Plaza de la Fuente

Pronto la plaza era un caos de voces hablando entre sí, pero por suerte la comunicación común le haría la tarea mucho más fácil. El primero en dirigirle la palabra fue el chaval más joven, el cual se presentó rápidamente como Yrio para luego preguntarle acerca de "esas cosas" que tenía en la cabeza. El idrino tardó un poco en caer en la cuenta de que se refería a sus orejas, y sólo entonces se dio cuenta de que tanto las dos chicas coloridas como Yrio no poseían ningún tipo de pabellón auditivo.
-Orejas, sí- la curiosidad en los ojos del chico era palpable y le hizo reír-. Puedes tocarlas si quieres, sólo son para proteger los oídos. ¿Ninguno de los de tu especie las tiene?- preguntó con curiosidad.
Shizel alzó una ceja ante la pregunta de DL, y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no hacer una mueca ante la dentera que le produjo la pronunciación que hizo de su nombre. Años de crianza le empujaban a decir con delicadeza: "No se pronuncia así, es más sibilante, no lo hagas tan brusco", y sutilezas similares, pero dedujo que al igual que aquellos extraños no estaban instruidos en el lenguaje corporal, tampoco daban demasiada importancia a aquellos detalles.
-Creo que es lo lógico- se encogió de hombros-. No sé vosotros, pero nosotros tenemos casi todo Idris cartografiado y me parece altamente improbable que todos hayamos estado viviendo aislados en regiones distintas sin saber nada de la existencia de los demás. Además, el tipo de las máscaras me dijo claramente que existían otros mundos; es más, si vine fue por la oportunidad de poder visitarlos. Quizá no lo entendáis, pero estoy seguro al cien por cien de que no mentía- miró a Saren de reojo, con la esperanza de que le ayudara a explicarles que era casi imposible mentir directamente a un idrino que estuviese atento.
Escuchó pensativo las descripciones que hicieron DL y Thras, dispares entre sí. ¿Se repartirían el trabajo las personas de aquel lugar para reclutarlos? Se encogió de hombros ostensiblemente cuando el foner se preguntó qué estaban haciendo allí: el cosechador tampoco le había dado datos sobre qué hacer una vez hubiese llegado a Rocavarancolia.
Saren ya había bebido, y había indicado por gestos al pelirrojo de que también lo hiciera. Les había costado la vida y media arrastrarlo hasta allí, pero un argumento del norteño parecía haberle convencido para que bebiera él también. Shizel intuyó que tenía algo que ver con sus dos acompañantes (¿foneros? ¿foneranos?), contra los cuales el pelirrojo parecía tener una vendetta personal. Tras beber éste adoptó una expresión de angustia tan palpable que de nuevo sintió ganas de echarse a reír. No obstante el foner había hecho la pregunta directamente a Saren e irrumpir en la conversación sin ser invitado sería de mala educación, así que reprimió el impulso de tranquilizarle al respecto y en su lugar se limitó a incluirle también en su campo de visión, atento por si decidía por fin a decirles su nombre.
Mientras estaba distraído una de las dos chicas coloridas, la que decía llamarse Alder, se acercó y le palpó las orejas sin previo aviso. Se apartó algo molesto, pero por suerte la chica ya había encontrado a más víctimas.
-¿Y a ti no te han mencionado algo parecido respecto a ir tirando de las orejas a la gente sin preguntar?- inquirió irónicamente cuando la muchacha interpeló al pelirrojo.
-A mí me dijeron de magia y nuevos mundos. No sé qué te prometerían a ti, pero aparentemente nos han traído a este mundo para conseguirlo- le explicó a Thras-. Creo que a ninguno exactamente nos han informado más a fondo, ¿no?- dirigió una mirada circular al grupo.

Saren se giró hacia el pelirrojo que, dejando a un lado sus temores, se había acercado con él a la fuente, adquiriendo una postura mas erguida y digna, aunque se apreciaba resignación. El norteño se alegró de haber deducido todo aquello, al menos no había olvidado leer el lenguaje corporal. Observó como el chico de piel pálida bebía de la fuente, y notó como el cambio de idioma se producía en su interior.

El pelirrojo observó a la variopinta multitud que les rodeaba, y el norteño leyó de forma bastante acertada en su rostro, las opiniones que tenía de ellos. Su angustia aumento y se giró hacia el idrino haciéndole una pregunta.

