Rocavaragálago
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Rocavarancolia Rol
23 participantes
- Rocavarancolia Rol
Rocavaragálago
02/08/11, 06:33 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Con aspecto de iglesia gótica, repleta de torres y construida en piedra arrancada de la misma Luna Roja, desprende poder y energía. Resulta terrorífica a la vista y su sola presencia quita el aliento. Tiene forma de decaestrella. De sus paredes se se desprenden pavesas diminutas en un fuerte torrente a la llegada de la Luna Roja. Estas son conocidas como polen de la luna y flotan durante días por la ciudad, acelerando las transformaciones.
Está rodeada por un foso de lava. Frente al edificio se alza un obelisco.
Está rodeada por un foso de lava. Frente al edificio se alza un obelisco.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Desde la distancia, la piedra roja de Rocavaragálago parecía pulsar como un organismo vivo. Sus muros rugosos e irregulares se disparaban hacia lo alto, rodeados de un foso de lava ardiente y burbujeante. Un verdadero bosque de torres afiladas, pináculos, contrafuertes y minaretes puntiagudos se arremolinaba en torno al cuerpo central de aquella grotesca catedral, unido a ella por arbotantes delgados y asimétricos. En toda la superficie del edificio no había el menor indicio de puerta o ventana
alguna. Era una mole de roca oxidada que se alzaba como un grito de piedra entre la última línea de edificios de la ciudad y las estribaciones de las montañas.
Héctor ignoraba qué partes de aquella historia eran reales y cuáles mera leyenda, lo único que sabía era que la sola proximidad de aquel lugar le daba ganas de gritar. Caminar cerca de ella asfixiaba, quitaba el aliento. Por eso, a pesar de la insistencia de Bruno por hacer lo contrario, nunca se aproximaron demasiado a ella. No osaban ni siquiera caminar por la explanada que la rodeaba, ni entrar en los pocos edificios que se levantaban en sus cercanías. Y aun así, era difícil ignorarla. Su presencia pesaba en el ánimo, arañaba la mente de una manera insidiosa aunque no se la mirara, como si reclamara la atención que se merecía. Los pocos días que dedicaron a explorar esa zona, acabaron agotados, pero era un cansancio mental más que físico.
—Es como si te absorbiera el alma —dijo un día Rachel. Y Héctor no pudo más que estar de acuerdo. Nadie podía tener pensamientos alegres o positivos en la proximidad de aquella mole.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Rocavaragálago
05/09/18, 04:21 pm
Su sugerencia cobró más fuerza de la que el daeliciano esperaba. Eitne salió enseguida, dejando que la lluvia lo empapara. Era una sensación extraña la de las gotas contra su cuerpo, pues a veces se sentía más ligero que ellas, pero no se convirtió en un colador con forma de león y eso era de agradecer. Aguardó con impaciencia a que salieran todos, dando pasos hacia adelante y hacia atrás, girando… Acostumbrándose a la novedad de ser cuadrúpedo. A pesar de estar a cuatro patas, su forma nocturna era tan grande que no notaba ningún cambio en altura. Cuando Milo y Rox salieron, el león pestañeó varias veces, esperando que sus ojos enfocaran mejor al nuevo coreano. No ocurrió. Rox parecía una etapa intermedia de un dibujo hiperrealista cuyo autor no había logrado acabar. Por algún motivo, el niño no lo encontró horrible, sino encantador.
Nadie decidió un camino, pero no hizo falta. Las pintas rojizas que flotaban en el aire eran hipnóticas y Eitne, como Nime o Adru, parecía contento de seguirlas. Lo cierto es que estaba contento con todo. El niño no paró de hablar mientras avanzaban y, cuando callaba, era para intentar correr. Se sentía revigorizado, flotaba tanto o más en el sentido emocional que en el físico, pero lo que era acelerar… Eitne se dio de bruces contra el suelo varias veces en un intento de lanzarse a la carrera. Tiznó la oscuridad líquida de su cuerpo con el marrón del barro y aun así no paraba de reír a carcajadas. Daba igual caer de boca que de costado, apenas sentía el golpe. Con la luna sobre ellos, su nuevo cuerpo humeante y su movilidad restaurada, Eitne era feliz.
Eitne no fue consciente de lo que dijo el pregón, la presencia imponente de Rocavaragálago lo dejó boquiabierto, embelesado hasta el punto de que no parecía existir nada más que aquella catedral tallada en rojo. Las pavesas se desprendían de ella, dejando claro su origen, pero quizás lo más impactante era el foso de lava que la rodeaba. Fue la primera vez que sintió pavor desde que descubrió su nueva forma y le duró muy poco.
—¿Qué? ¿Qué ha dicho? —preguntó a nadie. Adru le ayudó a aclararse un poco y la confusión quedó eclipsada de nuevo por una felicidad imbatible—. ¡Tendremos una casa nueva! ¡Y seguro que será mejor que la nuestra!
Eitne no se acordaba de su familia en aquel instante. No se preguntaba por qué no les habían dicho si volverían, ni siquiera se cuestionaba si podría volver siendo lo que era ahora. En ese instante solo tenía ganas de volver a ver a la niña flotante, al otro daeliciano o al bichín verde; de encontrarse también con el grupo de Inna y Eorlir y enseñarles que todos habían logrado vivir. Quería saber si Ain o Drake o Drusar o Hiss habían vuelto como fantasmas para volver a verlos, igual que quería acercarse un poco más a la catedral, a pesar de que el edificio le imponía tanto que Eitne tenía miedo de que le absorbiera.
—¿No era aquí donde había que tirar la ropa? —dijo de pronto, acordándose del texto que fotografió Rena el día que Hiss murió.
Nadie decidió un camino, pero no hizo falta. Las pintas rojizas que flotaban en el aire eran hipnóticas y Eitne, como Nime o Adru, parecía contento de seguirlas. Lo cierto es que estaba contento con todo. El niño no paró de hablar mientras avanzaban y, cuando callaba, era para intentar correr. Se sentía revigorizado, flotaba tanto o más en el sentido emocional que en el físico, pero lo que era acelerar… Eitne se dio de bruces contra el suelo varias veces en un intento de lanzarse a la carrera. Tiznó la oscuridad líquida de su cuerpo con el marrón del barro y aun así no paraba de reír a carcajadas. Daba igual caer de boca que de costado, apenas sentía el golpe. Con la luna sobre ellos, su nuevo cuerpo humeante y su movilidad restaurada, Eitne era feliz.
Eitne no fue consciente de lo que dijo el pregón, la presencia imponente de Rocavaragálago lo dejó boquiabierto, embelesado hasta el punto de que no parecía existir nada más que aquella catedral tallada en rojo. Las pavesas se desprendían de ella, dejando claro su origen, pero quizás lo más impactante era el foso de lava que la rodeaba. Fue la primera vez que sintió pavor desde que descubrió su nueva forma y le duró muy poco.
—¿Qué? ¿Qué ha dicho? —preguntó a nadie. Adru le ayudó a aclararse un poco y la confusión quedó eclipsada de nuevo por una felicidad imbatible—. ¡Tendremos una casa nueva! ¡Y seguro que será mejor que la nuestra!
Eitne no se acordaba de su familia en aquel instante. No se preguntaba por qué no les habían dicho si volverían, ni siquiera se cuestionaba si podría volver siendo lo que era ahora. En ese instante solo tenía ganas de volver a ver a la niña flotante, al otro daeliciano o al bichín verde; de encontrarse también con el grupo de Inna y Eorlir y enseñarles que todos habían logrado vivir. Quería saber si Ain o Drake o Drusar o Hiss habían vuelto como fantasmas para volver a verlos, igual que quería acercarse un poco más a la catedral, a pesar de que el edificio le imponía tanto que Eitne tenía miedo de que le absorbiera.
—¿No era aquí donde había que tirar la ropa? —dijo de pronto, acordándose del texto que fotografió Rena el día que Hiss murió.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Rocavaragálago
06/09/18, 08:41 pm
Los cuentos que le narraban de niño no podían hacerle justicia. Las historias de dioses y demonios quedaban cortas y opacas ante tal gloria. La mismísima ciudad ruinosa parecía alabar y gritar al glorioso astro que estaba en el cielo. Ni siquiera la peor pesadilla de lluvia y sangre habría preparado a Zob para ese momento. Había seguido a sus compañeros detrás de la osa que se puso a correr, extrañamente eso le parecía lógico, correr y seguirla, pero la lluvia y la Luna lo tenían ensimismado y calmado, disfrutándolas poco a poco. Caminaron por las calles que antes le parecían una trampa, y de hecho, posiblemente seguían siéndolo, pero ahora eran todos parte de la ciudad. De rato en rato murmuraba un poco para ver intentar alguna forma de calmar los siseos al hablar, pero nada funcionaba por ahora. Los callejones y caminos ruinosos los guiaban con destellos rojos, nadie dijo por donde debían ir, solo seguían andando poco a poco.
Rocavaragalago se alzo frente a ellos, imponente y destellante. las aristas de la construcción formaban sombras imperceptibles ante el destello de la lava y las caricias de la lluvia. El corazón oscuro de aquel reino parecía invadir los ojos asesinos del nuevo basilisco. Aquello era lo que habían tratado de imitar en Varanublia, pero, allí parado frente a la catedral original, podía afirmar que esta era simplemente única. Los contornos, el color, todo eso significaba demasiado para el nublino. Su boca se había abierto dejando las garras a los costados sin moverlas. Ahora era parte de Rocavarancolia, mas allá de ser dios o demonio.
El pregón lo tomo por sorpresa, como a todos, aunque dudaba que les regalaran las cosas de tan buena forma después de haberlos abandonado durante tanto tiempo. La idea de vivir con más gente era agradable, pero eso mismo era preocupante. No pudo evitar pensar en mas personas como Verael y su hambre. Y definitivamente lo ponía de los nervios el tener que hablar a más gente tal como lo hacía ahora. Cuando Eitne menciono lo de la ropa se sorprendió haberlo pasado por alto. No tenia posesiones para completar el rito que mencionaba el viejo papel aquel, y tampoco tiraría su ropa. Había cambiado y estaba emocionado pero aun mantenía los modales que le habían enseñado por tantos años. Pero lo del nombre...
