsi no le gustaba hablar en público, pero al menos así se ahorraría repetir su nombre para cada persona presente, que no eran pocos.

Después del ramalazo de vergüenza ajena que sintió ante la extravagante presentación del tipo de pelo naranja apuntó mentalmente su nombre, y el de las otras chicas. No tenía ni idea de dónde estaba Ibolia, pero seguramente a los demás les pasaría lo mismo cuando oyeran el nombre de su ciudad.

-Yo soy Marsi, de Okharia del Este...

—¿Frío? —miré bastante extrañado al insecto cuando dijo eso. Para mí la temperatura estaba bastante bien, incluso más alta que la noche anterior—. Pero qué dices, si se está bastante bien. Creo que hasta me voy a quitar la sudadera.

En ese momento se acercó una chica que, por fin, parecía enteramente normal, por lo menos a la vista. «Menos mal que hay alguien que no parece salido de un laboratorio de científicos locos».

—¡Alguien de la Tierra! Que alegría encontraros a personas que no parezcan sacadas de un cuento infantil, estaba perdido entre tantos animales. Especialmente entre algunos que son bastante más grandes de lo que deberían ser —añadí, recordando a la rata—. Y sí, soy Álvaro. De España, aunque no creo que importe mucho eso ahora —miré al pelinaranja que me señalaba la chica, que ahora estaba siseando a las serpientes. Flipando un poco ante esta escena, decidí volver mi atención a las dos chicas que había delante.

—No, a parte de eso no sé nada más de Rocabrancolia o como se llame. Solo que el tipo de los cachivaches dijo que era una ciudad de maravilla o algo así —bufé—. Creo que dijo eso. Tampoco es que me acuerde mucho de la charla —añadí, más para mí que para ellas. Asentí cuando dijo lo de reunirnos todos y fui a hacer un silbido para llamar la atención de todo el mundo, pero la chica-canguro se me adelantó. Al escuchar el sonido de su silbato tuve que volver a masajearme la cabeza, intentando disminuir el dolor que había provocado aquel ruido. «Joder, si llego a saberlo no me paso tanto con las copas».

El chico siseante decidió usar ese momento para convertirse en aprendiz de payaso. Su imitación de "Los payasos de la tele" no pareció hacer mucha gracia, aunque quizás era porque nadie parecía ser español. Resoplé divertido ante la escena y vi como otros se iban presentando, incluyendo la chica del parche. Otra pelirroja en la que no me había fijado antes, preguntando por mí.

—Sí, por suerte Marsi me ha sacado a tiempo y-. ¡Eh, eh! ¡Pero no le des ideas! —respondí horrorizado al ver lo que decía el bicho. Parecía amigable, pero su curiosa forma de ayudar seguía siendo demasiado reciente como para olvidarlo. «Espero que nunca me atragante delante suya. Con lo bestia que es podría rajarme la garganta e intentar sacarme manualmente la cosa que no me deje respirar».

—Yo soy Álvaro —dije, levantándome del borde de la fuente—. Y esta chica me ha dicho algo en lo que tiene razón —señalé a Alice con la cabeza sin dejar de mirar a la que parecía haberse autoproclamado portavoz del "grupo"—. Cuando os presentéis todos a ver si  ponemos en común lo que sabemos de esta ciudad ruinosa. ¿Alguno sabe por qué nos han traído aquí? O por qué nos han dejado metido en una cárcel medieval, ya puestos.

El insecto, tras disculparse repetidas veces por un error comprensible aunque peligroso, se me acercó. Pude ver los cuchillos que portaba al descubierto, pero no parecía amenazador. <<Es como un enano con sus armas allá donde vaya. Y si en su mundo es normal...>>

Mientras, Álvaro respondió, aunque no me gustó la forma de referirse a los no-terrícolas <<No son animales, son seres inteligentes. Si los calificamos así, ellos podrían hacer lo mismo>> pero no se lo recriminé ya que no era el momento. Además, la pelirroja con el pelo suelto se acercó y se presentó <<Surásara... Sara para abreviar. ¿Ibolia? Vale, no es terrícola... ¡Entonces la otra tampoco!>>

El insecto también me habló, señalando mis dibujos, y le respondí con una sonrisa:

-Son interrogaciones, representan la duda o preguntas. En el caso de tu dibujo significan que no sé qué eres ni de dónde vienes. En tu mundo hace más calor que aquí, ¿no? No he traído ninguna chaqueta, vivo en pleno desierto...-me lamenté.

