Taberna del Mago Tuerto

Vac vio a Noel y a Gael entre la multitud, acompañados por sus compañeros de Serpentaria, hablando con Mikk. El hado correspondió al saludo con la mano para después girarse hacia el violinista, que acababa de saludarle educadamente. El griego le sonrió y le acompaño a reunirse con el pequeño grupo junto a la barra, ansioso por tomar algo.

-¿Qué tal estáis, chicos? -pregunto el hado al llegar a su altura, revolviendo el pelo de Gael y el de Noel y estrechando la mano de Mikk-. ¿Preparado para ser una estrella? -le pregunto a Gael con una sonrisa divertida-. Por cierto, ponme una de esas cervezas, por favor-le pidió al trasgo con una sonrisa-, y otra para el violinista -añadió, dejando la guitarra con su funda sobre la barra.

No sabía si iba a usarla, pero mas valía prevenir que curar. Hacía tiempo que no tocaba en publico, pero tenia ganas de hacerlo, ya se vería a lo largo de la noche, Ahora lo importante era beber. Las cervezas llegaron y Vac le acerco la suya al violinista, alzando su propia jarra y proponiendo un brindis.

-¡Por una buena noche! -dijo brindando y dando un largo trago a su jarra, saboreando la bebida varmana-. Esta deliciosa -afirmó con un suspiro satisfecho, girándose con una sonrisa hacia Noel, Gael y Giz, a ver que les parecía a ellos, era la primera vez que el draco y fuego fatuo bebían, el goliat ya tenía cierta "experiencia".

Nasher había descubierto los vaqueros. Los había encontrado por la sede y la tela le había encantado. Eran oscuros y desgastados, rotos y cortos por la rodilla. También se había hecho con un colgante de dientes de algo, no tenía muy claro el qué, pero eran bonitos, y se había puesto la piel de un azul eléctrico para la ocasión.

Llegó antes de lo que esperaba. Le habían dado indicaciones de dónde estaba la taberna, pero no había ido nunca, y no sabía a qué hora iba a llegar. Por suerte ya había gente conocida cuando cruzó la puerta, y se acercó a ellos con una sonrisa.

-Este sitio es raro- rió.- ¿Qué se hace aquí? ¿Qué es eso? ¿Qué bebeis?- le quitó la jarra a Gael y la olisqueó, frunciendo luego el ceño con un ligero desagrado y al mismo tiempo algo de curiosidad.- ¿Nervioso?- le preguntó a Gael devolviéndole la jarra intacta.

Había mucha gente desconocida allí; gente curiosa y extraña, criaturas que no había visto nunca. Le llamó especial atención el tipo sin cabeza que estaba con Vacuum, y se quedó unos segundos ensimismado con el humillo que salía de su cuello, siguiendo las volutas con la mirada. Nasher se preguntó si tendría fuego por dentro.

En el momento indicado por el resto de organizadores de la fantástica gala de humillación del perdedor de las apuestas -en las que en próximas ediciones votaré por completo aunque mi intuición sea nula-, cruzo las puertas de la taberna junto con el resto de interesados de la Sede en ver el espectáculo. Allí encuentro reunidos alrededor de Gael a varios conocidos, algunos incluso llevaba años sin verlos.

-¡Muy buenas noches a todos! En especial al que va a ser humillado -mi comentario va directo a la yugular, le doy una palmada tranquilizadora en el hombro. Mientras me intento sumar a la conversación, observo a los demás. Descontando los que acabamos de llegar: Vac, Noel, Nasher, Giz, Tsusu, Matt, Nia e incluso Elliot, quien hacía años que no veía. Recuerdo que tuvimos nuestras diferencias cuando aún eramos humanas, pero yo no pienso revivir antiguas riñas. No sé qué pensará ella, así que me limito a dirigirle un breve saludo sonriente con la cabeza.

Después de un día bastante tranquilo nos encaminamos a la taberna. El nombre del sitio me había resultado bastante gracioso. Al llegar al sitio me quedo algo extrañado al tener que bajar a una especie de sótano que por lo que parece ser, es la taberna.

-En la tierra esto suelen llamarse afters señores. En la playa había un after bastante curioso.- Comienzo a reírme al recordar las cosas que pasé cuando salía por California. Al entrar en la taberna veo a muchas mas personas de las que esperaba encontrar. -Vaya vaya vaya....Parece ser que no estamos tan sumamente solos por aquí como creía.-

Gael y Noel van a hablar con el camarero por lo que yo me voy a una esquina a observar a todos y cada uno de los presentes. Jugueteo un poco con una pequeña bolsa que he cogido de Serpentaria que tiene un poco de arena de la que traje del desierto cuando llegué. "Me cuesta bastante mantener cerca la arena. Esta es una buena forma de llevarla." Mientras divago Vacum hace acto de presencia y se va a hablar con los chicos mientras tanto una chica sin cabeza que desprende humo por donde debería estar su cabeza aparece. Su cabeza esta sustituida por un humo negro que ondula recordándome a mi arena. Sin quererlo una ligera nube de arena sale de la bolsa y comienza a revolotear tranquilamente por alrededor de mi cuerpo imitando los movimientos del humo de la chica.

