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- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:13 pm
—Ethan —una pausa para corregir un tono demasiado inseguro—, ¿podemos hablar?
Eso había sido todo lo que había pedido al londinense, y en la frase ya iba infundido el querer estar a solas con él en la privacidad de un cuarto. No había hecho nada malo -aún-, pero sí que tenía un secreto que contar. O mejor dicho, un favor que pedir.
Tras la subida de espíritu que fue la visita a palacio el varmano creyó que podrían con Rocavarancolia. Que se habían habituado a los males, que tras lo de Serena estaban curtidos, que si acaso el horror sería esperable, compensado con algo de karma… y sí, habían tenido momentos de paz, pero en todo lo demás se equivocaba. Nohlem no se atrevía a decir haber tocado fondo. Hace un mes lo había pensado y una trampilla había aparecido bajo sus pies para arrastrarlo aún más abajo. Y justamente para no seguir cayendo necesitaba compañía.
No había estado un día solo desde que había llegado a la ciudad, ni lo pretendía. Quitando casos excepcionales le gustaban sus compañeros y el tiempo que se dedicaban, pero no era trato rutinario lo que el granta necesitaba ahora mismo, era algo más, y si no lo había buscado antes como habría hecho tan alegremente en Varmania por problemas mucho más mundanos, era, irónicamente, por la puñetera convivencia. Para la gran mayoría de gente una situación como en la que estaban sería suficiente para perder la líbido, pero a él algo en la horridez del mundo le hacía ansiar perderse completamente en otro. Tocar el piano o el juego habían sido buenas alternativas para paliar sus problemas, pero para el caso ni siquiera eran posibles. Su droga más efectiva -y a la que en su corta madurez se había malacostumbrado- era el tacto de otra persona. Quizás no fuera una forma loable de gestionar los males, pero era la que tenía. No placer por placer, sino por supervivencia.
Ethan era con quien más conexión, confianza y atracción sentía, pero a pesar de la naturalidad que ciertos gestos habían alcanzado, la comodidad de las noches juntos o incluso los besos que en su momento compartieron, hasta él sabía que aquello era un hit-or-miss para su amistad. Pero es que había llegado a tales límites que no tenía nada que perder. Tras lo sucedido ayer y hoy su cuerpo estaba en un constante estado de tensión e inestabilidad, había dormido de tal manera porque los Santos así lo habían dictado y porque no podía con el agotamiento, cada medio minuto que se quedaba consigo mismo la ansiedad le devoraba por dentro como un millón de hormigas, así que… Si se iba todo al infierno, bueno… ¿no lo estaba ya? Ni siquiera quería sentirse vivo, honestamente eso estaba siendo una experiencia de mierda, solo quería sentirse bien.
Así pues, cuando el moreno pasó dentro, Nohlem cerró la puerta tras de sí, despacio, sujetándola como si estuviera hecha de titanio y el más mínimo ruido pudiera espantar a Ethan o despertar a los augurios. “Como si no compartiéramos ya techo con ellos” pensó amargamente.
Suspiró audiblemente antes de darse la vuelta. Tardó un poco más en abrir la boca.
—Quieres… —notaba sus mejillas calentarse, pero la noche venidera y el tono de su piel le protegían de delatarse.
No le salió nada más.
Eso había sido todo lo que había pedido al londinense, y en la frase ya iba infundido el querer estar a solas con él en la privacidad de un cuarto. No había hecho nada malo -aún-, pero sí que tenía un secreto que contar. O mejor dicho, un favor que pedir.
Tras la subida de espíritu que fue la visita a palacio el varmano creyó que podrían con Rocavarancolia. Que se habían habituado a los males, que tras lo de Serena estaban curtidos, que si acaso el horror sería esperable, compensado con algo de karma… y sí, habían tenido momentos de paz, pero en todo lo demás se equivocaba. Nohlem no se atrevía a decir haber tocado fondo. Hace un mes lo había pensado y una trampilla había aparecido bajo sus pies para arrastrarlo aún más abajo. Y justamente para no seguir cayendo necesitaba compañía.
No había estado un día solo desde que había llegado a la ciudad, ni lo pretendía. Quitando casos excepcionales le gustaban sus compañeros y el tiempo que se dedicaban, pero no era trato rutinario lo que el granta necesitaba ahora mismo, era algo más, y si no lo había buscado antes como habría hecho tan alegremente en Varmania por problemas mucho más mundanos, era, irónicamente, por la puñetera convivencia. Para la gran mayoría de gente una situación como en la que estaban sería suficiente para perder la líbido, pero a él algo en la horridez del mundo le hacía ansiar perderse completamente en otro. Tocar el piano o el juego habían sido buenas alternativas para paliar sus problemas, pero para el caso ni siquiera eran posibles. Su droga más efectiva -y a la que en su corta madurez se había malacostumbrado- era el tacto de otra persona. Quizás no fuera una forma loable de gestionar los males, pero era la que tenía. No placer por placer, sino por supervivencia.
Ethan era con quien más conexión, confianza y atracción sentía, pero a pesar de la naturalidad que ciertos gestos habían alcanzado, la comodidad de las noches juntos o incluso los besos que en su momento compartieron, hasta él sabía que aquello era un hit-or-miss para su amistad. Pero es que había llegado a tales límites que no tenía nada que perder. Tras lo sucedido ayer y hoy su cuerpo estaba en un constante estado de tensión e inestabilidad, había dormido de tal manera porque los Santos así lo habían dictado y porque no podía con el agotamiento, cada medio minuto que se quedaba consigo mismo la ansiedad le devoraba por dentro como un millón de hormigas, así que… Si se iba todo al infierno, bueno… ¿no lo estaba ya? Ni siquiera quería sentirse vivo, honestamente eso estaba siendo una experiencia de mierda, solo quería sentirse bien.
Así pues, cuando el moreno pasó dentro, Nohlem cerró la puerta tras de sí, despacio, sujetándola como si estuviera hecha de titanio y el más mínimo ruido pudiera espantar a Ethan o despertar a los augurios. “Como si no compartiéramos ya techo con ellos” pensó amargamente.
Suspiró audiblemente antes de darse la vuelta. Tardó un poco más en abrir la boca.
—Quieres… —notaba sus mejillas calentarse, pero la noche venidera y el tono de su piel le protegían de delatarse.
No le salió nada más.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:18 pm
Ese día estaba siendo un día ¨relativamente bueno ̈ dando por sentado que con la nueva normalidad uno malo era cuando te intentaban matar y uno tranquilo cuando no. Una sutil diferencia que por desgracia no volvía de su desayuno uno menos amargo y de su rato en calma uno menos bochornoso. Era irónico pues la terapia de choque estaba siendo tan efectiva que a veces cuando cerraba los ojos era un oso y no un coche lo que resonaba, como si aquel fatídico accidente no hubiera sido más que un mal sueño en comparación a lo que les tocaba vivir en la actualidad.
El dolor fantasma seguía latente, a veces le picaban las cicatrices ya curadas y otras lo hacía un hombro que a pesar de todo estaba bien encajado. Sensaciones extrañas para un cuerpo que suponía aún no se acostumbraba al abrazo de la magia y es que tener a falta de uno, dos collares que recargar era muy nuevo y muy cansado. No se quejaba pues había encontrado una tarea gratificante en quedarse como encargado de los mismos, se sentía importante y en parte lograba ignorar el hecho de que fuera de los pocos sin un ápice de poder mágico.
Por ello se encontraba jugueteando con el cristal ámbar entre sus manos. El aburrimiento era tan denso que llevaba rato tirado en el sofá sin hacer nada en particular. Si Connor no siguiera herido le habría preguntado para salir a entrenar juntos con el único propósito de probar cuánto de resistente les hacía activar esa membrana protectora, pero por desgracia el ambiente melancólico pesaba lo suficiente como para que la razón ganara a la curiosidad y todas sus posibles prácticas poco éticas con los cristales se quedaran pausadas hasta nuevo aviso.
Era… aburrido, ahora que hasta hablar se sentía como una interrupción al pésame general las horas se le estaban volviendo absurdamente largas. Así siguieron hasta que la voz del felino se coló entre las escaleras indicando una llamada de atención que no sabía razonar si era o no buena. Se metió los collares bajo la camisa y con la duda en el rostro ascendió escaleras arriba, hacía su propio cuarto.
-¿Todo bien? -Comentó con sinceridad a pesar de que una vez dicha la frase le resultaba una pregunta demasiado sarcástica. Claro que no, nada lo estaba, solo tenía que intentar averiguar qué fallaba. - ¿Quiero? Hmmm quiero que?
Tras pasar al cuarto se encontró con una situación que lejos de resolver sus dudas solo las incrementó. No había ninguna pista en el lenguaje físico de su amigo que pudiera resolverle parte del misterio y el hecho de que cerrara la puerta tras de sí le indicó que más bien quizá era un tema delicado o al menos, lo suficientemente serio como para que quisiera privacidad.