De pronto escuché el pitido de un silbato en la fuente y me giré a tiempo de ver a la madre tarsero dirigiendo unas palabras al gran grupo. Seguidamente la gente empezó a presentarse, algunos de nuevo. E incluso Álvaro añadió mis dudas sobre qué hacer, a lo que saludé con la mano derecha al mencionarme. Marsi también dijo de dónde era y la miré extrañada... <<No me suena a nada... ¿Y si esos rasgos no son artificiales y también es de otro mundo?>> pensé, ilusionada con la idea. Tenía que indagar sobre los mundos de todos, esto era como el sueño de cualquier lector de fantasía. <<Y oh mira, otro/a nutrioide. Akasha... Me suena pero ni idea de qué...>>

-Yo soy Alice, Belfalas, Tierra Media. Bueno, casi, de la Tierra como Álvaro, Shaco y creo que esa otra chica de allí*. Somos todos alienígenas, al parecer.-añado riendo.-Esto es increible, increible. Tanto que cuando vuelva no me creerán... Pero hice dibujos de vosotros así que contará como prueba, ¡muajajaja!-y tras la carcajada fuera de lugar, carraspeo.-Perdón, que continúen las presentaciones.

Y vuelvo a preparar el lápiz por si alguien dijera de dónde es.

*NfdR: me refiero a Neith, para cuando aparezca.

El animal parece que me ha entendido, puesto que me hace señas para que beba de la fuente y vuelve a beber, demostrándome que no pasa nada mortal. Decido fiarme, principalmente porque la voz que tiene me gusta, más que por otra cosa. El agua no tiene nada en especial, o al menos no lo parece. Pero sé que pasa algo cuando, de repente, la entiendo.

-Genial…

El sonido de mi voz se me antoja diferente. Cierro la boca de golpe, muy sorprendido. Vuelvo a repetir “genial”, sólo para oírme de nuevo, y el cambio me marea. Si volviese a casa ahora…quién sabe cómo catalogarían mi voz. La perspectiva de pasar otro examen de voz y ante la posibilidad de tener ahora una voz horrible que le hiciera pasar a un gremio bajo, como el de los campesinos, hace que empiece a respirar más rápido y me ponga muy nervioso, tanto que apenas oigo el deseo de la chica que me ha recomendado que bebiera. Si no he entendido mal se llama Lara 37. ¿Pero qué clase de deseo es ese?

-Mi deseo...es Talento

Mientras digo mi deseo me lleno de orgullo. No en vano llevo el deseo del fundador del Coro. Estoy tentado de preguntarle de donde vino el suyo a la animal que dice tener por deseo Lara 37, pero antes de que pueda decir nada, se sube a la cascada, saca un silbato de aspecto horrendo y lo toca, llamando la atención del resto de seres que están congregados en la plaza. Entonces empiezan a presentarse todos. Tenía algo de curiosidad por saber cómo serían sus deseos, y a medida que van hablando mi sorpresa se acentúa. Los deseos que tienen son muy poco comunes, por no decir que no los había oído nunca. ¿Shaco? ¿Akasha? ¿Surásara? Muevo la cabeza con incredulidad.

-Soy Talento, un roquense de Hielo-en-el-Norte.-repito esta vez en voz más alta para que me oigan todos.

De momento estoy muy desconcertado y no estoy escuchando mucho las voces de los demás, así que de momento sólo confío más o menos en Lara 37, así que me acerco a ella y miro a los demás con algo de suspicacia. He ido recordando más detalles de la noche anterior, y ahora recuerdo que el que me trajo aquí me dijo que íbamos a otro mundo. Parece que hay muchos más mundos además de Roca Sagrada, dada la cantidad de seres diferentes que hay aquí. No sé si son violentos o no, pero de momento trato de alejarme del que ha tratado de ahogar al que dice ser Álvaro. Por precaución.

Lo que el de dientes puntiagudos le dijo descolocó a Xalkoth. -¿Y por qué iba a querer hacer eso?- El clinger no lo entendía. ¿Qué necesidad habría de matar a aun ser inteligente? No tenía ningún sentido. Solo se mata a los depredadores, y a las presas cuando se caza. Fuera de ahí acabar con vidas ajenas era perder el tiempo, a menos que tuvieras una buena razón, y obviamente no la había.
Como no lograba entenderlo decidió ignorar al ser del pelo rojo y centrarse en los dibujos del mamífero de antes.
“Entonces ¿representan dudas o preguntas? Pues sin duda tiene que tener muchas dado el numero de ellas que ha dibujado”

-¿Qué soy? Soy un clinger y vengo de... bueno de la nación arbórea, en Dryfus- Había empezado a hacerse a la idea de que seguramente ahora se encontraba en otro planeta. No tenía ni idea de cómo, pero desde luego no le habían mentido cuando le dijeron que vería lugares jamas vistos por la mayoría de los suyos, y eso solo hacía que aumentara su felicidad. “Si tan solo no hiciera tanto frío...”
-¿Más calor? Mucho más, o mas bien mucho menos frío. Ni en el peor de los inviernos había tenido tanto frío. Unas temperaturas como estas solo me las puedo imaginar en los polos, y en pleno invierno. ¿Desierto? Yo vivo en el bosque, pero he estado en desiertos. Son bonitos si te cuidas de que no te pille ninguna erupción sorpresa, pero para vivir lo veo duro-

El sonido del silbato hizo que Xalkoth pegara un brinco. Ya se había olvidado de la pastora en miniatura de antes, aunque seguramente no fuera una pastora visto que nadie parecía conocerse de antes.