-Podría apostar a que sí lo son -le dijo Saren con amabilidad-. Hay gente bastante rara -afirmo para si-, bueno, supongo que yo te puedo resultar tan raro como los demás -le dijo al pelirrojo con una sonrisa-. En cualquier caso, es un placer entenderte por fin. Mi nombre es Saren, de Idris, encantado -se presentó el idrino con cordialidad tendiéndole la mano.

En aquella marea de rostros desconocidos, poder familiarizarse con alguien era un alivio. No sabía si al pelirrojo le haría gracia tratar con alguien que no era de su raza, pero tenía que intentarlo, era una de las pocas personas que Saren conocía en aquella ciudad.

Una chica de pelo verdoso, la pareja de la de pelo azul, contesto también a la pregunta que el pelirrojo le había hecho a Saren. El norteño la miró, algo confundido, ya que la pregunta no iba dirigida a ella, pero se había metido en la conversación, de forma un poco brusca. Para los idrinos mas snobs, eso resultaba de mala educación, aunque Saren era norteño, y allí no se tenía muy en cuenta. En cualquier caso le resulto extraño el comportamiento de la chica, así como su actitud divertida, que se reflejaba en sus gestos. Se presentó también como Saren y le dedicó un gesto de saludo. Shiz fue algo mas irónico al respecto, y le interpelo algo a la chica a su vez.

El chico mas ligero de ropa del grupo, que en opinión de Saren debía de estar congelado, se puso en pie, aunque Saren no entendía como podía mantener el equilibrio, ya que estaba subido en unas plataformas muy raras, y llamó la atención de los cosechados. El chico se presentó, hablando de un modo, cuando menos, peculiar. Reflejaba confusión y frivolidad en su postura. Shiz, haciendo gala de la gran socialización propia de los lacustres, entabló conversación con él.

Un alboroto atrajo la atención de Saren. El chico bajito vestido de invierno, estaba gritando algo sobre unos dioses. El chico, de pelo blanco para variar, estaba asustado, y comenzó a desvanecerse, tropezando con Saren. El norteño, preocupado, le sujeto, evitando que se golpeara con el suelo, con cuidado, lo tumbo, arrodillándose junto a él y comprobando su estado.

Escucho atentamente la explicación de Shizel sobre su mundo y sobre el porqué se encontraban allí, le sonó extraño lo de la magia, ya que pensaba que solo era cuentos para asustar a los niños, al parecer no era así en otros mundos. Si, ya había aceptado lo de los diferentes mundos aunque aun le sonara extraño. No se lo espero para nada, cuando la chica Adel se le acerco y le soplo en pleno oído, sobresaltándolo y haciendo que se tapara este en un gesto instinto.

-No hagas eso de repente…-dijo D.L confundido por el gesto, sintiendo el cosquilleo habitual y frunciendo un poco el ceño. Definitivamente el sitio estaba plagado de extraños, opinión que el foner rojo sin nombre compartió con de una forma algo insultante. Pregunta que fue respondida por el tal Saren. Hubo una especie de reacción colectiva a las palabras del foner rojo, entre la crítica de Adel a este y la crítica de Shizel a Adel por lo de sus orejas, aquello parecía una guerra de a ver quién era más sarcástico. La repentina intervención del chico de vestimenta rara, o Thrasmy’s como se presento fue un incentivo más a esa conversación sin pies ni cabeza. Para rematar la escena, el chico de piel gris que había hablado sobre los Dioses comenzó a ponerse todo histérico y tembloroso, gritando cosas que a D.L le sonaba extrañas…y desmayándose repentinamente siendo ayudado por Saren. D.L miro a todos terminando por sentarse en el borde de la fuente, algo aburrido.

-Si es cierto lo que dice Shizel y no han traído por algo, supongo que o tenemos que buscar a los que nos trajeron…o esperar que vengan- comento pensativamente no muy seguro de ello mirando a los demás dirigiéndose a cualquiera, porque por el momento todo estaban en el mismo saco- ¿Qué piensan, deberíamos quedarnos aquí o movernos? Este sitio parece tan inseguro como todo lo que nos rodea - menciono echando un vistazo a las casa medio derruidas que se encontraban cercanas ala fuente

Apenas terminé con las presentaciones y Wintelgy empezó a explicar lo que para él eran los dioses. Su forma de describirlos llamó mi atención, pero no me sorprendió.

"Es de otro mundo. Que sus dioses no se parezcan en nada a los que conozco es completamente normal".

Pronto me dí cuenta del parecido entre lo que contaba y lo que nos había pasado y mi curiosidad aumenta, pero en seguida veo que algo no va bien.
El chico acababa de retroceder y estaba aterrado. Fuí testigo de como era presa del pánico y acto seguido se desmayó. Por suerte no llegó a caer al suelo.