Volteo incrédulo mirándose de nuevo y mirando los rasgos de los demás a la luz de aquel lugar. Sus amigos de verdad parecían seres enormes y poderosos, pero seguían siendo ellos. Aquello había sido su ancla a la locura y la desesperación durante las primeras noches. Luego sus amigos lo sustituyeron, pero aun así no lo había olvidado. Zob, Zobriel.....el sabía muy bien que aquel nombre, aunque suyo, le había pertenecido a otro más de su familia antes que él. Y ahora era el momento en que podía elegir uno por sí mismo. Todas las horas y noches de su infancia pensando en nombres para algún día regresar y decírselos a su abuela ahora le parecían tontos, pero útiles.
- Sssí....Yo.... - apretó los dientes y miro alternativamente a la roja construcción y al suelo- Había pensss...había meditado y creo que yo lo haré....cambiare mi nombre en....en el futuro. Quiero encontrar algo nuevo para mi...quiero...cambiarlo en algún momento. - busco mecánicamente en sus bolsillos algo mientras se ruborizaba. EL viejo Zob siempre se quedaba a media frase, así que trago su saliva y se obligo a decir algo mas para no quedarse en el aire.- ¿ Alguien va a lan....arrojar algo allí abajo? Digo, puede que hayamos encontrado un viejo papel que no importa tanto ahora, pero molaría arrojar algo... . Lo único que tenia Zob en ese momento eran sus amigos y su ropa vieja, y aunque ansiaba esa nueva vida, necesitaba ambas cosas.
Rocavaragalago se alzo frente a ellos, imponente y destellante. las aristas de la construcción formaban sombras imperceptibles ante el destello de la lava y las caricias de la lluvia. El corazón oscuro de aquel reino parecía invadir los ojos asesinos del nuevo basilisco. Aquello era lo que habían tratado de imitar en Varanublia, pero, allí parado frente a la catedral original, podía afirmar que esta era simplemente única. Los contornos, el color, todo eso significaba demasiado para el nublino. Su boca se había abierto dejando las garras a los costados sin moverlas. Ahora era parte de Rocavarancolia, mas allá de ser dios o demonio.
El pregón lo tomo por sorpresa, como a todos, aunque dudaba que les regalaran las cosas de tan buena forma después de haberlos abandonado durante tanto tiempo. La idea de vivir con más gente era agradable, pero eso mismo era preocupante. No pudo evitar pensar en mas personas como Verael y su hambre. Y definitivamente lo ponía de los nervios el tener que hablar a más gente tal como lo hacía ahora. Cuando Eitne menciono lo de la ropa se sorprendió haberlo pasado por alto. No tenia posesiones para completar el rito que mencionaba el viejo papel aquel, y tampoco tiraría su ropa. Había cambiado y estaba emocionado pero aun mantenía los modales que le habían enseñado por tantos años. Pero lo del nombre...
Volteo incrédulo mirándose de nuevo y mirando los rasgos de los demás a la luz de aquel lugar. Sus amigos de verdad parecían seres enormes y poderosos, pero seguían siendo ellos. Aquello había sido su ancla a la locura y la desesperación durante las primeras noches. Luego sus amigos lo sustituyeron, pero aun así no lo había olvidado. Zob, Zobriel.....el sabía muy bien que aquel nombre, aunque suyo, le había pertenecido a otro más de su familia antes que él. Y ahora era el momento en que podía elegir uno por sí mismo. Todas las horas y noches de su infancia pensando en nombres para algún día regresar y decírselos a su abuela ahora le parecían tontos, pero útiles.
- Sssí....Yo.... - apretó los dientes y miro alternativamente a la roja construcción y al suelo- Había pensss...había meditado y creo que yo lo haré....cambiare mi nombre en....en el futuro. Quiero encontrar algo nuevo para mi...quiero...cambiarlo en algún momento. - busco mecánicamente en sus bolsillos algo mientras se ruborizaba. EL viejo Zob siempre se quedaba a media frase, así que trago su saliva y se obligo a decir algo mas para no quedarse en el aire.- ¿ Alguien va a lan....arrojar algo allí abajo? Digo, puede que hayamos encontrado un viejo papel que no importa tanto ahora, pero molaría arrojar algo... . Lo único que tenia Zob en ese momento eran sus amigos y su ropa vieja, y aunque ansiaba esa nueva vida, necesitaba ambas cosas.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Rocavaragálago
09/09/18, 12:11 am
—¿Pero tú tienes ojos en la cara? Me queda genial.
Aún así, sus palabras calaron en él. Quería destacar en algo ahora que podía, asi que no aceptaría ir mediocre o con su color de pelo por defecto. Se miró la sudadera, luego ajustó el tono a un rojo más opaco y suave, que fuese a juego con el verde oscuro de esta y a la vez resultase vistoso. Un último vistazo a la olla para salir de dudas. Al terminar, lanzó una mirada de reproche al irrense, como si le retara a decir algo.
Cuando este se disculpó, sin embargo, Rox suavizó la expresión. Sacudió la mano para quitarle peso.
—Ey, da igual. Cosas de la luna. No pasa nada, Milo. Al menos fue por eso, yo quería irme por otras cosas. —rio suavemente, con sarcasmo—. Que te pirases hasta me parece normal comparado con todo lo demás.
Se apresuraron en salir y alcanzar al grupo. Antes de cruzar la puerta, se aseguró de apartar sus huesos a otro lado, prometiéndose que los recogería luego.
La luz de la luna y su inmensidad hacían que la ciudad pareciera otra. El color rojo llenaba las calles, diluyendo la sensación de que fuera de noche. Aquel detalle mezclado con la energía que le recorría por dentro, hacían creer al chico que acababa de despertar. Pasó el camino emocionado, hablando a voces y riendo con sus amigos, disfrutando de verles correr, saltar y gritar con sus nuevos cuerpos. Le sorprendía, especialmente de sí mismo, estar paseándose por las mismas calles que hasta entonces habían estado vetadas, que tanto miedo le habían generado. Y todo por que sí, por seguir unas luces en la distancia. Los destellos de la luna roja podrían haber hecho del escenario algo más terrorífico, pero el efecto era el contrario. Estaba maravillado, pensando en lo mucho que mejoraría todo si tan solo hubiera vegetación. El edificio al que llegaron, sin embargo, era precioso por sí solo. Se había quedado boquiabierto, hipnotizado por la cortina de lava, incrédulo de que semejante estructura fuera posible, pero incapaz de dudar de su veracidad; el calor que emitía aquella cosa dejaba las cosas claras. Quería acercarse más, mas tuvo que detenerse de sopetón al recibir el mensaje.
Rox, al igual que Eitne, no pensó en su familia. No porque la hubiera olvidado, sino porque tenía otros objetivos de primera necesidad en mente, así como la esperanza de que esos nuevos refugios estuvieran en mejores condiciones que el actual. Fantaseó con camas buenas, baños decentes, bañeras que no dieran grima y comida más variada que la de las cestas. Se imaginó una casa de verdad. La idea le entusiasmó, aunque la siguiera viendo como algo de paso antes de poder marcharse definitivamente. Necesitaba aprender más de sí mismo, y sobre todo necesitaba una habitación propia.
—¡Tíos! ¡Pues cuando terminemos la vuelta tenemos que hacer las maletas!
El pregón había puesto la cereza en el pastel, mejorando su humor por completo, y por lo visto el de otros a su alrededor. Eso sí, cuando pasaron a hablaron de tirar prendas, tal como decía la supuesta tradición, Rox puso cara de disgusto.
—Ni de coña. No le voy a dar nada más a la ciudad. Ya se ha quedado bastante. —luego, añadió en voz más baja—. Mi nombre menos.
Aunque a fin de cuentas fuese más australiano que asiático, el joven había sido criado bajo la influencia de la cultura coreana. Para ellos los nombres eran algo sumamente importante, y Rox, a pesar de todo, consideraba el suyo un regalo de sus padres. Por mucho que lo cortase siempre, Roxanne no era un mal nombre. Pensar que Zobriel fuese a cambiar el suyo le daba un poco de pena, pero procuró no meterse en su decisión. Suspiró suavemente, tratando de escurrir sus propias palabras de haber sonado muy tajante.
—Ojalá me hubiera traído la mano. Habría lanzado el dedo del medio. Pero... —dobló la pierna para quitarse el zapato y el calcetín. Dejó la zapatilla en el suelo para meter el pie de nuevo en ella. En sus manos, un calcetín gris corto, raido del uso, con un agujero enorme en el que se le colaba constantemente el dedo gordo. Sonreía—. Si todos tiráis algo me apunto.
Aún así, sus palabras calaron en él. Quería destacar en algo ahora que podía, asi que no aceptaría ir mediocre o con su color de pelo por defecto. Se miró la sudadera, luego ajustó el tono a un rojo más opaco y suave, que fuese a juego con el verde oscuro de esta y a la vez resultase vistoso. Un último vistazo a la olla para salir de dudas. Al terminar, lanzó una mirada de reproche al irrense, como si le retara a decir algo.
Cuando este se disculpó, sin embargo, Rox suavizó la expresión. Sacudió la mano para quitarle peso.
—Ey, da igual. Cosas de la luna. No pasa nada, Milo. Al menos fue por eso, yo quería irme por otras cosas. —rio suavemente, con sarcasmo—. Que te pirases hasta me parece normal comparado con todo lo demás.
Se apresuraron en salir y alcanzar al grupo. Antes de cruzar la puerta, se aseguró de apartar sus huesos a otro lado, prometiéndose que los recogería luego.
La luz de la luna y su inmensidad hacían que la ciudad pareciera otra. El color rojo llenaba las calles, diluyendo la sensación de que fuera de noche. Aquel detalle mezclado con la energía que le recorría por dentro, hacían creer al chico que acababa de despertar. Pasó el camino emocionado, hablando a voces y riendo con sus amigos, disfrutando de verles correr, saltar y gritar con sus nuevos cuerpos. Le sorprendía, especialmente de sí mismo, estar paseándose por las mismas calles que hasta entonces habían estado vetadas, que tanto miedo le habían generado. Y todo por que sí, por seguir unas luces en la distancia. Los destellos de la luna roja podrían haber hecho del escenario algo más terrorífico, pero el efecto era el contrario. Estaba maravillado, pensando en lo mucho que mejoraría todo si tan solo hubiera vegetación. El edificio al que llegaron, sin embargo, era precioso por sí solo. Se había quedado boquiabierto, hipnotizado por la cortina de lava, incrédulo de que semejante estructura fuera posible, pero incapaz de dudar de su veracidad; el calor que emitía aquella cosa dejaba las cosas claras. Quería acercarse más, mas tuvo que detenerse de sopetón al recibir el mensaje.
