Rocavaragálago

Yrio ignoró la colleja, y casi la mitad de las escasas palabras que le había dicho Erin. Había recordado un hechizo de moldear materia y lo estaba usando para despegarse las tobilleras ayudándose también de calentar el metal un poco. Se despegó con mucha facilidad y no le dejó más marca que una de presión que se iría en un rato. Tiró lo que quedaba de las pulseras al suelo,que tintinearon.

-No me quemo- le dijo entusiasmado.- Mira

Fue de nuevo hasta el foso, se remangó, y metió las manos en el magma, ahuecándolas para coger un poco y acercárselo a Erin.

-¿Ves? Soy inmune al fuego. Y creo que me hace caso...

Soltó la lava en el suelo. Hizo que las llamitas que se formaron mientras la lava se enfriaba bailasen sobre sus manos, formando una serpiente enrollada en sus muñecas hasta que no pudo contenerlas más y se consumieron. Bufó, y se arrancó una manga de la camiseta para prenderla y hacerse una bufanda de fuego. Ppodía hacer que las llamas subiesen y bajasen, que se paseasen por su cuerpo, que se proyectasen hacia Erin, aunque eso no lo probo por miedo a dejar a la chica sin cejas.

Y por fin llegamos al inmenso edificio que tanto impone y atrae, hoy más con la Luna en lo alto. Por fin porque al pobre le ha costado, pero va mejorando y es perseverante, a pesar de los golpes. Le avisé de un par de cosas, le eché una mano con otras y listos.

Al poco de llegar localizo a Yrio junto a la terrícola, hablando de sus transformaciones, el uno con los pies metidos en lava sólida y la otra toqueteando algo de metal. Sin pensarlo me alejo de los letarguinos y me acerco al sinhadre a zancadas, a la par que saludo:
-Bienvenidos a la ciudad y a la majestuosa Rocavaragálago, letarguinos recién transformados. Yo soy Jack, vampiro de hace cuatro cosechas.-a lo que sigue una reverencia y un estallido.-¿Pero no es este mi sinhadre favorito? ¡Y está hecho todo un piromante, como el Rey!-exclamo eufórico, aunque la mención del piromante me hace frenarme, <<no vaya a recibirme con llamas y adiós muy buenas>> pienso divertido y temeroso a la vez.-Cuidado con el fuego, para mi transformación es mortal.

Y sin importarme la terrícola, Pablo o Stefan, termino de acercarme al chico y darle un abrazo para luego soltarle y acariciarle el pelo y disculparme riendo.
-Tenía que hacerlo, lo siento. A Alder ni se me ocurre, a Seon por circunstancias no pude... Te tocó.-y me encojo de hombros, y ante la mirada del resto, sigo-Ejem... Si alguna vez sois cosechadores ya me entenderéis, aunque no todos se lo toman igual. Y... A ti ya te veo que sabes cuál es tu dominio pero tú... Ni idea, lo siento. ¿Has descubierto algo?-le digo a la chica.

Alguien apareció descendiendo del cielo, e Yrio lo reconoció en seguida. Era el tipo que lo había cosechado, ese al que Alder tanto odiaba. Lo recibió con una gran sonrisa y una carcajada cuando Pablo aterrizó de panza a su lado, con una falta de gracia que contrastaba con el rubio.

-¡Pablo, no estás muerto!- celebró

Cuando Jack le desveló el nombre de su transformación, y cuando dijo que era la misma que la del mismísimo rey, los ojos de Yrio se iluminaron. Nunca en su vida se había sentido tan importante. Le dieron ganas de saltar, de gritar, de dar vueltas en el aire. Quiso hacer una demostración de su poder para asentar las palabras de Jack, para añadirles peso. Fantaseó con la idea de ver al rey en persona, con la de deshacerse de su etiqueta de crio inutil, de don nadie, de felpudo para su edeel. Sus ojos se desviaron, de vuelta al foso de lava, y luego hacia Jack.

-No me acercaré a ti- le prometió

Corrió al foso y saltó. Una llamarada subió al cielo como si quisiese alcanzar la luna y cuando el humo se disipó, salió Yrio cubierto de magma y llamas. Su figura a penas se distinguía entre el fuego, y la lava comenzó a solidificarse por lo que tras un pequeño ataque de pánico al ver que casi no podía moverse aumentó la temperatura y esta se fue desprendiendo y formando un rastro burbujeante tras él. Sus ojos verdes se dibujaron levemente tras el muro de llamas. Su ropa había quedado calcinada. Sus talismanes, sus adornos de Sinhdro, todo había quedado reducido a nada. Yrio se había quemado a sí mismo, y las llamas estaban emborrachándolo de poder.