-¡Oh! ¡Pues yo soy Xalkoth! ¡Holaaa!- Respondió con entusiasmo a la invitación de presentarse. -Y estoy perfectamente. Gracias por preguntar, aunque no hacía falta decirlo tan alto- Respondió también al naranjito que había pegado el grito. Al instante de de responder lo ignoró, para centrar su atención de nuevo en el del dibujo.
Tras la presentación y tras ver como se refería a la otra chica de su raza como “ella” el cilnger empezó a observarlos con detenimiento, identificando las diferencias entre los que debían ser hombres y los que eran mujeres. Esto le llevó a estar un minuto sentado mirando fijamente a cada uno durante un rato, algo que quizás molestase a más de uno, pero de eso Xalkoth no iba a darse cuenta. De tanto centrarse en eso no escucho del todo bien alguna presentación.
-¿Tierra a medias? ¿Y eso por qué? ¿Nunca la acabaron o es por otra cosa?-

Lara fue archivando como buenamente pudo los nombres en la memoria. El mono excéntrico de pelo naranja se llamaba Shaco; la niña de los bigotes, Akasha y luego estaba la enorme hembra pelirroja (cuyos desproporcionados pechos no sabía si quería saber para qué servían o qué clase de seres amamantaban). El comentario que hizo la última le hizo mucha gracia. <<Qué poco debe de haber leído>>.

-Mundos diferentes, planos opuestos, realidades alternas... ¡Qué más da! Vamos a partir la pana igual-se dijo convencida, más para sí misma que para la roja o el resto de jugadores-. Aunque para el caso, yo soy del Pezón Izquierdo de Ordesta.

Mientras faltara gente por presentarse, Lara decidió que no se bajaría de la fuente. Entre otras cosas porque así la diferencia de altura para con el resto de elegidos era menor. Los siguientes en pronunciarse fueron otra pelirroja, esta con parche, llamada Keiria; una macaca tímida con nariz felina, Marsi y el tipo que había sufrido los abrazos del insecto, que decía llamarse Álvaro. Cuando este preguntó la razón por la que habían venido y cuánto sabían, Lara no dudó en responder.

-Yo he venido a arrasar la partida por mis niños-puso los brazos en jarra en una posición que mataría de envidia a cualquier protagonista de sus novelas de romance y fantasía y luego se acarició el marsupio. Realmente no tenía tanta determinación y algunos de sus compañeros le seguían chirriando a la vista, por sus rarezas, pero eran todo lo que tenía y no podía permitirse dudar. <<Son elegidos, no pueden ser tan malos>>.

También sabía de sobra que esto era real, que era más que un juego y que la magia no era ficticia, pero veía necesario adoptar su filosofía rolera para la ocasión. Al fin y al cabo esto no dejaba de ser una aventura. Luego, sobre Rocavarancolia... lo cierto es que tampoco sabía tanto. Pero por lo que había visto, le parecían unas ruinas agradables, y, por lo que le había dicho dama Aroma, era una ciudad espléndida y maravillosa. Ninguna de esas dos cosas se contraponían radicalmente para Lara, que no entendía el descontento y la preocupación de la gente por ver edificios caídos. <<Los mejores lugares siempre aparecen al final del juego>> se dijo ilusionada.

Mantuvo esa línea de pensamientos durante toda la presentación de Alice Belfalas de la Tierra, hasta que volvió a hablar el pájaro Talento y recordó que había llamado deseo a su nombre antes. <<Podría llamar a mis niños con deseos también. Tal vez eso les de buena suerte. O podría llamarlos Amuleto y enumerarlos del uno al cinco... No, eso mejor no. Sería de muy mal gusto...>> y arrastró esa serie de ideas hasta la presentación del insecto Xalkoth. <<Da mucho menos miedo cuando se entiende lo que dice>>.

Continuó expectante, a la espera de nuevos nombres, y dispuesta a silbar de nuevo si alguno se callaba el suyo.

Me reí con ganas ante la actitud de Álvaro respecto a mi broma.

-No te preocupes, no permitiría que te ocurriese nada tan pronto, sin tener en cuenta que somos un buen puñao y que cualquiera podría detener al pequeñajo este.

Con la respuesta del bicho me puse un poco mas seria.

-Veras, solo era una broma, no iba en serio, pero supongo que no estas acostumbrado a mi humor así que....- me encogí de hombros.