Rox, al igual que Eitne, no pensó en su familia. No porque la hubiera olvidado, sino porque tenía otros objetivos de primera necesidad en mente, así como la esperanza de que esos nuevos refugios estuvieran en mejores condiciones que el actual. Fantaseó con camas buenas, baños decentes, bañeras que no dieran grima y comida más variada que la de las cestas. Se imaginó una casa de verdad. La idea le entusiasmó, aunque la siguiera viendo como algo de paso antes de poder marcharse definitivamente. Necesitaba aprender más de sí mismo, y sobre todo necesitaba una habitación propia.
—¡Tíos! ¡Pues cuando terminemos la vuelta tenemos que hacer las maletas!
El pregón había puesto la cereza en el pastel, mejorando su humor por completo, y por lo visto el de otros a su alrededor. Eso sí, cuando pasaron a hablaron de tirar prendas, tal como decía la supuesta tradición, Rox puso cara de disgusto.
—Ni de coña. No le voy a dar nada más a la ciudad. Ya se ha quedado bastante. —luego, añadió en voz más baja—. Mi nombre menos.
Aunque a fin de cuentas fuese más australiano que asiático, el joven había sido criado bajo la influencia de la cultura coreana. Para ellos los nombres eran algo sumamente importante, y Rox, a pesar de todo, consideraba el suyo un regalo de sus padres. Por mucho que lo cortase siempre, Roxanne no era un mal nombre. Pensar que Zobriel fuese a cambiar el suyo le daba un poco de pena, pero procuró no meterse en su decisión. Suspiró suavemente, tratando de escurrir sus propias palabras de haber sonado muy tajante.
—Ojalá me hubiera traído la mano. Habría lanzado el dedo del medio. Pero... —dobló la pierna para quitarse el zapato y el calcetín. Dejó la zapatilla en el suelo para meter el pie de nuevo en ella. En sus manos, un calcetín gris corto, raido del uso, con un agujero enorme en el que se le colaba constantemente el dedo gordo. Sonreía—. Si todos tiráis algo me apunto.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mental
Re: Rocavaragálago
10/09/18, 09:12 am
Una vez que la gente empezó a salir Guillermo salió con ellos, no queria quedarse solo en el torreón. Cogió una capa mas para ponerse por encima, así no pasaría frio, ya comenzó a caminar detrás de ellos. De lo que rápidamente se dio cuenta en esta salida era que por primera vez el miedo no era la emoción principal, se sentian más confiados.
Los miro a todos y podia ver que todo habia cambiado pero no tenía porque ser para mal, guille no sabía que seria de ellos ahora ¿Que significaba esto? Seguirían en el torreón para siempre, pero ahora todo seria distinto.
El pregón llegó a sus oídos, y una parte de el se asustó, ¿a donde irían? ¿Como serian los torreones nuevos? Habian pasado muchas cosas terribles en letargo, pero en todo este tiempo Guillermo lo habia conseguido concebir como su hogar, y ahora quizás podría perderlo, no sabia que podria ocurrir de ahora a delante.
-No nos vamos a separar ¿Verdad?- dijo Guillermo con duda.
El edificio al que se acercaron dejó sorprendido a Guille de alguna manera sintió que ese edificio era diferente a todos los que había visto, pero aun asi por si mismo era imponente.
Recordaron lo de los nombres, del rito que vieron en los papeles.
-¿Podemos tener dos? Como los superhéroes- dijo como si fuera la opción más lógica- podemos ponernos nombres guays. Mmmmmmmmmm... suprrninja supremo archimago ...mm creo que me lo pensaré mejor- dijo y continuo mirando a los demás.
Los miro a todos y podia ver que todo habia cambiado pero no tenía porque ser para mal, guille no sabía que seria de ellos ahora ¿Que significaba esto? Seguirían en el torreón para siempre, pero ahora todo seria distinto.
El pregón llegó a sus oídos, y una parte de el se asustó, ¿a donde irían? ¿Como serian los torreones nuevos? Habian pasado muchas cosas terribles en letargo, pero en todo este tiempo Guillermo lo habia conseguido concebir como su hogar, y ahora quizás podría perderlo, no sabia que podria ocurrir de ahora a delante.
-No nos vamos a separar ¿Verdad?- dijo Guillermo con duda.
El edificio al que se acercaron dejó sorprendido a Guille de alguna manera sintió que ese edificio era diferente a todos los que había visto, pero aun asi por si mismo era imponente.
Recordaron lo de los nombres, del rito que vieron en los papeles.
-¿Podemos tener dos? Como los superhéroes- dijo como si fuera la opción más lógica- podemos ponernos nombres guays. Mmmmmmmmmm... suprrninja supremo archimago ...mm creo que me lo pensaré mejor- dijo y continuo mirando a los demás.
- InvitadoInvitado
Re: Rocavaragálago
10/09/18, 08:20 pm
Aunque Rena había salido de las primeras se fue quedando rezagada. Caminar con una pata de menos, su nuevo peso y el añadido de Pelusa en su espalda no era fácil, pero a la osa le importaba tres pepinos; era feliz. La lluvia amainaba pero todavía los envolvía una fina cortina de llovizna y los truenos y terremotos retumbaban como si la ciudad rugiera. Rena respondía a los truenos con sus propios rugidos, poniendo a prueba su nueva garganta. Metía las patas en todos los charcos que encontraba por el camino, se esforzaba por alcanzar a sus compañeros de cuando en cuando para darles cabezazos y en general iba haciendo el cabra (o el oso), y casi tirando a Pelusa en más de una ocasión. Había algo en el aire que hacía que todo fuera interesante. Era como nacer de nuevo, redescubrir la ciudad después de borrar todos los malos recuerdos y asociaciones negativas que le habían dado todos los meses de criba. Rocavarancolia jamás había olido tan bien ni le había parecido tan bonita.
El edificio rojo al que les habían conducido las volutas de fuego era como una proyección de la Luna Roja, un espejismo fantasmagórico que emanaba poder puro. Rena se quedó ensimismada un buen rato, con sus ojillos negros fijos en el reflejo rojo de la catedral, hasta que el grupo se acercó más. Arrugó la nariz por el olor del foso y se disparó algo de alarma en ella. No le gustaba que estuvieran tan cerca de la lava fundida y tampoco que fueran a tirar nada, así que expresó su disconformidad con gimoteos de oso preocupado.
No comprendió el pregón, para ella fue como un galimatías de ruidos, una voz extraña, desconocida y alienígena. Cuando se paró a pensar en ello le dió miedo, ¿por qué no podía entenderlo? Sus amigos lo habían comprendido perfectamente? Se esforzó en sus conversaciones para deducir a qué venía el mensaje y para su alivio lo consiguió. Un nuevo refugio, ofrecido por los mandamases de la ciudad. Se preguntó si sería como subir de curso. Le dió un lametazo a Guille para tranquilizarlo, no iban a separarse, o al menos ella no pensaba permitirlo. Esa era su familia, eran sus cachorros y amigos, iría donde fueran ellos.
El edificio rojo al que les habían conducido las volutas de fuego era como una proyección de la Luna Roja, un espejismo fantasmagórico que emanaba poder puro. Rena se quedó ensimismada un buen rato, con sus ojillos negros fijos en el reflejo rojo de la catedral, hasta que el grupo se acercó más. Arrugó la nariz por el olor del foso y se disparó algo de alarma en ella. No le gustaba que estuvieran tan cerca de la lava fundida y tampoco que fueran a tirar nada, así que expresó su disconformidad con gimoteos de oso preocupado.
No comprendió el pregón, para ella fue como un galimatías de ruidos, una voz extraña, desconocida y alienígena. Cuando se paró a pensar en ello le dió miedo, ¿por qué no podía entenderlo? Sus amigos lo habían comprendido perfectamente? Se esforzó en sus conversaciones para deducir a qué venía el mensaje y para su alivio lo consiguió. Un nuevo refugio, ofrecido por los mandamases de la ciudad. Se preguntó si sería como subir de curso. Le dió un lametazo a Guille para tranquilizarlo, no iban a separarse, o al menos ella no pensaba permitirlo. Esa era su familia, eran sus cachorros y amigos, iría donde fueran ellos.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Rocavaragálago
12/09/18, 03:32 pm
Diez minutos. Diez minutos es lo que Pam logró aguantar la adrenalina del momento, la ansias de salir y explorar, de disfrutar el brillo de la Luna y el poder que emanaba y de estar junto a los demás bajo la lluvia. De sentirse extrañamente eufórica a pesar de su ropa empapada de las alas plegadas y pegadas contra su espalda, del retumbe de las gotas de agua que caían imperiosamente sobre el trozo de crisálida con la cual cubría como podía aquellas antenas que aprecia que estaban destrozándole los nervios. Diez minutos donde la adrenalina pudo mas que todo lo demás.
Luego volvió a la realidad con el bamboleo hecho por Rena mientras buscaba avanzar mas rápido, jugando disfrutando de su cambio,provocando que Pam volviera ala realidad, teniendo que sujetar con una mano y sus piernas al lomo de esta para no caerse mientras sentía como de nuevo todo el caos volvía a ella, como si jamas se hubiese ido,pues ciertamente en ningún momento el mareo y confusión había abandonado su sistema. Se arrepintió de salir con todo su corazón cuando todo a su alrededor conforme avanzaba pareció cobrar vida,de forma tan brutal e incomprensible que era imposible para ella de entender. Como si cada gota de agua y la brisas que las acompañasen mandando un descarga su cuerpo, como si se encontrase sobre un terremoto, pues así se sentía a Rena bajo su cuerpo. No podía mas.
Pam a duras penas logro acurrucarse sobre Rena aovillandose todo lo que pudo queriendo que el mareo parase que todo dejara de moverse, dejar de percibir su entorno. Quería la quietud de movimiento y el silencio de todo sonido. Pero no aprecia que fuese a obtenerlo.
Ni cuenta se dio cuando llegaron a Rocavaralago, solo un suspiro de alivio mezcla de arcada abandono su boca cuando sintió como el torbellino de energía que era Rena por fin se paraba. No cambiaba nada, el exterior era aun mas horrible que el interior del torreón. Su tez ya no era blanca, cubierta por esas finas lineas verticales que pululaban por su piel; no, empezaba a adquirir un tono verdoso muestra inequívoca de que su estomago no iba a poder soportarlo mucho mas.