-¿Quiero hmmm…. matarme? A veces -Respondió un tanto dejado con una sonrisa de lado un tanto cómplice. -Y también poder darme un baño en condiciones, con agua caliente que no se me enfríe a los diez minutos y ehm, puestos a pedir también que nos traigan la comida a casa para evitar pegarnos con ratas mutantes cada vez que nos asomamos por la dichosa plaza.
Negó con la cabeza a medida que hablaba, porque sabía que como no frenara podría tirarse todo lo que quedaba de tarde pidiendo caprichos absurdos. Al final el humor se le escapaba con todo el hastío acumulado que cargaba encima y poderse desahogar con su compañero era algo que sentía necesario. Igualmente, sabiendo que la llamada era de Nohlem le colocó la mano sobre el brazo, en un ligero apretón de colegueo que intentaba infundir un ánimo modesto.
-Perdón, perdón-Soltó una risa queda, apenas sonora. -Ya en serio, ¿ Qué ocurre? ¿Qué necesitas?
El dolor fantasma seguía latente, a veces le picaban las cicatrices ya curadas y otras lo hacía un hombro que a pesar de todo estaba bien encajado. Sensaciones extrañas para un cuerpo que suponía aún no se acostumbraba al abrazo de la magia y es que tener a falta de uno, dos collares que recargar era muy nuevo y muy cansado. No se quejaba pues había encontrado una tarea gratificante en quedarse como encargado de los mismos, se sentía importante y en parte lograba ignorar el hecho de que fuera de los pocos sin un ápice de poder mágico.
Por ello se encontraba jugueteando con el cristal ámbar entre sus manos. El aburrimiento era tan denso que llevaba rato tirado en el sofá sin hacer nada en particular. Si Connor no siguiera herido le habría preguntado para salir a entrenar juntos con el único propósito de probar cuánto de resistente les hacía activar esa membrana protectora, pero por desgracia el ambiente melancólico pesaba lo suficiente como para que la razón ganara a la curiosidad y todas sus posibles prácticas poco éticas con los cristales se quedaran pausadas hasta nuevo aviso.
Era… aburrido, ahora que hasta hablar se sentía como una interrupción al pésame general las horas se le estaban volviendo absurdamente largas. Así siguieron hasta que la voz del felino se coló entre las escaleras indicando una llamada de atención que no sabía razonar si era o no buena. Se metió los collares bajo la camisa y con la duda en el rostro ascendió escaleras arriba, hacía su propio cuarto.
-¿Todo bien? -Comentó con sinceridad a pesar de que una vez dicha la frase le resultaba una pregunta demasiado sarcástica. Claro que no, nada lo estaba, solo tenía que intentar averiguar qué fallaba. - ¿Quiero? Hmmm quiero que?
Tras pasar al cuarto se encontró con una situación que lejos de resolver sus dudas solo las incrementó. No había ninguna pista en el lenguaje físico de su amigo que pudiera resolverle parte del misterio y el hecho de que cerrara la puerta tras de sí le indicó que más bien quizá era un tema delicado o al menos, lo suficientemente serio como para que quisiera privacidad.
-¿Quiero hmmm…. matarme? A veces -Respondió un tanto dejado con una sonrisa de lado un tanto cómplice. -Y también poder darme un baño en condiciones, con agua caliente que no se me enfríe a los diez minutos y ehm, puestos a pedir también que nos traigan la comida a casa para evitar pegarnos con ratas mutantes cada vez que nos asomamos por la dichosa plaza.
Negó con la cabeza a medida que hablaba, porque sabía que como no frenara podría tirarse todo lo que quedaba de tarde pidiendo caprichos absurdos. Al final el humor se le escapaba con todo el hastío acumulado que cargaba encima y poderse desahogar con su compañero era algo que sentía necesario. Igualmente, sabiendo que la llamada era de Nohlem le colocó la mano sobre el brazo, en un ligero apretón de colegueo que intentaba infundir un ánimo modesto.
-Perdón, perdón-Soltó una risa queda, apenas sonora. -Ya en serio, ¿ Qué ocurre? ¿Qué necesitas?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:24 pm
Tomó aire para responder sin resultado. Para cuando lo intentó una segunda vez Ethan ya estaba respondiendo con suposiciones, con las cuales el granta esbozó una sonrisa de circunstancias y agachó las orejas con incomodidad. No sabía continuarle la broma, menos cuando había empezado tan fuerte. Ese tipo de pensamientos eran justamente los que tan desesperado estaba por evitar.
—Eh, no, no- es… —inhaló profundo y suspiró pesado, llevándose una mano a la cabeza para masajearse el pelo.
Sobre papel la idea era fácil: llevarle al cuarto y liarse con él, pero claro, en la versión resumida del plan no entraban detalles clave tan básicos como la personalidad de Ethan o el corte que suponía llegar de punto A a punto B. En su desesperación Nohlem se había propuesto ser descarado, soltarlo sin más, con la labia y el carisma del que tanto alardeaba en Varmania, pero a la hora de la verdad allí no le salía ser esa clase de persona. Y mira que tenía motivos para serlo. ¿Qué importaban las consecuencias si lo mismo se morían mañana? ¿Si total, ya se habían besado antes? No podía ser tan loco buscar algo de felicidad, ¿no?
Con esto para infundirle fuerza su media sonrisa ganó algo de brío y su vista altura, pasando de un punto indefinido en el triste suelo a las bonitas cicatrices de la mejilla y labio del humano. Al toparse con sus ojos en el recorrido los suyos trastabillaron. Mierda. Que vergüenza. El chico no supo el favor que le hacía al tocarle el brazo. Necesitaba ese contacto. Nohlem cerró distancias haciendo a un lado sus dudas, y dejando pasar miedos superiores acercó una mano al rostro de Ethan.
—Quiero besarte.
Un suspiro nervioso rompió su aliento y la arruga en sus cejas transformó la petición en una plegaria mucho más extensa que las palabras que la contenían: “Estoy harto de tener miedo. No puedo más. Quiero ser feliz. Por favor, hazme feliz”. En su fina voz había sonado firme, pero no lo lucía. No era un capricho, era una necesidad. La realización de que ya estaba dicho le dio el valor para acercarse un poco más.
—Eh, no, no- es… —inhaló profundo y suspiró pesado, llevándose una mano a la cabeza para masajearse el pelo.
Sobre papel la idea era fácil: llevarle al cuarto y liarse con él, pero claro, en la versión resumida del plan no entraban detalles clave tan básicos como la personalidad de Ethan o el corte que suponía llegar de punto A a punto B. En su desesperación Nohlem se había propuesto ser descarado, soltarlo sin más, con la labia y el carisma del que tanto alardeaba en Varmania, pero a la hora de la verdad allí no le salía ser esa clase de persona. Y mira que tenía motivos para serlo. ¿Qué importaban las consecuencias si lo mismo se morían mañana? ¿Si total, ya se habían besado antes? No podía ser tan loco buscar algo de felicidad, ¿no?
Con esto para infundirle fuerza su media sonrisa ganó algo de brío y su vista altura, pasando de un punto indefinido en el triste suelo a las bonitas cicatrices de la mejilla y labio del humano. Al toparse con sus ojos en el recorrido los suyos trastabillaron. Mierda. Que vergüenza. El chico no supo el favor que le hacía al tocarle el brazo. Necesitaba ese contacto. Nohlem cerró distancias haciendo a un lado sus dudas, y dejando pasar miedos superiores acercó una mano al rostro de Ethan.
—Quiero besarte.
Un suspiro nervioso rompió su aliento y la arruga en sus cejas transformó la petición en una plegaria mucho más extensa que las palabras que la contenían: “Estoy harto de tener miedo. No puedo más. Quiero ser feliz. Por favor, hazme feliz”. En su fina voz había sonado firme, pero no lo lucía. No era un capricho, era una necesidad. La realización de que ya estaba dicho le dio el valor para acercarse un poco más.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:46 pm
-Ah.
Apenas fue un murmullo, una afirmación vaga a lo que creía haber escuchado. Ethan asintió lentamente a medida que su mente procesaba mucho más despacio que su cuerpo lo que el felino quería. A él, lo quería a él. Una sonrisilla nerviosa le nublo el rostro, sin saber que respuesta darle.
¿De verdad le quería a él? Tuvo que reprimir el impulso de peinarse, avergonzado porque no lo había hecho durante todo el día. Su melena más larga que cuando llegó caía sin timidez alguna sobre su rostro, apenas recogida en una mala coleta prácticamente desecha con el tiempo. Había detalles que con el pasar de las semanas se habían asentado como una nueva normalidad. Bajo sus oscuros iris se empezaban a dibujar unas ojeras violáceas, un resalte para una tez cada vez más pálida ante la falta de luz. Estaba desmejorado, más de lo que era habitual pero ahora que sus miradas se cruzaban era muchísimo más consciente de su pésima condición.