"Guau... interesante." La chica se acerca al grupo del fondo. Mientras tanto, Nasher hace acto de presencia saludando a todo el mundo. "Bien, pensaba que no llegarían caras conocidas.". Adara, la chica oscura con minidiamantes y los demás chicos de la sede llegan al poco rato y uno de ellos me llama soberanamente la atención. "Es como Azura.. lo único que ella abusa un poco mas del rojo. Me imagino que esa será su otra parte." Pienso al recordar la transformación de la chica. -Bueno Matt.... Es hora de hacer amigos... Espero no haber perdido facultades en esto de sociabilizarme- Salgo de mi esquina tranquilamente y me acerco a Nasher y los demás. Sonriendo. -¡Hola señores! Me gustaría presentarme... Aunque ya algunos ya me conocéis.. Yo vuelvo a presentarme y así me recordáis de nuevo. Soy Matt encantado de conoceros. - Digo a todos los presentes de manera algo efusiva. De pronto en la taberna entra un personaje igual de variopinto que el resto de los presentes y comienza a saludar a todo el mundo y a repartir gafas alegremente. -Vaya muchas gracias. Soy.. Matt.- Digo algo extrañado por la entrada del hombre y del arseniano con cuatro brazos y bozal.

"Un segundo.. esta...¿MUERTO?" Pienso al fijarme mas en el arsesiano por lo que retrocedo algo sorprendido y me acerco sigilosamente a Nasher. -¿Conoces quien es ese?- Digo señalando al hombre extraño y al arseniano con bozal.- No me da buena espina y su amigo no parece muy... feliz. Esta como que un poco aferrado a la vida.-

Los dos días anteriores a la gran humillación de Gael transcurrieron con normalidad. Por las mañanas iba al entrenamiento, al que se había unido Matt, y practicaba su vuelo, su puntería y su lucha cuerpo a cuerpo. Durante esos días, barajó varias veces la posibilidad de hacerse con otras armas diferentes y aprender a usarlas, pero decidió seguir por el momento con sus armas de siempre, hasta que encontrara el arma adecuada para ella y sus necesidades.

Las tardes las pasaba visitando a la familia de serpientes de los pozos. Les llevaba comida y se quedaba observándolas. Estas, ya llevaban un tiempo acercándose a ella, hasta la habían seguido algunos metros cuando ya volvía a ser humana. “A este paso, tendré que hacerles un hueco en el burdel.” Pensaba cada vez que las veía seguirle. El mismo día de la taberna, las serpientes la habían seguido hasta el burdel, quedándose en la puerta cuando Wen entró. La vouivre les había cogido tanto cariño a esos reptiles que, prácticamente, los consideraba la familia que nunca tuvo.

Después de comer con Vac, Wen se retiró a su habitación para prepararse para el espectáculo. Un vestido corto negro y morado de gasa fue el atuendo que eligió para la ocasión, completándolo con pulseras, anillos y collares que había ido adquiriendo desde su transformación o que se había hecho ella con guijarros y trozos de madera del rio, y el colgante largo que se había hecho con las llaves de La Granja, que era su accesorio favorito.

Vac, Jack, Norou y Cain ya habían salido del burdel, por suerte, Wen todavía conservaba fresco en su memoria, y actualizado gracias a libros posteriores, el mapa que se había aprendido en su criba.

- Kae, vamos, Noel no nos perdonará si nos perdemos la humillación de Gael. - llamó a su amiga, que acababa de salir de su habitación.

Ambas salieron del burdel, después de asegurarse que dejaban todo en orden, y se dispusieron a ir hacia la taberna, cuando algo llamó la atención de la ghoul. “Wen, esas serpientes te están siguiendo.” Dijo señalándolas. Wen sonrió al ver que la familia de serpientes seguía ahí, y se agachó ofreciendo su brazo por si alguna quería enrollarse en él. La más grande de ellas, una cobra en colores tierra, se enroscó en su brazo y en su cuello, tomando la forma de una bufanda, las demás decidieron no subirse a la vouivre. Aunque la serpiente pesaba, Wen estaba contenta de llevarla acuestas y le hizo un disimulado arrumaco y se mantuvo acariciando su cabeza todo el camino a la taberna. Kaethe estuvo todo el camino mirando las serpientes, a las que dejó de tener miedo cuando Wen la tranquilizó y le explicó por qué estaban ahí.