Un chico de piel plateada y que parecía de mi misma estatura lo había sujetado a tiempo, evitándo que se golpeara. Me acerqué mientras lo tumbaba en el suelo y se arrodillaba junto a él. Me arrodillé a su lado y observé al chico inconsciente mientras intentaba pensar en qué debería hacer en esa situación. "Vamos piensa. Tiene que haber algo que puedas hacer." Entonces me acuerdo.

-¡Erin!- Grito mientras me giro para ver donde estaba -Si hay algo en tu mochila que pueda ayudarnos, ahora sería un buen momento para sacarlo-

Vuelvo a girarme, esta vez para encarar al desconocido que había sujetado a Wintelgy.

-¿Sabes si se encuentra bien?- le pregnunto, y me doy cuenta de que no sé su nombre -Esto... ¿Cómo dijiste que te llamabas?

Se suceden varias conversaciones banales a las que no presto atención, pendiente como estoy de la chica-gato y el sobreabrigado que habló de "Dioses". Por fin, este sigue hablando y exclamando, abatido. Me acerco a este a medida que habla y voy entrecerrando los puños según va mencionando ciertas palabras << Dioses... Amos... No oigo nada en femenino... Iba en serio el maldito libro... ¿Qué querrán de nosotros esos dioses? ¿Para qué traernos? ¿Elegidos entre nuestros conciudadanos? ¡¿A CUENTO DE QUÉ?! >>
-¿Agradecidos? ¿A dioses, amos, hombres que juegan con nosotros? ¿¡Agradecidos!?-inquiero casi fuera de mí, confuso y apunto de darle un zarpazo al chico.

Pero de pronto dice que no podemos huir de ellos << ¡Encima eso! >> Y se desploma... ¡Nos atacan! Detengo mi avance y miro en derredor varias veces, buscando algo o alguien que haya podido causar su caída, pero por lo que dice Pablo sólo se ha desmayado, así que respiro tranquilo volviendo las manos a los arneses. Me acerco al chico de pelo negro azabache y ropa negra, y cambio mi actitud, ya que necesito que siga hablando.

-¿Se pondrá bien? Necesito que siga explicando eso de los dioses... Todos lo necesitamos, realmente. Disculpas por mi salida de tono antes... Soy Atol, de Libo, otro mundo aparentemente.-acabo presentándome a ambos, Pablo y el de pelo negro, abatido por tener que decir semejante desfachatez sobre mi lugar de origen << Te acuestas en tu mundo, creyendo que es el único, y despiertas en otro para conocer cinco o seis más... Inaudito e increíble >>

Se había quedado empanada mirando el agua de la fuente, ajena a si llegaba alguien más o a si alguien respondía a su saludo. de hecho, el chico de las garras falsas lo había hecho, aunque no se enteró. << El agua es mágica >> , pensó, como solía hacer cuando no encontraba una explicación razonable a algo, aunque esta vez era diferente. Según lo que la había contado aquel hombre, aquí podría vivir una aventura de fantasía. Y muchas veces la fantasía implicaba magia, por lo que aquella frase bien podía ser cierta. Aún así no lo expresó en voz alta, pues no quería que la considerasen una loca. De repente, recordó que Pablo la había hecho una pregunta antes a la que no había contestado. -Sí, me preocupa más no poder acabar el libro. Dudo que aquí haya biblioteca, viendo el aspecto de la ciudad, y al menos así podemos entendernos todos -dijo. En ese momento, cayó en la cuenta de que él la había presentado a todos. En un principio tenía ganas de reprochárselo. Ella podía haberse presentado sola, no era una niña pequeña. ni nada por el estilo. Pero en seguida reconoció que se había vuelto a perder en su mundo y no se había enterado de que la habían preguntado quien era, por lo que no le dijo nada, sino que siguió a lo suyo, observando a la gente que llegaba. De entre ellos la que más le llamó la atención fue una mujer con rasgos felino