Ahí, en aquella pequeña habitación solo podía pensar como de cambiados estaban, ya no solo por los tres meses ahí encerrados, no. Había mucho más oculto tras aquel ruego, bajo las heridas nuevas y el aspecto más retraído. El joven que había llegado allí sólo tenía un par de cicatrices, el príncipe del baile se decoraba con cortes apenas inexistentes tras las ratas pero el de ahora... El de ahora aún tenía las pequeñas muescas donde la piedra había impactado contra piel, irregularidades que se sumaban y complementaban. Heridas cerradas malamente ante la llegada del colgante y que ahora seguían manchando el lienzo que era su cuerpo, cada vez más mellado, cada vez más roto... Y aún así ... ¿Seguía siendo deseado?
-Nohlem... - Mascullo en bajo desviando momentáneamente la mirada hacia la puerta, un acto reflejo para asegurarse de que seguían compartiendo cierta intimidad.
Había cierto miedo en su voz, una inseguridad creciente ante la horrenda situación que vivían. Entendía esa búsqueda de calor aunque él se sintiera más frío que nunca, porque en parte también la quería, sentirse más humano, más cercano a alguien de su edad. La pena es que también había duda, duda a que fuera un deseo temporal que pudiera volver incómodas el resto de tardes. No había sucedido tras la euforia del palacio pero esta vez era diferente, pues a pesar de lo mal que estaban había cierta conciencia, un peso mayor de que sí volvían a repetir aquel altercado no podrían simplemente fingir que jamás había ocurrido.
La mano de su brazo rompió el enlace solo para apoyarse sobre la que Nohlem había dejado en su mejilla. La abrazo con ternura, acariciando suavemente el dorso de la misma mientras seguía fijo en el océano verde que comprendían sus ojos. ¿Que decir? ¿Estaría mal volverse a llevar por ese instinto egoísta?
-¿Estas seguro de esto?
Apenas fue un susurro mientras se inclinaba sobre el felino. Un secreto compartido en el escaso espacio que separaban sus labios. Sabía ya la respuesta, solo quería sentirse mejor persona escuchándola.
Apenas fue un murmullo, una afirmación vaga a lo que creía haber escuchado. Ethan asintió lentamente a medida que su mente procesaba mucho más despacio que su cuerpo lo que el felino quería. A él, lo quería a él. Una sonrisilla nerviosa le nublo el rostro, sin saber que respuesta darle.
¿De verdad le quería a él? Tuvo que reprimir el impulso de peinarse, avergonzado porque no lo había hecho durante todo el día. Su melena más larga que cuando llegó caía sin timidez alguna sobre su rostro, apenas recogida en una mala coleta prácticamente desecha con el tiempo. Había detalles que con el pasar de las semanas se habían asentado como una nueva normalidad. Bajo sus oscuros iris se empezaban a dibujar unas ojeras violáceas, un resalte para una tez cada vez más pálida ante la falta de luz. Estaba desmejorado, más de lo que era habitual pero ahora que sus miradas se cruzaban era muchísimo más consciente de su pésima condición.
Ahí, en aquella pequeña habitación solo podía pensar como de cambiados estaban, ya no solo por los tres meses ahí encerrados, no. Había mucho más oculto tras aquel ruego, bajo las heridas nuevas y el aspecto más retraído. El joven que había llegado allí sólo tenía un par de cicatrices, el príncipe del baile se decoraba con cortes apenas inexistentes tras las ratas pero el de ahora... El de ahora aún tenía las pequeñas muescas donde la piedra había impactado contra piel, irregularidades que se sumaban y complementaban. Heridas cerradas malamente ante la llegada del colgante y que ahora seguían manchando el lienzo que era su cuerpo, cada vez más mellado, cada vez más roto... Y aún así ... ¿Seguía siendo deseado?
-Nohlem... - Mascullo en bajo desviando momentáneamente la mirada hacia la puerta, un acto reflejo para asegurarse de que seguían compartiendo cierta intimidad.
Había cierto miedo en su voz, una inseguridad creciente ante la horrenda situación que vivían. Entendía esa búsqueda de calor aunque él se sintiera más frío que nunca, porque en parte también la quería, sentirse más humano, más cercano a alguien de su edad. La pena es que también había duda, duda a que fuera un deseo temporal que pudiera volver incómodas el resto de tardes. No había sucedido tras la euforia del palacio pero esta vez era diferente, pues a pesar de lo mal que estaban había cierta conciencia, un peso mayor de que sí volvían a repetir aquel altercado no podrían simplemente fingir que jamás había ocurrido.
La mano de su brazo rompió el enlace solo para apoyarse sobre la que Nohlem había dejado en su mejilla. La abrazo con ternura, acariciando suavemente el dorso de la misma mientras seguía fijo en el océano verde que comprendían sus ojos. ¿Que decir? ¿Estaría mal volverse a llevar por ese instinto egoísta?
-¿Estas seguro de esto?
Apenas fue un susurro mientras se inclinaba sobre el felino. Un secreto compartido en el escaso espacio que separaban sus labios. Sabía ya la respuesta, solo quería sentirse mejor persona escuchándola.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:50 pm
Se mantuvo en silencio incluso si todo en él clamaba por dar explicaciones, por justificarse, especialmente porque hablando se sabría egoísta. El fugaz vistazo que echó Ethan detrás suya le puso aún más nervioso, como tantas otras cosas que que normalmente no le afectarían, pero aguantó el tipo a base de voluntad. No obstante, desde fuera se sumaban grietas a su coraza: una oreja más inclinada que la otra, la rigidez de su postura, la tensión de un tendón en su cuello, el como tragó saliva... No se retractaba en su deseo, aunque empezaba a cuestionar que tan buena idea había sido exponerlo de esa forma.
Por desmejorado que estuviera Ethan, a ojos de Nohlem seguía siendo igual de atractivo si no más por pura cercanía. Le gustaba su pelo largo, el aspecto madurado que le daban las heridas y el cansancio, y que carajos, le gustaba hasta el simple hecho de que siguiera vivo. Ninguno allí era su versión del palacete, pero llegados a este punto ni él se esforzaba por serlo. Sus rizos estaban en ese largo por el que ya estaría pidiendo un corte en Varmania, su barba dejada hacía tiempo no pasaba por la navaja de Connor y estaba más flaco que cuando había llegado. Seguía teniendo pecas porque con ellas había nacido, pero la falta de sol las había clareado como las bolsas bajo sus ojos. Sus brazos estaban más fuertes, sí, pero sin masa de la que sacar fibra poco músculo se podía hacer. No tener espejo había sido una penuria. Ahora casi que lo apreciaba.
El alivio fue visible en la subida de su pecho y en el grosor de sus pupilas cuando Ethan le soltó el brazo para sujetarle la mano. Cuando sus ojos se encontraron tuvo ganas de sonreír, pero en sus idas le preocupaba que tal gesto pudiera interpretarse como mofa, con lo que guardó seriedad. Lo que le vendió fue un ronroneo demasiado alto, demasiado pronto, una muestra sincera e incontrolable de lo mucho que anhelaba lo que estaba pasando. Se humedeció los labios antes de hablar, como si eso pudiera humedecer también su voz.
—Sí.
“No”. Daba igual.
Se acercó.
Suspiró cuando sus labios se encontraron con los suyos. Suspiró cuando en la oscuridad de sus párpados, su mano libre, valiente, encontró la cadera de Ethan y la abrazó a él. Suspiró cuando el chasquido de un beso, dos y tres hizo crecer sus ronroneos, una vibración constante en su garganta que enmudeció todo aquello en lo que no quería pensar. Su cabeza era un desastre y su corazón un martillo, y mientras la mano que cubría la mejilla del londinense era cuidadosa y gentil, acariciándole como si fuera un tesoro, la otra se aferraba a su ropa con impaciencia y agonía. En cuestión de segundos los picos se volvieron hambrientos.
“Cálmate” se dijo al separarse entre un beso y otro, vislumbrando sus mejillas encendidas. Otro suspiro. Otro beso. “Cálmate” se repitió más bajito mientras, contrario a todo, le pegaba más contra sí y le mordía el labio.
Podría haberse tratado de Connor, de Rick, joder, podría haberse tratado de Abel, pero daba gracias a todos los Santos porque aquel que besaba fuera Ethan. Esta vez, por mucho que notase la inexperiencia del chico, su ritmo apenas aminoraría.
Por desmejorado que estuviera Ethan, a ojos de Nohlem seguía siendo igual de atractivo si no más por pura cercanía. Le gustaba su pelo largo, el aspecto madurado que le daban las heridas y el cansancio, y que carajos, le gustaba hasta el simple hecho de que siguiera vivo. Ninguno allí era su versión del palacete, pero llegados a este punto ni él se esforzaba por serlo. Sus rizos estaban en ese largo por el que ya estaría pidiendo un corte en Varmania, su barba dejada hacía tiempo no pasaba por la navaja de Connor y estaba más flaco que cuando había llegado. Seguía teniendo pecas porque con ellas había nacido, pero la falta de sol las había clareado como las bolsas bajo sus ojos. Sus brazos estaban más fuertes, sí, pero sin masa de la que sacar fibra poco músculo se podía hacer. No tener espejo había sido una penuria. Ahora casi que lo apreciaba.