A la puerta de la taberna, la cobra bajó de Wen, quedándose con el resto en la puerta. “Demasiado ruido. Además, todavía no tengo toda su confianza.” Se dijo Wen mientras entraba al local. En seguida localizó al grupo, en el que solo faltaba su jefe y su compañero de trabajo. Le llamó la atención la presencia de la sleepy hollow femenina, pero le quitó importancia cuando vió al llamativo hombre que hablaba con el grupo. “Siloco.” Se dijo al relacionar las historias excéntricas que había oído con lo que sabía del mentor de Gael al que nunca había visto.

- Veo que ya os estáis entonando. - saludó señalando las cervezas que bebían.- ¿Qué, Gael, listo para perder totalmente la dignidad? - bromeó la vouivre mirando al fuego fatuo.

A Mikk parece encantarle nuestra idea por lo que parece que tendremos vía libre para la gran actuación. El mago además nos ofrece una cerveza la cual cojo agradeciéndoselo. El Dulahan violinista también se nos acercoa ofreciendo su ayuda, así que le doy las gracias también. Mientras tanto se acerca también Vac y me revuelve el pelo, gesto que decido devolverle de forma jocosa.
-Así sabes lo que se siente -le digo poniendo cara de fingida indignación para posteriormente soltar una pequeña carcajada.
Respondo a su brindis y, tras dudar un instante, comienzo a beber. Es la primera vez que pruebo la cerveza o cualquier otra bebida alcohólica. Su sabor me resulta amargo, pero sigo bebiéndola hasta terminarla, de un solo trago. Al final casi me atraganto, pero la apuré del todo.

Poco después llega Nasher y se nos acerca. Lo saludo y trato de responderle a sus preguntas lo mejor que puedo.
-Esto es una taberna, es un local donde se reúne la gente a beber, charlar, escuchar música... Es un buen sitio para socializar y divertirse. Espero que te guste la música como a Giz, pero no la juzgues por la actuación de nuestro perdedor de apuestas favorito; espera a oír música de verdad -bromeo.

La siguiente en llegar fue Elliot, a la cual era la primera vez que veía después de la noche en la que me trasnformé. Su voz telepática me llega después de que hablase con Gael y Vac.
-Hola, cuánto tiempo... Sí, efectivamente yo soy el responsable de este despropósito. Nunca llegué a presentarme, creo. Me llamo Noel, encantado -le tiendo una garra-. Y bueno... ayer fuimos a verte porque hacía un tiempo que quería ir a visitarte -le digo un tanto vacilante ya que no sabía como expresarme después de tanto tiempo-. Quería agradecerte apropiadamente que me hayas ayudado aquella noche... Estaba sufriendo de una forma que no quiero volver a sentir nunca más hasta que llegaste tú. Te estoy muy agradecido de verdad... Por cierto, ¿podríamos ir a visitarte mañana o así? Era lo que queríamos hacer cuando te dejé aquella nota -finalicé con una sonrisa.

Los siguientes en llegar fueron los de la sede. Saludé a Adara, pero la aparición de Pyro me sorprendió. No esperaba verla por aquí y era la primera vez que veíamos a la nueva Pyro.
-Hola, Pyro, me alegro de verte -le sonrío sin añadir nada más.
No tenía muy claro que decirle. "Pyro" ahora también era Azura, pero a esta "Azura" no había llegado a verla, ni sabía mucho de ella. Irónicamente sabía casi tanto de ella como de la Azura que vive con nosotros en Serpentaria.

La entrada de Siloco no pasa desapercibida a nadie. Vestido con un nuevo atuendo de su peculiar repertorio, entra por todo lo alto y enseguida se nos acerca para abrazar a Gael. Acto seguido reparte gafas de sol a todo el que se encuentra.
-Gracias, Siloco, ahora podemos molar más -digo con una pequeña carcajada mientras me coloco las gafas-. ¿Qué tal me quedan? -les pregunto a los presentes.
De algún modo Siloco se las ingenió para colocarle las gafas a Elliot, cosa bastante difícil dada su ausencia de cabeza. No pude evitar reírme al ver las gafas suspendidas sobre el cuello de la Dulahan y apoyadas de alguna forma sobre el humo.

Poco después aparecen Wen y Kaethe, a quienes saludo con la mano según se acercan.
-Pues sí, estamos preparándonos ya para soportar el espectáculo. Además a Gael seguro que le ayudará a perder la vergüenza -respondo al comentario de Wen mientras sonrío pícaramente al decirlo mientras pienso "y a mí también".

