Rocavaragálago

El extraño edificio se me hace todavía más desconcertante desde cerca. Un solo vistazo es insuficiente para captar apenas algún detalle de esa catedral. Mirarla me corta la respiración, hace que sienta un nudo en la gargante. Y de ella parece emanar poder, es como si la mismísima Luna estuviese frente a mí. Miro el astro una vez más, como queriéndolo grabar a fuego en mi mente, y continuamos el avance hasta posarnos a una distancia prudencial.
-¿Nia... prefieres seguir en el aire o bajas? No me importa sostenerte, la Luna amplifica la magia.
Revoloteo a su alrededor, esperando que le guste flotar en el aire. Aunque su elemento sea el agua, flotar en el aire es lo más parecido.
-Adara -añado mirando a la chica alada- ¿crees que deberíamos acercarnos más o será peligroso? Hay... ¿lava?
De cerca ya estoy seguro de que es eso lo que brilla, un foso de lava alrededor de la catedral. Me parecía algo demasiado increíble, pero mis ojos no me engañaban. Me acerco unos metros más, curioso. No había nadie por allí, no parecía peligroso, y sin embargo la propia catedral inspiraba desconfianza, aunque no por eso dejaba de ser un edificio que era imposible no admirar. Intenté mirar cada detalle de su fachada, con el corazón encogido. Preciosa y terrorífica. Retrocedo junto a los demás de nuevo, sin quitarle el ojo de encima.
-Parece que aquí tampoco hay nadie...

Nia revoloteo alrededor de Gael contenta. Era como nadar solo que mucho más suelta, notando la brisa sacudiendole el cabello. Nia sonrio. Si bien la Luna y el lugar no eran los apropiados para sonreir asi, Nia se contentaba con las cosas más pequeñas.
-¡Sigamos!-dijo con entusiasmo. Se propulsó hacia adelante, hasta llegar al foso de lava. Al instante que se asomó una oleada de calor le golpeo en la cara haciandola retroceder.
-¡Quema!-
Nia observó el edificio en su totalidad y se puso las manos en la cadera, como si hubiera llegado al final de la montaña.
-¿Porque creeis que queremos venir aqui? Yo hasta he tenido que salir de mi medio....-

Llegamos a la catedral. Centro del poder de Rocavarancolia, ciudad que nos acoge con toda su cruel majestuosidad. El poder rebosa de la Luna para ser absorbido por la catedral y repartido así por toda la ciudad. Nadie me ha dicho, pero lo sé, lo siento. Es el poder de la cuidad, de la Luna Roja.
Siento un cosquilleo en todo el cuerpo. El escozor que recorría mi cuerpo ha cesado, seguramente eclipsado por la sensación de poder que transmite el lugar, y no se ha manifestado hasta ahora, y tan solo como un molesto cosquilleo.
Observo mis brazos. Aparte de la piel, que ha adquirido una tonalidad casi de un negro puro, la sangre empieza a manar de los lugares donde tengo clavados... no, más bien por donde se asoman decenas de cristales. Y así por todo mi cuerpo, desde los pies hasta, creo, incluso mi cara. Poco a poco, las piedras asoman más. Antes decía que son cristales, pero no lo son exactamente. Parecen más... ¿opacos? No sé cómo decirlo, pero me parece como si fuera cuarzo -teniendo en cuenta mis vagos conocimientos sobre minerales-. Vaya, sólo faltaría que me dieran un pequeño impulso eléctrico y empezara a contar las horas. Me estoy poniendo perdida de sangre... ¿podría marearme por tanta pérdida? Entre lo de las alas y las piedrecillas...

-Vaya, así que ésto era lo que faltaba por sucederme... -pronuncio, sin querer, en voz alta-.

No conozco el camino pero es como si el edificio me llamara, además se ve desde lejos y es dificil perderse. Voy siguiendo la presencia que me obliga a acercarme hasta que llego justo en frente de el edificio, parece una catedral gótica, con todas las puntas y siendo tan alto...

Es aún más impresionante que el jardín, además da muy mal rollo... Es como si se alzase sobre ti... Impone muchisimo...