Y ahí lo escucho, mientras contenía las ganas de vomitarle a Rena encima y de sostener con mano tembloroso la crisálida sobre si en un inútil intento de querer volver a la quietud de la crisálida de la que deseaba no haber salido. Aquella voz inundo sus pensamiento <<¿Refugio?....¿Tendremos que irnos del torreón? Así que...ahora que somos monstruos si nos ayudan...hipócritas>> pensó Pam con un humor de perros que poco o nada comprensiva le permitía ser. Escucho la voz de Rox anunciando algo sobre tiro algo al rio de lava los nervios de Guille por si iba a separarse. Estaban animados y nerviosos ante lo que le esperaba y Pam no podía sentir mas que envidia porque fueran tan siquiera capaces de sentir nervios o ansias,pues ella debía gastar todos sus esfuerzos para vomitando.
Hubiese preferido mil veces sentir el dolor de sus antenas saliendo de su piel mutando, de sus alas surgiendo...a sentirse como se sentía en esos momentos. ¿Acaso eso era normal?¿Sentirse tan espantosamente mal? Incluso si era culpa delas antenas como parecía creer, aquello era demasiado.¿O acaso había ocurrido algo malo con su cambio?¿Estaba atrofiada? << No me sorprendería para nada...ya nací con un cuerpo diferente al de otros monos del queso...>> pensó con un deje de sarcasmo de lo que pensaba había ocurrido. No seria extraño que en su “segundo nacimiento” hubiese nacido mutada igual que lo hizo en el primero. La suerte podía ser muy jodida a veces, mas ahora que parecía tener algo contra ella.
Pensamientos que inundaba su mente en un intento de centrarse en algo diferente a la confusión peor de poco le servia. Solo aumentaba su ansiedad. Ella solo quería conseguir una crisálida pacifica y quieta donde guarecerse.¿Era mucho pedir?
-Hey...-articuló apenas con esa lengua que aun no lograba controlar del todo bien, algo que parecía estar sufriendo de igual manera Zobriel a juzgar por todos los si eso que salían de el cuando hablaba. Levanto un poco la cabeza para verle buscando llamar la atención de alguien-No me siengto...bien...¿podemos volgve ya?...Voy....voy a vomitar- pidió pues ellos estaban frescos como lechuguines, empapados hasta las trancas pero como si jamas hubiesen sufrido nada, en comparación a ella que era poco mas que un despojo de tumor cubierto de ropajes empapados, aferrada al lomo de Rena.
Luego volvió a la realidad con el bamboleo hecho por Rena mientras buscaba avanzar mas rápido, jugando disfrutando de su cambio,provocando que Pam volviera ala realidad, teniendo que sujetar con una mano y sus piernas al lomo de esta para no caerse mientras sentía como de nuevo todo el caos volvía a ella, como si jamas se hubiese ido,pues ciertamente en ningún momento el mareo y confusión había abandonado su sistema. Se arrepintió de salir con todo su corazón cuando todo a su alrededor conforme avanzaba pareció cobrar vida,de forma tan brutal e incomprensible que era imposible para ella de entender. Como si cada gota de agua y la brisas que las acompañasen mandando un descarga su cuerpo, como si se encontrase sobre un terremoto, pues así se sentía a Rena bajo su cuerpo. No podía mas.
Pam a duras penas logro acurrucarse sobre Rena aovillandose todo lo que pudo queriendo que el mareo parase que todo dejara de moverse, dejar de percibir su entorno. Quería la quietud de movimiento y el silencio de todo sonido. Pero no aprecia que fuese a obtenerlo.
Ni cuenta se dio cuando llegaron a Rocavaralago, solo un suspiro de alivio mezcla de arcada abandono su boca cuando sintió como el torbellino de energía que era Rena por fin se paraba. No cambiaba nada, el exterior era aun mas horrible que el interior del torreón. Su tez ya no era blanca, cubierta por esas finas lineas verticales que pululaban por su piel; no, empezaba a adquirir un tono verdoso muestra inequívoca de que su estomago no iba a poder soportarlo mucho mas.
Y ahí lo escucho, mientras contenía las ganas de vomitarle a Rena encima y de sostener con mano tembloroso la crisálida sobre si en un inútil intento de querer volver a la quietud de la crisálida de la que deseaba no haber salido. Aquella voz inundo sus pensamiento <<¿Refugio?....¿Tendremos que irnos del torreón? Así que...ahora que somos monstruos si nos ayudan...hipócritas>> pensó Pam con un humor de perros que poco o nada comprensiva le permitía ser. Escucho la voz de Rox anunciando algo sobre tiro algo al rio de lava los nervios de Guille por si iba a separarse. Estaban animados y nerviosos ante lo que le esperaba y Pam no podía sentir mas que envidia porque fueran tan siquiera capaces de sentir nervios o ansias,pues ella debía gastar todos sus esfuerzos para vomitando.
Hubiese preferido mil veces sentir el dolor de sus antenas saliendo de su piel mutando, de sus alas surgiendo...a sentirse como se sentía en esos momentos. ¿Acaso eso era normal?¿Sentirse tan espantosamente mal? Incluso si era culpa delas antenas como parecía creer, aquello era demasiado.¿O acaso había ocurrido algo malo con su cambio?¿Estaba atrofiada? << No me sorprendería para nada...ya nací con un cuerpo diferente al de otros monos del queso...>> pensó con un deje de sarcasmo de lo que pensaba había ocurrido. No seria extraño que en su “segundo nacimiento” hubiese nacido mutada igual que lo hizo en el primero. La suerte podía ser muy jodida a veces, mas ahora que parecía tener algo contra ella.
Pensamientos que inundaba su mente en un intento de centrarse en algo diferente a la confusión peor de poco le servia. Solo aumentaba su ansiedad. Ella solo quería conseguir una crisálida pacifica y quieta donde guarecerse.¿Era mucho pedir?
-Hey...-articuló apenas con esa lengua que aun no lograba controlar del todo bien, algo que parecía estar sufriendo de igual manera Zobriel a juzgar por todos los si eso que salían de el cuando hablaba. Levanto un poco la cabeza para verle buscando llamar la atención de alguien-No me siengto...bien...¿podemos volgve ya?...Voy....voy a vomitar- pidió pues ellos estaban frescos como lechuguines, empapados hasta las trancas pero como si jamas hubiesen sufrido nada, en comparación a ella que era poco mas que un despojo de tumor cubierto de ropajes empapados, aferrada al lomo de Rena.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Rocavaragálago
13/09/18, 12:43 pm
Adru señaló a Eitne mientras asentía: las palabras del daeliciano le habían hecho acordarse finalmente de por qué le sonaba aquel sitio.
—¡Eso es! Aquella historia donde los cosechados se cambiaban el nombre y tiraban cosas al foso.
A continuación adoptó una pose pensativa mientras escuchaba las opiniones de los demás al respecto: Zob dijo que se cambiaría su nombre, pero más tarde, Rox opinaba que no quería darle nada a la ciudad, mientras que a Guille le preocupaba que fueran a separarse. Observó como Rena se acercaba al humano para propinarle un cariñoso lametón, sabedora de qué significaba a pesar de que la irrense era en aquellos momentos como un animal. El coreano añadió entonces que si todos se apuntaban él también participaría en el rito, y fue cuando terminó de decidirse, al recordar la conversación que había mantenido con Rox no mucho tiempo atrás.
—¡Vale! —dijo al cabo de un rato mientras daba un pequeño salto para colocarse enfrente de todos, acercándose más al pozo—. Yo… Voy a seguir llamándome Adrune, pero sí que voy a cambiar mi nombre —esbozó una pequeña sonrisa al imaginarse que posiblemente aquella frase solo tuviera sentido para Neil. Se llevó una mano a la cabeza para desprender de su pelo las plumas decorativas que rara vez se había quitado a lo largo de aquellos siete meses—. No me apetece quedarme desnuda en medio de la calle, así que esto es todo lo que puedo tirar.
Mostró su accesorio del cabello para que todos pudieran ver a qué se refería y después alargó su brazo para hacer que las plumas colgasen sobre la lava. Iluminada por contrastes rojizos y anaranjados mientras su nueva sombra se proyectaba tras ella mostrando claramente sus nuevas orejas y cornamentas, la edeel volvió a hablar sin dejar de clavar la mirada en el foso. Una mirada que de pronto se había vuelto seria, decidida.
>>Ya no voy a ser Adrunelia nunca más. A partir de ahora soy solo Adrune y… a lo mejor tampoco soy una chica, pero todavía no lo sé muy bien —hizo una pequeña mueca al tener la sensación de que no sabía expresar lo que sentía—. Ofrezco estas plumas que llevan muchos años conmigo como prueba.
Abrió la mano y las plumas se deslizaron hacia la lava, donde no tardaron en desaparecer por completo. La sinhadre siguió mirando aun cuando ya no quedaba rastro alguno del que había sido su accesorio favorito. No tenía ni idea de si había hecho el ritual de la forma tradicional, pero para ella estaba bien así. Finalmente se giró hacia el resto y se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
—¡Eso es! Aquella historia donde los cosechados se cambiaban el nombre y tiraban cosas al foso.
A continuación adoptó una pose pensativa mientras escuchaba las opiniones de los demás al respecto: Zob dijo que se cambiaría su nombre, pero más tarde, Rox opinaba que no quería darle nada a la ciudad, mientras que a Guille le preocupaba que fueran a separarse. Observó como Rena se acercaba al humano para propinarle un cariñoso lametón, sabedora de qué significaba a pesar de que la irrense era en aquellos momentos como un animal. El coreano añadió entonces que si todos se apuntaban él también participaría en el rito, y fue cuando terminó de decidirse, al recordar la conversación que había mantenido con Rox no mucho tiempo atrás.
—¡Vale! —dijo al cabo de un rato mientras daba un pequeño salto para colocarse enfrente de todos, acercándose más al pozo—. Yo… Voy a seguir llamándome Adrune, pero sí que voy a cambiar mi nombre —esbozó una pequeña sonrisa al imaginarse que posiblemente aquella frase solo tuviera sentido para Neil. Se llevó una mano a la cabeza para desprender de su pelo las plumas decorativas que rara vez se había quitado a lo largo de aquellos siete meses—. No me apetece quedarme desnuda en medio de la calle, así que esto es todo lo que puedo tirar.