No es que tuviera que perder la vergüenza de todas formas, tenía poco de eso. Pero hoy era un día especial.

Nia

Con la mente más clara que el día anterior, la ulterana salio de su habitación con la idea de divertirse en aquel día, que bastante habia estado ya frunciendo el ceño. No tenia que preocuparse de nada, día tranquilo. Pero, sin embargo... Habia cosas que aún no podia quitarse de la cabeza. De camino a la taberna, estaba sumergida de nuevo en sus pensamientos, ensimismada, tanto, que si bien alguien habia reparado en su nuevo vestido, uno decorado con piedrecitas finas y brillantes, no se habria dado cuenta.
Llegaron sin dificultad alguna a la taberna, no reconocia a los que estaban ya ahí, ya que habia estado una o dos veces antes y tampoco se le daba bien reparar en la gente que no conocia del todo. Sacudiendo la cabeza, intentó apartar esos pensamientos y se concentró en pasarselo bien, en divertirse. Gael y Noel fueron a hablar con Mikk, el músico al cual le encantó la idea y dio facilidades para que pudieran hacerla. Poco después fue Vacuum el que se hizo de cuerpo presente. Saludó a todos y Nia le devolvio una sonrisa amable. Nasher fue el siguiente, desorientado por el choque de culturas, Nia no pudo evitar salvo sentirse empática con el arseniano, pues habia tenido que aprender muchas cosas para entender otras tantas, pero finalmente se habia acostumbrado.
Para sorpresa de la náyade, una figura sin cabeza se unio a la celebración, la dullahan Elliot, Nia se quedó boquiabierta unos instantes sin saber como actuar y estaba apunto de saludarla y acercarse y preguntar por ella pero el saludo escueto le devolvio a la cruda realidad. Lo ultimo que iba a querer es a una niña hiperactiva zumbandole al odio preguntandole por todo. Adara entró a continuacion, alegre, y saludo a todos, reparando sobretodo en Gael que era quien habia reunido a toda esa gente ahí. Suspiró y no tuvo tiempo de relajarse cuando la puerta se abrio de par en par, dandole un susto a la ulterana. No esperaba la asistencia de un festivo Siloco, pero supo que se llevaba bien con el fuego fatuo y entonces lo entendio, era su maestro despues de todo. Hasta le ofreció unas gafas. Con algo de duda (y miedo, pues sabia de lo intimidante que podia resultar el señor de los asesinos) tomó las gafas y se las puso lentamente. Miró a todos los demás presentes y una risa emergente brotó de su garganta, lagrimas viniendo a ella, riendo como hacia mucho que no reia.
-¡Estamos todos ridículos!-dijo mientras se partia la caja.
Ya no iba a entristecerse más. Impregnada de la festividad y la alegria, iba a reir. Y a pasarselo bien.

Toima

La puerta de la taberna se hizo a un lazo, chirriando los gozones mientras el enorme brazo del ulterano empujaba la madera. Los ojos, atentos, alerta y paranoicos, escaneaban cada rincon, cada rostro, cada brazo, buscando, incansablemente, amenazar. Finalmente, el resto del ulterano entró dentro de la taberna. Escondio sus brazos en su sudadera y con una mirada aburrida se paseó entre la gente presente, ignorando la apariencia ridícula cada uno y gruñendo a cualquiera que le intentase poner unas de esas gafas. Se abrio paso hacia el hado, saludando con ligeros movimientos de cabeza a los conocidos. Todos estaban felices, pero el tenia el ceño fruncido, su mente, ocupada en la mejor manera para ofrecerles algo, algo muy importante que no debia de aplazar más. Se apoyó en la barra y decidio echarle morro al asunto.
-Ponme otra de esa "cerveza", y cargasela a él.-dijo señalando al hado, mientras una sonrisa aparecia en su rostro. Comenzó a beber de la jarra de cerveza, notando como su frescura se resbalaba por su gaznate.-Ahhh... Eso está mejor...-cotilleó el local, abarrotado de gente. De todo tipo, gente que odiaba, gente que queria, gente que no conocia y gente que no le importaba en absoluto. Chasqueó con la lengua antes de gritar a pleno pulmón a través de la sala, elevando su voz a la de todos los demás.
-¡Ey! ¡El chico de la fiesta! ¿Sale o que?-vociferó, divertido mientras le daba otro trago a su cerveza.