-¿Ves?- dijo con una sonrisa desquiciada- ¿No es impresionante?

Sintió que podría reducir la ciudad entera a cenizas, y riendo, avanzó desnudo y en llamas en busca de algo con lo que alimentar su fuego.

-¡La ciudad arderá, toda roja como la Luna!

Al final, y casi de milagro, logré llegar a nuestro destino. Aunque terminé el viaje con un aterrizaje de emergencia justo al lado de Jack.

-¡Auch! Al menos no me caí sobre el foso. Oh hola Chicos, no me creo que al final haya podido rastrearos... bueno, a med... ¡Tengo seeeed!-
Me levanté de golpe mientras buscaba la petaca que me había dado Jack y me la bebía entera de un trago sin ningún cuidado y manchándome de nuevo. Vi de reojo que Stefan se había puesto detrás de Jack y estaba tenso.
-Tranquilo, que no muerdo. Bueno en realidad sí, pero ya me entendéis-

Por un momento todavía pude notar unas ganas horribles de tirarme sobre cualquiera de mis tres compañeros de torreón y eso me asustó. Hasta ahora no me había parado a pensar en que mi necesidad de sangre podía acabar con ellos como víctimas. “No nada de eso. Solo tengo que conseguir sangre por mi cuenta de otras fuentes y listo. Hasta ahora no lo he tenido tan difícil ¿no?”

-Técnicamente lo estoy. Es una larga historia- Contesté a Yrio tras recuperar los ánimos y el color, ahora que estaba saciado de nuevo.
“El rey eh? ¿Así que tienen la misma transformación como Jack y yo? Interesante. Oh cosechadores, eso explica ese cariño repentino. Pero no me veo abrazando al mío la verdad”

En ese momento Yrio decidió tirarse al foso. “¿Lo que? ¡No, espera! ¿No se ha muerto? Ah cierto que controla el fuego, y parece que el calor no le afecta”

Salió envuelto en magma y llamas, y pudimos comprobar de primera mano que aunque él era ignífugo, sus ropas no.

-Creo que impresionaría mucho más con ropa-  Le solté sin fijarme en que su sonrisa ya no era racional. Aunque cuando dijo de quemar la ciudad ya empecé a darme cuenta.

-Ey frena, nada de quemar ciudades que en algún sitio tenemos que vivir- Lo habría intentado agarrar, pero había escuchado lo de que el fuego para los vampiros era mortal y no me atreví a acercarme demasiado. “¿Dónde está el agua cuando la necesitas? A ver ahora cómo le enfrío los humos a este”

Llegamos al lugar al cabo de un tiempo, debo decir que la catedral me impresiona bastante. Llego cansado, pero cuando Pablo menciona que tiene sed me pongo tras Jack rápidamente, completamente tenso.

-¿Que no muerdes?, ya, prefiero no jugarme el cuello,- dije tratando de hacer un chiste,- bebe, bebe de la petaca esa, a ver si se te pasa.

Lo veo beber y se me pasa todo, me acerco a Erin y le doy un abrazo.

-Deberías ver lo que hago con las enredaderas, cuando volvamos a Letargo te lo enseño,-me vuelvo a Jack,- Antes decías que se podía uno cambiar el nombre, ¿como funciona?.

Yrio salto al foso de lava y no le paso nada, eso me impresiono, para que negarlo, el niño ademas era ignífugo, pues que suerte, así seguro qeu no se quemaba.

-Por cierto Jack, ¿cuando volvamos al torreón me dejarías probar una cosa contigo?.- Yrio parecía completamente desquiciado, así que le dirigí unas palabras,- Yrio, ¿Crees que ir por la ciudad desnudo es buena idea?, ¿y si te ve el rey?, seguro que se sentiría decepcionado contigo.

Yrio ignoró los comentarios de sus compañeros, no tenía la menor importancia que él fuese desnudo. ¿Qué más daba lo que llevase si podía controlar el fuego?