Mostró su accesorio del cabello para que todos pudieran ver a qué se refería y después alargó su brazo para hacer que las plumas colgasen sobre la lava. Iluminada por contrastes rojizos y anaranjados mientras su nueva sombra se proyectaba tras ella mostrando claramente sus nuevas orejas y cornamentas, la edeel volvió a hablar sin dejar de clavar la mirada en el foso. Una mirada que de pronto se había vuelto seria, decidida.
>>Ya no voy a ser Adrunelia nunca más. A partir de ahora soy solo Adrune y… a lo mejor tampoco soy una chica, pero todavía no lo sé muy bien —hizo una pequeña mueca al tener la sensación de que no sabía expresar lo que sentía—. Ofrezco estas plumas que llevan muchos años conmigo como prueba.
Abrió la mano y las plumas se deslizaron hacia la lava, donde no tardaron en desaparecer por completo. La sinhadre siguió mirando aun cuando ya no quedaba rastro alguno del que había sido su accesorio favorito. No tenía ni idea de si había hecho el ritual de la forma tradicional, pero para ella estaba bien así. Finalmente se giró hacia el resto y se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Rocavaragálago
14/09/18, 04:11 pm
A Neil no solía gustarle la lluvia, ya que el frío le calaba los huesos, pero mientras no dejara de lanzarse el hechizo térmico una y otra vez en cuanto este perdía potencia, podría disfrutar de ella como nunca había hecho. Además, al principio había intentando lanzarlos con precaución porque sabía que podía cansarle en extremo, pero se había dado cuenta de que los hechizos no le estaban cansando ni siquiera un poco. Quizás aquello era su nueva habilidad. Quizás su transformación era tener carga mágica ilimitada. O algo así.
En cuanto estuvieron frente al gran edificio rojo un escalofrío de miedo. El sinhadre sentía como el edificio palpitaba en poder y magia, pero era tan terrorífico a la vista que al aurva le daba la sensación de que lo racional sería correr en dirección contraria. Aún así, algo no permitió ni que expusiera su punto al grupo ni que sus pies se movieran. El edificio era tan atrayente como atemorizante.
Neil jadeó asustado al escuchar el discurso que se oyó por todas partes. Si había entendido bien, si él no formaba parte de esos "transformados" como obviamente si lo hacían sus compañeros, no podría estar con ellos. El aurva suplicó para sus adentros que hubiera algo que le hiciera igual de especial que a sus amigos, aunque esto fuera una cosa inútil y sin importancia. No le interesaba ser especial per se, sino no tener que separarse de sus amigos y mucho menos de Adru.
Neil miró horrorizado a Guille cunado preguntó si iban a seguir juntos. Él no pensaba separarse del grupo si podía evitarlo y haría todo lo posible para evitarlo, así que se acercó al humano una vez Rena le dio un lametón dando a entender que eso no iba a ocurrir.
- Tranquilo, Guille, no nos vamos a separar.
El aurva no tenía muy claro si quería cambiarse o no el nombre, no sin saber todavía todo lo que le faltaba por saber de la situación. Ninguno de ellos sabía qué era y qué pasaría de aquel momento en adelante, pero sí que le pareció algo curioso lo de tirar una pertenencia a la lava. Él amaba y guardaba con recelo sus pertenencias, sobre todo aquellas que le habían regalado su familia cuando se unió a ellos, pero se le ocurrió que sus grilletes de los tobillos, que prácticamente llevaban la mayoría de su vida con él, incluso más tiempo que el resto de sus cosas, serían bastante adecuados.
Neil estaba a punto de hablar, ya con los grilletes en la mano, cuando Adru saltó frente a ellos. Los ojos del aurva se fueron abriendo más y más a cada palabra que decía su edeel. Incluso jadeó impresionado cuando esta dijo que iba a dejar de llamarse Adrunelia, teniendo un pensamiento pasajero de como alguien iba a enfadarse mucho con ese hecho, ya que era la única que llamaba y disfrutaba de llamar así a la sinhadre. Para su suerte, el pensamiento pasó muy rápido por su mente. De no haber sido así, probablemente el recuerdo le hubiera hecho llorar.
- Yo... - comenzó indeciso-. Yo no sé si me cambiaré el nombre. No lo sé. Me gusta Irenneil. Nunca lo había pensado. Pero si voy a tirar esto- dijo mostrando los grilletes que había llevado durante años a modo de pulsera en sus tobillos-. Me da igual si al final no tengo ni compañero, ni cambios ni nada especial, pero no me quiero separar de vosotros- declaró tirándolos a la lava.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Rocavaragálago
15/09/18, 12:22 am
Caminar por las calles en aquellas condiciones era una experiencia totalmente nueva para la libense. No tenía miedo, pero no entendía por qué. La razón le decía que debería de tenerlo, pero estaban juntos, habían cambiado, y seguían unidos. «Somos dioses, ¿no?» pensaba. Así no había opción a dejar que la embargase el temor.
No fue fácil obviar la chispa de temor irracional que sintió cuando llegaron a la gran explanada donde se encontraba la catedral que emitía aquellas pavesas. El edificio podía vislumbrarse desde lo alto del torreón y otras zonas de la ciudad, pero solo al verlo por completo Nime fue consciente de lo mucho que imponía. No sabía ni precisar por qué. Era una construcción magnífica, sin duda, pero debería ser solo eso, quitando los efectos mágicos que se producían allí esa noche.
Repentinamente, y como prueba de que ya eran ciudadanos, o algo así, escucharon lo que parecía un pregón que se estaría oyendo por toda la ciudad dirigido a ellos.
—¿No podía venir alguien en persona? —preguntó Nime cuando terminó de escucharse, con una mueca de decepción. Esperaba que su propia cosechadora se acercase a felicitarla y ofrecerle volver a ver a sus padres, o a llevarla de nuevo al palacio de la Reina para informarla de que había pasado la prueba. Tal vez todavía no estaba convencida de haberla pasado, incluso teniendo en cuenta el pregón.
No sabía cómo sentirse respecto a dejar el torreón. Si podía confiar en lo que acababa de escuchar, sus vidas iban a mejorar. Iban a poder aprender muchas cosas nuevas, iban a tener facilidades, y más compañeros. Los sendarios estarían allí, y tal vez muchos otros, ya que no sabían ni cuántos cosechados más había en la ciudad.
La pregunta de Guille consiguió que ella se preguntase lo mismo, pero respondió rápidamente, coreando a los demás.
—¡Claro que no! ¿Verdad? —Añadió aquella pregunta final mirando en dirección a quienes todavía no hubieran dicho nada. No tardó en sentirse más tranquila al entender que aquella familia tenía lazos suficientemente fuertes para perdurar. No quería alejarse de sus seres queridos por segunda vez, aunque nunca admitiría aquel punto débil en voz alta.
Alguien recordó que aquel lugar era el de la ceremonia que habían descubierto en una de las salidas, aunque Nime no había estado atendiendo y se había perdido el principio de la conversación. No se acordaba mucho de aquella anécdota, pero sí lo suficiente para saber por dónde iban los tiros. Mientras la gente decidía qué tirar, ella rebuscó entre su ropa sin saber qué buscaba, ni para qué, ya que no sabía qué otro nombre ponerse. No tenía consigo nada de lo que se había traído de Libo. La ropa había dejado de servirle hacía tiempo y ya no la usaba. Sus manos dieron por fin con algo que sí llevaba muchos años con ella: su gargantilla. Comenzó a aflojar el broche, pero se detuvo. «Cualquier cosa menos esto». No estaba dispuesta a deshacerse de algo que le gustaba tanyo y aún podía usar. Era un recuerdo importante de su familia.
—Yo vendré otro día a tirar mi ropa. No la tengo aquí... —se disculpó, sin alzar demasiado la voz, mientras reculaba.
La confesión de Adru la cogió por sorpresa en ese momento, y se quedó mirando fijamente su espalda con perplejidad. ¿Qué quería decir con que tal vez no era una chica? Miró también a Rox de reojo. ¿Nadie quería ser una chica de repente? «Con lo fácil que es…» añadió para sí misma.
El malestar de Pam le dio una excusa para acabar de alejarse del foso. Se puso al lado de la mona y se aseguró de que no se caía del lomo de Rena. Parecía bastante mareada.
—¿Volvemos? —preguntó, dirigiéndose a nadie en particular.
No fue fácil obviar la chispa de temor irracional que sintió cuando llegaron a la gran explanada donde se encontraba la catedral que emitía aquellas pavesas. El edificio podía vislumbrarse desde lo alto del torreón y otras zonas de la ciudad, pero solo al verlo por completo Nime fue consciente de lo mucho que imponía. No sabía ni precisar por qué. Era una construcción magnífica, sin duda, pero debería ser solo eso, quitando los efectos mágicos que se producían allí esa noche.
Repentinamente, y como prueba de que ya eran ciudadanos, o algo así, escucharon lo que parecía un pregón que se estaría oyendo por toda la ciudad dirigido a ellos.
—¿No podía venir alguien en persona? —preguntó Nime cuando terminó de escucharse, con una mueca de decepción. Esperaba que su propia cosechadora se acercase a felicitarla y ofrecerle volver a ver a sus padres, o a llevarla de nuevo al palacio de la Reina para informarla de que había pasado la prueba. Tal vez todavía no estaba convencida de haberla pasado, incluso teniendo en cuenta el pregón.
No sabía cómo sentirse respecto a dejar el torreón. Si podía confiar en lo que acababa de escuchar, sus vidas iban a mejorar. Iban a poder aprender muchas cosas nuevas, iban a tener facilidades, y más compañeros. Los sendarios estarían allí, y tal vez muchos otros, ya que no sabían ni cuántos cosechados más había en la ciudad.
La pregunta de Guille consiguió que ella se preguntase lo mismo, pero respondió rápidamente, coreando a los demás.
—¡Claro que no! ¿Verdad? —Añadió aquella pregunta final mirando en dirección a quienes todavía no hubieran dicho nada. No tardó en sentirse más tranquila al entender que aquella familia tenía lazos suficientemente fuertes para perdurar. No quería alejarse de sus seres queridos por segunda vez, aunque nunca admitiría aquel punto débil en voz alta.