El alivio fue visible en la subida de su pecho y en el grosor de sus pupilas cuando Ethan le soltó el brazo para sujetarle la mano. Cuando sus ojos se encontraron tuvo ganas de sonreír, pero en sus idas le preocupaba que tal gesto pudiera interpretarse como mofa, con lo que guardó seriedad. Lo que le vendió fue un ronroneo demasiado alto, demasiado pronto, una muestra sincera e incontrolable de lo mucho que anhelaba lo que estaba pasando. Se humedeció los labios antes de hablar, como si eso pudiera humedecer también su voz.
—Sí.
“No”. Daba igual.
Se acercó.
Suspiró cuando sus labios se encontraron con los suyos. Suspiró cuando en la oscuridad de sus párpados, su mano libre, valiente, encontró la cadera de Ethan y la abrazó a él. Suspiró cuando el chasquido de un beso, dos y tres hizo crecer sus ronroneos, una vibración constante en su garganta que enmudeció todo aquello en lo que no quería pensar. Su cabeza era un desastre y su corazón un martillo, y mientras la mano que cubría la mejilla del londinense era cuidadosa y gentil, acariciándole como si fuera un tesoro, la otra se aferraba a su ropa con impaciencia y agonía. En cuestión de segundos los picos se volvieron hambrientos.
“Cálmate” se dijo al separarse entre un beso y otro, vislumbrando sus mejillas encendidas. Otro suspiro. Otro beso. “Cálmate” se repitió más bajito mientras, contrario a todo, le pegaba más contra sí y le mordía el labio.
Podría haberse tratado de Connor, de Rick, joder, podría haberse tratado de Abel, pero daba gracias a todos los Santos porque aquel que besaba fuera Ethan. Esta vez, por mucho que notase la inexperiencia del chico, su ritmo apenas aminoraría.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 10:52 pm
Cuando Nohlem mencionó que quería un beso, esperaba una unidad, un momento, un consuelo, que perdido estaba ahora pues a cada pico más atrapado se veía, como una abeja que buscando polen caía de buenas sobre una venus. No se iba a quejar, en absoluto, tras un primer beso desganado fue sintiendo pequeñas chispas caer sobre una fogata que creía apagada. Se dejó llevar sin resistencia, pegándose al felino como si este fuera el único fuego en una montaña nevada. Reacomodo sus manos en torno a su rostro, deslizándose a medio camino de su cuello para quedarse afianzado a cada nuevo beso regalado.
Y es que funcionaba, poco a poco se iba despertando, dejando que el cansancio y el hastío pasarán a ser sentimientos anecdóticos al lado del deseo de pertenencia que Nohlem estaba dejando crecer en su interior. No había ronroneos de su parte pero los suspiros rotos que acompañaban a los del gato eran un buen indicativo del gusto que le estaba cogiendo a aquella cercanía. Siguió regalando besos hasta que los picos uno a uno dejaron de serlo, empezando a alargarse en el tiempo, a volverse más disfrutables, a que hubiera más cercanía y roce.
-Nohlem... -Dejó ir en una risa queda cuando este tiró de su labio, juguetón. -Con calma… no me voy a ir a ningún lado.
Aprovecho esa leve separación para intercambiar miradas, comprobar que no era el único que veía sus mejillas salpicadas de tonos rosados y su respiración algo más agitada. Anhelaba más pero parte de su miedo seguía latente a cada nuevo pulso irregular de su corazón. ¿Hasta dónde sería correcto avanzar? ¿Debían mejor ponerle alguna pauta a esa amistad con beneficios? Una de sus manos acarició la oreja del felino, tirando levemente de ella con la curiosidad de quien jugaba con un cachorro. Acabó perdiéndose entre sus rizos ahora que se daba cuenta de lo mucho que habían crecido, tenía el pelo más largo y la barba más punzante, un cosquilleo que le hacía gracia cuando sus labios se juntaban.
Tampoco es que quisiera parar los besos, tras deleitarse con el rostro tan guapo del felino volvió a pegar labio con labio y cadera con cadera, hubiera preferido una posición más cómoda pero la cama quedaba lejos y ahora sus ganas echaban humo de tanto fuego. Los besos se fundieron entre sí dejando que en vez de ser varios se convirtieran en uno largo y denso, de los que te acaban dejando falto de aire. Las yemas de sus dedos empezaron pues a jugar con el pelo anaranjado, sujetando con firmeza inocente mientras la otra mano reposaba sobre su hombro. Quería más pero siguiendo su mantra intentó mantener el ritmo lento, disfrutar del tacto del labio ajeno y de la presión que hacían sus dientes al morder ligeramente la zona. Sin tirones por ahora pero con ganas de marcar que al menos durante aquellos instantes esos labios eran suyos.
Si no hubiera sido tan vergonzoso, seguramente le habría pedido ir a tumbarse sobre un mejor colchón…
Y es que funcionaba, poco a poco se iba despertando, dejando que el cansancio y el hastío pasarán a ser sentimientos anecdóticos al lado del deseo de pertenencia que Nohlem estaba dejando crecer en su interior. No había ronroneos de su parte pero los suspiros rotos que acompañaban a los del gato eran un buen indicativo del gusto que le estaba cogiendo a aquella cercanía. Siguió regalando besos hasta que los picos uno a uno dejaron de serlo, empezando a alargarse en el tiempo, a volverse más disfrutables, a que hubiera más cercanía y roce.
-Nohlem... -Dejó ir en una risa queda cuando este tiró de su labio, juguetón. -Con calma… no me voy a ir a ningún lado.
Aprovecho esa leve separación para intercambiar miradas, comprobar que no era el único que veía sus mejillas salpicadas de tonos rosados y su respiración algo más agitada. Anhelaba más pero parte de su miedo seguía latente a cada nuevo pulso irregular de su corazón. ¿Hasta dónde sería correcto avanzar? ¿Debían mejor ponerle alguna pauta a esa amistad con beneficios? Una de sus manos acarició la oreja del felino, tirando levemente de ella con la curiosidad de quien jugaba con un cachorro. Acabó perdiéndose entre sus rizos ahora que se daba cuenta de lo mucho que habían crecido, tenía el pelo más largo y la barba más punzante, un cosquilleo que le hacía gracia cuando sus labios se juntaban.
Tampoco es que quisiera parar los besos, tras deleitarse con el rostro tan guapo del felino volvió a pegar labio con labio y cadera con cadera, hubiera preferido una posición más cómoda pero la cama quedaba lejos y ahora sus ganas echaban humo de tanto fuego. Los besos se fundieron entre sí dejando que en vez de ser varios se convirtieran en uno largo y denso, de los que te acaban dejando falto de aire. Las yemas de sus dedos empezaron pues a jugar con el pelo anaranjado, sujetando con firmeza inocente mientras la otra mano reposaba sobre su hombro. Quería más pero siguiendo su mantra intentó mantener el ritmo lento, disfrutar del tacto del labio ajeno y de la presión que hacían sus dientes al morder ligeramente la zona. Sin tirones por ahora pero con ganas de marcar que al menos durante aquellos instantes esos labios eran suyos.
Si no hubiera sido tan vergonzoso, seguramente le habría pedido ir a tumbarse sobre un mejor colchón…
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Dudas a puerta cerrada
14/07/24, 11:18 pm
El comentario fue todo lo que necesitó para que, por una vez en tantos días de mierda, al varmano le saliera una sonrisa genuina. No era una sonrisa amplia y estudiada hecha por compromiso y educación, sino de las torpes y pequeñas que realmente se sentían bien, de las que salían sin motivos superiores acompañadas de la vibración de su laringe. Ethan parecía haberle leído los pensamientos, y el agradable pellizco de la vergüenza (esa que da al ser pillado en algo de lo que no te arrepientes) le hizo querer llevarle más conscientemente la contraria. No quería calmarse. No iba a calmarse.
—¿Seguro?
Respirando con pesadez por la boca, mezcla de la excitación y los nervios, Nohlem disfrutó de las vistas mientras podía. Que en su día a día se hubiera hecho a verle a él y otros humanos, casi todos tan blancos y con el pelo imposiblemente negro, no significaba que besar a uno le resultase menos exótico. El brillante rojo que coloreaba su rostro le recordó a esas raras noches en las que la playa se llenaba de bioluminiscencia, y deslizando el pulgar sobre sus mejillas esperó ver tras este la misma estela rojiza. Sonrió una segunda vez cuando le tiró de la oreja, dejándose investigar con aparente sosiego los cortos segundos que su aún más corta paciencia pudiera ofrecerle. Santos, quería besarle, quería-…
Esta vez, sin embargo, no fue el primero en dar el paso. Aunque ya le hubiera visto en acción y no fuera ningún cambio drástico en la personalidad del chico -a fin de cuentas era el mismo que podía romperse la espalda peleando contra Connor por puro orgullo-, a Nohlem le seguía sorprendiendo que alguien tan recatado y cortés como Ethan tuviera esa clase de picardía. Sinceramente era el tipo de sorpresa al que no le importaba no acostumbrarse nunca. Le recibió como agua fría en verano, emitiendo un pequeño quejido de gusto cuando sus caderas volvieron a chocar rompiendo una casi inexistente lejanía. La mano que antes reposaba gentil en su mejilla se unió a la otra para sujetar el hueco que conformaba su cintura, al final de sus costillas y el inicio de su pelvis, por la cual empujó para guiar a semi-ciegas el cuerpo del otro a donde sabía que estaba su cama. La vergüenza que impedía que Ethan hiciera locuras la tenía Nohlem perfectamente subyugada.