Fui recogiendo los nombres de los demás y tratando de memorizarlos, <<Keiriarei...., bonito nombre>>. Vi como la ulterana saludaba a la otra punta de la plaza, y al mirar descubrí a un chico que se parecía a los otros dos de brazos extraños. Me acerque a el y observe lo que estaba haciendo, al parecer dibujaba, pero lo estaba haciendo sobre un holograma, el cual salia de su brazo metálico. Me acerque sigilosamente y mire como dibujaba, me sorprendió la calidad con la que lo hacia. Después de unos instantes no pude evitar dirigirme a el.

-Oye, ¿por que no vienes con el resto?,- le dije con una sonrisa,- estar tan alejado puede ser algo peligroso, y seguro que allí con el resto te lo pasas mejor que solo.

Le tendí la mano en señal en señal de invitación.

Archime se alejó de la fuente en cuanto los alienígenas comenzaron a hablar. No comprendía su jerga, no comprendía el comportamiento de algunos. El comportamiento de Xalkoth fue visto por el irrense como un acontecimiento de choque de culturas bastante remarcable al que sacó una foto justo después de que lo hiciese Ippon y asistió sin intención de intervenir. No creía que estuviese intentando matarlo, no tenía sentido. No le incomodó cuando Xalkoth lo observó fijamente durante un buen rato, supuso que estaría elaborando elucubraciones sobre las diferentes especies al igual que hacía él.

Siguió observando al insecto ahora que ya habían confirmado que era un ser inteligente, comprendiendo y realizando apuntes mentales de la lógica tras sus razonamientos, hasta que su atención se vio ineludiblemente desviada hacia el congénere del cosechador, un muchacho que dijo llamarse Shaco y que comenzó a farfullar de forma exorbitante diatribas incomprensibles para la cultura irrense. O eso supuso, la otra opción lógica era que tuviese algún problema mental.

El extraño pájaro con rasgos reptilianos también llamó considerablemente su atención, era de una especie desconocida hasta ahora. Su voz sonaba bien, agradable al oído, y decía algo sobre deseos que el biomecánico terminó deduciendo que se trataba de la forma de referirse a los nombres propios en su mundo, probablemente tendría algún tipo de connotación desconocida para él.

El programador no hizo ningún comentario mientras todos decían sus nombres, pero había dejado momentáneamente el ordenador de lado con el terminal abierto y el programa empezado para almacenar en su memoria todos los datos que estaba obteniendo. Cuando las condiciones resultasen más favorables seguiría con lo suyo y reharía su registro de... Aquella persona había sacado un engranaje. ¿Por qué llevaba algo así encima?

Archime se acercó cautelosamente a la chica de cabello rojo. A aquellas alturas ya había deducido que la mayoría de aquellos mamíferos disponían de dos pares de pechos que estaban permanentemente hinchados en el caso de las hembras y por tanto la que se había presentado como Keiriarei era una mujer. Le extrañó que tuviesen solo dos, incluso los Irrqin disponían de dos pares, pero podía deberse a algún vestigio evolutivo lógico de sus mundos.

-Yo soy Archime, pero he notado una cierta tendencia a acortarlo en Archi con considerable frecuencia -se presentó, considerando que era más práctico que supieran llamarlo e imitando la aclaración que habían hecho varios a ese respecto, sin mirar a nadie en concreto pero mientras se acercaba a la chica de los engranajes. Probablemente no le habían podido escuchar los más alejados, pero el chico no pensaba hacer nada por remediarlo por el momento.

Había mucho lío de voces, ahora casi todas comprensibles. Pero desde donde estaba no podía escuchar más que palabras sueltas, así que encendió la pantalla holográfica de su ordenador y se puso a rebuscar en los menús hasta llegar a la carpeta donde tenía alguna música guardada. De hecho, se sintió afortunado por tenerla descargada, gracias a que cuando subían a los viveros tampoco podía acceder a la red. Ahora todos los nombres eran imposibles de leer, así que optó por poner el reproductor en modo aleatorio y subió el volumen. La pantalla la apagó deprisa, cansado de morirse por dentro cada vez que la veía en ese alfabeto extraño y familiar a la vez. La música empezó a sonar, vibrante y pesada. En aquel ambiente surrealista era lo único conocido que tenía a mano. La chiquitaja peluda se subió a la fuente e hizo sonar algún tipo de silbato, pero no entendió una palabra de lo que decía, ni hizo ademán de apagar el reproductor de música. «Joder, que venga alguien de una maldita vez a explicarnos de qué va esto». La emoción hacía rato que había sido sustituida por ganas de darle una patada en los dientes al cosechador. Notando la exasperación, aceleró la velocidad de su tic con el dedo índice, y siguió observando a todas aquellas criaturas hablar entre ellas y con sus congéneres.