Tania

Detras de la imponente (y enorme) figura del ulterano, una chica pequeña, flaca y sencilla, llevaba su vestido verdoso con tonalidades amarillentas con mucha humildad y verguenza. Sabiendo que esto habia sido un evento social rocavrancolés muy importante se habia estado preparando a conciencia, lavando su ropa, arreglandose el pelo, tan preocupada, que apenas habia pegado ojo y un maquillaje improvisado intentaba tapar las ojeras. El ulterano avanzó entre la multitud, abriendose paso cual rompe-icebergs seguido de Tania quien ahora tenia unas flamantes gafas de estrellas puestas, pensando que formaba parte del ritual de aquel evento. Vio como el ulterano ordenaba bebida y encima, se lo cargaba a Vacuum. La nublina le desaprobó con un movimiento de cabeza mientras fruncia los labios. Se dio la vuelta, buscando más espacio y se chocó sin querer con el griego.
-¡L-lo siento! ¡N-no miraba por donde iba!-se apresuró a disculparse.

Mikk nos hace un gran favor al encargarse de pedir sitio al trasgo, y además después nos da una jarra de cerveza a Noel y a mí. La cojo sin saber negarme y la acerco a la boca sin dar ningún trago todavía. El violinista también se acerca a nosotros, casi al mismo tiempo que Vac. Incluso él ofrece su ayuda. Vac nos revuelve el pelo y me río mientras lo hace. Es su gesto particular, y no parece importarle que ya no sea un canijo. Noel por su parte le devuelve el gesto y entonces sí que tengo que contener la risa ante la escena.
-Claro que estoy preparado –le respondo a Vac cuando pregunta al respecto. Después hacemos un brindis con las cervezas y veo que los demás beben, incluso Noel, y muy rápido. Mojo los labios en la jarra y la pruebo, fría y amarga. No me entusiasma el alcohol, la verdad, pero antes de que pensase en bebérmela de golpe o a pequeños tragos veo que la superficie del vaso está a punto de prender. La aparto rápidamente y entonces me doy cuenta de que Nasher se nos ha unido y no me había dado cuenta todavía-. Anda, bienvenido –saludo. Coge mi jarra de cerveza para olisquearla mientras Noel le cuenta qué son las tabernas. Eso me recuerda a cuando Giz vino por primera vez y sucedió el incidente de la silla. Me preguntaba si sería capaz de probar la bebida y acabar como nuestro amigo, pero me la devuelve mientras me pregunta si estoy nervioso-. Tanto da si lo estoy. Es lo que hay –comento riendo.

Dejo la bebida un momento sobre la mesa para que no se caliente y atiendo a las conversaciones de mi alrededor. Sin que me entere siquiera de alguien más ha llegado a la taberna, siento como alguien me agarra desde la espalda y me da un abrazo. Sorprendido, balbuceo preguntándome quién es hasta que se hace evidente que no tiene cabeza. Además, tarda en soltarme, tanto que llego a ser consciente de hacerle daño.
-¡Elliot! ¡Has venido! –le digo, contento de verla-. Ya ves –respondo cuando dice lo de autohumillarse y hasta menciona a nuestro antiguo compañero-, pero esto es solo una excepción aislada… de momento. ¿Pero cuánto hace ya que no nos vemos? –pregunto cambiando de tema- me alegro mucho de verte.
Sonrío ampliamente a Elliot antes de que se ponga a hablar con todos los demás. Va muy elegante, hasta casi demasiado para el lugar en el que estamos. No llego a escuchar las conversaciones de Elliot con los demás porque entonces veo llegar a Adara de reojo y me acerco a recibirla. Detrás de ella, y para mi sorpresa, está Pyro. Adara me hace una burla tras saludarlas y finjo un poco de exasperación para ella.
-Malditos, cómo disfrutáis…
Mientras me río me doy cuenta de que no le he dicho nada a Pyro y busco las palabras adecuadas. Me alegra ver que está bien, pero no sé cómo decírselo, eso y que sepa que nos preocupamos también por ella. Si está aquí hoy tal vez es porque está de mejor humor que Azura… o eso espero. Sin embargo mientras escogía las palabras, la puerta de la taberna se abrió y entró alguien que de entrada solo podía llamar la atención. A pesar de su extraño atuendo lo reconocí enseguida, y por si quedaba alguna duda, detrás de él había un cuerpo en movimiento de lo más extraño. Siloco se acercó a mí y me dio un abrazo diciendo cosas sobre el espectáculo.
-Claro… estupendísimo –entonces me tiende unas gafas de sol y me río aceptándolas-. Gracias, con esto ya nadie se dará cuenta de que debajo hay un tipo en llamas.
Me sigo riendo al ver que reparte gafas entre los presentes y sobre todo cuando se las pone a Elliot levitando sobre el cuello. No tardan mucho en llegar Wen y Sobras después de eso, y detrás de ellas, Toima y Tania. Apenas falta ya gente por llegar, y el momento se acerca.
-Completamente –le respondo a Wen riendo y después me ajusto las gafas-. Solo espero poder recuperarla algún día.
Más allá veo a Toima bebiendo, y espero que no le de por liarla de nuevo. De pronto grita algo con lo que me siento aludido y escondo la cabeza mientras empiezo a agitar los pies de puro nerviosismo. Recuerdo entonces que hacía un momento yo también tenía una cerveza y la recupero para llevármela a los labios y bebérmela de un trago, casi sin pensar. Está muy amarga, pero también fresca. Al terminar exhalo ruidosamente y me recorre un escalofrío. No sé por qué he hecho eso pero quizá de otra manera no me la hubiera acabado de beber. Y tal vez era por el chiste, pero creía que la necesitaba.