El trayecto y la espectación sumó pasión a unos besos de por sí poco contenidos; sus ronroneos eran ensordecedores, sus dientes mordían y su lengua buscaba aquella perla de metal que recordaba en la del otro. Cuando las piernas del londinense toparon con el mueble le hizo sentarse a base de fuerza, siguiéndole muy de cerca y sin margen a raciocinio para huir de la voz de la razón. No necesitaba mucho para que las ideas pútridas de la semana le atrapasen, y si el remedio era perderse en el calor bajo su ombligo y la lujuria, bienvenido fuera. Como apoyo colocó en el colchón y entre las piernas del londinense una rodilla, y dando apenas un segundo para recuperar el aliento volvió a unir sus labios. Sus intención al menos era sincera, y si daba tregua al desviarse era solo para iniciar un recorrido descendente. El borde de su boca y su cicatriz, mejilla, barbilla...
En esa habitación no habría augurios, no habría sangre ni cuerpos reducidos a piezas, no habría Letargo ni fantasmas con ojos robados. Con un poco de suerte tampoco habría lugar para su propio nombre.
—¿Seguro?
Respirando con pesadez por la boca, mezcla de la excitación y los nervios, Nohlem disfrutó de las vistas mientras podía. Que en su día a día se hubiera hecho a verle a él y otros humanos, casi todos tan blancos y con el pelo imposiblemente negro, no significaba que besar a uno le resultase menos exótico. El brillante rojo que coloreaba su rostro le recordó a esas raras noches en las que la playa se llenaba de bioluminiscencia, y deslizando el pulgar sobre sus mejillas esperó ver tras este la misma estela rojiza. Sonrió una segunda vez cuando le tiró de la oreja, dejándose investigar con aparente sosiego los cortos segundos que su aún más corta paciencia pudiera ofrecerle. Santos, quería besarle, quería-…
Esta vez, sin embargo, no fue el primero en dar el paso. Aunque ya le hubiera visto en acción y no fuera ningún cambio drástico en la personalidad del chico -a fin de cuentas era el mismo que podía romperse la espalda peleando contra Connor por puro orgullo-, a Nohlem le seguía sorprendiendo que alguien tan recatado y cortés como Ethan tuviera esa clase de picardía. Sinceramente era el tipo de sorpresa al que no le importaba no acostumbrarse nunca. Le recibió como agua fría en verano, emitiendo un pequeño quejido de gusto cuando sus caderas volvieron a chocar rompiendo una casi inexistente lejanía. La mano que antes reposaba gentil en su mejilla se unió a la otra para sujetar el hueco que conformaba su cintura, al final de sus costillas y el inicio de su pelvis, por la cual empujó para guiar a semi-ciegas el cuerpo del otro a donde sabía que estaba su cama. La vergüenza que impedía que Ethan hiciera locuras la tenía Nohlem perfectamente subyugada.
El trayecto y la espectación sumó pasión a unos besos de por sí poco contenidos; sus ronroneos eran ensordecedores, sus dientes mordían y su lengua buscaba aquella perla de metal que recordaba en la del otro. Cuando las piernas del londinense toparon con el mueble le hizo sentarse a base de fuerza, siguiéndole muy de cerca y sin margen a raciocinio para huir de la voz de la razón. No necesitaba mucho para que las ideas pútridas de la semana le atrapasen, y si el remedio era perderse en el calor bajo su ombligo y la lujuria, bienvenido fuera. Como apoyo colocó en el colchón y entre las piernas del londinense una rodilla, y dando apenas un segundo para recuperar el aliento volvió a unir sus labios. Sus intención al menos era sincera, y si daba tregua al desviarse era solo para iniciar un recorrido descendente. El borde de su boca y su cicatriz, mejilla, barbilla...
En esa habitación no habría augurios, no habría sangre ni cuerpos reducidos a piezas, no habría Letargo ni fantasmas con ojos robados. Con un poco de suerte tampoco habría lugar para su propio nombre.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
16/07/24, 01:38 pm
Vale, si, no había calma alguna. Tras el siseante ¨¿seguro?̈¨ de Nohlem no pudo evitar compararse con un pato al que le estaban dando una caza más que agradable. Su sonrisa acompañó a la del felino como un reflejo de la misma y su rostro presiono sobre el dorso que acariciaba su mejilla, pidiendo más contacto en un tiempo como aquel donde estaban desesperados por obtenerlo. Nohlem era guapo, gentil pero sarcástico, cobarde por momentos pero orgulloso en muchísimos otros. Era alguien cargado de contrariedades, pues siendo de alta cuna era el primero sin miedo a despeinarse. Quizá por eso le atraía tanto, porque era un príncipe capaz de regalarle un dulce beso en la mano con la mayor educación y a la vez era un ladrón que no temía precipitarse al vacío y llevarte con él, de los que te robaba el aliento y apretaba tu corazón con cada nuevo encuentro.
No obtuvo queja alguna del londinense desde luego. A los besos de Nohlem se sumaron los suyos propios guiado y cegado por una pasión que solo encendía su fuego interno. El varmano solo echaba leña a un incendio que él mismo había iniciado y Ethan como buena persona dispuesta a asfixiarse por el humo se quedó afianzado, con una mano enredándose entre sus rizos cobrizos y la otra abrazados en torno a sus hombros. Tenía la suerte de que su mayor preocupación fuera tomar aire y soltar pequeños suspiros regalados, pues así no había margen a razonar si todo aquello era o no un error. Ethan mordía con una curiosidad creciente, tirando ligeramente de su labio y sonriendo cuando conseguía llevarse esas pequeñas victorias. También besaba, aturdido por la lengua contraria, enredando la suya propia y buscando con ella perfilar los colmillos tan puntiagudos que tenía el granta. Todo él le gustaba, no en un sentido romántico si no en uno más superficial, más físico.
Cadera contra cadera, labio contra labio, cada nueva presión y choque le arrancaba nuevas notas musicales hasta que se dio contra un colchón y una gravedad inesperada le abrazó sin previo aviso. Si Nohlem le quería sentado, le obtuvo tumbado tras caer sorprendido sobre la cama pues la verdad, no esperaba darse de bruces contra un obstáculo. Allí con la melena desecha cubriendo gran parte de su rostro y la camisa arrugada por encima de su vientre no pudo contener la risa, rompiendo momentáneamente en dulces carcajadas.
-Nohlem cabron, que susto! -Siguió riendo antes de centrar la mirada en su gran amigo con una amplia sonrisa en el rostro. -Pero avisaa que pensé que me iba a comer todo el suelo.
A pesar de la pulla se notaba que estaba más que encandilado por la situación, llevaba tiempo sin poder disfrutar de esa diversión más inocente y acorde a la que era su edad. Por lo que, a pesar de tener prácticamente las piernas colgando, subió una al borde de la cama, dejándola apoyada ahí para que su compañero tuviera más hueco donde posicionarse.
-Anda, acércate…
Susurró esta vez divertido, levantando ambos brazos para que fuera precisamente, a abrazarlo.
No obtuvo queja alguna del londinense desde luego. A los besos de Nohlem se sumaron los suyos propios guiado y cegado por una pasión que solo encendía su fuego interno. El varmano solo echaba leña a un incendio que él mismo había iniciado y Ethan como buena persona dispuesta a asfixiarse por el humo se quedó afianzado, con una mano enredándose entre sus rizos cobrizos y la otra abrazados en torno a sus hombros. Tenía la suerte de que su mayor preocupación fuera tomar aire y soltar pequeños suspiros regalados, pues así no había margen a razonar si todo aquello era o no un error. Ethan mordía con una curiosidad creciente, tirando ligeramente de su labio y sonriendo cuando conseguía llevarse esas pequeñas victorias. También besaba, aturdido por la lengua contraria, enredando la suya propia y buscando con ella perfilar los colmillos tan puntiagudos que tenía el granta. Todo él le gustaba, no en un sentido romántico si no en uno más superficial, más físico.
Cadera contra cadera, labio contra labio, cada nueva presión y choque le arrancaba nuevas notas musicales hasta que se dio contra un colchón y una gravedad inesperada le abrazó sin previo aviso. Si Nohlem le quería sentado, le obtuvo tumbado tras caer sorprendido sobre la cama pues la verdad, no esperaba darse de bruces contra un obstáculo. Allí con la melena desecha cubriendo gran parte de su rostro y la camisa arrugada por encima de su vientre no pudo contener la risa, rompiendo momentáneamente en dulces carcajadas.