En frente me encuentro con más gente, no tengo muy claro si son gente o no la verdad... Una llama azul que parece andar, una ¿medusa? y un ¿ángel? de color negro y con alas... Me acerco a ellos siguiendo la llamada y desde cerca reconozco los rasgos de Gael en el fuego... Pero no puedo fijarme bien porque me deslumbra así que no estoy seguro...

-Gael? Eres tú??-pregunto.- Y los demás? quienes sois??

Nos quedamos ensimismados mirando la catedral. Juraría que nadie tiene una respuesta a la pregunta de Nia. Tal vez la magia en estado puro que hay en el lugar nos obliga a acudir... Como abejas atraídas por el néctar de las flores o algo similar. Aunque allí no hubiera nada que ver no me arrepentía de haber ido. ¿Cómo podría? Nunca había sentido de forma tan intensa las sensaciones que me transmitía ese lugar.
Entonces me doy cuenta de que a Adara le pasa algo extraño. Está sangrando todavía más por el cuerpo. La sangre del nacimiento de las alas seguía allí, pero ahora había más, y nueva. Unos destellos empezaron a ser reflejados cuando cambiaba de postura.
-¿Qué... qué es eso? -pregunto asombrado.
Cuando termino de pronunciarlo veo una figura acercándose a donde nosotros estamos. Levito hacia ella inconscientemente, para reconocer mejor a quien fuese. Distingo a Nikolas, que no parece haber cambiado físicamente. Lo único anómalo que veo es que una bolita lo sigue, parece de metal e inofensiva. Él también me reconoce cuando nos acercamos.
-¡Niko! -saludo alegremente dando botes a su alrededor. No puedo evitar moverme en todo momento-. Son Nia y Adara... -añado señalándolas. De cerca debería poder reconocerlas, sus caras seguían siendo como antes.

Nia fruncio el ceño. No pasaba nada. Y justo que se sentia llamada al lugar porque algo importante iba a ocurrir en ese edifcio. No sabia muy bien como explicarlo pero lo sentia asi. Se acercó levitando al grupo de cosechados que se estaban reuniendo. Nia no tardó en reparar que Adara estaba sangrando, porque eso deberia ser sangre, de color rojo. Harm le podría explicar porque...
<<¿Harm?>>Nia preguntó a su subsconsciente.
<<¿¡HARM!?>>No recibio respuesta.
<<¡Esta bien! ¡Sigue enfadado!>>Nia hizo un puchero.
Puso una cara de preocupación ante las heridas de Adara. ¿De verdad estaria bien? Nia se acercó a Gael.
-Joooo...¡Gael, me abuuurro!-Aunque ahora podia levitar gracias al hechizo de Gael.-¡Vayamos a explorar!-dijo lanzando los brazos al aire con entusiasmo.

Nia parece aburrida, y ya había llegado el amanecer. La Luna ya no brillaba con su fulgor rojizo. El amanecer había sido sobrecogedor en aquel lugar, pero seguía siendo una lástima ver cómo se apagaba el brillo del astro. Suspiro y, pese a que no estaba seguro de querer irme, decido que lo mejor será irnos.
-Vamos, entonces... de día será menos peligroso, supongo... -le digo a Nia-. ¿Vosotros venís? -pregunto a los demás-. Será mejor que encontramos a los demás... quiero saber si están bien.
Los miro, y me imagino a mí mismo, el aspecto lamentable y extraño que presentamos después de esta noche de locura. Decido yo la dirección, sin preguntar. No me doy cuenta, simplemente tengo interés en ir a sitios concretos. Me aseguro de que el hechizo sobre Nia seguirá funcionando todavía, y levito a su lado, con los demás siguiéndonos.

(Sigue en el Barrio de los Callejones sin Salida).