Tras heber observado fijamente un par de minutos a aquella chica-gato, miró a Pablo y al otro, que parecía llamarse Wintelgy. Él explicó que eran los dioses en su mundo, que resultaron ser bastante diferentes a lo que ella había oído toda su vida sobre lo dioses de la Tierra. Volvió a sumirse en sus pensamientos y al cabo de unos segundos, la voz de alguién la sacó de ellos de forma brusca. Se giró para ver la escena y vio a Wintelgy en el suelo, desmayada, con Pablo y un chico de piel plateada arrodillados a su lado y al chico que tenía los anillos en forma de garra también cerca -Creo que sí... - dijo, mientras se descolgaba su mochila de los hombros y la posaba en el suelo. Sacó el botiquin de primeros auxilios y se lo tendió a Pablo. Miró al chico de las garras, que decía llamerse Atol y ser de un mundo llamado Libo -Pablo y yo somos de la Tierra, y Wintelgy... No tengo ni idea de dónde es Wintelgy-dijo, de forma neutral. Se acercó a Wintelgy, llevando la mochila con ella, aunque la dejó en el suelo y la mantuvo abierta. Intentó seguir en el mundo real lo suficiente como para saber por qué el chico se había desmayado de repente.

Alder se adelantó a él lo que hizo que lanzase una exclamación de disgusto. Le hizo una mueca a la chica a sus espaldas y se quedó con un mohín en el rostro antes de volver a sonreir con curiosidad y proceder a acariciarle las curiosas orejas al chico llamado Shizel. Las tocó con mucho cuidado, como si temiese que fueran más sensibles de la cuenta o como si se fuesen a romper o dañar. Tenían un tacto curioso y tanto se ensimismó con ellas que el alboroto formado por el chico bajito de piel gris le cogió desprevenido. No había oído lo de los dioses, por eso le extrañó que se desmayase así de repente.

-¿Está bien?- preguntó preocupado.

La visión del cuerpo inmóvil le puso los pelos de punta, e inconscientemente se mantuvo lo más lejos posible de él. Los otros hablaban de dioses, dioses y mundos. Yrio no tenía muy claro qué eran los dioses, pero lo de los otros mundos le parecía incluso lógico. Poco sabía él de su propio mundo, pero algo tenía muy claro.

-El sol de Sinhdro no tiene nada que ver con este...- fue su única aportación al tema por el momento.

RR pensó durante unos segundos. No, definitivamente estaba en Rocavarancolia. No sabía si el resto de gente allí presente procedían de sociedades cómo la suya, y tampoco si, de ser así el orden sería cómo el de F.O.NE.R.A, pero aquel chaval de aspecto negro, el tal Saren, parecía de fiar, y su instinto reforzaba tal argumento. Tomó su mano de buena gana, agradecido por tener a alguien de su lado en aquel maldito descampado.

-RR, Casta Roja. De F.O.N.E.R.A, fontanero, un placer- dijo, con tono tranquilizante y lo suficientemente alto cómo para que los demás lo oyeran, mientras sacaba de su mochila un poco de liquen seco y hurgaba en el interior de su chupa en busca de un fajo de papeles de liar, preparándose con un gesto mecánico un cigarro con parte de la planta espizcada.

Poco después, le llegó la contestación de la chica roja, y al oír la referencia a “su madre”, se giró cómo movido por un resorte, clavando su mirada en sus ojos tras las gafas de soldador mientras se bajaba el pañuelo para insertar el cigarro entre sus labios y sacaba habilidosamente el mechero de otro bolsillo para encendérselo, con aire tan distraído cómo experto.

-Mira bonita.- le replicó con tono serio, haciendo una pausa para darle una calada al pitillo.- Madre tendrás tú, que pareces recién salida del coño de un auro. En otro orden de cosas, a mi me han enseñado rapidito, con prisas y con más bien poco interés, y si he aprendido algo en esta vida es que “por esta boquita” puede salir lo que a mi me venga en gana, porque posiblemente mañana no me despierte, con lo que más me vale irme tranquilo. Encantado, por cierto. Se huele en este descampado cierto perfume a simpatía. Si las cosas son cómo espero que son en este llano alejado de la civilización, en un par de días entenderás a lo que me refiero. O te irás de aquí con pelos en la lengua. Tú sabrás.

Supuso que le iba a replicar otra lindeza, pero tomó cómo prioridad contestar al chiquillo azul que a la cual había tirado de las orejas, diciendo que, teniendo en cuenta que si madre no tenía orejas... debía de habérsele olvidado.

Dirigió entonces su mirada al chaval que se acababa de desmayar, al que ya atendía Saren, tras haber dado una charla sobre alguna chorrada de acerca de dioses y discursos. Dejó escapar una carcajada ahogada y socarrona tras darle un nuevo calo al cigarro.

-Dioses… Joder, ciertamente parece que en vuestras probetas de pijos a algún repeinado os mezclaron con una rata. Y cómo los dioses de los que habla el chavalín sean cómo el que adoran los dientes largos de mi tierra, os puedo asegurar con toda seguridad y sin espacio de duda que estamos jodidos.