-Nohlem cabron, que susto! -Siguió riendo antes de centrar la mirada en su gran amigo con una amplia sonrisa en el rostro. -Pero avisaa que pensé que me iba a comer todo el suelo.
A pesar de la pulla se notaba que estaba más que encandilado por la situación, llevaba tiempo sin poder disfrutar de esa diversión más inocente y acorde a la que era su edad. Por lo que, a pesar de tener prácticamente las piernas colgando, subió una al borde de la cama, dejándola apoyada ahí para que su compañero tuviera más hueco donde posicionarse.
-Anda, acércate…
Susurró esta vez divertido, levantando ambos brazos para que fuera precisamente, a abrazarlo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Dudas a puerta cerrada
09/09/24, 01:47 pm
Como un toro al que le quitan de vista la capa roja, Nohlem reconectó con las quejas y risas de Ethan como algo inesperado. Su semblante concentrado se tornó en el de un simple chico al que han pillado perdido en las nubes, con los ojos abiertos y las orejas rectas, y le costó un par de segundos reír, sincero, al son de la broma del otro.
—¿Quién te crees que soy? ¿Connor? —chasqueó la lengua y rodó los ojos exageradamente en la misma dirección en la que inclinó su cabeza, sonriendo ipso facto al volver a él—. Yo soy todo un caballero, no dejaría que te cayeras…
Si bien la risa había servido para liberar tensiones, también sirvió para hacerle un pelín más consciente de dónde, con quién y cómo estaba. No es que ninguna de esas cosas fuera precisamente un impedimento, más bien… el punto de quien está un poco borracho pero recuerda que es mejor saborear el vino que engullirlo, sobre todo en compañía. Se inclinó sobre él.
Hubo algo diferente después, en el susurro, en la invitación. Algo que encendió una vela más pequeña, una mecha de nostalgia: era el cariño simple de alguien que es más que un amante, el calor de un amigo, un confort más espiritual. A pesar de sus ganas de dejar de lado el raciocinio y todos los nombres que conocía, Nohlem obedeció e hizo exactamente lo que el chico le pedía. Le dio un abrazo. Inspiró aire y exhaló, con el morro hundido en su cuello y cabellera, reconociendo tras el olor del refugio aquel más sutil que pertenecía propiamente a Ethan. No era un cualquiera.
—Hm.
Plantó un beso ahí donde pilló, en la curva de su cuello, mientras sus brazos se cerraban como podían en torno a sus costados para abrazarlo sin quitarle la espalda del colchón. Su boca bajó a las clavículas del chico y ascendió a su nuez, a su barbilla y finalmente de vuelta a sus labios, en una serie de ronroneos constantes que no le permitían oír el crujido de la vida en el torreón. El ansia volvió poco a poco a apoderarse de él, y ni siquiera los sonidos lejanos de una puerta abriéndose en la planta de abajo, de una herramienta en uso o una conversación distante sirvieron para sacarlo de su burbuja y el fuerte bombeo de su corazón caliente. Apoyó un brazo por encima de la cabeza de Ethan y se hundió un poco más entre sus piernas, siguiendo en su constante de besos -cada vez más hambrientos- mientras su mano libre buscaba el ángulo de la cintura del londinense para atraerla contra la propia.
—¿Quién te crees que soy? ¿Connor? —chasqueó la lengua y rodó los ojos exageradamente en la misma dirección en la que inclinó su cabeza, sonriendo ipso facto al volver a él—. Yo soy todo un caballero, no dejaría que te cayeras…
Si bien la risa había servido para liberar tensiones, también sirvió para hacerle un pelín más consciente de dónde, con quién y cómo estaba. No es que ninguna de esas cosas fuera precisamente un impedimento, más bien… el punto de quien está un poco borracho pero recuerda que es mejor saborear el vino que engullirlo, sobre todo en compañía. Se inclinó sobre él.
Hubo algo diferente después, en el susurro, en la invitación. Algo que encendió una vela más pequeña, una mecha de nostalgia: era el cariño simple de alguien que es más que un amante, el calor de un amigo, un confort más espiritual. A pesar de sus ganas de dejar de lado el raciocinio y todos los nombres que conocía, Nohlem obedeció e hizo exactamente lo que el chico le pedía. Le dio un abrazo. Inspiró aire y exhaló, con el morro hundido en su cuello y cabellera, reconociendo tras el olor del refugio aquel más sutil que pertenecía propiamente a Ethan. No era un cualquiera.
—Hm.
Plantó un beso ahí donde pilló, en la curva de su cuello, mientras sus brazos se cerraban como podían en torno a sus costados para abrazarlo sin quitarle la espalda del colchón. Su boca bajó a las clavículas del chico y ascendió a su nuez, a su barbilla y finalmente de vuelta a sus labios, en una serie de ronroneos constantes que no le permitían oír el crujido de la vida en el torreón. El ansia volvió poco a poco a apoderarse de él, y ni siquiera los sonidos lejanos de una puerta abriéndose en la planta de abajo, de una herramienta en uso o una conversación distante sirvieron para sacarlo de su burbuja y el fuerte bombeo de su corazón caliente. Apoyó un brazo por encima de la cabeza de Ethan y se hundió un poco más entre sus piernas, siguiendo en su constante de besos -cada vez más hambrientos- mientras su mano libre buscaba el ángulo de la cintura del londinense para atraerla contra la propia.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
18/09/24, 12:26 am
Aquel abrazo fue como la gota que irrumpía un lago en calma. Las ondas apenas fueron perceptibles, un vaivén suave que se perdía en la armonía del agua pero, entonces… ¿Por qué le afectó tanto? Los besos eran una recompensa dulce, un premio agradecido pero al final del día suplían una carencia que a veces era meramente física. Sentir el hocico frío contra su hombro o la cabellera rizada sobre su piel era diferente. Ethan correspondió el abrazo agarrándose al inicio con timidez, un gesto que se hizo más fuerte cuando en ese silencio solo sus respiraciones estaban armonizadas. Anhelaba tanto ese afecto más íntimo, más privado, más cercano. Ese calor que no tenía porque quemar si no que simplemente curaba, como cuando muerto de frío acercabas las manos a la hoguera. Era un sentimiento tan cálido y embriagador que le costó unos segundos dejar ir al felino.
Cerró los ojos ante los besos y en lo que antes había prisa, ahora encontró una calma perfecta. Tenían suficiente tiempo como para poder compartirlo hasta en los gestos más sencillos y cotidianos, para que tras cada beso en vez de saltar chispas pudieran germinar flores en forma de cosquilleos. El londinense levantó suavemente el rostro para que los labios de Nohlem pudieran seguir con su recorrido y cuando este lo finalizó en su boca, fue miel lo que saboreo. El problema es que el abrazo había roto algo en su interior y de alguna manera también había completado una pieza faltante de un puzzle que a veces se olvidaba que tenía a medio hacer. Si, besarse le hacía ignorar su alrededor pero para su desgracia no limpiaba el dolor y la soledad como lo hacía el sentirse protegido en brazos ajenos.
-Nohlem.. espera… -Respondió entre beso y beso, empujando con suavidad al felino para que captará que necesitaba un poco de distancia. -Perdón, solo, dame un momento.
Tampoco le quisó apartar demasiado de su lado, ni mucho menos. Le quería atento no lejos, por eso busco sus manos y las entrelazo con las suyas dejando que la vergüenza pudiera aflorar en el colorete de sus mejillas . Se sentía extrañamente vulnerable como si lo que estaba por pedir fuese mayor capricho que el compartir el aliento como habían estado haciendo hasta hace escasos segundos.
-Ha sido una semana muy larga.. . yo, ¿te importaría abrazarme un poco más? -Acabó dejando huir las palabras tan bajitas que tuvo que repetirse por miedo a no ser escuchado. Su vista estaba perdida en otro rincón del cuarto, muerto de la vergüenza. -Creo que necesito un poco de calma. No se si, se que es un poco egoísta, solo… es que…
Se calló por puro miedo, por si después de todo estuviera exigiendo más de lo que aquella relación tan ambigua les permitía. A esas alturas la línea estaba tan desdibujada que no sabía que era justo o no buscar en el otro, si los besos eran por mero interés físico o si querer permanecer acurrucados era desde la más profunda amistad, el miedo o una necesidad mayor. No lo sabía, claro que no lo sabía y no quería saberlo. Le bastaba con la sencilla realización de que se encontraba seguro teniendo a Nohlem junto a él y que era su tan curioso ronroneo el que le hacía querer cerrar los párpados para quedarse con la ligera vibración que obtenía como obsequio.
Si el felino no se apartaba buscaría de nuevo una de sus manos, esta vez para dejarla apoyada sobre una de sus pálidas mejillas y permitir aplastar parte rostro contra su palma en la búsqueda necesitada de un tacto más personal. Quien diría que de los dos, el que acabaría comportándose como un gato necesitado iba a ser él.