Los pasó de largo y atravesó la explanada que rodeaba Rocavaragálago, absorviendo las llamas que había sacado del foso. Cuando llegó a una de las callejuelas miró atrás, sonrió, y volvió a estallar en llamas, prendiendo los edificios de alrededor.

La piedra se ennegreció, las vigas crujian y los muebles viejos y polvorientos del interior ardían como si estuvieran hechos de papel. Yrio echó a correr calle arriba, arrastrando el incendio con él y dejando un rastro de destrucción, de carbón y hollín.

No sabía adonde ir, no pensaba en absoluto, tan solo actuaba por instinto, espoleado por la Luna Roja y el rebosante poder que recién había conseguido. La naturaleza caprichosa del fuego se le había contagiado y la razón y la logica nada valían con él. Sus compañeros no tardaron en perderlo de vista, aunque no sería muy dificil seguirle el rastro.

Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.

Durante el ataque de sed de Pablo, Stefan se colocó a mi espalda mientras bromeaba con él <<Será cobarde, o lo dices a su cara o te callas ahí escondido>> y luego se fue a saludar a Erin <<¿Enredaderas? ¿Tendrá dominio sobre ellas? Otro similar al viejo Sepailan... Anda un tanto desaparecido, ahora que caigo; antes le veíamos más... Eh, ¿qué? ¿En serio?>>

-¿Cómo que cómo funciona? Pues si quieres, en vez de llamarte Stefan te cambias a otro nombre. Funciona... ¿Diciéndoselo a los demás y presentándote con él?-le respondo, extrañado por la pregunta.-Ni que tuviérais que ir a ningún edificio del Consejo a rellenar un formulario o hacer una petición de cambio de nombre, por favor.-añado al ver que la chica no se presenta.-¿Probar algo conmigo? Dependerá, obviamente, de lo que quieras hacer.-vuelvo a usar el mismo tono de "respuesta obvia".

Y luego mis temores sobre el fuego de Yrio se ven correspondidos.
-Oh, no, de eso nada, bonico, la ciudad se queda como está...

Me llevo las manos a la cara cuando le veo irse con su baile de fuego y miro a los demás
-Volved al maldito torreón, nos vemos allí. Digo más, corred, ¡largaros!

De inmediato me transformo en humo e inicio la persecución del sinhadre, preparando mentalmente un hechizo de parálisis para lanzárselo en cuanto le vea <<No podré parar el fuego... Pero bueno, es la noche de la Luna, alguien acudirá, ¿no? Más me vale...>>

Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.

La respuesta de Jack acerca del nombre me deja pensando, miro a la luna y fijo mi atención en ella, <<Si, quiero cambiármelo, ya no soy el mismo de antes, ya no soy el crío que vino aquí desamparado, ahora tengo poder, poder para cambiar las cosas de mi vida. Ya pensare un nombre que se pueda aplicar a mi, y que me guste claro>>.

Iba a contestarle a Jack que era lo que quería probar cuando Yrio se descontrolo del todo, planeaba incendiar toda la ciudad el muy insensato, pero antes de que yo pudiese intervenir Jack nos dijo que fuéramos al torreón, que el se encargaba de aquello, respire aliviado, sabia que Jack no le haría daño y que el podía encargase solo.

-Bueno, sera mejor que nos pongamos en marcha, tenemos algo de camino por delante,- había algo que empezaba a molestarme, era una sensación de que debería estar en otro sitio, no sabia que podía provocar tal cosa, lo que si sabia es que fuese lo que fuese quería que me dirigiese al sur, negué con la cabeza y trate de centrarme,- Pablo ven volando, Erin y yo iremos a pie.

Se volvió a convertir en polvo y nos pusimos en marcha, cuando supe que no podía oírnos le dije a Erin en voz baja:

-Le he dicho que vaya volando para poder reírme a gusto,- me carcajee mientras veía como el vampiro se estrellaba contra una torre que había cerca.- Nah, es broma, pero así pilla practica y se deja de dar golpes contra todo.

Sigue en el Torreón Letargo.

Karime corrió por las calles de la ciudad siguiendo la luz de la luna y su atrayente magia. Había dejado volar sus instintos y su lógica había perdido contra ellos dejándolos liberados por fin, lo que hacía desaparecer su lucha interna, para dejar de ser líbense y pasar a ser una loba por completo. A pesar de esto, sus cambios corporales no parecían estar de acuerdo ya que, aunque se habían estabilizado de alguna manera en su parte más lobuna y ralentizado gracias a su aclaramiento mental, no parecían querer dejar de producirse y seguía sufriendo cambios leves que variaban desde lo más líbense a lo más lobuno.