Alguien recordó que aquel lugar era el de la ceremonia que habían descubierto en una de las salidas, aunque Nime no había estado atendiendo y se había perdido el principio de la conversación. No se acordaba mucho de aquella anécdota, pero sí lo suficiente para saber por dónde iban los tiros. Mientras la gente decidía qué tirar, ella rebuscó entre su ropa sin saber qué buscaba, ni para qué, ya que no sabía qué otro nombre ponerse. No tenía consigo nada de lo que se había traído de Libo. La ropa había dejado de servirle hacía tiempo y ya no la usaba. Sus manos dieron por fin con algo que sí llevaba muchos años con ella: su gargantilla. Comenzó a aflojar el broche, pero se detuvo. «Cualquier cosa menos esto». No estaba dispuesta a deshacerse de algo que le gustaba tanyo y aún podía usar. Era un recuerdo importante de su familia.
—Yo vendré otro día a tirar mi ropa. No la tengo aquí... —se disculpó, sin alzar demasiado la voz, mientras reculaba.
La confesión de Adru la cogió por sorpresa en ese momento, y se quedó mirando fijamente su espalda con perplejidad. ¿Qué quería decir con que tal vez no era una chica? Miró también a Rox de reojo. ¿Nadie quería ser una chica de repente? «Con lo fácil que es…» añadió para sí misma.
El malestar de Pam le dio una excusa para acabar de alejarse del foso. Se puso al lado de la mona y se aseguró de que no se caía del lomo de Rena. Parecía bastante mareada.
—¿Volvemos? —preguntó, dirigiéndose a nadie en particular.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Rocavaragálago
18/09/18, 03:23 am
Eitne se había sentado en el suelo para observar cómo el resto tiraba sus cosas, imitando a Rox. Le daba algo de pena no poder hacer lo mismo, pero sus circunstancias lunares habían sido particularmente gaseosas y habían provocado reacciones diferentes que las de sus amigos, como el desnudo involuntario del niño león. La envidia que sentía era leve y no empañaba el momento. Eitne se asomó para ver cómo la lava se comía el calcetín y se rió al ver que este no se hundía. Siempre había creído que la lava era menos densa.
Los ojos negros se le iluminaron al distinguir la solemnidad de fondo en el momento que Adru arrojó sus plumas. Se abrió a ellos y les reveló su viejo nombre y Eitne le dedicó una sonrisa que tal vez no se viera tan bonita como él pensaba, pero estaba tan llena de sombras como de orgullo. Orgullo que continuó presente cuando Neil lanzó sus grilletes.
—Vamos a seguir todos juntos —dijo decidido, tras Neil y Nime, y acto seguido lanzó una petición al aire—. ¿Alguien me presta algo para tirar?
El daeliciano volvería con su ropa, igual que Nime, pero sentía que debía guardar respeto a la tradición. Rox le ofreció enseguida el calcetín que le quedaba todavía y Eitne puso las garras en alto para atraparlo, pero fue incapaz de sujetarlo. Se había olvidado de que sus manos no eran sólidas del todo. Pasó varios minutos incómodos tratando de levantar el calcetín del suelo, o al menos arrastrarlo hasta el foso, pero por suerte se dio cuenta pronto de que había maneras más rápidas. Así, volvió a pedir ayuda y esta vez fue Zobriel quien le echó una mano. Eitne le dio las gracias con cuidado de no mirarlo a los ojos.
—Vale, tíralo cuando diga ya —le pidió. Y luego trató de imitar el tono solemne que había creído distinguir en Adru, poco antes. No tenía claro si la ronquez de su voz aguda le hacía el trabajo más fácil o más difícil—. Yo, Eitne, ofrezco este calcetín de Rox, que simboliza un calcetín mío, y prometo que volveré con Nime a tirar mi ropa para prometer que seré siempre un monstruo bueno. —Se giró a Zobriel—. Ya. ¡Gracias!
Se asomó de nuevo con poca cautela para ver arder el segundo calcetín de Rox y esperó en silencio que al coreano no le importara ir con los pies al descubierto.
—¡Ahora tendré que pensar bien los nombres! No me gustaría llamarme igual que la prima de la abuela. —Soltó una carcajada cantarina—. Creo que yo también quiero dos —le dijo a Guille—. ¿A ti se te ha ocurrido algo?
En cuanto todos estuvieron listos, tomaron el rumbo de vuelta a casa para que Pam pudiera descansar. Eitne no sabía por qué se encontraba tan mareada y deseaba que su cambio no hubiera salido mal, sino que simplemente necesitara algo más de tiempo.
Los ojos negros se le iluminaron al distinguir la solemnidad de fondo en el momento que Adru arrojó sus plumas. Se abrió a ellos y les reveló su viejo nombre y Eitne le dedicó una sonrisa que tal vez no se viera tan bonita como él pensaba, pero estaba tan llena de sombras como de orgullo. Orgullo que continuó presente cuando Neil lanzó sus grilletes.
—Vamos a seguir todos juntos —dijo decidido, tras Neil y Nime, y acto seguido lanzó una petición al aire—. ¿Alguien me presta algo para tirar?
El daeliciano volvería con su ropa, igual que Nime, pero sentía que debía guardar respeto a la tradición. Rox le ofreció enseguida el calcetín que le quedaba todavía y Eitne puso las garras en alto para atraparlo, pero fue incapaz de sujetarlo. Se había olvidado de que sus manos no eran sólidas del todo. Pasó varios minutos incómodos tratando de levantar el calcetín del suelo, o al menos arrastrarlo hasta el foso, pero por suerte se dio cuenta pronto de que había maneras más rápidas. Así, volvió a pedir ayuda y esta vez fue Zobriel quien le echó una mano. Eitne le dio las gracias con cuidado de no mirarlo a los ojos.
—Vale, tíralo cuando diga ya —le pidió. Y luego trató de imitar el tono solemne que había creído distinguir en Adru, poco antes. No tenía claro si la ronquez de su voz aguda le hacía el trabajo más fácil o más difícil—. Yo, Eitne, ofrezco este calcetín de Rox, que simboliza un calcetín mío, y prometo que volveré con Nime a tirar mi ropa para prometer que seré siempre un monstruo bueno. —Se giró a Zobriel—. Ya. ¡Gracias!
Se asomó de nuevo con poca cautela para ver arder el segundo calcetín de Rox y esperó en silencio que al coreano no le importara ir con los pies al descubierto.
—¡Ahora tendré que pensar bien los nombres! No me gustaría llamarme igual que la prima de la abuela. —Soltó una carcajada cantarina—. Creo que yo también quiero dos —le dijo a Guille—. ¿A ti se te ha ocurrido algo?
En cuanto todos estuvieron listos, tomaron el rumbo de vuelta a casa para que Pam pudiera descansar. Eitne no sabía por qué se encontraba tan mareada y deseaba que su cambio no hubiera salido mal, sino que simplemente necesitara algo más de tiempo.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Rocavaragálago
18/09/18, 04:16 pm
Zobriel asentía y asentía. Le parecía algo importante estar ahí, y también que se quedaran juntos, y también que regresaran después a terminar ese ritual de los nombres, y claro que no le importaba agregar un par de letras para llamar a la capitana. Volvió a asentir cuando Eitne le pidió eso, aunque casualmente, sabiendo lo importante que era para el mismo todo, se tenso para no malograr el momento del daeliciano. Su cuerpo respondió como un resorte a la indicación del ahora gaseoso niño y dejo caer el calcetín. Rebusco entre sus cosas pero no tenía nada y no se había decidido por un nombre aun, así que hizo lo que siempre hacia para pensar, juguetear con su mechón atado.
La idea fue repentina y simple, pero sus nuevas garras monstruosas, que aprecian tan eficaces para desgarrar algo, no lo servían mucho para desanudar el mechón blanco de su cabello. Al final lo logro y lanzo la cinta de cuero sin ceremonias, sin decir nada y se alejo de la lava de aquella oscura catedral roja, acercándose a sus amigos para regresar. Se coloco cerca a la osa viendo el malestar de Pam e imaginándose la peor situación posible asociada a un mareo sobre el pelaje de Rena.
- Rena.....Pam luce bastante mal, eres una osa ahora pero igual no creo que quieras que....bueno encima de ti....essso, ya me entiendes .. - le dijo a la osa poniendo una mano en su costado. Pam lucia muy mal a ojos del basilisco pero no se explicaba por qué. Y aunque la irrense ahora parecía que podía contra el mundo entero, no quería pensar en tener que ayudarla a limpiar aquello de su lomo - Deberíamos parar un momento y tratar de cubrir a Pam, al menosss sus antenas y alassss.... - Comento sin poder encontrar palabras para decir aquello sin sisear. - o apurar el paso y meterla dentro del torreón lo antess posssible...- Concluyo tratando de acelerar el paso.
Sabía que Rena con tres patas no sería tan veloz como ella quisiera, pero era ella después de todo. Un poquito de motivación y ella podría llegar primero. Volteo dando una fugaz mirada a la osa empapada y a los demás antes de seguir, esta vez adelante de ellos.
Sigue en Terreón Letargo
La idea fue repentina y simple, pero sus nuevas garras monstruosas, que aprecian tan eficaces para desgarrar algo, no lo servían mucho para desanudar el mechón blanco de su cabello. Al final lo logro y lanzo la cinta de cuero sin ceremonias, sin decir nada y se alejo de la lava de aquella oscura catedral roja, acercándose a sus amigos para regresar. Se coloco cerca a la osa viendo el malestar de Pam e imaginándose la peor situación posible asociada a un mareo sobre el pelaje de Rena.
- Rena.....Pam luce bastante mal, eres una osa ahora pero igual no creo que quieras que....bueno encima de ti....essso, ya me entiendes .. - le dijo a la osa poniendo una mano en su costado. Pam lucia muy mal a ojos del basilisco pero no se explicaba por qué. Y aunque la irrense ahora parecía que podía contra el mundo entero, no quería pensar en tener que ayudarla a limpiar aquello de su lomo - Deberíamos parar un momento y tratar de cubrir a Pam, al menosss sus antenas y alassss.... - Comento sin poder encontrar palabras para decir aquello sin sisear. - o apurar el paso y meterla dentro del torreón lo antess posssible...- Concluyo tratando de acelerar el paso.
Sabía que Rena con tres patas no sería tan veloz como ella quisiera, pero era ella después de todo. Un poquito de motivación y ella podría llegar primero. Volteo dando una fugaz mirada a la osa empapada y a los demás antes de seguir, esta vez adelante de ellos.