Cerró los ojos ante los besos y en lo que antes había prisa, ahora encontró una calma perfecta. Tenían suficiente tiempo como para poder compartirlo hasta en los gestos más sencillos y cotidianos, para que tras cada beso en vez de saltar chispas pudieran germinar flores en forma de cosquilleos. El londinense levantó suavemente el rostro para que los labios de Nohlem pudieran seguir con su recorrido y cuando este lo finalizó en su boca, fue miel lo que saboreo. El problema es que el abrazo había roto algo en su interior y de alguna manera también había completado una pieza faltante de un puzzle que a veces se olvidaba que tenía a medio hacer. Si, besarse le hacía ignorar su alrededor pero para su desgracia no limpiaba el dolor y la soledad como lo hacía el sentirse protegido en brazos ajenos.
-Nohlem.. espera… -Respondió entre beso y beso, empujando con suavidad al felino para que captará que necesitaba un poco de distancia. -Perdón, solo, dame un momento.
Tampoco le quisó apartar demasiado de su lado, ni mucho menos. Le quería atento no lejos, por eso busco sus manos y las entrelazo con las suyas dejando que la vergüenza pudiera aflorar en el colorete de sus mejillas . Se sentía extrañamente vulnerable como si lo que estaba por pedir fuese mayor capricho que el compartir el aliento como habían estado haciendo hasta hace escasos segundos.
-Ha sido una semana muy larga.. . yo, ¿te importaría abrazarme un poco más? -Acabó dejando huir las palabras tan bajitas que tuvo que repetirse por miedo a no ser escuchado. Su vista estaba perdida en otro rincón del cuarto, muerto de la vergüenza. -Creo que necesito un poco de calma. No se si, se que es un poco egoísta, solo… es que…
Se calló por puro miedo, por si después de todo estuviera exigiendo más de lo que aquella relación tan ambigua les permitía. A esas alturas la línea estaba tan desdibujada que no sabía que era justo o no buscar en el otro, si los besos eran por mero interés físico o si querer permanecer acurrucados era desde la más profunda amistad, el miedo o una necesidad mayor. No lo sabía, claro que no lo sabía y no quería saberlo. Le bastaba con la sencilla realización de que se encontraba seguro teniendo a Nohlem junto a él y que era su tan curioso ronroneo el que le hacía querer cerrar los párpados para quedarse con la ligera vibración que obtenía como obsequio.
Si el felino no se apartaba buscaría de nuevo una de sus manos, esta vez para dejarla apoyada sobre una de sus pálidas mejillas y permitir aplastar parte rostro contra su palma en la búsqueda necesitada de un tacto más personal. Quien diría que de los dos, el que acabaría comportándose como un gato necesitado iba a ser él.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Dudas a puerta cerrada
21/09/24, 11:03 pm
Igual que quien despierta a media noche y solo entonces escucha la cantidad de ruido que le rodea, Nohlem despertó con la siguiente petición de Ethan. Sus ronroneos encontraron un bache -una exclamación de sorpresa algo atolondrada- aunque no se rompieron del todo, tan solo bajaron el volumen. Su corazón se aceleró en un sentimiento distinto, el de la inquietud, al creer que se había excedido o que alguien de fuera del cuarto venía en su dirección. El empujón le hizo echar tanto los hombros como las orejas atrás, entre la vergüenza, la pena y la urgencia de captar lo que sonara a sus espaldas.
—Ah- perdón —masculló mientras le daba el espacio que pedía. Inspiró silenciosamente para no hacer temblar el aire, pero sus pulmones necesitaban más que lo recibido—. ¿Demasiado rápido?
Preguntó un poco para nadie pues el lenguaje corporal del moreno era como un libro abierto. Una sonrisa apenada tiró de la comisura de sus labios al interpretar que había sido el caso, contagiándose de esa timidez que Ethan demostraba, de nuevo un poco más consciente de todo lo que habían hecho. Le dio un pequeño estrujón con la mano en cuanto las tuvieron entrelazadas, y el rubor le pinchó las mejillas con renovada vergüenza. Ahora la ligera presión en sus pantalones se sentía incorrecta.
—¡Ah! —sus orejas se alzaron de golpe al escuchar el nuevo requisito, o más bien, la repetición de uno previo, riendo por lo bajo con el cambio de ambiente. La repentina inocencia del londinense le pillaba desprevenido, pero no caía en lo decepcionante; era como pasar de un plato de especias picantes a una sopa en un día gris, de algo que arde a algo que reconforta. Hubiera preferido más, definitivamente, pero al final ambos servían para algo parecido: dejar de pensar en Rocavarancolia el tiempo que la burbuja durase. Suspiró, de esos suspiros que calman, e igual de bien mandado que antes Nohlem se reacomodó con la intención de abrazar al joven cuando éste no supo acabar la frase.
—No es egoísta —le aseguró en voz baja. Si acaso egoísta se sería él, pero al tener la necesidad tan subida no era algo que le comiera la cabeza.
No obstante, el abrazo sufrió un retraso cuando su mano, guiada por otra, fue a acariciar el rostro del londinense. Al encontrar su mirada bajo aquella luz más íntima su corazón dio un pequeño vuelco de advertencia, una sensación que sacudió su interior y que para bien o para mal reconocía. Recordó de forma abstracta las palabras que su hermana solía repetirle, todas esas veces en las que antes de contarle nada ya parecía saber qué le pasaba.
"Te encandilas demasiado rápido", se repitió a sí mismo.
Inspiró, sonrió de forma torpe y se hundió en el abrazo, apartando primero la mano para frotar suavemente su mejilla contra la del otro. Igual que había hecho con gente de distinta clase social, se esforzó en hacer a un lado el sentimiento, como quien ignora un brote para que no crezca. No fue difícil. Era una tontería pasajera, algo que no estaba hecho para durar, incluso si ahora mismo con el contacto de Ethan estuviera inevitablemente alimentando la duda. Igual que otras veces y por su propio bien, se le pasaría. Ethan ni siquiera era de su especie, y aquel motivo apenas rascaba la superficie de una enorme lista de razones por las que era una mala opción. Tomó aire y cerró los ojos contra la piel del humano para dejar la mente en blanco mientras se tumbaba a su lado, pues no quería que nuevas ideas le generasen nuevos problemas pero tampoco renunciar al momento.
Dejarse llevar por el deseo era mucho más fácil e impersonal que eso por un motivo, y si bien estaba acostumbrado a su cercanía, había algo muy distinto en estar abrazados despiertos que dormidos.
—Perdón si he acelerado demasiado —masculló, aún acurrucado—. Me apetecía mucho… —dejó la frase al aire, no tan aposta como por no saber como continuarla. Después se apartó lo justo para mirarle a la cara—. ¿Estás… bien?
—Ah- perdón —masculló mientras le daba el espacio que pedía. Inspiró silenciosamente para no hacer temblar el aire, pero sus pulmones necesitaban más que lo recibido—. ¿Demasiado rápido?
Preguntó un poco para nadie pues el lenguaje corporal del moreno era como un libro abierto. Una sonrisa apenada tiró de la comisura de sus labios al interpretar que había sido el caso, contagiándose de esa timidez que Ethan demostraba, de nuevo un poco más consciente de todo lo que habían hecho. Le dio un pequeño estrujón con la mano en cuanto las tuvieron entrelazadas, y el rubor le pinchó las mejillas con renovada vergüenza. Ahora la ligera presión en sus pantalones se sentía incorrecta.
—¡Ah! —sus orejas se alzaron de golpe al escuchar el nuevo requisito, o más bien, la repetición de uno previo, riendo por lo bajo con el cambio de ambiente. La repentina inocencia del londinense le pillaba desprevenido, pero no caía en lo decepcionante; era como pasar de un plato de especias picantes a una sopa en un día gris, de algo que arde a algo que reconforta. Hubiera preferido más, definitivamente, pero al final ambos servían para algo parecido: dejar de pensar en Rocavarancolia el tiempo que la burbuja durase. Suspiró, de esos suspiros que calman, e igual de bien mandado que antes Nohlem se reacomodó con la intención de abrazar al joven cuando éste no supo acabar la frase.
—No es egoísta —le aseguró en voz baja. Si acaso egoísta se sería él, pero al tener la necesidad tan subida no era algo que le comiera la cabeza.
No obstante, el abrazo sufrió un retraso cuando su mano, guiada por otra, fue a acariciar el rostro del londinense. Al encontrar su mirada bajo aquella luz más íntima su corazón dio un pequeño vuelco de advertencia, una sensación que sacudió su interior y que para bien o para mal reconocía. Recordó de forma abstracta las palabras que su hermana solía repetirle, todas esas veces en las que antes de contarle nada ya parecía saber qué le pasaba.
"Te encandilas demasiado rápido", se repitió a sí mismo.