El ímpetu del viento me acaba lanzando contra algo de piedra que se eleva desde el suelo, pero el golpe es inexistente debido a mi forma de humo. Transformo solo uno de mis brazos y con el nuevo peso comienzo a bajar al suelo con cuidado, haciéndome sólido de pronto. Ahora puedo contemplar mejor contra qué me he chocado: un obelisco de piedra enorme. No lo he visto nunca... Y hay algo detrás de mí, algo que he sobrevolado a demasiada velocidad... Me giro con rapidez y suelto un silbido. <<Parece una catedral...¿Acaso hay religión cristiana en este sitio? No lo hubiera dicho... No, imposible... Debe haber otro motivo>> pienso, mientras observo sus numerosas y carmesíes torres. Pero hay algo en el ambiente que me inquieta, algo se desprende de la roca lisa de la construcción, algo poderoso que me hace retroceder hasta el obelisco, al cual me pego. Emana calor y energía, bastante además. Alzando la cabeza y poniéndome de puntillas logro ver un foso de lava que la circunda o eso parece, porque no acabo de ver los bordes del edificio. Pero... ¿Qué habrá dentro? ¿Para qué se habrá construido? Y de pronto miro al cielo, buscando la Luna Roja... <<¡Son del mismo color! ¿Serán del mismo material?>> Y este pensamiento me asusta, así que sin despegarme del obelisco me escondo detrás de este, asomándome como si la mole rodeada de fuego pudiese fulminarme si quisiera, asustado. Asustado por lo desconocido, por el poder de la Luna y por el misterioso edificio... Y de pronto el viento se agita de nuevo, haciéndome cerrar los ojos y pegarme a la piedra del obelisco, para cubrirme del torrente de aire. <<Es como si la ciudad quisiera que esté aquí... Pero tengo cosas que hacer, dos en concreto importantes...Diantre...Cuando pase el vendaval me iré...>>

A dama Liviana le gustaba sentarse al borde del foso de Rocavaragálago durante los meses de Luna Roja. Una brisa refrescante rodea a la bruja impidiendo que sudase una sola gota.
Su vaporosa túnica de seda cae desparramada por el suelo sin llegar a tocarlo en ningún momento y su larga cinta oscura vuela en una espiral a su alrededor junto con sus cabellos azabaches. Se permite mirar fijamente a la lava sin que le piquen los ojos. Aquello es algo que hace que dama Liviana se sienta como una diosa.
La mujer se alza como una pluma hacia atrás para encaramarse al obelisco. Quiere ver la Luna Roja desde su cúspide. Pero algo la distrae. Hay un joven vampiro abajo.
"Un vampiro, ¿eh?", piensa con una sonrisa que no encaja en su suave rostro de cortesana. Desde la mitad de la columna, precavida por si el joven siente sed por ella, le pregunta:
-¿Qué te trae aquí, transformado perdido?
La bruja acaricia los relieves del obelisco distraída y mueve la brisa que la cubre para que a Jack no le llegue su olor.

Pero algo me hace abrir los ojos y mirar en derredor, he oído algo, casi nada, pero suficiente para alertarme. Hay alguien a la mitad de la columna, una mujer vestida con una túnica y una cinta de oscuro color la rodea, pero...<<¿Quién es?>> Sonríe y me habla, pero de pronto dejo de oler su sangre <<¿Magia?>>
-Ho...hola. Iba de caza y me dejé llevar demasiado por el viento.-digo tímidamente, pero al momento me maldigo a mí mismo <<Ya has mostrado una debilidad...¿y si quisiera matarte? Maldita sea...Y para empeorar, hace magia... Atento...>>
La miro fíjamente mientras toca los relieves de la piedra, en los cuales no me había fijado antes, pero no lo haré ahora. No le quito un ojo de encima, pero tengo curiosidad, demasiada...
-¿Quién sois? Al decir "transformado perdido" decís que ni sois una transformada ni que esté perdida...-pero me estoy liando con el condenado lenguaje formal y me callo.

-Oh, yo estoy mucho más transformada que tú -dice en un tono de superioridad-. Todavía no lo suficiente pero sí bastante. Aunque dudo que un recién tocado por la Luna lo comprenda.
La bruja desciende por el obelisco gateando por su superficie vertical. Todo en ella parece renegar de la gravedad.
-Buenas noches, soy dama Liviana, bruja de la brisa y legítima alquimista mayor del reino, aunque al resto del consejo no le guste -dice tendiéndole lánguidamente su mano frente a la cara para que la bese. La brisa sopla más fuerte desde Jack hacia la mujer, tratando de ocultar su olor a toda costa.
-Pareces ocioso e inquieto. ¿No has ido a los entrenamientos? -pregunta con curiosidad.