A medida que se iba acercando a la gran catedral iba aminorando el paso, hasta detenerse a unos pasos del foso y quedar fascinada por la magnificencia del edificio. Rocavaragálago era tan hermoso como temible y con la luz de la luna estas cualidades se triplicaban. La loba, con sus instintos a flor de piel y atraída innatamente por la luna, comenzó a pegar saltos contenta por tener ante sí y tan cercano a ella un trozo real de luna. La loba deseaba tocar la luna con todas sus fuerzas, aunque solo fuera por unos instantes y saltó el foso para dar con la pared de la catedral en la que se impulsaba para volver al otro lado. Repitió varias veces el proceso riendo lobunamente y no parecía estar nunca satisfecha.

Mientras seguía divirtiéndose como un lobezno, sus oídos captaron un sonido recientemente familiar y sus orejas viraron hacia el oeste. “Un aullido. En esa dirección hay seres como yo.” Pensó enseguida al reconocer el sonido. Corriendo se encaramó al obelisco que se encontraba frente a la catedral y aulló con todas sus ganas, avisando a la manada de su inminente llegada y, ayudándose de su olfato y su oído, siguió el rastro que pudo percibir de sus nuevos congéneres.


Sigue en las Inmediaciones del Castillo.

Noel tuvo que volar con cierta lentitud debido a que no quería dejar atrás a Wen, la cual en su forma de serpiente debido a su envergadura no era capaz de alcanzar las velocidades de vuelo a las que podía llegar el draco. El sueco tuvo que contener varias veces los arranques de hiperactividad que le incitaban a atravesar frenéticamente el cielo nocturno. Aquella noche se sentía pletórico y lleno de vida, como sucedía siempre que la Luna aparecía en el cielo, y tenía ganas de zizaguear entre los edificios cercanos, cosa que hizo cuando ya se estaban acercando a la imponente catedral.

Mientras vio a Wen dirigirse hacia el tejado de la misma, el draco descendió hacia una zona con concentración de edificaciones de los alrededores y aceleró el vuelo entre ellas, tan sólo esquivándolos en el último momento y notando como la adrenalina se apoderaba de todo su ser mientras describía una larga elipse alrededor de las inmediaciones de la catedral. Cuando consideró que ya era suficiente, ganó altura nuevamente y detuvo su loca carrera de obstáculos sin contrincante para volar más pausadamente hacia el lugar donde la vouivre, conservando su forma ofidia, se había detenido. Aterrizó a su lado y le sonrió mientras se sentaba, o más bien se dejaba caer, sobre el tejado del enorme edificio. A la sombra de la Luna, la catedral se antojaba un reflejo de la misma, como si el enorme astro rojo estuviera proyectando toda su magnificiencia en la propia ciudad, cosa que en aquel momento el sueco sentía como si así fuese realmente.

-Tengo tanta energía que me da la impresión de que voy a estallar -comentó sonriente mientras se recostaba ligeramente contra una almena y miraba hacia el astro rojo fijamente-. Menudo númerito en Letargo, ¿verdad? Yo que quería enseñarte la habitación en la que pensé que me iba a morir, es un recuerdo bonito, lleno de sangre y dolor -bufó en tono de burla-. Pero lo que sí lamento es no haber salido a visitar las tumbas, no he vuelto a verlas desde esa misma noche -hizo una pausa antes de seguir hablando-. Por cierto, no te pude responder debido a la que se montó, pero no es que te estuviese ocultando exactamente que sabía dibujar es sólo que... bueno... es algo que he vuelto a hacer hace poco, ahora que ya soy capaz de manejar bien el material de escritura con estas cosas -dijo mientras alzaba una garra en su dirección- Pero no me decidía a contároslo, no sé, he intentado recuperar la escasa habilidad que tenía antes. También estoy volviendo a aprender sueco y ni yo mismo sé por qué se me ha dado por recuperar ahora este tipo de cosas -suspiró mientras se estiraba los brazos y se los colocaba detrás de la cabeza-. ¿Sabes? Incluso se me ha pasado por la cabeza que me gustaría aprender a tocar algún instrumento, algo que siempre quise hacer pero nunca pude. Creo que haber descubierto que tengo un hermano con tanto talento me está afectando -bromeó con una carcajada, a la que siguió un instante de silencio antes de un nuevo alarde de diversión-. Me siento como el horrible monstruo de algún cuento infantil que intenta ser más humano haciendo cosas de personas -sonrió con el inequívoco deje de burla que tan sólo podía estar dirigido a sí mismo.