Y, tras decir esto, dio otro largo calo al pitillo, dejando que la sustancia comenzara a hormiguear por sus miembros, despertándole y manteniéndolo alerta.

Seon

El chico gris que se llamaba Wintelgy, segun le presentó su amigo rosado, se puso nervioso con la pregunta y dio una respuesta exaltada y extraña.
"¿quiere decir que son gente superior? ¿eso significa un Dios? ¿y que es un Dios para decidir sobre mi vida? Fui yo la que aceptó venir."
El chico se desmayó y corrieron a auxiliarle. Ella estaba asustada, no por sus palabras, sino por el miedo impreso en ellas.


Alder

Alder escuchó la retahila de RR con una sonrisa fiera. Se tomó primero la molestia de contestar a Shizel, de manera mucho mas afable:
- Teniendo en cuenta que mi madre no tenía orejas, creo que debió olvidarse.- soltó una risa a medias y se volvió hacia el chico de manera socarrona.- oh, sí, tu simpatía me deja de piedra, desde luego. ¿eres siempre así o es que hoy has pensado en causar buena impresión?

El chico con el que Seon se había parado a hablar se desmayó antes de gritar cosas sin sentido. Seon se agachó ayudarlo, y luego la miró como pidiendo alguna clase de confirmación. Pero ya habían ido a ayudarle, y con una ultima mirada de duda se acercó hacia ella y el borde, a quien Seon aun no había tenido el placer de conocer. Él ya estaba diciendo una última retahila de cosas, que si bien no entendieron del todo, tenían una clara finalidad hiriente.
- ¿quien es...
- hmm, pues no se que calificativo darle, pero me parece que se llama... RR
-hum.- Seon parecía querer apaciguarle. Alder se lo impidió con un beso.
- Olvidale, creo que la primera R es de Retrasado.

El chico de piel rosada, cuyo nombre era Pablo si a Saren no le había fallaba el oído, se agachó al otro lado del chico abrigado, preocupado también por su estado. Mientras Saren comprobaba el pulso del Wintelgy, Pablo llamó a la otra chica rosada, llamada Erin, que se acercó con una mochila bastante cargada. La chica sacó una especie de botiquín, y Saren lo cogió, sin saber muy bien que hacer con ello. Pablo le pregunto por el estado del desmayado, y aprovechó para que le recordara su nombre. En ese momento el de los ojos dorados, hacía una pregunta bastante importante, a la que nadie parecía contestar.

-Saren, mi nombre es Saren -le dijo con una sonrisa-. Y parece estar bien, solo se ha desvanecido, diría que por algún tipo de sofoco... no estoy seguro, pero no parece que corra peligro. De todos modos, ¿podrías ver si tiene alguna heria superficial? -le preguntó a Pablo tendiéndole el botiquín, no estaba seguro de saber como utilizar lo que había en esa caja, no era de su mundo.

El chico del cuerpo llenó de metal, se acercó, interesado también por el estado de Wintelgy. Se presentó Atol, y dejo ser de Libo. Visto de cerca, llevaba unas vestimentas bastante raras, sobre todo porque apenas iba vestido. Su cuerpo estaba pintado con distintos dibujos, y trozos de metal agujereaban su piel. Se presentó como Saren y le dijo lo mismo que a Pablo, asegurandose de que el chico violeta también lo oyera,a parecía asustado.

-No se -dijo Saren en voz alta, dirigiéndose hacia el de los ojos dorados, DL-, quizás deberíamos esperar un poco a ver si Wintel se despierta -dijo algo preocupado.

El norteño prestó atención a los comentarios ácidos que se estaban lanzando RR y Alder, la chica del pelo verde, y se acercó algo preocupado porque fuera a mayores, no era momento de ponerse a discutir de esa forma. Se acercó a RR y observó el palito entre sus labios, al cual prendió fuego y dio varios chupones, como si fumara en una pipa aromática idrina.

-¿Qué esa cosa que has envuelto en papel y estas chupando? -preguntó a RR, tratando de desviar su atención de la riña-, en mi mundo se fuma en una especie de pipas aromáticas, ¿podría ser algo similar? -se interesó, demostrando sincera curiosidad.