Cuando llegué, colándome por el resquicio de la puerta en forma de humo, me senté en un rincón a oscuras, algo apartado de la marabunta de gente, conocidos todos, que había ya allí. Mi cosecha, la siguiente, los novatos de hace varios meses, Adara, Toima ya bebiendo... Mucho follón. Quería calma, luego ya me metería en el grupo.

Me escurrí varias veces a por sangre, probando una de un mundo vinculado llamado Idris, de sabor un tanto distinto a la terrícola pero deliciosa. No se me ocurre, sin embargo, pedir sangre de Sinhdro. No desde que me eligieron para cosechar allí. << Sería muy raro... >>

En una de esas, la primera, saludé al violinista y a Mikk de pasada, charlando animadamente un poco. Volviendo a la barra me topo de lleno con Siloco, que iba repartiendo gafas de sol diciendo algo de que las estrellas las llevan. Las acepto riendo y me las pongo al tiempo que veo a Elliot << Cuánto tiempo chica... >> con unas también, suspendidas en el humo. Este Señor de los Asesinos es un tanto peculiar, su personalidad choca un tanto con la que suele ser normal aquí, pero como que mola tener a alguien así en la ciudad. << Y mira que sablarme el acorazado de Gael... Lo mejoró, eso sí, jaja >>

Después me quedo en la barra, sin acercarme aún a los demás y esperando a que Gael empiece su espectáculo, mientras Toima le mete prisa y el chaval se bebe de un trago una cerveza que me saca una carcajada bastante delatora. << No soy invisible >> Y me siento, cerca del ulterano, divertido.

Pyro llegó a la taberna acompañada de sus nuevos compañeros de torreón. Llevaba ya dos meses... pero seguía resultandole extraño. Pasó por la puerta tensa y rígida y su mirada barrió aquel lugar repleto de gente, buscando una cara en concreto. Solo se relajó cuando constató que no estaba allí.
- Hola.- dijo con voz trémula, sin saber tampoco muy bien como actuar ante sus viejos amigos. Había también muchas caras desconocidas, e incluso algunos sin cara, aunque si reconoció a Elliot, de la vez anterior en la taberna cuando atizó a aquel hado.
Pidió una cerveza con tequila y se dedicó a beber humildemente para ahorrarse silencios incómodos, mientras escuchaba las conversaciones alegres que iban y venían.

Giz había entrado con bastantes ganas al local. Pero poco a poco, la taberna se fue llenando de gente, tanta que acabó sintiéndose agobiado. Muy agobiado. << No recordaba que hubieran invitado a tanta gente o que hubiera tanta gente viviendo en los lugares que habían visitado para invitar o... >> sacudió la cabeza, tratando de desatorar sus pensamientos y se alejó de la marabunta que estaba empezando a fomarse, sentándose en un taburete frente a la barra. Gente de Serpentaria, de Letargo, del Burdel e incluso del Consejo habían venido, y se le hacían demasiados.

Tras un instante que no supo situar en su mapa cronológico mental, acabó con unas gafas en la cara, como las de Ethan, pero con forma de estrella y cristales oscuros. Lo veía todo diluído a través de ellas, como si hubiesen apagado las velas, a pesar de que podía verlas ardiendo al fondo de la habitación. La luz que se colaba entre las gafas y sus ojos le molestaba, por el extraño contraste que se producía en su campo visual y el agobio fue a más rápidamente. Estaba completamente desubicado.

Escuchaba a sus amigos a lo lejos, hablando con la gente, y al trasgo camarero llamando a más y más gente, para servirles bebidas. El sonido de un vaso chocando contra la barra lo hizo girarse. Su memoria le recordó rápidamente lo que le había pasado la primera vez que había bebido, pero no lo hizo con tiempo suficiente como para prevenirle de lo que había decidido hacer. Giz cogió el vaso de... << ¿licor? >> -algo sí había oído al decir al camarero-, y se lo bebió de un trago. Dio un respingo en su taburete mientras acababa de asimilar que se había bebido lo que no le pertenecía y se giró hacia el camarero.