En cuanto se separaron del resto y estuvieron totalmente seguros de que se encontraban completamente solos, la vouivre adoptó su forma ofidia y comenzó a surcar el cielo. Era cierto que la gran serpiente era algo lenta en el cielo, pero Wen lo estaba disfrutando como si fuera una montaña rusa. Estaba extasiada por la luna al igual que Noel, cuya imagen hacía que la vouivre sacara su lengua bífida entre los colmillos en una especie de risa reptiliana. No es que la imagen del draco hiciera gracia en sí, sino que la euforia que desprendía divertía a la vouivre. Cuando el sueco comenzó a zigzaguear en dirección a la catedral, Wen descendió al suelo donde se avanzó arrastrándose. Solía preferir esa forma de desplazarse ya que para su gran y pesada forma era la opción más rápida.

Al llegar a la Rocavaragálago, y puesto que ambos eran capaces, la vouivre pensó que el mejor lugar desde el cual disfrutar de la luna sería en la cúspide de esta, y hacia ahí se dirigió. Poco después, Noel se reunió con ella.

- Szi esztallasz no szalpiquesz, que la szangre szale muy mal de la piel de szerpiente. - bromeó.- Me encantaría que me hicierasz una viszita guiada en el torreón de tu criba. Szi quieresz antesz de la noche de coszecha me lo enszeñasz y yo hago lo miszmo con Maciel. Esz como hablar del colegio de la infancia, ¿verdad? - rió la serpiente.- La verdad esz que yo también me he planteado volver a aprender inglész. Quiero recuperar algo de Londresz. - reconoció la vouivre.- Me parece genial y no dibujasz nada mal. Y lo del insztrumento, ¿qué te parece una armónica? No, bromeaba. ¿Y qué vasz a intentar tocar, una guitarra, un bajo? Porque te vasz a decantar por esze tipo de insztrumentosz, ¿no? La verdad esz que no te imagino con otro tipo.

Wen estaba bromeando con Noel tan tranquila cuando, de repente, la tierra tembló. De la sacudida, Wen cayó de la catedral. El foso de lava se acercaba a ella y su cuerpo parecía más pesado. Por fin y a duras penas, consiguió salvar el foso y aterrizar en la otra orilla, donde vio a Noel a su lado que parecía también haber caído.

- ¿Esto pasa en todas las lunas? No recuerdo que pasara esto la ultima vez. - comentó la ya humana, que se había transformado en un intento de aplacar la ebullición de sensaciones del momento, cosa que no consiguió.-  ¿Qué está pasando? - preguntó inútilmente.

El pulso de la vouivre se aceleró como nunca antes. Sentía como su cuerpo vibraba y la sensación era tan real que ella misma se cuestionó si estaba sucediendo de verdad. Cualquier podía sentir la explosión de magia que los bañaba y casi los ahogaba. Se veían monstruos por todas partes y no parecían llevar un rumbo fijo. Todos parecían salidos de las profundidades y estaba más que claro que esa zona no era la única afectada por los extraños sucesos. Mirara a donde mirara la ciudad se había vuelto loca.

- Hay que volver. - dijo la británica poniendo en palabra lo que ambos pensaban. Y volvió a transformarse en serpiente para volver reptando al barrio donde vivían.

Sigue en el Cuchitril.

El draco sonrió divertido ante las diversas propuestas de la vouivre, manifestando su aprobación.
-Me parece que con estas cosas no puedo tocar una guitarra o un bajo por mucho que me gustaría -comentó volviendo a hacer alusión a las garras que tenía por manos-. No, he pensado en aprender a tocar la batería. En realidad llevo un tiempo pensándolo, pero nunca me decidía porque estaba convencido de que no iba a ser capaz. Pero creo que estoy harto de tirar la toalla sin ni siquiera intentarlo... Aunque no tengo ni idea de cómo voy a aprender -añadió pensativo.