Tras largo rato observando al curioso grupo que tenía frente a él, el aburrimiento hizo presa del cuerpo de Timmy.
Habia seguido a ese grupo tan variopinto desde que saliera de las mazmorras. Lo había hecho sigilosamente, sin hacerse notar, siempre resguardandose en las sombras, como había hecho toda su vida. Cuando llegaron a la plaza decidio continuar oculto para ver como se desarrollaba la situación, pero era incapaz de aguantar más.
-Nos prometieron monstruos, pero ellos no son más que niños. Niños estúpidos y débiles. Algunos de lo más curiosos pero, aún así, niños estúpidos y débiles. Me aburren con sus tonterías. Esta ciudad es aburrida. Aún no he visto nada que la haga interesante.

De todas las personas del grupo solo conseguio entender medianamente lo que decían los que parecían ser también de la Tierra. Palabras sueltas, más que nada. Los otros hablaban idiomas del todo desconocidos para Timmy. Pero lo que más le sorprendió fue que cuando bebieron de la extraña fuente situada en el centro de la plaza, su manera de hablar cambió totalmente. No entendía absolutamente nada, pero estaba casi seguro de que todos habian empezado de pronto a hablar el mismo idioma.
-Vaya vaya, así que ese agua no es normal y corriente. Eso sí que es interesante. Parece ser que, después de todo, esta ciudad si que se guarda sorpresas. Bien, probemos ese agua, a ver como funciona. No obstante... creo que no sería adecuado presentarnos bajo esta apariencia ¿no crees, Timmy?

En ese momento se quitó la máscara.

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No recordaba donde se encontraba ni como había llegado hasta allí. Estaba algo aturdido, como si acabaran de darle un fuerte golpe en la cabeza. Se fijó en su entorno y vio a un grupo de niños, algunos de razas extraordinariamente desconocidas para él. Todos hablan un extraño idioma que no logró comprender, pero algo en su interior le dijo que si bebía de la fuente en torno a la cual estaban reunidos, podría saber de que estaban hablando.

Se acercó despacio, temeroso. No conocia a esa gente, y algunos le daban mucho miedo, pero de alguna forma creyó saber que eran pacificos y amistosos. No conseguía explicar esas sensaciones que sentía a veces, como si algo que le era totalmente desconocido le resultase extrañamente familiar de una forma que no lograba comprender.

Se encaminó hacia ellos sin saber si se percatan o no de su presencia, pues procuraba no mirarles a los ojos. Le asustaban. Tenía miedo, siempre lo había tenido. Se acercó a la fuente y cogio un poco de agua entre sus manos. La miró fijamente antes de introducirla en su boca y saborearla.

Era extraño. Como todo lo ocurrido en las últimas horas, notaba algo inexplicable. Notó como dejaba de pensar en inglés, como si hubiera olvidado ese idioma. Entonces comenzó a oir en su mente palabras que, pese a que ahora le eran totalmente familiares, no recordaba haberlas conocido antes. Entonces se giró hacia el resto del grupo e intentó esbozar una patética sonrisa, fruto de su innata timidez unida al terror que sentía en ese momento.

-Ho..hola. Me llamo Timmy. Timmy O'Connors.

Macak los fue escuchando presentarse, y al ver que los entendía por fin se alegró. <<¡Son varmanos! Raros, sí, pero son varmanos>>. Se alegró mucho de que hablaran la lengua de los Granta y no reparó en lo extraño de la situación hasta oírse a sí misma decir:
-Hola, yo me llamo Macak y soy Granta -sonrió, un poco tímida.
Un instante después reparó en cómo había sonado su voz y abrió los ojos con gran sorpresa. Se dio cuenta por fin de que no eran ellos los que hablaban su idioma, si no que era ella quien había cambiado. Miró la fuente con gran horror y un segundo después se encojió de hombros. Qué más podía dar: si estaba en rocavarancolia tendría que hablar rocavarancolés. Le daba un poco de pena haber olvidado su idioma natal, pero decidió ignorar esa sensación.
Se dirigió hacia el último chico que había llegado y le dirigió una sonrisa.

Esta vez, ambas caminaron mirando hacia todos los lados, intentando reconocer el camino. La libense recibió sin mucha ceremonia el trozo de galleta que Alder le ofreció y se lo comió de un bocado. Necesitaba fuerzas ya que no sabía cuánto tardarían en llegar al torreón. Por suerte para ambas, llegaron a la plaza de la fuente de las serpientes. Karime recordaba la fuente del primer día, cuando había llegado ahí con Ariv y había bebido esa agua que había cambiado su idioma.

- Supongo que ya no estaremos muy lejos, ¿no?- comentó la libense, mirando como el cielo se oscurecía.- Se hace de noche y me gustaría llegar al torreón antes de que no pueda ver un palmo más allá de mis narices.


Sigue en el Torreón Maciel.