-Disculpa, ha sido un...-dejó la frase a medias debido a un repentino ardor que bajaba desde su garganta hacia el estómago y habló casi sin pensar, llevándose la mano bajo el poncho-. ¿Le puedo pagar en gatos?- << Estúpido, estúpido, estúpido Giz >>.

Vac rió cuando Noel le revolvió el pelo en represalia, pero no le molesto para nada. Escucho las palabras de Gael y rió cuando Noel apuro la jarra de un trago. Los demás fueron llegando poco a poco, mezclados entre la clientela del local. Nasher apareció junto a la barra, luciendo un tono azul eléctrico para la ocasión, y mientras Noel le explicaba que era una taberna, apareció Elliot.

Vac imaginaba que estaría presente, pero aun así resultaba inesperado. El hado observó como le daba un abrazo a Gael mientras los recuerdos dolorosos volvían a rondar su cabeza. Le resultaba difícil pensar en el tema, sobre todo porque hacia dos meses que no la veía, y eso no ayudaba para nada. La dullahan se acercó a él y le saludo en su mente, como si no hubiera pasado nada, comentando algo sobre su guitarra. Vac siguió su ejemplo y le devolvió el saludo con un tono normal, encerrando sus pensamientos bajo llave y asegurándose de no reflejar nada en sus gestos, aunque su sonrisa estaba algo apagada.

-No estoy seguro, quizás después del espectáculo principal me anime yo, ya veremos -le explicó a Elliot.

La dullahan continuo saludando a la gente, y Noel se puso a hablar con ella. Adara también llegó, acompañada de lo miembros de la Sede. Mientras saludaban, el hado apuro su bebida de un trago y pidió otra, dedicando mas gestos de bienvenida a los recién llegados. En ese momento el Señor de los Asesino hizo acto de presencia, vestido de una forma muy extravagante, pero que resultaba tremendamente graciosa. Después de saludar y animar a Gael, Siloco empezó a repartir gafas de sol comentando algo de las estrellas. El hado acepto las suyas, unas de aviador oscuras, mientras observaba el curioso modo en el que las gafas de Elliot flotaban entre el humo.

Wen llegó con la pequeña ghoul y se acercó al grupo, momento en el que Toima entraba por la puerta. El argos se acercó hasta la posición de Vac y pidió una cerveza, cargándola en la cuenta del griego descaradamente. El hado rió ante tamaña caradura, pero no dijo nada, y le saludo con un golpetazo en el hombro. El argos insto a gritos a Gael para que empezara, y el muchacho apuro su jarra de un solo trago nervioso.

-¿Quieres tu algo, Wen? -le pregunto a la vouivre aun riendo, extendiendo la invitación a Kaethe-. Y Giz, no te preocupes, ya la pago yo -le dijo al goliat riendo ante su despiste y su curiosa forma de pago.

En ese momento alguien choco contra su torso, y al bajar la mirada se encontró con una Tania muy avergonzada que le pedía disculpas por no fijarse por donde iba.

-No pasa nada, no hace falta que te disculpes tanto -le dijo Vac con una sonrisa algo menos amplia de lo habitual, aun afectado por el encuentro con Elliot-. ¿Qué quieres tomar tú? -le pregunto.

Fue nostálgico pasar por la plaza de los colaespinas junto con Caín, no tenía claro donde se encontraba la nombrada taberna así que me limite a seguir a Caín hasta llegar a un edificio en ruinas donde unas escaleras se perdían hacia abajo sus entrañas.


Podía sentir el barullo de emociones desde lo lejos mucho antes de llegar entre ellas la de algunos conocidos como Jack, Vac y Elliot, me adelante a Caín bajando las escaleras tenuemente iluminada con candelabros. Un fuerte hedor a humanidad me golpeo de frente haciéndome poner cara de asco, me giré sobre mi mismo encarándome a Caín.

“Señor Caín ¿Está usted seguro de que quiere entrar en esta ratonera? Sinceramente creo que no debería mezclarse con esta chusma…-paré al instante que sentí como Caín comenzaba a impacientarse-“


“Norou por favor, entremos- dijo Caín haciéndome un gesto con la mano al que contesté con una reverencia encabezando la entrada-“


Me preocupaba el hecho de que Caín volviera a estar en el mismo lugar en el que Vac y Elliot, sabia bien los sentimientos que en ellos afloraban cuando esto pasaba. Espero que esto último no cause grandes problemas.


Con Caín en la espalda abrí un camino entre la muchedumbre hasta la abarrotada barra. Parecía cómico como Caín saludaba a sus amigos caminando detrás de mí como si de un desfile se tratase.