Su conversación no duró mucho más porque se vio interrumpida por el inicio de la cadena de sucesos que desencadenaron la subsiguiente locura. Lo primero que sintió fue el viento agitado como nunca, un fuerte temporal se había formado en escasos segundos. Era cierto que había visto unas nubes extrañas rodeando la Luna, pero lo había achacado a los frecuentes cambios climáticos que se sucedían con la aparición del astro rojo. Al sueco no le dio tiempo a comentar la fuerza que había cobrado el viento en un instante cuando el suelo de toda Rocavarancolia tembló con violencia, sacudiendo la enorme catedral desde los cimientos. El draco intentó mantenerse en el sitio sin éxito y a los pocos segundos Rocavaragálago rugió.

Pues esa era la única manera de describir el ensordecedor sonido que emitía el imponente edificio. Al tiempo que esto sucedía, Noel pudo notar como una energía desmedida impregnaba cada parte de su ser, pareciendo que de verdad iba a estallar tal y como había sugerido hacía un rato. Casi podía notar como vibraba al compás de la reverberante melodía que era el enérgico rugido con el que Rocavaragálago celebraba la llegada de una Luna que desprendía poder.

Con el pulso totalmente acelerado, Noel se vio arrastrado a trompicones en violentas sacudidas hacia el borde del tejado, hasta caer sin remedio en dirección al considerablemente lejano suelo. A media caída y con gran dificultad debido a la tempestad, se hizo con el control de sus alas evitando así un viaje de solo ida al foso de la catedral y preocupándose inmediatamente por la suerte de Wen, a la que también había visto en su misma situación en aquel momento. Tenía casi preparado un hechizo de levitación cuando comprobó, aliviado, como la vouivre salvaba también el foso y aterrizó pesadamente a su lado.

El fino oído del draco captó el estruendo producido por las alimañas que ya empezaban a inundar el suelo de la ciudad con sus innumerables patas y el aire con toda classe de sonidos de diversa índole. Al draco se le antojó como una invitación al caos que se estaba formando en aquellos momentos y él no pensaba rechazarla.

-Las Lunas que he visto hasta ahora no eran como esta -respondió a la pregunta de la chica mientras la ayudaba a ponerse en pie-. No comprendo los motivos por los que está sucediendo algo así, pero no pienso quedarme al margen -una sonrisa maliciosa había empezado a formase en sus labios según hablaba.

El frenesí se había apoderado de él por completo. No podía permanecer allí parado sin hacer nada. Fue consciente de que debían buscar al resto entre el caos, pero su mente estaba totalmente puesta en la promesa de diversión que la ciudad de los milagros había puesto en bandeja en tan sólo unos instantes. Apenas se dio tiempo para asentir ante la afirmación de Wen y ya se encontraba luchando contra la tempestad, la primera de tantas batallas que libraría aquella noche y que no pensaba perder.

Sigue en el Cuchitril.

Giz no había acompañado a sus compañeros a los entrenamientos aquel día porque necesitaba acabar de hacer comprobaciones a los experimentos amaestrados con hechizos de doma. Tenía demasiadas criaturas funcionales y los ejercicios que pensaba realizar le ayudarían también a decidirse. El límite de tres acompañantes por participante había minado al principio la moral del goliat, pero al final se convenció de que aquel problema afectaba a todos los participantes.

Llegó a los alrededores de la catedral tirando de un par de jaulas con ruedas, tapadas con hechizos de opacidad para que no llamaran la atención de lejos. Una la ocupaba por completo un dragón blanco, físicamente parecido al que les había atacado en los subterráneos hace ya mucho tiempo. La segunda jaula estaba dividida en varios compartimentos, cada uno con diferentes animales.

El goliat se acercó a la compartida y sacó de ella una vitrina. Dentro revoloteaba un enjambre pequeño de lo que él había bautizado como escolopendras piraña. Abrió otra de las puertas de la jaula y sacó una hiena paralizada. Era normal y corriente, acababa de atraparla de camino a ahí. La colocó en el suelo, abrió el tarro y deshizo el hechizo de parálisis. El enjambre volaba sobre la cabeza de Giz a la espera de una orden.