Inspiró, sonrió de forma torpe y se hundió en el abrazo, apartando primero la mano para frotar suavemente su mejilla contra la del otro. Igual que había hecho con gente de distinta clase social, se esforzó en hacer a un lado el sentimiento, como quien ignora un brote para que no crezca. No fue difícil. Era una tontería pasajera, algo que no estaba hecho para durar, incluso si ahora mismo con el contacto de Ethan estuviera inevitablemente alimentando la duda. Igual que otras veces y por su propio bien, se le pasaría. Ethan ni siquiera era de su especie, y aquel motivo apenas rascaba la superficie de una enorme lista de razones por las que era una mala opción. Tomó aire y cerró los ojos contra la piel del humano para dejar la mente en blanco mientras se tumbaba a su lado, pues no quería que nuevas ideas le generasen nuevos problemas pero tampoco renunciar al momento.
Dejarse llevar por el deseo era mucho más fácil e impersonal que eso por un motivo, y si bien estaba acostumbrado a su cercanía, había algo muy distinto en estar abrazados despiertos que dormidos.
—Perdón si he acelerado demasiado —masculló, aún acurrucado—. Me apetecía mucho… —dejó la frase al aire, no tan aposta como por no saber como continuarla. Después se apartó lo justo para mirarle a la cara—. ¿Estás… bien?
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Dudas a puerta cerrada
12/10/24, 12:20 am
Ethan no supo muy bien que hacer pues la vergüenza no tardó en aflorar en sus mejillas en cuanto sintió las del gato acariciarle el rostro con las suyas, un rubor rosado que logró arrancarle una tímida sonrisa. Se sentía bien recuperar ese confort que ya creía perdido, sentir el aliento de otra persona en la cercanía y el calor de su cuerpo en una intimidad compartida. Podía entender que no era del todo lo que quería Nohlem, que no le había llamado aquella noche para abrazarse juntos y dormir, pero por ese motivo le agradecía aún más que no le presionara a ir más lejos.
-Si.. perdón, es solo que.. -Una ligera risa afloro por su garganta, nervioso. -Hace mucho que no tengo, bueno, este acercamiento con nadie. Me estoy acostumbrando aún.
Había una modesta sinceridad en sus palabras. Ese hecho no era desconocido para ninguno de los dos pero igual se sentía bien poder volverlo a compartir. Encontrar su propia seguridad y ritmo en una relación que siquiera tenía nombre. Su cuerpo pronto se reacomodo en la cama ahora que dos personas tenían que ocupar el espacio de una y mientras pasaba uno de sus brazos por debajo de los de Nohlem para quedar abrazado en torno a su pecho, decidió hundir en un acto completamente egoísta su rostro entre las arrugas de su blusa. Sus manos quedaron sueltas, tendidas sobre la cama tras el gato, sin ningún intento de agarre firme, solo fue al poquito, cuando volvió a encontrar las palabras que se deslizó por su espalda para empezar a hacerle caricias suaves en forma de pequeños círculos.
-No.. lo sé, siento que a veces todo va demasiado rápido. No por ti, digo en general, simplemente estoy cansado. -respiró hondo ya acomodado, ahora que su voz apenas era un murmullo opacado bajo la tela de su compañero. -¿No lo prefieres tú también? Tener un poco de calma tras tanto… caos.
Su pelo quedaba ahora revuelto entre las sábanas, había crecido tanto que algunos mechones dispares alcanzaban ya la altura de sus hombros, solo que, ante la falta de espejos y cuidado propio no se había dado cuenta del paso del tiempo y de como, lo que en su día había sido un desconocido, ahora era la mejor almohada en la que descansar. Su respiración pronto se habituó a las ondas esponjosas del somier, calmada y suave mientras su conciencia bailaba entre la culpabilidad de dormirse tan pronto y la comodidad de verse tan bien arropado. Una de sus piernas se entrelazó entre las de Nohlem, creando un trampantojo aún más absurdo al no querer levantarse a colocar otra cama junto a la que estaban. A veces cuanto menor era el espacio era mejor, porque así, el abrazo se volvía una necesidad y no un mero capricho. Una justificación vaga al porqué decidir acostarse así. ¿Al fin y al cabo… eran solo amigos, verdad?
Dejó que los pensamientos se fundieran en su mente. Estaría medianamente atento para las primeras frases que el varmano le dedicara, una concentración que tardaría más bien poco en desaparecer, en cuanto sus parpados ya caidos terminaran de conquistar su mente con el placebo de una oscuridad acogedora.
-Gracias, por estar aquí…
Llegaría a murmurar, más como un pensamiento fugaz que como un intento de charla constructiva. Su suave abrazo quedaría debilitado y pronto saludaría a la noche venidera. No habría pesadillas, ni sueños turbios, no existirían recuerdos amargos, ni casas vacías, al contrario, esa vez, le ocuparía una alegría más sosegada. Caricias perdidas, el suave tacto ajeno y la pequeña fogata que creaban dos labios al juntarse. Soñaría con él, con un tonto gato naranja un tanto sarcastico pero muy atento. Soñaría con su risa, con sus chistes malos y con sus secretos contados a puertas cerradas. Con sus ojos esmeraldas, y con la sonrisa risueña que se le formaba cada vez que hablaba del piano, con el tacto valiente que le dedicaba a escondidas y con sus dulces colmillos cuando le arrancaba suspiros con ellos. Soñaría las piezas de un puzzle a medio construir, imágenes incoherencias y sentimientos confusos aún a flor de piel. De los que no entiendes ni quieres entender.
Pero al menos, esa noche, soñaría acompañado.
-Si.. perdón, es solo que.. -Una ligera risa afloro por su garganta, nervioso. -Hace mucho que no tengo, bueno, este acercamiento con nadie. Me estoy acostumbrando aún.
Había una modesta sinceridad en sus palabras. Ese hecho no era desconocido para ninguno de los dos pero igual se sentía bien poder volverlo a compartir. Encontrar su propia seguridad y ritmo en una relación que siquiera tenía nombre. Su cuerpo pronto se reacomodo en la cama ahora que dos personas tenían que ocupar el espacio de una y mientras pasaba uno de sus brazos por debajo de los de Nohlem para quedar abrazado en torno a su pecho, decidió hundir en un acto completamente egoísta su rostro entre las arrugas de su blusa. Sus manos quedaron sueltas, tendidas sobre la cama tras el gato, sin ningún intento de agarre firme, solo fue al poquito, cuando volvió a encontrar las palabras que se deslizó por su espalda para empezar a hacerle caricias suaves en forma de pequeños círculos.
-No.. lo sé, siento que a veces todo va demasiado rápido. No por ti, digo en general, simplemente estoy cansado. -respiró hondo ya acomodado, ahora que su voz apenas era un murmullo opacado bajo la tela de su compañero. -¿No lo prefieres tú también? Tener un poco de calma tras tanto… caos.
Su pelo quedaba ahora revuelto entre las sábanas, había crecido tanto que algunos mechones dispares alcanzaban ya la altura de sus hombros, solo que, ante la falta de espejos y cuidado propio no se había dado cuenta del paso del tiempo y de como, lo que en su día había sido un desconocido, ahora era la mejor almohada en la que descansar. Su respiración pronto se habituó a las ondas esponjosas del somier, calmada y suave mientras su conciencia bailaba entre la culpabilidad de dormirse tan pronto y la comodidad de verse tan bien arropado. Una de sus piernas se entrelazó entre las de Nohlem, creando un trampantojo aún más absurdo al no querer levantarse a colocar otra cama junto a la que estaban. A veces cuanto menor era el espacio era mejor, porque así, el abrazo se volvía una necesidad y no un mero capricho. Una justificación vaga al porqué decidir acostarse así. ¿Al fin y al cabo… eran solo amigos, verdad?
Dejó que los pensamientos se fundieran en su mente. Estaría medianamente atento para las primeras frases que el varmano le dedicara, una concentración que tardaría más bien poco en desaparecer, en cuanto sus parpados ya caidos terminaran de conquistar su mente con el placebo de una oscuridad acogedora.
-Gracias, por estar aquí…
Llegaría a murmurar, más como un pensamiento fugaz que como un intento de charla constructiva. Su suave abrazo quedaría debilitado y pronto saludaría a la noche venidera. No habría pesadillas, ni sueños turbios, no existirían recuerdos amargos, ni casas vacías, al contrario, esa vez, le ocuparía una alegría más sosegada. Caricias perdidas, el suave tacto ajeno y la pequeña fogata que creaban dos labios al juntarse. Soñaría con él, con un tonto gato naranja un tanto sarcastico pero muy atento. Soñaría con su risa, con sus chistes malos y con sus secretos contados a puertas cerradas. Con sus ojos esmeraldas, y con la sonrisa risueña que se le formaba cada vez que hablaba del piano, con el tacto valiente que le dedicaba a escondidas y con sus dulces colmillos cuando le arrancaba suspiros con ellos. Soñaría las piezas de un puzzle a medio construir, imágenes incoherencias y sentimientos confusos aún a flor de piel. De los que no entiendes ni quieres entender.
Pero al menos, esa noche, soñaría acompañado.
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