Al llegar la barra me dirigí a ella y mirando a la inmundicia borracha que en ella se encontraba:


“Largo, tú , tú , tú y tú- dije señalando a cuatro para hacer el suficiente sitio para que Caín no se viera rodeado de chusma, al ver que no estaban muy seguro de hacerme caso volví a insistir mirándolos severamente- me estáis cansando como no os larguéis ahora mismo os mataré ante de que ni si quiera os enteréis y pasareis a formar parte de la porquería que cubre el suelo de este lugar….o esperad-dije sonriendo sádicamente- quizás os haga ese favor-“


No dudaron en marcharse, sentí como el miedo los movía. Limpie como pude la barra y le hice un gesto a Caín para que tomara asiento.


Me quede de pie junto a Caín atento a cualquier cosa que intentará acercarse a mi señor Caín, que bebía plácidamente en la barra.

Aeris salió de la tienda dando un portazo, estaba furioso... y exhausto, pero sobre todo furioso. Había vuelto a pelearse con su jefe por una tontería, por supuesto que aquel cliente no tenía que haberse electrocutado, pero ¡se había sacrificado por la ciencia! ¡debería sentirse orgulloso! Pero no todo el mundo veía las cosas como él, y su jefe menos. Por eso mientras caminaba por las calles empedradas de Rocavarancolia, soportando el clima otoñal casi perpetuo de la ciudad, estaba sumido en sus pensamientos sobre cual sería la manera más dolorosa de acabar con él. "Pondré una trampa en la puerta... sí, y cuando entre... y caerá sobre los pinchos... no, es demasiado rápido... ¡Tiene que sufrir!... Utilizaré la alquimia, primero le envenenaré sin que se de cuenta y después le daré el antídoto... ¡con más veneno!"

Esta última imagen hizo que Aeris se riera entre dientes, mientras seguía maquinando mentalmente acercó la mano a uno de los bolsillos de sus pantalones y sacó una barrita, que aunque a simple vista podía parecer de cereales brillaba demasiado para serlo, y empezó a comérsela. Sacó después un pequeño frasco lleno de un líquido azulado de uno de los bolsillos de su capa, lo destapó, se lo acercó a la boca, se lo bebió de un trago y dejó el frasco en su sitio, bien sujeto en uno de los bolsillos de su capa.

Siguió su camino, en un paseo hacia ninguna parte por los alrededores del mercado. Iba bastante cargado, con la ballesta de la que no se separaba casi nunca a la espalda, junto a los virotes, y con todos los bolsillos posibles llenos de cobre. Había aprendido la lección muy pronto "Lleva siempre encima la fuente de tu poder". Pero gracias a la poción que había tomado, se sentía mucho mejor, y aguantaba bien el cansancio, sabía que le pasaría factura cuando terminará el efecto pero no le importaba. Estaba cerca de la Taberna, había entrado alguna vez en alguno de sus arrebatos de locura provocados por experimentar con algunas recetas consigo mismo, pero normalmente solía pasar de largo. Aquella vez sin embargo se acercó. Le había llamado la atención la cantidad de gente que parecía haber dentro y, además, no tenía nada mejor que hacer, así que se acercó a la puerta y la abrió.

Le recibió el aire viciado del interior de la Taberna. Una mezcla del olor a sudor de varias especies diferentes, el penetrante olor de algunos licores que probablemente serían mucho más útiles como desinfectantes que como bebidas y otros olores casi indiferenciables pero que tenían una cosa en común, no eran precisamente agradables. Había mucha más gente de la que recordaba haber visto allí nunca. Estaba pensando si había sido una buena idea entrar cuando vió en la barra una llama azul. "¿Gael?, ¿es él?, ¿cuánto tiempo ha pasado ya desde la última vez que le vi? Y, ¿esa no es Adara? ¿Qué están haciendo aquí?". Se acercó a la barra y reconoció a Elliot, a Vac, a Caín y a Jack. No había estado mucho tiempo con ellos, pero haber pasado la misma cosecha era algo que unía bastante. Estaban en un grupo alrededor de Gael junto con otros a los que no reconocí. Se acercó aún más al grupo y dijo:

-¡Hola a todos! ¡Cuánto tiempo sin veros! ¿Que es esto de organizar reuniones de grupo sin avisarme, eh?-dijo con un tono jovial, aunque casi gritando para hacerse oír sobre el ruido de la taberna.- O mi memoria es muy mala o aquí hay gente que no conozco. Espero que sea lo segundo, porque si no es que los humos del laboratorio me están afectando demasiado. Me presento. Soy Aeris Faraday-comenzó mientras a su lado empezaba a formarse una burbuja cobriza con el material que llevaba encima.- brujo del cobre.