La hiena estiró los músculos al verse a salvo de aquel aletargamiento y debió de oler la amenaza, porque echó a correr. El goliat interpretó su escapada como el pistoletazo de salida y lanzó un hechizo de impacto moderado contra el mamífero. Los insectos interpretaron la orden que subyacía bajo los gestos del conjuro y se lanzaron en picado contra el animal.

Las escolopendras piraña se arremolinaron entorno a él y se comieron el espacio que los separaba de su presa. Apenas le dejaron tiempo para defenderse, clavaron sus patas en la piel de la hiena e inyectaron a través de ellas su veneno paralizante. Antes de que la paralisis volviera a invadir su cuerpo, el animalillo soltó un gruñido lastimero. Las escolopendras comenzaron a morder con saña.

Giz lo había observado todo en silencio mientras barajaba diferentes ideas. Sin embargo, acabó negando con la cabeza con la boca torcida. <<Demasiado radical. Tampoco podría llevar un enjambre al torneo, así que descartado…>>. Al menos, la doma daba resultados. Dejó que los insectos comieran tranquilamente y, cuando solo quedaron huesos y restos de cartílago, los llamó de vuelta.

Se acercó de nuevo a la jaula y se quedó pensativo.

<<¿Qué debería probar ahora?>>. Todavía tenía mucho corte.

El grupo avistó a lo lejos aquel imponente edificio que habían visto incontables veces desde las ventanas de las plantas superiores del torreón Maciel y que en los mapas aparecía marcada como “Rocavaragálago”. En su primer día en la ciudad les habían prohibido acercarse a aquel lugar, por tanto tuvieron que conformarse con mantenerse a una distancia prudencial pero desde la que pudieran apreciar mejor la arquitectura de aquella colosal edificación.

Su tono carmesí contrastaba enormemente con las grises ruinas a su alrededor y la sombra que proyectaba convertía la zona circundante en un escenario adecuado para una obra ficticia de terror. Esto se veía acentuado por el impresionante foso de lava que la rodeaba y que producía un fulgor de aspecto ominoso entre la penumbra.

El biomecánico, tras permanecer varios segundos completamente extático observando la inquietante vista que formaba el conjunto, no dudó en realizar fotografías de aquella fachada llena de detalles inapreciables desde Maciel así como de sus altas torres, imposibles de ver más cerca aunque utilizase el mayor nivel de zoom de la cámara. El foso de lava también se registró prontamente en un archivo de imagen en su ordenador y a continuación volvió a fijar la mirada en Rocavaragálago.

Su apariencia recordaba vagamente al ingeniero a la de representaciones de edificios antiguos para culto religioso que existían en los archivos de Irraria ya que todos los vestigios que todavía se podían visitar no tenían nada que envidiar a las ruinas de las calles de Rocavarancolia por lo general. ¿Sería aquel, pues, una edificación con propósito religioso? Recordó una de las respuestas que Nero le había proporcionado a Cío en el edificio que habían visitado antes y decidió inquirir al sinhadre.
—Nero, ¿has leído algo acerca de Rocavaragálago en el libro de historia?

Lara se había quedado impresionada ante la visión cercana de aquel edificio. Ya de lejos parecía intimidante, pero no había punto de comparación. No podían acercarse mucho, pero tampoco hacía falta. Ya desde lejos le transmitía una sensación horrible de pequeñez. Si la capilla que honraba los muertos le parecía un edificio bonito, Rocavaragálago escalaba hasta lo majestuoso y lo horrible. Aquel tono rojo no recordaba a nada bueno. <<No me extrañaría que la hayan pintado con sangre...>>. Y luego estaba la lava. Había oído historias sobre el fuego líquido de algunas montañas de Cardantea, pero no se parecía nada a lo que se imaginaba.

La ordesa alzó la cabeza para vislumbrar la parte superior del edificio y retrocedió un par de pasos de manera inconsciente, intimidada.

—Por toda la Suerte... ¿No hablabais antes de incineraciones?—soltó una única carcajada, cuyo motivo distaba de cualquier tipo de gracia. Lara estaba perpleja en aquellos momentos y, por segunda vez, no necesitó lanzar la moneda para saber que quería irse.

No podía evitar pensar en lo que habría hecho si hubiera llegado a aquel edificio el primer día —acercarse a bucar una entrada secreta para saquear cofres— y no sabía si sentirse estúpida o simplemente privilegiada de no haberlo conocido hasta ahora.