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El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Rocavaragálago
03/06/19, 02:03 am
Al día siguiente a la charla con Adru y el resto el gárgola caminaba por la ciudad con una lanza cruzada a la espalda y un hatillo de ropa en la mano. Cada vez más cerca de la gran catedral roja, cada vez con el corazón más acelerado.
Para cuando llegó a la altura del edificio y su foso de lava sentía que el órgano se le iba a salir del pecho. Contempló de cerca la magnificencia de la catedral. Había algo en aquel lugar que le maravillaba y le escamaba a partes iguales. Lo cierto es que sentir la piel de gallina cuando su piel era de roca era toda una experiencia nueva.
Dirigió su mirada a la lava, sabía lo que era por haberlo buscado en un libro. En Nubla nunca había visto nada como aquello, se suponía que era roca fundida. En algún lugar de su mente el gárgola se preguntó cómo de caliente estaba y por qué el suelo de alrededor no se fundía al contacto. Respiró hondo y se arrodilló junto al foso.
-Yo, Eriel del mundo conocido como Nubla, me presento ante Rocavaragálago como un nuevo habitante de la ciudad. Un gárgola bendecido por la sagrada Luna Roja. Me presento ante la creación de los hermanos fundadores con intención de cambiar mi vida y mi nombre - hizo una pausa en la que rememoró todo lo que había sucedido en la ciudad desde que había llegado. Toda la muerte, todo el dolor, toda la magia y la maravilla. Y sonrió. Sonrió porque a pesar de todo lo que había perdido y sufrido había ganado mucho más. Miró la ropa que llevaba en la mano, estaba ensangrentada desde la salida de la Luna Roja, la camiseta destrozada y el pantalón roto. Y sin pensarlo mucho la tiró dentro del foso. La vio arder con un silbido y desaparecer bajo la ardiente lava.- Así me deshago de mi antiguo nombre y adopto uno nuevo. Así me convierto en una roca sobre la que cimentar un futuro para mí y los míos en la ciudad. Un obelisco que ayudará a la ciudad los milagros y los portentos a renacer de nuevo.
Obel Reo se levantó con la mirada llena de decisión, hizo una reverencia a la gran catedral y luego le dio la espalda. El primer paso era volar correctamente y eso no iba a conseguirlo sin practicar duro.
Para cuando llegó a la altura del edificio y su foso de lava sentía que el órgano se le iba a salir del pecho. Contempló de cerca la magnificencia de la catedral. Había algo en aquel lugar que le maravillaba y le escamaba a partes iguales. Lo cierto es que sentir la piel de gallina cuando su piel era de roca era toda una experiencia nueva.
Dirigió su mirada a la lava, sabía lo que era por haberlo buscado en un libro. En Nubla nunca había visto nada como aquello, se suponía que era roca fundida. En algún lugar de su mente el gárgola se preguntó cómo de caliente estaba y por qué el suelo de alrededor no se fundía al contacto. Respiró hondo y se arrodilló junto al foso.
-Yo, Eriel del mundo conocido como Nubla, me presento ante Rocavaragálago como un nuevo habitante de la ciudad. Un gárgola bendecido por la sagrada Luna Roja. Me presento ante la creación de los hermanos fundadores con intención de cambiar mi vida y mi nombre - hizo una pausa en la que rememoró todo lo que había sucedido en la ciudad desde que había llegado. Toda la muerte, todo el dolor, toda la magia y la maravilla. Y sonrió. Sonrió porque a pesar de todo lo que había perdido y sufrido había ganado mucho más. Miró la ropa que llevaba en la mano, estaba ensangrentada desde la salida de la Luna Roja, la camiseta destrozada y el pantalón roto. Y sin pensarlo mucho la tiró dentro del foso. La vio arder con un silbido y desaparecer bajo la ardiente lava.- Así me deshago de mi antiguo nombre y adopto uno nuevo. Así me convierto en una roca sobre la que cimentar un futuro para mí y los míos en la ciudad. Un obelisco que ayudará a la ciudad los milagros y los portentos a renacer de nuevo.
Obel Reo se levantó con la mirada llena de decisión, hizo una reverencia a la gran catedral y luego le dio la espalda. El primer paso era volar correctamente y eso no iba a conseguirlo sin practicar duro.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Rocavaragálago
13/04/20, 09:06 pm
Advay contempló Rocavaragálago con cuidado. Levitaba, inundado de concentración y propósito. Recorrió cada palmo de la prodigiosa mole, buscando cualquier marca, cualquier desperfecto, cualquier daño mínimo. En segundo plano registró todo lo que captó de aquella monstruosidad. Como todo hechicero que se preciara («por lo menos en los antiguos tiempos» pensó, con cierto desdén) había leído y estudiado en profundidad la catedral roja. No obstante, aquel examen minucioso no lo había realizado nunca. Por no hablar de que llevaba cuarenta malditos años sin ver a Rocavaragálago.
Por los dioses oscuros, aquel lugar era una auténtica maravilla. Un prodigio. Una proeza indescriptible.
El hechicero prefirió no tocar mucho aquella magia. Apenas sabía la teoría y estaba seguro de que intentar pasar a la práctica tendría efectos devastadores para cualquiera que osara cometer tal temeridad. No obstante, lo poco que pudo sentir y vislumbrar (y tocar, cuando pasó sus manos por aquella gloriosa piedra arrancada de cuajo de la mismísima Luna Roja) le dejó obnubilado. La hechicería de la catedral era, simplemente... perfecta. Perfecta, sin más.
Acabó sentándose en unos de los pináculos más altos, mirando con una sonrisa triste hacia la ciudad.
«Parece que moriste cumpliendo tu deber, amigo mío.»
Había sido un extraño acceso de nostalgia (un sentimiento que últimamente, para su desgracia, había vivido más veces que en el resto de su vida) lo que le había llevado allí. Necesitaba ver el lugar donde Annais Perlaverde había muerto. Necesitaba asegurarse de que, al menos, había sido capaz de cumplir su misión. Que su muerte no había sido en vano. Había sido irracional (Rocavaragálago era de Harex, dañarlo no sería fácil, o quizás ni siquiera posible). Aun así, lo necesitaba.
El viejo hechicero suspiró. En los tiempos gloriosos no habría contado al nigromante como sus amigos más cercanos. En el exilio aquello, hasta cierto punto, había cambiado, y aun mayor había sido el cambio tras volver a Rocavarancolia. Lo cierto es que echaba de menos tener cerca a alguien tan unido a la propia magia como él mismo. Echaba de menos charlar sobre magia, más que sobre hechizos, compartir la profunda comunión arcana y mística con alguien. Apenas lograba lograr esa unión con las transformaciones más mágicas, y nunca había conseguido tenerla con alguien de menor nivel. Solo había conseguido (de verdad, sin límite alguno) compartir esa pasión, esa comprensión absoluta, con otros magos.
Suponía que, hasta cierto punto, era normal. La naturaleza (o esencia) de otros ciudadanos era diferente, por mucho que fueran capaces de hacer magia. La esencia de cada criatura de la ciudad era diferente: la vida para los demiurgos, la muerte para los ángeles negros, el sueño para los oniromantes... Solo los magos tenían como base de su propia la existencia la magia en exclusiva. Solo ellos tenían una esencia unida a la propia naturaleza de la magia, a su propio existir. En muchos sentidos, si los piromantes eran fuego hecho carne, los magos eran magia hecha carne.
Y ser el único que quedaba de los antiguos magos de Rocavarancolia le mataba por dentro, por mucho que no quisiera admitirlo.
—Sospechaba que estarías aquí —casi se sobresaltó antes de reconocer quién era. Miró sobre su cabeza para ver a Suzaku y, con algo de desgana, señaló a su lado.
—¿Tanto te preocupas por mí? Soy capaz de cuidarme solo.
La fénix sacudió un poco la cabeza, aunque se sentó a su lado. Ambos se quedaron mirando hacia las ruinas de la ciudad, sin hablar durante un largo rato. Aquel paisaje era una puñalada directa contra sus entrañas, pero aún más que eso: despertaba en sus corazones un miedo atroz, que habían sentido solo cuarenta años antes, cuando descubrieron que el portal a Rocavarancolia se había cerrado.
—No sé cómo no han vuelto a caer —acabó admitiendo el anciano—. No han reconstruido ni las torres de guerra, ni las torretas del mar, no parece tampoco que haya ninguna protección colectiva...
Sacudió la cabeza. A veces tenía la sensación de que esta nueva Rocavarancolia se hallaba en un estado de no-muerte, que la resurrección le había hecho algo equivocado.
—Si la Alianza abre un vórtice acabará todo mucho antes de que comprendamos que está pasando —Suzaku estaba plenamente de acuerdo. Que hubieran tardado tanto en reconstruir las dragoneras tenía cierta justificación, igual, quizás, con la inexistencia de gremios. La dejadez de las obvias faltas de defensas, sin embargo...
—No es lo único que no entiendo —dijo Advay—. Por qué no... limpian —señaló con un brazo toda la ciudad, todo el gigantesco montón de ruinas que quedaban—. Puedo entender que no rehagan todas las glorias, todos los portentos, que quieran esperar a que surja por sí mismos, pero al menos esperaría que las cabezas pensantes de esta ciudad decidieran quitar de en medio las ruinas.
—Quizás ven algo romántico en este paisaje —la voz de Suzaku era sombría. Podía entender, de forma intelectual, aquel pensamiento. Sus entrañas, sin embargo, no. Rocavarancolia no era solo la ciudad más magnífica del universo: Rocavarancolia era su hogar. Verla en aquel estado le destrozaba por dentro.
Advay contuvo una risita amargada. Sus pensamientos eran paralelos a los de la fénix. Él también recordaba todo: lo bello y lo horrendo, lo imposible y lo desconocido. Cómo lo cotidiano se unía, con firmeza, a todo ello, creando una forma de vida única de Rocavarancolia, absolutamente imposible de emular, en lo más mínimo, en ningún otro rincón del universo. No soportaba haber perdido todo aquello.
—Tienen valor, ¿eh? Hacerse cargo de la ciudad, esforzarse al máximo en dejarla sin defensa, en resucitarla de forma aberrante sin esforzarse siquiera en que se posea una décima del lujo, la gloria y el poder de antaño —levantó la mano, como si estuviera brindando con una copa invisible—. Por la última cosecha de Denèstor Tul, supongo.