El chorro de agua que manaba por una de las bocas de serpiente se vio interrumpido por las manos de un Dirke sediento. El alemán había tenido que darse una buena caminata en El Macetero hasta el portal que comunicaba con Rocavarancolia y, desde este, un buen paseo en patines hasta la fuente. Había estado viviendo bien en el bosque, con los repobladores funcionando de mayordomos por decisión propia. Pero como solía ocurrirle se había acabado aburriendo. La naturaleza estaba bien, pero aún así ¿de qué le había servido tanto estudiar rocavarancolés si al final no podía hablarlo con nadie? Quería hacer algo nuevo, algo que involucrara gente igual a él. Igual o parecida, al menos, no era necesario que fueran medio árboles. Simplemente, se apañaba con que no lo vanagloriaran por alguna creencia absurda y, en menor medida, que no chillaran ni hicieran ruidos exagerados. Los repobladores le resultaban cargantes a ratos, a pesar de cuánto lo consentían.

Cuando acabó de beber, se sentó en el bordillo de la fuente y se ajustó los patines. Aparte de estos y su boina con las gafas, Dirke solo llevaba una prenda con un parecido relativo a unos calzones, fabricada con hojas cosidas y cuyo objetivo principal era taparle las vergüenzas. Desde un tiempo a esta parte se sentía más cómodo yendo sin ropa, pero si no quería llamar la atención por la ciudad, tenía que taparse mínimamente.

Una vez tuvo los patines bien ajustados y se sentía más descansado, agarró la lanza que había dejado en el suelo y echó a rodar. Estaba deseando llegar a la sede para conocer a sus compañeros y comenzar a entrenarse como era debido.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Tras vagar un buen rato sin rumbo fijo, al final el sonido del agua acabó llevándome hasta la plaza. La reconocí enseguida. Aquí era donde había podido entender al resto por primera vez, la fuente cuyo agua te hacía olvidar tu lengua y te enseñaba la de la ciudad.
Aquí era donde había empezado todo, donde había hablado con los demás por primera vez y que me entendieran.
De forma general, y excluyendo el encuentro caótico en las mazmorras, aquí era donde la criba había empezado. El hecho de que estuviera aquí ahora que había terminado era curioso por lo menos.
Me senté en el bordillo y cogí un poco de agua para dar un trago. Mientras bebía me di cuenta de que el agua ya no me saciaría la sed nunca más, así que beber era bastante inútil. “Cuantas cosas han pasado”

Y cuantas quedaban por pasar. No supe cuanto tiempo estuve allí sentado, pero en algún momento me di cuenta de que había dejado de respirar. Al principio me alarmé y cogí aire rápidamente, pero poco a poco me fui dando cuenta de que no me pasaba nada por contener la respiración. Acabé por soltar todo el aire de mis pulmones y esperar sin volver a tomar aire de nuevo. Pasó el tiempo y no notaba nada, así que al final terminé por creérmelo. “No necesito respirar”
Bueno, si quería hablar iba a tener que hacerlo de todas formas, pero el hecho de que no era necesario... “Parece que realmente estoy muerto. Pero entonces si no necesito ni comer ni respirar... que hace que me mueva?”

La respuesta era tan evidente que casi me atizo a mi mismo por idiota. 
“La sangre”

Toda la calma del lugar llegó a a su fin de repente. La primera señal fueron los temblores, leves al principio, pero que fueron aumentando poco a poco. Al principio solo me extrañé, pero cuando noté la sacudida mágica sí que me alarmé bastante. “¿Qué coño ha sido eso? ¿Magia?”
A partir de ahí los vientos comenzaron a soplar con mucha mas fuerza de la que había visto nunca, y los temblores llegaron a tal punto que me costó mantener el equilibrio.
“¿Esto es por la luna? ¿Se supone que es algo normal?” Quise convencerme de que era algo normal, que cada luna era igual, pero cuando vi como se derrumbaba el primer edificio comencé a dudarlo, y mis dudas fueron aumentando más y mas a cada cosa que empeoraba. “Que se supone que debo hacer. ¿Me muevo o me quedo aquí a esperar a que todo se calme?”

La ciudad decidió por mí. Con todos los temblores constantes, no pude darme cuenta de que no todos tenían un mismo origen. Si el agua de la fuente no estuviera tan agitada quizás habría visto las ondas y vibraciones propias de cuando el suelo retumba por los pasos de algo grande que se acerca.