Suzaku le miró de reojo. No le sorprendía que su viejo amigo hubiera tomado el mismo carril de pensamiento que dama Azahar: en muchos sentidos ambos se parecían, si bien -por suerte- Advay era bastante más tratable. Y veía un problema con eso, porque si bien era la población mayoritaria... Los nuevos rocavarancoleses no eran los únicos que estaban allí. No eran los únicos que se habían encerrados en vidas, por decirlo con suavidad, poco cercanas a lo que había sido la vida rocavarancolesa en los tiempos antiguos. No eran los únicos que no habían hecho mucho por Rocavarancolia como tal.
—No han sido los únicos que han abandonado a Rocavarancolia.
—¡Creía que estabas de acuerdo conmigo!
—Sí y no —la fénix sacudió la cabeza. Estaba sintiendo que, más que charlar con un amigo, iba a verbalizar sus propias dudas—. ¿Dónde estaban los antiguos rocavarancoleses hace diez años, Advay? ¿Dónde estaban dama Azahar, Leip, dama Poda y tantos y tantos otros? —sacudió la cabeza, entristecida—. Los nuevos rocavarancoleses, empezando por ese niño rey, han intentado resucitar Rocavarancolia, han intentado ser rocavarancoleses, y no lo han hecho bien. Y es normal, Advay. No saben cómo hacerlo. No conocen la luz, la grandeza, el heroísmo, la superación que ofrece esta ciudad. No saben cómo es Rocavarancolia de verdad, más allá del terror, la oscuridad y la Luna Roja. Y no lo saben porque quienes sí lo sabían se ocultaron en sus escondrijos, refunfuñando y teniendo pataletas ridículas, abandonando al lugar que dicen amar, revolcándose en una Rocavarancolia de cuya caída, de una u otra forma, fueron responsables. A los novatos no se les puede culpar por no saber si nadie les ha instruido.
»Si queremos que sepan cómo es Rocavarancolia de verdad, cuál es su auténtico esplendor, nosotros mismos tendremos que enseñárselo.
Por los dioses oscuros, aquel lugar era una auténtica maravilla. Un prodigio. Una proeza indescriptible.
El hechicero prefirió no tocar mucho aquella magia. Apenas sabía la teoría y estaba seguro de que intentar pasar a la práctica tendría efectos devastadores para cualquiera que osara cometer tal temeridad. No obstante, lo poco que pudo sentir y vislumbrar (y tocar, cuando pasó sus manos por aquella gloriosa piedra arrancada de cuajo de la mismísima Luna Roja) le dejó obnubilado. La hechicería de la catedral era, simplemente... perfecta. Perfecta, sin más.
Acabó sentándose en unos de los pináculos más altos, mirando con una sonrisa triste hacia la ciudad.
«Parece que moriste cumpliendo tu deber, amigo mío.»
Había sido un extraño acceso de nostalgia (un sentimiento que últimamente, para su desgracia, había vivido más veces que en el resto de su vida) lo que le había llevado allí. Necesitaba ver el lugar donde Annais Perlaverde había muerto. Necesitaba asegurarse de que, al menos, había sido capaz de cumplir su misión. Que su muerte no había sido en vano. Había sido irracional (Rocavaragálago era de Harex, dañarlo no sería fácil, o quizás ni siquiera posible). Aun así, lo necesitaba.
El viejo hechicero suspiró. En los tiempos gloriosos no habría contado al nigromante como sus amigos más cercanos. En el exilio aquello, hasta cierto punto, había cambiado, y aun mayor había sido el cambio tras volver a Rocavarancolia. Lo cierto es que echaba de menos tener cerca a alguien tan unido a la propia magia como él mismo. Echaba de menos charlar sobre magia, más que sobre hechizos, compartir la profunda comunión arcana y mística con alguien. Apenas lograba lograr esa unión con las transformaciones más mágicas, y nunca había conseguido tenerla con alguien de menor nivel. Solo había conseguido (de verdad, sin límite alguno) compartir esa pasión, esa comprensión absoluta, con otros magos.
Suponía que, hasta cierto punto, era normal. La naturaleza (o esencia) de otros ciudadanos era diferente, por mucho que fueran capaces de hacer magia. La esencia de cada criatura de la ciudad era diferente: la vida para los demiurgos, la muerte para los ángeles negros, el sueño para los oniromantes... Solo los magos tenían como base de su propia la existencia la magia en exclusiva. Solo ellos tenían una esencia unida a la propia naturaleza de la magia, a su propio existir. En muchos sentidos, si los piromantes eran fuego hecho carne, los magos eran magia hecha carne.
Y ser el único que quedaba de los antiguos magos de Rocavarancolia le mataba por dentro, por mucho que no quisiera admitirlo.
—Sospechaba que estarías aquí —casi se sobresaltó antes de reconocer quién era. Miró sobre su cabeza para ver a Suzaku y, con algo de desgana, señaló a su lado.
—¿Tanto te preocupas por mí? Soy capaz de cuidarme solo.
La fénix sacudió un poco la cabeza, aunque se sentó a su lado. Ambos se quedaron mirando hacia las ruinas de la ciudad, sin hablar durante un largo rato. Aquel paisaje era una puñalada directa contra sus entrañas, pero aún más que eso: despertaba en sus corazones un miedo atroz, que habían sentido solo cuarenta años antes, cuando descubrieron que el portal a Rocavarancolia se había cerrado.
—No sé cómo no han vuelto a caer —acabó admitiendo el anciano—. No han reconstruido ni las torres de guerra, ni las torretas del mar, no parece tampoco que haya ninguna protección colectiva...
Sacudió la cabeza. A veces tenía la sensación de que esta nueva Rocavarancolia se hallaba en un estado de no-muerte, que la resurrección le había hecho algo equivocado.
—Si la Alianza abre un vórtice acabará todo mucho antes de que comprendamos que está pasando —Suzaku estaba plenamente de acuerdo. Que hubieran tardado tanto en reconstruir las dragoneras tenía cierta justificación, igual, quizás, con la inexistencia de gremios. La dejadez de las obvias faltas de defensas, sin embargo...
—No es lo único que no entiendo —dijo Advay—. Por qué no... limpian —señaló con un brazo toda la ciudad, todo el gigantesco montón de ruinas que quedaban—. Puedo entender que no rehagan todas las glorias, todos los portentos, que quieran esperar a que surja por sí mismos, pero al menos esperaría que las cabezas pensantes de esta ciudad decidieran quitar de en medio las ruinas.
—Quizás ven algo romántico en este paisaje —la voz de Suzaku era sombría. Podía entender, de forma intelectual, aquel pensamiento. Sus entrañas, sin embargo, no. Rocavarancolia no era solo la ciudad más magnífica del universo: Rocavarancolia era su hogar. Verla en aquel estado le destrozaba por dentro.
Advay contuvo una risita amargada. Sus pensamientos eran paralelos a los de la fénix. Él también recordaba todo: lo bello y lo horrendo, lo imposible y lo desconocido. Cómo lo cotidiano se unía, con firmeza, a todo ello, creando una forma de vida única de Rocavarancolia, absolutamente imposible de emular, en lo más mínimo, en ningún otro rincón del universo. No soportaba haber perdido todo aquello.
—Tienen valor, ¿eh? Hacerse cargo de la ciudad, esforzarse al máximo en dejarla sin defensa, en resucitarla de forma aberrante sin esforzarse siquiera en que se posea una décima del lujo, la gloria y el poder de antaño —levantó la mano, como si estuviera brindando con una copa invisible—. Por la última cosecha de Denèstor Tul, supongo.
Suzaku le miró de reojo. No le sorprendía que su viejo amigo hubiera tomado el mismo carril de pensamiento que dama Azahar: en muchos sentidos ambos se parecían, si bien -por suerte- Advay era bastante más tratable. Y veía un problema con eso, porque si bien era la población mayoritaria... Los nuevos rocavarancoleses no eran los únicos que estaban allí. No eran los únicos que se habían encerrados en vidas, por decirlo con suavidad, poco cercanas a lo que había sido la vida rocavarancolesa en los tiempos antiguos. No eran los únicos que no habían hecho mucho por Rocavarancolia como tal.
—No han sido los únicos que han abandonado a Rocavarancolia.
—¡Creía que estabas de acuerdo conmigo!
—Sí y no —la fénix sacudió la cabeza. Estaba sintiendo que, más que charlar con un amigo, iba a verbalizar sus propias dudas—. ¿Dónde estaban los antiguos rocavarancoleses hace diez años, Advay? ¿Dónde estaban dama Azahar, Leip, dama Poda y tantos y tantos otros? —sacudió la cabeza, entristecida—. Los nuevos rocavarancoleses, empezando por ese niño rey, han intentado resucitar Rocavarancolia, han intentado ser rocavarancoleses, y no lo han hecho bien. Y es normal, Advay. No saben cómo hacerlo. No conocen la luz, la grandeza, el heroísmo, la superación que ofrece esta ciudad. No saben cómo es Rocavarancolia de verdad, más allá del terror, la oscuridad y la Luna Roja. Y no lo saben porque quienes sí lo sabían se ocultaron en sus escondrijos, refunfuñando y teniendo pataletas ridículas, abandonando al lugar que dicen amar, revolcándose en una Rocavarancolia de cuya caída, de una u otra forma, fueron responsables. A los novatos no se les puede culpar por no saber si nadie les ha instruido.
»Si queremos que sepan cómo es Rocavarancolia de verdad, cuál es su auténtico esplendor, nosotros mismos tendremos que enseñárselo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Rocavaragálago
07/08/20, 06:30 pm
A Jace no le iban esas polladas, y sin embargo ahí estaba. Habían aterrizado a una distancia prudencial del edificio porque al quebrantahuesos no le agradaba lo más mínimo. Su montura ya tenía un nombre decente con el que presentarla, dado una tarde con dama Isis y un puñado de libros de mitología terrestre, y aunque fuera solo un segundo nombre él no había quedado tan convencido con ninguno... hasta ahora.
Lanzó la cabeza del casi-licántropo al foso, quedándose a mirar como se deshacía mientras el calor se lo permitiese.
«Cerbero» pronunció. «Tres cabezas por el nombre.»
Lanzó la cabeza del casi-licántropo al foso, quedándose a mirar como se deshacía mientras el calor se lo permitiese.
«Cerbero» pronunció. «Tres cabezas por el nombre.»
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