Aun así lo vi con bastante antelación. No habría podido describir qué tenia delante, solo podría decir que era grande, y con una forma totalmente deforme. Sus extremidades eran una mezcla extraña entre varias especies escamadas y acababan en lo que parecían ser muñones, como si alguien se hubiera olvidado de ponerle manos, o garras. Tampoco tenía nada que se pareciera a una cabeza. Varios ojos recorrían la parte delantera del torso, colocados sin ningún orden aparente.
Rápidamente saqué el arco y lo tensé con una flecha paralizante. Si hacía el mas mínimo ademán de acercarse o atacar dispararía.
No hizo falta esperar mucho, ya que embistió casi en cuanto me tuvo a la vista, con una velocidad sorprendente teniendo en cuenta su tamaño. Apenas lo vi venir solté la flecha, que acertó de lleno. Sin embargo, en vez de clavarse en la carne, rebotó contra la piel, como si esta fuera de metal. La runa de parálisis si se activó no causó efecto alguno.
Antes de que pudiera reaccionar, la criatura ya había acortado distancias y me asestó un golpe directo con uno de los dos muñones. 

El golpe fue brutal. Debido a la conmoción casi no me di cuenta, pero salí despedido varios metros hasta estrellarme contra la pared de un edificio, para luego caer un par de metros hasta estrellarme contra el suelo. Sorprendentemente, no me había roto ningún hueso, ni parecía que hubiera sufrido ninguna herida que me incapacitara, aunque heridas si que había sufrido unas cuantas, pero no demasiado graves y algunas ya estaban empezando a sanar. “Bendita regeneración”
Apenas tuve tiempo de pensar nada más. En el tiempo que me había llevado recuperarme del golpe ya tenía a la criatura encima de nuevo, y esta vez dio un salto para aplastarme. Tuve el tiempo justo para convertirme en polvo y dispersarme lo justo como para que el pisotón no me hiciera puré, y el golpe tuvo suficiente potencia como para que el muñón que se suponía que era un pie se hundiera en el suelo, lo que sirvió para asustarme aun más de lo que ya estaba, y ya estaba muy asustado desde el principio. 
“Si no llega Jack a enseñarme a convertirme en polvo ahora estaría muerto”

El monstruo no parecía haberse dado cuenta de lo que había pasado, y ahora escarbaba en el agujero que había hecho al intentar golpearme, buscándome. Aproveché la distracción para reagruparme y volver a alejarme, pero sin alzar el vuelo. No quería que se repitieran accidentes como los de antes.
Una vez estuve a una distancia prudencial volví a mi forma humana y le apunté otra vez con el arco. 
En circunstancias normales habría huido, pero me había golpeado y mis instintos pedían una venganza a gritos.
Esta vez cargué una flecha explosiva. “A ver si puedes aguantar esta con la misma facilidad” 
Esta también dio en el blanco, y pude ver con satisfacción como la explosión envolvía a la criatura.
-¡Toma! ¿Que dices a eso?-

Mi alegría duro bien poco, apenas se despejó un poco la explosión pude ver que el bichito, no solo seguía entero, sino que ahora estaba totalmente en llamas. Llamas que no parecían estar causándole ningún daño. “¡Joder! ¿Peor de que coño está hecha esa cosa?”
Ahora no solo tenía que enfrentarme a una cosa deforme y jodidamente fuerte que me superaba, sino que encima estaba cubierta de fuego. “¿No dijo Jack que el fuego era letal para los vampiros? Que listo he sido. Solo me falta pintarme una diana en la frente”
Además ahora estaba claramente furioso. No tardó en lanzarse a embestir de nuevo, y lo único que se me ocurrió en ese tiempo fue hacerme polvo otra vez y colarme por las rendijas de la puerta de la casa más cercana.
No había mucho que ver del edificio por dentro, paredes y un par de muebles, nada más. Sin recuperar mi forma y arrastrándome por el suelo me desplacé tan rápido como pude a la habitación con ventana más cercana, a tiempo de ver como la puerta de antes y un buen pedazo de pared saltaban por los aires al recibir un golpe de uno de los muñones.
Esta vez sí que se había dado cuenta de que el polvo era yo, pero ahora mismo no me veía y había empezado a destrozar toda la casa, golpeando en cada lugar en el que veía un poco de polvo. Con todo el sigilo que pude me escurrí por una ventana y recuperé mi forma una vez estuve fuera.
El monstruo no se había dado cuenta de que había salido, y seguía derrumbando la casa poco a poco mientras golpeaba cada mueble pared o puerta que veía manchada de polvo.

“Por ahora lo he despistado. Será mejor que me largue”